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La «vía campesina» ¿hacia el ecosocialismo?

Necesidad de una reflexión desde y sobre la agroecología
  1. Soberanía alimentaria, que desde el principio constituyó el eje principal y que defiende el derecho de los pueblos, naciones y estados a controlar sus alimentos, sus formas de producción y de intercambio a nivel local, estatal e internacional y las políticas agrícolas que aseguren a cada uno alimentos de calidad y culturalmente apropiados.
  2. Agroecología como opción para el presente y el futuro, que aparece identificada con la agricultura campesina, a la que consideran la principal fuente de alimento del mundo, protectora a su vez de la biodiversidad y garantía del enfriamiento del planeta.
  3. Justicia social y climática y solidaridad en la lucha contra las transnacionales, los Tratados de Libre Comercio y los acuerdos de inversión que crean condiciones vulnerables e injustas.
  4. Mundo sin violencia y discriminación contra las mujeres, rechazo al sistema patriarcal, la xenofobia, la homofobia y cualquier otro tipo de discriminación.
  5. Paz y desmilitarización
  6. “La tierra no es una mercancía”. Reforma Agraria Integral con la distribución masiva de tierras y el apoyo de recursos para la producción y el sustento, con acceso permanente de jóvenes, mujeres, desempleados, los sin tierra y todos aquellos que estén dispuestos a participar en la producción en pequeña escala de alimentos agroecológicos.
  7. Semillas, bienes comunes y agua, porque las semillas constituyen el patrimonio de los pueblos y la base de la soberanía alimentaria. Significa la lucha contra la manipulación genética y paquetes tecnológicos que combinan transgénicos con uso masivo de pesticidas. Incluye también la lucha por la protección del agua como bien común.

La transcendencia que el discurso de esta organización internacional ha alcanzado hoy, resulta indiscutible. Ello se debe a varios factores que se han combinado de manera sumamente inteligente.

En primer lugar, el propio hecho de que se trate de una organización que ha sabido reunir e integrar a la mayor parte de organizaciones indígenas y campesinas en América Latina, África y Asía, en lucha por la tierra, contra la dominación de las grandes transnacionales y estados subalternos, por la soberanía alimentaria y la reforma agraria integral, supone ya algo inédito en la historia considerado incluso como algo prácticamente anti natura.

Pero, además, la defensa de un modelo de producción agroecológico y su identificación con el modelo de producción campesino, los convierte en alternativa social defensora de la biodiversidad del planeta[1]. La recampesinización que defienden promete ofrecer productos alimenticios suficientes y de calidad, reducir abonos químicos y contaminantes, priorizar mercados de proximidad limitando la movilidad de mercancías agrícolas reduciendo así los efectos negativos sobre el medio ambiente, y favorecer la fijación y recuperar de población en el campo evitando la acumulación de parados en las ciudades. Algunos defienden también como ventaja añadida (aunque en este caso el beneficio ecológico podría ser discutible) la ampliación de la superficie agraria sobre tierras marginales (altos del Perú y Bolivia, pendientes pronunciadas, áreas húmedas, baldíos), necesarias -según dicen- para alimentar a una población mundial creciente y en las cuales los costes serían demasiado altos para el capital (Ploeg, 2016: 158).

El éxito de su discurso y el alcance social conseguido permite comprender que en 2018 la Asamblea General de la ONU aprobase por amplia mayoría una declaración sobre los derechos de los campesinos y de otras personas que trabajan en las zonas rurales, que incorporaba parte de sus reivindicaciones, como el derecho a la tierra y al territorio, a las semillas y la agrobiodiversidad, a los medios de producción y protección de precios, y el derecho a la soberanía alimentaria. Una declaración que, por supuesto, no conlleva ninguna obligación vinculante, pero que demuestra la fuerza del discurso y -según la opinión de La vía campesina- permite el establecimiento de un marco normativo internacional de referencia desde el que es posible ofrecer nuevos argumentos para fortalecer sus luchas (Mantilla, 2019: 5).

Sin embargo, no hay demasiados motivos para ser optimistas. El modelo productivo autónomo, soberano y agroecológico, defendido por la organización campesina internacional, encuentra demasiados obstáculos. Tantos años de Revolución Verde y modernización han borrado de la memoria las técnicas agroecológicas campesinas.

La agroecología no ha sido un invento de La vía campesina. En los años 70 Ángel Palerm ya defendía una tecnología centrada en el manejo inteligente del suelo y de la materia viva por medio del trabajo humano y utilizando poco capital, poca tierra y poca energía, y reconocía que ese modelo antagónico de la empresa capitalista tenía ya su protoforma en el sistema campesino. La difusión del término y su defensa como modelo alternativo llegó con los movimientos campesinos anti agricultura industrializada de los años ochenta en Latinoamérica (Sevilla, 2006: 189 y 201) y sólo a partir de ellos comenzó el proceso de absorción y manipulación del discurso agroecológico por parte de instituciones académicas, investigadoras, transnacionales y oficiales, que la presentaron como un modelo capaz de paliar algunos aspectos negativos de la Revolución Verde, adoptando la parte que les interesaba sin renunciar al productivismo ni al modelo agroindustrial. La agroecología sería -para la FAO por ejemplo- no un modelo de producción campesina, sino aquel que minimizaba las emisiones, la erosión del suelo, el excesivo consumo de agua, los productos tóxicos, y que mantenía al mismo tiempo los niveles de producción y productividad; un modelo que a la par que respondía al clamor social contra el cambio climático, seguía atendiendo las exigencias del Banco Mundial y de Monsanto de mantener -e incluso justificar en el mismo mensaje- la utilización de cultivos transgénicos (Rosset y Altieri, 2018: 23), incompatibles con la autonomía local, la soberanía alimentaria y el propio modelo agroecológico de La vía campesina que enfatiza el mantenimiento de la biodiversidad.

A pesar de todo, la organización campesina internacional, consciente del olvido de las técnicas tradicionales, ha conseguido difundir el conocimiento para la aplicación de su modelo de producción campesino en muchos países del Sur, abriendo escuelas regionales de formación agroecológica o universidades campesinas en Venezuela, Paraguay, Brasil, Chile, Colombia, Nicaragua, Indonesia, India, Mozambique, Niger y Mali, en las que campesinos enseñan a campesinos (Rosset y Altieri, 2018: 165). Aunque aún se conoce parcialmente el resultado práctico de dicha formación, su impartición supone en sí un parapeto defensivo contra el avance del insostenible complejo agroindustrial disfrazado de agroecológico en esas regiones.

Sin embargo, la recuperación del pasado y la reivindicación del mismo a través de su llamamiento a la recampesinización internacional, tiene un cierto sabor a romanticismo. La figuración de los campesinos como la encarnación del desarrollo sostenible aparece como un bello cuento (Aubertin et Pinto, 2006: 17)[2], como la imagen del superviviente al desarrollo y la industrialización de quienes “han mantenido la armonía con la naturaleza”. Una imagen que, más allá de lo que refleje de verdad, resulta -sobre todo cuando es difundida desde medios oficiales- estereotipada, engañosa y puede llegar a ser tiránica cuando se le impone al campesino o pequeño agricultor a su pesar (Aspe et Auclair, 2006: 353).

