El XIII Festival de Arte Popular Mercedes Sosa se concibe como un espacio de constante intercambio.
La Casa de las Américas en La Habana conmemora el 50 aniversario de la histórica visita de Mercedes Sosa a Cuba con el XIII Festival de Arte Popular Mercedes Sosa, un evento cultural que se celebrará el jueves y viernes próximos.
Esta edición del Festival, auspiciada por la Fundación Mercedes Sosa con el apoyo de otros proyectos, se inaugurará con el panel «Mercedes en Casa», en la Sala Che Guevara de la Casa de las Américas, en el Vedado.
Araceli Matus, nieta de la artista, Amaury Pérez, Augusto Blanca y otros invitados especiales participarán, moderados por María Elena Vinueza, directora de música de la institución.
Habana – Casa de las Américas – 28 y 29 de Noviembre
El programa incluye la proyección de los documentales «Mercedes Sosa» y «Mercedes Sosa: la voz de Latinoamérica».
El cierre del festival contó con un concierto protagonizado por el cantautor argentino Pancho Cabral, junto a los trovadores cubanos Augusto Blanca, Heidi Igualada, Santa Massiel y Ana Irma Pereyó.
Este XIII Festival de Arte Popular Mercedes Sosa se concibe como un espacio inclusivo y de constante intercambio, donde artistas consagrados y jóvenes talentos comparten, inspirados por el legado de Mercedes Sosa, un ícono de la lucha social, la coherencia artística y el amor por Latinoamérica.
Fuente de la Información: https://www.telesurtv.net/casa-de-las-americas-acoge-festival-en-homenaje-a-mercedes-sosa/
La Inteligencia Artificial plantea nuevo retos a la docencia: BUAP
Para fomentar el uso de la Inteligencia Artificial (IA) en la educación, promover la tecnología educativa y difundir el uso efectivo de las innovaciones académicas de Google, como Google for Education, la Dirección General de Cómputo y Tecnologías de la Información y Comunicaciones (DCyTIC) realizó el Congreso de Innovación y Tecnología para la Educación (CITE) BUAP 2024.
En su clausura, la Rectora María Lilia Cedillo Ramírez refirió que la llegada de la Inteligencia Artificial plantea nuevos retos en la docencia, por lo que los profesores deben adaptarse a esos cambios, conocer las nuevas herramientas tecnológicas y fomentarlas en sus entornos de trabajo.
“Cuando seamos capaces de entender la IA y además agregar la inteligencia humana, estaremos hablando de una inteligencia aumentada que ninguna máquina podrá superar. De ahí la importancia de este congreso, una iniciativa fundamental para que los docentes percibamos las ventajas del uso de la tecnología, nos animemos a innovar y crear en nuestros ámbitos académicos”, comentó.
Más tarde, la Rectora entregó reconocimientos a los ganadores del Premio a la Innovación y Tecnología para la Educación BUAP 2024. El primer lugar fue para Elsa Morales Castañeda y Ariadna González Solís, con el proyecto “Uso de la Inteligencia Artificial en un ejercicio de exploración formal y espacial y vinculación a prácticas culturales y tradiciones en el Complejo Regional Norte de la BUAP”.
El segundo sitio correspondió a Karen Rivera Rojas y Víctor Manuel Martínez López, con el proyecto “Evaluación exploratoria de gafas de realidad virtual en la enseñanza del diseño arquitectónico”. El tercer lugar fue para Javier Sánchez Díaz, con su trabajo “Del papel al prototipo electrónico”.
En su intervención, el titular de la DCyTIC y coordinador general del congreso, Marco Antonio de los Santos Landa, indicó que durante el 28 y 29 de noviembre se compartió la visión de un futuro transformador con la tecnología. Las sesiones, dijo, versaron sobre cómo integrar las nuevas tecnologías en el entorno educativo; mientras que los talleres permitieron experimentar cómo éstas pueden transformar la enseñanza y el aprendizaje.
Con sede en el Centro de Convenciones de Ciudad Universitaria, el CITE reunió a docentes, investigadores y profesionales de la educación de diversas instituciones de educación superior y empresas líderes como Google, NivelA y Territorium, que compartieron experiencias, metodologías y prácticas innovadoras para impulsar la adopción de tecnología educativa.
En el cierre del CITE también formaron parte del presídium Berenice Balboa Sánchez, directora del sector público de la empresa NivelA, y Yunuen Reyes Castro, creadora de contenido educativo para Canva.
En dos días de trabajo, además de las conferencias y talleres, se realizaron tres mesas de discusión, las cuales abordaron los retos de la educación ante la evolución del entorno laboral con el uso de IA, la ética y el rol de las instituciones de educación superior en el desarrollo de competencias digitales.
