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El calvario asfixiante de las mujeres palestinas

Por Meriem Laribi
Ocho expertos de la ONU[1] dieron la voz de alarma el 19 de febrero. En un comunicado de prensa, expresaron su «más profunda preocupación» por la información obtenida de «diversas fuentes». Condenaron las ejecuciones sumarias, violaciones, agresiones sexuales, palizas y humillaciones a mujeres y niñas palestinas en Gaza y Cisjordania. Se refieren a «denuncias creíbles de violaciones flagrantes de los derechos humanos», de las que las mujeres y niñas palestinas «han sido y siguen siendo víctimas»[2].

Según los testimonios, informaciones e imágenes que han podido contrastar, mujeres y niñas «han sido ejecutadas arbitrariamente en Gaza, a menudo junto con miembros de sus familias, incluidos sus hijos». «Estamos conmocionados por los informes sobre el ataque deliberado y la ejecución extrajudicial de mujeres y niños palestinos en lugares donde han buscado refugio o mientras huyen» [3] a veces levantando paños blancos en señal de paz. Un vídeo difundido por Middle East Eye[4] muestra a una abuela palestina muerta por disparos de las fuerzas israelíes en las calles del centro de la ciudad de Gaza el 12 de noviembre cuando ella y otras personas intentaban evacuar la zona. En el momento de su ejecución, esta mujer, llamada Hala Khreis, llevaba en brazos a su nieto, que ondeaba una bandera blanca.

Cientos de mujeres también han sido detenidas arbitrariamente desde el 7 de octubre, según expertos de la ONU. Entre ellas hay activistas de derechos humanos, periodistas y trabajadoras humanitarias. En total, «200 mujeres y niñas de Gaza y 147 mujeres y 245 niños de Cisjordania» están retenidas actualmente por Israel, según Reem Alsalem, relatora especial de la ONU sobre la violencia contra la mujer. Habló de personas que habían sido «literalmente secuestradas» de sus hogares y vivían circunstancias «atroces» de detención. Muchos de ellos fueron supuestamente sometidos a El comunicado de prensa de la ONU continúa diciendo que las mujeres fueron sometidas a «tratos inhumanos y degradantes, privadas de compresas, alimentos y medicinas». Testigos presenciales informan de que las mujeres detenidas en Gaza fueron encerradas en una jaula bajo la lluvia y el frío, sin comida.

Violación y agresión sexualA esto le sigue la violencia sexual. «Estamos particularmente angustiados por los informes de que las mujeres y niñas palestinas detenidas también han sido sometidas a múltiples formas de agresión sexual, como ser desnudadas y registradas por oficiales masculinos del ejército israelí. Al menos dos detenidas palestinas fueron violadas y otras fueron amenazadas de violación y violencia sexual», advierten los expertos. Estas mujeres palestinas habrían sido «duramente golpeadas, humilladas, privadas de asistencia médica, desnudadas y luego fotografiadas en situaciones degradantes. Estas imágenes son luego compartidas por los soldados», según Reem Alsalem. «Hay informes inquietantes de al menos un bebé de sexo femenino trasladado a la fuerza por el ejército israelí a Israel, y de niños separados de sus padres, en paradero desconocido», dice el comunicado.

Todos estos presuntos actos fueron perpetrados «por el ejército israelí o fuerzas afiliadas» (policía, personal penitenciario, etc.). El grupo de expertos exige una investigación israelí y una investigación independiente, imparcial, rápida, exhaustiva y efectiva sobre estas alegaciones en la que Israel coopere. «Considerados en su conjunto, estos presuntos actos pueden constituir graves violaciones de los derechos humanos y del derecho internacional humanitario, y equivalen a graves crímenes de derecho penal internacional que podrían ser enjuiciados en virtud del Estatuto de Roma», advierten. «Los responsables de estos presuntos crímenes deben rendir cuentas, y las víctimas y sus familias tienen derecho a una reparación plena y a que se haga justicia», añaden.

En una entrevista con Noticias ONU[5] Reem Alsalem lamenta que las autoridades israelíes hagan caso omiso de las advertencias.

Continúa diciendo que «la detención arbitraria de mujeres y niñas palestinas de Cisjordania y Gaza no es nada nuevo».

Estas acusaciones han sido firmemente rechazadas por la misión israelí de la ONU, que afirma que las autoridades israelíes no han recibido ninguna queja y denigra en X a un «grupo de supuestos expertos de la ONU». «Está claro que los cofirmantes no están motivados por la verdad, sino por su odio a Israel y a su pueblo», se lee.

Sin embargo, un informe de 41 páginas de la ONG israelí Médicos por los Derechos Humanos Israel (PHRI), fechado en febrero y titulado «Violación sistemática de los derechos humanos: condiciones de encarcelamiento de los palestinos desde el 7 de octubre»[6] corrobora las denuncias de la ONU. Contiene numerosos testimonios que describen «tratos degradantes y abusos graves», incluidos casos no aislados de acoso y agresiones sexuales, violencia, tortura y humillaciones. Según PHRI, el número de palestinos detenidos por el Servicio de Prisiones de Israel ha pasado de unos 5.500 antes del 7 de octubre a casi 9.000 en enero de 2024, entre ellos decenas de menores y mujeres. Casi un tercio de los detenidos se encuentran en detención administrativa sin cargos, sin juicio: en resumen, toma de rehenes. El informe de la ONG confirma que el ejército israelí detuvo a cientos de gazatíes sin proporcionar información alguna, ni siquiera cuatro meses después, sobre su bienestar, su lugar de detención o sus condiciones de reclusión.

Besar la bandera israelíEn el informe de la ONG israelí PHRI, los palestinos testifican que los guardias del Servicio de Prisiones de Israel (IPS) les obligaron a besar la bandera israelí y que los que se negaron fueron agredidos violentamente. Es el caso de Nabila, cuyo testimonio fue difundido por Al-Jazeera[7]. Esta mujer, que pasó 47 días detenida arbitrariamente, describe su experiencia como «espantosa». Fue secuestrada el 24 de diciembre de 2023 en una escuela del OOPS en la ciudad de Gaza, donde se había refugiado. Las mujeres fueron llevadas a una mezquita para ser repetidamente registradas e interrogadas a punta de pistola, con tanta violencia que ella dice que pensó que iban a ser ejecutadas. Después las retuvieron en el frío en condiciones equivalentes a la tortura.

Nabila fue trasladada a la prisión de Damon, en el norte de Israel, junto con un centenar de palestinos, entre ellos mujeres de Cisjordania. Golpeada varias veces, llegó a la prisión con moratones por toda la cara. Una vez en el centro de detención, las cosas no mejoraron para los rehenes palestinos. Durante el reconocimiento médico, ordenaron a Nabila que besara la bandera israelí. «Cuando me negué, un soldado me agarró por el pelo y me golpeó la cabeza contra la pared», cuenta.

La ONG israelí afirma que los abogados han presentado denuncias de violencia ante los tribunales militares. Los jueces pudieron ver las señales de malos tratos en los cuerpos de los detenidos, pero «Aparte de tomar nota de las preocupaciones e informar al IPS, los jueces no ordenaron ningún medidas para prevenir la violencia y proteger los derechos de los detenidos», afirma la ONG israelí. Sin embargo, «PHRI y otros han puesto en conocimiento del Tribunal Supremo pruebas desgarradoras de violencia y abusos equivalentes a tortura (…) Sin embargo, esto no ha suscitado ninguna reacción sustancial por parte del Tribunal», añade la organización.

Uno de los testimonios recogidos por PHRI se refiere a las agresiones sexuales que tuvieron lugar el 15 de octubre, cuando fuerzas especiales entraron en las celdas de la prisión de Ktzi’ot (al suroeste de Bersabee), y lo saquearon todo mientras insultaban a los reclusos con explícitos insultos sexuales como «sois unas putas», «os vamos a follar a todos», «nos vamos a follar a vuestras hermanas y a vuestras mujeres», «nos vamos a mear en… su colchón». «Los guardias alinearon a las personas desnudas unas contra otras y les introdujeron un dispositivo de registro de aluminio en las nalgas. En un caso, el guardia introdujo una tarjeta en las nalgas de una persona. Esto ocurrió delante de los otros detenidos y de los otros guardias, que expresaron su alegría», se informa. Sin embargo, no se especifica si este testimonio se refiere a hombres o mujeres.

La ropa interior femenina y el inconsciente colonialSoldados israelíes tomaron las redes sociales para posar con objetos y ropa interior femenina pertenecientes a mujeres palestinas cuyas casas habían saqueado. Las imágenes dieron la vuelta al mundo y provocaron una indignación generalizada.

Violación de la intimidad, desnudamiento del cuerpo, violación de mujeres colonizadas: la dominación sexual ha sido siempre una de las principales armas características de los imperios coloniales. «Para hacerse con el control de un territorio no basta con la violencia política y militar. También es necesario apropiarse de los cuerpos, en particular de los de las mujeres, siendo la colonización por definición una empresa masculina», explica la historiadora Christelle Taraud, coeditora de la obra colectiva Sexualités, identités & corps colonisés (CNRS éditions, 2019).

Las mujeres palestinas están pagando un precio muy alto por el genocidio en curso en Gaza. La ONU calcula que 9.000 mujeres han sido asesinadas desde el 7 de octubre de 2023. Las que sobreviven han perdido a menudo a sus hijos, maridos y decenas de familiares. También hay que mencionar la situación de las mujeres embarazadas, de las que había más de 50.000 cuando estallaron las hostilidades, y que desde entonces han dado a luz sin anestesia y, la mayoría de las veces, sin asistencia médica. Muchos recién nacidos han muerto de hipotermia a los pocos días. Las mujeres desnutridas tienen dificultades para amamantar y la leche infantil escasea. Las cifras cambian cada día, pero hasta el 5 de marzo, al menos 16 niños y bebés habían muerto de desnutrición y deshidratación8 en Gaza como consecuencia del asedio total y el bloqueo de la ayuda humanitaria por parte de Israel.

orientxxi.info

Notas
[1] El grupo de ocho expertos está formado por la relatora especial sobre la violencia contra las mujeres y las niñas, sus causas y consecuencias, Reem Alsalem, la relatora especial sobre la situación de los derechos humanos en los territorios palestinos ocupados desde 1967, Francesca Albanese, la presidenta del Grupo de Trabajo de la ONU sobre la Discriminación contra las Mujeres y las Niñas, Dorothy Estrada-Tanck, y sus miembros Claudia Flores, Ivana Krstić, Haina Lu y Laura Nyirinkindi. Los expertos de los Procedimientos Especiales trabajan de forma voluntaria. No son personal de la ONU y no reciben un salario por su trabajo. Son independientes de cualquier gobierno u organización y trabajan a título personal.

