El experto en lenguaje corporal, interpretación de patrones de comportamiento y análisis de la personalidad aporta una guía para detectar, esquivar y protegerse de las personas tóxicas.
Te voy a hablar de alguien y en cuanto leas tres frases su imagen aparecerá en tu mente. Es esa persona que habla de sí misma sin cesar, que anuncia a bombo y platillo sus conocimientos, habilidades y experiencias, que se siente con derecho a recibir siempre lo mejor, que se cree más que tú (con más atractivo y con más éxito), que se hace notar por cómo viste o por cómo habla, que se enfada cuando no recibe los suficientes ‘me gusta’ en las redes sociales o se queja si algo no sale como quiere. ¿Ya sabes quién es? No, no estoy jugando a las adivinanzas ni a leer mentes. Y dudo mucho que estemos pensando en la misma persona. Lo que sí es probable es que todos nos hayamos cruzado alguna vez con este tipo de personas. Hablamos de los narcisistas y, según explica Thomas Erikson en su nuevo libro (‘Rodeados de narcisistas’, de Planeta), este tipo de comportamientos no son una ‘rara avis’ en la sociedad actual, sino que ya son la nueva normalidad.
Basándose en situaciones cotidianas y en su modelo de cuatro colores para identificar los diferentes tipos de personalidades que desarrolló en su anterior libro, ‘Rodeados de idiotas’, el experto en patrones de comportamiento y lenguaje corporal aporta en su nueva obra herramientas efectivas para detectar y enfrentar las conductas tóxicas que caracterizan a los narcisistas.
Vivimos en una sociedad donde las actitudes narcisistas están cada vez más extendidas y nos enfrentamos a estas personalidades tanto en nuestra vida personal como profesional. Thomas Erikson aporta herramientas para protegernos de ellas.
En su obra asegura que el narcisismo se ha convertido en la «nueva normalidad» en la sociedad que vivimos, ¿por qué?
Hay que entender en qué momento estamos. Y aunque sea algo negativo, es una tendencia creciente. Es cierto que en lo que respecta al narcisismo clínico se calcula que se da en el 1% ó 2% de la población. Pero cuando hablamos de comportamientos narcisistas, ya se habla del 20% de la población… Y esto es algo que sigue al alza.
Y creo que esto se debe a que, como sociedad, hemos pasado de un comportamiento introvertido a extrovertido. Si lo piensas, hasta en las escuelas se promueve eso de ser extrovertido, hablar de uno mismo, darse valor… Y los padres también están centrando su discurso hacia los niños en hacerles ver que son fantásticos y que pueden conseguir lo que ellos quieran. Y eso, que en general es positivo, también puede darse la vuelta si nos pasamos de la raya.
Estamos educando una generación que se creen los mejores o que se creen mejores que nadie. El problema viene cuando se dan cuenta de que todo el mundo, es decir, los demás, también creen que son los mejores y que eso da lugar a una realidad en la que «todo el mundo es el mejor». Y si a esto sumamos las redes sociales, la ecuación se complica aún más pues eso les permite exhibirse, promover sus pensamientos y decirle a todo el mundo que son geniales y además pueden recibir reconocimiento y aprobación.
Por tanto, el narcisismo ya es algo viral y además es un círculo vicioso: cuanto más llamas la atención, más atención captas. Y eso promueve los comportamientos narcisistas basados en el «mírame, mírame y mírame».
¿Y cuáles pueden de ser las consecuencias?
El problema es que llegaremos a un punto en el que el narcisismo ya no funcione como algo que impulse a esa persona. De hecho, creo que ya nos estamos acercando (y además rápidamente) a un punto de inflexión. No podemos tener a tanta gente individual e individualista en la misma habitación al mismo tiempo. Comienza a ser un tema crítico.
