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Pedagogía de la infamia y de las mentiras

A la memoria de mi estudiante Fabián Alonso Ramírez [1997-2020], cuya joven vida se apagó en forma absurda por el odio y sed de venganza de la neoinquisición fundamentalista.

“[…] Luchar sin cansancio. Luchar por el derecho que tengo de ser respetado y por el deber que tengo de reaccionar cuando me maltratan. Luchar por el derecho que tú, que me lees, profesora o alumna, tienes de ser tú misma y nunca, jamás, luchar por esa cosa imposible, grisácea e insulsa que es la neutralidad. ¿Qué otra cosa es mi neutralidad sino una manera tal vez cómoda, pero hipócrita, de esconder mi opción o mi miedo de denunciar la injusticia?” «Lavarse las manos» frente a la opresión es reforzar el poder del opresor, es optar por él. ¿Cómo puedo ser neutral frente a una situación, no importa cuál sea, en que el cuerpo de las mujeres y de los hombres se vuelve puro objeto de expoliación y de ultraje?” (Paulo Freire, Pedagogía de la autonomía, Siglo XXI Editores, Buenos Aires, 209, p. 107.)

En estos momentos estoy siendo sometido a una nueva persecución que se une a las que he soportado durante años en la UPN. La de ahora se basa en la mentira, la calumnia, el anonimato y la amenaza, y en eso se parece a la que se emprendió contra mí en 2012. Lo “novedoso” del caso actual radica en que, mientras un vil panfleto anónimo de 2012, surgido en el seno de la UPN, se burlaba de mi actitudes “afeminadas”, por haber llorado por mis tres estudiantes muertos, ahora se ha emprendido un linchamiento moral contra mí porque supuestamente soy homófobo y tránsfobo. La fabricación de esta infamia no es accidental, responde, por el contrario, a una campaña orquestada de destruir mi imagen de profesor crítico, de enlodar mi honra personal y de desacreditar mi labor de 34 años en la UPN como una persona que se ha entregado con pasión a la noble profesión de educar y de denunciar y confrontar las injusticias del mundo.

Ahora me someten, con la finalidad de callar mi voz y mi pluma, a un linchamiento moral, propio de la nueva inquisición que se está tomando las universidades colombianas, y la UPN en particular. Para esa neoinquisición la libertad de cátedra es un inconveniente que debe eliminarse, y con ello el derecho a opinar, pensar con cabeza propia, disentir, cuestionar y criticar. Se pretende imponer una nueva y peligrosa censura, con la intención de homogenizar el pensamiento. Se descalifica pura y simplemente, recurriendo al pasquín anónimo y cobarde, sin asumir con entereza la responsabilidad de las afirmaciones que se realizan, y sin ningún tipo de pruebas, argumentos o demostraciones. Se acude a la calumnia, la tergiversación y la mentira, en lugar de dialogar y debatir cara a cara en el aula de clase y en el campus de la UPN.

Es el nuevo fascismo que quiere destruir al otro, porque ese otro es distinto, porque piensa diferente, porque no se somete a los dictados de lo que es políticamente correcto, según lo dictaminan los cánones de una intolerancia que dice apoyarse en la tolerancia y en la victimización, y que es propia del capitalismo realmente existente con sus nuevos tipos de negocio y de consumo. Como bien lo analizó hace años el gran Pier Paolo Pasolini, revolucionario marxista y homosexual de Italia, y lo expresó en su libro Escritos Corsarios [1975]: “Este nuevo fascismo, esta sociedad de consumo, ha transformado profundamente a los jóvenes, les ha tocado en lo íntimo de su ser, les ha dado otros sentimientos, otros modos de pensar, de vivir, otros modelos culturales. Ya no se trata, como en la época mussoliniana, de un alistamiento superficial, escenográfico, sino de un alistamiento real que les ha robado y cambiado el alma. Lo que significa, en definitiva, que esta civilización del consumo es una civilización dictatorial. Si la palabra fascismo significa prepotencia del poder, la sociedad de consumo ha realizado cabalmente el fascismo”.

LA FABRICACION DE LA INFAMIA

“Si te muestras crítico con la opinión recibida, tendrás que documentar todas y cada una de tus frases”. (Noam Chomsky, La (des)educación, Editorial Crítica, Barcelona, 2013, p. 203.

En la última semana de agosto empezó a circular por los corredores y salones del Edificio A de la UPN, así como por medios electrónicos, un pasquín anónimo con el título “Pedagogía del terror y Renán Vega”. En este panfleto se dice una sarta de disparates sin la más mínima prueba fáctica o documental, sino que simplemente recurre al método expedito y fácil de colocar entrecomillas pretendidas cosas que yo habría dicho.

Así se puso a rodar un fake news [noticia falsa] por los pasillos de nuestro departamento de Ciencias Sociales. Como el pasquín aludido no tiene firma es bueno hacer algunas preguntas. En cuanto a su autoría, ¿lo escribió una persona o un grupo de personas?; en cuanto a la filiación institucional de su autor, autora o autores: ¿Son estudiantes de la UPN?, ¿Son “asistentes”? ¿Son marcianos o extraterrestres? ¿O son infiltrados de la policía y de los numerosos cuerpos de seguridad del Estado colombiano, decenas de los cuales se pasean como Pedro por su casa en nuestra universidad? Esta última pregunta es pertinente, si recordamos que se acaba de cerrar judicialmente el montaje [falso positivo judicial] de Lebrija, en donde por acción de un infiltrado [Cuper Diomedes Díaz Amado], quien estaba inscrito como estudiante de la Facultad de Educación en la UPN, se encarceló, persiguió, calumnió, difamó y fue arruinada la vida de varios estudiantes de esta universidad, cuatro de ellos y ellas estudiantes de Ciencias Sociales.

Y esos estudiantes, luego de todo lo que soportaron junto con sus familias, acaban de ser absueltos. De tal manera, que existen antecedentes muy cercanos a nosotros para inquirir con toda la legitimidad del caso sobre el origen de tan tenebroso pasquín e involucrarlo en las acciones de infiltración que se llevan a cabo de manera cotidiana en nuestra alma mater. Porque, además, ¡la redacción, sintaxis, coherencia interna, nivel de argumentación y profundidad del pasquín en cuestión es de tal nivel que parece haber sido escrito en un cuartel de policía! [Ver Anexo: El agente secreto Diomedes Diaz].

Una cosa deja clara este panfleto y es que quien o quienes lo concibieron dicen estudiar en el Departamento de Ciencias Sociales, debido a lo cual es necesario hacer unas breves consideraciones sobre su validez documental. Y aquí voy a remitirme a aquello que planteo en forma reiterada desde hace años en los cursos que imparto de historia, especialmente en el Taller de Historia, con respecto a las fuentes, un asunto que le recalcó a los estudiantes hasta el cansancio.

Un elemento distintivo del oficio del historiador y del profesor de historia radica en indagar sobre la validez de las fuentes. Primero hay que establecer el origen y autenticidad de una fuente, y esto remite a su crítica externa, lo cual se resume en varias preguntas: ¿Quién generó la fuente? ¿Es una fuente voluntaria (intencional) o involuntaria (no intencional)? Al respecto, la teoría historiográfica ha establecido que la fuente intencional o voluntaria es la más deleznable y la menos fiable de todas. Y, peor aún, cuando es perversamente intencional o malintencionada ‒como el panfleto aludido‒ y no lleva ninguna firma, lo cual quiere decir que se hace con el claro objetivo de hacer daño y no asumir ninguna responsabilidad. Es evidente que este pasquín no resiste una crítica externa, porque fue escrito con el fin de calumniar sin dar la cara. Segundo, en esas condiciones, la crítica interna, sobre el contenido mismo del pasquín, sobra, no es necesaria, porque eso sería darle validez a un conjunto de sandeces, que recurren al anonimato, la tergiversación y la mentira.

Dicho esto, vale decir que el panfleto tiene, además, un tono amenazante cuando utiliza al final el dibujo de una vaca y en su cuerpo aparece una cruz. Esto puede entenderse como una abierta amenaza, porque entre las múltiples metáforas que se desprenden de la utilización de la cruz, una trágica y dominante en Colombia es la de la muerte y, en forma más lapidaria, las amenazas o condenas a muerte.

