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Escuela y teorías de la resistencia por Henry Giroux

América del norte/ EEUU/Septiembre 2016/Henry Giroux/http://www.pedagogica.edu.co

En los últimos 10 años los educadores radicales han desarrollado varias teorías acerca de las nociones de reproducción y resistencia. En este artículo, Henry Giroux analiza críticamente las principales posiciones de estas teorías, encontrándolas inadecuadas como fundamento para una ciencia crítica de la escolarización. El concluye delineando las direcciones para una nueva teoría de la resistencia y escolarización que contiene una comprensión de cómo el poder, la resistencia y la acción humana (el agenciamiento humano) pueden transformarse en elementos centrales en la lucha por la justicia social en las escuelas y en la sociedad.

Escuela y teorías de la resistencia El concepto de “resistencia” es relativamente nuevo en la teoría educacional. Las razones de este abandono teórico pueden atribuirse en parte a las fallas de ambos acercamientos, conservadores y radicales, a la escuela.

Los educadores conservadores analizaron la conducta de oposición primariamente a través de categorías psicológicas que sirvieron para definir a tal conducta no sólo como desviada, sino fundamentalmente como desorganizadora e inferior, una falla de parte de los individuos y los grupos sociales que la exhibían.

Los educadores radicales, por otra parte, ignoran en general el trabajo interno de la escuela y tendieron a considerar a las escuelas como “cajas negras”. Debajo de un discurso primariamente concerniente a las nociones de dominación, conflicto de clase, y hegemonía, ha habido un silencio estructurado en cuanto a cómo los maestros, estudiantes y otros viven sus vi-das cotidianas en la escuela. En consecuencia, ha habido un sobreénfasis en cómo los determinantes estructurales promueven la desigualdad económica y cultural, y un subénfasis en cómo el agenciamiento humano se acomoda, mediatiza y resiste a la lógica del capital y sus prácticas sociales dominantes.

Más recientemente, han surgido un número de estudios educacionales que tratan de llevar más allá los importantes pero de alguna manera, limitados a ciertos teóricos de la teoría de la reproducción. Tomando los conceptos de conflicto y resistencia como puntos de partida para sus análisis, estas posiciones han buscado redefinir la importancia de la mediación, el poder y la cultura en la comprensión de las complejas relaciones entre las escuelas y la sociedad dominante. En consecuencia, el trabajo de un número de teóricos ha sido instrumental al proveer un rico cuerpo de literatura detallada que integra la teoría social neomarxista con estudios etnográficos para iluminar la dinámica de la acomodación y la resistencia en cuanto ellas actúan en los grupos contraculturales dentro y fuera de las escuelas70.

La resistencia, en estas posiciones, representa una significativa crítica de la escuela como institución y apunta a las actividades y prácticas sociales cuyos significados últimos son políticos y culturales. En contraste con una vasta cantidad de literatura etnográfica sobre la escuela en los Estados Unidos e Inglaterra71 , las teorías de la resistencia neomarxistas no han sacrificado la profundidad teórica ante el refinamiento metodológico.

Esto es, los recientes estudios neomarxistas no han seguido el método de ofrecer meramente unos análisis descriptivos superexhaustivos de los funcionamientos internos de la escuela. En cambio, ellos han tratado de analizar cómo actúan las estructuras socioeconómicas determinantes incluidas en la sociedad dominante, a través de las mediaciones de la clase y la cultura, para dar forma a las experiencias antagónicas de la vida cotidiana de los estudiantes.

Rechazando el funcionalismo inherente a las versiones conservadoras y radical de la teoría educacional, las posiciones neomarxistas han considerado el curriculum como un complejo discurso que no sólo sirve a los intereses de la dominación sino que también contiene aspectos que proveen posibilidades emancipatorias. El intento de unir las estructuras sociales y de agenciamiento humano para explorar la manera en que interactúan dialécticamente representa un avance significativo en la teoría educacional.

Por supuesto, las teorías neo-marxistas de la resistencia también están rodeadas de problemas y yo sólo mencíonaré algunas de las más sobresalientes aquí. Su logro singular es la importancia primaria que asignan a la teoría crítica y el agenciamiento humano como las categorías básicas a usar en el análisis de las experiencias cotidianas que constituyen los funcionamientos internos de la escuela.

Es central a las teorías de la resistencia un énfasis sobre las tensiones y conflictos que median en las relaciones entre el hogar, la escuela y el lugar de trabajo. Por ejemplo, Willís72 demuestra en su estudio de los “lads” —un grupo de varones de clase trabajadora que constituye la “contracultura” en una escuela secundaria inglesa— que mucha de su oposición a las etiquetas, significados y valores del curriculum oficial y oculto está informado por una ideología de la resistencia cuyas raíces están en las culturas “shopfloor” ocupadas por los miembros de sus familias y otros miembros de su clase. El ejemplo más poderoso de este modo de resistencia de los “lads” está en su rechazo de la primacía del trabajo mental por sobre el manual. No sólo los lads rechazan la pretendida superioridad del trabajo mental, también rechazan su lógica subyacente de que respeto y obediencia se deben dar, a cambio de conocimiento y éxito.

Los “lads” se oponen a esta ideología porque la contra-lógica incluida en las familias, los lugares de trabajo, y la vida de las calles que conforman su cultura señala una realidad diferente y más convincente. Entonces, una contribución importante que ha surgido de los estudios de resistencia es la comprensión de que los mecanismos de la reproducción nunca son completos y siempre se enfrentan con elementos de oposición parcialmente comprendidos.

