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Educación Liberadora: Nuestra Educación

Por: Marcel Arvea Damián

Preámbulo 

La educación es el proceso de humanización generado en las relaciones sociales que personas y culturas establecen entre sí en el escenario del mundo y de la vida. De ser esto cierto, la educación es un tipo específico de relación que permite desarrollarnos y humanizarnos durante dicho proceso; es decir, relaciones por las cuales nos hacemos más y mejores seres humanos.

Puede decirse entonces que la educación es un proceso permanente e inacabado por medio del cual, el homo sapiens sapiens (ser natural-biológico), se hace y constituye como un ser humano único y singular (ser cultural-histórico), incomparable e irrepetible; con identidad, historia y conciencia.

Al nacer, no nacemos estrictamente humanos. Nacemos con Derechos Humanos, somos reconocidos como seres humanos pero aún no somos propiamente humanos. Por ello afirmamos que la educación es precisamente el proceso por el cual nos humanizamos; se trata de una relación humana muy particular, una relación entre personas que se desarrollan y humanizan entre sí condicionadas por el mundo de la vida.

Ser humano significa también ser persona; y ser persona es desarrollar una identidad propia de acuerdo a las relaciones que mantenemos con otras personas, en sus identidades particulares y singulares y en las relaciones humanas y sociales.

Al educarnos necesariamente nos relacionamos; por ello, el tipo de educación es siempre dependiente del tipo de relaciones que dinamizan los procesos educativos. Si la relación humana que abastece la relación pedagógica es injusta y autoritaria, la educación por fuerza también lo será. Si la educación, como relación humana, respeta la libertad y dignidad de las personas, la educación será para la libertad y en la dignidad humana.

La educación es entonces una relación de comunicación, pero no de una comunicación cualquiera que hace “comunicados” empaquetados en contenidos de aprendizaje abstractos y desligados del mundo de la vida; es decir, de la realidad que nos condiciona. Todo lo contrario: se trata de una educación que nace y regenera en la intercomunicación humana, pues la intercomunicación es la verdadera comunicación.

Esta intercomunicación entre personas, entre seres humanos que coinciden en la historia del mundo y de la vida, sólo es posible gracias al diálogo. El diálogo es la existencia misma y por ello se comprende como acción de vida. Dialéctica que da significado y sentido a la vida misma, a nuestra existencia humana.

El diálogo es entonces pronunciación de la palabra libre y verdadera, palabra humana con la cual reinventamos y recreamos el mundo de la vida. El diálogo se convierte así en el encuentro de dos o más seres humanos; dos o más historias, identidades y conciencias que desde su libertad y dignidad, desde su propio ser, expresan su sentir y pensar con el ánimo de humanizar sus particulares y respectivas existencias. El diálogo es acción reflexión (praxis dialéctica) del ser humano en el mundo de la vida.

La palabra que hace posible el diálogo es entonces acción reflexión, praxis de humanización. Lo cierto es que la palabra hace posible la educación y no hay educación sin la participación privilegiada de la palabra. Por esta razón, la educación es siempre dependiente del significado e intencionalidad de la palabra. Si la palabra en la educación es secuestrada y monopolizada por el discurso magistral, negada la palabra al alumnado, la educación será inevitablemente autoritaria y opresora, injusta e inhumana.

Si la instrucción que impone el Capital y el Estado, instrumentada inconscientemente por el magisterio, es una instrucción opresora que reproduce la injusta desigualdad y contradicción social de la cual el magisterio también es víctima; no queda otra alternativa que liberarnos de dicha imposición para crear y concretar nuestra propia educación. Esa es la alternativa de la Educación Liberadora: crear y concretar nuestra propia educación.

La educación siempre ha sido hecha por otros, para nosotros; nunca de nosotros, nunca por nosotros, nunca ha sido nuestra.

Con todo, la educación alternativa no debe ser cualquiera otra educación sino la mejor educación, y la mejor educación será siempre la nuestra.

Una verdadera educación tiene por fuerza que ser nuestra, hecha por nosotros, dinamizada por nosotros, al servicio del pueblo.

Ante semejante situación, el ejercicio práctico de la Educación Liberadora abastece sus raíces y fundamentos en los siguientes referentes de análisis:

Popular. La Educación Liberadora es Educación Popular por su esencia política, por ser formación de la militancia política y pedagógica del magisterio: acción político-cultural para la libertad.

La educación es necesariamente política por ser humana y porque el ser humano es un ser político (zoo politikón). Negar el carácter político de la educación es negar el fundamento humano de la educación misma, pues la educación, siendo relación humana, es por fuerza también relación política, una relación que incluye el poder y genera eventualmente resistencia.

La Educación Popular es acción política porque organiza el poder participativamente, democráticamente; es igualmente acción cultural porque reconoce y se abastece de la riqueza histórica, natural y material del pueblo. Por ello mismo, la Educación Popular es una educación en permanente resistencia activa; con capacidad de acción, reacción y proacción.

La Educación Liberadora es ante todo Educación Popular porque reconoce la esencia política de la relación educativa.

 

Problematizadora. La instrucción escolarizada concibe la realidad del mundo como dada y determinada, ajena a nuestra voluntad y capacidad de acción y transformación.

Una instrucción que concibe la realidad acabada y petrificada será por fuerza repetitiva y monótona. Instrucción siempre enferma y en fase terminal; su movimiento —si acaso existe—, es perpetuo, monótono y repetitivo; en pocas palabras una instrucción burocratizada, aburrida y pasiva. Capacitación domesticadora paralizada de miedo que bosteza ante el carácter inexorable de su fatal destino. Escolarización dogmática e insensible que maniata, reprime y sabotea el desarrollo humano y social.

En cambio, la Educación Liberadora comprende la realidad como dinámica y compleja, puesta allí delante nuestro como un problema para ser resuelto, para aprender y aprehenderlo, interviniendo para transformarlo y humanizarlo. Por ello, la Educación Liberadora problematiza la realidad humana que condiciona el mundo de la vida, pues la realidad, que es la vida misma —como dice Freire—, nunca está determinada sino siempre está condicionada.

En pocas palabras podemos decir que la realidad y la vida no son fenómenos inamovibles sometidos a la ruleta del destino; todo lo contrario: la realidad que nos condiciona no es casual sino creación humana, hecha por personas y que las personas podemos y debemos a cambiar.

 

Concienciadora. La Educación Liberadora dinamiza la conciencia en la acción reflexión, en praxis humana para la transformación del mundo. Se puede decir que la concienciación es la acción ética de la conciencia en el mundo de la vida, para transformarlo, para humanizarlo.

Se trata de un desarrollo cualitativo de la conciencia que permite generar posibilidades potenciales para dinamizar una educación desde la identidad y autonomía, una educación capaz de pensarse y perfeccionarse a sí misma.

La concienciación es más que conciencia crítica; en todo caso, podría decirse que la concienciación es la acción de la conciencia autocrítica y por eso mismo es praxis ética de liberación.

 

Creativa. La Educación Liberadora anima la creatividad intrínseca al ser humano. Es una educación que imagina, duda y pregunta; una educación curiosa que siempre pone manos a la obra con lo poco que el mundo le ofrece.

La Educación Liberadora es creativa y por ello mismo reinventa y recrea el mundo de la vida.

 

Derechos Humanos. La Educación Liberadora es una educación que respeta la dignidad y libertad de las personas. Se trata de una educación que anima y alienta la comprensión y el respeto irrestricto a la identidad y diferencia humana.

Una educación que siempre actúa conforme al “interés principal del niño”; amándoles, respetándoles, privilegiándoles…

 

Educadoras y educadores. Las educadores y educadores son seres humanos responsables de humanizar y animar el proceso de desarrollo de las personas y de sí mismos a partir del ejercicio consciente, libre y práctico de su vocación profesional, lo cual implica por fuerza el reconocimiento de las facultades potenciales de desarrollo y de las específicas necesidades de aprendizaje de sus educandas y educandos.

Las educadoras y educadores están obligados a fomentar la intercomunicación humana, desde el diálogo, existencializando la relación humana intrínseca al proceso educativo.

