Venezuela – Democracia: De la Independencia al Siglo XXI

Democracia: De la Independencia al Siglo XXI

Judith Parejo Febres

Jupafe.jpf@gmail.com

Docente Investigadora

UNESR, Postgrado y Educación Avanzada

Maturín, Venezuela

 

RESUMEN

 

El tema abordado en este articulo forma parte de un trabajo vinculado al estudio del concepto Democracia en atención a su devenir histórico-contextual, inspirado por la propuesta acuñada en Venezuela de construir una forma de gobierno denominada Democracia Participativa y Protagónica; posibilitando la reflexión de algunos elementos filosóficos emanados del proyecto liderado por Simón Bolívar, en sinergia con otros aportes teóricos más recientes. En este sentido Dussel (2009), señala que las formas de gobiernos hasta ahora desarrolladas a nivel mundo deberían surgir como respuesta a las exigencias ciudadanas en atención al contexto histórico, cultural y de las circunstancias particulares de cada territorio; sin embargo, y como es conocido, este ejercicio soberano no surge de la autodeterminación de cada pueblo, por cuanto hegemónicamente los imperios imponen formas de gobiernos que subsumen modelos democráticos de otras culturas, por ejemplo, la democracia liberal burguesa, se origino de lo que hoy conocemos como Revolución Francesa, paradójicamente el antes mencionado modelo, emergió de los principios de Libertad, Igualdad y Fraternidad, dando paso en el tiempo a un modelo “democrático” que posiciona al mercado por encima de las necesidades humanas, intentando perpetuar el modelo capitalista; pese a ello, el aludido movimiento, sienta las bases de la democracia moderna, abriendo nuevos horizontes políticos basados en el principio de soberanía popular, motor de las revoluciones posteriores a él. De allí, que reconstruir las ideas relativas al tema en cuestión, desde los tiempos de la independencia venezolana, consentirá un ejercicio hermenéutico que dará cuenta de los avances y retrocesos que en esta materia se han vivido en Venezuela, no meramente como definición, sino como constructo teórico en permanente re-construcción praxeológica infinita e inagotable, y como aporte a la configuración del añorado modelo socialista que se consolida tras las interacciones políticas y sociales, del Poder Popular en nuestro territorio.

Palabras claves: Democracia; Poder Popular; Democracia Participativa y Protagónica.

 

ABSTRACT

 he topic addressed in this article is part of a work linked to the study of the Democracy concept in attention to its historical-contextual evolution, inspired by the proposal coined in Venezuela to build a form of government called Participatory and Leading Democracy; allowing the reflection of some philosophical elements emanating from the project led by Simón Bolívar, in synergy with other more recent theoretical contributions. In this sense, Dussel (2009) points out that the forms of governments developed up to now at the world level should arise as a response to citizen demands in attention to the historical, cultural context and the particular circumstances of each territory; however, and as is known, this sovereign exercise does not arise from the self-determination of each people, since empires hegemonically impose forms of government that subsume democratic models from other cultures, for example, bourgeois liberal democracy, originated from what today we know as the French Revolution, paradoxically the aforementioned model, emerged from the principles of Liberty, Equality and Fraternity, giving way over time to a «democratic» model that positions the market above human needs, trying to perpetuate the capitalist model ; Despite this, the aforementioned movement lays the foundations for modern democracy, opening new political horizons based on the principle of popular sovereignty, the engine of the revolutions after it. Hence, reconstructing the ideas related to the subject in question, since the times of Venezuelan independence, will allow a hermeneutical exercise that will account for the advances and setbacks that have been experienced in this matter in Venezuela, not merely as a definition, but as theoretical construct in permanent infinite and inexhaustible praxeological re-construction, and as a contribution to the configuration of the long-awaited socialist model that is consolidated after the political and social interactions of the People’s Power in our territory.

 

Keywords: Democracy; Popular power; Participatory and Protagonist Democracy.

 

INTRODUCCIÓN

 

Este artículo es parte de un trabajo sobre el concepto de Democracia, motivado desde la experiencia venezolana sobrevenida tras el triunfo electoral del Gobierno Bolivariano, quien acuño la propuesta de un modelo de Democracia Participativa y Protagónica, en contraposición a la Democracia conocida como Representativa, instalada en nuestro país desde el año 1958 y hasta 1999. En este sentido el termino Democracia puede ser considerado como constructo inacabado, en pleno y progresivo desarrollo en razón de las prácticas políticas sociales ejercidas por el pueblo en el seno de sus territorios; al respecto, lo expresado por Dussel (2009), en relación a que el debate contemporáneo sobre las formas de gobiernos está centrado en los modelos de democracias, apoya la travesía asumida por Venezuela desde el año 1999 en el intento por construir un modelo democrático que dé cuenta de las singularidades y complejidades histórico-culturales que definen a Venezuela y a sus habitantes.