Por otro lado, es evidente que la radicalidad de los objetivos y ejes de lucha expresados en el llamamiento de Yakarta no representan a todas las organizaciones que componen La vía campesina. Convendría hacer una revisión a este respecto para poder valorar con más rigor el verdadero alcance de su influencia, pero no es este el lugar ni el momento para ello. Baste decir aquí que junto con organizaciones radicales que cuestionan las estructuras agrarias (como el MST brasileño), podemos encontrar organizaciones como la Karnataka Rajya Ryota Sangha (Asociación de Granjeros del Estado de Karnataka en la India) que, aunque se oponga a la introducción de la semilla de algodón genéticamente modificada, es manejada por y para los granjeros ricos y medianos que siguen explotando y oprimiendo a la fuerza de trabajo rural y que hace campaña solicitando subvenciones para los fertilizantes químicos que utiliza (Berstein, 2016: 170).

En España, la principal organización que forma parte de La vía campesina es la COAG (Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos), fundada en 1977 a nivel estatal y en la que participan organizaciones de todas las Comunidades Autónomas que defienden “los intereses de modelo social y profesional de agricultura mayoritario en España, mucho más productivista y mercantilizado de lo que reivindica el mandato de Yakarta.

Su referente histórico son las luchas por los precios de los años 60 y principios de los 70 (guerra del pimiento, de la leche, del maíz, de la patata) y si bien es cierto que desde mediados de los años 70 pasó a primer plano de sus objetivos la defensa de un modelo productivo basado en la explotación familiar, ello de por sí no garantiza la defensa de un modelo agroecológico.

En la actualidad defienden una “transición verde de la agricultura” que, aseguran, no podrá alcanzarse sin una sostenibilidad económica imposible de alcanzar con las políticas comerciales y de regulación de mercados de la UE, que establece una competencia desleal de las importaciones. Se trata en este caso -y se puede suponer que en muchos otros- de una versión más a pie de tierra de una de las organizaciones de pequeños agricultores (no campesinos) que forman parte de La vía campesina, y que evidentemente puede firmar el programa máximo de Yakarta, pero el programa propio, mucho más pedestre, se adapta a los intereses inmediatos de sus miembros, mucho más económicos que ambientales. Al menos en la Europa de hoy resulta difícil creer que -como sostiene Jan Douwe van der Ploeg (2016: 35)- la agricultura campesina (ni siquiera la poca que pudiera reconocerse como tal) es “anaeróbica” y puede vivir sin el oxígeno de la rentabilidad.

Desde hace más de siglo y medio el análisis, las narrativas y los debates sobre el campesinado, sus organizaciones las comunidades campesinas, la gestión de su territorio y su relación con la tierra y sus propietarios, se ha movido entre los mitos y la realidad. Mitos que muchas veces han servido para establecer programas revolucionarios, rotundamente anticapitalistas, pero casi siempre desde relatos populistas y románticos. Pero al mismo tiempo han contribuido también a la creación de discursos engañosos, justificativos de políticas reaccionarias que en la práctica conducen en dirección contraria a los objetivos que se encontraban implícitos en los mitos. El último mito, cuidadosamente construido por La vía campesina, eleva al campesino y sus prácticas tradicionales, como la alternativa al sistema del agronegocio, depredador y destructor de la naturaleza y la Pachamama. El campesinado, restaurador de la biodiversidad, se presenta como el agente capaz de enfriar el planeta y detener el colapso, al tiempo que alimenta a una población mundial creciente.

Hoy se calcula que existen aproximadamente 1.500 millones de campesinos, agricultores e indígenas que manejan 350 millones de pequeñas explotaciones, 410 millones de recolectores en bosques, selvas y sabanas y 190 millones de pastores. Y entre el 70% y el 80% de los alimentos se producen en explotaciones de 2 hectáreas de promedio (Rosset y Altieri, 2018: 113). Pero buena parte de los países desarrollados, menos poblados, es cierto, que los subdesarrollados o las economías emergentes (BRICS), apenas cuentan ya con campesinos, al menos que respondan a la definición que el mito ha establecido. No se dispone todavía de suficientes estudios que permitan contrastar con la realidad el verdadero alcance del modelo agroecológico campesino que propone La vía campesina.

En todo caso, su principal logro ha sido el permitir establecer un programa de resistencia coherente y eficaz, capaz de llegar incluso más allá del mundo rural. Pero, aunque el modelo campesino avance en el sentido propuesto, ¿detendrá la continua sangría migratoria? ¿acabará con la agricultura productivista y el agronegocio? Mientras exista el capitalismo esa tendencia no parece que avance. Como dicen Aspe y Auclair (2006: 352-353), en el mejor de los casos se podría esperar que se llegase a la generalización de una agricultura dual, pero en la que la parte del espacio reservada al campesino sostenible serían las tierras consideradas marginales por el capital.

Es posible que en una nueva sociedad ecosocialista el modelo de La vía campesina pudiera tener éxito[3]. Sin embargo, sin duda habría problemas que resolver. Por ejemplo, el relato de La vía campesina parece apostar por la explotación familiar individual y renunciar implícitamente al colectivismo, a la producción en común sobre tierras comunales gestionadas colectivamente; una renuncia que en el futuro podría debilitar el espíritu comunitario que, por otra parte, parece desprenderse de su discurso. En condiciones económicas más favorables, la producción y apropiación individual del producto ¿no acabaría por dar lugar a una diferenciación social y al despertar del individualismo que históricamente la ha acompañado? ¿Debería renunciar el ecosocialismo a impulsar modelos productivos basados en la agricultura colectiva?

Recordemos que, si bien es verdad que algunas experiencias de colectivismo agrario en la URSS o en China tuvieron efectos negativos, tanto por la imposición forzosa y la gestión burocrática como por seguir un modelo productivista a ultranza, también la economía campesina individual dio lugar a la construcción de una clase pequeñoburguesa enemiga de la revolución y el socialismo.

12/12/2024

Manuel Corbera Millán, catedrático de Análisis Geográfico Regional jubilado y militante de Anticapitalistas.

[1] En la declaración de Nyéléni (Mali) de 2007 https://nyeleni.org/IMG/pdf/DeclNyeleni-es.pdf

se decía:

“Nosotros y nosotras, los más de 500 representantes de más de 80 países, de organizaciones de campesinos y campesinas, agricultores familiares, pescadores tradicionales, pueblos indígenas, pueblos sin tierra, trabajadores rurales, migrantes, pastores, comunidades forestales, mujeres, niños, juventud, consumidores, movimientos ecologistas, y urbanos, nos hemos reunido en el pueblo de Nyéléni en Selingue, Malí para fortalecer el movimiento global para la soberanía alimentaria…

“La soberanía alimentaria es el derecho de los pueblos a alimentos nutritivos y culturalmente adecuados, accesibles, producidos de forma sostenible y ecológica, y su derecho a decidir su propio sistema alimentario y productivo. Esto pone a aquellos que producen, distribuyen y consumen alimentos en el corazón de los sistemas y políticas alimentarias, por encima de las exigencias de los mercados y de las empresas”.