Las educadoras y educadores son representantes del pueblo y poseen y ejercitan su orientación y militancia política y pedagógica orientados conforme a los intereses del pueblo. El trabajo político y pedagógico de las educadoras y educadores se concentra en el desarrollo pleno e integral de la persona, lo cual implica reconocernos como personas sin importar las particularidades que nos condicionan y diferencian. De este modo, las educadoras y educadores del pueblo no sólo enseñan sino principalmente aprenden, al igual que sus educandas y educandos, quienes no sólo aprenden sino también enseñan a su educadora o educador.

Las educadoras y educadores no transfieren conocimientos empaquetados en contenidos de aprendizaje; en su lugar crean las condiciones necesarias para la generación y experimentación del conocimiento conforme a las necesidades e intereses particulares de quienes son protagonistas de la acción educativa; es decir, de sus educandas y educandos.

Las educadoras y educadores son responsables de generar el diálogo y animar la creación y concreción comunitaria del aprendizaje y conocimiento; es decir, del desarrollo integral y pleno de las personas, pues las educadoras y educadores aprenden y enseñan creando y concretando el conocimiento en la práctica educativa, sistematizando experiencias, perfeccionándose siempre en el ejercicio responsable de su vocación y práctica educativa, de su formación humana y profesional.

 

Educandas y educandos. Las educandas y educandos son seres humanos con libertad y dignidad, con derecho al desarrollo y posibilidad de trascendencia. Las educandas y educandos tienen derecho y facultad para ejercer su libertad a plenitud, ya sea de palabra, pensamiento, organización, asociación, etc., y de participar activamente en la toma de decisiones que directamente les incumben.

Las educandas y educandas son seres humanos inconclusos e inacabados que se relacionan comunitariamente entre sí para alentar el desarrollo pleno, integral y potencial de sus personas. Las educandas y educandos, por ello mismo, son el centro de interés del acto educativo.

Las educandas y educandos son personas creativas que exigen respeto incondicional al derecho que les asiste de ser diferentes y permanecer en ello si así lo desean y no perjudiquen a otras personas; es decir, las educandas y educandos deben ser respetados en su identidad, unicidad, singularidad y diferencia.

Las educandas y educandos son seres humanos curiosos, cuestionadores, críticos, creativos, irrepetibles, incomparables, responsables de su propia educación.

 

Aprendizaje. La Educación Liberadora comprende el aprendizaje como el proceso de aprehensión comunitaria de la realidad de la vida para alentar el desarrollo pleno e integral del ser humano. El aprendizaje puede ser intencionado y significado comunitariamente para alentar el desarrollo humano y social; este es el principio epistemológico de la Educación Liberadora y Popular.

El aprendizaje comunitario es entonces el motor que dinamiza el desarrollo humano y social, pues no hay desarrollo sin aprendizaje ni aprendizaje sin desarrollo. Es decir, aprendizaje y desarrollo se influyen dialécticamente.

 

Enseñanza. Enseñar es la responsabilidad de alentar plenamente el proceso de desarrollo humano y social a partir del reconocimiento de la libertad y dignidad de las personas, de las facultades y potencialidades que les asisten y de las limitaciones que les condicionan.

La enseñanza implica dinamizar los procesos y recursos necesarios para la generación comunitaria del conocimiento conforme a la realidad que condiciona la vida y existencia de las personas que participan en ella; es decir, del grupo de aprendizaje. Así, desde el diálogo —que es su metodología—, anima el proceso educativo fomentando la identidad, reconociendo su historia, respetando sus derechos, alentando su cultura. Animando su autonomía, independencia y libertad.

 

Evaluación. Evaluar significa incorporar la experiencia al proceso de aprendizaje, la evaluación permite perfeccionar el proceso educativo y argumentar los proyectos de planeación y acción futura. Por ello, la Educación Liberadora no evalúa personas ni conductas, sino evalúa procesos de aprendizaje y desarrollo.

Como dice Paulo Freire: no es A (docente) quien evalúa a B (alumnas y alumnos), sino son A y B (docentes y alumnado) quienes evalúan a C (proceso educativo).

 

El ser humano es un ser inconcluso, indeterminado y educable

La Educación Liberadora reconoce al ser humano como un ser inconcluso e inacabado, nunca determinado pero siempre condicionado.

Gracias a que somos seres humanos inconclusos e inacabados, indeterminados y condicionados, es que podemos crear y recrearnos en la educación; es decir: somos capaces de crear el proceso de nuestra propia humanización. Porque la educación es precisamente eso: el proceso por el cual nos hacemos más y mejores seres humanos.

Sin duda, esto implica reconocer la posibilidad de crear un nuevo ser humano; mujeres y hombres libres y dignos, críticos y creativos, trasformadores de su realidad y mundo.

La Educación Liberadora es desde su origen una relación humana que implica un encuentro de rostros y miradas, de libertades e identidades, de historias y conciencias. Por eso nadie educa a nadie ni nade se educa en soledad; mujeres y hombres nos educamos en comunidad condicionados por el mundo.

Si la educación es una relación humana es también, por necesidad, una relación política que por sí misma niega la neutralidad. Nadie puede negar la politicidad de la educación. Lo cierto es que la educación nunca ha sido ni podrá ser neutral. Nuestro actuar como maestras y maestros, por ejemplo, puede ser inconsciente o inconsecuente, pero nunca apolítico, mucho menos neutral.

La Educación Liberadora no puede sino afirmar y confirmar el carácter político de la educación y por eso siempre organiza y distribuye el poder de manera justa, equitativa y democrática. Por lo tanto, la Educación Liberadora necesita siempre reflexionar la realidad social que condiciona la práctica educativa e implica también, paralelamente, el análisis crítico de la ideología que subyace a planes y programas de estudios y a sus metodologías cerradas e instrumentales; pero sobre todo, la Educación Liberadora demanda crítica y autocrítica de la práctica docente.

La Educación Liberadora aprende principalmente de la reflexión autocrítica de su práctica, del análisis crítico de la realidad social y cultural que condiciona el acto educativo. Primero el contexto y luego el texto; primero el mundo de la vida y después las letras, los números, las fórmulas….

En resumen: puede decirse hasta aquí que la Educación Liberadora es una relación organizada intencionalmente para ser más y mejores seres humanos, sólo posible entre personas libres, responsables y conscientes de su historia y circunstancia. Una relación política, dialéctica y dialógica que existencializa la vida y produce conocimiento para transformar y humanizar la realidad y el mundo. Relación ética, humana, que se organiza en comunidad para luchar por una vida más humana y digna, más libre y justa. Una educación para la libertad.

 

No existe formación docente sin formación humana

La formación docente debe pasar previa y necesariamente por una formación humana que le ofrezca sentido y razón de ser. Sin formación humana, la formación docente se convierte en un compendio de técnicas y malabares instrumentales que terminan inevitablemente en el bostezo escolar de todos los días.

Necesitamos privilegiar la formación humana en nuestra formación docente pues antes que ser docentes (maestras, profesores, coordinadoras, monitores, tutores, educadoras, etc.), somos humanos y nos relacionamos con otros seres humanos. Éste y no otro debe ser el argumento primero y principal de la formación docente necesaria a la Educación Liberadora: seres humanos en relación educativa con otros seres humanos.

Por humano comprendemos un horizonte, un proceso inconcluso, indeterminado e inacabado que supone siempre una separación y una superación cualitativa del sustrato biológico que nos condiciona como homo sapiens sapiens. Lo humano es trascendente al sustrato biológico de nuestros impulsos primitivos y orgánicos que, como primates, como mujeres y hombres, como seres biológicos y naturales también nos condicionan. Esto es: lo humano como proceso consiste en la separación progresiva del individuo y la especie del mundo natural, para trascenderlo en mundo cultural; por lo tanto, lo humano puede comprenderse como un proceso de perfeccionamiento y especialización, de desarrollo y complejización del individuo y la especie a partir de las relaciones que mantienen con otros seres humanos, consigo mismo y con el mundo. Lo humano no existe por sí mismo, es necesario crearlo…

Atendiendo este aspecto primero y principal de la Educación Liberadora podremos comprender mejor que la formación humana, como elemento sustantivo del desarrollo, implica un mejoramiento respecto a un estado anterior. Entonces, la formación docente necesaria a la Educación Liberadora debe ser producto de una relación humana organizada y dinamizada conforme a los valores, principios y derechos inalienables e intrínsecos de la persona; es decir, una relación humana que respeta principal e incondicionalmente la libertad y dignidad de las personas.

