A la vuelta de vacaciones habrá que poner en marcha un proyecto de respiración saludable, del cual se pueden articular ya las primeras fases. El profesorado ha de moverse rápido.
Carmelo Marcén Albero (www.ecosdeceltiberia.es)
Tras haber realizado una aproximación real, compartida, sobre las ciudades que queremos, se puede construir un entramado dinámico de la problemática del aire contaminado, para colgar de él sus causas y consecuencias. En primer lugar se dibuja, en la pizarra o en la PDI, un gran árbol titulado “Con el aire de la ciudad viaja la salud”. A partir de una tormenta de ideas, el alumnado explicitaría las causas por las cuales el aire está contaminado en las ciudades y las consecuencias que acarrea en sus habitantes. Cada una de las causas se rotula en una tarjeta, real o virtual, y se adhiere a la raíz; se hace lo mismo con las consecuencias, pero se sitúan en las ramas/hojas. Es posible que haya que mover las tarjetas que cada grupo había ido colocando; se habla y se decide colectivamente. Lo más probable es que se necesite profundizar en las causas y dar algún detalle de las consecuencias. Por el tronco que une ambas pueden colgarse alternativas, si es posible jerarquizadas.
Desde lo próximo, la problemática concreta de salud y medio ambiente urbano, se debería viajar más lejos, el profesorado sobre todo, por el mapa interactivo de contaminación y salud que propone la OMS (Organización Mundial de la Salud), incluso se puede invitar al viaje al alumnado. Una vez alcanzada una visión global, expuestas y debatidas cuestiones varias, el profesorado debe ajustar las opiniones sobre la situación y las medidas propuestas, dar algunos retoques al proyecto. Después, o entre tanto, hay que invitar al alumnado a visitar la iniciativa “Cambiemos el aire”, pues sus infografías seguro que le atraen al tema y encaminan alguna reflexión personal y colectiva.
Esta compleja visión hay que cotejarla con la realidad. El alumnado debería saber que muchos ayuntamientos, quizás el suyo, se empeñan en diseñar para el futuro ciudades menos carbonizadas y quieren hacerlas expertas en movilidad. Para eso van peatonalizando calles y posibilitando el transporte sostenible mediante autobuses híbridos o eléctricos, tranvía y carriles bici. Algún equipo debería informarse en la web de su ayuntamiento sobre las medidas puestas en marcha y las que se prevén próximamente para comentarlo en clase y reconocer las acciones colaborativas que cada uno individualmente puede acometer. Todo lo manifestado y expuesto debe quedar recogido por escrito.
También convendría que el centro valorase, y en su caso se apuntase, a los caminos escolares: itinerarios que centros educativos y ayuntamientos han diseñado para dar autonomía a los escolares en sus desplazamientos diarios a los centros y así evitar que las familias utilicen el vehículo propio para llevarlos. En este punto incide la ilusión de hacer la ciudad más habitable para los niños que puso en marcha Francesco Tonucci en 1991. Hay que viajar con el alumnado a La cittá dei bambini. El profesorado debería valorar las características del proyecto italiano por si algunas iniciativas sirven para incorporarlas al propio.
Aún pueden hacer más: inviten a alguien del servicio correspondiente del ayuntamiento o del centro de salud para que cuente al alumnado qué tipo de conductas urbanas aumentan las emisiones de los diferentes tipos de partículas que contaminan el aire. También, que hable de las alternativas que el municipio ha puesto en marcha para minimizar este problema. Para completar lo que digan habría que investigar las razones por las que la red de ciudades “C40 Cities”, Barcelona y Madrid entre ellas, se empeña en desarrollar un plan global para liderar la lucha contra la contaminación y el cambio climático.
Como actividad de aplicación, cabe proponer que el alumnado redacte una composición personal sobre la ciudad que quiere y la exponga en su clase. En el diálogo posterior habrá que reflexionar sobre si esa ciudad está deseada a partir de la perspectiva personal, desde la opción de la ciudad como sistema complejo en interacción, o pensando en la ciudad como una parte condicionante del medioambiente global.
Con todo lo realizado se completaría una gran carpeta La ciudad que queremos, que contendría investigaciones, testimonios escritos y gráficos, conclusiones y alternativas. La carpeta viajaría, sin contaminar, por todas las aulas del centro, hayan participado o no en el proyecto, para que los esfuerzos y las conclusiones sean conocidos, para que se hiciesen otras aportaciones.
La larga propuesta acaba aquí. Si alguien tiene interés en conocer más datos y alternativas puede acercarse al “Observatorio Salud y Medio Ambiente DKV Ecodes”, en especial a su monográfico número 2. Allí, se incluyen estudios que recogen muchos datos interesantes, informes completos y se aportan sugerencias para construir entre todos una vida más saludable y sostenible en la ciudades. Si alguien todavía no está convencido del riesgo que el deterioro ambiental supone para la salud de los niños debe leer los avisos del “Comité de Salud Ambiental” de la Asociación Española de Pediatría.
La ciudad pertenece a los jóvenes de cualquier edad, debería protegerlos. Sin embargo, investigaciones recientes alertan, una vez más, del peligro que supone el aire contaminado para la infancia; en este caso es HEALT quien habla de Madrid. Una ecociudad es el modelo de convivencia más saludable; luchen por conseguirla.
Ahora que ha acabado el curso escolar en las escuelas españolas y de otros países, es momento de prever que a la vuelta de vacaciones habrá que poner en marcha un proyecto de respiración saludable, del cual se pueden articular ya las primeras fases. El profesorado ha de moverse rápido.
Volveremos en septiembre con nuevas propuestas para que las escuelas sean cada vez más sostenibles. Animen al alumnado a que practique en verano algo de lo que aquí hemos recomendado.
Fuente: https://eldiariodelaeducacion.com/ecoescuela-abierta/2019/06/28/proyecto-de-trabajo-sobre-salud-y-contaminacion-del-aire-en-la-ciudad-ii/