España: Un cómic que se lee sin mirar

España/ 18 de julio de 2017/Autor:Eneko Ruiz Jiménez/ Fuente: https://elpais.com

El viñetista Max crea un tebeo para personas invidentes presentado en la Bienal de Venecia.

Apoyas las dos manos sobre el papel. Las yemas de los dedos palpan una superficie en relieve. Tocan líneas rectas y otras curvas y se siente algo que parecen dibujos abstractos difíciles de identificar. En la parte superior de cada página, hay un pequeño comentario escrito en braille: Un viaje en barca, dice. El resto es ilustración, una sola viñeta que guarda figuras que buscar contar una historia, pero que no son del todo inteligibles al mirar. Solo con el tacto. El lector está sintiendo el primer cómic narrativo para personas invidentes o con baja visión, un experimento primigenio que hace el arte en viñetas a la accesible.

«En el proceso tuve que descartar uno a uno recursos propios del cómic. Los tenía casi todos vetados. Eran como las obras que hacían los autores de Oulipo. Trabajar con todas las restricciones posibles fue difícil, pero apasionante», cuenta el dibujante, guionista y colaborador de este periódico Francesc Capdevilla, conocido como Max (Barcelona, 1956), que se lanzó a esta frontera inhóspita sin paracaídas. Pese a la alegría final, el autor no esconde que hubo ocasiones en las que estuvo a punto de tirar la toalla: «Es un primer peldaño». Solo cuenta la simple historia de un viaje en barco en los canales de Venecia, «pero su forma demuestra que el cómic, como arte joven, está muy lejos de encontrar sus límites», ratifica. De hecho, esta primera prueba ni siquiera está a la venta, sino que es parte de la presentación del Instituto Ramon Llull en la Bienal de Venecia, en el marco del proyecto Catalonia in Venice 2017. Allí, en la ciudad italiana que sirve también de protagonista, estará presente hasta noviembre.

Un cómic que se lee sin mirar

«El tebeo exige un esfuerzo de los ciegos. No se entiende de manera automática y necesita concentración, pero parece que este paso funciona», respira tranquilo Max, que tuvo que diseñar varias pruebas para que su trabajo llegara a buen puerto. Para hacer la experiencia más inteligible, por ejemplo, tuvieron que introducir en la primera página un glosario de términos que explican cada dibujo en relieve y cada onomatopeyas, elemento clásico del cómic que sí pudo usar, aunque con pictogramas, sin letras. Así, si aparece un recuadro con puntos significa luz; si hay líneas onduladas tocas el agua, y si las líneas son rectas es un muro. Pero también se representan figuras sin forma como sonido, los motores, olores o el eco.

El proceso no fue simple. Max y Mery Cuesta, comisaria de Catalonia in Venice 2017, enviaron durante meses las pruebas a lectores invidentes que probaban si las partes cuadraban. Expertos como Anna Morancho, gerente de la Fundación de discapacidad visual Cataluña, respondían con correcciones tras probarlo: «Al principio todas las muestras eran blancas. Las personas con poca visión no lo distinguíamos. Por eso se creó el contraste entre negro y blanco.»

Había que crear casi desde cero una técnica sin probar. Describir, por ejemplo, un puente para una persona que nunca ha visto la forma de uno. «Para los videntes, lo que da vida al cómic es la sutileza de gestos y movimientos. Eso no lo captan. Yo trabajo mucho con personajes y sus respuestas y eso no lo pude explotar», recuerda Max, que, acostumbrado a contar historias y chistes en solo tres pequeñas viñetas, tuvo que reducir a una gran viñeta por folio su historia. Con la ayuda de las yemas de los dedos, los invidentes no captaban un tamaño menor. «Probé con personajes muy simples, pero los lectores no llegaban a la sutileza. Así que me desanimé, y me pasé a la abstración». Pese a las injerencias, el dibujante reconoce que resultó una experiencia provechosa que le obligó a «ejercitar la mecánica cerebral, emocional y a quitar tics habituales». Pero ¿es un trabajo de Max?: «La personalidad no se pierde y, aunque no se parezca en nada al resto, me dicen que se nota que es mío».

Para Morancho, escudriñarlo es como un puzzle: «Cada uno lee de una manera. Lo bueno es que no tiene muchos elementos que confundan. Algunos lo hacen con una mano, otros con dos; algunos desde el centro, y otros primero leen el braille y, con esas pistas, sabes lo que buscar. Pasas de lo grande a lo concreto. Poco a poco revelas el dibujo inteligible».

El resultado es un primer acercamiento todavía extraño, como aquel tren que llegaba a la estación en una de las primeras películas de los Lumière. Hoy el canal sustituye a las vías. «Estoy esperando la respuesta de los lectores sin visión para ver si es útil y aprovechable por ese público», apunta Max, consciente de que un proceso así no pueda llegar todavía al mercado: «La tecnología actual no da para imprimir a precio razonable en relieve. La esperanza son las impresoras 3D». Morancho lo tiene claro: «La cultura accesible, es inclusión social».

