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Daniel Calderón, sociólogo: «La derecha, en general, cree que la desigualdad de género no es tan importante»

  • «Determinados partidos han dinamitado ciertos consensos que existían sobre la violencia machista», asegura Daniel Calderón, investigador de la FAD

Uno de cada cinco hombres de entre 15 y 29 años considera que la violencia machista no existe y que es solo un «invento ideológico», una cifra que se ha duplicado en cuatro años, según recoge el último barómetro sobre juventud y género de la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción (FAD).

«En el ámbito político, el tema de la violencia machista está muy polarizado. Determinados partidos han hecho de él su campaña y han dinamitado ciertos consensos que existían sobre ella», señala Daniel Calderón, técnico de Investigación Social en el Centro Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud de la FAD. «La gente de derechas, en términos generales, considera, en mayor medida que la de izquierdas, que el feminismo no es necesario o que las desigualdades de género no son tan importantes», asegura.

Doctor en Sociología y Antropología, Calderón ha trabajado en diferentes proyectos e investigaciones sobre la sociología de la juventud, la sociedad digital y las desigualdades digitales.

Pregunta. ¿Cómo es posible que un 20% de los jóvenes chicos piense que la violencia machista no existe?

R. Es la gran pregunta y no es fácil responderla. En este barómetro vemos más las tendencias y no es tan sencillo encontrar las causas. Si tuviese que atender a varias tendencias que están surgiendo en los últimos años, diría que el movimiento feminista o a favor de la igualdad de las mujeres se ha visibilizado mucho en los últimos años. Eso ha creado entre ciertos hombres ciertas reticencias, una actitud reactiva, digamos. En el ámbito político, el tema de la violencia machista ha estado muy polarizado. Determinados partidos han hecho de él su campaña y han dinamitado ciertos consensos que existían sobre la violencia machista.

R. Es una tendencia general de todos los barómetros que hemos hecho sobre este tema. Siempre hay una asociación del movimiento feminista o de lucha por la igualdad en términos ideológicos. La gente de derechas, en términos generales, considera, en mayor medida que la de izquierdas, que el feminismo no es necesario o que las desigualdades de género no son tan importantes .

P. Llama la atención porque estos jóvenes que niegan la violencia machista lo está viendo a su alrededor, en la televisión; muchas veces, en su familia…

R. Hay que tener en cuenta que la mitad de los chicos sí considera que la violencia de género existe o que las desigualdades de género son importantes. Pero existe esta minoría que se está acercando cada vez más a discursos reactivos. Como en el debate público parece que se puede decir cualquier cosa y todo es aceptable, pues lo entienden como un discurso más de confrontación de algo que entienden que es contra ellos.

P. Vox, por ejemplo, prefiere hablar más de violencia familiar que de violencia machista.

R. Sí, existe un caldo de cultivo de enfado hacia el movimiento feminista o de pensar que el movimiento feminista ataca a las hombres que en determinados sectores, sobre todo de hombres, pueden generar actitudes de rechazo que puedan conducir a votar a Vox o a otros partidos que niegan estas desigualdades o que las invisibilizan porque no son tan importantes.

P. Algunos jóvenes admiten que ante el intenso debate social que hay con este tema se sienten ‘atacados’ de alguna manera.

R. El problema de este argumento es que en el fondo le echa la culpa al movimiento feminista, cuando en realidad lo que ocurre es que determinados grupos de jóvenes varones no están entendiendo de qué va el feminismo y cuáles son las desigualdades estructurales que hay que combatir. Es interesante cómo se observa que esta actitud de rechazo es mayor entre los chicos más jóvenes, de entre 15 y 19 años. Lo que no sabemos es si porque este grupo de edad es más machista o porque tiene menos información y cree que el feminismo es una cosa que realmente no es.

P. El problema entonces, de nuevo, y como en otros temas, es la desinformación.

R. Sí, hay una amalgama de fuentes de información que dicen cualquier cosa a los que gracias a las redes digitales y a internet se puede acceder. Lo que hace falta son herramientas de filtrado o conocimiento seguro que nos digan qué es el feminismo, qué es el machismo.

