Redacción: El País
La educación y las capacidades por género son temas recurrentes para neurólogos y pedagogos. Las diferencias cognitivas según género han sido —y son— estudiadas y debatidas con mucha frecuencia. También, a veces, la conveniencia o no de las escuelas mixtas o la enseñanza segregada se convierten en temas de debate. Y resultados como el de un trabajo holandés sobre la capacidad lectora de los alumnos animan a seguir investigando; los autores llegaron a la conclusión de que «los niños se benefician más de tener una gran proporción de niñas en la escuela». ¿De verdad? Y si es que sí, ¿por qué sucede?
Parece que el motivo está relacionado con el ambiente escolar y la capacidad de adaptación a él que tienen las niñas. Tamara Díaz, doctora en Educación, profesora de la Universidad Autónoma de Madrid e investigadora de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED), explica que «parece que un clima disruptivo, desordenado, con problemas de disciplina, les afecta más a ellos que a ellas». Y a esto se añade que «las niñas tienen mayor motivación interna. Esto supone que se ven menos afectadas por factores externos a la hora de aprender o encontrar motivación hacia el aprendizaje».
Díaz también habla de diferencias asociadas al comportamiento de los chicos en comparación al de las chicas. «De los primeros se suele esperar mayor oposición a las normas, a la autoridad, algo muy distinto de lo que ocurre con las expectativas hacia ellas», dice. «Las actitudes que se puedan fomentar por parte de la escuela, del entorno cercano a los niños y niñas y, por extensión, de la sociedad, influyen en cómo estos menores perciben dichas capacidades o competencias y si pueden o no tener éxito en ellas», explica la neuropsicóloga Marta Aliño. Vamos, que si les decimos que son buenos en mates, lo pueden llegar a ser. Pero ¡cuidado! también puede suceder al contrario. «En numerosas ocasiones se ha generado una actitud de reticencia o evitación, sobre todo con relación a materias del ámbito científico y, por ende, al dominio en competencias y capacidades que estas implican», advierte Aliño. Esta idea está reforzada por un estudio de la Universidad de Islas Baleares que relacionaba el declive de las tasas de jóvenes (especialmente mujeres) enrolados en la educación superior en ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas con las experiencias escolares y del entorno en el que han cursado dichas materias.
Es decir, que eso de que las ciencias son de chicos y las letras de chicas, es falso. «Llegado un punto en el que el alumnado debe de elegir entre una vocación u otra, la segregación es inevitable. No obstante, es importante incidir en que si este hecho afecta al rendimiento no es tanto en lo que respecta a la competencia en sí sino a las actitudes arrastradas hacia dichas competencias», dice Aliño. Y añade: «Fomentar una actitud positiva en las niñas para que opten por cursar itinerarios del ámbito científico o ingenierías (esfuerzo que desde hace unos años ya se está llevando a cabo) ocasionaría y, esperemos que ocasione, esa distribución del alumnado más homogénea entre las distintas áreas de conocimiento». Así que eso de que a ellos se les dan mejor las mates y la química se debe al ambiente, y no a motivos biológicos relacionados con el género.
¿Y a las chicas se les da mejor la lectura? Una revisión británica de 2010 afirma que «las niñas superan consistentemente a los niños en las pruebas de comprensión lectora, aunque la razón para esto no está clara». La diferencia parece estar en las estrategias utilizadas por los distintos géneros. Aliño dice que «los datos apuntan más bien a una diferencia en cuanto al patrón de activación cerebral y, por tanto, estrategias utilizadas para el análisis de la información leída, siendo el resultado o rendimiento ante la tarea de lectura el mismo», concluye la neuropsicóloga. Esta podría ser la razón de que en los informes PISA las niñas suelan obtener mejores resultados que los niños. En todo caso, lo que hasta a los nativos digitales comparten es que se nos da mejor leer en papel…
De todo esto se deduce que las diferencias entre géneros no son tan grandes como se cree: «Es importante destacar que las desigualdades en rendimiento no se explican solo por diferencias de sexo sino que existen elementos como el contexto socioeconómico de origen o la influencia del docente –su formación, competencias y metodología—, que tienen un mayor peso que el género», concluye Tamara Díaz.
Fuente: https://elpais.com/elpais/2019/06/27/buenavida/1561615554_612001.html