Además, este trabajo apunta a un modelo dialéctico de la dominación, uno que ofrece alternativas valiosas a muchos de los modelos radicales de reproducción analizados previamente. En lugar de ver a la dominación simplemente como el reproductor de fuerzas externas, por ejemplo, el capital o el Estado, los teóricos de la resistencia han desarrollado una noción de reproducción en la cual la subordinación de la clase trabajadora se ve no sólo como el resultado de las limitaciones estructurales e ideológicas incluidas en las relaciones sociales capitalistas, sino también como parte del proceso de auto-formación dentro de la clase trabajadora misma.

Un tema clave planteado por esta noción de dominación es la cuestión de cómo la lógica que promueve variadas formas de resistencia se vuelve implicada en la lógica de lareproducción. Por ejemplo, las teorías de la resistencia han tratado de demostrar cómo los estudiantes que rechazan activamente la cultura escolar frecuentemente muestran una lógica y visión del mundo que confirma más que critica las relaciones sociales capitalistas existentes.

Dos ejemplos demuestran este punto. Los “lads” de Willis rechazaban la primacía del trabajo mental y su ethos de apropiación individual, pero haciendo así cerraban cualquier posibilidad de conseguir una reacción emancipatoria entre el conocimiento y el disentimiento. Rechazando el trabajo intelectual, los “lads” desestiman el poder del pensamiento crítico como una herramienta de transformación social73.

La misma lógica es mostrada por los estudiantes del estudio de Michelle Fine sobre las deserciones de high schools alternativas en el Souter Bronx de Nueva York74. Fine había supuesto que los estudiantes que desertaban de estas escuelas eran víctimas de “desamparo (debilidad, impotencia) aprendido”, pero ella descubrió en cambio que eran estudiantes más críticos y astutos políticamente de las escuelas alternativas.

“Para nuestra sorpresa colectiva (y consternación) los desertores eran esos estudiantes más propensos a identificar la injusticia en sus vidas sociales y en las escuelas, y los más preparados para corregir una injusticia criticando o desafiando a un maestro. Los desertores eran menos deprimidos, y habían alcanzado niveles económicos equivalentes a los de los estudiantes que permanecieron en la escuela”75.

Hay una cierta ironía aquí; mientras tales estudiantes eran capaces de desafiar a la ideología dominante de la escuela, ellos fracasaban en reconocer los límites de su propia resistencia. Abandonando la escuela, estos estudiantes se ubicaban en una posición que los excluía de los caminos políticos y sociales conducentes a la tarea de reconstrucción radical.

Otro rasgo importante y distintivo de las teorías de resistencia es su énfasis en la importancia de la cultura y, más específicamente, la producción cultural. En los conceptos de producción cultural encontramos la base para una teoría del agenciamiento humano, construida a través del medio activo, progresista, colectivo, de las experiencias de los grupos oprimidos.

En un trabajo más reciente, Willis elabora esta idea, sosteniendo que la noción de producción cultural “insiste en la naturaleza activa, transformadora de las culturas y en la habilidad colectiva de los agentes sociales, no sólo para pensar como teóricos, sino para actuar como activistas. Las experiencias vitales, los proyectos individuales y grupales, el conocimiento secreto ilícito e informal, los miedos y fantasías privadas, el poder anárquico amenazante que surge de la asociación irreverente.., no son agregados meramente interesantes…

Estas cosas son centrales determinadas, pero también determinantes. Ellos deben ocupar, “fully fledged in their own right”, un lugar transformador teórico y político vital en nuestros análisis. Esto es, en parte el proyecto de mostrar las capacidades de la clase trabajadora para generar formas de conocimiento colectivas y culturales, aunque ambiguas, complejas y frecuentemente irónicas, no reducibles a las formas burguesas, y la importancia de esto como una de las bases del cambio político76.

Como Willis sugiere, las teorías de la resistencia señalan nuevas maneras de construir una pedagogía radical desarrollando análisis de las maneras en que clase y cultura se combinan para ofrecer los lineamientos de “política cultural”. En el núcleo de tal política está una lectura semiótica del estilo, rituales, lenguaje y sistemas de significado que conforman los terrenos culturales de los grupos subordinados. A través de este proceso se vuelve posible analizar qué elementos contra-hegemónicos contienen tales campos culturales, y cómo tienden a incorporarse a la cultura dominante y subsecuentemente a despojarse de sus posibilidades políticas.

Está implícita en tal análisis la necesidad de desarrollar estrategias en las escuelas en las que se pueda rescatar a las culturas de oposición de los procesos de incorporación con el objeto de proveer la base para una fuerza política viable. Un elemento esencial de tal tarea ha sido abandonado generalmente por los educadores radicales, es el desarrollo de una pedagogía radical que ligue una política de lo concreto no sólo con los procesos de reproducción sino también con la dinámica de la transformación social. La posibilidad de tal tarea ya existe y está presente en el invento de los teóricos de la resistencia de ver a las culturas de los grupos subordinados como más que el subproducto de la hegemonía y la derrota77.