P. ¿Hay un cierto cansancio por parte de estos jóvenes de que se defienda a las minorías?

R. Sí es cierto que en determinados sectores sociales pueden aparecer esas actitudes. Pero es más un caldo de cultivo que está ya en la sociedad y, cuando preguntas por estas cuestiones, aparecen. Aunque el dato es negativo, lo positivo es que se está visibilizando una realidad y un problema que hace años no se hacía: la desigualdad de las mujeres, la lucha contra el racismo o las minorías sexuales…

P. ¿Y no será que estos jóvenes son, al final, un reflejo de la sociedad patriarcal en la que viven?

R. En cierta medida, tanto hombres como mujeres estamos sociabilizados en una sociedad patriarcal que claramente delimita los roles que son socialmente aceptables tanto para hombres como para mujeres. Eso ha entrado en cuestión hace muchísimos años y hay principalmente algunos varones que consideran que se está atacando a su identidad o cómo ellos percibían el mundo. Es interesante, en ese sentido, entender qué discursos plantean, profundamente misóginos y machistas, para poder confrontarlos con información, argumentos y educación.

P. O puede ser que estos jóvenes prefieran taparse los ojos…

R. Sí, eso es evidente. Se percibe muy bien en la encuesta que la percepción de las desigualdades de género en el entorno social es mucho más habitual entre las mujeres. Ellas son mucho más conscientes de las desigualdades que ven en el ámbito laboral, familiar, en las relaciones de pareja… Y, en cambio, los chicos no ven ese tipo de cuestiones en la misma medida.

P. Pero si en los últimos años se ha luchado por parte de la sociedad, de los medios, de los políticos para poner en el centro del debate la violencia machista, y se ha creado una reacción contraria en algunos jóvenes, ¿qué se puede hacer entonces?

R. Si, al final tenemos que plantearnos las causas. Tenemos, por un lado, los datos de violencia de género que son terribles, una lacra social que no desaparece sino que se mantiene como un problema fundamental, pero, por otro lado, se están visibilizan discursos de confrontación, algo que hace años no pasaba. Y eso de cara a los hombres genera esta visión reactiva de «están todo el día con este tema», como si no fuera una cuestión importante.

P. El informe subraya también que el 70% de las mujeres encuestadas considera que la desigualdad entre hombres y mujeres es elevada en España, pero solo un 42% de los hombres está de acuerdo con esa afirmación.

R. El dato positivo es que desde que estamos haciendo este barómetro, en 2017, las desigualdades de género y la violencia de género han emergido como un problema fundamental y cada vez son más los que consideran que es un problema social muy grave, especialmente, las mujeres, pero también los hombres. Pero en estos últimos años, en el caso de los hombres, notamos un cierto estancamiento si no un retroceso en algunos indicadores. Mientras que en el caso de las mujeres, la concienciación feminista es cada vez mayor y ha crecido mucho en los últimos años.

P. ¿Quiere decir que el tema se está polarizando, que cuantas más mujeres piensan que sí hay desigualdad y violencia machista, más hombres piensan que no?

R. Sí, está claro, pero desde el ámbito educativo se debe enseñar que el feminismo o la lucha por la igualdad no es una lucha contra los hombres, sino contra ciertas actitudes y prácticas patriarcales que están en la base contra la violencia de estas mujeres o de esas desigualdades estructurales que aparecen en el trabajo o en la conciliación.

P. ¿Existe un perfil de este tipo de jóvenes que niegan la violencia machista?

R. Es complicado. Sí existen algunas correlaciones. Pero en este sentido no nos gusta hablar de causas porque es un tema complejo de analizar. El nivel educativo es un factor fundamental, cuanto más bajo sea, más posibilidad de actitudes machistas hay. Pero esto es una visión estigmatizante, porque hay una serie de factores involucrados, ya que la gente de clase más baja o de un nivel educativo menor tiene menos posibilidades de acceder a información o a un conocimiento mejor para entender estos problemas. Lo que hay que lidiar es con esos problemas de base en los que se fundamenta todo lo demás.