Al efecto antes planteado, resulta de interés para esta reflexión, considerar  algunas obras de autores latinoamericanos, entre ellos José Luis Salcedo Bastardo, Rufino Blanco Fombona, Rigoberto Lanz y Enrique Dussel al tiempo de reflexionarlas junto a los ideales del proyecto emancipador de Simón Bolívar, estableciendo un hilo conductor desde el contexto de la independencia hasta nuestro tiempo, no meramente como definición sino como constructo teórico en permanente re-construcción desde la experiencia de quien lo peregrina.

La importancia del abordaje de este tema radica en la necesidad de desmitificar el pensamiento eurocéntrico -impuesto al mundo durante siglos- relativo a los intentos por subsumir modelos democráticos nacidos en otras culturas, por supuesto, y desde visiones y sentires disimiles a las nuestras. Los principios de Libertad, Igualdad y Fraternidad agitados durante la Revolución Francesa (1789 al 1904), hoy forman parte común e intrínseca a todas las formas de democracias hasta ahora diseñadas. Como señale líneas arriba, la democracia liberal burguesa otorga privilegios al mercado, impulsando la reducción del tamaño del Estado, la privatización de las empresas públicas, concediendo amplias libertades jurídicas, normativas y económicas a la empresa privada, en menoscabo de los derechos de los y las trabajadoras.

De allí, que reconstruir las ideas relativas al tema en cuestión, y durante el periodo indicado, consentirá un ejercicio interpretativo que pudiera aportar nuevos significados, apropiados al recorrido que hoy realiza el pueblo venezolano, ya que la monumental variedad de acepciones del concepto de democracia, pudiera llevarnos a perder de vista nuestro contexto general, nuestro horizonte ideológico en nociones más amplías como occidentalismo y capitalismo. Este ejercicio favorecerá la aproximación a las categorías apriorísticas emergentes que pudieran derivar de las experiencias vivenciadas tras los intentos por desarrollar un tipo de democracia participativa y protagónica, sin duda, una democracia autóctona, soberana, justa e inclusiva.

Quedando la incertidumbre de si la joven Democracia Participativa y Protagónica venezolana, pudiera constituirse como modelo contrapuesto a las formas democráticas excluyentes impuestas desde intereses internacionales. En este sentido, se organiza este breve articulo en tres aspectos considerados de interés, la Democracia en Latinoamérica, Bolívar y sus sueños de democracia, e Independencia, Democracia y Poder Popular.

 

Democracia en Latinoamérica.

 

En el mundo contemporáneo el estudio del término democracia, resulta estar plagado de supremas contradicciones, ocupando parte importante su discusión en las agendas públicas mundiales, esto en razón de la co-existencia de múltiples definiciones tras el continuo intento de los imperios por diseñar modelos democráticos universales y de la consabida “democratización” de las naciones consideradas por ellos, no desarrolladas.

Desde este umbral, y trayendo a colación lo expresado en la Carta de Jamaica por Simón Bolívar (1815), a propósito de la identidad nacional, cito: “No somos españoles, no somos indios… constituimos una especie de pequeño género humano”. De allí que podemos argumentar que de la Latinoamérica postcolonial emanaron los cimientos forjadores de una nueva identidad disímil a la originaria, enriquecida desde lo multiétnico y de lo pluricultural; pudiéramos agregar que con personalidad propia, preñada de las diversas cosmovisiones que integran ontológicamente nuestro ser colectivo e individual, ya no podemos referirnos, ni considerarnos la “pequeña especie” que los conquistadores españoles trajeron en sus naves, pero tampoco somos exclusivamente la originaria de las comunidades aborígenes, ni podemos reducirnos a las aportadas por la variedad de culturas africanas advenidas, como producto del tráfico de esclavos negros, realmente somos el resultado de la incuantificable suma de todas ellas.

La reconstrucción del término democracia entonces pasa por atender las peculiaridades culturales existentes en la Venezuela postcolonial e incluso independentista, sin obviar que lo que se conoce como democracia en América Latina toda, ha sido el conjunto de ideas políticas surgidas y ensayadas desde la Revolución Francesa, esto se haría evidente al revisar los siglos transitados desde 1492 hasta 1810, Latinoamérica no conoció ninguna experiencia democrática como tal.

La primera década del siglo XXI muestra mayores y nuevas demandas, dándole continuidad al debate universal sobre la democracia. Es por ello, que desde otros horizontes, surge en Latinoamérica, y como factor fundamental la crítica al neoliberalismo y a la democracia liberal, debido a los negativos resultados alcanzados y que vienen afectando ampliamente a las mayorías; esto explica los inténtenos de dar nuevo significado y valoración al término, irrumpiendo de allí la copiosa diversidad tipológica existente en la actualidad.