En la última mesa de discusión, Juan Carlos Flores González, director de Educación Superior de la BUAP, consideró la necesidad de incorporar habilidades digitales en el perfil de egreso de los planes de estudio, tener una adaptación y aprendizaje continuo de cara al desarrollo de nuevas tecnologías, y establecer seguridad y ética digital como principios de integridad académica.
Además, capacitar al personal académico en el uso de IA para acompañar a los estudiantes en su aplicación y alcance en las actividades universitarias, y contar con instrumentos periódicos de evaluación diagnóstica del manejo de habilidades digitales en alumnos y docentes.
Por su parte, Juan Manuel González Calleros, académico de la Facultad de Ciencias de la Computación de la BUAP, expuso que la tecnología por sí sola no es suficiente, se necesitan modelos educativos alineados a estos conjuntos de técnicas; además de trabajar en torno a la alfabetización digital, ya que existe una tendencia a la formación tradicional y es necesario fortalecer técnicas que sugieran el uso de las nuevas tecnologías.
Otros ponentes fueron Juan José Córdova Zamorano, del programa ITAM ExEd y especialista en control automático y negocios, así como Adriel Patrón Ponce, director general de Talo MX, quienes compartieron con los asistentes sus experiencias con la tecnología en el ámbito educativo, las cuales se reflejan en la automatización de procesos y en la formación de sistemas digitales para ahorrar recursos en las empresas.
Fuente de la Información: https://www.educacionfutura.org/la-inteligencia-artificial-plantea-nuevo-retos-a-la-docencia-buap/
“En este marco se comprende el pedido de Jesús a sus discípulos: “¡Dadles vosotros de comer!» (Mc 6,37), lo cual implica tanto la cooperación para resolver las causas estructurales de la pobreza y para promover el desarrollo integral de los pobres, como los gestos más simples y cotidianos de solidaridad ante las miserias muy concretas que encontramos”Papa Francisco.
“No estamos obligados a continuar viviendo dentro de la crisis y el conflicto. El mundo no necesita permanecer violento y económica, social y ecológicamente insostenible. Podemos progresar hacia la armonía, la cooperación, las comunidades habitables y hacia un sistema de valores que nos alimente y nos sostenga, a nosotros y a todo lo que vive en la Tierra.”Ervin László
El portal “Mundo cooperativo” publicó un artículo denominado “Hacia un cooperativismo libre: la necesidad de eliminar la sobre-regulación estatal” que subraya “La intervención estatal, a través de una regulación excesiva, ha sido una barrera significativa para el progreso económico del país. Al interferir en las “reglas del juego” de la actividad productiva, el Estado ha restringido la inversión, incrementado el desempleo y ralentizado el crecimiento económico”.
Y agrega “La respuesta parece clara: es imperativo desmantelar el aparato burocrático que, desde el decreto 20.337 de 1973, ha mantenido al sector cooperativo bajo una carga asfixiante. Durante más de medio siglo, las cooperativas han soportado distorsiones, abusos y corrupciones, en gran medida debido a la complicidad de las corporaciones del sector”.
Sin embargo, el gobierno nacional de Milei se jacta de la desregulación económica argentina desde su presidencia, pero tal asunto no se da en el sector cooperativo, al contrario, ahoga con medidas burocráticas e intervenciones a punto tal de cerrar miles y miles de cooperativas.
¿Entonces?
Esas cooperativas de trabajo fueron creadas bajo plan estatal a fin de paliar la falta de trabajo y empleo decente, bajar el índice del desempleo. Por tanto, si algún reproche cabe a estas organizaciones de carácter popular debe ser imputada y asumida prioritariamente por parte del Estado por no prestar la asistencia educativa y formativa empresarial cooperativa, y lo peor es que no se han generado políticas de desarrollo económico, dos elementos de ineficiencia de gestión y administración gubernamental del capitalismo argentino dependiente.
Éstos y otros asuntos que traban el normal desenvolvimiento del noble cooperativismo en la actividad económica, educativa y social justifican acabadamente, a nuestro criterio, la irrupción canalizada de la iniciativa de organizar la acción política del cooperativismo.
La fuerza bondadosa cooperativa está contenida, demorada, cooptada, y todo apunta a que es esa la situación cooperativa argentina y Latinoamericana, va de suyo, entonces, organizar y orientar la acción política cooperativa atrapada y demorada por intereses mezquinos y mediocres, anidados desde dentro y fuera del cooperativismo
La respuesta política cooperativa es genuina, legítima e imperativa porque emerge en defensa y desarrollo de lo que han logrado millones y millones de corazones y mentes, desarrollando conciencias solidarias y fraternales hacia la construcción de un mundo mejor, ahora con fuerza política para que se dejen de romper los huevos, saquen sus garras del sagrado humanismo en acción solucionadora y transformadora.