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Prohibido hablar de racismo y feminismo: los profesores de las escuelas militares de Brasil denuncian censura

En febrero de 2019, el entonces comandante del Colegio Militar de Porto Alegre, en el sur de Brasil, reunió a unos 200 empleados en un auditorio escolar para anunciar que, desde ese momento, algunos temas quedaban prohibidos en el aula. Entre los temas vetados, el coronel citó explícitamente las palabras homofobia y racismo.

«Trató de minimizar su injerencia y dijo que era una orden superior de la DEPA (Dirección de Educación Preparatoria y Asistencial, Departamento del Ejército). Pero, en tono amenazante dijo que cualquiera que intentara contravenir estas normas, podría sufrir las consecuencias», relata el profesor Rafael (nombre ficticio), a Agencia Pública. La mayoría de los empleados entevistados para este reportaje prefiere mantener oculta su identidad.

Lo que sorprendió a Rafael no fue la injerencia en el contenido de las clases. El profesor, que ha trabajado en el sistema de escuelas militares durante más de diez años, dice que ya había recibido instrucciones por escrito para modificar pruebas y exámenes con temas políticos «para evitar la propaganda partidista», pero si se asombró de que se hiciera una reunión para divulgar normas que, hasta ese momento, estaban implícitas. Esta extraña situación hizo que los profesores enviaran una carta de rechazo al comandante dos semanas después de dicho episodio.

«Las cosas se han vuelto más evidentes, como por ejemplo tener una reunión con todos los profesionales de la enseñanza para decir algo que siempre se ha practicado de forma disimulada. Esto me pareció una posición de ataque más explícita. En el pasado, la persecución era más individual», analiza el profesor.

El relato de Rafael se suma a una decena de entrevistas más que Agencia Pública ha hecho a los profesores del sistema de escuelas militares en las capitales Recife, Río de Janeiro, Distrito Federal y Porto Alegre. Los educadores denunciaron «censura» e «injerencia en el contenido» de las aulas en las 14 instituciones educativas administradas por el Ejército y vistas como un modelo de enseñanza por el presidente brasileño Jair Bolsonaro.

Las escuelas militares forman parte del Departamento de Educación y Cultura del Ejército (DECEX), pero no preparan para una carrera militar. Son escuelas convencionales que van desde el sexto hasta el último año de educación básica (hasta los 15 años). La mayoría de los estudiantes son hijos de militares, quienes sufren los reflejos de las obligaciones profesionales de sus padres debido a las peculiaridades de sus carreras. El resto de las vacantes se abren al público a través de concursos. El primer colegio militar se fundó en Río de Janeiro en 1889. El más reciente, ubicado en São Paulo, se inauguró este año.

La prohibición de abordar el feminismo y el género, citar programas de gobiernos anteriores, debatir la existencia del racismo en Brasil o hacer analogías con debates recientes en las noticias fueron algunos de los episodios que relataron los docentes al mencionar el aumento del conservadurismo y la influencia de los discursos del movimiento Escola Sem Partido en la administración de los colegios militares, que se mantienen con el presupuesto del Ministerio de Defensa. El movimiento Escola Sem Partido defiende el final de lo que llama «adoctrinamiento ideológico» en las escuelas y censura los debates con temas como la igualdad de género en las aulas. Además, los profesionales denunciaron presión y hostigamiento hacia los docentes que cuestionaban los planes de regresar a las clases presenciales, después de seis meses de enseñanza remota por la cuarentena, en ciudades que aún tienen un alto número de casos de COVID-19.

El profesor Antonio Araujo Jr, profesor de Biología en el Colegio Militar de Brasilia desde 2015, asegura que el proyecto pedagógico de la escuela «siempre ha simpatizado con las Fuerzas Armadas», en especial en las áreas académicas como Historia o Portugués, pero señala que ha aumentado la interferencia en el contenido enseñado, incluso ha llegado a las áreas de Cálculo y Biología. «Pensé que tenía libertad por ser profesor en un área técnica. Tenía esa idea positivista de que la ciencia es neutral. Mis clases de sexo, reproducción y sexualidad no eran controladas», señala el profesor. «La postura negacionista y anticientífica se limitaba a algunas materias en las áreas de humanidades». Los docentes entrevistados cuentan que deben entregar los exámenes que se realizarán a los estudiantes con al menos un mes de anticipación para ser analizadas.

