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Francia: La izquierda en el pantano del pragmatismo

Por: Raúl Zibechi

 

La izquierda francesa agrupada en el Nuevo Frente Popular (NFP) acaba de frenar el ascenso del partido de Marine Le Pen (Asamblea Nacional), calificado de ultraderecha, gracias a la alianza de varias fuerzas, desde los socialistas y Verdes hasta la Francia Insumisa y los comunistas, entre las organizaciones más destacadas.

En NFP, Verdes y Socialistas tienen la mayoría de los diputados (94 en 182 escaños), por encima de los 71 que se le atribuyen a La Francia Insumisa de Jean-Luc Melénchon.

En cuanto al reparto de diputados, todos los partidos y alianzas están lejos de la mayoría, con lo que la izquierda deberá co-gobernar con la derecha de Macron. Además dentro del Nuevo Frente Popular, algo más de la mitad de los elegidos son neoliberales, caso de verdes y socialistas, firmemente alineados con la OTAN y la guerra.

El Frente propone en su programa la subida del salario mínimo a 1.600 euros y reducir la jubilación a los 60 años, y un sistema que permita regularizar la migración, uno de los aspectos más debatidos en los últimos años. No dicen nada de la guerra de Ucrania, lo que hace pensar que seguirán adelante con la política guerrerista.

El gran “triunfo” que festeja la izquierda europea es haber frenado a la ultraderecha, a la que menudo se refiere como “fascista”. Pero ahora va a tener que gobernar con una parte de la derecha, por lo que no habrá cambios significativos en ningún terreno, ni en la economía, ni en la política exterior, ni en relación con los inmigrantes.

Creo que la izquierda ha perdido el horizonte y ya no puede distinguir lo esencial de lo secundario. En Europa hay guerra. Esa guerra tiende a ampliarse. Ahora Ucrania está bombardeando con armamento occidental estaciones estratégicas en Rusia, acercando el momento en que se utilicen armas nucleares. Polonia y Bielorrusia están prontas para entrar en la guerra, mientras Estados Unidos, Reino Unido y la OTAN desean acelerar el conflicto.

La cumbre de la OTAN que se realiza esta semana en Washington, del 9 al 11 de junio, estará orientada a profundizar la guerra en la convicción de que es posible derrotar a Rusia o, por lo menos, desgastarla seriamente. Sin embargo, la mayoría de la opinión pública europea desea una negociación que ponga fin al conflicto. Algo que el Pentágono no parece dispuesto a aceptar.

No tomar posición respecto a la guerra y cogobernar con la derecha es el camino seguro del fracaso y de la pérdida de legitimidad. Pero el pragmatismo y el inmediatismo son demasiado potentes en las direcciones de todos los partidos que se dicen de izquierda, eluden el conflicto y apuestan al “mal menor”, que los lleva a no realizar cambios y a seguir con las políticas neoliberales y guerreristas de la Unión Europea.

La llamada “ultraderecha” es un tigre de papel, parafraseando a Mao. Ya gobierna en Italia y no ha habido cambios importantes. Pero sobre todo el mismo concepto de ultraderecha es una construcción de la derecha “moderada”, o sea del campo socialista y socialdemócrata, equivalente a los demócratas en Estados Unidos. Observemos los medios y vemos que la “unidad” contra esa derecha, o contra Trump, es cálidamente defendida por El País, Le Monde y The New York Times. Aprendieron a subordinar a las izquierdas del tipo de Podemos, Sumar o La Francia Insumisa. No sólo no les temen sino que saben usarlas para conseguir la gobernabilidad neoliberal que desean. El gobierno de Pedro Sánchez es buena prueba de ello.

Pero cuando alguien dice algo así, lo acusan de “hacerle el juego” a la ultraderecha o a Trump, y en ocasiones a Putin. Esta derecha que se disfraza de centrista, es el cerrojo ideológico que clausura el debate con quienes siguen luchando por cambios de fondo, a quienes criminalizan por salirse del libreto aceptable para los poderes.

Con ésta política de Frente Popular, la izquierda pierde su relación con los sectores populares y los inmigrantes, los verdaderos perdedores del neoliberalismo que, en buena medida, votan por esa ultraderecha a cuyos votantes no logran comprender. La dirigente alemana Sahra Wagenknecht, escindida de Die Linke (La Izquierda), acusó a sus ex camaradas con toda razón: “Es incorrecto llamar nazis a quienes por desesperación votan a la ultraderecha” (Publico, 7/07/2024).

Tan grave como eso es que la izquierda le está dando una sobrevida a Macron, al que la primera vuelta había dejado en el suelo.

Esta izquierda podría reflexionar sobre el rumbo de Lula. Para derrotar a Bolsonaro, tejió la unidad con la derecha “moderada”, a la que pertenece su vicepresidente Geraldo Alckmin. Ahora es prisionero de esa alianza que no le permite hacer los cambios que reclaman los movimientos. El pragmatismo lo está llevando a realizar un gobierno mediocre, con baja aprobación y alta desmoralización entre quienes lo apoyaron. Incluso Joao Pedro Stédile, coordinador del MST (Movimiento Sin Tierra), acaba de decir que el gobierno de Lula es “una vergüenza” porque no está haciendo nada por la reforma agraria (IHUOnline, 7/06/2024).

Sobre las ruinas del gobierno de Lula, puede volver nuevamente Bolsonaro. Entonces dirán que hay que unirse con la derecha “democrática” para impedir su victoria.

Al parecer, la imaginación y el compromiso con los pueblos no le permiten a esta izquierda ir más lejos, mientras se hunde sin remedio en el pantano del pragmatismo.

