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No que no, sí que sí, ya volvimos a salir: la CNTE

Por: Abelardo Carro Nava

 

¿Cuándo el SNTE y sus líderes han velado por los derechos laborales y profesionales de sus agremiados?

Corría el segundo mes de 2013 y, previo a la detención de La maestra Elba Esther Gordillo, algunas secciones del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), convocaban a sus agremiados a manifestarse en contra de la reforma educativa de Enrique Peña Nieto; una actividad inusual que, en ese entonces llamó mi atención, porque era un fenómeno que no había sucedido en todos los años que tenía de haber ingresado al magisterio.

Estudioso de los fenómenos sociales, no dude en acudir a esa marcha y mitin a la que habían convocado alguna de esas secciones sindicales (https://www.jornada.com.mx/2013/02/03/opinion/034n2soc=). Recuerdo que la asistencia fue nutrida porque, como se esperaba, las delegaciones y representantes de centros de trabajo habían hecho lo suyo y el escenario pintaba para escuchar arengas y discursos de varios oradores. Como es natural, desde el punto de concentración tuve la oportunidad de charlar con algunos trabajadores de la educación que desconocían lo que iba a suceder llegando al punto de encuentro y concentración, sin embargo, creo que lo más enriquecedor de ese momento, fue haber rescatado diferentes puntos de vista de los asistentes; puntos de vista que estaban muy lejos de esas arengas y discursos que los líderes magisteriales expresarían porque, como bien decían algunos profesores: uno es el que marcha y otro es el que se lleva la lana.

El recorrido hacía la plaza principal de la ciudad fue tortuoso; los rayos de sol, inclementes como lo son, causaban estragos en más de uno de los convocados. Como es lógico, algunos miembros del sindicato, con megáfono y papel en mano, invitaban a expresar a todo pulmón las consignas que se habían preparado; no todos las gritaban.

Desde luego, no faltaron las cartulinas y lonas que contenían expresiones de rechazo hacia una reforma educativa que varios de los presentes desconocían. Obviamente que, quienes repartían esos materiales, eran los miembros de ese comité ejecutivo seccional porque, en realidad, fueron escasos (sino es que nulos) los trabajadores de la educación que llevaron cartulinas, lonas o mantas con algún tipo de señalamiento.

Llegado al lugar de encuentro; el templete estaba colocado y arriba de este ya se encontraba toda la plana mayor del comité seccional local, y alguno que otro invitado del nacional que, por cierto, no se les vio caminar bajo los inclementes rayos del sol, pero, principalmente, con la base magisterial. Un par de oradores antes del orador principal, que era quien en ese momento ejercía el liderazgo sindical, expresaban de nueva cuenta un rechazo hacía una reforma educativa de la que, hasta ese momento, poco se sabía; curiosamente, porque los mismos integrantes del SNTE en ningún momento habían “bajado” la información con todos los trabajadores de la educación.

Recuerdo haberle preguntado a una maestra de edad avanzada si sabía algo de lo que se hablaba y su respuesta, como suele suceder desde hace décadas, no fue otra: lo que yo sé de este tema ha sido por lo que en las noticias se ha dicho, no por el sindicato. No sé si fue en ese momento o en otro posterior (cuando transcribía mis notas), que en mi mente apareció una interrogante que, estoy seguro, más de uno se habrá hecho: entonces, ¿por qué marcha?

Llegado el momento, el orador principal salió a cuadro; los aplausos, por parte de los integrantes de ese comité y de algunos otros miembros de esa sección sindical no se hicieron esperar. Se habló, con ciertas ambigüedades, de las posibles consecuencias que traería para el gremio la aprobación de la reforma educativa; también, del daño que el gobierno de Peña Nieto causaría a las maestras y maestros; desde luego, se expresó hasta el hartazgo lo indispensable que era la unión de todos y todas las trabajadoras de la educación para evitar cualquier afectación laboral; en fin, se habló de todo aquello que, como sindicato y agremiados, se tenía que hacer para defender el “orgullo de ser maestro” y del “orgullo de pertenecer al SNTE” porque, lo recuerdo muy bien, se dijo incansablemente: con el SNTE todo y sin el SNTE nada.

Palabras y discursos que bien a bien no encajaron como debieran entre los asistentes. De hecho, por aquellos días llegué a pensar o deducir, que la razón de esto se hallaba en las escasas o nulas convocatorias que el “institucionalismo” había realizado hasta ese momento, pero también, en la pobre formación ideológica que ha caracterizado a esta organización sindical. En fin.

Pasado ese momento los asistentes “rompieron filas”, se hizo el acostumbrado “pase de lista” y se concluyó tan raro encuentro.

Días más tarde, a nivel nacional se difundía la noticia de la detención de La maestra Gordillo, lideresa vitalicia del SNTE y, a partir de ahí, todo el mundo calló, y de aquel mitin solo quedaron los recuerdos.

Curiosamente, días más tarde, esos mismos líderes que afanosamente expresaban consignas de rechazo a la reforma educativa de Peña Nieto, daban conferencias de prensa en las que hablaban de las bondades de la misma reforma que días antes rechazaban.

Así de cínicos, así de sinvergüenzas.

¿Cuándo el SNTE y sus líderes han velado por los derechos laborales y profesionales de sus agremiados? Repito, desde que ingresé al magisterio hasta la fecha en que escribo estas líneas no he visto tal defensa y, mucho menos, que se hayan movilizado para exigir al gobierno-estado mejoras a las precarias condiciones salariales de los trabajadores de la educación.

Me consta, como seguramente les consta a quienes leen estas líneas, que hay un magisterio que ha sido constante en sus planteamientos y movimientos; me refiero a la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación, un grupo de trabajadores que desde hace décadas está en movimiento.

Sí, estoy segurísimo que no es el mejor movimiento; de hecho, podrían criticarse sus formas y tal vez sus medios, tal y como varios medios de comunicación lo han hecho desde hace tiempo; sin embargo, ese magisterio que se mueve de sol a sol y en muchos territorios; que se planta para exigir mejoras salariales para sus maestras y maestros; que grita y expresa inconformidades que son tan evidentes porque se derivan de problemáticas frecuentes en los centros escolares y comunidades; que, independientemente del gobierno en turno, emprende acciones inmediatas y luego vuelve a las aulas de sus escuelas; es ese magisterio que a ras de piso resuelve y enfrenta los grandes problemas que se viven en sus planteles educativos: sí, es un magisterio que se mueve a ras de piso para exigir mejoras en todos los sentidos y por ello han sido llamados disidentes; pues habría que reflexionar si no es mejor ser llamado disidente que un cínico y sinvergüenza.

