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Represión trumpista de la educación

Por: Héctor Meléndez

No es racista meramente Trump, sino el Estado y la sociedad estadounidenses.

La orden ejecutiva de Donald Trump para cancelar fondos del gobierno federal a instituciones en que se enseñe la ‘Teoría crítica de la raza’ (Critical Race Theory) promete numerosos desafíos en los tribunales. Como otras órdenes que emitió, luce que se empantanará en objeciones legales y confrontará problemas prácticos para aplicarse, entre otras cosas por lo inexacta y confusa que es, como si hubiese sido formulada a la ligera.
La fiereza de la nueva administración en sus primeros días sugiere una angustiosa resistencia del Estado norteamericano a aceptar su disminución en el mundo. Trump abandona el interés usual en el consenso en las relaciones políticas y genera relaciones de antagonismo comercial y diplomático con otros países. Concentra esfuerzos en Latinoamérica y el Caribe, históricamente la zona más oprimida y controlada por Estados Unidos. En política interior intenta desmantelar a toda velocidad el sistema que empezó FD Roosevelt, que en el último medio siglo se hizo predominante, de incluir los afroamericanos y pobres en un clientelismo social de abundantes subsidios y amplia burocracia federal, en un ‘estado benefactor’ agrandado.
Varios autores acuñaron en los años 70 y 80 el nombre ‘teoría crítica racial’, si bien continuaban antiguas y amplias discusiones sobre la cuestión afroamericana y la sociedad estadounidense. Argumentan que el racismo no es simplemente un ‘prejuicio’ personal, sino que está en la formación misma de instituciones principales de Estados Unidos. En Estados Unidos esta idea es escandalosa, pero para muchos alrededor del mundo es evidente.
Desde hace largas décadas las discusiones sobre sociedad e historia admiten que la opresión racial es parte de la cultura de la nación norteamericana, la cual instaló un ‘colonialismo interno’, ya que sus plantaciones de esclavos no estaban fuera del país (como en los casos de Gran Bretaña, Francia, etc.), sino dentro.
Textos como The Black Jacobins (1938), de CLR James, Capitalism and Slavery (1944) de Eric Williams, y How Europe Underdeveloped Africa (1973), de Walter Rodney, aumentaron la conciencia de que la opresión de los negros ha sido inseparable de la historia moderna y de Occidente. Después siguió un torrente de investigaciones, publicaciones y cursos académicos en Norte y Latinoamérica, el Caribe, África y Europa.
Asimismo, el conocimiento científico, e incluso la cultura general, ya admiten que desde hace milenios la división social del trabajo y el desarrollo tecnológico producen un excedente cada vez mayor que hace posible el progreso histórico, y las clases dominantes suelen apropiarse. El capitalismo occidental es un perfeccionamiento de este mecanismo, especialmente por expandir la actividad financiera como nunca antes.
La teoría que ve el progreso –el conocido– inseparable de la explotación del trabajo, inicialmente elaborada por Karl Marx, ya no es tabú y ha enriquecido las ciencias sociales e incluso las naturales. Ha incidido en los temas del colonialismo, la formación del sistema global, y la extraordinaria experiencia del trasiego y trabajo de africanos esclavizados, entre los siglos XV y XIX, en un vasto mercado que incluyó África, las Américas y Europa occidental y en que participó gran cantidad de gobiernos, bancos, empresas, y las iglesias católica y protestante. Estuvo en la base de la era moderna.
El presente, pues, encierra un complejo ‘pasado’ lleno de contradicciones. Por ejemplo, las naciones americanas actuales no existirían sin el sometimiento y el genocidio de las sociedades indígenas, desde el tiempo de Cristóbal Colón, en el Caribe, Centroamérica, México, los países andinos suramericanos y el resto del hemisferio. En Estados Unidos, el crecimiento industrial, financiero y militar del norte no hubiese sido posible sin las plantaciones esclavistas del sur –el algodón iba a la industria de ropa en Inglaterra– que producían riqueza que se convertía en dinero y en actividad bancaria que financió la expansión del norte.
Parece que muchos votantes de Trump, a los cuales éste quiere cumplir lo prometido, se sienten ofendidos al escuchar estas duras realidades, que resultan claras una vez se les estudia y desmontan la historia tradicional oficial idealista y ‘blanca’. Creen que comprender la historia de manera crítica es un ‘racismo contra los blancos’.
No debe subestimarse que Trump reproduzca esta actitud infantil atacando la libertad de expresión y de cátedra y la discusión sobre la sociedad y la historia, en una suerte de regreso a la represión medieval del conocimiento y del debate de ideas libre e informado. El temor a la discusión delata la crisis de Estados Unidos, cuyo actual declive –junto al de Occidente– en el mercado mundial hace aflorar muchas inseguridades.
La orden de suprimir la ‘teoría crítica’ confirma la sensación de que Trump expone el racismo más crudamente que otros presidentes y políticos de Washington, al menos desde que en los 70 se hizo políticamente incorrecto ser racista, y alimenta la ignorancia e impulsividad de grupos supremacistas blancos.
Si Trump persigue liberar las contribuciones intelectuales y los debates sociales del paternalismo y los subsidios del gobierno, su forma de hacerlo es bastante torpe.
Pero, de nuevo, la orden encontrará obstáculos para aplicarse en la práctica, cuando menos referentes al derecho a la libre expresión. Es confuso además si persigue suprimir las específicas lecturas que en los 70 y 80 se llamaron Critical Race Theory, o más ampliamente la enseñanza de la historia y del carácter contradictorio y complejo del proceso social, que durante siglos ha incluido opresión de pueblos y explotación del trabajo y de la mujer. En cualquier caso sería una involución reaccionaria.
No es racista meramente Trump, sino el Estado y la sociedad estadounidenses. Trump lo expone crudamente también con la deportación de miles de inmigrantes latinoamericanos en pocos días, de forma destemplada y carente de consideraciones legales y humanitarias en muchos casos. Ha sido como el traslado de ganado, en vez de seres humanos.
Las ordenanzas de Trump, y la forma en que se anuncian y ejecutan, han agudizado la tensión nerviosa y moral de la sociedad. Puede preverse que restarán aún más solvencia a Estados Unidos.

Fuentes: Rebelión – Imagen: Manifestantes afrodescendientes de EE.UU. Crédito: Bettmann / Ernest C. Withers. 1968

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Inteligencia artificial: ¿Motor de progreso o herramienta de colonización?