Fuente de la información e imagen:  https://desinformemonos.org

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El secretario de educación que nadie esperaba

Por: Miguel Ángel Pérez Reynoso*

Este jueves 4 de julio la presidenta electa Claudia, hizo el anuncio de su tercer bloque de secretarios y colaboradores que formarán parte de su gabinete, entre los nombramientos sorprendió sobradamente la designación de Mario Delgado Carrillo como titular de la Secretaría de Educación Pública (SEP). Sabemos que la SEP es un espacio que se ha devaluado y que ahora todo mundo la manosea y Claudia Sheinbaum parece que no quiere quedarse atrás. Cabe aclarar que el discurso de campaña de Claudia Sheinbaum, no es compatible con la designación del presunto titular a ocupar el cargo más importante de la educación pública en este país.
La lógica de las designaciones de los titulares a las distintas dependencias del próximo gobierno federal desentona, o eran académicos de reconocido nivel o o eran personajes expertos en el campo específico del asunto que se trate o personajes con una trayectoria destacada en la lucha de la izquierda democrática o revolucionaria. Mario Delgado no entra en ninguna de las tres categorías, antes descritas.
Me parece que Mario Delgado no fue designado por Claudia Sheinbaum, es una herencia del líder moral de la 4T, pero ella al aceptar dicho nombramiento entonces se hace cómplice, quiere decir con ello no tiene el control pleno de su equipo de trabajo.
De todos los contactos que tengo en redes sociales y de todos los pronunciamientos en la prensa, no hubo una sola persona que se expresara positivamente de esta designación, la expectativa de maestras, maestros y académicos es que se esperaba una persona de la academia cercano a la UNAM (de donde viene Claudia), con la capacidad de garantizar el segundo piso de la Nueva Escuela Mexicana, pero esta designación la entiendo como un mal chiste del día de los inocentes.
Mario Dejado es un excelente fajador político, acostumbrado a las grillas de alto y bajo nivel, es un gatillero al servicio de los intereses para los que sirve, en la coyuntura en turno no tiene nada que ver con la educación, con la academia ni con el proyecto educativo para este país.
Entonces, ante una designación tan atípica nos hacemos las preguntas: ¿de qué se trata?, ¿cuál es la señal que nos manda o nos quiere mandar Claudia Sheinbaum y que, nosotros -simples mortales-, no somos capaces de entenderla? ¿Mario Delgado en la SEP es una estrategia oculta para poder poner en su lugar al SNTE, a la CNTE, a las universidades públicas y a los grupos de poder que se han enquistado en la SEP? O, de qué se trata, porque realmente no entendemos cuál es el rumbo y el sentido que le quiere dar Claudia, con esta designación, a la educación en este país.
Desde otro lugar se puede decir que este puede ser o es el primer error de Claudia Sheinbaum como presidenta electa, el designar a una persona tan controversial y en una secretaría estratégica, genera como decía aquel viejo personaje, un sospechosismo sospechoso.
La designación de Mario Delgado al frente de la SEP para el segundo piso de la transformación lo que da lugar a muchas dudas y especulaciones, ¿Claudia Sheinbaum, tiene necesidad de esto?, yo digo que no, que se podría ahorrar todo el cúmulo de grilla chafa en su contra, que se generará a partir de ahora. Sin embargo, la duda persiste, no se entiende cuál es la lógica de dicha designación.
En mi hipótesis, Mario Delgado es una imposición de López Obrador a Claudia Sheinbaum, por capricho o por favores recibidos en el pasado cercano, es una imposición pueril y que está muy lejos de toda lógica racional.
Ya en un análisis más rupestre no se entiende porque Claudia toma este tipo de definiciones, de un espacio estratégico que había que cuidar especialmente y que al final lo termina decidiendo de manera descarada ¿pues de que se trata? ¿De que nos enojemos?, enojados estamos, ¿de qué protestemos por esta designación que incluso se ve provocativa? ¿Eso es lo que quiere Claudia?
No hay ninguna lógica en esta designación, de lo que ella es, de lo que dijo y prometió y se comprometió para concluir con esta designación. Es triste reconocer que es el primer error de Claudia que le costará caro, porque se distanciarán de ella los académicos serios y honestos que confiaban en su proyecto, también los maestros que tenían una expectativa diferente.
Entonces, ¿para qué o por qué designar a alguien en educación que desconoce de educación? No cabe en ninguna lógica, el asunto no es personal, pero termina ahí. A estas alturas del partido uno no sabe si Claudia Sheinbaum podrá mover las piezas de su baraja y pensar en un mejor personaje para educación.
Me tocó contestar un formulario a favor de Axel Didrickson, el cual es mi amigo y lo apoyo, pero también estaba la propuesta de Ángel Díaz Barriga o de Hugo Aboites, incluso de Imanol Ordorica con el que Claudia vivió el momento del movimiento estudiantil en la UNAM. O de alguien que sea académico de prestigio y que conozca las problemáticas de la educación básica, la baraja de Claudia tenía muchas cartas por moverse y eligió la peor, la que ni siquiera estaba en el maso.
Me parece al final después de pensar en torno al mismo punto, que la intromisión del SNTE tuvo algo que ver en todo esto. Se trata de pensar en una persona que medie y que sirva para atender los conflictos laborales y el proyecto educativo.
¡Claudia te equivocaste y ojalá la ciudadanía te lo reclame pronto!

Fuente de la información e imagen: https://revistaeducarnos.com

*Doctor en educación. Profesor–investigador de la UPN Guadalajara, Unidad 141. safimel04@gmail.com

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No se puede luchar contra la guerra y el genocidio si no politizamos su tecnología

ENRIQUE DÍEZ-GUTIÉRREZ | MAURO JARQUÍN RAMÍREZ

No se puede luchar contra la guerra y el genocidio si no politizamos su tecnología

La Inteligencia Artificial (IA) ha desembarcado en las universidades públicas. Departamentos y Facultades de todo el mundo han asumido y normalizado la incorporación y el uso de la IA de origen y control privado, respondiendo de forma casi automática a las campañas de marketing de grandes empresas y start-ups con el fin de “no quedarse atrás”.

 

Aprender a utilizar esta tecnología dentro de los marcos establecidos por los proveedores privados, así como su incorporación a la docencia, se ha convertido en un imperativo para enfrentar los “retos del siglo XXI”, que prioritariamente están determinados, cada vez más, por las necesidades y demandas de los mercados.

 

Esta narrativa dominante, “eficientista” y economicista, es extensiva a las distintas formas de tecnología digital en la educación superior y ha generado tal consenso y tal urgencia que, pese a enclaves críticos relevantes al interior de las universidades, de forma general se han dejado de lado consideraciones sobre las condiciones sociales e ideológicas de la producción de dicha tecnología (ONU, 2024).

 

No se ha cuestionado que la producción de IA está enmarcada en una cosmovisión del mundo específica, ni que está condicionada por un conjunto de prioridades económicas, políticas, ideológicas y sociales que la definen y la orientan. No se ha considerado el proceso social mediante el cual el “conocimiento producido socialmente” es extraído con el fin de ampliar las bases de datos que dan vida a dicha tecnología. Con ello, tampoco se han discutido las consecuencias del enriquecimiento corporativo a costa de la expropiación de la información colectiva.