Otro rasgo importante de la teoría de la resistencia es una comprensión mas profunda de la noción de autonomía relativa. Esta noción está desarrollada a través de un número de análisis que señalan esos momentos no reproductivos que constituyen y apoyan la noción crítica de agenciamiento humano. Como he mencionado, la teoría de la resistencia asigna un rol activo al agenciamiento humano y la experiencia como eslabones mediadores clave entre los determinantes estructurales y los efectivos vividos. En consecuencia, se reconoce que las diferentes esferas o sitios culturales —escuelas, familias, medios masivos— están gobernados por atributos ideológicos complejos que frecuentemente generan contradicciones dentro y entre ellos. Al mismo tiempo, la noción de dominación ideológica unitaria y que todo lo abarca en su forma y contenido es rechazada, y se sostiene correctamente, que las ideologías dominantes mismas son frecuentemente contradictorias, como lo son las diferentes facciones de las clases gobernantes, las instituciones que las sirven, y los grupos subordinados bajo su control

Considerando las debilidades de las teorías de la resistencia, haré varias críticas que representan puntos de partida para el ulterior desarrollo de una teoría crítica de la escuela.

Primero, aunque los estudios de la resistencia señalan esos sitios sociales y “espacios” en los que enfrentan y desafían a la cultura dominante los grupos subordinados ellos no conceptualizan adecuadamente el desarrollo histórico de las condiciones que promueven y refuerzan los modos contradictorios de resistencia y lucha.

Lo que falta en esta perspectiva son los análisis de esos factores mediados cultural e históricamente que producen una gama de conductas de oposición, algunas de las cuales constituyen resistencias y otros no. Dicho en forma simple, no toda conducta de oposición tiene una “significación radical”, ni es toda conducta de oposición una respuesta bien definida a la dominación.

La idea aquí es que ha habido demasiado pocos intentos de los teóricos educacionales de comprender cómo los grupos subordinados encarnan y expresan una combinación de conductas reaccionarias y progresistas —conductas que encarnan las ideologías que subyacen a la estructura de dominación social y contienen la lógica necesaria para superar a la misma.

La conducta de oposición no puede ser simplemente una reacción de impotencia, sino que puede ser una expresión de poder que está abastecida por y reproduce la gramática más poderosa de la dominación.

Entonces, en un nivel, la resistencia puede ser la simple apropiación y muestra de poder, y puede manifestarse a través de los intereses y discurso de los peores aspectos de la racionalidad capitalista. Por ejemplo, los estudiantes pueden violar las reglas escolares, pero la lógica que informa tal conducta puede tener sus raíces en formas de hegemonías ideológicas tales como racismo y discriminación sexual. Más aún, la fuente de tal hegemonía frecuentemente se origina afuera de la escuela. Bajo tales circunstancias, las escuelas se vuelven sitios sociales donde la conducta de oposición simplemente aparece, surgiendo menos como una crítica a la escuela que como una expresión de la ideología dominante.

Esto está más claro en la descripción de Angela McRobbie de alumnas de sexto año en Inglaterra quienes, haciendo valer agresivamente su sexualidad, parecen estar rechazando la ideología oficial de la escuela con su énfasis sexualmente represivo en la prolijidad, pasividad, sumisión y “femineidad”78. Su oposición toma la forma de tallar los nombres de los novios en los bancos escolares, lucir ropas ajustadas y maquillaje, ostentando sus preferencias por los muchachos más grandes, maduros y pasando interminables cantidades de tiempo hablando de muchachos y novios. Se podría sostener que este tipo de conducta de oposición, más que sugerir resistencia, muestra primariamente un modo opresivo de discriminación sexual.

Su principio organizador parece estar ligado a las prácticas sociales conformadas por el objetivo de lograr desarrollar un casamiento sexual y en última instancia exitoso. Entonces, parece subrayar una lógica que tiene poco que ver con la discriminación sexual que caracterizó la vida de la clase trabajadora y la cultura masiva en general.

Esto no significa decir que tal conducta puede darse por perdida y describirse simplemente como reaccionaria. Obviamente, el hecho de que esas jóvenes actúen colectivamente y traten de definir para sí mismas lo que ellas quieren de la vida contiene un momento emancipatorio.79 Pero en el análisis final, este tipo de oposición está in-formado de una lógica de dominación más que de liberación.

La escuela simplemente se transforma en el lugar donde se expresa la naturaleza opuesta de esos imperativos. En resumen, las conductas de oposición se producen entre los discursos y valores contradictorios. La lógica que informa un acto de resistencia dado puede por una parte estar ligado a intereses que son específicos de clase, sexo o raza.

Por otra parte, puede expresar los momentos represivos inscritos en tal conducta por parte de la cultura dominante más que un mensaje de protesta contra su existencia.

Para comprender la naturaleza de tal resistencia, debemos ubicarla en un contexto más amplio para ver cómo ella es mediatizada y articulada en la cultura de tales grupos de oposición. Por una falla en la comprensión de la naturaleza de la resistencia, la mayoría de las teorías de la educación trataron de alguna manera, superficialmente el concepto.

Por ejemplo, cuando se acentúa la dominación en tales estudios, los retratos de las escuelas, los estudiantes de clase trabajadora y la pedagogía de aula frecuentemente aparecen demasiado homogéneos y estáticos como para ser tomados en serio. Cuando se discute la resistencia, su naturaleza contradictoria generalmente no se analiza seriamente ni se trata dialécticamente la conciencia contradictoria de los alumnos y los maestros.

Un segundo punto débil en las teorías de la resistencia es que ellas raramente toman en cuenta aspectos concernientes a sexo y raza. Como lo ha señalado un número de feministas, los estudios de resistencia, cuando se analizan dominación, lucha y escuela, generalmente ignoran a las mujeres y los aspectos sexuales, y se centran en cambio en los hombres y aspectos de clase80.