[2],. En 2015 La vía campesina se refería al nuevo mito campesino en los siguientes términos: “El nuestro es el “modelo de la vida,” del campo con campesinos, de las comunidades rurales con familias, de los territorios con árboles y bosques, montañas, lagos, ríos y costas, y se opone rotundamente al “modelo de la muerte” del agronegocio, de la agricultura sin campesinos ni familias, de monocultivos industriales, de zonas rurales sin árboles, de desiertos verdes y tierras envenenadas con agrotóxicos y transgénicos. Estamos activamente confrontando al capital y al agronegocio, disputando la tierra y el territorio con ellos” (citado por Rosset y Altieri, 2018: 198).

[3] Para Rouset (s.f: 24) “sin ecosocialismo el campesinado no tiene futuro, pero el ecosocialismo ya no puede concebirse sin el campesinado”.

Referencias

Aubertin, C. et Pinto, F. (2006): “Les paysans: figure emblématique du développement durable?”, en Auclair, L, Aspe, Ch. et Baudot, P. (dir.): Le retour des paysans? Á l’heure du développement durable. Aix-en-Provence: ÉDISUD.

Aspe, Ch. et Auclair, L. (2006): “Le paysan: ressource symbolique recyclée”, en Auclair, L, Aspe, Ch. et Baudot, P. (dir.): Le retour des paysans? Á l’heure du développement durable. Aix-en-Provence: ÉDISUD.

Berstein, H (2016): Dinámicas de clase y transformación agraria. Barcelona: Icaria.

Mantilla, Ch. O. (2019): “La nueva carta de derechos de los Campesinos”. Pensamiento y Acción Social. Colombia, pp. 1-5. https://www.pas.org.co/nueva.

Ploeg, J. D. van der (2016): El campesinado y el arte de la agricultura. Un manifiesto chayanoviano. Barcelona: Icaria.

Rosset, P. y Altieri, M. (2018): Agroecología. Ciencia y política. Barcelona: Icaria editorial.

Rousset, P. (s. f.): “El campesinado y el marxismo”. Textos de combate de Izquierda Anticapitalista, nº 12, pp. 1-24. https://www.anticapitalistas.org/wp-content/uploads/2015/10/El-Campesinado-y-el-marxismo.pdf.

Sevilla Guzmán, E. (2006): De la Sociología Rural a la Agroecología. Barcelona: Icaria editorial.

https://vientosur.info/la-via-campesina-hacia-el-ecosocialismo/

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La soledad del cuidador de fondo

Por: Irene Vallejo
Al cuidar de alguien vulnerable, las soluciones individuales pueden aliviar, pero hace falta sentido de lo común, y comunidades de sentido.

Lo imprescindible no cuenta. El relato dominante deja fuera a quien decide cuidar lo interior. La palabra “economía” proviene del griego oikos, “casa”; en su origen remoto, describía la administración del hogar. La gran paradoja es que, a lo largo del tiempo, la economía se ha mostrado displicente con el espacio hogareño. Nadie duda del beneficio de actividades como criar a los niños, limpiar, lavar la ropa o cuidar enfermos. Sin embargo, salvo que contratemos a alguien para ocuparse de ellas, no computan en la contabilidad productiva, no son relevantes ni crean riqueza o derechos. Incluso la profesión carece de reconocimiento y se paga mal. Arrinconamos esa esfera íntima que, más que una esfera, vendría a ser la cuadratura del círculo. Poco valoradas, excluidas de los grandes indicadores, las tareas domésticas y los cuidados subsisten en el subsuelo social. Parece que no respondiesen a una lógica económica, sino solo amorosa. La economía, nacida en el hogar, no quiere decir su nombre.

Contemplamos los cuidados como un asunto privado, olvidando su dimensión colectiva. Cada cual debe resolver sus necesidades como pueda, con sus solos recursos. Mientras algunos multimillonarios investigan cómo lograr una inmortalidad de élite, los sistemas públicos sufren recortes y quienes cuidan caen en un desamparo cada día más asfixiante. En la tragedia griega Alcestis, de Eurípides, el dios Apolo concede al corrupto rey Admeto el don de la vida eterna. Para lograrlo, alguien debe acceder de manera voluntaria a morir en su lugar. Obsesionado, el monarca ofrece grandes sumas de dinero a los más pobres de su reino, pero nadie acepta. Al final, su esposa Alcestis, enferma, asume el pacto mortal y asegura así el futuro de sus hijos. Esta muerte canjeable ofrece una metáfora distópica de las sociedades donde el dinero compra la salud —cada vez más negocio y menos derecho—. A medida que gana terreno la lógica del sálvese quien pueda, una parte creciente de los esfuerzos recae en la red de afectos, sin apenas apoyos ni facilidades, y así emerge la soledad del cuidador de fondo.

Las personas que deciden acompañar a un ser querido enfermo afrontan renuncias constantes, agotamiento y aislamiento. Para todas ellas la entrega está penalizada: dejar el trabajo, reducir su jornada, salarios mermados, sueños enterrados, reproches, ansiedad, bregar tensas y demacradas de un sitio a otro. La sociedad entera descansa sobre esos trabajos no remunerados, pero a la vez condena a quien pretende conciliar profesión y cuidados.

En su libro Viajes a tierras inimaginablesDasha Kiper, psicóloga clínica experta en demencia, investiga la mente de los cuidadores, los grandes olvidados. Kiper cree que necesitaríamos no solo mayor flexibilidad social, sino una mejor comprensión de la paradójica experiencia de cuidar a alguien amado. Es fácil imaginar la permanente ansiedad de intentar encajar el rompecabezas, la impresión de fallar a todos, la prisa y la presión. Pero, a esto, como insiste Kiper, se une a veces la oposición del paciente. Para quien pierde el control, sus problemas suelen ser culpa de otros. «Los cuidadores no solo son testigos de la enfermedad, sino también de cómo esa persona se defiende de ella y la rehúye». Negar el problema conlleva negar a quien te atiende. Al hilo de las pugnas, emergen antiguas heridas no resueltas, ecos de conflictos latentes. Hasta cierto punto puede ser más delicado ocuparse de un familiar que de un extraño, ya que en muchos casos resulta inevitable leer sus síntomas y reacciones en clave personal. Enfadarse es comprensible, dada la tensión, pero al estallido suele seguir el arrepentimiento. En las arenas movedizas del dolor, el equilibrio es frágil y la paz interior, difícil. Hay que borrar los remordimientos por no estar a la altura de un ideal imposible.