La primera vez que Antonio vio una injerencia ideológica en una prueba que no pertenecía a humanidades fue a mediados de 2016, cuando el consejo escolar envió un equipo para volver a diseñar una evaluación de Química porque un problema contenía la fórmula de la cocaína. «Dijeron que esto podría ser entendido por los padres como un incentivo para consumir drogas o incluso para producirlas», recuerda. «En ese momento nos reímos porque era como si el comandante solo hubiera entendido ‘fórmula’ como una ‘receta’ para preparar algo. Pero no nos dimos cuenta de que ya había una especie de articulación con el principio ideológico del movimiento Escola Sem Partido, que ya empezaba a tomar fuerza».

Los casos, según el profesor, ya no son puntuales. Recuerda un tema de Biología en el que contextualizó procesos hormonales en el cuerpo humano, como la estimulación del sistema nervioso que hace que el corazón lata más rápido cuando sientes atracción y el aumento de hormonas durante el embarazo. El examen, entregado al colegio para su aprobación, fue vetado. «El consejo dijo que podría dar la impresión de que estamos enseñando a los estudiantes a enamorarse. Y la escuela estaba en contra de las citas en la adolescencia».

Vitrina conservadora

Durante las elecciones de 2018, Jair Bolsonaro, aún candidato a la presidencia, prometió en su plan de gobierno crear colegios militares en todas las capitales brasileñas en dos años. La valoración del profesor Araujo es que, a partir de ese año, el colegio militar de Brasilia se convirtió en la vitrina de una enseñanza ultraconservadora. «Por lo tanto, la escuela no podría tener características progresistas. Cualquier actividad, clase, documento y examen tenía que estar libre de cualquier cosa que se pudiera confundir con progresismo».

Entre las actividades que se eliminaron en el último año encontramos que la escuela dejó de participar en las Olimpiadas Nacionales de Historia de Brasil en la Universidad Estatal de Campinas (UNICAMP), competición que premia a escuelas públicas y privadas de todo el país. Ese año, el concurso tuvo como tema un homenaje a los «excluidos de la historia». Este anuncio fue recibido con sorpresa por educadores y estudiantes, recuerda otro profesor, Reinaldo, quien enseña historia en el Colegio Militar de Río de Janeiro. El maestro dice que algunos temas están «absolutamente prohibidos» en su asignatura. «No se puede hablar del ‘golpe de 1964’ (que estableció la dictadura militar en Brasil que duró hasta 1985), sino de la ‘revolución de 1964’. No se puede hablar de tortura y cosas así». «Siempre, en las escuelas militares, hubo presión sobre el contenido y las formas de trabajar. Esta es una constante. Siempre tenemos mucho control sobre nuestro trabajo».

Marcia, compañera de Reinaldo que enseña Portugués, dice que la posibilidad de trabajar con libros de literatura de autores contemporáneos se ha vuelto aún más limitada. A partir del año pasado la escuela adoptó una lista de libros permitidos, la mayoría de ellos clásicos. «Ya hemos solicitado otros autores, pero la respuesta de la dirección es que no se justifica la inclusión de ningún otro libro en esa lista. Entonces, si aparece un nuevo libro en este momento, no podremos trabajar con él».

Según ella, los temas que aparecieron en el Examen Nacional de Bachillerato (ENEM), que evalúa el desempeño académico de los estudiantes al finalizar la educación básica y da acceso a la educación superior, como la intolerancia religiosa en 2016 y la violencia contra la mujer en 2015, no son bienvenidos. «A ENEM ya lo habían etiquetado de comunista», dice la profesora. «Me siento terrible. Es una censura que, aunque tomes todas las precauciones, resulta muy agotadora. Por supuesto, sé que tenemos una legislación que dice que los militares no deben tomar partido político. Como estamos dentro de una institución militar, siempre hemos respetado eso. Pero ellos confunden mucho la política. Por ejemplo, dependiendo de cómo vayas a hablar del hambre, el tema estará censurado. Este es un tema político, pero no tiene nada que ver con el partidismo. El hambre siempre ha existido en Brasil. Pero todo lo que puedan leer como crítica hacia el Gobierno actual será prohibido».

