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«Los mapas, al igual que la tecnología, nunca son neutrales»

María Álvarez Malvido es mexicana y estudió Antropología Social en la Universidad Autónoma de México. Se reconoce amante de las historias y por eso siempre se sintió cercana al periodismo. Eso fue lo que la llevó a vincularse, desde muy temprano en su carrera, en procesos de comunicación de radios comunitarias.

Trabajó durante cinco años en la organización Redes AC y también formó parte del desarrollo de Colmena, un software de código abierto que surgió en tiempos de pandemia para apoyar las redacciones de los medios locales y comunitarios.

“Mi colaboración con radios comunitarias devino naturalmente en redes comunitarias y pronto entré al mundo de la autonomía tecnológica y el Software Libre”, nos cuenta María del otro lado de la videollamada y aclara: “No tengo un perfil técnico, entiendo hasta el punto de poder problematizarlo”.

Desde hace un año, María es parte de Digital Democracy, allí realiza tareas en las áreas de Comunicación y Soporte de Producto, ésta última más vinculada al acompañamiento de las personas usuarias. Uno de los principales desarrollos de la organización es Mapeo, una herramienta digital para documentar, monitorear y cartografiar muchos tipos de datos, utilizada mayormente en procesos de defensa territorial.

Se trata de una plataforma que permite que las personas que habitan, cuidan y defienden un territorio puedan monitorear y documentar tanto las amenazas como los efectos o particularidades que se identifican. Es una herramienta customizable, adaptable a cada territorio, que busca responder a las diferentes necesidades de las personas y las comunidades usuarias.

“Los mapas, al igual que la tecnología, nunca son neutrales”, reflexiona María. “Han sido usados históricamente para procesos de colonización, de despojo territorial, de extractivismo, pero también han sido -y pueden ser- utilizados por diversas comunidades y pueblos originarios de otras formas, ¿no? Y desde el propio conocimiento del territorio”.

 Si tuvieras que darle una personalidad a Mapeo, ¿cómo lo describirías?

Es un proyecto local y a la vez muy diverso porque los territorios donde se utiliza son diversos, pero en ellos se viven amenazas y situaciones parecidas. También diría que es sensible y con espíritu de cuidado. Hay mucha atención a los detalles, a responder a cosas específicas en contextos locales, y entonces ese proceso se vuelve de mucho cuidado y escucha, tanto a quienes lo usan como también a quienes lo desarrollan.

– ¿Cómo fue el proceso de desarrollo?

El proceso se inicia muchos años antes de ser Mapeo. Comenzó a partir de distintas colaboraciones del equipo de Digital Democracy con diversos procesos de defensa territorial en la región latinoamericana de la Amazonía, sobre todo frente a la presencia de petroleras y otros tipos de despojo. Los pueblos indígenas estaban requiriendo herramientas de mapeo para definir y documentar elles mismes los territorios, desde su propio habitarlo y ser parte de él.

Si bien en ese momento ya existía el GPS, las herramientas requerían mucha experiencia técnica y conocimiento. Y entonces surge la necesidad de una herramienta accesible en términos de conocimiento técnico, pero también pensando en contextos particulares donde, por ejemplo, no hay internet e incluso se hablan otras lenguas.

Así fue como, hace aproximadamente siete años, se desarrolla Mapeo. Una herramienta en la que las personas usuarias no requieren conexión a Internet, es peer to peer, es decir la información se actualiza a través del encuentro de las personas que están monitoreando el territorio, y también es muy intuitiva.

– ¿Cómo es el proceso de trabajo con las personas usuarias y qué desafíos encuentran en él?

Justo me incorporé en un año de cambios importantes del que puedo hablar. Mapeo empezó en un contexto muy local, en colaboración con organizaciones socias con las que se trabajaba hacía un tiempo, y con un acompañamiento muy cercano. Empezó también con poco presupuesto y con una base muy sencilla a nivel de programación.

En el último tiempo, esa base ya no estaba siendo suficiente para apoyar todas las solicitudes que hay ahora de parte de las personas que usan la herramienta. Los monitores y monitoras, las personas de las comunidades con las que trabajamos y quienes la están usando, tienen mucho que decir en cuanto a qué no les sirve o qué les serviría mejor.

Todo ello lo hemos documentado en conversaciones y en talleres, y también hay un canal de comunicación constante tanto de soporte técnico como de conversaciones más de fondo sobre lo que está pasando en los territorios. Y en ese sentido, en los últimos años fueron surgiendo necesidades muy claras como, por ejemplo, mayor seguridad o que lo que se pueda documentar no solo sean fotos sino también audio y vídeo.

Como la base en la que estaba construida Mapeo, ya no daba para todos esos pedidos, ahora estamos en un proceso de renovar el backend, para que, con una nueva base más sólida, se pueda avanzar.

En este último año ha habido todo un proceso de renovación que ha implicado mucha reflexión, muchas conversaciones y también mucha concentración del equipo técnico para el tema del desarrollo y del equipo de Soporte de Producto para pensar cómo va a ser el acompañamiento de todos esos cambios.

Si bien la herramienta puede seguir sumando más posibilidades y mejoras, hay características propias del producto que no deben perderse de vista, como por ejemplo que es muy accesible, tiene muy pocos botones, es muy intuitiva y funciona en celulares muy viejitos con poca capacidad.

Entonces, creo que el desafío está en cómo balancear las nuevas mejoras que se solicitan desde los territorios con el principio básico de accesibilidad, tanto técnica como de uso. Otro desafío es equilibrar el ritmo acelerado de la necesidad de documentar las amenazas o cambios en un territorio, con la capacidad de nuestro equipo, que es un equipo pequeño.  El camino de Mapeo depende del ritmo de las personas usuarias y de la posibilidad de estar en conversación permanente con ellas.

-¿Te acuerdas de alguna experiencia de uso de Mapeo que puedas compartir?

Hay un caso que creo que ilustra muy bien el hecho de que con la herramienta se mapean las amenazas, pero también la vida que hay en el territorio. Es el caso del pueblo Waorani de Ecuador que se impuso al gobierno de ese país frente a la entrada de petroleras en sus territorios con la excusa de que allí no había nada.

El pueblo Waorani utilizó la herramienta Mapeo para presentar sus propios mapas y demostraron todo lo que sí había y todo lo que se ponía en peligro con los permisos que el gobierno estaba otorgando a las petroleras y lograron suspender cualquier posibilidad para desarrollar proyectos de extracción en sus tierras.

Este tipo de usos de mapas propios para comunicar también hacia el afuera lo que hay en los territorios, fue muy relevante y también generó otros procesos en otras comunidades que han estado dándole su propio uso a Mapeo. Es una herramienta que también puede servir para documentar no solo lo tangible, sino también aquello relacionado con las lenguas originarias o con la memoria de las comunidades.

– El equipo trabaja mayormente de forma remota, ¿tienen encuentros presenciales?

En mayo tuvimos un encuentro en la Amazonía Ecuatoriana, queríamos mucho juntar a todas las personas con las que trabajamos en diferentes territorios, y generar un espacio para que también entre ellas se encontraran.

Y fue un encuentro, tal cual. Eso era lo principal: contar historias, escuchar las historias de otras personas, no solo de la tecnología, sino de lo que está pasando en sus territorios y de cómo las herramientas les están apoyando.

Fuimos cerca de 50 personas quienes participamos. ¡Fue increíble! Fueron defensoras y defensores de territorios de once países: había personas de la Amazonía de la parte de Brasil, de Perú, de Ecuador, pero también había personas de Nueva Zelanda.

Había personas de muchos lugares y hubo también todo un reto en cuanto al lenguaje. Fue muy rico. Lugares tan diferentes y con desafíos tan similares como de una forma de colonización y de extractivismo y despojo que opera parecido ¿no?

En el encuentro hubo quienes han estado usando más Mapeo, pero también quienes han estado usando Terrastories, otra herramienta que también tiene que ver con la defensa, pero de las historias sobre su tierra. Y en paralelo, también hubo un proceso de investigación de experiencia de usuario, donde el equipo técnico mantuvo conversaciones dinámicas con preguntas para analizar sobre si responde a las necesidades de las personas en contextos diferentes.

Entonces, hubo ese intercambio muy rico y además que el equipo de desarrollo haya estado ahí ¿no? Creo que es otro desafío y que estamos constantemente intentando resolver: la articulación de quienes acompañamos desde el proceso de lo comunitario, con quienes se encargan de desarrollar. Como esa cosa más holística del trabajo.

-¿Cómo se conecta la antropología con la tecnología?

Creo que se juntan desde lo político. En el repensar y desde cómo observar. Siento que también al no entender la tecnología desde lo más técnico, desde la antropología siempre recurrimos a metáforas para explicarlo y entonces puedes decir algo relacionado a la vida cotidiana que no tiene nada que ver con si tienes información técnica o no. Puedes aportar en repensar lo que parece dado como una tecnología.

Luego se cruza mucho la experiencia cotidiana de ser usuaria y veo que sí, que desde la pregunta y desde todos los otros conocimientos que tenemos, se puede incidir, pensar y replantear la tecnología desde otros lados.

También pensar en que decimos “la tecnología” como una forma general, pero que en realidad nos referimos casi siempre a las tecnologías digitales. Pero hay muchas otras tecnologías, y como todas hay muchas que se han usado para contar historias. Y las tecnologías digitales también sirven para contar historias y hay formas de hacerlo desde términos propios. Entonces pienso en cómo sumarle a ese proceso, aunque no sea desde el conocimiento técnico, pero sí desde aquello que nos importa.

La antropología me dio muchas preguntas que abrazo mucho, de cómo se pueden percibir las cosas de un territorio y desde otro lugar, desde otro cuerpo, desde otras lenguas, desde otra experiencia. Creo que todo lo que he hecho como el amor que le tengo a las historias y a la diversidad de tus formas de contarlas y a la diversidad de territorios desde las que se encuentran.