Esto ha significado que las mujeres no son consideradas en conjunto o se las incluye sólo en términos que reflejan los sentimientos de los grupos contra-culturales masculinos que se están describiendo, Esto acarrea un número de importantes problemas que futuros análisis deben resolver.

Un problema es que tales estudios fallaron en explicar la noción de patriarcado como un modo de dominación que corta transversalmente varias esferas sociales y que media entre hombres y mujeres dentro y entre las diferentes formaciones de clases sociales. El punto aquí es, por supuesto, que la dominación no está informada singularmente ni agotada por la lógica de la opresión de clase, ni afecta a hombres y mujeres de manera similar.

Las mujeres, aunque en grados distintos experimentan dobles formas de dominación, en el hogar y en el lugar de trabajo. Cómo las dinámicas de estas formas se interconectan, reproducen y mediatizan en las escuelas representa un área importante de investigación continua.

Una tercera debilidad que caracteriza a las teorías de la resistencia, como lo señala Jim Walker, es que ellas se han centrado orimariamente en los actos abiertos de la conducta estudiantil rebelde81. Limitando así sus análisis, las teorías de la resistencia ignoran las formas menos obvias de resistencia entre los estudiantes y malentendieron frecuentemente el valor político de la resistencia abierta. Por ejemplo, algunos estudiantes minimizan su participación en las prácticas rutinarias de la escuela mientras que al mismo tiempo muestran conformidad externa con la ideología de la escuela, optando por modos de resistencia que son silenciosamente (poco) subversivos en el sentido más inmediato, pero que tienen el potencial de ser progresivos políticamente a la larga.

Estos estudiantes pueden usar el humor para desorganizar una clase, usar la presión colectiva para desviar a los maestros de las lecciones, y voluntariamente ignorar las direcciones del maestro mientras tratan de desarrollar espacios que les permitan escapar del ethos del individualismo que penetren en la vida escolar.

Cada tipo de conducta puede indicar una forma de resistencia si surge de una condena ideológica latente o abierta de las ideologías represivas subyacentes que caracterizan a las escuelas en general. Esto es, sí vemos estos actos como prácticas que involucran una reacción política consciente o semiconsciente contra las relaciones de dominación construidas por la escuela, entonces estos estudiantes están resistiendo a la ideología de la escuela en una manera que les da el poder de rechazar al sistema en un nivel que no los hará impotentes para rechazarla en el futuro.

No renunciaron a su acceso al conocimiento y las capacidades que pueden permitirles moverse más allá de las posiciones específicas del callejón sin salida, del trabajo alienante que la mayoría de los rebeldes llamativos ocuparán eventualmente82

Lo que los teóricos de la resistencia fallaron en reconocer es que algunos estudiantes son capaces de ver a través de las mentiras y promesas de la ideología escolar dominante pero deciden no traducir este descubrimiento en formas extremas de rebelión. En algunos casos la causa de esta decisión puede ser una comprensión de que la rebelión abierta puede ser impotente ahora y en el futuro. No es necesario decirlo, ellos pueden también pasar la escolaridad en sus propios términos y aun enfrentar oportunidades limitadas en el futuro. Pero, lo que es de importancia fundamental aquí es que cualquier otra alternativa parece ideológicamente inocente y limita cualquier esperanza trascendental para el futuro que estos estudiantes puedan tener83.

Una cuarta debilidad de las teorías de la resistencia es que no han prestado suficiente atención al aspecto de cómo la dominación alcanza la estructura de la personalidad misma. Hay poco concerniente a la relación frecuentemente contradictoria entre comprensión y acción. Parte de la solución de este problema puede estar en descubrir la génesis y operación de esas necesidades socialmente construidas que atan a las personas a las estructuras de dominación más amplias.

Los educadores radicales mostraron una lamentable tendencia a ignorar la cuestión de las necesidades y los deseos en favor de expresiones centradas en la ideología y conciencia. Una Psicología crítica se necesita que señale la manera en que la “no-libertad” se reproduce en la psique de los seres humanos.

Necesitamos comprender cómo las ideologías dominantes impiden el desarrollo de necesidades multifacéticas en los oprimidos, o en otras palabras, cómo las ideologías hegemónicas actúan para impedir en los grupos oprimidos la creación de necesidades que van más allá de la lógica instrumental del mercado Yo estoy involucrado aquí con tales necesidades radicales como esas que representan el empuje vital hacia nuevas relaciones entre hombres y mujeres, las generaciones, las diferentes razas y la humanidad y la naturaleza.

Más específicamente necesitamos comprender cómo remplazar por las necesidades radicales organizadas alrededor del deseo de un trabajo significativo, solidaridad, sensibilidad estética, eros y libertades emancipatorias, la codicia egoísta, agresiva, calculadora de los intereses capitalistas. Las estructuras de necesidades alienantes —esas dimensiones de nuestra psique y personalidad que nos atan a relaciones y prácticas sociales que perpetúan los sistemas de explotación y servidumbre de la humanidad— representan un de las áreas más cruciales desde las cuales dirigir una pedagogía radical.

La cuestión de la génesis histórica y la transformación de las necesidades constituye, en mi mente, la base más importante para una teoría de la práxis educacional radical. Hasta que los educadores puedan señalar las posibilidades de desarrollo de “necesidades radicales que desafíen el sistema de intereses y reproducción existentes y apunten a una sociedad emancipada”84, será excepcionalmente difícil comprender cómo las escuelas funcionan para incorporar a la gente, o lo que eso puede significar para el establecimiento de una base para el pensamiento crítico y la acción responsable.