La inteligencia artificial (IA) es un concepto que ha evolucionado considerablemente desde su origen en 1956, cuando John McCarthy acuñó el término durante la Conferencia de Dartmouth. Su propuesta inicial era simular la inteligencia humana en máquinas, pero con el paso del tiempo la IA se ha convertido en algo mucho más amplio y transformador. Hoy en día la IA no solo sugiere canciones o productos, sino que se ha infiltrado en áreas clave de nuestras vidas, como la medicina, el transporte, la educación y la publicidad, jugando un papel crucial en la toma de decisiones personales, empresariales y gubernamentales con capacidad de modelar nuestro entorno e influir en nuestra toma de decisiones.

En este contexto, Latinoamérica se encuentra en una encrucijada: participar activamente en la construcción de su futuro digital o convertirse en un simple receptor de tecnologías desarrolladas en el extranjero. Este es un dilema histórico, en el que el control de la tecnología será crucial para determinar el equilibrio de poder global. La creciente centralización del poder tecnológico plantea una nueva forma de colonización: lo que algunos analistas, como el filósofo Miguel Benasayag, denominan colonización algorítmica. Esta colonización no es física, como las anteriores, pero sí tiene el potencial de subyugar a los pueblos a través de la manipulación de datos, algoritmos y plataformas tecnológicas que configuran sus economías, sus políticas e incluso su identidad cultural. En términos ideológicos, el economista Claudio Scaletta denomina la etapa actual del capitalismo como imperialismo tecnológico.

La IA no es una competencia entre tecnologías, sino la lucha por el control de los datos, los algoritmos y la infraestructura que sustentan las grandes plataformas tecnológicas. Estados Unidos y China libran una encarnizada batalla por la supremacía en este campo. Esta guerra tecnológica es una extensión de la competencia geopolítica, en la que los avances en IA se ven como una forma de garantizar la hegemonía global. El impacto de esta lucha es colosal, tanto para las economías nacionales como para los sistemas políticos globales. Con inversiones millonarias, ambos países se enfrentan en una guerra fría tecnológica que afecta áreas como la infraestructura 5G (en la disputa Google-Huawei) o la industria de los vehículos eléctricos (el reciente impuesto del 100 por ciento sobre los autos eléctricos de China para beneficiar a Tesla). Empresas tecnológicas como Google, Amazon y Microsoft invierten sumas que superan el PBI de muchos países y sin duda lideran la carrera.

Latinoamérica, con limitadas inversiones en investigación y desarrollo (I+D) y una infraestructura tecnológica desigual, está en clara desventaja frente a estas potencias. Esta dependencia de tecnologías extranjeras no solo amenaza la competitividad económica de la región, sino que también pone en riesgo la privacidad de las personas y la preservación de nuestra identidad cultural. Al depender de plataformas de IA, motores de búsqueda y redes sociales controladas por actores externos, nos convertimos en consumidores pasivos de información y poco a poco perdemos el control sobre nuestras decisiones. Los procesos electorales a nivel global ya se ven influidos por los sesgos de estas plataformas, como se evidenció en la participación de Elon Musk con X (ex-Twitter) en apoyo a Donald Trump.

En el caso de Estados Unidos, las grandes corporaciones como Amazon, Google, Microsoft y Tesla han destinado miles de millones de dólares a la investigación y desarrollo de la IA. Por ejemplo, Microsoft invirtió 24.500 millones de dólares en I+D en 2022, según publicó la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI) en 2024. Además, Microsoft ha invertido 10.000 millones de dólares en 2023 en la empresa OpenAI, desarrolladora de ChatGPT. Esto le asegura el uso de GPT-3 y posteriores en todos sus sistemas, como Copilot u Office. Sumas exorbitantes e inalcanzables para empresas que deseen competir en este mercado. Sin embargo, algunas lo intentan. Tal es el caso de la start-up alemana Aleph Alpha, que ha logrado recaudar apenas 500 millones de euros en financiación. Pese a la enorme disparidad en inversión, son varios los que ven a Aleph Alpha como la única empresa europea con capacidades para competir con los gigantes de Estados Unidos y de China.

China, por su parte, ha adoptado también una estrategia agresiva en su desarrollo de IA. Empresas como Baidu, Alibaba y Tencent están a la vanguardia de esta carrera tecnológica y China se ha establecido un objetivo ambicioso: convertirse en el líder mundial en IA para 2030. Sin embargo, de forma paradójica, mientras Estados Unidos intenta limitar el acceso de China a ciertas tecnologías, empresas como Microsoft han contribuido activamente al desarrollo de la industria tecnológica china, como lo demuestra el papel fundamental de Microsoft Research Asia en la incubación de la moderna industria de IA en China. Esto evidencia que, a pesar de la rivalidad de las potencias hegemónicas, las interacciones económicas entre ellas son mucho más complejas y por momentos las corporaciones se posicionan como los reales dueños de la pelota a nivel global.

Europa intenta no quedar atrás, consciente de que posiblemente ya no podrá ponerse a la par de Estados Unidos y de China en desarrollo tecnológico. Quizá por ello es que la estrategia de la Unión Europea se ha centrado fuertemente en la legislación y también en el apoyo a proyectos de pequeñas empresas que puedan crear IA con sesgo europeo, como el caso de Aleph Alpha. La start-up alemana dice tener desarrollos sofisticados, del nivel de OpenAI, pero no centra su desarrollo en el usuario final, sino en gobiernos y grandes corporaciones. Uno de sus últimos movimientos ha sido una alianza estratégica con la estadounidense Hewlett Packard Enterprise. Es que para toda empresa que quiera jugar en las grandes ligas es vital asegurar el acceso a hardware de alta calidad para su centro de datos; aspecto crucial para tener suficiente potencia de la GPU (chips de procesamiento gráfico en placas de video), el bien más preciado para el futuro de la IA generativa. Los analistas Patel y Nishball hablan de «pobres en GPU» o «ricos en GPU» en relación con el acceso o no a la capacidad de procesamiento. Esta capacidad es limitada, por cierto, y tiene en la estadounidense Nvidia casi que el único jugador. Este, a su vez, articula gran parte de su producción con el gigante TSMC (Taiwan Semiconductor Manufacturing Company). También la generación de energía es determinante en tanto los centros de datos son inmensos consumidores de electricidad.

La amenaza de la colonización algorítmica

El concepto de colonización
algorítmica
no es meramente una metáfora, sino una realidad con implicaciones profundas.
Los algoritmos que rigen nuestras plataformas digitales no son neutrales. Al contrario, están diseñados y entrenados según valores, intereses y sesgos específicos de sus creadores. Estos valores son, en su mayoría, de origen angloamericano y reflejan una visión del mundo que no necesariamente es representativa de la diversidad cultural, étnica y social de los países del Sur global. Miguel Benasayag, al hablar de este tipo de colonización, argumenta que los algoritmos no solo son herramientas, son fuerzas activas que modelan el mundo y uniformizan las realidades culturales, sociales y políticas, sin tener en cuenta la complejidad local.

