Argentina: Para erradicar el trabajo infantil no basta con prohibirlo

Argentina/16 junio 2016/Autor: Beby Lacroze/Fuente: La Nación

Con una edad difícil de calcular pero que no pasa los 12 años, Juana reparte estampitas en el subte, sin mirar y casi sin ser mirada por los pasajeros que viajan concentrados en sus dispositivos electrónicos, sus libros y sus sueños simulados. Siguiendo el principio de George Berkeley, por el cual el ser de las cosas consiste en ser percibidas, no observar esa realidad, no mirar a esa niña es casi como erradicar el problema, simplemente como no registrarlo en estadísticas que justifiquen serias políticas de Estado.

Un adolescente de 15 años, no más, apenas asoma la cabeza desde dentro de un contenedor y selecciona, para su «socio mayor», lo que para él no es basura. La selección se la llevan en un carro, entre autos y colectivos, y son la causa de la queja de conductores apurados y de vecinos molestos a quienes les ensucian la vereda. No sólo embarran la postal urbana, también ensucian las estadísticas oscuras y desactualizadas sobre el trabajo infantil en la Argentina. Los últimos datos obtenidos a partir de la Encuesta de Actividades de Niños, Niñas y Adolescentes (Eanna), por el Instituto Nacional de Estadística y Censo (Indec) en 2004, nos informan que el 6,5% de los niños de 5 a 13 años trabajó en la semana de referencia en actividades equivalentes al trabajo adulto, y en el grupo de adolescentes de 14 a 17 años trabajó el 20,1%.

Las últimas investigaciones privadas realizadas por el Barómetro de la Deuda Social de la Infancia del Programa del Observatorio de la Deuda Social Argentina de la UCA indican que tras diez años de crecimiento económico sostenido, acompañado de un incremento del empleo en un marco de derechos, aún persisten adultos que se insertan precariamente en el mercado laboral y son acompañados por otros miembros del hogar que transitan la niñez y la adolescencia.

Según Waisgrais, especialista en Monitoreo y Evaluación de Unicef Argentina sobre el estado de situación del sector privado en el país en relación con la infancia, es once veces más probable que una persona caiga en la pobreza cuando el jefe del hogar no terminó la escuela primaria. En este sentido, no alcanza con prohibir el trabajo infantil si no hay una defensa y promoción de derechos fundamentales como lo son los enunciados en la Convención sobre los Derechos del Niño, comenzando por el derecho a la educación, que los Estados deben garantizar. Entre otros, la igualdad de oportunidades, el derecho a la salud y al desarrollo, a vivir en familia, al juego y al esparcimiento también deben ser cuidados y promovidos para una efectiva transformación social.

Termina la canción: «Al delito yo lo esquivo, inventando trabajo en donde no hay. Y encima de rebote soy la alternativa ecológica. Reciclando lo que todos tiran, los desechos de la sociedad».

El sector público, el sector privado y las organizaciones civiles tienen, aunque en distinta escala, una responsabilidad compartida a la hora de velar por la erradicación del trabajo infantil y de crear fuentes de trabajo genuinas y promover condiciones de trabajo dignas para los adultos. El fundamento es ético, como lo son sus consecuencias.

Fuente noticia:

http://www.lanacion.com.ar/1908317-para-erradicar-el-trabajo-infantil-no-basta-con-prohibirlo

Fuente imagen:

https://eltrabajoinfantilenargentina.files.wordpress.com/2011/07/gal-2581541.jpg

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OIT: Eliminar el trabajo infantil en las cadenas de producción ¡Es cosa de todos!

12 Junio/Fuente y Autor: OIT

GINEBRA – Este año, el Día mundial contra el trabajo infantil  – que se celebra el 12 de junio – está dedicado al trabajo infantil en las cadenas de producción. Con 168 millones de niños que todavía son víctimas del trabajo infantil, todas las cadenas de suministro, de la agricultura a la manufactura, de los servicios a la construcción, corren el riesgo de que el trabajo infantil esté presente.

