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La perversión del feminismo

Por Lidia Falcón

Por: Lidia Falcón. Público. 03/04/2019

Estamos viviendo tiempos posmodernos que han pervertido todos los espacios sociales, y como no podía ser menos, también el feminismo. El desprestigio de la política que ha difundido tan eficazmente el capital ha calado hondamente en el MF. Desde la Transición el feminismo se consideró alejado e indiferente a las cuestiones políticas, tales como la forma de Estado – la bronca y la escisión del Colectivo Feminista que siguió a la propuesta que hice de que se pronunciase por la República- , la laicidad del Estado o el rechazo a pertenecer a la OTAN.

De tal modo, es posible que hoy un sector del MF asegure que el feminismo no es de izquierdas ni de derechas y que “se trata de no cerrar puertas a nadie”. Recuerdo el sobresalto que sentí, hace ya cuatro años, cuando la que había sido dirigente comunista soltó semejante aseveración en una asamblea. Era el primer toque de alarma de una tendencia que iba a difundirse muy exitosamente por las nuevas organizaciones que se llamaban del cambio. Ya se sabe que si se afirma no ser de izquierda ni de derecha es que se es de derecha.

El planeamiento actual es que  no se cierra puertas ni siquiera a los fascistas. Ese estribillo, que incluso dirigentes políticos se atreven a utilizar refiriéndose a su propia organización, está siendo aceptado con naturalidad, y hasta complacencia, por una parte de la sociedad y de las feministas. Como si tal despropósito fuese posible. Al estar el feminismo “por encima de las siglas”, como si lo visitara el Espíritu Santo, la ideología no importa. Aunque a la vez se autocalifican de feministas. Porque la tenaz lucha del MF lo ha llevado a la vanguardia de los movimientos sociales y no se puede despreciar. Ahí tenemos a dirigentes de partidos de derecha e incluso de la banca afirmándose ahora feministas.

Esas nuevas organizaciones del MF concluyen asegurando que es posible aglutinar a la gente desde IU hasta la Fundación Francisco Franco. A más disparates se une afirmar que un partido no hace política.

Las nuevas proclamas consideradas modernas, al afirmar  que las ideologías están trasnochadas se dirigen a captar el voto mayoritario de una población ignorante y decepcionada que ha convertido a la política, los políticos, los partidos y hasta las instituciones, en su enemigo principal. Como estas nuevas participantes en el MF están faltas de la más elemental información no saben que en fecha tan temprana como 1965, uno de los teóricos y dirigente de Falange, Gonzalo Fernández de la Mora, escribió un libro ya clásico que se titula “El crepúsculo de las ideologías”, en el que vaticinaba estos tiempos que vendrían. Se habían acabado los análisis basados en el conocimiento de las luchas económicas que perseguían grandes transformaciones revolucionarias. Se trataba de ir trampeando con proyectos que pudieran realizarse en el momento inmediato, en una amalgama de supuestos pragmatismos. Exactamente lo que en aquel momento el franquismo llevaba a cabo con el Plan de Estabilización y los Planes de Desarrollo.

Los disparatados manifiestos que hoy se publican desde el feminismo ignoran el dominio del Capital. Las peticiones populares difundidas en las redes repiten la exigencia de rebajar el sueldo a los diputados, pero ni se mencionan los beneficios de la banca, las primas cobradas por los banqueros (El escándalo de Francisco González y el BBVA), la ruina a que nos ha llevado el rescate de las Cajas de Ahorros, las imposiciones caudinas dictadas por los dirigentes de la UE que han hundido en la miseria a Grecia, entre otros países, y en la pobreza y la precariedad laboral a las clases trabajadoras en España.

Este feminismo de nuevo cuño que se pretende ahora  alternativa a los partidos tradicionales, se atreve a enviar al archivo de la arqueología el estudio de las contradicciones de la lucha de clases que nos enseñó el marxismo; la experiencia, a veces tan amarga y peligrosa, de las luchas que protagonizaron nuestras antecesoras feministas y los militantes comunistas para lograr los avances en derechos y protección social que se obtuvieron en el siglo XX.

Con la más indigna ingratitud se muestran indiferentes y hasta despreciativas de las ideologías liberadoras que se construyeron sobre el sacrificio de varias generaciones y que han logrado poner freno  a la explotación y opresión del capitalismo y del Patriarcado en varios países y especialmente en Europa.       

Estas tendencias, dirigidas por personas de nula preparación teórica y ninguna experiencia de lucha porque su vida ha sido tan amable en estos tiempos de bienestar, están causando más confusión y desinformación de la que ya padece nuestro pueblo. Asegurando que el feminismo está más allá de las ideologías, de la división entre izquierda y derecha, que cualquiera puede unirse a su proyecto desde el franquismo al comunismo, y que no están haciendo política,   están repitiendo las consignas fascistas.

Es ya un clásico aquella respuesta de Franco a uno de sus ministros: “Mire, haga como yo, no se meta en política”. Sería bueno que alguna de esas nuevas dirigentillas del feminismo leyera las proclamas de José Antonio Primo de Rivera, con la principal declaración de principios de su discurso inaugural de la Falange  el 29 de octubre de 1933: Que desaparezcan los partidos políticos. Nadie ha nacido nunca miembro de un partido político; en cambio, nacemos todos de una familia; somos todos vecinos de un Municipio; nos afanamos todos en el ejercicio de un trabajo. Pues si esas son nuestras unidades naturales, si la familia y el Municipio y la corporación es en lo que de veras vivimos, ¿para qué necesitamos el instrumento intermediario y pernicioso de los partidos políticos, que, para unirnos en grupos artificiales, empiezan por desunirnos en nuestras realidades auténticas?”

Ciertamente sabemos con Marx que la historia siempre se repite dos veces, la primera como tragedia y la segunda como farsa. Las circunstancias que permitieron el triunfo trágico del fascismo en el siglo XX no se dan hoy en Europa, de modo tal que resulta enormemente improbable que se imponga en España, a sangre y fuego, como sucedió en los años 30, por más que en varios países sus herederos estén teniendo cada vez un papel más relevante en la política europea.

Pero es cada vez más fastidioso y preocupante que se difundan los eslóganes de la antipolítica, de la negación de la lucha de clases, de un discurso banal que anula la diferencia entre la derecha y la izquierda, y que puede convencer a una parte de la ciudadanía ignorante y decepcionada, que en visceral reacción se lance a votar a la ultraderecha,  con la adquiescencia de cierta parte de la izquierda y el aplauso de un sector del feminismo.

Espero que no se cumpla la terrible profecía que dice que si ignoramos nuestra historia estamos condenadas a repetirla.

