Una mini COP escolar de la relación entre cambio climático y salud

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Nos encontramos en unos días en los que el cambio climático llega por todos los canales de información. Por fin se celebra la Conferencia sobre el Cambio Climático de Glasgow. La comunidad educativa debe enterarse de qué es, qué se busca y cómo se piensa lograrlo. Hagamos un par de preguntas en cada grupo y anotemos ideas, deseos, posibilidades de lograrlo y opiniones personales. Servirán para ajustar un proyecto educativo reclimatizador. En la misma sesión comentemos en profundidad la frase de Antonio Guterres, el secretario General de la ONU: «Basta de tratar a la naturaleza como un retrete». ¿Será cierto eso? ¿Al menos alguna vez? ¿Lo parece cerca de nosotros? Habrá que dejar claro que el aire también es naturaleza.

Con la excusa de la conferencia se pueden dedicar algunas sesiones a conocer las variables del cambio climático y a descubrir su interacción con las personas, por acción o reacción. Para los cursos más avanzados se podría utilizar el Concurso COP26: ¡Pon a prueba tus conocimientos sobre la conferencia del clima de las Naciones Unidad! No estaría de más que la respondiese previamente el profesorado. En algunas escuelas ya se realizan propuestas didácticas que contemplan esta correlación. En todas debería ser un tema principal durante la elaboración de los Proyectos Educativo y Curricular, también en la programación de las materias. Se trata de consolidar un eje argumental de la vida particular y escolar que persista en el tiempo, porque los años venideros es probable que alcance dimensiones todavía no imaginadas, incluso mayores que ahora. Es de urgencia vital hablar de los llamados bienes ambientales, como de otros intangibles que tanto influyen en la interacción personas y entorno. Debemos entender cómo y por qué se van deteriorando o perdiendo pero también aventurar acciones de mejora. Para centrar los debates del profesorado, como parte propositiva de lo que se hace en las aulas, podríamos elegir temas en donde la relación se ve cotidianamente, de manera más sencilla. Puede servir el Informe de 2021 de Lancet Countdown sobre salud y cambio climático: código rojo para un futuro saludable. Habría que seleccionar aspectos básicos del informe para provocar la búsqueda de causas y consecuencias de cada afección seleccionada. El posterior trabajo en equipo podría servir para descubrir en los debates dónde ocurren más y menos y aventurar por qué razón será. Servirían algunos hechos comprobados -para ello hay que recordar al alumnado el valor de la investigación científica- como:

*Aumentan las desigualdades en un mundo que se calienta.

Identificación de posibles causas y consecuencias; localización en el mapa de los países o regiones más desfavorecidas, avance de posibles soluciones a corto, medio o largo plazo.

*Aumentan las enfermedades asociadas al cambio climático.

Relación de la incidencia de cada enfermedad. Identificación de posibles causas y consecuencias; localización en el mapa de los países o regiones más desfavorecidas, avance de posibles soluciones.

* El cambio climático está revirtiendo los avances que se habían conseguido en la mejora alimentaria.

Identificación de avances anteriores ahora en retroceso; localización en el mapa de los países o regiones que pierden conquistas logradas, planteamiento de posibles actuaciones para resolver el problema.

* Si no hay una respuesta global, coordinada, todos nos veremos perjudicados.

Razones y posibilidades de una acción global, aspectos positivos y negativos, asignación de compromisos por parte de entidades gubernativas, sociales y ciudadanas.

* Lo que no se haga de inmediato va a perjudicar mucho a la larga.

Selección de diez acciones urgentes, otras diez importantes, diez más necesarias pero que pueden acometerse a medio plazo. Priorización para redactar una carta y enviarla al Gobierno central y servicios autonómicos y locales.

* Lo que nos afecta a nosotros frente a lo que impide llevar una vida satisfactoria a otros.

Separar prioridades según sectores sociales, países y continentes. Elaboración de un decálogo de acción prioritaria para mantenerlo presente siempre en el aula.

Cada centro tiene la capacidad de seleccionar recursos que están a su alcance o pueden obtenerse en la Red. Ya hemos hablado de algunos en nuestra Ecoescuela abierta. Hoy seleccionaríamos unos que se apoyan en el juego y la gamificación, además de los que proporciona Climántica. No tienen desperdicio climático sus juegos. También se puede mirar lo que hacen las Escuelas Andaluzas por el clima, que aportan materiales específicos para educación primaria y secundaria.

