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Al carajo la descarga administrativa

Es sabido que el quehacer docente es un tanto diferente al de otras profesiones…

Para pocos es desconocido que la carga administrativa es una de las principales quejas que expresan las maestras y maestros que se encuentran laborando en alguna de las escuelas de la República Mexicana; ya sea en algunos estudios, en los medios de comunicación o redes sociales, o simplemente en las conversaciones que suelen darse entre conocidos o amigos que coinciden en algún evento familiar o social pero que conocen sobre el ámbito escolar, el tema sale a relucir en más de una ocasión, y no es para menos. En algún momento de la historia de la educación de nuestro país, a alguien se le ocurrió la brillante idea de asignarle tareas administrativas (a veces absurdas y sin sentido) a los docentes. Tal vez la idea de lograr la calidad educativa haya sido el detonante de tal suceso, o tal vez la falta de información sobre lo que sucede en dicho sistema haya propiciado esa impresionante carga administrativa hacia el profesorado mexicano. La verdad de las cosas es que quién sabe.

Ahora bien, establecer en estas líneas una serie de categorías para especificar qué actividades son las que definen la idea de la carga administrativa no es el propósito de este texto, porque, increíblemente en cada entidad federativa, se proponen las acciones más irrisorias que pudieran imaginarse; esto, sin olvidar que hay documentos y/o formatos “base” que sí o sí se tienen llenar o entregar: reportes para esto, informes para lo otro, llenado de formatos para aquello, bitácora o registro para esto otro, entre otras tantas cuestiones más, son el pan nuestro de cada día.

Se entiende que la escuela, al ser una institución en la que se deben y tienen que administrar los recursos de diversa índole, tenga que considerar diversas acciones para el adecuado desarrollo de su proceso administrativo, más relacionado con el ámbito de la gestión que de la administración propiamente dicha, pero bueno, esa sería otra historia u otro texto; lo que deseo resaltar aquí es el hecho de que en el ejercicio docente, la pedagogía y la didáctica se ha relegado a un segundo plano al priorizar las tareas de naturaleza administrativa, situación que ha desdibujado el sentido de esa docencia que significa estar con grupo escolar abordando contenidos y generando aprendizajes.

Es sabido que el quehacer docente es un tanto diferente al de otras profesiones, por ejemplo, de aquel ejecutivo de un banco que, cuando termina jornada laboral, cierra ventanilla y listo, culmina su día. A veces, como sabemos, la docencia implica destinar un poco del tiempo personal fuera del horario escolar, tal vez para preparar algún material didáctico, revisar algún material bibliográfico, revisar la planeación y registrar algunos avances que se hayan teniendo, visitar a un pequeño en su hogar porque ha dejado de asistir a la escuela, en fin, repito, difícilmente el ejercicio docente puede ser igual o semejante al de un ejecutivo de un banco. No obstante, tener en mente algunas ideas que pudieran llevar imaginar nuevas y mejores formas mediante las cuales las y los niños pudieran aprender, dista en demasía en sentarse, en la casa o en la escuela, a llenar cuanto formato, reporte o informe pidan las autoridades. ¡Es obvio que hay una gran diferencia! Por lógica, si la segunda cuestión es la que actualmente prevalece una buena parte del territorio mexicano, aunado al hecho de la amenaza constante por parte de la autoridad “o cumples o tendrás una sanción”, la cosa suele ir no mal, sino peor.

Desde hace algunos años, el tema de la descarga administrativa salió a relucir; recuerdo que Chuayffet, en el Acuerdo 716 ya planteaba el asunto de la descarga administrativa cuando se hablaba de la autonomía de gestión en las escuelas; pasó lo mismo con Aurelio Nuño, Esteban Moctezuma, Delfina Gómez, Leticia Ramírez y, muy recientemente, con Mario Delgado se habla del tema. Políticamente, este par de palabras genera buenos dividendos porque, por obvias razones: ¿qué docente no quisiera dejar de llevarse trabajo a casa o tener que dejar de llenar y llenar cantidad importante de formatos en la escuela?

Ezoic
Creo, si no me equivoco, con Esteban Moctezuma, que desde mi perspectiva fue un buen comunicador pero pésimo como Secretario de Educación, la esperanza de que se haga efectiva la eliminación de una excesiva carga administrativa al quehacer docente se ha mantenido entre las maestras y los maestros. Pregunta, si usted gusta absurda de mi parte: ¿para qué tanta entrega de informes, formatos, bitácoras, registros y quién sabe cuanta cosa más si en su momento se toman decisiones que poco o nada favorecen al sistema, particularmente a las y los alumnos, pero sí para que lleguen personajes indeseables como Aurelio Nuño o Mario Delgado?

Creo que ha llegado el momento de transitar hacia otros escenarios, digamos, menos discursivos y más operativos. El ejemplo que pondré de mi parte es muy sencillo. Hace unos días, platicando con una profesora sobre algunos temas relacionados con el trabajo por proyectos, salieron las actividades del próximo consejo técnico, no sin antes la semana de reuniones con padres de familia por el asunto de las evaluaciones; palabras más, palabras menos, ella me expresaba: “maestro, no sé para qué asignan un día en el calendario escolar para registrar calificaciones, día que antes era el de descarga administrativa, si el 11 y 12 de este mes tenemos que aplicar examen a nuestros chicos y para el 19 ya debe haber quedado todo el registro en el sistema, ¿y el 22 de noviembre qué vamos a hacer?, nada, lo que se le ocurra a mi director. Vayan al carajo con su descarga administrativa”.