“El trabajo infantil no tiene cabida en mercados que funcionen bien y esten bien regulados, ni en ninguna cadena de producción. El mensaje de que el trabajo infantil ya no puede ser tolerado y debe ser combatido con urgencia fue confirmado por los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Actuando juntos, podemos hacer del futuro del trabajo un futuro sin trabajo infantil”, declaró el Director General de la OIT, Guy Ryder.

A fin de apoyar a las empresas en sus acciones para eliminar el trabajo infantil en sus cadenas de producción, la OIT y la Organización Internacional de Empleadores (OIE) crearon conjuntamente una herramienta de orientación sobre trabajo infantil , dirigida a las empresas que desean fortalecer sus conocimientos y capacidad de llevar a cabo sus negocios respetando las normas internacionales del trabajo relativas al trabajo infantil.

La herramienta se basa en la larga experiencia del Programa Internacional para la Erradicación del Trabajo Infantil de la OIT (IPEC, por sus siglas en inglés) de colaboración con los empleadores para combatir el trabajo infantil en las cadenas de suministro e incluye contribuciones de una gran diversidad de empresas como Coca-Cola Company, AngloGold Ashanti, Vale, Japan Tobacco y Sterling Manufacturing. 

Además, la OIT propicia el intercambio de conocimientos y buenas prácticas entre homólogos a través de su Plataforma sobre el trabajo infantil , cuyo objetivo es identificar los obstáculos a la implementación de los Convenios de la OIT sobre trabajo infantil en las cadenas de suministro, desarrollar métodos prácticos para superar estos obstáculos y catalizar la acción colectiva.

Es posible consultar estudios de casos de buenas prácticas  para luchar contra el trabajo infantil en las cadenas de suministro en.

“Con la globalización, las cadenas de suministro son cada vez más complejas, involucrando a trabajadores, pequeños productores y empresas en todas partes del mundo. Poner fin al trabajo infantil en este contexto es un asunto de todos”, declaró Beate Andrees, Jefa del Servicio de principios y derechos fundamentales en el trabajo de la OIT.

Fuente de la noticia: http://www.ilo.org/global/about-the-ilo/newsroom/news/WCMS_488425/lang–es/index.htm?ssSourceSiteId=ipec

Fuente de la imagen: http://www.ilo.org/wcmsp5/groups/public/—ed_norm/—ipec/documents/image/wcms_459627.jpg

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Bolivia: Encuentro de Educación determinó garantizar derecho a la educación de niños trabajadores

Bolivia/ 30 de Abril de 2016/ Fuente: FM Bolivia

    El ministro de Educación, Roberto Aguilar, informó el sábado que el II Encuentro Plurinacional en Educación de Niñas, Niños y Adolescentes Trabajadores que se realizó en la ciudad de La Paz entre el 29 y el 30 de abril, determinó garantizar el derecho a la educación de niñas, niños y adolescentes trabajadores del país.

«La condición de niño, niña o adolescentes trabajador no puede privarles de su derecho a la educación, si un niño no está insertado en el sistema educativo vamos a trabajar juntos, con sus organizaciones, para incorporarlos al sistema educativo», explicó al clausurar ese evento.  Recordó que todos los niños por dificultades económicas o desventaja social «se ven en la necesidad» de trabajar desde temprana edad para apoyar a sus familias, por lo tanto, «no deben ser privados en su derecho a la educación», remarcó.

Informó que emprenderá procesos tendentes a garantizar el derecho a la educación de los bolivianos, tarea para la que dijo se ha establecido adaptar el currículo educativo vigente con el propósito de brindar condiciones más favorables a los procesos educativos de la niñez y adolescencia trabajadora del país.

Además de llevar adelante procesos de socialización y sensibilización para las maestras y maestros, además de procesos de especialización y profesionalización para docentes que trabajen con niños trabajadores.

