Estudiar en La Sorbona de París sin salir de Buenos Aires

Francia – El Salvador / 2 de enero de 2018 / Autor: Máximo Paz / Fuente: Perfil

En la prestigiosa universidad europea se formaron Marie Curie, Sartre, Simon de Beauvoir, Descartes y Pasteur. La USAL ofrece un programa de doble titulación para cursar economía, administración y derecho.

Fue fundada en 1257 por Robert de Sorbonne, capellán del rey de Francia Luis IX y luego reformada por el cardenal Richelieu. Entre sus profesores y alumnos más célebres se puede identificar a Marie Curie, Jean-Paul Sartre, Simone de Beauvoir, René Descartes, Louis Pasteur, Victor Hugo y san Ignacio de Loyola. Es La Sorbona: una universidad que forma parte del selecto grupo de instituciones educativas más prestigiosas y antiguas del mundo, junto a Oxford, Bolonia y Salamanca.

Desde su inicio y a través de sus distintas épocas, la institución sufrió diversos cambios de organización: en el período medieval contó con unos setenta colegios y escuelas, algunos de corta existencia; más tarde, durante la Revolución Francesa, el Collège de Sorbonne fue suprimido para luego ser reabierto por Napoleón en 1808 y nuevamente cerrado en 1882. Con el paso del tiempo, el colegio se convirtió en el centro de los estudios teológicos y el término “Sorbona” comenzó a ser usado frecuentemente como sinónimo de la Facultad de Teología de París, y luego para denominar a toda la Universidad de París.

Pero en 1970, “La Sorbonne de París” sufrió una transformación que le brindó su configuración moderna: fue dividida en 13 universidades diferentes, consideradas verdaderas descendientes del histórico colegio de La Sorbona. A tres de estas instituciones se las considera las sucesoras privilegiadas: la Universidad de París 1 Panthéon Sorbonne, la Universidad de París 3 Sorbonne Nouvelle, y la Universidad de París 4 Paris-Sorbonne.

Excelencia. Con más de 38 mil estudiantes, la Universidad de París 1 Panthéon Sorbonne es la más grande del país especializada en ciencias sociales, y ha sido reconocida por el QS World University Ranking como la mejor universidad francesa y una de las mejores del mundo en estudios de derecho, economía, ciencia política, geografía, historia y filosofía. Una verdadera institución de élite a la que muy pocos estudiantes del mundo pueden acceder, ya sea por lejanía geográfica o idiomática.

Pero en Argentina, esto no es así: desde el año 1997 funciona el Programa “La Condamine” en la Universidad del Salvador (USAL) de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, que permite obtener el doble título oficial de La Sorbona y de la USAL para las carreras de Abogacía Franco-Argentina (de cinco años de duración), Licenciatura en Administración Franco-Argentina y Licenciatura en Economía Franco-Argentina (ambas de cuatro años de duración). Todo esto desde Buenos Aires.

“La USAL es la única institución de educación superior de América que tiene carreras de doble titulación en forma directa con La Sorbona”, explica el doctor Juan Alejandro Tobías, rector de la USAL. “Es un verdadero programa de formación bicultural, porque estas carreras se enseñan de la misma forma que en Francia, con profesores que vienen a la Argentina a impartir clases y sin que el alumno sea obligado a viajar a París para obtener el diploma de La Sorbonne”, continúa el rector. Los profesores provienen de un consorcio de universidades francesas –además de La Sorbona– que respaldan el programa: la Université de Bordeaux, la Université Evry Val d’Essonne, la Université Lyon 2 Lumière, la Université Lyon 3 Jean Moulin, la Université de Montpellier, la Université Paris Ouest Nanterre La Défense y la Université Toulouse 1 Capitole.

La Sorbona posee solamente siete filiales délocalisées que dictan programas de doble título en todo el mundo. En Latinoamérica, la Universidad del Salvador es la única institución con dicho carácter. Las otras seis se encuentran en Egipto, Rumania, Rusia, Seychelles, Turquía y Vietnam.

El idioma podría parecer una barrera de la propuesta, pero no es así: se puede comenzar cualquiera de estas carreras sin conocimientos de lengua francesa, ya que los alumnos reciben la formación del idioma desde los primeros años del programa, impartida por docentes de la prestigiosa Alianza Francesa. Eso sí: al final es necesario acreditar el nivel DELF B2 de este idioma para recibir el diploma de Francia. Además, los estudiantes pueden optar por cursar un semestre de su carrera en el exterior, realizando un intercambio estudiantil en una universidad de cualquier continente.

El proyecto fue inaugurado veinte años atrás en la Universidad del Salvador, con la participación del doctor Tobías, el entonces presidente de la Universidad de París 1 Panthéon Sorbonne, Yves Jégouzo, y los por entonces presidentes de Francia y Argentina, Jacques Chirac y Carlos Saúl Menem, entre otras autoridades presentes. Y desde su inicio fue apoyado por la Embajada de Francia en Argentina y por la CCIFA (Cámara de Comercio e Industria Franco Argentina).