Ezoic
Bien harían las autoridades que dirigen los destinos del sistema educativo de nuestro país, en sentarse un momento en la mesa y tal vez reflexionar un poco, digo, por aquello de que hoy se dice (igual que antaño) que están “tan preocupados” por brindar una educación de excelencia y cien por ciento humanista. ¡Sí, cómo no!

Al tiempo.

Fuente de la información e imagen: https://profelandia.com

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México: ¿Evaluación diagnóstica alineada a un plan de estudios?

¿Evaluación diagnóstica alineada a un plan de estudios?

Se reconoce y aplaude que la Secretaría de Educación Pública (SEP) al fin se haya coordinado con algunos organismos de suma valía para la educación en nuestro país; me refiero a la Comisión Nacional para la Mejora Continua de la Educación, mejor conocida como MEJOREDU. Desafortunadamente, tal coordinación se logró justo cuando dicho organismo está por desaparecer del mapa educativo, por esas cosas extrañas que solo quien detenta el poder conoce y conoce muy bien.

No es nada nuevo, porque así lo escribí hace algún tiempo, que las aportaciones que MEJOREDU realizó en sus casi seis años de existencia, fueron de singular valía para muchas maestras y maestros insertos en alguno de los niveles educativos de nuestro intricado sistema. Lamentablemente, la falta de coordinación y una evidente confrontación y/o lucha de poderes entre la “Secretaría” y la “Comisión”, impidió que se pudieran gestar políticas o programas de mayor envergadura y alcance en beneficio del profesorado mexicano, pero, sobre todo, de cientos de estudiantes esparcidos a lo largo y ancho de la República Mexicana.

¿Por qué en estos días sí lograron coordinarse estas dos instancias para proponer una evaluación diagnóstica que podría aplicarse en las escuelas de educación básica? Una pregunta cuya respuesta puede ser más que evidente, pero bueno, ya que tocó el tema de la evaluación diagnóstica podría decir que, desafortunadamente, la coordinación que al fin lograron alcanzar estas dependencias para proponer a los docentes un esquema evaluativo no fue la mejor que digamos. Y digo que no fue la mejor que digamos porque, en serio: ¿estamos hablando de una evaluación diagnóstica alineada al plan de estudios 2022 en el marco de la Nueva Escuela Mexicana?, ¿en dónde queda la autonomía profesional que se le otorgó al profesorado y que tanto se cacaraquea desde el despacho de Vasconcelos?, ¿en dónde quedan los fundamentos o principios de una evaluación formativa a partir de, por ejemplo, la observación, el diálogo y la interpretación? Peor aún, ¿estamos hablando de una evaluación diagnóstica aplicada a las niñas y niños, cuyos criterios de valoración arrojarán resultados que los ubicarían en estudiantes que requerirían apoyo para desarrollar el aprendizaje, otros que se colocarían como en proceso de desarrollo y unos más que serían identificados con un aprendizaje desarrollado? En serio, ¿otra vez la clasificación? Vaya, ¿dónde queda la formación y el humanismo?

No imagino a un médico llegando a un hospital a realizar una intervención quirúrgica, pero bajo los criterios que tiene o impone dicho hospital y no los que la experiencia, estudio, conocimiento o especialización del galeno le hayan facultado para ese propósito. Entonces, para el caso que me ocupa, ¿no tendría que ser el docente, con esa experiencia, estudio, conocimiento o especialización, quien tendría que proponer su propia evaluación diagnóstica para los fines que el considere pertinentes?, ¿por qué esa imperiosa necesidad de imponer miradas “alineadas” a un plan de estudios?

Es cierto, con seguridad, alguien podría decir que nada obliga a las maestras y maestros a emplear los instrumentos para la evaluación diagnóstica que se están proponiendo, pero, a fuerza de ser sinceros: ¿acaso en nuestro país, y en muchas de sus entidades federativas, no se impone todo aquello que emana de la SEP o de ciertos organismos autónomos? Insisto, ¿en dónde queda la tan cacaraqueada autonomía profesional que se le ha “otorgado” al magisterio?

Ahora bien, osadamente, alguien podría señalar que las y los docentes no están lo suficientemente preparados para diseñar sus propios instrumentos de evaluación, consecuencia de una deficiente formación inicial o continua, y puede ser relativamente cierto; sin embargo, pienso que precisamente este y otros temas deberían trabajarse con las maestras y maestros a través de programas de fortalecimiento al magisterio como parte de las acciones que emprende, ya sea la Secretaría o MEJOREDU.

Insisto, es de reconocer y aplaudir el esfuerzo hecho, pero, desde mi perspectiva, solo se están proponiendo acciones para paliar algunas de las tantas áreas de oportunidad que enfrenta nuestro sistema educativo, producto de los enormes “huecos” que han dejado los recortes presupuestales y las luchas internas entre dependencias y organismos como los señalados.

Increíblemente, hoy estamos hablando de una evaluación diagnóstica mediante la resolución de unos ejercicios integradores del aprendizaje por parte de las y los estudiantes; dichos ejercicios desde una evaluación situada, pero valorados a través de rúbricas estandarizadas. ¿Alguien entiende la correspondencia o pertinencia entre ambas cuestiones?

¿Dónde habrá colocado la SEP a la observación, los registros anecdóticos, los diarios pedagógicos o de clase, entre otros tantos instrumentos para la recolección de la información que son tan pero tan relevantes para el quehacer cotidiano de los docentes?, ¿por qué priorizar la urgente necesidad de saber en dónde tendría que ser ubicado/clasificado una alumna o alumno dados los criterios de evaluación propuestos?

¿Y si mejor pensamos en fortalecer los esquemas de evaluación formativa, dejamos de asignarle tanta carga administrativa sin sentido a las y los maestros y diseñamos programas de formación continua que acompañen al profesorado, no para un plan de estudios sino para profesionales de la educación que, indistintamente su formación inicial, siempre y en todo momento requerirán de un apoyo pedagógico?