Digital Democracy apoya a las comunidades que trabajan para defender sus derechos humanos y ambientales, pero que carecen de las herramientas para hacerlo. Se trata de comunidades marginadas en todo el mundo, incluidos pueblos indígenas y minorías étnicas, cuyos derechos humanos se ven más gravemente afectados por el abuso ambiental. La organización acompaña con los procesos de las comunidades con distintas capacitaciones que le permita utilizar herramientas digitales básicas para recopilar, compartir y gestionar información sobre infracciones ambientales y de derechos humanos.
Puedes conocer más sobre su trabajo y las distintas herramientas que han desarrollado en el sitio www.digital-democracy.org.

@sursiendo

Fuente de la información e imagen:  https://sursiendo.org/2023

Fotografía: Sur siendo

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Argentina. Sin anteponer la sana rebeldía al desastre neoliberal no construiremos humanidad.

“El arte de nuestros enemigos es desmoralizar, entristecer a los pueblos. Los pueblos deprimidos no vencen. Por eso venimos a combatir por el país alegremente. Nada grande se puede hacer con la tristeza”Arturo Jauretche.

“La rebeldía es el único refugio digno de la inteligencia frente a la imbecilidad”. Arturo Pérez-Reverte.

“Juventud sin rebeldía es servidumbre precoz”. José Ingenieros.

“Cuando se nace pobre, ser estudioso es el mayor acto de rebeldía contra el sistema”. Tomás Bulat.

En  diálogo periodístico reflexivo sobre la situación argentina con un medio comunicacional de Formosa-Argentina-, respondí a la pregunta inicial : ¿ Cómo lee la situación social en Argentina?

“Estamos bajo el régimen de las políticas neoliberales más derechosas jamás imaginada, pues está abocada de lleno  a destruir lo mejor que tenemos en salud y educación pública, estos dos pilares de la sociedad son atacados y delatan su perversidad. Arremete contra la universidad porque odia la inteligencia y la democracia”.

 “Si uno estudia el proceso de llegada de migrantes a la Argentina comprobará que millones de europeos y Latinoamericanos forjaron por medio del esfuerzo y sacrificio de varias generaciones una nación próspera y que el sistema cooperativo es parte indisoluble de esa gesta, hoy todo eso está en ruina”.

 ¿Cómo ejemplificaría su descripción de la situación argentina actual?

Con  real descripción cantada por Cacho Castaña en su “Septiembre del 88”: “Si vieras qué triste que está la Argentina Tiene la mirada de los caminantes que ya no caminan Se muere de pena por tanta mentira De tanta promesa por nadie cumplida Si vieras sus calles que tanto reían, ya no son las mismas”.

Entonces, ¿a qué conclusión llega?

“Llego al sitio circunstancial que dijo el Papa Francisco, “Hagan líos”, eso significa no resignarse a la mediocridad, a la miseria, al NO se puede, claro que si se puede, y sepamos que, sin anteponer la sana rebeldía ante el desastre neoliberal no podremos construir humanidad”.

“Por eso, y vuelvo a la misma canción Cacho cuando nos afirma que “juntos podremos salir adelante, en cooperación, claro, pues, no resignarnos es cantarle a la vida:”

“Si acaso te encuentras con otro emigrante Decile que vuelva, que pronto seremos mejores que antes. Que todo fue culpa de cuatro atorrantes Que sólo lograron que el pueblo no cante Volvé cuando quieras que juntos podremos salir adelante”.

 ¡En la fraternidad, un abrazo cooperativo!

Fuente de la información e imagen:  https://insurgenciamagisterial.com

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Manuel Area-Moreira: “La legislación prohibicionista de la tecnología móvil en las aulas es un error”

Por: Regina de Miguel

Prohibir el uso de la tecnología en el aula no protegerá a los menores de sus efectos dañinos; es necesario formar en su uso para que los estudiantes desarrollen una actitud crítica y responsable. Así lo cree Manuel Area-Moreira, que ha hablado de este y otros temas en esta entrevista.

El uso de las pantallas en las aulas ha ocasionado en los últimos tiempos una importante división entre aquellos que las defienden y los que que están en contra de ellas: mientras que los primeros destacan que se fomenta un aprendizaje personalizado, se desarrollan habilidades digitales o se garantiza el acceso a una mayor cantidad de recursos educativos, los segundos hablan de que los dispositivos tecnológicos afectan a la concentración o generan dependencia. Manuel Area-Moreira, catedrático de Tecnología Educativa de la Universidad de La Laguna (Tenerife) e investigador principal del Laboratorio de Educación y Nuevas Tecnologías (EDULLAB), defiende que lo que hay que hacer es formar a los estudiantes para que desarrollen un espíritu crítico, y sean capaces de interactuar con la tecnología, en especial con la inteligencia artificial, de un modo eficaz y seguro.

Pregunta: ¿Qué opina del acalorado debate que ha habido en redes y medios de comunicación en los últimos meses sobre el uso de tecnología en las aulas?

Respuesta: Hay demasiado ruido mediático y mucha confusión en este debate. Es comprensible el malestar y preocupación de las familias y de los docentes ante los efectos nocivos provocados por la sobreutilización de las pantallas por niños y adolescentes, pero considero que es un error la legislación prohibicionista de la tecnología móvil en las aulas. Lo preocupante (y criticable) es que este conjunto de regulaciones administrativas se plantea sin que ofrezcan simultáneamente medidas de actuación educativa ante los problemas enunciados. Subyace la creencia, ingenua a todas luces, que vetando o proscribiendo la presencia de las tecnologías móviles en los espacios escolares se protegerá, de forma casi mágica, a los menores de edad de los efectos dañinos de dichos dispositivos. Tampoco existe ninguna evidencia científica que impidiendo el uso de la tecnología en las aulas el alumnado mejorará su aprendizaje, o que evitará sus efectos negativos como son la tecnoadicción, el consumo de contenidos inapropiados o el ciberbullying. Estas prácticas nocivas de uso de la tecnología por adolescentes ocurren en el tiempo extraescolar, no en los centros educativos. En otras palabras, prohibir los móviles en las aulas no es la solución pedagógica más adecuada.

«Los docentes deben formar a los estudiantes como personas que tienen un equilibrio emocional para usar de manera consciente y autorregulada las redes sociales»

P: ¿Qué habilidades necesita desarrollar el profesorado ante la progresiva digitalización de las aulas? 

R: Todo docente, además de dominar el contenido o conocimiento que enseña, debe ser competente didácticamente, es decir, ser capaz de crear las condiciones para facilitar la adquisición del conocimiento por el alumnado. Tiene que ser, asimismo, competente digitalmente y poseer los saberes y las capacidades para utilizar la tecnología con fines pedagógicos. Esta competencia digital consiste en crear materiales didácticos en formato digital, planificar y desarrollar proyectos y actividades de aprendizaje a través de los recursos de Internet, tutorización y evaluar a su alumnado empleando las herramientas tecnológicas, autoformarse y colaborar online con otros colegas docentes, entre otras.

P: ¿Y los desafíos a los que se enfrenta?

R: El principal desafío docente es formar a su alumnado para que sean personas competentes, cultas y críticas que sepan desenvolverse exitosamente en la complejidad cultural y técnica de la sociedad digital. Esto es lo que se conoce como la formación o alfabetización para el desarrollo de la competencia digital del alumnado. Esta competencia no consiste solo en que los estudiantes aprendan a manejar aparatos tecnológicos y software, sino en desarrollar las habilidades intelectuales de alto nivel cognitivo (crear, analizar, comparar, seleccionar, reelaborar) que les permitan interactuar con la información y el conocimiento disponible en el ciberespacio. También debe formarse al alumnado para que sea un sujeto con actitudes, valores y compromiso con los demás. Paralelamente también implica formarles como personas con equilibrio emocional para el uso consciente y autorregulado de las redes sociales y tecnológicas.

Manuel Area-Moreira

P: ¿Qué limitaciones percibe en el uso de las tecnologías en estos momentos?

R: Más que limitaciones, diría que existen usos disfuncionales de la tecnología como son la excesiva dependencia y cantidad de tiempo conectados a la misma por parte de los menores de edad, el acceso a contenidos perniciosos o nocivos (violencia, pornografía, apuestas, acosos, etc.), difusión acelerada del narcisismo o exhibición pública de la vida privada, el consumo y aceptación acrítica de ideas y noticias falseadas… Todo esto son fenómenos preocupantes ante el sobreuso de las redes tecnológicas y necesitan respuestas educativas tanto desde las escuelas como desde los hogares.

P: ¿Cómo introduciría las TIC para garantizar un aprendizaje significativo y personalizado? 

R: Hace ya tiempo que sabemos que las TIC, por sí solas, no generan automáticamente aprendizaje en los estudiantes. Ocurre si detrás de la introducción de las TIC en el aula, el docente tiene un planteamiento pedagógico que estimule que el alumnado aprenda de forma activa, constructiva y experiencial. Esto supone articular planificaciones y metodologías didácticas donde se le pida al alumnado que sea un creador de objetos digitales de conocimiento (en formato texto, vídeo, audio…) que pueden compartirse y difundirse en Internet, favoreciendo el trabajo colaborativo y grupal tanto con sus compañeros de clase como con estudiantes de otros centros.  Las TIC deben ser utilizadas, didácticamente como recursos que facilitan y permiten al alumnado ser creadores del conocimiento y no meros consumidores del contenido que les proporcionen las pantallas.

«Las TIC garantizan un aprendizaje significativo y personalizado si el docente tiene un planteamiento pedagógico que estimule que el alumnado aprenda de forma activa, constructiva y experiencial»

P: ¿Qué hay que tener en cuenta a la hora de elegir plataformas y herramientas digitales?

R: En la selección de plataformas o herramientas digitales para ser empleadas educativamente debemos estar atentos a que las mismas cumplan una serie de requisitos básicos de respeto a la privacidad de los datos e informaciones personales. Necesitamos plataformas y herramientas digitales que no se apropien y exploten comercialmente los datos generados por los agentes educativos, sino que las mismas sean transparentes y estén al servicio de las necesidades del profesorado y alumnado.

P:¿Qué tecnologías tendrán un impacto mayor en la educación en los próximos años?