[2] «UN experts appalled by reported human rights violations against Palestinian women and girls «, Naciones unidas, 19 de febrero de 2024.

[3] Ibid.

[4] Ver aquí

[5] «Rights experts alarmed by reported violations against Palestinian women and girls», 1/02/2024.

[6]  «Systematic Violations of Human Rights, The incarceration conditions of Palestinians in Israel since October 7», PHRI, febrero 2024.

[7] Ver aquí

Fuentes: https://vientosur.info/el-calvario-asfixiante-de-las-mujeres-palestinas/

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Sobre la presentación de Crónicas intempestivas. Historia del ascenso del EZLN

El día sábado 16 de marzo se hizo la presentación de Crónicas intempestivas. Historia del ascenso del EZLN 1987-1994. Clavería 22, situada en la Alcaldía Azcapotzalco fue el espacio cultural que nos abrió las puertas. A continuación, reproduzco las notas que preparé para el evento.

Historia, texto y pretexto

Hola, buena tarde a quienes nos acompañan el día de hoy. Agradezco que hayan venido.

Antes de comenzar, no podemos dejar de condenar el genocidio que el Estado de Israel realiza contra el pueblo palestino, para lo cual pido un minuto de silencio ante la barbarie que ha desatado el reino del capital contra miles de niñas y niños, mujeres y hombres, un crimen contra la humanidad que nos está marcando profundamente.

Pido un aplauso al pueblo palestino que resiste, los llevamos en nosotros.

Saludo las luchas del trabajo, las resistencias. Siguen abiertas las venas en Latinoamérica; en México, sigue sin resolverse la desaparición forzada de los normalistas de Ayotzinapa.

Bien. Charlemos sobre el texto ¿Cómo fue que llegamos a estas Crónicas intempestivas?

Sería quizá a finales de los noventa que pasaba horas platicando con el entonces profesor Andrés, quién había sido el responsable de fundar la primera escuela neozapatista en la Selva Lacandona en el año de 1989 y fue electo en 1993 para presidir la Subsecretaría Popular del partido marxista Fuerzas de Liberación Nacional que se fundó en el Congreso de 1993, realizado precisamente en la escuela del EZLN donde fue director. Cabe mencionar que en aquel Congreso fue donde las comunidades indígenas decidieron el levantamiento armado de 1994.

Ya imaginaran las horas y horas de anécdotas en las que estábamos inmersos y que empezábamos a reflexionar. Interminables aventuras con las que pretendíamos explicarnos un complicado y comprometedor proceso que nunca había sido contado sino hasta el día de hoy, en este libro. Es un libro con información inédita, que no van a encontrar en otros trabajos, son sucesos de primera importancia que no se habían dado a conocer.

No se habían dado a conocer por lo comprometedor que resultaban, pero a más de treinta años de distancia, en un acto incluso de justicia, es necesario hacerlos públicos. Ya le pertenecen al pasado.

Si se dan cuenta, si no contáramos lo que contamos en el libro, estos procesos estarían borrados, como si no hubiesen acontecido. Ese es el pasado, constantemente lo estamos reconstruyendo desde el presente. Es así que el libro es una irrupción en el presente.

Por simple que parezca, van a leer el resultado de alrededor de veinte años de reflexión.

A mediados de la primera década del siglo XXI, fue que decidí realizar un trabajo sobre el EZLN. Para entonces el problema era que los testimonios no podían salir a la luz, por la cercanía de los eventos, apenas había pasado una década del levantamiento de 1994, y por secrecía militante era prácticamente impensable dar a conocerlos. Sin embargo, pensé que se podía hacer un rodeo, rearmar algunos procesos recurriendo a otras fuentes, secundarias, y tramposamente llegar a las conclusiones que solo podía dar el testimonio, pero sin decir que venía del testimonio, sino diciendo que se hacían a título de hipótesis. La opción no era descabellada. Carlos Montemayor y Daniel Bensaid, sin ser militantes del EZLN habían hecho comentarios muy atinados, sospecharon muy bien las dificultades de la organización más allá de la retórica con la que se conducían.

Fue así que recabé bibliografía que tenía que ver con el desarrollo de la izquierda en México y en el mundo. ¡Imagínense! Para los que no saben, en ese tiempo todavía pesaban los azotes masoquistas de la caída del bloque socialista y las condenas contra el marxismo. Para mí eso era un choque, porque detrás de la retórica con la que se fue presentando el EZLN cuando sale a la luz, todos los ahí involucrados habíamos crecido en un ambiente marxista por completo, algo extraño para los ajenos, y, por otro lado, dentro de esos mismos personajes externos había quienes usaban al EZLN para mostrar que lo nuevo ya no era el marxismo, sino los nuevos sujetos. No supieron y parece que hasta la fecha reniegan de ese pasado del EZLN que ellos ni vivieron, ni personificaron. Hay que decirlo con fuerza, el EZLN realizó una política marxista exitosa en las comunidades indígenas, que después tuvo que ocultar y administrar por proceso que detallo en el libro.

En ese entonces, el trabajo no pude elaborarlo porque ahora me enfrentaba a mi inmadurez intelectual que me impidió darle salida a lo que me proponía, en ese tiempo era lector, como lo habían sido muchos de los marxistas latinoamericanos, de Althusser y de Poulantzas; también leíamos a Marx, organizamos algunos seminarios de lectura de El Capital y estuvimos reunidos con varios camaradas que hoy nos acompañan, haciendo círculos políticos y de estudio.

Después de un periodo de más de una década, en 2016-2017 me sentí capaz de afrontar nuevamente el desafío. Para entonces, con dos amigos, José Luis Ríos y Gabino Ángeles, veníamos escribiendo públicamente desde 2009 bajo el nombre del Centro de Estudios, Documentación y Análisis Materialista. Y Gabino, que estaba en el doctorado, me comentó que llevaba una materia donde veían metodología de historia oral. Me proporcionó todo el material del curso y me puse a estudiar. Elaboré, con su asesoría, 14 bloques de preguntas, para extraer el testimonio principal. Aborté misión cuando empezamos con las primeras entrevistas, que grabamos. En una sesión nos llevamos alrededor de 4 horas y ni siquiera agotamos el bloque 1. Me volví a estampar con pared y dejé el proyecto.

Por fin, en 2021, en plena pandemia, encontré una mejor manera de recabar el testimonio para exponer los procesos que verán en el texto. En realidad, después de darle miles de vueltas, durante dos décadas, lo que pasó es que ya había elaborado, si se quiere inconscientemente, la concatenación del proceso, ya había ordenado los acontecimientos de tal manera que aparecen interrelacionados. Encontré una coherencia explicativa.

Mi sobrina, quien fue de las lectoras finales del texto, me hizo el señalamiento de algunas notas explicativas que de repente pareciera que pueden ponerse en otro lado, pero se trata de la dificultad del orden expositivo del texto, pues rearmé un contexto y para eso vi dos opciones: o buscaba reconstruir aquel entorno minuciosamente, tratando de no dejar huecos; o reconstruía lo necesario. Opté por la segunda opción, por consideración al lector, para no abrumarlo con cuestiones que consideré secundarias para lo que quería destacar, aunque fueran importantes. De ahí esas notas explicativas.

Del primer borrador hasta llegar al libro impreso, pasaron casi 3 años de arduo trabajo, de octubre de 2021 a febrero de 2024.

Bueno ¿qué van a encontrar en el texto? Van a encontrar un proceso no contado hasta la fecha, del entorno previo inmediato al levantamiento armado. ¿Qué no van a encontrar? Historias idílicas, no hay fantasías ni mitología que ha desbordado el movimiento, tampoco propagada, ni la clásica frivolidad, de que bailan los corazones mientras el reino del capital nos pasa la aplanadora. Hay que recordar que las comunidades indígenas neozapatistas están cercadas por militares y asediadas por el narcotráfico. Por cuestiones tácticas, me parece que eso se tiene que poner en primer lugar y en un segundo lugar la fantasía.

No estoy en contra de los mitos y la fantasía, pienso que son una vacuna contra lo totalitario de la razón moderna, que se impone como única y acusa a lo demás de desviación. Pero desconfió del romanticismo; encierran la desilusión y su reverso: la conversión política.

El texto contiene un esfuerzo crítico, espero que remueva la cómoda tranquilidad a la que se llegó desde el análisis. Espero zarandear las pasiones y la razón.

Por otro lado, el libro no contiene una pedacería de sucesos, sino que se tiene que apreciar la obra en su conjunto, así está redactada.

Y hago el anuncio de que escribí otra segunda parte, cargada a la reflexión filosófico política, pero por exceso de trabajo y valoración editorial, se decidió dejar para otra publicación. Así que este libro apenas es el primero. Ojalá más compañeras y compañeros militantes de aquellos años, se animen a escribir. Ni las Fuerzas de Liberación Nacional ni el EZLN son propiedad exclusiva de sus dirigentes o de luminarias, sino de las militancias que las conforman y suelen ser relegadas, escondidas bajo el tapete. Ellas son grandes protagonistas.

Ayer, miles de militantes organizamos un levantamiento armado, arriesgando el pellejo, pensando acabar con la lucha de clases, hoy seguimos buscando acabar con esa violencia en la historia desde otras formas de lucha, pero que siguen siendo anticapitalistas, porque la revolución es posible, no solo deseable.

Este evento, me permite hacer una invitación a la reorganización de las fuerzas anticapitalistas. Mantengámonos en contacto, volvamos a levantar las redes anticapitalistas, armemos nuevas redes de lucha, de resistencia, no tenemos que pedirle permiso a nadie, ni someternos al arbitrio de nadie, busquemos la libertad organizativa.

Uno de los desafíos principales de las luchas actuales es la lucha contra el trabajo precario. ¿Cuántos de los presentes no estamos en situación de precarización laboral? En ese sentido, el texto es un pretexto, nos permite reunirnos para pensar en cómo afrontar ese problema. La contradicción capital-trabajo sigue siendo nuclear en el funcionamiento del mundo; y no hay que olvidar que hasta el día de hoy no se han reconocido los Acuerdos de San Andrés. La lucha sigue siendo contra el capitalismo.

