A pesar de las necesidades de financiación adicional, dos terceras partes de los países de ingresos medio-bajos y bajos han reducido sus presupuestos de educación pública desde el brote de la pandemia de COVID-19, según un informe emitido el lunes por la UNESCO.
El Education Finance Watch 2021, publicado conjuntamente por el Banco Mundial y la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), señala que los presupuestos educativos no se ajustan proporcionalmente a los desafíos planteados por la pandemia de COVID-19, especialmente en los países más pobres.
En comparación, solo un tercio de los países de ingresos medio-altos y altos han reducido sus presupuestos, según el informe, añadiendo que estos recortes presupuestarios han sido «relativamente pequeños hasta el momento».
«Pero existe el peligro de que los recortes futuros sean mayores, ya que la pandemia sigue teniendo consecuencias económicas y las situaciones fiscales empeoran», agrega.
El informe anual señala que estas diversas tendencias implican una ampliación significativa de las «ya grandes disparidades de gasto» observadas entre los países de bajos y altos ingresos.
«La crisis de pobreza en el aprendizaje que existía antes de la COVID-19 se está volviendo aún más severa, y también nos preocupa lo desigual de dicho impacto», dijo Mamta Murthi, vicepresidenta de desarrollo humano del Banco Mundial, en un comunicado.
«La financiación externa es clave para apoyar las oportunidades educativas de los más pobres del mundo», afirmó Stefania Giannini, directora general asistente de educación de la UNESCO.
«Sin embargo, es probable que los países donantes encaminen su presupuesto de asistencia hacia sus prioridades nacionales, inclusive algunos ya han comenzado a hacerlo. La salud y otras emergencias también precisan de dichos fondos», dijo Giannini. «Prevemos un entorno difícil para los países que dependen de la ayuda a la educación».
La UNESCO estima que la asistencia educativa puede caer en 2.000 millones de dólares desde su máximo en 2020 y no volver a los niveles de 2018 hasta dentro de seis años.
Desde la organización aseguran que garantizar una distribución global equitativa de las vacunas es «claramente lo correcto desde una perspectiva moral» y también económica.
La portavoz de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Margaret Harris, pidió este sábado al Reino Unido y otros países que detengan su programa de vacunación contra el covid-19 una vez que los grupos vulnerables y los trabajadores de la salud hayan recibido sus inyecciones, para garantizar una distribución global equitativa del fármaco, recoge el periódico The Telegraph.
«Estamos pidiendo a los países que, una vez que hayan vacunado a esos grupos [de alto riesgo y trabajadores de la salud], garanticen que el suministro al que tienen acceso se proporcione a otros», señaló Harris durante una aparición en el programa BBC Breakfast.
«Si bien eso es claramente lo correcto desde una perspectiva moral, también es lo correcto económicamente», dijo la vocera. «Estamos pidiendo a todos los países en esas circunstancias que lo hagan. […] También hacemos un llamamiento a toda la gente del Reino Unido: ustedes pueden esperar«, declaró Harris.
La portavoz también advirtió que una serie de análisis muestran que «simplemente vacunar a su propio país y luego quedarse sentado y decir ‘estamos bien’ no funcionará económicamente».
El Reino Unido tiene actualmente uno de los niveles más altos de cobertura de vacunas, junto con Israel y los Emiratos Árabes Unidos. De acuerdo con los últimos datos de las autoridades sanitarias, hasta ahora el 12,34 % de la población del país ha recibido una vacuna contra el coronavirus.
Previamente, el primer ministro británico, Boris Johnson, indicó que el Reino Unido está en camino de alcanzar su objetivo de vacunar a los más vulnerables antes del próximo 15 de febrero. El mandatario, además, dijo que su objetivo es ofrecer a todos los adultos del país una primera dosis de la vacuna para el otoño.
Sin embargo, la OMS señaló que los países desarrollados deberían esforzarse para lograr que se distribuyan las dosis de manera justa en todo el mundo. El mecanismo Covax, impulsado por la ONU, tiene como objetivo entregar 1.300 millones de dosis de vacunas aprobadas a países de ingresos bajos y medianos en 2021.
