EL DEBATE: ¿Todos somos «cyborgs»?

Natalia Fischetti

Black Mirror: Una mujer le habla a su conviviente, le hace preguntas del tipo: ¿qué sopa querés, de vegetales o de hongos?, ¿cómo querés el café, con o sin leche? Él la mira sin verla, la oye sin escucharla… Está enredado con su dispositivo móvil, enviando y recibiendo notificaciones en el ciberespacio. Ella se ocupa de la gestión de la vida cotidiana; él la acompaña desde alguna porción de su cuerpo, diseminado, enchufado a otros espacio-tiempos.

El hombre muere en un accidente automovilístico, y ella, embarazada y desesperada, se incorpora a una aplicación tecnológica del futuro (¿?) que permite recrear la letra, la voz y hasta el cuerpo del difunto desde la recuperación de innumerables intervenciones suyas en las redes virtuales. Y, por un tiempo, la simulación es casi mejor que el sujeto perecido. Está más conectado a ella, más receptivo, más compañero que aquel otro. Sin embargo, ella extraña pronto las ausencias, los dolores y las faltas del que ha muerto.

Brave New World: Sonó el reloj despertador de mi smart-phone temprano una mañana de éstas del invierno que se avecina, revisé mis whatsapp, prendí la radio y luego desperté a mi hijo, lo ayudé a vestirse y le preparé el desayuno. Lo llevé en el auto al jardín de infantes (sic). Los hacen formar afuera (a los infantes), “rezar” a la bandera, y después los saludan. Los niños gritaron enérgicamente: “bueeeenos diiiías señoritaaaa”. Entonces, la maestra dijo: “pero parece que han dormido enchufados”, y repitió un par de veces más, para mi malestar corporal: “Mamis, ¿los enchufan a la noche? Están muy enérgicos para ser tan temprano”. Me quedé incómoda pensando en mis propios enchufes. Aunque, intuyo, esos niños, incluido el mío, se expresaban así por los motivos contrarios: estaban sanos, bien dormidos y bien desayunados. Bien desenchufados.

“Un cyborg es un organismo cibernético, un híbrido de máquina y organismo, una criatura de realidad social y también de ficción” (p. 253), dice Donna Haraway y nos muestra tres rupturas que son continuidades entre: 1) lo humano y lo animal; 2) entre (organismos) animales-humanos y máquinas; y 3) lo físico y lo no-físico. En 1) se quiebra la dicotomía naturaleza-cultura dando lugar a bestialidades placenteras. Con 2) la cibernética nos inquieta ante lo vivas y autónomas que pueden ser las máquinas y lo “aterradoramente inertes” y autómatas que podemos ser los humanos. En 3) la omnipresencia de las máquinas modernas, fluidas e invisibles, evidencia a las personas como seres opacos y rígidos. La transgresión y la fusión de los límites y las fronteras produce y reproduce cyborgs: nuevos agentes híbridos de lo que Haraway llama política-ficción.

Mis preguntas son por la constitución/dislocación de las subjetividades/políticas en el marco de las relaciones sociales atravesadas por la ciencia y la tecnología. ¿Las nuevas formas de poder de las nuevas tecnologías reproduciendo viejas alienaciones? ¿Nuevas formas para renovadas versiones de la dominación capitalista? ¿Una nueva oportunidad de politización desde la ruptura identitaria? ¿O la víspera de la consumación del Mundo Feliz, desubjetivizado y despolitizado? ¿Cabe todavía, en este contexto, la pregunta por la subjetividad femenina?

Para Haraway no existe naturalmente el “ser” mujer, ni algo que defina la identidad de la “mujer”. Sólo puede haber afinidades. Y sin embargo, va en busca de una política revolucionaria del status quo, una política socialista y feminista que socave la dominación de los sistemas cibernéticos, de las políticas biotecnológicas. Afirma que: “La situación actual de las mujeres es su integración/explotación en un sistema mundial de producción/reproducción y de comunicación llamado informática de la dominación” (p. 279). Como lo había sido para Marx en el siglo XIX, y para Marcuse un par de décadas antes, la salida de la dominación se asienta, para Haraway, en la reinvención de las relaciones sociales de ciencia y tecnología, en un desmontaje y nuevo montaje y codificación del cyborg. Es una apuesta por una nueva escritura de los cuerpos. Nuevas acciones políticas urgentes para nuevos modos del poder científico tecnológico.

Las nuevas tecnologías de la comunicación erradican la “vida pública” y producen formas modernas de la “vida privada”. Enchufados a algún aparato móvil-demandante, apenas percibimos ya nuestras dispersiones de fragmentos en las redes, sonidos cacofónicos, imágenes estereotipadas, flashes. Entretenimiento e incomunicación de masas. Despolitización y desubjetivización. Sin escritura, lejos estamos de ser cyborgs rebeldes.

Dice Haraway, interpelante: “Una política feminista socialista adecuada debería dirigirse a las mujeres que ocupan las posiciones laborales privilegiadas, principalmente en la tecnología y en la producción científica, que construyen los discursos científico-técnicos, los procesos y los objetos” (p. 290).

Referencia bibliográfica

Haraway, D. (1985): “Manifiesto para cyborgs: ciencia, tecnología y feminismo socialista a finales del siglo XX”, en: Ciencia, cyborgs y mujeres. La reinvención de la naturaleza, 1991, Madrid, Cátedra.

