El sistema educativo venezolano no resiste otro año de clases a distancia

El año escolar 2020-2021 comenzó como se esperaba: a distancia y con muchas dificultades para alumnos y docentes, quienes en las condiciones más adversas se las han ingeniado durante más de un año para continuar, para bien o mal, con el cronograma de clases. Pero hay que aclarar: las deficiencias del sistema educativo venezolano solo se han hecho más evidentes desde que el régimen decretó el confinamiento para evitar la propagación del covid-19 en marzo de 2020. La crisis en el sector, sobre todo en la educación pública, se ha agudizado.

Fallas en los servicios públicos, falta de recursos, daños en la infraestructura de las instituciones y salarios insuficientes son algunos de los problemas que los maestros han denunciado en los últimos años. Con la llegada de la pandemia y la educación a distancia, se evidenció que el sistema educativo no está preparado para trabajar bajo la modalidad de clases a distancia: no todos tienen acceso a herramientas tecnológicas ni Internet, y la capacitación del personal docente no ha sido la suficiente.

Para algunos maestros este nuevo curso ha sido más complicado que el anterior: la falta de recursos -económicos y tecnológicos- y la prolongación de las semanas de confinamiento radical han dificultado que los estudiantes puedan cumplir con las asignaciones. “Los representantes no tienen recursos para comprar teléfonos inteligentes y como ahora hay menos semanas de flexibilización ya no pueden ir a las escuelas a buscar las tareas. ¿Cómo hacen? Este año ha sido terrible y los niños saldrán peor preparados que el anterior”, dice una docente de la Escuela República Bolivariana de Venezuela, en Coche, que prefirió no revelar su nombre.

Clases a distancia

Desde que comenzó el confinamiento el año pasado cuenta que se ha mantenido en contacto con los representantes de sus alumnos a través de Whatsapp, mensajes de texto o llamadas; sin embargo, hay algunos que no han aparecido. “No todos tienen teléfonos o Internet. En las semanas de flexibilización, cuando se asignan las actividades en el colegio, hay papás que ni se acercan. Es un desastre”, se lamenta.

En enero de este año, el Observatorio Venezolano de Servicios Públicos (OVSP) realizó consulta en 12 ciudades del país sobre las fallas en Internet y encontró que solo 34,2% de los encuestados tiene acceso al servicio en sus hogares, y de ese porcentaje 54,8% reportó padecer fallas diarias en la navegación.

A diferencia de las instituciones públicas, los maestros de educación privada sí han podido mantener constante comunicación con padres y representantes. “Todos cumplen y envían sus tareas por correo, y si no pueden me avisan o buscan otra alternativa para mandar sus asignaciones”, comenta una docente del Colegio Fray Luis de León, en la avenida Fuerzas Armadas, que también pidió no revelar su nombre.

Aunque el colegio dio algunos lineamientos a los maestros para continuar con las actividades a distancia, cada uno tiene libertad para escoger el canal de comunicación o la plataforma con el fin de impartir las lecciones. “En el área de matemática, específicamente, trabajamos con Zoom. Todo lo demás lo manejamos por correo electrónico, por donde envío las tareas, y por Whatsapp, donde conversamos sobre las inquietudes”, explica.

Crecen los reprobados

Recuerda Fausto Romeo, presidente de la Asociación Nacional de Instituciones de Educación Privada (Andiep), que en el pasado había una diferencia considerable entre la educación privada y la pública porque en la primera los alumnos contaban con más recursos y herramientas; pero desde que comenzó el año escolar 2020-2021 las fallas constantes en el servicio de Internet han hecho que los estudiantes que pagan por educarse no estén cumpliendo con los objetivos propuestos.

Romeo aseguró que aunque comenzaron el año escolar con optimismo, en noviembre detectaron que el rendimiento de muchos estudiantes había bajado. “Vimos que alumnos de 19 y 20 bajaron a 13 y 14, y los de 13 y 14, reprobaban. El crecimiento de reprobados en el primer lapso escolar fue muy alto, incluso la asistencia ya no fue la misma de antes”, precisa.