En junio de este año, un profesor de Geografía del Colegio Militar de Brasilia fue despedido tras haber criticado, durante una clase en una plataforma virtual, el papel de la Policía Militar en una manifestación prodemocrática que tuvo lugar en Sao Paulo en mayo. El profesor de 9º grado dijo a los alumnos que la acción policial «era muestra de un fascismo que ya no queremos en el mundo».

El consejo de DECEX ha respondido a Agencia Pública afirmando que el Sistema de Colegios Militares de Brasil (SCMB) utiliza los libros del Programa Nacional de Libros de Texto (PNLD) y otros previstos en los Estándares de Planificación y Gestión Escolar (NPGE).

Aun así, el organismo no ha respondido a preguntas sobre si existe una directriz para los docentes sobre temas que no se pueden tratar en el aula. «Si las Escuelas Militares se destacan en el escenario educativo brasileño, es por el conjunto que forman las tradiciones y valores de la institución que las sustenta, el Ejército brasileño. Entre estos valores destacan la fidelidad, el respeto, la disciplina y el orden. También destaca por la competencia efectiva de nuestros profesores en el aula, que realmente entienden el Proyecto Pedagógico SCMB», dice la nota.

Los profesores de las escuelas militares señalan la interferencia ideológica en el plan de estudios disciplinarios Agencia Pública

El plan de campaña de Bolsonaro para crear escuelas militares en todas las capitales ya era considerado por los expertos en educación como una «promesa imposible», ya que implicaba una estructura costosa y tiene un público restringido, recuerda la investigadora Catarina de Almeida Santos, profesora de la Universidad de Brasilia (UnB) y coordinadora en el Distrito Federal de la Campaña Nacional por el Derecho a la Educación. Sin cumplir la promesa de campaña, el Gobierno federal apuesta por otra salida: la militarización de las escuelas públicas existentes. En 2019, el Ministerio de Educación (MEC) lanzó el Programa Nacional de Escuelas Cívico-Militares, que funciona a través de adhesiones municipales. La meta del Gobierno federal es que 216 escuelas funcionen con este modelo al final de la administración de Bolsonaro.

*Los nombres se cambiaron a petición de los encuestados.

Fuente: https://www.eldiario.es/internacional/prohibido-hablar-racismo-feminismo-profesores-escuelas-militares-brasil-denuncian-censura_1_6474172.html

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La colonización historiográfica

Por: Facundo Di Vincenzo

Hace más de diez años soy docente de materias vinculadas a la enseñanza de la Historia Moderna y Contemporánea en diferentes espacios e instituciones educativas: universidades, terciarios, secundarios, antes fui estudiante de Grado y Posgrado de Historia en la UBA de materias similares. Cuando releo los textos de los estudiosos sobre el tema y al […]

Hace más de diez años soy docente de materias vinculadas a la enseñanza de la Historia Moderna y Contemporánea en diferentes espacios e instituciones educativas: universidades, terciarios, secundarios, antes fui estudiante de Grado y Posgrado de Historia en la UBA de materias similares. Cuando releo los textos de los estudiosos sobre el tema y al preparar las clases, siempre me molestó la ausencia de América en este periodo. Peor aún, me fastidia la forma en que se la menciona, cuando se la menciona. ¿Por qué me irritan estos autores? Intentaré explicarlo.

El progresismo de los «significantes» y su significado en el derrotero académico

A partir de la década de 1990, prácticamente a quinientos años de la conquista Española de América, una camada de historiadores, antropólogos, sociólogos, filósofos europeos y norteamericanos, descubrían América.