Hemos presentado suficientes razones para llevar el cambio climático a las aulas. Una vez desarrolladas estas sesiones de trabajo en grupo e intercambio de opiniones queda concretar aquellas acciones que el centro educativo puede llevar a cabo para mejorar la salud colectiva, al día siguiente y a corto plazo. Habrá que concretar y adecuar la contribución de cada curso, en relación con sus capacidades e intereses. Al final quedará una marca sustancial en el espíritu colectivo, una adaptación y, en consecuencia, el cambio climático se verá algo mitigado.

Además de estos materiales, y otros muchos que están disponibles en la web, interesa conocer lo que viene desarrollando el Observatorio de Salud y Medioambiente “Cambio Climático y salud”, una alianza entre DKV y Ecodes. Llevan publicados varios trabajos con propuestas reales para entender la relación entre medioambiente y salud. La última Cambio Climático y salud. La lucha contra el cambio climático, el mayor reto para la salud mundial del siglo XXI está dividida en tres bloques. El primero lleva por título “ABORDAR EL CAMBIO CLIMÁTICO PUEDE SER LA MAYOR OPORTUNIDAD PARA LA SALUD PÚBLICA GLOBAL DEL SIGLO XXI”. Muestra cómo se produce el calentamiento global que origina el cambio climático, repasa qué es el acuerdo de París y aproxima a entender por qué el cambio climático y la salud interaccionan en un contexto educativo. En el segundo bloque “SEGUIMIENTO DE LAS CONEXIONES ENTRE SALUD PÚBLICA Y CAMBIO CLIMÁTICO” se revisan las últimas investigaciones sobre la incidencia del cambio climático sobre la salud. En el tercero “COVID-19, BOSQUES, NATURALEZA, BIODIVERSIDAD Y SALUD EN RELACIÓN CON EL CAMBIO CLIMÁTICO” se analiza la relación entre la pandemia de la COVID-19 y los bosques; se presentan la naturaleza y la biodiversidad como fuentes de salud en relación con el cambio climático. Incluye un cuarto dirigido al personal sanitario “LA COMUNIDAD SANITARIA FRENTE AL CAMBIO CLIMÁTICO”.

Si el profesorado desea fundamentar con más conocimientos el trabajo puede acudir a la web de ISGlobal para conocer los proyectos que vienen desarrollando. Lo mismo podríamos decir de la investigación de García Vinuesa y Meira que contiene resultados de indagaciones recientes. Nuestra ecoescuela debe estar cada vez más atenta a lo que se sucede en torno a un problema tan grave como la crisis/emergencia climática. Debería transformar sus desarrollos curriculares en experiencias compartidas para mejorar el estado global del entorno próximo y lejano. Algunos grupos de profesores y profesoras ya se han puesto en marcha, como es el caso de Teachers for future Spain. Con todo, podremos imaginar si los habitantes de nuestra escuela hacen como esos dirigentes a los que acusaba el señor Guterres de haber convertido la tierra/mar/aire en un retrete.

Fuente e Imagen: https://eldiariodelaeducacion.com/ecoescuela-abierta/2021/11/05/una-mini-cop-escolar-de-la-relacion-entre-cambio-climatico-y-salud/

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Aprendizajes positivos y lecciones de resiliencia desde la educación ambiental para momentos pandémicos

Por: Carmelo Marcén

  • Abrimos de par en par nuestra Ecoescuela para que entren propuestas didácticas que faciliten el desarrollo de actuaciones escolares que aminoren las dificultades que en este curso 2020-2021 debe sortear la educación formal, especialmente el profesorado y el alumnado que ensayan sin entrenamiento,

Seguimos trayendo a nuestro blog aportaciones varias para trabajar la educación ambiental; unas muy conocidas, otras menos. Abrimos de par en par nuestra Ecoescuela para que entren propuestas didácticas que faciliten el desarrollo de actuaciones escolares que aminoren las dificultades que en este curso 2020-2021 debe sortear la educación formal, especialmente el profesorado y el alumnado que ensayan sin entrenamiento previo nuevas relaciones entre ellos y con los aprendizajes. Por este motivo, convendría que los centros educativos anotasen diariamente en su Agenda escolar lo que ha sucedido cada día, las dificultades que han surgido y cómo las han ido solucionando.