Algunos estudiosos del tema señalan que se ha generado un proceso de cambios para Latinoamérica que viene influyendo de manera importante sobre los significados y valoraciones que se tienen sobre el concepto de democracia; destacando argumentos tales como la inclusión de sectores hasta ahora excluidos (pueblo), de la participación en asuntos de su interés tanto en la dimensión social, política como en la económica, limitando el  protagonismo de sus actores, a la pírrica participación bajo el esquema de la representación, ejemplo de ello lo vemos reflejado en los movimientos  sociales de campesinos, sin tierra, indígenas, género, diversidad sexual, ambientalistas, contraculturales, comunales, entre otros, que asumen liderazgos importantes en los procesos que articulan reclamos emancipadores, libertarios y de reconocimiento a la pluralidad.

La segunda característica presente en la reconfiguración del término democracia desde la experiencia Latinoamérica, surge de los procesos de reformas centrados en el cambio democrático. En este sentido, se ha adelantado un discurso que privilegia la necesidad de innovar en relación a la democracia como forma de gobierno, planteando alternativas a lo que se conoce como democracia liberal; estas acciones han generado el surgimiento de propuestas progresistas que intentan transfigurar las formas de participación social, política y económica, conduciendo esto a la aparición de liderazgos organizados en una nueva clase política. Sin embargo, aunque estas reformas buscan abordar el principio de la representación en tanto mayor participación, en muchos casos se ha generado una tendencia a privilegiar la atención de la inclusión, la pobreza y la equidad (temas sustantivos de la democracia), llegando a interrumpir la reflexión de aquellos temas relacionados al funcionamiento de la democracia como tal. De igual forma, queda pendiente el análisis y discusión de la concepción de refundación de la nación, que privilegia el discurso nacionalista, el sentido de pertenecer o pertenencia, la identidad, reforzando la soberanía.

América latina ha transitado por muchos sucesos y acontecimientos de orden político y social, en atención al modelo de democracia que privilegia cada uno de los países que la conforman. De allí que la importancia del debate actual sobre las formas de gobiernos, se centre en las formas democráticas, y como se señalo anteriormente, este artículo abordará al modelo de democracia acuñado por Bolívar en los contextos de independencia, al tiempo de repasar las ideas de otros pensadores de nuestro tiempo. Dussel (ob. cit), advierte que cada sistema democrático concreto “Cada sociedad política o Estado particular o territorial, con una población actual de millones de habitantes, tiene un sistema político histórico, empírico, fruto de una menor o mayor tradición política que adquiere determinaciones propias en grados diversos de legitimidad, gobernabilidad, estabilidad, eficacia, desarrollo” (Pág. 436); dando cuenta esta idea de las múltiples variaciones que podemos encontrar referente a los sistemas políticos, haciéndoles inimitables, imposibilitando desde este sentido su uso como modelos definitivos e insuperables, pudiendo recrear estos modelos, cual musa, como referentes, más no como patrones definitorio del sistema político concreto para Latinoamérica y de manera específica para la Venezuela de estos tiempos.

Bolívar y sus sueños de democracia.

 El proyecto de Bolívar no solo es una escuela viva y portentosa, sino que se constituye en uno de los grandes pilares de cualquier investigación en filosofía o ciencias sociales para la cultura latinoamericana, es un costado obligatorio de la fundamentación de nuestra historia. El pensamiento de Bolívar ya se encuentra entre los más altos del género humano; su colosal e infatigable obra militar estuvo acompañada de una sólida, profunda y amplia formación: fue un gran escritor, renovador de nuestra lengua española, desbordó el clasicismo que dominaba la cultura de su siglo, le dio a nuestra lengua un rumbo distinto, hizo gala de una prosa cargada de poesía, sentimientos e imaginación. En sus cartas, proclamas y otros textos resplandecen ideas precisas, completas, definitivas y lapidarias. Sus textos y praxis han sido admirados y aclamados en distintos continentes. La formación de Bolívar se encuentra entre los conocimientos más universales por la eternidad. Ha emancipado cuatro veces más colonos que Washington, su Gran Colombia tiene 12.000 leguas cuadradas, más vasta que la recorrida por Napoleón, ningún guerrero a caballo ha recorrido más que él. El gran poeta de pluma impecable, Rufino Blanco Fombona nos dice:

Europa lo miró desde lejos con asombro y admiración. Seis mil soldados ingleses, franceses, alemanes, italianos corren a servir sobre su bandera. Los polacos, irlandeses, liberales de España, todos oprimidos clavan su mirada en él(…) El gran tribuno irlandés O’Connel le manda un hijo con estas palabras: Lo envío ilustre Sr, para que admirando e imitando vuestro ejemplo, sirva bajo las órdenes de vuestra excelencia(…) El sobrino de Koskiusko, héroe de Polonia atraviesa el diámetro del globo para servirle.