Clases a distancia

El presidente de Andiep afirma que las deficiencias de la educación pública están llegando a la privada. “¿Por qué está pasando esto? Porque no se ha cumplido con lo que hemos pedido al Ministerio de Educación: ampliar el ancho de banda porque el que tenemos no es suficiente. Yo puedo tener las mejores herramientas tecnológicas, pero si tengo un Internet deficiente, básico, no puedo hacer nada”, señala.

Aunque reconoce que la educación a distancia ha llegado para quedarse, jamás podrá sustituir a la presencial. Por eso, Romeo destaca la necesidad de regresar a las aulas lo más pronto posible, tomando todas las medidas de bioseguridad necesarias. “Venezuela tiene que dar un paso adelante y permitirnos regresar a las escuelas, tomando todas las precauciones. Pero debe ser un regreso descentralizado, que cada escuela pueda implementar su protocolo y evaluarlo con padres y representantes, porque no todas las escuelas tienen las mismas necesidades”.

Romeo destaca que el sector educativo privado ha hecho un enorme esfuerzo para continuar con sus actividades, y lo ha hecho sin apoyo del Estado en medio de la pandemia. “Sabemos que si se destruye lo poco bueno que queda, que es el sector educativo privado, no tendremos país para el futuro”.

Maestros huérfanos

La educación a distancia tomó por sorpresa y sin herramientas a los maestros, dice Luisa Pernalete, profesora del Centro de Formación e Investigación Padre Joaquín, de Fe y Alegría. Por eso insiste en que el acompañamiento a los docentes es primordial en este momento.

Pernalete señala que, en el caso de Fe y Alegría, se han dedicado a brindar apoyo y acompañamiento a los docentes para enseñarles estrategias que pueden implementar en clase. “Todos los meses hacemos actividades formativas como forochats para atender a los maestros y se les envían guías instructivas por correo. Hemos estado ayudando a los docentes con herramientas para que no tengan que hacerlo todo”, explica. Pero insiste: “Los maestros de educación pública están muy huérfanos”.

Clases a distancia

Comenta sobre una encuesta que se realizó a un grupo de maestros en la que se les preguntó qué esperaban del nuevo año académico. Mejoras salarios, servicios públicos y equipos tecnológicos fueron las respuestas. Pero cuando se les pidió que comentaran qué había sido lo que más los había ayudado en este año de educación a distancia, respondieron: el acompañamiento del equipo directivo. “¿A esos maestros de educación pública quién los está acompañando? Yo no tengo ningún dato, pero me temo que están en total orfandad y creo que esa es una de las grandes diferencias que hay con la educación privada”, indica Pernalete.

En el caso de Fe y Alegría, dice que cada escuela mantiene contacto con sus estudiantes a través de los maestros para conocer la situación de cada estudiante y buscar la manera de que el alumno continúe con sus clases. “Un liceo nuestro en Antímano tiene 451 alumnos y allí han tenido contacto prácticamente con todos sus estudiantes, menos con 5. A 1 lo retiraron, 4 han flojeado mucho y a otros 30 les pondrán trabajos de compensación. Yo quisiera que esos datos los dieran en todas las escuelas”.

¿Se está aprendiendo?

Comenta Fausto Romeo que en este momento, tanto en el sector público como el privado, es difícil saber cuánto están aprendiendo los estudiantes porque los maestros solo están evaluando resultados. “Yo mando la tarea y recibo el resultado: 2+2=4. Listo. Tiene 20. No se está evaluando el procedimiento”, dice.

En las escuelas públicas no se realizan pruebas para medir la calidad y el impacto de la educación desde hace 10 años, indica Luisa Pernalete. “¿Dónde está la medición para saber cómo están rindiendo nuestros muchachos? No sabemos si estamos avanzando o nos estamos atrasando”, asegura.