«Asimismo, se ha definido la creación de centros de apoyo integral pedagógico en diferentes zonas del país que apoyen los procesos educativos de estos niños», puntualizó.
xzs/rsl   ABI.

Leer mas en: http://eju.tv/2016/04/bolivia-34-000-ninos-trabajan-estudian-ley-permite-trabajo-infantil-desde-los-10-anos/

En Bolivia 34.000 niños trabajan y estudian, revela primer registro

Educación presenta un plan de cuatro pilares para evitar la deserción escolar. Además, habilitan la línea gratuita 800100050 para denuncias de maltrato y discriminación

Archivo Álvaro Valero. Los niños que trabajan y no estudian superan los 88.000, según datos no oficiales. Verónica Zapana S.  / La Paz

“Yo trabajo desde hace cuatro años. Lavo los platos en el puesto de comida de mi vecina y estudio por las tardes.

El dinero que gano es para ayudar a sostener a mi familia, porque el sueldo de mi mamá (trabajadora del hogar) no nos alcanza”, afirma Mario. Tiene 15 años y en retribución a su labor recibe 400 bolivianos al mes.

Su testimonio fue uno de los que se escucharon ayer en el Segundo Encuentro Plurinacional de Educación de Niñas, Niños y Adolescentes Trabajadores, organizado por el Ministerio de Educación.  “No me avergüenza trabajar, contó el adolescente. Todos mis amigos y mis maestros saben que trabajo, pero  muchos profes no toleran los atrasos. Quisiera que consideren”.

Como Mario, en el país hay 34.000 estudiantes que trabajan, ganan un sueldo y estudian a la vez, reveló   el ministro de Educación, Roberto Aguilar. Precisó que el dato se obtuvo por primera vez a través del Registro Único de Estudiantes (RUDE).

Al inicio de gestión se  consultó a todos los escolares del país si trabajaban y si obtenían remuneración por ello. “34.000 dijeron que sí , vale decir que son el 1,22% de los 2,8 millones de colegiales  que registra el sistema educativo”, informó.

De acuerdo a los datos del RUDE, hay   otro grupo de escolares que trabaja, pero  no recibe un salario. “Cuando uno considera el trabajo doméstico o el familiar se incorpora a otros 260.000 niños”, precisó Aguilar.

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Según la representante de la  Unión de Niños y Niñas Adolescentes Trabajadores de Bolivia,  (UNATSBO), Lizeth Reina Castro,  en Bolivia hay más de 34.000 niños  trabajadores, pero estos no estudian. Pidió por ello que dé carnets a esta población para tener un dato real de este sector. “En nuestros registros tenemos a más de 800 mil”, afirmó.

El Ministro de Educación comentó que lo que se busca con el encuentro, que concluye hoy, es lograr la inclusión de todos los niños al sistema educativo.

En el pleno del evento consultó a un centenar de niños ¿quienes  están estudiando? Todos levantaron la mano. Este es uno de los temas  que queremos que se fortalezca, que tengan las condiciones adecuadas y que desarrollen sus estudios sin que los discriminen, maltraten o estigmaticen por su labor”, apuntó.

En Bolivia, el Código Niño, Niña, Adolescente -promulgado en junio de  2014- permite el trabajo infantil desde los 10 años.

Aguilar explicó que el Estado admitió esa situación  porque el trabajo infantil es una realidad en el país. “Si se negaría, se ocultaría esta realidad y sería esclavizante para los niños que deben seguir estudiando”, dijo.

Plan de  cuatro pilares

En el evento, los niños, niñas y adolescentes trabajadores  (NNATs) analizan, en mesas de trabajo, los cuatro puntos del plan de acción para operativizar el Programa de Atención Diferenciada para esta población.

El primer punto del plan consiste  en que los NNATs tengan una credencial para que así se identifique a estos niños en el ámbito educativo.

La segunda propuesta consiste en la   habilitación de la línea gratuita 800100050 para denuncias de discriminación y maltrato.