Yo ya no entiendo a esta transformación, pero bueno, como siempre digo: al tiempo.

Fuente de la Información: https://www.educacionfutura.org/evaluacion-diagnostica-alineada-a-un-plan-de-estudios/

 

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Las consultas del SNTE: una farsa

Por:  Abelardo Carro Nava 

Durante seis largos años, el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), liderado por Alfonso Cepeda, no movió un solo dedo para defender a los trabajadores de la educación que continua y reiteradamente fueron violentados en sus derechos laborales y profesionales a partir de los procesos de admisión, promoción, reconocimiento y/o cambios de centro de trabajo que “organizaba” la Unidad del Sistema para la Carrera de las Maestras y los Maestros (USICAMM).

No, no hubo poder humano que lo llevara a plantarse frente a este órgano administrativo para exigir un poquito de transparencia en cada proceso. Bueno, qué podría esperarse de un sindicato que tal concepto lo ha ignorado, no de ahorita, sino desde hace varias, pero varias décadas. No, tampoco se plantó frente a esta unidad administrativa para exigir la aplicación de un poquito de la ley que contempla la Constitución de nuestro país, la Ley General de Educación o la misma Ley del SCMM para que dichos procesos fueran justos y/o equitativos, pero, sobre todo, cuidando que dicha ley no trasgrediera los derechos de los trabajadores de la educación. Claro, qué podría esperarse de un sindicato que la ley, no de ahorita, sino desde hace varias décadas, la ignora anteponiendo sus propios intereses y los de sus familiares, compadres y amigos, ya sea en la asignación de plazas y/o puestos al interior del propio sindicado, en la Secretaría de Educación Pública (SEP) federal o estatales, o en las diferentes escuelas que conforman el sistema educativo a lo largo y ancho de la República Mexicana; corrupción algunos le llaman. No, no hubo queja magisterial emanada de la base que, por mínima que fuera, lo llevara a movilizar a sus agremiados frente a las oficinas, ya sea de esta unidad, de la Secretaría de Gobierno y/o de Palacio Nacional, para exigir una revisión profunda de un sistema que, como antaño: discrimina y excluye, violenta y agrede, etiqueta y clasifica; en fin, de un sistema que difícilmente puede ser concebido de esta manera, dadas las incontables fallas permanentes que presenta.

¿Por qué de buenas a primeras habría que creerle a este sindicato que hoy sí está preocupado por las y los trabajadores de la educación y, por tal motivo, deba de formular una propuesta “construida” por las maestras y maestros para que se cuente con un sistema que deje de atropellar los derechos laborales y profesionales de dichos trabajadores si durante el sexenio de Peña Nieto y López Obrador no hizo absolutamente nada para revertir todo aquello que hoy finge reconocer y que por ello deba contarse con un nuevo sistema que al fin de cuentas sigue siendo un sistema? Tal idea, la de la consulta que recientemente lanzó esta organización sindical es una falta de respeto a la inteligencia no solo del magisterio, sino a todas aquellas personas que cuenten con eso llamamos intelecto.

Esto es así porque, en primer lugar, resulta increíble que este sindicato este a favor de mantener un sistema que, como he dicho y es conocido, genera una desigualdad laboral y salarial importantísima; desigualdad que comenzó desde el momento en que estuvo de acuerdo en la implementación de un programa (muy neoliberal) de estímulos salariales plasmados en el Acuerdo Nacional para la Modernización de la Educación Básica y que, hasta la fecha continua, pero con otro nombre. En segundo, porque la sola idea de proponer una consulta suena a una farsa mayúscula que falta a la inteligencia humana porque, se sabe, que independientemente de que participen maestras y maestros en dicha consulta, los resultados siempre serán a modo de lo que el líder desea; si esto no fuera así, ¿se imaginan cómo quedaría este líder magisterial ante quien desea rendir cuentas de su propia encuesta? En tercer lugar, considerando el cinismo que ha caracterizado a varios de sus líderes, tomar como bandera de “lucha” y “conquista sindical” la transformación de esta unidad administrativa que, de sobra se sabe, no goza de la simpatía del magisterio ni de la presidencia o futura presidencia de la República, es una intentona para legitimarse y/o posicionarse ante el poder que le sirve o pretende servir indiscriminadamente. En quinto lugar, además de las anteriores, personalmente pienso que el charrismo que caracteriza a muchos de estos líderes sigue tan vigente pues, como es sabido, tal cuestión podría llevarles a ocupar un mejor puesto, por ejemplo, en las Cámaras de Diputados o Senadores.

No, no se trata de hacer circo, maroma y teatro para aparentar ser un paladín defensor de las causas de los trabajadores de la educación. No, no se trata de “entregar” a un gremio cuya nobleza, muchas veces los lleva a actuar en consecuencia. No, no se trata se trata de ser faltarle el respeto al magisterio con consultas “chafas” y a modo cuya finalidad tiende a beneficiar a quien la aplica, pero no a quien la contesta.

Se trata pues, se salir a la calle, de ensuciarse los zapatos y de dialogar con el magisterio, pero con todo el magisterio sin que haya escenarios a modo o intimidadores prestos para callar voces cuyas expresiones no suelen ser de su agrado.

¿A poco alguien cree que la propuesta de la próxima presidenta de nuestro país no saldrá avante en las próximas semanas o meses con el SNTE o sin el SNTE?

¡Consultas, sí cómo no! Ya estamos grandecitos para ello.

Al tiempo.