Dicho de otra manera, sin una teoría de las necesidades radicales y una psicología crítica, los educadores no tienen manera de comprender a la gama y la fuerza de las estructuras sociales alienantes tal como se manifiestan en los aspectos vividos y no discursivos de la vida cotidiana85.

Fuente:

http://www.pedagogica.edu.co/storage/rce/articulos/17_07pole.pdf

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Libro: Aprendiendo a trabajar. Cómo los chicos de la clase obrera consiguen trabajos de clase obrera

Aprendiendo a trabajar. Cómo los chicos de la clase obrera consiguen trabajos de clase obrera

  • Autor: Paul Willis
  • Editorial:Akal
  • Año:1988
  • Pais: España
  • Nro. pàginas:  232

Reseña realizada por: Alejandro Damián Rodríguez*

Aprendiendo a trabajar, de Paul Willis, fue publicado por primera vez en 1977. A pesar de los más de treinta años transcurridos, el libro conserva una excepcional vigencia. Su lectura es recomendable, por un lado, para docentes interesados en el análisis de las relaciones al interior de la escuela -sobre todo para los de los niveles medios y altos- y, por el otro, para investigadores dedicados a estudiar la reproducción social de las sociedades modernas. Aprendiendo a trabajarno es un simple manual para entender “la vida en el aula”. Por el contrario, la pregunta central de la obra es mucho más profunda y se encuentra expresada en el título: ¿Cómo los chicos de clase obrera consiguen trabajos de clase obrera?

Este libro es producto de una investigación llevada adelante por el autor en un barrio obrero inglés, ficticiamente denominado Hammertown, de alrededor de 60.000 habitantes. El trabajo se centró en estudiar a los jóvenes del barrio que estaban cursando los últimos años de escuela, a la par que comenzaban a hacer sus primeras experiencias laborales.

Aprendiendo a trabajar constituye un aporte sustancial para la comprensión de la reproducción social en las sociedades modernas. Su importancia radica en que ofrece una interpretación de la vida en la escuela que evita, por un lado, la mirada de las biografía individuales de quienes recorren sus aulas, así como tampoco reduce, por el otro lado, la escuela a la mecánica estructural de los aparatos ideológicos de estado -en sentido althusseriano- que junto a la familia y otras instituciones “clásicas” funcionan para garantizar la reproducción de la fuerza de trabajo.

La obra se estructura en dos partes y un apéndice final. En la primera parte se encuentra la etnografía “en crudo” y, por lo tanto, allí están también los significados y sentidos más ricos. La segunda parte, en cambio, está dedica al análisis de la etnografía, mientras que el apéndice final es un agregado donde se recogen las apreciaciones de varios de los “sujetos de estudio”, después de haber leído algunos de los materiales que finalmente compusieron la obra.

En la primera parte de la obra se presenta una división fundamental entre dos tipos de alumnos: los “pringaos” y los “colegas”. Los primeros son los sujetos que se adaptan de forma pasiva a las normas de la escuela, en cambio, los segundos son los que no se conforman con lo que la escuela tiene previsto para ellos y elaboran estrategias de acción propias. El trabajo de Willis está centrado en explorar la cosmovisión de los “colegas”, más que estudiar a los “pringaos”, ya que los primeros son quienes van a elaborar la cultura contra-escolar. Existen diversos elementos de esa contra-cultura; sin embargo, la oposición a la autoridad es, según Willis, “la dimensión más explícita, más evidente y básica”. La contra-cultura también se expresa a través del modo en que se recorre la escuela, la constante apariencia de estar “haciendo nada” o la vestimenta. A través de estas prácticas, los “colegas” se distancian de las normas imperantes en la escuela. A la utilización del uniforme escolar, ellos proponen vestimentas que los “representan”, a la prohibición de fumar, ellos responden fumando. De esta manera, se distancian de los “pringaos” que reproducen de manera conformista las reglas que la escuela pretende imponer. Así también, se auto-sitúan por encima de los “pringaos”, creen ser más “experimentados” que ellos en distintas materias, pero sobre todo en “la vida misma”.

Otro de los elementos de la cultura contra-escolar refiere a la diferencia entre lo formal y lo informal. El ámbito formal es el de la institución escolar, donde existen estructuras espaciales y temporales que ordenan el ámbito, así como jerarquías entre los actores que indican quienes dan órdenes en el espacio -las autoridades- y quienes las obedecen -los alumnos-. A la cultura escolar, los “colegas” le confrontan la informalidad de su grupo. Mientras que la matriz escolar piensa al alumno individualmente, los colegas anteponen el grupo al individuo. Justamente, su unidad reside en la solidaridad y en la imposibilidad de concebirse de forma individual: no existen los “colegas” separadamente, existen “los colegas” como conjunto. Asimismo, la informalidad del grupo reside en la inexistencia de normas, reglas y/o sanciones institucionales.