A mediados de enero, el secretario general de la ONU, António Guterres, declaró que los Gobiernos tienen la responsabilidad de proteger a su pueblo, pero el ‘nacionalismo de vacunas’ es «contraproducente y retrasará la recuperación global«. «Las vacunas están llegando rápidamente a los países de ingresos altos, mientras que los más pobres del mundo no tienen ninguna», lamentó.
Cerca de dos millones de bebés nacen muertos cada año, la gran mayoría -un 84%- en países de ingresos bajos y medianos bajos. Si la COVID-19 reduce los servicios de salud a la mitad podría causar casi 200.000 casos adicionales en 117 países, destaca un informe de la ONU. «Más allá de la pérdida de vidas, los costos psicológicos y financieros para las mujeres, las familias y las sociedades son graves y duraderos», señala la directora del fondo para la infancia.
El estudio de varios organismos* del sistema de Naciones Unidas, que define a un mortinato como a un bebé que nace sin signos vitales durante la 28ª semana del embarazo o posteriormente, señala que el año pasado tres de cada cuatro de estos casos ocurrieron en África subsahariana o el sur de Asia.
La directora ejecutiva de UNICEF, Henrietta Fore, calificó la pérdida de un niño al nacer o durante el embarazo como una “tragedia devastadora para una familia” y agregó que es una pena que “frecuentemente se soporta en silencio” y cuyo alcance es de ámbito mundial.
“Cada 16 segundos, una madre en algún lugar sufrirá la tragedia indescriptible de parir un mortinato. Más allá de la pérdida de vidas, los costos psicológicos y financieros para las mujeres, las familias y las sociedades son graves y duraderos”, abundó.
Según Fore, esto no debería ocurrir ya que la mayoría de los casos de mortinatos “podría evitarse con un monitoreo de alta calidad, una atención prenatal adecuada y una partera capacitada”.
UNICEF/Rahani Kaur
Una futura madre se prepara para dar a luz en Calcuta (India).
La COVID-19, un riesgo adicional
“Más del 40% de los casos de mortinatos ocurren durante el alumbramiento, una pérdida que podría evitarse si se contara con un trabajador sanitario capacitado durante el parto y en la atención obstétrica de emergencia adecuada. Alrededor de la mitad de los mortinatos en África subsahariana y Asia Central y Meridional se producen durante el trabajo de parto, en comparación con el 6% en Europa, América del Norte, Australia y Nueva Zelanda”, resalta el informe.
Esta situación podría agravarse aún más debido a la COVID-19. Si la pandemia llega a reducir los servicios de salud a la mitad podría causar casi 200.000 casos adicionales de mortinatos durante un período de doce meses en 117 países de ingresos bajos y medianos.
La mortinatalidad no solo sucede en países pobres
En 2019, 39 países de altos ingresos tuvieron un número mayor de mortinatos que de muertes neonatales y en quince naciones esos casos superaron al de muertes infantiles.
El estudio indica que uno de los mayores factores de desigualdad en los países de altos ingresos es el nivel de educación de la madre y que las tasas de mortinatalidad son más altas en las zonas rurales que en las urbanas, en este último caso, sin diferencia en el tipo de nivel de ingreso en el país
“Por ejemplo, en Nepal, las mujeres de castas bajas tuvieron tasas de mortinatalidad entre un 40% y un 60% más altas que las mujeres de castas superiores”.
Del mismo modo, las minorías étnicas de los países de altos ingresos suelen carecer de acceso a una atención sanitaria adecuada. En el informe se observa que las mujeres afroamericanas de Estados Unidos están expuestas a casi el doble de riesgo de mortinatalidad que las mujeres blancas.
* El Fondo de la ONU para la Infancia (UNICEF), la Organización Mundial de la Salud (OMS), el Grupo del Banco Mundial y la División de Población del Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de las Naciones Unidas.
En la parte posterior de esta noticia, el Banco Mundial analizó las cifras desde la perspectiva de las remesas, y mostró que los migrantes de África son el principal contribuyente de los flujos extranjeros al continente, alcanzando un récord de $ 46 mil millones en 2018, mucho más que los $ 27 mil millones de dólares que Se recibieron en ayuda exterior en el mismo año.
El Informe GEM de 2019 analizó en qué medida estos flujos financieros benefician a la educación. Usando las cifras de remesas de 2017, nuestros cálculos mostraron que las remesas aumentaron el gasto en educación en más del 35% en 18 países de África y Asia y en más del 50% en América Latina.
