Encuentros y desencuentros en los discursos de la política educativa mexicana

Por Alejandra Luna Guzmán**

Desde la creación de la Secretaria de Educación Pública hasta la fecha, encontramos siete figuras relevantes del quehacer educativo que, a través de sus discursos, han otorgado ciertos sentidos a la educación, cada uno con sus encuentros y sus desencuentros. Tras una selección y revisión de los discursos más representativos de cada política educativa desde 1921 a la fecha conforme los análisis realizados durante el Seminario de Historia y Política de la Educación en México, se detectan puntos en común y puntos que resultan, incluso antagónicos. Al hacer esta revisión, se valora el proceso histórico de los sentidos que se le han dado a la educación y concluye que entre las coincidencias, destacan la relación estrecha que se plantea entre educación y el nivel de desarrollo del país; el vínculo entre educación y derechos humanos o justicia social, y la búsqueda por mantener a la educación libre de intereses particulares. El aspecto más antagónico es la postura del Estado ante la participación social.

images32La relevancia del periodo en el que se creó la Secretaría de Educación Pública (SEP) radica en que este es el momento en el que se instituyó el sistema educativo nacional como se le conoce en el presente. Los cambios que han marcado al sistema han sido encabezados tanto por los Secretarios de Educación, como por los presidentes que los impulsaron. Entre estos se considera a José Vasconcelos, fundador y primer Secretario de Educación de 1921 a 1924 durante el gobierno de Álvaro Obregón; Narciso Bassols, secretario de 1931 a 1934 en los gobiernos de Pascual Ortíz Rubio y Abelardo L. Rodríguez; al presidente Lázaro Cárdenas del Río en funciones de 1934 a 1940; Jaime Torres Bodet, Secretario de Educación en dos periodos, de 1943 a 1946 durante la presidencia de Manuel Ávila Camacho y de 1958 a 1964 durante la gestión de Adolfo López Mateos; al presidente Luis Echeverría Álvarez, en funciones de 1970 a 1976; a Ernesto Zedillo, Secretario de Educación de 1991 a 1993 en la administración de Carlos Salinas de Gortari, y al presidente Enrique Peña Nieto en gestiones desde 2012 a la fecha.

Estrictamente, un discurso es “un razonamiento de alguna extensión dirigido por una persona a otra u otras”. (RAE, 1981:488) Sin embargo, en este caso se le considera desde la perspectiva de Verón (1987:421) como un “significante de los fenómenos sociales en tanto procesos de producción de sentido”. Para darle esa categoría, es necesario contextualizar tanto al sujeto como su producción verbal en todas sus dimensiones. En este caso, el momento, las circunstancias y el contenido de los discursos fueron determinantes para seleccionar los que aquí se revisaron y analizaron, de los cuales se recuperan sólo fragmentos representativos.

La trayectoria de los sentidos que se le han dado a la educación desde la creación de la SEP hasta la fecha ha ido de la mano con el proceso histórico de la nación, de las preocupaciones e intereses centrales de sus gobernantes. La construcción del sistema educativo nacional inició con José Vasconcelos, pues “fue el primero en concebir y aplicar un plan global.” (Fell, 1989:668) En su discurso de inauguración del edificio de la SEP el lenguaje grandilocuente, lleno de referencias helénicas y de un profundo conocimiento de política interior y exterior, hace que en él se reconozca a un hombre cultivado y con un cúmulo de saberes que hizo posible su visión.

La reciente promulgación de la Constitución de 1917 cristalizaba los ideales de la lucha de la revolución en el artículo 3°. La obra física del edificio sede y la empresa de la educación se unen en una sola: “Y entonces, sin más estímulo que mi confianza en la Revolución, fui a ver al jefe del Ejército y le hablé de edificar un palacio y recibí la sorpresa de que el proyecto le pareciera muy sencillo y viable… Los trabajos se han concluido al año casi de comenzados… no se aceptaron los servicios de un solo operario extranjero, porque quisimos que esta casa fuese, a semejanza de la obra espiritual que ella debe abrigar, una empresa genuinamente nacional en el sentido más amplio del término…  En estos instantes solemnes en que la nación mexicana, en medio de su pobreza dedica un palacio a las labores de la educación del pueblo… que la luz de estos claros muros sea como la aurora de un México nuevo.” (Vasconcelos, 1922) La educación se concibe como una obra de vinculación nacional en pro del desarrollo de todo el país, de la creación de una cultura de empeño y esfuerzo. Las referencias a los años de miseria y de guerra sirven como un contraste con el futuro alentador y para hacer alusión al poco interés que en su concepción se le había dado a la educación.