Fuente de la Noticia:

https://elpais.com/cultura/2017/07/13/actualidad/1499905004_604392.html

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Argentina: Se duplicó la cantidad de chicos con discapacidad que estudian en escuelas comunes

Argentina/26 junio 2017/Fuente: Telam

Aproximadamente existen unos 570.000 niños con discapacidad en la Argentina y sólo el 7% tiene cobertura de salud. Mientras que 125.000 cursan estudios en educación especial, el 60% de ellos los hace en escuela comunes, aseguran desde UNICEF.

 El 60% de los estudiantes discapacitados cursan estudios en escuelas comunes en la Argentina, un porcentaje que se duplicó respecto a 2005, aunque todavía muchas escuelas no admiten su inscripción pese a la vigencia desde el año pasado de una resolución del Consejo Federal de Educación que considera este acto como discriminatorio.

Especialistas en discapacidad de Unicef, Derechos Humanos de la ONU, académicos de la Universidad Autónoma de Madrid y autoridades del Ministerio de Educación de la Nación, debatieron en un seminario sobre educación inclusiva, organizado por la cartera, ante docentes, organizaciones y padres de niños con discapacidad.

La representante de UNICEF en la Argentina, Florence Bauer, aseguró que aproximadamente existen unos 570.000 niños con discapacidad en la Argentina y sólo el 7% tiene cobertura de salud. Y mientras que 125.000 cursan estudios en educación especial, el 60% de ellos los hace en escuela comunes.

Bauer detalló que este porcentaje «se ha duplicado en la Argentina desde el 2005, lo que posiciona al país en una situación positiva» aunque mencionó que «aun restan afrontar numerosos desafíos como aumentar la permanencia y la terminalidad, tanto en la educación formal como en la no formal».

La dirigente mencionó además la necesidad de incrementer la formación docente en discapacidad ya que el maestro es el que está en contacto con los chicos» y remarcó que la Argentina a diferencia de otros países de la región «tiene todos los elementos para avanzar en estos desafíos».

No obstante, las organizaciones sociales aseguraron que en muchas escuelas «no se cumple» la resolución 311 -de marzo del 2016- del Consejo Federal de Educación que ordena a las instituciones educativas inscribir a los chicos con discapacidad sin ningún tipo de restricciones» y que también establece Proyectos Pedagógicos Individuales (PPI) para que estos estudiantes puedan integrarse a una escuela común.

«En algunos colegios no es que dicen que van a ver si la aplican, directamente aseguran que no lo van a hacer», reclamo una docente y aseguró que esta situación se da en especial en aquellos colegios privados en los que ante el reclamo de algún padre les aconsejan que en la escuela no lo inscriba «porque la institución tiene una dinámica en la que el chico no se adaptaría».

El secretario de gestión educativa del Ministerio de Educación, Max Gulmanelli, dijo a Télam que la resolución 311 «plantea el desafío de que cada chico tenga su propio recorrido, su proyecto individual, el título de cada alumno es único e irrepetible y todos son válidos» aunque aseguró que esa resolución «esta incompleta en algunos aspectos como la de contemplar a los chicos que tienen altas capacidades».

«La resolución 311 tiene impacto nacional y es vinculante, corresponde a las provincias la obligación de que se cumplan las leyes educativas, Desde Nación tenemos que llegar con capacitación docente y monitoreo de su nivel de implementación» , puntualizó Gulmanelli.

Y agregó «no tenemos el dato duro de en cuantas escuelas no se aplica, sabemos que todavía no es cultura en las escuelas aplicarla, el dato es que no hay datos, tenemos poca información en este sentido pero venimos trabajando para tenerlos».

Explicó además que el objetivo «es que las 47.000 escuelas del país sean escuelas inclusivas, la escuela no puede decir incluyo o no incluyo. El problema son las barreras culturales que existen para las personas con discapacidad, hay que poner la mirada en las capacidades y no en las discapacidades».

Detalló también que cambiar esto «es un proceso lento, hay pocos países en el mundo con un sistema totalmente inclusivo, muchas veces los tiempos de los chicos no son los tiempos de las escuelas y de los gobiernos. Hoy ya no se esconde la discapacidad en el seno de la familia, hoy los chicos empiezan a ir a la escuela y, asumiendo esta diferencia de tiempos, estamos en el camino de la inclusión plena».

Cecilia Simon Rueda, especialista en discapacidad de la Universidad Autónoma de Madrid, destacó que la educación «es un aspecto central de una sociedad inclusiva y debemos tomar acciones para cambiar los entornos educativos y lograr una perspectiva de inclusión basada en los derechos, para lo cual debemos modificar la mirada que tenemos hacia el otro, en como entendemos los educadores que debe ser la respuesta a la diversidad».

