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Entregan a la JEP el primer informe sobre crímenes en universidades públicas en Colombia

Redaccion: MBA

En 335 páginas quedaron recopilados 140 casos de asesinatos, torturas y desapariciones forzadas de estudiantes, sindicalistas y docentes en los últimos 19 años. Maestros universitarios de la Nacional, Pedagógica y Distrital de Bogotá fueron los autores.

Retenciones ilegales, torturas, desapariciones forzadas y asesinatos a estudiantes de universidades públicas, sindicalistas y profesores. De eso trata el primer informe entregado a la Jurisdicción Especial para la Paz(JEP) en el que, docentes de las universidades Nacional, Pedagógica y Distrital de Bogotá recopilaron un total de 140 casos de violación contra los derechos humanos de esta población durante los últimos 19 años.(Lea: ¿Cuál es la verdad de la violencia en las universidades del Caribe?)

El informe, llamado «Universidades Públicas Bajo SOSpecha. Represión estatal a estudiantes, profesorado y sindicalistas en Colombia (2000-2019)», es el resultado de una investigación que dejó 335 páginas de denuncias concentradas en instituciones de Cundinamarca y la Costa Caribe.

La idea es que el tribunal pueda esclarecer la verdad detrás de estos hechos. Según uno de sus autores, este informe muestra que “en Colombia ha sido sistemática la vulneración de los Derechos Humanos contra quienes tienen pensamiento crítico; también quisimos evidenciar que existe relación entre el paramilitarismo y el Estado”, dijo Miguel Ángel Beltrán, docente de la Universidad Nacional, a RCN Radio.

Esta información, obtenida gracias al apoyo de la asociación española Jorge Adolfo Freytter Romero, está dividida en fotografías y breves reseñas donde se muestran las víctimas, sus luchas y la violación de sus derechos en torturas, secuestros o que terminó por acabar sus vidas. Los magistrados de la JEP recibieron esta información, dándole prioridad a los hechos ocurridos hasta 2016, como fue determinado durante los diálogos de paz.

Fuente: https://mba.americaeconomia.com/articulos/notas/entregan-la-jep-el-primer-informe-sobre-crimenes-en-universidades-publicas-en

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Paraguay: Torturas y difícil acceso a la educación en cárceles

Paraguay/17 de abril de 2017/ABC.com.py

Adultos con escaso acceso a la educación, adolescentes con menos de la mitad de las horas recomendadas de estudio y torturas. La situación de las cárceles en Paraguay.

Los institutos penitenciarios en Paraguay fueron siempre un depósito de seres humanos más que centros de reinserción. Las políticas públicas para las personas privadas de libertad solo buscan castigar al transgresor de las leyes, pero no se enfocan en devolver a la sociedad a ciudadanos o adolescentes útiles, solo exconvictos. Esto se refleja en las incómodas cifras de la situación penitenciaria que dejó el 2016.

La educación es una de las aristas vitales para la formación del ser humano, de su nivel de conocimiento depende su calidad de vida. Está visto que los que menos acceso a la formación tienen, son los que más recurren al delito como forma de vida; también es factor determinante en las denuncias en los casos de violencia doméstica, pues mientras más bajo es el nivel de escolaridad del agresor, más recurre a las agresiones físicas en su pareja. También una víctima con unos pocos grados de formación, es la que menos denuncia la violencia.

En este aspecto, el informe más reciente del Mecanismo de Prevención de la Tortura es lapidario: en las prisiones para adultos solo el 18 de cada 100 presos tiene acceso a la educación. En su mayoría por falta de lugar y hasta algunos ni enterados estaban que se impartían clases dentro. Es decir, el sistema penitenciario paraguayo no está interesado en la formación académica.

Un aspecto que no puede pasar desapercibido es el chantaje, varios presos de los entrevistados dijeron que una de las barreras que les impedía estudiar era que los guardias les exigían dinero para cruzar los portones que dividen los sectores de las cárceles.

CENTROS EDUCATIVOS

Los adolescentes tampoco escapan de esta realidad. Los centros educativos son, o deberían ser, instituciones más comprometidas con la educación, pues es vital demostrar a los jóvenes infractores que existen mejores oportunidades fuera del mundo delictivo.

El 92 por ciento de los adolescentes privados de libertad admitió que asisten a clases dentro de los centros penitenciarios. Se trata de una cifra bastante auspiciosa pero esto no es constante en todos los centros, por ejemplo, solo Concepción y Encarnación logran que todos sus internos asistan a clase, en Ciudad del Este el porcentaje cae a 92, en Itauguá 87%, y la más preocupante es Villarrica donde solo el 70 por ciento de los adolescentes asiste a clases regularmente.

Si bien los números parecen elevados, la cantidad de días y horas que se destinan a las clases tiran el pulgar abajo de estas políticas. Solo el 74% de la población nacional de adolescentes privados de libertad tiene clases cinco días a la semana, el restos varía entre tres y cuatro.

El Ministerio de Educación sugiere 30 horas a la semana para planes de estudio de primaria y secundaria, pero en los centros para menores infractores solo se alcanza entre 10 y 15 horas semanales, es decir, a penas logran alcanzar la mitad de lo recomendado.

LA TORTURA, UNA COSTUMBRE

 A lo largo del 2016 los comisionados del MNP hicieron numerosas denuncias por torturas dentro de las cárceles, lo que quedó reflejado en las estadísticas.

