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Los “libros de texto gratuitos” de Chihuahua

Por: Abelardo Carro Nava

Ojalá que los materiales entregados por el gobierno de Chihuahua hubieran sido elaborados y estructurados de mejor manera…

El verdadero rostro de los gobiernos panistas salió a relucir en días pasados pues, bajo la supuesta atención a la controversia constitucional que tiene el gobierno del estado de Chihuahua con los Libros de Texto Gratuitos emitidos por la Secretaría de Educación Pública (SEP) y ante los cuales presentó un amparo hace unas semanas, distribuyó en las escuelas una serie de cuadernillos para un diagnóstico inicial, para reforzar conceptos y para construir capacidades concretas. La verdad de las cosas es que ninguno de estos materiales reúnen las características para ser considerados de esa manera, es decir, para que, mediante su uso, se pueda realizar un diagnóstico, reforzar conceptos o construir capacidades concretas; son una suerte de “pegostres” – malhechos por cierto – de otros materiales que circulan por las redes sociales, en el mercado, librerías o tiendas comerciales, producidos por algunas editoriales que, como sabemos, los ponen en venta con la intención de que los padres de familia y algunos maestros los consideren para que los niños “refuercen” sus aprendizajes pero, a fuerza de ser sinceros, con la resolución de esos cuadernillos, ¿en verdad se refuerzan los aprendizajes adquiridos en las escuelas y en la vida diaria dando respuesta a unos ejercicios o al recortar infinidad de hojas para ser pegadas en otras tantas sin un propósito específico? Peor aún, ¿de qué manera el gobierno del estado de Chihuahua concibe al cuadernillo si su hechura claramente evidencia una completa ignorancia pedagógica? En fin.

Volviendo al tema que me ocupa, decía que el rostro mostrado en días pasados por el gobierno de María Eugenia Campos Galván, habla claramente de un interés genuino, pero no por las niñas, niños y adolescentes ni por la educación que tanto se ufana en “defender” pues, a través de los materiales entregados y distribuidos, se observa la intención de evitar a toda costa que los estudiantes analicen, reflexionen o critiquen aquello que puede ser analizado, reflexionado y/o criticado para ser aprendido; por ejemplo, si se analizan a detalle algunos de estos cuadernillos podrán observarse, algunas “supuestas consignas” a partir de un “tema”; de hecho uno de los temas que hallé fue ¿Cómo medimos?, con una consigna muy concreta para los niños Utiliza el recortable 6 y arma el metro para que puedas medir los siguientes objetos en tu casa o escuela. Debajo de esta indicación se pueden visualizar algunas imágenes con un pide foto que indica al menor lo que mediría de largo un escritorio, un pizarrón, un refrigerador, una silla mecedora y una lavadora.

Con seguridad alguien podría decir que éste es un ejercicio que no tiene nada de malo porque obedece a una circunstancia que ya se conocía en virtud de que actividades similares contenían los libros de texto de sexenios pasados y, por tanto, dichas actividades las debíamos resolver para que pudiéramos “enfrentar” la vida. No obstante, si se reflexiona detenidamente el planteamiento contenido en esta actividad valdría la pena preguntarse: ¿cuál es el objetivo de esta acción?, ¿limitar el razonamiento única y exclusivamente a la “construcción” de un metro y la medición de un objeto sea cual fuera éste? Y luego, ¿para qué le serviría la construcción de ese metro y eso que “aprendió” midiendo un objeto? En fin, yo preguntaría, ¿cuál es el sentido pedagógico de esta actividad y de qué manera le ayudaría al niño en su vida cotidiana?, ¿qué pasaría si, por ejemplo, en la casa del menor no se tuviera una lavadora o silla mecedora?, ¿de qué manera podría apoyar su pensamiento crítico esta actividad si limita dicho pensamiento reduciéndolo a un hecho concreto?, ¿será acaso que hay gobiernos que siguen pensando en que los sujetos solo deban resolver y no pensar para actuar o resolver?