“Es una verdadera puerta de entrada a la Unión Europea, ya que por ella están acreditadas todas nuestras carreras franco-argentinas”, indica el Dr. Tobías. “Ante las necesidades de algunos distinguidos estudiantes, se puede abrir una convocatoria de otorgamiento de becas cuyos aspirantes deben presentar una carta de motivación personal, antecedentes académicos, un ensayo y luego acudir a una entrevista personal”, explica el rector.

La USAL cuenta también con otros tipos de ayuda económica para estas carreras de grado francoargentinas. Y el aprendizaje del idioma francés es gratuito para los alumnos. Otro dato importante: aquellos que se inscriben quedan registrados oficialmente tanto en la USAL como en La Sorbona, pero el calendario académico es exactamente el mismo que el de cualquier carrera que se curse en nuestro país.

En números. Los resultados acompañan esta idea de calidad académica: el 30% de los diplomados de La Condamine ejercen su profesión en el exterior, la mitad de ellos en Francia. Y el 60% de los diplomados de La Condamine han realizado un posgrado después de su carrera, 50% de los cuales lo realizaron en el exterior (Francia, Estados Unidos, Canadá, Reino Unido, Bélgica, Holanda, etc.).

“Para nosotros es un orgullo y un honor ser la sede de La Sorbona en Argentina. Un proyecto de amistad y colaboración que se ha mantenido ya por más de dos décadas y que ha superado a través de los años todos los contextos políticos y económicos, gracias a la confianza y el compromiso de ambas instituciones y de los auspiciantes que nos acompañan para ofrecer una alternativa de verdadera calidad académica”, finaliza el Dr. Tobías.

Para los amantes de la economía, la administración y las ciencias jurídicas, una verdadera oportunidad para estudiar en La Sorbona de París desde Buenos Aires.

Tendencia global

La internacionalización de las carreras de grado y posgrado universitarias es una tendencia global que en la USAL no solamente se manifiesta en el proyecto La Condamine. La universidad ofrece actualmente el programa de doble título de grado en Gerenciamiento Económico Intercultural con Alemania (Ligei), o el programa de posgrado de Simulación de Campaña Política (Universidad Camilo José Cela de Madrid), exclusivo para aquellos que cursan la Maestría en Marketing Político en la Facultad de Ciencias de la Educación y de la Comunicación Social de USAL.

También se destacan sus programas conjuntos con la prestigiosa Universidad Deusto de España.

Fuente del Artículo:

http://www.perfil.com/universidades/estudiar-en-la-sorbona-de-paris-sin-salir-de-buenos-aires.phtml

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Temas de educación en las series: una cuestión de debate en el aula

El Salvador / 3 de septiembre de 2017 / Autor: Máximo Paz / Fuente: Perfil

Sin bien son pocas las producciones de la industria cultural que apuntan a la experiencia de enseñar y aprender, se celebra con éxito la inclusión de temas tan complejos como la relación educador-educando.

Si hay algo que nos interesa hoy a los educadores es comprender cómo podemos formar mejor a las nuevas generaciones de estudiantes universitarios, acostumbradas a la hiperconexión y a los contenidos audiovisuales. Hoy, tres exitosas series nos muestran los avatares y las preocupaciones que se suceden en la relación educador-educando, y nos dejan algunas buenas preguntas para responder.

“No hay dos sin tres”. Y no son multitud. La frase que intenta ser ingeniosa quiere describir una llamativa tendencia que se observa en el paladar de aquellos que consumimos en forma insistente contenidos en internet cada domingo por la tarde. Se trata de tres series que tienen como escenario y tema principal la educación en el colegio secundario: Rita, Merlí y la más reciente Trece razones.

Eje educativo. Para un educador resulta motivo de celebración que luego de tantas décadas el sector tome relieve en el mundo de la industria cultural. De manera que la primera sensación es sentirse feliz ya que al fin podemos vernos reflejados en un contenido de renombre global. Hasta que –deformación profesional mediante– comienza uno a analizar. Y aparecen las similitudes, las divergencias y el sentido crítico de pensar sus aportes (los positivos y las confusiones). Ofrecemos al lector ahora el juego de las similitudes y las divergencias, que las hay. De hecho, las tres series son simétricamente opuestas en algunos puntos. Comencemos por las diferencias:

Rita y Merlí son contenidos de origen europeo. Trece razones es estadounidense. Las dos primeras fueron sorpresas, como si no hubieran previsto su repentino éxito; por eso la dilación en su viralización local. Implican una variante narrativa fresca frente a la articulación típica (pero siempre eficiente) de los productos norteamericanos. Trece razones no. Se trata de un éxito cuidadosamente planificado y orquestado mundialmente

Los personajes de Rita y Merlí son cien por ciento disruptivos: profesores que quiebran casi todas las normas sociales e institucionales (todas las que pueden en 40 minutos). Directos, frontales, frescos: miran con desdén a las autoridades de sus respectivos colegios y a sus aburguesados colegas. Hacen lo que quieren, cuando quieren y como quieren. Desacralizan el cuerpo y toman con liviandad las relaciones amorosas al punto de fallar sistemáticamente con sus parejas. Fuman a destajo, toman de más y no hacen eco de la ecología, la sustentabilidad y el running.

