Saltar al contenido principal
Page 1 of 5
1 2 3 5

Ni un paso atrás en derechos LGTBI en España

Por: Pedro Varea

El pasado 16 de diciembre, la Asamblea de Madrid debatió en pleno la propuesta de Vox para derogar la Ley Trans y la Ley LGTBI de la comunidad autónoma, es decir, las leyes 2/2016 y 3/2016, respectivamente. Ante el riesgo de perder ambas leyes, o de ser recortadas, ha habido movilización ciudadana para evitar que esto ocurriese.

Ramón Martínez, escritor, profesor en un instituto de Madrid y activista LGTBI, comenzó una recogida de firmas el pasado 7 de diciembre. En la solicitud alertaba de que, de ser derogadas, se perdería la protección legal que ofrecen ambos documentos. Recuerda que las leyes 2/2016 y 3/2016 prohíben las mal llamadas terapias de conversión, así como multan las agresiones LGTBIfóbicas y reconocen la autodeterminación de género de las personas trans, entre otros tantos mecanismos de defensa para el colectivo.

Ante este riesgo, la solicitud de Martínez exige al Partido Popular que no se abstuviera ante la derogación (o reforma, como así prefiere el grupo parlamentario) de estos derechos. Martínez expresa que no puede haber equidistancia entre “un discurso de odio más radical y la defensa de los Derechos Humanos”. Algo que también se escuchó en las calles el 15 de diciembre, cuando tuvo lugar una manifestación en la Puerta del Sol de Madrid.

Manifestación a la que también asistió Carla Antonelli, activista trans y ex diputada de la Asamblea de Madrid por el PSOE, quien advierte que se ha abierto una veda: poner a debate la derogación de los mecanismos de protección del colectivo LGTBI legitima pensar que se puede retroceder en ellos. Una consecuencia que lamenta que podría ocurrir es el aumento de las agresiones homófoba y tránsfobas, ya que “se sienten respaldados por las instituciones que les representan”.

Por su parte, Eduardo Rubiño, presidente del Grupo Parlamentario de Más Madrid en la Asamblea, corrobora esto y menciona que aún queda mucho recorrido por delante. Dice que quedan dos años de legislatura y, si bien la propuesta de Vox no salió adelante, el debate está sobre la mesa. Algo que también señala la Fundación Triángulo, que lucha por la igualdad social del colectivo. Su coordinador estatal, José María Núñez, apunta que ante la amenaza, urge la tramitación de una Ley LGTBI estatal, efectiva e inclusiva que todavía no se ha puesto en marcha, a pesar de que se esperaba para antes de 2022.

Fuente de la información: El Salto

Comparte este contenido:

Entrevista a Kathi Weeks “Los movimientos sociales están influidos por la crítica del trabajo. Y si no lo están, deberían estarlo”

Por: Álvaro Briales

Weeks abre su última obra publicada en castellano preguntándose por qué la teoría política ha prestado tan poca atención al problema del trabajo, y frente a su privatización y despolitización, propone una reflexión sobre los modos de hacer público y repolitizar lo laboral.

El problema del trabajo - Kathi Weeks - txalaparta.eus

Kathi Weeks es autora de El problema del trabajo, recientemente publicado en castellano por Traficantes de Sueños. En su obra, Weeks pone en juego una caja de herramientas que recorre distintas tradiciones desde los feminismos a los marxismos, desde la teoría literaria a las perspectivas de las luchas políticas, útiles para una concepción crítica del trabajo actualizada para el siglo XXI. En la conversación, aborda temas como los efectos de la pandemia en la ética del trabajo, los sujetos y movimientos políticos que en el presente podrían encarnar el rechazo al trabajo, la potencia de las demandas de Renta Básica Universal y de reducción de la jornada laboral, las paradojas y debates sobre el desarrollo tecnológico y la automatización, y la crítica de lo que denomina el sistema de el-trabajo-y-la-familia. Kathi Weeks es profesora de género, sexualidad y estudios feministas en la Universidad de Duke.

En las condiciones de la pandemia hemos visto una intensa polarización, por un lado, entre una fuerte ética del trabajo como algo “esencial” en comparación con otras esferas de la vida, y por otro lado, una conciencia del sinsentido de buena parte de los actuales empleos. ¿Cómo ha sido esto en el caso de Estados Unidos, un país con una ética del trabajo tan fuerte?
Sí, completamente. Cuando los valores dominantes alaban el trabajo como algo central en lo que significa ser un individuo de éxito y un miembro digno de la sociedad, durante la pandemia una clara mayoría de gente en Estados Unidos insistió en que el trabajo no era algo por lo que morir o por lo que valga la pena arriesgar la salud de los demás. Aunque esto pueda significar otras muchas cosas, el parón de la economía debería reconocerse como una expresión del rechazo a esa manera de entender y valorar el trabajo generador de renta. También el trabajo se ha desmitificado de otra manera con el reconocimiento de que solo algunos empleos son lo suficientemente útiles como para ser considerados “esenciales” para la sociedad, y estos no suelen ser los mejor remunerados o de alto estatus. Así, por ejemplo, finalmente se reconoció que los trabajadores y trabajadoras de comercios de alimentación realizaban un trabajo importante y socialmente útil, a pesar de que al mismo tiempo se les pedía que se presentaran a empleos peligrosos y aun así mal pagados. La otra cara fue que se hizo cada vez más obvio que buena parte del resto de empleos, quizás la mayoría, eran poco necesarios si no totalmente inútiles, es decir, sin ningún sentido más allá de generar beneficio y sueldos. Y si la institución familiar ha sido la forma típica o normativa de recluirnos en los hogares, la pandemia también nos obligó a depender aún más intensamente de un trabajo doméstico no asalariado del cual se espera que nos sostenga o reproduzca en el día a día y generación tras generación a pesar de tener muy poco apoyo social o tiempo descontado del trabajo asalariado.