Fuente: http://insurgenciamagisterial.com/la-perversion-del-feminismo/

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Las falsas causas biológicas de la discriminación de género y de edad

Por Vicenç Navarro

Hoy se está extendiendo de nuevo la agitación social como protesta frente a las políticas públicas que se han ido aplicando por parte de los distintos gobiernos españoles (bien a nivel central o autonómico) que han causado un gran deterioro del bienestar de las clases populares de España (ver mis artículos “España es el país de la Unión Europea con peores condiciones de trabajo”, Público, 22.02.2018, y “La falsedad de la supuesta excesiva generosidad de las pensiones”, Público, 02.02.18). En realidad era predecible que ello ocurriera, pues los indicadores de calidad de vida en estas clases sociales han alcanzado tales niveles que han forzado a grupos especialmente vulnerables de la población, como son los ancianos y las mujeres, a salir a la calle y denunciar la situación en la que se encuentran. Estos movimientos han alcanzado un nivel de movilización tal que el establishment político del país ha comenzado a estar preocupado, respondiendo, por un lado, con medidas represivas y, por el otro, con la avalancha ideológica a través de los medios de información que controlan o influencian para falsificar la realidad, negando que haya mérito en las denuncias, atribuyendo su situación de insostenibilidad (en el caso de las pensiones) a la transición demográfica y no a la aplicación de las políticas públicas impuestas a la población por aquel establishment, y en el caso de la desigualdad de género a causas naturales de tipo biológico como el embarazo o la maternidad. Su principal intención es despolitizar el conflicto social, diluyendo y negando así la responsabilidad de aquel establishment en la creación y reproducción de tal malestar social. Así, atribuyen lo que dicho establishment político-mediático define como el “problema de las pensiones” a la transición demográfica, es decir, a que haya cada vez más ancianos y menos jóvenes, lo cual determina que no habrá fondos (generados por los segundos) para pagar las pensiones (que reciben los primeros). Tal argumento se presenta constantemente, y con la pomposidad que da el poder, como si fuera una obviedad. Y el enorme sesgo derechista de los mayores medios de información españoles (con ausencia de voces críticas) explica que tales argumentos se acepten como dogmas.

Ahora bien, como todo dogma este se base en fe y no en evidencia científica. En realidad, es muy fácil mostrar su falsedad. España no tiene ningún problema de falta de jóvenes. En realidad, hemos exportado casi un millón de personas (incluyendo jóvenes) en los últimos años y ello como consecuencia de falta de empleo. Es más, el desempleo en España entre jóvenes es enorme (38%). A la luz de estos datos hablar de falta de jóvenes es una frivolidad.

Son causas políticas, no biológicas, las que hacen insostenibles las pensiones

El problema de la supuesta inviabilidad de las pensiones no es ni biológico ni demográfico. El problema es primordialmente político, es decir, es causado por la excesiva influencia que ciertos grupos (el capital financiero) y ciertas clases sociales (el 20% de la población con renta superior del país) tienen sobre el Estado (sea central o autonómico). Ahí está la raíz del problema. España tiene la suficiente riqueza para pagar e incluso expandir las pensiones. Y sin embargo se gasta poco en pensiones, cuando su estructura demográfica es bastante semejante a la de la mayoría de países de un nivel de desarrollo económico parecido. En realidad, como consecuencia del elevado nivel de riqueza, debería gastarse mucho más en pensiones. En lugar de un 8% del PIB (la cifra más baja de la UE-15, el grupo de países de la UE de semejante nivel de desarrollo económico, después de Irlanda y Luxemburgo), debería gastarse al menos lo que gastan los países en pensiones el promedio de los países de la UE-15 (9,5%), la cual tiene una estructura demográfica semejante con un porcentaje de la población anciana muy parecido (18,5% de la población con 65 años o más en ambos casos). En realidad, esta subfinanciación de las pensiones ocurre en todas las transferencias públicas y servicios públicos del Estado del bienestar, y ello no se debe a causas biológicas y demográficas sino a causas políticas. Concretamente, a los escasos ingresos del Estado como consecuencia de la excesiva y antidemocrática influencia sobre él (ya sea central o autonómico) del 20% de renta superior del país, que paga muchos menos impuestos que sus homólogos en la UE-15. Ahí está el problema.

El falso determinismo biológico como causa de la brecha de género

Una situación semejante a la de las pensiones ocurre con la explicación de la brecha de género. Hemos escuchado estos días a voces conservadoras y liberales que están explicando tal brecha como consecuencia de un fenómeno biológico: la maternidad. Se dice que la mujer es la que biológicamente queda embarazada y da a luz y la que, como parte de su determinante biológico, desarrolla las labores de maternidad. Como consecuencia de ello, “familia” en España quiere decir “mujer”. De ahí se deduce que la maternidad es la causa del retroceso social y laboral, explicando así, por ejemplo, la brecha de género (incluyendo la brecha salarial) entre hombres y mujeres. Esta explicación, ampliamente extendida en España y promovida por el mismo establishment político-mediático que atribuye la supuesta insostenibilidad de las pensiones a la transición demográfica, despolitiza un hecho como lo es la “maternidad” (cómo se realiza y en qué condiciones), que es profundamente político, es decir, que es el resultado del contexto político que traduce relaciones de poder, y muy en especial relaciones de poder de género y de poder de clase social.

En realidad, si la causa de la brecha salarial fuera biológica, tendríamos que encontrar una relación entre número de infantes por mujer en un país y tamaño de la brecha salarial. Es decir, que a mayor número de nacimientos mayor debería ser la brecha salarial. Pues bien, los datos no muestran esta relación. Así, los países nórdicos de Europa (Noruega y Suecia, por ejemplo) tienen un número mayor de nacidos por mujer fértil (1,85 y 1,88 respectivamente) que España (1,5), según los datos de The World Fact Book, y sin embargo tienen una brecha de género, incluyendo salarial, menor. En realidad, España tiene una de las tasas de fertilidad más bajas de Europa y una de las mayores causas de este diferencial se debe al contexto político (es decir, qué fuerzas políticas han gobernado durante más tiempo en cada país, muy diferentes en el norte que en el sur de Europa). Los países nórdicos han sido gobernados durante la mayor parte del tiempo desde la II Guerra Mundial por fuerzas políticas de sensibilidad socialista (alianzas de partidos socialdemócratas con partidos comunistas y/o verdes) que han desarrollado y llevado a cabo políticas públicas de apoyo a las familias, facilitando la compatibilidad de las responsabilidades familiares con el proyecto profesional de la mujer como parte de su ideología a favor de la equidad y de la igualdad. En realidad hay muchísimas más mujeres trabajando en el mercado de trabajo en aquellos países (75% de media entre Dinamarca, Noruega, Suecia y Finlandia) que no en España (58%) y a pesar de ello el número de niños por mujer fértil es mucho mayor en aquellos países que en España. La amplia disponibilidad de lo que definí en su día como el 4º pilar de Bienestar -escuelas de infancia y servicios domiciliarios- (ver mi artículo “El cuarto pilar del Estado del Bienestar”, Público, 15.10.2009) y la corresponsabilidad en las labores familiares con participación del hombre en tales tareas (por ejemplo, según datos del European Institute for Gender Equality, la mujer sueca dedica 11,6 horas a la semana a cocinar y a las tareas del hogar y el hombre 8, una diferencia de 3,6 horas) explican que el significado y las consecuencias de la maternidad sean muy distintas en Suecia que en España, donde las mujeres dedican 19,2 horas a la semana a cocinar y a las tareas del hogar, por 10,6 de los hombres (una diferencia de 8,6 horas). Y es por ello que las fuerzas conservadoras (PP) y liberales (Ciudadanos y el PDeCAT) quieren despolitizar la discriminación contra la mujer, para ocultar sus políticas, que hacen un daño enorme a la mujer. Es tan sencillo como esto.