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Asimismo, plantean  un programa de apoyo pedagógico y  becas de estudio para los menores trabajadores, informó  el jefe de la Unidad Intra e Intercultural del Ministerio de Educación, Wálter Gutiérrez.

Niños bolivianos defenderán ante la OIT el trabajo infantil

Un grupo de niños trabajadores irá a Ginebra para defender  el trabajo infantil en Bolivia ante  la Organización Internacional del Trabajo (OIT). La ley del Código Niña, Niño y Adolescente admite el trabajo desde los 10 años, pero la organización establece los 14 años como edad mínima.

El ministro de Educación, Roberto Aguilar, informó ayer que una delegación de niños viajará a  Ginebra para

explicar la norma que se  promulgó en 2014. En su opinión, la ley  busca proteger  a los menores que trabajan en Bolivia, pues determina que los niños que trabajan deben tener dos horas para el estudio.

El código   establece que  los niños pueden trabajar a partir de los  10 años en el entorno familiar, y desde los 12 años para terceros. Bolivia figura entre los países que ratificaron el Convenio 138 de la OIT, que establece que la edad mínima de trabajo es 14 años.

“Tenemos que prepararnos de manera conjunta porque internacionalmente creen que (la ley) es lo peor que Bolivia hizo  para los niños trabajadores. Pero el trabajo infantil es una realidad que no podemos ocultar, más bien se quiere normar y velar por el bienestar de los niños que trabajan”, agregó el Ministro.

La coordinadora de la Unión de Niños Trabajadores de Bolivia (Unatsbo), Lizeth Castro,  afirmó que aún no se definió a los delegados que viajarán a Ginebra, pero  lo hará en estos días. “Para nosotros es un avance”. El viaje se realizará  con miras a la XV Conferencia Internacional del Trabajo, del 30 de mayo al 10 de junio.

Fuente: http://fmbolivia.com.bo/noticia186360-Encuentro-de-Educacion-determino-garantizar-derecho-a-la-educacion-de-ninos-trabajadores.html

Imagen: http://i1.wp.com/eju.tv/wp-content/uploads/2016/04/5724ccee3fc9c.jpg?w=620

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Uno de cada cinco niños birmanos trabaja en lugar de ir a la escuela.

Birmania/28 marzo 2016/Autor: Thomson Reuters Foundation/EP. Bangkok/ Fuente: http://www.heraldo.es/

Además, una de cada cinco personas mayores de 65 años continúa trabajando, muchas en labores de exigencia física como la agricultura.

Uno de cada cinco niños birmanos de entre 10 y 17 años tiene un empleo en lugar de ir a la escuela, lo que limita su desarrollo tanto personal como profesional y les aboca a un futuro incierto, según los datos oficiales publicados este lunes.

El informe Ocupación e Industria detalla algunos resultados recogidos en el censo de 2014 en materia laboral. Según este documento, 1,7 millones de menores de edad están fuera del sistema educativo por tener que trabajar.

La representante del Fondo de Población de la ONU en Birmania, Janet E. Jackson, ha advertido de que los niños quedan así privados de una educación «que puede ayudarlos a conseguir buenos trabajos y a tener seguridad laboral cuando crezcan».

El informe, que no tiene en cuenta la situación de 1,1 millones de apátridas rohingya, refleja también que una de cada cinco personas mayores de 65 años continúa trabajando, muchas de ellas en labores de exigencia física como la agricultura, la pesca o el sector maderero.

«Los datos sugieren que las realidades económicas obligan a muchas personas a seguir con pesados trabajos manuales hasta la vejez para poder sobrevivir. Esto demuestra la necesidad de servicios sociales y políticas adecuadas para los ancianos», ha explicado Jackson.

Los datos de empleo reflejan también la disparidad entre sexos, ya que mientras el 85 por ciento de los hombres de entre 15 y 64 años trabajan o buscan un empleo, sólo la mitad de mujeres están integradas en el mercado laboral.