José Bonaparte, el hermano que Napoleón pone de Rey en España, deseaba que el hijo de Murat, ex rey de Nápoles, vaya a ser edecán de Bolívar (Fombona, 2012, Pág. 222-223).

La primera independencia ha sido la más fundamental revolución en nuestro continente, fue la ruptura definitiva de la época colonial; con la independencia emerge nuestra identidad nacional en suelo venezolano. Bolívar soportó el terremoto de Caracas, evento este utilizado por parte de los curas católicos, para decir que era un castigo de Dios; luego la derrota y victoria ante el más grande ejército español, ante un guerrero de la talla de Boves; debido a todas estas superadas adversidades, nuestra independencia se convirtió en inmortal, irreversible y eterna.

Bolívar ha sido la zarza ardiente que dio nacimiento y vida a nuestra nación, continúa hoy día, inspirando la independencia definitiva, hemos logrado la independencia política, pero no la social con un auténtico y genuino modelo de Democracia.

Para Bolívar no existían imposibles, tras su lucha por la independencia dejo los cimientos para desarrollar una fuerte democracia, apoyada por nuevos principios del Derecho Internacional señalados por él; también queda una civilización “libre”, pese a la impronta del coloniaje del cual fuimos víctimas, sin duda somos hijos e hijas de la civilización europea, pero con características y sentires propios surgidos de nuestro rico y profundo mestizaje étnico cultural; esta riqueza nos hace capaces de sentar innovadoras bases filosóficas y praxeológicas que den concreción al modelo social y político anhelado, a un modelo de democracia que dé cuenta de nuestra identidad y realidad contextual concreta.

Bolívar es “general y estadista, tan grande en los congresos como en las batallas. Es superior a todos los caudillos como político. Es un tribuno. Es el pensador de la Revolución; redacta constituciones, analiza el estado social de las democracias que liberta, anuncia con la precisión de un vidente el porvenir”  (García, 2012, pág. 77-78). Es decir, Bolívar realiza habitualmente un ejerció dialectico que le sirvan para argumentar sobre las posibilidades políticas de la otrora Gran Colombia. Bolívar cargo de realidad al gran proyecto de Miranda, toda la comprensión de nuestro continente exige la indagación profunda de la obra Miranda-Bolívar, esto es, todo el archivo Colombeia y toda la obra de Bolívar; así como también se constituye en pilar filosófico fundamental en la creación de la Democracia participativa y protagónica modelo en construcción en la Venezuela del siglo XXI.

Al decir de García, Bolívar siendo influenciado por Rousseao, opinaba que la autoridad del pueblo debía ser el único poder prevaleciente en todo el planeta. Para él, la soberanía del pueblo jamás debe ser ilimitada, no obstante, la justicia irreductiblemente debe ser su base. El libertador repudiaba cualquier gobierno monárquico para las tierras recién libradas del yugo español. Sin embargo, logro atisbar las contradicciones e incertidumbre en la que se encontraba América, debatiéndose entre el o los sistemas políticos que le convenían al hegemón y no al pueblo, para consolidar su verdadera independencia, veía lejano su sueño de la Gran Colombia y más aun el de una real libertad política y social para las antiguas colonias españolas. García (Ob. Cit, pág. 79), nos recuerda el pensamiento de Bolívar de aquellos años postreros:

Ni nosotros ni la generación que nos suceda –pensaba en 1822– verá el brillo de la América que estamos fundando. Yo considero a la América en crisálida; habrá una metamorfosis en la existencia física de sus habitantes; al fin habrá una nueva casta de todas las razas que producirá la homogeneidad del pueblo.

Desde allí que nuestro libertador, propone formulas políticas innovadoras que responden a la singularidad de un “(…) continente original por su territorio, su raza y su historia” García (Ob. Cit, pág. 80); agrega García parafraseando a Bolívar, en el intento por definir la autoridad tutelar:

Los Estados americanos han menester de los cuidados de gobiernos paternales que curen las llagas y las heridas del despotismo y de la guerra. (…)Abandonemos las formas federales que no nos convienen (…) Semejante forma social es una anarquía regularizada, o más bien es la ley que prescribe implícitamente la obligación de disociarse y arruinar el Estado con todos sus individuos. (…)Abandonemos el triunvirato del Poder Ejecutivo, concentrándolo en un Presidente, confiémosle la autoridad suficiente para que logre mantenerse luchando contra los inconvenientes anexos a nuestra reciente situación.