 

En el ámbito universitario, el análisis de la IA se ha sustraído de su historia y contexto. Presentada como una herramienta lista para ser utilizada, sin considerar su condición de articulación técnica condicionada históricamente y fundada en el trabajo humano. Una tecnología que generalmente la comprendemos poco y aún menos la podemos controlar (Innerarity, 2019).

 

Plantear esto resulta clave porque, pese a que la discusión en torno a la IA ocupa paulatinamente un mayor espacio en la academia, esto no ha sido suficiente para lograr una pausa, un respiro, a nivel comunitario e institucional, que permita plantear una serie de preguntas y discusiones previas a su adopción. Esto incluso en un contexto global en el cual se ha demostrado el uso de la IA en procesos tales como el engaño de masas (Piacente, 2024), la desinformación (Perotti, 2024) e incluso el genocidio (Raiss, 2024), en los cuales el interés por la acumulación ha condicionado no solo el uso de la tecnología, sino también su diseño.

 

La pausa propuesta podría ser útil para superar los marcos interpretativos que se nos han impuesto en torno al desarrollo y el uso de tecnología digital en educación, los cuales aluden a los lugares comunes -aunque no por ello irrelevantes- respecto a los potenciales sesgos (sexo-genéricos, étnicos, de clase, etc.) en los resultados de la IA generativa, así como un potencial uso no ético de la misma, expresado, por ejemplo, en el fraude académico. Las condiciones sociales de la producción y distribución de dicha tecnología, donde confluye la explotación laboral, el impacto ambiental, la “caja negra” de sus algoritmos y el control de un reducido conjunto de megaempresas corporativas sobre sus condiciones de producción y uso, deben ser discutidas, porque la IA está afectando procesos fundamentales de la vida en común, tanto al interior de las Universidades, como fuera de ellas.

 

En este momento, resulta importante cuestionarnos la posibilidad de que, tal vez, la IA sea “una forma sofisticada de controlar las actividades y modificar las subjetividades de las personas a fin de incrementar las ganancias económicas” (Reyes, 2023) y de consolidar formas de opresión, y no únicamente una herramienta que el mundo de la ciencia ha desarrollado para “hacer nuestra vida más fácil” por medio de encargarse de tareas repetitivas y que consumen demasiado tiempo.

 

Genocidio en Palestina asistido por IA

 

Un ejemplo del nivel de impunidad epistémica que ha logrado la IA, así como de sus mecanismos de funcionamiento y del poder de las compañías proveedoras, es la invisibilidad de la cual ha gozado su uso respecto al genocidio palestino.

 

Como ha sido documentado, la IA ha tenido un papel relevante en el apartheid y el genocidio contra el pueblo palestino (Mhajne, 2023; Abraham, 2024; Gould et al., 2024). En mayo de 2021, el periódico The Jerusalem Post publicaba que la escalada de las fuerzas militares israelíes contra Hamás, denominada “Operation Guardian of the Walls”, era la primera guerra guiada por IA (Ahronheim, 2021). Los militares israelíes habían establecido una IA que centralizaba todos los datos sobre los grupos armados en Gaza, en un sistema que establecía los ataques a efectuar.

 

En 2023 Amnistía Internacional publicó el informe “Apartheid automatizado: cómo se fragmenta, segrega y controla a la población palestina mediante el reconocimiento facial”. En este, explicaba que tales instrumentos tecnológicos han sido usados para violar los derechos humanos y potenciar la guerra. Así, el apartheid de Palestina y la represión en Gaza se habían convertido en un «laboratorio» en el que experimentar con este tipo de prácticas (Amnistía Internacional, 2023; López, 2024).

 

Posteriormente, en abril de 2024, las revistas israelíes +972 Magazine y Local Call publicaron un reportaje sobre Lavender, una IA que opera a través de un avanzado sistema estadístico, el cual ha “asistido” los bombardeos israelíes en Gaza, con poca supervisión humana y un alto nivel de permisividad de personas asesinadas (Abraham, 2024) con lo cual ha mostrado una “tasa de error” muy alta que ha terminado con la vida de miles de personas y destruido infraestructura básica. Dicho programa se ha articulado con otras formas de IA para impulsar el actual genocidio del ejército israelí en la Franja de Gaza.

 

Resulta problemático que, pese al conocimiento público del uso bélico de la IA cada vez más extendido, así como a un generalizado rechazo de la campaña bélica israelí en medios universitarios del mundo, la discusión política global sobre la importancia de la tecnología y su rol se encuentre evidentemente desatendida. Esto contrasta con episodios históricos previos, donde una parte relevante del movimiento estudiantil desarrolló una crítica no únicamente a la violencia sobre los pueblos, el neocolonialismo y la guerra, sino también a las condiciones tecnológicas de su realización. En cierta medida, esto puede responder al nivel de integración que la tecnología digital ha logrado en nuestra vida cotidiana, con lo cual se ha despojado de todo vestigio de política, lucha o proceso social subyacente a su producción.

 

Protesta social y universidades. De Vietnam a Palestina

 

La brutalidad del ataque israelí sobre la población palestina, la sistemática violación de derechos humanos y los niveles de masacre continuada de población indefensa, generaron que la indignación mostrada a nivel global mediante movilizaciones masivas se expresara también en los campus universitarios.

 

El asesinato de más de 36.000 palestinos hasta el mes de abril de 2024, entre ellos más de 14.500 niños y niñas, así como la destrucción de cientos de escuelas y todas las universidades (Red Universitaria por Palestina, 2024), la devastación de viviendas, infraestructuras sanitarias, mezquitas y lugares patrimoniales palestinos, provocó el estallido de una “revuelta universitaria”. Manifestaciones, movilizaciones, tomas de campus, denuncias públicas, exigencias de suspensión de acuerdos y colaboración en investigaciones con el régimen israelí a los rectorados y autoridades académicas, jornadas de discusión y debate público en la calle y en las aulas, etc., fueron parte del abanico de estrategias y planes de acción definidos para intervenir políticamente en el debate sobre la situación palestina, y buscar así frenar la avanzada bélica de muerte y sufrimiento.

 

La irrupción del activismo universitario se extendió paulatinamente en distintas partes del mundo, con una participación importante también en Estados Unidos, donde a comienzos de mayo casi 3.000 estudiantes y personal académico de 61 campus habían sido detenidos (Rubin et al., 2024). En España, la policía irrumpió violentamente en los campus para desalojar acampadas universitarias, pese a que distintas universidades respaldaban institucionalmente las propuestas estudiantiles. En México, también colectivos estudiantiles, con su epicentro en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), decidieron organizar acampadas por Palestina, además de foros informativos y de discusión con la participación de la academia, estudiantes y otros integrantes de las comunidades universitarias.