Como no sabemos la identidad del autor o autores del pasquín para que aclaren qué sentido le atribuyen a la cruz pintada en el costado de la vaca, y como las intenciones del pasquín son perversas y destructivas, podemos, con toda la gravedad que genera la situación, atribuirle el sentido de que es una amenaza de muerte. Lo preocupante radica en que muchos estudiantes del Departamento de Ciencias Sociales de la UPN, profesores de nuestro programa y de otros programas y, abusivamente, el Coordinador del Departamento de Ciencias Sociales se sorprendan de la interpretación del símbolo que cierra el pasquín como una amenaza de muerte. Esa interpretación es perfectamente válida, si tenemos en cuenta que, de una parte, yo he sido amenazado antes y me he tenido que exiliar y, de otro lado, en este país matan a diario a decenas de personas y a muchas de ellas antes de acribillarlas les han enviado mensajes ataviados con terroríficas cruces [♰].

Hay más cosas referidas a la violencia explícita e implícita del panfleto de marras que se inscribe en lo políticamente correcto del repliegue identitario, una de cuyas pretensiones es eliminar a quien considera su incomodo adversario, como a quien escribe y firma este texto. Esa violencia simbólica es el linchamiento moral a que se somete a una persona ‒y ahora me toca a mi‒ atacando uno de los puntos más preciados de su humanidad, como es su honor y autoestima. Por eso se puede hablar de otro tipo de acción homicida, es el asesinato de su imagen pública. Porque, no se nos olvide, que, así como existen “asesinos de la memoria”, existen “asesinos de la moral”, porque se trata de destruir la dignidad de un ser humano y enlodarlo con calumnias, tergiversaciones y embustes. Eso puede hacerse con el manto del anonimato y con la protección de los que se autoproclaman como representantes de las “victimas”. Por todo lo anterior, ¡los miembros de la comunidad de la UPN deberían saber que Cundinamarca no es Dinamarca!

LA CIRCULACIÓN Y DIFUSIÓN DE LA INFAMIA

“Al reflexionar sobre las recientes cazas de brujas, incluida la mía, me han sorprendido especialmente las cartas de denuncia masiva, que ahora son comunes en nuestras universidades […]. Me parece que estamos entrando en el reino de la oscuridad cultural, donde el argumento racional y el respeto por el oponente están desapareciendo del discurso público, y donde, crecientemente, en cada asunto que importa, se permite solo una visión y una licencia para perseguir a todos los herejes que no se adhieran a ella”. (R. Scruton, citado en Axel Kaiser, La neoinquisición. Persecución, censura y decadencia cultural en el siglo XXI, Ariel, Bogotá, 2020, pp. 26-27).

Luego de fabricada la infamia, viene la segunda labor, la de su circulación y distribución, algo fácil en este mundo de cretinos digitales. Primero, se imprimió en papel para distribuir en el edificio A de la UPN, habiendo dejado una gran cantidad de copias del panfleto en la sede de ASPU-UPN, lo cual no es casual, sino que responde a la campaña de desprestigio a todos los niveles, que se empezó a orquestar desde la última semana de agosto. También empezó a circular por medios virtuales, para ampliar su radio de acción y difundirlo a través de las redes (anti)sociales, en donde no existe el más mínimo criterio de racionalidad.

Otro medio de difusión de los infundios, calumnias y mentiras que se están vertiendo contra mí en estos días, contra mi buen nombre y mi reputación moral (esto es lo verdaderamente crucial, porque lo académico e intelectual pasa a ser una cuestión muy secundaria) son las paredes del edificio A y de sus baños. Y se han convertido en muros de la infamia, en donde se replican las mentiras, calumnias e infundios sin fundamento, a raíz de la publicación por un grupo de estudiantes de un documento titulado “Por una universidad crítica, deliberante y en constante debate”. Este texto va firmado con nombres y apellidos y asume un punto de vida de manera franca y directa, dando la cara y no amparándose en la comodidad y cobardía propia de los anónimos. ¿Quién dijo miedo? Inmediatamente empezaron los descalificativos llamando a esos estudiantes “sapos”, “lambones” y otras lindezas por el estilo. Y han aparecido señalamientos contra mí, dando por sentado que lo que dice el pasquín original es cierto.

A partir de un anónimo al que se le da carta de credibilidad, sin la menor distancia crítica frente a lo que representa como generador de patrañas, infundios y calumnias, van ampliándose los señalamientos: ahora soy homófobo, tránsfobo, acosador, sin que exista la menor prueba real, material, que lo confirme. Como no existe el elemental derecho de la PRESUNCIÓN DE INOCENCIA, en cartas, mensajes por las redes (anti) sociales, comunicados y anticomunicados eminentes académicos y académicas dan por válidas las infames acusaciones y me señalan como responsable de los infundios que dice un papel anónimo. Ellas y ellos portan el rutilante traje de neoinquisidoras y neoinquisidores y blandiendo el fulgurante látigo de la autoproclamada “superioridad moral” echan leña al fuego de la pira excremental, donde se quema a este inquisidor porque se ha atrevido a transgredir las “buenas costumbres” de la corrección política de moda.

Para ellos no hay duda alguna, SOY CULPABLE y debo ser lapidado, como lo ordena la nueva inquisición. Sus invocaciones se basan en las sandeces de un pasquín anónimo, cuyas afirmaciones tienen el mismo grado de veracidad como decir que “Hoy está lloviendo para arriba” o “Me están visitando los marcianos”. Si esto lo afirma alguien que se autoproclama “victima” ‒terreno tan manoseado como pocos‒ y cree que la lluvia o los extraterrestres lo están atacando es porque está lloviendo para arriba y esta mañana los visitaron los habitantes de Marte y punto. Eso no se discute, hay que creerle a pie juntillas y no dudar ni un minuto, porque así lo dice una supuesta víctima. A quienes atizan la hoguera del odio y de la infamia vale preguntarles: ¿Tan pronto se les olvido el suicidio inducido de Fabián Ramírez, estudiante de Ciencias Sociales ‒mi recordado alumno‒ en uno de los baños del Edificio A de la UPN el 11 de marzo de 2020, luego de que se publicaran anónimos que lo incriminaban y deshonraban?

A partir de los chismes y el matoneo se pretende, como algo propio del fingido victimismo que se ha impuesto como norma, que pidamos perdón por ser como somos, por pensar en forma crítica e independiente, por no estar sujetos a las estupideces de la corrección política. Porque en la UPN a muchos y muchas les duele no haberme podido callar durante 34 años y que haya mantenido mi postura independiente, seria y rigurosa, sin rendirle pleitesía a nadie ni a nada, diciendo cosas que incomodan, no incurriendo en la autocensura, ni plegándome a las modas en curso. Porque mi delito es hablar claro, sin rodeos ni eufemismos, en plantear asuntos críticos, en no decir palabras convencionales. Y por eso hago mío el pensamiento del gran Oscar Wilde, escritor que fue encarcelado por su condición de homosexual: “Cada vez que la gente está de acuerdo conmigo siento que me estoy equivocando”.

Se trata, como dijo alguna vez Franz Kafka, al que algunos estudiosos de su obra y vida consideran homosexual: “Pienso que sólo debemos leer libros de los que muerden y pinchan. Si el libro que estamos leyendo no nos obliga a despertarnos como un puñetazo en la cara, ¿para qué molestarnos en leerlo? […] Lo que necesitamos son libros que nos golpeen como una desgracia dolorosa […] Un libro debe ser el hacha que rompe el mar helado dentro de nosotros”. Esto mismo debe concebirse no solamente para la palabra escrita, sino para la palabra oral, en las clases. Es decir, que aquello que digamos toque a los estudiantes de alguna forma, los cuestione, revuelva las cosas “normales” y las ponga patas arriba. Para que los estudiantes o las personas que escuchan se inquieten, por lo menos. Y si eso que se dice los aturde, los lleve a preguntar, a cuestionar, a dudar, a no tragar entero, eso ya es un gran logro educativo, que rompe con la educación bancaria, que adocena, embrutece y encasilla a los seres humanos.