Muchas gracias.

Fotografía: Egbert Méndez

Fuente de la información e imagen:  https://insurgenciamagisterial.com

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«Ellos no existen» y nosotros quién sabe: la universidad ante el genocidio

There were no such thing as Palestinians… They did not exist (Golda Meir, primera ministra de Israel, 15-6-1969)

La cita de Meir, publicada por el Sunday Times y el Washington Post y pronunciada durante décadas en términos similares por Ben-Gurion (Palestina no existe en la Historia) o tantos otros criminales, marca el camino a quien quiera comprender el sentido y las prácticas de la ocupación genocida en Palestina y de sus socios en el mundo. O a la inversa: del colonialismo genocida y de su ariete israelí en Palestina. Siete años después, en New York Times, Meir matizaba la presunta manipulación de sus palabras. Cincuenta y cuatro años después, en marzo de 2023, el ministro de finanzas sionista arrancaba los aplausos de su audiencia en París: “There is no such thing as Palestinians because there is no such thing as a Palestinian people”. Poco después, el mantra estatal de Israel daría la vuelta al mundo, recogido en el informe de Sudáfrica ante la Corte Internacional de Justicia. “Todos tenemos un objetivo común: borrar la Franja de Gaza de la faz de la tierra”, entre una lista infinita de ejemplos.

No existen concentra ese axioma exterminador que convierte a todos y todas en nadie. Niños y niñas que “se lo han buscado”. Adultos que “no condenan” a Hamas. “Merecen” cada misil sobre sus cabezas. Nadie es “inocente” porque todos forman parte de eso Otro que es nombrado a la vez que se niega su derecho a existir. No existen significa deben desaparecer. Se les nombra porque existen, pero empiezan a dejar de existir cuando el ocupante les nombra. Lo hace para recordarles el anuncio de su exterminio, señalándoles como ese resto eliminable, por un francotirador, por un misil, por aplastamiento bajo los escombros o por inanición. Como mal radical a exterminar o como insignificancia despreciable a ignorar.

La causa palestina es la del mundo entero porque sobre ella se ejecuta la versión más sádica de una racionalidad desplegada a escala global. Dondequiera que miremos, los capataces geoeconómicos del matadero global no parecen contemplar otro horizonte que la guerra total. Mientras la Unión Europea fuerza la máquina hacia una economía de guerra para imponer la concepción única de la economía como guerra y la guerra como único modelo para su economía (D.E.P., maestro Vincenzo Ruggiero), la propaganda electoral estadounidense y sus mascotas europeas nos regalan una perfecta obscenidad, un sublime ejemplo de “terrorismo humanitario”, citando a Danilo Zolo: misiles y palés de comida en paracaídas comparten el cielo de Gaza como fondo de pantalla. Por un lado, la líder de la Europa de la Guerra promete un “corredor humanitario marítimo” desde Chipre. Por el otro, el líder del Mundo Libre –que ocupa ilegalmente Siria o Iraq para saquear la mayor parte de su petróleo y nutre a su criatura genocida con billones de dólares en armamento– promete construir un puerto ideado por Israel, según confirma The Times of Israel, que será controlado por Israel, frente a las reservas de gas natural en aguas palestinas de las que se ha apropiado Israel, condicionando la entrada de ayuda a la invasión de la Franja por Israel y asegurando suministros marítimos a Israel. Los gobiernos de nuestro glorioso Occidente ya ni siquiera miran para otro lado, sino que apuestan por la destrucción total de Gaza. Cada uno en su papel, todos los implicados se han consagrado ya como rutilantes estrellas del porno genocida. El holocausto continúa mientras centenares de camiones llenos de alimentos y material clínico siguen parados en Rafah por colonos que bailan junto a un castillo hinchable custodiados por soldados de las fuerzas de ocupación. Toda la “ayuda” lanzada desde el aire en los últimos días cabe en tres o cuatro de esos camiones.

Mientras tanto, la lista de niños muertos de hambre aumenta más y más rápido. No hay mirada que resista la imagen de esos cadáveres. O quizá sí la hay, quizás esa mirada tolere ya todo, y quizás ése sea precisamente el más doloroso anuncio de que ya no existimos. El 5 de marzo, el presidente de Francia difunde un video en el que cinco paquetes humanitarios son lanzados sobre las ruinas de Gaza desde un avión militar, y lo adorna poéticamente: la solidaridad en acción. Tal es su definición de solidaridad. Entenderlo es cuestión de vida o muerte para la mayoría absoluta del planeta, ésa a la que el paradigma palestino lleva años anunciando el mañana.

Holocaustum, que en latín significa sacrificio con quema de la víctima, procede del griego ὁλόκαυστον, donde ὁλον significa todo y καυστον quemado. Empleamos el término holocausto con toda la intención y con la misma gravedad con la que respetamos la definición de resistencia contemplada en el Derecho Internacional. De hecho, una consecuencia definitiva de este genocidio ya es la conexión automática entre las palabras holocausto y Gaza. “Nadie va a poder pensar ya en el holocausto judío sin recordar (o sin que le sea recordado) el holocausto Palestino”, escribía recientemente el escritor árabe-israelí Alon Mizrahi. Setenta y nueve años antes del pasado 7 de octubre, los prisioneros del Sonderkommando del campo de exterminio de Auschwitz se rebelaron contra sus carceleros, patrones y verdugos –léase contra los responsables de hacerles saber en todo momento que no existían desde mucho antes de ese 7 de octubre de 1944. Hicieron explotar el crematorio IV, mataron a varios guardias y acabaron asesinados, como los miles de gaseados y quemados antes que ellos, por no existir. Rebelándose no aseguraban su supervivencia ni mucho menos, pero sospechamos que debió de resultarles inevitable hacerlo cuando todo lo demás, incluida la existencia misma, era imposible.

“El embargo de armas y las sanciones económicas a Israel son la única forma de detener el genocidio en Gaza”  (Francesca Albanese, Relatora Especial de Naciones Unidas sobre la situación de los Derechos Humanos en los Territorios Palestinos Ocupados, 8-3-2024).

Esa “única forma”, prevista en el Derecho Internacional como mecanismo que obliga a los estados a responder a la imprescriptibilidad de los delitos de lesa humanidad, se hace tanto más urgente e ineludible ante el reconocido como “crimen de crímenes”. Esa única forma es la antítesis de lo que están haciendo, entre otros, la Unión Europea, sus estados miembros y la inmensa mayoría de sus instituciones, incluidas nuestras Universidades. En pleno genocidio, la UPV/EHU ha aprobado una Cátedra en Ciberseguridad que cuenta con la Universidad de Tel Aviv como entidad colaboradora“de referencia”.

En su primer fallo, de 26 de enero, la Corte Internacional de Justicia solicitó a Israel que tomase medidas inmediatas para garantizar que su ejército no violase la Convención sobre el Genocidio –sin ordenarle detener las operaciones militares– y que permitiese la entrada de más ayuda en Gaza. Desde entonces, absolutamente todas y cada una de las decisiones de Israel y de sus socios, tanto las más criminales como las más cosméticas y burlescas, han producido más muerte y avanzado hacia la consumación del plan de aniquilación absoluta. Quizá sea ésa la “solución final” que mencionó la embajadora estadounidense en las Naciones Unidas el 20 de febrero, justo después de su cuarto veto a un alto el fuego.

Antes y después de ese fallo de 26 de enero de la Corte Internacional de Justicia, cualquiera ha podido acceder a la interminable lista de crímenes registrados por las cámaras de los soldados del ejército de ocupación. Días antes del 26-E, una encuesta de la Universidad de Tel-Aviv concluía que el 95% de los israelíes judíos considera que su ejército se había empleado de forma “adecuada” o “insuficiente”, lo que supone un apoyo incondicional a lo que Sudáfrica iba a presentar con abrumadora contundencia ante la CIJ como “genocidio plausible”.

Llegados a este punto nos permitimos lanzar dos preguntas a todas y todos nuestros colegas académicos a lo largo y ancho de las universidades del Estado español: ¿hace falta más? ¿Vamos a asumir nuestro papel como personas a las que pagan por pensar y estudiar para devolver a la sociedad el mínimo aporte de utilidad en una situación como ésta? ¿Es mucho pedirnos?

El próximo 10 de abril, en un acto coordinado en tantos territorios como sea posible, Francesca Albanese (Relatora Especial de Naciones Unidas para los Territorios Palestinos Ocupados) nos ayudará a responder a esas preguntas. Quienes leáis esto y queráis sumaros a la organización de ese acto en vuestra Universidad, campus o facultad podéis contactar conredxpalestina@gmail.com o @RedxPalestina. La lista incluye ya más de veinte puntos en mapa y sigue creciendo. Os animamos a participar porque estamos convencidas de que, si existe alguna forma de responder dignamente, nuestra posición debe cumplir cinco condiciones elementales:

1. Trabajar contra la aberración criminal que constituye todo proceso de invasión, colonización, sometimiento, expolio y/o limpieza étnica. El proyecto colonial de asentamiento ejecutado por medio de Israel en Palestina, obviamente reconocido como ilegal por todas las instituciones del sistema de Derecho Internacional durante los últimos 76 años, es paradigma de cualquiera de esas aberraciones. Hoy, paradójicamente (o no tanto), los mismos países “avanzados” (y sus universidades) que han incorporado el discurso decolonial a la retórica institucional son los que están soportando, con su apoyo o con su silencio, una de las expresiones más brutales del viejo colonialismo: la ocupación de Palestina y el exterminio de su pueblo.

2. Oponernos al sostenimiento de las relaciones de cooperación con el Estado de Israel por parte del Estado español y sus instituciones, incluidas las universitarias, pues según la legislación internacional ese sostenimiento convierte hoy al Estado español, como a tantos otros, en cómplice de genocidio. Si tomamos en serio las diferentes cláusulas en materia de Derechos Humanos que acompañan los tratados preferenciales en los que participan ambos países y las obligaciones para los estados que de todo ello se derivan, Israel sigue gozando de apoyos, complicidades, colaboraciones, aprobaciones y/o permisos para la perpetración de todos los crímenes posibles en el contexto ilegal de décadas de ocupación ilegal, robo ilegal de tierras, cultivos y recursos naturales, asesinatos ilegales, detenciones y encarcelamientos ilegales, asentamientos ilegales, expulsiones ilegales, apartheid ilegal, limpieza étnica ilegal y ahora genocidio ilegal.