Este fenómeno tiene implicancias directas sobre la autodeterminación de los países. La creciente dependencia de tecnologías extranjeras plantea preguntas sobre cómo se pueden preservar las identidades locales y cómo se puede garantizar que las decisiones tomadas por algoritmos reflejen una pluralidad de perspectivas. Un ejemplo claro de esto son los sesgos que existen en los sistemas de IA utilizados en los procesos electorales. Los algoritmos empleados por plataformas como Facebook, Google y X pueden influir en la opinión pública, exacerbando desigualdades existentes, como las de género, raza o clase. Además, los datos personales que se recogen y procesan sin el consentimiento adecuado pueden ser utilizados para manipular decisiones y comportamientos, agravando la opresión de los pueblos.

También es preocupación de analistas y de gobernantes el potencial uso indebido de la IA. Los riesgos surgen de la posibilidad de que agentes malintencionados utilicen sistemas avanzados de IA para fines dañinos o que incluso los propios sistemas de IA, al actuar de manera autónoma, persigan objetivos contrarios a los intereses humanos. Esto podría manifestarse en forma de ciberataques, desarrollo de tecnologías estratégicas para obtener ventajas competitivas en el ámbito militar o civil, o la manipulación de usuarios a través de técnicas de persuasión o desinformación. La pérdida de empleos por automatización, especialmente en tareas de baja cualificación, la concentración de poder económico en grandes corporaciones de IA, la perpetuación de sesgos en algoritmos y la dificultad para distinguir información verdadera de falsa son algunas de las problemáticas identificadas. Un informe de Goldman Sachs, de 2023, señaló que la IA podría reemplazar el equivalente a 300 millones de empleos de tiempo completo y podría aumentar el valor anual total de los bienes y servicios producidos a nivel mundial en un 7 por ciento.

Regulación de la IA: primeros pasos y desafíos para Latinoamérica

En el ámbito global la regulación de la IA también avanza de forma desigual. En la Unión Europea se ha propuesto la Ley de Inteligencia Artificial, que establece normas claras sobre cómo debe desarrollarse y utilizarse esta tecnología. Esta legislación prohíbe aplicaciones de IA que presenten riesgos inaceptables y exige transparencia y responsabilidad por parte de los proveedores. Europa está tratando de equilibrar el poder de las grandes corporaciones tecnológicas con la protección de los derechos de los ciudadanos y la autonomía política de los Estados miembros. La creación de marcos regulatorios como estos es crucial no solo para proteger a los ciudadanos, sino también para garantizar que la tecnología sea usada de forma ética y responsable.

Sin embargo, en Latinoamérica, el ritmo de la regulación es más lento. Aunque algunos países han comenzado a explorar la regulación de la IA, la región sigue siendo muy dependiente de las tecnologías extranjeras, lo que dificulta la implementación de políticas nacionales autónomas. En Brasil, el Plan de Inteligencia Artificial 2024-2028 establece principios éticos, medidas de capacitación laboral y estrategias para proteger los derechos humanos. Argentina, por su parte, ha iniciado el desarrollo de una ley sobre IA, siguiendo el modelo europeo, mientras que otros países, como Chile y México, también están avanzando en la creación de marcos legales para regular la IA.

Sin embargo, el desafío no es solo técnico o legislativo, sino también económico. La región carece de la infraestructura necesaria para desarrollar IA de manera autónoma. Las brechas en inversión y en capacidades de investigación y desarrollo limitan la posibilidad de que Latinoamérica se convierta en un jugador importante en el campo de la IA. En este sentido, países como Brasil están tratando de seguir el ejemplo de Europa, pero necesitan mucho más apoyo en términos de recursos financieros y humanos.

La brecha de inversión en tecnología: desafío para el Sur global

Uno de los principales desafíos que enfrenta el Sur global en la carrera por la IA es la disparidad en la inversión. Los gigantes tecnológicos de Estados Unidos y China invierten miles de millones de dólares en I+D, superando incluso el PBI total de varios países latinoamericanos. Por ejemplo, la española Statista toma datos de Nasdaq e informa que en 2020 Alphabet (Google) destinó 27.600 millones de dólares a I+D. En el informe de OMPI de 2024 se da cuenta de que la cifra aumentó en 2022 a 39.500 millones de dólares. Según las mismas fuentes, Amazon invirtió 43.000 millones de dólares en I+D en 2020 y esta cifra aumentó a 73.200 millones de dólares en 2022. Huawei, en China, invierte de forma sostenida cerca de 23.000 millones de dólares en iguales períodos.

Esta brecha en la inversión es un reflejo de la desigualdad global en el acceso a recursos tecnológicos. Las grandes potencias tienen el capital necesario para desarrollar tecnologías de punta, mientras que los países del Sur global deben depender de alianzas y colaboraciones con estos actores para acceder a las herramientas y a las plataformas más avanzadas. Además, la falta de infraestructura propia de computación de alto rendimiento y de acceso a componentes clave como las GPU coloca a la región en una posición de enorme desventaja.

En este contexto, iniciativas como la creación de centros de datos regionales, propuesta por el grupo de ciberseguridad del Mercosur del año 2014, o el desarrollo de infraestructura local de telecomunicaciones, como el proyecto Anillo de Fibra Óptica del Sur firmado en marzo de 2012 por los ministros de comunicaciones de los países miembros de Unasur (Unión de Naciones Suramericanas) y en el que participó el Banco Interamericano de Desarrollo con propuestas de financiamiento, adquieren una nueva relevancia. Estas iniciativas no solo tienen un valor estratégico en términos de soberanía tecnológica, sino que también se presentan como una forma de reducir la dependencia de actores externos y fomentar el desarrollo de capacidades locales.

¿Un futuro de progreso o de desigualdad?

La IA tiene el potencial de transformar nuestras sociedades; nadie lo duda. La forma en que se implemente y regule va a determinar si este proceso beneficiará a toda la humanidad o si, por el contrario, exacerbará las desigualdades globales. La clave para asegurar un futuro de progreso radica en la capacidad de los países del Sur global para tomar decisiones soberanas en el ámbito digital. Esto implica desarrollar políticas propias de IA, invertir en infraestructura y fomentar la investigación científica local.

Si Latinoamérica se embarca en la elaboración de políticas propias de IA, no solo protegería su identidad cultural, sino que también tendría la posibilidad de diseñar modelos de desarrollo económico basados en sus necesidades y prioridades locales. Esto podría abrir nuevas oportunidades en áreas como la educación digital, la medicina personalizada y el desarrollo de energías renovables, sectores que podrían ser impulsados por soluciones tecnológicas creadas y controladas de manera independiente.

