America del Sur/Colombia/ 08 Septiembre 2016/Fuente: Suteba
En el día de la fecha, el Secretario General de SUTEBA y Secretario Administrativo de CTERA, Roberto Baradel, junto al Secretario General de la CTA de los Trabajadores, Hugo Yasky, se encuentran en Bogotá, Colombia, para participar del Encuentro de Maestros por la Paz, organizado por la Federación de Docente (FECODE) y por la Internacional de la Educación a nivel mundial y para América Latina (IEAL).
Más de 500 Trabajadores de la Educación y 50 delegados especiales de diferentes países alrededor del mundo afiliados a la IEAL se reúnen para expresar su respaldo al magisterio colombiano en su lucha por la justa Paz en Colombia.
En el encuentro, se declararán a las Escuelas «Territorios de Paz».
SUTEBA, CTERA y CTA apoyan esta campaña y trabajan para hacer posible la Paz que los pueblos nos merecemos, base del ejercicio pleno de los Derechos Humanos.
Este jueves, artistas de diferentes regiones de Colombia se dieron cita en el foro Arte y Pedagogía para la Paz con Justicia Social, organizado por la Red de Artistas Populares del Suroccidente (RAPSO) en el marco del VIII Festival Nacional de Teatro Popular: Teatro y Realidad Social que se desarrolla en la ciudad de Palmira (Valle del Cauca).
El análisis de los diálogos de paz entre el Gobierno y la guerrilla de las FARC ocupó parte de la agenda del foro. Para James Iván Larrea, panelista y vocero departamental de Marcha Patriótica, el proceso de paz enfrenta varios obstáculos, entre ellos, “la escasa apropiación social de los acuerdos”, análisis que coincide con los artistas que manifiestan “la ausencia” de una pedagogía de paz que permita a la sociedad involucrarse de manera activa.
“La ausencia de una pedagogía para la paz construida entre los sectores de la sociedad, el Gobierno y la guerrilla, evidencia una intencionalidad de desinformar sobre lo que se discute en La Habana para evitar el involucramiento de la sociedad civil en la lucha por la paz con justicia social que pondría fin a la guerra y garantizaría su no repetición”, afirmaron los artistas al concluir el foro.
En las conclusiones, la reincorporación de los integrantes de la guerrilla a la vida civil fue un tema que también se discutió. Entre las “zonas de concentración” propuestas por el Gobierno y los “Territorios Especiales para la Paz (Terrepaz)” que propone la guerrilla, los artistas manifestaron apoyar “la implementación de Territorios de Paz para que los excombatientes puedan realizar su vida política, económica, social y cultural”.
Finalmente dijeron estar comprometidos en “construir pedagogías de paz para que excombatientes, comunidades y Fuerza Púbica superen las dificultades que lleguen a existir en la implementación de los Territorios de Paz y puedan trabajar juntos, como hermanos, por un mejor país”.
Conclusiones del Foro Arte y Pedagogía para la Paz con Justicia Social
Los artistas reunidos en el Foro Arte y Pedagogía para la Paz con Justicia Social, convocado por la Red de Artistas Populares del Suroccidente (RAPSO) y realizado en la ciudad de Palmira el 26 de mayo de 2016, dentro del marco del VIII Festival Nacional de Teatro Popular: Teatro y Realidad Social, manifestamos que el arte y la paz son temas que nos conmueven, apasionan y comprometen en lo creativo y social, no como como una obligación sino como un sentir propio de la vida artística que define nuestro presente y nos proyecta hacia el futuro.
Es claro que aunque nuestro quehacer no escapa al soplo de alguna musa, trabajar por ese presente no es una tarea del azar: es producto de lo que soñamos, decidimos y lucha por medio de nuestra obra que vive en sociedad. Por ello no somos ajemos a la guerra que vive el país, como tampoco a sus causas y consecuencias.
Trabajar por la paz con justicia social es un sentir que como artistas y seres humanos nos convoca a resolver el drama de la confrontación entre hermanos, de una misma condición social, que mueren en los campos de batalla.