3. Denunciar la actitud inane de las autoridades de nuestras instituciones académicas durante cinco meses de genocidio. A menudo se nos sugiere “no mezclar ciencia y política”, argumento que prolifera cuanto mayor es el nivel de autoridad de los interlocutores, dando así cuenta del grado de degeneración epistémica que amenaza a la academia contemporánea. Exigimos un mínimo de decoro y respeto por las normas a quienes, en presunta representación de nuestra ‘producción y transferencia de conocimiento’, sin saber lo que dicen o sabiéndolo perfectamente, son los primeros en ‘hacer política’. Hacen necropolítica, para ser más exactos, legitimando un orden supremacista que lo es por distinguir entre vidas dignas y valiosas, por un lado, y vidas despreciables e infrahumanas por el otro.

4. Seguir comunicando, cada vez más y más alto, que el Paradigma Palestino no es una “cuestión compleja” ni un “conflicto irresoluble”, sino un asunto muy sencillo que ha sido convenientemente complejizado: un crimen colonial que se resuelve aplicando las normas del mismo orden jurídico internacional que fue fundado a la vez que el propio Estado de Israel. El cóctel colonial de la indigencia intelectual incluye altas dosis de presunta despolitización y ‘reductio ad embrollo’. El cóctel colonial de la complacencia genocida mezcla supremacismo y colaboracionismo.

5. Trabajar al servicio de una academia que estudie, investigue, discuta y enseñe para transformar las realidades locales y globales hacia un mundo más justo, aprendiendo de la Historia, rechazando toda forma de dominación, dignificando la palabra crítica y tomando los Derechos Humanos como referencia incuestionable. Hablamos de dignidad humana y rigor intelectual, no de responsabilidad corporativa, rankings de calidad o sellos de excelencia que adornan vestíbulos encerados.

En los días previos a la redacción de este artículo, setenta y cinco años después y con la participación de más de cincuenta países, la Corte Internacional de Justicia celebraba una audiencia para tratar las “consecuencias legales de la Ocupación”. Cualquiera puede saber cuáles son esas consecuencias legales sobre el papel y cómo, hasta el momento, ni una sola de ellas se ha hecho efectiva. Cualquiera puede saberlo desde hace tantas décadas como décadas cumple la ocupación colonial de Palestina, su limpieza étnica y su régimen de apartheid. Israel no reconoce a la CIJ, ni a la audiencia citada, ni a los estados participantes en ella. Nunca lo ha hecho, desde su mismísimo nacimiento. Los socios y colaboradores de Israel, entre los que se encuentra el Estado español, tampoco lo están haciendo. Se limitan a una gestionar riesgos reputacionales con una mano y sostener prioridades comerciales, incluido el negocio armamentístico, con la otra.

Nosotros y nosotras, en estricto respeto de las bases del Derecho Internacional de los Derechos Humanos, exigimos el fin de cualquier relación con el Estado de Israel y sus instituciones, que es lo que las autoridades de cada estado deberían hacer si quisieran cumplir con la legalidad por una vez y parar lo que ya es, por minuto, per cápita y por metro cuadrado, uno de los mayores genocidios de la Historia. Ésa es nuestra posición y ésas son nuestras razones. A las muy excelentísimas y variadas autoridades de este Estado Social y Democrático de Derecho que suscribe declaraciones y tratados internacionales para someter a todos ellos el funcionamiento de sus instituciones, incluida la CRUE y el Ministerio de Universidades, les preguntamos: ¿son sus razones?

Fuentes: El Salto [Imagen: Manifestación en Donostia contra el genocidio de Israel en Palestina. Vista de la marcha por el paseo de la Concha. Javi Julio]

Daniel Jimenez Franco, Nadia Yahalali Haddou, María José Lera Rodríguez y Manuel Delgado Ruiz son miembros de la Red Universitaria Por Palestina.

Fuente: https://www.elsaltodiario.com/opinion/ellos-no-existen-universidad-genocidio-palestina

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Entrevista a Angela Davis «Palestina representa para esta generación lo que Sudáfrica representaba para las anteriores»

Por: Frank Barat

La filósofa Angela Davis (Alabama, 26 de enero de 1944) conecta las experiencias de su militancia temprana a favor de Palestina con su ideal de que la situación desencadenada por Israel pueda suponer un punto de inflexión para detener la barbarie en todo el mundo.

Esta es la última de una serie de conversaciones que Frank Barat, periodista y coordinador del Tribunal Rusell sobre Palestina entre 2008 y 2014, ha estado promoviendo desde el 7 de octubre con personas expertas que aportan enfoques complementarios a lo que está sucediendo en Palestina e Israel, desde diversas disciplinas tales como la historia, el derecho, la educación o la filosofía. En su canal de youtube está disponible todo el material. Esta vez dialoga con Angela Davis, y como en otras ocasiones, la entrevista ha sido publicada en colaboración con Mondoweiss. El colectivo Viva Palestina Libre Subtítulos Contra la Ocupación ha estado colaborando estrechamente con Barat subtitulando las entrevistas al castellano y es quien se encarga de esta traducción. Todos los contenidos subtitulados por parte de este colectivo se pueden encontrar en el blog memoria presente.

En este diálogo Angela Davis transita entre el pasado y el futuro, lo concreto y lo abstracto, la acción y la reflexión, así como entre la esperanza activa y el realismo crudo de los tiempos que están por venir. Guardemos las semillas que siembra Angela Davis y hagámoslas brotar acto seguido.

Cada vez que te oigo hablar, o te he oído hablar, cada vez que leo algo que has escrito, Palestina está presente, en tus discursos, en tus escritos. En los últimos tres meses hemos vivido algo que desearía que nadie tuviera que vivir o presenciar jamás. Prácticamente la aniquilación de un pueblo en directo en nuestras pantallas. Hace poco hablé con Noura Erakat, a quien también conoces muy bien, y hablamos sobre el hecho de que realmente sentíamos que estos últimos tres meses habían sido una especie de trauma colectivo de personas experimentando un genocidio en directo, como ya he mencionado. Y quería empezar preguntándote por Palestina en particular, preguntarte sobre tu propio viaje de comprensión en lo que respecta a Palestina. Quería preguntarte, ¿qué importancia tuvo tu visita a Palestina en 2011?

En primer lugar, Frank, debo decirte que en realidad he estado reflexionando sobre mi propia trayectoria con respecto a la solidaridad con Palestina. Y he estado recordando cómo fue asistir a una universidad que se fundó el mismo año que el Estado de Israel, cómo fue realmente aprender a experimentar la solidaridad con el pueblo palestino de mis compañeras judías de la universidad de Brandeis, y pensando en las conversaciones, esa especie de conversaciones subterráneas que se producían en el campus cuando la administración siempre hacía hincapié en la importancia de que Brandeis apoyara al Estado de Israel. Así que he tenido un viaje muy largo que ha implicado que presas políticas palestinas me apoyaran cuando estaba en la cárcel, que implicó conocer a Arafat en el Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes en 1973. Creo que fue en Alemania Oriental. Y me he dado cuenta de que el propio sentido de mí misma como ser político está muy vinculado a las formas en que he aprendido a experimentar y organizar la solidaridad con Palestina. Me parece que Palestina representa para esta generación lo que Sudáfrica representaba para las generaciones anteriores, y el sentido de que debe incorporarse en cada una de las agendas de los movimientos por la justicia social, especialmente ahora, dado este ataque genocida contra la población de Gaza. Por un lado, estoy muy triste, y sé que esto es una cuestión emocional, no sólo una cuestión política, para tantas personas de todo el mundo, pero al mismo tiempo me alegra ser testigo de una especie de muestra masiva de apoyo a la gente de Gaza y, según mi propia experiencia, ver cómo la gente se enfrenta al sionismo como nunca antes lo había hecho.

Así que mi visita a Palestina en 2011 fue realmente un punto de inflexión para mí. Había participado en iniciativas de solidaridad con Palestina desde mis días en la universidad, pero fue visitando Palestina y reconociendo que por mucho que creyera saber sobre la situación del apartheid en Sudáfrica, en realidad no era así, y me trajo recuerdos de cuando crecí en la ciudad más segregada de Estados Unidos. Me hizo reconocer que, en muchos aspectos, la situación que Israel ha creado para las personas palestinas era mucho peor que todo lo que yo había vivido. Así que las que fuimos en esa delegación, una delegación de mujeres de color y mujeres indígenas que eran activistas académicas, todas nos comprometimos firmemente a seguir haciendo el trabajo que estábamos haciendo, pero aún más a intentar ayudar a garantizar que la cuestión de Palestina se incorporara a las cuestiones de justicia social y a las agendas de justicia social, independientemente de cuál fuera el enfoque concreto. Durante demasiado tiempo estaban todas las cuestiones de justicia social, los movimientos contra el racismo, los movimientos por la igualdad de género, los movimientos contra la guerra en otras partes del mundo, y luego estaba Palestina como cuestión aparte. Así que nos comprometimos con nosotras mismas y con el mundo a intentar ayudar a romper ese aislamiento que había sido responsable de que tanta gente en todo el mundo, y especialmente aquí en Estados Unidos, simplemente no supiera lo que estaba ocurriendo en Palestina.

Es interesante oírte decir esto porque eso es exactamente lo que sentí durante mi primera visita en 2007. Por mucho que creía saber, cuando llegué allí realmente todo cambió radicalmente. Pensé que no había punto de retorno. Y recuerdo haber leído a Arundhati Roy que dijo: “una vez que lo ves, ya no puedes dejar de verlo”. Y así es exactamente como me sentí después de volver. En cierto modo, cambió radicalmente todo, la forma en que situé a Palestina en medio de otras luchas. También quería preguntarte por una persona, June Jordan. En 1982, escribió un largo poema en el que decía: “Nací siendo una mujer negra y ahora me convierto en palestina”. Me preguntaba cuánta influencia tuvo a la hora de inspirar a las personas afroamericanas —y a otras— a comprender realmente lo que era Palestina. Y me preguntaba si tú la conocías. Supongo que sí.