Todo ayuda a la mejora del proyecto colectivo, todo sirve para un curso en el que va a haber que sortear muchas dificultades similares a las que han surgido en la vuelta a las aulas. Queremos pensar, necesitamos creer, que dentro del marasmo escolar en el que estamos inmersos; hacer convivir gestión y educación para que las personas aprovechen lo mejor de sí mismas casi nunca resulta fácil. ¡Qué decir en este curso 2021 que permanecerá en la microhistoria de cada cual y veremos cómo queda reflejado en la Historia del siglo XXI. ¿Servirá la Educación Ambiental de cauce para aprender? Es una hipótesis que habría que investigar, una vez superados los primeros días de vértigo.

Siempre es conveniente conocer reflexiones sobre la Educación Ambiental y experiencias didácticas que se desarrollan en centros diferentes al propio. Pero especialmente cuando se viven momentos tan críticos en las escuelas, se agradece que alguien se pregunte si se pueden mezclar propósitos de aprendizajes positivos que nos sirvan a la vez de lecciones de resiliencia. De lo primero se puede aprender mucho en La Firma del mes de la Carpeta Informativa del Ceneam (Centro Nacional de Educación Ambiental), donde se recogen cientos de aportaciones de reflexión y para el debate. Se puede hacer una búsqueda por autores o por temas. También merece la pena entrar en Recursos para la Educación Ambiental. Allí se aportan muchas ideas prácticas muy útiles en estos momentos.

El título de la presente entrada, y todo lo que viene a continuación es una especie de análisis y a la vez resumen de un interesante artículo de Marta López Abril e Isabel Fernández Domínguez publicado en la Carpeta. Las autoras quieren ejercer el papel de difusoras y lo logran con apuntes generales y detalles finos. Recogen propuestas diversas en torno a problemáticas graves de la actualidad: cambio climático, movilidad, contaminación, alimentación, consumo, etc., relacionadas con la Educación Ambiental pero que integran también cuestiones sociales como cuidados y cooperación. En el artículo se explican, y enlazan, ejemplos de iniciativa social durante la pandemia de los cuales recogemos solamente uno de algunos ámbitos: laboratorios ciudadanos y cartografías de iniciativas ecosociales como ESenRED comentado ya en este blog; sobre alimentación y consumo como #soscampesinado; de transformación comprometida de las ciudades como Paisaje transversal; propuestas de reconexión con la naturaleza como Red de Equipamientos de Educación Ambiental para el Desconfinamiento (REDEEA) de la cual ya hablamos en la anterior entrada de este blog; de apoyo mutuo como la Red Mundial de Ciudades y Comunidades Amigables con las Personas Mayores auspiciada por la OMS; sobre creatividad y cultura como El Laboratorio ESCOITASME?; de arte y naturaleza como Naturaleza artificial del Museo Nacional de Ciencias Naturales; cuestiones de desigualdad y nuevo modelo económico como la Guía de iniciativas de economía solidaria frente a la crisis del COVID-19 editada por la Red de Redes de economía colaborativa y solidaria (REAS); entre otras).

Desgranan también y justifican al final algunas reflexiones y aprendizajes para compartir: que gran parte de las iniciativas han surgido de contextos sociales previos, que buscan satisfacer necesidades humanas, que casi todas tienen origen urbano, que buscan la transformación de los modelos de vida, que generan círculos de cuidados, que han sido experimentadas.

En fin, que, como dicen las autoras: “La crisis sanitaria y el confinamiento han mostrado claramente la íntima relación entre nuestro insostenible modo de vida como sociedad, los problemas ambientales y nuestra salud”. A la vez, llaman la atención sobre el hecho de que antes ya nos encontrábamos en una crisis multisistémica que justificaba una Educación Ambiental que mejorase las relaciones entre las personas y de estas con el planeta. Por eso, las acciones positivas para fomentar la resiliencia que han seleccionado merecen una consideración en los centros educativos. Habrá que darles las gracias por semejante aportación.

