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¿Qué pasa en Francia?

Por: Franklin González

El título de este artículo viene a cuento porque se piensa que en los países del primer mundo todo lo que pasa es bueno, siempre en nombre de la providencia.

Lo malo está asociado con el tercer mundo y por eso desde el gobierno de Francia se hacen afirmaciones sobre Venezuela y su presidente, que incluyen verdades y muchas Fake News.

Nosotros, desde Venezuela, haremos a continuación algunas consideraciones sobre lo que actualmente ocurre en el país galo.

Francia se ha caracterizado por ser históricamente noticia internacional. Impactó al mundo, cuando en 1789 tuvo lugar la revolución burguesa contra el anciano régimen. También lo fue cuando un movimiento insurreccional se levantó en París, puso en jaque los cimientos de la burguesía y gobernó esa ciudad entre el 18 de marzo y el 28 de mayo de 1871 con la primera experiencia socialista de autogestión. Fueron, para Carlos Marx, los «valientes hasta la locura» y «dispuestos a tomar el cielo por asalto».

Y el 3 de mayo de 1968 dio comienzo al movimiento conocido como mayo francés, que estremeció al mundo académico y en particular a las universidades de ese país con amplias repercusiones internacionales.

Charles de Gaulle tuvo que disolver el parlamento y adelantó las elecciones legislativas.

El 27/05 se firmaron los «acuerdos de Grenelle» que establecieron, entre otras medidas, un aumento salarial y la reducción de la jornada de trabajo.

El «mayo francés» dejó para la posteridad eslogan que hoy siguen retumbando en el imaginario de las protestas populares como: «Bajo los adoquines está la playa», «¡Haz el amor y no la guerra!» o «¡Prohibido prohibir!».

Hoy, el país galo es noticia, pero no sólo por el avance de los movimientos xenófobos y chovinista que allí pululan y por haber obtenido el triunfo del mundial de futbol este mismo año. También lo es por la información que circula sobre el movimiento formado de entre unas pocas personas de la Francia rural de clase media baja, que protestaba contra un nuevo impuesto ecológico sobre el combustible.

Ese movimiento lleva el nombre de lo que los automovilistas franceses deben llevar en sus vehículos, «chalecos amarillos» (Gilets Jaunes), y se ha transformado en un movimiento de muchos colores.

Las demandas también se han ampliado, incluso con la participación de estudiantes, que exigen cambios en los exámenes de la escuela secundaria francesa y los procedimientos de ingreso a la universidad.

Entre los manifestantes se encuentran anarquistas, grupos populistas antiinmigrantes y fascistas de núcleo duro. Participan allí obreros de fábricas, desempleados, trabajadores por cuenta propia, artesanos, jubilados, pensionados de provincias, personas de clases medias y jóvenes de la periferia de París y otras grandes ciudades, simpatizantes de izquierda y derecha. Incluso hay grupos en redes sociales que se hacen llamar «chalecos amarillos».

Algunos los llaman la «primavera francesa» o el movimiento de los «indignados» franceses.

Aunque se definen como un movimiento «transversal y sin cabezas visibles», sus «líderes» son una aficionada al acordeón (Jacline Mouraud, de 51 años), una vendedora de cosméticos (Priscillia Ludosky de 33 años) y un camionero (Eric Drouet de 33 años).

Los representantes de las «teorías conspirativas», como siempre, tocando la sensibilidad del «sentido común», están afirmando que la élite satánica está detrás de todos los acontecimientos de envergadura, y este es uno de ello.

La primera afirmación que nos surge es que este movimiento se armó y se viene articulando a través de las redes sociales, las cuales constituyen el principal vehículo de noticias e información y también un actor internacional de primera línea.

Al respecto, Umberto Eco, el gran filósofo y escritor italiano, en una colección de ensayos, titulado: Apocalípticos e integrados, publicados en 1964, describe las dos actitudes más comunes frente a la llamada «cultura de masas», ejemplificada, en esa década, en la televisión, la música grabada, la literatura comercial y los tebeos de Superman. De un lado, se encuentran los apocalípticos, que consideraban que la cultura de masas, promovida por los medios masivos de comunicación, era nociva y perjudicial para el adecuado desarrollo de la sociedad y, de otro, los integrados, quienes asumían que la cultura de masas era un paso adelante en el proceso de democratización de la sociedad.

Ante ambas actitudes, Eco asume una postura crítica y equidistante. En el caso de los apocalípticos por su concepción «elistesca» de la cultura y a los integrados por su aceptación acrítica y sin filtros de los defectos y problemas que esos cambios y avances generan.