«Los narcisistas son manipuladores, utilizan y maltratan a otras personas para sus propios fines, hacen que los demás se sientan mal o incluso pueden llegar a provocar depresiones»
Desde hace ya varios años una gran parte de la psicología se ha volcado en promover la autoestima. Pero usted plantea que eso se ha reconvertido en vanidad…
Es cierto que creer en uno mismo y creer que uno es capaz o que puede hacer muchas cosas es positivo, es bueno. Y no sólo se ha trabajado desde la psicología, también lo hemos trabajado desde el ‘coaching’, pues yo mismo he llegado a ser mentor de gente exitosa. Pero cuando nos referimos al ego no se trata de hablar de ti y solo de ti, ya que también hay que incluir a los demás en el contexto. Puedes ser una persona con un ego fuerte e incluso con una buena autoestima, pero tienes que ser capaz de ponerte en un contexto en el que siempre estés rodeado de otras personas. Siempre se necesita la ayuda de los otros, no podemos hacerlo todo solos.
Tenemos que comunicarnos y colaborar con los demás. Y ahí lo importante es mantener el equilibrio. Por tanto, está muy bien ser uno mismo, aceptarse como uno es, pero el hecho de que creer que uno tiene razón, por ejemplo, no quiere decir que los demás estén equivocados.
Podría decirse incluso que es un problema de la cultura occidental, y en concreto de la de Europa. Lo bueno de esta cultura es que apoyamos al individuo y el comportamiento individualista, de modo que nos parece fantástico que alguien tenga éxito y que sea él mismo. Pero llega un momento en que se pueda convertir en algo ególatra y que, de alguna manera, este tipo de cultura promueva claramente los comportamientos narcisistas.
¿Cuáles son las peores consecuencias de tener cerca a un narcisista?
Los narcisistas son manipuladores, utilizan y maltratan a otras personas para sus propios fines, hacen que los demás se sientan mal o incluso pueden llegar a provocar depresiones. Podría decirse que van a haciendo el mal allá donde van porque solo piensan en sí mismos.
¿Qué tipo de personas sufren más por culpa de los narcisistas?
Las personas con baja autoestima y con poca confianza en sí mismas suelen ser víctimas naturales o las víctimas favoritas de este tipo de maltratadores. El narcisista sabe identificar a las personas que se sienten mal o débiles o inseguros y enseguida les hacen entrar en su juego porque les resultan más fáciles de manipular.
¿Qué pasa cuando alguien se enamora de un narcisista?
Creo firmemente que los narcisistas son malas personas. No me gustan y nunca viviría con alguien que lo es. Pero hay que atender a los matices. Si realmente estamos hablando de la parte crítica de ese narcisismo, lo más aconsejable sería dejar a esa persona porque no sólo te hará daño, sino que intentará anularte, te usará y después te culpará de cualquier cosa que suceda. Pero además es que aunque seas consciente de ello y les digas que te están tratando mal, ellos siempre tendrán la habilidad para darle la vuelta a las circunstancias y te dirán que el problema eres tú y no ellos. Por tanto, no se puede ganar el combate de intentar cambiarles, porque no es posible cambiar a un narcisista, si él no quiere.
La clave para vivir algo así es que si te sientes mal, es que la relación es mala y hay que salir de ahí.
¿Puede uno protegerse o entrenarse de alguna manera para escapar a los efectos o a la manipulación de un narcisista?
Absolutamente. Puedes entrenarte en poner límites. Y aquí me viene a la mente esa frase que dice: «Buenas vallas, buenos vecinos», que en realidad apela a la importancia de poner límites a tiempo y cumplirlos. Y lo más importante es que esos límites, líneas rojas o fronteras se tienen que plantear desde el principio. O al menos de una forma contundente, sea cuando sea. Tienes que plantarte, plantar cara y mostrar al narcisista con tus acciones que crees en lo que haces, que son límites firmes y que no son amenazas vacías. Cuando se pongan esos límites uno debe ser firme porque la flexibilidad no funciona con los narcisistas. Si aprenden que no eres firme ni serio en tus límites, sabrán que te pueden manipular cuando quieran. Pero si te mantienes firme, tendrán que aceptar esos límites.
¿Es fácil identificar a un narcisista? ¿Hay un rasgo definitivo?
Podría decirse que todos tenemos rasgos narcisistas. A la mayoría nos gusta hablar de nosotros mismos, contar lo que hemos hecho bien y a veces incluso evitar responsabilidades. Pero lo que distingue al narcisista de otas personas es que lo hace constantemente, es decir, que sigue un patrón de comportamiento que se repite día tras día, de modo que hace determinadas cosas aunque se les recrimine o aunque sepa que hace daño. Incluso puede llegar a asegurar que no están haciendo lo que los demás dicen que hace.