No dudo que alguien cuestiones estas líneas, y están en su derecho; solo no pediría confundir entre lo que significa a ras de piso y quienes se han aprovechado y servido de quienes a ras de piso andan en el camino.

¡No que no, sí que sí, ya volvimos a salir! Llegué a escuchar en alguna de las marchas que tuve la oportunidad de presenciar en la Ciudad de México hace pocos días, sin embargo, muy para mis adentros me pregunté: ¿por qué tal expresión si en todo momento y en diferentes sexenios han estado presentes?

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El SNTE de rodillas

Por: Abelardo Carro Nava

 

Qué triste y penoso espectáculo, pero hoy, sin duda: el SNTE se encuentra de rodillas ante un “poder supremo”.

 

Tal y como se esperaba, el pasado 1º de mayo fue una jornada en la que cientos de trabajadores de la educación, salieron a las calles para “conmemorar” el día del trabajo; sin embargo, contrario al motivo por el cual se realiza este acto, no hubo expresiones de inconformidad hacia el actual gobierno por la promesa fallida de “revalorizar al magisterio” durante este sexenio; tampoco hubo lonas o mantas que plantearan ipso facto la eliminación de la Unidad del Sistema para la Carrera de las Maestras y los Maestros (USICAMM), órgano desconcentrado y brazo extendido de la política neoliberal impulsada por el sargento Nuño y la derecha conservadora; tampoco hubo un duro planteamiento para demandar una mejora sustancial de los salarios de los trabajadores de la educación; mucho menos hubo arengas a favor de una jubilación y pensión digna, recuperando el derecho a jubilarse a los 28 y 30 años de servicio; tampoco hubo una fuerte demanda para exigir la desaparición de la UMA (Unidad de Medida y Actualización), dado que precariza la pensión de todo trabajador al momento de su retiro; no, no hubo una desmedida exigencia para emplazar al gobierno federal afín de que en los planteles se cuente con todo lo necesario para el desarrollo de las actividades, ya sea en el ámbito de la infraestructura, materiales u otros requerimientos que son fundamentales en el proceso de enseñanza y de aprendizaje; no, no se observaron cartulinas con mensajes que exigieran una desburocratización de la labor docente para que se priorizara el quehacer pedagógico y didáctico en las aulas; tampoco se observaron a cientos de trabajadores exigir mejoras en los programas de formación continua y acompañamiento pedagógico tan necesarios en tiempos en que el presupuesto para este rubro es el peor en décadas; no, no se escucharon aquellos reclamos muy sentidos por la incompetencia de muchas autoridades educativas y escolares, cuyo autoritarismo y verticalidad, recuerda a lo más podrido y rancio del priismo de sus buenos tiempos.

No, nada de esto, o tal vez muy poco llegó a escucharse en las calles.

Lo que sí llegó a escucharse y a conocerse a través de propios y extraños, fue la actitud servil y descarada del líder sindical del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) quien, momentos antes de ingresar a una comida con el presidente López Obrador (por el día del trabajo), expresó a los reporteros que le cuestionaron sobre el apoyo en la contienda electoral en curso, que ya sabían a quien apoyaba, a la candidata de la educación, agregando que lo habían incluido en la lista en el lugar 11 para el Senado por Morena y que, por obvias razones, ya tenía y “teníamos” candidata (https://profelandia.com/tenemos-candidata-snte-respalda-a-claudia-sheinbaum/).

Quiero pensar que muy pocos recuerdan aquella fotografía icónica que fue tomada en un evento político-electoral en 2018; en ésta se puede observar a José Antonio Meade (ex candidato a la presidencia de México por el PRI), a Juan Díaz de la Torre (ex líder del SNTE), a Alfonso Cepeda (actual líder del SNTE) y otras y otros políticos más en un templete, tomados de la mano apuntando hacia arriba en señal de victoria y con una gran sonrisa en el rostro. Quiero pensar que muy pocos recuerdan que el SNTE, a través de sus “líderes sindicales”, le ofrecía a Meade la jugosa cantidad de 300 mil maestros para que pudieran vigilar el proceso electoral en 2018, principalmente, para que pudieran llevar votos a las urnas en tal contienda (https://www.sinembargo.mx/26-05-2018/3422724).

Sí, eran aquellos tiempos en los que el régimen neoliberal y los partidos de derecha no eran adversarios de la clase trabajadora mexicana; por el contrario, eran regímenes y partidos que merecían la fabulosa cantidad de 300 mil maestros.

Vaya, esto que estoy argumentando no lo estoy inventando, basta revisar el pronunciamiento que esta organización sindical emitió a propósito del 1º de mayo, particularmente, transcribo 2 pequeños párrafos: “Los trabajadores de la educación tenemos memoria. Sabemos que los gobiernos y partidos de la derecha han sido y serán abiertos adversarios de la clase trabajadora mexicana” y “En 2018, el pueblo de México y los trabajadores decidimos poner fin al régimen neoliberal y conservador que empobreció a los mexicanos y sumió al país en la corrupción, la impunidad, la inseguridad y la violencia” (https://snte.org.mx/blog/pronunciamiento-010524/).

¿Cómo explicar que, durante la campaña electoral de 2018, el ejercito intelectual del lopezobradorismo y de la 4T, nombrado así por Cepeda Salas, apoyaba con todo al ex candidato presidencial priista José Antonio Meade?, ¿cómo explicar que el mismo Cepeda, que gustosa y sonrientemente levantaba la mano a Meade en señal de victoria, sea el mismo que hoy critica al régimen neoliberal y conservador del que se benefició hasta el hartazgo?, ¿cómo explicar que el morenismo reciba entre sus filas a quien solo ha velado por sus propios intereses y se ha olvidado de sus agremiados?, ¿cómo explicar la complacencia y hasta benevolencia de un presidente, de un presidente de partido y de una candidata que se dicen de izquierda al otorgarle prácticamente un escaño a quien, igual que antaño, solo se sirve del poder y se olvida de quien dice servir?