Tal vez una importante pregunta sea: ¿queremos un futuro en el que la IA sirva como motor de progreso humano o uno en el que las grandes potencias utilicen esta tecnología para consolidar su dominio? Es probable que aún estemos a tiempo de responderla y de actuar en consecuencia.

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México: Psicologización de la educación, educación socioemocional e imperialismo

Psicologización de la educación, educación socioemocional e imperialismo

Lenin Contreras

La psicologización de la educación

En los últimos años, uno de los elementos característicos de las escuelas es la aparición de una verdadera epidemia de escolares diagnosticados, por propios y extraños, con TDAH o TEA, estrés, depresión o ansiedad infantil y adolescente.

La moda de diagnosticar “trastornos” y medicarlos, está asociado a la incapacidad que muestra el estudiante de adecuarse al ambiente escolar, al deficiente desempeño académico o los problemas de aprendizaje en matemáticas, lectura y escritura. Este fenómeno a inspirado la psicopatologización del estudiante como una de las tareas centrales de la educación formal.

De tal suerte, que la mayor parte de los problemas educativos, no obedecen a un modelo escolar hostil, monologal y vertical o bancario, como lo denunciaría Freire en su Pedagogía del Oprimido, sino a la condición psíquica del escolar, a sus discapacidades, incluso o su falta de interés o motivación.

La psicopatologización del escolar ha trasladado el análisis de los fenómenos escolares y educativos de la pedagogía a la psicología, y con ello, ha evadido un problema detectado por Vygotsky hace casi un siglo: las deficientes estructuras de los programas escolares. Este hecho, la sustitución de la pedagogía por la psicología, expresa un fenómeno ya por todos conocido: la psicologización de la educación.

Una aclaración, cuando se dice que la psicopatologización del escolar sustituye la pedagogía por la psicología, no me refiero a la psicología relacionada con los estudios del desarrollo de la mente o al clásico problema pedagógico que relaciona el desarrollo y el aprendizaje analizado por Vygotsky, Luría o Lentiev, entre otros; sino a la psicología conductual, humanista, positiva, etc.

Aunque recientemente en México la psicopatologización del estudiante y la psicologización de la educación está asociado a la reforma educativa de 2019, la cual redujo radicalmente el sistema de educación especial e introdujo a miles de niños y adolescentes con necesidades educativas especiales a centros de educación regular en aras de instaurar la educación inclusiva, este fenómeno no es nuevo, tienen por lo menos dos antecedentes de larga data:

  1. Primero. Está asociada a la aspiración de que la escuela burguesa sea integral, como si esto fuera posible, es decir que no solo atienda las necesidades asociadas a la adquisición de conocimiento o habilidades, sino que también incorpore la educación de la subjetividad del escolar, con lo que la educación tradicional (disciplinamiento o entrenamiento), ya no debería ser solo por medio del currículum oculto como lo llamaría Hyrouxi.
  2. Segundo, también está relacionada con la aparición e influencia en la educación de los trabajos sobre Inteligencias Múltiples e Inteligencia Emocional de HowardGardner en los 80; de Salovey y Mayer (1990) y de Goleman (1997)ii, los cuales se popularizaron en la década de los 90.

La psicologización del acto educativo, o el desplazamiento de la pedagogía a la psicología, desembocó en la búsqueda de herramientas terapéuticas de intervención que pudieran impactar en la motivación y desempeño del estudiante. Aquí es donde aparece la propuesta de educación socioemocional y la teoría de la educación socioemocional que, si bien tiene antecedentes en la década de los 60 del siglo XX, es popularizadas por los trabajos de Bisquerra, Fernández-Berrocal y Extremera, entre otros.

De esta forma, la psicologización de la educación está relacionada con los enfoques de la educación basada en competencias, particularmente al enfoque de competencias educativas en inteligencia emocional.

La educación socioemocional

Cuando la inteligencia socioemocional se incorporó al modelo escolar mexicano, los funcionarios que lo proponían argumentaban a favor por medio de recurrir a los principios de la teoría de Inteligencias múltiples, por ejemplo, que los estudiantes deberían tener la “capacidad de controlar las emociones, la capacidad de motivarse uno mismo, el reconocimiento de las emociones ajenas y el control de las relaciones” interpersonales, etciii.

La aplicación de un modelo escolar con un enfoque de inteligencia emocional, retomaba las propuestas del Foro Económico Mundial, quien en su documento: “Nueva Visión para la Educación: Fomentar el Aprendizaje Social y Emocional a través de la Tecnología”, indica que el aprendizaje socioemocional “formaría a los estudiantes para que triunfen en una economía digital en evolución”.

Además, el BM, abiertamente exponía que la educación emocional está dirigida para mejorar las oportunidades de “los postulantes a empleos”, ya que esta permite trabajadores “proactivos, adaptables y con capacidad de trabajar bajo presión”, de tal suerte que, las escuelas deben proporcionar esta capacidad a los jóvenes que se insertarán al mercado laboral.

El BM, incluso llegó a señalar que los empresarios lamentaban la falta de desarrollo en las escuelas de habilidades sociales y emocionales de los futuros trabajadores. Por su parte, el informe del Foro Económico Mundial sobre el Máster 2018-19 en Inteligencia Emocional, Psicología Positiva, Neurociencia, Ciencias de la Felicidad, el Bienestar y la Salud, concluyó que los trabajadores con formación socioemocional son mejores trabajadores, es decir, más frexibilizables y productivos.

En esencia, la moda sobre la enseñanza de la inteligencia emocional en la escuela, está relacionada con la influencia de los departamentos de “recursos humanos” de las grandes corporaciones que han diseñado el perfil más útil para incrementar la productividad de las empresas: trabajadores productivos y dóciles, pero satisfechos, que soporten las condiciones de un mercado laboral basado en la terciarización, precarizado y superexplotador.

No es casual que la educación socioemocional se considere como parte de la propuesta que retoma la tesis de que la escuela debe ser un espacio de formación de “capital humano”, pero con un ingrediente adicional a las habilidades y capacidades técnicas, los cual implica la formación de una subjetividad adecuada y sumisa a la explotación laboral

Usando las tesis de David Pavón, podríamos decir que la inteligencia emocional es la dimensión formativa y disciplinaria de la mano de obra que requiere el capital inteligente. Podría agregar, tal como lo expone Emiliano Exposto que la inteligencia emocional, responde a “los síntomas que evidencian que hay algo “en los escolares” que se resiste a encajar en los automatismos de éxito, productividad y rendimiento” de la escuela tradicional, diseñada para el adiestramiento de fuerza de trabajo para la acumulación de capital.

Es la mediación perfecta entre escuela — salud mental burguesa – trabajo — explotación, y con ello, se garantiza que la producción y reproducción de la fuerza de trabajo obedezca plenamente a las necesidades de la máxima valorización del capital.

