Qué es el aula invertida y por qué es la gran sorpresa de la educación durante la pandemia

Qué es el aula invertida y por qué es la gran sorpresa de la educación durante la pandemia

  • Pablo Rodríguez Herrero & Sandra Ruiz Ambit
  • The Conversation*

La Didáctica es la disciplina que estudia la comunicación educativa cuyo objeto es el conocimiento.

Es aplicable a cualquier etapa educativa, desde Educación Infantil hasta la formación universitaria.

Por tanto, la metodología didáctica la constituyen las técnicas y formas de generar espacios de comunicación que aporten un mayor conocimiento.

El estudio de las metodologías didácticas ha sido un ámbito fundamental de la pedagogía desde su nacimiento como ciencia fundamental de la educación, y sigue siéndolo en la actualidad.

Un ejemplo es el surgimiento del aula invertida o flipped classroom, a partir de las aportaciones de Jonathan Bergmann y Aaron Sams, profesores de educación secundaria, en 2014.

La metodología consiste, según explican estos docentes, en invertir lo que los estudiantes suelen realizar en el aula.

Es decir, si lo común en el aula es que se impartan en una sesión distintos contenidos y competencias asociados a una disciplina, asignatura o temas transversales, y después los estudiantes realicen alguna tarea complementaria posterior a la sesión, la metodología del aula invertida propone que los estudiantes vean vídeos grabados, realicen lecturas, etc., previamente a la sesión, y que sea en la sesión con el docente donde se realice alguna tarea bajo su supervisión.

Niña leyendo

Si bien el aula invertida se ha asociado tradicionalmente al uso de la tecnología educativa, no tiene por qué estar necesariamente condicionada al uso de dicha tecnología, sino que más bien se basa en la distribución diferente de los tiempos de enseñanza y aprendizaje del estudiante.

En todo caso, el aula invertida abre distintas posibilidades didácticas a la docencia en línea y, específicamente, a la distribución de recursos y actividades didácticas en la docencia sincrónica y asincrónica.

Aplicaciones durante el cierre de las escuelas

La situación de pandemia, con el cierre de escuelas y centros educativos en todo el mundo, ha supuesto un desafío para los docentes en muchos ámbitos, siendo uno de los principales el planteamiento didáctico de la enseñanza.

Como reto pedagógico, ha supuesto también posibilidades de transformación en el campo de la Didáctica, a priori insuficientes si se atiende a la evolución de esta disciplina en los últimos años, pero sin duda relevantes y posiblemente sostenibles en una etapa de postpandemia.

La transformación principal ha sido en el campo de la digitalización y el acceso al conocimiento. Y, en este ámbito, las metodologías didácticas susceptibles de apoyarse en la tecnología han sido muy importantes. Una de ellas es el aula invertida.

Dos niñas en clases virtuales

Aunque no encontramos investigaciones concluyentes sobre la efectividad y el impacto del aula invertida durante la pandemia en el contexto español, algunos estudios realizados en distintos países nos permiten deducir las posibilidades educativas que esta metodología ha tenido para la mejora de la enseñanza ante el reto de adaptarse a confinamientos y cierres de escuelas.

Estos estudios se han realizado principalmente en la etapa universitaria. Por ejemplo, en uno de ellos se aprecia que la inclusión del aula invertida en la docencia en línea ha contribuido a mejorar el aprendizaje, la atención y la evaluación formativa del alumnado.

Contribuye a mejorar la motivación

Por otra parte, como metodología didáctica que trata de fomentar la participación activa del estudiante, el aula invertida puede contribuir a mejorar la motivación hacia el aprendizaje.

Teniendo en cuenta que la motivación es uno de los factores determinantes para el aprendizaje, así como un reto para la docencia en línea, parece que el aula invertida puede jugar un importante papel en el proceso de enseñanza y formación en estos tiempos.

Sin lugar a dudas, la pandemia ha supuesto un desafío para los docentes de cualquier etapa educativa y ha sido objeto de estudio desde las ciencias de la educación.

La reacción tecnológica ha sido primordial para fomentar el acceso al conocimiento y, por tanto, una educación más inclusiva.

Un libro abierto y una tablet

Si bien se puede hipotetizar con relativa seguridad el impacto negativo de la pandemia en los alumnos con más vulnerabilidad, podemos observar también algunos avances destacables, especialmente en el ámbito de la tecnología educativa y la metodología didáctica que favorezca la participación en docencia en línea, como es el caso del aula invertida.

Estos avances son insuficientes para la necesaria renovación de la Didáctica, pero aportan nuevas competencias docentes y formas de entender la enseñanza, susceptibles de ser útiles y sostenibles cuando la pandemia termine.

* Pablo Rodríguez Herrero es profesor del Departamento de Pedagogía de la Universidad Autónoma de Madrid.

* Sandra Ruiz Ambit es docente de la Facultad de Educación de UNIR – Universidad Internacional de La Rioja.

Fuente de la Información: https://www.bbc.com/mundo/noticias-57559119

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Comunicación Educativa (II) ¿Cuántos maestros y maestras de educación básica hay en México?

Por: Sonia del Valle Lavín

Aunque parezca increíble, la respuesta al título de este texto, entraña una enorme complejidad.

De acuerdo con el Sistema de Información y Gestión Educativa (SIGED) de la Secretaría de Educación Pública (SEP) en el ciclo escolar 2016-2017 (la cifra más actual), había 1 millón 11 mil 589 docentes de educación básica.

Hasta aquí la cosa pinta relativamente bien si aceptamos que la autoridad educativa es la encargada de allegarse de la información sobre la planta docente en el país. Información que recaba a través del Formato 911 que entregan los directivos de las escuelas al inicio y al término del ciclo escolar a la autoridad educativa estatal, y de ahí pasa a la autoridad educativa federal para conformar los indicadores educativos.