Ojalá que los materiales entregados por el gobierno de Chihuahua hubieran sido elaborados y estructurados de mejor manera; digo, uno pensaría que la pandemia mucho pudiera habernos enseñado para considerar que la educación no puede ni tiene que ser la misma que la que hace unos años prevalecía en el mundo y en nuestro país. Uno esperaría que la crítica que este gobierno realizó a la Nueva Familia de Libros de Texto Gratuitos de la Nueva Escuela Mexicana, les hubiera llevado a proponer materiales con un claro sentido pedagógico y didáctico, pero no, desafortunadamente no fue así. Vaya uno esperaría que, al menos, hubieran leído, por ejemplo, una aventura planteada en el Libro Proyectos Comunitarios de 4º grado denominada Así eran las familias de mi comunidad.

Esta aventura, como podrá verse en ese Libro, tiene la finalidad de que los niños escriban un texto monográfico utilizando información de diferentes fuentes, teniendo la oportunidad de investigar algunos cambios que ha experimentado la comunidad en la que viven a lo largo del tiempo. De entrada, esta aventura parte del planteamiento de una sencilla pregunta que el alumno podría contestar individualmente: ¿cómo eran antes las familias de tu comunidad y cómo son en la actualidad?, ¿en qué ha cambiado y por qué?; seguido un proceso de observación de unas imágenes de diferentes comunidades y personas que habitan las mismas y, desde luego, de la invitación a un viaje en el tiempo para que respondan algunas interrogantes por demás interesantes: ¿cómo se vivía en su comunidad hace 100 años?, ¿qué hacían en esa época?, ¿cómo imaginan que era la ropa que usaban?, ¿qué lengua creen que hablaban?, ¿qué clase de comida disfrutaban? Con estas respuestas, se plantea que los niños, en asamblea, organicen las acciones que los llevaría a escribir su texto monográfico. Hasta aquí, solo es el principio de una serie de actividades que los niños, de manera conjunta con su maestro o maestra, podrían emprender. Actividades que, como he dicho, están planteadas en los libros de texto que el gobierno de Chihuahua no distribuyó. ¿Se observa una clara diferencia entre lo entregado por esta administración y lo planteado por la SEP federal en los libros de texto gratuitos?

Si, con seguridad alguien podría decir que hay una diferencia entre un cuadernillo y un libro de texto, y es cierto; sin embargo, no hay que perder de vista que, en ambos casos, el sentido pedagógico es lo que habrá de orientar el aprendizaje y la enseñanza, entonces, bajo esta premisa, es obvio que hay una clara diferencia pedagógica en un material como en otro. Digo, no estaría mal que los asesores de la Secretaria de Educación o de la propia Gobernadora leyeran un poco a Jolibert o Freinet para que entendieran que el niño es un ser activo – más no pasivo – que construye sus conocimientos gracias a sus habilidades y creatividad y, para ello, se le pueden brindar ciertas herramientas como puede ser un cuadernillo o libro de texto con un amplio sentido pedagógico. Entonces, repito, ¿hay o no una clara diferencia pedagógica en ello?

Con negritas:

Si tanto le preocupa a la gobernadora de Chihuahua la educación de las niñas, niños y adolescentes de la entidad que gobierna, bien haría en transparentar los recursos económicos que erogó para los “pegostres” mal hechos y que denominó “cuadernillos”. Si tanto le preocupa la educación al Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación en esa entidad, bien haría en exigir la entrega inmediata de los libros de texto de la Nueva Escuela Mexicana pudiendo paralizar la entidad como, se supone, podría hacerlo, pero bueno, ni una ni otra cosa sucederá, sencillamente porque a ninguno de los dos les interesa la educación ni los niños.