Imagen tomada de: https://www.nuevatribuna.es/asset/thumbnail%252C750%252C420%252Ccenter%252Ccenter/media/nuevatribuna/images/2018/03/14/2018031418334263132.jpg

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8 podcasts feministas llenos de humor y activismo

Después de copar protagonismo en las redacciones, el feminismo llega a los estudios de grabación de la mano de mujeres que saben bien de lo que hablan. Temas como el acoso callejero, la violencia machista o brecha salarial son las temáticas principales de estos programas radiofónicos que también se pueden escuchar en formato podcast.

Hace dos meses le poníamos por fin voz al personaje anónimo deBarbijaputa cuando lanzaba su programa ‘Radiojaputa’ a través de la plataforma iVoox. Bajo este pseudónimo se encuentra la twittera que colabora con Eldiario.es desde 2012. También desde el anonimato, ha publicado ya tres libros: “El planeta Lilaverdía” ( Editorial Origami, 2015), “La chica miedosa que fingía ser valiente muy mal” (Editorial Aguilar, 2016) y “Machismo: 8 pasos para quitárselo de encima” (Roca editorial de libros, 2017).

El programa gira entorno a los mensajes de audio que los seguidores de Barbijaputa le hacen llegar con dudas, respuestas, sugerencias o recomendaciones. De esta manera, se consigue crear un debate colectivo entorno a problemas contra los que lucha el feminismo, en el que participan mujeres y hombres de diferentes las edades y partes del mundo.

El programa 'Radiojaputa'
El programa ‘Radiojaputa’ (iVoox)

Entre las voces del feminismo actual, una de las que probablemente suena con más fuerza es la de Leticia Dolera. La actriz y directora catalana publicaba a principios de año el libro Morder la manzana (Editorial Planeta, 2018) y ahora ocupa el espacio radiofónico de La Ser con su propio programa, ‘Tramas Maestras’.

Los 60 minutos de este podcast giran entorno a la imagen de la mujer que se transmite a través de productos culturales como las series, el cine o la televisión. En esta nueva andadura, Dolera está acompañada de Pilar de Francisco y Henar Álvarez, amigas y compañeras de la actriz, además de los diferentes invitados que acuden al programa.

El programa 'Tramas Maestras'
El programa ‘Tramas Maestras’ (La Ser)

‘Las chicas’ es el próximo estreno de La Ser. Aunque esté pendiente la fecha de lanzamiento, ya sabemos que se tratará de un “magazine de actualidad, humor y feminismo”, según apunta la propia cadena. Las encargadas de presentar el programa serán Celia Montalbán y María Guerra y contarán con la colaboración de Moderna de Pueblo, Laura Freixas, Yolanda Ramos o Candela Peña, entre otras.

Programa 'Las chicas'
Programa ‘Las chicas’ (La Ser)

Reivindicación en el aire

‘Sangre Fucsia es el podcast creado en 2013 por un grupo de mujeres profesionales de la radio con la colaboración de Píkara Magazine. Desde entonces, tratan en cada programa cuestiones que no son necesariamente de “pedagogía feminista”, como ellas mismas afirman, sino que son temas de interés con “una mirada feminista”. Sus más de 100 programas cuentan con entrevistas a diferentes personalidades y debates entorno a temas como la migración, los videojuegos, el arte o el empoderamiento y la historia feminista.

La vertiente más friki del movimiento la ofrece ‘Fan Grrrl’, un podcast que pretende “dar una visión distinta del mundo del entretenimiento (cine, comics, series, libros, manga….)”, tal como aseguran sus propias creadoras. Además de hablar de cultura en clave feminista, ofrecen una gran cantidad de recomendaciones a través de su cuenta de Instagram.

En inglés y en francés

Para quienes no superaron el fin de Girls, la serie de HBO que detonó la revolución de las series con visión feminista, ‘Women of the Hour’ es el mejor sustituto. Su creadora es Lenha Dunham, la protagonista y directora de Girls y autora del libro “No soy ese tipo de chica” (2014, Espasa). En este podcast Dunham sigue con su cometido “Ser la voz de una generación”, tal como acuñaba su personaje en la serie, Hannah Horvath. El podcast saca a la palestra cuestiones tan controvertidas como el sexo, los traumas psicológicos o la fe y espiritualidad.

También en inglés, pero con una visión afro feminista, despunta ‘2 Dope Queens’, realizado por Phoebe Robinson y Jessica Williams. El programa se puede tanto ver como oír, ya que la plataforma HBO lo emite en formatolate night y es posible escucharlo a modo de podcast a través de la app de Apple Podcasts.

Con ‘Guys we fucked’ sus creadoras pretenden iniciar una revolución a través de su leitmotiv: “las mujeres tendrían que poder tener sexo con quien sea que quieran cuando sea que quieran y no estar avergonzadas ni ser insultadas por ello”. Es así como Corinne Fisher y Krystyna Hutchinson, conocidas por su nombre artístico Sorry about last night, tratan cada semana diferentes cuestiones relacionadas con el sexo sin tapujos.

Y para los que quieran aprovechar para agudizar el oído en francés, ‘Quoi de Meuf’ es una muy buena opción. También encabezado por dos mujeres, Mélanie Wanga y Clémentine Gallot, este podcast ofrece la dosis perfecta de humor agridulce, cultura pop y activismo feminista. Además de contar con diferentes entrevistas en cada programa, sus creadoras ofrecen una interesante selección de películas, series y libros relacionados con cada tema que tratan en el programa, además de una hate list, que incluyen en su newsletter semanal.

Fuente: http://www.lavanguardia.com/de-moda/feminismo/20180625/4583171027/podcasts-feminismo-humor-activismo.html

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El Director General de la FAO pide acabar con la “triple discriminación” de las mujeres indígenas

Febrero de 2018/Fuente: FAO

El progreso en la lucha contra el hambre y la pobreza extrema depende de la eliminación de la «triple discriminación» a la que se enfrentan las mujeres indígenas, afirmó hoy el Director General de la FAO, José Graziano da Silva.