Pobreza

El censo de 2014 (el primero en 30 años) pone de manifiesto las carencias que aún arrastra el país asiático, que trata de pasar página a décadas de dictadura militar. En total, en Birmania viven 51,4 millones de personas, una cifra que sí incluye a la población rohingya en el estado de Rakhine.

Solo una tercera parte de las viviendas tiene electricidad, la mortalidad infantil es de 62 por cada 100.000 nacimientos y la esperanza de vida ronda los 66,8 años, según el Banco Mundial. Además, la ONU calcula que un millón de personas necesita ayuda humanitaria por los desastres naturales y el conflicto interno.

Fuente de la Noticia:

http://www.heraldo.es/noticias/internacional/2016/03/28/uno-cada-cinco-ninos-birmanos-trabaja-lugar-la-escuela-838951-306.html

Fuente de la Foto:

https://www.google.co.ve/url?sa=i&rct=j&q=&esrc=s&source=images&cd=&ved=0ahUKEwj2lp602eTLAhXFqx4KHey9Ch4QjhwIBQ&url=http%3A%2F%2Fwww.europapress.es%2Finternacional%2Fnoticia-cada-cinco-ninos-birmanos-trabaja-lugar-ir-escuela-20160328174516.html&psig=AFQjCNHh3xQ0tjES06ZWY1TK3Fm7o0dKFw&ust=1459299765323415

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Se Vende Infancia por 10 Euros al Mes en Bangladesh

Bangladesh/ Agosto 2015/ Autora: Alejandra Agudo/Fuente: El País

“No tengo tiempo de jugar”. Emon Hawlader se divierte tan solo los viernes por la tarde, el único tiempo libre del que dispone desde que empezó a trabajar hace dos años y medio como mecánico de vehículos. “Juego solo, tirando una pelota a la pared”, dice el chico tímido, triste y sucio de hollín y aceite de motor. Tiene solo 13 años, vive en una chabola de chapa de unos nueve metros cuadrados que comparte con los otros cinco miembros de su familia, sus padres y tres hermanas pequeñas, muy cerca de las vías del tren en un slum de Dacca, capital de Bangladesh. El crío es uno de los 168 millones de menores víctimas del trabajo infantil en el mundo y uno de los 7,9 millones niños obreros que la Organización Internacional del Trabajo (OIT) estima que hay en su país.

Emon Hawlader gana 1.500 takas (17,5 euros) al mes. A cambio, trabaja los 365 días del año, nueve horas diarias, aunque a veces alarga su jornada toda la noche si hay muchos vehículos que reparar. Aguanta las bofetadas, martillazos u otras agresiones de su jefe cuando se equivoca, y se lleva algún golpe en la cabeza cuando está debajo de un coche y hace algún mal movimiento. ¿Por qué un niño de 13 años está arreglando bujías y pistones en vez de jugando al fútbol con amigos en el recreo del colegio entre clases? El patrón dice que está aprendiendo el oficio y «sacándose un dinerillo mientras estudia». «Sé que está prohibido, pero no le exploto», apostilla. La madre explica que el sueldo del padre, ayudante de un conductor de camioneta, no da para comer y pagar el alquiler. Por eso, su hijo y la mayor de las chicas, de 11 años, trabajan.

Así lo relata el niño: “No se supone que tenga estar feliz o sentirme bien, sino ayudar a la familia. El jefe me regaña, no se porta bien conmigo, pero si trabajas en un taller es normal que te peguen”.

“Es por la pobreza”, sentencia Abdus Shahid Mahmood, presidente de la Bangladesh Shishu Adhikar Forum (BSAF), una coalición de organizaciones contra el trabajo infantil. La ecuación es así de sencilla. En Bangladesh, un 43,25% de sus 156,5 millones de habitantes vive en situación de pobreza extrema —con menos de 1,25 dólares al día—. Y un 80% de los que tienen un empleo subsiste con menos de dos dólares diarios. Gran parte de ese abultado porcentaje de miseria lo engrosan y sufren los niños, que representan un 40% de la población del país (más de 60 millones). El resultado: abundante mano de obra muy barata.