Dado este potencial, el Informe se une a la solicitud de que los costos de transacción para los fondos de cableado a domicilio se reduzcan al objetivo de la ONU del 3% desde el promedio actual del 7%. Estimamos que esto solo aumentaría el gasto de los hogares en educación en todo el mundo en US $ 1.000 millones por año.
Recuerde que uno de cada cinco dólares que se gasta globalmente en educación proviene de hogares, no de gobiernos. Y que la proporción es mayor en los países más pobres. Para estas familias, cada dólar que reciben de familiares migrantes cuenta.
Los hogares en la India rural que recibieron remesas gastaron un 17% más en educación en comparación con los que no recibieron ninguna. En Marruecos, las remesas representaron el 17% del gasto en educación doméstica tanto rural como urbana. Las familias de los trabajadores filipinos en la República de Corea triplicaron su gasto en salud y educación.
Las remesas también han demostrado mejorar los resultados educativos. En la República Dominicana, las remesas aumentaron la probabilidad de asistencia entre las personas de 6 a 17 años. En Filipinas, un aumento del 10% en las remesas internacionales redujo el trabajo infantil no remunerado en más de tres horas por semana. En Marruecos, los niños en hogares que recibieron remesas tenían 11 puntos porcentuales más de probabilidades de asistir a la escuela que aquellos que no lo hicieron.
Sin embargo, un hallazgo preventivo de nuestro análisis es que los efectos de las remesas en los resultados educativos pueden diferir según el género. En Jordania, las remesas tuvieron un impacto positivo en la asistencia a la educación post-obligatoria solo entre hombres jóvenes. En Nepal, el efecto de las remesas en la retención fue tres veces mayor para los niños que para las niñas de 5 a 10 años. Por el contrario, mientras que un aumento de US $ 11 en remesas mensuales llevó a un aumento de un punto porcentual en la tasa de inscripción de los estudiantes de 10 a 17 años de edad. Ecuador, el efecto fue significativo solo para las niñas. La migración de los padres mexicanos a los Estados Unidos se asoció con un aumento de alrededor de 0,7 años en el logro educativo de las niñas, pero no de los niños.
¿Cómo se puede utilizar mejor el potencial encontrado en las remesas para la educación? Un área clave de necesidad, tanto para la educación como para otros sectores, es la de una mejor educación financiera para los migrantes. Nuestro análisis encontró que solo entre una cuarta parte y un tercio de los adultos tienen conocimientos financieros en los principales países receptores de remesas. Por lo tanto, hay margen tanto en los países de envío como en los de recepción para coordinar la educación financiera para los migrantes. Las iniciativas exitosas involucran a los migrantes en su desarrollo, brindan activamente información relevante a los hogares, brindan dicha información en el momento en que se toman las decisiones financieras, prestan especial atención a las mujeres y otros grupos desfavorecidos, se integran con la provisión de servicios financieros y de migración, y están bien coordinados .
En 2015, la comunidad internacional se unió y se comprometió con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de las Naciones Unidas: se cumplirán diecisiete objetivos para el desarrollo mundial para 2030. Y el número cuatro en esta lista: garantizar una educación de calidad inclusiva y equitativa y promover oportunidades de aprendizaje a lo largo de toda la vida. Para todos, también conocido como SDG4. Para 2030, los líderes mundiales se comprometieron a garantizar que todas las niñas y niños tuvieran acceso a la calidad del desarrollo infantil temprano, la atención y la educación preescolar.
En los meses y años que siguieron, líder tras líder proclamó su compromiso con estos objetivos y con la educación temprana, citando no menos los beneficios económicos y sociales que se derivan de tales inversiones. Sin embargo, la retórica no coincide con la realidad.
Invertir solo $ 1 en la atención y educación de la primera infancia puede generar un retorno de hasta $ 17 para los niños más desfavorecidos. Sin embargo, a nivel mundial, a 150 millones de niños todavía se les niega esta etapa fundamental en su aprendizaje y desarrollo, la clave para darles el mejor comienzo en la vida.