Las mujeres indígenas sufren tasas mucho más altas de pobreza, desnutrición crónica y analfabetismo, así como menor acceso a la atención médica y la participación en la vida política, dijo Graziano da Silva a participantes de doce países en el Foro sobre Mujeres Indígenas en la capital mexicana.

Unos 370 millones de personas -alrededor del cinco por ciento de la población mundial y el 15 por ciento de los más pobres del mundo- se definen a sí mismos como indígenas.

En la región de América Latina y el Caribe, aproximadamente unos 45 millones de indígenas representan el 8,3% de la población, pero son el 15% de quienes padecen inseguridad alimentaria y pobreza extrema

Las mujeres indígenas en la región enfrentan tasas más altas de pobreza y desnutrición que cualquier otro grupo social y suelen ganar cuatro veces menos que los hombres, según el nuevo atlas regional de mujeres rurales de la FAO.

A nivel mundial, la situación es aún peor para las mujeres que forman parte de los más de 5.000 grupos indígenas de todo el mundo, que hablan más de la mitad de los idiomas del mundo y se reparten en más de 90 países.

«Las mujeres indígenas se enfrentan a una triple discriminación que incluye la pobreza, el género y la etnia, tanto dentro como fuera de sus comunidades, lo que las hace altamente vulnerables», dijo Graziano da Silva.

«Su empoderamiento social y económico no es solo una excelente manera de apoyarlas, sino también una condición necesaria para erradicar el hambre y la malnutrición en sus comunidades», afirmó.

La decisión de las Naciones Unidas de crear un Decenio dela Agricultura Familiar a partir de 2019 ofrece una plataforma sólida para centrarse en los medios de vida rurales, que son los de la mayoría de los pueblos indígenas, añadió.

El foro de tres días organizado por la FAO tiene como objetivo desarrollar recomendaciones de políticas públicas para empoderar a las mujeres indígenas, fortalecer su toma de decisiones y reconocer sus derechos a nivel comunitario para mejorar su liderazgo y sus oportunidades de desarrollo.

Cultivar el liderazgo

A menudo se olvida a las mujeres indígenas en los planes de desarrollo, pero son actores clave en la protección de la biodiversidad, la adaptación al cambio climático y la diversificación de las dietas nutritivas.

«Tienen un papel fundamental en los ámbitos espiritual, social y familiar y son custodias de semillas y portadoras críticas de conocimiento especializado», dijo Graziano da Silva.

Los territorios indígenas tradicionales abarcan el 22 por ciento de la superficie de la tierra y albergan el 80 por ciento de la biodiversidad del planeta, según la FAO.

La FAO tiene varios proyectos en los que trabaja con y para los pueblos indígenas en distintos temas: promoción de la sostenibilidad de la pesca artesanal en Centroamérica; intercambio de conocimiento en América Latina con el objetivo de impulsar la propia capacidad de los pueblos indígenas para asegurar una gobernanza adecuada y la implementación de las normas de tenencia de la tierra; programas para aprovechar los intereses y conocimientos indígenas para revertir la degradación de la tierra en Angola; programas para conectar productos alimentarios maoríes en Nueva Zelanda a mercados más grandes; y ayuda a los grupos marginados en el noreste y el centro de la India a afirmar su derecho a los bosques comunitarios.

La FAO también ha establecido escuelas de liderazgo orientadas a la participación y a las necesidades de las mujeres indígenas en Bolivia, Perú, India, Filipinas, Panamá, El Salvador y Paraguay, y esta innovadora institución se ampliará este año, dijo Graziano da Silva.

«Con voluntad política, podemos poner fin a la discriminación contra las mujeres indígenas», concluyó Graziano da Silva.

Fuente: http://www.fao.org/news/story/es/item/1095834/icode/

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Mensajes contra la violencia machista en Mozambique

Mozambique/Enero de 2018/Autora: Andrea Jiménez/Fuente: El País

Entre el caos arquitectónico de edificios derruidos y moles de cemento que levantan nuevas fachadas, una valla publicitaria se erige sobre una de las carreteras más transitadas del centro de Maputo, capital de Mozambique, para lanzar un mensaje de esperanza: “Mujer, cuando tu amor se transforma en tu agresor, no sufras en silencio, ¡grita! Existe una ley a la que puedes acudir”. La campaña forma parte del programa de lucha contra la violencia de género en uno de los países subsaharianos con mayor índice de mujeres que sufren violencia.

Matola, a 12 kilómetros del corazón de la capital, es la mayor zona industrial de Mozambique y una de las provincias más afectadas por la violencia machista del país. Su distrito más popular, Ndlavela, acoge desde 2013 el Centro de Asistencia Integrada a las Víctimas de Violencia (CAI), donde organización Médicos del Mundo, responsable de la campaña, ha implantado la tecnología m-Health para ofrecer a las víctimas contacto inmediato con el centro a través del envío de un mensaje de texto gratuito al 90603.

90603 es el número que Anastasia grabó en su memoria la noche que fue ingresada en el hospital. “Llegó borracho a casa entre portazos y gritos. Me golpeó tan fuerte que tuvieron que atenderme de urgencia”, cuenta la joven. Aconsejada por una enfermera, decidió mandar un mensaje de socorro con su localización. Al día siguiente un trabajador social se presentó en su casa. La llevaron al centro, la examinó un médico y recibió asistencia psicológica, poniendo fin a los siete años de maltrato físico y psicológico del padre de su hija.

Cinco meses después de la denuncia interpuesta a su ya expareja, y bajo el asesoramiento de una abogada del CAI, esta superviviente de 27 años relata su experiencia. “Antes vivía en una jaula, ahora puedo salir a la calle cuando yo quiera, quedar con amigas o acompañar a mi hija al colegio sin tener que pedir permiso a nadie. Soy una mujer libre”.

Una de cada dos mujeres, víctimas de violencia

Anastasia es una de las más de 50 mujeres víctimas de violencia de género que fueron atendidas en 2017 por la plataforma m-Health. Las estadísticas oficiales de muertes por violencia machista en Mozambique no existen, ni siquiera las estimaciones. Solo se registran las denuncias por maltrato. “Es uno de los objetivos del sistema de mensajería: alentar a que las mujeres denuncien y apoyarlas en todo lo posible para evitar abandonos”, explica el responsable de la coordinación de la ONG en el país, Emanuele Lini.