Para entender la cultura contra-escolar también hay que prestar atención a las actitudes de los “colegas” frente a la violencia, el sexo opuesto y el “otro” -estereotipado en el extranjero-. Respecto de las actitudes violentas, los “colegas” diferencian entre lo que es “aburrido” y lo que es “emocionante”. Dentro de la primera categoría se encuentra prácticamente todo lo que la institución escolar propone, en cambio, dentro de lo “emocionante” se ubica el “desafiar a la ley, quebrarla”. La violencia, lejos de representar tan solo la anomia o la desviación social, contribuye a construir la identidad de los “colegas”, así como regula el “honor” dentro del grupo. Respecto de la actitud de los “colegas” frente a las mujeres, ellos diferencian entre dos tipos: las “fáciles” y las “potenciales novias”. Si bien una “potencial novia” debe ser deseada sexualmente por todos, también debe ser no “experimentada” en la “materia”, caso contrario, quedaría reducida a la categoría de “fácil”. Esta división de roles y representaciones sexuales es reproducida también por las chicas de la escuela. Sobre la actitud de los “colegas” frente al “otro” extranjero que también transita la escuela, se observan actitudes claramente racistas. En la escuela confluyen grupos étnicos blancos, asiáticos e hindúes. La actitud frente a las dos minorías es de total rechazo, basado exclusivamente en el color diferente de la piel.

La pregunta excluyente es: ¿De dónde surgen los elementos que caracterizan a la cultura contra-escolar? Según el autor, y fundamentado en el trabajo de campo que realizó en las fábricas donde los “colegas” asisten después de clases, la cultura contra-escolar se nutre de los principios de la “cultura de fábrica”. De la misma manera que en la escuela, en la fábrica, el grupo informal es la unidad básica de la cultura obrera. Frente a las normas patronales, los obreros plantean estrategias para trabajar según sus tiempos. Asimismo, poseen representaciones muy parecidas a las de los “colegas” respecto al sexo opuesto, la masculinidad, la violencia o el honor.

Aunque esta primera parte del libro es de índole descriptiva, existen algunas categorías conceptuales importantes. En este sentido se inscriben los conceptos de diferenciación e integración. Mientras que el primero alude al proceso por el cual la cultura obrera se manifiesta dentro de una institución formal como la escuela o la fábrica y, al mismo tiempo, se diferencia por las reinterpretaciones que los actores realizan según sus propios intereses, la noción de integración refiere al proceso mediante el cual diversos elementos informales de la cultura contra-institucional son integrados al paradigma formal de la escuela o la fábrica.

Las actitudes de los “colegas” respecto al trabajo los conduce a rechazar frontalmente la escuela y todo lo que ella involucra, desde la orientación profesional hasta los títulos, así como creen que el trabajo manual es siempre preferido al intelectual. Es solo “una manera de ganarse la vida” sostienen, por lo que carece de sentido esforzarse, ya que de todas maneras terminarán trabajando en la fábrica, donde de poco les servirá lo aprendido en la escuela. Todas estas representaciones son forzadas por el entorno familiar y obrero, permitiendo la idealización del trabajo manual y de la fábrica, denostando el trabajo intelectual asociado a la figura del docente, que representan modelos lejanos no válidos que no saben “nada de la vida”.

La segunda parte de la obra es de mayor envergadura teórica; intenta buscar una explicación a todo lo descrito en el apartado anterior, ya sea el rechazo de los “colegas” a la institución escolar, o la aparición de una cultura contra-escolar que termina por reproducir la fuerza de trabajo al guiar a los “colegas” a la fábrica. Willis utiliza dos conceptos para interpretar la cuestión: penetración y limitación. La primera categoría refiere a los impulsos de parte de los miembros de una determinada cultura que, si bien poseen un carácter emancipador, son inarticuladamente expresados. Estos impulsos intentan penetrar las condiciones materiales de existencia de los miembros de la cultura y conducirían a una mejor compresión de su situación de clase dominada. Las principales penetraciones en este caso son el rechazo de los “colegas” a los títulos o la educación formal, la noción de trabajo-mercancía cambiada por un salario y la no diferenciación entre trabajos. Potencialmente, las penetraciones culturales de la contra-cultura podrían poner en tela de juicio todo el esquema escolar, ya que introducen la crítica en puntos clave: la idea de esforzarse por un título, o el hecho de que la formación escolar carece de sentido, ya que, de todas formas, tanto “pringaos” como “colegas” van a terminar en las fábricas.

Respecto de las limitaciones, se trata de elementos de la contra-cultura que tienden a desorganizar y deprimir la potencialidad revolucionaria de las penetraciones. El autor menciona como ejemplo las divisiones culturales de la contra-cultura escolar -que se nutren de la (contra) cultura obrera- referidas a la separación del trabajo manual y el trabajo mental o intelectual, que a su vez refuerza la división entre lo masculino y lo femenino. Mientras que los trabajos masculinos son todos aquellos manuales y de fuerza, los femeninos son los más “dóciles”. Esta división revela también una separación de roles sexuales dentro del núcleo familiar: el hombre trabaja por un salario en la fábrica; la mujer encuentra su lugar dentro del hogar. Otra de las limitaciones que actúa sobre la potencialidad de las penetraciones de la contra-cultura refiere a la división racial. Muchas veces, los inmigrantes realizan trabajos “duros”, al igual que los “colegas”, incluso más pesados que el de ellos, por lo que podrían ser percibidos como pares. Sin embargo, la respuesta es el rechazo hacia este tipo de labores por desagradables o indignas. Esta limitación racial de la contra-cultura impide percibir el carácter dominado que une tanto a “colegas” como a inmigrantes en el sistema escolar. Como resultado, lo que se produce, según Willis, son “penetraciones parciales”, producto de la mezcla entre los impulsos revolucionarios de la contra-cultura y los elementos limitantes culturales, que también pertenecen a ella.