Dasha Kiper describe el sentimiento de culpa de quien cuida, esa impotencia que emerge como resultado explosivo de la responsabilidad, la soledad y, a menudo, la asfixia económica. Permanecer junto a los enfermos para atender sus necesidades puede ser muy gratificante, pero drena nuestra energía. Sin el imprescindible descanso, se oxida el hábito de distanciarse para reponer fuerzas y buscar placer. Estas marañas de cuidado, cansancio y culpabilidad no se desenredan solas. Las soluciones individuales pueden aliviar, pero no bastan. Hace falta sentido de lo común, y comunidades de sentido. Necesitamos propuestas políticas y económicas que regresen a la acepción etimológica. Se requiere una sanidad al alcance de todo el mundo y tan robusta como nos gustaría que lo fuera nuestra salud. Resulta vital contar con redes, tribus y una familia de aliados: la amistad sabe ser profundamente terapéutica.

En Los destellos, delicada y sabia película española dirigida por Pilar Palomero a partir de un relato de Eider Rodríguez, una joven universitaria contempla con angustia cómo se agrava la enfermedad de su padre divorciado. La madre, Isabel, que ya tiene otra pareja y otra vida, debe decidir si ayudar o mantenerse alejada. No quiere ser la mujer que se sacrifica por un hombre con el que rompió hace veinte años: tras dibujar con esfuerzo sus fronteras, teme asumir un antiguo sometimiento y una nueva atadura. A la vez, tampoco desea dejar sola a su hija ante lo que está por llegar. Paso a paso, en un juego de reticencias y presencias, los cuatro –incluido el nuevo compañero de Isabel– construyen un círculo poco convencional de atenciones recíprocas, una extraña familia asimétrica que recorre ese último trecho sosteniéndose. Hace falta una trenza de apoyos para que nadie cuide ni muera a solas.

En esa bóveda de amparo mutuo, todos podemos contribuir a hacer más leve el peso, también desde la periferia de la enfermedad. El filósofo estoico Epicteto, contemporáneo de Marco Aurelio, sabía que no es fácil acercarse a esas tierras de penumbra: ante el dolor ajeno, experimentamos torpeza, desconcierto y desazón. Escribió en su Enchiridion sobre el arte de ayudar y consolar sin hundirnos y sin tampoco esquivar a quien sufre: «Cuando veas a alguien llorar de pena, procura no dejarte vencer por el mal. Acompáñale en su pena y, si es necesario, comparte sus lamentos. Esfuérzate, sin embargo, por no gemir interiormente». El contexto de individualismo creciente nos ha desentrenado en la colaboración. Hemos olvidado la pregunta más sencilla: ¿qué necesitas? Esas situaciones requieren sutileza para encontrar palabras simples, para decir: llámame cuando estés abrumada. Si, como suele suceder, la persona que cuida ya no tiene tiempo libre, quizá la única opción es acompañarla en sus tareas cotidianas. Nutrir la confianza, no criticar, no aconsejar, no sermonear. Colaborar no consiste en arengar a los demás explicando qué harías tú para resolver sus problemas, como un oráculo. Se trata de aligerar el peso, disminuyendo en lo posible el estrés y la ansiedad.

En algún momento de nuestra evolución, la carga compartida se afianzó como mecanismo adaptativo, no solo porque la unión hace la fuerza, sino también porque las amenazas parecen menos abrumadoras cuando se afrontan en comunidad. Quienes han tejido relaciones solidarias sufren menos miedo que quienes se sienten solos. Cuando aflora la angustia, es momento de mirar al invisible, alumbrar la penumbra y salvar los destellos. La persona enferma y sus acompañantes forman una unidad: son todas pacientes y reclaman atención.

https://www.milenio.com/cultura/laberinto/la-soledad-del-cuidador-de-fondo-por-irene-vallejo

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El declive del charrismo sindical ha comenzado

Por: Abelardo Carro Nava

Lo sucedido en Zacatecas bien podría interpretarse, con cierta mesura, como el comienzo del declive de ese charrismo sindical en nuestro país.

Con la victoria en las urnas de los maestros Filiberto Frasuto Orozco y Marcelino Rodarte Hernández, en las Secretarias Generales de las Secciones Sindicales 34 y 58 del Sindicato Nacional de los Trabajadores de la Educación (SNTE), el magisterio democrático ha logrado un triunfo histórico. Un triunfo que, si bien es cierto debe ser celebrado por quienes por décadas han sufrido los estragos del “oficialismo sindical”, también es cierto que debe tomarse con cierta mesura, dada la inmensa estructura sindical a nivel nacional conformada por esos liderazgos vitalicios, caciques y/o señores feudales, que harán todo lo necesario para no perder los cotos de poder que les han permitido vivir a costa de los trabajadores de la educación esparcidos a lo largo y ancho de la República Mexicana.

Es cierto, no solo en Zacatecas sino es buena parte del territorio nacional en los últimos años, una parte de magisterio mexicano ha venido dando muestras del hartazgo hacia esos “liderazgos sindicales” que antaño eran intocables; ya sea en reuniones de Centros de Trabajo o en las plenarias de las Delegaciones Sindicales o Secciones Sindicales, el reclamo parece ser el mismo: la falta de defensa de los derechos laborales y profesionales de los trabajadores de la educación ante las arbitrariedades cometidas por las autoridades estatales o federales, y no es para menos porque, a lo largo de todos estos años, el conocimiento y registro de innumerables violaciones por parte de la dichas autoridades hacia las y los trabajadores, sin que el sindicato haya hecho algo al respecto, ha ido en aumento.

Baste con preguntarse, ¿qué es lo que hizo este sindicato ante la serie de tropelías que en su momento cometió contra el gremio la Coordinación Nacional del Servicio Profesional Docente hoy llamada Unidad del Sistema para la Carrera de las Maestras y los Maestros? La respuesta es contundente: nada. ¿Qué es lo que hoy día hace ese mismo sindicato para defender las afectaciones laborales y profesionales por la aplicación de una ley a todas luces violatoria de los derechos de los trabajadores por parte de esa Unidad para la Carrera de las Maestras y Maestros? La respuesta sigue siendo contundente: nada, con excepción de que hoy “dice” que trabaja de la mano con el gobierno para contar con un nuevo organismo que, igual que antaño, mantendrá el régimen de exclusión al que ha sido sometido el gremio desde hace varios años. Complicidad algunos le llaman; charrismo yo le llamo.

Ezoic
¿Acaso ya se olvidó la luna de miel que vivió durante varios años el SNTE, a través de su ex lideresa vitalicia de apellido Gordillo, en los sexenios de Salinas de Gortari, Zedillo, Fox y Calderón?, ¿acaso durante este periodo las bases magisteriales mejoraron sus salarios, prestaciones, servicios médicos, jubilaciones o pensiones a las que tendrían derecho después de haber entregado más de una vida al servicio de la educación y del pueblo?, ¿no acaso esos líderes que tanto hablaban de conquistas y conquistas para los trabajadores, lo único que conquistaron fueron propiedades, puestos para familiares y compadres, becas para sus hijos en las mejores universidades, entre otros más, mientras al gremio solo le daban las migajas que sobraban?