Son justamente estos valores, principios y derechos aplicados a la práctica educativa quienes configuran la expresión más pura y plena de la Educación Liberadora, pues comprende al ser humano como inconcluso e inacabado, con derecho al desarrollo y posibilidad de trascendencia: el ser humano tiene derecho y puede ser más; el ser humano tiene derecho y puede ser mejor.

Formación docente e intercambio cultural

El concepto “docente” se comprende a partir del ejercicio de su práctica. Sin embargo, a pesar de las diferentes interpretaciones y percepciones de la noción “docente”, ésta puede ser caracterizada por sus elementos primarios y sustantivos.

Ser docente es una actividad humana que compete exclusivamente a personas adultas en su relación con las generaciones que advienen. La docencia es igualmente un trabajo remunerado e institucionalizado que demanda algún tipo de acreditación y certificación sujeta a algún tipo de reconocimiento para el ejercicio de su práctica. La docencia es en consecuencia una función social y laboral (técnica, instrumental, emancipadora, etc.), con carga ideológica que por sí misma niega la neutralidad. Puede decirse que la docencia es una actividad humana que implica un proceso global, escolarizado, condicionado a factores internos y externos, endógenos y exógenos, que regulan el intercambio cultural intrínseco al proceso educativo.

La participación de docentes en el intercambio cultural está controlada por un currículum que por lo general se reproduce fielmente y sin modificación alguna. La docencia también integra en el intercambio cultural saberes propios, conocimientos, habilidades, valores y experiencias; pero también ejerce violencia, discriminación, autoritarismo, etc.

En estricto sentido, la formación docente puede ser creativa o reproductora. La formación docente creativa puede reconocerse a partir de su vocación y capacidad de transformación, pues busca siempre responder activamente, innovadoramente, a las necesidades de una realidad educativa que por eso mismo pasa a ser objetiva y concreta, sujeta a cambio y desarrollo.

Eso sólo es posible si consideramos que la formación docente es siempre permanente en el ejercicio y reflexión de su práctica. Gracias a la reflexión de la práctica, a la acción-reflexión, la praxis, la formación docente adquiere capacidad creativa y transformadora.

Hasta aquí puede decirse que la formación docente no es acto acabado ni hecho consumado sino un proceso permanente e inacabado, crítico y autocrítico, de intercambio cultural para la transformación humana y social desde la praxis misma (acción-reflexión, palabra), la cual sólo logra su propósito cuando alcanza la transformación de la realidad social.

Vocación y práctica de la Educación Liberadora

 

Es por eso que nunca como ahora la vocación y práctica docente requiere crítica y autocrítica.

Entrampada en el desamparo de la educación privada o ahogada en el fango burocrático de la educación pública, sumida en ambos casos en un desencanto total, la vocación y práctica docente no debe ignorar por más tiempo la responsabilidad social que históricamente les condiciona y desafía. El obstáculo principal que enfrentamos como magisterio no ha sido otro que restringir la acción educativa a las fronteras y límites que el sistema escolarizado permite, a la subordinación ciega a la normatividad, al verticalismo y autoritarismo de los procedimientos escolarizantes.

La reflexión sobre la vocación docente y la práctica educativa debe necesariamente partir del compromiso histórico que condiciona nuestro actuar. Educación ya no asimiladora ni reproductora de ideologías muertas y sistemas cerrados de pensamiento perpetuo; sino educación transformadora de nuestras condiciones materiales y espirituales de vida y existencia.

Paulo Freire pensó que esto es posible siempre y cuando la educación sea considerada acción política y cultural para la libertad. Esta otra educación que abreva en la cultura e identidad del pueblo se define a sí misma como Educación Popular. Ya no educación pública o privada, ya no educación de Estado, sino educación política: una Educación Popular.

El argumento que distingue a la Educación Liberadora y popular es su contenido político y su vocación libre y democrática. No hay educación neutra, en consecuencia, la Educación Liberadora como acto de conocimiento es simultáneamente acción político cultural para la libertad.

Por ello, ante la violencia uniformadora del Capital Global y la compulsión privatizadora del Estado neoliberal, el magisterio del pueblo debe urgentemente cuestionar la relación entre vocación docente y práctica educativa como acción político cultural para la libertad. Necesitamos radicalizar nuestra conciencia, nuestros principios éticos, nuestra razón crítica e histórica, nuestra identidad cultural, nuestra militancia política y pedagógica.

Es por eso que la educación es un acto fundamentalmente político. Si la educación hasta ahora ha sido una instrumentación ideológica del Estado para cosificar y minimizar al pueblo y al magisterio, la opción del pueblo y el magisterio no puede ser otra que liberarse de esa instrucción domesticadora y crear una educación que nazca de ambos, del pueblo y su magisterio: una Educación Popular.

Éste y no otro ha sido desde siempre el núcleo del programa de acción política y pedagógica del magisterio democrático oaxaqueño.

Parafraseando al filósofo podría decirse que la historia de la educación en México hasta nuestros días es la historia que reproduce la lucha de clases. La educación en un régimen de opresión, corrupción y represión será igualmente opresiva, corrupta y represiva. Por ello, la educación del Estado capitalista no tiene otro recurso que ser autoritaria, domesticadora, enajenante y violenta; en una palabra: totalitaria.

Su pulsión necrófila (su amor por la muerte) y su furor domini (su pulsión de conquista) reducen al ser humano a condición de objeto, negándole el derecho legítimo que tiene de pronunciar su palabra y mundo, de actuar y reflexionar su pensamiento y vida ¡En fin! la instrucción del Estado neoliberal y la formación y práctica docente que lamentablemente la reproducen, son instrumentaciones del poder que nos niega la libertad como personas, pueblos, culturas y naciones.

La actitud correcta: la unidad, la organización y el trabajo

 

Es acuerdo general reconocer que la formación docente es imprescindible para una educación verdadera capaz de promover el desarrollo pleno de la persona y la sociedad. Sin formación docente, el proceso educativo está condenado al empirismo, a la improvisación y al fracaso.

Mucha razón tenía Karl Marx cuando dijo que la solución a los problemas humanos y sociales se concentra en “educar a los educadores”. Si esto es verdad, como parece lo es, la pregunta es obligada:

—«¿Quién educa a las educadoras y educadores del pueblo?»

La respuesta es desconcertante y paradójica, pues quien educa al pueblo son precisamente sus opuestos y contradictorios antagónicos; es decir, el Capital y el Estado.

Así pues, el pueblo es ‘educado’ por el Estado cuando debería suceder justamente lo contrario. Como dice el propio Marx: “es el Estado quien debe ser educado por el pueblo.”

En fin. Lo que quiero decir es que el desarrollo educativo será imposible sin la formación docente que le argumente de manera concreta y pertinente conforme a la realidad social que condiciona el acto educativo; sin embargo, por ley, dicha formación del magisterio sólo puede provenir del Estado o de instituciones privadas validadas y reconocidas por el propio Estado. Esto es: la certificación y validación de estudios garantiza el monopolio del Estado en materia formativa y condiciona el papel del magisterio al régimen competitivo del mercado laboral, de la lucha de clases, pues el monopolio del Estado en materia de formación docente garantiza no sólo la reproducción ideológica e indefinida del sistema, sino garantiza también la sumisión, enajenación y divisionismo del magisterio.

Hoy podemos ver con claridad el modo en que se restringen los espacios de formación docente ofrecidos por el Estado Neoliberal. El Estado Neoliberal, en su furor privatizador, presiona al régimen público para privatizar la formación docente; de tal manera que el Estado cede a la presión del Capital y del mercado laboral, subrogando la educación del pueblo al Capital, a la empresa, canalizando la formación docente —responsabilidad facultativa del Estado—, a instituciones de Capital privado.