¿Sabes, Frank? June era una amiga muy cercana y fue una pionera con respecto a los esfuerzos para generar solidaridad con Palestina. Y ese poema al que te refieres, “Moviéndose hacia el hogar” [Moving towards home], es una expresión realmente poderosa de la necesidad de solidaridad, especialmente de la necesidad de los lazos de solidaridad que unen a las personas negras de los Estados Unidos con las palestinas. En la década de 1980, June viajó al Líbano tras la guerra allí. Entabló conversaciones con quienes seguían muy influidas por el sionismo. Adrienne Rich, por ejemplo, que era una poetisa muy conocida, tuvo un compromiso prolongado. Bueno, se hicieron amigas, pero al principio, June fue muy crítica con Adrienne por no reconocer el lugar de Palestina en nuestro imaginario. Y así, con el tiempo, Adrienne se convirtió en una representante muy poderosa de la necesidad de desafiar al Estado de Israel, de desafiar a los Estados Unidos por su alianza con Israel, por ser el aliado más poderoso que Israel puede reclamar.

Sí, podría hablar de June eternamente, y me encuentro en este período, y de hecho, desde las manifestaciones en 2014 que tuvieron lugar en Ferguson, cuando empezamos a ver una muestra visible de apoyo a Palestina entre las personas jóvenes negras, con las Defensoras de Sueños [Dream Defenders], etc.. Así que me encuentro deseando que June Jordan siguiera aquí porque ella es ciertamente responsable en muchos sentidos de este desarrollo de un sentimiento de parentesco político entre las comunidades negras en los Estados Unidos y las palestinas que luchan por su libertad. Y es un poema increíble. También hay un poema sobre la guerra del Líbano, y si una lo lee, parece una descripción de lo que está ocurriendo hoy en Gaza. La echo mucho de menos.

Creo que todas la echamos de menos, a ella y a sus escritos, sus poemas, su influencia… Es interesante que menciones que leyendo el poema de June sobre el Líbano sientes que es lo que está ocurriendo en Gaza ahora. Hace poco encontré un vídeo tuyo en el Tribunal Russell, creo que fue en 2014, en la última sesión de Bruselas, donde diste uno de los discursos de clausura. Y escuchando el discurso, podrías ponerlo hoy, cambiar algunas fechas, y es, de nuevo, exactamente lo que está pasando en Gaza ahora, quizás multiplicado por diez. Pero el proceso, el patrón, es en realidad exactamente el mismo. Lo que demuestra que, de nuevo, la historia no comenzó el 7 de octubre, como ya sabes.

Por supuesto. Hay una dimensión del sionismo que se niega a reconocer la historia, que ha querido congelar la historia en un momento determinado. De modo que, incluso en 2024, cuando recordamos los acontecimientos del pasado otoño, vemos que el discurso del gobierno y el discurso del apoyo sionista al gobierno recrean la historia misma de la que nació el Estado de Israel. Y creo que eso nos lleva a ser críticas con el propio proceso de creación de un Estado, un Estado-nación, en base a prevenir ataques catastróficos contra los seres humanos y de ver ese Estado como la única respuesta posible a esas catástrofes. Reconociendo que el Estado se basa en el ejército, se basa en la violencia, se basa en la guerra. De modo que significa que la única forma de responder realmente es mediante la violencia. Espero que este periodo también nos inspire para tener diferentes formas de imaginar el futuro fuera del marco del Estado-nación, con su ejército y toda su policía y sus diversas formas de violencia.

Supongo que una perspectiva abolicionista es necesaria ahora más que nunca. Quería preguntarte también sobre algo de lo que hablas a menudo, el internacionalismo negro. Hace poco, estaba con una organización palestina con la que trabajo, y hablando de estrategia y demás, nos dimos cuenta de que gran parte del trabajo que hacen las organizaciones benéficas y las ONG que trabajan sobre Palestina es muy eurocéntrico o muy centrado en occidente. Intentamos presionar a los parlamentarios en Londres, en Estados Unidos pero cuando oyes la respuesta que Occidente está dando ahora mismo, te das cuenta… y cuando ves la respuesta del Sur Global, del mundo mayoritario, te das cuenta de que, en cierto modo, estamos equivocadas. Deberíamos construir alianzas muy sólidas con el Sur Global, con el mundo mayoritario, porque no podemos esperar que las personas que realmente mueven los hilos, que permiten a Israel hacer lo que hace, algún día, de nuevo, cedan sus privilegios y dejen de hacerlo. Así que me preguntaba si, en cierto modo, es eso lo que quieres decir con internacionalismo negro. Hablamos de esto con Susan Abulhawa, hace unos días también, de la necesidad de construir alianzas con el Sur Global, que es el mundo mayoritario.

Bueno, sí, eso es definitivamente importante, en particular las alianzas Sur-Sur. Creo que el problema al que te refieres es el hecho de que se ha asumido que todas las alianzas tienen que estar canalizadas a través del Norte Global. Y por tanto, se han impedido muchas conexiones muy productivas entre personas que viven en el Sur Global. Pero creo que… Tu pregunta me recuerda algo que W.E.B. Du Bois señaló hace muchas, muchas décadas, cuando habló sobre el mejor tipo de panafricanismo, la mejor manera de perseguir un tipo de panafricanismo, en el que mucha gente pensaba entonces sólo por el parentesco racial entre las personas negras en los Estados Unidos, por ejemplo, y las personas negras en África. Y Du Bois señaló que no era el parentesco racial lo que produciría el tipo de internacionalismo y el tipo de solidaridad que necesitábamos, sino reconocer que los esfuerzos antiimperialistas estaban en el centro mismo, o debían estar en el centro mismo, de esas alianzas. No alianzas basadas formalmente en alguna noción de raza, sino en una solidaridad muy concreta y en compromisos de solidaridad que unieran a las personas de ascendencia africana con personas de todo el mundo que también luchaban contra el imperialismo.

Pero creo que el internacionalismo siempre ha sido una dimensión importante de las luchas negras. De hecho, cuando pienso en el periodo en que gente como Frederick Douglass viajaron a Europa, e Ida B. Wells más tarde, durante el movimiento contra los linchamientos, viajó al extranjero para conseguir apoyo para ese movimiento. En muchos sentidos, las personas negras en los Estados Unidos siempre han sido beneficiarias de la solidaridad internacional. Y ha habido quienes reconocen que no sólo debemos vernos a nosotras mismas como beneficiarias de la solidaridad, sino también como forjadoras de solidaridad para personas de todo el mundo que están oprimidas por el capitalismo, por el capitalismo racial, de hecho. Porque si hablamos de cuestionar el racismo, tiene que expresarse como una toma de conciencia del papel que el capitalismo ha desempeñado en la producción del racismo. Y como muchas personas han señalado, el sistema capitalista que conocemos ahora es el capitalismo racial. Y por tanto, sin una dimensión de internacionalismo, no hay posibilidad siquiera de empezar a organizarnos para que caiga.

En cierto modo, en este sentido, ¿qué importancia tuvo, en tu opinión, que Sudáfrica presentara el caso ante el Tribunal Internacional de Justicia (TIJ) contra Israel?

Bueno, en primer lugar, sé que muchas de nosotras todavía estamos muy vinculadas emocionalmente a lo que imaginamos que una victoria de Sudáfrica aportaría al mundo. Sudáfrica era nuestra esperanza. Y por supuesto, debido al capitalismo global, al FMI y a otras instituciones financieras capitalistas, y debido a los problemas dentro de Sudáfrica, por el tipo de dificultades internas, políticas, pero también debido a las formas en que una lucha nunca se desarrolla exactamente como una se la imagina. Y por eso creo que ha habido una especie de depresión. Durante un tiempo, pensamos que Brasil desempeñaría el papel que Sudáfrica no desempeñó tras el derrocamiento del apartheid. Y luego, ¿qué experimentamos? Así que estoy diciendo todo esto, tengo este largo prefacio a mi comentario, ya sabes, sea cual sea el resultado final de la decisión de la Corte, el hecho de que Sudáfrica se levantara para representar a Palestina ha creado, creo, una nueva esperanza en el mundo. Y creo que aquellas de nosotras que sentíamos que habíamos invertido tanto en la lucha contra el apartheid y luego, en cierto modo, fuimos defraudadas, ahora podemos mirar a Sudáfrica y su alianza con Palestina en la escena mundial y decir que valió la pena comprometerse en todos esos años de lucha para desmantelar el apartheid. Así que estoy totalmente impresionada con el trabajo que ha hecho Sudáfrica. Creo que está teniendo un impacto en la gente de todo el mundo. Una fuente de esperanza.

¿Podría ser… —estoy tratando de ser tal vez utópico—, podría ser como una rebelión del Sur Global y en cierto modo el fin de la hegemonía estadounidense? Ya sabes, Estados Unidos, siempre ha asustado a los países para que actuaran porque decían “cuidado, nosotros mandamos. Si actuáis, cortaremos esto, cortaremos lo otro”. En cierto modo, Sudáfrica se arriesgó y muchos países le siguieron y dijeron que iban a apoyarla. Así que, en un mundo ideal, ¿podría ser el principio del fin de la hegemonía estadounidense?

Bueno, por supuesto, esa es nuestra esperanza. Y el fin definitivo de la hegemonía estadounidense va a requerir mucha más lucha a muchos niveles diferentes. Pero creo que este momento nos permite vislumbrar concretamente un futuro en el que el conjunto ideológico de Estados Unidos no sea tan poderoso sobre gran parte del mundo. El hecho de que la Corte dictara la sentencia que dictó, por supuesto a todo el mundo le decepcionó no haber conseguido un alto el fuego, pero hay muchas razones por las que eso no sucedió. Creo que, en muchos sentidos, ese fue el mejor resultado posible, al menos en relación con el informe preliminar. Y mientras todas nosotras hemos estado observando cómo se desarrollaba ante nuestros ojos lo que consideramos un genocidio, escuchar a la presidenta de la Corte leer la sentencia que incorporaba gran parte del lenguaje que había utilizado Sudáfrica y el hecho de que la presidenta del Tribunal sea de Estados Unidos, teniendo en cuenta que Estados Unidos es el mayor aliado de Israel. Y la única jueza que no firmó era de Uganda. Y realmente no lo entiendo, sobre todo porque Uganda, se piense lo que se piense de Uganda, se desmarcó de la postura de esa jueza. Así que fue una decisión prácticamente unánime. Y creo que cualquiera que sea el impacto legal que pueda tener, el impacto más importante va a ser sobre otros Estados e individuos de todo el mundo, que ahora disponemos de un marco más sólido para dedicarnos al trabajo que debemos estar haciendo para poner fin a esta guerra genocida.