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La planeación didáctica: el gran olvido

Por: Abelardo Carro Nava

Esperemos en las orientaciones del próximo Consejo Técnico Escolar se hable un poco de este tema…

La planeación de la enseñanza que realizan las maestras y maestros, ha sido campo de diversos análisis por diferentes especialistas o intelectuales en la materia, y no es para menos. Un proceso de singular transcendencia en el ámbito educativo es, por así decirlo, un objeto de estudio que captura la atención de propios y extraños. No obstante, bien podríamos preguntarnos si la manera en que es concebida dicha planeación por el profesorado mexicano, camina en la misma línea de los funcionarios que han llegado a ocupar algún puesto en la Secretaría de Educación Pública (SEP) porque, al menos en los últimos 30 años, dada la insistencia por lograr la tan anhelada “calidad educativa”, este ejercicio se ha burocratizado debido al establecimiento de una serie de “formatos” que han logrado insertarse como parte del quehacer docente y, mediante los cuales, se pretende comunicar al director o supervisor lo que se pretende lograr y cómo pretendería ser lograr eso que puede ser planeado. En suma, pienso que dicho proceso se ha visto como un producto y no como un proceso.

Entonces, si consideramos que planear no es llenar un formato, ¿por qué en el ámbito educativo se sigue insistiendo en la idea de emplear un formato para todo? Una pregunta que, con seguridad, tendrá una diversidad de respuestas dependiendo del cristal con que se mire. Y bueno, desde mi perspectiva, la planeación didáctica que realiza el docente para favorecer el aprendizaje de sus alumnos, podría ser considerada como un proceso que siempre tiene (o tendría) que invitar a la reflexión sobre el qué enseñar, cómo enseñar y para qué enseñar, desde luego, partiendo de lo que tiene a la mano en ese momento: sus alumnos y la realidad que se vive en esos momentos. Es un ejercicio que, como se sabe, intenta proyectar diversos escenarios de enseñanza y de aprendizaje que, como se observa, podrían encontrarse en el futuro inmediato porque sencillamente no han sucedido. Entonces, ¿pueden preverse y proyectarse dichos escenarios?, desde luego, porque esa es una de las finalidades de la planeación que realizan los docentes considerando, como parece obvio, la organización curricular; planeación que, bajo esta concepción tiene (o tendría) que ser flexible y cambiante porque como he dicho, lo planeado no es inflexible porque no ha sucedido.

Entonces, si la planeación es un ejercicio sobre algo que se visualiza y se relaciona con un acto de aprendizaje y por ello es flexible, ¿por qué encasillarla en un formato y considerarla como un producto de una actividad presumiblemente concluida?

Traigo a colación esta breve reflexión por lo que he podido observar durante las dos semanas desde que inicio el ciclo escolar 2023-2024; ciclo en el que, como sabemos, se ha comenzado a implementar en las escuelas el Plan de Estudios 2022, los Programas Sintéticos y Analíticos, los Libros de Texto Gratuitos (LTG) y, desde luego, la planeación didáctica “por proyectos” – en lo sucesivo hablaré de la educación primaria que es el escenario en el que me desenvuelvo –.

Como en reiteradas ocasiones lo he dicho, la SEP ha sido y no sé si será un rotundo fracaso en cuanto a la formación continua que pudo haberle brindado a los docentes en este sexenio, no para operar un plan de estudios, como también lo he dicho en reiteradas ocasiones, sino para favorecer sus procesos formativos que, como trabajadores de la educación al servicio del estado tendrían que haber recibido, pero que no recibieron. Tiempo tuvo la SEP para ello, pero tampoco lo hizo, imagino que los salarios y las “infinidad de actividades” que tienen algunos funcionarios les ha impedido hacer su trabajo, pero bueno. Pienso que estas figuras que se encuentran detrás de un escritorio, imaginan que no es necesario que las maestras y maestros se formen en cuanto a, por ejemplo, el tema de la planeación didáctica, porque su formación inicial les daría la posibilidad de enfrentar cualquier escenario que se les pusiera en frente, y puede ser cierto; sin embargo, considero que estas autoridades educativas no han logrado ampliar su mirada para ver, por ejemplo, que la educación normal también ha transitado por diferentes planes de estudios, con sus propios enfoques y sus propias particularidades, pero también, que la educación no es estática sino cambiante.