“De acuerdo con la legislación, los menores de 14 años no pueden trabajar. Y los que tienen entre 15 y 17 pueden ser contratados, pero no en empleos peligrosos para su salud física o mental”, apunta Shahid Mahmood en referencia a la Bangladesh Labour Act (ley del trabajo) de 2006 y la Child Labour Elimination Policy (NCLEP) aprobada en 2010. Pero tales leyes no se cumplen. Casi ocho millones de niños son la prueba; el 93,3% trabaja informalmente por salarios pírricos de entre 10 y 20 euros al mes, en condiciones infrahumanas y sin derecho alguno. Así lo revela la última estadística oficial disponible realizada por el Gobierno en 2003. “Y sabemos que el número ha aumentado desde entonces. Calculamos que ahora hay 10 millones, pues la población aumenta, hay más inmigración de las zonas rurales a la ciudad y los pequeños encuentran empleo más fácilmente para mantener a la familia”, abunda. Si esa cifra se confirmase en la nueva encuesta pública al respecto que está elaborando el actual Gobierno y cuyos resultados se conocerán a finales de 2015, más del 16% de los niños del país estarían en esta situación. Multiplicarían por cinco la plantilla de la empresa privada con más empleados del mundo: Wallmart.

“No hay castigo ni acciones públicas para acabar con este problema. El Gobierno tiene planes, pero hay que implementarlos”, se queja este testigo de abundantes injusticias. “Los políticos deberían hacer más para proteger a la infancia. Las autoridades deberían ir a los slums, pero no van, y cuando lo hacen es para recibir dinero y mirar para otro lado”, acusa Shahid Mahmood ya casi exhausto en su enfado. La madre de Emon sabe bien que la policía podría multarles —a los padres y al empleador—, pero que eso no ocurrirá. “Nunca vienen por aquí”, reconoce encogiendo los hombros, sentada en su única cama, que ocupa la mitad del espacio de su vivienda en el poblado de chabolas de Shampur.

Basta conversar con alguno de los 16 millones de vecinos de Dacca, especialmente aquellos de los barrios más pobres, para comprobar el alto grado de aceptación del trabajo infantil. “Bangladesh es así”, dice la mayoría. “Somos pobres”, alegan los progenitores. “Son pobres”, justifican los empleadores. Ante este panorama, hay dos tipos de intervenciones posibles, en opinión de Mohammad Jasim Uddin Kabir, director del programa contra el trabajo infantil de la ONG española Educo, en Bangladesh: sacarles de su empleo o apoyarles con educación.

“Para muchos es prácticamente imposible dejar su trabajo, pues sus familias dependen de sus salarios”, apostilla Uddin Kabir. Por eso, Educo comenzó en el 2000 un programa de educación adaptada a niños trabajadores. No sin críticas, reconocen en la organización, pues hay quienes les consideran cómplices del problema. En la ONG arguyen, sin embargo, que a través de la formación consiguen el doble efecto de mejorar las aptitudes de los pequeños para conseguir empleos mejores y romper el círculo de la pobreza en el futuro y, en los mejores de los casos, convencer a los chavales y sus padres de que abandonar el trabajo para la dedicación exclusiva a la escuela es la mejor opción. A veces, lo consiguen.

Kanchon Rani Das dejó su empleo como sirvienta en una casa hace tres meses después de cuatro años de servicio. “Ahora dibujo y estudio más inglés”, dice la niña de 11 años en la lengua de Shakespeare. “Es un idioma internacional y quiero viajar al extranjero”, continúa sonriente. Alumna de 5º de primaria, pronto se someterá al Somapony, el examen oficial que los estudiantes deben pasar para obtener el título y continuar su formación. «Desde 2012, seguimos el plan de estudios oficial y así nos aseguramos de que nuestros alumnos puedan presentarse y obtener el certificado», puntualiza Uddin Kabir. Desde entonces, todos los estudiantes de Educo han pasado la prueba. «El 51% de los niños de las escuelas para trabajadores saca la máxima calificación con más del 80% de las preguntas bien contestadas», destaca el responsable del proyecto, no sin atribuirles a los chiquillos su parte de éxito. «Son más inteligentes, aplicados y prácticos que los que no trabajan», opina.