Entonces, ¿qué podemos hacer? Hay dos ingredientes cruciales para hacer realidad la educación de la primera infancia: la voluntad política y la inversión. Primero, los gobiernos deben estar suficientemente convencidos de que la inversión en aprendizaje temprano es una inversión inteligente. En segundo lugar, los gobiernos, y la comunidad internacional que apoya el desarrollo, deben invertir. Desafortunadamente, este último está lejos de ser realizado.
Si bien el costo del aprendizaje temprano en los países de ingresos bajos y medios se estima en unos $ 144 mil millones anuales para 2030, los países están invirtiendo solo una cuarta parte de la cantidad necesaria en los miembros más jóvenes de la sociedad. Aún más impactante que esto ha sido la respuesta de la comunidad internacional.
Apenas dos años después de comprometerse con los ODS, a pesar de la retórica, un nuevo informe producido por Theirworld con la colaboración del Centro de Investigación para el Acceso y el Aprendizaje Equitativos (REAL) en la Facultad de Educación de la Universidad de Cambridge, Dejando atrás a los más jóvenes, revela que la Ayuda para el Desarrollo en el Extranjero a la educación preescolar ha disminuido en un 27 por ciento entre 2015 y 2017, de US $ 94.8 millones a US $ 68.8 millones
Esto ocurrió en un contexto de un aumento más general de la ayuda a la educación: durante este período, la ayuda total a la educación aumentó en un 11 por ciento, lo que indica que el compromiso político, medido por la proporción de la ayuda educativa a los primeros años, está vacilando.
El análisis revela la impactante realidad de que 16 de los 25 principales donantes del sector educativo no han dado nada o han reducido su gasto anterior en educación preescolar desde la introducción de los objetivos de los ODS.
La ayuda internacional total combinada asciende a solo $ 0.27 por niño por año para educación temprana, lamentablemente inadecuada en comparación con el costo estimado de aproximadamente $ 400 por niño por año. Las cifras son aún más impactantes para los niños marginados atrapados en zonas de conflicto, donde la ayuda total alcanza apenas $ 0.17 por niño por año. Esto ocurre en muchos lugares donde otras fuentes de financiación de la educación son muy limitadas.
En los países más pobres, incluso después de maximizar los esfuerzos de movilización de recursos nacionales, muchos no podrán financiar la mitad de sus presupuestos de educación, haciendo que la ayuda internacional sea de vital importancia. En estos países, las subvenciones y el financiamiento en condiciones concesionarias a través de financiadores como UNICEF, el Banco Mundial, la Alianza Mundial para la Educación y el fondo de la Educación no puede esperar, son extremadamente importantes.
Sin embargo, estas instituciones no han logrado alcanzar el 10 por ciento recomendado de sus presupuestos de educación dedicados a los primeros años. Por ejemplo, el Banco Mundial, si bien es el mayor financiador de la educación preescolar, aporta solo el 1.3 por ciento de su presupuesto total para educación preescolar: poco más de $ 15 millones.
Esto es inferior al 3 por ciento dos años antes. A pesar de liderar el cuadro de mando sobre la proporción de ayuda educativa en el aprendizaje temprano, UNICEF aún no alcanza el objetivo del 10 por ciento. La Alianza Global para la Educación representa solo la mitad del objetivo, o el 5 por ciento de los fondos de subvenciones dedicados a los primeros años.
Más allá de la subvención, hay un problema mayor en los países de ingresos medianos bajos, donde las necesidades son mucho mayores dada la enorme población y el tamaño en comparación con los países de bajos ingresos. En estos países, menos del 1 por ciento de los $ 40 mil millones disponibles a través del sistema multilateral de bancos de desarrollo se destina a la educación. Dentro de eso, la financiación para la educación temprana es aún más escasa.
Por esta razón, la Facilidad de Finanzas Internacionales para la Educación es una innovación importante que podría desbloquear más de $ 10 mil millones para SDG4 y ubicar el aprendizaje temprano en el centro. El Mecanismo, ahora en marcha por el Banco Mundial, los bancos regionales de desarrollo, los países donantes y el sistema de las Naciones Unidas, podría estar operativo para enero de 2020.
A través de su uso innovador de garantías y financiamiento de donaciones, la escala de financiamiento para la educación en países de ingresos medios-bajos podría multiplicarse por cuatro cuando se dirija a través del Mecanismo.