Lo sano y honesto es que si ese pensamiento y esa forma de ser en el aula de clase los afecta o conmueve, lo manifiesten allí mismo ante el profesor, porque ese es un mecanismo indispensable para construir dialogo. Si no es así y se acude al chisme, a la calumnia, a la mentira, a hablar de espaldas a la gente a la que tenemos de frente pero no lo decimos nada, lo que se está generando es una red de inquisidores, de censores, de mediocres que no entienden lo que significa pensar y la libertad de expresarse en una cátedra.

Porque una cosa es evidente, la neoinquisición que se quiere implantar en las universidades públicas colombianas, entre ellas la UPN, busca es eliminar la libertad de cátedra, el derecho a opinar, expresarse, y, en últimas, el derecho a pensar. Como bien lo dijo Tomas Paine, en su obra Sentido Común: “Cuando el hombre renuncia al privilegio de pensar, se oculta en el horizonte la última sombra de libertad”.

CONCLUSIÓN SOBRE CIERTO TIPO DE “DES-EDUCADORES”

Quien o quienes escribieron ese miserable panfleto anónimo dicen pertenecer a nuestro departamento de Ciencias Sociales, lo cual supone que se está formando como profesores. Pero, ¿qué tipo de educadores pueden llegar a ser? ¿Qué nos espera con “educadores” que basan su quehacer en la mentira, la infamia, la hipocresía, la simulación? ¿Qué pensar de “educadores” sin el más mínimo carácter, personalidad y criterio para asumir una posición, defenderla y discutirla con el que consideran su antagonista, hasta el punto de que en lugar de hacerlo se basan en el escupitajo anónimo y cobarde? ¿Qué expectativas de transformación pueden fincarse en personas que quieren ser profesores o profesoras y recurren al linchamiento moral, a la calumnia, al golpe bajo y sin asumir ninguna responsabilidad, refugiándose en el complaciente anonimato? ¿No van a ser más bien prototipos de la mala educación que tan bien critica el director de cine, homosexual, Pedro Almodóvar en una extraordinaria película que lleva ese mismo título?

Por todo ello, me estremezco de angustia de solo concebir la idea de que mis dos pequeñas hijas puedan llegar a tener DES-EDUCADORES de esa calaña, de la que han mostrado en estas semanas aquellos que han hecho suya la pedagogía de la indignidad, de las mentiras, de la vileza y de la infamia. Contra esa pedagogía hemos luchado durante toda nuestra vida, sin ceder ante la misma ni un ápice, ni concederle el más mínimo respeto, como lo seguiremos haciendo dentro y fuera de la UPN, el centro educativo al que he consagrado gran parte de mi vida, y al que espera un tenebroso futuro si dejamos que quede en manos de los neoinquisidores y neoinquisidoras de la corrección política y su pretendida “superioridad moral”, a partir de la cual se creen con el derecho de juzgar y condenar a tirios y troyanos.

ANEXO

«EL AGENTE SECRETO DIOMEDES DÍAZ»
John Galán Casanova
El Espectador, septiembre 10 de 2022.

Este falso positivo judicial tiene tanto de aberrante como de insólito.

Diez años atrás, en 2012, un presunto estudiante de psicopedagogía entabla amistad con otros alumnos de la Universidad Pedagógica, participa de las marchas y los debates, asiste a las casas de los activistas. Gana su confianza al punto que, cuando los invita a una finca de recreo en Lebrija, Santander, nadie desconfía. Varios asisten, entre ellos el profesor Carlo Alexander Carrillo y las estudiantes Érika Aguirre y Xiomara Torres. Llegan a la finca Villa Karen el 25 de septiembre, para, a la madrugada siguiente, junto a estudiantes de otras partes del país, ser capturados por un comando de la Dijin, sindicados de fabricar explosivos y de integrar una red guerrillera denominada Juventudes M-19.

Los medios divulgaron el montaje oficial. Bajo el título “Capturan universitarios que planeaban disturbios en aniversario de muerte de Mono Jojoy”. El Espectador reprodujo dos días después el rugido del entonces director de la Policía, general León Riaño: “Este grupo de estudiantes se encontraba preparando material explosivo para protestas en la UIS, donde, de acuerdo con el material recaudado, pretendía cometer acciones vandálicas” [Ver]. Al profesor Carlo lo convirtieron en alias Caco, y a las estudiantes Érika y Xiomara, en alias Mónica e Indira.

El ardid empezó a derrumbarse cuando el fiscal Bohórquez Flechas presentó a su principal testigo, una “fuente no formal” que resultó ser el amistoso estudiante de psicopedagogía, que resultó ser un agente encubierto de la policía. Aunque este acusó a los imputados de ser diestros cocineros de papas explosivas, al juez no le convenció el conjunto de las pruebas presentadas. Por el contrario, recriminó a Flechas por basar el caso en el testimonio del infiltrado, quien nunca tuvo una orden de la Fiscalía o una autorización de un juez para acechar a los entrampados. En consecuencia, tras diez años de pesadilla, cuatro de los cuales estuvieron encarcelados, el Juzgado Primero Penal del Circuito Especializado de Bucaramanga decretó su inocencia a finales de julio.

Lo más insólito de esta historia –aparte del hecho de que el juez Beltrán no haya ordenado investigar el proceder del agente secreto y sus superiores– es la identidad del sujeto en cuestión, quien responde al nombre de Diomedes Díaz. Cúper Diomedes Díaz Amado, para ser más exactos, como se lee en la denuncia penal instaurada por la madre de una de las inculpadas.

Imagino a los papás de Cúper Diomedes poniéndole el nombre al muchachito. Coinciden en el Diomedes de su ídolo musical, y anteponen el Cúper, no sé si por la estrella del cine Gary Cooper, o por Cupertino Surrucuca, uno de los personajes del dúo Los Ruanetas en Sábados Felices. Así, con ese rótulo altisonante, los Díaz Amado lanzan al mundo a su vástago, destinado a ser espía.

En principio, resulta absurdo pensar que alguien con un nombre tan reconocido como el de Diomedes Díaz pueda ser agente secreto en este país. Lo mismo diríamos de alguien llamado Radamel Falcao o James Rodríguez. Cúper Diomedes lo consiguió. El boletín de alerta que lanzó el portal Universidad Pública Colombia para denunciar esta estrategia de criminalización del movimiento estudiantil muestra un Diomedes Díaz bien parecido, mejor conservado que el cantante, más jovial de civil en la universidad que en el carné de policía.

En últimas, Cúper Diomedes capitalizó lo que parecía imposible: aprovechar su nombre de ídolo entronizado en el inconsciente colectivo para engatusar a sus víctimas, a lo cual se suma el efecto subliminal de su segundo apellido. Porque, ¿a quién no le parecería simpático ser amigo de Diomedes Díaz Amado? ¿Cómo no sentirse halagado si Diomedes Díaz le gasta una empanada a uno? ¿Cómo no marchar confiado junto a Díaz Amado? ¿Cómo negarse a salir a rumbear con él o rechazarle la invitación a una finca?

“Lo consideraba casi como un hermano. Para Érika y para mí era una persona más de la familia”, señaló Xiomara Torres, la estudiante de Física que por fin logró graduarse el año pasado y obtuvo una beca de maestría en el exterior. Su amiga Érika Aguirre, estudiante de Química, creó a partir de su experiencia la campaña Objetivo Libertad, que recopila y denuncia falsos positivos judiciales. El profesor Carrillo sigue dedicado a la enseñanza y a la cuentería, y espera ser resarcido tras batallar una década por recuperar su buen nombre: “Estoy contento porque no somos lo que los medios mostraron. No es lo mismo que tú digas ‘soy inocente’, a que lo diga la justicia. Fue una tortura de diez años”.

De modo que, integrantes de ONG, líderes y lideresas barriales y estudiantiles, compañeras y compañeros activistas, mucho ojo: si las o los llega a abordar alguien llamado Diomedes Díaz, Silvestre Dangond o Jessi Uribe, tengan cuidado, desconfíen al máximo, lo más probable es que se trate de un infiltrado.