 

A la luz de la revuelta universitaria estadounidense, que tomaba lugar también en otras partes del mundo, un periodista del New York Times apuntó que tal situación podía “evocar los fantasmas de 1968” (Blow, 2024) refiriéndose a la protesta estudiantil contra la guerra de Vietnam. Una lectura que fue compartida en otros medios y espacios de debate, identificando paralelismos entre el activismo universitario contra la masacre del pueblo palestino y el movimiento estudiantil contra la intervención estadounidense en Vietnam (Helmore, 2024; Rees, 2024).

 

No obstante, entre otros elementos contextuales, es posible identificar una diferencia fundamental entre ambas experiencias: el lugar que ocupa en la crítica a la campaña bélica la problematización de sus condiciones tecnológicas de desarrollo. En este ámbito, ha sido posible ver cómo, pese al uso sistemático de tecnología de punta por parte del ejército israelí, persiste una clara ausencia de discusión en torno al papel que ha jugado, en este caso, la IA. Un caso significativo si consideramos que al menos una parte de las protestas estudiantiles respecto a Vietnam se centraron en la tecnología usada para su desarrollo.

 

Si la campaña bélica de Israel es la primera guerra asistida por IA, la guerra de Vietnam fue la primera guerra en la historia asistida por eletronic data. Tal como explica Fisher (1988) hacia 1968, Estados Unidos había instalado computadoras en Saigón, con data procedente de Vietnam del Sur, el cual iba a ser utilizado para analizar cada faceta de la guerra mediante la cuantificación de procesos diversos, con lo cual se podían hacer análisis y recomendaciones bélicas. Esta inclusión de computadoras también en el ámbito bélico se llevaba a cabo en un contexto en el cual la burocratización de la sociedad estadounidense iba de la mano con la incorporación de tecnologías para la gestión y el control, una tendencia que paulatinamente se consolidaba también en la universidad.

 

Los efectos de la guerra contribuyeron a agudizar el malestar causado por la tecnificación y burocratización de la sociedad y las universidades, un proceso al cual los estudiantes críticamente se referían como La Máquina. La problematización de dicha metáfora de funcionamiento de la sociedad condujo a que en las universidades los estudiantes se rebelaran contra las técnicas que alcanzaban cada vez mayor presencia. Así, los estudiantes optaron por quemar las tarjetas perforadas -un instrumento muy utilizado en el momento para organizar procesos administrativos- tanto de matrícula como de reclutamiento, en protestas contra la guerra en Vietnam (Lubar, 1992). Grupos de estudiantes organizados gritaban “¡Paremos la máquina de guerra!”. Otros, de los cuales algunos derivaron en la consolidación del movimiento hippie, simplemente no querían formar parte de dicha máquina, y optaban por renunciar a la vida en la sociedad moderna. Otros más denunciaban: “¡Nuestras vidas están manipuladas por máquinas IBM” (Lubar, 1992, p. 54).

 

La tecnología se comprendía poco a poco en tanto una expresión del control que sometía tanto a la universidad como a los pueblos y estaba vigente en el proceso colonial. Mueller (2021) recuerda cómo, mientras la rebelión estudiantil contra la guerra en Vietnam crecía, también lo hacían las acciones contra las computadoras ubicadas en los campus, tanto a nivel discursivo como en términos de acción directa. Explica que Old Mole, una publicación estudiantil de Cambridge, Massachusetts, escribió en un artículo de 1969, titulado Let’s smash MIT: “El MIT no es un centro de investigación científica y social al servicio de la humanidad. Es parte de la maquinaria de guerra de EE.UU.”. Lo anterior estaba acompañado de actos como ocupaciones y tomas de centros, incendios o ataques físicos a centros de computación, tal como sucedió en Syracuse University, University of Wisconsin, NYU o Stanford.

 

Sectores importantes del movimiento estudiantil contra la guerra de Vietnam, consideraron importante el análisis y la acción frente a una técnica y tecnología que posibilitaba la opresión y habilitaba procesos como el colonialismo y el militarismo. Plantearon en llevar la discusión más allá de los resultados de la guerra, y desarrollaron una crítica práctica en torno a los medios tecnológicos de despliegue bélico, la cual al día de hoy resulta tanto pertinente como necesaria.

 

Politizar la tecnología en las universidades

 

Luchar contra la guerra y el genocidio desde las universidades requiere discutir profundamente no solo sus resultados sino también su aristas tecnológicas. Más aún, responder a las necesidades vitales del siglo XXI, conlleva que el sistema educativo sea un espacio de reflexión crítica y conocimiento sobre la tecnología en nuestra vida cotidiana, y no únicamente un espacio adaptativo respecto a los intereses de quienes la controlan.

 

Por su lado, la universidad pública no puede ser un espacio pasivo de conquista para una novedad tecnológica y sus compañías desarrolladoras. Es preciso superar el fetichismo tecnológico de ver en la IA esencialmente una herramienta disponible para utilizarla a placer, y con ello avanzar hacia consideraciones relevantes sobre los efectos de su producción, su distribución y su consumo en nuestra vida cotidiana y en el trabajo que realizamos día con día en las universidades.

 

La tecnología digital -y paulatinamente la IA- ha logrado un status de naturalidad, normalidad y habitualidad y se ha consolidado como una parte inherente e indispensable del entorno y la acción humana a tal punto que es difícil marcar límites respecto al acto de usarla, o terminar siendo usados por quienes la controlan. Se ha convertido en un enclave a menudo invisible de generación de ganancias, reproducción ideológica y creación de condiciones de ordenamiento social.

 

De forma acrítica, cursos, cátedras y capacitaciones en IA, así como en competencias digitales se ofrecen y se establecen continuamente. La academia, profesoras y profesores nos afanamos por incorporar la última novedad en su campo de investigación y docente, adoptando un discurso de modernización revestido de innovación para “adaptar la universidad al siglo XXI”. Las instituciones de educación superior invitan a docentes y estudiantes a formarse y profesionalizarse en el uso de herramientas de IA, sin un cuestionamiento ni un debate sistemático sobre el sentido y la finalidad de dicha tecnología. Cada vez se ofertan más cursos de actualización tecnológica en mercancías educativas (software o hardware) cuya utilidad educativa aún no resulta clara, pero que son impulsadas por campañas publicitarias fundadas en un discurso que ha logrado llegar al sentido común en el sector educativo.