Dicho lo anterior, en estas dos semanas me ha llamado la atención la serie de interpretaciones de la planeación didáctica que tienen que realizar los profesores para favorecer el aprendizaje en las escuelas. Se supondría, como tantas veces se dijo, que los Programas Sintéticos (con sus respectivos contenidos nacionales) serían un elemento relevante en este proceso; el otro sería lo que el colectivo hubiera construido en su Programa Analítico (por escuela, fase o grupo); pero además, la serie de sugerencias que brindan los LTG para que, como herramienta didáctica, pudieran fortalecer las actividades planeadas por el maestro o maestra; todo lo anterior, sin perder de vista, que se debía partir de la realidad presente y manifiesta en el contexto, escuela y grupo, y no de los contenidos establecidos en los Programas Sintéticos y, mucho menos, en los proyectos de los LTG.

Sí, todo eso se dijo, lo que no se dijo (o si se dijo no se ha escuchado y entendido) es que muchas autoridades educativas no debían establecer ipso facto un formato para que los profesores realizaran una planeación didáctica; que no debían exigir una planeación con distintos proyectos para que, con ellos, se cubriera un periodo de seis meses o todo el ciclo escolar; peor aún, que no debían pedir una planeación anteponiendo los Procesos de Desarrollo de los Aprendizajes (PDA) señalados en los contenidos nacionales y campos formativos, en lugar de partir de la realidad en la que se supondría se hallan problemáticas plasmadas en los Programas Analíticos. Sí, todo eso “no se dijo”, pero está sucediendo. En consecuencia, mientras muchos profesores intentan adaptarse a una forma de trabajo diferente, otros sectores y figuras educativas nada más no hacen ni han hecho un intento por adaptarse a otros tiempos; imagino que tener apiladas en un escritorio las planeaciones de los profesores de esos seis meses o de todo el año puede ser el medio para justificar su trabajo o, peor aún, un puesto.

Pienso que esta situación ha generado mayor incertidumbre y confusión sobre una implementación ya de por sí compleja, y de la cual la SEP ha hecho “mutis”, porque la atención que han recibido los LTG en las últimas semanas, ha sido un buen pretexto para no atender lo prioritario y sí lo que podría catalogarse como urgente.

Ahora bien, otra situación que también me ha llamado la atención, ha sido la concreción de los problemas en los Programas Analíticos; pareciera que, por ejemplo, para muchas autoridades educativas un problema en las escuelas y en los niños es la lectura sin que se defina qué de la lectura representaría el problema, cuál es su origen o por qué surge, cuándo se ha manifestado y por qué se manifestado, cómo se ha identificado y dónde se ha registrado, etc. Lo cual ha llevado a distintos colectivos docentes a diseñar situaciones problema generales que no acaban de aterrizar y definirse porque son tan generales que no delimitan el proyecto o la metodología (ABP, STEAM, AE, etc.) que podrían emplear en su desarrollo. Consecuentemente, la realidad/problema de la deberían partir para propiciar el aprendizaje mediante la selección de los contenidos, poco se ha considerado y, en su lugar, se ha retomado la selección de los contenidos para diseñar los proyectos de acuerdo a las metodologías medianamente conocidas, algo que se hacía con el plan de estudios 2011 y 2017: primero los contenidos y luego… lo demás.

Aunado a lo anterior, algo que sí me alarmó un poco, fue que se considerara a los LTG como la base de la planeación didáctica que debían realizar los profesores porque en dichos libros ya se encuentran los proyectos y, prácticamente, su planeación.