Bolívar da cuentas de sus ideales Republicanos, proponiendo las estrategias políticas, la estructura funcional del gobierno, que desde su experiencia y en virtud del análisis coyuntural, conducirían los destinos de nuestros territorios, tras la construcción de un modelo democrático no absolutista, que responda a las necesidades de un pueblo otrora y por más de 400 años esclavizado; señalaba que para el nacimiento de un sólido gobierno, se requiere como base la unidad nacional, representada por un espíritu que tenga como norte la moderación de la voluntad general y una autoridad pública limitada; es decir, un pueblo consciente de su encargo social, y una robusta institucionalidad respetuosa de la voluntad del pueblo soberano.

Sin embargo, para Bolívar la construcción de un modelo de gobierno democrático capaz de resolver sus debilidades, requerirá de dos realidades: un pueblo virtuoso y con solida ilustración moral; es decir, un pueblo ontológicamente y epistemológicamente colonizado, carente de la naturaleza planteada por el Libertador (virtuoso y moral), difícilmente será el garante de la estabilidad política y social de la República. Bolívar nos deja en el Discurso de Angostura (1819), la siguiente premisa:

La esclavitud es la hija de las tinieblas; un Pueblo ignorante es un instrumento ciego de su propia destruccion; la ambicion, la intriga, abusan de la credulidad y de la inexperiencia de hombres agenos de todo conocimiento político, económico ó civil: adoptan como realidades las que son puras ilusiones; toman la licencia por la Libertad, la traicion por el patriotismo, la venganza por la Justicia. (pág. 75)

Un pueblo que a pesar de haber alcanzado su libertad “política”, no será capaz de sostenerla en el tiempo si no logra su independencia social, para ello requiere tomar conciencia de sus potencialidades y debilidades, así como también, debe asumir la importancia de una formación critica permanente, una preparación capaz de impulsar no solo su desarrollo intelectual, sino también el afectivo, productivo, científico, pero sobre todo el ético-moral, de allí la jerarquía que da Bolívar al estudio de los diferentes modelos de gobierno, a las experiencias políticas mundiales y de manera particular de aquellos países que han logrado alcanzar en alguna medida la suprema felicidad social. El estudio de estos contextos, permitiría diseñar un modelo de gobierno más adecuado, que se ajuste a las condiciones históricas, culturales y territoriales de nuestra Nación.

Revitalizando un proyecto ético-político propio, que desconozca las soluciones foráneas mágicas e instantáneas, que no involucre en su práctica el apoyo al desarrollo del potencial social, el empoderamiento del pueblo de una real participación política protagónica, directa, respetuosa e inclusiva; sino que por el contrario continúen privilegiando la acumulación del capital en pocas manos, buscando estas agendas, solo cumplir las exigencias internacionales, haciendo caso omiso de las necesidades nacionales. La democracia entonces debe trascender el “yo” hacia el “otro”, y desde allí construir el nosotros.

Democracia, Independencia y Poder Popular.

 La primera independencia pudiera distribuirse en tres grandes momentos: la gestación que comprende el estallido del 19 de abril de 1810 y la constitución de 1811. Luego, un segundo momento, lo define el periodo de la guerra, el más colosal ejemplo de heroísmo y sangre derramada que jamás haya vivido nuestro continente, culminada en 1823, para Venezuela, y 1826 para Suramérica. El tercer momento lo define nuestra institucionalidad, la consolidación de nuestro Estado, que desgraciadamente vino con el siglo de Caín, la cosiata, la ruptura de Colombia.

Para Bolívar, la integración continental y la educación son sus principios máximos. Colombia era la garantía de Suramérica libre, no hay libertad de un país sin la libertad del continente al que pertenece, no hay libertad individual sino uso personal de la libertad en una nación libre.

Muchos autores venezolanos hablan de la relación Independencia/Democracia, tales como José Luis Salcedo Bastardo (1982) y Carmen Bohorquez (2006), por solo mencionar algunos, Salcedo Bastardo le dedica todo un subtítulo a la relación Independencia/Democracia en su obra Historia fundamental de Venezuela. Veamos algunas expresiones en las que se apoya en las memorias de O’Leary. “La revolución es fiel a la más irreprochable esencia de democracia -solo la democracia es susceptible de una absoluta libertad. Nadie sino la mayoría es soberana. Es un tirano el que se pone en lugar del pueblo». (Salcedo, 1982, p. 333).