Todos los niños y niñas tienen derecho a educarse. Los mayores somos los únicos responsables por hacer cumplir los derechos de los niños a nivel universal. En este siglo XXI, con abundante dinero y una extraordinaria tecnología como la internet, tenemos la oportunidad de que todos los niños vayan a la escuela o que estas vayan a casa de los niños que, por diversos motivos no pueden asistir a las aulas.
El 31 de octubre de 2024, la Unesco publicó su Informe de Monitoreo de la Educación Global (GEM) titulado “Liderazgo en la educación”, descerrajándonos una cruel verdad: 71 millones de niños del mundo no asisten a la escuela primaria. En nuestro país no existe una data exacta al respecto, pero la Defensoría del pueblo, ha informado que alrededor de 46 mil niños y adolescentes han abandonado la escuela primaria. Esto es un gatillazo a la humanidad y al Perú, que evidencia una abrumadora incapacidad de gestión inclusiva.
Muchos de los niños padecen el trabajo infantil, la explotación y la pobreza, lo que les impide acceder a las escuelas. Las guerras, el maltrato y la inequidad los convierten en huérfanos y vulnerables a violaciones, mutilación y discapacidades que agravan su precaria situación y perpetúan sus aflicciones.
La directora general de la Unesco, Audrey Azoulay, dice que la educación “es el motor fundamental de las sociedades prósperas, inclusivas y pacíficas”, por lo que es clave invertir más en educación para que ningún niño se quede sin escuela. Precisamente este 20 de noviembre celebramos El Día Mundial del Niño, proclamado por las Naciones Unidas desde 1954, con el propósito de promover el bienestar infantil gracias a La Convención sobre los Derechos del Niño que garantiza la educación de todos los niños.
Los niños, aunque diferentes, tienen los mismos derechos. La escuela, junto con los maestros, asumen la responsabilidad de identificar sus talentos y desarrollar el potencial de cada niño, formando los valores esenciales como la justicia y la bondad y, empoderarlos de conocimientos para una vida exitosa. Parafraseando a José Luis Perales en su canto por un mundo mejor, hagamos que los niños canten y levanten su voz; quienes vivan en paz canten por aquellos que sufren o están silenciados por el dolor, la violencia o la pobreza.
Situar a los niños como prioridad de nuestro quehacer como país, es construir una sociedad más feliz y esperanzadora para las futuras generaciones.
Desde la pandemia se culpa a la escuela por no enseñar lo básico, a leer y escribir, y se ponen en marcha planes de alfabetización a la carrera. El problema parece estar en la pantalla, guardiana del sueño en la vigilia, pero en realidad, es responsabilidad de adultos, que hace tiempo dejamos de ser responsables.
I.
Paseo con disfraz por la taberna, diálogo con el mandarín, cura o delegado, y hasta lectura de cartas de obreros y de amas de casa. El mandatario quiere saber de qué habla la feria. Rastrear el humor social impreso en el celular es moneda corriente; también los focus group, capilaridad empresaria multiuso. Meses atrás, un ministro de educación provincial contó que, al término de una de estas encuestas, con lágrimas en los ojos, una madre pidió “que le enseñen a mi hijo el alfabeto”.
Occidente se desvela y desempolva planes de alfabetización sin éxito.[1] Desde la post-pandemia, a nivel provincial y nacional se ponen en marcha en nuestro país, donde, según políticos, padres y madres con preocupación real o fingida, los docentes somos los únicos responsables.
Como las armas, las tintas la carga alguien. Aunque en Matemáticas los resultados son levemente peores, algo que intuye el chino del barrio que pide personal,[2] la derecha paleo-liberal manipula resultados de las pruebas de Lengua[3] y agita campañas de padres y madres que visibilizan, antes que ayudan a revertir, problemas de lectura y escritura.[4] Echar leña al fuego de la escuela, en manos del progresismo hace décadas, es la consigna de la derecha anti-sarmientina.
Con ínfimo presupuesto destinado al área (40% menos del año precedente) y la intención de abolir la obligatoriedad de enviar el crío al colegio (para que trabaje como esclavo desde antes de la adolescencia), la reacción conservadora, que ha vuelto a ganar en las urnas, pero mucho antes la confianza de millones en la salvación individual, se propone refundar la educación con prédica emocional y financiera. Una, ayuda a soportar el Apocalipsis planificado del tecno-feudalismo al que sirve la derecha; la otra, ofrece la chance de dejar de ser esclavo mediante el aprendizaje de la alquimia con criptos.
La derecha que nos toca crea esclavos felices. Nada cambió desde que Esteban Bullrich instaba a educar para manejar drones, dedicarse a la cervecería artesanal o crear nuevos empleos (cuyo modelo era el dueño de Mercadolibre); y, sobre todo, para “crear argentinos y argentinas capaces de vivir en la incertidumbre y disfrutarla”. Quedó trunco el sueño de ascenso social que cumplieron liberales, radicales y peronistas, es tortuoso el aprendizaje de un oficio y lejana –también para pocos– la posibilidad de entrar en una universidad. En ese marco, para los y las jóvenes que pueblan las aulas del secundario, esta derecha les ofrece un escenario afín al puro presente al que nos condena el “realismo capitalista” que clausuró el futuro.