Frente a esos dos relativismos, lo recomendable es analizar en profundidad y con rigor cualquier proceso de «masificación» de la sociedad, con la finalidad de entenderlos para rescatar y aprovechar sus aspectos positivos, pero también para encontrar fórmulas que permitan superar sus debilidades.

En pleno siglo XXI, estamos en presencia de nuevos avances tecnológicos, cuyas máximas expresiones lo son el internet y las redes sociales. Esta realidad ha generado casi la misma reacción que la descrita por Eco. Los apocalípticos de nuestros tiempos, demonizan esas nuevas formas de comunicación, y los actuales integrados, las celebran sin reflexión crítica y responsable.

Por tanto, hace falta trascender estos maniqueísmos. Digamos que la tecnología es inerte por sí misma, necesita de los humanos para poder desempeñar un uso. «Esta no es buena o mala en sí misma, está sujeta a la ética de los que la utilizan. Así pues, las TIC hacen que millones de personas puedan salvarse gracias a ciertos avances médicos pero al mismo tiempo da pie al cyberacoso y otras formas de degradación humana más siniestras» (Cantó A. G. y R. Carrió P., p. 15).

En este mundo prevalece la complejidad y se desarrolla con manipulación de emociones, a través de mentiras, en donde los hechos y la realidad no cuentan porque no se usan los argumentos para convencer, sino las emociones de los ciudadanos. Predominan la posverdad, esto es, el arraigo de creencias y convicciones, basadas en la emoción, que no logran ser refutadas por la evidencia y los hechos objetivos. La gente se obstina en creer algo que no es cierto y por lo general se acompañan de grupos que comparten y refuerzan sus sentimientos; lo hacen en forma militante y fervorosa; y justifican sus actuaciones como reacciones legítimas contra poderosas fuerzas que consideran hostiles.

El movimiento de los «chalecos amarillos» debe inscribirse en la realidad de un mundo complejo como el que se desarrolla en estos tiempos. Las redes sociales han sido el medio o instrumento utilizado para el desarrollo de las protestas parisinas.

Francia, «por muy exquisita que sea», no podía escapar a esa realidad y el movimiento en cuestión» tiene en la picota al gobierno de ese país.

La desesperación gubernamental comenzó a hacer presencia y el 7/12/2018, los medios de comunicación internacional informaron que autoridades policiales francesas obligaron a los menores a arrodillarse, con las manos en la nuca e incluso hubo algunos jóvenes, entre 14 y 18 años de edad, esposados de cara a un muro.

Ese se convirtió en noticia que se difundió por las redes sociales y defensores de los derechos humanos calificaron este hecho de «horrendo, inadmisible y propio de una dictadura militar».

El Presidente francés Emmanuel Macron, obligado por las circunstancias, dijo el lunes 10 de diciembre, que: «La cólera que hoy se expresa es justa en muchos aspectos» y anunció algunas medidas, entre las cuales se encuentra, la subida del salario mínimo de cien euros, hacer exenciones de impuestos y contribuciones sociales de las horas extra. También que pedirá a los empresarios el pago a los trabajadores de una prima de fin de año libre de impuestos. Y el impuesto para financiar la protección social se verá reducida para los jubilados que cobran menos de 2.000 euros al mes.

Con anterioridad, este movimiento había logrado que el gobierno francés anunciara que la medida de aumento de los impuestos de los carburantes se cancelaba, incluso se eliminó de la ley de presupuesto para 2019.

Pero este presidente, que se hace esos anuncios, en lo que algunos analistas consideran su peor crisis institucional desde que llegara al poder en Francia hace menos de dos años, es el mismo que se ha referido a los ciudadanos que han perdido la esperanza en su gestión gubernamental como «los que no son nada», los «vagos» o «los galos refractarios a las reformas».

De hecho, pese estos anuncios, nada asegura que este movimiento se desactive. La popularidad de Macron está en picada y difícilmente levante vuelo con estas medidas. Se afirma con mucha insistencia que el rechazo hacia el presidente francés es visceral y su dimisión es una opción que cada vez ganas más adeptos.

Unos de los líderes de los «chalecos amarillos», el camionero, ya mencionado, Eric Drouet,

ha dicho con firmeza: «Y si llegamos, entramos», refiriéndose al Palacio del Elíseo, sede del gobierno francés.

La historia puede repetirse, porque cuando el río suena, piedras trae.