Uno de los temas de interés que también aclara Bolívar, muy bien abordado por Salcedo, es la cuestión civil/militar en la política, «un gobierno fuerte, de inspiración genuinamente civil, con capacidad para orientar la sociedad y el Estado, con firme sostén castrense acatado y respetado por todos». Están son palabras de Bolívar, quien le pide a los militares «ciega obediencia al gobierno», reconociendo que «es insoportable el espíritu militar en el mando civil», continúa agregando, «el sistema militar es el de la fuerza y la fuerza no es gobierno (…) un militar no tiene virtualmente, sino que meterse en el ministerio de sus armas» (Ibídem, p. 334).

Ahora ahondaremos un poco en el concepto de Democracia. El gran filosofo de la modernidad, Spinoza, aclara muy bien la noción de Democracia «si dos hombres concuerdan y conjugan sus fuerzas, aumenta su potencia […]; cuanto más hombres son los que se estrechan en la relación, tanto mayor será el derecho que todos juntos adquieran» (Dussel, 2009, pág.400).

La Democracia ha sido definida de muchas formas, la cita de Spinoza agrega algunas palabras que la concretan como acuerdo, derecho; también la ven como forma de gobierno, acceso a la legitimidad o institucionalidad social. Su importancia radica en su vínculo a grandes nociones políticas como Estado, pueblo, gobierno, soberanía, voluntad social, entre otras. Recordemos que todo el ámbito natural de la política se centra en la cuestión del poder, en el estudio del poder.

Al respecto Rigoberto Lanz (2006), ilustra muy bien la idea de pueblo en la actualidad, el pueblo-pobreza se ha convertido en la excusa de las más variadas corrientes ideológicas para justificarse, refiriendo al respecto que:

(…)el pueblo es figurado como el lugar de las carencias y debilidades, se le atribuyen los sufrimientos y martirios que resultan de todas las modalidades históricas del ejercicio del poder (…) La figura rectora que está por detrás es la de pueblo-pobreza que arrastra todas las calamidades de la violencia, la miseria y la exclusión. (pág. s/n)

A criterio de Lanz, esta definición de pueblo-pobreza es planteado desde el sesgado discurso elitesco, en el cual el pueblo representa el lugar del sufrimiento y de la ignorancia. Contrariamente, pueblo, es la palabra preferida por Rousseau al hacer referencia a la sociedad, ésta última, de los gobiernos de élite. Pueblo es casi la palabra usada por todos los enfoques del concepto de Democracia.

Atilio Borón (2019), en una demoledora crítica a la autobiografía de Vargas Llosa, toca en varias ocasiones el tema de la Democracia, define a Vargas Llosa como el «más importante intelectual público de derecha en el mundo hispanoparlante», uno de los más grandes voceros, el profeta mayor del neoliberalismo contemporáneo. La identificación del liberalismo con la Democracia es la mayor mentira de Vargas Llosa, así como la gran mentira del modelo de una democracia de mercado, trasfondo ideológico del enfoque occidental de la democracia. Es por ello que Atilio Borón indica cuatro contradicciones insalvables en la relación Capitalismo/Democracia:

a). En una Democracia, por muy elemental que sea, remite a un modelo ascendente de organización del poder social. En la Democracia, lo que cuenta es la base sobre la cual reposa la cúspide del sistema, en los mercados los actores cruciales son los que se encuentran en la cima.

b). Una Democracia plena y genuina, identifica el pueblo de una nación con el poder. Esto es como una línea asíntota en una gráfica, debemos tender lo más que podamos, aunque las líneas nunca coincidirán, es la presencia del horizonte de la totalidad en el concepto de democracia. Las tendencias hacia la inclusividad y el empoderamiento del pueblo son las marcas características de una Democracia; en cambio, una economía de mercado exige un Estado mínimo.

c). Los fines de la Democracia y el mercado son opuestos: lo que anima la Democracia es la máxima justicia. John Rawls, gran teórico reaccionario de la Democracia, nos dice «la primera virtud de las instituciones sociales es la justicia», mientras que el reino del mercado es la ganancia, el rédito, no la equidad. El motor del mercado lo que más ha causado es injusticia.

d). Tanto la Democracia como el Mercado poseen una tendencia expansiva incontrolable. Esta expansividad se encuentran en sentidos opuestos: mientras que la progresiva conquista de los derechos sociales de la Democracia se traduce en la socialización de las demandas, el libre mercado lo que verifica es una privatización de los viejos derechos ciudadanos, todo lo que toca lo convierte en mercancía. (Pág. 186)

Borón, deja entrever la delgada pero significativa línea que existe entre capitalismo y democracia, situación esta que necesita de un permanente ejercicio exegético a partir del cual se puedan plantear fórmulas que inhiban el traspaso inconsciente de esta línea, pudiendo inclinar favorablemente la balanza hacia la democracia burguesa. De allí que se hace necesario para alcanzar la meta de construir una democracia robusta, en oposición al modelo emanado desde los intereses de la burguesía, seguir agregando elementos definitorios, constituyentes del modelo deseado para Venezuela, formulando ejes temáticos que abran aun más nuestro horizonte de reflexión.