Con capacitación de ONGs financiadas por corporaciones, evaluaciones estandarizadas (que apuntan al reconocimiento de palabras por minuto, como si se tratara de máquinas, no de estudiantes) y préstamos del Banco Mundial que engrosan la deuda externa (se aprueban 2.000 millones de dólares y contando), proponen cambiar el enfoque en la alfabetización. Si Sarmiento iba del deletreo al silabeo,[5] ellos quieren volver al enfoque fonológico de la maestra normal y desandar el aprendizaje con la palabra completa que, según prueban, viene dando muy malos resultados.[6]
La derecha sabe que ya no hay piso simbólico, y lejos de restituirlo, lo desfonda más. Reemplaza la argumentación por la persuasión emocional, promueve fake news y se abraza a un mesianismo refractario al ideal ilustrado de la escuela. Pero lo más preocupante es que orada la palabra, que es la que sostiene al bicho humano.
No hace mucho, Facundo Marra dijo que “casta” es lo que a cada uno le parezca. Lo propio podría haber dicho de la “libertad”, que ha perdido la impronta liberal de quien sabía que había otro y algo llamado bien común. Ahora bien, si no hay lengua común, ¿desde dónde alfabetizar?
II.
Leer un texto con la disposición subjetiva de un espectáculo de video tiene como resultado un trastorno serio en las operaciones más elementales de comprensión: imposibilidad de poner en cadena el conocimiento; imposibilidad de “retener” el sentido de lo que se lee.
Pedagogía del aburrido. Escuelas destituidas, familias perplejas. I. Lewcowicz y C. Corea
Era descorazonador llegar a casa y ver que había pasado la hora de los dibujitos animados. Amigos y vecinos del barrio ayudaban a matar el tiempo jugando a las escondidas y a la pelota hasta disfrutar, recién al día siguiente, con nuevas aventuras de Tom y Jerry, Los autos locos y El coyote.
Todo cambió con la televisión por cable, que hizo solitaria la espera y escondió el tiempo, desde entonces sin espesor. ¿A qué salir a jugar a la calle con tanto entretenimiento disponible, con esa nueva posibilidad de estar sin estar pegado a una pantalla, la misma que tiene mi hija de diez en su juego en red con amigos desconocidos, la que yo tengo al leer mensajes en el celular e interactuar en redes?
Durante mucho tiempo “leer entre líneas” fue simplemente leer. Barthes decía que la lectura se da, no cuando seguimos a pie y juntilla las líneas de un párrafo, sino cuando levantamos la cabeza del libro. Como para Freud una palabra que se escapa de la boca, la lectura, siempre “irrespetuosa porque interrumpe el texto”,[7] ocurre en intersticios en los que aparece una idea o una intuición. Ese vacío necesario fue obturado por la ingesta bulímica de información en la pantalla.
Lewcowicz y Corea vieron que frente a la televisión por cable había un sujeto “lúdico” y “fluido”, alguien que, de tanto estímulo, termina “aburrido no por represión, sino por saturación”.[8] Según ellos, esa hipnosis destituía la “subjetividad pedagógica” que sabía lidiar con la espera (de no saber) sin la cual no hay deseo (de saber). En ese libro injustamente olvidado, sin melancolía proponían pensar “el aprendizaje en la fluidez” y disponer de estrategias pedagógicas para reponer el sujeto de conocimiento y el deseo por el saber sin el cual no hay educación.
Según los autores, desde que prima la percepción sobre la conciencia en la sociedad de la información, lectura y escritura “están al servicio de la navegación”. Desde entonces, y no desde la aparición del celular, se lee como se ve un video, se olvida rápido como todo lo que aparece en pantalla, y se escribe como se habla, a la carrera. Sabemos que no es lo mismo leer que pasar la vista por las palabras en una pantalla. También que no es lo mismo escribir que compartir datos que van y vienen sin nosotros como aduana, o más bien, fiel. Falta saber qué hacer para alfabetizar ante este cambio que no es sólo tecnológico.
III.
Solo si hay alguien a quien hablar la música de la voz va a metamorfosearse en palabras dirigidas […] que significan algo.
Raíz cúbica del crimen. Incestos de Gérard Pommier
La mamá de Flaubert está preocupada. Con casi ocho, su hijo no sabe leer ni escribir. “¿No será un idiota?”,[9] se preguntó, y le regaló el título a Sartre, que, en el final de su vida vuelve a la infancia de Flaubert, cuando “ve las palabras desde afuera” y no las capta como signo.