El sistema salarial y la familia, como dos de los mecanismos básicos de distribución del ingreso, no están a la altura en tiempos “normales” ni mucho menos tienen la capacidad de garantizar seguridad y sustento en tiempos de crisis

¿Crees que la pandemia, junto a otras circunstancias, ha modificado los imaginarios del trabajo, y por tanto, las posibilidades de demandas como la Renta Básica Universal que analizas en tu libro?
La crisis reveló con mucha mayor claridad las espectaculares exclusiones y disfunciones —si bien muy mundanas y cotidianas— producidas por el sistema de el-trabajo-y-la-familia, en parte porque los medios de comunicación se vieron obligados a informar sobre muchas de las increíbles tensiones que se produjeron en los hogares. El tema de la renta básica universal recibió un gran impulso en un periodo en el que se hizo evidente que el sistema salarial y la familia, como dos de los mecanismos básicos de distribución del ingreso, no están a la altura en tiempos “normales” ni mucho menos tienen la capacidad de garantizar seguridad y sustento en tiempos de crisis.

No sé cuánto tiempo durará el impulso de estos actos de rechazo y desmitificación de los empleos “productivos” inútiles y del trabajo reproductivo no remunerado, pero seguramente sobre ello se puede construir algo que demuestre por qué necesitamos un modo más racional, completo y confiable de recompensar todas las formas de trabajo y de distribuir renta para todas las personas.

En el caso español o el inglés, en los últimos tiempos algunos sectores están intentando abrir nuevamente el debate sobre la reducción de la jornada laboral a 32 horas, o a 30 horas. En algunas versiones, su justificación se basa tanto en su compatibilidad con un cierto productivismo (“trabajar menos nos hace ser más productivos”) como con el familiarismo (“trabajar menos para estar más tiempo con la familia”), ambas justificaciones que son criticadas en tu libro. Resumidamente, ¿qué requisitos básicos desde tu punto de vista tendría que tener esta demanda en un país como España?
Es una pregunta muy importante, pero realmente no la puedo responder. En la medida en que la práctica de la política es un arte más que una ciencia, la formulación y promoción de demandas es un asunto necesariamente situado que depende del contexto político, económico y cultural local. Lo que puedo decir es: por un lado, creo que está claro que hay que pensar en términos de reformas que sean oportunas e inteligibles, lo que implica apelar a términos que nos sean familiares y que probablemente tengan algún tipo de sentido inmediato para la gente. Según esa lógica, defender la demanda de reducción de jornada evocando la eficiencia en el puesto de trabajo o en nombre de los valores familiares podría ser una manera viable de asegurar unos niveles de apoyo mayor. Por otro lado, existen profundas limitaciones en ese tipo de pragmatismo político a corto plazo.

Presentar la demanda de reducción de jornada en términos de tiempo para la vida, como única justificación posible, me parece una formulación más abierta, inclusiva y menos prescriptiva

¿Cómo cuáles?
En primer lugar, no me convence el moderar las propias demandas para que inspiren un apoyo pasivo, sino que el activismo apasionado y la militancia son necesarios para impulsar un gran proyecto de reforma. En segundo lugar, hay mucho que hablar acerca de a quiénes podría excluirse por estas justificaciones y sus posibles consecuencias no intencionadas. Aquí es donde encuentro que el argumento de “más tiempo para la familia” es particularmente poco convincente. Hablamos como si todo el mundo tuviera una “familia”, pero ese es un mito peligroso para muchas de nosotras que no la tenemos o no queremos tenerla, o que no tendríamos por qué deber o querer dedicarle ese tiempo. No querría que se perpetuase la mitología de la familia que ignora la violencia que ocurre dentro de las familias y que invisibiliza el trabajo económicamente fundamental que allí se realiza con poco apoyo bajo el disfraz del amor romántico. Presentar la demanda de reducción de jornada en términos de tiempo para la vida, como única justificación posible, me parece una formulación más abierta, inclusiva y menos prescriptiva.