Fuente del articulo: http://www.revistacts.net/elforo/624-el-debate-todos-somos-cyborgs

Fuente de la imagen: http://www.revistacts.net/images/cyborg2.jpg

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Armas transgénicas para extinguir especies

Por Silvia Ribeiro

Si se pudiera extinguir totalmente especies que una empresa o institución considere dañinas ¿estaría justificado hacerlo? ¿Quién lo decide? ¿Cómo afectará las cadenas alimentarias y los ecosistemas? El arma ya existe y aunque está en prototipo, su desarrollo ocurre a un ritmo vertiginoso, dejando muy atrás cualquier regulación de bioseguridad y consideraciones ecológicas, éticas, sociales o económicas de la gran mayoría.

Para poder avanzar con este enorme riesgo tecnológico, la industria biotecnológica ha cambiado de táctica. Unas pocas ONG internacionales promueven esta nueva biotecnología como medio de “conservación de la naturaleza”, que proponen usar para extinguir especies invasoras: ratones, insectos, malezas. Presentaron también una moción al Congreso mundial de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN) que se reúne del 1 al 10 de septiembre en Hawái, para adoptar la biología sintética como herramienta de conservación.

Frente a esto, 30 personalidades del ámbito científico, ambientalistas, abogados, líderes indígenas y otros, publicaron un llamado a poner un alto a estas propuestas y a la tecnología de “impulsores genéticos”. Entre los firmantes –que incluyen a Jane Goodall, David Suzuki, Vandana Shiva, Víctor Toledo, Alejandro Nadal- están las presidentes de la Unión de Científicos Comprometidos con la Sociedad, Elena Álvarez-Buylla, México y Angelika Hilbeck, Alemania, de la Red Europea de Científicos por la Responsabilidad Social y Ambiental (ENSSER).

La Dra. Hilbeck, entomóloga, señaló que “los impulsores genéticos son una tecnología que se propone exterminar especies. Aunque le pueda parecer a algún conservacionista profesional una “buena solución” para situaciones complejas, hay altos riesgos de consecuencias no intencionales, que podrían ser peores que el problema que tratan de resolver” (www.synbiowatch.org/gene-drives-iucn-pr).

Los “impulsores genéticos” o gene drives en inglés, se basan en una tecnología tan nueva que aún no existe traducción acordada. Es una construcción transgénica que “engaña” a la naturaleza para que las especies de reproducción sexual (plantas,insectos, animales, humanos), pasen forzosamente un gen foráneo a todas las generaciones posteriores.

Es una vía biotecnológica para destruir la ventaja desarrollada en la co-evolución de las especies en millones de años con la reproducción sexual. Normalmente, la progenie hereda 50 por ciento de la información genética de cada progenitor, lo que en generaciones posteriores facilita a los organismos eliminar genes que no son útiles o le son extraños. Con los impulsores genéticos, el constructo artificial  diseñado con tecnología CRISPR-Cas9, corta/inserta nuevas secuencias y elimina el gen correspondiente que aporta el otro progenitor, garantizando así que finalmente el gen introducido esté en toda la especie. (Más información en http://tinyurl.com/hp2gph5)

En caso de que sea una modificación para que la progenie sea de un sólo sexo, se extinguiría la especie. Esto es justamente lo que se propone el proyecto GBIRd (Genetic Biocontrol on Invasive Rodents), liderado por el grupo Island Conservation, que desarrollan roedores manipulados con impulsores genéticos para que sólo puedan procrear ratones machos. Pretenden liberarlos en 2020 en islas para eliminar a ratones que dañan a las aves. Otro proyecto que se quiere liberar en Hawai (del grupo Revive and Restore) son mosquitos con impulsores genéticos para extinguirlos por la misma vía, argumentando que trasmiten malaria aviar que afecta aves nativas. Esto a pesar de que las aves han comenzado a desarrollar resistencia natural a esa enfermedad.

El enfoque es estrecho y erróneo, porque no toca las causas, condiciones e interacciones en que desarrollan las supuestas especies “dañinas” y por tanto, seguirán surgiendo o serán reemplazadas por otras con la misma función. En el caso de GBIRd, se trata de manipular ratones comunes, por lo que la cascada de riesgos sobre la especie, sobre otros roedores emparentados y el papel que juegan en diferentes ecosistemas, es de una amplitud enorme e imposible de controlar. Esto no es muy distinto en el caso de los mosquitos; la eliminación de un tipo de mosquito –si fuera posible- abrirá paso a otros que se volverán vectores de enfermedad, quizá mucho más difíciles de controlar.

Por esta y otras razones, 71 gobiernos y 355 ONG que pertenecen a la IUCN, en lugar de apoyar el uso de biología sintética, votaron una enmienda a dicha moción, estableciendo una moratoria “de facto” dentro de IUCN al apoyo o respaldo a la investigación, experimentos de campo y uso de impulsores genéticos, hasta que se analicen en profundidad y evalúen sus impactos en la biodiversidad y otros aspectos. (http://tinyurl.com/hht8byo).

El uso de impulsores genéticos no sólo se piensa para conservación, las trasnacionales de agronegocios lo desarrollan como una vía para eliminar malezas, revertir resistencias de hierbas invasoras a los agrotóxicos de los cultivos transgénicos, para aumentar su uso. Que se dé más importancia mediática como instrumento para conservación o prevenir enfermedades, es también una manipulación para evitar que se asocien con el extendido rechazo global a los cultivos transgénicos.

Urge ampliar el debate sobre los usos, riesgos e impactos de la biología sintética y especialmente de los impulsores genéticos, sobre los que se debe establecer una estricta moratoria internacional que prevenga cualquier liberación. Para empezar, aquí puede agregar su firma a la carta mencionada http://tinyurl.com/jm4t6bg .

– Silvia Ribeiro, Investigadora del Grupo ETC – www.etcgroup.org

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http://www.alainet.org

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