Ojalá y las marchas conmemorativas del 1º de mayo no fueran vistas como la oportunidad de tomarse “selfis” portando una playera y gorra con la imagen del SNTE; ojalá y estas marchas conmemorativas no tuvieran como propósito esperar recibir un “lunch”, y tener el visto bueno del delegado o representante sindical para ausentarse un día durante la semana debido a su participación en el desfile; ojalá y en estas marchas se expresaran todas y cada una de las necesidades y demandas que, regularmente se observan y se escuchan en las escuelas; ojalá y el magisterio reaccionara y se diera cuenta de que lo único que han hecho ciertos líderes sindicales, es servirse del puesto y de sus trabajadores; ojalá y así fuera porque, de lo contrario, no sé qué pensarían los mártires de Chicago si vivieran en estos momentos.

Qué triste y penoso espectáculo, pero hoy, sin duda: el SNTE se encuentra de rodillas ante un “poder supremo”. Ahí están los hechos.

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Las olimpiadas del conocimiento y el anacronismo de la SEP

Por: Abelardo Carro Nava

 

Desde mi perspectiva la olimpiada es un concurso que a todas luces debería desaparecer…

La muestra más palpable de que al interior de la Secretaría de Educación Pública (SEP) se halla un sistema y una estructura totalmente anacrónica en tiempos “transformadores”, es lo que conocemos con el nombre de “Olimpiada del conocimiento infantil”. Un evento anual contrario a lo que impulsa la Nueva Escuela Mexicana (NEM) en sus principios y orientaciones pedagógicas, sobre todo cuando en éstos se establece que se debe priorizar la atención a poblaciones en desventaja (por condiciones económicas y sociales) con la finalidad de brindar los mismos estándares para garantizar las mismas oportunidades de aprendizaje a todos los mexicanos. Peor aún, cuando en estos mismos principios y orientaciones se señala que se debe promover el aprendizaje de excelencia, inclusivo, pluricultural, colaborativo y equitativo a lo largo del trayecto formativo del alumno, desde su nacimiento hasta que concluya sus estudios.Y lo más grave, que en estos mismos principios se refiera que la evaluación es un proceso y, como tal, debe construirse desde la práctica en el aula y con la participación conjunta de todos los actores de la escuela; evaluación “formativa” le llaman.

Una evaluación que hasta el hartazgo se ha dicho en los Consejos Técnicos Escolares (CTE) y Talleres de “formación” intensiva para docentes, que debe caracterizarse a partir de trabajar con el error de los estudiantes, con una estrategia didáctica que permita interpretar el sentido del error y acordar de manera conjunta una estrategia de acción. Por tanto, en reiteradas ocasiones en estos mismos Consejos y Talleres se ha dicho, que dicha evaluación no se trata de contabilizar las tareas que entrega el alumno, el número de asistencias, el porcentaje de requisitos que cubrió, NI EL NÚMERO DE EXÁMENES QUE APROBÓ; de lo que se trata es de juzgar si lo que hizo estuvo bien o no a partir de la comprensión de lo que no se ha hecho bien y plantear acciones para resolver, mejorar o profundizar un tema, proyecto o situación de la vida diaria, etc.

Visto lo anterior, ¿no acaso la olimpiada de conocimiento infantil es un evento mediante el cual se selecciona a un número determinado de estudiantes cuyos resultados fueron sobresalientes en un examen de conocimientos y, por tanto, es contrario a la visión que dice impulsar la NEM?

Si la memoria no me falla, esta olimpiada comenzó en la década de los sesenta con otro nombre (ruta de independencia), porque el “premio” que se les daba a los alumnos ganadores de este concurso, era un recorrido por ciertos lugares históricos que aludían a la independencia de nuestro país y culminaba con la visita al presidente de la república y al secretario de educación. Años después, ese nombre cambió por “viaje cultural” y, como se sabe, con Carlos Salinas de Gortari se modificó dos veces, primero como “Concurso nacional para el reconocimiento a la excelencia en el sexto grado de primaria” y después como “Olimpiada del conocimiento infantil”, mismo que hasta la fecha sigue vigente, así como también, la visita al ejecutivo federal y al secretario o secretaria de educación en turno; esto último ¿es evidencia de la vigencia de un “presidencialismo exacerbado” como en los mejores tiempo del priismo en el poder?

Y bueno, independientemente de que dicho concurso sea “voluntario” y que, a decir de la SEP, que ingenuamente piensa que se convoca a participar de esta manera a las alumnas y alumnos que cursan el sexto grado de primaria, la verdad de las cosas es que no siempre sucede de esta forma porque, en efecto, se ha hecho una tradición (o tal vez costumbre) que año con año los directores de las escuelas ya tengan en mente qué profesores tendrán ese grado escolar y, desde luego, que dichos profesores ya tengan pensado qué candidato o candidata participaría en este evento en cada una de las etapas que conforman la convocatoria.

Como podemos ver, este es un claro procedimiento de selección que, desde su origen en la SEP, excluye a los estudiantes que por diversas razones no puedan o pudieran participar, pero que tienen o tendrían toda la capacidad o intelecto para ello. ¡Vaya, estamos hablando de un concurso que inició en la década de los sesenta con López Mateos y Torres Bodet! En verdad: ¿a alguien no se le ha ocurrido preguntarse qué beneficios individuales o colectivos (comunitarios como le dicen en la NEM) aporta este tipo de eventos?

Es bien sabido que muchos estudiantes gozan de las condiciones externas (sociales, económicas, culturales, etc.) e internas (naturales o bilógicas) que favorecen su proceso de adquisición de aprendizajes, así como el que haya otros tantos que su proceso, por la razón que sea, los lleve a aprender a otro ritmo; sin embargo, ¿no acaso muchas veces se trabaja de manera especial con aquel alumno o alumna cuyas condiciones podrías ser catalogadas como “sobresalientes” con la finalidad de prepararlo para el examen de la olimpiada de conocimiento? De hecho, dicha preparación se realiza para que el niño pueda responder un examen; sí, así como se leyó: un examen. Luego entonces, después de salir avante en las diferentes etapas (con esa preparación referida) podría hacerse acreedor a esa visita presidencial que generaría cierto “status” personal, escolar, familiar, entre otros aspectos, que lo diferenciarían de los demás. Desde luego, en esta ecuación no habría que perder de vista, que el docente que tuvo a bien trabajar, en esa preparación, con este chico, gozaría de ese mismo “status diferenciador” solo por el simple hecho de que su alumno o alumna haya resultado ganador o ganadora.