 

Consideramos que, frente a una coyuntura de expansión corporativa en la política y educación globales, resulta un imperativo la politización de la tecnología en nuestras universidades, así como la creación de un debate amplio en torno a su finalidad y su sentido, lo cual debe conducirnos a plantear, entre otras cosas, también el control democrático y transparente y su regulación pública y abierta. No se trata de maquillar ese control con organismos o regulaciones paliativas como la reciente Agencia Española de Supervisión de la Inteligencia Artificial (AESIA), cuya misión de vigilar la aplicación de esta tecnología y sus efectos en empresas e instituciones públicas, como se puede hacer con los alimentos o los medicamentos, supuestamente serviría para “avanzar hacia una IA confiable y ética”. Tenemos que caminar hacia una discusión plural que nos conduzca, en un primer momento, a una mayor transparencia en la implantación de la IA y hacia su auditoría (Castillo, 2024).

 

Politizar la tecnología implica, también, discutir las condiciones sociales y los actores implicados en su producción. Esto nos remite a pugnar por cambios en los mecanismos de toma de decisiones y formas de gobernanza que alteren la tradicional distribución de poderes en esa toma de decisiones (Subirats, 2016). Politizar la tecnología es tener acceso público y democrático para auditar sus algoritmos y tener capacidad de impedir que se sigan utilizando si reproducen discriminaciones, vulneran los derechos humanos o se utilizan para fines bélicos o genocidios como el de Gaza. Politizar la tecnología es decidir para qué la queremos, cómo utilizarla, y al servicio de qué fines sociales y políticos. En definitiva, esto se vincula a la apuesta por un control social y democrático, orientado al bien común, de una tecnología que actualmente está condicionando nuestra forma de pensar, relacionarnos, actuar, estudiar y construir el mundo que habitamos.

 

Mauro Rafael Jarquín Ramírez es profesor de la Universidad Nacional Autónoma de México y Enrique Javier Díez Gutiérrez de la Universidad de León (España).

 

Referencias:

 

Abraham, Y. (2024, abril 5). Lavender & Where’s Daddy: How Israel Used AI to Form Kill Lists & Bomb Palestinians in Their Homes. Democracy Now. https://bit.ly/3Rl9O8l

 

Amnistía Internacional (2023, mayo 2). Apartheid automatizado: Cómo se fragmenta, segrega y controla a la población palestina en los TPO mediante el reconocimiento facial. Amnistía Internacional. https://bit.ly/3RrqqLB

 

Blow, Ch. M. (2024, abril 24). The Ghost of the 1968 Antiwar Movement Has Returned. The New York Times. https://bit.ly/45kccC4

 

Castillo, C. del (2024, junio 19). La Agencia de Supervisión de la Inteligencia Artificial echa a andar entre quejas por dar de lado a la sociedad civil. El Diario.es https://acortar.link/pg2kQn

 

Fisher, D. (1988). Computers, electronic data and the Vietnam War, Archivaria, 26, 18-32.

 

Gould, L., Arentze, L. & Holjtink, M. (2024, mayo 2). Gaza war: artificial intelligence is changing the speed of targeting and scale of civilian harm in unprecedented ways, The Conversation, https://acortar.link/g3gUxX

 

Helmore, E. (2024, abril 29). Echoes of Vietnam era as pro-Palestinian student protests roil US campuses. The Guardian. https://bit.ly/3VBXseA

 

Innerarity, D. (2019, marzo 11). Lo digital es lo político. La Vanguardia. https://bit.ly/3VoM4RQ

 

López, V. (2024). Israel usa la inteligencia artificial como arma para afianzar el «apartheid» en Gaza. Público. https://acortar.link/Jbq0GW

 

Lubar, S. (1992). Do not fold, spindle or mutilate: A cultural history of the Punch Card, Journal of American Culture, 15(4), 43-55.

 

Mhajne, A. (2023, noviembre 2). Israel’s AI revolution: From innovation to occupation, Carnegie Endowment for International Peace, https://acortar.link/hgYPgn

 

Mueller (2021). Breaking Things at Work: The Luddites Are Right About Why You Hate Your Job. Verso.

 

ONU (2024). La militarización de la inteligencia artificial y el género. ONU. https://acortar.link/pGrrBc

 

Piacente, P. J. (2024, mayo 13). La IA ya es una maestra de la mentira y el engaño. Levante. https://bit.ly/3x4jRb3

 

Perotti, E. (2024, febrero 27). Desinformación e inteligencia artificial: ¿la revolución industrial? World Association of New Publishers. https://bit.ly/3xghli0

 

Raiss, A. (2024, junio 6). ‘Digital kill chains’: The dark side of tech in warfare. The Cradle. https://bit.ly/3yXQPdP

 

Red Universitaria por Palestina. (2024). Universidad, Gaza y genocidio: una ecología de guerra. Red Universitaria por Palestina. https://acortar.link/cgmWk2

 

Rees, J. (2024, mayo 18). The crucial difference between the Gaza and Vietnam student protests. Middle East Eye. https://bit.ly/4aYMdBk

 

Reyes, C. (2023). La inteligencia artificial no es neutral, El Viejo Topo, Julio-Agosto, Núm. 426/427

 

Rubin, A., Beheraj, K., Lysik, T., & Chase, W. (2024, mayo 10). Mapped: Where pro-Palestinian student protesters have been arrested. Axios. https://bit.ly/45hZBPT

 

Subirats, J. (2016). Internet y democracia. Politizar la transformación tecnológica. Gaceta Sindical, 27, 61-72.

https://vientosur.info/inteligencia-artificial-y-universidades-no-se-puede-luchar-contra-la-guerra-y-el-genocidio-si-no-politizamos-su-tecnologia/

 

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Violencia colonial, continuidades y futuros por disputar

Por: Horacio Machado Aráoz**

La arrogancia del conquistador matando saberes y mundos de vida se proyecta sobre el presente extractivista y amenaza con destruir otros futuros posibles. De la explotación del Potosí a las explotaciones de los salares y humedales para la extracción de litio. El sistema exige no parar de «producir», en territorios y cuerpos, con ritmos frenéticos, establecidos por financistas, administradores del poder y científicos. Apuntes breves para un diagnóstico sobre la época.