De esta forma, existe un vínculo entre la educación socioemocional y la visión de una “salud mental” burguesa, como la define Exposto: de bienestar individual o una cuestión psicológica, psiquiátrica y médica, de atención y control de la futura mano de obra empleada por las corporaciones transnacionales y sus subsidiarias criollas. Todo lo dicho hasta aquí, que la educación socioemocional es la respuesta convencional a la psicologización de la educación no es nuevo.

Sin embargo, lo que podría ser interesante, es la permanencia de la educación socioemocional como enfoque psicopedagógico para atender las dimensiones formativas del escolar en la reforma educativa de la 4T, que según se autonombra, decolonial e influenciada por el pensamiento crítico.

Si bien la educación socioemocional se incorporó como parte de las características que debería tener el Sistema Nacional de Educación después de la reforma priista de 2013, debido a que la crítica a esa reforma educativa se concentró en su contenido laboral, el análisis crítico sobre la educación socioemocional tuvo poca relevancia en el debate público.

Pero con la reforma educativa de la 4T del 2019, el concepto se recuperó. La educación emocional o socioemocional parece en el inciso h) de la fracción II del artículo 3ro Constitucional; y en la Ley General de Educación en los artículos 16 fracción IX, artículo 18 fracción VI, artículo 30 fracción XI y articulo 59. En los libros de texto de la Nueva Escuela Mexicana aparece, por ejemplo, en el texto de Lo Humano y lo comunitario, como parte del enfoque de la asignatura de tutoría en secundaria.

El imperialismo

Más allá de que la educación socioemocional sea una de las propuestas de los organismos representantes por excelencia del imperialismo como el FMI, el BM o el FEM, parece que lo relevante es la aplicación de propuestas formativas de los trabajadores en países caracterizados por la superexplotación de la fuerza de trabajo, es decir, de países de capitalismo dependiente.

Aquí me gustaría hacer una acotación: es Imperialismo y no solo colonialismo porque supone una forma particular y precisa de enajenación de la fuerza de trabajo, a saber: la extracción del excedente económico mediante la apropiación de plusvalía por el capital bajo la forma de monopolios asociados al capital financiero. De esta forma, la subsunción del trabajo al capital, tanto material como espiritual, está definida concretamente por la forma en que aparece el capitalismo, es decir, como imperialismo.

La consideración del Imperialismo como una fuerza material que regula la extracción de plusvalía y con ello, las formas específicas de explotación de los países dependientes, supone también que es el imperialismo capitalista quien organiza la subsunción de la subjetividad. Con ello, evitamos caer en el error de algunas perspectivas del pensamiento de colonial que separan arbitrariamente la teoría explicativa de la explotación, de la teoría de la dominación mental, como lo hace Tania Carranzaiv. La primera, según algunos autores decoloniales, es propia de la teoría del capitalismo, la segunda del colonialismo y neocolonialismo.

Si el imperialismo y el capitalismo son fuerza material que subyace detrás de las políticas formativas de la subjetividad, las propuestas educativas “criticas” y la pedagogía y psicología critica, deberían no solo visibilizar su papel y función, si no también abiertamente declararse como antiimperialistas y anticapitalistas.

Lo anterior no es poca cosa. Ya que uno de los principales representantes del pensamiento decolonial, Ramón Grosfroguel, reconoce la existencia de perspectivas decoloniales que no rechazan al imperialismo. Quizás este punto explique por qué la Nueva Escuela Mexicana, concilia sin mucho problema la educación socioemocional y la pedagogía decolonial.

Notas:

i Aunque en México la educación integral como concepto aparece en la reforma educativa de 1946, no cobrará fuerza sino cuatro décadas después.

ii En la literatura psicopedagógica en 1966 en la revista Journal of Emotional Education, la cual fue publicada hasta 1973 por el Instituto de Psicología Aplicada de Nueva York.

iii La inteligencia emocional incluye el control de los sentimientos y su adecuación al momento y la situación, su subordinación a un objetivo, la empatía y el arte de gobernar las relaciones para el liderazgo y la eficacia interpersonal”

iv Descolonización epistémica y proyectos políticos en América Latina. Una mirada a los marxismos del Sur Global, en Kohan y López-Castellanos. Marxismo y pensamiento critico en el sur global. AKAL, 2023-

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

Fuente de la Información: https://rebelion.org/psicologizacion-de-la-educacion-educacion-socioemocional-e-imperialismo/

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Argentina – Competencias blandas: clave para el éxito educativo (y profesional)

Competencias blandas: clave para el éxito educativo (y profesional)

El desarrollo de habilidades técnicas ya no es suficiente para garantizar el éxito académico y profesional

Cada vez más, las llamadas competencias blandas, como la comunicación efectiva, el trabajo en equipo, la empatía y la resiliencia, se convierten en factores determinantes para el desempeño de los estudiantes y su futura inserción laboral. Sin embargo, ¿cómo se pueden cultivar estas habilidades en el sistema educativo?

La importancia de las competencias blandas

Las competencias blandas son aquellas habilidades sociales, emocionales y de comportamiento que permiten a los individuos relacionarse de manera efectiva con los demás y afrontar los desafíos del entorno. En el ámbito educativo, estas habilidades son fundamentales para fomentar un aprendizaje integral y preparar a los estudiantes para el mundo laboral.

Según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), las competencias blandas influyen en la capacidad de los jóvenes para adaptarse a nuevas situaciones, resolver problemas y colaborar en equipo, habilidades cada vez más valoradas por los empleadores. De hecho, un informe del Foro Económico Mundial destaca que, para 2025, habilidades como la inteligencia emocional, la gestión del tiempo y la creatividad serán esenciales en el mercado laboral.

Estrategias para integrar las competencias blandas en la educación

Para fortalecer el desarrollo de estas habilidades en las aulas, es necesario adoptar un enfoque pedagógico que promueva el aprendizaje socioemocional. Algunas estrategias efectivas incluyen:

  1. Aprendizaje basado en proyectos: Permite a los estudiantes trabajar en equipo, resolver problemas y comunicarse de manera efectiva.
  2. Juegos de rol y simulaciones: Fomentan la empatía, la toma de decisiones y el liderazgo.
  3. Trabajo colaborativo: Ayuda a desarrollar la cooperación y la resolución de conflictos.
  4. Educación emocional: Programas específicos que enseñan a gestionar emociones y mejorar la inteligencia emocional.
  5. Feedback y autoevaluación: Permiten a los estudiantes reflexionar sobre su desarrollo personal y profesional.