Visto de esta forma, desde mi perspectiva la olimpiada es un concurso que a todas luces debería desaparecer o eliminarse en nuestro país porque, siguiendo con la lógica de la NEM, lo ideal es que TODOS LOS NIÑOS se desarrollen bien, que no hubiera diferencias y que todos alcanzaran un aprendizaje que le sea útil en su vida. Desafortunadamente pienso que esto no va a suceder, es decir, que dicho evento no desaparecerá, porque la SEP no tiene la menor idea de donde está parada. De hecho, si se revisan las bases de convocatoria para la olimpiada del conocimiento infantil 2024, podríamos cerciorarnos que estamos ante la mayor estupidez cometida en estos eventos: imagínese evaluar a los niños conforme a los contenidos y procesos de desarrollo de aprendizaje contenidos en los campos formativos de los programas sintéticos de la fase 5.

¿Por qué afirmo esto? Porque como se sabe, en este ciclo escolar se echó a andar los famosísimos programas analíticos, una estrategia de contextualización de contenidos nacionales con la enorme posibilidad de incorporar contenidos locales de acuerdo a las necesidades de las escuelas, mismos que se derivarían de las problemáticas identificadas por los docentes en el diagnóstico escolar realizado al inicio del ciclo escolar. En consecuencia, como se podría pensar, no habría dos programas analíticos iguales y, mucho menos, una secuencia por unidad, bloque, etcétera que lleve a los profesores a abordar los mismos contenidos a nivel local y nacional al mismo tiempo, porque si de algo se ha jactado la SEP a través de su secretaria: es que todos los docentes ya cuentan con una autonomía profesional y curricular que les ha permitido construir sus programas analíticos a partir de sus necesidades.

Pregunta obvia: ¿qué contenidos se van a considerar en esta olimpiada para elaborar un examen que debe ser estandarizado y por el cual todos los docentes y alumnos tuvieron que haberlos visto o abordado casi en el mismo tiempo en las escuelas pero que no lo hicieron porque sus directores y supervisores les exigieron un programa analítico fundamentado en sus problemáticas y necesidades? Entonces, ¿si hay o no hay autonomía profesional? ¡Ya no entiendo!

¡Qué falsos y huecos se escuchan los discursos y videos que la misma SEP envía en cada CTE y Taller intensivo de formación continua! De verdad: ¡qué falsos!

Con negritas:

Ante la polémica desatada en la red social X, por un material para la olimpiada del conocimiento 2024 que circuló y que se llegó a pensar que lo había elaborado la SEP con el propósito de apoyar en este proceso, la periodista Alma Paola Wong emitió un reportaje al respecto; en este se aclara que dicho material fue elaborado por la editorial MD y fue compartido a través de grupos de WhatsApp de profesores como un material “sugerido”. Se agradece la aclaración y, desde luego, sigo pensando que, ante los vacíos enormes de la SEP, las empresas privadas siguen haciendo su agosto.

¿No habría la posibilidad de que la SEP se reinventara para que acompañara sus propias políticas con hechos y no con palabras?

Al tiempo.

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Más allá de Aurelio Nuño y Marx Arriaga

Por: Abelardo Carro Nava

 

¿Hay una realidad educativa más allá de Aurelio Nuño y Marx Arriaga? Desde luego, pero esa se desprecia o se finge demencia.

 

Hace unos días, una maestra de cuarto grado de primaria me platicaba sobre una situación que recién había vivido con sus alumnos, particularmente con un niño, cuando éste fue sorprendido “trepado” en una silla con celular en mano y tomando algunas fotografías hacia el interior de los baños de las niñas. Al ser descubierto por un maestro, el estudiante fue conducido a la dirección de la escuela con la finalidad de que el director tuviera conocimiento de la situación y, probablemente, se tomaran algunas decisiones. Como parece obvio, el pequeño desde que fue interrogado negaba lo que el profesor había observado y por lo cual lo había conducido con la autoridad escolar (tomar fotografías). Ante esta reacción y ante la imposibilidad de revisar el celular del infante (la escuela ya tenía una denuncia en derechos humanos porque una practicante de una escuela normal sorprendió a un niño tomándole fotografías al interior del salón cuando ella estaba de espaldas y, al darse cuenta de ello, tomó el celular de niño y lo revisó), fueron citados sus padres de familia para que en este momento se presentaran al plantel educativo. Los padres no llegaron, solamente acudió el abuelo y, con la autorización del éste se revisó el celular y, en efecto, se observaron imágenes del interior del baño. Acto seguido se retiró el abuelo con el niño, con la promesa de que hablaría con sus padres y con el infante.

Semanas atrás, también tuve la oportunidad de dialogar con dos maestras de secundaria; pienso que ellas, de alguna forma querían ser escuchadas porque la situación por la que atravesaban les preocupaba. Se trataba de algunos chicos y chicas que, en pasillos, se rumoraba consumían algunas drogas. Un rumor que días más tarde comprobaron cuando a algunos de ellos les encontraron unas bolsitas transparentes con “crico” (metanfetamina cristalina) en sus mochilas, pero también, una “cangurera” (bolsa para la cintura) con dinero que habían obtenido por la venta de dicha droga en la escuela. Al ser requeridos los padres de familia de los estudiantes descubiertos, éstos asistieron solo para confirmar que estaban sabedores de la situación y les “recomendaron” a los maestros y directivos que pensaran muy bien si es que tenían pensado denunciarlos antes las autoridades.

En otro escenario, desde luego ligado al ámbito educativo y escolar que vengo tratando, en esas constantes charlas que llegan a tenerse en algunos espacios en las instituciones, varias colegas de preescolar me comentaban sobre las distintas problemáticas que, no de ahorita sino de antaño, se vienen presentando y agudizando en los jardines de niños. Como parece obvio, los padres de familia son, por “default”, uno de los tantos temas que indiscutiblemente se colocan en las conversaciones, tanto por su falta de involucramiento en las actividades de aprendizaje, así como por su exceso de involucramiento en dichas actividades; desde luego, sin olvidar los efectos de una crianza que son tan palpables en cada uno de los niños cuando interactúan con otros pequeños o con las maestras y maestros. Crianza que poco abona al trabajo docente cuando dichas escuelas son vistas como “guarderías” y las maestras como personal de servicio que debe estar a la entera disposición de los paterfamilias. Esto, sin olvidar que el propio Sistema y, tal vez los distintos gobiernos, poco o nada han hecho para hacerle entender a la sociedad que, por ejemplo, de los preescolares, los niños no deben egresar leyendo, escribiendo o contando. La charla culminó planteando una sencilla pregunta: ¿todo es responsabilidad de la educadora o educador?