La guerra en Colombia tiene unos orígenes que requieren atención, divulgación y superación para terminar con el derramamiento de sangre. Y hoy decidimos convocarnos para aportar desde el arte y la pedagogía elementos que permitan la reconciliación del país y pronunciarnos políticamente en favor de la paz que soñamos. Por ello es necesario alzar nuestra voz y expresar que hemos llegado a las siguientes conclusiones:
Desde el arte se construyen propuestas pedagógicas alternativas a los modelos de educación formal. Sin embargo, en la construcción de una paz estable y duradera los artistas no han tenido participación en los diálogos de paz que adelantan el Gobierno Nacional y las FARC-EP, como reiteradamente lo hemos informado en foros y conversatorios realizados por la RAPSO desde el año 2013.
No existe una política pública concertada con los distintos sectores de la sociedad y organizaciones sociales para dar a conocer y discutir los acuerdos de paz logrados en La Habana entre el Gobierno Nacional y la guerrilla de las FARC-EP.
La ausencia de una pedagogía para la paz construida entre los sectores de la sociedad, el Gobierno y la guerrilla, evidencia una intencionalidad de desinformar sobre lo que se discute en La Habana para evitar el involucramiento de la sociedad civil en la lucha por la paz con justicia social que pondría fin a la guerra y garantizaría su no repetición.
Después de transcurridos casi cuatro años del proceso de paz entre el Gobierno y las FARC-EP, la sociedad, en su mayoría, desconoce el trasfondo de lo que se discute en los diálogos. Equivocadamente se piensa que se está negociando la rendición y desmovilización de la guerrilla y no la solución a las causas sociales, económicas, políticas y culturales que dieron origen al conflicto social y armado que vive el país.
Como artistas, y seres humanos sensibles a la vida, desde nuestro quehacer artístico y cotidianidad como sujetos políticos continuaremos fomentando la utopía y la lucha por una mejor sociedad, hasta transformarla a través de la paz con justicia social que acabe con la injusticia y la inequidad que, de una vez por todas, permita superar la guerra.
La implementación de Territorios de Paz para que los excombatientes puedan realizar su vida política, económica, social y cultural, es fundamental para sanar heridas, reconciliar y brindar garantías de participación política a la guerrilla de las FARC-EP luego de la dejación de armas.
Desde el arte nos comprometemos a construir pedagogías de paz para que excombatientes, comunidades y Fuerza Púbica superen las dificultades que lleguen a existir en la implementación de los Territorios de Paz y puedan trabajar juntos, como hermanos, por un mejor país.
Mientras el Gobierno se niegue a reconocer el paramilitarismo y desarticular sus estructuras políticas y armadas, no habrá paz estable y duradera ni garantías para la participación política y los procesos pedagógicos para la paz con justicia social.
Toda salida política y dialogada a la guerra es aplaudida por quienes defendemos la vida y nos oponemos al derramamiento de sangre entre hermanos, por ello nos comprometemos a acompañar los procesos de paz en Colombia entre el Gobierno y demás grupos insurgentes como el ELN que busquen salidas al conflicto social y armado colombiano.
Stephen Davis estaba viendo el noticiero con su esposa, en la ciudad australiana de Perth en abril de 2014, cuando se enteró del secuestro de 276 niñas en Nigeria.
Decenas de militantes del grupo extremista Boko Haram, que durante años ha azotado violentamente Nigeria, había llegado a su escuela en la ciudad de Chibok, al noreste del país y se las había llevado en varios camiones.
«Cinco días, seis días, una semana… nadie las vio. Sólo desparecieron», le dice Stephen Davis al programa Outlook de la BBC.
«Veíamos noche tras noche y no podíamos creer que no hubiera nada que no se pudiera hacer para conseguir que las niñas regresaran a sus casas», agrega.
Y mientras pasaban los días sin noticias de las menores y crecían las campañas internacionales pidiendo su regreso, el australiano sentía impotencia de quedarse con los brazos cruzados.