R: No soy profeta, pero es predecible que las tecnologías denominadas inteligentes son las que se extenderán e impactarán en los próximos años tanto en nuestra sociedad como en el ámbito educativo. Conceptos como las analíticas del aprendizaje, la tutorización automatizada, la personalización o individualización del aprendizaje, la automatización de los procesos instructivos… probablemente empezarán a estar generalizados en el campo educativo. Asimismo, creo que se producirá un aumento de las modalidades formativas híbridas que supongan una mezcla o combinación de situaciones de enseñanza presencial con espacios de aprendizaje virtuales.

P: En el caso de la inteligencia artificial. ¿Cómo puede esta tecnología mejorar el proceso de enseñanza y aprendizaje? ¿Cuáles son los retos más inmediatos que debe abordar?

R: Actualmente existen numerosas promesas, expectativas y herramientas sobre las aplicaciones de la Inteligencia artificial (IA) en la educación. De hecho, es muy fácil localizar actualmente en Internet cientos de apps que permiten a los docentes y al alumnado de forma automatizada y fácil crear imágenes, generar videos e infografías, traducir idiomas, elaborar resúmenes, redactar ensayos, planificar proyectos, etc.

«El peligro está en que los estudiantes plagien y asuman de modo acrítico lo que les digan las máquinas»

Mi punto de vista es que nos falta o carecemos de un planteamiento o modelo de actuación educativa para integrar didácticamente estas herramientas inteligentes en los procesos de enseñanza. No tiene sentido pedir a los estudiantes las mismas tareas intelectuales que se les solicitaba en los tiempos previos a la IA, ya que estas máquinas se las resuelven en poco tiempo y no suponen un esfuerzo cognitivo relevante en el aprendizaje.

El peligro está en que los estudiantes plagien y asuman de modo acrítico lo que les digan las máquinas. Por ello los nuevos retos formativos son que el alumnado aprenda a formular preguntas y sepa dar las instrucciones necesarias a la IA para que les ofrezca respuestas necesarias y apropiadas para resolver problemas específicos. Que el alumnado aprenda a desarrollar una actitud y de análisis crítico ante las respuestas que proporcione una IA y dialogue con la misma; que sepa que esta tecnología comete errores y por tanto debe verificarse la información que proporciona; y tome conciencia que es una herramienta de apoyo, pero que lo relevante son las personas quienes generan el conocimiento.

Fuente e Imagen: https://www.educaciontrespuntocero.com/entrevistas/manuel-area-moreira/

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“El capitalismo practica una guerra civil latente y larvada o abierta y declarada”

El autor italiano Maurizio Lazzarato sostiene que no hay capitalismo sin guerra. En esta entrevista también critica a la tradición filosófica francesa de la década del 70 y considera que es necesario reconstruir la acción política a fin de pensar nuevos modos de rupturas revolucionarias a nivel macro.

Maurizio Lazzarato nacido en 1955 en Italia y residente en París desde hace décadas es uno de los filósofos contemporáneos más estimulantes para pensar el lugar de la izquierda en el desconcertante panorama político actual. Militante en su juventud en el autonomismo y estudiante en la Universidad de Padua, posteriormente su exilio en Francia lo pone en relación con la tradición filosófica de mayo del 68 en la cual Lazzarato se adscribe al mismo tiempo que polemiza fuertemente con muchos de sus conceptos y de manera muy notoria en sus últimos libros: Guerras y Capital co-escrito con Éric Alliez (2016), El capital odia a todo el mundo (2019), ¿Te acuerdas de la revolución? (2022), Guerra o revolución (2022) y El imperialismo del dólar (2023). Esta serie de publicaciones encuentra una nueva estación en su flamante lanzamiento titulado ¿Hacia una nueva guerra civil mundial? (Tinta Limón) que articula teoría y política desde una rabiosa actualidad a propósito del privilegio ontológico que para una generación de pensadores (Michel Foucault, Gilles Deleuze, Félix Guattari o Antonio Negri) ha tenido la afirmación y el desplazamiento de la negación con el consecuente efecto político de esta posición que ha llevado a eliminar del pensamiento de izquierda la categoría de “guerra” y nociones sucedáneas como el conflicto o la lucha en favor de una revolución subjetiva o micropolítica que ha evitado pensar una interpelación seria sobre la revolución a gran escala. En este sentido, según Lazzarato será imperioso construir una convergencia entre las subversiones singulares y la experimentación subjetiva (modos de vida minoritarios, feminismo, género, sexualidad, etc.) con una transformación radical de la dinámica económica y social si no queremos asistir a “subjetividades revolucionarias sin revolución”. Algo que Gilles Deleuze testimoniaba pero desde una mirada crítica de las revoluciones en la historia cuando afirmaba que “la revolución impide el devenir revolucionario de las personas”.

De acuerdo al punto de vista de Lazzarato desde hace ya casi dos décadas presenciamos una continuidad de acontecimientos especialmente visibles a partir de la crisis financiera subprime de 2007 y 2008 que nos colocan frente a una realidad ineludible: no hay capitalismo sin guerra. Los conflictos entre Rusia y Ucrania e Israel y Palestina nos ponen, según su perspectiva, frente hechos incontrastables en los cuales percibimos un mundo ya completamente ajeno a la “pacificación” global luego de la caída del Muro de Berlín, el desmembramiento de la Unión Soviética y el unilateralismo liberal anunciado por Francis Fukuyama. El presente que vivimos, por el contrario, se encuentra sumido en un espiral confrontativo y violento que requiere, según el filósofo italiano, la rehabilitación de categorías olvidadas y ocultas que permitan recrear una posición de izquierda en este contexto.

En esta entrevista Lazzarato detalla sus críticas hacia la tradición de la filosofía francesa de los setentas centrada en la microfísica del poder, la micropolítica y la producción de nuevas formas de subjetividad como alternativas post-revolucionarias que pretendían sustituir el concepto de guerra civil en un contexto de desilusión del socialismo real y de desmarxistización. Desde nuestra coyuntura Lazzarato cuestiona esta deriva intelectual y, al revés, considera que es necesario reconstruir la acción política desde una ontología que recupere el “no” y la negación a fin de pensar nuevos modos de rupturas revolucionarias a nivel macro con potencia constituyente frente al avance de las nuevas derechas a nivel mundial.

¿Hacia una nueva guerra civil mundial? es su sexto libro sobre la cuestión de la guerra y particularmente sobre la noción de “guerra civil” en este caso a propósito de los conflictos en Ucrania e Israel. En relación a ello usted señala en un pasaje lo siguiente: “La guerra y la guerra civil son los signos de la repetición de la acumulación originaria, capaces de determinar la transición de un modo de producción a otro, de una forma de acumulación a otra, porque, juntas, constituyen las fuerzas destructivas del viejo orden y constitutivas de un nuevo Nomos mundial de mercado. No hay poder constituyente sin guerra y sin guerra civil, sin organización de la potencia y acumulación de fuerzas”. ¿Por qué según su mirada es fundamental recuperar la noción de “guerra” para pensar nuestro presente y especialmente para construir una política de izquierda?

El pensamiento crítico ha reprimido la cuestión de la guerra y la guerra civil y yo he intentado con todos los límites que tengo analizar la actualidad en directo, recuperar ese retraso. En un poco más de un siglo la guerra mundial se produjo cuatro veces. No se trata de un elemento contingente. Con el imperialismo y el capitalismo de los monopolios, es decir, a partir del comienzo del siglo XX la guerra y la guerra civil son acontecimientos constitutivos del capitalismo y era necesario incluirlos de manera conceptual. El capitalismo nace históricamente de un largo período de acumulación operado no por la producción o por el trabajo sino por la violencia, por las guerras de desposesión y la esclavitud. Marx llamaba a esta época la acumulación primitiva, un período durante el cual la guerra creaba las clases, porque para que la producción pueda ponerse en marcha era necesario que las clases existan y su emergencia se realizó por la violencia de la sumisión. Nosotros sabemos ahora que la acumulación primitiva no está limitada a una época histórica, de la Conquista de América a la revolución industrial, sino que se reproduce continuamente determinando el pasaje de un modo de producción a otro, de una división internacional del poder y del trabajo a otra. Incluso el pasaje del fordismo de la posguerra al neoliberalismo necesitó de su acumulación originaria, es decir, la violencia extra-económica de la guerra civil, de la guerra de conquista y de la guerra de servidumbre. Hayek, con una franqueza reaccionaria que hace falta a los progresistas y demócratas, confirma y reivindica abiertamente esta dimensión meta-económica definida sin miedo como “dictadura” cuando, durante su visita al Chile de Pinochet, mientras los ecos de la tortura, los asesinatos y la represión generalizada no estaban todavía totalmente apagados, declara el 8 de noviembre de 1977 al diario El Mercurio: “Una dictadura puede ser un sistema necesario durante un período de transición. Quizá para un país es necesario tener por un tiempo una forma de poder dictatorial”. Para Hayek, la acumulación originaria llamada “dictadura de transición” es necesaria en Chile y en toda América Latina como condición no económica del funcionamiento de la libertad de mercado y de empresa. La necesidad de ejercer, según los términos de Hayek, los “poderes absolutos” se manifestará igualmente al fin del ciclo porque el mercado, el comercio mundial y la libre empresa se transformarán en un espiral de contradicciones y de oposiciones que solo la guerra y la guerra civil pueden resolver. La dimensión extra-económica es dada por la guerra y la guerra civil en tanto definen cada vez una nueva división del trabajo internacional y una nueva división del poder, esto no es sino la apuesta de la guerra mundial “en pedazos” que estamos viviendo en el presente. La acumulación primitiva, en la cual nos encontramos actualmente sumergidos, organiza una distribución primaria de medios de producción y de la propiedad que reposa sobre la violencia del enfrentamiento armado, esta es la única manera de articular la economía política y la lucha de clases, la producción, la guerra y la guerra civil. Eso que los marxismos occidentales, todos basados sobre el valor, la producción, la circulación y el consumo, no han podido realizar exitosamente y continúan omitiendo.