Sartre confirma que “jamás la palabra era suya”, pero no por sus ataques epilépticos ni por trastornos de atención e hiperactividad, como diagnosticaría la neurociencia, mitología sobre la que gira la educación contemporánea, sino por su “mala relación con el Otro”, el fantasma de su madre, que en esa familia burguesa y patriarcal hacía las veces de hermana mayor a fin de sostener la autoridad de un padre “que solo ocupaba un lugar secundario”.
En criollo, Flaubert estaba tan solo como los pibes y pibas, de toda clase social, que vegetan 24/7 frente a la pantalla a la que fueron abandonados –muchas veces con sobreprotección– como antaño se hacía en el atrio de una iglesia. Pero el problema no es la pantalla, sino la soledad y el haber hecho a un lado la responsabilidad que nos cabe como adultos. Si hay generaciones que creen que pueden educarse con videítos de YouTube y con un chat de Inteligencia Artificial, es decir, sin la familia ni la escuela, la culpa no es de Elon Musk ni tampoco de la derecha.
Hace rato que del balbuceo se sale más por hipnosis de pantalla y de estímulo visual que con la adánica voz de mamá. El buscador de Google, puerta de acceso al juego en red o al video de TikTok, acerca el alfabeto a quien no sabe gatear, pero sí contentarse con una pantalla. Es por ese plano inerte por el que pibes y pibas de Latinoamérica, además del alfabeto, aprenden a hablar en neutro, que es un modo de estar sin estar en el lenguaje.
Por la pantalla se pierde, diría Barthes, “el grano de la voz” de quien contaba tanto una leyenda alrededor del fuego en el campo como el cuento de las buenas noches en la ciudad. Se perdió a quién le debemos la palabra, que fue sostén en culturas orales y escritas. Por eso hay pibes que aún no saben leer, pero si la maestra del jardín pregunta “¿Con M de…?”, ya no responden “Con M de Mamá”, sino “Con M de McDonalds”.[10]
La lengua no se adquiere por ósmosis, sino gracias a la interacción con alguien a quien, según el psicoanalista Carlos Quiroga, uno le hace falta. Tenían razón Lewcowicz y Corea cuando decían que “La dispersión no está en Internet, sino en nosotros”.
Flaubert “cree en todo lo que le dicen” y, como los pibes que confían más en un youtuber y en la Inteligencia Artificial que en cualquier adulto, “no relaciona las palabras con quienes las han dicho”. No cree, “elige creer”, dirían hoy. Sartre dice que Flaubert debe “creer en las palabras porque son un don gracioso que le obsequian sus padres”. La escuela hace bien en reponer planes de alfabetización. Lo sepa o no, intenta que la palabra vuelva a atar al crío a alguien. Aunque los papis y mamis de chat nos desprecien, los docentes les estamos dando una mano. Algún día nos lo van a agradecer.
IV.
Madre, me han quitado todo.
El enigma de Kaspar Hauser (1974) de Werner Herzog
Herzog llevó a la pantalla la historia de un joven, abandonado de niño, que creció en una buhardilla sin contacto humano alguno. Indolente como todo aquel que está pegado a una pantalla, un día apareció en una plaza y quien lo vio se preguntó lo mismo que la madre de Flaubert. No sabía hablar más allá de un puñado de palabras y ni reflejos tenía. La película prueba tanto la necesidad del otro para adquirir el lenguaje cuanto la deshumanización de la sociedad, que sólo ha avanzado desde entonces.
Nuestra situación es tan difícil como la de Kaspar Hauser, pero a diferencia de lo que afrontó él, debemos aceptar el desarraigo de haber tenido palabra y ya no tenerla. Pertenezcamos a una cultura oral o alfabetizada, la dificultad para leer, escribir, hablar y escuchar es una y la misma. Hay algo roto entre las palabras y las cosas. Esa “des-alfabetización” de las últimas décadas es menos producto de una cultura de la imagen que se impuso con intercambio de emojis y esa media lengua usada en chats, que fruto de la desaparición del otro en la familia, la escuela y el Estado, instituciones “desfondadas” dirán Lewcowicz y Corea.
Hay que tomar el riesgo de dar la palabra, de trasmitir el legado que está en toda lengua. Habrá que soplar algo de vida a esta lengua muerta que habla en nosotros con series, memes y chats que de tanto decir, ya no dicen nada. Si lo hacemos, saldremos del solipsismo al que nos trajo esta etapa del capitalismo.
La palabra debe volver a estar atada a otro/a. Si no hay relato ni ley que sé sentido, ni hay tampoco quién sostenga uno y otra, no habrá alfabetización. Nos cabe ocupar un lugar en la lengua, ser alguien para el otro, eso que no fueron, para Flaubert, ni el padre ni la madre. Es el desafío que tenemos por delante, no sólo a docentes, también padres, madres y políticos. El resto es pan comido. ¡Hasta María Eugenia Vidal puede dar una mano actualizando el UPA!, método rápido y efectivo que enseñó a leer a generaciones durante décadas.[11] La lectura y la escritura, después de todo, son técnicas. Con esfuerzo, bien o mal, se adquieren. Hasta Kaspar Hauser pudo. Lo que tenemos por delante es algo bastante más difícil, pero no imposible.