Así que decidió montarse en un avión y viajar más de 11.000 kilómetros hasta Nigeria, para intentar negociar su liberación con el grupo que según cifras de la Universidad de Maryland, Estados Unidos, en 2014 dejó 6.644 personas muertas.
Pero ¿por qué él? ¿qué podía hacer un antiguo profesor de remotas comunidades aborígenes para rescatar dos centenares de niñas africanas de manos de uno de los más sanguinarios grupos extremistas del mundo?
Esta es su historia.
Profesor en una remota isla
Davis estaba por los 20 años cuando vio un aviso en un periódico local buscando personas que quisieran viajar al norte de Australia a enseñar a las comunidades aborígenes.
Había sido testigo en Sídney de la discriminación y el maltrato que sufrían los indígenas por parte de los australianos blancos y decidió que su destino estaba en ayudar a aliviar este tipo de injusticias.
Durante más de dos años vivió en compañía de su esposa, Julie Davis, en la remota isla Milingimbi, donde aprendió la lengua aborigen, las costumbres y se convirtió en mediador de problemas entre vecinos.
«Muchas tribus venían con sus conflictos. Al final me volví un facilitador natural para las comunidades del norte», afirma Davis.
La confianza que los aborígenes tenían en él y la necesidad urgente del gobierno de comunicarse con ellos hicieron de Davis un personaje instrumental en la aplicación de la recién aprobada Ley de derechos de tierra y mar, en los años 70.
Davis saltó de ser un maestro en una remota isla llena de cocodrilos, donde los indígenas cazaban y pescaban para vivir, a asesor del ministro de gobierno en el norte de Australia como mediador de la difícil lucha por los derechos de la tierra y el mar que vivió el país durante décadas.
La tregua del petróleo en Nigeria
A principio de la década del 2000, Davis había publicado algunos artículos y era reconocido por su carrera como conciliador con las comunidades.
Llegó con su esposa a vivir en Delta del Níger, en Nigeria, contratado por la compañía de petróleos Shell para mejorar las relaciones con las comunidades locales.
La región, rica en crudo, vivía una ola de violencia constante por parte del grupo rebelde Fuerzas Voluntarias de los Pueblos del Delta, liderado por Mujahid Dokubo Asari, que le exigía al gobierno del presidente Olusegun Obasanjo, control sobre el delta.
«Era una época difícil, no podíamos salir del campamento, la gente era violenta contra Shell, era parte de la rutina diaria», cuenta Davis.
«Decidí hacer contacto con los rebeldes porque era muy claro que todo el mundo estaba en conflicto», relata.
Para reunirse con Asari el australiano tuvo que pasar varios filtros.
«Manejamos hasta una ciudad. Allí, alguien nos metió en un carro, luego saltamos a un taxi y durante tres o cuatro horas, hasta que nos metieron en un carro en el que había tres comandantes con algunos AK 47 sobre sus piernas».
Los rebeldes estaban dispuestos a rendirse pero temían que los mataran. Davis se comprometió a negociar con el presidente para que lograran un acuerdo.
«Viajé a Abuja, vi al presidente que me dijo que si ellos querían rendirse lo aceptaría».
El 30 de septiembre de 2004 el mediador espontáneo de la paz en Nigeria regresó al palacio presidencial con Asari y otros líderes rebeldes.
Al siguiente día el cese el fuego fue anunciado por el presidente de Nigeria, con Asari a su lado.
«El presidente estaba contento, el país celebraba la paz y Julie y yo nos montamos en un avión nos fuimos a Londres».
Negociar con Boko Haram
En 2006, Davis fue contratado por el gobierno de Nigeria como un asesor independiente.
Su primera misión fue viajar al norte del país para investigar a un nuevo grupo rebelde que había surgido, que se creía que tenía vínculos con el también grupo radical Al Qaeda.
«Mientras íbamos de pueblo en pueblo aparecía gente que quería conocerme y agradecerme por haber salvado la vida de Asari, en 2004, que era un líder musulmán», dice Davis.