Y bueno, ya que hablamos de educadores, no hay que perder de vista los efectos que ha dejado la implementación de distintos planes de estudios, desde el 2004 hasta la fecha, en la educación básica, en las escuelas y, particularmente en la profesión docente, con los docentes y sus alumnos.

Desde luego, este tema es extremadamente amplio y complejo de abordar, y por obvias razones, en este espacio poco podría tratar al respecto. De hecho, si se analiza con detenimiento nos podríamos dar cuenta, que han pasado casi 20 años desde que comenzó este “ciclo reformista” en nuestro país y, a la fecha, poco análisis, diálogo, debate o conversaciones se han hecho sobre este aspecto: el de la implementación de los planes de estudio y sus efectos en el ejercicio docente y en los alumnos. Peor aún, si poco se ha dialogado sobre este tema, no quiero pensar que poco o nada se han tomado en cuenta los estudios que se pudieran haberse realizado para que la toma de decisiones se acercara lo que más se pudiera a lo que en las escuelas se vive y no a lo que, por ejemplo, desde “Palacio Nacional” se mandata.

¿De qué manera un modelo educativo, currículo o plan de estudios abona a la atención de las diversas problemáticas o situaciones que son tan comunes en los jardines de niños, primarias o secundarias y que, en los últimos años, se han agudizado?, ¿de qué manera un modelo educativo, currículo o plan de estudios favorece el trabajo docente que se desarrolla en el aula cuando hay una estructura vertical que asfixia la paupérrima autonomía profesional?, ¿de qué manera un modelo educativo, currículo o plan de estudios valoriza al magisterio cuando se tiene una combinación algo extraña entre neoliberalismo y humanismo en las filas de la USICAMM?, ¿de qué manera un modelo educativo, currículo o plan de estudios apoya la comprensión de los distintos fenómenos sociales si desde el centro, igual que antaño, se mandatan planes de estudio, libros de texto y otros materiales educativos?, ¿de qué manera un modelo educativo, currículo o plan de estudios abona para que la sociedad tenga una percepción diferente de la escuela y de los maestros cuando en los hechos se ha complejizado su función social en los centros educativos?, ¿de qué manera un modelo educativo, currículo o plan de estudios favorece que muchos maestros o maestras no compren o adquieran planeaciones didácticas, o bien, que les permitan proponer y aplicar sus propias propuestas en razón de su capacidad, conocimiento y experiencia?, ¿en qué medida un modelo educativo, currículo o plan de estudios proporciona una mirada diferente para que la educación deje de ser vista como un gran negocio, político o económico, y en su lugar se adquiera y desarrolle un sentido emancipador a través de un pensamiento crítico?. En fin.

Interrogantes como éstas puede haber bastantes porque, desde mi perspectiva, el tema educativo no pasa por una pequeña cabina de radio donde dos personajes, pendencieros por naturaleza, establecen una conversación superflua, con dimes y diretes de lavadero.

Si se piensa bien, en el anterior “debate” que se dio entre Marx Arriaga, Director de Materiales Educativos de la SEP, y Aurelio Nuño, ex Secretario de Educación en el periodo de Peña Nieto, quien ganó fue quien invitó a ambos: Joaquín López Doriga y, desde luego, perdimos todos; es decir, volvieron a ganar los medios de comunicación que han hecho y hacen de la educación un gran negocio, y no los que verdaderamente tuvieron que haber ganado: los millones de estudiantes que a diario acuden a sus escuelas a lo largo y ancho de la República Mexicana.

Pienso que la educación del país, y todo aquello que a diario la atraviesa, no se dimensiona a través de dos posturas distintas, insisto, de personajes pendencieros por naturaleza. Tampoco ayuda que solo un medio de comunicación “difunda” lo que desde su perspectiva puede difundir sobre la situación por la que atraviesa nuestro sistema educativo en voz de un funcionario y exfuncionario.

Y bueno, como bien lo diría una colega con la cual coincido en su planteamiento: hay un tremendo desprecio al campo cultivado y una preferencia a la manipulación mediática de la que, difícilmente, podremos obtener una comprensión para dimensionar la situación educativa en nuestro país.

Seguramente, tal y como así fue acordado, vendrá un segundo capítulo cual programa televisivo, de esos que tanto desprecia este gobierno porque son parte de ese neoliberalismo que tanto daño le ha hecho a este país, teniendo a dos protagonistas de una telenovela que recién comienza y que posiblemente termine en romance; uno de ellos ya logró su cometido, estar en cartelera después de que el magisterio lo despachó hace seis años; el otro, como se dice en mi pueblo: solito se puso de pechito y cayó en su juego.

¿Hay una realidad educativa más allá de Aurelio Nuño y Marx Arriaga? Desde luego, pero esa se desprecia o se finge demencia.

Al tiempo.

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El negocio de las planeaciones didácticas: un mal en el Sistema Educativo

Por: Abelardo Carro Nava

 

Después de haber cursado cuatro años en una institución formadora de docentes, ¿vale la pena comprar una planeación didáctica?

En los distintos planes de estudio, por ejemplo, de las escuelas normales, se han considerado algunas asignaturas o materias relacionadas con la planeación de la enseñanza; un ejercicio que todo estudiante debe conocer, analizar, comprender y dominar porque, como tal, favorece la organización del trabajo docente en las instituciones en las que se inserta a realizar sus prácticas profesionales. De hecho, en mayor o menor medida, dependiendo de la licenciatura que esté cursando, el alumno desde el primer semestre acude a las distintas instituciones educativas en las que es asignado por un maestro o maestra que coordina la observación y práctica docente, a observar y registrar aquello que se vincule con los contextos escolares y, particularmente, con la actividad que realizan los profesores en los salones de clase. Luego entonces, después de haber recabado cierta información, regresa a la normal con el propósito de reflexionar, a través de un ejercicio de descomposición del todo en sus partes, sobre la función docente.