Finalmente, yo diría que una demanda política radical que se precie también requiere un horizonte, un algo más allá, algo más que las posibles concesiones que seamos capaces de ganar en el corto plazo. De manera que la campaña por la reducción de jornada también pueda ser un proceso de aprendizaje, un laboratorio, para el cultivo de otros deseos y demandas más allá. Cómo se negocia la relación entre las consideraciones prácticas a corto plazo y el horizonte radical a más largo plazo es un tema de estrategia y táctica que siempre está en debate y que se figurará de distintas maneras según cada lugar y momento.

Tiendo a pensar que la mayoría de movimientos sociales y campañas activistas están influenciados por, y contribuyen a, la crítica del trabajo asalariado y no asalariado

Si tomamos como referentes históricos del rechazo del trabajo las formas del sindicalismo revolucionario a finales del siglo XIX y principios del siglo XX, o el caso del operaísmo y el feminismo italiano en los años 70, quizás en el siglo XXI es más difícil ver un sujeto tan delimitado que plantee esas reivindicaciones. En este sentido, ¿qué movimientos políticos crees que encarnan, o podrían encarnar, la crítica del trabajo asalariado en la actualidad?
Creo que tienes toda la razón al no pensar hoy en las luchas contra o más allá del trabajo en términos de un sujeto político único o delimitado. Por el contrario, tiendo a pensar que la mayoría de movimientos sociales y campañas activistas están influenciados por, y contribuyen a, la crítica del trabajo asalariado y no asalariado. Y si no lo están, deberían estarlo. Dado que el sistema de producción y reproducción de el-trabajo-y-la-familia nos afecta en casi todos los aspectos de nuestras vidas, parece por ello relevante para tantas luchas. Lo pienso de esta manera: en la medida en que el objetivo de nuestra crítica política y activismo sea el capitalismo racial, de ocupación, colonial y heteropatriarcal, entonces el trabajo —incluyendo el trabajo de hogar y comunitario, reproductivo y de cuidados no asalariado— es la vía por la que la mayoría de la gente nos sumergimos y conectamos con ese sistema (y estar en desempleo en una sociedad que distribuye los medios de vida principalmente a través del trabajo asalariado no te exime de esto). Si esto es cierto, entonces el trabajo debería ser algo que tales movimientos deberían abordar, y con frecuencia lo hacen.

¿En qué casos lo observas?
Por ejemplo, el movimiento Black Lives Matter en Estados Unidos aborda los ataques del capitalismo racial desde la división racial del trabajo a la brecha racial en la riqueza y la falta de apoyo a sus hogares y comunidades. El abolicionismo de las cárceles desafía el sistema industrial penitenciario como una forma de tratar, encerrar y silenciar a las poblaciones superfluas que el sistema de el-trabajo-y-la-familia capitalista no puede integrar. El movimiento de la huelga feminista internacionalista se centra en rechazar y visibilizar la dependencia del capital respecto a la explotación del trabajo de cuidado feminizado y no asalariado que le provee de trabajadores y consumidores día a día y generación tras generación.

Lo que pasa con el trabajo es que no funciona y nos falla a la mayoría de las personas: porque no hay suficientes empleos, porque se paga tan poco que no puedes mantenerte o porque trabajas tantas horas que no tienes tiempo para vivir. Los sindicatos son un espacio importante de la política de y contra el trabajo, pero otros tipos de organización, movimiento y activismo también están asumiendo los problemas relacionados con el trabajo dado que estos no se limitan a una clase social o a determinados sectores de la economía.

En los discursos sobre la liberación del trabajo hay una tensión histórica que, entre otros elementos, depende de cómo concibamos la posibilidad de una apropiación (o no) del cambio tecnológico en un sentido emancipador, de tomar “las fuerzas productivas” en el sentido clásico. Sin embargo, en tu libro no abordas la cuestión tecnológica en profundidad. ¿Cómo te planteas hoy esa relación entre la liberación del trabajo y la dimensión tecnológica?
Desconfío de la forma en que la tecnología se figura en algunos debates recientes. Porque creo que tenemos una tendencia notablemente obstinada a pensar la tecnología como algo en sí mismo, como si no fuera siempre un producto e instrumento de las relaciones sociales, como herramientas humanas que pueden tomar una miríada de formas y tener usos muy distintos. Entonces, tanto si celebramos la tecnología por liberarnos del trabajo como si la acusamos de robarnos el empleo, existe la sensación de que “eso” tuviera el control de mando, en lugar del Estado y el Capital. En la medida en que esto mantenga nuestra atención en preguntas sobre el desarrollo tecnológico en lugar de en preguntas más importantes —como la calidad y cantidad del trabajo asalariado y la distribución de la renta; como la organización, distribución y valor del trabajo de cuidado no asalariado; como quién está tomando las decisiones de inversión y con qué fin—, entonces creo que corremos el riesgo de distraernos o desorientarnos.