No sólo en el tercer mundo pasan cosas, también pasan en el primer mundo.

Fuente: https://www.aporrea.org/internacionales/a272984.html

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Venezuela. ¿Laboratorio de posverdades, en la era de las redes sociales?

Autor: Franklin González

En estas reflexiones abordaremos tres aspectos.

1. ¿De qué hablamos cuando se hace referencia a la posverdad?

2. ¿Qué se entiende como era de las redes sociales?

3. Las evidencias sobre el desarrollo de la posverdad en Venezuela.

1. La posverdad.

Para el diccionario Oxford: La posverdad, convertida en la palabra del año 2016, es el fenómeno que se produce cuando: «los hechos objetivos tienen menos influencia en definir la opinión pública que los que apelan a la emoción y a las creencias personales».

Para el diccionario (2018) de la real academia española, seria: «distorsión deliberada de una realidad que manipula creencias y emociones con el fin de influir en la opinión pública y en actitudes sociales».

La posverdad se refiere al arraigo de creencias y convicciones, basadas en la emoción, que no son refutadas por la evidencia y los hechos objetivos

En el mundo de hoy predomina la posverdad por:

1. El ambiente de polarización entre visiones extremas del espectro político, económico y social. En el mundo occidental existen dos modelos (¿y dos verdades?) que se contraponen y que tienen consecuencias diferenciadas para los pueblos. De un lado, el modelo de la exclusión, de la negación de la otredad en los términos planteados por el filósofo francés Jean Paul Sartre o el poeta mexicano Octavio Paz, representado en el «individuo ficticio», amante del ego cartesiano y cuya manifestación económica se expresa en el neoliberalismo. De otro, el modelo de la inclusión, representado en el «individuo colectivo» o en el respeto por el otro (la alteridad del filósofo lituano-francés Emmanuel Lévinas) y cuya expresión económica se encuentra en propuestas postcapitalistas, socialistas o de defensa de la Pachamama.

2) La presencia de las redes sociales, que se han convertido en el principal medio o instrumento de (des) información o comunicación del mundo y que permiten que verdades a medias, rumores, chismes, alcancen a millones de personas y pasen, a punta de repetición, a convertirse en firmes convicciones, a pesar de que carecen de verificación o comprobación; y

3) La creciente debilidad de los medios tradicionales de comunicación en el ejercicio de su tarea de «formar (o no formar) y orientar (o desorientar) a la opinión pública», entre otras razones porque estos utilizan con mucha frecuencia la posverdad.

Las redes sociales han allanado el camino a aquellos que se dedican a fabricar noticias falsas (fake news). Mentiras perfectamente diseñadas para el vistazo rápido y poco crítico con el que se ojea la noticia, construidas con precisión quirúrgica y con mucha anestesia. Mentiras hechas a nuestra medida. Por tanto, el éxito de la posverdad está en nuestra predisposición a aceptar lo que ansiamos creer porque confirma nuestro punto de vista.

En definitiva, la posverdad es inescindible del uso masificado de los medios de difusión. No sería posible fabricar una posverdad sin introducirla a la «fuerza» en las mentes de espectadores despojados de toda defensa por efecto de la ignorancia y la desinformación. Al respecto, recordemos la frase de Simón Bolívar en el Congreso de Angostura: «Por el engaño se nos ha dominado más que por la fuerza».

La presencia de la posverdad prevalezca por encima de la realidad-verdad

2. ¿Qué son las redes sociales?

Son quizás el máximo medio o instrumento de la tecnología y la información.

Para el periodista español Ignacio Ramonet:

El ciberespacio se ha convertido en una especie de quinto elemento. El filósofo griego Empédocles sostenía que nuestro mundo estaba formado por una combinación de cuatro elementos: tierra, aire, agua y fuego. Pero el surgimiento de internet, con su misterioso «interespacio» superpuesto al nuestro, formado por miles de millones de intercambios digitales de todo tipo, por su roaming, su streaming y su clouding, ha engendrado un nuevo universo, en cierto modo cuántico, que viene a completar la realidad de nuestro mundo contemporáneo como si fuera un auténtico quinto elemento.

El mismo Ramonet afirma: «La generalización del acceso a internet y la universalización del uso de las nuevas tecnologías están permitiendo a la ciudadanía alcanzar altas cuotas de libertad y desafiar a sus representantes políticos. Pero, a la vez, estas mismas herramientas electrónicas proporcionan a los gobiernos (…) una capacidad sin precedentes para vigilar a sus ciudadanos».