«I want to go to university and be a teacher», continúa resuelta Kanchon. Su madre, Joshowda Rani, de 40 años, la observa orgullosa mientras la niña relata en inglés sus planes de ir a la universidad y ser profesora. «Estoy muy contenta y sorprendida de que hable otro idioma», apunta la progenitora. «Su padre y yo trabajamos duro para que ella pueda estudiar y ser libre», añade. Ahora que se ha quitado la losa de la jornada laboral, ha podido colgarse definitivamente la mochila. Acude siete horas a la escuela, recibe clases adicionales y tiene tiempo para repasar la lección en casa. «El trabajo infantil debe parar. Pero la realidad es así. Los niños trabajan porque necesitan dinero debido a la mala situación económica de sus familias», resuelve, conocedora en primera persona de lo que habla, ella que lavaba la ropa, hacía la comida y barría la casa de otros por dinero.

«Ellos [sus empleadores] eran felices; tenían frigorífico y televisión, y sus hijos estudiaban en buenas escuelas. Y me preguntaba por qué yo vivía de esa manera. Ahora creo que si estudio mucho podré llegar a tener ese tipo de vida, tener una casa de madera fuera del slum y que mis padres se vengan conmigo», afirma convencida.

Otros no tienen la oportunidad de dejar su empleo y van a clase tres horas al día antes, durante o después de su jornada laboral. Alamin, de 11 años, es uno de ellos. Se levanta temprano, se asea y desayuna un cuenco de arroz antes de irse a trabajar. Durante diez horas diarias fabrica chanclas de plástico marca Raty junto a otros diez chavales de su edad. Ninguno para, ni sonríe, ni habla. Cuando acaba a las diez de la noche, regresa a casa, donde volverá a cenar arroz, quizá aderezado con curry, después de ducharse. Y dormirá en el suelo, pues la única cama de la vivienda familiar en el barrio chabolista de Hazaribag, en Dacca, la ocupan sus padres, su hermano pequeño y la enferma abuela de 80 años.

Así ha sido la vida de Alamin desde hace dos años y medio. Porque necesita los 1.000 takas al mes (11,75 euros) que recibe por su trabajo para ayudar a la economía doméstica. Sobre sus hombros excesivamente musculados para su edad pesa la responsabilidad de pagar la mitad del alquiler de la casa, ya que su madre cuida de la anciana y su padre sufre algún tipo de discapacidad y no consigue empleos bien remunerados de manera continua.»Algunos días vende verduras en el mercado», detalla la progenitora, que asegura que Alamin no trabajaría si no fuera por necesidad. «Ninguna madre quiere esto para sus hijos, pero tenemos suerte de que su jefe le deja estudiar», concluye.

Raton Das, de 40 años y dueño de la fábrica de chanclas en una cochambrosa edificación en el slum de Hazaribag fue, de hecho, quien animó al chico a matricularse en la escuela que Educo tiene en el barrio. Después de que la ONG evaluara su caso y resolviera aceptarle por su situación extrema, Alamin empezó la primaria el pasado enero. «Me gusta aprender a sumar y restar», señala sin dar muestra de alegría en su rostro o su voz. ¿Qué desea para el futuro? «Un buen empleo», responde escueto antes de volver a su mecánica labor.

«Los niños son muy pobres y vienen a pedir trabajo porque aquí tienen una oportunidad de ganar un salario», alega el jefe cuando se le plantea la ilegalidad de que toda su plantilla esté compuesta por menores de 14 años. «Los adultos no accederían a realizar este trabajo por este sueldo. Tendría que pagarles más», expone sin atisbo de culpa. Eso sí, no quiere que su hijo de tres años tenga el mismo destino que los necesitados críos que se asoman por la puerta para solicitar empleo. «Espero que solo estudie». Con todo, Raton Das no es el peor de los patronos posibles. Concienciado de la importancia de la educación, preside una asociación para promover que otros empresarios del barrio permitan a sus pequeños obreros acudir a la escuela. «Si estudian, será beneficioso para todo el país», manifiesta.