Usted es un muy crítico del pensamiento francés posterior a mayo del 68, sobre todo de la última etapa de la filosofía de Michel Foucault a fines de la década de 1970 y comienzos de 1980, particularmente de su curso en el Collège de France titulado “Nacimiento de la biopolítica” sobre la cuestión del liberalismo y el neoliberalismo. ¿Cuáles son los principales elementos que usted critica de Foucault pero también de Deleuze, Guattari y de otros pensadores soixante-huitards?

Foucault es prácticamente el único intelectual de su generación en haber teorizado la guerra civil como matriz de las relaciones de poder. Pero lo ha hecho solamente entre 1971 y 1975 para luego abandonarla por los conceptos de gubernamentalidad y biopolítica. Como todos los intelectuales de su época se radicaliza en ocasión de mayo del 68 para después seguir el declive de los movimientos políticos desarrollando conceptos que tienen por objetivo la “pacificación”, por ejemplo: el cuidado de sí, la vida como obra de arte, la estética de la existencia o la producción de nuevas formas de vida, separando así la producción de subjetividad de la ruptura revolucionaria. De la misma manera opera Guattari con el “paradigma estético” que captura las relaciones sociales bajo la forma de la existencia o bien el “devenir revolucionario” sin revolución de Gilles Deleuze. Asistimos a una involución del pensamiento crítico incapaz de captar la radicalización inevitable de las relaciones de fuerzas porque hemos construido una teoría del capitalismo centrada exclusivamente en la producción (incluso el deseo es visto como productor, tal como observamos en El Anti-Edipo de Deleuze y Guattari, esto no cambia el problema) que omite la guerra y la guerra civil. Foucault opone en 1978 las “excrecencias del poder”, que considera el verdadero problema del futuro de la humanidad, a la producción contemporánea de riqueza y miseria, reenviada al pasado, como cuestión social específica del siglo XIX. Justamente, eso que Foucault niega ser el problema del presente, va a ser el centro de la estrategia capitalista: como siempre se trata de la cuestión de la propiedad privada. Foucault critica el concepto de soberanía y ve solamente la dimensión local de la organización del poder, pasando por alto completamente la centralización “soberana” de la política y la economía. De una manera similar, Toni Negri y Michael Hardt, decretan el fin del imperialismo y el nacimiento de un Imperio fantasmático supra nacional que en realidad jamás existió porque los Estados Unidos siempre quisieron imponer su hegemonía unilateral. Lo que se impone a partir de fines de los años setenta es la imposibilidad de la revolución, sustituida por los fantasmas de la ruptura micropolítica. Negri enuncia para toda la teoría crítica ese punto de vista cuando dice: “Hay que dejar de mitificarla: la revolución está viva, ella construye sin cesar los movimientos de novedad y de ruptura. Ella no se encarna en un nombre: Jesucristo, Lenin, Robespierre o Saint-Just. La revolución es el desarrollo de las fuerzas productivas, de los modos de vida en común, el desarrollo de la inteligencia colectiva”. Dejar de mitificar la revolución es hacer de ella una actividad creadora, micro, incesante, capaz de conexiones siempre nuevas entre las singularidades que escapan a la captura capitalista produciendo, de esta manera, subjetividades autónomas e independientes. “Desdramatizar” la revolución es concebirla como una praxis sin rupturas “excepcionales”, una transformación local, micropolítica, siempre capaz de relanzarse porque es ingobernable, siempre excesiva en relación a la máquina Estado-capital. En lugar de esta ilusoria producción ininterrumpida de un proceso de liberación fantasmático, asistimos desde décadas a la ofensiva de una contra-revolución que ha ceñido progresivamente toda dimensión política a la praxis del “trabajo viviente”, reduciendo a éste a niveles de sumisión y explotación jamás esperados desde la primera fase de la revolución industrial. La “inteligencia colectiva” y las fuerzas productivas sin organización central son integradas en nuestro presente en una producción impulsada por la industria armamentística, que la histeria guerrera occidental agita en ausencia de todo proyecto político, reproduciendo así su propia dominación. En lugar de un “devenir revolucionario” asistimos a un “venir fascista” del mundo. Si comparamos todas estas teorías con la situación actual podemos constatar su fracaso resonante porque se han revelado incapaces de diagnosticar el presente.

Me resulta muy interesante esta crítica que le hace a ciertos conceptos claves de la filosofía de Michel Foucault como “biopolítica” o “gubernamentalidad” ya que estos ocultarían la importancia de la noción de “guerra” al interior de la historia y del capitalismo. ¿Podría ampliar cuáles son sus principales objeciones en relación a estos instrumentos teóricos para pensar la actualidad?

Con estas categorías es imposible dar cuenta del declive del neoliberalismo que se pensaba como una alternativa al fracaso del liberalismo clásico que había conducido a las guerras mundiales y los fascismos. Ahora bien, la autoregulación del mercado nos ha conducido a la guerra y a la reedición del genocidio renovando la derrota del liberalismo clásico. La gubernamentalidad y la biopolítica describen una dinámica del poder solamente local, micro, difuso, descuidando completamente la centralización que concierne tanto a la economía como a la política. Estas categorías son muy débiles por no decir inútiles para analizar la actual fase política que era imposible de anticipar a partir de ellas mismas.

Usted sostiene que la dimensión colonial del conflicto en Gaza es la confirmación de la hipótesis de su libro Guerras y Capital (co-escrito con Éric Alliez) donde se postula que el capital funciona necesariamente a través de la guerra. ¿Podría desarrollar un poco más este planteamiento que relaciona el capital, la guerra y el Estado imperial?

La dimensión colonial del capitalismo es indispensable para su funcionamiento. Eso que el marxismo europeo y blanco ha a menudo dejado de lado. Mientras que la guerra entre los Estados europeos estaba regida por la “Jus belli” (los códigos normativos de la guerra justa), en las colonias la guerra era siempre salvaje y de una violencia inaudita. Esta era indispensable para el proceso de acumulación. La misma cosa se podría decir en relación a la sumisión y la explotación de la mujer en los circuitos de reproducción. En estos dominios igualmente no se trata únicamente de producción y de explotación sino de violencia, de guerra, de conquista y de sometimiento. Es la razón por la cual hablamos de guerras en plural (de clase, sexo, raza) y no solamente de guerra entre Estados como hace la geopolítica.

Solamente pasando a la ofensiva uno se puede oponer eficazmente a los poderes establecidos.

Luego del declive de la mundialización y la crisis de la globalización usted busca la posibilidad de rehabilitar una ruptura revolucionaria en el presente. A propósito de ello menciona ciertos acontecimientos insurreccionales como la primavera árabe, la revuelta en Irán por la muerte de Mahsa Amini en 2022, las protestas en Francia de los chalecos amarillos y contra la reforma de las jubilaciones o el estallido social chileno en octubre de 2019 para pensar la convergencia entre ciertas luchas que expresan intereses y deseos con la problemática de la clase social. ¿Cree realmente que sería posible pensar otra manera de revolución en términos macropolíticos? ¿Qué elementos nos puede ofrecer en relación a ello?

Yo no propongo reproducir las formas de la revolución del siglo XX, ellas hoy son imposibles. Parto de constatar que luego de cincuenta años de prácticas alternativas a las rupturas revolucionarias el resultado es lamentable. Verdaderamente, estamos a punto de perder todos los derechos sociales y políticos conquistados por las luchas revolucionarias de los siglos XIX y XX. Un dato al respecto: Marx evaluaba la fuerza de los movimientos obreros por los resultados obtenidos a raíz de la lucha sobre el horario de la jornada de trabajo. La tendencia histórica nos muestra que la disminución del horario de trabajo se ha detenido. No ha habido jamás desde el inicio de la industrialización un proletariado tan débil, tan impotente. El proletariado “sin revolución” no puede sino solamente soportar la iniciativa del enemigo. Javier Milei, su actual presidente, es un buen ejemplo de la estrategia, siempre al ataque, siempre el querer más por parte del capital y el Estado. La iniciativa parte todo el tiempo del enemigo. Nosotros nos defendemos desde nuestra incapacidad para detener el avance arrogante de la propiedad privada. La reacción es importante como ha sucedido en Argentina a propósito del intento de privatización de la universidad, pero siempre se trata de una reacción defensiva, en este caso para proteger la dimensión pública de la educación frente al ataque. Me parece evidente que solamente pasando a la ofensiva uno se puede oponer eficazmente a los poderes establecidos. Desde 2011 ha habido verdaderas insurrecciones de masas como en Egipto o en Chile; en Francia incluso, con una intensidad menor, hemos asistido a una impresionante continuidad de luchas. Estas luchas llegan a altos niveles de enfrentamientos pero terminan generalmente vencidas. Son incapaces de organizar y acumular “la fuerza” que es la sola cosa que el enemigo de clase teme. Es necesario abrir el debate sobre los fracasos reiterados. ¿Por qué continuamos perdiendo? ¿Por qué nos debilitamos sin cesar? En mi último libro se avanza en la hipótesis de que el problema no es solamente la multiplicidad sino el dualismo, la polarización radical de las relaciones de fuerza. El movimiento insurreccional chileno impuso la polarización pero luego le faltó una estrategia sobre qué hacer y cómo hacerlo.

En función de lo que dice creo que el análisis que realiza tanto en su obra en solitario como junto con Éric Alliez en torno a la necesidad de recuperar la noción de “negación” que ha sido perdida en favor de una filosofía exclusivamente de la “afirmación”, vitalista y deseante, es muy enriquecedor para repensar la estrategia de la izquierda en el presente. ¿Podría desarrollar un poco más esta posición teniendo en cuenta la articulación entre la política representativa y estatal (macropolítica) y la política de la vida cotidiana y la subjetividad (micropolítica)?

