Fernando Ruiz
A pesar de su turbulento inicio, el Ciclo Escolar 2016-2017 terminó con destellos esperanzadores para la transformación educativa de nuestro país. Después de los álgidos momentos contra la reforma educativa en 2013, 2015 y 2016, la situación al final del presente ciclo escolar parece representar el fin de esa etapa y el inicio de la construcción de nuevas prácticas institucionales, docentes y escolares.
Se ha mejorado el cumplimiento del calendario escolar en los estados en los que tradicionalmente las dirigencias sindicales tienen como práctica habitual incumplirlo. En Oaxaca, bastión de la CNTE, se perdieron menos días de clase este ciclo escolar que durante cualquier ciclo de la última década.
De hecho, desde la aprobación de las reformas normativas de 2013, los días perdidos se han reducido, pasando de 28 días de clase perdidos en el Ciclo 2012-2013, 43 días en 2013-2014, 27 días en 2014-2015, 45 días en 2015-2016 y 16 en el ciclo que acaba de terminar.
Adicionalmente, en Oaxaca se observa una reducción en la magnitud de los paros laborales, rompiendo con una tradición de más de tres décadas; el paro de labores de agosto de 2016 inició con la participación de sólo 50% de las escuelas y disminuyó en la segunda semana a 23%. Es significativo que fueron forzados a terminarlo por las protestas de los padres de familia.
Esta situación reflejó lo que ya se había observado el ciclo anterior: de las más de 5 mil escuelas que participaron en el paro que empezó el 16 de mayo 2016, se fueron reduciendo sustancialmente durante el mes de junio hasta llegar a sólo 379 escuelas. En el último paro de este ciclo, en mayo de 2017, sólo 13% de los centros escolares cerraron.
Lo mismo se puede apreciar en el caso de Chiapas. En el Ciclo Escolar 2012-2013 se perdieron 59 días de clase, 30 días en 2014-2015, 51 días en 2015-2016 y 24 días en el ciclo 2016-2017. En este caso, fue notorio el aumento de la agresión física y verbal que la Sección 7 y la fracción democrática de la Sección 40 emplearon contra sus propios compañeros docentes e incluso contra los padres de familia de muchas escuelas para sostener el paro.
El cambio de la situación de Oaxaca no sólo se debe a los propios errores cometidos por la disidencia magisterial y el hartazgo social contra sus prácticas. La recuperación de la rectoría educativa, buscada con la desaparición del Instituto Estatal de Educación Pública de Oaxaca (IEEPO) en 2015, la recentralización del pago de la nómina, el control de las plazas presupuestales y los concursos de ingreso y promoción, redujo sustancialmente los mecanismos de control sobre el
magisterio.
El contexto chiapaneco difiere del oaxaqueño, pero un elemento indispensable para terminar con la suspensión de clases y el uso de la violencia en ese estado será terminar con la impunidad de las prácticas de su dirigencia.
Un aspecto que puede estar influyendo en este cambio de tendencia es que los vaticinios respecto a los despidos masivos de trabajadores y la privatización de escuelas no se han cumplido. Las movilizaciones de 2015 y 2016 fueron en gran medida motivadas por la incertidumbre que la aplicación de la evaluación docente, su desorden logístico, y los cambios y ajustes sistémicos en los mecanismos de ingreso, promoción, colocación docente, cambios de adscripción, escalafón, prestaciones e incentivos docentes impactaran negativamente en la estabilidad laboral de los maestros.
Es importante señalar que la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) no dejará de ser un actor político relevante en sus respectivas entidades. Paralelamente a la pérdida de legitimidad de sus demandas y el debilitamiento de sus movilizaciones masivas, han refuncionalizado las alianzas con organizaciones sociales, incursionado en alianzas electorales e incrementado el uso sistemático de bloqueos y cierre de vialidades. Esto permitirá que, con un número relativamente pequeño de activistas, siga siendo un mecanismo efectivo de presión política sobre los gobiernos estatales.
Con el fin de la aplicación de la evaluación del desempeño docente 2015-2016 y 2016-2017, la continuidad de los concursos de ingreso y promoción, la cadena de anuncios referentes al cambio del modelo educativo vigente y su ruta de implementación, así como el fin de las movilizaciones masivas de la disidencia magisterial, se delinea el fin de la etapa iniciada en 2013 con la reforma del artículo tercero constitucional.
El futuro no está exento de riesgos y retrocesos, pero sin lugar a dudas dependerá de la sociedad y sus organizaciones civiles denunciarlas a favor del derecho a aprender de las niñas, niños y jóvenes en estos
estados.
Fuente de la articulo: http://www.elfinanciero.com.mx/opinion/2017-etapa-promisoria-para-el-sistema-educativo.html
Fuente de la imagen: http://www.elfinanciero.com.mx/files/article_main/uploads/2017/06/21/594b03bd56742.jpg