(2) Foto real (y no meme) sacada por la profesora Daniela Parra.
[3] Según Marisa Suffia, docente miembro del equipo técnico del Departamento de ámbitos del Desarrollo de la Educación de la Secretaría de Educación de la Provincia de Buenos Aries, “Las últimas pruebas Aprender 2023 mostraron mejoras en Lengua con respecto a años anteriores. El informe indica que el 66,4% de los y las estudiantes de sexto grado se ubica en los niveles de desempeño satisfactorio y avanzado en Lengua. Dentro del 33,6% restante, poco más de 1de cada 10 tiene un desempeño “por debajo del básico”.
[5] Sarmiento, D. F. Método de lectura gradual, Bs. As., Museo Histórico Sarmiento, 2011.
[6] Facundo Manes, abanderado del mesianismo neuro-científico, sostiene que: “métodos de enseñanza de la lectura basados en aprender a leer a partir de oír palabras completas han traído resultados negativos en comparación a los métodos basados en el reconocimiento del sonido de cada letra y de sílaba, en el desarrollo de la conciencia fonológica. La explicación podría estar en experimentos que muestran que el método holístico estimula el hemisferio equivocado, el derecho, en la mayoría de las personas, quitándole la eficiencia que tiene el hemisferio izquierdo par la discriminación del sonido de cada letra, una habilidad necesaria para poder leer”. Manes, F; Niro, M. El cerebro argentino. Una manera de pensar, dialogar y hacer un país mejor, Bs. As. Planeta, 2016, 217-218.
[7] Barthes, R. “Escribir la lectura”, en El susurro del lenguaje. Más allá de la palabra y la escritura, Barcelona, Paidós, 1987.
[8] Lewcowicz, I; Corea, C. Pedagogía del aburrido. Escuelas destituidas, familias perplejas, Bs. As., Paidós, 2004.
[9] Sartre, J. P. El idiota de la familia. Gustave Flaubert desde 1821 a 1857, Bs As, Editorial Tiempo Contemporáneo, 1095.
[10] La anécdota es real. Me la cuenta una maestra de inicial de una escuela pública del Conurbano.
*Prof. y Dr. en Letras, y Mag. en Comunición y Cultura, es docente en profesorados del Conurbano, ensayista y crítico de cine. Publicó Hoteles. Estudio crítico (2007), Cambiemos o la banalidad del bien (2019), La invención de la literatura. Una historia del cine (2021). Estuvo a cargo de El Nuevo Cine murió (2021) y prologó Escritos corsarios de P. P. Pasolini (2022). Su último libro esditado es «P3RRON3. El Corsario».
Las consecuencias psicológicas del maltrato incluyen depresión, ansiedad, estrés postraumático y mayor riesgo de suicidio entre las mujeres. Los hijos e hijas pueden tener consecuencias similares y, además, interiorizar un modelo de aprendizaje de la violencia.
El telediario se hace eco, también los periódicos y diarios digitales, de noticias –o apenas sucesos–complementadas con algunos actos públicos o declaraciones variadas. Los feminicidios se han convertido en parte de la parrilla informativa, pero eso no evita que las cifras sigan aumentando. Desde 2003, año en que comenzaron los registros oficiales, cerca de 1.300 mujeres han sido asesinadas por violencia de género (esto es, la ejercida por sus parejas y exparejas). Se trata de un problema social que conlleva graves consecuencias de salud a distintos niveles, porque a ese elevado número se le añaden otras miles de mujeres que, incluidas en registros o no, con denuncias hacia los maltratadores o sin ellas, conviven en sus casas con la violencia machista y con menores.
Los feminicidios constituyen, generalmente, el último escalón de una ristra de violencias sostenidas en el tiempo –física, psicológica, sexual, económica–. Violencias que, aunque no lleguen a al extremo del asesinato, y sin necesidad de que incluyan una agresión física, conllevan numerosos daños tanto para las mujeres como para las hijas e hijos.