Es cierto, lo escrito en líneas atrás no puede ni debe ser considerado como una generalidad porque también he podido conocer espacios en los que, de manera conjunta, se está dialogando para avanzar en el entendimiento de, por ejemplo, los LTG, pero también, en la manera en que se puede realizar la planeación de la enseñanza. No obstante, pienso que la SEP, en lugar de estar pensando en las próximas elecciones, tendría que hacer un esfuerzo mayúsculo para hacer lo que le corresponde en cuanto a la formación continua del profesorado se refiere; digo, los sueldos de algunos funcionarios tendrían razón de ser si realmente trabajaran, pero, por lo visto, el neoliberalismo nada más no se ha ido de esas oficinas y eso que recientemente se habla de una transformación profunda en la educación de nuestro país.

Esperemos en las orientaciones del próximo Consejo Técnico Escolar se hable un poco de este tema porque, sencillamente, la SEP se olvidó de este proceso y, desde luego, de sus maestras y maestros a los que tanto dice haber revalorizado. Autonomía profesional y curricular sin formación y mucha desinformación es, sencillamente, el preludio de un posible retroceso.

¿Fracaso anticipado de la SEP?

Al tiempo.

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Los libros de texto más revisados de la historia

Por: Abelardo Carro Nava

 

Considero que los libros de texto gratuitos de la Nueva Escuela Mexicana han sido los más revisados de la historia

En esta primera semana de actividades del ciclo escolar 2023-2024, tuve la oportunidad de visitar diversas escuelas primarias para dialogar con directivos y maestros sobre algunos temas relacionados con la formación inicial de estudiantes de las escuelas normales; el diálogo, tan rico como lo es con quienes viven a diario las bondades y vicisitudes de nuestro intricado Sistema Educativo, favorece el intercambio de puntos de vista sobre los diversos acontecimientos, en este caso, de la educación básica. Destaco tres momentos que me parecieron importantes, a propósito de los tan comentados, revisados y analizados Libros de Texto Gratuitos (LTG) de la Nueva Escuela Mexicana (NEM).

En primer lugar, retomo algunas ideas de la conversación sostenida con una maestra a la que, en este ciclo escolar, le asignaron tercer grado; desde luego, el intercambio de miradas me permitió comprender el tránsito que paulatinamente se irá dando pues, de un libro de texto totalmente prescriptivo que les era entregado a los profesores, la posibilidad de generar otras propuestas me sigue pareciendo bastante, pero bastante pertinente.

Recuerdo con claridad que la profesora hablaba de una lectura contenida en el Libro Múltiples Lenguajes titulada “El ki de Zamná”. Hago un breve paréntesis para señalar que este texto se encuentra en la página 28, su autor es Omar Alfredo Nieto Arroyo y, entre otras cosas, narra lo que sucedió cuando la niña Yolanda ve a un compañerito suyo, Zamná, en el mercado de artesanías de Mérida, Yucatán, pues los papás de este último eran artesanos y se dedicaban a la venta de tapetes, bolsas, zapatos, hamacas y sombreros de fibra de henequén. Con este referente, esta maestra describía la forma o manera en que desarrollaría un proyecto con sus alumnos pues, como ella misma lo reconoció, había cosas que desconocía, por ejemplo, cómo es que se producía el sisal y cómo es que éste terminaba en un accesorio que a veces usamos; también, que en Yucatán el henequén es conocido como ki porque así se dice en maya, y que éste también puede producir combustible para los autos; aunado a que también desconocía que había una historia de un dios llamado Zamná que fue herido con una espina de henequén. En fin, el que no conociera a profundidad sobre tales cuestiones la había llevado a indagar más sobre el tema, por ejemplo, en qué región de Yucatán se trabaja el henequén y cuál era su ubicación geográfica, si éste era originario de ahí o en qué otros países se producían sombreros, bolsas u otros accesorios a partir del ki, si éstos eran exportados y cuál era su costo, y si la historia del dios Zamná tenía otras aristas o diversas interpretaciones entre los lugareños, etcétera, etcétera, etcétera. Y bueno, como decía, el proyecto ya lo tenía en mente, solo faltaba trabajarlo para que en su momento lo pudiera desarrollar con sus alumnos.