Fuente e imagen tomadas: https://eldiariodelaeducacion.com/ecoescuela-abierta/2020/10/02/aprendizajes-positivos-y-lecciones-de-resiliencia-desde-la-educacion-ambiental-para-momentos-pandemicos/

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Conseguir una educación mundial de calidad tras la pandemia

Por: Carmelo Marcén

Cerramos con este artículo la serie que hemos dedicado a valorar el Informe de Seguimiento de la Educación en el mundo ODS. 4 aportado por la UNESCO hace unos meses.

La irrupción de la pandemia lo dejó en suspenso pues abrimos un espacio para acoger propuestas que ayudasen a los centros escolares a trabajar la naturaleza desde casa. Ya nada será como nunca. Pero queremos repetir aquello que decíamos en los tres artículos anteriores de que la educación de calidad adorna la vida de esperanza, de compromiso, de universalidad y de futuro. Subrayábamos que el informe se estructura en torno a la valoración del acceso universal a la educación, la equidad, las variables referidas al aprendizaje en sí, la calidad de la educación apoyada también en la formación inicial y permanente del profesorado. Asuntos todos sobre los que hay que trabajar mucho en este momento, cuando la educación formal ha sufrido tanto.

Toca hablar de financiación; máxime ahora cuando los dineros destinados a hacer frente a la pandemia en todo el mundo dejan en incógnita las necesarias inversiones educativas. Cuando volvamos a las aulas hay que examinar si la educación de cualquier país –lo centramos en España y América porque desde allí se visita este blog- dispone de recursos económicos, traducidos en programas y profesorado. Leamos el informe. Empezamos mal: “Uno de cada cuatro países no cumple ninguno de los principales objetivos de referencia sobre financiación para los gobiernos esbozados en el Marco de Acción de Educación 2030”. Dice la UESCO que para empezar medianamente bien hay que dedicar al menos el 4 % del PIB a la educación. Claro que es difícil hacer lo que Suecia (7,7 %), Dinamarca (7,6) o Islandia (7,5) pero ahí tenemos a Costa Rica y Belice (7,4) y Bolivia (7,1). Preguntémonos cada uno, invitemos al alumnado, si hemos sentido durante estos años alguna carencia de recursos; hagamos una lectura comparada de países pues el informe proporciona suficientes datos (4,2 en España).

La pandemia debe hacernos cambiar aquellos contenidos estáticos de los que tanto hablamos normalmente en las aulas para acoger acontecimientos de alcance social, propios de una ecoescuela abierta, como puede ser otra de las contundencias del informe: “Las ambiciosas metas en materia de educación no se alcanzarán a tiempo sin recursos adicionales, especialmente en los países más rezagados”. Tomemos nota: de los aproximadamente 5 billones de USD que se destinan a educación al año en el mundo, solamente el 0,5 % se emplea en los países de ingresos más bajos mientras que más del 65 % se dedica a la educación de los de ingresos más altos. Esto se llama injustica global, es un motivo más para que aumente la explotación de los débiles en muchos países, para anular sus ilusiones colectivas, para que la emigración multidireccional se convierta en una espoleta social. Por eso, solo estos datos nos deben empujar a hacer las cosas de otra forma. Ahí vamos.

En septiembre o cuando sea, dialoguemos en clase, debatamos en los equipos pedagógicos si se puede hacer algo para mejorar la situación. Si logramos encontrarlo, hagámoslo llegar a sus autoridades educativas. Reclamemos sus respuestas. La escuela, como impulsora de la mejora colectiva, tiene que posicionarse en demanda de la justicia, al menos educativa. El marco de referencia de la Acción Educativa 2030 había señalado dos opciones presupuestarias dentro de las necesarias políticas: destinar a educación entre el 4 y el 6 % del PIB o al menos de un 15% a un 20% del gasto público total.