Renán Vega Cantor: Profesor Departamento de Ciencias Sociales, Universidad Pedagógica Nacional

Fuente: https://rebelion.org/pedagogia-de-la-infamia-y-de-las-mentiras/

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Una historia de resistencia y esperanza frente al odio y el racismo antiasiático

El aumento de los delitos de odio contra las personas de ascendencia asiática y de las islas del Pacífico en Estados Unidos desde el comienzo de la pandemia del COVID-19 inspiró a la artista Amanda Phingbodhipakkiya a realizar vibrantes obras de arte con personas de ascendencia asiática. Expuestas en espacios públicos de la ciudad de Nueva York, las imágenes, y los mensajes que transmiten, han sido noticia en todo el mundo.

En la primavera de 2021 aparecieron carteles, murales y pantallas de vivos colores en paradas de autobús, estaciones de metro y edificios emblemáticos de toda la ciudad de Nueva York, como parte de un proyecto encargado por la Comisión de Derechos Humanos de la ciudad llamado I Still Believe In New York (Todavía creo en Nueva York), con obras de Phingbodhipakkiya, artista residente de la Comisión.

Phingbodhipakkiya, neurocientífica estadounidense convertida en artista, nacida en Atlanta e hija de inmigrantes tailandeses e indonesios, tiene desde hace mucho tiempo un alto perfil en el mundo del arte, y sus exploraciones del feminismo, la ciencia y la comunidad han ido a menudo más allá de las galerías y los medios de comunicación, a protestas y concentraciones, así como a edificios y túneles de autopistas.

Pero su respuesta artística al aumento del odio contra los asiáticos desde la pandemia del COVID-19 la ha llevado a un público mucho más amplio: I Still Believe In This City ha sido cubierta por un gran número de medios de comunicación, incluida la portada de la renombrada revista Time, lo que refleja una nueva conciencia de la ira y la violencia dirigidas a los asiático-americanos.

Mientras que las obras, que muestran imágenes de personas de origen asiático y de las islas del Pacífico, transmiten positividad y una perspectiva optimista, el texto que las acompaña ofrece al espectador una perspectiva diferente, ya que contiene información sobre el contexto más oscuro que ha inspirado estas piezas, como «Este también es nuestro hogar», «No soy tu chivo expiatorio» y «Yo no te he hecho enfermar», lema este último que refleja la focalización en las personas de origen asiático, sobre la base infundada de que son las principales responsables de la propagación del COVID-19.

Phingbodhipakkiya afirma que las figuras retratadas en los carteles y murales representan «guardianes resistentes y esperanzados, frente a estos horribles ataques contra nuestra comunidad. Nos elevan como guardianes, manteniéndonos a salvo, animándonos a defender nuestros derechos».

Arte y derechos humanos

La exposición de arte público ha sido elogiada por el miembro de la minoría de derechos humanos de la ONU, Derrick León Washington, antropólogo cultural, bailarín y comisario afincado en Nueva York, que cree que el arte es crucial para promover los derechos humanos: «El arte como el de Amanda es una forma importante de iniciar conversaciones difíciles. Está conectado con las experiencias vividas, y nos ayuda a llegar y tocar a diferentes comunidades».

Las obras de arte, dice Washington, «hablan de la rebeldía de los asiático-americanos frente a la violencia antiasiática». Sin embargo, esto no es sólo una historia de Nueva York o de Estados Unidos, y el Secretario General de la ONU ha expresado su «profunda preocupación» por el aumento de ataques similares en todo el mundo».

«El racismo contra los asiáticos y los isleños del Pacífico no es un fenómeno nuevo», afirma Carmelyn Malalis, presidenta de la Comisión de Derechos Humanos de Nueva York. «Todos tenemos historias de nuestra juventud, pero es cierto que el año pasado fue especialmente malo, debido a la pandemia».

Malalis señala que el aumento de los niveles de odio contra los asiáticos se produjo en el contexto de un aumento de todas las formas de racismo, en Nueva York y fuera de ella. «En el último año, el movimiento Black Lives Matter (Las vidas de las personas negras importan) ha luchado contra el racismo contra ellos, y ahora hay que luchar contra el racismo contra los asiáticos, el antisemitismo y otras formas de xenofobia. Esta es una ciudad muy diversa, y queremos ver la solidaridad entre todas nuestras diferentes comunidades».

En 2020, cuando el COVID-19 se extendió por la ciudad de Nueva York y los hospitales de esta ciudad experimentaron un aumento de casi 200.000 pacientes, los asiáticos y los isleños del Pacífico (API) se enfrentaron a una amenaza añadida: la culpa, el racismo y la xenofobia.

MK Luff
En 2020, cuando el COVID-19 se extendió por la ciudad de Nueva York y los hospitales de esta ciudad experimentaron un aumento de casi 200.000 pacientes, los asiáticos y los isleños del Pacífico (API) se enfrentaron a una amenaza añadida: la culpa, el racismo y la xenofobia.

Conozcamos nuestra propia fuerza

Al mismo tiempo que las obras de arte I Still Believe in This City se exponían en Nueva York, Phingbodhipakkiya lanzó otra obra más sombría, también en colaboración con la Comisión de Derechos Humanos de Nueva York, titulada May we know our own strength (Conozcamos nuestra propia fuerza). Surgió de su reacción a un tiroteo masivo en marzo de 2021, que se saldó con la muerte de ocho personas, seis de las cuales eran mujeres de ascendencia asiática.

«Esta instalación se desarrolló lentamente a partir de historias compartidas de violencia contra los asiático-americanos y los isleños del Pacífico, pero estaba abierta a cualquier persona que pasara por algo difícil; era un espacio para que depositaran su carga», explica Phingbodhipakkiya.

Los supervivientes de agresiones y otras formas de abuso publicaron anónimamente sus historias, a menudo muy personales y angustiosas, en un formulario de envío en línea. Cada envío activaba una impresora en el escaparate, que transmitía las historias en cintas de papel, al tiempo que activaba una bombilla incandescente. A continuación, Phingbodhipakkiya tejió las historias en intrincadas esculturas colgantes.

La artista dice que espera que la exposición ayude a transformar el dolor y la pérdida de cada historia en «un nuevo camino para la paz y la dulzura, y un nuevo camino hacia adelante».

«A menudo -añade- cuando vemos actos atroces, nos apartamos. Pero, al cerrar la puerta a los demás, cerramos la puerta a nuestra propia humanidad. El arte puede devolverla».

 

Este artículo forma parte de una serie de artículos multimedia publicados en el marco de las conmemoraciones del vigésimo aniversario de la Declaración de Durban de la ONU, considerada un hito en la lucha mundial contra el racismo.

Fuente: https://news.un.org/es/story/2021/09/1495832

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Los mensajes ocultos en los superéxitos del pop

Cuando la premiada cantante y compositora de 19 años Billie Eilish anunció el lanzamiento de su segundo álbum, muchos seguidores en las redes sociales empezaron hablar de un posible «mensaje oculto» que unía los distintos títulos de sus canciones.

Juntando en inglés tres de ellas: My Future, Everything I Wanted y Happier Than Ever, los fans han querido leer: Mi futuro [es] todo lo que quería; [por tanto, soy] más feliz que nunca.

Esto podría ser una mezcla selectiva del catálogo de Eilish, pero la idea de una «nota secreta» dedicada a los oyentes en la que la cantante expresa su felicidad es poderosa.

Sobre todo si tenemos en cuenta que su música ha abordado varias veces la salud mental y la vulnerabilidad personal.

La música pop es universal e intensamente subjetiva.

Una melodía pegadiza capta nuestra atención, pero son los elementos codificados (lírica y visualmente) los que realmente conectan con nosotros, y en su forma más poderosa, son positivamente transformadores.

 

Luis Fonsi y Daddy Yankee

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Pie de foto,Luis Fonsi y Daddy Yankee triunfaron en 2017 con su tema «Despacito».

El músico y escritor estadounidense Ted Gioia sostiene en su excelente libro Music: A Subversive History (2019) que «en cada etapa de la historia de la humanidad, la música ha sido un catalizador para el cambio, desafiando las convenciones y transmitiendo mensajes en clave o sin ambigüedades».