Fuente de la información:  https://revistaaula.com

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La USICAMM es un fraude

Por: Abelardo Carro Nava

Aunque la autoridad fue cuidadosa en no emplear la palabra “hackeo”, la verdad de las cosas es que sí lo fue…

No podemos negar que la llegada del gobierno lopezobradorista a Palacio Nacional en 2018, trajo un cúmulo de esperanzas para quienes se encontraban y encuentran prestando sus servicios en el Sistema Educativo Nacional; esperanzas que se edificaron en la promesa de que “ahora sí” se cumpliría la tan anhelada revalorización del magisterio mexicano. Un sueño “guajiro” si así desea, que no pasa solo por el tema laboral y/o salarial, sino por el reconocimiento pleno de la función que cada trabajador de la educación desempeña en sus respectivos centros de trabajo.

Si desde el 2012 hasta mediados de 2018 ese magisterio había sido menospreciado y desvalorizado, no solo en las palabras sino también en los hechos con la aplicación de una evaluación punitiva, ¿qué nos haría pensar que los trabajadores de la educación no deseaban ser reconocidos y apreciados por la función desempeñada? Y si a ello le agregamos la efímera y charril presencia del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) que defendiera los agravios cometidos durante el sexenio peñanietista, la cosa es que adquiere mayor sentido.

Tal vez se esperaba que como parte de ese reconocimiento y esa valorización, se eliminará aquel organismo creado para sancionar, más no para evaluar a las maestras y los maestros; tal vez se esperaba que los mecanismos de ingreso y promoción de las figuras docentes y administrativas se pensara, organizara y concretara de una manera muy diferente a la que se desarrolló durante el sexenio de Peña Nieto; tal vez se esperaba el destino de mayores recursos económicos para la formación continua del profesorado, con la intención de que esto le permitiera ascender escalafonariamente, mediante un proceso transparente y nada enrarecido como terminó siendo carrera magisterial; tal vez se esperaban muchas cosas que, hoy día, a la luz de los hechos, culminó en eso: en esperanzas. Aunque a fuerza de ser sincero, en este sentido no podría existir queja alguna porque este gobierno, que en su momento se dijo ser “la esperanza” de México, logró eso: construir esperanzas; simples y llanas esperanzas sobre la revalorización del magisterio.

La muestra más palpable se halla en la Unidad del Sistema para la Carrera de las Maestras y los Maestros (USICAMM), un órgano administrativo desconcentrado que, para acabar pronto, solo cambió de nombre porque, precisamente, en los hechos es, y ha sido, una copia (muy mala) de la extinta Coordinación Nacional del Servicio Profesional Docente (CNSPD).

Muchas y muchos esperaban que con la salida de su ex titular, Francisco Cartas, y la llegada de la profesora Adela Piña, los procesos que, insisto, son en extremo similares a los que la CNSPD desarrollaba en su momento, tuvieran una mejora importante y significativa porque, como es sabido, al ocupar la titularidad de este organismo una integrante de la Coordinadora Nacional de los Trabajadores de la Educación (CNTE) y maestra frente a grupo en algún periodo de su vida, los conocimientos que pudiera tener sobre el quehacer docente, le llevarían a realizar diversas propuestas para mejorar la evaluación que, tanto para el ingreso, promoción y reconocimiento, se aplica al magisterio.

Desafortunada y lamentablemente nada de esto sucedió, por el contrario, los procesos empeoraron a tal grado que, hace unos días, se habló de un “acceso ilegal” al proyecto Venus; proyecto que no es otra cosa más que una plataforma digital que da acceso a las maestras y maestros que desean participar en los procesos de la USICAMM en sus diferentes modalidades y niveles educativos. Y, aunque la autoridad fue cuidadosa en no emplear la palabra “hackeo”, la verdad de las cosas es que sí lo fue porque, en sentido estricto, dicho “hackeo” se configura cuando alguien, sin autorización, se apodera una plataforma, redes sociales, correo o computadora. Y bueno, lo peor de todo es que a muchos participantes en esos procesos, que ingresaron a verificar sus resultados en esa plataforma posterior al “acceso ilegal”, aparecían con hasta 1000 puntos más de lo normal (que son 100) y con una leyenda que a más de uno dejó boquiabierto: “fraude”.

¿Cómo es posible que una instancia de gobierno que en sus manos tiene la enorme responsabilidad de desarrollar procesos transparentes, justos y equitativos para todos los participantes haya sido hackeada?, ¿qué certeza se tiene en la asignación de lugares y/o plazas en el magisterio si cualquiera, con algún conocimiento en la materia, puede ingresar y cambiar datos e información a su antojo?, ¿cómo es posible que una instancia a la que se le confían datos e información personales no tenga las medidas de seguridad necesarias para salvaguardar la integridad de las personas?, ¿cómo es posible que su titular no haya salido a dar la cara para explicar lo sucedido y solo se emitió un escueto comunicado en el que, palabras más palabras menos, pareciera que nada hubiera pasado. En verdad, ¿alguien en esa USICAMM o en la propia Secretaría de Educación Pública considera que lo que sucedió no es un tema totalmente grave ya que podría tener una afectación directa a todas las personas que hacen uso de esa plataforma? Tantita… seriedad, pediría a estas instancias, por favor.

Pienso, no de ahorita, porque de la USICAMM y de sus procesos he escrito bastante, que lo peor, pero lo peor del gobierno de la 4T ha sido esto: la USICAMM. Pienso también que este órgano es un fraude, no por el hackeo propiamente dicho, sino porque por fraude se entiende toda acción contraria a la verdad y a la rectitud, que perjudica a la persona contra quien se comete; esto, sin olvidarnos de los sinónimos que existen sobre este término, los cuales son: fraudulencia, engaño, timo, estafa, trampa, defraudación, engañifa, embeleco, insidia, trapacería y asechanza.