En su mayoría, provenían de corrientes de pensamiento «crítico», se definían como superadores del estructuralismo (utilizando el léxico marxista europeo), eran post estructuralistas o super-estructuralistas. En definitiva, eran cientistas sociales que claudicaban, se rendían. Consideraban que de ahora en más, el capitalismo no volvería a ser discutido. El problema era la superestructura. Algunos de ellos, como Francis Fukuyama, llegaron a escribir sobre el «fin de la historia»; otros, sólidamente posicionados en las académicas, cátedras e institutos de investigación, despilfarraban las sumas de dinero destinadas a la investigación por sus Estados, para tratar temas vinculados a la corriente del «giro linguistico». Estos últimos, en líneas generales, sostenían que la disciplina histórica era una disciplina de la que había que desconfiar. Afirmaban que los historiadores habían leído a las fuentes, pero en su producto: el texto histórico; ellos reproducían sus propias lógicas históricas y sociales. En síntesis, cuando uno leía un texto histórico no estaba leyendo a la fuente histórica, sino que uno leía aquello que el historiador quería que el lector sepa de esa fuente histórica.

Hayden White, Ricouer, Foucault, Todorov, Wolf, Chomsky, Mary Louise Platt, lectores (y fanáticos) de Wittgenstein y Cassirier, descubrían que la historia había sido escrita desde una mirada eurocéntrica. Que se había ejercido poder sobre las otras regiones no «centrales». Se asombraban al ver que nos habían silenciado, a nosotros, los periféricos. Al mismo tiempo, con una mirada situada en Europa, comenzaban a escribir «para nosotros» (¿?). Escribieron muchos libros. Hacían alusión a los campos de control académicos que cercenaban toda voz desarrollada desde afuera del centro de poder académico-científico. Otros, más místicos y espirituales quizás, se volcaron al estudio de las obras Heidegger o a textos provenientes del lejano oriente, con el objeto de encontrar un nexo universal a toda la raza humana (infinidad de términos vinculados con estas tendencias he escuchado: Numen, Dasein, Karma, Chacras, etc…) así se satisfacían con pensar que nosotros no somos diferentes a los europeos.

Ellos se deslumbraban al leer a Heidegger, quien transcribía la voz de un campesino y hablaban alucinados de las enseñanzas de ese campesino, aunque extrañamente, hacían oídos sordos a las diferentes voces de los trabajadores de nuestra América.

En definitiva, a quinientos años de la conquista española, estos autores descubrían que hacer historia, sociología, filosofía, antropología, era y es también, hacer política. Peor aún, es sostener solapadamente, determinada ideología política. Esta camada de autores, con sus trabajos vinculados a los relatos, a la «performance», la teoría del discurso y las re significaciones posibles de un texto, en realidad lo que verdaderamente hicieron fue desvirtuar las verdaderas discusiones. ¿Por qué afirmo esto? Por qué sin preocuparse en estudiar y reflexionar sobre las posibles respuestas a nuestros problemas históricos más profundos, ellos: sociólogos, historiadores, antropólogos y filósofos, también fueron responsables del naufragio de nuestra región durante buena parte del siglo XX, ya que desde el campo científico que obtenía el financiamiento de los diferentes Estados latinoamericanos, encuentro muy pocos autores que hayan elaborado lecturas desde nuestra región y para nuestra región. Incluso observo que la producción desde el mundo de las ciencias sociales en esos años, se ha dedicado especialmente a silenciar a los autores que han elaborado estudios, investigaciones e intervenciones vinculadas a diferentes exploraciones teóricas fundamentales para responder a nuestros problemas: el imperialismo británico/francés/norteamericano, la integración latinoamericana, las características de nuestros sistema democrático, las distintas Constituciones Nacionales, los dueños de los medios de comunicación y la discusión sobre el control los recursos naturales.

En síntesis, la gran mayoría del campo académico estatal ha silenciado las exploraciones más interesantes surgidas de nuestra región, desde los trabajos «fundantes» de Manuel Ugarte con El porvenir de Hispanoamerica (1910), Pedro Henriquez Ureña con La utopía de América (1925), Víctor Raúl Haya de la Torre, en su libro: Por la emancipación de América Latina (1927) o José Carlos Mariategui, 7 ensayos de interpretación de la realidad peruana (1928), hasta los textos de autores vinculados con la liberación nacional surgidos luego de las experiencias de gobiernos nacionales y populares en Latinoamérica como Arturo Jauretche, Fermín Chavez, Juan José Hernández Arregui, Amelia Podetti, Carlos Montenegro, Jorge Abelardo Ramos, Alberto Methol Ferré, Álvaro García Linera, Alcira Argumedo o Norberto Galasso, entre otros tantos.