Otro momento, un tanto similar al anterior, lo recogí de un diálogo muy interesante que se estaba dando en un colectivo docente sobre un tema y dos proyectos contenidos en los Libros Proyectos de Aula y Comunitarios de primer grado. La conversación giraba en torno al vínculo que se podía o no establecer entre dos proyectos, uno denominado Nombrario de grupo (Proyectos de aula) y el otro Nuestras manos hablan (Proyectos comunitarios). Hago un paréntesis para señalar que, el primer proyecto tiene como finalidad que los alumnos conozcan más sobre la escritura de su nombre, su significado y las letras que lo componen; mientras que en el segundo se plantea que los estudiantes elaboren un fichero de frases en lengua de señas mexicana, que podrían ser compartidos con la comunidad. Y bueno, retomando la conversación, recuerdo que los profesores brindaban sus puntos de vista sobre los Contenidos y Procesos de Desarrollo de Aprendizaje del Campo Formativo de Lenguajes y, como parece el obvio, sobre el vínculo que podría realizarse con los LTG; sin embargo, lo que me pareció más interesante fue la intención de vincular los proyectos contenidos entre estos dos libros de texto, cuyas actividades podrían ser ajustadas para que, por un lado, los niños trabajaran la escritura de su nombre, pero también, el conocimiento del abecedario en lengua de señas mexicana y la enorme posibilidad de comenzar a identificar las letras de su nombre a través de las manos a partir de la escritura de las letras que lo componen para, finalmente, exponerlo a los padres de familia y/o colocarlos en algún lugar en la entrada de la escuela para que cualquier persona de la comunidad que caminara por ella se detuviera a observar el material elaborado por los pequeños.

Un momento más que, desde luego me pareció interesante, fue el diálogo que observé y escuché entre el colectivo docente de otra escuela primaria; la conversación versaba sobre la incertidumbre de trabajar siempre por proyectos en las aulas, sin considerar otras alternativas desde las cuales, a decir de los profesores, se podría hacer énfasis en una disciplina y no en el proyecto como tal. Obviamente yo esperaba que el director, en ese momento, señalaría que en lo sucesivo se trabajaría por proyecto, porque así lo mandataba la NEM, el Plan de Estudios o LTG, pero craso error de mi parte, sucedió lo contrario, y no solo eso, recomendó varios materiales u otras alternativas para reforzar algunas áreas del conocimiento que era necesario profundizar para atender lo que el mismo diagnóstico iría arrojando durante la primera y segunda semana. Esta apertura desde luego que me pareció bastante pertinente porque, precisamente, un elemento fundamental para el desarrollo del trabajo docente parte de los resultados del diagnóstico y no de la imposición a rajatabla de una propuesta educativa que, por ejemplo, puede ser extraordinaria, pero que no lo podría ser tanto si es que no se parte del conocimiento de los alumnos, su contexto, etcétera. En consecuencia, el emplear o no los LTG dependería de las actividades que diseñaría o planearía el maestro para sus alumnos.

Sí, considero que los LTG de la NEM han sido los más revisados de la historia, al menos, de la historia de mis poco más de 25 años de servicio; en consecuencia, pienso que la revisión más importante es la que he descrito en párrafos anteriores, donde cada uno de estos agentes educativos que tienen la enorme responsabilidad de coordinar el proceso de enseñanza y aprendizaje, como parece obvio, tienen la última palabra; desde luego que esto no significa que lo narrado sea una generalidad que ocurre en todo México, lo que estoy diciendo es que estos actores son quienes toman decisiones previa valoración de ciertos factores que intervienen en dicho proceso. Entonces, ¿por qué no confiar en las maestras y los maestros?, ¿por qué denostar y menospreciar el trabajo que han hecho en los LTG?