Insisto, hasta aquí todo bien. De acuerdo con el SIGED, que concentra en una plataforma la información que envían las autoridades educativas estatales a la Federación, hay 1 millón 11 mil 589 “docentes”, y en su mayoría son mujeres, 712 mil 487, en contraste con la minoría que son hombres, 299 mil 102.

Pero el SIGED también advierte al pie de página que cuando se refiere a “docentes” significa el “conjunto de individuos adscritos a un centro de trabajo, de acuerdo a la función que realizan en el mismo. A cada uno se le considera tantas veces como en centros de trabajo esté adscrito”.

Esta acotación cambia la respuesta sobre el número de maestros y maestras que hay en México, pues si un docente trabaja en dos escuelas o tres, no se puede saber cuántos maestros y maestras hay en México.

La misma estadística señala que hay 1 millón 874 mil 775 “personal” que trabajan en la educación básica, pero quien consulta no puede saber si todas esas personas trabajan como docentes en las escuelas; si trabajan todos en las escuelas o en cualquier tipo de centro de trabajo, porque para la SEP y sus homólogas, un centro de trabajo puede ser una escuela, una supervisión escolar, las oficinas de la burocracia estatal o las oficinas de los maestros comisionados a cuestiones sindicales.

Así que de la cifra anterior no se puede saber cuántos son docentes y lo otro que no se puede saber es si la SEP y yo entendemos lo mismo por esa categoría, para mí el docente es una persona que trabaja con un grupo de alumnos; hay otras personas que tienen plaza de maestro, pero que son supervisores escolares, asesores técnicos pedagógicos, subdirectores, jefes de sector, directores de área, y hasta líderes sindicales, pero que no están frente a grupo.

Además de la definición, se advierte otro asunto. Cuando la SEP desagrega la información señala lo siguiente:

Directores con grupo: 90, 303

Educación Física: 101,824

Educación Artística: 53,180

Educación Tecnológica: 56,237

Idiomas: 68,551

En total tenemos 370,095 “docentes” que realizan labores de enseñanza con las y los estudiantes en diversas asignaturas de educación básica, pero desconocemos cuántos dan clases frente a grupo en preescolar y primaria y cuántos dan clases en secundaria de las asignaturas clave, como Español, Matemáticas, Ciencias.

También la estadística de la SEP al referirse al “personal” que trabaja en la educación básica, arroja otros dos datos: 359,477 realizan funciones administrativa y 106,164 son directores sin grupo.

Tomando en cuenta los datos que desglosa la SEP, tanto de docentes con asignatura, directores y administrativos, hablamos de 835,736, lo que significa que hay 1,039,039  que no están en estas categorías y que podrían ser maestros frente a grupo.

Lo interesante de la información estadística de la SEP, es que el dato no cuadra.

Si lo comparamos con la categoría “docentes”, que eran 1,011,589, la diferencia son 27 mil 450 y la cuestión se complica, con otro dato que proporciona la SEP. Dice que hay 1,071,950 grupos de educación básica.

Si tomamos como cierto el dato de 1,011,589 de la categoría “docentes”, la diferencia con respecto al número de grupos revela un problema de grandes proporciones, pues hablamos de 60 mil 361 grupos sin maestros.

Si tomamos como referencia el dato del 1,039,039, el cual se infiere al descontar de la categoría “personal” a quienes son docentes de asignatura, directores y administrativos, el drama disminuye a casi a la mitad, pues habría 32 mil 911 grupos sin maestros.

Este ejemplo de las estadísticas de la SEP muestra claramente que no hay el más mínimo esfuerzo por parte de la autoridad educativa por informar sobre el principal activo del sistema educativo mexicano que son las y los maestros.

No solo desconocemos cuántos maestros y maestras hay en México; cuántos son hombres y cuántos son mujeres en el caso de los directores, los maestros de educación física, artística, idiomas, o del personal administrativo.

Tampoco sabemos nada sobre lo que la SEP llama “docentes”. Y esto es quizá lo que me parece más grave. ¿Todos los docentes están frente a grupo, tienen las mismas condiciones de trabajo o perciben el mismo ingreso?

No sabemos, igualmente, si todos los grupos están cubiertos y si entendemos lo mismo al hablar de un grupo. Si un grupo, por ejemplo en primaria, solo requiere de un docente o requiere, además, del docente de educación física y de idiomas.

No sabemos como sociedad cuántos grupos debe atender un docente, una vez definido el mejor esquema posible. Es decir, un grupo de primero de primaria debe tener: un docente frente a grupo, un docente de idiomas, un docente de tecnología y un docente de educación física o no, con uno es suficiente.

Navegamos a ciegas en el sistema educativo mexicano y lo seguiremos haciendo e  insistiendo sobre lo mucho que falta por hacer o sobre el avance o el fracaso de una reforma, mientras no sepamos, si son todos los que son, son los que están y los que necesitan estar.

Por ello, la necesidad de contar con una política de comunicación educativa, que es mucho más que emitir un boletín de prensa, lanzar un video, hacer un informe o subir un conjunto de números inconsistentes en una plataforma web.

Una política de comunicación educativa podría centrar sus esfuerzos en explicarle a la sociedad mexicana cada parte del sistema educativo nacional, para construir un diálogo informado, y una base de conocimiento público común sobre el sistema educativo mexicano. Y bien podría empezar por explicarnos la estadística educativa, y sus categorías.

Fuente: http://www.educacionfutura.org/comunicacion-educativa-ii-cuantos-maestros-y-maestras-de-educacion-basica-hay-en-mexico/

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