Este breve acercamiento a las comunidades y contextos escolares, así como a las escuelas, por ejemplo, de nivel básico, le permiten tener un breve diagnóstico de la realidad que viven los alumnos con los que más tarde pondrá en marcha los conocimientos que va adquiriendo en la escuela normal, pero también, los que por cuenta propia ha adquirido en su recorrido por la educación preescolar, primaria, secundaria y bachillerato pues, aunque no se piense como cierto, dicho estudiante ha tenido contacto con la docencia más allá de lo que uno pudiera pensar, en virtud de que prácticamente en toda su trayectoria académica y escolar ha tenido a un docente impartiéndole alguna clase.

Como parece lógico, después de este momento es que comienza a surgir otro de singular importancia, el del conocimiento de las disciplinas y la manera en las que podrían ser abordadas a partir de los contenidos que se han plasmado en los planes de estudios de la educación básica pues, indistintamente, el estudiante normalista debe conocer, analizar y comprender que su ejercicio implica momentos de enseñanza que traen consigo la puesta en marcha de un cúmulo de habilidades que van de lo cognitivo hasta lo social y profesional. Es obvio, la didáctica aparece en este momento como el eje que articula el conocimiento disciplinar con la realidad/experiencia/conocimiento que viven los alumnos de, por ejemplo, un jardín de niños o una escuela primaria, pero también, con los del alumno practicante.

Y bueno, en esa articulación, entra de lleno el tema de la planeación didáctica; un ejercicio que, como he dicho, permite organizar el trabajo docente a partir de especificar contenidos, propósitos, estrategias, actividades, recursos y/o materiales didácticos, evaluación, etcétera. Entonces, vista como un instrumento o herramienta, la planeación de la enseñanza está lejos de ser lo que en un formato se concentra, porque la idea es que el normalista entienda o comprenda, que planear implica un proceso mediante el cual se articulan diversos haceres y saberes de quien planea y, por tanto, este ejercicio suele ser individual porque, como se sabe, un docente planea en razón de lo que en la escuela encuentra, específicamente, en su aula, con sus alumnos.

Dicho de otra forma, no se planea por planear; se realiza esta acción partiendo, generalmente, del diagnóstico cotidiano que arroja el trabajo diario del docente en un grupo escolar y, por tanto, dicha planeación solo es una guía u orientación que marca un posible camino o escenario de trabajo de enseñanza y de aprendizaje que suele modificarse/replantearse en la medida en que los alumnos y el docente mismo van logrando los objetivos de aprendizaje propuestos.

De esta forma, se entiende, y el normalista entiende, que la planeación es, por naturaleza flexible, nunca rígida, y sí favorecedora del trabajo que espera realizarse en un grupo escolar.

Luego entonces, ¿qué pasa cuando los egresados de las instituciones formadoras de docentes culminan sus estudios, egresan y obtienen un lugar en el sector privado o público en alguna escuela del nivel educativo al que corresponda la licenciatura que cursó? La lógica diría que, con la enseñanza y aprendizajes adquiridos en, por ejemplo, las escuelas normales, el tema del diagnóstico, pero, sobre todo, el de la planeación didáctica, no representaría ningún inconveniente en virtud de haber cursado cuatro años en una normal y haber llevado, desde el inicio de su formación, cursos relacionados con el tema que comento, el de la planeación didáctica; sin embargo, no siempre sucede de esta forma, porque aunque hay maestras y maestros que realizan sin mayor problema sus planeaciones didácticas cada semana, quincena o mes, hay otros tantos más que las adquieren con quienes ofrecen este recurso tan valioso y único en el ejercicio docente, pero, lo más preocupante, es que después de adquirirlas, algunos otros las aplican o ejecutan sin haber realizado un análisis minucioso de su estructura y, mucho menos, de la estructura que compone una secuencia didáctica. Y bueno, de la intención didáctica que podría contener una planeación mejor ni hablamos, porque dicha intención correspondería única y exclusivamente a quien planea porque, como he dicho, conoce a su grupo.

Desde luego, pienso que al existir demanda la oferta es un hecho inminente, sin embargo, bien valdría la pena preguntarse qué tanto abona a un ejercicio profesional, como lo es el de la docencia, la adquisición y aplicación de planeaciones que no han sido elaboradas conforme a las condiciones, necesidades, intereses, motivaciones, etcétera de un grupo escolar y de un contexto en particular. Pienso, que en estos días donde la proliferación de páginas o espacios virtuales donde se vende de todo para el magisterio, este ejercicio, el de la planeación, debería ser tratado con más cuidado porque, claramente, hay una diferencia entre encontrar una serie de orientaciones, videos, artículos, entre otras cuestiones que podrían apoyar al proceso de elaboración de una planeación, a encontrar negocios, muchas veces propiedad de los mismos docentes, donde se venden las planeaciones para ser aplicadas, por ejemplo, de acuerdo a la Nueva Escuela Mexicana.

Después de haber cursado cuatro años en una institución formadora de docentes, ¿vale la pena comprar una planeación didáctica? Es cierto, la excesiva carga administrativa de los últimos años ha representado un verdadero lastre que dificulta el trabajo docente en las escuelas de los distintos niveles educativos, pero dicha carga no puede ni podría o tendría que ser un pretexto para no tomarse el tiempo de, al menos, revisar los contenidos, estrategias, actividades, recursos, etcétera que se podrían emplear en las distintas sesiones de la semana, quincena, mes.

¿La Secretaría de Educación Pública podría hacer algo al respecto o de plano va a seguir fingiendo demencia cuando se sabe que su estructura sigue solicitando formatos para esto, para lo otro y para ello, por ejemplo, de las planeaciones didácticas?, ¿los docentes podrían reflexionar sobre este y otros tantos temas, por ejemplo, en los Consejos Técnicos Escolares o de plano se seguirá normalizando la adquisición de planeaciones didácticas para ser entregadas y aplicadas sin un análisis que permita ponderar su viabilidad, ajustes o adecuaciones propias de su función y del entorno?

Y bueno, los profesores que venden planeaciones, ¿seguirán viendo a la educación como un gran negocio?

Al tiempo.