Por esta razón las maestras y maestros debemos ahora solventar del propio salario la calificación profesional de nuestra fuerza de trabajo. De este modo, es el propio trabajador de la educación quien solventa el co­sto de su formación profesional; es decir, de la calificación de su fuerza de trabajo, aún cuando dicha calificación y formación atenten siempre en contra nuestra y beneficien directa y exclusivamente al Capital.

De cualquier manera, poco puede esperarse de la formación docente ofrecida por el Estado y el Capital… ¡Quinientos años de fracaso educativo lo comprueban!

Es paradójico; la formación docente es hoy una gran empresa producto de la asociación delictuosa entre grupos facciosos del Estado (SEP-SNTE) y grupos monopólicos de Capital Privado (Universidades privadas, religiosas y extranjeras). Con todo: la formación docente ofrecida por el Estado y el Capital es de cualquier manera impertinente e insuficiente. Esto es evidente en la propia realidad social y educativa, no sólo por los resultados en aprovechamiento escolar a nivel nacional y mundial, sino por el clima de animadversión y divisionismo existente en el seno del magisterio; por el ambiente de lucha, corrupción y competencia absurda, por el sabotaje persistente a la innovación educativa, por el permanente fracaso del proyecto escolar. Son múltiples los factores relacionados con la formación docente que impiden un cambio de fondo en el estado de las cosas.

No hay duda que el magisterio ha recibido una ‘formación’ que nos divide, opone, contradice y enajena. Estrictamente hablando, podríamos decir que se trata de una “deformación”, pues lo cierto es que somos maestras y maestros los primeros en oponernos a un cambio de fondo (el cual nunca podrá provenir del Estado-SNTE-Capital), pues dicho ‘cambio de fondo’ implicaría necesariamente asumir responsabilidades que atentarían contra los intereses y prebendas acumuladas en tantos años de servidumbre magisterial al servicio del sistema.

Por esta razón, como maestras y maestros, no sabemos ni podemos organizarnos ni trabajar en unidad. No hemos sido formados y carecemos de actitud abierta para ello. Por el contrario: el individualismo, el egoísmo, la competencia salvaje, el ‘sálvese quien pueda’, es el saldo de una formación docente ofrecida por el Estado y el Capital que a gritos reclama ser transformada…, humanizada.

Una ‘deformación’ así, reduce las posibilidades que tiene el magisterio para buscar, en la unidad y organización, nuevas alternativas de trabajo y lucha en bien propio y de la comunidad donde se ofrece el servicio educativo.

Al respecto, deseo ejemplificar dos aspectos fundamentales y necesarios de la formación docente.

El primer aspecto es la actitud como elemento primero y principal en la formación de la persona. La actitud es un aspecto que lamentablemente ha tenido muy poca relevancia en la educación ofrecida por el Estado y el Capital, cuando en realidad debería ser el primer primero de la educación y de la formación docente y profesional del magisterio.

Me explico. En muchos años de ser formador de docentes me he percatado, no sin tristeza y desconcierto, que muchas alumnas y alumnos muy brillantes e inteligentes no podían culminar sus estudios de Posgrado precisamente por carecer de una actitud correcta ante los otros y ante sí mismos. Vi muchas inteligencias sobresalientes quedarse inmovilizadas y desperdiciarse en el arduo y burocratizado camino de la escolarización porque no tuvieron la actitud correcta para alentar su propio desarrollo formativo. Pues lo cierto es que cada persona es el primer responsable de su propia formación y desarrollo.

El segundo aspecto es la capacidad que tiene el trabajo para dinamizar la acción educativa conforme a la integración de esfuerzos individuales en un propósito común. Sin duda alguna, unidos y organizados, podremos trabajar más y mejor, pues la integración de esfuerzos es de cualquier manera superior a la acción que podría ejercer una persona individualmente; es decir, el trabajo organizado no sólo nos permite accionar nuestra práctica de manera más amplia y en infinitas direcciones, sino permite además enriquecer y democratizar el proceso educativo como un bien comunitario conquistado legítimamente por la comunidad de aprendizaje, que es el pueblo.

Sólo así el aprendizaje prende y se aprehende.

La actitud correcta ante el semejante, ante el colega, ante el aprendizaje, ante mis alumnas y alumnos, ante el otro, ante la Tierra, ante la vida ¡ante mí mismo! es un aspecto fundamental de la formación humana, profesional y docente del magisterio. Organizarnos para realizar unidos el trabajo educativo es una posibilidad inexplorada e inédita que posee el magisterio de Oaxaca y México para asumir la responsabilidad de nuestra propia formación y desarrollo, de nuestra educación.

 

Ideas fuerza de la Educación Liberadora

 

  • La Educación Liberadora ama, respeta, cultiva y preserva la vida.
  • La Educación Liberadora respeta la libertad y dignidad de la persona.
  • La Educación Liberadora produce conocimiento aplicado para la transformación de la realidad social y educativa.
  • La Educación Liberadora está centrada en la acción-reflexión, en la praxis de quienes participan en el acto educativo.
  • La Educación Liberadora no puede sustraerse de la realidad social que condiciona el fenómeno de injusticia e inequidad del sistema educativo.
  • La Educación Liberadora nace y se abastece de la riqueza cultural e histórica del pueblo.
  • La Educación Liberadora es crítica y autocrítica: ética.
  • La Educación Liberadora se desarrolla a partir del trabajo colectivo e individual, intelectual y manual, de quienes participan en el proceso educativo.
  • La Educación Liberadora no dicotomiza la teoría con la práctica; es dialógica, autónoma y autogestiva.
  • La Educación Liberadora es formadora de cuadros.
  • La Educación Liberadora es democrática.
  • La Educación Liberadora es científica, creativa y concienciadora.
  • La Educación Liberadora promueve la experimentación y el aprendizaje en la práctica.
  • La Educación Liberadora privilegia el aprendizaje sobre la enseñanza, la pregunta sobre la respuesta.
  • La Educación Liberadora no divorcia la escritura de la lectura, ni el texto del contexto.
  • La Educación Liberadora elabora sus propios textos y materiales de estudio.
  • La Educación Liberadora no examina personas sino evalúa procesos para la recreación del conocimiento.
  • Por último, la síntesis necesaria sin la cual todo esfuerzo es inútil y todo deseo estéril: La Educación Liberadora exige esperanza, fe y amor en quienes se educan, en quienes en el acto de conocer, de aprender y enseñar, en comunión consciente y responsable con sus semejantes, en libertad y dignidad, transforman y humanizan creativamente su realidad y mundo, su historia y existencia: su vida.

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Latinoamérica: ¿Fin de cuál ciclo?

Por: Atilio Borón

Fueron muchas y muchos los que a mediados de esta década y en coincidencia -¿casual, involuntaria?- con el despliegue de la ofensiva restauradora del imperio se apresuraron a anunciar el “fin del ciclo” progresista en Latinoamérica.

La derrota del kirchnerismo en el 2015 y el ilegal e ilegítimo derrocamiento de Dilma Rousseff en 2016 así como el grotesco juicio y encarcelamiento de Lula aparecían como signos inequívocos del inicio de un nuevo ciclo histórico. Sólo que los profetas de esta epifanía jamás se aventuraron a arriesgar algo muy elemental: ¿qué venía después? Terminaba un ciclo, bien, pero: ¿quería esto decir que comenzaba otro? Silencio absoluto. Dos alternativas. O bien adherían a las tesis de Francis Fukuyama sobre el fin de la historia, cosa absurda si las hay; o como los más audaces insinuaban, con fingida preocupación, estábamos al comienzo de un ciclo largo de gobiernos de derecha. Digo fingida porque, hipercríticos con los gobiernos del ciclo supuestamente en bancarrota in pectorepreferían la llegada de una derecha pura y dura que, supuestamente, acentuaría las contradicciones del sistema y mágicamente abriría la puerta a quien sabe qué … porque, sorprendentemente, ninguno de esos acerbos críticos del ciclo progresista hablaba de revolución socialista o comunista, o de la necesidad de profundizar la lucha antiimperialista. Por lo tanto, su argumento meramente retórico y academicista moría en la mera certificación del presunto cierre de una etapa y nada más.

