Por: Alexis Passadakis y Tadzio Müller
Este texto de Alexis Passadakis y Tadzio Müller fue publicado en el año 2009 y está disponible en la web de info.interactivist.net. Pese a ya ser un texto de hace 15 años, incluso previo al Acuerdo de Copenhague (de 2009, https://en.wikipedia.org/wiki/Copenhagen_Accord), tiene un contenido totalmente vigente. Traducción desde el inglés por Tía Akwa.
- La actual crisis económica mundial marca el fin de la fase neoliberal del capitalismo. El “business as usual” (financiarización, desregulación, privatización…) ya no es una opción: los gobiernos y las corporaciones deberán encontrar nuevos espacios de acumulación y tipos de regulación política para mantener el capitalismo en marcha.
- Junto a la crisis económica, política y energética, hay otra crisis que sacude al mundo: la biocrisis, resultado de un desajuste suicida entre el sistema de soporte vital ecológico que garantiza nuestra supervivencia humana colectiva y la necesidad del capital de un crecimiento constante.
- Esta biocrisis es un inmenso peligro para nuestra supervivencia colectiva, pero como todas las crisis, también nos presenta a nosotros, los movimientos sociales, una oportunidad histórica: atacar realmente la yugular expuesta del capitalismo, su necesidad de un crecimiento incesante, destructivo y demencial.
- De las propuestas que han surgido de las élites globales, la única que promete abordar todas estas crisis es el “Green New Deal”. No se trata del adorable capitalismo verde 1.0 de la agricultura orgánica y los molinos de viento caseros, sino de una propuesta para una nueva fase “verde” del capitalismo que busca generar ganancias a partir de la modernización ecológica gradual de ciertas áreas clave de la producción (automóviles, energía, etc.).
- El capitalismo verde 2.0 no puede resolver la biocrisis (el cambio climático y otros problemas ecológicos como la peligrosa reducción de la biodiversidad), sino que intenta sacar provecho de ella. Por lo tanto, no altera fundamentalmente el rumbo de colisión en el que cualquier economía impulsada por el mercado coloca a la humanidad con la biosfera.
- No estamos en los años 30. Entonces, bajo la presión de poderosos movimientos sociales, el viejo “New Deal” redistribuyó el poder y la riqueza hacia abajo. El “New New” y el “Green New Deal” que discutieron Obama, los partidos verdes de todo el mundo e incluso algunas multinacionales tiene más que ver con el bienestar de las corporaciones que con el de las personas
- El capitalismo verde no desafiará el poder de quienes realmente producen la mayor parte de los gases de efecto invernadero: las compañías energéticas, las aerolíneas y los fabricantes de automóviles, la agricultura industrial, sino que simplemente los colmará de más dinero para ayudarlos a mantener sus tasas de ganancias mediante la realización de pequeños cambios ecológicos que serán demasiado pequeños y demasiado tarde
- Dado que, a nivel mundial, los trabajadores han perdido su poder de negociación y de exigir derechos y salarios decentes, en un sistema capitalista verde, los salarios probablemente se estancarán o incluso disminuirán para compensar los crecientes costos de la “modernización ecológica”
- El “estado capitalista verde” será autoritario. Justificado por la amenaza de una crisis ecológica, el capitalismo verde “gestionará” el malestar social que necesariamente surgirá del empobrecimiento que se produce como consecuencia del aumento del coste de la vida (alimentos, energía, etc.) y la caída de los salarios.
- En el capitalismo verde, los pobres tendrán que ser excluidos del consumo, empujados a los márgenes, mientras que los ricos podrán “compensar” su continuo comportamiento destructivo del medio ambiente, comprando y salvando el planeta al mismo tiempo.
- Un estado autoritario, enormes desigualdades de clase, prestaciones sociales otorgadas a las corporaciones: desde el punto de vista de la emancipación social y ecológica, el capitalismo verde será un desastre del que nunca podremos recuperarnos. Hoy tenemos la oportunidad de superar la locura suicida del crecimiento constante. Mañana, cuando todos nos hayamos acostumbrado al nuevo régimen verde, esa oportunidad puede haber desaparecido.
- En el capitalismo verde, existe el peligro de que los grupos ambientalistas establecidos y dominantes acaben desempeñando el papel que desempeñaron los sindicatos en la era fordista: actuar como válvulas de seguridad para garantizar que las demandas de cambio social, que nuestra rabia colectiva, permanezcan dentro de los límites establecidos por las necesidades del capital y los gobiernos.
- Albert Einstein definió la “locura” como “hacer lo mismo una y otra vez y esperar resultados diferentes”. En la última década, a pesar de Kioto, no sólo ha aumentado la concentración de gases de efecto invernadero en la atmósfera, sino también su tasa de aumento. ¿Queremos simplemente más de lo mismo? ¿No sería una locura?
- Los acuerdos internacionales sobre el clima promueven falsas soluciones que, a menudo, tienen más que ver con la seguridad energética que con el cambio climático. Lejos de resolver la crisis, el comercio de emisiones, la DMC, la implementación conjunta, las compensaciones, etc., proporcionan un escudo político para la continua producción de gases de efecto invernadero con impunidad.
- Para muchas comunidades del Sur global, estas falsas soluciones (agrocombustibles, “desiertos verdes”, proyectos del Mecanismos de desarrollo limpio (CDM, por sus siglas en inglés) son, a estas alturas, una amenaza mayor que el propio cambio climático.
- Las soluciones reales a la crisis climática no las soñarán los gobiernos ni las corporaciones. Sólo pueden surgir desde abajo, de movimientos sociales en red a nivel mundial en pro de la justicia climática.
- Tales soluciones incluyen: no al libre comercio, no a la privatización, no a los mecanismos flexibles. Sí a la soberanía alimentaria, sí al decrecimiento, sí a la democracia radical y a dejar los recursos bajo tierra.
- Como un movimiento emergente de justicia climática global, debemos luchar contra dos enemigos: por un lado, el cambio climático y el capitalismo fosilístico que lo causa, y por el otro, un capitalismo verde emergente que no lo detendrá, pero limitará nuestra capacidad para hacerlo
- Por supuesto, el cambio climático y el libre comercio no son lo mismo, pero: el protocolo de Copenhague será una instancia regulatoria central del capitalismo verde, al igual que la OMC fue central para el capitalismo neoliberal. Entonces, ¿cómo relacionarnos con él? El grupo danés KlimaX sostiene: Un buen acuerdo es mejor que ningún acuerdo, pero ningún acuerdo es mucho mejor que un mal acuerdo
- La posibilidad de que los gobiernos presenten un «buen acuerdo» en Copenhague es entre escasa y nula. Nuestro objetivo debe ser, por lo tanto, exigir un acuerdo sobre soluciones reales. En su defecto: ¡olvidémonos de Kioto y cerremos Copenhague! (sea cual sea la táctica).
Fuente de la información e imagen: https://www.portaloaca.com