Tal vez debamos abordar el ‘lujo comunista’ desde un registro diferente, en términos del lujo de la ociosidad, la amistad, el aire fresco y la comunión con la naturaleza

¿Esto ocurre también en algunos debates sobre la renta básica universal?
Sí. Algunos argumentan que un aumento dramático del desempleo tecnológico en la era digital es una razón por la que deberíamos apoyar una renta básica. Otros responden a eso argumentando que los trabajadores serán desplazados en algunos sectores de la economía, pero otros empleos absorberán a muchos de ellos. Simplemente, no creo que nuestro apoyo a la demanda de renta básica deba depender de ese debate. Hay problemas muchos más fundamentales y urgentes en los que deberíamos centrar la atención respecto al trabajo asalariado como sistema de asignación de renta: las disparidades raciales y de género en los salarios y el desempleo; la enorme cantidad de trabajo reproductivo y de cuidados no remunerado en los hogares y las comunidades realizado de manera desproporcionada por mujeres sin la cual no habría una economía de trabajo asalariado; las terroríficas tasas de lesiones, enfermedades y muertes en el lugar de trabajo, incluido el enorme peaje que el estrés crónico de los trabajos mal pagados tiene en el cuerpo y la mente de la fuerza de trabajo; por no hablar del margen permanente de desempleo que no se considera un fracaso sino un signo de salud de las economías capitalistas. Si estas preguntas son tan importantes como lo son en el contexto del debate sobre la renta básica, centrarse en la tecnología o, en este caso, en el desempleo tecnológico, me parece una forma potencial de eludir o evitar abordar algunos de los defectos más básicos y de largo alcance del sistema salarial.

El debate actual sobre el sentido del desarrollo tecnológico está polarizándose fuertemente a partir de las condiciones de la emergencia climática y la crisis energética. Por un lado, hay una oposición entre algunos marxistas y defensores del Green New Deal que tienden a apoyar fuertes inversiones en tecnologías verdes, y por otro lado, propuestas como el decrecimiento o el ecofeminismo que abogan por una fuerte reducción de las infraestructuras tecnológicas y de la complejidad de los sistemas sociales actuales. ¿Qué implicaciones crees que pueden tener estos debates para actualizar o matizar los términos clásicos de la liberación del trabajo?
Creo que está bastante claro que llamar a una reducción del trabajo asalariado es coherente tanto con el decrecimiento como con el crecimiento verde, ambos enfoques que de alguna manera yo apoyaría. Hay dos puntos que quiero agregar a esto sobre cómo las políticas de cambio climático y destrucción ambiental se relacionan con las políticas contra y más allá del trabajo que yo defiendo.

El primer punto es que creo que es importante reconocer que el “productivismo” —es decir, la celebración del trabajo duro individual, la productividad y la autodisciplina que está en el corazón de la ética del trabajo moderna— está íntimamente ligado con el consumismo en las sociedades de capitalismo avanzado. Se supone que los bienes y servicios de consumo son nuestra recompensa, la gratificación pospuesta y debidamente aplazada al acabar el trabajo, por todo el digno sacrificio de nuestra fuerza de trabajo. La ética del trabajo y el consumismo son las dos caras de una misma moneda, el engranaje que impulsa al sistema económico. Al cuestionar una de esas caras también se desafía a la otra cara.

¿Cómo funciona ese desafío?
Más que imaginar que un menor tiempo de trabajo solo nos dará más tiempo para ir de compras, en vez de ello creo que nos dará un tiempo adicional para cultivar placeres y pasatiempos más satisfactorios y sostenibles. En ese sentido, la disminución de jornada y la renta básica universal podrían ayudar a sostener una reducción de trabajo que tendría un beneficio doble desde la perspectiva de una política del decrecimiento.

El segundo punto que quiero añadir es una advertencia sobre dos trampas en las que a menudo parece que caemos cuando imaginamos el futuro: o lo imaginamos como algo muy cercano al modelo actual como en un progreso lineal respecto a lo que tenemos ahora, o nos basamos en un modelo del tiempo pasado como una vuelta a algún período anterior de la historia. Lamentablemente, ambas maneras parecen inadecuadas en relación con cómo ocurre el cambio social, con cómo se mueve la historia. Aquí solo quisiera señalar que no creo que tengamos que elegir entre robots o granjas ni entre una producción industrial hipertecnológica y una producción artesanal a pequeña escala. Simplemente quiero que recordemos y seamos plenamente conscientes de la utilidad y de las limitaciones de nuestras visiones del futuro, limitaciones que no son culpa nuestra sino la consecuencia de los estrechos horizontes de toda perspectiva situada.