La educadora afirma que cuando hay un paro o vacaciones muy largas los niños desaprenden porque no ponen en práctica sus habilidades. Entonces, en el caso de las clases a distancia, en las que muchas veces los maestros no tienen control absoluto, no hay forma de saber si los niños están aprendiendo. “Nosotros trabajamos con estrategias multimodales para tratar de que todos los niños tengan acceso a la educación. Pero no creo que sea la manera como se está trabajando en todos los colegios”.

colegios

Un aspecto no menos importante es el tema de la alimentación: antes de la pandemia muchos estudiantes asistían a las escuelas porque recibían desayuno o almuerzo. Ahora que están cerradas, la ingesta alimenticia de niños y adolescentes no es la misma. En algunas instituciones, comenta Pernalete, distribuyen alimentos entre las madres para que preparen comida en casa. “Antes de la cuarentena en liceos públicos, cuando se daba el almuerzo, subía la matrícula. La letra con hambre no entra. Tener las escuelas cerradas hace que ese factor de protección de la alimentación se vea restringido”.

Tanto Fausto Romeo como Luisa Pernalete consideran que el sistema educativo venezolano no podría resistir un año más de educación a distancia. “No podríamos avalar un siguiente año escolar en estas condiciones. La calidad educativa no es un cliché. Yo puedo decir ‘yo imparto calidad educativa’, pero se nos está acabando”, afirma el presidente de Andiep.

La pandemia dejará un gran aprendizaje en el sector educativo venezolano y hará que tanto padres como estudiantes valoren más el esfuerzo que hacen los docentes, considera Romeo. “La educación a distancia llegó para quedarse, pero nunca para sustituir al maestro”, asegura.

Cuando se pueda regresar a las aulas, bajo una modalidad semipresencial, Pernalete considera que se necesita implementar un plan que permita recuperar los conocimientos y habilidades que no se pudieron desarrollar durante las clases a distancia. “No podemos volver al pasado. En lo que sea que vayamos a tener es necesario que haya la voluntad política y decir las verdades: qué es lo que funciona, buscar a la gente que sabe. No puede ser por la franela. Este país tiene buenos profesionales y estoy segura que ninguno se va a negar a cooperar si ve que la intención es salvar el sistema educativo. También es necesario ver qué están haciendo otros países, no podemos aislarnos”.

Fuente: https://www.elnacional.com/venezuela/el-sistema-educativo-venezolano-no-resiste-otro-ano-de-clases-a-distancia/

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Ecuador: Trabajo infantil no desaparecerá hasta 2028, dicen las autoridades

Aunque la pobreza es un motivo que promueve el trabajo de niños, también se trata de un tema cultural.

En Quito el 3% de los niños, niñas y adolescentes realiza trabajo infantil, aunque este se encuentra prohibido en la Constitución del Ecuador. Son 25.600 infantes, según determinó el estudio “Diagnóstico situacional sobre el trabajo infantil en el Distrito Metropolitano de Quito”, realizado a finales de 2019. La mayor parte de ellos, el 71%, tiene entre 5 y 14 años.

El estudio lo lideró el Consejo de Protección de Derechos, del cabildo quiteño. El objetivo que se planteó en ese momento fue crear una ordenanza que permita trabajar en la erradicación del trabajo infantil.

En la ciudad se cuenta con cuatro Cetis: Mercado Mayorista, La Mariscal, San Roque y Carollo. Además, tres “puntos Cetis”: Ofelia, Mercado San Roque y Casa Somos de Calderón (de próxima apertura este último), que brindan los mismos servicios, pero en espacios comunitarios que se consiguen a través de convenios con empresas e instituciones.

En estos se atiende a niños de 5 a 15 años, que se encuentren en riesgo de explotación laboral o “callejización”, según explica Elba Gámez, jefa de Unidad de Proyectos de Otras Temáticas, que es cualquier actividad que mantenga a un menor en la calle.