Ahora bien: todos esos discursos se derrumbaron abruptamente en las últimas semanas. En realidad, ya venían cuesta abajo desde el inesperado triunfo de López Obrador en México y su tardía incorporación al “ciclo progresista”. Su victoria demostraba que si bien herido seriamente éste no había muerto. La debacle del macrismo y su casi segura derrota en las presidenciales de octubre de este año y la reciente revelación de las ilegales e inmorales argucias fraguadas entre el corrupto juez Sergio Moro y los fiscales del poder judicial brasileño para enviar a la cárcel a Lula asestan un duro golpe a los dos puntales sobre los cuales reposaba el inicio del supuesto ciclo “pos-progresista”. En la Argentina los macristas esperan lo peor, sabiendo que sólo un milagro los salvaría de una derrota. Y Bolsonaro está al borde del abismo por la crisis económica del Brasil y por haber designado como super-ministro de justicia a un letrado inescrupuloso que da un rotundo mentís a su pretensión de ofrecer un gobierno transparente, impoluto, inspirado en los más elevados principios morales del cristianismo que le inculcaron los pastores de la iglesia evangélica cuando -apropiada y oportunísticamente- lo rebautizaron en el río Jordán como Jair “Mesías” Bolsonaro. Las filtraciones de los chateos por WhatsApp y conversaciones entre Moro y los fiscales dadas a conocer por The Intercept , amén de las múltiples denuncias por corrupción en su contra y sus hijos, revelan que este santo varón llamado a lavar de sus pecados a la política brasileña no es otra cosa que el jefe de una banda delictiva, un impostor, un charlatán de feria, un energúmeno cuyos días en el Palacio del Planalto parecen estar contados. Y mantener a Lula en prisión será cada día más difícil habida cuenta de la farsa jurídica perpetrada en su contra y ahora exhibida a plena luz del día. Y Lula libre es un peligro de marca mayor para el actual gobierno de Brasil.

¿Se trata de que sólo Argentina y Brasil están incumpliendo con los pronósticos de los teóricos del “fin de ciclo”? No. ¿Qué decir del desastre colombiano, una verdadera “dictablanda” pseudoconstitucional donde según el tradicional periódico El Tiempo “durante los primeros 100 días de mandato del presidente Iván Duque se han registrado 120 asesinatos de líderes”, un baño de sangre comparable o peor que el de las dictaduras que asolaron países como Argentina, Brasil, Chile y Uruguay en los setentas y ochentas (https://www.eltiempo.com/colombia/otras-ciudades/el-mapa-de-los-lideres-sociales-asesinados-en-colombia-184408). Y qué decir del caso del Perú, en donde todos sus ex presidentes desde 1980 (Alberto Fujimori, Alejandro Toledo, Ollanta Humala, Pedro Pablo Kuczynski y Alan García están presos, fugados o suicidados, lo que junto con la catástrofe colombiana y la deserción de México humedeció irreparablemente la poca pólvora que quedaba en manos del “Cartel de Lima” como lacayo regional del Calígula estadounidense. Mismo el caso chileno no está exento de dudas toda vez que la deslegitimación de su sistema político ha llegado a niveles sin precedentes. En efecto, ante la escandalosa capitulación de esa frágil democracia frente a los grandes intereses corporativos, en cuyo nombre exclusivamente se gobierna, la mayoría de la población adulta ha optado por el abstencionismo electoral con el consecuente vaciamiento del proyecto democrático. En pocas palabras: lo que supuestamente vendría una vez consumado el agotamiento del “ciclo progresista” es por lo menos problemático y está muy lejos de constituir una alternativa superadora del “extractivismo” o el “populismo” que supuestamente habrían caracterizado los gobiernos precedentes.

Lo anterior no debe interpretarse como una aseveración de que el ciclo iniciado con el triunfo de Chávez en las presidenciales de Diciembre de 1998 en Venezuela prosigue su marcha imperturbable. Mucho ha sufrido en los últimos tiempos. El cambio en el clima económico internacional le juega en contra; la obra de destrucción llevada a cabo por Macri, Piñera, Duque, Bolsonaro y la infame traición de Moreno, esa verdadera “armada Brancaleone” que Trump y su predecesor instalaron en Latinoamérica, ha socavado muchos de los avances del pasado. Pero la realidad es porfiada y un traspié no es derrota, como tampoco lo es un retroceso puntual. El viejo topo de la historia prosigue incansable su labor, favorecido por la exasperación de las contradicciones de un capitalismo cada vez más salvaje y predatorio. La larga marcha por la emancipación de nuestros pueblos -que nunca fue lineal e invariablemente ascendente- sigue su curso y acabará por desalojar a esos gobiernos entreguistas, reaccionarios y cipayos que hoy agobian a Latinoamérica y nos avergüenzan ante el mundo. Y no habrá que esperar mucho para verlo.

Fuente de la información: https://kaosenlared.net/fin-de-cual-ciclo/

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La 4T: ¿política para la vida o la muerte?

Por: Víctor M. Toledo 

La clásica distinción en la política convencional entreizquierdasderechas se va desdibujando para dar lugar a un nuevo dilema. Hoy cada vez es más necesario y adecuado hablar de po­líticas para la vida ypolíticas para la muerte. Como vimos en una entrega anterior, el devastador embate de una oligarquía trasnacional que apenas llega a uno por ciento de la población humana, se extiende e intensifica por todo el planeta, destruyendo por igual a la naturaleza y a los seres humanos. La depredación ecológica y la explotación del trabajo humano continúa conforme el capital corporativo doblega gobiernos de todo tipo para ponerlos a su servicio, dando lugar a lo que hemos denominado los hoyos negros de la modernidad(https://bit.ly/2NWJwWo). Este desplazamiento de la antigua geometría política por un reto de mayor trascendencia resulta de la globalización y del impacto que las sociedades industriales tienen sobre el equilibrio del ecosistema planetario. El conjunto de estas políticas para la muerte conducen a un colapso civilizatorio, como se analiza y discute con más intensidad y frecuencia en innumerables círculos (think tanks) del mundo.

Como se ha comprobado para losgobiernos progresistas o de izquierda de la América Latina, este dilema entre ecopolítica (o biopolítica) y necropolítica, al ser ignorado, se fue volviendo una bomba de tiempo que terminó explotándoles, aunado en varios casos a la corrupción de dirigentes y partidos. Lo que está en disputa son los territorios y sus ricos recursos visibles y ocultos. En el México de hoy, las chispas que generan los incendios son justamente los conflictos que surgen del choque (¿civilizatorio?) entre los proyectos de muerte de las corporaciones privadas y estatales, y los proyectos de vida tejidos y arraigados por largo tiempo por las comunidades humanas, sus naturalezas y sus regiones. Se trata de 560 conflictos socio-ambientales, según nuestras fuentes, que ya han dejado una estela de violencia y muerte: 503 casos de defensores comunitarios agredidos entre 1995 y 2015 (amenazas, detenciones ilegales, agresiones físicas, criminalización), según la tesis de la investigadora de la UNAM Lucía Velázquez Hernández, y que alcanza los 125 activistas asesinados (datos de Global Witness y el Centro Mexicano de Derecho Ambiental: https://bit.ly/2NqqhGb).

El asesinato de Samir Flores (20/2/19), indígena nahua y uno de los principales líderes opositores al Proyecto Integral Morelos (gasoducto y dos termoeléctricas), es sólo uno de los cuatro defensores ambientales ultimados desde el cambio de gobierno. Antes fueron asesinados Estelina López Gómez (23/1/19) de la comunidad Santo Tomás de Amatenango del Valle; Rafael Murúa Manríquez (20/1/19), director de la radio comunitaria Radiokashana, y Manuel Martínez Bautista (24/12/18), de Yahualica, Hidalgo.