A tono con la modernidad, para ellos la sexualidad y la aventura son una pincelada más en el retrato de lo cotidiano y así lo asumen, sin prejuicios. Son dedicados y –a su manera– amorosos con sus alumnos, pero sus hijos llegan a odiar su forma de ser. Al final del día, los personajes de Rita y Merlí tienen éxito en el aula (los jóvenes los idolatran), y a su vez fracasan en sus vidas personales y como padres.

Llegan a la docencia casi por descarte, pero con el tiempo asumen que es algo que aman y que es el eje central de sus vidas. En Rita y Merlí, la música danza al compás de sus peripecias amorosas y emocionales. Las clases en el aula son sospechosamente cortas, y cuando el tedio de los contenidos educativos amenaza con ralentizar la trama, el timbre salvador del recreo nos lleva al próximo plano-secuencia y a un nuevo encuentro. La escuela, el hecho educativo y el alumnado son una excusa colorida para que el espectador espere ansiosamente si Rita y Merlí hacen algo más. En sus mundos los buenos son buenos, y los malos no tan malos y la música de fondo es liviana, casi como de telenovela de la tarde.

En el caso de Trece razones el escenario es bien distinto: la estética es oscura desde el inicio, y nos obliga a mirar la dinámica social de una ciudad del interior de los Estados Unidos desde una óptica adolescente preocupada y angustiada. Los hechos transcurren en el marco del statu quo de la escuela media norteamericana. Nada es disruptivo, ni moderno, ni diferente, salvo la protagonista que decide que su propia vida será testimonio absoluto de un problema acuciante en el universo del aula/no aula en la escuela media: el bullying. Aquí los malos son bien malos y con ganas, como en el mundo real. Y los inútiles, inútiles.

A diferencia de Rita y Merlí, donde los adultos-docentes son los protagonistas (los alumnos son todos actores de reparto), en Trece razones el peso de la realidad es asumido por los chicos, quienes son los responsables de llevar adelante la trama y de encontrar la salida a una situación sin respuesta posible. Aquí los profesores son parte del decorado, y fallan una y otra vez al intentar comprender qué ocurre con los adolescentes. Y cuando la verdad es develada, quedan inoperantes, boquiabiertos, sin saber qué hacer. En Trece razones los niños actúan como adultos y toman las decisiones; y en Rita y Merlí los adultos actúan como niños.

Rita y Merlí parecen series comprometidas con un nuevo hecho educativo, pero se centran en lo novelesco de los personajes. Trece razones parece una novela detectivesca, pero es una crítica aguda que apunta a lo más escondido de la sociedad norteamericana: la violencia latente.

Dudas. Como todo buen producto cultural, las tres nos dejan más preguntas que respuestas: ¿cuál es el límite en la relación docente-alumnos? ¿El educador debe involucrarse personalmente o mantener una relación estrictamente profesional? ¿Es posible sostener un sano equilibrio entre la norma y la disrupción? ¿Es bueno mostrar liviandad en las relaciones interpersonales en un momento en que las enfermedades de transmisión sexual parecen naturalizarse de nuevo? ¿En qué medida mostrar el suicidio adolescente puede inspirar a otros a replicar el modelo y hasta qué punto sirve como una herramienta para plantear el debate? ¿La institución educativa tradicional es funcional al cambio de los tiempos?

Lo que es cierto es que las tres muestran las falencias de un mundo-colegio secundario al que le cuesta contener y desarrollar positivamente a los más jóvenes en su diversidad. Y un planteo de estas características ya plantea un debate interesante para los todos. Y con eso alcanza para seguir mirando. Porque en última instancia nadie espera que un domingo a la tarde una sitcom nos oriente sobre el milenario arte de enseñar. Para eso estamos los educadores. ¿Verdad?

Nuevas formas de enseñar

Desde hace más de medio siglo, los contenidos audiovisuales se transformaron en un agente de orientación social sobre distintos temas que preocupaban a la sociedad. De esta forma, distintas series y sitcoms que tuvieron –y tienen– como protagonistas a abogados, policías, políticos o médicos fueron agentes de inducción social cuando era necesario reivindicar o reconocer el valor de algunas de estas profesiones. Con Rita, Merlí y Trece razones parece haberles tocado el turno a los maestros. Si consideramos que la educación es un poderoso y positivo agente transformador, resulta al menos interesante que la educación suscite un interés generalizado en un público global que necesita que las instituciones educativas (entre ellas la universidad) piensen hoy nuevas formas de enseñar.

Fuente del Artículo:

http://www.perfil.com/universidades/temas-de-educacion-en-las-series-una-cuestion-de-debate-en-el-aula.phtml

Fuente de la Imagen:

Hablemos de series: Rita vs Merlí

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