Por: Eduardo Robaina
El colectivo Memoria Viva de los Pueblos, junto a otras organizaciones, lanza una campaña de ‘crowdfunding’ para transformar una casa del siglo XVI, situada en una comarca de Burgos, en un espacio de encuentro y formación.
La RAE tiene dos acepciones para la palabra utopía. En la primera la define como “proyecto, doctrina o sistema ideales que parecen de muy difícil realización». La segunda definición habla de “representación imaginativa de una sociedad futura de características favorecedoras del bien humano”. En el corazón de una pequeña comarca de Burgos, el movimiento popular colectivo Memoria Viva de los Pueblos está muy cerca de que su utópica casa formativa-experiencial se haga realidad.
Durante seis años, este colectivo ha estado buscando un hogar para su proyecto soñado: un centro de formación y recuperación de saberes ancestrales como eje central de una iniciativa más amplia de producción agroecológica y apoyo social en territorios rurales. A pesar de las dificultades de acceso a viviendas asequibles –un problema que no se limita a las grandes ciudades–, finalmente lograron comprar colectivamente una casa solariega del siglo XVI que perteneció a los Fernández de Quecedo. Ubicada en Quecedo de Valdivielso, en la comarca burgalesa de las Merindades, el objetivo principal es convertirla en una casa pública que permita revitalizar territorios rurales despoblados, promoviendo la conexión con la naturaleza, la recuperación de saberes ancestrales y la memoria de la biodiversidad.
Este hogar y punto de encuentro contra la despoblación, el olvido y la destrucción de la naturaleza recibirá el nombre de Escuela de los Pueblos ‘Josefa Martín Luengo’, en honor a la educadora libertaria española conocida por muchos como Pepita.

Ahora, comienza una etapa de otros seis años para llevar a cabo el proyecto de construcción. Lo harán a lo largo de cuatro fases combinando el apoyo de profesionales externos y el trabajo comunitario. Para poder culminar la primera etapa han iniciado una campaña de crowdfunding a través de goteo.org. Al momento de publicar este artículo, llevan recaudados más de 26.500 euros, un 76% del objetivo mínimo de 35.000, si bien el óptimo está fijado en 90.000 euros.
Con ese dinero quieren rehabilitar el primer edificio, que contará con los espacios suficientes para comenzar con las clases, talleres, alojamiento de personas que acudan a las formaciones o busquen asilo político, y un espacio común que podrá también ser usado por la comunidad y otras asociaciones. También han proyectado un espacio comunitario con tienda, cafetería cultural, comedor, biblioteca, cine y secretaría; un espacio de día para los mayores, con huertas, talleres y actividades intergeneracionales para ellos; un comedor; una Escuela infantil cooperativa de padres, madres, niños y niñas; y un centro de transformación alimentaria: Instalación para la producción de alimentos elaborados por la cooperativa agrícola.
“La Escuela de los Pueblos busca conocer y reflexionar de manera conjunta sobre las causas sociales, económicas y políticas que generan las problemáticas sociales de desigualdad, racismo estructural, abandono de los pueblos, pérdida de los medios de vida tradicionales, de los pastores, de los hortelanos, de los mercados de frutas y verduras…”, detallan desde Movimiento Popular Memoria Viva de los Pueblos.
Y de forma paralela a esta vertiente más teórica o reflexiva, se le uniría “formación técnica en agroecología y fruticultura, ganadería extensiva, gestión forestal y del medio natural”, así como “oficios como la carpintería, la construcción, la cerámica o la herrería, además de la salud comunitaria o la comunicación social”.
Un proyecto a prueba de obstáculos
El camino hasta llegar a este punto no ha sido sencillo. Antes de dar con el enclave definitivo, llegaron a adquirir un terreno, pero lo descartaron porque no cumplía con las condiciones para albergar todos los talleres y elementos de la escuela que realmente querían.
“Los obstáculos son inmensos para abordar una cosa de estas características en territorios en los que ya de por sí hay muy poca gente”, señala Pablo Simón Vicente, agricultor y miembro de la organización comunitaria Memoria viva de los Pueblos. “Valdivielso cuenta con 400 personas en 14 pueblos del mismo municipio. Son lugares que se están desangrados, la mayoría de la población ya se fue en los años 60 y 70 porque se les echó de los pueblos, se vaciaron los lugares; fueron como mano de obra a levantar las grandes industrias de Euskadi, de Madrid, de Barcelona. Estamos en un territorio donde la mayoría de los pueblos no tiene transporte ni hay una tienda donde puedas comprar. Hay muy muy pocos niños, se cuentan con la palma de de una mano”, explica.

Otro de los grandes obstáculos que se han encontrado para levantar el proyecto es la burocracia, mismo problema “que tienen desde el sector primario”, apunta el agricultor. Asimismo, lamenta la falta de apoyo desde los ayuntamientos, la comunidad autónoma y el Gobierno estatal: “Hemos buscado fuentes de financiación de instituciones públicas por todos los sitios, pero no hemos encontrado eco en ninguna de ellas”, lamenta Simón Vicente.
Por suerte, el Movimiento Popular Memoria Viva de los Pueblos no ha estado solo: este camino lo están haciendo de la mano de Revista Soberanía Alimentaria, Biela y Tierra, y la Universidad Rural del Cerrato, a lo que se suma el respaldo de una red de más de 50 organizaciones de todo el Estado español.
“Si amas un territorio, si vives de él, tienes todas las garantías para poder defenderlo”, proclama Pablo Simón Vicente. La Escuela de los Pueblos ‘Josefa Martín Luengo’ busca precisamente eso: volver a conectar con los valores y conocimientos del pasado para poder asegurar un futuro.
Fuente de la información e imagen: https://climatica.coop