En el principio fue la «fiebre del oro». Desmató* los bosques y sus pueblos. La arrogante «Razón» imperial se consolidó sobre el epistemicidio originario. Su obra dilecta, nació infectada de indolencia congénita. La ciencia occidental se desentendió de la vida. Le cedió los suelos a los mercaderes y las aguas, a los ingenieros. Más tarde, confió la energía a los físicos y el gobierno de la vida en común a los especialistas en finanzas, dichos “economistas”. Y así nos fue.

Ahora, de esos suelos cosechamos hambrunaspandemias y sindemias de todo tipo. Las aguas se revuelven en forma de sequías, tempestades e inundaciones crecientes. El agua y el alimento —bases de nuestras energías vitales, de nuestra salud y convivencialidad— han sido convertidos en vectores de contaminación, enfermedades, hostilidades y muerte.

Los físicos nos devolvieron la energía en forma de la más poderosa arma de destrucción masiva, incluso, con poder para exterminarnos a nosotros mismos. Y los financistas terminaron de crear los mecanismos que nos mantienen esclavizados a una maquinaria de producción destructiva presuntamente imparable. Se nos ha inculcado que esa maquinaria no se puede detener porque, en tal caso, “todo sería peor…”. Se nos dice que esa máquina tiene que seguir funcionando, creciendo y aumentando su velocidad para que, alguna vez, “resuelva” todos nuestros problemas y cure todos nuestros males. Producir, producir, producir.

Foto: Greenpeace

A medida que esta maquinaria avanza, más nos hundimos en un pozo de impotencias, sufrimiento y desesperación. Finalmente, los financistas han logrado convencernos de que nuestra “libertad” es la sujeción a semejante maquinaria… Su mandato crece a expensas de nuestras capacidades y condiciones de autodeterminación (y felicidad). Hoy estamos buscando la “libertad” en los callejones más oscuros de lo que nos esclaviza y nos oprime.

La fiebre del oro, desde el principio de desmatamento, es el combustible originario que alimenta la maquinaria. Hoy sigue explotando más a fondo las entrañas del planeta y los cuerpos. Nos ha sumido a la voracidad insaciable de los “comedores de tierra” que están provocando la “caída del cielo”, como dice Davi Kopenawa.

Esta maquinaria no sólo está asfixiando el aire que respiramosEstá colapsando la gracia en nuestras vidas. No hay vida más penosa que una vida sin gracia… Pero si no la detenemos, va a acabar hasta con la gracia misma de vivir.

*Desmatar o desmatamento es un neologismo del idioma portugués. Significa desmontar/deforestar, pero es un juego de palabras que remite a matar. El maestro Carlos Walter Porto-Goncalves nos enseñó que «desmatar es matar».

**Integrante del Equipo de Ecología Política del Sur (Citca-Conicet-UNCA)Publicado originariamente en Grupo de Ecología Política del Sur.

Fuente de la información:  Agencia Tierra Viva

Imagen:  Greenpeace

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La larga travesía de la educación alternativa

Por: Luis Hernández Navarro

 

La lucha por una escuela distinta y una educación transformadora han sido anhelo de miles de trabajadores de la educación democráticos de todo el país. Esa aspiración ha tomado forma, en el último medio siglo, en un sinnúmero de proyectos prácticos alternativos, foros de reflexión y debate y talleres. En el centro de las discusiones entre maestros se encuentra el dilema de si una enseñanza crítica y liberadora es posible en un país plenamente capitalista; de si es factible cambiar en el aula las reglas de un sistema escolar público con contenidos estandarizados.

La promoción de otra pedagogía por colectivos docentes ha caminado de la mano de otras dos iniciativas. Primero, de la construcción, por movimientos populares y activistas, de escuelas de todos los niveles, en comunidades rurales y en las orilladas de las grandes ciudades, cuando los distintos niveles de gobiernos no proporcionan esos servicios, seguido de la lucha por su reconocimiento y el financiamiento estatal para su funcionamiento. Y, segundo, del impulso, desde la movilización magisterial por la democratización sindical y del país, de políticas públicas alternas y marcos legales inéditos.

Estas iniciativas tienen una enorme deuda, entre otros muchos, con cinco grandes troncos pedagógicos: la educación popular, impulsada fundamentalmente desde las Comisiones Eclesiales de Base; la apropiación de los aspectos más radicales del ideario y la práctica de la escuela normal rural y el normalismo; la extensión y enriquecimiento de la propuesta de José Revueltas sobre autogestión académica; la multiplicidad de proyectos de educación indígena alternativa, y las expresiones para influir en la educación pública desde la escuela moderna.

Desde mediados de los 70 y sin pausa durante los siguientes años, organizaciones del movimiento urbano popular y egresados de normales rurales fundaron “aulas de emergencia” sin reconocimiento oficial, en colonias creadas a partir de invasiones de predios o comprando terrenos para establecer unidades habitacionales. En Nezahualcóyotl, Tulpetlac, San Agustín, Chimalhuacán levantaron primarias y secundarias para adultos que eran como faros de educación popular. Luego, consiguieron recursos oficiales para construir edificios y adquirir mobiliario. Las formalizaron con la figura de Centro de Estudios de Educación Básica, antecedente de lo que hoy es el Instituto Nacional de Educación para Adultos.

Experiencia medular fue la democratización de la Escuela Normal Superior de México, que arrancó en 1976 y fue abruptamente frenada por la represión del secretario Jesús Reyes Heroles. Simultáneamente, para atender la demanda de jóvenes que deseaban ser maestros, pero que fueron rechazados por centros formadores, se crearon, en mucho por iniciativa del Frente Magisterial Independiente Nacional, la Normal Popular Rubén Jaramillo, en la Ciudad de México, y la Salvador Allende en Nuevo León, dirigida por el profesor Edelmiro Maldonado.

La fundación de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) en 1979, dio a la lucha por la apropiación docente de su materia de trabajo un eje articulador nacional y combustible para caminar hasta hoy. En sus primeros años, la coordinadora convocó tres foros sobre educación alternativa. En el primero (1980) fue notable la participación de destacados investigadores educativos. Simultáneamente, contingentes dieron vida a comisiones pedagógicas (Morelos, Hidalgo) y, entre 1984 y 1987, profesores formaron grupos para trabajar el tema.

Entre éstos destacan la Asociación Civil de Trabajadores de la Escuela Nacional de Maestros; Educación y Cambio, y la revista Cero en Conducta; Foro de Historia, integrado por profes de Cuajimalpa; la Casa de la Cultura del Maestro Mexicano, promovida por Juan Luis Hidalgo, que, entre muchos más compromisos, apoyó el surgimiento de la Casa de la Ciencia en Oaxaca; talleres pedagógicos impulsados, entre otros, por Jesús Martín del Campo, y el Movimiento Mexicano para la Escuela Moderna (MMEM).