Como señalamos en un texto anterior (¿Vencerá el nuevo gobierno las fantasías neoliberales?:https://bit.ly/2Tf0sy5) el nuevo gobierno está obligado a enfrentar y tomar una posición diáfana sobre estas batallas territoriales. Cada concesión (¿táctica?) que la Cuarta Transformación (4T) hace a los proyectos de muerte del ogro industrial, tanto en su versión corporativa como estatal, devela una carencia de visualización de largo plazo, pues estamos ya ante un desafío de escala civilizatoria en la que se están jugando no sólo los destinos de un sistema social, sino de todo unmodo de concebir el mundo y de la especie humana misma. Por tanto, no se puede sacrificar a las comunidades tradicionales, otra vez en aras delprogreso y el desarrollo de la nación (que es la letanía de los neoliberales) , y mucho menos a nombre de una consulta impuesta y orientada de antemano por el poder estatal.

¿Por qué el nuevo gobierno comienza a repetir los errores de los regímenes progresistas de América Latina? He aquí que la pregunta conduce a un embrollo mayor, a una carencia suprema: no existe una claridad teórica y, por tanto, táctica y estratégica en la 4T, pues esta nación, como consigna electoral, de la cabeza visionaria, brillante y pragmática, pero también solitaria y limitada de un líder, y no de la discusión colectiva, esto es de un programa político. No hay pues sino reacciones inmediatas a cada problemática, cuya repetición irá irremediablemente marcando una política vaga, confusa y contradictoria y, por tanto errática. Mientras no se analice y esclarezca de manera colectiva un programa político que dé corpus a la 4T, el actual gobierno se irá diluyendo inexorablemente. Hasta que, de nuevo, la derecha nos alcance.

Fuente del artículo: https://centrodeinvestigacionclacsoriusmex.wordpress.com/2019/05/27/la-4t-politica-para-la-vida-o-la-muerte/

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¿Por qué no motivamos más a los docentes?

Por: Francesc Vicent Nogales Sancho.

Los maestros solemos buscar técnicas de motivación para el alumnado, como gestores del aula nos interesa que los estudiantes vengan con sed de conocimientos, que degusten un buen menú en clase, pero que no se sacien del todo para que mañana vuelvan con ganas de más.

Algunos docentes, además de gestionar el aula, ejercen funciones directivas en sus centros, cocinan sus recetas motivacionales para alumnos, pero… ¿y para los profes? ¿y para nosotros?. Un docente desmotivado es el mayor enemigo del aula.

Recientemente, el 25 de mayo, la OMS ha reconocido el síndrome de “burn out” como enfermedad laboral, y la cataloga con el código QD85. En 2005, el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña otorgaba a una maestra la incapacidad permanente por el síndrome del profesor quemado. Estos datos nos hacen reflexionar sobre la necesidad de motivar a nuestros claustros.

Según numerosos estudios (Viñao, 2002), los profesores se desmotivan por algunas de las siguientes razones:

  • Reformas educativas que no tienen en cuenta el papel ni las opiniones de los docentes.
  • Sentimiento de fracaso ante la realidad de trabajar firmemente en el aula para que luego la opinión pública o los informes de PISA nos sitúen en los niveles educativos más bajos de Europa.
  • El incremento de las funciones y responsabilidades del docente, que además de impartir su materia, debe asumir enseñanzas que antes realizaban los padres.
  • La cultura de la evaluación de calidad, y el rendimiento de cuentas hace que los docentes se vean constantemente evaluados por agentes externos que en ocasiones no conocen el sector educativo.

Para Silvero, 2002 las causas que generan el burn out son, principalmente:

  • Conflictos de roles y ambigüedad. Por ejemplo, esto se ve actualmente   cuando el profesor trata de enseñar a aprender, trabajando por metodologías dinámicas, pero después se ve obligado a cumplir un temario cerrado y obsoleto.
  • Ambiente de control con baja autonomía, producida por la tarea burocrática y administrativa.
  • Sobrecarga de trabajo, provocada por el elevado número de tareas multifacéticas, la alta responsabilidad, las elevadas expectativas y la exigencia de resultados a corto plazo.
  • Deterioro de relación con los compañeros y directivos, lo que se convierte, según los especialistas en una de las principales causas de insatisfacción.
  • Problemas con los estudiantes o las familias, es algo que se puede producir, pero lejos de lo que muchos piensan no es una de las principales causas de desmotivación.

Esta es una realidad palpable en muchas escuelas, y suele ser habitual y sencillo encontrar algún docente “menos motivado” en los claustros. Pero toda realidad es susceptible de cambio y transformación, y vamos a intentar dar algunas pautas para ello.

Directivos dinamizadores

Los equipos directivos deben ser los primeros dinamizadores del profesorado. Y para ello presentamos algunas propuestas:

  • No asfixiar la motivación intrínseca y la creatividad de los profesores. Para ello se debe comunicar a los docentes lo que se espera de ellos, darles objetivos y una meta por la que hacer las cosas. Proponerles retos óptimos, y encargarles aquellas cosas en las que ellos son grandes profesionales. Es importante ofrecer un feedback personal al docente, hablar con él y felicitarle personalmente por lo que hace. Y por supuesto, las iniciativas individuales que puedan tener, valorarlas, estudiarlas y apoyarlas si se ven adecuadas, al igual que explicarle los argumentos por los que se rechazan en su caso.
  • Apoyar la autonomía del docente. No todos los profesores deben trabajar exactamente igual ni deben hacer lo mismo al unísono. Es necesario dejar autonomía, libertad al docente para que los programas que debe desarrollar los adapte a su propio ser, sin por ello ser prejuzgado. También es importante que se sienta partícipe en la toma de decisiones, que al establecer objetivos se sienta escuchado, y su opinión se tenga en cuenta. En ese sentido los equipos directivos circulares son muchísimo más motivadores que las estructuras piramidales.
  • Valorar la efectividad en función de la marca que se deja en el alumno. Los alumnos no son mejores por sacar un 10 en vez de un 7, ni el docente es mejor porque su alumno saca un sobresaliente. Nuestros profesores deben comprender que el equipo directivo valora lo que ellos son, cómo enseñan, y qué dejan de sí mismos en esos alumnos. De esa forma eliminamos la presión de tener que acabar temarios obsoletos, o la obligación de alcanzar unas determinadas calificaciones.
  • Trabajar con sentido. En algunos centros se hacen reuniones, actas y papeles sobre aspectos que realmente son innecesarios, y es sencillo en caer en la necesidad de justificar la existencia de determinadas comisiones o departamentos. Un aspecto muy importante es reducir el número de reuniones, pero que éstas sean importantes, y fomentar la participación de todos en la toma de decisiones.
  • El apoyo afectivo. Al igual que trabajamos la afectividad con los alumnos nuestros docentes también necesitan sentirse acompañados. Es necesario dedicar un tiempo a los pequeños detalles, establecer momentos distendidos en el claustro, o establecer “el café de la mañana” como tiempo breve para compartir vivencias.

Herramientas de motivación personal

Todas estas propuestas serían válidas para equipos directivos, pero los propios docentes también tienen sus propias herramientas de motivación personal. Vamos a dejaros algunas, las más básicas:

  • Es importante recuperar la coherencia entre el profesor que queríamos ser, cuando decidimos dedicarnos a la docencia, y el maestro que somos en la actualidad. En este sentido es bueno recordar aquellos docentes que nos marcaron en nuestra infancia, valorar hoy sus puntos fuertes, y buscar nuestras propias fortalezas para identificar la huella que posiblemente nosotros dejamos en los estudiantes.
  • Al igual que los alumnos tienen una motivación extrínseca, nosotros tenemos nuestras propias versiones, como son concursos y premios destinados a nuestros estudiantes. Es bonito, y positivo, participar en certámenes en los que nuestros alumnos pueden ser reconocidos, ya que también se reconoce nuestra propia labor.
  • Y por último, debemos desarrollar una piel de cocodrilo que nos proteja de aquellas personas que por envidia, por celos, o por simplemente apatía critican a los docentes, si son compañeros posiblemente se deba a que no quieren salir de su zona de confort, si son familias posiblemente nos critiquen porque no entienden los motivos que nos guían, si son alumnos posiblemente suceda lo mismo, en todos esos casos hablar es la mejor de las soluciones.

No podemos motivar si no estamos motivados, no podemos hacer volar a nuestros alumnos si nosotros no somos capaces de agitar las alas. Juntos, alumnos motivados, profes con ganas, y familias con corazón hacen que las escuelas tengan el sentido que les pertenece.