Las filosofías críticas posteriores a mayo del 68 han eliminado el concepto de negación porque lo identifican con la dialéctica hegeliana y con su política de conciliación y síntesis de contradicciones. Sin embargo, es imposible pensar la acción política sin decir “NO”, sin rechazo, sin negación de la estrategia del enemigo. Todo ha devenido afirmación, creación y creatividad. La destrucción de las relaciones de explotación y de dominación, la extinción de las clases y la necesidad de vencer al enemigo de clase (esta expresión también había desaparecido) ha sido reformulada en beneficio de una ilusoria afirmación de “producción de subjetividad” cuyo su desarrollo es compatible con el capitalismo, es decir, que no es contradictorio con su existencia. El “modo” spinozista de la “afirmación pura” se ha introducido y ha proliferado en los intelectuales atravesados por la crisis del marxismo. Ahora bien, uno puede pensar sin problemas una negación que no sea dialéctica. La guerra y la guerra civil son dos ejemplos de la acción de oposición, de negación, de destrucción no dialéctica. Desde los años setenta, el capital ha elegido una política de separación, de ruptura de toda mediación, de rechazo sistemático de todo compromiso y condujo una estrategia de negación de los derechos y de las conquistas de los oprimidos. El capitalismo practica una guerra civil latente y larvada o abierta y declarada, según las circunstancias. Se trata de una lógica de guerra civil asimétrica porque es asumida por una sola parte. No hemos todavía encontrado una contra estrategia para neutralizar aquella de la no mediación. El régimen de guerra nos impone pensar un nuevo concepto de negación. La guerra y la negación son las verdades de nuestra realidad fabricada por relaciones de poder no compatibles que la economía, el consumo, las imágenes y los discursos “ocultan” por un tiempo. Pero solamente por un tiempo. Con una regularidad sorprendente esta realidad emerge y con ella la “negatividad”. Es necesario saber verlas y sobre todo anticiparlas si no queremos ser esclavos.

Fuente de la información e imagen:  https://contrahegemoniaweb.com.ar

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«La salud mental es un asunto colectivo»

Aunque Rosa Montero ha publicado su más reciente libro, ‘La desconocida’ (Alfaguara), en el que se adentra con Olivier Truc en la novela negra, la mal llamada «locura» y su relación con la creación ha sido un tema que la ha obsesionado. De hecho, en ‘El peligro de estar cuerda’, encontró la forma de plasmar esa inquietud, visibilizar los trastornos mentales y la necesidad de tratamiento y atención a estas enfermedades.


El peligro de estar cuerda ya lleva más de un año publicado. ¿Qué ha pasado en este tiempo? ¿Qué más le ha sorprendido del éxito del libro?

Ha sido increíble. Llevo años publicando libros y creo que este es uno de los importantes para mí, porque le puse mucho tiempo y corazón. Nunca en toda mi vida había tenido una respuesta de los lectores tan increíble. Otro libro que tuvo muchísima respuesta fue La ridícula idea de no volver a verte. Y, de hecho, me siguen hablando de él. La gente me cuenta sus duelos. Pero en este ha sido como si le hubiese quitado un tapón a algo espumoso que ha salido incontenible. He llorado mucho con lectores y lectoras que vienen y me cuentan cosas tan emocionantes y trascendentes que han llegado hasta justificarme la vida en algunos sentidos.

¿En qué sentido?

Ha habido dos casos en concreto en los que me han dicho que el libro les ha salvado de suicidarse. Yo no sé cómo tomarlo, fueron dos mujeres. Una de ellas a través de una carta, y la otra, en persona.

En entrevistas anteriores usted compartió historias que le contaban quienes leyeron su libro, con el que se sintieron identificados. ¿Alguna nueva anécdota?

Estaba en Buenos Aires presentando y dando entrevistas sobre el libro. Estaba lista para una entrevista para televisión y el periodista se me acercó. En vez de presentarse y dar las gracias por el espacio, me dice: «Rosa, tu libro tiene toda la razón porque yo tengo un TOC con la balanza. Me peso 20 veces al día. Llego a casa y me peso con chaqueta, sin chaqueta, con zapatos, sin zapatos. Sé lo que pesa mi corbata». El libro produce eso: compartir manías. Y aunque no contó eso en la entrevista, me invitó a su programa de radio y ahí tuvo el valor de contarlo, de normalizarlo y sacarlo a la luz. Y eso creo que debemos hacer todos.

«No podemos seguir estigmatizando, alejando y hundiendo en la soledad patológica a las personas con trastornos mentales»

Usted bien dijo que la pandemia ayudó a que los trastornos salieran del clóset. Y, de hecho, la gente habla con más naturalidad del tema, pero, por otro lado, la realidad es que el acceso a tratamientos es muy precario. Hablo por Colombia. ¿Estamos teniendo una involución en el tema?

La pandemia lo que hizo fue empeorar la salud mental, hubo una crisis que saltó como una olla que está hirviendo y abrió un poquito la puerta. De hecho, todavía la gente comparte lo que le sucede, en muchos casos los famosos. Pero desde hace un año también vengo diciendo que tengo miedo de que esa puerta que hemos abierto se vuelva a cerrar. Las repercusiones de esto han sido pocas. En España, por ejemplo, el tema está en la agenda, pero seguimos teniendo menos psiquiatras. En una conversación pública reciente con una psicóloga clínica llegamos a la conclusión de que la salud mental en toda su gama (patológica y no patológica) y considerada como un bien prioritario de la sociedad debe ser un asunto colectivo y solo se puede solucionar colectivamente. Hay que acoger y aceptar la diferencia, reconocerla y visibilizarla. Lo que llaman normal es lo normativo, la horma, pero lo normal es la divergencia. No podemos seguir estigmatizando, alejando y hundiendo en la soledad patológica a las personas con trastornos mentales. Esa soledad es la que nos destruye, porque somos animales sociales y de ahí la sensación radical de enajenación total del entorno.

Habla de lo normativo, que es un término que se usa desde el feminismo para hablar de lo impuesto a las mujeres. En su caso, el patriarcalismo. ¿Qué o quién impuso lo que es ser normal y la mal llamada locura?

Desde el principio de los tiempos siempre se supo que lo que llamamos locura –no me gusta mucho esa clasificación– era una enfermedad más del cuerpo. En la época de los griegos clásicos, se pensaba, por ejemplo, que la depresión estaba producida por un exceso de bilis negra. Y voy a lanzar una teoría de lo que creo, y es que hace 200 años de repente se empezó a pensar que la locura era algo completamente abstracto, esotérico, etéreo, que no se sabía de dónde salía, era casi culpa del paciente. Y hace 200 años fue la industrialización. ¿Qué hizo la primera industrialización? Pues necesitar a la gente muy marcada en cuanto a unos horarios concretos, una mecanización repetitiva. Quitó esa libertad de diferencia que había en tiempos anteriores. Ahí lo dejo porque es algo que se me acaba de ocurrir…

Tiene mucha razón, en tanto usted menciona que los trastornos son inhabilitantes, que no permiten vivir, y sufrirlos sacan a la persona del modelo productivo…

Exacto, pero el modelo productivo moderno, porque antes estaban los artesanos y los gremios y esa era otra forma de producir. Entonces, si no puedes producir, estás fuera de la sociedad.

En el libro cita muchos autores, pero también a científicos que se han dedicado a la neurociencia, ¿el hecho de que se acerque a este tipo de literatura científica, que trata de entender las cosas desde la realidad, sabiendo, como usted dice, que es poco fiable, la ha aterrizado un poco a lo que podemos llamar como realidad?

La ciencia intenta aproximarse a la realidad de una manera sistemática, lo más rigurosamente posible, pero los propios científicos contemporáneos están en la comprensión de la irrealidad. Es el principio de incertidumbre de Heisenberg. No podemos ver la realidad, no la podemos medir. Qué más científico que eso y más claro que la realidad no es fiable. Yo siento que es un continuum.

Usted ha hablado de la soledad patológica de los que tienen trastornos. ¿Los familiares o cercanos que acompañan a estas personas también sienten esa soledad?

El dato de la OMS es muy conservador, que el 25% de la población mundial vivirá en carne propia un trastorno mental o lo vivirá de cerca con un familiar. Aquí vuelvo a repetir algo que ya dije y es que el problema de la salud mental en lo patológico y no patológico solo se puede resolver colectivamente. No es enterrándolo con la familia o con la madre, que suele ser ella la que acompaña porque los padres se abren. Relegarlos a ellos también no es pensar colectivamente. Al contrario, hay que sacarlos de esa soledad, darles trabajo, un entorno seguro habilitado a sus ritmos y no a los de la revolución industrial.

Usted habla del miedo al miedo, el miedo a que vuelva a suceder el trastorno, en su caso, los ataques de pánico que vivió por muchos años. Pero hay quienes hablan de tenerle miedo a no tener miedo, porque el miedo ayuda a reaccionar. ¿Hay que vivir con miedos?

El miedo es un arma. De hecho, hay un síndrome muy raro y que muy poca gente tiene y es el de no sentir nunca miedo. Normalmente esta gente que no tiene miedo se muere muy joven, porque no calcula, no sabe defenderse. El problema es cuando el miedo se enquista, y ya no es una herramienta. Estás con una ansiedad que no entiendes, que te sientes amenazada por algo y no logras saber por qué. Ese miedo se convierte en algo dañino porque genera una descarga hormonal de cortisol, que es una hormona tóxica, y eso te puede terminar matando. Lo del miedo al miedo puede ser una patología limitante. Luego de vivir una crisis, se puede tener una sensación de irrealidad y de que vuelva a pasar. Y te aplasta el miedo a tener miedo. Y es el miedo lo que hace imposible vivir, no la crisis.

«Una cosa a la que tiene que acostumbrarse todo el mundo es a manejar con soltura la maleta de oscuridad»

Cita a muchos inventores o autores muy exitosos, que lo fueron aun sufriendo algún tipo de trastorno. Y quizá la gente desconozca que Isaac Newton tenía delirios psicóticos, o que Marie Curie sufría de fuertes depresiones y pudo ser bipolar. ¿Qué hubiera pasado con sus vidas y descubrimientos e inventos en caso de que la humanidad sí hubiera sabido de sus trastornos?

Se les hubiera hecho la vida mucho más fácil, hubieran sido menos desgraciados. Y en los que nos deberíamos de concentrar no son los que consiguieron y salvaron una vida hábil pese al sufrimiento. Cuántos Newtons, cuántas Marie Curie sucumbieron de lo que no sabemos. Esa es la pregunta. Y creo que han sido muchísimos.