En Matola, un 33% de los hombres justifican el derecho de pegar a las mujeres

A través de puntos locales del puesto administrativo correspondiente, la víctima puede llegar a ser atendida en el mismo día. “Todo queda registrado en la recién implementada ficha única, un expediente que guarda toda la información de la víctima, como el tipo de violencia sufrido, la situación económica o si ha habido transmisión de enfermedades”, detalla Fernando Come, oficial de monitorización, evaluación y comunicación del programa de Violencia de Género en la ONG y responsable principal de la gestión del sistema SMS.

La violencia como cultura

Relatos como el de Anastasia animan el trabajo de Come. “Solemos llegar a recibir de media una veintena de mensajes al mes, pero la mayor parte de ellos se quedan en el primero porque las mujeres dejan de contestar o desconectan el móvil”, lamenta.

Según una encuesta realizada por Médicos del Mundo en Matola, un 33% de los hombres justifican el derecho de pegar a las mujeres. “Mozambique es un país donde la gestión de la familia se hace a través de la legitimación de la violencia. Es la forma de educar a los hijos, sobre todo en las zonas más alejadas de la capital”, explica Come con resignación. “Yo mismo crecí a base de golpes”.

Isac Macussede, educador social de MDM y oriundo de Matola, recorre cada semana distintos barrios para acercar la existencia de esta plataforma a los vecindarios y hacer un seguimiento de las víctimas. “Hay que hacer entender a la población que la violencia es un crimen que debe ser denunciado y penado. Tenemos muchas mujeres con formación, ocupando cargos importantes, que fuera de la esfera pública están siendo maltratadas. Pero no denuncian. Casos como el de Josina son muy excepcionales”, menciona Macussede haciendo referencia al mediático caso de Josina Samora, la hija del expresidente de Mozambique Samora Machel que denunció a su agresor.

Una de las razones es la falta de apoyo que enfrentan las víctimas en su propio hogar. “Si las familias apoyasen a las mujeres, los hombres dejarían de maltratarlas porque no contarían con ningún tipo de protección”, recrimina el trabajador. De hecho, muchos de los casos que acuden al CAI son derivados de conflictos patrimoniales. “Atendemos diariamente a mujeres que sufren acoso por parte de distintos miembros de la estructura familiar, como viudas que tras la muerte de su compañero se han quedado sin nada”, explica Lucía Celestino, psicóloga del CAI.

Pero las consultas más comunes que atiende Celestino las ocupan las agresiones sexuales. “Las violaciones son una epidemia”, asegura la especialista, que señala como los casos más difíciles aquellos que implican a menores. “A veces recibimos niños que no llegan a los cuatro años con muestras de agresiones sexuales. Lo más duro es desconocer si fueron agredidos fuera o dentro de casa. Estos casos son muy desalentadores porque casi nunca se acaba conociendo al autor del delito”.

La cooperación se queda sin fondos

El CAI también cuenta con un centro de rehabilitación para víctimas sin medios, limitado a ofrecer nada más que una cama y agua para el aseo. “No contamos con financiación pública para el centro, que sobrevive gracias a nuestros socios y a proyectos externos. A veces nos apoya el Instituto Nacional de la Acción Social mozambiqueño, pero no hay dinero para mantenerlo debidamente”, explica Lini. Matola es una provincia muy grande y el equipo que dirige el cooperante muy reducido. “Si tuviéramos acceso a más fondos podríamos apoyar más centros y trabajar en más distritos”, afirma.

Los recortes de los últimos años en la financiación a la cooperación han hecho mella en las estructuras de las ONG y consecuentemente en la ejecución de sus presupuestos. Mientras las políticas de la cooperación española se encuentran en mínimos históricos, las organizaciones consiguen sobrevivir gracias a las campañas de sensibilización, que han disparado los ingresos privados.

Feminismo frente a tradición

Mozambique, un país a la cola del Índice de Desarrollo Humano (IDH), en el que ocupa el puesto 181 de 188, y con el lastre de una guerra civil de 25 años cuyas consecuencias siguen azotando la memoria de su población, no es terreno fácil para la cooperación.

Tenemos muchas mujeres con formación, ocupando cargos importantes, que fuera de la esfera pública están siendo maltratadas. Pero no denuncian

A la fragilidad de sus instituciones democráticas y a la drástica situación de los recortes para la ayuda humanitaria, se suma la complejidad que acarrea trabajar de la mano del sector público mozambiqueño, dependiente al 80% de la financiación externa de los donantes.

Haciendo frente a estas dificultades, Médicos del Mundo ha conseguido poco a poco posicionarse como un referente en la lucha de violencia de género. “Estamos a punto de implementar conjuntamente con el Ministerio de Igualdad la ficha única de atención integrada a más mujeres víctimas de violencia en el resto del país”, celebra Lini.

Un paso enorme, incluso para un país que encabeza la lista de los adelantados en políticas de igualdad en el sur de África debido al elevado porcentaje de diputadas que ocupan las sillas de su parlamento. “Las mujeres empiezan a tomar representación en las instituciones, pero el discurso que llega a la población en torno a la violencia machista desde el poder sigue reduciéndose a que las mujeres ni se dejen pegar ni se dejen violar. Un sistema que asigna las tareas de la casa y la gestión de los hijos a la exclusiva responsabilidad de la mujer, dista mucho de ser igualitario”, lamenta Lini.

Las estadísticas oficiales de muertes por violencia machista en Mozambique no existen, ni siquiera las estimaciones

Para acabar con esa disparidad, para exterminar esas prácticas diarias de subordinación de la mujer hacia el hombre, tan arraigadas en la tradición como asumidas por la estructura social mozambiqueñas, “es necesario que el discurso feminista cale a través de la educación y la sensibilización”, cree Lini. Charlas en colegios, actividades de empoderamiento para que las mujeres tomen conciencia de su derecho y sus posibilidades de ser independientes; debates, obras de teatro y otros talleres dirigidos también a hombres que hagan replantear los roles de género en las comunidades y remuevan conciencias.

“Hasta llegar a esa igualdad, tenemos que seguir trabajando para que la difusión de nuestra plataforma llegue a todos los vecindarios, que todas las mujeres sepan que existe un número que las puede ayudar”, comenta Macussede mientras señala por la calle distintos anuncios que visibilizan la labor de la organización en la zona. Con carteles enormes que bordean las carreteras principales del centro de Maputo, los que cuelgan en la entrada de hospitales y centros sociales, o hasta de la puerta de pequeños comercios de alimentación en los barrios más humildes de las zonas rurales.

Fuente: https://elpais.com/elpais/2018/01/24/planeta_futuro/1516816476_881941.html

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Las categorías que matan

Por: Lidia Falcón

A Diana Quer no la mató el género. Diana murió por ser mujer. Extraña clasificación ésta que está marcando la tragedia de miles de mujeres en este extraño siglo XXI. Como por ser mujeres son violadas, acosadas, maltratadas, heridas, mutiladas, asesinadas millones en todo el planeta. ¿Cuál es pues el problema? Las categorías.