Narciso Bassols dio continuidad a los ideales de la revolución en el ámbito educativo, pero con una tendencia socialista en la que el individuo estaría supeditado a la aspiración colectiva. En su discurso ante el Nuevo Consejo de Educación Primaria del Distrito Federal, exponía: “ustedes deben crear… una Escuela Primaria que animada de propósitos y tendencias sociales, haga de la educación personal simplemente un medio de realizar mejor las aspiraciones colectivas, y para ello supedite estrictamente el desenvolvimiento de los instintos, aptitudes y energías de los educandos, a las exigencias nacidas de la moderna aspiración social que se empeña en dar forma a nuevos tipos de sociedades humanas apoyadas en la justicia”(Bassols, 1964:140).

Sin embargo, destacó la importancia del carácter práctico de la educación para generar un crecimiento económico nacional al tiempo que propiciara la competitividad laboral en los jóvenes “es indispensable que las enseñanzas tengan un carácter estrictamente práctico y que capaciten a los que las reciben para ingresar a las industrias ya existentes” (Ornelas, 2011:109). La obra educativa de la época estaba enfocada en cambiar los viejos paradigmas de producción.

Lázaro Cárdenas se reconoce por ser un gran transformador de la realidad nacional. En su discurso de protesta como presidente de la república, dejó en claro que la educación seguiría alineada a los ideales de la revolución, a los cuales les reconoce avances en materia de cobertura y orientación social. En referencia explícita a la Escuela Socialista, afirma que lograría que “la enseñanza corresponda a las necesidades y aspiraciones legítimas que tiene el  pueblo mexicano… concretando su finalidad social en el sentido de que, lo que la Escuela Socialista persigue es identificar a los alumnos con las aspiraciones del proletariado, fortalecer los vínculos de solidaridad y crear para México… la posibilidad de integrarse revolucionariamente dentro de una firme unidad económica y cultural.” (Cárdenas, 1934) Su objetivo era lograr tanto el bienestar económico como el moral.

Jaime Torres Bodet logra en dos periodos dar continuidad a un proyecto de educación en pro de la unidad nacional. Durante el primero, los fines de la educación eran el progreso, la democracia, la justicia social y la libertad. Afirmaba así: “ansiaba una escuela digna de unir a todos los mexicanos… y digna de unirlos en el progreso, la democracia, en la justicia social, en la libertad de pensar, de escribir, de creer… pero no en la subordinación de una secta política o religiosa… sometida a instrucciones del extranjero” (Ornelas, 2011:117). La soberanía nacional y la autonomía del sistema educativo eran primordiales. En su segundo periodo, se orientó hacia los maestros como origen de la ineficacia, reconociendo la necesidad de una adecuada capacitación. Expresaba, al explicar la creación del Instituto Federal de Capacitación del Magisterio: “¿cómo exigirles un rendimiento cabal, sin darles –por lo menos— una preparación docente gratuita, rápida y uniforme?” (Ornelas, 2011:119). Esto fue un punto central que, de aquí en adelante, sería recurrente en la política educativa, como se expone más adelante.

