Por Miguel Antonio Guevara
1. El concepto y la noción de verdad ha sido una preocupación constante en la tradición del pensamiento Occidental. No se está diciendo nada nuevo con esto, sin embargo, sirve como punto de partida, digamos que cada discurso necesita un arranque lo suficientemente explícito.
Lo real, la realidad, verdad y verdadero constituyen hilos de una misma red con la que se han tejido los vericuetos de la experiencia del vivir y el cómo se constituye dicha experiencia.
Frente a esto podemos preguntarnos, ¿en qué medida las nociones de verdad constituyen realidad?; incluso la palabra verdad nos remite a conceptos teológicos, en el sentido de que hasta las religiones occidentales y la visión de las no occidentales a través de los mitos que ha construido el mismo Occidente de estas prácticas, se erigen, o mejor dicho, se nos han impuesto como portadoras de discursos deverdad.
Es como si los conceptos de la verdad, lo verdadero, real y realidad fuesen metáforas criptoteológicas llenas de trampas por doquier.
2. La realidad que vivimos, que se ha constituido y se mantiene a través de tradiciones, tanto impuestas como resultados del sincretismo entre lo colonial y lo originario a través de distintos modos de violencia, están matizadas, llenas de metáforas teológicas, como diría Marx sobre la mercancía en El carácter fetichista de la mercancía y su secreto: “una mercancía parece ser una cosa trivial, de comprensión inmediata. Su análisis demuestra que es un objeto endemoniado, rico en sutilezas metafísicas y reticencias teológicas”[1]; es así como la mercancía, como objeto u objetos materiales que constituyen realidad, son experimentados a través de conceptos más cercanos a un dios omnipresente que todo lo sabe y todo lo ve porque todo lo puede, ¿acaso las texturas, colores e imágenes producidas y consumidas a través de la web y dispositivos tecnológicos no parecen sacadas de otro mundo, producidas por una entidad divina, del más allá?
¿Por qué nos interesa interpretar los conceptos de realidad y verdad con la definición que nos asoma Marx en sus estudios sobre la mercancía?, es porque nos planteamos la realidad como un concepto que no solo conforma lo que entendemos por real, sino que ésta existe gracias a su correlato de constitución social de dicha realidad a través de los objetos y al mismo tiempo cómo ésta se constituye objeto, material fetichizable, es decir, la sociedad en la cual está sostenida nuestra realidad a partir del establecimiento del modelo civilizatorio de Occidente, se nos muestra como una realidad mercantilizada. La realidad está tan alienada, tan enajenada como los individuos que la constituyen.
[¿por qué hay un fetiche, ese nosequé en la mercancía?, esta nos resulta hasta hipnótica porque es un producto social, está cargada de avatares, de atavismos, es contenedora de inconsciente colectivo, siglos y siglos de trabajo humano impregnados en ella]
3. La manipulación de la realidad no es un fenómeno reciente. A la vez que dicha manipulación se renueva conforme pasa el tiempo y se mejora la técnica, es por ello que acá nos centraremos en cómo nos encontramos en una fase superior del proceso de mercantilización de la realidad.
¿Nos referiremos a algún ejemplo o caso concreto? Desde el comienzo de estos contraensayos se han abordado ciertas subjetividades digitales, y en este caso continuarán con una caracterización del proceso de mercantilización de la realidad digital a través de las acciones de las transnacionales del capitalismo 2.0, muy concretamente con la aparición de Aquila, drone desarrollado por Facebook para “conectar al mundo”.
4. Como se ha dicho anteriormente, recrear la realidad como objeto no es reciente, mucho menos su función como mercancía para ser adquirida/aprehendida por los sujetos/usuarios (en el caso del presente digital), digamos que hubo una primera constitución moderna de la realidad como mercancía al servicio de una clase. Hablo muy concretamente de la historia como disciplina de “acervo”, registro y sistematización.
Así como los primeros escritores no fueron poetas, sino contadores, la historia como institución y disciplina burguesa nace para contar, legitimar y a su vez reproducir la versión de los vencedores.
No es per se que los historiadores pretendan imponer el registro y las vías de registro a través de sus instituciones, llámense academias, universidades, editoriales, publicaciones y campo cultural en general, es la clase que les sustenta, que a través del ejercicio de anticipación al que se ha llamado historia, dicha clase no se apropia solo de una verdad, sino también de un futuro de lo que se considera verdad, es decir, de una verdad que constituye realidad y a su vez el devenir de dicha verdad/realidad.
5. Volviendo al presente, cabe preguntarse, ¿cuál es el motivo que lleva a Zuckerber y compañía a querer llevar Internet a las aldeas más remotas del mundo, a querer “conectar al mundo” a través de un enorme dispositivo wi-fi y así copar los puntos ciegos en donde no ha llegado el todopoderoso Internet, digamos, para recuperar el tono teológico?
No es necesario ser un geógrafo experimentado para saber que nadie mapea un territorio que no pretende ocupar.
[dicho mapeo no corresponde solo al ejercicio cartográfico o geopolítico, sino también un mapeo de las mentes de los usuarios, de los posibles consumidores de realidad, demografía de alto octanaje]
6. ¿Qué tienen entonces que ver los conceptos de verdad, realidad, historia (y su correspondiente crítica hacia quien la produce) y al mismo tiempo el drone Aquila que pretende llevar internet a donde todavía no llega?
Aquila es el dispositivo que permite disponer, en el mayor sentido de significación de dispositivo, la versión de la realidad según las transnacionales del capitalismo 2.0, contar la historia desde su punto de vista a través de la continuación de uno de los mayores laboratorios de ingeniería social jamás construido: Internet y Facebook como correlato.