Otra alerta que debe despertarnos y hacer emerger las verdades ocultas: las ayudas a la educación están estancadas desde la crisis financiera de 2008. Tomemos de nuevo notas para el debate escolar y social: “La proporción de la ayuda total a la educación destinada a los países de bajos ingresos disminuyó del 25% en 2002 al 22% en 2016. Es más, durante el mismo período, a pesar de que el 35% de los niños sin escolarizar en edad de asistir a la escuela primaria se encontraba en los países más pobres, la proporción de la ayuda total a la educación básica dirigida a los países de bajos ingresos se redujo del 37% al 27%.” (Indicador 4.5.5. de los ODS). Cuando se habla de los mayores donantes, la UE y otros, hay que decir a qué se destinan sus ayudas; no es lo mismo que vayan dirigidas a universalizar una educación básica de calidad con profesorado bien formado, que se conviertan en becas para que estudiantes universitarios de países de bajos ingresos acudan a las universidades de altos. Un dato más: En muchos países de ingresos bajos y medianos, los hogares asumen entre un quinto y la mitad de todo el gasto en educación. Debatamos en nuestras ecoescuelas sociales abiertas sobre la esperanza educativa universal. Situemos este asunto vital en un lugar preferente de nuestra Web para animar a que toda la comunidad educativa opine.

La pandemia no ha hecho sino aumentar las desigualdades, dentro del mismo país y entre diferentes. Dejó sin clase a más de 1.300 millones de niños en todo el mundo, muchos sin la mínima ayuda escolar. Unesco calcula que el 40% en países de ingresos bajos y medio-bajos; a estos habría que añadir los perjudicados en países de ingresos medios-altos y altos. Si antes de la pandemia más de 250 millones de niños y niñas de entre 6-18 años (el 17% del total) estaban excluidos de la educación, si la proporción de quienes completan la secundaria estaba en 18 a 100 entre países con ingresos más bajos frente a los de altos, qué pasará ahora. Todo esto sin fijarnos en la inclusividad, de la cual ya hablamos en otra entrada del blog. Hace unos días conocimos el último informe GEM “Todos significa todos”. Asegura que se corre el riesgo de que la pandemia arrincone más todavía la inclusividad. Nos tememos que dentro de unos años hablaremos de los estragos educativos en la “generación covid”.

Nada sale gratis; las ilusiones tampoco. Pero si creemos de verdad que los ODS pueden mejorar el estado global del mundo habremos de proponer esperanzas y buscar soluciones imaginativas. Quizás cada uno desde nuestra escuela. Al menos hablemos de estas cosas con el alumnado, ayudémosles a forjar un pensamiento crítico, a rescatar el significado de la palabra compromiso, a saber mirar en el espejo de los otros. Cuando se reanuden las clases, hay que retomar el cuento –ilusión, relato, creencia, fantasía, ensayo- de los ODS. Apenas tiene escritas las primeras páginas, llenas de deseos; le han salido tachones por esto de la pandemia. Nos está esperando; escribamos en él. ¿Llegaremos a darle un final feliz?

Fuente: https://eldiariodelaeducacion.com/ecoescuela-abierta/2020/07/17/conseguir-una-educacion-mundial-de-calidad-tras-la-pandemia/

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La tabla periódica incita a la educación ambiental para la sostenibilidad

Por: Carmelo Marcén

De lo que se trata con esta propuesta es hablar de cosas cotidianas en las aulas; de hacer una verdadera ecoescuela que se pregunte dónde estamos en relación con el medioambiente global a través de la consideración de cosas pequeñas.

Así dicho suena raro, pero sí. Pongamos que la naturaleza es una mezcla de elementos diversos, de los cuales solamente reparamos habitualmente en los más nombrados: carbono, oxígeno, hidrógeno, nitrógeno, oro, plata, hierro y unos pocos más. Estos, como el resto, están por ahí combinados con otros y dan forma y propiedades a todo lo que vemos o utilizamos. Casi seguro que el medio ambiente es eso. De ahí que haya que hablar de ellos, poco a poco, sin grandes aventuras, simplemente leyendo, viendo, oliendo, tocando y, cuando se despierte el interés, investigando. En la vida son omnipresentes (cualquier roca, el agua que se mueve, los animales que podamos encontrar en la naturaleza, las cosas que cada día vemos o utilizamos, el aire que nos trae lluvias y sequía, etc.); en la escuela ya aparecen sin darles importancia, pero a veces sí, inundan en los cursos más altos el mundo de la química, que es el mundo real: las experiencias de cada día.

