La raza como pedagogía de la crueldad

Contrario a lo que muchos pensadores y pensadoras opinan, no creo que la crueldad racial se resuelva con talleres escolares sobre la inclusión, la diferencia o la interculturalidad o se solucione con eventos episódicos sobre lo afro.

Maria Isabel Mena

¿Qué tienen en común las columnas que publiqué sobre el «golero«, «fabuloso» y demás alegorías a que las personas negras son incompletas, rudas, faltas de elegancia o disciplina? El común denominador es que muchas de esas imágenes fueron construidas por la pedagogía escolar.

La pedagogía tiene el nivel de una disciplina académica, es un saber que se ocupa de métodos, procedimientos y técnicas para enseñar un asunto específico. A quienes se dedican por vocación a este oficio se les llama pedagogos.

Y quienes están en el campo de la pedagogía sin que enseñar sea su proyecto de vida son profesionales frustrados, a pesar de que en Colombia sea lícito que un profesional se emplee dictando clases en un colegio. Porque desarrollar esa labor no le habilita como pedagogo, ese no fue su proyecto de vida.

La funesta reforma educativa legisló que cualquier profesional que no encuentre oportunidad en el mercado laboral, puedeescampar en el sistema educativo. Es así de básico.

Sin embargo, existe un movimiento pedagógico que exalta la labor del docente, del profesional comprometido con la infancia, que no llegó a este sector sólo por ganar unos pesitos, si no a quien realmente el oficio de enseñar le atraviesa la vida entera.

Quiero honrar públicamente a los profes de Colombia y especialmente a la red de maestras Elegguá quienes en Bogotá se juntan para visibilizar la implementación de la Cátedra de Estudios Afrocolombianos en la escuela.

En el proceso de ser maestro existe una pedagogía de los derechos humanos, una pedagogía para enseñar el cine, una pedagogía artística, una pedagogía para  la etnoeducación, para las matemáticas, para lectura y escritura, y para cuantos campos de conocimiento existen.

En Colombia no se discute una pedagogía antirracista, cuyos principios orientadores serían la base para confrontar abiertamente la crueldad racial. Suspicazmente, la raza o el color de la piel, silencian la pedagogía de la opresión racial. Pero a la educación no le gusta escuchar que algo muy extraño pasa en las aulas de clase.

A la escuela colombiana le gusta que se pregone que todas lasrazas o colores de piel son iguales ante Dios y ante la ley y le encanta el mito romántico que todos los tonos que asisten a la institución educativa viven en paz y armonía. Si es así, entonces me pregunto: ¿de dónde salen la cantidad de denuncias, quejas e inconformidades de las personas negras frente a sus hijos en las escuelas?, ¿será que las víctimas inventan esa cantidad de historias donde los menores son racializados?, ¿es la sociedad colombiana una comunidad cruel  ante los eventos que implican a infantes negros en los colegios?

Las respuestas afirmativas o negativas tienen que considerar específicamente a la niñez, en su propia subjetividad ante eventos de vulneración de derechos por su condición racial.

En tal sentido, la crueldad tiene que ver una respuesta calculada ante un evento que pone en riesgo la humanidad de una persona. Algunos psicólogos enuncian que hay una crueldad instintiva cuando se presenta una situación peligrosa y los reflejos primarios hacen que las personas actúen ante una situación en la cual, por estar implicada la supervivencia, supone reacción y defensa.

Otra crueldad está generada en la cultura y hace que ciertos grupos carguen con el prejuicio de ser violentos agresivos y dañinos en este caso por el color de la piel. Por ejemplo, en Bogotá es normal que las personas se crucen la calle o aprieten el bolso cuando se percatan que comparten la calle con personas negras o que en los almacenes los vigilantes sigan a estos sujetos porque piensan que van a robar la mercancía.

En las redes sociales, se circula información de la brutalidad policial sobre los jóvenes negros y por supuesto que los chicos serán expuestos con mayor porcentaje a que los detenga y requise la policía por sospecha de algo que prende las alertas policiales.