«Ahí empecé a construir la confianza con esta gente. Con la base de que cuando llegara el momento, esta relación tendría valor».
Ese día llegó en abril de 2014 cuando militantes de Boko Haram entraron en la escuela en Chibok y se llevaron más de 200 niñas.
«Gesto de buena voluntad»
Cuando vio la noticia en 2014 Davis estaba en Perth recuperándose de un cáncer.
«Después de dos semanas ya era ridículo. Se habían necesitado entre 80 y 100 vehículos, incluidos camiones y más de 400 hombres y era milagros que no hubiera registros ni nadie los hubiera visto», señala.
«El mundo había cambiado. Antes yo tenía que ir hasta allá para enfrentar a los rebeldes, pero 10 años después, con los celulares, ahora podía llamar a algunos rebeldes de Boko Haram y preguntarles quién tenía a las niñas».
Después de tres llamadas sin respuesta, decidió volver a Nigeria. Fue una decisión automática, asegura.
«Fui a ver al presidente para dejarle saber mis planes», explica.
El presidente arregló su viaje en un avión militar y le dio un pase para poder atravesar los bloqueos de las carreteras.
Davis se reunió con los militantes del grupo que tenían varias de las niñas enfermas, incluso sabía que tres habían muerto.
«Les dije ‘yo me llevo a las niñas enfermas y ustedes lo anuncian como un gesto de buena voluntad para abrir un diálogo con el gobierno’, y ese fue el trato».
Los rebeldes se comprometieron a enviar 60 niñas enfermas a una población y llamar a Davis a informarle su ubicación. Pero otro grupo se adelantó y se llevó las niñas 15 minutos antes de que pudieran llegar.
Fue una gran frustración para Davis, las niñas fueron capturadas por otro grupo que, según él, terminó regresándoselas después a Boko Haram.
Las niñas que «lograron escapar»
En octubre de ese mismo año, la noticia del regreso de tres de las niñas secuestradas en Chibok le dio la vuelta al mundo.
Habían pasado seis meses desde su desaparición y era la primera vez que se sabía algo sobre su paradero.
De acuerdo a la información publicada en varios medios -incluida la BBC- las niñas saltaron de un camión en que eran transportadas por Boko Haram.
Aunque no existe confirmación del gobierno nigeriano, de acuerdo a la versión de Davis, el regreso de las niñas -que él dice que son cuatro en lugar de tres-, resultó de una negociación posterior que él hizo con un joven militante de Boko Haram cuando se frustró el rescate de las 60 niñas enfermas.
El hombre había sido reclutado por el grupo a la fuerza y, según la historia de Davis, fue asesinado después de facilitar el escape de las niñas.
Hasta la fecha, la primera confirmación oficial que se tiene del rescate de una niña secuestrada en Chibok ocurrió la semana pasada, con el regreso de Amina Ali Nkeki, que hoy tiene 19 años, y que llegó con una bebé de cuatro meses que tuvo en cautiverio.
Su supuesto esposo también llegó con ella.
Cambiar la estrategia
Davis dejó el país sintiendo que no había sido útil realmente y replanteándose la estrategia.
«Si nos entregan 30 niñas, Boko Haram terminará secuestrando 100 más. Lo que hay que lograr es que se rindan», dice Davis.
Según dice han logrado algunos avances, pero el mayor temor de los rebeldes es ser ejecutados apenas entreguen las armas.
«Yo no sé ya cómo negociar con estos tipos. Uno intenta y confía en lo que se supone que debe pasar del otro lado. He aprendido que llevar mi punto de vista occidental y botarlo en África subsahariana no funciona», reconoce.
«No puedo decir cuál es la solución o el castigo, sólo puedo tratar de llevar paz y reconciliación, pero todo es muy poco familiar para nosotros. No dejo de pensar en una salida».
Tomado de: http://www.bbc.com/mundo/internacional/2016/05/160524_internacional_nigeria_negociador_australiano_stephen_davis_boko_haram_ng
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