 

Fuente del artículo: https://exitoeducativo.net/motivacion-docentes/

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Escenario incierto para la formación de maestros en nuevo Plan Nacional de Desarrollo

Por: Leonardo Fabio Martínez.

 

La Universidad Pedagógica Nacional (UPN) ha jugado un papel relevante en el análisis de políticas y normas colombianas en materia educativa. Especialmente ha realizado estudios y recomendaciones al Ministerio de Educación para generar políticas de Estado que permitan el mejoramiento de la formación de maestros y educadores en Colombia y que incentiven la producción de conocimiento para la solución de problemas estructurales del sector.

Claro ejemplo de esta labor se expresó en las discusiones que lideró la institución en el 2017 que junto a las facultades de Educación alertaron sobre los riesgos de la implementación del artículo 222 de la Ley 1753 de 2015 por la cual se expidió el Plan Nacional de Desarrollo del segundo periodo de gobierno del expresidente Juan Manuel Santos, que obligó a todos los programas de licenciatura del país a tramitar y obtener su acreditación de alta calidad en un plazo perentorio de 32 meses, contados desde la expedición de dicha ley, so pena de perder su registro calificado, tener que suspender inscripciones y cerrar su oferta.

La UPN, basada en un estudio llevado a cabo por expertos de la institución, argumentó que la obligatoriedad de la acreditación en programas de licenciatura terminaba ampliando la brecha entre las universidades presentes en las grandes urbes y las del contexto regional, ya que las exigencias planteadas no podían alcanzarse sin un plan estratégico que contemplara condiciones financieras y técnicas para aumentar el número de docentes de planta dedicados a la formación e investigación de las licenciaturas, fomentar la investigación y la divulgación de conocimiento, mejorar la infraestructura, asignar recursos concretos para la realización de planes de formación en lengua extranjera e implementar la práctica pedagógica progresivamente a lo largo de la carrera, de tal forma que los licenciados contaran con una formación de excelencia. Efectivamente la Ley 1753 de 2015 y las resoluciones 2041 del 2016 y 18583 del 2017 plasmaron iniciativas en favor de la calidad, desafortunadamente sin partidas presupuestales concretas y sin un plan de gobierno para su realización, lo cual terminó sobrecargando a las instituciones con más gastos y responsabilidades y en el escenario regional desencadenó un cierre inminente de oferta educativa para la formación de maestros.

La universidad continuó participando críticamente en distintos escenarios nacionales convocados por el actual Gobierno sobre el tema de la calidad educativa e insistió sobre la impertinencia de mantener la obligatoriedad de la acreditación para los programas de licenciatura. Además cuestionó enfáticamente la expedición apresurada y poco concertada del decreto 1280 del 2018 que pretendía reglamentar aspectos centrales del Sistema de Aseguramiento de la Calidad en materia de registros calificados y acreditación; afortunadamente consideramos que, en parte, los planteamientos hechos fueron tenidos en cuenta en el Plan Nacional de Desarrollo aprobado por el Congreso de la República, el cual deja sin efectos la obligatoriedad de acreditación de alta calidad para las licenciaturas. Sin embargo, no versa sobre aportes esenciales que hicimos en mesas de trabajo llevadas a cabo con el MEN a propósito de rescatar, revitalizar y poner en marcha del Sistema Nacional de Formación de Maestros que articule todas las facultades de Educación del país que trabajan en la formación de licenciados, extienda y fortalezca vínculos con las Escuelas Normales y plantee estrategias sustentadas financieramente para la cualificación permanente del profesorado que dignifique la profesión docente, acompañada del debido reconocimiento social y la mejora sustantiva de sus condiciones laborales.

Sigue pendiente la deuda histórica con los maestros en materia de política gubernamental y educativa. Desde el inicio de la actual cartera del Ministerio de Educación hemos expuesto nuestras recomendaciones en sesiones de trabajo e incluso entregamos el estudio denominado  “Entre las exigencias de calidad y las condiciones de desigualdad: formación inicial de profesores en Colombia”, con el objetivo de contribuir con el direccionamiento político del sector educativo. Esta labor es concreta y da cuenta de nuestra responsabilidad consignada en la Ley 30 de 1992 de ser asesores del Estado en materia de formación docente.

Esperamos que la expedición del nuevo decreto que reemplaza el 1280 tenga en cuenta las recomendaciones que también hicimos de forma escrita y que se sintetizan en lograr articular —y sobre todo unificar— el lenguaje y los procedimientos tanto para el registro calificado como para los procesos de acreditación. Se entendería que los procesos siguen siendo paralelos e independientes con discursos semejantes, pero disímiles (v. gr. factores vs. condiciones de calidad). Sugerimos retomar el asunto de la articulación tanto en el número y denominación de condiciones/factores, formas de verificación y/o rubricas de evaluación para validar el cumplimiento en cada proceso. Así mismo se requiere una revisión cuidadosa de los aplicativos SACES y SACES-CNA, en cada caso, que resuelva vacíos existentes en los sistemas de información. Todo esto debe quedar claro y subsanado antes de la entrada en vigencia del nuevo decreto, de tal forma que se garantice el principio de coherencia entre los diferentes procedimientos del sistema de aseguramiento de la calidad.

Pese a los avances tanto en el Plan Nacional de Desarrollo como en la actualización del decreto 1280, es necesario que se tome en serio el papel central de la formación de maestros y educadores para el país si se quiere favorecer una transformación social basada en la equidad y en el papel predominante que juega la educación.

Fuente del articulo: https://www.elespectador.com/opinion/escenario-incierto-para-la-formacion-de-maestros-en-nuevo-plan-nacional-de-desarrollo-columna-864717

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Austeridad o control

Por: Carlos Ornelas.

En charlas con colegas de mi Casa Abierta al Tiempo noto incertidumbre. Unos se preguntan si en realidad el Presidente quiere austeridad o busca controlar a la gente que le disgusta… La credibilidad del Presidente comienza a disminuir

05 de Junio de 2019

El presidente López Obrador es un hombre persistente, sostiene sus ideas contra viento y marea. Rara vez cambia de opinión, nadie sabe a quién escucha. Por ello, sus mensajes se prestan a confusión e interpretaciones disímbolas.

Todas las decisiones de un gobernante —cualquiera que sea y de donde sea— generan controversia. Los razonamientos que se esgrimen en su contra se basan en asuntos materiales o ideológicos, en combinaciones de intereses que se afectan o ánimos de poner trabas al gobierno. No hay neutralidad en los juicios.

Una decisión del Presidente afecta a los productores de ciencia y tecnología y quizá causará cambios en la movilidad de estudiantes de educación superior. El Presidente determinó qué él en persona resolverá las solicitudes de viajes al extranjero de académicos mexicanos. Aunque en la mañanera del 2 de junio indicó que “tendrá un acuerdo con el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología para definir criterios claros para las salidas de los científicos, pero sobre la base de preservar la austeridad” (La Jornada, 03/VI/2019).

No obstante, ya había argumentado que “tuvimos que hacer esto porque era un desorden”, por lo que ahora “se evaluará si realmente [el viaje es] en beneficio de la ciencia”.

Y es aquí donde comienzan las dudas, ¿quién decidirá si la participación de un científico en un congreso internacional beneficia a la ciencia?, ¿quién definirá los criterios?, ¿serán los tradicionales que enarbola el cuerpo científico o nuevos emanados de la Cuarta Transformación?

Cuestiones que generarán debates entre nosotros, pero serán académicos. A fe mía que el Presidente ya tomó la decisión de que él —nada más él— tiene la visión correcta para evitar el “turismo político” y académico “a costa del erario”.

AMLO tiene un punto de partida, la desigualdad (que para otros es quitar dinero a instituciones públicas para destinarlo a sus proyectos de infraestructura y programas sociales-electorales) y un juicio previo sobre la comunidad científica: “No se olviden, el régimen neoliberal fue defendido por científicos, intelectuales y comunicadores en el cual se produjo una gran corrupción, un gran saqueo y se padece una monstruosa desigualdad”.