Curiosamente, durante todos estos años y aún antes de éstos, ¿qué era lo que pasaba si algún trabajador o algunos trabajadores de la educación se “indisciplinaban? Para pocos es desconocido que estos mismos seudo líderes, que aún se encuentran en este Sindicato, así como sus files vasallos, al más puro estilo de Carlos Jonguitud Barrios y su vanguardia revolucionaria, han amedrentado, reprimido, sobajado y hasta humillado a cuanto trabajador se les ha antojado, porque, desde luego, habría que “disciplinarlo” para que dejara de cuestionar aquello que podría ser cuestionado.

Ezoic
Esto último ha sido el legado que se ha transmitido de generación en generación en el gremio.

“Te callas o no avanzas”, parece ser que ha sido el mecanismo a través del cual se ha mantenido el control de las masas. ¿Cuántas maestras no han sido humilladas y violentadas para obtener un préstamo, cambio de centro de trabajo o beca comisión?, ¿cuántos maestros no han sido denostados o sobajados por tener el valor de expresar las injusticias cometidas en contra de sus propios compañeros?, ¿cuántas maestras y maestros no han sido excluidos o castigados simple y sencillamente porque no han sido parte de sus acarreos, negocios o juegos?

Ezoic
Bien decía hace días una querida colega, a propósito de los actuales representantes sindicales a nivel nacional y de lo inservibles que son en estos días: “son ustedes, con sus cuotas, complicidades y silencios quienes les otorgan la fuerza que poseen y solo ustedes los que pueden decir basta”.

Lo sucedido en Zacatecas bien podría interpretarse, con cierta mesura, como el comienzo del declive de ese charrismo sindical en nuestro país. Sin embargo, insisto, esto bien podría decirse que es el comienzo porque, como es evidente, aún falta mucho por hacer.

No obstante, pienso que solo las y los trabajadores de la educación, los que a diario arrastran la escoba o limpian la escuela, los que hace uso del lápiz o una máquina de escribir o computadora, los que llegan a dar sus clases y se retiran con la esperanza de un mejor mañana, los que llevan en sus hombros el peso de la administración de sus escuelas, en fin, son ellos, las y los trabajadores de la educación los que podrán lograr un cambio verdadero.

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¡Nadie más, solo ellos!

Zacatecas ha demostrado que sí se puede, y se puede porque la base así lo quiere.

Fuente de la información: https://profelandia.com

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CNTE: 45 años contra el neoliberalismo educativo

Por: Lev M. Velázquez Barriga*
Las consecuencias del neoliberalismo educativo han sido desiguales en la región latinoamericana. En Chile dejaron cerca de un millón de jóvenes estudiantes con endeudamiento bancario y hay más escuelas privadas que públicas; en Puerto Rico propiciaron el cierre de la mitad de las escuelas de educación básica en los últimos 10 años y las otras fueron abandonadas a la administración empresarial de las denominadas chárter; pero, en otros países no han avanzado con la misma celeridad y profundidad. Tal es el caso de México, pese a que fue ejemplar en la neoliberalización de los sectores estratégicos para el desarrollo nacional y a la gravedad de los impactos que han tenido las medidas de los tratados de libre comercio en el desmantelamiento de lo público y la regulación de los sindicatos.

Para entender lo anterior, nos podríamos preguntar: ¿por qué después de la descentralización no se llevó a cabo la municipalización del sistema educativo en todo el país?, ¿a qué se debe que no tengamos escuela chárter, subvencionada o concertada a particulares para la administración del dinero público y la definición de los programas de estudio?, ¿qué pasó con la propuesta del váucher por alumno para la transferencia de dinero a las empresas escolares?, ¿qué sucedió con el acuerdo de cooperación México/OCDE para que los usuarios de los centros educativos estatales pudieran despedir o contratar maestros?, ¿dónde quedó la evaluación para el despido de los docentes? ¿Por qué no hay exámenes estandarizados de relevancia nacional para los alumnos imponiendo el currículo empresarial, ni definiendo el salario docente o el financiamiento discriminatorio de las escuelas?, ¿qué se hizo de los bonos de endeudamiento para infraestructura educativa que comprometían las escrituras de los predios?, ¿y la propuesta del SNTE para que las normales se convirtieran en escuelas técnicas?, ¿adónde se fueron las iniciativas para impostar el PIN parental y el currículo confesional?

Las resistencias magisteriales han sido un factor fundamental en la contención de estos proyectos de despojo de los derechos profesionales de los educadores y de privatizaciones; no obstante que los ejemplos mencionados representan estrategias centrales del neoliberalismo educativo, no lograron materializarse por medio de la imposición de la hegemonía política de la derecha, ni a través del uso de la violencia gubernamental o la represión administrativa.

Pero, resistir ha sido más que un acto de negación y rechazo; desde hace décadas construyeron propuestas alternativas articuladas regionalmente y de alcance nacional, logrando romper con las pedagogías competitivas, los currículos estandarizados, la formación gerencial de la docencia, las escuelas escindidas de sus comunidades, la infraestructura carcelaria de los ambientes democráticos del aprendizaje, los conocimientos eurocéntricos y las visiones educativas enciclopédicas e instrumentadoras del libro de texto como garante ideológico de las clases dominantes. ¿No son estas luchas pedagógicas territoriales la base sobre la cual se está erigiendo la posibilidad de una educación propia en México?

Sería un equívoco pensar que el neoliberalismo educativo fue derrotado, pues sigue latente en las agendas de las derechas, esperando recuperar los espacios legislativos y el poder político del Estado; además, está oculto entre los lenguajes del progresismo y las políticas impulsadas por su hegemonía partidista, intocable en partes esenciales de la Constitución que fueron introducidas en los periodos más ácidos de las reformas empresariales y muchas veces permanece arraigado en las estructuras operativas del aparato gubernamental.

Sin embargo, es justo reconocer que cada uno de esos proyectos truncados, unas veces por la lucha frontal de los docentes y otras por medio de sus propuestas alternativas, constituyen un avance en el proceso democratizador del país, en el sostenimiento de derechos esenciales, como el de recibir educación pública y gratuita que, sin estos actos de resistencia, nos hubieran sido arrebatados, como ha sucedido en otras naciones.

El protagonismo que ha tenido la CNTE como articulador del movimiento democrático magisterial y en la contención de reformas educativas antiderechos es innegable. Cuarenta y cinco años de lucha al margen del poder, fuera del aparato de control burocrático del sindicalismo institucional y de sus estructuras financieras, son ejemplo de una resistencia verdaderamente heroica.