«Ha dado voz a individuos y grupos que no tienen acceso a otras plataformas de expresión», añade.

La música pop a menudo ha sido calificada como «ligera» debido a su audiencia joven, su simpleza y su estatus de corriente principal, pero esos elementos son donde realmente se esconde su fuerza.

Las canciones pop no originan temas de bienestar mental, igualdad, libertad, activismo, pero sí los transmiten a las plataformas más amplias posibles.

En la era digital, las superestrellas de la música pueden hacer que sus seguidores se sientan próximos.

MTV Video Music Awards

FUENTE DE LA IMAGEN,GETTY IMAGES

Pie de foto,
Así fue la actuación de Taylor Swift en los premios MTV en 2019.
El ejemplo pueden ser los likes de Taylor Swift dando pistas sobre nuevos lanzamientos o mensajes escondidos en sus canciones.

Es posible que las publicaciones en las redes sociales no hayan conseguido unir a los fans del pop de generaciones mayores, pero al menos podíamos leer entre líneas en una rica variedad de revistas de música.

Entre ellas destaca la publicación quincenal sobre pop británico Smash Hits, que se vendió desde 1978 hasta 2006.

Uno de sus exeditores, Alex Kadis, le dijo a BBC Culture: «Mientras me hacía mayor, escuchar música pop me ayudó a crear un segundo mundo en el que podía encajar».

«En Smash Hits, la escritura tenía que ser lo suficientemente incisiva y humorística para enganchar a los lectores mayores, pero también tenía que ser lo suficientemente emotiva y directa para los más jóvenes», añadió.

El productor de la BBC John Walters leyendo la revista Smash Hits.

FUENTE DE LA IMAGEN,GETTY IMAGES

Pie de foto,El productor de la BBC John Walters leyendo la revista «Smash Hits».

Incluso las letras y poses más espumosas pueden evocar un mensaje secreto.

Aquí se puede incluir a la banda de chicos de principios de los 90, New Kids on the Block (NKOTB).

Al igual que con las letras de las canciones, esta inmersión en la música pop operó en más de un nivel a la vez.

Y aunque el mensaje subyacente tenía un sentido de camaradería demostró que el pop es esencialmente una fuerza unificadora.

«NKOTB trajo una especie de expansión que no habíamos visto en el pop británico desde hacía un tiempo», argumenta Kadis, quien ahora es gerente y consultor en la industria musical.

«Su música se resumía a una fórmula. Era muy repetitiva, una especie de mantra. Tenían cierta arrogancia y cuando los veías actuar, se te quedaba algo de eso. La idea era: ‘puedes ser parte de esta pandilla'», dice.

«Este fenómeno lo vi de nuevo, años después, trabajando en el marketing inicial del grupo One Direction».

«Ahora, la banda de K-pop BTS también encarna gran parte de esa mentalidad de colegas, y la conexión con sus fans es muy poderosa. Mucha música pop es realmente importante porque te invita a convertirte en parte de un movimiento, no importa lo que sea. Es un poco como una red de apoyo», afirma.

El grupo One Direction

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Pie de foto,One Direction se volvió un fenómeno de masas.

Cuando era niño y adolescente, no entendía el concepto de resistencia o conceptualización que llegaba a través de las noticias.

Aprendí todo a través del pop.

La corriente occidental dominante de la década de los 80 parecía a la vez desenfrenadamente materialista y extrañamente puritana.

Abundaban los excesos estilísticos, desde la moda hasta las producciones musicales.

Pero también había un tono muy crítico contra los gobiernos conservadores de Reino Unido y Estados Unidos, así como la cobertura de los medios, particularmente en lo que respecta a la expresión social y sexual.

Esta tensión resultó ser un semillero para el pop de mensajes escondidos, desde la política de género de las bandas británicas Eurythmics y Culture Club, hasta las contundentes protestas de los obreros en las canciones del álbum de Bruce Springsteen, Born in the USA.

Bruce Springsteen

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Pie de foto,Bruce Springsteen ya era una estrella en la década de los 80.

Por su parte, Smash Hits ofreció artículos a sus lectores de la banda de pop hábilmente pegadizaThe Blow Monkeys, cuyas melodías suaves y frías transmitían el mensaje de ser unos aliados de las comunidades LGBTQ.

Un buen ejemplo de esto es su canción de 1986 Digging Your Scene.

Oposición a gobiernos

Pero también mostraban su oposición al gobierno de derecha de Margaret Thatcher en Reino Unido en numerosos detalles, incluido su dúo de 1987 con Curtis Mayfield, con la canción Celebratethe Day After You(Celebraré el día después de ti).

Mientras tanto, el grupo de Liverpool Frankie Goes to Hollywood se mostraban como brillantes y despreocupados rebeldes, infames por su «prohibido» éxito de 1984 Relax.

En las notas de su álbum debut, el bajista de la banda Mark O’Toole admitió que cuando salió por primera vez fingían que se trataba de motivación y en realidad se trataba de tener relaciones sexuales.

Pero también de hacer referencias furtivas a la Guerra Fría, el arte y la filosofía de vanguardia en sus siguientes singles en horario estelar.

Holly Johnson

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Pie de foto,Holly Johnson posando fuera de la Casa Blanca con una figura falsa de Ronald Reagan.

Two Tribes estaba repleto de guiños visuales y de audio de los líderes occidentales, incluidos Lenin, Reagan y Thatcher, así como clips de trozos de películas sobre la guerra nuclear.

Welcome tthe Pleasuredome trajo a los admiradores del pop la influencia del poema de 1797 de Samuel Taylor Coleridge, Kubla Khan.

Y hasta hace poco, el líder de FGTH, Holly Johnson, conservaba su estilo acorde con el pop codificado.

Efecto subversivo

Su sencillo en solitario de 2015 Dancing with No Fear, captura la euforia instantánea de la pista de baile, pero también deja entrever una esperanza subyacente: la de vivir sin las restricciones tóxicas de la homofobia y otros prejuicios.

Generaciones de músicos han empleado letras ambiguas e insinuaciones para conseguir un efecto subversivo.

La década de 1990 produjo melodías de rave pop que se enfrentaban a una clase dirigente dispuesta a tomar medidas drásticas contra la cultura de los clubes y las referencias a las drogas.

Dos ejemplos: la canción Ebeneezer Goode, de la banda The Shamen, que encabezó las listas de éxitos en 1992 y el embriagador single de Madonna Bedtime Story de 1995 y coescrito con Bjork.

Madonna

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Pie de foto,La letra de Bedtime Story, de Madonna, es un himno a las alegrías de la inconsciencia.

Identidad sexual y liberación

En el siglo XXI, las letras con mensajes secretos también transmiten identidad sexual y liberación, ya sea que la cultura dominante capte o no el mensaje de inmediato.

Cuando a principios de este año Lil Nas X fue criticado por el contenido «inapropiado» de su cántico gay Montero (Call Me by Your Name) -Montero (Llámame por tu nombre)-, atacó desde su cuenta de Twitter a la hipocresía conservadora.

Argumentó que su gran éxito de 2019, Old Town Road, era una oda al adulterio. «Decidiste que tu hijo podía escucharlo. Cúlpate a ti mismo».

Un mural de David Bowie.

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Pie de foto,El legendario músico inglés David Bowie murió apenas días después de lanzar al mercado su último álbum «Blackstar».

Algunos artistas pop se vuelven cada vez más intrépidos cuando se vuelven superfamosos.

Otros han demostrado una fuerte inclinación por los mensajes codificados en su música que perduran más allá de sus notas finales.

El glorioso álbum Blackstar de David Bowie (2016) ha seguido revelando secretos desde su lanzamiento.

Pasó en el 69 cumpleaños del cantante y también un par de días antes de su muerte.

Además de las referencias del disco a la mortalidad, hay una cualidad mágica en su obra de arte abstracta: un fan descubrió que cuando la funda monocromática se exponía a la luz solar directa, aparecía la vasta galaxia de Starman.

Mientras tanto, los videoclips de Beyoncé han incluido imágenes de archivo de líderes inspiradores, incluido Martin Luther King, y ha sido emocionante verla usar progresivamente su plataforma para encarnar temas del poder negro, la herencia africana y la igualdad.