Desafíos y perspectivas

A pesar de la creciente conciencia sobre la importancia de las competencias blandas, su integración en el sistema educativo aún enfrenta desafíos. La falta de formación docente en estas áreas, la rigidez curricular y la evaluación tradicional centrada en conocimientos técnicos dificultan su implementación efectiva.

No obstante, diversos países han comenzado a incluir programas de educación socioemocional en sus planes de estudio, con resultados prometedores. En este sentido, es fundamental que las instituciones educativas, los docentes y los responsables de políticas públicas trabajen conjuntamente para garantizar que los estudiantes desarrollen no solo conocimientos técnicos, sino también las habilidades necesarias para enfrentar los retos del futuro.

En conclusión, las competencias blandas son un pilar fundamental para el desarrollo integral de los estudiantes. Cultivarlas en el sistema educativo no solo les permitirá desenvolverse mejor en su vida académica y profesional, sino que también contribuirá a la construcción de una sociedad más colaborativa y resiliente.

Fuente de la Información: https://aptus.com.ar/competencias-blandas-clave-para-el-exito-educativo-y-profesional/

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Brasil: el Estado, ¿De solución a problema?

Brasil: el Estado, ¿De solución a problema?

Por Emir Sader

“El Estado ha dejado de ser una solución para convertirse en un problema”. La declaración de George Bush marcó el inicio del cambio con el que el capitalismo reemplazó su fase desarrollista por la neoliberal.

Así, el capitalismo comenzó a promover la centralidad del sector financiero, no el que financiaba el consumo, el desarrollo, la investigación, sino el que privilegiaba la especulación financiera. Que vive de las altas tasas de interés, para fortalecer el mercado en detrimento del poder regulador del Estado y de la esfera pública.

La polarización no se produce entre el Estado y el mercado, sino entre la esfera pública, en la que el sujeto es el ciudadano, y la esfera mercantil, en la que el sujeto es el consumidor.

La confrontación central de nuestro tiempo es, por tanto, entre el neoliberalismo y el antineoliberalismo o posneoliberalismo. Entre la hegemonía del capital especulativo y la hegemonía del capital productivo, entre la centralidad de la especulación financiera y la centralidad de la inversión vinculada a la producción.

Los gobiernos de derecha en Brasil han fortalecido la financiarización de la economía, en la que todo se transforma en mercancía, a costa de la pérdida de derechos. La mercantilización de las relaciones sociales se generalizó, transformando todo en mercancía, que tiene un precio y un costo, que se vende y se intercambia. Las personas se convierten en individuos y se lanzan al mercado.

Los gobiernos de izquierda, por el contrario, fortalecieron el Estado, democratizándolo. Haciendo de él un agente de transformación de los individuos en ciudadanos, es decir, en sujetos de derechos. El Estado se transforma así por la centralidad de la esfera pública.

Los gobiernos del PT priorizan las políticas sociales, de promoción de la ciudadanía, en detrimento de la mercantilización y financiarización de la economía.

Sin embargo, el golpe contra Dilma y Lula devolvió a la derecha al gobierno, con importantes retrocesos en la lucha contra el neoliberalismo. El regreso de Lula a la presidencia, a su vez, se produjo sin mayoría en el Congreso y, durante un período, con un presidente del Banco Central designado por Bolsonaro.

Lula 3, por tanto, tiene características específicas y limitadas. A pesar de la priorización de las políticas sociales por parte del gobierno, la centralidad del capital especulativo en la estructura económica sobrevive. El objetivo central de la lucha antineoliberal es romper con la financiarización de la economía, con la centralidad del capital especulativo, pasando del antineoliberalismo al posneoliberalismo.

El gobierno de Lula 3 tiene que enfrentar estos desafíos, para lo cual necesita lograr la reelección del actual presidente. Y utilizar el nuevo mandato para construir un nuevo proyecto de país. Un programa que formula una nueva política económica, centrada en la producción industrial y la distribución del ingreso. Pero para ello es necesaria una reforma profunda de la democratización del Estado, centrada en lo público y en los derechos de los ciudadanos.

Muchas tareas son desafíos para Lula 3. Una de ellas, esencial y aún pendiente, es acabar con el analfabetismo en Brasil. El PT no puede terminar otro mandato presidencial conviviendo con millones de analfabetos en el país. El Estado y los programas educativos deben asumir esta responsabilidad como prioridad, definiendo plazos para su implementación y no seguir posponiendo este objetivo.

La lucha en torno al Estado, su carácter, su transformación, su democratización, acaba convirtiéndose en la cuestión central de la lucha de nuestro tiempo.

  * Sociólogo y científico político brasileño, es coordinador del Laboratorio de Políticas Públicas de la Universidad Estadual de Rio de Janeiro (UERJ).  

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Fuente de la Información: https://www.nodal.am/2025/02/brasil-el-estado-de-solucion-a-problema-por-emir-sader/

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Cuba: Ciberseguridad y sostenibilidad: Un enfoque integral para un futuro seguro y verde

Ciberseguridad y sostenibilidad: Un enfoque integral para un futuro seguro y verde

Antonio Hernández Domínguez

Sean bienvenidos una vez más a Código Seguro. En la era digital, la ciberseguridad y la sostenibilidad han emergido como dos de los desafíos más urgentes para las empresas. Mientras la primera protege los activos digitales y la privacidad de los usuarios, la segunda garantiza que las operaciones empresariales sean respetuosas con el medio ambiente.

Aunque parezcan temas distantes, están más conectados de lo que imaginamos. Las empresas que integran ambos enfoques no solo aseguran su supervivencia, sino que también construyen un futuro más responsable y resiliente.

Las crecientes interdependencias entre organizaciones las conducen hacia la creación de redes interorganizativas en las que la ciberseguridad y el desarrollo sostenible se han convertido en una de las cuestiones más importantes. En este sector, la Ciberseguridad Verde es una cuestión emergente porque asegura los procesos relacionados directa e indirectamente con la gestión y protección del medio ambiente.

En el futuro, estimados lectores, el desarrollo multidimensional de la ciberseguridad puede ayudar al mundo a superar las crisis que se avecinan. Al mismo tiempo, las tecnologías informáticas y la ciberseguridad pueden contribuir a la aplicación del concepto de desarrollo sostenible. El desarrollo de tecnologías medioambientales junto con su ciberseguridad es uno de los objetivos de la realización de los conceptos de producción sostenible y seguridad interior entre los países actualmente.

Como bien ya sabemos, la ciberseguridad se refiere a las prácticas y tecnologías utilizadas para proteger sistemas, redes y datos de ataques cibernéticos. Con el aumento de la digitalización, la cantidad de datos generados y almacenados ha crecido exponencialmente, lo que ha llevado a un incremento en la frecuencia y sofisticación de los ciberataques. Proteger la información sensible y garantizar la integridad de los sistemas es esencial para mantener la confianza en la tecnología y evitar daños económicos y sociales.