El escritor y filósofo italiano Umberto Eco nos dice: «Las redes sociales le dan el derecho de hablar a legiones de idiotas que primero hablaban sólo en el bar después de un vaso de vino, sin dañar a la comunidad. Ellos rápidamente eran silenciados, pero ahora tienen el mismo derecho a hablar que un premio Nobel. Es la invasión de los imbéciles».

El filósofo polaco Zygmunt Bauman dirá:

Las redes sociales no enseñan a dialogar porque es tan fácil evitar la controversia… Mucha gente usa las redes sociales no para unir, no para ampliar sus horizontes, sino al contrario, para encerrarse en lo que llamo zonas de confort, donde el único sonido que oyen es el eco de su voz, donde lo único que ven son los reflejos de su propia cara. Las redes son muy útiles, dan servicios muy placenteros, pero son una trampa.

El escritor portugués Boaventura de Sousa, afirma:

Esta es una de las contradicciones de nuestro tiempo. Nosotros saludamos a las redes sociales y a internet como plataformas, como una forma de democratización del conocimiento y de la información. Pero en tiempos recientes, en el régimen de la posverdad, las redes sociales y el internet son utilizados para manipular la opinión pública con base en una cosa que es difícil de entender para una persona no técnica.

La era de las redes sociales se desarrolla dentro de lo que Gilles Deleuze llamó las sociedades de control, esto es, sociedades en las cuales predomina la biopolítica (regulación de la especie), las redes flexibles y fluctuantes; donde las relaciones de poder están arraigadas por las innovaciones tecnocientíficas y tienden a envolver todo el cuerpo social sin dejar prácticamente nada fuera de control. En este tipo de sociedad predomina el «síndrome» del dinamismo, la prisa, la creatividad, el desapego (no quedarnos quietos), etc., que se suman a los valores de realización personal, privilegio dado a la felicidad, libertad sexual y afectiva.

Las redes sociales generan los típicos maniqueísmos entre quienes la defienden a ultranza («histeria protecnológica», en términos del profesor alemán Peter Sloterdijk) y los que la consideran como algo diabólico y causante de todos los males («histeria antitecnológica»). «La tecnología es inerte por sí misma, necesita de los humanos para poder desempeñar un uso. Por lo tanto, la tecnología no es buena o mala en sí misma, está sujeta a la moralidad de los que la utilizan. (El individual colectivo: Un ensayo sobre el individualismo en las sociedades posmodernas. De Antonio Cantó Gómez y Rafael Carrió Pérez, 2017).

Pero las redes sociales también son, hoy por hoy, quizás el actor internacional más importante, porque a través de las ellas se han producido muchos cambios políticos y golpes de estados. Verbi gracias, las «revoluciones de colores» en ciertos países ex-soviéticos (revolución de las rosas en Georgia en 2003, la revolución naranja en Ucrania en 2004 y la revolución de los limones o tulipanes en Kirguistán en 2005) y la «primavera árabe» en 2010. Los indignados, de donde surgió el partido Podemos español, también fueron expresión de ellas. Venezuela y Nicaragua son «caldo de cultivo» en las actuales circunstancias.

Los formatos son casi idénticos. El «teórico» de los «golpes de acción no violenta», Gene Sharp, los plantea en sus textos: De la Dictadura a la Democracia y Métodos de Acción No Violenta.

En el documento titulado: Plan para acabar con la dictadura de Venezuelael «Golpe Maestro» (Masterstroke), emitido en febrero de este año y cuya autoría se atribuye al Jefe del Comando Sur, el almirante Kurt Walter Tidd, se hace explícita referencia a la importancia de las redes sociales para alcanzar los propósitos buscados. En este sentido se plantea: «aumentar dentro del país, a través de los medios de comunicación locales y extranjeros, la diseminación de mensajes diseñados y basados en testimonios y publicaciones originados en el país mismo, haciendo uso de todas las capacidades posibles, incluidas las redes sociales». Asimismo se sostiene que debe llamarse «a través de los medios de comunicación a la necesidad de poner fin a esa situación porque es en esencia insostenible».

Por tanto, las redes sociales son uno de los principales actores internacionales, con una eficiencia de importancia mayor, al crear subjetividades y estar enraizadas en lo cotidiano, en la familia, el internet, el wifi, el celular, por tanto, perturba lo privado, invade lo individual, forma parte de la vida cotidiana, segundo a segundo.