Luis Echeverría concibió de la mano de su secretario de educación, Víctor Bravo Ahúja, la educación y la cultura como proyecto social. Hizo referencia a lo poco que se había logrado en periodos anteriores, subrayando que se debía democratizar la enseñanza como un medio de justicia social. Se enfocó en una visión pragmática de la educación y, también, uno de sus objetivos era la capacitación docente. Así lo resumía en su último informe de gobierno: “La educación y la cultura han ocupado un lugar básico en nuestro proyecto social. Constituyen… instrumentos fundamentales para avanzar en el cumplimiento de los grandes objetivos de la nación. La libertad no puede ser fruto de un sistema educativo diseñado para reproducir la desigualdad y justificar la opresión… Una vez más salimos al paso de la reacción de minorías insignificantes, las que se oponen a todo avance, que viven en el pasado y temen al futuro… ¨[Para] los maestros… se ha puesto en marcha un movimiento de capacitación encaminado a… convertirlos en… promotores de la inquietud constructiva, a través de una práctica constante de la democracia en cada aula… Postulamos una filosofía educativa incompatible con cualquier dogmatismo… en permanente compromiso con nuestras causas y abierta a las más altas corrientes del pensamiento universal” (Echeverría, 1976). La educación, en este momento, es vinculada con el crecimiento del país, el desarrollo del mismo con base en valores de identidad nacional y, al igual que Torres Bodet, libre de intereses particulares.

Durante la gestión de Ernesto Zedillo frente a la SEP se logró la firma del Acuerdo Nacional para la Modernización de la Educación Básica (ANMEB), cuyo discurso se refiere a la educación básica como lo que “impulsa la capacidad productiva de una sociedad y mejora sus instituciones económicas, sociales, políticas y científicas, puesto que contribuye decisivamente a fortalecer la unidad nacional y a consolidar la cohesión social… y a facilitar la adaptación social al cambio tecnológico. Además… genera niveles más altos de empleo bien remunerado, una mayor productividad… y mejores condiciones generales de alimentación y de salud, y actitudes cívicas más positivas y solidarias” (Ornelas, 2011:124). Es importante destacar que este discurso resume los sentidos clave otorgados a la educación en los periodos anteriores.

A noventa años de la fundación de la SEP, en diciembre de 2012, Enrique Peña Nieto inauguró su gestión de gobierno con el anuncio de una serie de reformas estructurales, entre éstas la educativa. En su discurso durante la promulgación de dicha reforma, se destaca el vínculo de la educación con los derechos humanos y el desarrollo del país, así como la profesionalización docente vinculada a calidad, a la cual se le da un sentido democratizador en su proceso de evaluación. Asimismo, se hace referencia directa a la importancia de recobrar la rectoría de la educación, al papel de la participación social y a la competitividad de los jóvenes. Así lo expresaba el presidente: “Hoy… se da un paso decisivo para hacer realidad el derecho humano a la educación de calidad de los mexicanos. Con ello… fortalecemos la rectoría del Estado mexicano en la educación… inicia una transformación educativa largamente esperada por la sociedad mexicana. En la era global, altamente competitiva y exigente, la formación de excelencia es la puerta de entrada hacia una sociedad exitosa y plenamente desarrollada. Además, es un instrumento indispensable para que los mexicanos podamos cumplir los ideales de paz, libertad y justicia social que anhelamos y que todo México merece… Esta reforma es el primer paso para avanzar hacia una educación incluyente y de calidad, a la altura de nuestros tiempos.” (Peña, 2012).

En los discursos expuestos se detectan cuatro ejes principales en torno a la educación: el político, el social, el económico y el que abarca los tres anteriores. En cuanto a la cantidad de referencias que hacen a cada uno de estos ejes, destaca el político, con especial atención en la autonomía de la educación con relación a intereses particulares y la rectoría del Estado sobre la misma. En segundo término, destaca el ámbito de lo social, en específico su relación con los derechos humanos y la justicia social, la orientación solidaria de la educación y la participación social. El tercer foco es el económico, con aspectos como el desarrollo del país en esa materia y el enfoque pragmático de la educación orientado a promover dicho crecimiento a escala personal, local y nacional. Por último, se encuentran dos aspectos que reúnen las tres perspectivas anteriores, que son la profesionalización docente y el fomento de la competitividad en los jóvenes.maxresdefault

Transversales a estos ejes se encuentran los sentidos otorgados a la educación. Sorprendentemente, se pueden resumir en solo tres: transformador, democratizante y nacionalista. En una revisión más detallada, queda claro que los dos puntos con mayor encuentro son, por un lado, la relación estrecha entre educación y el nivel de desarrollo del país y, por otro lado, el vínculo entre educación y derechos humanos o justicia social, los cuales son una constante en los discursos expuestos. Asimismo, se reitera la importancia de la autonomía y la rectoría del Estado ya mencionadas dentro del enfoque político. Dentro del rango de las coincidencias –al menos cuatro de los personajes expuestos lo mencionan—, se incluyen la profesionalización docente, la orientación solidaria de la educación, los ideales de la Revolución, así como su principio pragmático y su sentido nacionalista.