Como si nos encontráramos en el siglo XIII, discutiendo con Tomás de Aquino el trascendente problema de los universales. El problema de los universales desde los filósofos griegos se refiere al modo en que pensamos y percibimos y cuáles son las realidades a ser conocidas. Hablando en términos generales se puede decir que “universal” se opone a “particular” como lo abstracto a lo concreto. Por eso los universales se conciben como entidades abstractas, en oposición a los particulares, entidades concretas y singulares. Universal es “aquello que se predica como común a todos y de cada uno (de los individuos de una totalidad, bien sea esta de ámbito absoluto, como por ejemplo el ser, o de ámbito más reducido, como el hombre, el animal, etc.). A diferencia de lo general, lo universal se refiere a una cosa muy definida y precisa que no puede faltar de ninguna manera en todos y cada uno de los individuos en la totalidad expresada por el concepto”. Claramente en este caso la categoría mujer es común a todas y cada una de las individuas de una totalidad, mientras que el género se refiere a una porción, mucho más pequeña, de ese universo.

Pero, ¿ciertamente la mayoría de las feministas que defienden arriscadamente la calificación discriminatoria del género para diferenciar a las mujeres unas de otras, situando a unas en una posición más protegida que a las otras, saben lo que son los universales? ¿Saben lo que son las categorías? He aquí mi desconcierto: ¿Por qué entonces este empeño en distinguirse en la teoría sin haber resuelto la práctica? ¿Se sienten más cultas, más estudiosas, más feministas si defienden el término abstracto de género en vez del concreto de mujer?

Este crucigrama para aficionados a las palabras cruzadas, de significado misterioso, se me presentó hace 30 años en EEUU. Allí, las muy elitistas feministas de clase media burguesa blancas, profesoras de Women’s Studies en muchas facultades inventaron el término “gender” para referirse a la discriminación de la mujer. No valía ya la categoría mujer, definida por si misma sin necesidad de más explicaciones. Pero esta ocultación en realidad lo que se proponía era obviar el término feminismo. Los sufijos ismo, dice el diccionario que es “Componente de palabra que, unido a sustantivos, indica doctrina, partido, sistema, dadaísmo; socialismo; anarquismo”.

¿De qué se trataba pues? De despolitizar el término. Feminismo tiene siglos de utilización como teoría de lucha por los derechos de la mujer, como movimiento reivindicativo contra las opresiones que sufre, como proyecto político que oponer o complementar al socialismo, al anarquismo, al comunismo. Se acabó de situar la lucha de la mujer en los peligrosos ismos sociales y políticos. En las universidades estadounidenses y pronto en las francesas, tan imitadoras, ya no se enseñaba feminismo sino estudios de género. Y enseguida en Méjico y en Perú. Allí fue donde planteé este peligroso enmascaramiento de los términos, con lo que se desfiguran las categorías.

A pesar de que esta polémica tiene los tintes de la enigmática discusión escolástica de cuántos ángeles caben en la punta de un alfiler, las trabajadoras sociales de los pueblos de los Andes, Ayacucho, Pïura, Lambayeque, Cajamarca, La Libertad, Ancash, Huánuco, lo entendieron enseguida. Ellas, que se enfrentaban cada día a un universo de maltrato continuado y de humillación permanente de las mujeres campesinas me dieron la razón, mientras las señoritas profesoras de Lima se mostraron muy hostiles a mi crítica.

Evidentemente ya no podía convencer a las rectoras del simposium porque las directrices patriarcales de la Academia se habían consolidado en todos los ambientes cultos americanos y europeos. Y las españolas no iban a ser menos. En las Universidades donde apenas se forma a los estudiantes en la historia y sociología del Movimiento feminista se utiliza profusamente el término género, hasta convertirlo en una muletilla.

Pero esta peculiaridad de los estudios universitarios no es una disquisición baldía como tampoco lo fue el tema de los universales, que conformó la filosofía occidental durante varios siglos. Imponiendo esta abstracción del género la Academia ha llevado la definición hasta la política, la legislación, la judicatura, los asuntos sociales, los presupuestos económicos. Donde no ha penetrado, mal que les pese, es en la sociedad. Ninguna de las ilustres defensoras del género se ha molestado en preguntarle a la gente de la calle qué entienden por tal término, porque se hubiesen enterado de que nadie lo identifica a la categoría de mujer.

Lo peor es que tampoco lo hace la legislación. En un retruécano impuesto por las orgullosas legisladoras de la Ley Orgánica de Medidas Integrales contra la Violencia de género, de 28 de diciembre de 2004, se establece una diferencia entre las víctimas de género y las mujeres. Quienes no lo sepan se sorprenderán ante esta sibilina manera de discriminar a las que merecen protección y las que no.

Las “genéricas” se la merecen porque están o han estado ligadas por vínculos afectivos estables con su verdugo. Las que no, no.

Por eso Diana Quer no era género sino mujer. Y como mujer fue secuestrada, violada, asesinada y lanzada a un pozo de agua de diez metros de profundidad. Y por tanto no merece más atención que cualquier otra víctima contemplada en los delitos contra las personas, que hace ya varios milenios califican los códigos penales del mundo.
Y como Diana decenas, cientos, miles, de mujeres que sufren torturas semejantes o más leves en nuestro país, y que por no haberse enamorado de su maltratador no están clasificadas ni calificadas como género por nuestra ilustre y nunca suficientemente bien ponderada legislación.

Ciertamente el haber sido calificada de género posiblemente no hubiera salvado a Diana, pero si hubiese podido pedir ayuda porque su pareja estaba agrediéndola la policía se la tenía que haber prestado con más prontitud que de haber tenido que explicar que la estaba matando un desconocido. Y como ella, la sobrina asesinada por el tío que la requería sexualmente, la madre apaleada por el hijo, el novio de la mujer que fue víctima también de los celos maritales, y la hermana, y la cuñada y la vecina y la desconocida en la calle y la prostituta, que por no ser género no merecieron protección.

¿Y por qué, nos preguntaremos, estas distinciones tan alejadas de una realidad simple y palpable: el patriarcado mata mujeres, que está consumiendo tanto tiempo en estériles polémicas? Porque reduciendo la realidad del ser humano mujer a la abstracción del género se invisibiliza, se minimiza, se oculta, se enmascara una realidad terrible: la población femenina española que alcanza 25 millones está discriminada, reprimida, perseguida y en peligro de ser apaleada, violada o asesinada. Describir de tal forma realista este terrible panorama sería escandaloso. Mejor para el mantenimiento del sistema hablar de un pequeño sector de la población que vinculado afectivamente con hombres muy brutos a veces sufren malos tratos en función de su “género”, que no es el sexo ni la realidad corporal, sino una extraña abstracción que sólo ellas entienden. Hace pocos días Jorge M. Reverte se preguntaba por qué se llamaba género a lo que era mujer, que es la que recibe la violencia, y el escritor no es una campesina de los Andes peruanos.