¿La virtual presidenta de nuestro país continuará con esta pésima forma de contratar, promover y reconocer al magisterio? Espero que no, pero como siempre digo: al tiempo.

Fuente de la información e imagen:  https://profelandia.com

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No que no, sí que sí, ya volvimos a salir: la CNTE

Por: Abelardo Carro Nava

 

¿Cuándo el SNTE y sus líderes han velado por los derechos laborales y profesionales de sus agremiados?

Corría el segundo mes de 2013 y, previo a la detención de La maestra Elba Esther Gordillo, algunas secciones del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), convocaban a sus agremiados a manifestarse en contra de la reforma educativa de Enrique Peña Nieto; una actividad inusual que, en ese entonces llamó mi atención, porque era un fenómeno que no había sucedido en todos los años que tenía de haber ingresado al magisterio.

Estudioso de los fenómenos sociales, no dude en acudir a esa marcha y mitin a la que habían convocado alguna de esas secciones sindicales (https://www.jornada.com.mx/2013/02/03/opinion/034n2soc=). Recuerdo que la asistencia fue nutrida porque, como se esperaba, las delegaciones y representantes de centros de trabajo habían hecho lo suyo y el escenario pintaba para escuchar arengas y discursos de varios oradores. Como es natural, desde el punto de concentración tuve la oportunidad de charlar con algunos trabajadores de la educación que desconocían lo que iba a suceder llegando al punto de encuentro y concentración, sin embargo, creo que lo más enriquecedor de ese momento, fue haber rescatado diferentes puntos de vista de los asistentes; puntos de vista que estaban muy lejos de esas arengas y discursos que los líderes magisteriales expresarían porque, como bien decían algunos profesores: uno es el que marcha y otro es el que se lleva la lana.

El recorrido hacía la plaza principal de la ciudad fue tortuoso; los rayos de sol, inclementes como lo son, causaban estragos en más de uno de los convocados. Como es lógico, algunos miembros del sindicato, con megáfono y papel en mano, invitaban a expresar a todo pulmón las consignas que se habían preparado; no todos las gritaban.

Desde luego, no faltaron las cartulinas y lonas que contenían expresiones de rechazo hacia una reforma educativa que varios de los presentes desconocían. Obviamente que, quienes repartían esos materiales, eran los miembros de ese comité ejecutivo seccional porque, en realidad, fueron escasos (sino es que nulos) los trabajadores de la educación que llevaron cartulinas, lonas o mantas con algún tipo de señalamiento.

Llegado al lugar de encuentro; el templete estaba colocado y arriba de este ya se encontraba toda la plana mayor del comité seccional local, y alguno que otro invitado del nacional que, por cierto, no se les vio caminar bajo los inclementes rayos del sol, pero, principalmente, con la base magisterial. Un par de oradores antes del orador principal, que era quien en ese momento ejercía el liderazgo sindical, expresaban de nueva cuenta un rechazo hacía una reforma educativa de la que, hasta ese momento, poco se sabía; curiosamente, porque los mismos integrantes del SNTE en ningún momento habían “bajado” la información con todos los trabajadores de la educación.

Recuerdo haberle preguntado a una maestra de edad avanzada si sabía algo de lo que se hablaba y su respuesta, como suele suceder desde hace décadas, no fue otra: lo que yo sé de este tema ha sido por lo que en las noticias se ha dicho, no por el sindicato. No sé si fue en ese momento o en otro posterior (cuando transcribía mis notas), que en mi mente apareció una interrogante que, estoy seguro, más de uno se habrá hecho: entonces, ¿por qué marcha?

Llegado el momento, el orador principal salió a cuadro; los aplausos, por parte de los integrantes de ese comité y de algunos otros miembros de esa sección sindical no se hicieron esperar. Se habló, con ciertas ambigüedades, de las posibles consecuencias que traería para el gremio la aprobación de la reforma educativa; también, del daño que el gobierno de Peña Nieto causaría a las maestras y maestros; desde luego, se expresó hasta el hartazgo lo indispensable que era la unión de todos y todas las trabajadoras de la educación para evitar cualquier afectación laboral; en fin, se habló de todo aquello que, como sindicato y agremiados, se tenía que hacer para defender el “orgullo de ser maestro” y del “orgullo de pertenecer al SNTE” porque, lo recuerdo muy bien, se dijo incansablemente: con el SNTE todo y sin el SNTE nada.

Palabras y discursos que bien a bien no encajaron como debieran entre los asistentes. De hecho, por aquellos días llegué a pensar o deducir, que la razón de esto se hallaba en las escasas o nulas convocatorias que el “institucionalismo” había realizado hasta ese momento, pero también, en la pobre formación ideológica que ha caracterizado a esta organización sindical. En fin.

Pasado ese momento los asistentes “rompieron filas”, se hizo el acostumbrado “pase de lista” y se concluyó tan raro encuentro.

Días más tarde, a nivel nacional se difundía la noticia de la detención de La maestra Gordillo, lideresa vitalicia del SNTE y, a partir de ahí, todo el mundo calló, y de aquel mitin solo quedaron los recuerdos.

Curiosamente, días más tarde, esos mismos líderes que afanosamente expresaban consignas de rechazo a la reforma educativa de Peña Nieto, daban conferencias de prensa en las que hablaban de las bondades de la misma reforma que días antes rechazaban.

Así de cínicos, así de sinvergüenzas.

¿Cuándo el SNTE y sus líderes han velado por los derechos laborales y profesionales de sus agremiados? Repito, desde que ingresé al magisterio hasta la fecha en que escribo estas líneas no he visto tal defensa y, mucho menos, que se hayan movilizado para exigir al gobierno-estado mejoras a las precarias condiciones salariales de los trabajadores de la educación.