«La violencia de género tiene consecuencias catastróficas para la salud en el presente, en el futuro y en el bienestar de las mujeres y menores a su cargo. Deteriora la salud física, psicológica, sexual, reproductiva y social de las víctimas, a veces de modo irreparable, y empobrece sus vidas. Sus efectos pueden persistir después de salir de la relación de maltrato». Esta afirmación, extraída del artículo científico «Consecuencias para la salud de la violencia contra la mujer por la pareja», publicado recientemente en la revista Elsevier, pone de manifiesto que el «después» del maltrato implica cuestiones de importancia a las que es preciso atender. En el artículo, las doctoras Marina Tourné García, Sonia Herrero Velázquez y Ascensión Garriga Puerto hacen especial hincapié en la violencia psicológica porque, aun siendo la más invisibilizada, la más difícil de detectar y la más cuestionada a nivel social, se convierte en «la más destructiva». El abuso emocional destruye la integridad a través de múltiples conductas en las que se entrelazan la degradación, el miedo, la sobrecarga de responsabilidades o la distorsión de lo que está sucediendo alrededor.
Las mujeres se ven obligadas a desarrollar contantemente estrategias de supervivencia, como la alerta continua, la disociación, la huida o la evitación de las relaciones sociales
Las particularidades de la violencia en el ámbito de la pareja la introducen en una dimensión compleja: los comportamientos abusivos se producen en el hogar, un espacio que tendría que servir de refugio y seguridad, y las mujeres se ven obligadas a desarrollar contantemente estrategias de supervivencia, como la alerta continua, la disociación –un mecanismo para desconectarnos de la realidad cuando esta nos desborda–, la huida o la evitación de las relaciones sociales, entre muchas otras. «Cuando hablamos de violencias machistas, estamos hablando, en la mayoría de los casos, de delitos violentos que son vivenciados por las mujeres con un miedo intenso a sufrir un grave daño o, incluso, la muerte, al que se añaden sensaciones de impotencia, desesperanza e incluso indefensión, en cuanto a su incapacidad para escapar de ellos», explica Bárbara Zorrilla Pantoja, psicóloga especializada en la atención a mujeres víctimas de violencia de género.
Ese temor profundo al que hace referencia la psicoterapeuta lo refleja también Camelia Cavadia en su libro Las máscaras del miedo (Omen, 2024), novela en la que explora cómo los traumas de la infancia causados por la violencia de un padre perturban la vida adulta de las hijas e hijos: «El miedo es lo primero que veo. Me espera cada mañana junto a la cama, listo para recibirme en cuanto abro los ojos. Después lo veo sentado sobre mí, a solo unos pocos centímetros de mi cara (…). Delante o detrás de mí, el miedo me acompañará siempre y, aunque haya momentos en los que me olvide de él, habrá otros en los que aparezca en silencio y me indique mediante señales que está allí. A veces serán cortas y afiladas como la punta de un cuchillo y otras largas y pesadas como el carraspeo de una tos contagiosa». Las criaturas que conviven con la violencia machista sufren importantes consecuencias a nivel psicológico –similares o, incluso, más graves que las de sus madres–, además de desarrollar un modelo de aprendizaje de comportamientos violentos en sus relaciones de pareja.
El daño permanece, pues el cuerpo y la mente acumulan las sensaciones y las vivencias. La tensión permanente experimentada durante años en una relación de maltrato que se produce en el hogar puede desembocar en múltiples malestares físicos, como alteraciones cardiovasculares, hipertensión y dolor crónico, pero también en importantes secuelas en la salud mental. «Estudios funcionales han observado diferencias en la activación de áreas cerebrales directamente implicadas en la memoria y en el procesamiento de las emociones», indica el estudio publicado en Elsevier. La depresión, el trastorno de ansiedad generalizado, el estrés postraumático y las ideaciones o actos suicidas son los trastornos más frecuentes entre las mujeres que han vivido violencia en el ámbito de pareja.
El maltrato puede desembocar en malestares físicos como alteraciones cardiovasculares, hipertensión y dolor crónico, pero también en secuelas en la salud mental
El cuerpo tiene memoria y acumula el malestar. En el libro de Cavadia, muchos años después de que su padre estuviera muerto, el personaje principal sigue arrastrando un importante daño: «No se trataba solo del mal estado general, de los ataques de pánico y del infinito cansancio, sino también de la pena de mi alma, del aullido de animal ensangrentado que solo yo escuchaba». Toda esa sangre derramada, esa tristeza acumulada, están pidiendo a voces una necesaria reparación.
El 016 es el teléfono de atención a las víctimas de violencia de género.
En estos días se produjeron dos hechos extremadamente graves y preocupantes para la democracia argentina.
El miércoles 13 de noviembre, se realizó el lanzamiento de la Fundación Faro, un nuevo think tank dirigido por Agustín Laje, el intelectual ultraconservador orgánico a Javier Milei. La flamante fundación educativa organizó una cena para recaudar fondos, cuyo valor fue de $us 25.000 el cubierto y de la que participaron grandes corporaciones y empresas argentinas, como Techint, IRSA y Pan American Energy, entre otras. Los oradores en el acto fueron Milei y Laje.
