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Desarrollar la inteligencia sexual

09 de agosto de 2017 / Fuente: https://compartirpalabramaestra.org

Por: Luz Amparo Martínez

Más que conocimientos, son competencias y habilidades para la vida

Según cifras de Unesco el mundo de hoy tiene la generación más grande de gente joven menor de 25 años de la historia, 43% de la población mundial. La mayoría de estos jóvenes se concentra en los países en desarrollo, en condiciones de pobreza, con derechos, oportunidades y opciones restringidas, así como con un acceso inadecuado a una educación de calidad, servicios de salud y empleo.

Esto representa un enorme desafío para los sectores de salud y educación dado que el 45% de las nuevas infecciones de VIH se producen en la población entre 15 y 24 años de edad, y el 11% de los nacimientos corresponde a madres adolescentes entre quienes la tasa de mortalidad materna es más alta que entre mujeres mayores.

En una interesante publicación de Unesco  Educación Integral de la Sexualidad: Conceptos, Enfoques y Competencias el organismo señala que así como se considera fundamental la enseñanza de las matemáticas, las ciencias y el lenguaje, la educación de la  sexualidad debería ser pensada como una competencia básica en tanto “la sexualidad nos define como personas, forma parte de nuestro desarrollo y expresión a lo largo de nuestro ciclo vital y las decisiones que tomamos en este campo nos marcan para toda la vida”.

El documento se adentra y profundiza en las diversas configuraciones y enfoques de la educación de la sexualidad desde la perspectiva de derechos, de género, de masculinidad, diversidad sexual, violencia en el ámbito escolar, acoso escolar o bullying, adolescentes y jóvenes embarazadas, discapacidad, edad, interculturalidad, jóvenes indígenas, niños, jóvenes y docentes que viven con el VIH, y de valores, para mostrar la complejidad e importancia de un currículo integral de la educación en sexualidad que incluya todas estos matices puesto que como lo manifiesta el escrito “se han conocido muchos casos de países en que los programas científicos de educación sexual, que han sido previamente diseñados y aprobados, no llegan nunca a aplicarse debido a la indebida influencia de las iglesias, lo cual resulta preocupante”.

Al referirse a las competencias a fortalecer en el marco de la educación en la sexualidad, plantea la importancia de desarrollar la inteligencia sexual que implica:

  • “Aprender a conocer sus gustos e intereses, lo que es agradable o no para sí mismo(a), disfrutando de la expresión placentera de su sexualidad.
  • Aprender a identificar y expresar emociones y sentimientos en el contexto de las relaciones sexo-afectivas.
  • Aumentar la capacidad de integrar conocimientos, actitudes y prácticas para mejorar su vivencia de la sexualidad de acuerdo a su etapa de vida y en un marco de ejercicio de derechos.
  • Capacidad para identificar situaciones de riesgo, dolor, preocupación o enfermedad, tomando decisiones y actuando proactivamente para resolverlas”.

Ahora, no todos los docentes están obligados a enseñar sobre el tema, pero quienes lo hagan deben reunir un perfil mínimo necesario según Unesco:

“se conocen a sí mismos y se sienten cómodos con su propia sexualidad, tienen un amplio manejo de los conceptos relacionados al tema (los comprenden y los utilizan en el contexto adecuado), son capaces de dar información sin emitir juicios de valor, ofreciendo espacios para que las y los niños y jóvenes desarrollen sus propias opiniones; reconocen la importancia e involucran a los diferente actores involucrados en la educación de la sexualidad; conocen y promueven los derechos sexuales y/o reproductivos de las personas en un marco general de derechos, se actualizan permanentemente, son confiables, ofrecen confidencialidad a las preguntas e inquietudes de las y los participantes en sus actividades educativas, son capaces de generar espacios seguros, libres de discriminación e inclusivos (practicando con el ejemplo); tienen empatía y capacidades de comunicación para generar un entorno participativo de aprendizaje; son capaces de reconocer sus propias limitaciones y buscar apoyo cuando un tema les sea difícil de abordar, entre otras”.

De la lectura de éste documento queda la convicción de que la educación de la sexualidad se debe garantizar a lo largo de toda la vida y debe estar relacionada con la igualdad de género, los derechos humanos y la salud. Y que si es impartida oportunamente garantizará a los niños y jóvenes de hoy una adultez saludable donde prevalezca la autoconfianza, el respeto por sí mismo y por los demás, el rechazo a la violencia, el ejercicio informado de sus obligaciones y el goce de sus derechos humanos.