Según el maestro Juan Luis, ente las líneas de estudio de la casa estuvieron, “en principio, la historia de la educación en México y, a continuación, las tareas cotidianas de ser maestro. Luego, y de manera central, las aportaciones de teóricos e investigadores educativos relativas a las prácticas y relaciones de la vida escolar. Y, de manera acotada, las proposiciones sobre la relación enseñanza- aprendizaje”.

El profesor Francisco Bravo recuerda que el MMEM fue fundado por egresados de la Nacional de Maestros, “cuya in ten ción era construir una educación alternativa, adoptando principalmente las propuestas de Célestin Freinet, cuya pedagogía es de origen popular y no requiere materiales extras. Sobre todo, porque se asociaba a la formación de hombres y mujeres diferentes, mediante un aprendizaje significativo, que parte de su realidad y construye pensamiento crítico. Hoy, la pedagogía Freinet es uno de los referentes principales de las propuestas de la CNTE”.

Al recuperar las enseñanzas adquiridas en los talleres pedagógicos, Jesús Martín del Campo señala: “La experiencia docente tiene que ser ubicada como parte de un proceso más complejo en que se imbrican mucho más que la técnica, a saber: la relación maestro-alumno-me to dología, los contenidos, la relación educación-culturasociedad y la experiencia de los docentes”.

Desde entonces y hasta hoy, el magisterio democrático se ha apropiado de su materia de trabajo en distintos grados, elaborando y poniendo en práctica multitud de riquísimos proyectos que van desde la escuela hasta la entidad federativa. Lástima que la Nueva Escuela Mexicana haya ignorado las lecciones aprendidas en esta larga travesía.

Fuente de la información:  https://www.jornada.com.mx

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La USICAMM es un fraude

Por: Abelardo Carro Nava

Aunque la autoridad fue cuidadosa en no emplear la palabra “hackeo”, la verdad de las cosas es que sí lo fue…

No podemos negar que la llegada del gobierno lopezobradorista a Palacio Nacional en 2018, trajo un cúmulo de esperanzas para quienes se encontraban y encuentran prestando sus servicios en el Sistema Educativo Nacional; esperanzas que se edificaron en la promesa de que “ahora sí” se cumpliría la tan anhelada revalorización del magisterio mexicano. Un sueño “guajiro” si así desea, que no pasa solo por el tema laboral y/o salarial, sino por el reconocimiento pleno de la función que cada trabajador de la educación desempeña en sus respectivos centros de trabajo.

Si desde el 2012 hasta mediados de 2018 ese magisterio había sido menospreciado y desvalorizado, no solo en las palabras sino también en los hechos con la aplicación de una evaluación punitiva, ¿qué nos haría pensar que los trabajadores de la educación no deseaban ser reconocidos y apreciados por la función desempeñada? Y si a ello le agregamos la efímera y charril presencia del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) que defendiera los agravios cometidos durante el sexenio peñanietista, la cosa es que adquiere mayor sentido.

Tal vez se esperaba que como parte de ese reconocimiento y esa valorización, se eliminará aquel organismo creado para sancionar, más no para evaluar a las maestras y los maestros; tal vez se esperaba que los mecanismos de ingreso y promoción de las figuras docentes y administrativas se pensara, organizara y concretara de una manera muy diferente a la que se desarrolló durante el sexenio de Peña Nieto; tal vez se esperaba el destino de mayores recursos económicos para la formación continua del profesorado, con la intención de que esto le permitiera ascender escalafonariamente, mediante un proceso transparente y nada enrarecido como terminó siendo carrera magisterial; tal vez se esperaban muchas cosas que, hoy día, a la luz de los hechos, culminó en eso: en esperanzas. Aunque a fuerza de ser sincero, en este sentido no podría existir queja alguna porque este gobierno, que en su momento se dijo ser “la esperanza” de México, logró eso: construir esperanzas; simples y llanas esperanzas sobre la revalorización del magisterio.

La muestra más palpable se halla en la Unidad del Sistema para la Carrera de las Maestras y los Maestros (USICAMM), un órgano administrativo desconcentrado que, para acabar pronto, solo cambió de nombre porque, precisamente, en los hechos es, y ha sido, una copia (muy mala) de la extinta Coordinación Nacional del Servicio Profesional Docente (CNSPD).

Muchas y muchos esperaban que con la salida de su ex titular, Francisco Cartas, y la llegada de la profesora Adela Piña, los procesos que, insisto, son en extremo similares a los que la CNSPD desarrollaba en su momento, tuvieran una mejora importante y significativa porque, como es sabido, al ocupar la titularidad de este organismo una integrante de la Coordinadora Nacional de los Trabajadores de la Educación (CNTE) y maestra frente a grupo en algún periodo de su vida, los conocimientos que pudiera tener sobre el quehacer docente, le llevarían a realizar diversas propuestas para mejorar la evaluación que, tanto para el ingreso, promoción y reconocimiento, se aplica al magisterio.

Desafortunada y lamentablemente nada de esto sucedió, por el contrario, los procesos empeoraron a tal grado que, hace unos días, se habló de un “acceso ilegal” al proyecto Venus; proyecto que no es otra cosa más que una plataforma digital que da acceso a las maestras y maestros que desean participar en los procesos de la USICAMM en sus diferentes modalidades y niveles educativos. Y, aunque la autoridad fue cuidadosa en no emplear la palabra “hackeo”, la verdad de las cosas es que sí lo fue porque, en sentido estricto, dicho “hackeo” se configura cuando alguien, sin autorización, se apodera una plataforma, redes sociales, correo o computadora. Y bueno, lo peor de todo es que a muchos participantes en esos procesos, que ingresaron a verificar sus resultados en esa plataforma posterior al “acceso ilegal”, aparecían con hasta 1000 puntos más de lo normal (que son 100) y con una leyenda que a más de uno dejó boquiabierto: “fraude”.