El ejemplo más claro fue su homenaje a las Panteras Negras a través de la coreografía y accesorios de su actuación en el Super Bowl 50 (2016).

Super Bowl 50

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Pie de foto,Beyoncé actuó con Chris Martin, de Coldplay, y Bruno Mars en el medio tiempo de la Super Bowl 50.

Y ha seguido enviando mensajes de esta manera, en una progresión intuitiva hasta el lanzamiento de su película y banda sonora de 2020 Black Is King, con la que la cantante quiso celebrar: «Todos los hermosos reyes y reinas negros que continúan inspirándome e inspirando al mundo entero», según dijo en su discurso de los Grammy 2021.

También hay que reconocer a los talentos musicales emergentes que incorporan mensajes en sus ritmos pegadizos.

La joven cantautora londinense Poppy Ajudha crea melodías seductoras que comunican temas profundos a partir del espíritu suave pero resistente del sencillo de 2020 Black Joy. Black Peace. Black Justice y su versión del Watermelon Man de Herbie Hancock.

En las cálidas escenas del vecindario que aparece en el video, vemos detalles de fondo que incluyen carteles de protesta con lemas como «Fin del racismo sistémico».

Poppy Ajudha

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Pie de foto,«Un artista contemporáneo debería escribir sobre lo que está pasando en el mundo», dice Poppy Ajudha.

«La música debería hablar de los tiempos. Mi música habla de lo que está sucediendo ahora», le dice Ajudha a BBC Culture.

«Un artista contemporáneo debería escribir sobre lo que está pasando en el mundo, porque eso queda para siempre marcado en la historia; no puedes borrar una canción que a la gente le encanta. Gran parte de la historia se desvanece, pero la música pop es subversiva. Une a la gente para crear cambio», añade.

«Cuando fui a la universidad, y estudié género, antropología y las tendencias contemporáneas de la sociedad, conocer el pensamiento de escritores y filósofos increíbles me hizo darme cuenta de lo que quería escribir y cantar: sobre feminismo, problemas sociales, mi herencia mestiza«.

«Se trataba de identidad, porque juega un papel muy importante en cómo nos vemos a nosotros mismos y en cómo nos ve la sociedad. Y esta visión fue creciendo conforme más escribía canciones y veía cómo la gente reaccionaba a ellas», afirma.

Menos soledad

«Sentí que estaba haciendo que la gente se sintiera menos sola. Me di cuenta de que de esto se trata la música. Se supone que debemos conectarnos, compartir experiencias y superar la mierda juntos», dice.

«No quiero que mi música solo comente lo difíciles que son las cosas. Quiero que mis canciones empoderen para hacer algo, sin importar lo que el mundo les diga, para cambiar las dificultades a las que se enfrentan».

En temas como Strong Woman, Ajudha también argumenta que hay una fuerza codificada en la expresión de desafíos personales.

La banda BTS

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Pie de foto,Los surcoreanos de BTS son un fenómeno mundial.

«Los artistas transmiten mucha emoción; permitimos que las personas sean vulnerables a través de nuestra vulnerabilidad. Es una especie de bendición y una maldición; significa que somos muy dramáticos, pero también significa que llegamos a sentir la plenitud de la vida, que a veces puede ser abrumadora, pero también muy hermosa», dice Ajudha.

A medida que el pop contemporáneo se vuelve cada vez más globalizado, sus mensajes codificados y sus conexiones parecen más expansivas que nunca, más allá de una cosmovisión occidental.

Aunque el inglés ha sido tradicionalmente la lengua franca de la cultura pop dominante, el significado del pop tiene posibilidades más amplias que nunca para los fans contemporáneos.

Ya sea que estén aprendiendo vocabulario nuevo y perspectivas sociales mientras siguen a sus estrellas favoritas de K-pop, Afrobeats o latinos, o publican respuestas al «mensaje oculto» de Billie Eilish en una multiplicidad de plataformas.

«El pop aprovecha el idealismo de la juventud; aumenta la conciencia de género, raza, emoción, con elementos que puedes interpretar como quieras», dice Kadis.

«El hecho de que se traduzca en todo el mundo, en diferentes idiomas y culturas, ese es el poder de la música pop».

Fuente: https://www.bbc.com/mundo/vert-cul-57231231

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España: Movimiento contra la Intolerancia detecta 59 incidentes de delito de odio racial, xenofobia y otras formas en 2020 en Castilla y León

El Informe Raxen critica que el año pasado «no se avanzó» en la leyes ni planes de acción contra el racismo y la intolerancia por un Gobierno «escasamente proactivo»

El Informe Raxen elaborado por Movimiento contra la Intolerancia ha detectado en 2020 en Castilla y León 59 incidentes de delitos de odio racial, xenofobia, racismo, antisemitismo, islamofobia, antigitanismo, homofobia y otras formas de intolerancia, discriminación y violencia. Entre otros, en esta ocasión destacan casos de estigmatización por haber padecido el coronavirus o ejemplos de ‘madrileñofobia’ cuando esta Comunidad contaba con altos índices de COVID-19. Este informe, que se publica anualmente desde 1995, se ha consolidado y ofrece datos para «investigar, analizar incluso proponer políticas de prevención criminal y de apoyo a las víctimas».

A su juicio, durante el año pasado «no se avanzó» en objetivos como la Ley de Igualdad de Trato ni la Ley contra los Delitos de Odio, ni en un Plan de Acción contra el Racismo y la Intolerancia, todo ello a causa de un Parlamento y un Gobierno «escasamente proactivos al respecto». Estas reivindicaciones «no encontraron eco, pese a las advertencias de los organismos europeos que detectan como factores inquietantes en toda Europa: la xenofobia, el antisemitismo y la polarización ideológica».

El Informe Raxen admite que en España la situación relativa es «mejor» que en otros países europeos, pero sin embargo la monitorización realizada la sitúa en el entorno de los 700 incidentes o hechos relacionados con este tipo de delitos en 2020. Persisten signos «inquietantes», señala el documento, al que tuvo acceso Ical. La Comunidad con mayor cifra es Cataluña, con 129 incidentes, seguida de Andalucía (88), Madrid (85) y Valencia (70). Posteriormente, Castilla y León, con 59, País Vasco, con 46, Navarra, con 37, Baleares, con 30, Aragón, con 27, y Murcia, con 21. El resto suman en torno al centenar, si bien se observan casos en todas las autonomías. Movimiento contra la Intolerancia lamenta que «solo se denuncia entre un 10 y un 15 por ciento de los hechos», con lo que se estiman entre 4.000 y 6.500 en España al año.

Como conclusión, el Informe Raxen advierte de que a esta situación «no se está prestando la debida atención social e institucional», con lo que «aumenta la presencia del discurso de odio en internet y redes sociales; el mensaje xenófobo y de las organizaciones extremistas europeas se difunde en España; y se constata el crecimiento de odio ideológico y de hispanofobia».

Fuente: https://www.abc.es/espana/castilla-leon/abci-movimiento-contra-intolerancia-detecta-59-incidentes-delito-odio-racial-xenofobia-y-otras-formas-2020-castilla-y-leon-202106101736_noticia.html?ref=https%3A%2F%2Fwww.google.com%2F

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“No recuerdo cuántas veces fui abusada”: Mujer trans relata su dura experiencia durante la guerra en El Salvador

Nancy, una mujer trans de 57 años de edad, narra su difícil experiencia en tiempo de la guerra debido a su identidad de género. La comunidad LGBTI sigue la lucha porque sus derechos humanos sean respetados.

Nancy tiene 57 años en un país donde la esperanza de vida para una mujer trans es de 33 años, de acuerdo con la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Es una sobreviviente. Uno de los grandes logros es no haber muerto durante los 12 años, tres meses y un día que duró el conflicto armado.

“No recuerdo cuántas veces fui abusada por los cuerpos de seguridad. Creo que como seis veces fui a parar detenida por la Policía Nacional y llevada a la “Media Luna”. Así le decían a una bartolina que estaba en el Castillo de la Policía. No había delito, solo me decían «vaya vos culero, subite que te vamos a detener». Nosotras preguntábamos por qué y solo a reír se ponían”, cuanta Nancy de sus mala experiencias durante la guerra civil.