Quizás esto explica, pero no hace comprensible que la CNTE haya optado por una política de distanciamiento con la diversidad de organizaciones magisteriales que están llevando a cabo procesos democratizadores del sindicalismo en los márgenes que permite la legalidad de la reforma laboral y del nuevo reglamento del SNTE; que haya decidido trasladar la crítica de la reforma educativa a las experiencias pedagógicas pre existentes a la NEM que, en todo caso, han encontrado en ella y en la autonomía profesional una fisura a la represión administrativa en sus estados.

Remitir la trayectoria de una organización de carácter nacional que ha fungido como polo de atracción de los descontentos magisteriales, en los momentos que más se ha necesitado, a su núcleo duro de militancia y a las regiones históricamente conquistadas, es un grave error, justamente en los tiempos en que se requiere re articular el sindicalismo de izquierda frente a la cooptación ideológica del progresismo y las nuevas formas de privatización y reconfiguraciones del trabajo docente que impone el capitalismo digital.

*Doctor en pedagogía crítica

https://www.jornada.com.mx/noticia/2024/12/13/opinion/cnte-45-anos-contra-el-neoliberalismo-educativo-4855

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Mundo: Por qué la precariedad no tiene que ser la norma en la educación superior | University World News

¿Por qué la precariedad no tiene que ser la norma en la educación superior | University World News?

A pesar de algunos avances, muchos de los retos a los que se enfrenta el personal de las instituciones de educación superior vienen de lejos. Desde las incertidumbres profesionales a largo plazo que sufre el «precariado académico» hasta la prevalencia del acoso y la violencia de género, las políticas y la acción institucional, siguen siendo insuficientes a la hora de garantizar unas condiciones de trabajo dignas.

Un nuevo informe del Instituto Internacional de la UNESCO para la Educación Superior en América Latina y el Caribe (IESALC) pone de relieve las alarmantes condiciones de trabajo a las que se enfrentan millones de empleados de instituciones de educación superior en todo el mundo.

Publicado como parte de una serie sobre la contribución de las instituciones de educación superior a los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), Las instituciones de educación superior como empleadoras: garantizando condiciones de trabajo dignas revela problemas generalizados que afectan a los derechos de los trabajadores y a la capacidad de las instituciones de educación superior para atraer y retener el talento, lo que limita su contribución al ODS 8 (trabajo decente y crecimiento económico).

«Cuando se examina la contribución de las instituciones de educación superior al ODS 8, la atención se centra a menudo en su papel en la educación de los futuros líderes empresariales que dan prioridad a las prácticas éticas de empleo o en sus esfuerzos para impulsar el crecimiento económico a través de la transferencia de conocimientos y las innovaciones de alta tecnología», dice la Dra. Victoria Galán-Muros, jefa de investigación y análisis y coautora del informe.

«Sin embargo, se presta menos atención a las instituciones de educación superior como empleadores en sí mismas, a pesar del principio de que la promoción debe empezar en casa. Desgraciadamente, muchas instituciones siguen sin ser modelos ejemplares en este sentido.»

Conclusiones preocupantes

El informe constata:

  • Creciente inseguridad laboral: En todo el mundo se observa una mayor dependencia de los contratos temporales, a tiempo parcial y externalizados, y muchos trabajadores no se benefician de las mismas condiciones que los empleados fijos a tiempo completo. Esto crea inestabilidad a largo plazo, reduciendo el atractivo de estas carreras profesionales. Además, la sucesión de contratos de corta duración y la falta de perspectivas de progreso profesional y de procedimientos de selección claros están, en la práctiva, limitando la libertad académica de una parte cada vez mayor del personal académico.
  • Los bajos salarios se traducen en desigualdad de oportunidades: Los académicos noveles y los trabajadores subcontratados soportan con frecuencia salarios insuficientes. La expectativa de que el acceso a muchos puestos de trabajo en la educación superior se realice a través de prácticas no remuneradas y puestos de nivel inicial mal remunerados impide a muchos comenzar o avanzar en sus carreras sin ayuda financiera externa.
  • Las presiones sobre el rendimiento perjudican la conciliación de la vida laboral y familiar: Las expectativas de rendimiento poco realistas o poco claras provocan cargas de trabajo excesivas y tensión en la salud mental. En los procedimientos de selección y promoción siguen existiendo sesgos que juegan en contra del personal que ha tenido interrupciones en su carrera profesional o que tiene responsabilidades de cuidados.
  • El acoso y los abusos en el lugar de trabajo siguen siendo frecuentes: Persisten la discriminación, el acoso y la violencia de género, facilitados por la ausencia o la deficiente aplicación de protocolos seguros de denuncia, investigación oportuna y protocolos de sanción eficaces.

Estos entornos laborales hostiles se ven reforzados por dinámicas de poder desiguales entre titulares de empleos seguros y no seguros.

«Los contratos precarios son algo más que un inconveniente para los investigadores noveles. Cuando una parte estructuralmente significativa -y cada vez mayor- de los puestos académicos consiste en funciones temporales y a tiempo parcial, la disminución del número de empleos seguros fomenta una cultura de ‘promoción por resistencia’».

«Esto no sólo empuja a las personas con talento a abandonar el mundo académico en favor de otros sectores, sino que también deja en situación de vulnerabilidad a quienes sufren acoso, abusos o violencia.

«Cuando sus carreras pueden terminar abruptamente por una simple no renovación de contrato, las víctimas pueden quedar a merced de quienes ocupan puestos de poder», afirma Jaime Roser-Chinchilla, analista de políticas públicas y coautor de la publicación.

Por qué es importante

El informe cuestiona la percepción del «precariado académico» como una característica inevitable de las carreras en la educación superior, así como la vinculación de las conductas indebidas en el lugar de trabajo a factores estrictamente individuales o culturales, destacando cómo las políticas gubernamentales pertinentes y las buenas prácticas institucionales han abordado estas cuestiones.

Mientras las instituciones de educación superior se enfrentan a estos enquistados o emergentes, existe una necesidad acuciante de cambio sistémico para garantizar unas condiciones de trabajo justas y equitativas para todo el personal.

Recomendaciones para el cambio

El informe hace un llamamiento a los responsables de las políticas públicas y a los líderes institucionales para que aborden estos problemas sistémicos de la siguiente manera

  • Aumentar la estabilidad de la financiación de las instituciones de educación superior para reducir la dependencia de los contratos precarios.
  • Introducir normativas transparentes para los contratos, las escalas salariales y los procesos de contratación.
  • Garantizar un trato y unas condiciones justas a los trabajadores subcontratados.
  • Promover la salud mental y la conciliación de la vida laboral y familiar a través de servicios como guarderías y políticas que no penalicen al personal con periodos en pausa en su carrera profesional.

El informe completo, disponible en inglés y español, ofrece una visión detallada de estos retos junto con ejemplos de políticas gubernamentales y prácticas institucionales eficaces.

Constituye una hoja de ruta para los responsables políticos y los dirigentes de las instituciones de educación superior comprometidos con el fomento de un entorno laboral más equitativo y solidario.