Veamos otros aportes del maestro Enrique Dussel, de gran interés para el tema en cuestión. En toda Democracia se encuentra el juego mayoría/minoría. Esto nos indica que se debe afirmar la posibilidad de una minoría disidente, legítima, que es constitutiva de la Democracia. Todo argumento abre un oponente real y posible, de no haber disidencia no tendría por qué existir la argumentación, ni progreso racional cualitativo, esto nos lleva al principio fundamental de la crítica, nuestra única pero muy poderosa arma para defendernos.

En todo esto, nos dice Dussel, «ser mayoría no es un criterio de verdad, ni siquiera de validez sino de eficacia (de factibilidad) (…) La cantidad no agrega ninguna cualidad a la decisión (…) La cantidad y el número nunca es cualidad» (Ibídem, 426-428). La Democracia no es un número, la voz de la mayoría no es la verdad absoluta, podría estar equivocada. Es fundamental en una Democracia el respeto con igual derecho a la disidencia minoritaria para la preservación en generaciones de la institucionalidad social.

El sufragio universal es un elemento de primacía en la Democracia, pero esto debe darse en una representación auténticamente popular. La llamada democracia representativa, norteamericana, distorsiona el sentido democrático de la representación porque se trata de una élite política-económica que es quien decide; es necesario que cada representante gane en auténtica representación popular.

En lo personal, el aporte de mayor interés de Dussel en el intento por resignificar críticamente el modelo de Democracia, lo veo expresado en cuanto a la imposibilidad de que un modelo abstracto sea universalmente aplicado en todos los países. Debiendo siempre partir de la realidad existente en cada uno de ellos, de su historia, su cultura, su singularidad social, para luego crear nuestras propias leyes, nuestros propios órganos y procesos, nuestras instituciones.

Esto lo sabía muy bien Bolívar cuando hablaba de «Repúblicas aéreas», en su primer documento político, producido tras el análisis de la perdida de la primera república; posteriormente lo sigue refiriendo en otros textos. En este sentido Marx, hace un gran aporte a través de su método para las ciencias sociales al decirnos que debemos estudiar los fenómenos en su objetivo desenvolvimiento histórico, esto debemos hacerlo con el concepto de Democracia. Todo esto no quiere decir que no debamos estudiar la historia de otras civilizaciones, todo lo contrario, sí debemos estudiarlas, pero sin confundir entre principios, postulados, modelos y realidad.

El enfoque de Dussel tiene doble importancia para nosotros, no solo porque es liberador, sino porque toda su colosal reelaboración de la filosofía, la historia, la ciencia, la política, etc., nos conduce a la independencia, Dussel (2007), reconoce el proyecto Miranda-Bolívar, como «un discurso auténticamente emancipador». Veamos el porqué esto nos conduce al periodo colonial y a la independencia.

Desde tiempos remotos, las instituciones políticas fueron creciendo, ampliándose, entrando en crisis y refundándose; esto ha ocurrido desde unos diez milenios, según muchos autores, en reinos, imperios, confederaciones, hasta llegar al Estado moderno a finales del siglo XIV, nada más y nada menos que con la unificación de los reinos de la península ibérica, bajo la autoridad de Isabel de Castilla y Fernando de Aragón.

La modernidad de Europa nace con la conquista, yo diría con la invasión de nuestra América, así nace el primer Estado moderno, esto está ampliamente demostrado en muchos textos de Dussel, pudiendo referir a este propósito, el texto titulado 1492. El encubrimiento del otro (2012). No debiendo perder de vista que somos parte constitutiva del primer Estado moderno, cuando Europa salía de su condición periférica, sin embargo esto no niega nuestro derecho a autodeterminar nuestro modelo democrático, rebasando el umbral hacia lo que hoy conocemos como soberanía cognitiva.

Solo yendo más atrás de la historia de Europa podemos desbordarla y superar el fetichismo eurocéntrico. Egipto era la antigüedad de los griegos, ya lo dijo Platón, China es la infancia de la humanidad; la india y China son grandes fuentes informativas para nuestra formación, pero no es constitutiva a nuestro ser como lo es Europa, que se encuentra profundamente arraigada a nuestra cultura académica, aún colonizada.