Pablo Benalcázar, gerente del Mercado Mayorista, asegura que el trabajo infantil en esta zona ha sido casi erradicado, al menos en menores de 12 años. “En las seis semanas de gestión que llevo en la administración hemos tenido dos casos de menores que se encontraban trabajando, pero como no pertenecían al mercado solo se pudo pedir que se retiren”, indicó.

Según nos cuenta, dentro de los estatutos internos existen sanciones para quienes tengan menores trabajando. La primera vez se hace un llamado de atención verbal, la segunda instancia es una amonestación escrita y una multa que va del 5 al 10% del valor del arriendo del local, y si reincide, puede ser terminado el contrato de arrendamiento por parte de la administración.

Durante la pandemia estos centros tuvieron que cerrar, sin embargo, la situación se agravó y tuvieron que reabrirse en el mes de octubre. Con las clases en línea, durante la pandemia “los niños se ubicaban en las esquinas de los parques o alrededor del teléfono de las mamitas para recibir clases”, indicó Gámez. Esto motivó a que, cumpliendo las medidas de bioseguridad, se retome el trabajo de los Cetis.

Actualmente se atiende a 300 menores y se les brinda alimentación balanceada de manera gratuita. Los horarios de atención dependen del sector y jornada de trabajo, especialmente en los mercados de Quito. También, en convenio con Cruz Roja ecuatoriana, los niños recibirán, en los próximos días, un segundo chequeo médico y pueden acceder a atención psicológica.

El Patronato despliega, de lunes a domingo, un equipo de abordaje en las zonas de mayor incidencia de trabajo infantil. El personal se encarga de realizar un acercamiento con las familias y ofertar el servicio para los más pequeños. “Hemos tenido buena acogida, ya que es una preocupación menos para los papás que realizan trabajo en calle”, añadió Gámez.

Según las autoridades, aunque la cifra se ha reducido de 10% en 2006 a 3% en 2019, no se podrá erradicar completamente, al menos, hasta el 2028. La situación preocupa, pues los efectos más comunes en los niños que trabajan pueden evidenciarse físicamente: lesiones, fiebre, heridas, quemaduras, problemas en piel y ojos y agotamiento. (I)

Fuente: https://www.eluniverso.com/noticias/ecuador/erradicacion-trabajo-infantil-quito-nota/

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Niños venezolanos trabajan para hacerle frente a la pobreza

Consultados por le medio de comunicación Voz de América, los pequeños aseguran que en ocasiones deben asumir responsabilidades de adulto. El 40% de la población venezolana vive por debajo del umbral de pobreza, señala un estudio.

A pesar de sus grandes riquezas naturales, Venezuela se ha convertido en uno de los países con más necesidades de la región y líder en lo que a se refiere pobreza infantil y desempleo.

Unicef define como niño a cualquier persona menor de 18 años. En las calles de la capital venezolana, la Voz de América conversó con Yusmery Brito, de 17 años, que vive en precarias condiciones junto a sus tres hijos. La joven lamenta que, debido a la pandemia y a su actual situación, en ocasiones no puede cubrir los gastos nutricionales de la familia.

“Hay veces que, hasta lloro, yo pido a Dios que me saque de esta situación, no tenía nada de nada para darle a los niños, por eso salí para la calle, para ver qué conseguía para darles de comer, aquí me pongo a veces a pedir o parquear y les llevo algo”, comenta Brito.

Otros niños venezolanos aseguraron a la VOA que deben asumir responsabilidades de adulto, para poder sobrevivir.

“Trabajo porque siempre quería comerme algo, alguna chuchería y mi abuela no tenía, nadie me lo daba y tuve que salir, pero yo estudio, hay mucha gente que pasa hambre, hay muchos indigentes en la calle, durmiendo, nunca pensé que iba a llegar a este punto”, indicó por su parte Alexander Figueroa, de 12 años.