Y en estas ridículas disquisiciones estamos mientras asesinan a una mujer cada dos días y apalean a dos millones y medio cada año.

Quizá los no especialistas en este tema se preguntarán qué más me da que se le llame género o mujer cuando se encuentra el cadáver, o incluso antes, cuando se denuncia la paliza. Pero no es a mí a quien le preocupa sino a todo el entramado judicial, fiscal, forense, de asistencia social, que tiene que enfrentarse a perseguir a los culpables y a proteger a las víctimas. Y que lo ejercerá de forma eficaz si estas estaban enamoradas del maltratador, o que no le prestará la protección previa –suponiendo que exista- ni la posterior, si no tenían ninguna relación con el verdugo, según la legislación les impone.

Y aún más, esas víctimas no entrarán siquiera en las estadísticas, cuestión ésta que parece bizantina pero que significa que a nuestro Estado no se le pueden sacar las vergüenzas por no proteger a sus ciudadanas cuando sólo se ha asesinado a 40 mujeres en 2017, en vez de las 85 que contamos las feministas. Y que con tan pocas víctimas de violencia de género tampoco es necesario mucho dinero para atender las necesidades de juzgados, hospitales, centros de asistencia social, casas de acogida. Las otras, las mujeres, ya se apañarán.

Y en eso estamos. Se habla de un Convenio firmado en Estambul el 11 de mayo de 2011, donde se exhorta a los Estados que lo han ratificado a contar todas las víctimas de la violencia machista, pero de momento ni el Convenio es imperativo, puesto que es internacional, ni se han introducido las modificaciones pertinentes en nuestra legislación ni el ya famoso Pacto de Estado, que lleva un año recorriendo las salas del Parlamento, las páginas de los periódicos y las pantallas de televisión, ha comenzado los laboriosos trabajos que llevarán a modificar este apartado de la Ley de Violencia de Género.

Ah, y nuestras legisladoras siguen oponiendo una resistencia numantina a modificar esa ley, que pasará a la historia por su singularidad, no vaya a ser que la ciudadanía se de cuenta de está mal pergeñada y de que no hay nada de qué enorgullecerse por haberla aprobado.

Fuente: http://blogs.publico.es/lidia-falcon/2018/01/07/las-categorias-que-matan/

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Jane Marcet, la mujer que hizo que el influyente científico Michael Faraday se enamorara de la ciencia

Enero de 2018/Fuente: BBC

A principios del siglo XIX, una institutriz y su estudiante estaban hablando de química.

Sra. BEl objeto de la química es obtener conocimientos sobre la naturaleza íntima de los cuerpos y de su acción mutua en cada uno. Encontrarás, Carolina, que no se trata de una ciencia obtusa o confinada, que comprende todo lo material dentro de nuestra esfera.

Carolina (su entusiasta alumna adolescente)Por el contrario, debe ser inagotable; y no puedo concebir cómo se puede lograr un dominio en una ciencia cuyos objetos son tan numerosos.

Sra. BSi cada sustancia individual estuviera formada por diferentes materiales, el estudio de la química sería interminable, pero debes observar que los diversos cuerpos en la naturaleza están compuestos de ciertos principios elementales, que no son muy numerosos.

CarolinaS, sé que todos los cuerpos están compuestos de fuego, aire, tierra y agua. Aprendí eso hace muchos años.

Sra. BPero ahora debes tratar de olvidarlo.

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La institutriz, la Sra. B, tenía razón.

Para esa época ya se sabía que los elementos químicos no eran los cuatro de los antiguos griegos sino muchos más.

Este diálogo educativo aparece en un libro publicado en 1806.

Conversaciones sobre química
Image captionEn la primera página dice: «Conversaciones sobre química, en las que los elementos de esa ciencia están explicados de una manera familiar e ilustrados con experimentos. En dos volúmenes. De Jane Marcet. Edición duodécima, considerablemente extendida y corregida».

Y si te sorprende que unas damas contemporáneas de Jane Austen estuvieran discutiendo temas científicos de peso, este libro —llamado «Conversaciones sobre Química»— fue uno de los primeros en desafiar la idea preconcebida de que la filosofía natural era exclusivamente asunto de hombres.

Aun así, el libro impresionó a un joven, un aprendiz en un taller de encuadernadores de Londres, al que llegó para ser encuadernado. Lo leyó y quedó en trance. Quizás, pensó, la química es más interesante que encuadernar libros.

Ese joven era Michael Faraday quien, cuatro décadas más tarde, llegaría a ser el científico más famoso de la era victoriana.

Él nunca olvidó el efecto que «Conversaciones sobre Química» tuvo en él. En 1846, cuando era director de la renombrada Royal Institution de Londres y sus conferencias eran famosas por doquier, le escribió a la autora del libro para invitarla a asistir. Le escribió:

«No le envío un boleto porque quiero que entienda que con solo mencionar su nombre, usted y un amigo siempre podrán entrar. Ya di la orden«.

La autora del libro era una mujer que no contaba con entrenamiento científico formal, pero que entendía los principios tan bien como cualquier otro en su tiempo. Su nombre era Jane Marcet.

El forastero

Michael FaradayDerechos de autor de la imagenSCIENCE PHOTO LIBRARY
Image captionMarcet inspiró a Faraday a dedicarse a la ciencia y, a su vez, Faraday inspiró y sigue inspirando a muchos jóvenes con la creación de las conferencias de Navidad para niños en el Royal Institute.

Tanto Faraday y Marcet eran forasteros en el mundo de la ciencia.

Michael Faraday era el hijo de un herrero quien, debido a problemas de salud, a duras penas podía mantener a su familia. De manera que a la edad de 13 años, en 1804, Faraday tuvo que abandonar la escuela y empezar a contribuir con dinero para la familia.

Fue por eso que estuvo de aprendiz en el taller de encuadernado donde, según dijo después, recibió su educación.

En aquellos días, los libros se compraban sin portadas y si los dueños podían darse el lujo los mandaban a encuadernar. Así que todo tipo de volúmenes llegaban y en las noches Faraday podía leerlos.

Los dos que más lo marcaron fueron la Enciclopedia Británica y el de la señora Marcet.

Faraday diría después —aunque es difícil creerle— que no era alguien de pensamientos muy profundos, y que podía creer tan fácilmente en «Las mil y una noches» como en la Enciclopedia. Pero que había sido el libro de la señora Marcet el que le había mostrado cómo saber qué era verdad y qué no.