Un gran ejemplo del que habla es el de la neozelandesa Janet Frame, quien afirmó que, a pesar de todo lo que vivió, al fin de cuentas lo que tuvo fue un privilegio. ¿Ha sentido el privilegio de padecer un trastorno mental?

Es un absoluto privilegio tener este juego inmenso entre las manos, esta capacidad de viajar a los otros que es escribir una novela, es maravilloso.

¿Si no hubiese sido por eso, cree que todavía se hubiese fiado de la realidad?

No lo sé, yo no creo en la realidad como un continuum. Una cosa a la que tiene que acostumbrarse todo el mundo es a manejar con soltura la maleta de oscuridad. Todos tenemos una maleta, más grande, más pequeña. A mí me ayudó publicar por primera vez, y también fui haciendo un camino en el sentido de perder el miedo al miedo.

¿Estudió Periodismo para acercarse más a la realidad?

No, primero porque soy tremendamente empática, además es muy parecido ser novelista que periodista, porque son dos viajes al otro. Están en un ámbito humanístico parecido. Esencialmente pensé en dedicarme al periodismo por tres razones. Primero, porque escribía ficción desde muy pequeña, me gustaba mucho escribir, así que cuando pensé en buscar un trabajo pensé en el periodismo escrito porque se escribe. Por otro lado, porque soy una curiosa tremenda, y el periodismo me iba a permitir no especializarme, sino seguir aprendiendo toda la vida. Y el tercero, porque me encantaba la idea de viajar, y sabía que el periodismo me lo permitiría.

Otro de los miedos de los que ha hablado en su obra y en entrevistas es el miedo a la muerte y que por eso empezó también a escribir, para tratar de conjurar un poco ese miedo, ¿qué tanto le ayudó este libro?

Cada libro me va dando un poco más y este creo que me ha ayudado bastante. A veces me preguntan: «¿Por qué tratas tanto de la muerte en tus libros?». Y digo: «¿Es que se puede hablar de otra cosa?». Ese es el tema básico detrás de todo, pero la gente no se da cuenta. Y detrás de todo está el miedo a la muerte, el sin sentido del amor. Yo la verdad es que cada vez he ido surfeando mejor eso. No tiene ninguna gracia morirse, pero bueno, tengo evidentemente bastante menos miedo a la muerte ahora que estoy mucho más cerca que cuando era joven.

¿Ese miedo es por el mismo hecho de la finitud humana, de que no somos eternos?

Creo que hay que valorar la vida y por mí, si se puede firmar en algún lado la eternidad, yo la firmo. Por mí yo viviría toda la vida. Me encanta la vida.

¿Por eso los libros, que sí quedan para la posteridad?

Cuando tú te mueres, los libros se mueren. Es muy raro el escritor que pervive. Lo que pasa es que mientras escribes los libros tú eres eterna.

Usted cuenta que cuando ha entrevistado a autores los ha puesto en una dualidad: escoger entre ser lectores o escritores. Sigo la misma línea, apelando un poco a Virginia Woolf, que defendía una habitación propia en un contexto sin casi derechos para las mujeres. Como autora, ¿qué escoge?

Yo creo que hay que aspirarlo todo. Y que todas las mujeres tengan su habitación propia, empezando por mí.

Fuente de la información e imagen:  https://ethic.es

Fotografía: Ethic. Iván Giménez

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El futuro de nuestro mundo, por Noam Chomsky

Noam Chomsky (95) famoso disidente y padre de la lingüística moderna, considerado uno de los principales intelectuales del mundo, se está recuperando de un derrame cerebral que sufrió a los 94 años y ahora vive con su esposa en Brasil. Según un reportaje de Democracy Now del 2 julio 2024, realizado por Amy Goodman, el pasado mes de junio el presidente brasileño Lula visitó personalmente a Chomsky, le cogió de la mano y le dijo: «Usted es una de las personas más influyentes de mi vida», atestiguó personalmente Vijay Prashad, coautor con Noam Chomsky de The Withdrawal (The New Press).

En efecto, Noam Chomsky está considerado como uno de los intelectuales más influyentes del siglo XXI.

Una entrevista en vídeo con Chomsky realizada en la Universidad de Arizona antes de la apoplejía es extraordinariamente contemporánea y perspicaz, con un poderoso mensaje: What Does the Future Hold Q & A With Noam Chomsky (Preguntas y respuestas sobre el futuro, con Noam Chomsky), presentada por Lori Poloni-Staudinger, decana de la Facultad de Ciencias del Comportamiento y profesora de la Facultad de Gobierno y Políticas Públicas de la Universidad de Arizona.

Chomsky se unió a la Escuela de Ciencias del Comportamiento en 2017, impartiendo el curso «Consecuencias del capitalismo.»

Este artículo es una sinopsis de algunas de las respuestas de Chomsky a preguntas, e incluye datos de apoyo de terceros en torno a sus afirmaciones sobre los dos mayores riesgos para la continuidad de la existencia de la humanidad.

¿Qué nos depara el futuro?

Pregunta: geopolítica, unipolar frente a multipolar

Chomsky: En primer lugar hay dos crisis que determinan si es siquiera apropiado considerar cómo será la geopolítica en el futuro: (1) la amenaza de una guerra nuclear y (2) la crisis climática.

«Si no se aborda la crisis climática en los próximos años, la sociedad humana estará esencialmente acabada. Todo lo demás es irrelevante si no se abordan estas dos crisis».

(Este párrafo no forma parte de la respuesta de Chomsky) En cuanto a la advertencia de Chomsky, varios indicadores clave de la crisis climática están parpadeando en rojo, no en verde. Por ejemplo, hace nueve años, 195 naciones acordaron en la conferencia de la ONU sobre el clima de París «15 tomar medidas para mitigar las emisiones de CO2 y mantener el calentamiento global por debajo de los 1,5°C preindustriales. Sin embargo, tan solo nueve años después de ese acuerdo entre 195 países, según el Servicio de Cambio Climático Copérnico (C3S), las temperaturas globales superaron los 1,5 °C (2,7 °F) por encima de los niveles preindustriales por primera vez en la historia de la humanidad durante un periodo de 12 meses, de febrero de 2023 a enero de 2024, y ahora se acercan rápidamente a las zonas de peligro. Obviamente, las naciones del mundo no siguieron sus propios dictados, y si no son ellas, ¿quién lo hará?

La paleoclimatología tiene pruebas de lo que cabe esperar si no se hace frente a la «crisis climática», como la califica Chomsky (El siguiente párrafo tampoco forma parte de la respuesta de Chomsky): «Aunque el escenario actual de cambio climático provocado por el CO2 no tiene precedentes en la historia de la humanidad, en el registro geológico se dieron circunstancias similares que nos dan una idea de lo que cabe esperar en cuanto a la subida del nivel del mar, y el proceso que nos llevará hasta ahí. Hace unos 3,2 millones de años, durante el Plioceno, los niveles de CO2 eran de unas 400 ppm (427 ppm en la actualidad) y las temperaturas se situaban entre 2 y 3º C por encima de las temperaturas «preindustriales» de 1850-1880. Al mismo tiempo, los datos indirectos indican que el nivel global del mar era unos 16 metros (dentro de un rango de 12 a 20 metros) más alto que el actual.» (Fuente: The Sleeping Giant Awakens, Climate Adaptation Center, 21 de mayo de 2024)

Tal vez por eso el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) sugiere enérgicamente mantener las temperaturas idealmente por debajo de 1,5 °C y, desde luego, no por encima de los 2,0 °C preindustriales.

Chomsky sobre el poder mundial: Actualmente el centro del poder mundial, unipolar o multipolar, está muy de actualidad. Esta cuestión tiene raíces que se remontan al final de la Segunda Guerra Mundial, cuando Estados Unidos estableció un poder mundial abrumador. Pero ahora la guerra de Ucrania tiene al mundo muy dividido con la mayor parte del mundo fuera de la UE, EE.UU. y sus aliados pidiendo una solución diplomática. Sin embargo, la posición de Estados Unidos es que la guerra debe continuar para debilitar drásticamente a Rusia.

En consecuencia, Ucrania está dividiendo al mundo, y se manifiesta en el marco de lo unipolar frente a lo multipolar. Por ejemplo, la guerra ha hecho que la UE deje de ser independiente y pase a estar firmemente controlada por Estados Unidos. A su vez, la UE se encamina hacia el declive industrial debido a la ruptura de sus socios comerciales naturales. Por ejemplo, Rusia está llena de recursos naturales de los que carece la UE, lo que los economistas siempre se han referido como un «matrimonio divino», una relación comercial natural que ahora se ha roto.

(Nota a pie de página: la producción industrial de la UE ha bajado un 3,9% en los últimos 12 meses)

Y el embrollo ucraniano está cortando el acceso de la UE a los mercados de China. Por ejemplo, China ha sido un mercado enorme para los productos industriales alemanes. Mientras tanto, Estados Unidos insiste en un marco unipolar de orden mundial que quiere que no sólo la UE sino todo el mundo se incorpore a algo parecido al sistema de la OTAN. Bajo la presión de EE.UU., la OTAN ha ampliado su alcance a la región Indo-Pacífica, lo que significa que la OTAN está ahora obligada a participar en el conflicto de EE.UU. con China.

Mientras tanto, el resto del mundo intenta desarrollar un mundo multipolar con varios sectores de poder independientes. Los países BRICS -Brasil, Rusia, India, China, Indonesia, Sudáfrica- quieren una fuente de poder propia e independiente. Representan el 40% de la economía mundial, independientemente de las sanciones estadounidenses y del dólar estadounidense.

Se trata de conflictos en desarrollo sobre una cuestión candente y otra en desarrollo. Ucrania es la cuestión candente; la cuestión en desarrollo es el conflicto de Estados Unidos con China, que está desarrollando sus propios proyectos en Eurasia, África, Oriente Medio, Sudáfrica, Asia meridional y América Latina.