Me consta, como seguramente les consta a quienes leen estas líneas, que hay un magisterio que ha sido constante en sus planteamientos y movimientos; me refiero a la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación, un grupo de trabajadores que desde hace décadas está en movimiento.

Sí, estoy segurísimo que no es el mejor movimiento; de hecho, podrían criticarse sus formas y tal vez sus medios, tal y como varios medios de comunicación lo han hecho desde hace tiempo; sin embargo, ese magisterio que se mueve de sol a sol y en muchos territorios; que se planta para exigir mejoras salariales para sus maestras y maestros; que grita y expresa inconformidades que son tan evidentes porque se derivan de problemáticas frecuentes en los centros escolares y comunidades; que, independientemente del gobierno en turno, emprende acciones inmediatas y luego vuelve a las aulas de sus escuelas; es ese magisterio que a ras de piso resuelve y enfrenta los grandes problemas que se viven en sus planteles educativos: sí, es un magisterio que se mueve a ras de piso para exigir mejoras en todos los sentidos y por ello han sido llamados disidentes; pues habría que reflexionar si no es mejor ser llamado disidente que un cínico y sinvergüenza.

No dudo que alguien cuestiones estas líneas, y están en su derecho; solo no pediría confundir entre lo que significa a ras de piso y quienes se han aprovechado y servido de quienes a ras de piso andan en el camino.

¡No que no, sí que sí, ya volvimos a salir! Llegué a escuchar en alguna de las marchas que tuve la oportunidad de presenciar en la Ciudad de México hace pocos días, sin embargo, muy para mis adentros me pregunté: ¿por qué tal expresión si en todo momento y en diferentes sexenios han estado presentes?

Fuente de la información e imagen:  https://profelandia.com

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El SNTE de rodillas

Por: Abelardo Carro Nava

 

Qué triste y penoso espectáculo, pero hoy, sin duda: el SNTE se encuentra de rodillas ante un “poder supremo”.

 

Tal y como se esperaba, el pasado 1º de mayo fue una jornada en la que cientos de trabajadores de la educación, salieron a las calles para “conmemorar” el día del trabajo; sin embargo, contrario al motivo por el cual se realiza este acto, no hubo expresiones de inconformidad hacia el actual gobierno por la promesa fallida de “revalorizar al magisterio” durante este sexenio; tampoco hubo lonas o mantas que plantearan ipso facto la eliminación de la Unidad del Sistema para la Carrera de las Maestras y los Maestros (USICAMM), órgano desconcentrado y brazo extendido de la política neoliberal impulsada por el sargento Nuño y la derecha conservadora; tampoco hubo un duro planteamiento para demandar una mejora sustancial de los salarios de los trabajadores de la educación; mucho menos hubo arengas a favor de una jubilación y pensión digna, recuperando el derecho a jubilarse a los 28 y 30 años de servicio; tampoco hubo una fuerte demanda para exigir la desaparición de la UMA (Unidad de Medida y Actualización), dado que precariza la pensión de todo trabajador al momento de su retiro; no, no hubo una desmedida exigencia para emplazar al gobierno federal afín de que en los planteles se cuente con todo lo necesario para el desarrollo de las actividades, ya sea en el ámbito de la infraestructura, materiales u otros requerimientos que son fundamentales en el proceso de enseñanza y de aprendizaje; no, no se observaron cartulinas con mensajes que exigieran una desburocratización de la labor docente para que se priorizara el quehacer pedagógico y didáctico en las aulas; tampoco se observaron a cientos de trabajadores exigir mejoras en los programas de formación continua y acompañamiento pedagógico tan necesarios en tiempos en que el presupuesto para este rubro es el peor en décadas; no, no se escucharon aquellos reclamos muy sentidos por la incompetencia de muchas autoridades educativas y escolares, cuyo autoritarismo y verticalidad, recuerda a lo más podrido y rancio del priismo de sus buenos tiempos.

No, nada de esto, o tal vez muy poco llegó a escucharse en las calles.

Lo que sí llegó a escucharse y a conocerse a través de propios y extraños, fue la actitud servil y descarada del líder sindical del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) quien, momentos antes de ingresar a una comida con el presidente López Obrador (por el día del trabajo), expresó a los reporteros que le cuestionaron sobre el apoyo en la contienda electoral en curso, que ya sabían a quien apoyaba, a la candidata de la educación, agregando que lo habían incluido en la lista en el lugar 11 para el Senado por Morena y que, por obvias razones, ya tenía y “teníamos” candidata (https://profelandia.com/tenemos-candidata-snte-respalda-a-claudia-sheinbaum/).

Quiero pensar que muy pocos recuerdan aquella fotografía icónica que fue tomada en un evento político-electoral en 2018; en ésta se puede observar a José Antonio Meade (ex candidato a la presidencia de México por el PRI), a Juan Díaz de la Torre (ex líder del SNTE), a Alfonso Cepeda (actual líder del SNTE) y otras y otros políticos más en un templete, tomados de la mano apuntando hacia arriba en señal de victoria y con una gran sonrisa en el rostro. Quiero pensar que muy pocos recuerdan que el SNTE, a través de sus “líderes sindicales”, le ofrecía a Meade la jugosa cantidad de 300 mil maestros para que pudieran vigilar el proceso electoral en 2018, principalmente, para que pudieran llevar votos a las urnas en tal contienda (https://www.sinembargo.mx/26-05-2018/3422724).

Sí, eran aquellos tiempos en los que el régimen neoliberal y los partidos de derecha no eran adversarios de la clase trabajadora mexicana; por el contrario, eran regímenes y partidos que merecían la fabulosa cantidad de 300 mil maestros.