La crueldad racial es una patología de la sociedad que automatiza los juicios de valor sobre una comunidad sin que exista necesariamente una base objetiva para desconfiar de ese grupo o colectivo y contrario a las ideas de  muchos pensadores y pensadoras no creo que este problema se resuelva con talleres escolares sobre la inclusión, la diferencia o la interculturalidad o se solucione con eventos episódicos sobre lo afro.

Así no se acaba con la pedagogía de la crueldad racial. No es tan simple.

En consecuencia, la pedagogía de la crueldad se define como el dolor que desde posiciones hegemónicas en las aulas de clase se causa a los niños negros por la condición de su piel y fenotipo.

Esta pedagogía contiene los siguientes rasgos:

– Se exhiben los cuerpos de los niños en alusión a un espíritu carnavalesco que coincide con ciertos rasgos que han naturalizado las imágenes asociados a las comunidades negras.

– Incluso aún se pintan a los infantes mestizos para honrar a los estudiantes negros el día de la Afrocolombianidad y de hecho podíamos llamarle black face escolar.

– Se genera un morbo escolar basado en la diferencia racial.

– Los discursos de las autoridades educativas evitan el escandaloso asunto del racismo en los niños y niñas negras.

– Se amputa la historia de África volviendo invisible los aportes del mundo africano en el proceso de hominización y en consecuencia se exalta de forma episódica la Afrocolombianidad.

– No existe el desarrollo de la Cátedra de Estudios Afrocolombianos que soporte decisiones institucionales en torno a la presencia de la comunidad negra, su historia y su memoria.

El contexto colombiano en su generalidad atraviesa por todas esas características aunque los avances en algunas regiones sea también dignos de mencionar.

Esta serie de rasgos confirma dos posiciones al encarar la pedagogía de la crueldad racial. Por un lado, la necesidad de las etiquetas raciales para distinguir a unos seres humanos de otros y, por el otro, visibilizar esas marcas como un patrimonio de la humanidad y no como una vergüenza infantil.

Si bien desde el punto de vista psicológico se considera que la crueldad racial es un desajuste de la personalidad narcisista blanca, la crueldad sobre las mujeres y los niños ha sido institucionalizada y normatizada como un dispositivo de poder que, al ser naturalizadas en la sociedad, se requiere un lente tremendamente agudo para tomar conciencia de la gravedad del problema y poner manos a la obra en esta causa humanística.

Ahora, la única manera de refutar esta problemática referida es demostrar que no existe racismo en Colombia y que la raza es un asunto superado dentro de nuestro contexto.

Mientras las fuentes de esa demostración sean los cuerpos de los niños y las  niñas dolidos y con cicatrices raciales seguiré insistiendo en la necesidad de construir una nueva escuela basada en los postulados de Bob Marley cuando señaló que «las guerras seguirán mientras el color de la piel siga siendo más importante que el color de los ojos».

Un abrazo de hermandad y sororidad.

Fuente: http://lasillavacia.com/silla-llena/red-etnica/historia/la-raza-como-pedagogia-de-la-crueldad-66392

Imagen tomada de: http://www.lacronica.com/Edicionenlinea/Fotos/Internacional/661537-N.JPG

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Las preguntas incomodas en una sociedad racista: el caso educativo en Colombia.

La sociedad marca a la blanquitud como una seña de progreso e ideal. Y los niños, claro, asumen esos estereotipos desde tempranos momentos.

Por: Maria Isabel Mena.

El racismo se niega constantemente entre los colombianos[1]. A pesar de que saltan a la vista los desfases de toda índole entre la población blanca y la comunidad negra, el sentido común aduce que el problema no radica en el color de la piel y que dadas las desigualdades que padecen de todas las personas pobres, la piel oscura no es un síntoma real de pobreza.

El mito de una nación que se edificó sin fronteras raciales, ni asimetrías por el color de la piel, ha llenado de silencios y vacíos los cuestionamientos sobre los índices de calidad de vida de las personas negras.

Como si fuera poco, la institucionalidad colombiana no parece interesada en resolver los asuntos pendientes con el pueblo negro y sus demandas históricas de reparación por el crimen de la esclavitud.