Cuando le preguntaron sobre la influencia de la autora después de su muerte, escribió que con el libro de la señora Marcet…

«... sentí que había conseguido un ancla en el conocimiento químico y me aferré a él.

«De ahí mi profunda veneración por la señora Marcet; primero como alguien que me confirió un gran bien personal y un gran placer; y luego como alguien capaz de transmitir las verdades y los principios de esos campos ilimitados de conocimiento que conciernen a las cosas naturales a una mente joven, no instruida e inquisitiva«.

La forastera

¿Quién era esta mujer que había logrado que la química tomara tanta vida que el joven Faraday se gastaba sus escasos salarios en ingredientes para replicar sus recetas químicas?

Copia de "Conversaciones sobre economía política"
Image captionEn varias ediciones, como en esta de «Conversaciones sobre economía política», el libro era publicado sin el nombre de la autora.

Jane Marcet era, como Faraday, una londinense.

El afrancesado apellido era el de su esposo Alexander, un doctor nacido en Suiza que se casó con ella en 1799, cuando Jane tenía 30 años.

Alexander estaba bien conectado: conocía al famoso doctor Edward Jenner, el que introdujo la vacuna contra la viruela, así como al químico Humphry Davy, cuyas conferencias en la Royal Institution eran eventos imperdibles en los círculos de moda de la capital.

  • La divertida historia del descubrimiento del gas de la risa

Davy era un showman y una estrella, y él lo sabía. Sus charlas eran espectáculos públicos: demostraba el modelo de un volcán en explosión, o llenaba el salón de conferencias con humo, o hacía que los miembros de la audiencia hicieran el ridículo con el gas de la risa.

Demostración en la Royal Institution del gas de la risa que conduce a la pérdida de inhibiciones en la primera etapa de la anestesia. La caricatura se titula: "Investigaciones científicas. Nuevos descubrimientos en neumática, o una conferencia experimental sobre los poderes del aire".Derechos de autor de la imagenSCIENCE PHOTO LIBRARY
Image captionDemostración en la Royal Institution del gas de la risa que conduce a la pérdida de inhibiciones en la primera etapa de la anestesia. La caricatura se titula: «Investigaciones científicas. Nuevos descubrimientos en neumática, o una conferencia experimental sobre los poderes del aire».

Jane fue a ver a Davy no solo para entretenerse y dejarse engañar por el químico, sino para aprender. Luego comenzó a realizar experimentos en casa, guiada por el conocimiento científico de su esposo.

Finalmente, decidió compartir su entusiasmo escribiendo un libro sobre el tema para presentárselo a los lectores jóvenes, especialmente las niñas.

Lo que lo diferenció —y la razón de su éxito— fue la entretenida manera en la que Marcet explicaba la química, a través de una conversación entre la Sra. B y sus dos alumnas, Carolina y Emilia.

Mientras que Emilia es un poco petulante y sabelotodo, Carolina es enérgica e impetuosa, incluso un poco descarada.

A diferencia de los libros de texto de la época, este no era seco, pero de ninguna manera sacrificaba el rigor intelectual.

Es por eso que se puede decir que Marcet lanzó la idea de la ciencia popular.

Experimento de Conversaciones sobre química
Image captionEl libro incluía experimentos y explicaciones, aunque llevaba la advertencia de «no hacer esto en casa».

Para 1853 se habían vendido 20.000 copias de su libro en Inglaterra y probablemente más de 100.000 en Estados Unidos, aunque es difícil saberlo pues su nombre no siempre estaba incluido en las versiones editadas.

Al otro lado del Atlántico, sus lectores influyentes incluían a Thomas Jefferson, quien una vez le dijo a un estudiante que le preguntó cómo aprender química que leyera el libro de la señora Marcet.

Animada por su éxito, Marcet escribió más de 30 libros más en el curso de cinco décadas, sobre temas que iban de la física a la gramática, pasando por economía política.

Cerrando el círculo

El libro de Marcet no fue el único que le cambió la vida de Faraday. El otro fue uno que él mismo hizo.

Tras ser inspirado para estudiar ciencias por Marcet, a Faraday le dieron un boleto para ir, como quien lo inspiró, a ver a Humphry Davy hablar sobre química en la Royal Institution.

Humphry DavyDerechos de autor de la imagenSCIENCE PHOTO LIBRARY
Image captionHumphry Davy contrató a Faraday como asistente sin saber que su pupilo amenazaría con sobrepasarlo.

Durante una serie de conferencias de Davy en 1812, el joven Faraday tomó notas detalladas. Luego regresó al taller donde trabajaba, las escribió cuidadosamente y las ató bellamente, y se las envió audazmente a Davy.

Así no contara con una educación formal en ciencia, Faraday estaba decidido a encontrar la forma de estudiarla. Pensó que su libro podría abrirle las puertas.

Y lo hizo. Davy le respondió expresando su beneplácito en la forma indirecta de esa época:

«Estoy muy lejos de disgustarme con la prueba que me ha dado de su confianza y que muestra gran celo, poder de memoria y atención«.

Davy invitó a Faraday a encontrarse con él en la Royal Institution, y lo contrató como asistente. Pero obtuvo bastante más de lo que esperaba, porque Faraday, aunque modesto, era tan brillante que su mentor y maestro comenzó a sentirse amenazado.

Las notas de Faraday para sus célebres conferencias tituladas "La historia química de una vela"Derechos de autor de la imagenSCIENCE PHOTO LIBRARY
Image captionLas notas de Faraday para sus célebres conferencias tituladas «La historia química de una vela». Eran seis en total y las dio en la Royal Academy en varias ocasiones para impulsar la divulgación de la ciencia. En 1861 fueron publicadas en un libro que se ha seguido imprimiendo desde entonces.

Davy siguió tratando a Faraday como un sirviente, incluso cuando su protegido estaba haciendo importantes descubrimientos en electricidad y magnetismo y ganándose el respeto de los científicos de toda Europa.

En 1825, Faraday fue nombrado Director del Laboratorio de la Royal Institution, y él mismo comenzó a dar conferencias. Eran tan populares como lo había sido las de Davy, estableciendo firmemente a esa organización de educación e investigación científica como el lugar a donde ir para enterarse de lo último en ciencia.

Faraday se había convertido en un famoso divulgador como su inspiración Jane Marcet.

Nunca olvidó que «Conversaciones sobre Química» le había demostrado cuán profundo podía ser el impacto de la popularización de la ciencia en los jóvenes.

En 1825 Faraday organizó las primeras conferencias de Navidad para niños, un legado que sigue vivo.

Durante su vida, dio muchas de ellas él mismo; así como lo han hecho a lo largo de los años otras luminarias científicas, más recientemente personajes como David Attenborough, Carl Sagan y Richard Dawkins.

Fuente: http://www.bbc.com/mundo/noticias-42627722

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