Fuente artículo: https://compartirpalabramaestra.org/blog/desarrollar-la-inteligencia-sexual

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La educación privada afecta la equidad

02 de agosto de 2017 / Fuente: https://compartirpalabramaestra.org

Por: Luz Amparo Martínez

La disyuntiva entre educación pública y privada en Colombia simboliza la fragilidad de una educación de calidad para todos.

Los impulsores de las políticas de privatización de la educación, año 1955, apuntaban a la reconversión de los sistemas escolares estatales en sistemas de oferta privada en un entorno competitivo. Sin embargo, en la práctica, la privatización se ha manifestado más bien en la constitución de sistemas educativos híbridos en los que el sector público y el privado interaccionan y se distribuyen responsabilidades de forma compleja y a veces contradictoria.

En el mundo existen actualmente diversas iniciativas de privatización, por nombrar solo algunas están las escuelas charter norteamericanas o los colegios en concesión en Colombia (instituciones públicas gestionadas por entidades privadas con financiamiento estatal); vouchers (bonos educativos  que se trasladan a las familias para que elijan la escuela privada o pública que mejor se adapte a sus necesidades); subvenciones, convenios, contratación externa, de escuelas privadas por parte de los gobiernos (como las escuelas públicas de gestión privada en Argentina o las escuelas concertadas en España o los colegios por convenio en Colombia), entre otras.

Un reciente estudio de la Universidad Autónoma de Barcelona La privatización educativa en América Latina identifica trayectorias muy distintas de los procesos de privatización en los países, que responden a causas y orígenes diversos.

El caso colombiano dice el estudio, obedece a la adopción de cambios más bien graduales que se originaron a nivel regional o distrital y que luego se diseminaron a escala nacional. “No obstante, la acumulación de dichos cambios parciales acaba por alterar significativamente la constitución y la gobernanza del sistema de educación pública”.

Y es que la legislación colombiana considera simultáneamente la educación como un derecho y como un servicio, permite que la gratuidad de la educación sea compatible con “el cobro de derechos académicos (sólo) a quienes puedan sufragarlos” (Art. 67, Ley General de Educación). Esto ha sido muy criticado por organismos internacionales como Naciones Unidas o el mismo Banco Mundial.

La investigación académica de las últimas décadas muestra con mucha más frecuencia efectos negativos que positivos de la privatización educativa, especialmente en relación con  aspectos como la equidad educativa, la inclusión y la diversidad en la composición de las escuelas.

Sin embargo, el Estado asume la obligación de cofinanciar los costos de las familias que matriculen a sus hijos en el sector privado, en caso de escasez de oferta pública, a través de subsidios a establecimientos privados con carácter solidario, comunitario, cooperativo, y sin ánimo de lucro (Art. 103 y 181).

En Colombia, las principales formas de sub-contratación son los colegios en concesión y los colegios en convenio. En el año 2014, según el estudio, el sector privado representaba el 18,7% de la matrícula en primaria y el 20,3% en secundaria, aunque estas cifras son mucho más elevadas para las áreas rurales.

A esta información de niveles altos de privatización, se suma otra problemática y es, en general, la mala calidad de los colegios que atienden a la población de estratos económicos pobres. No en vano este tipo de contratos se han venido restringiendo recientemente en ciudades como Bogotá. Datos de 2016 de la Secretaría de Educación de Bogotá muestran que en el año 2011 los colegios en convenio matriculaban a 127.178 estudiantes, y en el año 2015 únicamente a 49.474.

Desde luego hay excepciones como es el caso de los Colegios de la Fundación Compartir, administrados desde 1997 en convenio con la Secretaría de Educación de Bogotá, con resultados reconocidos por el gobierno distrital, las familias y sus más de 5.800 egresados, de los cuales el 65% ha ingresado a la educación superior a adelantar carreras como medicina, ingenierías, economía, antropología, diseño industrial, microbiología, en muchos casos con becas en la Universidad de Los Andes, el Rosario o Ser Pilo Paga; esta es una demostración de la pertinencia y calidad del modelo educativo Compartir.