Estados Unidos está decidido a impedir el desarrollo económico de China en todo el mundo. La administración Biden ha «declarado prácticamente una especie de guerra a China» al exigir a los aliados occidentales que se nieguen a permitir que China siga llevando a cabo su desarrollo tecnológico.

Por ejemplo, EE.UU. insiste en que los demás no permitan a China el acceso a ninguna tecnología que contenga componentes estadounidenses. Esto incluye todo. Por ejemplo, los Países Bajos tienen una industria litográfica de talla mundial que produce piezas cruciales para los semiconductores de la moderna economía de alta tecnología. Ahora, Holanda debe determinar si va a seguir un rumbo independiente para vender a China, o no… lo mismo ocurre con Samsung, Corea del Sur y Japón.

El mundo se fragmenta a lo largo de esas líneas como marco para el futuro previsible.

Pregunta: ¿Irán ganando las multinacionales demasiado poder e influencia?

Chomsky sugiere observarlas ahora mismo… Las multinacionales con sede en Estados Unidos controlan aproximadamente la mitad de la riqueza mundial. Son primeras o segundas en todos los ámbitos, como la fabricación y el comercio minorista; nadie más se les acerca. Es un poder extraordinario. Basándonos en el PIB, Estados Unidos tiene el 20% del PIB mundial, pero si nos fijamos en las multinacionales estadounidenses es más bien el 50%. Las multinacionales tienen un poder extraordinario sobre la política nacional, tanto en Estados Unidos como en otros países capitalistas. Entonces, ¿cómo reaccionarán las multinacionales cuando se les diga que no pueden tratar con un mercado importante, como China?

¿Cómo evolucionará esto en los próximos años? La UE está entrando en un periodo de declive debido a la ruptura de relaciones en el comercio y los negocios comerciales con Oriente. Sin embargo, no es seguro que la UE siga subordinada a Estados Unidos y entre voluntariamente en declive, ¿o se unirá al resto del mundo y pasará a un mundo multipolar más complejo y se integrará con los países del Este? Esto aún está por determinarse. Por ejemplo, el presidente de Francia, Emmanuel Macron (2017-), ha sido vilipendiado y condenado por decir que después de que Rusia sea expulsada de Ucrania, se debe encontrar una manera de acomodar a Rusia dentro de un sistema internacional, en lo que constituye una grieta inicial en la relación entre EE. UU. y la UE.

Pregunta sobre la amenaza de guerra nuclear: Rusia suspendió el Tratado de Armas Nucleares START con EEUU. ¿Qué importancia tiene esto para la amenaza de guerra nuclear?

Chomsky: Es muy significativo. Es el último tratado de control de armas que queda, el nuevo Tratado START, Trump estuvo a punto de cancelarlo. El tratado caducaba en febrero, cuando Biden se hizo cargo a tiempo para prorrogarlo, cosa que hizo.

Tengan en cuenta que EE.UU. fue fundamental en la creación de un régimen que mitiga un poco la amenaza de una guerra nuclear, lo que significa «guerra terminal». Hablamos demasiado a la ligera de la guerra nuclear. No puede haber una guerra nuclear. Si la hay, estamos acabados. Por eso el Reloj del Juicio Final está a 90 segundos de la medianoche, lo más cerca que ha estado.

A partir de George W. Bush, los EE.UU. comenzaron a desmantelar el control de armas. Bush desmanteló el Tratado ABM, un tratado sobre misiles que formaba parte muy significativa del sistema de control de armas y que suponía una enorme amenaza para Rusia. Así, el desmantelamiento permitió a EE.UU. establecer instalaciones justo en la frontera de Rusia. Es una grave amenaza para Rusia. Y Rusia ha reaccionado.

La administración Trump se deshizo del Tratado INF, el tratado Reagan-Gorbachov de 1987 que puso fin a los misiles de corto alcance en Europa. Esos misiles vuelven a estar ahora en las fronteras de Rusia. Trump, para dejar claro que íbamos en serio, organizó lanzamientos de misiles inmediatamente después de romper el tratado.

Trump destruyó el Tratado de Cielos Abiertos que se originó con Eisenhower, declarando que cada parte debería compartir información sobre lo que la otra parte estaba haciendo para reducir la amenaza de malentendidos.

Sólo queda el nuevo Tratado START. Y Rusia lo suspendió. El START restringe el número de armas estratégicas de cada potencia. El tratado termina en 2026, pero Rusia lo ha suspendido de todos modos. Así que, en efecto, no hay restricciones acordadas al aumento de las armas nucleares.

Ambas partes ya tienen muchas más armas nucleares de las necesarias; un submarino nuclear Trident podría destruir un par de cientos de ciudades de todo el mundo. Y ambas partes conocen la ubicación de sus respectivos misiles nucleares terrestres. Así que, si hay una amenaza, serán atacados inmediatamente. Lo que significa que si hay una amenaza, «es mejor lanzarlos, usarlos o perderlos». Obviamente es una situación muy delicada, extraordinariamente arriesgada, porque un error podría amplificarse muy rápidamente.

El nuevo Tratado START que ha sido suspendido por Rusia sí restringía el enorme exceso de armas estratégicas. Por lo tanto, deberíamos estar negociando ahora mismo para ampliarlo, restablecerlo y reinstituir los tratados que Estados Unidos ha desmantelado, el Tratado INF, el Tratado Reagan-Gorbachov, el Tratado ABM, el Tratado de las Estrellas Abiertas, todos ellos deberían ser recuperados.

Pregunta: ¿Logrará la sociedad aunar la voluntad de cambio en pro de la equidad, la prosperidad y la sostenibilidad?

Chomsky: No hay respuesta. Depende de la población enfrentarse a los problemas y decir que no vamos a marchar hacia el precipicio y caer en él. Pero es exactamente lo que nuestros dirigentes nos dicen que hagamos. Fíjense en la crisis medioambiental. Se sabe que quizá tengamos tiempo suficiente para controlar el calentamiento del medio ambiente, la destrucción del hábitat, la destrucción de los océanos, todo lo que nos va a conducir a una catástrofe total. No es que todo el mundo vaya a morir de golpe, pero vamos a alcanzar puntos de inflexión irreversibles que se convertirán en un declive constante. Para saber lo grave que es, fíjense en determinadas zonas del mundo.

La región de Oriente Medio es una de las que más rápidamente se está calentando, a un ritmo dos veces superior al del resto del mundo. Según las proyecciones, el nivel del mar en el Mediterráneo aumentará unos 3 metros a finales de siglo si se mantienen las tendencias actuales.

Mirar en un mapa dónde vive la gente es indescriptible. En el sudeste asiático y partes de la India hay campesinos que intentan sobrevivir a temperaturas de hasta 50 grados y menos del 10% de la población tiene aire acondicionado. Esto provocará enormes migraciones desde zonas del mundo donde la vida se hará invivible.

Las empresas de combustibles fósiles son tan rentables que han decidido renunciar a cualquier esfuerzo sostenible en favor de dejar que los beneficios vayan lo más rápido y lejos posible. Están abriendo nuevos yacimientos de petróleo y gas que pueden producir otros 30-40 años, pero en ese momento todos estaremos acabados.

Tenemos el mismo problema con las armas nucleares que con el medio ambiente. Si no se abordan estas dos cuestiones, en un futuro no muy lejano, todo habrá acabado. Hace falta que la población «tenga la voluntad» de pararlo.

Pregunta: ¿Cómo podemos reunir esa voluntad?

Chomsky: Hablar con los vecinos, unirse a organizaciones comunitarias, unirse a grupos de activistas, presionar al Congreso, salir a la calle si es necesario. ¿Cómo han sucedido las cosas en el pasado? Por ejemplo, en los años sesenta, pequeños grupos de mujeres se unieron y formaron grupos de concienciación, y fue en 1975 (Sex Discrimination Act) cuando se concedió a las mujeres el derecho de igualdad en la legislación nacional estadounidense; antes de eso, seguíamos en la época de los padres fundadores, cuando las mujeres eran propiedad.
Fíjense en el movimiento por los Derechos Civiles. Volvamos a la década de 1950, cuando Rosa Parks se negó a moverse de su asiento en un autobús y un grupo organizado de activistas condujo al Boicot de Autobuses de Montgomery, gran cambio… en 1960 un par de estudiantes negros en Carolina del Norte decidieron sentarse en un mostrador de almuerzo segregado. Fueron arrestados de inmediato, y al día siguiente llegó otro grupo… más tarde se organizaron como SNCC, Student Nonviolent Coordinated Committee (Comité Coordinado Estudiantil No Violento). Los jóvenes del Norte comenzaron a unirse. A continuación empezaron a circular autobuses de la libertad hacia Alabama para convencer a los granjeros negros de que votaran. El movimiento siguió consolidándose, hasta que se consiguió las leyes de derechos civiles en Washington.

¿Qué está ocurriendo ahora mismo como ejemplo de lo que la gente puede hacer? La administración Biden aprobó la Ley de Reducción de la Inflación, IRA. Es sobre todo una ley sobre el cambio climático. La única manera de conseguir que los bancos y las empresas de combustibles fósiles dejen de destruir el mundo es sobornarlos. Ese es básicamente nuestro sistema. Pero el IRA no es el programa sustancial que Biden presentó. Está diluido. El original salió de la oficina de Bernie Sanders. En cuanto a los antecedentes de eso, los jóvenes, del Movimiento Sunrise, estaban activos y organizando y se sentaron en las oficinas del Congreso. AOC (la diputada Alexandra Ocasio Cortés) se unió a ellos. Un proyecto de ley salió de esto, pero la oposición republicana recortó el proyecto de ley original en casi un 100% Ellos son un partido negacionista. Quieren destruir el mundo en interés del beneficio privado. El proyecto de ley final del IRA no es ni de lejos suficiente.