Victoria Galán-Muros es jefa de investigación y análisis del Instituto Internacional de la UNESCO para la Educación Superior en América Latina y el Caribe (IESALC) y una de las coautoras del informe de la UNESCO. Jaime Roser-Chinchilla es analista de políticas de UNESCO IESALC y coautor de la publicación.

Traducción libre del artículo original publicado en University World News

Fuente: iesalc.unesco.org

Fuente de la Información: https://www.redem.org/por-que-la-precariedad-no-tiene-que-ser-la-norma-en-la-educacion-superior-university-world-news/

 

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Ecología Social: ¿Por qué hemos llegado a la pavorosa situación actual?

¿Por qué hemos llegado a la pavorosa situación actual?

Leonardo Boff

 

Es un lugar común afirmar que estamos en el corazón de una gran crisis de civilización. No es una crisis regional sino global. A decir verdad, ella encierra una infinidad de otras crisis, en lo económico, en lo político, en lo ideológico, en lo educacional, en lo religioso y hasta en lo espiritual. No sabemos qué nos espera. Tenemos mayor conciencia cada vez de que el mundo así como está no puede continuar. El camino actual nos está llevando al borde de un precipicio. Tenemos que cambiar. Se atribuye a Einstein esta frase: “el pensamiento que creó la crisis actual no puede ser el mismo que nos saque de ella”. Tenemos que definir un nuevo camino. ¿Cómo construirlo para que sea realmente otro tipo de mundo?

El hecho innegable es que hay demasiado caos destructivo sin previsión de que vaya a ser generativo. Hay formas de inhumanidad que superan todo lo que hemos vivido y sufrido en la historia. Basta presenciar al genocidio que ocurre a cielo abierto en la Franja de Gaza perpetrado por un primer ministro israelí, cruel y sin piedad, apoyado por un presidente estadounidense católico y por la Comunidad Europea que traiciona sus ideales históricos de derechos humanos, de libertad y de democracia. Todos estos se hacen cómplices del atroz crimen contra la humanidad. Sin olvidar la ola de odio, la negación de la ciencia y de la verdad. Prevalece la ignorancia y el lenguaje grosero y ofensivo. Este antifenómeno se da principalmente en Occidente.

El solo hecho de que el 1% posea la riqueza de más de la mitad de la humanidad, demuestra cuan perverso, profundamente desigual e injusto es el escenario social mundial. Todavía hay que añadir la emergencia ecológica con la insostenibilidad del planeta Tierra, viejo y con recursos limitados que, en sí, no soporta un crecimiento ilimitado, obsesión de las políticas sociales de los países. Ese proceso la extenuó, debido a la superexplotación de los biomas terrestres y está poniendo en peligro las bases naturales que sustentan la vida (Earth Overshoot). La continuidad de la aventura humana en este planeta no está asegurada. Bien escribió el Papa Francisco en su encíclica Fratelli tutti (2020): “Estamos todos en el mismo barco; o nos salvamos todos o no se salva nadie”. Todo esto viene resumido por el calentamiento global creciente, inaugurando, por lo que parece, una nueva fase más caliente y peligrosa de la historia de la Tierra y de la humanidad.

¿Por qué hemos llegado a la amenazante situación actual que puede poner en peligro el futuro de la vida humana y de la naturaleza?

Hay varias interpretaciones de esta funesta situación de la actualidad. No tengo la pretensión de tener una respuesta suficiente. Pero levanto una hipótesis, fruto de toda una vida de estudio y de reflexión. Estimo que nuestra situación se remonta muy atrás, a hace dos millones de años, cuando el homo habilis, el ser humano que inventó instrumentos de intervención en los ciclos de la naturaleza. Hasta entonces su relación con ella era de interacción, sintonizándose con los ritmos naturales y tomando lo que su mano alcanzaba. Ahora, con el homo habilis o faber comienza la intervención en la naturaleza: la caza de animales y el derribo de vegetación para un cultivo rudimentario. Después de miles de años, la intervención siguió adelante hasta llegar hace 10-12 mil años, en el neolítico, a la agresión de la naturaleza. Interfirió en el curso de los ríos, inaugurando la agricultura de irrigación y el manejo de regiones enteras, que implicaba cambios en las relaciones con la naturaleza, depredándola ya. Finalmente, la era del industrialismo y el modo moderno y contempoáneo de producción por la técnica, por la automatización, por la robótica y por la inteligencia artificial han llevado a un proceso de destrucción de la naturaleza. Proyectamos una nueva era geológica, la del antropoceno y sus derivados, el necroceno y el piroceno. Ahí el ser humano aparece como el Satán de la Tierra. Ha transformado el jardín del Edén en un matadero, como denunció el biólogo E.Wilson. No se ha comportado como el ángel cuidador de todo lo creado.

Ese proceso histórico-social ganó su justificación teórica con los padres fundadores de la modernidad Galileo Galilei, Descartes, Newton, Francis Bacon y otros. Para ellos, el ser humano es “dueño y señor” de la naturaleza. No se sentía parte de ella, estaba fuera y por encima de ella. La Tierra, considerada hasta entonces como Magna Mater que nos da todo, pasó a ser considerada como una cosa inerte (res extensa), sin propósito, a lo máximo, un baúl de recursos entregados al uso y disfrute del ser humano. El eje orientador de este modo de ver el mundo es la voluntad de poder, como dominación del otro, de los pueblos, de sus tierras (colonización), de la clase obrera, de la naturaleza, de la vida hasta el más mínimo gen, de la materia hasta el pequeñísimo topquark. La ciencia fue creada al servicio de la dominación, no solo como el justo conocimiento teórico de cómo se estructuran las cosas, sino como instrumento de dominación y de nuevos inventos. Pronto fue apropiada por la voluntad de poder, convirtiéndola en una operación técnica para la transformación del mundo circundante. Con ella se llevó a cabo una verdadera guerra contra la Tierra, sin posibilidad de vencerla, arrancando de ella todo en función del sueño de un crecimiento ilimitado de bienes materiales. Se atacó a la Tierra en todos los niveles, lo que tuvo como consecuencia la devastación de prácticamente los principales biomas, sin medir los efectos colaterales. Es el imperio de la razón instrumental-analítica y tecnocrática. No podemos dejar de apreciar los inmensos beneficios que ha traido para la vida humana. Pero el mismo tiempo ha creado el principio de autodestrucción con armas letales que pueden liquidar toda la vida. La razón se ha vuelto irracional y enloquecida.

Hoy hemos llegado al punto-límite, la Tierra se muestra gravemente enferma. Como es un Super-Organismo vivo, Gaia, reacciona mandándonos eventos extremos: sequías severas y nevadas rigurosas, una vasta gama de virus y bacterias, algunas letales, además de huracanes, tornados, riadas y terremotos. No es que vayamos hacia el calentamiento global. Estamos ya dentro de él. La ciencia ha llegado con retraso, solo puede alertar sobre la llegada de desastres y aminorar sus efectos dañinos. Efectivamente, este cambio climático amenaza peligrosamente la vida de niños y de las personas mayores y pone en grave peligro el futuro del sistema-vida.