Se olvida con gran facilidad que durante casi cuatro siglos los poderosos apellidos de este país llenaron sus fortunas con el trabajo de los africanos y sus descendientes. Ese pedazo de la historia de este país es lo que la oligarquía se niega a reconocer.

Incluso, ha inventado unas argucias morales para cerrarle el paso a una población que no tiene el mismo punto de partida histórico que otros grupos sociales y por lo tanto ha logrado que no se admita la urgencia de medidas compensatorias para equilibrar esos desajustes históricos. Esa es la prueba fehaciente del racismo que invade a la nación.

Piénsese, por ejemplo, que los informes sobre calidad de la educación mencionan que el contexto de apoyo a los estudiantes es un elemento vital para los resultados educativos.

Se ha señalado hasta la saciedad que tener padres profesionales constituye un vector importante en los logros académicos y la pregunta es ¿cuántos de los estudiantes negros tienen un soporte familiar cualificado que pueda apoyar el proceso estudiantil de los chicos y las chicas?

Si en su gran mayoría esta población está subempleada o en empleos de baja estima social, valdría la pena reunir material empírico que logre dar cuenta del impacto de este elemento al interior del sistema educativo.

En este punto, vale la pena identificar otros elementos que suman al debate sobre la educación y la comunidad negra.

Tanto la implementación  de la etnoeducación (Decreto 804 ) como la implantación de la Cátedra de Estudios Afrocolombianos (Decreto 1122 de 1998) ha sido una experiencia fallida del Estado colombiano.

Se pueden recorrer departamentos enteros donde a la fecha, las secretarias de educación no han aplicado esta normativa. Por otro lado, las facultades de educación han sido reacias a revisar el currículo para la formación de los docentes. El material educativo (textos escolares, cartillas, libros didácticos) aun circula lleno de estereotipos y prejuicios sobre la comunidad negra.

Hay otro plano de esta discusión, todavía más descuidado y por lo tanto más letal para la comunidad negra: se trata de los efectos psicosociales del racismo en los niños y niñas. A pesar de la  intensidad de la batalla contra el racismo la infancia es agredida por su color de piel, por su cabello, por su fenotipo principalmente.

El Estado no ha construido rutas de protección contra el racismo escolar. Y Ante la falta de cumplimiento de la normativa nacional e internacional una nueva mentira llega a la política educativa; le llaman enfoque diferencial que no es más que una muletilla de los funcionarios de turno para distraer a las comunidades del goce de los derechos que han logrado conquistar.

El punto es ¿dónde está el enfoque diferencial para cubrir a los chicos contra el racismo?  ¿Dónde está ese enfoque para garantizar los recursos para las iniciativas de esta comunidad?  ¿Cómo se implementa el enigmático enfoque cuando se trata de las minutas regionales para la alimentación de los más pequeños? Podríamos seguir hasta el infinito.

Seguramente quienes leen este medio se han percatado que en las guarderías y hogares infantiles no existen muñecas negras, la decoración de estas instituciones es alusiva a la “blanquitud”, los cuentos infantiles son eurocéntricos y cartillas de lectura y escritura no promueven a la negritud como una representación digna de valorar por parte de la comunidad negra en su primer ciclo vital.

Si bien la familia cumple un rol decisivo en la construcción de identidad de los niños, la sociedad marca a la blanquitud como una seña de progreso e ideal. Y los niños, claro, asumen esos estereotipos desde tempranos momentos.

Todos los debates están abiertos y se debe apuntar en la dirección correcta para señalar a quien le corresponde responder por las cuestiones que hemos tocado tangencialmente en esta columna.

Este es un debate necesario para evidenciar todos los desafíos que le esperan a este país y para cumplir con la utopía de una sociedad garante de los derechos de los niños y las niñas.

Fuente: http://lasillavacia.com/silla-llena/red-etnica/historia/las-preguntas-incomodas-en-una-sociedad-racista-el-caso-educativo-en

Imagen: http://cde.3.elcomercio.pe/ima/0/0/8/7/8/878476/base_image.jpg

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