El MNP advierte que el Estado debe atender con urgencia la mejoría en el trato que reciben las personas privadas de su libertad, ya sea al momento de ser arrestados o al ser ingresados a las prisiones. El 70% de los presos entrevistados – 212 en total – confesó haber recibido golpes y otros los reciben constantemente durante su estadía, por parte de guardiacárceles.

Esta misma práctica se da en los Centros Educativos, ya que más de la mitad de los adolescentes contó que es víctima de permanentes castigos físicos, golpes e insultos.

Estos números sirven para ver el reflejo de una política penitenciaria incompleta en los adolescentes y adultos que recuperan su libertad luego de cumplir sus condenas.

Fuente: http://www.abc.com.py/especiales/fin-de-semana/radiografia-a-las-prisiones-paraguayas-1579509.html

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Familia desplazada de Mosul denuncia tortura

Asia/ Irak/ 10 de enero de 2017/Fuente:  (ACNUR)

Haidar y su hermana dudaron si sobrevivirían las torturas de los extremistas en Mosul. Ahora, con el apoyo del ACNUR, están haciendo frente a sus experiencias.

– Cada vez que Haidar* ve un auto negro en el campamento para desplazados iraquíes, el joven de 20 años teme que alguien lo esté buscando para secuestrarlo.

Hace cinco meses, Haidar fue raptado en las calles de su ciudad natal, Mosul, por extremistas, quienes lo arrastraron ante una corte.

“Tenía los ojos vendados y un juez me acusaba de publicar poemas incendiarios en internet”, recordó el joven.

“Yo negué los cargos y sabía que me habían tomado porque mi padre trabajaba para las fuerzas iraquíes. Yo no sabía que también habían tomado a mi hermana, Zaineb, hasta que la escuché en otra habitación suplicando que nos dejaran ir”.

“Pusieron cables eléctricos en mi lengua y me daban choques eléctricos, diciendo que era por haber hablado en contra de ellos”.

Más de 100.000 residentes de Mosul y sus alrededores han huido desde que las fuerzas gubernamentales lanzaron una ofensiva el 17 de octubre para retomar la segunda ciudad más grande de Irak.

Algunos, como el caso de Haidar y Zaineb, quienes ahora están a salvo en la región de Kurdistán Iraquí, bajo el cuidado de ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, relatan los terribles sufrimientos que pasaron bajo el régimen de los extremistas.

Haidar se agita cuando relata cómo él y su hermana fueron separados cuando sus captores los llevaron de la corte a una prisión. Después empezó la tortura.

“Durante 18 días, ellos pusieron cables eléctricos en mi lengua y me daban choques eléctricos, diciendo que era por haber hablado en contra de ellos. Me colgaban de cabeza y me golpeaban en la cara, la espalda y las piernas con tubos. Era tan doloroso que les pedí que me mataran con una bala. Ellos me dijeron que no me darían ese regalo, pero dijeron que un día yo sería ejecutado”.

En otra parte de la prisión, Zaineb, quien fue acusada de ser bruja, fue forzada a ver cómo ejecutaban a otras compañeras. La joven castaña de 23 años habla suave y con tristeza. “Ellos decapitaron a dos mujeres frente a mí. Una de ellas era una oficial de policía”.

“En mi caso, muchas veces recibí choques eléctricos en la cabeza, la nariz y las piernas. El dolor era insoportable. Por la noche, iba a dormir sabiendo que me despertaría el día siguiente para ser torturada de nuevo”, dijo Zaineb. “Todos los días estaba segura de que moriría”.

Mientras ellos estaban detenidos, Rima, su madre de 50 años, pasó cada día en la corte dirigida por los extremistas, rogando que liberarán a sus hijos. En el veinteavo día de su cautiverio, Haidar y Zianeb finalmente fueron liberados, sin explicación alguna. Rima tuvo que pagar $1.000 dólares por su liberación.

Los hermanos están ahora en un campamento administrado por el ACNUR, junto con otros 16 miembros de la familia. Sin embargo, ellos continúan luchando con los recuerdos de la tortura y la violencia que presenciaron.

“Siento que esto no ha terminado, y que ellos regresarán por mí”.

“Siento que esto no ha terminado, y que ellos regresarán por mí”, dijo Zaineb. “Yo necesito un doctor. Siento dolor en diferentes partes de mi cuerpo por los choques eléctricos. Mentalmente, no me siento bien, necesito sentarme y hablar con alguien”.

Su hermano concuerda. “Yo también quiero ver a un doctor, porque tengo dificultad para hablar desde los choques que recibí en la lengua”.

Con el aumento en las cifras de desplazamiento desde Mosul, el ACNUR está comprometido con fortalecer el apoyo psicosocial y los servicios de consejería en media docena de campamentos que ha abierto desde el inicio de la liberación de la ciudad, hace más de dos meses.

Muchas de las personas que huyeron de Mosul presenciaron las muertes de parientes, amigos o vecinos, y aún luchan con esos recuerdos en los campamentos recientemente abiertos. El ACNUR y sus socios brindan asistencia psicológica básica, la cual incluye consejería especializada conocida como “escucha reflexiva”, así como evaluación de necesidades y ayuda apropiada.

Oficiales de protección del ACNUR realizan visitas regulares a Haidar, Zaineb y su familia, y están organizando atención médica y apoyo psicológico a través de una ONG local. Después de una experiencia terrible como esta, por lo menos ahora pueden ver hacia el futuro.

“También estamos felices de estar en el campamento”, dijo Haidar. “Es lo mejor de estos dos años. Estábamos viviendo entre la muerte y el infierno. Ahora sentimos que renacimos”.

*Todos los nombres han sido cambiados por razones de protección.

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