La noción de la relevancia que tiene la competitividad de los jóvenes se muestra como una idea visionaria de Bassols que fue retomada por Echeverría. Una constante que se concibe como desencuentro es la referencia al poco avance de los antecesores, aunque hay que destacar que Lázaro Cárdenas sí hace un reconocimiento a los esfuerzos previos en materia de cobertura y capacitación docente del período que lo antecedió. El franco desencuentro es la postura del Estado ante la participación social, en especial la de los padres de familia, equiparándola con intereses de particulares, sectarios o gremiales, se le mantuvo al margen de todas las decisiones sobre la educación, incluso denostándola, como en el caso de Echeverría, al referirse a ella como “minorías insignificantes”. No fue sino hasta la promulgación del ANMEB que se le considera parte esencial del quehacer educativo.

De esta forma, se identifica que en el transcurso de casi cien años, los sentidos impresos a la educación han sido, en general, constantes, pero lo que los ha diferenciado son los matices dados a los mismos. La preocupación e interés central del Estado ha sido –al menos en su discurso—, que la educación sea una vía de desarrollo con base en los derechos humanos y la justicia social.

 Referencias:

Bassols, N. (1964). Obras. México: Fondo de Cultura Económica.

Cárdenas, Lázaro. (1934). Discurso al protestar como presidente de la república ante el Congreso de la Unión. Informe del presidente Lázaro Cárdenas. Consultado el 25 de noviembre de 2016. http://www.biblioteca.tv/artman2/uploads/1934a.pdf

Echeverría, Luis. (1976). Sexto informe de gobierno. Discurso del Lic. Luis Echeverría Alvarez, al abrir el Congreso sus sesiones ordinarias, el 1 de septiembre de 1976. Consultado el 25 de noviembre de 2016.

http://www.biblioteca.tv/artman2/publish/1976_79/sexto_informe_de_gobierno_del_presidente_luis_eche_1215.shtml

Fell, Claude. (1989). José Vasconcelos: los años del águila. México, UNAM. Mencionado en Latapí, P. (coord.) (2003). Un siglo de educación en México. México: Consejo Nacional para la Cultura y las Artes- Fondo de Cultura Económica. Pp. 21-42.

Ornelas, c. (2011) El sistema educativo mexicano. La transición del fin de siglo. México: CIDE/FDE/NF.

Peña Nieto, Enrique. (2013) Discurso de enrique peña nieto, presidente de la república mexicana, durante la promulgación de la reforma constitucional en materia educativa. México: SEP. Consultado el 25 de noviembre de 2016. http://www.sep.gob.mx/es/sep1/DiscursoEPN250213#.WD0kiC3t201

Real Academia Española (RAE). (1981). Diccionario de la Lengua Española. T. III. Madrid: Espasa-Calpe.

Vasconcelos, José. (1922). “Discurso pronunciado en la inauguración del edificio de la Secretaría de Educación Pública.” Boletín de la Secretaría de Educación Pública. Tomo I. Núm. 2. México: Dirección de talleres gráficos de la SEP. Pp. 5-9.

Verón, Eliseo. (1987) La semiosis social. Buenos Aires: Ed. Gedisa. En Sánchez (2011). “Elementos para el análisis del discurso político en el escenario internacional.” Revista Internacional de Pensamiento Político. I época. Vol. 6. Pp. 419-433.

**Seminario de Historia y Política de la Educación, Universidad Iberoamericana, Ciudad de México. alekalg73@gmail.com

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Alejandra Luna Guzmán

Participante del Seminario de Historia y Política de la Educación, Universidad Iberoamericana, Ciudad de México. alekalg73@gmail.com