Para 1975, Nancy tenía 11 años y fue cuando aceptó, con seguridad, cuál es su identidad de género. La reacción de su mamá fue llevarla a una cita con el psiquiatra, pero como la progenitora no obtuvo el resultado que esperaba, la echó de la casa.

Nancy encontró en la calle una familia adoptiva; otras mujeres trans con destinos similares. La falta de educación y de dinero la obligaban a prostituirse y también sufrir violencia sexual.

“En aquellos días no existían los derechos humanos. No había respeto alguno y menos para nosotras, nuestra palabra no existía”, recuerda Nancy 46 años después de que decidiera ser quien ella quería, sin importarle recibir el castigo por sobrepasar las normas y las construcciones sociales.

En 1979 inició la guerra en El Salvador que dejó 75 mil muertos y desaparecidos e incontables violaciones a los derechos humanos por parte de ambos bandos que no figuran en el Informe de la Comisión de la Verdad, los de la violencia sexual, es uno de esos delitos que no se han esclarecido ni judicializado.

Nancy tiene 57 años y es una emprendedora que ha logrado sacar adelante a su familia. Foto EDH / Jessica Orellana

“Aunque acá en San Salvador no fue tan fuerte la guerra sí sufrían los toques de queda. De repente, había enfrentamientos en los que podías perder la vida. Y ahí si no importaba quien eras”, explica.

Los soldados y oficiales podían ser amigos, pero también enemigos de las trans en esa época. Cuando no las violentaban, les pagaban por sexo.

“Los mismos militares nos contaban cómo había casos donde no perdonaban la vida de nadie. Yo fui testigo de cuántas mujeres trans fueron desaparecidas y asesinadas con crueldad, porque no solo es que las mataban, las desfiguraban con un odio horrible para que nadie las identificará”.

Nancy gozaba de una figura que destaca entre otras trans. Foto EDH.

Una realidad que no cambió con la firma de los Acuerdos de Paz

En El Salvador no existen cifras oficiales sobre los crímenes de odio basados en la identidad y expresión de género o en la orientación sexual de las personas.

El único caso que se ha judicializado en el país como crimen de odio es el asesinato de Camila Díaz, tres policías la mataron a golpes. El crimen fue calificado como homicidio motivado por el odio a la identidad de género. En julio de 2020, los autores fueron condenados a 20 años de prisión cada uno, un hecho histórico para la justicia salvadoreña.

Hasta diciembre de 2019, el Observatorio de Estadísticas de Género, que depende de la Dirección General de Estadística y Censos del Ministerio de Economía, reportó por vez primera en su boletín semestral, con cifras de 2015 a junio de 2019, un apartado con data de hechos de violencia contra la población LGBTI.

Sus estadísticas contabilizaron para ese entonces 692 casos de violencia. Cabe destacar que estos solo corresponden a las denuncias recibidas en el sector justicia, Isdemu, sector salud, Ciudad Mujer y otras instituciones públicas. De estos casos, 29 proceden de denuncias de organizaciones de la sociedad civil.

Nancy sabe que ser trans en este país es de ir contracorriente. Ella cree que haberse trazado un propósito en la vida le ha ayudado a salir de la prostitución, porque sabía que ejerciendo esa profesión podía ser también asesinada.
La oenegé Aspidh Arcoiris Trans Trans ha registrado al menos 600 homicidios de personas LGBTI en El Salvador desde 1992, año en que se firmaron los Acuerdos de paz.

De estas personas, las mujeres trans son la cara más visible de las disidencias sexuales por lo que están más expuestas a todo tipo de violencia, de discriminación e inclusive la a extorsión de las pandillas. Y de las denuncias que existen, la mayoría de agresores son integrantes de la Policía Nacional Civil (PNC), de acuerdo con informes de la Procuraduría para la Defensa de los Derechos Humanos (PDDH). Tener acceso a la justicia para ellas es una marcha cuesta arriba.

Nancy conoció varias mujeres trans que perdieron la vida durante el conflicto armado. Foto EDH / Jessica Orellana

Una lucha reciente

Durante la guerra no existían organizaciones que velarán por sus derechos de la comunidad LGBTI. Así lo explica Camila Portillo, activista por los derechos de las mujeres trans. Tampoco estaban organizadas. Con la firma de los Acuerdos de paz y llegaron cambios y comenzaron a dar los primeros pasos para constituir una oenegé que las representará en 1994.

En ese contexto, Nancy pudo encontrar una opción distinta al trabajo sexual y se convirtió en defensora de derechos humanos LGBTI. Entró en un proceso de perdón y sanación que le permite ayudar a las nuevas generaciones trans.
“Hoy los jóvenes tienen más oportunidades para decidir quiénes son, oportunidades que yo hubiera querido tener en aquel entonces; aunque si me preguntan, no me arrepiento de lo que me tocó vivir porque me ha hecho ser quien soy”.

Pero la tolerancia no vino junto a los Acuerdos de Paz. Las garantías para respetar los derechos humanos no tenían la misma lectura para las personas LGBTI. No las reunificó con una sociedad que no estaba preparada ni educada.
“Siempre seguimos asediadas, violentadas y matadas”, reflexiona Nancy, aunque confiesa que ha percibido un poco más de respeto durante la última década.

“Antes yo no podía estar en la calle porque te levantaban y muchas veces no volvías y no porque yo me lo esté inventando sino porque yo lo viví, aunque a veces las cosas no son como quisiéramos, pero debemos conmemorar los Acuerdos de Paz y seguir luchando cada uno para garantizar nuestros derechos y no olvidar la historia”.

Fuente: https://www.elsalvador.com/noticias/nacional/testimonio-mujer-trans-derechos-humanos-guerra-civil-el-salvador/796797/2021/

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Francia: Disturbios en la gran manifestación de París contra la polémica ley de seguridad de Macron

Grupos de manifestantes violentos han provocado varios incendios en mobiliario urbano. La policía ha respondido utilizando gas lacrimógeno

La onda expansiva de la agresión de cuatro policías contra un ciudadano negro, detenido por no llevar mascarilla, ha sacado a decenas de miles de personas a la calle en París y una decena de ciudades francesas. Los agentes están detenidos y el presidente de la República ha calificado de «inaceptable» su actuación. Emmanuel Macron va a tener que soltar lastre porque la calle ha despertado.

La detención de Michel Zecler ocurrió hace una semana pero la difusión de la paliza incendió las redes el jueves. Fue la chispa que prendió el incendio contra la Ley de Seguridad Global, aprobada ya en la Asamblea y que debe seguir su trámite ahora en el Senado.

Hasta esta semana, la oposición no había logrado hacerse oír más allá del terciopelo de las bancadas de la Asamblea. Sindicatos de periodistas habían reunido pequeños grupos contrarios a ley y, sobre todo, a su artículo 24 que limita la difusión de imágenes de los agentes del orden. Todo parecía circunscrito al microcosmos político y mediático.

De hecho, este sábado estaba marcado en la agenda informativa por la reapertura de las tiendas, primer escalón en la salida del segundo confinamiento. De hecho estaban abiertas en el bulevar Beaumarchais. Pero nadie parecía reparar en ello bajo el sol tibio del otoño.

La gente estaba en la calzada, la policía en las aceras. Por primera vez desde enero, antes de la pandemia, una gran manifestación recorría el camino entre las plazas de la República y de la Bastilla. «Contra la deriva autoritaria / En marcha por nuestras libertades» decía la pancarta principal. En ambos extremos, las caras del ministro de Interior, Gérald Darmanin y del prefecto de París, Didier Lallement. El impulsor de la ley y el jefe de la policía en la capital son las dos cabezas que reclamaban los manifestantes.

La protesta callejera sólo se autorizó cuando un juez lo dictaminó el viernes. Esa improvisación y la falta de rodaje se percibía en la falta de lemas. De hecho, el más coreado era uno viejo: «Policía en todos los sitios; Justicia en ninguno».