En charlas con colegas de mi Casa Abierta al Tiempo noto incertidumbre. Unos se preguntan si en realidad el Presidente quiere austeridad o busca controlar a la gente que le disgusta. AMLO tiene muchos seguidores en mi comunidad, defienden sus puntos y visiones, pero también les preocupa que en el futuro inmediato sus resoluciones puedan afectar el trabajo e ingresos del profesorado. La credibilidad del Presidente comienza a disminuir.

Incluso, unos —quizás afectos a la teoría de la conspiración— especulan que la “falla mecanográfica” de la iniciativa del 12 de diciembre para reformar la Reforma Educativa fue a propósito. Se recordará que el proyecto contemplaba eliminar la fracción VII del artículo 3º, el que consagra la autonomía universitaria. El gobierno nunca corrigió la “supuesta” falla.

La sospecha se refuerza con la nota en Animal Político (30/V/2019). Por disposición presidencial, un jefe de departamento negó permiso a un científico del Cinvestav —uno de los pilares de nuestra ciencia— para hacer una estadía de investigación en Chicago. A pesar de que él pagó el pasaje de su bolsillo y que la institución anfitriona le sufragaría el hospedaje.

En la misma conferencia del 2 de junio, AMLO insinuó que se terminará con los programas de movilidad estudiantil. “Sólo se atenderá lo más indispensable”.

Algo no cuadra en los deseos del Presidente. Por motivos de austeridad, el gobierno congela subsidios a las universidades públicas, pero les exige que admitan a todos los solicitantes. Advierte que terminará con programas de estímulos a los profesores de las instituciones de educación superior al tiempo que restringe fondos para la investigación científica.

Tal vez, me dijo una colega, la austeridad republicana sea un mecanismo de control social.

Fuente del artículo: https://www.excelsior.com.mx/opinion/carlos-ornelas/austeridad-o-control/1316782

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Sostiene estudio que las siestas mejoran el aprendizaje

 

Una investigación realizada por académicos de la Universidad de Pensilvania encontró una relación directa entre el buen comportamiento y desempeño de los niños con la disponibilidad de un tiempo asignado al sueño durante el día.

En el estudio participó una muestra de 3 mil niños en el rango de los 10 a los 12 años que cursaban entre el cuarto y el sexto grado. A esta edad las siestas han dejado de ser consideradas un descanso necesario y quizás sea en este periodo de la vida donde más lo necesitan.

La pubertad y la adolescencia son etapas que marcan grandes cambios físicos, fisiológicos, hormonales, psicológicos y emocionales que afectan tanto la vida personal del estudiante como su experiencia educativa.

Especialistas médicos recomiendan de 8 a 10 horas de sueño para los jóvenes que están en la pubertad y la adolescencia, sin embargo, aún con sueño de calidad durante este tiempo, podría ser que los jóvenes presenten somnolencia durante las clases, cortando la concentración y obstaculizando el aprendizaje. Quizás no sea una cuestión de cuánto dormir sino de cuándo dormir.

¿Estamos durmiendo mal?

Los patrones de sueño pueden ser afectados por muchos factores, pero entre los principales se encuentran los hábitos de trabajo, los cuales a su vez son influenciados por los recursos y la tecnología que tenemos a nuestro alcance; en este caso, ambas variables nos han empujado a entender nuestras actividades diurnas y nuestra necesidad de sueño como cosas completamente separadas.

Usamos el día completo para trabajar y realizar todas nuestras actividades sin pausa, y la noche, exclusivamente para dormir. La siesta, aún en los países latinoamericanos donde es tan apreciada, se ve como una actividad de ocio más que una necesidad con bases científicas.

Sin embargo, solamente llevamos con estas costumbres de sueño desde la invención de la electricidad y su uso generalizado para iluminar las ciudades durante la Segunda Revolución Industrial, hace casi 150 años. El último cambio socioeconómico impulsado por una nueva tecnología que alteró radicalmente nuestros patrones de sueño sucedió hace aproximadamente 20 mil años, con el descubrimiento y propagación de la agricultura.

Podríamos decir entonces que llevamos 20 mil años con determinados patrones de sueño con variaciones mínimas y 150 años desde que la iluminación en las ciudades y la tecnología industrial nos proveyeron de más horas de luz, lo que nos permitió realizar actividades nocturnas. Aproximadamente hace 25 años se dio un cambio más, que aún esta sucediendo: la era digital alteró una vez más los hábitos de sueño de los más jóvenes con la llegada de las redes sociales, la industria de los videojuegos y la revolución de los contenidos.

Los factores que marcan los hábitos de sueño están cambiando más rápido de lo que el cuerpo humano puede adaptarse y esto impacta con más fuerza a los estudiantes que pasan por la pubertad y adolescencia, mellando su aprovechamiento escolar.

El aprendizaje es diferente para cada persona, el sueño también

Un buen maestro, aún se si se guía de un solo programa para dar una clase, sabe que no todos los alumnos van a aprender al mismo ritmo y que no puede usar un mismo enfoque para todos. Lo mismo pasa cuando se trata de conseguir el sueño necesario para maximizar la experiencia educativa.

Los patrones de sueño más frecuentes son el monofásico y el bifásico. El sueño monofásico es aquel en que la persona duerme un promedio de ocho horas y se mantiene despierta el resto del día, el sueño bifásico consiste de un sueño de larga duración durante la noche y un sueño más corto en horario diurno, la mayoría de los casos durante el mediodía, para aprovechar la baja energía durante la digestión posterior a la comida.

La sesión de sueño largo en el modo bifásico varía dependiendo de la persona, pero usualmente son al menos entre seis a siete horas, con sesiones posteriores cortas; la duración ideal de estas no excede de los 30 minutos, dado que más tiempo implicaría entrar en sueño profundo, del cual es más difícil despertar y ajustarse a una agenda de continuación de actividades.

Existen personas que se adaptan más fácilmente a un modo de sueño monofásico, mientras que la forma más natural de dormir para otros es la del modo bifásico. Esto aplica también para los estudiantes que participaron en el estudio realizado por científicos la Universidad de Pensilvania.

Los hallazgos más importantes de la investigación estaban relacionados con el rendimiento académico. Como lo sostiene Adrian Raine, co-autor del estudio.

“Los niños de sexto grado que tomaron siesta tres o más veces por semana se beneficiaron de un incremento académico del 7.6 %”

Su compañero de investigación, Jianghong Liu, explicó que la deficiencia de sueño y la somnolencia diurna están muy propagados en los niños de edad escolar, afectando a un 20 % de ellos. La mayoría de las investigaciones están dirigidas a niños de preescolar o más jóvenes, pero los resultados son similares al extender el espectro a los adolescentes, donde los efectos de patrones de sueño insuficiente afectan negativamente en el área cognitiva, emocional y física.

“Muchos estudios de laboratorio que comprenden todos los rangos de edades han demostrado que las siestas pueden presentar la misma magnitud que una noche completa de sueño cuando se trata de tareas cognitivas discretas”

Sara Mednick, quien también colaboró con el estudio, explicó que este fue el primero en el que tuvieron oportunidad de preguntarle a adolescentes sobre un amplio rango de medidas del tipo académico, social y de comportamiento.

Los resultados avalaron la tesis de que las siestas durante el día son una mejor medida para beneficiar el desempeño estudiantil, comparada con la propuesta de comenzar clases más tarde, otra de las posturas más populares en la comunidad educativa para elevar lo niveles de buena conducta y la atención en el salón de clases.

El recorrer el horario escolar a horarios tardíos tendría más posibilidades de cortar el tiempo efectivo educacional, además de que solamente cambia el orden de los factores pero no ofrece a los estudiantes el tiempo de recarga que la investigación sostiene que necesitan. De la misma manera, se argumenta que el administrar siestas durante el día reduce los tiempos de uso de pantallas, que a su vez disminuye los niveles de estrés y mejora la calidad del descanso a cualquier hora del día.

Es importante analizar a nivel institucional la propuesta de tener una agenda en donde se administren formalmente los descansos de los estudiantes, de manera que mejore la calidad del tiempo de aprendizaje y sea un apoyo para mantener la salud física y mental de los alumnos.

Fuente del artículo: 
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