¿Cómo es posible que una instancia de gobierno que en sus manos tiene la enorme responsabilidad de desarrollar procesos transparentes, justos y equitativos para todos los participantes haya sido hackeada?, ¿qué certeza se tiene en la asignación de lugares y/o plazas en el magisterio si cualquiera, con algún conocimiento en la materia, puede ingresar y cambiar datos e información a su antojo?, ¿cómo es posible que una instancia a la que se le confían datos e información personales no tenga las medidas de seguridad necesarias para salvaguardar la integridad de las personas?, ¿cómo es posible que su titular no haya salido a dar la cara para explicar lo sucedido y solo se emitió un escueto comunicado en el que, palabras más palabras menos, pareciera que nada hubiera pasado. En verdad, ¿alguien en esa USICAMM o en la propia Secretaría de Educación Pública considera que lo que sucedió no es un tema totalmente grave ya que podría tener una afectación directa a todas las personas que hacen uso de esa plataforma? Tantita… seriedad, pediría a estas instancias, por favor.

Pienso, no de ahorita, porque de la USICAMM y de sus procesos he escrito bastante, que lo peor, pero lo peor del gobierno de la 4T ha sido esto: la USICAMM. Pienso también que este órgano es un fraude, no por el hackeo propiamente dicho, sino porque por fraude se entiende toda acción contraria a la verdad y a la rectitud, que perjudica a la persona contra quien se comete; esto, sin olvidarnos de los sinónimos que existen sobre este término, los cuales son: fraudulencia, engaño, timo, estafa, trampa, defraudación, engañifa, embeleco, insidia, trapacería y asechanza.

¿La virtual presidenta de nuestro país continuará con esta pésima forma de contratar, promover y reconocer al magisterio? Espero que no, pero como siempre digo: al tiempo.

Fuente de la información e imagen:  https://profelandia.com

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Deuda pendiente con quienes asisten y atienden a su familia

Imperante ofrecer apoyos Su desgaste tiene un impacto expansivo hacia la sociedad.

El cuidado familiar es una de las prácticas sociales más importantes para la humanidad. Pero, dado su casi “natural” presencia en la vida de las personas, se da por hecho que ocurre de forma armónica, organizada y efectiva, envuelto en un halo de amor fraterno. Sin embargo, la familia ha experimentado cambios en las últimas décadas, tanto en su composición, estructura y desempeño, como en los roles asignados a sus integrantes. Incluso ha asumido –queriendo o no– la tarea de cuidar a las personas con alguna condición de salud más o menos compleja, aguda o crónica, situación que tuvo particular acento durante y después de la pandemia por la Covid-19.

¿Cuál es el panorama en México? El primer nivel de atención enfrenta grandes desafíos en profesionalizar a un gran número de enfermeras con perfiles técnicos, aunado a la distribución irregular del personal de enfermería en el sistema de salud, al déficit de enfermeras, el incremento de las personas mayores y de las enfermedades crónicas. Todo lo anterior genera las condiciones para que el cuidado a la vida y salud de las personas se traslade a los hogares. En el o la cuidadora familiar (“asignado o resignado”) descansa el cuidado doméstico, cotidiano, complejo y el cual es cada vez más especializado.

Anteriormente esa tarea se depositaba en mujeres adultas y madres de familia, pero en la última década los cuidadores familiares han disminuido su edad, al punto de que adolescentes y niños o niñas cuidan de otros de manera casi única por muchas horas y largos periodos, y destinan recursos y esfuerzos para cuidar niños y personas adultas mayores, con o sin discapacidad o con alguna condición especial.

Durante la pandemia, el sistema de salud mexicano priorizó la atención de la misma, relegando en segundo plano a patologías crónicas como diabetes mellitus, hipertensión arterial y obesidad, todas con alto índice de mortalidad, lo que implicó la exacerbación de las enfermedades crónicas no transmisibles y sus complicaciones, dejando en manos de los cuidadores familiares su atención, fenómeno del cual aún se desconocen los estragos en estas figuras protagonistas de un “sistema alterno de salud familiar”.

Ante la crisis sanitaria, las familias recurrieron al uso de remedios populares, consultorios de cadenas de farmacias o médicos generales de la localidad, en donde la familia, y particularmente las y los cuidadores se vieron empujados a contender con el aprendizaje, improvisación y desarrollo de habilidades para el cuidado especializado de mediana y alta complejidad, originalmente realizados en las instituciones de salud por personal de enfermería especializado, lo que implicó un desgaste emocional y físico severo cuyo colapso, sin duda, ha tenido y tiene un alto precio.

La capacidad de resiliencia de las y los cuidadores familiares hizo y hace la diferencia para contender con lo que en algunos ambientes sociales llamaron los “efectos colaterales”. No obstante, es menester mirar a esas figuras y conocer el efecto de la pandemia en su habitual carga de responsabilidad e identificar qué tanto el despliegue de sus fortalezas emocionales coadyuvaron en el mantenimiento de una sociedad en un punto razonable de equilibrio, por lo que es imperante ofrecer apoyos para esta figura trascendental para la conservación de la célula familiar, componente básico del tejido social.

El desgaste del cuidador tiene un impacto expansivo hacia la sociedad, ya que un cuidador agotado podría propiciar el descuido de aspectos cruciales como el horario de los medicamentos, el aseo diario del paciente, la observación oportuna de complicaciones, el seguimiento de tratamientos, la curación de heridas, la alimentación, la prevención de accidentes, entre muchos otros aspectos, lo que conllevaría al deterioro de la persona que padece la enfermedad, a la recurrencia de consultas de urgencia e ingresos frecuentes y cada vez más prolongados y, particularmente, de un fenómeno poco documentado, probablemente por su implicación ética: el maltrato por parte del cuidador familiar hacia la persona que cuida. Por lo anterior, vale la pena explorar la relación entre padeciente y cuidador familiar, así como los efectos de dicho desgaste en el estado basal de la persona en cronicidad o en recuperación.

Las y los cuidadores familiares requieren de un acompañamiento interprofesional que les dote de marcos ético-jurídicos, de herramientas y habilidades tecnológicas, emocionales y físicas, entre muchas otras, que les permita desempeñar en mejores condiciones su labor, sin menoscabo de su propia vida y bienestar. Es necesario cuidar al cuidador familiar.

Hoy por hoy la enfermería universitaria, desde la perspectiva de rol ampliado, sin duda tiene un papel protagónico para las familias y sus cuidadores, para los sanos y los enfermos que constituyen el tejido social de nuestro país. Unamos fuerzas y apoyemos a los cuidadores familiares que, no siendo profesionales de la salud, afrontan y resuelven desde su interior, temas que implican la conservación de la vida.

*Facultad de Enfermería y Obstetricia

Fuente de la información e imagen:  https://unamglobal.unam.mx

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