3. Evidencias

El éxito de la posverdad está en nuestra predisposición a aceptar todo aquello que confirme nuestras opiniones. La realidad es compleja y muchas veces difícil de aceptar. Se piensa que la mentira es más fácil de digerir.

Las fake news, son noticias falsas o bulos, fenómenos que han existido siempre, pero hoy se ven potenciado por las TICS y las redes sociales que permiten una veloz propagación a grandes masas de población, antes de que puedan ser desmentidas. El papa Francisco fustigó en enero de este año las noticias falsas, fenómeno actual que remontó a los tiempos bíblicos del Génesis, cuando la serpiente engañó a Eva.

La eficacia de las fake news se debe, en primer lugar a su naturaleza mimética, es decir, a su capacidad de aparecer como plausible.

En segundo lugar, estas noticias, falsas pero verosímiles, son capciosas y hábiles para capturar la atención de los destinatarios poniendo el acento en estereotipos y prejuicios, y se apoyan en emociones fáciles de suscitar, como el ansia, el desprecio, la rabia y la frustración.

Son informaciones infundadas, basadas en datos inexistentes o distorsionados, que tienen como finalidad engañar o incluso manipular al lector para alcanzar determinados objetivos, influenciar las decisiones políticas u obtener ganancias económicas

Las noticias falsas dan a la posverdad un rango de importancia capital, lo que significa que la opinión pública se forma sobre la base de la imposición de las emociones o las creencias personales de sus promotores más que por los hechos objetivos.

Podemos afirmar que en el mundo la información que circula sobre la revolución bolivariana y su gobierno, es la que se basa en la fake news y la posverdad, y quienes la asumen lo hacen como su realidad, su verdad, con absoluta propiedad, sin asociarla para nada con mentiras.

Ahora pasemos a los ejemplos.

Entre abril y julio de 2017 se desarrollaron las protestas violentas de la oposición venezolana, que dejaron más de 100 muertos, más de mil heridos y millonarios daños en bienes públicos y privados. También ocurrieron crímenes, como la quema de personas por razones ideológicas. Esas protestas tuvieron lugar en sólo 13 lugares del territorio venezolano, donde es gobierno la oposición. Pero: ¿Qué se difundió por el mundo? Que eran protestas masivas y nacionales, y así quedó arraigado en el imaginario colectivo de los que recibieron estas noticias por las redes sociales.

El sábado 13 de enero de 2018, en Calabozo, estado Guárico, ocurrieron una serie de eventos irregulares por la situación de escasez de comida y medicinas que se vive en ese estado. Lo que se difundió por las redes sociales fue que numerosos abastos y comercios de las zonas populares de Calabozo y de Venezuela fueron saqueados por sus habitantes en el afán de tener que comer y por ello hubo el sobre vuelo de helicópteros de la Guardia Nacional Bolivariana tratando de controlar la situación que a medida que pasaban las horas recrudecía más. Asi quedó registrado mundialmente.

El fin de semana del 7 y 8 de abril de este año circuló por las redes sociales la siguiente información: el presidente Nicolás Maduro decretó que a partir de ese momento no se laboraría los viernes en la administración pública. Fue una fake news con posverdad incluida, es decir, una falsa noticia, con la convicción de que eso era verdad (posverdad). Eso lo hicieron tanto partidarios del gobierno como opositores.

La verdad fue que el presidente Nicolás Maduro, el 07 de abril de 2016, anunció un conjunto de medidas dirigidas a enfrentar los efectos de la baja en la cota del Gurí y su incidencia en la generación eléctrica. Una de estas medidas era que entes de la administración pública, gobernaciones y alcaldías inclusive, no laborarían durante los viernes de abril y mayo de ese año.

Se dice y repite hasta el cansancio que el presidente Nicolás Maduro es un dictador. Esa es la estrategia que ha diseñado el gobierno actual de Estados Unidos en contubernio con el Grupo de Lima (Argentina, Brasil, Canadá, Chile, Colombia, Costa Rica, Guatemala, Honduras, México, Panamá, Paraguay y Perú), que gente de buena voluntad, en Venezuela y el mundo, termina creyéndolo, cuando resulta que, curiosamente, la oposición tiene todos los espacios a disposición para la protesta, incluyendo alcaldías y regiones bajo su control político, los medios critican libremente al presidente. Se trata de la misma táctica, según el escritor español Juan Carlos Monedero, que construyó durante la guerra fría el «peligro comunista». Ante ello una solo pregunta: ¿Qué pasaría en otro país de esos que acusan a Maduro de dictador, si un grupo quemase centros de salud, quemase escuelas, disparara contra el tribunal supremo, asaltara cuarteles, contratara a «lumpenproletarios» para sembrar el terror, impidiese con formas de lucha callejera el tránsito e, incluso, quemase vivas a personas por pensar diferente?.