Imagina que conoces a alguien por internet, tienes un par de citas y a los siete días te asegura vehementemente que eres el amor de su vida y que se quiere ir a vivir contigo. Tal vez tendrías que sospechar de esa persona, ¿no crees? Lo que quiero decir con esto es que ser ingenuo o ingenua no es una virtud, sino más bien una maldición cuando se está cerca de un narcisista. En las relaciones personales, especialmente en las sentimentales, hay que ser vigilante y entender que todos podemos tener una parte oscura y que no todo el mundo tiene por qué querer lo mejor para ti. Tal vez puede parecer deprimente o descorazonador, pero no hay más que ver el mundo para darse cuenta de que hay que permanecer vigilantes.
«Las personas con baja autoestima y con poca confianza en sí mismas suelen ser víctimas naturales o las víctimas favoritas de este tipo de maltratadores»
¿Es posible que un narcisista pueda darse cuenta de que tiene esa característica o su personalidad hace que no sean conscientes de ello?
A los narcisistas les pasa como a los psicópatas, es algo que no se acepta fácilmente o que nadie quiere reconocer porque se ve como vergonzoso. Por tanto, aunque no soy un psicólogo y no he llevado a cabo estudios clínicos sobre este tipo de perfiles ni he podido experimentar con su mente, sí que he conocido a muchos narcisistas. Y eso me lleva a compararlos con un gato, uno de los animales más narcisistas que hay. Puede parecernos un animal precioso, pero si no se le presta atención cuando desea o cuando se le molesta en un momento en el que prefieren soledad, te arañan y te demuestran quién manda. Y lo mismo sucede cuando te pide comida y cuando demanda lo que quiere que hagas. Y el caso es que tiene un comportamiento narcisista, pero nos gusta porque nos resulta bonito. Pero, claro está que si le preguntases al gato por qué es un malvado depredador, él te diría que no sabe a qué te refieres, que simplemente es un gato, y que como es un gato hace lo que tiene que hacer. Y creo que justamente es lo que sucede con los narcisistas, que no piensan en ello y que no se ven desde esa perspectiva. Simplemente hacen lo que creen que tienen que hacer.
Narcisistas, según el patrón DISC
Para describir las diferencias en los estilos de comunicación de cada persona Thomas Erikson ha creado un sistema de clasificación sencillo y efectivo. Es el llamado sistema DISC (acrónimo de dominio, influencia, estabilidad y cumplimiento, por las iniciales de esas palabras en inglés), que divide a las personas en cuatro tipos (representados por colores) en función de su comportamiento y también de cómo se ven a sí mismas en relación a su entorno. Así, los rojos serían dominantes y ambiciosos; los amarillos, espontáneos y optimistas; los verdes, pacientes y amables; y los azules, metódicos y precisos.
Dentro del patrón DISC, que ya aprendimos con su anterior libro ‘Rodeado de idiotas’, ¿podría decirse que algunas personalidades (asociadas a un determinado color, según este método) son más propensos que otros al narcisismo?
Bueno, es algo complejo pues no todos los narcisistas son iguales, por tanto lo que podría decir es que lo que tienen en común es un constante «¡mírame!» y una continua manifestación de «soy el más guapo» o «soy el mejor» y eso tal vez nos llevaría a buscar características de un carácter extrovertido, que correspondería a un amarillo o incluso a un rojo.
Pero luego está el narcisista encubierto, de perfil bajo, que también se siente fabuloso y cree que el mundo debería girar a su alrededor, pero que no siempre lo expresa. Y este tipo de narcisista es el que va de víctima o de pobrecito y cree que todo el mundo es malo con él y que nadie le reconoce. La motivación en ambos casos, por tanto, sería la misma, pero la estrategia es diferente. Y esta estrategia es más difícil de ver porque están encubiertos. Eso entonces correspondería más bien a un verde, por ejemplo, porque los verdes en un mal día intentan jugar a ser la víctima.
Si tengo que hablar de un perfil menos proclive a serlo sería el azul porque es el que suele estar más apegado a los datos, a la verdad y a la investigación por lo que tal vez podría decirse que son los más honrados. Están orientados a la tarea y no les preocupa especialmente lo que se piense de ellos.
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