El potencial de este nuevo instrumento de financiamiento sería un cambio de juego para el aprendizaje temprano. Si sus fundadores aceptan que invertir en los niños más pequeños debería ser una prioridad, al alcanzar el objetivo de inversión del 10 por ciento en los primeros años, podrían desbloquearse otros $ 1 mil millones para la educación temprana en países de todo el mundo, financiando aproximadamente 2,5 millones de lugares para los estudiantes que aprenden temprano. .
Esta nueva instalación también ayudaría a los países que van desde Pakistán y Kenia a Guatemala y Costa de Marfil a liberar el potencial de la próxima generación a través de programas sólidos de aprendizaje temprano, colocando el Objetivo de Desarrollo Sostenible más cerca y revirtiendo la tendencia en la que los ciudadanos más jóvenes de El mundo se ha ido perdiendo.
Los datos del Banco Mundial apuntan que esos cinco están en el mismo continente: África
De los 736 millones de personas que vivían en pobreza extrema en 2015, 368 millones —casi la mitad— están concentrados en cinco países. Todos en África y todos con una larga historia de conflictos civiles.
De acuerdo con datos del Banco Mundial, la media decena está integrada, en orden descendente, por India, Nigeria, la República Democrática del Congo, Etiopía y Bangladesh. Además de estar en el mismo continente, estas naciones comparten la característica de ser las naciones más pobladas en las regiones del sur de Asia y la África subsahariana.
Ambas regiones, a su vez, concentran el 85%, unos 629 millones, de las personas en situación de pobreza.
El Banco Mundial aseguró que trabajar intensamente en esos cinco países será«crucial» para continuar con la meta de reducir la pobreza entrema en, al menos, 3% para el 2030.
Sin embargo, no debemos perder de vista a otros numerosos países con altas tasas de pobreza», recomendó el Banco Mundial, que pronostica que la extrema pobreza en India y Bangladesh se reducirá drásticamente en 2030, pero crecerá en países como Nigeria, la República Democrática del Congo y Etiopía.
España / 01 de febrero de 2017 / Por: LOLA HIERRO / Fuente: http://elpais.com/
En el mundo hay 263 millones de niños sin escolarizar, pero la ayuda española se ha reducido de 354 millones de euros a 34 millones
España ha desaparecido de la comunidad de donantes en ayuda al desarrollo y, más en concreto, en lo que se refiere a la educación, pues su aportación se ha reducido desde el 2008 en un 90%, pasando de 354 millones de euros a 34 millones en 2015. Si hace nueve años suponía el 5,6% de la ayuda de los países del Comité de Ayuda al Desarrollo (CAD) de la OCDE, en 2014 es tan solo del 0,6%. Esta es la principal conclusión que se desprende del informe La ayuda en educación, a examen, un documento fruto de la investigación llevada cabo por la Fundación Etea para el Desarrollo y la Cooperación y por Entreculturas y Alboan, dos ONG de la Compañía de Jesús. Su finalidad: analizar la cantidad y la calidad de las aportaciones españolas a la educación de los niños y adultos de países más pobres durante los últimos 15 años.
España ha suspendido en este análisis. «Los ciudadanos españoles hemos visto con escándalo y sorpresa cómo hemos llegado al nivel de ayuda al desarrollo de hace 30 años. El objetivo soñado por muchos, el de algunos que os fuisteis a acampar a La Castellana hace 20 años no ha valido. Hemos suspendido en ayuda al desarrollo y en educación, lo digo con pena», ha lamentado este martes Ramón Almansa, director ejecutivo de Entreculturas, durante la presentación de los resultados en el Círculo de Bellas Artes de Madrid.
En el año 2000 se firmó con mucho optimismo el Pacto de Dakar por la educación, en el que los países del norte se comprometieron a aportar los recursos financieros necesarios para que ningún niño quedara sin escolarizar. Ese mismo año vino la firma de los ocho Objetivos de Desarrollo del Milenio(ODM), cuya meta número 4 contemplaba la universalización de la educación. La ayuda internacional destinada a este sector se multiplicó por 2,3 entre 2002 y 2014, pero no llegó a cubrir ni de lejos la brecha financiera que la Unesco consideraba que se debía cubrir para lograr estas metas. Llegó 2016 y estos ODM fueron renovados por 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible sin que sus predecesores se hubieran alcanzado por completo: el número de niños sin escolarizar se ha reducido en un 30%, pero más de 260 millones no van aún al colegio, una bajada estancada desde 2011 sobre todo por los nuevos conflictos armados. Además, en la mayoría de los países menos adelantados la tasa de finalización de la primaria apenas alcanza el 50%.
