Por: Yolanda Quiroga.
Argentina, país rico, cuyo crecimiento estuvo basado en su fortaleza sostenido a través de la producción alimenticia del sector agropecuario. En el país se producen alimentos suficientes para satisfacer las necesidades de todos. Por lo tanto, el hambre y la desnutrición, no son consecuencia sólo de faltas de alimentos, sino también de la pobreza, desigualdad y los errores en el orden de prioridades. Según un informe de UNICEF en la Argentina 5,6 millones de chicos son pobres. En el total hay 1.300.000 que se encuentran en la indigencia. El citado informe expresa que de segmentarse la población de niños en tres grupos de edad, se observa que la incidencia mayor de la pobreza se verifica para el grupo de 13 a 17 años (51%) seguido por el grupo de 5 a 12 años (48%) y de 0 a 4 años. Lo alarmante en el país, es que más de 80.000 niños dejan de asistir a clases obligados a ingresar al mercado laboral, a pesar que la ley 26.300 incorporó la prohibición de emplear a menores de 16 años.
Cabe señalar que la condición social y económica de los alumnos, los medios de transporte, alimentación desempleo y salud, son los principales causantes de la deserción escolar.
Lo alarmante en el país, es que más de 80.000 niños dejan de asistir a clases obligados a ingresar al mercado laboral, a pesar que la ley 26.300 lo prohíbe.
El informe midió la pobreza con 28 indicadores desde la nutrición hasta la exposición a la violencia de niños y adolescentes hasta 17 años. Este estudio se hizo a través de una metodología multidimensional, herramienta, que permite analizar en detalle las privaciones que sufren los chicos que son causantes de la desigualdad.
Hasta hoy, pareciera que las políticas públicas no han generado un acceso igualitario a nivel de calidad de educación para las familias pobres, es decir, no existe la posibilidad de acceder a la educación superior, sólo debido a la falta de recursos. La escuela que educa en pobreza, en general cuenta con pocos recursos. Además se ha transformado en un espacio de contención social. Sabemos que un chico con un padre sin primaria terminada, tiene 22 veces más de probabilidad de ser pobre, que un chico que reside en un hogar con nivel educativo más alto. También como señalaba antes que el informe de UNICEF abarcó nutrición, hoy, grave problema para los chicos. Sabemos que para «aprender debe tener el cerebro sano, y por eso, es fundamental la nutrición durante el embarazo y los dos primeros años de vida. La desnutrición, es una consecuencia de la pobreza» (Dr Abel Albino).
Debe existir primero, la nutrición adecuada, y después, la educación, acompañada de una política de Estado. Y seré reiterativa en el tema de «Las Escuelas de Jornadas Extendida», ellas, permitirían que los alumnos estén bien alimentados con desayuno y almuerzo, sumado al dictado de las áreas artísticas que se dictarían e idiomas, esencial en este mundo del conocimiento. Respecto a ello, el Ministerio de Educación de la Nación, suspendió el almuerzo para los alumnos, ocasionando así inconvenientes en su aplicación. La política educativa de la provincia debió solucionar de una manera adecuada y mediante la aplicación de contenidos transversales dentro del «Plan Provincial de Educación» sin poder apuntar a buena alimentación. Carece de recursos indudablemente para ello. Sí, en escuelas del Gran Buenos Aires, se aplica tal cual fueron creadas. Así planteada su aplicación ¿Hay una educación inclusiva e igualadora? ¿Existe un Proyecto Educativo Nacional? ¿Existe un Proyecto de País? Interrogantes a responder con acciones.
Fuente: https://www.diariodecuyo.com.ar/columnasdeopinion/La-inclusion-educativa-20170616-0079.html
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