Esta idea es compartida por los responsables de la ONG española, que ha levantado en Bangladesh cinco escuelas propias para estos críos. En Korail, el más grande de los slums de Dacca, con unos 200.000 habitantes en el centro de la ciudad hacinados en chabolas junto a un vertedero, Educo dispone de tres escuelas, dos corrientes y una especializada en niños trabajadores. Cada año admiten a 30 nuevos alumnos en cada una de ellas. Además, otras organizaciones como Save the Children también han abierto colegios en el barrio y es fácil encontrarse con pequeños grupos de uniformados de rojo, azul o verde, dependiendo de que ONG sea la titular de su escuela. Puntadas de colores para coser un gran roto que se remienda por un lado mientras se desgarra por el otro.

Así, mientras Jasmin, de 25 años, y Siddik, de 27, abrían respectivamente sus fábricas de aluminio en un barrio industrial de la capital bengalí, gracias a que habían aprendido a escribir, sumar, restar y llevar una contabilidad básica, como ellos mismos relatan; Shopon se iniciaba como repartidor de comida en un restaurante con tan solo ocho años. Después de que el padre abandonara a la familia, la madre empezó a mendigar y el niño a reciclar plástico y otros materiales de valor ed la basura. Desde hace un año, el vertedero de Korail es su oficina; y hoy, como cada día, este crío de 11 años con el rostro cruzado por cicatrices y los pies descalzos llenos de heridas abiertas por los cristales o cualquier objeto punzante traicioneramente mezclado con los desperdicios y los gusanos, se pasará las horas matinales a la caza de tapones, botellas o cables con preciado cobre en su interior, que luego venderá al peso.

Algún día, por la simple razón del paso de los años, Shopon dejará de ser un niño trabajador, una ilegalidad, una vergüenza para quienes son responsables de su infancia perdida. Quizá llegue a cumplir su sueño de ser policía «para perseguir a los ladrones». De momento, está aprendiendo los números.

Alamin, Kanchon, Emon, Shopon… y tantos otros (hasta ocho millones) son el último eslabón de una cadena de producción y un sistema económico que, en busca del máximo beneficio, se aprovecha de los más débiles y necesitados, hasta que ya no hay nadie más debajo. Quedan solo ellos: los niños sin infancia de las fábricas.

Fuente de la Noticia: http://elpais.com/elpais/2015/08/03/planeta_futuro/1438592115_306609.html

Información de las Fotografías:

Emon Hawlader tiene 13 años. Vive en el ‘slum’ de Shampur, en Dacca. Trabaja entre nueve y diez horas diarias reparando motores de vehículos desde hace dos años y medio. A mitad de jornada acude a la escuela. Pero a veces, por el estrés, la carga de trabajo o las agresiones de su jefe, no puede asistir a clase. (Fotografía de Sofía Moro)

Fuente de las Fotografías: http://elpais.com/elpais/2015/08/03/album/1438594078_621078.html#1438594078_621078_1438595378

 Procesado por:

María Magdalena Sarraute Requesens. Doctorado en Ciencias de la Educación, Magister en Desarrollo Curricular, Licenciada en Relaciones Industriales y con cursos de postgrados no conducentes a grado académico. Co-creadora de diferentes escuelas de postgrados. Diseñadora y evaluadora curricular de cientos de programas de pre y postgrados. Docente – Investigadora Educativa del CIM y reconocida por el PEII en la Categoría B, Coordinadora General del Centro Nacional de Investigaciones Educativas, Integrante de la SVEC e Integrante Fundadora de la Red Global/Glocal por la Calidad Educativa.

 

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