En la misma línea, y en relación con las demandas utópicas que trabajas en tu libro, tras leer sobre propuestas de “automatización total” como las que por ejemplo sostienen influyentes sectores en la izquierda británica, me surge el problema de un utopismo quizás “peligroso”. Por ejemplo, Aaron Bastani ha defendido en Comunismo de Lujo Totalmente Automatizado que una crisis tan crucial como la de los picos del litio, el fósforo o el níquel podría resolverse mediante la minería de asteroides, lo que a su vez dependería de naves espaciales propulsadas por oxígeno. De este modo, ¿cómo crees que el materialismo “científico” del actual pensamiento ecologista condiciona e influye en la forma que pueden tomar nuestras utopías de liberarnos del trabajo asalariado?
¿Qué tiene la exploración espacial que se apodera de la imaginación de algunas personas? Como investigadora de estudios de género, siento la necesidad de especificar que tales personas no suelen ser mujeres o femeninas. Debo decir que la exploración espacial no me dice nada. Estoy de acuerdo en que la evocación de la minería de asteroides y de las naves espaciales suena más bien a un ejemplo del deus ex machina típico del género narrativo del progreso tecno-utópico: una solución milagrosa frente a un problema obstinado que se supone que lleva el relato hasta su final feliz. Dicho esto, no descartaría los posibles usos de la “automatización” para reducir las cargas de trabajo humano y animal. Pero seguramente la tecnología —nos podríamos referir a esto como tecnología “apropiada” o “responsable”— debe ser concebida, desarrollada y juzgada como parte de un ecosistema natural y social más amplio, no como si fuera un fenómeno de alguna manera antinatural o asocial.

Tampoco quisiera negar de manera simple la imprevisibilidad del futuro de la creatividad humana o las nuevas ideas que se nos podrían ocurrir para distanciarme o refutar a los defensores del statu quo que reducen esa creatividad a la invención heroica de un emprendedor que no logra construir nada más que otra trampa para ratones rentable. Pero mi reacción más inmediata a tu pregunta es que tal vez debamos abordar el lujo comunista desde un registro diferente, en términos del lujo de la ociosidad, la amistad, el aire fresco y la comunión con la naturaleza, como cosas que podríamos disfrutar si dispusiéramos de más tiempo por fuera del trabajo. Me parece que realmente la pregunta no es sobre nuestra capacidad para producir más o incluso el mismo nivel de riqueza social y económica, sino sobre cómo podemos apropiárnosla y convertirla en la verdadera riqueza de la igualdad y la libertad.

Fuente: https://rebelion.org/los-movimientos-sociales-estan-influidos-por-la-critica-del-trabajo-y-si-no-lo-estan-deberian-estarlo/

 

Comparte este contenido:

La Coalición Mundial para la Educación examina el momento crucial del aprendizaje digital en África

El 25 de mayo de 2021, con motivo del Día de África, la UNESCO congregó a los ministros del continente africano, a los agentes educativos y a los representantes del sector privado durante el foro en línea de la Coalición Mundial para la Educación (CME), titulado “El momento crucial del aprendizaje digital en línea: qué papel desempeñan los ecosistemas locales”.

“Celebramos esta jornada tras la mayor perturbación de la educación en la historia reciente. Esta perturbación ha exacerbado las desigualdades y amenaza seriamente los logros alcanzados durante décadas en materia de desarrollo en el continente y en todo el mundo”, declaró la Sra. Stefania Giannini, Subdirectora General de Educación de la UNESCO, durante la inauguración del foro ante más de 200 participantes. “Pero también ha permitido innovaciones que garantizan que todos los niños y jóvenes tengan acceso a una educación de calidad y a un aprendizaje diferente y de mejor calidad”.

Al igual que otras regiones del mundo, el cierre de las escuelas debido a la COVID-19 en África tuvo una repercusión en la educación de millones de alumnos, incrementando las desigualdades existentes y afectando más a las poblaciones más vulnerables, en particular a las niñas, a los niños discapacitados y a los educandos que viven en las regiones rurales. Según un documento publicado por la UNESCO con motivo del Día de África, el cierre de las escuelas en todo el continente duró entre 11 y más de 40 semanas.

Como respuesta a la pandemia, numerosos gobiernos africanos lanzaron inmediatamente emisiones educativas a través de la televisión, la radio o en línea. Aunque se trataba de iniciativas positivas, solo el 34% de los hogares tienen acceso a Internet y aproximadamente el 89% de los educandos no tienen acceso a una computadora en sus casas, algo que hace de la brecha digital el mayor obstáculo para la continuidad pedagógica.

Creada al comienzo de la pandemia de COVID-19 para apoyar la continuidad pedagógica, la Coalición Mundial para la Educación de la UNESCO dio prioridad a África en sus operaciones. Hoy en día, la Coalición trabaja en 66 proyectos en 39 países de África y se están debatiendo otros 38 proyectos.

El Sr. Firmin Matoko, Subdirector General de la Prioridad África y de Relaciones Exteriores de la UNESCO, advirtió que la pandemia llevó a 34 millones de africanos a la pobreza extrema y destacó lo urgente de aumentar la eficacia del aprendizaje a distancia, apoyar a los docentes y construir conjuntamente con los jóvenes el futuro. “Se debe seguir sacando provecho del espíritu de celebración e innovación que existe hoy a través de toda África para apoyar la continuidad pedagógica mediante las inversiones en nuestros jóvenes, nuestras tecnologías y nuestros agentes educativos con miras a construir un futuro mejor para el continente”, declaró.