Sí, exactamente. Creo que las medidas cautelares del Tribunal Internacional de Justicia son como cuando tienes una caja de herramientas que usas durante una lucha. Se trata de una herramienta enorme para nosotras, para las juristas, también para las ciudadanas. Así que esto va a ser muy importante. Y no ha terminado. Quiero decir, Sudáfrica podría pedir otras medidas cautelares si Israel no respeta estas. Así que es una historia que continúa. Quiero terminar con una pregunta en dos o dos preguntas en una. Arundhati Roy, ella de nuevo, dijo en medio del covid que el covid era un portal. No sé si recuerdas cuando dijo eso. Me preguntaba, —esta no era mi pregunta, pero ya lo es— ¿Crees que Palestina podría ser un portal? Te la voy a responder como yo pienso. Para mí, Palestina es un microcosmos de todo lo que está mal en el mundo en términos de capitalismo racial, en términos de colonialismo, en términos de políticas genocidas y apartheid. Pero también es, a través del trabajo de mucha gente, a través de los cientos de miles de personas que lo han dejado todo en los últimos meses para centrarse en Palestina, un portal a lo que podría ser el mundo. No sé si sabes a lo que me refiero. Así que esa es parte de mi pregunta. Y has dicho, en realidad muchas veces, que Palestina para ti era una prueba moral definitiva para el mundo. Así que me preguntaba ¿qué querías decir con eso?. Y si estás de acuerdo en que Palestina podría ser realmente el portal, que quizá no fue Sudáfrica, la Sudáfrica posterior al apartheid.

Bueno, ya sabes, Frank, como dijo Stuart Hall, “nunca hay garantías”. No hay garantías, pero es importante —y me gusta decirlo— actuar como si fuera posible cambiar el mundo, no sólo imaginar, sino realmente hacer realidad un momento en la historia del planeta en el que la explotación y el racismo y la guerra no sean las características principales de la sociedad humana. Y creo que lo que me parece tan inspirador es que tanta gente, independientemente de los esfuerzos concretos en los que participen tantas activistas por la justicia social, haya centrado su atención en Palestina. Ya se trate de organizaciones feministas, del movimiento LGBTQ, campañas abolicionistas, activismo climático, movimientos por la justicia alimentaria. Y vemos que esto ocurre, lo vemos en el continente africano, lo vemos en Australia, lo vemos en Sudamérica.

Así que estoy recordando un momento en el que hablé en una zona rural de Brasil mientras intentaban construir un nuevo sistema universitario que admitiera a personas afrobrasileñas, personas de ascendencia africana en Brasil. Y recuerdo, como has dicho, que siempre me gusta mencionar Palestina, y esto fue hace algunos años, y mencioné lo importante que era vincular nuestras luchas con lo que estaba ocurriendo en Palestina. Y las miles de personas que estaban allí presentes estallaron en un aplauso masivo que yo no esperaba. Y así ahora, cuando veo las imágenes del enorme número de personas que se manifiestan en un país tras otro, me recuerda que estas conexiones a través de las fronteras nacionales son posibles, que Palestina nos permite imaginar un mundo muy diferente. Y por eso luchamos por la justicia para Palestina, no porque sea lo moral —que lo es—, ni porque sea la única forma en que podemos imaginar un futuro para las personas que viven en esa parte del mundo —que lo es—, sino porque representa la capacidad de construir nuevas vidas y nuevos sueños para las personas de todo el mundo. Aunque me entristece enormemente tener que presenciar el daño y la devastación que ha infligido Israel, que prologa su guerra al referirse —al menos el Ministro de Defensa— a las personas palestinas como “animales humanos”. Creo que eso despierta algo en la gente en todas partes e incluido, espero que cada vez más, entre las personas judías dentro de Israel. Lo único que debería señalar, que ha sido tan inspirador, es el hecho de que las jóvenes judías hayan tomado el liderazgo en esta lucha, hayan convocado y liderado las manifestaciones que están teniendo lugar en todo Estados Unidos. Y eso nos hace soñar con un mundo en el que habremos erradicado el racismo y el antisemitismo y la explotación económica y la violencia de género. Así que sí, depositamos nuestros sueños, creo, en Palestina.

Gracias, Angela. Qué manera tan increíble de terminar. Creo que, de nuevo, tienes toda la razón. Tenemos que creer en nuestros sueños. Si no, ¿quién va a luchar? Howard Zinn dijo que la lucha tiene que ser estimulante en cierto modo, alegre y hermosa, porque si no lo es, ¿quién más se va a unir? Así que creo que, a pesar del horror, tenemos que intentar centrarnos en la belleza para seguir adelante. Gracias de nuevo, Angela. Hablaremos pronto. Y feliz cumpleaños atrasado.

Gracias, Frank. Y gracias por todo lo que haces y sigues haciendo.

Traducido por el colectivo Viva Palestina Libre.

Fuente: https://www.elsaltodiario.com/mapas/entrevista-angela-davis-gaza-apartheid-sudafrica

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Palestina: detalles de resistencias

Por: Jacobo Rivero

La Feria Internacional del Libro de Frankfurt cumplió 75 ediciones el pasado mes de octubre con polémica. La cita más importante del mundo editorial tenía previsto entregar el galardón LiBeraturpreis —que reconoce a autoras procedentes de África, Asia Latinoamérica o el mundo árabe— a la escritora palestina Adanía Shibli (Galilea, 1974) por su libro Un detalle menor.

Según el jurado, la novela, que narra la búsqueda de información sobre una violación grupal cometida por un destacamento militar israelí a una joven beduina, estaba “rigurosamente compuesta” y hablaba sobre “el poder de las fronteras y de lo que los conflictos violentos hacen a las personas”. Pero unos días antes de la entrega del galardón hubo un cambio de criterio y se canceló la concesión del premio. Juergen Boos, cuestionado presidente de la Feria desde 2005, escribió un comunicado en The New York Times explicando la decisión: “Condenamos enérgicamente el terrorismo terrible de Hamás contra Israel. El terror contra Israel contradice todos los valores de la Feria del Libro de Frankfurt”.

Resistencias desde los libros

En el pasado, Boos había justificado la presencia de libros y editoriales próximas a la extrema derecha señalando que, por encima de otras consideraciones, prevalecía la “libertad de expresión”. Por si fuera poco cinismo, la Feria además eliminó de su programación un encuentro abierto al público con la autora y Günther Orth, su traductor al alemán. Desde entonces, Adanía Shibli decidió no hacer declaraciones a los medios de comunicación y dejó que la defensa de su libro recayese en las muestras de apoyo que ha generado en numerosos comunicados, escritos y declaraciones públicas.

Más de mil personas, muchas de ellas también escritoras, expresaron en una carta conjunta su oposición a la cancelación del premio y apelaron a la responsabilidad de la Feria a la hora de “crear espacios para que los escritores palestinos compartan sus pensamientos, sentimientos y reflexiones sobre la literatura en estos tiempos terribles y crueles, no para cerrarlos”. Entre otras firmas estaban las de los premios Nobel de Literatura Abdulrazak Gurnah, Annie Ernaux y Olga Tokarczuk.

Ambientado el inicio de la obra en 1949, un año después del comienzo de la guerra de 1948 y el principio de la Nakba, la novela de Shibli es mucho más que una investigación de una periodista sobre unos hechos con los que se encuentra por casualidad años después. La búsqueda de información, producto de la curiosidad de la protagonista, es una carrera de obstáculos contra sus miedos más íntimos, en medio de la ocupación y el apartheid asfixiante. “Los disparos, las alarmas de las patrullas militares, y a veces los helicópteros, los aviones de combate y los bombardeos, a los que se unen las sirenas de las ambulancias, no es solo que precedan a los boletines urgentes de noticias, sino que, en concurrencia con los ladridos del perro, forman parte del sonido ambiente”. Lo cuenta Shibli en un momento de la trama para describir lo que supone vivir sometidos a una ocupación en la que la vida de las personas palestinas pende del hilo de un gatillo fácil, de una mala mirada, o de una identificación aleatoria. Los ladridos del perro que salpican el relato de principio a fin funcionan como metáfora de un grito sordo de distintas generaciones, de vidas palestinas que no generan reacciones, que no tiene eco, que nadie atiende más que para darle patadas. Un texto incómodo en tiempos de cierre de filas en torno al colonialismo israelí y la brutalidad cotidiana del apartheid. Incuestionables públicamente, por lo visto en Frankfurt, tras los terribles atentados de Hamás el 7 de octubre de 2023.

La editorial Hoja de Lata, editora del libro en España, publicó un comunicado sobre la cancelación del premio a Adanía Shibli. En el escrito señalaban: “La novela por la que fue premiada está basada en hechos reales […] y como hay quien quiere hacernos creer que este conflicto comenzó hace dos semanas, ni Shibli ni su relato convienen”. Un mes y medio después de la polémica, Daniel Álvarez, cofundador de la editorial, apunta para El Salto su opinión sobre lo ocurrido: “Al tratar de acallar a Adanía lo que han logrado es el efecto contrario. Precisamente cuando el premio pretendía dar voz a autoras y autores del sur global no eurocentrista, la Feria ha demostrado su hipocresía suprema”. Un detalle menor, publicado por primera vez en 2016 y en nuestro país en 2019, es un ejemplo claro, señala Álvarez, de lo que se conoce como “efecto Streisand”, un caso de censura que termina ampliando el conocimiento y repercusión de una obra. La versión en castellano va por la tercera edición, con una traducción muy cuidada y fina de Salvador Peña Martín. La editorial asturiana ya había publicado antes Una trilogía palestina, un libro que recoge las tres primeras novelas del escritor y militante marxista Gasán Kanafani (Acre, 1936-Libano, 1972): Hombres en el solLo que os queda y Um Saad. Daniel Álvarez se refiere a él como un “autor totémico”, que destacó tanto por su literatura y sus obras de teatro, como por su pertenencia activa al Frente Popular para la Liberación de Palestina (FPLP). Asesinado en Beirut junto a su sobrina Lamis de 17 años con una bomba colocada bajo su automóvil por los servicios secretos israelíes, Gasán Kanafani es un símbolo en la vida de los palestinos, especialmente en muchos campos de refugiados donde el FPLP y varias organizaciones civiles próximas mantienen presencia organizativa.

