Más mujeres a ciencias, más hombres a pedagogía

Por Josefina Santa Cruz

Hace ya unos años, se ha hecho evidente el interés de la política pública por atraer más mujeres a las ciencias. Las campañas con dicho objetivo muestran que queremos mujeres en carreras de alto status a las que históricamente han accedido más los hombres. Sin embargo, no sucede lo mismo con carreras que atraen casi exclusivamente solo a alumnas.

¿Por qué no existen campañas similares para atraer hombres a carreras como Pedagogía Básica o Educación de Párvulos?

Según los documentos publicados en el Portal de Transparencia, de los 4.271 educadores de párvulos que trabajaban en la Junta Nacional de Jardines Infantiles (JUNJI) en diciembre de 2017, siete  eran hombres y solo dos de ellos estaban en sala; los cinco restantes tenían roles administrativos, pero ninguno de ellos era de planta.

Asimismo, la memoria 2017 de la Fundación Integra – cuyos jardines infantiles forman parte de la red pública – informa que el 97,1% de sus trabajadores son mujeres.

La predominancia del género femenino en la carrera de educación de párvulos es quizás consecuencia de un prejuicio que hace mucho daño a la profesión, que el rol de educadoras les es natural a ellas, casi como un instinto.

Creer que nacer mujer es suficiente para ser una docente de calidad resulta en un menosprecio de la formación profesional que tiene dos consecuencias fundamentales.

Primero, si se piensa que la formación de las educadoras es prescindible o accesoria, es inevitable pensar también que su trabajo no requiere especialización ni menos formación universitaria.

Dicha creencia se contradice con lo que ocurre en países que han logrado la mejor educación del mundo, como Finlandia, donde los educadores (de ambos géneros) deben pertenecer al 20% superior en puntajes de ingreso a la universidad y haber cursado un magister antes de tener la posibilidad de tener a cargo la responsabilidad de ser profesor de un curso.

Segundo, si se piensa que el rol de educador es inherente al sexo femenino, es lógico también pensar que no hay ninguna formación capaz de otorgarle a los hombres que puedan interesarse en enseñar ese “instinto” o “qué sé yo” que supuestamente tendrían ellas de forma natural.

Sin embargo, no solo la profesión y los escasos interesados se ven perjudicados por estos prejuicios. La literatura sobre el tema sugiere que la educación de los niños pierde algunas  ventajas cuando es impartida exclusivamente por mujeres.

Contar con hombres educadores de párvulos provee a los niños de un modelo masculino a seguir, según Bittner & Cooney, 2003; Coulter & McNay, 1993; d’Arcy, 2004 y reduce la frecuencia con que los niños desarrollan estereotipos sexistas, Farquhar et al., 2006.

Otro estudio concluyó que la relación entre apoderados y profesores se beneficiaba, al contar con docentes hombres con quienes un padre podría vincularse mejor d’Arcy (2004).

También la inclusión de profesores hombres en la sala de clases podría ayudar a reducir el sesgo femenino que perciben los estudiantes en los temas que se discuten y los ejemplos que se dan en clases. 

Partamos por casa y hablemos en familia de lo bueno que sería atraer más mujeres a Ciencias y más hombres a Pedagogía, dos tareas pendientes en un país cada vez más conciente de que necesitamos cambios culturales y que estos son urgentes, especialmente, cuando se trata de la educación de los niños y niñas de nuestro país.

Fuente del artículo: https://opinion.cooperativa.cl/opinion/educacion/mas-mujeres-a-ciencias-mas-hombres-a-pedagogia/2018-07-21/063748.html

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“Los pobremente educados”

Por: Orlando López-Selva

El fenómeno de la inmigración europea fue único. Debido al nazismo, Alemania, una potencia entonces, forzó a muchos de sus científicos a huir a Estados Unidos.

El jefe del personal de la Casa Blanca, John Kelly, acaba de declarar: “Creo que la vasta mayoría de los inmigrantes indocumentados que cruzan la frontera sur hacia los Estados Unidos no asimilan bien porque están pobremente educados”.

Washington tiene el derecho soberano para decidir  quién entra o no a EUA. Pero, cuando escuchamos aseveraciones como estás, surgen muchas preguntas.

Mi punto: hay un miedo subyacente, un temor sobrecogedor. Lo dicho puede ser, estadísticamente tendiente a; pero no implica una verdad absoluta. No puede ser aplicable a todos. Y hay algo más: se evidencia sobrada arrogancia de políticos con débiles destrezas. Si los latinos que emigran hacia allá son tildados de menos educados, eso solo los hace menos competentes. ¿Cómo definen ellos educación?