El día 9/5/2018, circuló la siguiente información:

El Banco Venezuela pasará a ser unos de los bancos más sólidos de Latinoamérica, mientras se concreta la compra de Banesco que se hará efectiva en los próximos meses, para eso Venezuela está pidiendo el préstamo a Brasil, los demás bancos tendrán que adherirse a la nueva política bancaria socialista del Estado, de lo contrario serán expropiados, entre las políticas que estarán decretando:

1) Las cuentas con saldos mayores a 10.000 bs.f serán congeladas y el titular tendrá que justificar por escrito a Cadivi algún retiro que requiera hacer.

2) Serán deducidos de todas las cuentas el 1.5% mensualmente, esto para crear un fondo de ayuda a las misiones.

3) Para cuentas con saldos mayores a 20.000 bs.f, habrá un impuesto al derecho bancario que oscilará entre 12% y 14% del monto de cada transacción, igualmente esto será destinado a las misiones.

4) El primer banco estatal del país cambiará de nombre, de Banco de Venezuela (+Banesco) ahora se llamará Banco Socialista de Venezuela.

5) Anualmente cada titular de una cuenta corriente o de ahorro, deberá aportar el equivalente a entre 10 bs.f y 15 bs.f mensuales, ayudar a las comunidades más pobres de Cuba y otros países pobres.

Eso causó alarma y fue difundido por las redes sociales tanto por chavistas como por partidarios de la oposición.

El 23-05-2018 por las redes sociales se difundió la información de que el presidente electo Nicolás Maduro se habría reunido con el presidente del TSJ, Maikel Moreno, para que le permitiera juramentarse lo más pronto posible y no tener que esperar hasta el 10 de enero de 2018. Esto lo habría solicitado, supuestamente, para poder poner en ejecución su «nuevo plan de gobierno». El TSJ le habría dado el visto bueno al adelanto de la juramentación

Asimismo, se difundía un gabinete de guerra que sería presentado por el presidente Nicolás Maduro durante su juramentación, el cual sería: Aristóbulo Istúriz: Ministro de Educación Universitaria, Básica, Media y Diversificada; Jorge Rodríguez: Vicepresidente de Servicios de Salud; Diosdado Cabello: Vicepresidente Ejecutivo; Ali Rodríguez Araque: Presidente de Pdvsa; Manuel Fernández: Vicepresidente de Servicios Públicos (agua, electricidad, telecomunicaciones); Pascualina Cursio: Ministra de Economía; Remigio Ceballos: Ministro de Estado frente de guerra occidental; María Alejandra Díaz: Ministra de Comercio; Tony Boza: Presidente del BCV; Juan Valdez: Presidente del Seniat; Ernesto Villegas: Ministro de Comunicación; Freddy Bernal: Ministro de Interior; Jorge Arreaza: Ministro de Relaciones Exteriores; Suárez Chourio: Ministro de la Defensa; Gabriela Jiménez: Ministra de Agricultura.

Esa posverdad circuló por el mundo, asi se registró y hubo una competencia por saber quién la difundió más: los chavistas o los opositores.

Estamos en presencia de una guerra no convencional, de cuarta y quinta generación, en la cual, según Michael Hardt y Antonio Negrin en su texto Imperio: «El poder se ejerce ahora a través de máquinas que organizan directamente los cerebros (en los sistemas de comunicación, las redes de información) y los cuerpos (en los sistemas de asistencia social, las actividades controladas) con el propósito de llevarlos hacia un estado autónomo de alienación, de enajenación del sentido de la vida y del deseo de creatividad».

De allí, que la alerta es máxima. Ante la sociedad de control hace falta la resistencia foucaultiana, es decir, la posibilidad de generar relaciones de poder en las que cada sujeto mantenga el mayor grado posible de libertad, sobre todo porque, como afirma el profesor de la Universidad estatal de Moscú, Iván Zasurski: «Vivimos en tiempos en los que a muchos no les cuesta nada falsificar la información. Por eso cada uno tiene que pensar con su propia cabeza y aprender a discernir. Hoy día es imposible creer en lo que ves. Internet se ha convertido en una parte importante de los conflictos bélicos. La guerra informativa va acompañada de la guerra real».

Fuente: https://www.aporrea.org/tecno/a266447.html

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