No hay duda que las políticas de privatización suelen generar fuertes controversias sociales y políticas en todos los países. Es más, la misma OCDE en un Documento de Trabajo en 2010 advirtió que “dichas políticas promueven mayores niveles de segregación escolar y de desigualdad educativa, mientras que los efectos sobre las mejoras en el aprendizaje no son para nada significativos”.

Sus defensores insisten en que es una vía para ampliar la libertad de elección de las familias, tornar más eficiente el sistema educativo, o incluso incrementar la equidad en educación.  Sus detractores, sostienen que es un desafío a la concepción de la educación como un derecho humano y un bien social.

Pero quizás lo más interesante es lo que dice la investigación académica de las últimas décadas; muestra con mucha más frecuencia efectos negativos que positivos de la privatización educativa, especialmente en relación con  aspectos como la equidad educativa, la inclusión y la diversidad en la composición de las escuelas.

En definitiva, no han sido demostrados los supuestos beneficios de la privatización educativa en términos de eficiencia y mejoras en el rendimiento educativo y más bien pone de relieve que la privatización tiende a socavar la equidad educativa y la función de cohesión social que debería desempeñar la escuela, en la medida que amplía las brechas educativas entre los más ricos y los más pobres y en ese sentido, las desigualdades aumentan.

Ahora, mientras las políticas públicas demuestren una verdadera comprensión del fenómeno de la privatización y de cómo esta afecta, o no, a la equidad, la Fundación Compartir seguirá en la búsqueda de fuentes de financiación que le permitan seguir prestando un servicio educativo de calidad para seguir beneficiando a muchas más familias, niños y jóvenes del país que puedan desenvolverse con éxito en la educación superior o en el mercado laboral.

Fuente artículo: https://compartirpalabramaestra.org/columnas/la-educacion-privada-afecta-la-equidad

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Educación de calidad en la sociedad del Siglo XXI

31 de mayo de 2017 / Fuente: https://compartirpalabramaestra.org

Por: Luz Amparo Martínez

Un gran paso es integrar asignaturas y trabajar por proyectos.

Hoy, como repetidamente lo menciona Andreas Schleicher de la OCDE, el éxito educativo ya no se asocia con la reproducción de contenidos sino con la capacidad de poder hacer algo significativo con lo que sabemos. De ahí que indudablemente se requiere dar un giro fuerte y decidido en el qué y cómo aprendemos.

Las demandas que plantea la sociedad del Siglo XXI son desafiantes: contar con mayor capacidad de enfrentar la complejidad, resolver problemas que aún no conocemos, contar con ciudadanos éticos y sensibles a la diversidad. Si las políticas, objetivos y currículos educativos no se orientan y aplican en las instituciones educativas con miras a fortalecer las capacidades de los maestros para que ayuden a que los estudiantes desarrollen competencias cognitivas sociales y emocionales, difícilmente se estará respondiendo a aquello que la sociedad reclama y que a los jóvenes les sea útil para la vida y para trabajar.

Un gran paso es integrar asignaturas lo que implica establecer estrategias didácticas que pongan en articulación saberes o materias que estén relacionadas entre sí para lograr un nivel máximo de integración del conocimiento.

De ahí que indudablemente se requiere dar un giro fuerte y decidido en el qué y cómo aprendemos.

Otro es, aplicar la metodología del aprendizaje basado en proyectos, ampliamente documentada por su eficacia para hacer del proceso de aprendizaje, un proceso aplicado, con sentido para el estudiante, que exige entender y analizar  el entorno, buscar soluciones creativas a los problemas planteados y paralelamente ir aprendiendo e incorporando contenidos clave.

En Colombia coexisten experiencias de éxito de colegios que están gestionando aprendizajes basados en éste modelo (Colegio Los Alcaparros), que podrían propiciar y animar un amplio debate para su incorporación en la política pública.

Ahora, el camino hacia una educación de calidad en la sociedad del siglo XXI requiere tomar un poco de distancia de las mediciones actuales de calidad educativa y buscar nuevas formas de evaluación más alineadas con los desafíos señalados; igualmente impulsar el trabajo de los colectivos o redes de docentes de distintas asignaturas, para romper con el aislamiento y la compartamentalización del conocimiento  en la cultura escolar de hoy.

Avanzar en esta dirección es clave para nuestros niños y jóvenes.

Fuente artículo: https://compartirpalabramaestra.org/columnas/educacion-de-calidad-en-la-sociedad-del-siglo-xxi

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