Vaya, esto que estoy argumentando no lo estoy inventando, basta revisar el pronunciamiento que esta organización sindical emitió a propósito del 1º de mayo, particularmente, transcribo 2 pequeños párrafos: “Los trabajadores de la educación tenemos memoria. Sabemos que los gobiernos y partidos de la derecha han sido y serán abiertos adversarios de la clase trabajadora mexicana” y “En 2018, el pueblo de México y los trabajadores decidimos poner fin al régimen neoliberal y conservador que empobreció a los mexicanos y sumió al país en la corrupción, la impunidad, la inseguridad y la violencia” (https://snte.org.mx/blog/pronunciamiento-010524/).

¿Cómo explicar que, durante la campaña electoral de 2018, el ejercito intelectual del lopezobradorismo y de la 4T, nombrado así por Cepeda Salas, apoyaba con todo al ex candidato presidencial priista José Antonio Meade?, ¿cómo explicar que el mismo Cepeda, que gustosa y sonrientemente levantaba la mano a Meade en señal de victoria, sea el mismo que hoy critica al régimen neoliberal y conservador del que se benefició hasta el hartazgo?, ¿cómo explicar que el morenismo reciba entre sus filas a quien solo ha velado por sus propios intereses y se ha olvidado de sus agremiados?, ¿cómo explicar la complacencia y hasta benevolencia de un presidente, de un presidente de partido y de una candidata que se dicen de izquierda al otorgarle prácticamente un escaño a quien, igual que antaño, solo se sirve del poder y se olvida de quien dice servir?

Ojalá y las marchas conmemorativas del 1º de mayo no fueran vistas como la oportunidad de tomarse “selfis” portando una playera y gorra con la imagen del SNTE; ojalá y estas marchas conmemorativas no tuvieran como propósito esperar recibir un “lunch”, y tener el visto bueno del delegado o representante sindical para ausentarse un día durante la semana debido a su participación en el desfile; ojalá y en estas marchas se expresaran todas y cada una de las necesidades y demandas que, regularmente se observan y se escuchan en las escuelas; ojalá y el magisterio reaccionara y se diera cuenta de que lo único que han hecho ciertos líderes sindicales, es servirse del puesto y de sus trabajadores; ojalá y así fuera porque, de lo contrario, no sé qué pensarían los mártires de Chicago si vivieran en estos momentos.

Qué triste y penoso espectáculo, pero hoy, sin duda: el SNTE se encuentra de rodillas ante un “poder supremo”. Ahí están los hechos.

Fuente de la información e imagen:  https://profelandia.com

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Las olimpiadas del conocimiento y el anacronismo de la SEP

Por: Abelardo Carro Nava

 

Desde mi perspectiva la olimpiada es un concurso que a todas luces debería desaparecer…

La muestra más palpable de que al interior de la Secretaría de Educación Pública (SEP) se halla un sistema y una estructura totalmente anacrónica en tiempos “transformadores”, es lo que conocemos con el nombre de “Olimpiada del conocimiento infantil”. Un evento anual contrario a lo que impulsa la Nueva Escuela Mexicana (NEM) en sus principios y orientaciones pedagógicas, sobre todo cuando en éstos se establece que se debe priorizar la atención a poblaciones en desventaja (por condiciones económicas y sociales) con la finalidad de brindar los mismos estándares para garantizar las mismas oportunidades de aprendizaje a todos los mexicanos. Peor aún, cuando en estos mismos principios y orientaciones se señala que se debe promover el aprendizaje de excelencia, inclusivo, pluricultural, colaborativo y equitativo a lo largo del trayecto formativo del alumno, desde su nacimiento hasta que concluya sus estudios.Y lo más grave, que en estos mismos principios se refiera que la evaluación es un proceso y, como tal, debe construirse desde la práctica en el aula y con la participación conjunta de todos los actores de la escuela; evaluación “formativa” le llaman.

Una evaluación que hasta el hartazgo se ha dicho en los Consejos Técnicos Escolares (CTE) y Talleres de “formación” intensiva para docentes, que debe caracterizarse a partir de trabajar con el error de los estudiantes, con una estrategia didáctica que permita interpretar el sentido del error y acordar de manera conjunta una estrategia de acción. Por tanto, en reiteradas ocasiones en estos mismos Consejos y Talleres se ha dicho, que dicha evaluación no se trata de contabilizar las tareas que entrega el alumno, el número de asistencias, el porcentaje de requisitos que cubrió, NI EL NÚMERO DE EXÁMENES QUE APROBÓ; de lo que se trata es de juzgar si lo que hizo estuvo bien o no a partir de la comprensión de lo que no se ha hecho bien y plantear acciones para resolver, mejorar o profundizar un tema, proyecto o situación de la vida diaria, etc.

Visto lo anterior, ¿no acaso la olimpiada de conocimiento infantil es un evento mediante el cual se selecciona a un número determinado de estudiantes cuyos resultados fueron sobresalientes en un examen de conocimientos y, por tanto, es contrario a la visión que dice impulsar la NEM?

Si la memoria no me falla, esta olimpiada comenzó en la década de los sesenta con otro nombre (ruta de independencia), porque el “premio” que se les daba a los alumnos ganadores de este concurso, era un recorrido por ciertos lugares históricos que aludían a la independencia de nuestro país y culminaba con la visita al presidente de la república y al secretario de educación. Años después, ese nombre cambió por “viaje cultural” y, como se sabe, con Carlos Salinas de Gortari se modificó dos veces, primero como “Concurso nacional para el reconocimiento a la excelencia en el sexto grado de primaria” y después como “Olimpiada del conocimiento infantil”, mismo que hasta la fecha sigue vigente, así como también, la visita al ejecutivo federal y al secretario o secretaria de educación en turno; esto último ¿es evidencia de la vigencia de un “presidencialismo exacerbado” como en los mejores tiempo del priismo en el poder?