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Mejoredu desaparece, por qué no la USICAMM

Por:  Abelardo Carro Nava

MEJOREDU es un organismo público descentralizado, no sectorizado, con autonomía técnica, operativa, presupuestaria, de decisión y de gestión…

Tal vez nadie le informó al presidente, que la Unidad del Sistema para la Carrera de la Maestras y Maestros (USICAMM) es un organismo desconcentrado, con autonomía técnica, operativa y de gestión que ha vulnerado los derechos laborales y profesionales de cientos de trabajadores de la educación en lo que va del sexenio; tal vez nadie le informó al presidente, que este organismo ha mantenido la misma política tecnocrática y neoliberal que impulsó el peñanietismo al más puro estilo de quien, en el gremio magisterial es conocido con el mote del Sargento Nuño; tal vez nadie le informó al presidente, que la política de estímulos salariales que coordina e impulsa este organismo, no satisface las demandas de mejoras salariales ampliamente demandadas por las maestras y maestros de México; tal vez nadie le informó y sugirió al presidente que, si un organismo debería de desaparecer con la intención de favorecer parte del intricado Sistema Educativo Mexicano, tendría que haber sido la USICAMM y no la Comisión Nacional para la Mejora Continua de la Educación, mejor conocida como MEJOREDU.

Razones, como las expuestas, hay o habría de sobra para evidenciar la poca o nula utilidad de un organismo mediante el cual, supuestamente, se “revalorizaría” al magisterio; no obstante, pienso que ante el desconocimiento y falta de un ejercicio donde la evaluación pudiera conducir la toma de decisiones para proponer la desaparición de ciertos organismos autónomos como los que ha propuesto el presidente en días pasados es que, precisamente, se toman malas decisiones que indudablemente podrían generar algunos vacíos en el ámbito educativo, sobre todo, cuando de información y/o datos se refiere. Información o datos que podrían dar pauta a la generación de propuestas de diversa índole para la atención y mejoramiento de dicho Sistema. Me explico.

Como sabemos, la MEJOREDU es un organismo público descentralizado, no sectorizado, con autonomía técnica, operativa, presupuestaria, de decisión y de gestión, con personalidad jurídica y patrimonio propio desde el 15 de mayo de 2019. Su aparición en escena estuvo directamente relacionada con la desaparición del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE); instituto que fue percibido por buena parte del magisterio, como un instrumento del gobierno que perseguía, denostaba y sancionada al gremio.

Y bueno al ser la MEJOREDU un organismo “autónomo”, la reforma constitucional de 2019 le atribuyó diversas responsabilidades, entre las que destacan: 1. Realizar estudios, investigaciones especializadas y evaluaciones diagnósticas, formativas e integrales del Sistema Educativo. 2. Determinar indicadores de resultados de la mejora continua de la educación. 3. Establecer los criterios que deben cumplir las instancias evaluadoras para los procesos valorativos, cualitativos, continuos y formativos de la mejora continua de la educación. 4. Emitir lineamientos relacionados con el desarrollo del magisterio, el desempeño escolar, los resultados de aprendizaje; así como de la mejora de las escuelas, organización y profesionalización de la gestión escolar. 5. Sugerir elementos que contribuyan a la mejora de los objetivos de la educación inicial, de los planes y programas de estudio de educación básica y media superior, así como para la educación inclusiva y de adultos. Entre otros tanto más.

Como puede verse, la relevancia de este instituto no es menor, si consideramos que desarrollar investigaciones y/o evaluaciones diagnósticas como las que ofrece esta institución, permite contar con datos que llevan a la toma de decisiones de los responsables de conducir la vida educativa de un país.

Pongo un ejemplo, si un médico recibiera a un paciente en un estado de gravedad que, visiblemente, podría indicar la necesidad de ser intervenido quirúrgicamente, ¿solicitaría la realización de un estudio para conocer las causas que originan el malestar del paciente o de inmediato lo introduciría al quirófano para proceder conforme a los dictados de su disciplina? El sentido común nos indicaría que los estudios son absolutamente necesarios para conocer las razones por las que un paciente sufre determinado malestar en su organismo, luego entonces, con los resultados de esa valoración, dicho médico podría tomar las decisiones que, conforme a su conocimiento, experiencia o disciplina, podría tomar.

Esto es lo mismo que, de alguna manera pasa, o tendría que pasar en el Sistema Educativo, pero, ¿por qué la necesidad de contar con un organismo autónomo? Simplemente porque esa autonomía lo llevaría a realizar, por ejemplo, los estudios o investigaciones que pudiera realizar para, luego, dar a conocer los resultados a quien corresponda con la finalidad de que se pudieran tomar las mejores decisiones en razón de la educación de millones de niñas, niños y adolescentes.

Si la MEJOREDU, como se ha dicho, será “trasladada” a la Secretaría de Educación Pública (SEP), ¿qué garantiza que la información que ésta generé (del Sistema Educativo) no tendría un sesgo que no permitiera conocer cómo se encuentra dicho Sistema? Por simple y llana lógica, las acciones que se pudieran derivar de la realización de estudios o investigaciones que la misma SEP realizaría, tendría escasa, pero escasísima credibilidad entre el gremio y, como parece obvio, entre la sociedad.

Entiendo las decisiones “presidenciales” y las intenciones que éstas conllevan, pero lo que no acabo de entender es la poca, pero poquísima capacidad de análisis y propuesta de las autoridades educativas y gubernamentales para, por ejemplo, diseñar un esquema que permita y/o favorezca el ingreso de maestras y maestros al Sistema, o bien, para que dichos maestros y maestras puedan mejorar sus condiciones salariales sin la aplicación de un bendito examen diseñado y aplicado por un Centro de Evaluación al que se le pagan millones de pesos cada año.

Si la SEP y el gobierno no tienen la capacidad de analizar y valorar entre dos instancias como lo es la USICAMM o la MEJOREDU, ¿qué nos hace pensar que el rumbo que seguirá la educación de nuestro país va por buen camino?

Al tiempo.

Cierro estas líneas, leyendo un reportaje de Alma Paola Wong, de grupo Mileno, intitulado: Mejoredu alerta que 4 millones de jóvenes no asisten de manera regular a la escuela (https://www.milenio.com/politica/mejoredu-alerta-millones-menores-regularmente-clases). Así de relevante es la información que proporcionan algunos organismos autónomos quienes, dicho sea de paso, no han perseguido ni denostado al magisterio. Así de relevante sería su permanencia, pero, para cómo están las cosas, hablar de autonomía en este gobierno es hablar de un sueño, tal y como también se significa en el Plan de estudios 2022. Sí, un sueño.