Hay que añadir un dato nada despreciable. El despotismo de la razón –el racionalismo– ha acentuado lo que hay de más humano en nosotros: nuestra capacidad de sentir, de amar, de cuidar, de vivir la dimensión de los valores como la amistad, la empatía, la compasión, en fin, el mundo de las excelencias. Todo esto era visto como obstáculo para la mirada objetiva de las ciencias. Se separó la mente y el corazón, la razón intelectual y la razón sensible. Tal ruptura ha producido una profunda distorsión de los comportamientos, ocasionando insensibilidad ante el drama de los millones y millones de pobres y miserables y la falta de cuidado de la naturaleza y sus “bondades”, como dicen los pueblos andinos.

Si quisiéramos resumir en una pequeña fórmula la crisis civilizacional diría: ella perdió la justa medida, valor presente en todas las tradiciones éticas de la humanidad. Todo es des-medido, el asalto a la naturaleza, el uso de la violencia en las relaciones personales y sociales, las guerras sin medida alguna de contención, el predominio des-medido de la competición al precio de la cooperación, el consumo des-medido al lado del hambre atroz de millones de personas, sin el menor sentido de solidaridad y de humanidad.

De seguir este proyecto de civilización, calcado sobre el poder-dominación y sobre la razón instrumental y sin corazón, hoy mundializado, iremos fatalmente al encuentro de una tragedia ecológico-social capaz de hacer el planeta Tierra inhabitable para nosotros y para los organismos vivos. Sería nuestro fin después de millones de años sobre este bello y riente planeta. No supimos cuidarlo para ser la Casa Común de todos los humanos, con la naturaleza incluida.

Pero como el proceso de la génesis del cosmos y de la Tierra no es lineal, sino que da saltos hacia arriba y hacia delante, puede ocurrir lo inesperado. Ante un gran impacto o catástrofe puede hacerse viable una transformación fundamental. Llevaría a cambiar la conciencia colectiva de la humanidad. Como dijo el poeta alemán Hölderin (+1843): “Donde habita el peligro, crece también lo que lo salva”. Ese salvamento significaría el cambio necesario de paradigma civilizatorio, garantizando así nuestro futuro. Eso podría ser la utopía posible y viable para la situación actual. ¡Ojalá!

Leonardo Boff ha escrito La búsqueda de la justa medida (2 vol), Vozes 2002/3; Cuidar de la Casa Común: pistas para evitar el fin del mundo, Vozes 2023.

Traducción de María José Gavito

Fuente: https://leonardoboff.org/2024/11/21/por-que-hemos-llegado-a-la-pavorosa-situacion-actual/

Fuente de la Información: https://rebelion.org/por-que-hemos-llegado-a-la-pavorosa-situacion-actual/

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Cambio Climático: El océano Atlántico teme una invasión de icebergs: no sucedía desde la última glaciación

El océano Atlántico teme una invasión de icebergs: no sucedía desde la última glaciación

El deshielo acelerado en la capa de hielo de Groenlandia es una de las consecuencias más preocupantes el cambio climático que ya es una invasión. Un reciente estudio, encabezado por Yuxin Zhou de la Universidad de California Santa Bárbara, mostró una conexión entre este fenómeno y los históricos Eventos Heinrich.

De este modo, este fenómeno no solo está provocando un aumento en la frecuencia e intensidad de eventos climáticos extremos, como olas de calor, sequías e inundaciones, sino que también está poniendo en peligro ecosistemas frágiles y la biodiversidad marina, desmejorando la vida de millones de personas en zonas costeras.

Los estudios realizados sugieren que el planeta podría estar encaminándose hacia un futuro con cambios climáticos aún más drásticos. En cuanto a lo económico del deshielo, son preocupantes, ya que hay altos costos de adaptación por los daños causados por el aumento del nivel del mar; además, aumentará la deuda a billones de dólares.

Inestabilidad glacial y cambios climáticos bruscos: el caso de los eventos Heinrich

Inestabilidad glacial y cambios climáticos bruscos: el caso de los eventos Heinrich

Aunque los Eventos Heinrich ocurrieron durante la última glaciación, su estudio puede proporcionar información importante para comprender el cambio climático actual. Al analizar las causas de estos eventos, los científicos pueden identificar posibles analogías con las condiciones climáticas actuales.

De igual manera, la acumulación de agua y el estrés en los márgenes glaciares llevaron a la liberación de icebergs, en la zona del Atlántico Norte con agua dulce y fría. Esta afluencia masiva de agua dulce alteró la circulación termohalina, debilitando la corriente del Golfo y provocando un enfriamiento en Europa.

Por otro lado, estos eventos se extendieron más allá de las bajas temperaturas, esto afecta los patrones de precipitación, la productividad marina y la distribución de las especies. Algunos expertos geológicos, dejaron en evidencia cómo los científicos construyen estos eventos para comprender lo que generan en el clima global.

El deshielo de Groenlandia y su comparación con los Eventos Heinrich

Al igual que en los eventos Heinrich, la descarga masiva de hielo en el océano podría alterar la circulación oceánica y provocar cambios climáticos sorprendentes. Si bien las causas subyacentes, están relacionadas con un aumento del nivel del mar, cambios en los patrones climáticos y eventos extremos más frecuentes.

Si las tendencias actuales continúan, es factible que veamos un incremento en la frecuencia e intensidad cuando descarga el hielo en Groenlandia, que podría desembocar en el aumento del nivel del mar, modificaciones de patrones de circulación oceánica, y un debilitamiento de la Corriente del Golfo.

El deshielo y Heinrich tienen una retroalimentación, y a medida que el hielo se derrite, se expone una superficie más oscura que absorbe más radiación solar, acelerando el deshielo. Además, la entrada de agua dulce en el océano puede alterar la circulación del agua y reducir la formación de hielo marino, lo que amplifica el calentamiento global.

La amenaza al AMOC y las conclusiones de cara al futuro

La circulación de vuelco meridional del Atlántico (AMOC) es un sistema de corrientes oceánicas que juega un lugar clave en la regulación del clima global. Sin embargo, la afluencia de agua dulce fría proveniente del deshielo de Groenlandia puede debilitar al AMOC, llegando a alterar el frío del agua en Europa.

Pese a lo mencionado, los eventos Heinrich del pasado demostraron que la interrupción de AMOC puede tener consecuencias drásticas para cambiar y proteger el planeta. Al disminuir el vuelco meridional, no solo generaría problemas climáticos, sino también en agricultura, la pesca, la vida marina y la distribución de las especies.

Cabe agregar que, entre los posibles impactos en el viejo continente, esto también puede presentar patrones excesivos de tormentas y un gran aumento del agua en el mar; por ello, un nuevo evento de descarga masiva de icebergs, parecido a los Heinrich, tendría consecuencias devastadoras a nivel global.

Fuente de la Información: https://www.ecoportal.net/clima/oceano-atlantico-teme-una-invasion/

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