Y bueno, independientemente de que dicho concurso sea “voluntario” y que, a decir de la SEP, que ingenuamente piensa que se convoca a participar de esta manera a las alumnas y alumnos que cursan el sexto grado de primaria, la verdad de las cosas es que no siempre sucede de esta forma porque, en efecto, se ha hecho una tradición (o tal vez costumbre) que año con año los directores de las escuelas ya tengan en mente qué profesores tendrán ese grado escolar y, desde luego, que dichos profesores ya tengan pensado qué candidato o candidata participaría en este evento en cada una de las etapas que conforman la convocatoria.

Como podemos ver, este es un claro procedimiento de selección que, desde su origen en la SEP, excluye a los estudiantes que por diversas razones no puedan o pudieran participar, pero que tienen o tendrían toda la capacidad o intelecto para ello. ¡Vaya, estamos hablando de un concurso que inició en la década de los sesenta con López Mateos y Torres Bodet! En verdad: ¿a alguien no se le ha ocurrido preguntarse qué beneficios individuales o colectivos (comunitarios como le dicen en la NEM) aporta este tipo de eventos?

Es bien sabido que muchos estudiantes gozan de las condiciones externas (sociales, económicas, culturales, etc.) e internas (naturales o bilógicas) que favorecen su proceso de adquisición de aprendizajes, así como el que haya otros tantos que su proceso, por la razón que sea, los lleve a aprender a otro ritmo; sin embargo, ¿no acaso muchas veces se trabaja de manera especial con aquel alumno o alumna cuyas condiciones podrías ser catalogadas como “sobresalientes” con la finalidad de prepararlo para el examen de la olimpiada de conocimiento? De hecho, dicha preparación se realiza para que el niño pueda responder un examen; sí, así como se leyó: un examen. Luego entonces, después de salir avante en las diferentes etapas (con esa preparación referida) podría hacerse acreedor a esa visita presidencial que generaría cierto “status” personal, escolar, familiar, entre otros aspectos, que lo diferenciarían de los demás. Desde luego, en esta ecuación no habría que perder de vista, que el docente que tuvo a bien trabajar, en esa preparación, con este chico, gozaría de ese mismo “status diferenciador” solo por el simple hecho de que su alumno o alumna haya resultado ganador o ganadora.

Visto de esta forma, desde mi perspectiva la olimpiada es un concurso que a todas luces debería desaparecer o eliminarse en nuestro país porque, siguiendo con la lógica de la NEM, lo ideal es que TODOS LOS NIÑOS se desarrollen bien, que no hubiera diferencias y que todos alcanzaran un aprendizaje que le sea útil en su vida. Desafortunadamente pienso que esto no va a suceder, es decir, que dicho evento no desaparecerá, porque la SEP no tiene la menor idea de donde está parada. De hecho, si se revisan las bases de convocatoria para la olimpiada del conocimiento infantil 2024, podríamos cerciorarnos que estamos ante la mayor estupidez cometida en estos eventos: imagínese evaluar a los niños conforme a los contenidos y procesos de desarrollo de aprendizaje contenidos en los campos formativos de los programas sintéticos de la fase 5.

¿Por qué afirmo esto? Porque como se sabe, en este ciclo escolar se echó a andar los famosísimos programas analíticos, una estrategia de contextualización de contenidos nacionales con la enorme posibilidad de incorporar contenidos locales de acuerdo a las necesidades de las escuelas, mismos que se derivarían de las problemáticas identificadas por los docentes en el diagnóstico escolar realizado al inicio del ciclo escolar. En consecuencia, como se podría pensar, no habría dos programas analíticos iguales y, mucho menos, una secuencia por unidad, bloque, etcétera que lleve a los profesores a abordar los mismos contenidos a nivel local y nacional al mismo tiempo, porque si de algo se ha jactado la SEP a través de su secretaria: es que todos los docentes ya cuentan con una autonomía profesional y curricular que les ha permitido construir sus programas analíticos a partir de sus necesidades.

Pregunta obvia: ¿qué contenidos se van a considerar en esta olimpiada para elaborar un examen que debe ser estandarizado y por el cual todos los docentes y alumnos tuvieron que haberlos visto o abordado casi en el mismo tiempo en las escuelas pero que no lo hicieron porque sus directores y supervisores les exigieron un programa analítico fundamentado en sus problemáticas y necesidades? Entonces, ¿si hay o no hay autonomía profesional? ¡Ya no entiendo!

¡Qué falsos y huecos se escuchan los discursos y videos que la misma SEP envía en cada CTE y Taller intensivo de formación continua! De verdad: ¡qué falsos!

Con negritas:

Ante la polémica desatada en la red social X, por un material para la olimpiada del conocimiento 2024 que circuló y que se llegó a pensar que lo había elaborado la SEP con el propósito de apoyar en este proceso, la periodista Alma Paola Wong emitió un reportaje al respecto; en este se aclara que dicho material fue elaborado por la editorial MD y fue compartido a través de grupos de WhatsApp de profesores como un material “sugerido”. Se agradece la aclaración y, desde luego, sigo pensando que, ante los vacíos enormes de la SEP, las empresas privadas siguen haciendo su agosto.

¿No habría la posibilidad de que la SEP se reinventara para que acompañara sus propias políticas con hechos y no con palabras?

Al tiempo.

Fuente de la información e imagen:  https://profelandia.com

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