A modo de cierre, el autor presenta dos conceptos que deben ser analizados en relación a la influencia de la ideología: confirmación y dislocación. Willis propone el servicio de orientación profesional de la escuela como un espacio en el cual la ideología surte efectos. En este espacio de preparación pre-laboral, muchas de las limitaciones de la contra-cultura obrera, entre ellas la división sexual de roles o la separación entre trabajo manual e intelectual, son confirmadas y/o reforzadas mediante un trabajo ideológico que es llevado adelante, por ejemplo, a través de la proyección de películas. Respecto al proceso de dislocación, Willis sostiene que los efectos de la ideología, también ejemplificados a través del servicio de orientación profesional, desarticulan las penetraciones culturales de la contra-cultura. Así, las penetraciones del grupo relacionadas con la noción de trabajo son descentradas mediante la sobreexposición a una variedad de trabajos existentes que terminan siendo funcionales para representar la similitud con el trabajo “en si”. Y lo más importante del proceso de dislocación es que al resaltar el carácter individual del trabajo termina minando la solidaridad en que se basa el grupo de “colegas”.

Por último, el apéndice final está dedicado a reflexionar sobre las posibilidades de la presente investigación para contribuir a algún tipo de cambio en el sistema educativo británico. Además, también intenta mostrar las opiniones de algunos de los “colegas”, sobre los “borradores” del autor, que después desembocaron en la obra.

El libro de Willis es sumamente interesante para contrastarlo con otras obras clásicas del marxismo, como pueden ser las de Althusser o Gramsci, por ejemplo. Desde una perspectiva althusseriana, la escuela debería ser considerada como uno de los aparatos ideológicos fundamentales de la dominación de clase burguesa, sin embargo, esta mirada impide analizar reacciones puntuales como la de los “colegas” que, antes que producto de la “falsa conciencia”, son también respuestas, aunque inconexas, inmersas en la lucha de clases. También es pertinente contrastar este texto con los clásicos aportes de Gramsci. El concepto de “hegemonía”, por ejemplo, permite entender mejor el trabajo de Willis, ya que el ámbito escolar no es un espacio puramente coercitivo, sino que implica también cierto grado de aceptación de parte de quienes transitan las aulas como alumnos. En definitiva, el libro de Willis, a pesar de los años transcurridos desde su primera publicación, conserva una vigencia excepcional, porque hace parte de la mejor tradición marxista, dedicada a estudiar la reproducción social a través de la cultura, sostenida en un fuerte trabajo de campo empírico.

* Alejandro Damián Rodríguez es Licenciado en Ciencia Política de la Universidad de Buenos Aires (UBA) y Becario Doctoral del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET). Contacto: arodriguez@conicet.gov.ar

Fuente de la reseña: https://cuadernosdehistoriacultural.wordpress.com/2013/05/08/paul-willis-aprendiendo-a-trabajar-como-los-chicos-de-la-clase-obrera-consiguen-trabajos-de-clase-obrera-akal-madrid-1988/

Fuente de la imagen: https://cuadernosdehistoriacultural.files.wordpress.com/2013/05/paul-willis.jpg?w=665

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Argentina: Inscriben para seminario sobre Educación

Seminario/Argentina/julio de 2016/El Liberal

Desde el próximo lunes al jueves 7 de julio, en el horario de 15 a 21 horas, se dictará el curso «Análisis sociológico de la educación», en la Escuela para la Innovación Educativa de la Unse. El mismo es parte del Doctorado en Educación, y es abierto a todos quienes estén interesados en el abordaje sociológico de la educación.
El Doctorado en Educación de la Escuela para la Innovación Educativa, posgrado que dirige el Dr. José Yuni, convoca a participar del curso a cargo de la Dra. Nora Gluz, quien es licenciada en Ciencias de la Educación por la UBA, Máster en Ciencias Sociales por la Flacso y doctora en Educación por la UBA y tiene una amplia trayectoria en investigaciones vinculadas a las relaciones entre desigualdad social y escolarización, focalizando tanto en las intervenciones sociales del Estado sobre esta cuestión como en las resistencias colectivas a la subalternidad.
Los interesados podrán inscribirse por correo a pos grado @eie.unse.edu .ar.
Fuente: http://www.elliberal.com.ar/noticia/270055/inscriben-para-seminario-sobre-educacion

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La sociología se reinventa para repensar el siglo XXI

Con referentes como Pierre Bourdieu y Zygmunt Bauman, la carrera emblema de las ciencias sociales se actualiza, a la vez que se expanden sus áreas de trabajo. Articulación entre mundo académico y salida laboral. Construcción de políticas públicas y “sentido común”.

Por Cecilia Arizaga |08/05/2016 | 00:58

La sociología surge en el siglo XIX como parte de un proceso de emergencia de las ciencias que estudian el mundo que los hombres construyen. Sigue el curso iniciado por las ciencias políticas y la economía política. Se define como un campo específico del conocimiento cuando el orden capitalista ha madurado lo suficiente como para atravesar las diversas áreas sociales, culturales, políticas y económicas del mundo público y privado. Es en ese momento histórico, mediado por la Revolución Industrial, donde se impone la pregunta por lo social. Cuando las transformaciones van horadando el orden social hasta entonces conocido, vivido, se impone contar con un corpus particular de saberes y prácticas que se pregunten cómo restablecer o crear un nuevo orden.

Interrogantes. ¿Qué es hoy la sociología en la sociedad del capitalismo global, cambiante e incierto que nos rige? ¿Qué nos hace sociólogos a los sociólogos? ¿Qué saberes, prácticas y enfoques nos diferencian de quienes estudian otras carreras diferentes a las llamadas ciencias sociales?