Según un informe de Cybersecurity Ventures, destacada organización de medios de comunicación e investigación del sector de la ciberseguridad, se espera que el costo global del cibercrimen alcance los 10.5 billones de dólares anuales para 2025. De ahí que las empresas, independientemente de su tamaño, son objetivos frecuentes de ataques como ransomware, phishing y violaciones de datos.

Para combatir estas amenazas, las organizaciones deben adoptar medidas como la autenticación multifactor (MFA) para proteger el acceso a sistemas críticos, el cifrado de datos para garantizar que la información sensible no sea accesible en caso de una brecha y la capacitación continua de empleados para identificar y evitar amenazas cibernéticas. Sin embargo, la ciberseguridad no solo protege a las empresas; también tiene un impacto indirecto en la sostenibilidad. Por ejemplo, un ciberataque puede interrumpir operaciones, generar desperdicios de recursos y aumentar la huella de carbono debido a la necesidad de recuperar sistemas y datos.

La sostenibilidad, se centra en el uso responsable de los recursos naturales para garantizar que las generaciones futuras puedan disfrutar de un planeta saludable. Esto implica la adopción de prácticas ecológicas, la reducción de emisiones de carbono y la minimización de residuos. Las empresas y organizaciones están cada vez más comprometidas con la sostenibilidad, implementando políticas y tecnologías que promuevan un desarrollo sostenible.

Por ejemplo, en los últimos años, se han adoptado prácticas como la reducción de emisiones de carbono mediante el uso de energías renovables, una economía circular, que promueve la reutilización y el reciclaje de recursos; así como la digitalización de procesos para reducir el uso de papel y otros materiales.

Pero aquí es donde la ciberseguridad juega un papel crucial. La digitalización, aunque beneficiosa para el medio ambiente, también aumenta la superficie de ataque para los ciberdelincuentes. Por ejemplo, los sistemas de energía renovable, como las redes eléctricas inteligentes, dependen de tecnologías conectadas que pueden ser vulnerables a ataques. Por lo tanto, garantizar la seguridad de estas infraestructuras críticas es esencial para mantener su funcionalidad y contribuir a un futuro sostenible.

La relación entre ciberseguridad y sostenibilidad es bidireccional. Por un lado, las prácticas sostenibles pueden mejorar la ciberseguridad. Por ejemplo, el uso de servidores energéticamente eficientes no solo reduce el consumo de energía, sino que también minimiza el riesgo de sobrecalentamiento y fallos en los sistemas. Por el otro, una ciberseguridad robusta es fundamental para proteger las iniciativas sostenibles. Un ciberataque a una empresa de energía renovable podría paralizar la producción de energía limpia, aumentando temporalmente la dependencia de fuentes contaminantes.

Además, las empresas que integran ambos enfoques pueden mejorar su reputación y competitividad. Los consumidores y socios comerciales valoran cada vez más a las organizaciones que priorizan la protección de datos y el cuidado del medio ambiente.

La intersección entre ciberseguridad y sostenibilidad se manifiesta además en los siguientes aspectos:

⦁ Tecnologías verdes y seguras: La adopción de tecnologías verdes, como la computación en la nube y la inteligencia artificial, puede mejorar la eficiencia energética y reducir la huella de carbono. Sin embargo, es crucial garantizar que estas tecnologías estén protegidas contra ciberataques para evitar interrupciones y pérdidas de datos.
⦁ Gestión de residuos electrónicos: La ciberseguridad también juega un papel en la gestión de residuos electrónicos. Asegurar que los dispositivos desechados sean correctamente limpiados de datos sensibles antes de su reciclaje o eliminación es esencial para proteger la información y promover prácticas sostenibles.
⦁ Normativas y políticas integradas: Las organizaciones deben desarrollar normativas y políticas que integren ciberseguridad y sostenibilidad. Esto incluye la adopción de estándares internacionales y la colaboración con entidades gubernamentales y no gubernamentales para promover un enfoque integral. Las regulaciones de ciberseguridad y las normativas ambientales (como los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Organización de Naciones Unidas, ODS) están cada vez más interconectadas. Cumplir con ambas es esencial para una operación responsable.
⦁ Inclusión digital: Una ciberseguridad robusta fomenta la confianza en las tecnologías digitales, lo que promueve su adopción y uso en comunidades vulnerables o menos familiarizadas con estas herramientas.
⦁ Reducción de costos a largo plazo: Prevenir ciberataques es más económico que lidiar con sus consecuencias. Además, las empresas que priorizan la ciberseguridad pueden evitar multas por incumplimiento de normativas establecidas previamente.
⦁ Protección de derechos humanos: La ciberseguridad ayuda a prevenir abusos como el robo de identidad, la vigilancia masiva y la explotación de datos, lo que contribuye a un mundo más justo y equitativo.
⦁ Innovación en ciberseguridad: El desarrollo de herramientas de ciberseguridad más eficientes y menos consumidoras de recursos contribuye a la sostenibilidad tecnológica.
⦁ Transparencia y responsabilidad: Las empresas deben ser transparentes sobre cómo protegen los datos de sus usuarios y cómo gestionan los riesgos cibernéticos.
⦁ Colaboración entre países: Los ciberataques no conocen fronteras, por lo que es necesaria la cooperación internacional para combatir amenazas globales como el ciberterrorismo o el crimen organizado.
⦁ Impacto en comunidades vulnerables: Las brechas de ciberseguridad pueden afectar desproporcionadamente a países en desarrollo como nuestra Isla, donde los recursos para protegerse son limitados. Fortalecer la ciberseguridad en estas regiones es clave para un desarrollo sostenible global.

En este sentido, Cuba ha demostrado un fuerte compromiso con la sostenibilidad a través de diversas iniciativas y políticas. El gobierno ha alineado su Plan Nacional de Desarrollo Económico y Social al 2030 con los ODS de la Agenda 2030. Además se colabora continuamente con diversas organizaciones internacionales, incluyendo la ONU, para avanzar en la implementación de dicha agenda. Esta colaboración incluye la movilización de recursos y la implementación de programas y políticas que apoyen el desarrollo sostenible.

Estos y otros temas vinculados a esta área del conocimiento también fueron abordados en la recién culminada Jornada Nacional de Ciberseguridad, celebrada en la Empresa de Tecnologías de la Información para la Defensa (XETID).

En un mundo donde lo digital y lo físico están cada vez más entrelazados, la ciberseguridad y la sostenibilidad no pueden abordarse de forma aislada. Las empresas que logren equilibrar ambos aspectos no solo estarán mejor preparadas para enfrentar los desafíos actuales, sino que también liderarán el camino hacia un futuro más seguro y sostenible. La cuestión ya no radica en si debemos invertir en ciberseguridad y sostenibilidad, sino cómo podemos hacerlo de manera eficiente y estratégica. Después de todo, proteger nuestro mundo digital es tan importante como cuidar nuestro planeta.