Si Kanafani es un símbolo presente de la resistencia histórica a través de la palabra y la acción, Adanía Shibli es la voz de una “nueva generación de mujeres” que desde la diáspora están generando una “atención global”, resumen desde la editorial Hoja de Lata

Según la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados Palestinos en Oriente Próximo (UNRWA en sus siglas inglesas), existen más de medio centenar de campos de refugiados repartidos entre Jordania, Líbano, Siria, Cisjordania y la Franja de Gaza en los que viven más de cinco millones de personas. Lugares donde, en algunos casos, la gobernabilidad sigue dependiendo de comités populares porqu, al ser espacios transitorios, no se celebraron nunca procesos electorales. Si Kanafani es un símbolo presente de la resistencia histórica a través de la palabra y la acción, Adanía Shibli es la voz de una “nueva generación de mujeres” que desde la diáspora están generando una “atención global”, resume el editor de Hoja de Lata.

Un hilo de voz que tanto dentro como fuera de Palestina sigue manteniendo como referencia indiscutible al poeta Mahmud Darwish, auténtico faro literario de las ilusiones y frustraciones del pueblo palestino. Darwish (Al-Birwa 1941-Houston, 2008) expresó en una entrevista el significado último de su trabajo: “La metáfora Palestina es más fuerte y penetrante que la Palestina misma”. Y añadía sobre la relación de la tierra con su escritura: “La parte geográfica de la historia es más fuerte que la parte histórica de la geografía. Al no encontrar mi lugar en la tierra, intenté encontrarlo en la historia. Y la historia no puede reducirse a una compensación de la geografía perdida. Es igualmente un punto de observación de las sombras, de uno mismo y del otro, en un camino humano más completo”.

Esa particular mirada sobre geografía e historia sigue presente en la actualidad, en una atmósfera de metáforas poéticas profundas. En una senda similar se expresa también Basma Alsharif (Kuwait, 1983), artista multidisciplinar y cineasta de origen palestino. Ella desarrolla narrativas visuales compuestas de imágenes sobre la condición humana. En ese recorrido gráfico hay un componente de lectura política global, de trayectoria vital usurpada: el exilio de su familia la alejó de sus orígenes. Basma Alsharif no puede entrar a la tierra de sus padres, que nacieron en la Franja, ni visitar a sus abuelas y parientes. Pero las texturas del afecto y los paisajes perviven a través de su trabajo creativo. Alsharif participó en un encuentro de mujeres de Palestina y Catalunya llamado Tasharuk (Compartiendo, en árabe) que llevaba por subtítulo “género, cultura y resistencias en Palestina”. La finalidad era crear un espacio de convivencia para la “mejora de la capacidad de resiliencia de las comunidades de la gobernación de Nablus, mediante el empoderamiento de las mujeres y la transversalización de género”. Un proyecto de cooperación internacional que se desarrolló entre enero de 2021 y junio de 2022. En la web hay un apartado titulado solidaridad feminista: “El patriarcado es un sistema de opresión global con diferentes expresiones en cada región, y en Palestina se ve reforzado por la ocupación israelí. Las supervivientes de violencias machistas están entre los sectores más vulnerabilizados de la población”.

Desde 2010 más de la mitad de películas realizadas en Palestina han sido dirigidas por mujeres. Basma Al Sharif se muestra contundente sobre su trabajo como cineasta y artista palestina: “Yo no he decidido representar a nadie más que a mí misma, aunque este yo esté lleno de memoria colectiva”

Colonialismo, ocupación y patriarcado van de la mano. Para muestra un botón: durante la primera Intifada (1987-1993) el ejército israelí difundió fotos de mujeres palestinas en los probadores de las tiendas de ropa. Esas imágenes captadas de manera clandestina e ilegal se repartieron en las comunidades como si hubieran sido realizadas en la intimidad en compañía de soldados israelíes. La estrategia militar tenía como objetivo encerrarlas en casa, crear desconfianza y reproches, violentar su condición humana como mujeres palestinas, fomentar una sociedad temerosa de la libertad individual, empujando hacia el círculo cerrado de la familia y la religión la seguridad de sus cuerpos. De entonces a ahora, en ese campo de batalla, sí que han cambiado algunas cosas: según publica Tasharuk, desde 2010 más de la mitad de películas realizadas en Palestina han sido dirigidas por mujeres. Basma Al Sharif se muestra contundente sobre su trabajo como cineasta y artista palestina: “Yo no he decidido representar a nadie más que a mí misma, aunque este yo esté lleno de memoria colectiva”.

Resistencias desde Nablus

Nablus, como Yenin, es uno de los núcleos de población en Cisjordania donde la represión del ejército israelí y la criminalidad de los colonos está siendo más intensa tras el 7 de octubre de 2023. Se cuentan por centenares los asesinatos, detenciones, encarcelamientos y humillaciones. El miedo y la tensión invaden todo. Un estado de ánimo que comenzó con la Nakba, catástrofe en árabe, origen de la historia de Adanía Shibli en Un detalle menor. Diez días después de los ataques de Hamas, y cuando ya sobre Gaza caían toneladas de bombas, la Federación Anarquista de Estados Unidos Black Rose-Rosa Negra entrevistó a miembros del colectivo libertario palestino Fadua (redención en árabe). Una organización de “jóvenes activistas y académicos de dentro y fuera de Palestina” que en la primera pregunta sobre sus características políticas respondían: “Nuestro objetivo es reunir a todas las fuerzas con diversas ideas y tendencias políticas e intelectuales y centrarlas en la lucha contra la ocupación injusta y el pensamiento racista sionista en Palestina. Por eso tenemos buenas relaciones con algunos jóvenes de confesión judía, algunos conversos, algunos musulmanes, cristianos y otros. La idea es que muchos palestinos se oponen a los actos racistas e injustos de la ocupación sionista, pero no encuentran un eje único en torno al cual puedan unirse”.

Las respuestas de estos jóvenes que se definen también como “nueva generación” no atienden a motivos religiosos ni a proclamas revolucionarias basadas en certezas teóricas. Es más sencillo: “Sufrimos porque nos roban las necesidades mínimas de la vida”. Fadua, como la mayoría de movimientos sociales en Cisjordania, es muy crítico con el el gobierno de Mahmoud Abbas, al que acusan de colaboracionista: “La Autoridad Palestina firmó un acuerdo en virtud del cual serviría a la entidad ocupante en materia de seguridad. Es decir, todos los jóvenes activistas palestinos que luchan contra la ocupación sionista de una u otra manera y el ejército israelí no puede detenerlos, la Autoridad Palestina los persigue, los detiene y los entrega a la ocupación, y luego nadie sabe el destino de ese joven o esa joven”.

Resistencias cotidianas

En una entrevista realizada para El Salto por Luna Flores en junio de 2021, Adanía Shibli apuntaba la importancia del lenguaje para situar el contexto de lo que está ocurriendo: “Entre Israel y Palestina no hay un conflicto, hay colonización y ocupación”. Shibli señalaba sobre la relación entre su escritura y la referencialidad de su tierra natal: “Cuando vives en Palestina eres testigo de algo enorme. Asumirlo no es el trabajo de la literatura. Es tu deber como ser humano”. Una amiga palestina de Ramallah definía en una frase cómo vivía la dinámica cotidiana del apartheid: “Exterminio por desesperación”. Un detalle menor va de eso, de una búsqueda de significados que llegan a una misma conclusión: levantarse cada día y caminar en Palestina es un ejercicio de resistencia que afecta a cualquier actividad que en otro lugar del mundo podría ser normal. En ese escenario y con la complicidad de la comunidad internacional, nada ha cambiado, todo ha ido a peor.

En cierta ocasión, un amigo judío antisionista, activista del maltrecho “campo de la paz israelí”, me dijo en Jerusalén sobre los distintos gobiernos de Israel: “Aquí nadie pierde la oportunidad de perder la oportunidad de conseguir la paz”. Netanyahu ha decidido dar un paso más y pasar a la historia como el apóstol de la muerte, el adalid de la deshumanización de todo un pueblo ante los ojos del mundo. En esa letanía de décadas ahora acelerada, con miles de muertes injustas, expulsiones de territorio, encarcelamientos sin juicio, impunidad y racismo sistémico, Palestina se desangra ante la mirada impasible de los gobiernos del mundo, el cinismo de los grandes medios de comunicación, y los ladridos ahogados de unos pocos ciudadanos y organismos que defienden los derechos humanos.

Adanía Shibli continuaba en su novela el párrafo en el que describe el agobio por las patrullas militares, los bombardeos, los helicópteros y el aullar de sirenas de la siguiente manera: “La situación es esta desde hace mucho, mucho tiempo; tanto que quedan pocas personas con vida que puedan recordar los pequeños detalles relativos al modo de vivir anterior, y me refiero a detalles como la lechuga pasada en el mercado de verduras cerrado”. Una realidad a la que la feria internacional del libro más importante del mundo ha dado un portazo y ocultado, para no ser vista ni oída. Ya no les parece interesante “lo que los conflictos violentos hacen a las personas”.

En ese contexto de miserias, más allá del lenguaje de las armas, la resistencia palestina se construye a partir de detalles cotidianos, de seres humanos con miedos, pasiones y deseos. L.Z es jugadora de baloncesto, madre de un niño de siete años y una niña de cuatro. Vive con su familia en Beit Yala, una ciudad cercana a Belén, en Cisjordania. Para ella, jugar en una cancha es olvidar la opresión de la ocupación por unos minutos, en la pista de juego dice que “encuentra la libertad” con sus compañeras. Muchas veces llegan a los partidos después de cruzar check points con horas de espera y tensión para recorrer distancias cortas, donde con frecuencia son violentadas por el ejército y los colonos. Su resistencia consiste en jugar para divertirse, en reivindicar su existencia con un balón en las manos junto a un grupo de amigas.

Hace unos días, L.Z me explicaba cómo les está afectando el genocidio contra la población de Gaza y el asesinato indiscriminado de inocentes en Cisjordania: “Querido amigo, la situación es terrible, estamos tensos y estresados, toda la ciudad está encerrada en sus casas”. Cuenta que hay pánico a controles, cacheos, francotiradores y ataques de colonos armados. También hay pavor a escuchar la radio, mirar las noticias o consultar los mensajes en el móvil. Antes de despedirse con un sentido abrazo y recordar que “lo peor está pasando en la Franja”, termina la comunicación con una declaración de resistencia: “Seguimos adelante”.

Fuente de la información:  El Salto

Foto: Comercio en Nablus de Kanafeh, dulce típico de la zona (Álvaro Minguito)

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Carta de una mujer mapuche a una mujer palestina

Por: Moira Millan- Weychafe Mapuche

 

La weychafe mapuche Moira Millán escribe una carta dirigida a sus hermanas palestinas desde la impotencia de la distancia y la certeza de la resistencia.