No son datos nuevos, pero sí preocupantes, y ante este panorama España no responde bien. El sector educativo es el que más fondos ha recibido por parte de la cooperación española en los últimos 15 años, y aun así, su reducción va a la par al duro recorte que ha sufrido la Ayuda Oficial al Desarrollo en general: un 70% entre 2008 y 2014. Hace 15 años, el país aportaba 4.762 millones de euros. Hoy ha disminuido a 1.627 millones, un 0,13% de la Renta Nacional Básica. La media de la Unión Europea es del 0,4%.
La caída de la ayuda bilateral bruta (aquella en la que los gobiernos donantes canalizan sus fondos de cooperación al desarrollo directamente hacia los receptores) a la educación fue aún mayor: pasó del sexto puesto como país donante del Comité de Ayuda al Desarrollo (CAD) al vigésimo segundo. «En este 90% de recorte ¿cuánta gente se ha quedado sin escolarizar, cuántas escuelas hemos dejado sin hacer, cuántos maestros no han tenido la formación suficiente?», se ha preguntado Almansa. Esta ayuda bilateral durante el periodo 2000-2014 ascendió a 2.500 millones de euros. Fue a partir de 2005 cuando fue aumentando hasta alcanzar su valor máximo en 2008: más de 354 millones de euros. Pero a partir del año siguiente se desploma en más de 90 millones de euros y ya no deja de bajar: en 2014 tan solo se destinan 40 millones.
¿Para qué clase de educación aportamos dinero?
El informe permite saber de manera concreta a qué tipo de educación se ha destinado más y menos dinero. Con 908 millones de euros, un 35% del total, se come la mayor parte el llamado sector no especificado, es decir, actuaciones en las que no se conoce a qué nivel educativo van dirigidas y construcción de escuelas, actividades de apoyo presupuestario sectorial, formación de profesores, etcétera. En segundo lugar, la educación básica con 670 millones de euros (26%), que incluye solo infantil, primaria y capacitación básica de personas jóvenes y adultas. En 2014 la educación básica no llegó a los seis millones de euros, casi 120 millones menos de lo que llegaron a donarse en 2008. El tercer nivel es la secundaria general, que incluye educación secundaria, Formación Profesional y universitaria. A este se han destinado 596 millones de euros (el 23%), casi todo a la universidad. La educación secundaria y la formación profesional recibieron cerca de 420 millones de euros (16%).
La gran olvidada es la educación infantil, a la que solo se destinaron un 1% de los fondos, pero las alertas de los autores del informe se han dirigido más hacia la etapa de educación básica, pues los fondos destinados se redujeron entre 2008 y 2011 en un 81% y siguió bajando durante los años siguientes hasta tocar los cinco millones en 2015.
Tres cuartas partes de la ayuda a la educación provienen de la cooperación centralizada, y una cuarta parte de la descentralizada. Esta prioriza la educación básica y secundaria, y una gran parte de las actividades de educación para el desarrollo. En este apartado hay que ver el compromiso de las Comunidades Autónomas, que aportaron 450 millones de euros y van desde el 9% de Andalucía hasta el 19% de Valencia y Madrid, aunque esta última ha reducido su ayuda a cero en los últimos años, igual que Castilla-La Mancha.
En cuanto a regiones, más de la mitad de los fondos se dirigen a América Latina (53%), seguida de África subsahariana (20%) y en los últimos tiempos el norte de África (9%). Los países que más han recibido son Marruecos, Bolivia, Perú, Nicaragua, Honduras y Ecuador.