Termino con la siguiente pregunta que deben hacerse queridos lectores ¿Crees que tu organización está lista para enfrentar los desafíos de la ciberseguridad y la sostenibilidad? ¿A qué esperas? Comienza hoy mismo evaluando tus prácticas actuales y buscando soluciones que integren ambos enfoques. El futuro de tu negocio y del planeta depende de ello. Por hoy nos despedimos. Hasta la próxima semana.

Fuente de la Información: http://www.cubadebate.cu/especiales/2025/01/31/ciberseguridad-y-sostenibilidad-un-enfoque-integral-para-un-futuro-seguro-y-verde/

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República Dominicana: Identidad nacional, el libro y las culturas dialogantes

Identidad nacional, el libro y las culturas dialogantes

Apostamos a la defensa de la identidad cultural dominicana, pero dialogando con las demás culturas, como dirían mis profesores del Centro Latinoamericano y del Caribe para el Desarrollo Cultural (CLCDC), Ezequiel Ander-egg y Edwin Harvey.

Mateo Morrison

Discurso de Mateo Morrison en el acto inaugural de la Feria Internacional del Libro, Santo Domingo, 2024

Desde que recibí la carta de la distinguida señora ministra de Cultura, Milagros Germán, en representación del Estado Dominicano, informándome de la dedicatoria de la Feria Internacional del Libro 2024, mi reacción fue de genuina sorpresa, sin embargo, al terminar el diálogo telefónico y conversar con mis hijos y hermanos se constituyó en un jolgorio colectivo.

En este momento en el que estoy hablando para ustedes, reitero mi agradecimiento por la dedicatoria de esta feria y también las múltiples felicitaciones que he recibido a lo largo de estas semanas, además de la asistencia masiva a esta inauguración, acompañándome en este encuentro memorable en el que honramos al libro como instrumento idóneo de la cultura.

Me he hecho algunas preguntas. ¿Qué realmente significa para mí ocupar este espacio, en esta magna sala, acompañado de tantas personas que aman la cultura?

Concluí en varias aseveraciones: Estoy aquí porque Egbert Morrison y Efigenia Fortunato iniciaron, en una modesta casa de Villa Duarte, la edificación de un lugar familiar donde yo fui el primero de los hijos. Esa es la razón por la cual en mis libros suelo poner la siguiente inscripción: “Padres que inculcaron el amor en mi pecho”. Estoy aquí también por mis hermanos solidarios: Heriberto, Ramón, Winston y toda la familia Morrison y Fortunato. Estoy aquí pleno de emoción por el cariño incomparable y el respaldo permanente de mis hijos: Nelson, Jocksan, Milton y Franklin y su madre, la señora Cristobalina Ramírez por sus aportes. Estoy aquí pleno de amor por mis hijas Berioska y Samantha y su madre la señora Iluminada Gónzalez por sus desvelos. Estoy aquí también por quienes me han acompañado en todas las jornadas literarias y de gestión cultural, asistiéndome. Ellas y ellos saben quiénes son porque han estado laborando arduamente conmigo y forman parte de un sector entrañable a quienes tanto agradezco su dedicación y entrega.

¿Acaso estoy en este solemne escenario en representación de una generación de escritores, gestores culturales y clubistas que salimos al escenario nacional, provenientes principalmente desde sectores marginados a través de las más variadas formas artísticas?

Creo que sí. Porque aún en momentos difíciles, en la transición entre una tiranía de treinta y un años y los esbozos de una vida democrática no exenta de múltiples tropiezos, nos atrevimos a existir. Algunos de ellos idos hacia otra dimensión, otros aún apostamos a la creación cultural para que adquiera no solo la categoría de democratización de la cultura, sino de una auténtica democracia cultural sin exclusiones geográficas, religiosas, políticas o de ningún tipo que afecte la dignidad humana. Apostamos a la defensa de la identidad cultural dominicana, pero dialogando con las demás culturas, como dirían mis profesores del Centro Latinoamericano y del Caribe para el Desarrollo Cultural (CLCDC), Ezequiel Ander-egg y Edwin Harvey.

Lo que debe estar claro es que todos debemos proteger nuestros derechos culturales siguiendo el mandato constitucional. Podemos hoy, en términos comparativos, considerar adecuado, aunque perfectible, el estado democrático existente en nuestro país, para que florezcan los libros en un ambiente de libertad.

No puedo dejar de citar tres momentos de exaltación de la lecto-escritura: Invitación a la lectura, de la valorada escritora dominicana Camila Henríquez Ureña cuando expresa:  No importa cuál sea el concepto que se tenga de lo que es literatura y de los motivos por los cuales se lee, creo que en una cosa estarán de acuerdo todas las personas que leen… se leen obras literarias para adquirir de ellas ciertas experiencias, para satisfacer en parte ese anhelo de algo más que sienten todos los seres humanos.                                                           

Al igual que la destacada ensayista española, Irene Vallejo en El infinito en  un junco, cuando dice: Somos los únicos animales que fabulan, que ahuyentan la oscuridad con cuentos, que gracias a los relatos aprenden a convivir con el caos, que avivan los rescoldos de las hogueras con el aire de las palabras, que recorren largas distancias para llevar sus historias a los extraños. Y cuando compartimos los mismos relatos, dejamos de ser extraños.

Y a la reconocida autora dominicana Ángela Hernández, quien en el libro La poesía en el tiempo: visiones dominicanas, enfatiza lo siguiente: Recuerdo un agudo deseo de leer, ignota sed que me ocupaba como una marea que venía de muy lejos. Por destino o azar, el único libro a mi alcance era la Biblia. Leí todos los libros de El Viejo Testamento y parte de El Nuevo. Creo pues que mi primer encuentro en la poesía sucedió ese año en el Eclesiástes, el Libro de Job y Cantar de los cantares.

Hoy en día, esa niña que solo tenía en su casa las sagradas escrituras es una escritora esencial en cuatro géneros literarios.

Podemos soñar con una República Dominicana de lectores y seguro que se fortalecerá nuestra ciudadanía y empoderamiento a fin de superar adecuadamente las desigualdades que, como deudas a nuestro pueblo, tenemos todos los seres que exhibimos con orgullo nuestra bandera tricolor y nuestro himno, conjunción de poesía y música, que nos legaron para siempre José Reyes y Emilio Prud’Homme.

 

Fuente de la Información: https://acento.com.do/cultura/identidad-nacional-el-libro-y-las-culturas-dialogantes-9451368.html

 

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