Dicen quienes saben de esto que un objeto tan corriente ahora como es un móvil puede estar fabricado, contener, más de 30 elementos distintos. También hemos leído por ahí que el cuerpo humano podría llegar casi a 60. Más asombro todavía: por la vida circulan unos 120 elementos diferentes, que se sepa hasta ahora. La lista no ha hecho sino crecer desde que los primitivos humanos apreciaron las propiedades del hierro, cobre u otros metales, allá por la Prehistoria; en el siglo XIX aparecían identificados poco más de 60.

No se trata de organizar una aburrida clase de química. Si los sacamos del medio ambiente y los traemos aquí, a la ecoescuela, es porque son importantes. Además, en este caso, los queremos recordar porque alguien se empeñó en organizarlos en una tabla para que se entendieran mejor y se pudieran enseñar, también en el instituto. El año pasado se cumplían 150 años desde que un científico ruso Dimitri Ivánovich Mendeléiev había “ordenado” su comprensión, con unos criterios que ya aprenderán quienes estudien química en los últimos cursos de Secundaria o en Bachillerato. Como no sabemos si esos estudiantes se manejan con soltura o no por la tabla, se nos ocurre encaminarlos a una tabla periódica muda. Tan importante fue la tarea de Mendeléiev que la Unesco decidió declarar al 2019 como Año Internacional de la Tabla Periódica de los Elementos Químicos. Es posible que no todos los colegios e institutos se habrán hecho eco de la efeméride, aquí está explicada.

Entender esto de los elementos presentes en el medio ambiente requiere tiempo y dedicación. Una manera de abordarlos es buscando su relación con la vida diaria, por ejemplo, en los aparatos electrónicos que empleamos. Para entender el asunto merece la pena leer con detenimiento el artículo “Tres tablas periódicas que explican el irracional consumo de muchos aparatos eléctricos” que publicaba Clemente Álvarez en Ballena Blanca de eldiario.es, cuando empezaba el año de la tabla periódica. En primer lugar hay que fijarse en la “Tabla periódica de la escasez”, con 98 elementos no sintéticos, que ha propuesto la Sociedad Química Europea (EuChems). En ella se aprecian cuestiones tan importantes para la vida económica y social, tal como la entendemos ahora, como su abundancia o no en el medio ambiente –algunos tienen su disponibilidad limitada, otros están en riesgo por su uso creciente, y los hay en grave riesgo en los próximos 100 años). Alguno, como el caso del litio, aparece en color amarillo, que indica riesgo futuro de abastecimiento. Este supuesto se podría aprovechar para hablar de las baterías de los coches eléctricos, de lo que podría suceder si todos los coches funcionasen con ellas. Seguro que el debate traería ideas para fortalecer el uso del transporte público, para hablar de dónde se concentran los pocos “yacimientos” de litio; incluso en Cáceres provocará opiniones encontradas acerca de la pretendida explotación de litio que supondría ser la segunda de Europa. Como vemos, medioambiente y tabla periódica van de la mano en la vida aunque no nos lo propongamos.

En el mismo gráfico, la EuChems ilustra sobre aquellos elementos químicos que están presentes en nuestros móviles. Este asunto también es aprovechable en clase. Puede emplearse para ver sin son muchos o pocos, para revisar si alguno de ellos está marcado en rojo o amarillo, pero, sobre todo, para cuestionar si la tendencia compulsiva a cambiar de móvil beneficia al medio ambiente o a nosotros; el artículo alude a que en la Unión Europea se tiran o reemplazan 10 millones de estos dispositivos todos los meses. Es indudable que merecerá la pena hablar de la recuperación de sus componentes, elementos de la tabla una buena parte de ellos.

Los elementos químicos nombrados se obtienen del medio ambiente, la naturaleza para quien así lo prefiera. Para extraerlos se utilizan complejos procesos de minería, que tienen más o menos repercusión ambiental. En otra tabla del artículo se señalan los elementos cuya extracción tiene un impacto bajo, medio o alto (cuidado con el oro, el mercurio o el platino). El asunto daría para hablar largo y tendido con el alumnado de determinados cursos de las huellas que conlleva en la naturaleza disponer de unos cuantos elementos implicados en la fabricación de los aparatos electrónicos, que hoy mismo mandan en nuestras vidas.