Muchos manifestantes habían traído su slogan, pintado en un cartón: «Inventad una vacuna contra el fascismo», «¿Quién nos protege de la policía?», «El arma del crimen» se leía en otro, sujeto a una vieja cámara de vídeo.

Ondeaban banderas rojas de varias familias de la extrema izquierda y negras de los anarquistas. También los emblemas sindicales, singularmente el de periodistas, así como de varios colectivos ‘antifascistas’ y pro legalización de los sin papeles.

El cortejo desfiló en orden. Pero, al final, cuando se hizo de noche, grupos violentos, que algunos medios identificaban como «black bloc», prendieron fuego a papeleras, un par de coches, una caseta de obras y una sucursal bancaria. La policía que evitó ir al choque empleó gases lacrimógenos y cañones de agua. Hubo una decena de detenidos y 37 policías heridos en toda Francia.

El único recuento de los manifestantes es el de Interior que cifra en 46.000 personas la asistencia a la marcha de París. Hubo otros desfiles en Burdeos, Lyon, Estrasburgo, Marsella, Lille (con la alcaldesa socialista Martine Aubry en cabeza), Rennes, Montpellier etc.

En la capital se dejó ver el líder de los Insumisos (izquierda radical), Jean Luc Mélenchon. No estuvo pero se significó el ex presidente socialista François Hollande, quien pidió desde las redes la retirada del proyecto de ley.

Refuerza la presión a su sucesor, Macron, que ya se ha distanciado de su ministro de Interior. En la noche del viernes publicó en Facebook un texto significativo. «Las imágenes que todos hemos visto de la agresión a

Michel Zecler son inaceptables». Nos dan vergüenza. Francia no debe jamás dejar avanzar el odio o el racismo» escribió exigiendo «una policía ejemplar». Veremos si no tiene que recular más allá de la retórica.

Fuente: https://www.elmundo.es/internacional/2020/11/28/5fc2700c21efa0611a8b4570.html

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No odio

Semiótica de ciertas bajas pasiones. Campaña mundial para erradicar la cultura del odio en los medios de comunicación.

Entre las muchas emociones retrógradas, con que convivimos obligadamente, el odio despunta por su irracionalidad y estulticia. Para la especia humana es una emboscada inútil, es siempre contraproducente y degradante. Quien odia desciende drásticamente los niveles de humanización, acepta una condición de vida social mutilada y pacta, de modo tácito y explícito, una esclavitud perversa e intensa de la que suele no haber escapatoria. Algunos la disfrutan mucho.

Odiar es, principalmente, una herida moral que nos propina la lucha de clases cuando nos desorientamos y perdemos vista el lado al que pertenecemos, objetiva y subjetivamente. En el odio se expresa la pulsión de impotencia que empuja a destruirlo todo para simplificar las contiendas por la fuerza de la peor negación. Quien odia trueca el modo de la lucha por espejismos con soluciones mágicas. Siempre es más fácil embriagarse en odio -y obrar aturdido- aunque resulte más riesgoso y más costoso.

Bajo la presión de la lucha de clases se producen muchas distorsiones si se carece de método científico y consensuado. Una fragilidad teórica y práctica deriva fácilmente en odio porque se renuncia a la razón argumental y organizativa a cambio de catarsis negacionistas en extremo infectadas por violencia estúpida, silogismos “viscerales” y derrumbes éticos bañados en sangre. Pura inutilidad para la especie humana. Algunos “progresismos” reivindican un odio al que suponen con fuerza aglutinante y movilizante. Viven de un error teórico y práctico que no sólo no permite avanzar sino que es sospechoso porque desplaza de su eje la formación humanista que permite organizar fuerzas para superar los odios con las armas de la crítica.

Hay tantos tipos de odio como distorsiones en el método transformador. Tal variedad nace y se reproduce en los vacíos que deja la ignorancia y la falta de rigor para la praxis, en todos los niveles y en todos los frentes de la lucha. Sea de nuestro lado o del otro. Nadie está a salvo, aquel que se siente dueño de objetos, personas o conceptos (como botines de su “propiedad privada”) comete un error (a veces voluntario) que lo conducirá a odiar tarde o temprano. Es ingrediente del odio sentir que se ha sido despojado de alguna propiedad. Y hay tantas mezclas de despojo, combinadas con aprehensión propietaria, que ha ido multiplicándose y profundizándose la complejidad del repertorio de los odios. En el odio de la clase opresora se coagulan -y sinceran- todas las patologías del capitalismo. Es uno de sus espejos más nítidos. Es odio “refinado”, que se ha sofisticado, instrumentalizado y maquillado hasta parecer, incluso, “amor al prójimo” o filantropía para anestesiar insurrecciones populares. Mientras los odiadores ponen cara de “buenos”.

Por eso, odian más quienes más roban. Odian por lo creen que pierden, o por la simple sospecha de ser expropiados. Odian a sus expropiadores pero más odian la idea y la práctica que convierten lo expropiado en posesión colectiva. Existen odiadores expertos que han cultivado extensiones enormes de odio y las atienden con esmero como si se tratara de “nuevas propiedades”. Han hecho escuelas de odio muy refinadas. Cuentan con estructuras jurídico-políticas a granel. Tienen religiones, universidades y entretenimientos donde se perfecciona el odio de clase, se lo esparce como “sentido común” (y como identidad) y se le reconoce valor de uso y valor de cambio en el mercado del control social, del monopolio del poder político y del poder militar. Odio miserable pero, eso sí, muy rentable. En el relato de las burguesías el “odio” reviste récords de época muy convenientes para la apropiación del producto del trabajo ajeno. Con el beneplácito de algunos “expertos” y de sus jefes, convierten el odio en una corriente desenfrenada, cargada con “nuevas clasificaciones”, donde reina -sin tapujos- la idea de que odiar es condición de los seres humanos capaces, incluso, de odiarse a sí mismos con odio funcional y contra su propia clase… y por cuenta propia. Determinismo del odio que no tiene horarios. No permitas que los noticieros burgueses te convenzan de odiar a tu propio pueblo. No te tragues el odio oligarca como si fuese tuyo.

Odiar implica desaparecer al oponente, exterminarlo. Incluso con violencia ignota. Con odio se cancela el debate, los diferendo, el “agón” griego. Se suprime el trabajo de argumentar racionalmente para convencer con evidencias. Se suprime la contrastación de criterios o experiencias y se impone el individualismo aberrante de “la razón soy yo”, aunque para eso haya que usar palos y plomo, cárcel y persecución. El odio cancela la igualdad, la libertad, la tolerancia, el respeto a la dignidad y a la autonomía del otro. Es impensable una sociedad igualitaria y digna mientras haya gente produciendo odio y vendiéndolo como uno de los más grandes negocios de la Historia. Propagar odio debería ser considerado Delito de Lesa Humanidad.

Hay víctimas del odio que no devuelven odio. Víctimas que han sabido dignificar su dolor sin permitir que se degrade en odio. Espíritus y luchas ejemplares que, por el contrario, han ascendido a la praxis de las batallas reivindicatorias, apasionadamente y a salvo de los odios. Es imprescindible entender la naturaleza del odio, sus raíces, causas y efectos… combatirlo en sus más diversas facetas e impacto en las visiones y conductas deformadas por las ideologías del odio y con odio (racistas, sexistas, integristas que la fomentan) Es una tarea central derrotarlo… en y con todo lo que tengamos a mano, incluyendo la literatura, las artes, el cine y los “mass media”. Hay que llamar a todos los frentes dignos, y en pie de lucha, a frenar la propagación del discurso del odio contra migrantes y contra todos los grupos llamados “minoritarios”. Desterrar el odio a los líderes sociales, a los movimientos emancipadores, a los mandatarios de las naciones progresistas o revolucionarias. Combatir el odio desatado y cultivado en las “redes sociales”.  Frenar el odio generalizado para amenazar a la voluntad democrática de los pueblos. Desterrar el odio creado para sofocar el disentimiento legítimo, la libre expresión popular, el derecho a vivir sin violencia…  y, además, exigir que cesen los caminos por donde transita el odio de clase y la violencia burguesa disfrazada, también, de “libertad de expresión”.

Fuente: https://rebelion.org/no-odio/

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