 En los años que llevo como socióloga, en la investigación, la docencia universitaria y dirigiendo una carrera de sociología, hay un concepto que la sociología toma de la filosofía que me repito y comparto cuando surgen estas preguntas: desvelamiento. El sociólogo francés Pierre Bourdieu definía a la sociología como un tipo de conocimiento que desvela los ocultos mecanismos del orden social vigente. La figura del desvelamiento alude a correr el velo, des-velar, lo que hasta ese momento permanecía invisible tras el velo de lo que se presenta socialmente como “natural” y de “sentido común” fijando, inmovilizando ideas, prácticas y formas de ser y pensar el mundo. Desvelar resulta la acción, y más aún la actitud, sensibilizadora, movilizadora, inquietante, incluso incómoda y altamente atrapante que experimentamos, en algunos grandes momentos, quienes estudiamos y trabajamos en sociología. La sociología es una ciencia que desnaturaliza y al hacerlo historiza: “Descubre lo arbitrario donde se quiere ver la necesidad o la naturaleza; y descubre la coacción social donde se quiere ver la elección”, dice Bourdieu.

Cada año, cuando me encuentro con un nuevo grupo de alumnos los invito a lo que llamo “el desafío del punto de vista sociológico” que exige correrse de un modo de ver y pensar el mundo y sus problemas desde el sentido común. El sentido común, como conocimiento práctico, impresionista, autoexplicativo y fijador de ideas que las personas compartimos para movernos en el mundo social, goza de muy buena prensa. Se escucha en la calle, en reuniones sociales y medios de comunicación que “lo que falta es sentido común” cuando algo no satisface las expectativas, o por el contrario, “es de puro sentido común” cuando estamos de acuerdo con alguna idea o acción.

Esta apelación al sentido común no repara en quién dice que sea eso y no otra cosa lo que detenta esa categoría: ¿quién lo instituye como sentido común? Tampoco pone el foco en el poder cancelatorio que ostenta en toda discusión: al decir “es de sentido común” se cierra toda argumentación, es el punto cero de todo debate de ideas porque quien lo cuestiona aparece como carente de ese sentido tan bien preciado. Bajo la naturalización del sentido común se reproduce la visión del mundo de los sectores más dominantes.

Por el contrario, el punto de vista sociológico, el pensar sociológicamente como dice Zygmunt Bauman, exige que los procesos sociales sean comprendidos, interpretados como construcciones sociales. Lo que equivale a decir que lo que aparece como sentido común podría haber sido, puede ser de otra forma porque ha sido construido por los hombres. Al ser construido socialmente, también puede ser transformado socialmente. Ahí reside el poder transformador de la sociología y también su incomodidad.

Uno podría pensar que un argumento como el que estoy desarrollando sólo es válido para la sociología desde el campo académico. Sin embargo, esta perspectiva sociológica atraviesa los distintos campos y ámbitos de acción en los que hoy se desarrolla un sociólogo o socióloga. ¿De qué modo es posible plantear cambios dentro de una sociedad, empresa o proyecto de trabajo si no ponemos en cuestión lo establecido? , ¿cómo elaboramos diagnósticos y diseños de planificación sobre algún problema de la agenda pública si nos enfocamos en que el sentido común nos marca que esto es así porque es así y no hay otro modo posible?

La sociología nos abre la posibilidad de comprender el modo en que el orden social, como poder establecido e incorporado, impacta en nuestras vidas y al hacerlo nos habilita al cambio en aspectos concretos: conocer el modo en que la escuela reproduce desigualdades ligadas al género o la clase social resulta fundamental para planificar políticas educativas que promuevan una sociedad más igualitaria.

Miradas. El campo de trabajo de la sociología no se limita al campo académico, donde tradicionalmente se constituyó el imaginario social del “ser sociólogo”. Hoy el perfil profesional del sociólogo se expande al campo del diagnóstico, el diseño y la planificación de políticas públicas, al campo empresario, a los organismos internacionales, a las ONG, a los medios de comunicación. Comprende un amplio abanico de áreas: el trabajo, la educación, el urbanismo, la salud y la cultura se cuentan entre las tradicionales, al tiempo que se viene desarrollando en forma progresiva en espacios más novedosos que nos van mostrando nuestros propios egresados de la carrera de Sociología de la UCES, como las TIC (tecnologías de información y comunicación), el medio ambiente, el diseño y la criminología, entre otros.

Esta ampliación del campo de trabajo sociológico requiere una formación donde los saberes que apuntan al perfil profesional sean vistos como parte sustancial y no como un conocimiento de segunda instancia. Los que tenemos a cargo la tarea de formar sociólogos para un mundo que se define por el cambio constante y la incertidumbre como es el que nos toca vivir nos vemos llamados a repensar planes y programas que apunten a una formación académica-profesional que estimule y promueva estudiantes y graduados con una mirada crítica, curiosos, sensibles a lo emergente y comprometidos con la sociedad en los distintos ámbitos en los que les toque actuar.

En este sentido, se vuelve un desafío implementar diversas acciones que confluyan en un plan de estudios y una vida universitaria orientada a la apertura del perfil de los graduados, donde el campo académico, la producción de conocimiento a partir de la investigación y el desarrollo de competencias y habilidades profesionales para el mundo del trabajo no sean veredas opuestas sino compatibles y sinérgicas

Fuente del artículo: http://www.perfil.com/contenidos/2016/05/08/noticia_0011.html

Fuente de la imagen: https://i.ytimg.com/vi/5bTvhFQ0q94/maxresdefault.jpg

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