Querida hermana Palestina, escribo desde tierras muy lejanas, desde mi territorio de Puelmapu, Territorio Mapuche, en el sur de la Patagonia, bajo administración del estado argentino.

Soy hija de una nación también invadida, el pueblo nación mapuche, un pueblo que aún recuerda sus días de libertad, cuando recorríamos sin fronteras y sin alambres nuestra Wallj Mapu. Al igual que tu pueblo querida hermana, el mío también conoce la injusticia del despojo, el dolor del genocidio, la desolación de ser esclavos en nuestra propia tierra, las deportaciones de la muerte, las reubicaciones forzadas.

Hemos palpado la indolencia del mundo, y aun hoy padecemos la imposición de dos estados coloniales, Argentina y Chile, que continúan persiguiéndonos, encarcelándonos y asesinándonos. Mi familia ha sobrevivido de manera milagrosa a campos de concentración tortura y exterminio. De ahí vengo, de un linaje enraizado en lo profundo de la memoria telúrica de estos territorios, un pueblo nación, corajudo y lleno de dignidad.

El pueblo palestino habita mi corazón desde hace algunos años cuando supe que allá en el lejano y a la vez tan cercano Medio Oriente, una historia similar a la nuestra estaba sucediendo, un pueblo originario, el Pueblo Palestino invadido por un estado colonial, Israel. Algo tan parecido a lo nuestro con algunas décadas de diferencia, ya que el estado argentino terminó su campaña genocida a finales de 1800 pero su Estado se asienta definitivamente en Puelmapu a principios de 1900.

Me atraviesa el cuerpo cada bala que mata la vida de mis hermanas y hermanos palestinos. Revivo el genocidio con cada bomba que cae sobre Gaza, con cada niño asesinado. La muerte de inocentes diseminándose a lo largo del territorio Palestino, en manos del estado israelí.

He recibido de mis mayores una enseñanza muy muy antigua en la filosofía de mi pueblo mapuche, nuestro kuifikimvn. Me hablan del YERPUN, atravesar la noche, para ser persona, elevando nuestro SER como humanidad. Debemos atravesar obstáculos, dolores, penas profundas, atravesar la noche más oscura para amanecer un nuevo día, luminoso y pleno.

Me pregunto: ¿Cuándo atravesaremos la noche? ¿Qué ha pasado con el pueblo judío que también tuvo su noche larga y profunda? ¿Acaso se quedó en la oscuridad? ¿O han sido secuestrado por quienes gobiernan las noches inoculando las peores pesadillas? ¿Tal vez los monstruos de la noche han tomado el control del mundo adormeciendo nuestros sentidos, con somníferos cargado de mentiras. Tendremos muchos YERPUN, hermana querida. Pero más temprano que tarde los pueblos telúricos atravesaremos la noche, y las fuerzas militares coloniales tendrán que rendirse frente a la unidad de los pueblos, a la solidaridad y la fuerza de justicia y hermandad de una humanidad que en todos los confines seguirá en las calles convencida de que mientras no haya justicia para los criminales no habrá paz.

Desde siempre las fuerzas de ocupación actúan poniendo en marcha un aparato propagandístico que acalle la conciencia de los pueblos, que justifique ante el mundo sus aberrantes crímenes. La narrativa colonial comienza con el señalamiento de las víctimas como terroristas, y los estados terroristas como justicieros.

La nación mapuche conoce muy bien ese perverso cuento, que les funciona a los opresores porque el racismo, estructurando la doctrina de las democracias odiantes, no es cuestionada por la inmensa mayoría de la población mundial.

Una pequeña porción de la humanidad que concentra el poder es supremacista, racista y ha decidido que la vida de los pueblos racializados no importa. He sabido que una parte de la población judía está reprimida por la tiranía de los genocidas que gobiernan el estado de Israel. Sé que mujeres y hombres judíos han levantado valientemente su voz para vociferar su rabia y dejar claro que no permitirán que en su nombre se siga asesinando a un puebloMuchas de estas valientes personas, han sufrido el maltrato, la tortura y encierro, por las fuerzas represivas del gobierno ultra derechista sionista y fascista israelí. Esa fracción de hermanas y hermanos judíos antisionistas son perseguidos por sentir y asumir su profunda humanidad, avergonzados de los asesinos que dicen representarlos. extiendo también mi abrazo a ellas y ellos. Me recuerdan a las argentinas y argentinos que valientemente salieron a denunciar al estado junto al pueblo mapuche cuando las balas del comando unificado argentino se disparaban contra nuestras niñeces, hace tan solo un año atrás. Por supuesto el repudio a esa cacería de niños y mujeres mapuche, no fue masiva, apenas un puñado de seres consientes y solidarias. Siempre habrá una voz que surja sabia y valientemente para decir ¡basta!.

En estos días pienso en Hannah Arendt, judía, sionista en un principio y contexto tan diferente al de ahora y sin embargo perseguida y odiada por los suyos, que no le permitieron su revisionismo, sus críticas, e interpelaciones ante un nacionalismo colonial y racista que se anunciaba tan cruel como sus persecutores nazis. Ella pudo ver en qué se convertiría esa fuerza política que se articulaba, para sostener una ocupación por la fuerza, sanguinaria y cruel.

Deseo tanto, querida hermana palestina, que las mujeres del mundo nos unamos en un llamado a un paro mundial contra el genocidio, para parar la guerra tal vez funcione parar el mundo, y quienes lucran con la guerra, los verdaderos beneficiarios de esta masacre, sepan que estamos decididas a arrancarles nuestro derecho a la justicia y a la paz.

Creo firmemente en nuestra fuerza, en nuestra capacidad de urdir consensos, en nuestro discernimiento para ver por encima de todas las diferencias la importancia de sostener la VIDA. Mi querida hermana palestina, abrazo con todo mi ser lleno de amor a tu pueblo. Me avergüenzan mis limitaciones e impotencia frente a lo que están atravesando. Créeme que desearía estar allí ayudando. Como mujer mapuche sé lo que es estar carente de todo, y lo maravilloso que resulta cuando en medio de la desazón una mano amiga se extiende con la ayuda que precisamos.

Deseo la libertad de tu pueblo tanto como sueño con la libertad del mío. Weayiñ lamngen Palestina. Venceremos hermana Palestina.
Desde la cordillera sur Puelwillimapu, por territorio, justicia y libertad, marici weu!!

Moira Millan- Weychafe Mapuche

Fuente de la información e imagen:  Agencia Presentes

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Los nazis de nuestro tiempo no usan bigote

Por Jorge Majfud

No deja de ser una trágica ironía de la historia que aquellos que desde el principio condenaron las acciones bélicas de Hamás y del Gobierno de Israel sean acusados de estar a favor del  terrorismo por aquellos que solo condenan a Hamás y justifican el terrorismo masivo, histórico y sistemático del Gobierno de Israel.

Afortunadamente, cientos de miles de judíos (sobre todo en el hemisferio norte) han tenido el coraje que no han tenido evangélicos o laicos políticamente correctos y previsibles de salir a las calles y a los centros del poder mundial a aclarar que el Estado de Israel y el judaísmo no son la misma cosa, confusión básica, estratégica y funcional que radica en el centro del conflicto y beneficia solo a unos pocos con la complicidad fanática e ignorante de muchos otros.

De hecho, decenas de miles de judíos estudiosos de libros sagrados del judaísmo como la Torá han afirmado que el judaísmo es anti sionista. Muchos dirán que es materia de opiniones, pero no veo por qué su opinión deba ser menos importante que la del resto de charlatanes belicosos.

Ha sido este pueblo judío, que sabe que su convivencia con los musulmanes ha sido, por siglos, mucho mejor que esta tragedia moderna, quienes han gritado en Washington y Nueva York “No en nuestro nombre”, “Paren el genocidio del Apartheid” y no en pocos casos han sido arrestados por ejercer su libertad de expresión, que en las democracias imperiales siempre fue la libertad de aquellos que no eran tan importantes como para desafiar el poder político, como lo demuestra, por ejemplo, la libertad de expresión en tiempos de la esclavitud. Pero a estos pertenecerá la dignidad otorgada por la historia.

Cuando vuelva la luz a Gaza y el mundo se entere qué ha hecho uno de los ejércitos nucleares más poderosos del mundo, con la complicidad de Europa y Estados Unidos, sobre un gueto sin ejército y un pueblo sin derecho a nada más que respirar, cuando puede, se enterará de que no son miles sino decenas de miles de vidas tan valiosas como las nuestras, aplastadas por el odio racista y mecánico de gente enferma, unas pocas de ellas con mucho poder político, geopolítico, mediático y financiero, que es, en definitiva, lo que gobierna el mundo. Naturalmente, la propaganda comercial tratará de negarlo. La Historia no podrá. Será implacable, como suele serlo cuando las víctimas ya no molestan más.

Muchos callarán, temblorosos de las consecuencias, de las listas negras (periodistas sin trabajo, estudiantes sin becas, políticos sin donaciones, como lo han informado hasta medios como el New York Times), del estigma social que sufren y sufrirán aquellos que se atreven a decir que no hay ni pueblos ni individuos elegidos por Dios ni por el Diablo, sino meras injusticias del poder desatado.

Que una vida vale tanto y lo mismo que cualquier otra.

Que el pueblo palestino (con una población ocho veces la de Alaska, cuatro o cinco veces la de otros estados de Estados Unidos) arrinconado en un área invivible, tiene los mismos derechos que cualquier otro pueblo sobre la superficie de la esfera planetaria.

Que los palestinos, hombres, mujeres y niños aplastados por las bombas indicriminadas, no son “animales sobre dos patas”, como afirma el Primer Ministro Netanyahu (si fueran perros al menos serían tratados mejor). Ni los israelíes son “el pueblo de la luz” luchando contra “el pueblo de las tinieblas”.

Que los palestinos no son terroristas por nacer palestinos, sino uno de los pueblos que más ha sufrido la deshumanización y el constante asedio, robo, humillación y asesinato impune por ya casi un siglo.

Pero éstos, quienes se atreven a protestar por una masacre histórica, una de las tantas, son, vaya casualidad, los acusados de apoyar el terrorismo. Nada nuevo. Así han procedido siempre los terroristas de Estado en todas partes del mundo, a lo largo de toda la historia y bajo banderas de todos los colores.

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