En la ciudad de Saís, capital del antiguo Egipto -uno de los lugares más antiguos durante la XXIV dinastía-, la aldea o comunidad, eran llamadas démos. Cinco siglos antes de Cristo, las ciudades del puerto del mediterráneo estaban gobernadas por los mercaderes más ricos. Así era en Tiro, Sidón, Cartago, Pérgamo, Atenas. Los imperios eran monárquicos. Poco a poco se fue pasando de un gobierno de una sola autoridad a otro de una autoridad compartida por un grupo (senado, oligarquía o aristocracia) hasta el proceso lento de una participación más creciente desde el principio de igualdad (Democracia).

La forma mixta del gobierno de Venecia, se mantuvo desde el siglo IX hasta el siglo XVI. Esto llamó la atención de los estudiosos de la política, para fundar sus gobiernos en esa fuente. En tanto Bolívar buscó incansablemente el modelo más adaptable a reinos, aristocracias o democracias. Llegando a pensar que el modelo británico era el de mayor bienestar, pero estaba muy dejos de indicar su imitación servir.

En nuestros tiempos cuando hablamos de Democracia, literalmente hablamos de independencia, pero nos referimos de manera particular a la independencia social yo agregaría a la cognitiva, esta independencia solo la veremos salir de su crisálida tras un proceso de metamorfosis de las prácticas políticas y sociales de nuestro pueblo, hoy constituido en Poder Popular, pero me refiero a prácticas colectiva, no individuales; recordemos a Bolívar, cuando señala que es supremamente importante para lograr la real independencia la integración continental y la educación, estos son sus principios máximos; no lograremos consolidar la libertad de un país sin la libertad del continente al que pertenece, debiendo para ello construir la unidad interna, conocer realmente las implicaciones de su realidad contextual tanto en lo local, nacional, regional y continental.

Borón en tanto, nos habla de que para desarrollar una Democracia plena, debemos pensar en un modelo ascendente de organización del poder social, por cuanto en ese modelo democrático, lo que cuenta es la base sobre la cual reposa la cúspide del sistema, es decir el pueblo organizado y empoderado. De allí que el modelo en construcción debe empareja a su pueblo con el poder; la inclusividad y el empoderamiento del pueblo serán señales características del modelo existente; por último refiere el autor, que los fines de la Democracia es la máxima justicia; es decir, sin justicia real, concreta, palpable en sus instituciones sociales, no estaremos en presencia de una Democracia plena y genuina, que abogue progresivamente a la conquista de los derechos sociales.

 

 CONCLUSIÓN

Es posible desarrollar un modelo de democracia que surja de las inquietudes, necesidades y aspiraciones del pueblo venezolano, subsumiendo el mestizaje cultural, étnico e histórico que nos define como nación, haciendo contrapeso a los modelos impuestos por el capital internacional, en beneficio de sus siervos; sin embargo y en atención a las orientaciones del Libertador, se hace necesario que los actores protagónicos (Poder Popular), constructores del modelo democrático en curso, valoren y pongan en práctica el principio de justicia, por cuanto “el ejercicio de la justicia, es el ejercicio de la libertad”.

 

La libertad para Bolívar interpretando a Rousseau, “es un alimento suculento, pero de difícil digestión”; siendo necesario para su asimilación robustecer la consciencia moral y social, el espíritu como fuerza indomable transformador, y atesorar el conocimiento suficiente que le haga acreedor de la razón que consolidara la emancipación.

 

También se hace necesario en la faena de construir un modelo democrático propio, reflexionar críticamente, con honestidad la realidad contextual interna y externa a la patria venezolana, hemos visto durante los más de 20 años de revolución bolivariana los antagonismos, las confabulaciones, la impunidad, el silencio, las distorsiones, las traiciones, entre más eventos que nos mantienen ocupados intentado equilibrar la vida nacional, so pena de profundizar la real tarea de construir la Democracia Participativa y Protagónica.

Nuevamente recordemos a Bolívar en el Discurso de Angostura: para sacar de este caos la naciente República, todas nuestras facultades morales no serán suficientes, si no fundimos la masa del Pueblo, la composición del gobierno y el espíritu nacional en un todo, de allí la consigna “Unidad, Unidad, Unidad, debe ser nuestra divisa”.

 

Entonces la unidad en tanto complementariedad sinérgica, se convierte en principio rector para lograr mutar la cultura participativa (delegación del poder), que aun subyace en nosotros, trascendiendo al diseño de un modelo democrático que atesore los principios característicos de la forma de gobierno esperada, con claros y sólidos postulados, definidores de su institucionalidad, garante de un corpus jurídico y teórico vigoroso, y en obediencia inalienable de la voluntad del pueblo, en tanto su realidad.

 

Fuente de la Información: Centro Internacional de Investigaciones Otras Voces en Educción / CII OVE

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

REFERENCIAS

 

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