Entre tanto, Maiber Mena, de 14 años, relata que se vio en la necesidad de abandonar la escuela para llevar alimento a su madre y hermanos.

“La situación es muy ruda, hay mucha gente que pasa hambre, no hay nada para comer, yo me iba para el colegio sin comer, mi mamá no trabajaba, a ella la botaron del trabajo, en una oportunidad vi como trabajaba limpiando vidrios, no me fue mal y no estudié más”, afirma Mena.

Fuente: https://www.descifrado.com/2021/03/19/ninos-venezolanos-trabajan-para-hacerle-frente-a-la-pobreza/

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Save the Children, sobre los menores refugiados en Bosnia: «Duermen a la intemperie y se cobijan en edificios vacíos»

La organización Save the Children ha alertado este jueves de la situación en la que se encuentran decenas de niños y adolescentes refugiados en Bosnia y Herzegovina, donde «duermen a la intemperie» y buscan «cobijo en edificios vacíos y residencias privadas» donde no cuentan con «supervisión adulta» alguna.

En un comunicado, la ONG ha indicado que unos 50 menores se encuentran actualmente viviendo en la calle «sin ningún tipo de apoyo ni protección», lo que pone en peligro su salud y su bienestar en pleno invierno.

Se estima que hay unas 2.500 personas migrantes y refugiadas distribuidas en todo el país, quienes carecen de un «alojamiento adecuado», tal y como ha denunciado Save the Children, que ha manifestado que hay unos 500 niños refugiados no acompañados en varios albergues del país, además de otros 450 que sí viajan con sus familias.

Tras el cierre de dos grandes campamentos en 2020, el número de lugares de alojamiento para migrantes y refugiados a disminuido «drásticamente» en el país. En el documento, la ONG ha lamentado que a medida que las temperaturas han caído y los casos de coronavirus siguen aumentando, «se ha podido observar a niños pasando el día y la noche al aire libre, con acceso limitado a alimentos, agua, saneamiento y sin acceso a servicios de protección, salud, asilo o educación».

Así, ha instado a que se garantice que cuentan «urgentemente» con un lugar seguro y adecuado en el que alojarse, así como acceso al sistema de protección para menores. «He estado durmiendo de okupa durante dos meses, comiendo alimentos que obtuve de organizaciones o personas de la calle. Hace demasiado frío para permanecer en edificios como este. Hacemos fuego, pero luego no se puede respirar por el humo», ha explicado un adolescente de 17 años a Save the Children en la ciudad de Bihac.

En este sentido, la ONG ha advertido que muchos niños y adolescentes se muestran reacios a salir de la región bosnia de Una-Sana para refugiarse en otras áreas debido a que quieren permanecer cerca de la frontera con la UE y no dejar a los grupos con los que viajan.

Por ello, ha pedido el registro y protección de los niños y adolescentes refugiados que viven en la calle, especialmente dado a que Bosnia y Herzegovina «se encuentra en la ruta hacia las zonas fronterizas de Europa occidental», lo que ha convertido a la región en un «punto de acceso» para los migrantes.

La directora general de Save the Children en Bosnia y Herzegovina, Andrea Zeravcic, ha condenado y lamentado la situación: «Los niños no deberían pasar el invierno sin un techo, no deberían arriesgar sus vidas y su salud bebiendo agua de los ríos, congelados a bajas temperaturas o haciendo fogatas con basura para mantenerse calientes».

Asimismo, ha afirmado que es fundamental que «se garantice el acceso a la protección, la salud y otros servicios clave». «Es su derecho humano, pero, además, en el contexto de la epidemia de COVID-19, también se trata de un problema de salud pública», ha zanjado.

Fuente: https://www.notimerica.com/politica/noticia-save-the-children-menores-refugiados-bosnia-duermen-intemperie-cobijan-edificios-vacios-20210128180701.html

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