7. Dentro del famoso fragmento 9 de la tesis de filosofía de la historia de Walter Benjamin encontraremos el siguiente texto sobre cómo el ángel de Klee mira hacia el pasado, es decir, cómo observa a la historia:
Ha vuelto el rostro hacia el pasado. Donde a nosotros se nos manifiesta una cadena de datos, él ve una catástrofe única que amontona incansablemente ruina sobre ruina, arrojándolas a sus pies. Bien quisiera él detenerse, despertar a los muertos y recomponer lo despedazado. Pero desde el paraíso sopla un huracán que se ha enredado en sus alas y que es tan fuerte que el ángel ya no puede cerrarlas. Este huracán le empuja irreteniblemente hacia el futuro, al cual da la espalda, mientras que los montones de ruinas crecen ante él hasta el cielo. Ese huracán es lo que nosotros llamamos progreso[2].
“Dónde a nosotros se nos manifiesta una cadena de datos, él ve una catástrofe única que se amontona incansablemente ruina sobre ruina, arrojándolas a sus pies”, dice. La palabra datos es el plural de dato que viene de data, es decir, información. Con un poco de arqueología encontraremos que dicha traducción ha sido realizada de muchas formas, en algunos casos como acontecimiento o en otros acaecimiento (versión de Bolívar Echeverría[3]). En el caso de la versión original del alemán dice Begebenheiten, que puede encontrarse en cualquier diccionario como acontecimiento; la palabra más cercana a dato o información en el idioma original sería daten.
¿A qué queremos llegar con esto?, aunque acontecimiento o dato no signifiquen lo mismo no quiere decir que no nos funcione; acontecimiento se refiere a un hecho o a los hechos, es decir, los hechos como constituyentes de historia.
De la misma manera, la palabra dato se relaciona con la jerga del capitalismo 2.0. La información, la llamada Big data, es la sangre, la sustancia de circulación que lo mantiene con vida, de allí a que los dispositivos desarrollados para el control demográfico 2.0 sean acaparadores, circuladores, expropiadores de datos en forma de perfiles personales cargados de gustos, intereses, fotografías, memes, noticias, eventos sociales tipo fiestas, celebraciones en general de la vida “íntima” y pública, además de otras manifestaciones de la transparencia (a modo de diván y depósito de millones de experiencias 2.0), el selfie world, las interacciones del Frankenstein social en el que vivimos y la producción freelancera, todos y cada uno de estos constituyentes de la realidad mercantilizada digital.
[pareciera que los traductores de Benjamin hubiesen contagiado/fetichizado al documento, con el ejercicio traductor en cuanto producto social, atavismos propios de demiurgos y co-creadores de historia, de una transformación posible del acontecimiento en la data digital del presente. Incluso de forma inconsciente podemos ser cómplices]
8. No es extraño que se use un drone para “democratizar internet”, es decir, un dispositivo de naturaleza y carácter bélico. Hay una narrativa drone, de su mirada cenital (¿teológica/omnipresente?) Imponiéndose desde hace años a través del imaginario cinematográfico y 2.0[4]. Veámoslo como símbolo y a la vez como significante. Con una pequeña pesquisa en la web sobre el nombre con el cual se ha bautizado el nuevo juguete de Facebook podremos encontrar que Aquila es desde:
a) Rey visigodo
b) Constelación
c) Ayudante de Pablo de Tarso (a propósito de lo teológico)
d) Portaaviones de la Italia fascista de Mussolini
Aquila se nos presenta como un Angelus Novus reloaded, digamos que es diferente al de la mirada melancólica que nos dice Benjamin, más bien es el que mira al futuro y al progreso sin vacilación alguna, no tiene ninguna contradicción, es decir, es el ángel de la historia del capitalismo 2.0 que transporta y bombardea datos, acontecimientos, una historia capaz de borrar las historias otras a través de su wi-fi omnipresente.
9. Finalmente, si realizáramos una simulación de las intenciones de Zuckerberg, por ejemplo: a) en efecto facebook es un instrumento del imperialismo o b) es un instrumento del capitalismo 2.0, no serían muy diferentes las conclusiones, puesto que Aquila no solo es un “objeto endemoniado, rico en sutilezas metafísicas y reticencias teológicas”, sino que es otro dispositivo responsable de configurar lo que hemos denominado la mercantilización digital de la realidad, una metáfora criptofacista viviente, para parafrasear a Benjamín: un huracán geopolítico de la demográfía 2.0 que empuja irreteniblemente hacia el futuro, al cual da la espalda, mientras que los montones de ruinas e historias otras crecen ante él hasta el cielo. Un huracán cargado de Big data que capitalismo digital vía Facebook y Zuckerberg le llaman progreso.
[1] Karl Marx. El capital. Argentina: Siglo XXI, 1998.
[2] Walter Benjamin. Tesis de filosofía de la historia, en Discursos interrumpidos I. Madrid: Taurus, 1989.
[3] Walter Benjamin. Tesis sobre la historia y otros fragmentos. Introducción y traducción de Bolívar Echeverría. México: UACM / Ítaca, 2008.
[4] A propósito de la narrativa drone, en este mismo blog se encuentra el artículo: IMPERIO, GUERRA, CINE Y VIDEOJUEGOS.
Fuente: https://cuadernohipertextual.wordpress.com/2017/09/22/el-angel-de-la-big-data/
Una respuesta a “El Angel de la Big Data”
Los comentarios están cerrados.