Finalmente, la tercera tabla se pregunta por el porcentaje de reciclaje de los distintos elementos. Su recuperación o no tiene una alta repercusión en nuestras vidas, en su disposición posterior o no, en el medio ambiente próximo y global, en el resto de los seres que forman la ecosfera. Aquí se podría reconocer de dónde, cómo y en qué países se “recuperan” parte de esos elementos químicos tan valiosos, de si hay riesgos ambientales en la recuperación. Hay muchos portales de Internet que lo abordan.

Habría más cosas de las que hablar: Por ahí está el paladio, un metal que instalado en los tubos de escape de los nuevos coches híbridos y a gasolina reduce la emisión de gases contaminantes. O ese arsénico que viaja en pinturas e insecticidas hacia las corrientes de agua en donde encuentra cadmio y otros metales pesados, que hacen casi imposible la vida de los peces, entro otros seres acuáticos. Y cómo olvidar a las tierras raras, esos 17 materiales que provocan conflictos bélicos o económicos, ambientales y sociales también, a cualquiera que tiene relación con ellos. Para quienes sean curiosos, hay una tabla que identifica los elementos químicos en los objetos de usos cotidianos.

Al final, de lo que se trata con esta propuesta es hablar de cosas cotidianas en las aulas; de hacer una verdadera ecoescuela que se pregunte dónde estamos en relación con el medio ambiente global a través de la consideración de cosas pequeñas. Se quiere proporcionar una visión general de lo que suponen algunos elementos químicos, en este caso contextualizados en la vida, utilizando como escusa una efemérides científica para hablar de un contenido escolar que, si bien servirá más en unos niveles que en otros, seguro que al profesorado le vendrá bien refrescar lo que en su formación aprendió sobre la tabla periódica para exponer al alumnado la complejidad ambiental de ciertas maniobras productivas o comerciales, al fin y al cabo el consumo, que en principio nos hacen más cómoda la vida. Esto es un avance de la Educación Ambiental para la Sostenibilidad, que tanta falta nos hace.

Fuente e Imagen: https://eldiariodelaeducacion.com/ecoescuela-abierta/2020/01/24/la-tabla-periodica-incita-a-la-educacion-ambiental-para-la-sostenibilidad/

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Climatizar la escuela para atemperar la incertidumbre

Olviden las lecciones tradicionales que presenta el clima en forma de lección aprendida, como algo estático. Potencien la dimensión interactiva entre sociedad y territorio.

No, no vamos a hablar de instalar aparatos de calefacción y aire acondicionado en todas las estancias de las escuelas para aumentar la confortabilidad según los deseos de los diferentes usuarios, pues la medida supondría un gasto energético desmesurado, ilógico en estos momentos e inasumible en los exiguos presupuestos escolares. Eso no es deseable en un mundo que lucha contra un cambio climático ya comprobado, acelerado por efecto de la emisión antrópica del carbono y otras partículas al aire. Pero aun así merecería hablar de estos temas de vez en cuando.

Las puertas de la escuela siempre deben estar abiertas a recoger opiniones y percepciones de los escolares, aunque sean controvertidas, y tratarlas de forma dialogada, para aventurar lo que supone cada deseo de las personas en la aldea global en la que vivimos. En esta ocasión, se trata de algo menos continuado, por eso escasamente perdurable en la preocupación curricular, pero suponemos que más importante: escuchar y entender desde las aulas el clima y sus vaivenes locales o globales, a la vez que prepararnos y comprometernos para aprehenderlo mejor y así actuar todos los días. Si se logra este propósito, se ayudará a limitar las incertidumbres meteorológicas, que las habrá siempre, de distinta intensidad y afectando a más o menos gente; esta última idea debe quedar clara entre los escolares pues la experimentarán en la vida adulta. Porque, no lo olvidemos, el clima ya no es lo que era: lo manifiestan de forma subjetiva los más mayores, lo corroboran de forma objetiva los científicos.