Indicó en este aspecto que «las dificultades no esta en los estudiantes sino en el entorno educativo, por lo que cada institución debe preguntarse donde tiene que poner el foco, que barreras tiene que superar que le esta impidiendo al estudiante superar esas dificultades. Todo estudiante tiene derecho a no ser discriminado, pero si no podemos dar respuestas a estas preguntas, estamos negando ese derecho».

Para Simón Rueda «estamos ante un desafío que, a su vez, puede ser un proceso de enriquecimiento. Introducir cambios en estructuras, contenidos y estrategias de enseñanza pero estas transformaciones no sólo tienen que ver con los centros educativos sino en las políticas que adopta un gobierno, la escuela tiene una parte importante en estos cambios pero no la única».

Para Facundo Chavez Penillas, asesor en derechos humanos y discapacidad del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos (Acnudh), «hoy en la Argentina es un hecho auspicioso que se hable tanto de educación inclusiva y discapacidad» y valoró que se hala dispuesto en el país «el Sistema Integral de Información Digital Educativa, que registra los apoyos a las personas con discapacidad. Esta es una iniciativa interesante que veo por primera vez en Latinoamérica».

Llamó eliminar la frase «en la medida de las posibilidades del estudiante» que en las escuelas dicen cuando deben recibir a un chico con discapacidad y «establecer esa verdadera imposibilidad de que una institución educativa se niegue a recibir a un chico de estas características porque sería etiquetarlo a partir de un diagnóstico y esto es sinónimo de exclusión».

Fuente: http://www.telam.com.ar/notas/201706/193350-en-diez-anos-se-duplico-la-cantidad-de-chicos-con-discapacidad-que-estudian-en-escuelas-comunes.html

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«La Casa de la Paloma», escuela de formación para camboyanos discapacitados

Camboya/03 noviembre 2016/Fuente: Terra

Prom Sophea es una joven de 30 años que perdió una pierna en la adolescencia por un accidente con una mina terrestre y que, después de estudiar confección, trabaja en la escuela «La Casa de la Paloma» (Banteay Prieb), situada en las afueras de Phnom Penh.

Se estima que un 4 por ciento de la población de Camboya presenta alguna deficiencia física a causa de las minas terrestres, la guerra, accidentes o enfermedades como la poliomielitis.

Sophea es antigua alumna de «La Casa de la Paloma», una escuela que puso en marcha en 1991 el Servicio Jesuita de Camboya, con el apoyo de Manos Unidas y que es la única del país que ofrece formación profesional a personas con discapacidad.

Está situada en un antiguo centro de transmisiones militares, en el que el Ejército utilizaba palomas mensajeras para sus comunicaciones. De ahí procede el nombre de la escuela.

En el centro, que actualmente cuenta con 115 estudiantes, con edades comprendidas entre los 18 y los 40 años, se ofrece formación profesional durante un año en electrónica, mecánica, agricultura, confección, escultura y maquillaje.

En sus instalaciones, un grupo de personas con discapacidad, graduadas en la escuela, construye las sillas de ruedas «Mekong», adaptadas a las necesidades de la zona.

Klieng Vann, de 49 años, que sufrió la amputación de una pierna en un accidente con una mina terrestre cuando era soldado en 1990, es ahora profesor de electrónica en la escuela, después de haber pasado por sus aulas.

Un 80 por ciento de los estudiantes de «La Casa de la Paloma» consigue un trabajo, una vez que terminan su preparación, frente al 10 por ciento de discapacitados que tenía acceso a un empleo con anterioridad, asegura.

«Cuando se gradúan, los alumnos encuentran un trabajo y tienen éxito en la vida. Después de la escuela, hay un gran cambio. Ya no tienen miedo de salir de su casa. Tienen mayor autonomía e independencia», explica.

Los estudiantes proceden de entornos rurales de distintos puntos de Camboya, en los que carecen de tierras, de formación académica o de posibilidades de empleo.

La escuela les permite adquirir habilidades técnicas y sociales, así como mejorar y disfrutar de mayores responsabilidades en sus comunidades.

Durante el periodo de formación, se alojan en casas de estilo tradicional camboyano, en las que viven en grupos de diez personas y gestionan su vida en comunidad, participando en las tareas domésticas, bajo la supervisión de profesores y voluntarios.

La responsable de Manos Unidas en el Sudeste asiático, Patricia Garrido, subraya que en esta escuela las personas con discapacidad pueden acceder a una formación, tener unos ingresos y compartir con sus iguales.

«La formación y la convivencia con iguales les ofrece la oportunidad de ser autosuficientes y normalizar su discapacidad, elevar su autoestima y encontrar un lugar en la sociedad camboyana», destaca Garrido.

Fuente noticia: https://noticias.terra.es/mundo/asia/la-casa-de-la-paloma-escuela-de-formacion-para-camboyanos-discapacitados,b05286e8f18c722b928ebf414748ad4d0wk0pdr6.html

Fuente imagen: http://images.teinteresa.es/mundo/Casa-Paloma-formacion-camboyanos-discapacitados_TINIMA20161101_0088_5.jpg

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