El problema de las edades «universales»

Para una brevísima comprensión del problema, comenzaré planteando el tema de la periodicidad establecida por las ciencias sociales, marcadamente evolucionista-positivista, y que aún hoy es la cronología vigente en manuales de escuela primaria y secundaria, universidades y Wikipedia. Repasemos. En primer lugar, los estudios clásicos, tradicionales, comienzan a hablar de los procesos históricos de la humanidad tras la llamada Revolución del Neolítico. El proceso que se inicia hace unos 9000 años, en donde grupos humanos ubicados en el continente africano pasan de ser recolectores y cazadores. Se pasa de una economía recolectora a otra productora (agrícola y de cría de animales). Un proceso en donde los humanos se transformaban en productores de alimento. Luego, la cronología continúa con la edad antigua, que comienza con la aparición de la escritura hace unos 3500 años a.c. Subrayo: la pre historia, de aquí en más, será el terreno para aquellos pueblos que no desarrollen la forma de comunicación escrita. Serán «pueblos sin historia», como señala el antropólogo Eric Wolf. La Edad Antigua se origina en la Mesopotamia y Egipto, con las primeras formaciones urbanas, «la revolución urbana» que menciona el historiador Mario Liverani. Esta era histórica finaliza con la caída del Imperio Romano de Occidente en el 476 a.c. a manos de los «barbaros». La caída de Roma, según esta lectura, da comienzo a la edad más oscura de todas para la humanidad, la llamada Edad Media o Feudal, que debería terminar en el 1492, el momento en el cual los europeos «descubren» América. Sin embargo, no hay una posición definida sobre el tema, algunos historiadores sostienen que la caída del Imperio Romano de Oriente, en 1453, debería marcar el corte o la invención de la imprenta por Johannes Gutenberg en 1450. Destaco: la aparición de América no ha sido considerada como un acontecimiento trascendente para todos los historiadores, sino que la Edad Moderna o modernidad tiene tres comienzos diferentes según quien uno lea: 1492, 1450 o 1453. La modernidad finaliza con la Revolución Francesa de 1789, dando inicio a la Edad Contemporánea, que estaríamos transitando hasta nuestros días.

Como puede observarse, las edades históricas de la humanidad, son en realidad edades históricas que no atraviesan a toda la humanidad, ni siquiera a la mitad de la humanidad, sino que sus principios y finales se encuentran determinados por Europa y sus vecinos. Como escribió el historiador francés Fernand Braudel, es la historia del mediterráneo y sus contornos.

Comencemos nosotros ahora. En América, la revolución del Neolítico no se produjo hace 9000 años. Tampoco nos vimos afectados por la Revolución del Neolítico de las comunidades africanas, sino que los recolectores y cazadores que cruzaron el estrecho de Bering, entre Rusia y Alaska, hace unos 15.000 años, desarrollaron tiempo después, su revolución del Neolítico. Remarco, los habitantes de nuestro continente hicieron por sí solos, el paso de una economía recolectora a otra productiva hace unos 7000 a 5000 años. Específicamente los arqueólogos hallaron vestigios de comunidades humanas sedentarias en el Valle mesoamericano de Tehuacan, pero también en la cordillera de los andes las comunidades andinas desarrollan la domesticación de plantas y animales, bajo relaciones de producción y técnicas inéditas para la humanidad: el ayllu.

Continuemos. En nuestro continente, los primeros grandes centros urbanos surgen hace 1700 a 1100 años, mientras que las organizaciones estatales centralizadas políticamente en grandes extensiones territoriales aparecen entre hace 1100 a 500 años. No tuvimos la misma cronología que la «humanidad». No tuvimos feudalismo y nuestra entrada a la modernidad, como veremos, no fue moderna para nosotros.

¿Cómo fue nuestra modernidad?