Tras el análisis, las recomendaciones, que en el informe son 20 pero no se han destacado todas. Para las tres organizaciones es fundamental que España cumpla con los compromisos económicos adquiridos en el Marco de Acción del Foro Mundial de Educación y en el marco de los ODS y, para ello, recupere la inversión en cooperación en la senda del 0,7% priorizando al sector educativo. También se ha reclamado que se incrementen los fondos destinados a la educación básica hasta alcanzar el 8% de la Ayuda Oficial al Desarrollo española, tal y como señaló la propia Comisión de Cooperación del Congreso en 1999 a través de dos Proposiciones No de Ley. El jefe del departamento de cooperación sectorial de la AECID, Javier Gavilanes, ha atribuido el descenso en la cooperación al «contexto muy condicionado de reducción de fondos» y ha avisado de que el año 2017 también estará marcado por la «restricción presupuestaria».
Sin olvidar los logros alcanzados en los últimos 15 años, Almansa ha pedido pensar en los 263 millones de niños que siguen sin escolarizar y ha pedido que se haga autocrítica más allá de la falta de voluntad política. «No hemos querido, la ciudadanía no ha sido capaz de movilizarse y sin duda no ha habido financiación». En su opinión, la educación debe situarse en un lugar prioritario central de las agendas nacionales e internacionales, y no solo por los datos, sino porque la educación es el mejor catalizador para lograr cambios sociales. «Si queremos cambiar este mundo, sin educación será imposible». Para ello, aboga por una educación que afecte a todos los ciclos de la vida de una persona, que ponga énfasis en la calidad del aprendizaje, la equidad y la inclusión, que sea transversal. «Si queremos construir un mundo más justo, equitativo y solidario tenemos que volver a confiar en el poder de la educación. Sin la educación es imposible, no podremos cambiar el mundo».
SIN EDUCACIÓN NO PODREMOS CAMBIAR EL MUNDO
RAMÓN ALMANSA, DIRECTOR EJECUTIVO DE ENTRECULTURAS
Ha llegado la hora de que la cooperación española cambie de rumbo, destacando el papel de la educación como herramienta de transformación social, contribuyendo a cumplir con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).
El informe La Ayuda a Educación a Examen de Entreculturas destaca que la Ayuda Oficial al Desarrollo en España ha retrocedido a valores de hace casi 30 años. Si no fuese por los fondos comprometidos a la Unión Europea, podríamos decir que la cooperación española ha quedado reducida a cantidades puramente testimoniales. Entre 2008 y 2015 la ayuda neta experimentó un descenso de más del 65%, pasando de 4.762 millones de euros a 1.627 millones de euros. Esta cifra apenas supone el 0,13% de la Renta Nacional Bruta (RNB), lo que sitúa a la cooperación española muy lejos de los principales países donantes y del objetivo del 0,7% suscrito por España en diversos consensos y compromisos internacionales.
Estos recortes han afectado severamente al presupuesto para educación, que se ha reducido en más de un 90% en ese mismo periodo. En 2008 la ayuda española al sector suponía el 5,6% del total de los países del Comité de Ayuda al Desarrollo (CAD) y en 2014 equivalía tan solo al 0,6%. La ayuda bilateral también ha caído drásticamente en cuanto al compromiso con la educación básica. Estos fondos se redujeron entre 2008 y 2011 en un 81% y siguieron bajando en los años siguientes. En 2015, no llegaban a los 5 millones de euros, apenas el 0,7% de la ayuda bilateral, frente al 8% comprometido.
Urge asumir estrategias orientadas a una mayor eficiencia y coherencia con los retos globales. Es indispensable recuperar la inversión de la cooperación española, priorizando la ayuda en educación e incrementar los fondos destinados a la educación básica. Asimismo, hay que promover un concepto amplio de calidad educativa ligado a la equidad, la inclusión y la participación de los distintos agentes y un sistema de indicadores adecuado. La cooperación española debe apoyar a las poblaciones más vulnerables y atender a la heterogeneidad de países y realidades, prestando atención tanto a las necesidades educativas de los niños, niñas y jóvenes en situaciones de emergencia y conflicto, como las de poblaciones marginadas de los países de América Latina, en los que la educación puede tener un papel primordial para reducir la desigualdad.
Todo esto hay que hacerlo y hay que hacerlo ya, aprovechando la experiencia acumulada, implicando a todos los agentes, construyendo herramientas de cooperación ágiles y duraderas, asignando recursos y colocando a las personas más vulnerables en el centro de todas nuestras acciones.
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