Los recientes episodios meteorológicos ocurridos en España, también en Francia, como sucede cada mes en casi todos los países del mundo, han tenido graves repercusiones en el medio natural y en la vida de muchas personas, tanto que han sido objeto de una enorme atención mediática. Pregunten en su clase cómo el alumnado ha percibido estos episodios, quizás ni siquiera se hayan enterado. Avancen con los escolares las causas y consecuencias que han tenido, intenten situar las localidades o regiones afectadas en el mapa y buscar alguna relación entre las pulsiones de la naturaleza y el bienestar y las necesidades de las poblaciones. Pídanles que cuenten alguno que hayan sentido muy cercano. Háganles ver que fenómenos como estos no son exclusivos de España; en América saben mucho del asunto. El año pasado, cientos de personas se vieron afectadas en Argentina, Uruguay, Paraguay, Bolivia, Perú, Colombia y Ecuador. ¡Qué nos dirían los chicos y chicas de Bangla Desh de las veces que las aguas los dejan sin escuela! Seguro que en nuestros colegios e institutos se está al tanto de los efectos de ciclones y tornados en América del Norte, este año y todos los años; suelen tener un amplio despegue mediático. Vistas las cosas que suceden, convendría abrir los intereses de la escuela y abordar el clima a partir de hechos o situaciones similares. Lleven a clase noticias sobre sus efectos y hablen de ello. Tiempo y clima es mucho más de lo que traen las clásicas lecciones de los libros de texto, empeñadas en que el alumnado aprenda las zonas climáticas y las caracterice.

En esos días de tormentas e inundaciones ha quedado manifiesta la incertidumbre de las condiciones meteorológicas –en particular las precipitaciones habidas en cortos periodos de tiempo–, que son las que con su recurrencia configuran las características climáticas. Suponemos que algunos centros educativos habrán comentado estos episodios en clase, que habrán visitado la página de Aemet (Agencia española de meteorología) y otras para informarse de las previsiones meteorológicas. Este trabajo prospectivo cabe hacerlo mirando solo en el ámbito de la naturaleza dinámica –masas de aire con mucha agua que se ponen en contacto súbito con otras con temperaturas muy bajas y provocan precipitaciones extraordinarias– o resaltando la influencia de estos episodios en localidades y personas –a veces con resultados dramáticos–. En cualquier caso, no hay que olvidar el trabajo reflexivo sobre los asuntos que son claves para la vida y el comportamiento social: ¿pueden las personas dominar la naturaleza?, y una segunda de ideología colectiva, ¿hacen bien en comportarse como si les perteneciese? Porque al final hay que comprender si la naturaleza está sujeta a restricciones o simplemente hace uso de su libertad, que una vez y otra quiere recuperar aunque se le pongan barreras. Si todavía no se han trabajado estas perspectivas en clase cabe hacerlo en forma de debates o simulaciones en las que afloren percepciones, ideas y compromisos.

Olviden las lecciones tradicionales que presenta el clima en forma de lección aprendida, como algo estático. Potencien la dimensión interactiva entre sociedad y territorio, aborden especialmente las ventajas e inconvenientes de vivir cerca de masas de agua, de taponar y hormigonar los cauces; quizás tengan alguno cerca. Estudien casos concretos con dimensiones diversas, en cualquier curso. Hablen con los escolares del principio de prevención y de la precaución como estrategia de vida; coméntenles la necesidad de los protocolos ambientales, pues estos episodios se repetirán. Al profesorado tampoco le iría mal reflexionar sobre lo que piensa, siente, enseña y practica personalmente sobre estas cuestiones. Y no culpen al agua, véanla mejor como Mario Benedetti en su poema Agua.

La del grifo/ la mineral/ la tónica
la del río/ la dulce/ la salada
la del arroyo/ la del mar/ la regia
la de las cataratas/ la del pozo.
La de la lluvia/ la del aguanieve
la de las fuentes o la del rocío
la del océano/ la del aljibe
la del diluvio o la de la cascada.
Toda el agua del mundo es una abuela
que nos cuenta naufragio y regatas
que nos moja la sed y da permiso
para seguir viviendo otro semestre.

Fuente: http://eldiariodelaeducacion.com/ecoescuela-abierta/2018/10/26/climatizar-la-escuela-para-atemperar-la-incertidumbre/

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