La modernidad llega América en barcos europeos. Peor aún, la historia de América que se escribió, será la historia desde la llegada de estos barcos europeos. No es extraño. Como señala el sociólogo marroquí Abdelkebir Kathibi, «toda sociedad humana escribe la historia de la relación con el territorio en el que vive». Los europeos comenzarán desde 1492 a proyectar sobre los habitantes de América un pasado no americano, tampoco real. Un pasado no histórico. ¿Cómo es esto? Su imagen de los tiempos anteriores a su llegada, será la imagen de un pasado bíblico primero, en donde los nativos estaban como en los tiempos de Adán y Eva (así lo expresaban los primeros conquistadores y religiosos que llegaban «al nuevo mundo»), y cuatrocientos años después, se continuará escribiendo sobre una América «no real», relatos signados por la caracterizaciones de una América inferior, bárbara y salvaje. Tras la emancipación, el proceso de conformación y construcción de los Estados en América será de llevado a cabo por las elites letradas de las ciudades portuarias, defensoras de economías abiertas al mercado europeo. Estas elites, como señala el antropólogo brasileño Darcy Ribeiro, realizarán una segunda conquista contra todos «los pueblos» (los originarios, mestizos, negros y mulatos) que lograron la emancipación, vencerán en las guerras civiles a todos los representantes elegidos por los «pueblos» de las provincias y regiones no hegemónicas. La victoria sobre estos sectores, iniciará un proceso que llega hasta nuestros días, en donde primó la negación del pasado histórico (indígena, colonial, mestizo, gaucho, africano, católico y comunitario).

En este sentido las elites letradas de las ciudades-puerto inventarán las naciones americanas desde una matriz de pensamiento iluminista e ilustrada durante el siglo XIX y positivista ( racista y eurocéntrica) después. Sin embargo, lo paradójico de todo esto, es que la contemporaneidad surgida de la revolución francesa reconoce el pasado histórico, de hecho la conformación de las nacionalidades europeas, en Francia, Alemania e Italia, redimensionan la esencia de sus «pueblos» dedicando especial atención a su pasado, historia, cultura y tradiciones. Por ello la contemporaneidad europea se asume como representativa de sus pueblos, devenidos de ahora en más en ciudadanos. Sus principios fundantes son los declarados durante la Revolución Francesa de 1789: Libertad, Igualdad, fraternidad. Principios que aunque se declararon como universales fueron negados en otros lugares del planeta. Por ejemplo, los franceses revolucionarios niegan estos principios en América para los Revolucionarios negros de Haití. Los principios, afirman, eran solo para los blancos. Incluso como señala el filósofo Eduardo Grüner con la victoria de los haitianos, son los haitianos y no los franceses los que vuelve universales a estos principios, porque no distinguen color, raza y ni lugar de nacimiento.

A la vez, el inicio de la contemporaneidad europea habla del origen de la ciudadanía, sin embargo en América Latina y el Caribe, la mayoría de sus habitantes ni podían elegir a sus representantes, ni podían gozar de una ciudadanía plena. ¿Por qué digo esto? Porque como señala el historiador brasileño José Murilo de Carvalho, para que sea posible ejercer la ciudadanía, se deben cumplir tres elementos: los derechos civiles, derechos políticos y derechos sociales. Derechos civiles, que son los derechos fundamentales a la vida, la libertad, la igualdad ante la ley; los derechos políticos, se refieren a la participación en el gobierno de la sociedad, y los derechos sociales; que son aquellos que garantizan la vida en sociedad, la participación en el gobierno del barrio, comunidad o ciudad, aquellos que garantizan la participación en la riqueza colectiva, es decir, se basan en la justicia social. En consecuencia, con una hojeada rápida por la historia de nuestra región podemos dar cuenta que para nosotros, los habitantes de América y el Caribe, la ciudadanía plena llego, cuando llego, recién hacia mediados del 1900 con las primeras democracias de representación popular. Y no mencioné siquiera el tema económico, que considero fundamental para comprender que no podría haber sido posible el desarrollo del modo de producción capitalista en Europa, sin la explotación (de mano de obra esclava, servil y/o con pago en especie) de las regiones colonizadas por los europeos desde el siglo XIV. Sin la explotación abusiva y violenta de estas zonas hubiera sido imposible la acumulación necesaria que fomentó la innovación tecnológica de la llamada «revolución industrial». En fin, hay muchísimo más por decir.

Fuente: https://rebelion.org/la-colonizacion-historiografica/

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