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Libros de Texto Gratuitos: momentos de reflexión para el 2024

Por: Abelardo Carro Nava

Pensar que el docente no requiere de un proceso de formación continua es ignorar el proceso educativo y lo que en éste sucede.

El 2023 se termina, y parece bastante pertinente reflexionar sobre los diversos acontecimientos que en el ámbito educativo se presentaron a lo largo del año. Es obvio, la inquietud que antecede a un periodo de descanso, trae consigo momentos de reflexión y/o análisis de lo que en nuestra vida sucede, ya sea en lo personal o en lo profesional. En cualesquiera de los casos, insisto, parece conveniente reflexionar sobre algunos temas que nos ocupan y preocupan, sobre todo por la posible incertidumbre que despiertan.

Creo, desde mi perspectiva, uno de los temas que sigue causando controversia es el de los Libros de Texto Gratuitos (LTG) de eso que han llamado Nueva Escuela Mexicana (NEM); no es para menos, el giro vertiginoso que implicó plantear una propuesta diferente a la que se conocía por varios años, movilizó a ciertos sectores conservadores, empresariales o de académicos e investigadores a plantear lo que, desde su visión, significaba implementar en las escuelas de educación básica unos materiales que, si bien podrían tener un carácter prescriptivo, no satisfacían lo que desde su punto de vista debían contener para que se generara el aprendizaje en las escuelas.

Las reacciones fueron diversas, hubo quienes emprendieron una intensa campaña de desprestigio a través de medios de diversos medios de comunicación, como Tv Azteca, hasta quienes mesurada y razonablemente expusieron sus argumentos en razón de las áreas de oportunidad que observaban, por ejemplo, en matemáticas. Del lado contrario, hubo quienes a capa y espada defendieron a ultranza su elaboración e implementación, hasta quienes con diversos argumentos vieron la posibilidad de emprender un camino diferente, donde la autonomía profesional y curricular colocara al centro el quehacer docente para la generación de aprendizajes y no a los LTG.

En todo caso, me parece que la discusión en torno a estos materiales abrió una puerta que, hasta hace algunos años era impensable, pues rara vez eran cuestionados los libros de texto y, mucho menos, a quienes se encargaban de elaborarlos, imprimirlos y distribuirlos. Con ello, pienso, se evidenció lo que muy probablemente se murmuraba en pasillos: más allá del contenido de los LTG (que desde luego puede ser debatible), dichos materiales representaban un negocio millonario para ciertas empresas y empresarios.

Por lo que corresponde a su contenido, me pareció bastante pertinente leer o escuchar a diversos especialistas en cada una de las ramas o disciplinas en las que se desenvuelven; su experiencia y conocimiento creo es, y ha sido, importante y necesaria para comprender las diferentes miradas que hay en torno a diversos temas que se abordan en las escuelas de educación básica. Los foros, conversatorios o conferencias aportaron eso, una mirada que probablemente fortalece la formación inicial o continua que recibieron las maestras y maestros en alguna etapa de su trayectoria académica y profesional. Sin embargo, considero que hubo voces que, por diversas cuestiones, no expusieron las razones que los llevaron a plantear ciertas actividades en los LTG; como parece obvio, me refiero a los docentes que en ellos participaron. Ciertamente, esta participación a partir de una convocatoria, abrió otra puerta que antaño no se abría para todos.

Luego entonces, pienso que esto fue favorable en la medida en que los actores que viven a diario las múltiples aristas que se desprenden del proceso de enseñanza y de aprendizaje, aportaron algunos elementos valiosos que pudieran enriquecer el trabajo de sus compañeros en las instituciones educativas cuando estos materiales llegaran. Claro que su expertise la han adquirido del día a día con sus alumnos y en las escuelas, pero, no por ello, otras voces, de otros especialistas no tendrían cabida en este proceso para lograr un avance significativo en esta materia. Por ello, tal y como lo he señalado en otros escritos, si bien es cierto que desde su aparición los LTG no han sido perfectos, éstos pueden mejorarse en la medida que haya la apertura para escucharnos y dialogar porque, en medio de toda esta discusión, se encuentran las alumnas y alumnos que cursan sus estudios en educación básica.

Menospreciar la participación de maestras y maestros, desde mi punto de vista, es negar que su valía se encuentra en cada aula de las escuelas mexicanas o… ¿acaso no podemos ubicar en un mismo plano a los maestros y a los especialistas?, ¿qué los hace diferentes o iguales?, ¿qué los hace uno mismo, pero con diferentes áreas de desarrollo personal y profesional que cubren en diferentes espacios?

Hace algunos días leía o escuchaba con atención que el actual gobierno, con sus respectivas autoridades educativas, se han venido quejando de lo prescriptivo que era el plan de estudios y LTG de anteriores sexenios, sin ver que dichos LTG y plan de estudios que propusieron eran prescriptivos, y en parte esto es cierto porque, por ejemplo, en los libros de texto se encuentran proyectos con pautas de actuación y/o desarrollo para ser trabajados en las aulas, por los maestros y alumnos. Sin embargo, algo que estas críticas no están considerando, es que la autonomía profesional y curricular brinda otra posibilidad para no seguir pie juntillas esos materiales, no obstante, coincido en que no se ha trabajado lo suficiente para que el docente pueda sentir esa autonomía ampliamente comentada, escasamente comprendida y difícilmente puesta en marcha por el desmedido burocratismo del Sistema.

Esperemos que para el siguiente año – cosa que dudo mucho porque en la SEP ya se viven momentos electorales –, se planteen esquemas de formación que apoyen a las maestras y maestros en este proceso o transición que, como al inicio decía, planteó un giro vertiginoso en el ámbito educativo.

Pensar que el docente no requiere de un proceso de formación continua es ignorar el proceso educativo y lo que en éste sucede.

¿Por fin esta Secretaría se pondrá a hacer su trabajo o seguirá con su división interna que poco o nada abona al terreno educativo que dice dirigir?

Al tiempo.

Fuente de la información e imagen:  https://profelandia.com

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