El interés cada vez mayor en sacar provecho de las tecnologías con miras al reforzamiento de los sistemas educativos permite reinventar, a través de diversas alianzas intersectoriales, un nuevo futuro para la educación en el continente africano apoyándose en los objetivos de la Agenda 2063, la Estrategia Continental de Educación para África (CESA) y el Objetivo de Desarrollo Sostenible sobre la educación.

S. E. la profesora Sarah Anyang Agbor, comisaria de la Unión Africana para la Educación, la Ciencia, la Tecnología y la Innovación, hizo hincapié en el hecho de que “la pandemia había reforzado la importancia de transformar los sistemas educativos del continente mediante la educación digital”. Asimismo, explicó que es este el objetivo de la estrategia tecnológica digital de la Unión Africana que adopta un enfoque holístico que abarca el acceso, la calidad, los contenidos pedagógicos, las pedagogías, la conectividad y los dispositivos.

Durante la primera mesa redonda, los ministros africanos de la República de Côte d’Ivoire, Ghana, el Reino de Marruecos y Túnez, así como el representante de la República Democrática del Congo, intercambiaron las lecciones extraídas de la pandemia y los desafíos a escala nacional en materia de generalización del aprendizaje digital y de ecosistemas locales. Resaltaron los problemas de equidad, de formación de docentes, de conectividad, de mala calidad de las infraestructuras y de carencia de dispositivos. Y convinieron en que la pandemia había acelerado la transformación digital, indicado una dependencia cada vez mayor con respecto al aprendizaje híbrido y subrayando la necesidad urgente de movilizar las financiaciones y las alianzas y de reforzar el aprendizaje entre homólogos, el intercambio de conocimientos y la necesidad de compartir los recursos educativos con espíritu solidario.

La mesa redonda de los asociados de la CME que tuvo lugar a continuación permitió presentar ideas para desarrollar ecosistemas de aprendizaje digital prósperos en África, que incluyen la participación de las partes interesadas clave, la movilización de financiaciones y la instauración de amplias estrategias. Finalmente, una sesión dedicada al mercado presentó soluciones locales y globales prometedoras y oportunidades de reforzar los ecosistemas locales para el aprendizaje digital, concebidos por los participantes de la CME, empresas y redes tales como Technovation, Pix, LabXchange, Curious Learning, Teach for All, Blackboard, Orange, Vodacom, Weidong Cloud Education y la Universidad del Pueblo.

Instantánea de los desafíos educativos y de las posibilidades de recuperación en África

Basándose en datos a escala subregional, incluido el paso al aprendizaje a distancia, el documento de la UNESCO, Instantánea de los desafíos educativos y las posibilidades de recuperación en África, destaca los retos y las respuestas a la COVID-19.

Con respecto a la transición hacia la enseñanza a distancia y la brecha digital en África, el documento subraya que la crisis vinculada a la COVID-19 y el cierre repentino de las escuelas provocaron evoluciones rápidas a escala nacional para remplazar la enseñanza presencial por diferentes formas de enseñanza a distancia e híbrida basada en las TIC. Los datos del UIS, 2021, demuestran que el momento de mayor auge de la pandemia y en septiembre de 2020, se impartió el aprendizaje en línea como solución eficaz en el conjunto de los países del mundo (84-86%). No obstante, África subsahariana y, en menor medida, África del Norte, no disponían de suficientes dispositivos ni de una conexión a Internet adecuada para apoyar la enseñanza y el aprendizaje en línea y a distancia para todos los alumnos. Un año después de que comenzara la pandemia, los países africanos deben crear y apoyar un entorno propicio para ampliar las infraestructuras de aprendizaje digital para que nadie quede rezagado.

El informe concluye que, durante los dos últimos decenios, África alcanzó importantes progresos en materia de desarrollo social, crecimiento económico y educación, que se han visto afectados por la pandemia. Si no se toman medidas audaces, sacando provecho del potencial de innovación y creatividad, como las iniciativas educativas concebidas y puestas en marcha durante la crisis, esta situación podría exacerbar la pobreza y las desigualdades en un futuro cercano.

Al ser la educación el mayor igualador de la sociedad y en la mejor posición para contribuir a reducir las desigualdades, se han identificado las siguientes acciones a corto y largo plazo para que la educación desempeñe un papel clave en la recuperación del continente:

Prioridades a corto y mediano plazo:

  • Volver a escolarizar a los educandos
  • Organizar programas de recuperación
  • Empoderar a los educandos (la tecnología digital debe integrarse a su formación, incluidas las pedagogías relativas al aprendizaje mixto)
  • Apoyar la demanda de educación, en particular por parte de las poblaciones desfavorecidas
  • Implementar programas de perfeccionamiento de recualificación para los trabajadores que corren mayor riesgo de perder su empleo
  • Proteger los gastos públicos dedicados a la educación

Prioridades a largo plazo:

  • Hacer frente a los desafíos estructurales de larga duración, fundamentalmente, el acceso, la equidad y la calidad de la educación
  • Movilizar más recursos a escala nacional para la educación
  • Invertir en las infraestructuras (incluido en los dispositivos digitales y en la conectividad)
  • Emprender una transformación digital de la educación y sacar provecho de las tecnologías para promover la calidad y la equidad de la educación y las posibilidades de aprendizaje a lo largo de toda la vida para todos

Fuente: https://es.unesco.org/news/coalicion-mundial-educacion-examina-momento-crucial-del-aprendizaje-digital-africa

Comparte este contenido:

Libro (PDF): Posneoliberalismo Tensiones y complejidades

Reseña: CLACSO

osneoliberalismo. Tensiones y complejidades reúne un conjunto de ensayos de un extraordinario valor conceptual para comprender no solo la situación de Bolivia desde su historia reciente hasta nuestos días, sino de América Latina y el Caribe en su conjunto.