Resumen: Chomsky ve un mundo agitado que trata de decidir si es unipolar o multipolar, con la guerra de Ucrania como catalizador del cambio. Mientras tanto, la UE se lleva la peor parte de su impacto. Mientras tanto, los tratados sobre armamento nuclear se han disuelto literalmente ante la tenue situación en las fronteras entre Rusia y la UE, con misiles recién armados apuntando al corazón de Rusia. Frente a este escenario potencialmente explosivo de Rusia contra Occidente, el sistema climático mundial está siendo atacado por las excesivas emisiones de combustibles fósiles que aumentan la temperatura global más allá de lo que 195 países acordaron como zona de peligro.

Chomsky ve un mundo de alto riesgo, nervioso por las armas nucleares, flanqueado por un deterioro sin paliativos de los ecosistemas que el calentamiento global hace desaparecer, a medida que las temperaturas globales baten nuevos récords. Chomsky hace un llamamiento a los individuos para que actúen y hagan todo lo necesario para cambiar la trayectoria del armamento nuclear y el cambio climático con el fin de salvar a la sociedad. Chomsky ofrece varios ejemplos de pequeños grupos de personas que actúan juntas y, con el tiempo, se convierten en protestas serias y, en última instancia, en legislación positiva.

Este artículo cubre los primeros 34 minutos de un vídeo de 52 minutos: Noam Chomsky: About the Future of Our World (Noam Chomsky: Sobre el futuro de nuestro mundo).

«Nunca dudes de que un pequeño grupo de personas comprometidas y conscientes puede cambiar el mundo. En realidad, es lo único que lo ha hecho». (Margaret Mead, antropóloga)

Traducido del inglés por David Meléndez Tormen

Fuente de la información e imagen:  https://www.pressenza.com

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Entrevista a Jane Goodall: “Defender el medio ambiente con rabia es contraproducente”

Por: Noor Mahtani

La reputada primatóloga y etóloga británica reflexiona a sus 90 años sobre la fuerza de la empatía y hace un llamado a los tomadores de decisiones: “Espero que la COP 16 no sea solo hablar y hablar”

Tenía cuatro años cuando llegó de vacaciones con su madre a una granja. Era una gran finca donde vivían vacas, cerdos y caballos, todos juntos. Entonces, una pequeña Jane Goodall (Londres, 90), se obsesionó en averiguar cómo era posible que un huevo saliera de una gallina, así que se escondió en uno de los seis gallineros de la casa y esperó. Aguantó de cuclillas cuatro horas hasta que vio a la ave marrón levantar levemente las alas y dejar caer un huevo blanco sobre la paja. Ese fue, según la etóloga, el nacimiento de una pequeña científica. La paciencia y la curiosidad que acompañaron a esa menuda niña británica siguen dándole la mano a la primatóloga más reconocida del mundo a sus 90 años. Ahora, empecinada en “tocar los corazones” de quienes la escuchan, defiende el activismo ambiental con dos armas únicas: la empatía y una fuente desbordante de esperanza. “Hay aún margen de acción”, dice a EL PAÍS durante su visita a Medellín, Colombia. “Tenemos cuatro motores: el intelecto de los humanos, la resiliencia de la naturaleza, la gente joven y el espíritu indomable”.

Con menos de 30 años ya había sacudido los conceptos básicos de la ciencia, al demostrar lo parecidos que somos con los chimpancés, con los que hoy sabemos que nos une el 98,7% del ADN. Además de revolucionar la definición de ‘ser humano’ al descubrir que los primates también eran capaces de construir herramientas (y no sólo nosotros, como se creía), demostró que compartíamos emociones como la tristeza, la empatía y hasta sentido del humor. “Si los primates tuvieran un lenguaje, también nos asombraríamos con lo similar que sería al nuestro”, cuenta este jueves la mensajera de la paz para la ONU en el conversatorio ‘Razones para la esperanza’, organizado por la Caja de compensación de Antioquia (Comfama) y Elemental.

Sube al escenario con el famoso Señor H., un mono de peluche del que no se separa, y una copa de whisky. No deja que nadie la ayude con las escaleras, pero sonríe amablemente a quien lo intenta. Se sienta en silencio envuelta en un chal de colibríes que tiene hace años -no compra ropa hace dos décadas- y cuenta decenas de recuerdos con la misma pasión y ternura con la que las contó por primera vez. Dice que si cierra los ojos puede volver a vivir sus recuerdos. Regresa al coraje de su madre, con quien entró a las selvas tanzanas hace siete décadas porque no le permitían estar sola; a la primera vez que Barbagris se sentó a su lado y le mostró cómo le daba forma a un artilugio para comer termitas; o a cuando los profesores del doctorado que cursó sin ningún estudio previo le dijeron que lo había hecho todo mal. “Me decían que no podía hablar de emociones de los chimpancés, ni ponerles nombres, ni decir que tenían gestos altruistas o personalidad”, cuenta la ganadora del galardón Templeton. “Pero tuve un profesor antes que ellos que demostró que lo que decían era una absoluta tontería. Ese profesor era mi perro Rusty”.

Es difícil no hacerse la pregunta de cómo esta mujer que lleva años hablando de lo mismo -está de gira mundial 300 días al año- y usando las mismas anécdotas sea capaz de agotar las entradas de este Teatro Metropolitano de Medellín en 12 minutos. Unos segundos de charla son suficientes para entenderlo. Sus palabras son un bálsamo ante un discurso ambientalista a veces catastrofista y abrumador. “Defender el medio ambiente con rabia es contraproducente”. Y ahí es cuando Goodall vuelve a ponerlo todo patas arriba: “Hay que encontrar la historia que pueda tocarle el corazón al que no piensa como nosotros”.

Pregunta. Usted ha dicho que los animales van a terminar reclamando el territorio que les hemos robado. ¿Cómo cree que lo harán?

Respuesta. No pueden hacerlo sin nuestra ayuda. Estamos construyendo maquinaria que está destrozando la naturaleza. ¡Y eso que somos los que tenemos intelecto! Ellos no pueden hacer nada al respecto, solo tratarán de volver si colaboramos. Y vamos a estar fastidiados si no entendemos que destruir la biodiversidad y el cambio climático van de la mano y hacemos algo por evitarlo. Pero hay muchas comunidades en muchos países que saben la importancia de vivir en armonía y con la naturaleza y no son necesariamente parte del sistema educativo. Eso es lo que tiene que cambiar. La gente tiene que entender lo que estamos viviendo genuinamente y después empezarán a cambiar. Mientras a más personas les importe el futuro, más podemos garantizarlo.

P. Hay una gran parte del activismo ambiental que está profundamente enfadado. ¿Es el enfado efectivo?

R. No. Defender el medio ambiente con rabia es contraproducente. Conozco a activistas que van detrás de los empresarios o los políticos, les apuntan con el dedo y están enfadados y les dicen que tienen que cambiar porque son malos. Lo único que vas a conseguir así es que te ataquen de vuelta o que no te escuchen. Antes que atacarlos intelectualmente, es mejor intentar llegar al corazón. ¿Cómo se hace? Descubrir cómo es esa persona hasta encontrar la historia que pueda tocarle el corazón. Y tal vez en ese momento ni te enteras de que algo le cambiaste por dentro. Pero pasará.

P. ¿Está formándose una nueva generación política preocupada con la ecología?

R. Sí, absolutamente. Conocemos a muchas personas en puestos de poder que empezaron en nuestro programa de Roots and Shoots [el programa educativo de la activista presente en 70 países], en 1991. Pero tenemos un gran reto en hacer llegar este tipo de conocimiento donde hay dictaduras o Gobiernos que no quieren esta información. Es un gran desafío. Y no soy la persona que tiene que resolver esos problemas.

P. Hay estudios que hablan de la importancia de la amistad entre chimpancés machos para su reproducción. Nosotros, los humanos, ¿somos también más fuertes juntos?

R. Para mí, el chimpancé macho está inmiscuido en una fuerte competencia por la dominación y tiene tres estrategias para lograrlo. La primera es a través de la fuerza brutal. Esos machos llegan arriba pero no duran mucho ahí, porque consiguen que todos se vuelvan en su contra. Segundo, usando el intelecto. Un buen ejemplo es como cuando vi que un macho sólo se atrevería a atacar a uno superior en la jerarquía si está ahí su hermano para protegerlo. Y la tercera es la perseverancia. Vas y lo intentas una y otra y otra vez. Hasta que los demás se cansan y dicen: ¡ya no puedo más! Y te dejan ascender. Y eso puede ser algo interesante para los humanos que quieran llegar a la cima: hay que usar el intelecto, ser perseverante y no ser agresivo.

Jane Goodall
Goodall en una escena del documental ‘Jane Goodall regresa a Gombe’, que recoge imágenes de la primatóloga con los chimpancés en los años 60.National Geographic

P. ¿Qué podemos esperar de la COP16, que se celebrará en Colombia?

R. Espero que la COP 16 no sea solo hablar y hablar. Y que los políticos lleguen a la conclusión de que la afectación a la biodiversidad y el cambio climático tiene que parar. Esto tienen que entenderlo las personas en el poder. Y también que aún tenemos un espacio de tiempo para trabajar juntos. Primero, para que las personas tengamos una vida decente, para que los nietos y bisnietos tengan una oportunidad de vivir. Y segundo para darle espacio a la naturaleza a sobrevivir.

P. Después de su trayectoria, ¿qué le sigue sorprendiendo hoy en día?

R. Lo estúpidas que son algunas personas. (Risas).

P. Hasta que usted llegó a la ciencia, se decía que para ser un buen científico había que ser objetivo. ¿En qué medida influyó la frialdad de la ciencia en nuestra capacidad para empatizar?

R. Es que así era antes. Ahora ya hay cada vez más científicos que entienden que necesitamos estudiar la empatía y las emociones. Antes solo se estudiaban especies, no individuos. Y había que cambiar esa forma de hacer ciencia. Hasta que no lo entendimos no nos dimos cuenta de que los individuos son capaces de cambiar comunidades. Y pasa lo mismo con los humanos. Un ejemplo son las guerras; son individuos los que hacen que sucedan. Pasó con Hitler y Stalin y ahora con Netanyahu y Putin.

https://elpais.com/america-futura/2024-08-23/jane-goodall-defender-el-medio-ambiente-con-rabia-es-contraproductivo.html

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