Tal como figura en su página web y como reiteró recurrentemente Milei en su discurso, la principal misión de la fundación consiste en librar la batalla cultural. “Las ideas ganan guerras y pueden cambiar el curso de la historia, particularmente para nosotros, que llegamos donde llegamos por dar la batalla cultural. Cada idea es una bala que debe alcanzar su objetivo con la mayor precisión posible”, expresó Milei en su alocución de más de una hora en la que sintetizó lo hecho hasta el momento y su perspectiva a futuro.
Tres días después, el sábado 16 de noviembre, se realizó el acto de lanzamiento de la agrupación política “Las fuerzas del cielo”, dirigida por Daniel Parisini —conocido como el “gordo” Dan y jefe de la patota de twitteros mileistas—. Parisini definió al espacio como “el brazo armado de La Libertad Avanza” y “la guardia pretoriana del presidente Javier Milei”.
El acto, tanto por su forma como por su contenido, fue una escena de pedagogía fascista. El escenario estaba decorado por siete estandartes rojos con letras amarillas, una estética que remite directamente al fascismo italiano de Mussolini. Las banderas contenían los siguientes textos: dios, patria, familia, propiedad, libertad, vida. Y uno central que decía “Argentina será el faro que ilumina al mundo”.
El principal orador allí fue también Agustín Laje. En su discurso extremadamente violento remarcó, desde un “gramscismo por derecha”, la centralidad de la “guerra cultural y política”, y les enseñó a los presentes de qué va esa batalla y cuáles son las fases que conlleva.
Laje es filósofo, recibido en la Universidad de Navarra, perteneciente al Opus Dei. Luego de recibirse, realizó estudios en el Centro William J. Perry para Estudios Hemisféricos de Defensa, una institución del Departamento de Defensa de Estados Unidos, junto a Nicolás Márquez —otro de los principales intelectuales de Milei y a quien Laje identifica como su maestro—. Tras sus pasos por dicha institución, publicaron en 2016, “El libro negro de la nueva izquierda. Ideología de género o subversión cultural”. Se trata de una publicación donde reivindican el terrorismo de Estado, promueven un ultraconservadurismo radical, y mantienen una feroz oposición al comunismo, al que continuamente identifican como el enemigo.
En 2022, publicó el libro “La batalla cultural. Reflexiones críticas para una Nueva Derecha”, inspirado en la obra de Alan de Benoist, un intelectual francés fundador de la Nouvelle Droite. Este libro es un manifiesto contra la izquierda, utilizando y desarrollando perversamente -al igual que de Benoist- herramientas teóricas del marxismo, particularmente de Antonio Gramsci, como la categoría de “batalla cultural”. Cuando en el discurso de lanzamiento de la fundación Milei se refirió a Laje y su obra, dijo: “En el camino, nosotros también hemos aprendido algo de Gramsci, estamos dispuestos a usar las armas del enemigo, tenemos en claro que no hay progreso material sin batalla cultural […] Sí, vamos a ser Gramsci de derecha, no tengan dudas porque hay que ganarles”.
Laje, con sus prácticas político-pedagógicas, fue fundamental en el triunfo electoral de Milei. Luego de operar en las sombras y por abajo, está saliendo a escena como el dirigente intelectual principal de la organización de fuerzas juveniles destinadas a dar, de modo violento, la batalla cultural.
Desde una visión amplia de la educación, consideran a esta batalla como una práctica pedagógica estratégica, cuyo centro de gravitación se ubica en las redes sociales como principal instrumento para construir, difundir y transmitir formas de ver el mundo de acuerdo a sus necesidades e intereses político-ideológicos; es decir, para construir su hegemonía.
A un año del triunfo de Milei, ambos lanzamientos y actos son parte orgánica de la configuración de un poder fascista en la Argentina. Se tratan de iniciativas para la construcción de un proyecto político, cultural e ideológico que manipula y abusa de las ideas de Gramsci con el propósito de lograr la dominación, a costa de los principios democráticos. Lamentablemente, mientras el gobierno avanza en la construcción de este tipo de organizaciones de choque destinadas a operar de manera violenta, un sector importante de la sociedad argentina sigue minimizando su accionar, y subestimando su capacidad y efectividad. Abundan un sinfín de interpretaciones sobre, por ejemplo, qué quiso decir el “gordo” Dan cuando afirmó que la agrupación es el brazo armado del presidente. Cuando dijo eso. Ni más, ni menos. Bien explícito y sin filtros.
Y eso se llama fascismo. Así hay que empezar a nombrarlo, a decirlo, para poder resistir y confrontar a esta pedagogía del fascismo.
*Doctora de la Universidad de Buenos Aires en el área Ciencias de la Educación y Licenciada en Ciencias de la Educación, por la misma Universidad. Investigadora del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) con sede en el Instituto de Investigaciones en Ciencias de la Educación (IICE) de la Universidad de Buenos Aires (UBA). Investiga temáticas vinculadas a la teoría, política e historia de la educación.
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