Los retos de la democracia, las luchas por la democratización de los bienes y el poder de las autonomías; la presencia del odio racial y la delincuentización del indio insurrecto; el enclasamiento y racialización de los efectos del cambio climático, entre muchos otros temas son abordados con la claridad expositiva y la hondura de pensamiento que caracteriza la reflexión de Álvaro García Linera, exponiendo frente a nuestos ojos toda la complejidad de elementos que convergen en el proceso de transición posneoliberal.

Autor: Álvaro García Linera.

Editorial/Edición: CLACSO. Prometeo.

Año de publicación: 2020

País (es): Argentina

ISBN: 978-987-722-804-5

Idioma: Español

Descarga: Posneoliberalismo Tensiones y complejidades

Fuente e Imagen: https://www.clacso.org.ar/libreria-latinoamericana/libro_detalle.php?orden=&id_libro=2304&pageNum_rs_libros=0&totalRows_rs_libros=1471

Comparte este contenido:

Tatuajes, mitos y estereotipos

Una joven de 16 años, Danna Reyes, ha sido asesinada en Mexicali (Baja California), y el fiscal del caso comenta a modo de justificación que “traía tatuajes por todos lados”, como si los tatuajes y su número supusieran una especie de escala para explicar la violencia contra las mujeres. Lo mismo hasta piensa que un tatuaje es razón para acosar, entre 2 y 5 para abusar, entre 6 y 10 para maltratar… y así hasta justificar el homicidio con su “tenía tatuajes por todos lados”.

Lo que aún sorprende de la mirada del machismo es que sea capaz de ver los tatuajes sobre el cuerpo de una mujer, pero no vea a ese cuerpo sobre el fondo de una sociedad que lo cosifica, lo interpreta, y lo pone a disposición de los hombres y sus mandatos, tanto en la vida pública como en la privada.

El machismo viene a actuar como una especie de “guardián de la moral” para que las mujeres no se salgan del guion escrito por los hombres, bien sea en el lenguaje de la ropa, en el de la conducta, en el de las palabras, o en la forma de maquillar, complementar o reescribir su cuerpo… En definitiva, para que se ajusten al guion de la libertad limitada que ellos imponen. Es el mismo argumento que utilizan sistemáticamente para justificar la violencia sexual; cuando no es la ropa es la hora, cuando no el lugar es el alcohol ingerido o la compañía que llevaban… siempre hay alguna razón para culpabilizar a la mujer que sufre la violencia y liberar al hombre que la ejerce.

Ahora han sido los tatuajes, es decir, la “marca que deja el grabado sobre la piel humana a través de la introducción de materias colorantes bajo la epidermis”, tal y como recoge la primera acepción del Diccionario de la Lengua Española, pero también indica en su segunda acepción que un tatuaje es “marcar, dejar huella en alguien o en algo”. Por eso llama la atención que el fiscal del caso, y la sociedad en general, sean capaces de ver los tatuajes en el cuerpo de las mujeres como razón para juzgarlas hasta el punto de justificar la violencia que las asesina y viola, y, en cambio, no sean capaces de ver la “marca” que deja el machismo en la mente y en la mirada de quienes justifican esa violencia contra las mujeres, sin que utilicen esos mismos argumentos sobre los tatuajes que llevan los hombres para justificar lo que les pasa, ni tampoco sus ropas, ni su peinado, ni el tipo de afeitado, como tampoco dicen nada de la hora o el lugar donde son abordados.

Entre mitos y estereotipos anda el juego, esa es la trampa que hace que siempre gane la banca del machismo. Y están grabados en la mente de quienes forman parte de la cultura para que la inmensa mayoría de los homicidios, agresiones y violaciones por violencia de género queden impunes.