Es cierto que la mayoría de los inmigrantes que llegan del sur no tienen grandes títulos universitarios. Pero, ¿los tenían los antepasados de estos que hoy hablan tan desdeñosamente, cuyos abuelos emigraron desde las islas británicas?

El fenómeno de la inmigración europea fue único. Debido al nazismo, Alemania, una potencia entonces, forzó a muchos de sus científicos a huir a Estados Unidos.

¿O el señor Kelly dice esto porque los inmigrantes del sur no hablan tan bien el inglés?

¿Qué tan hábiles son los norteamericanos para aprender de otras culturas? Si ellos emigraran a países de habla no-inglesa, ¿se sentirían bien si fueran infravalorados por sus pobres habilidades lingüísticas?

Claro, ¿quién interpreta, desapasionadamente, las estadísticas? ¿El señor Kelly habla así porque está prejuiciado? ¿O asume que sus declaraciones son irrefutables?

¿Qué dirían los alemanes (¡pongo este ejemplo, porque siendo el inglés una lengua germánica les es más cercana, ya que no veo a un norteamericano hablando a la perfección un idioma romance o eslavo!) si evaluaran las destrezas de los residentes estadounidenses en Alemania?

Verídico; hay latinoamericanos a quienes les cuesta mucho aprender inglés. Pero ello no los hace menos educados. Tienen una desventaja comunicacional. Tampoco, por el hecho de hacer labores manuales, tienen menos valor. ¿Qué tipo de trabajo haría un norteamericano medio si se fuera a China o Alemania, con las sabidas competencias lingüísticas que ellos tienen? ¿Dónde quedarían en la escala social? ¿Cuánta facilidad tienen los norteamericanos promedio para aprender idiomas?

Claro, argumentan dos cosas: 1) en Estados Unidos se habla inglés y los que lleguen deben aprender la lengua del país (¡Validísimo!); 2) los norteamericanos no tienen por qué aprender otro idioma; el inglés es universal (¡Prepotencia!)

Tales expresiones viniendo de un funcionario republicano―no son sorprendentes. Esta casta política estadounidense en el poder nunca ha dado muestras de moderación, recato o discreción en su discurso. Esas declaraciones son ofensivas.

En mi opinión, constituye un insulto cultural, que espero los gobiernos latinoamericanos sepan responder con dignidad, entereza y exigiendo respeto.

Uno no trata de esta manera a los vecinos. Pero, bueno, si estos señores siguen así: ¿cuántos amigos perderá ese Gobierno?

Obviamente, también hay un miedo subyacente. En Washington perciben que los que hablan otros idiomas aumentan, numéricamente. Por eso, los republicanos se empequeñecen sin asumir el reto: conocer otras culturas. Es una fobia etno-céntrica. ¿Impotencia o debilidad?

Hay casi 50 millones de ciudadanos norteamericanos e indocumentados residentes―que hablan español solamente o ambas lenguas: español e inglés. Es la minoría creciente, pujante, apabullante que tiene también muchos valores  universales. No hay culturas superiores; simplemente hay muchas culturas.

En este contexto, si bien todos los pueblos en mayor o menor medida estamos anuentes a aceptar cambios que nos llegan con la globalización, ¿por qué los estadounidenses precursores de la idea de la globalización―son reacios a abrirse a otras culturas?

El señor John Kelly trató de suavizar sus declaraciones diciendo que estas personas no tienen “destrezas” (otro prejuicio, pues él no conoce a todos los inmigrantes). ¿Cómo puede él definir qué es ser diestro o no? Y que “no son malas personas”.

Obviamente que a nivel gubernamental, los políticos republicanos no parecen dispuestos a aceptar cambios culturales. A lo más que llegan es a adoptar algunas mejicanadas: comer nachos, burritos, quesadillas o a beber “Corona”, ―palabras advenedizas en sus hogares. Y a eso, ellos le llaman “culturizarse”. Lo siento. Eso no es así.

Pero siguen sin encontrar razones válidas. Pero, un día deberán comprender y aceptar que el bilingüismo también es un hecho estadístico creciente, que ya no pueden ocultar.

Así, los temores subyacentes, las debilidades culturales o la cerrazón hacia otros, siguen siendo flancos frágiles en una sociedad que siempre se autocalifica de moderna y abierta.

Fuente: https://www.elnuevodiario.com.ni/opinion/464131-educados/

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