El estereotipo, al asociar determinadas características a las personas y circunstancias, evita que se produzca el conflicto social, pues circunscribe lo ocurrido al contexto definido por los elementos estereotipados. Así, por ejemplo, cuando se produce la violencia de género y su resultado no es especialmente intenso, se recurre a los argumentos que hablan de que son cosas propias de las parejas, que los “trapos sucios se lavan en casa”, que “se le ha ido la mano”, que “quien bien te quiere te hará llorar”… de manera que se ve como algo privado que ha de resolverse en el seno de la relación, no en las instituciones que forman parte de la sociedad. Y cuando la violencia es lo suficientemente intensa como para traspasar los límites establecidos por los estereotipos, se recurre al mito para justificar socialmente algo que, en principio, no es aceptable, como ocurre con la violencia de género de intensidad grave, pues como afirmó Claude Levi-Strauss, el objeto del mito es proporcionar un modelo lógico para resolver una contradicción. De ese modo, el mito viene a resolver el conflicto social que supone encontrarse con una violencia contra las mujeres cuando, en teoría, no debería de producirse, de manera que se recurre a la idea de que esta violencia se debe al alcohol, las drogas o a los problemas mentales de “algunos hombres”, o incluso a la actitud, ropa, tatuajes… de las mujeres, y se evita tener que enfrentarse a la realidad social de la violencia de género en todas sus formas.

Al final, lo que el estereotipo no lograr retener dentro de determinados contextos es resuelto por el mito como algo puntual, excepcional o patológico, de forma que todo sigue bajo las mismas referencias generales.

El problema es que mientras que el tatuaje corporal se puede quitar de forma relativamente rápida con láser, el mental es más difícil de remover y sólo se puede hacer con educación, información y crítica. Esta es la única manera de limpiar y liberar la conciencia de los barrotes grabados por el machismo, y hacer que los ojos, además de mirar, vean la realidad.

Pero el machismo no quiere que se liberen las miradas que ven tatuajes en los cuerpos de las mujeres para justificar la violencia que sufren, porque hacerlo supondría que vieran también los privilegios en las vidas de los hombres que habitan su cultura patriarcal. Por eso el machismo está empeñado en recuperar el terreno perdido y presentar la Igualdad como un ataque, la libertad de las mujeres como una amenaza, y la educación en Igualdad como adoctrinamiento.

El machismo impone la moral y los machistas son sus guardianes. No lo olvidemos.

Fuente: https://rebelion.org/tatuajes-mitos-y-estereotipos/

Comparte este contenido:

Alberto Croce: Sistema de Protección de Trayectorias Educativas de Uruguay

Comparte este contenido:

Once estudiantes se mantienen en huelga de hambre en Haití

Redacción: El Comercio

Once estudiantes universitarios haitianos se mantienen en huelga de hambre desde el pasado domingo para pedir la renuncia del presidente Jovenel Moise, en medio de las protestas antigubernamentales que se producen desde hace un mes.

Los estudiantes, que pertenecen a varios centros educativos, públicos y privados, se encuentran concentrados en una clase de la Facultad de Derecho y Económicas de la Universidad del Estado, ubicada a un centenar de metros del Palacio Presidencial.

Los jóvenes, nueve hombres y dos mujeres, pasan el tiempo tumbados sobre mantas o sobre un fino colchón en el suelo de la clase, consumiendo solo agua y, en algunos casos, el suero intravenoso que les proporcionó el jueves 17 de octubre del 2019 la Cruz Roja.

Un estudiante que los acompaña dijo que otros cuatro huelguistas fueron retirados de la clase el pasado martes por el Centro Nacional de Ambulancias, porque su condición médica se había deteriorado rápidamente.

«Somos claros en nuestras reivindicaciones, nuestra demanda, como estudiantes, es que elegimos que no vamos a comer hasta que el presidente de la República entregue la llave del Palacio Nacional. Estamos listos para sacrificar nuestras vidas para el cambio de nuestro país, estamos en huelga indefinida, hasta que el presidente renuncie», dijo el joven, que pidió mantener el anonimato.

Agregó que los estudiantes «con su título en mano, sufren dificultades para entrar en el mercado laboral» y por ello quieren otro sistema que sea «inclusivo» y promueva «la igualdad social».

En la clase hay pupitres desvencijados, ventiladores rotos, una pizarra llena de ecuaciones matemáticas de la última clase de Economía y carteles escritos a mano en las paredes, con mensajes en creole en los que expresan sus reivindicaciones.

Entre otras, piden una investigación del caso de corrupción Petrocaribe, que ha salpicado a miembros del Gobierno de Moise, o que se haga justicia por el asesinato de un periodista en las últimas semanas.

«Abajo el sistema que hace que la juventud viva como cucarachas», dice uno de los carteles. Las universidades, así como las escuelas, llevan un mes cerradas debido a las protestas antigubernamentales que mantienen el país prácticamente paralizado.

Este viernes 18 de octubre del 2019 se registraron nuevas protestas multitudinarias en el barrio de Tabarre, cerca del aeropuerto, y en la zona popular de Delmas, lugar habitual de concentraciones de las últimas semanas, en las que los activistas exigían la renuncia de Moise.

Las protestas se desencadenaron por el desabastecimiento de combustible, un problema ya resuelto, y que disparó el descontento popular, producido por la honda crisis económica y política que vive el país más pobre de América.

Fuente: https://www.elcomercio.com/actualidad/protestas-estudiantes-huelga-hambre-haiti.html

 

Comparte este contenido:
Page 1 of 5
1 2 3 5
OtrasVocesenEducacion.org