Sí, considero que los LTG de la NEM han sido los más revisados de la historia, al menos, cada semana leo, veo y escucho una cantidad importante de conversatorios, foros, notas o artículos en las redes sociales, lo cual me parece extraordinario, porque en unas semanas subió el promedio de lectura nunca antes visto en nuestro país, y eso que desde la derecha se quejan que no se lee mucho en México. Vaya, hasta ellos han conocido un libro de texto gratuito, lo cual me parece doblemente extraordinario porque, sin duda, podrán arengar su quema o no distribución en las escuelas, pero de que los han leído los han leído; bueno, eso espero.

Sí, considero que los LTG de la NEM han sido los más revisados de la historia, y qué bueno… qué bueno.

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Yo sí apoyo los nuevos Libros de Texto Gratuitos

Por: Abelardo Carro Nava

¿Los nuevos LTG no sirven y por tanto deberían ser tirados a la basura como alguien se atrevió a decir hace unos días? Mi respuesta es contundente: NO.

Apenas termina el ciclo escolar 2022-2023 y el rumor sobre la implementación del Plan de Estudios 2022 para el siguiente, en todos los grados de preescolar, primaria y secundaria, crece considerablemente.

No es de extrañarse que, en unos días más, este rumor se oficialice cuando aparezca publicado el Acuerdo respectivo en el Diario Oficial de la Federación (DOF) porque, este gobierno, al menos en materia educativa, se ha caracterizado por eso: por difundir el rumor y/o la filtración de diversas ideas, documentos, materiales o propuestas educativas que más tarde terminan siendo anunciadas con bombo y platillo previa publicación en dicho DOF. ¿Qué gana la gente de la Secretaría de Educación Pública con ello?, ¿por qué les parece importante y harto relevante mantener la zozobra e incertidumbre entre el magisterio?, ¿acaso no habría la imperiosa necesidad de poner en marcha las diferentes acciones que son de su competencia conforme a una planeación que asegure una organización y no una serie de ocurrencias tal y como lo hacen ver? ¿Ineptitud o ineficiencia? He ahí el dilema. En fin, desde hace tiempo he insistido y seguiré insistiendo que la SEP ha sido un rotundo fracaso en cuanto a su estrategia de comunicación derivada de una pésima gestión interna que se desprende de una evidente falta de coordinación entre las áreas que la componen, consecuencia de una falta de liderazgo dadas las pugnas internas que no han menguado. Ojalá en próximos días conozcamos la información oficial sobre la implementación de eso que llamaron Nueva Escuela Mexicana en las escuelas de educación básica en México.

Pasando a otros temas, me ha llamado mucho la atención el creciente debate que han generado los nuevos Libros de Texto Gratuitos (LTG) próximos a emplearse en las escuelas y salones de clase en nuestro país. Por un lado, hay quienes manifiestan su rechazo con cierta molestia, enojo o fastidio, imagino que algunas empresas y/o editoriales se han visto (y se verán) afectadas porque el negocio que les había permitido hacerse de “buenos” recursos ya no será tal o, al menos, como se habían acostumbrado. Curiosamente pienso que estas empresas, editoriales y alguna que otra organización fantasma que según la conforman padres de familia, han pagado algunas sumas considerables de dinero para que, en los medios de comunicación, se difunda información que no es tan cierta ni correcta sobre dichos LTG.

Por otro lado, he leído con bastante interés algunos artículos, de diferentes autores y personalidades, que han sido difundidos a través de diversos portales y/o medios de comunicación como las redes sociales; algunos textos, como es natural, son muy valiosos e interesantes, porque fijan su postura a partir de su conocimiento y experiencia laboral, profesional y académica; y qué bueno que lo hagan de esta manera, es decir, que escriban sus ideas porque permite dilucidar, mediante su análisis, qué aspectos de los LTG podrían ser pertinentes y cuáles no tanto. De hecho, me gustaría leer algún texto, de estos mismos analistas, sobre aquellos ámbitos que desde su perspectiva favorecen la enseñanza y el aprendizaje en las aulas de un México tan diverso como el nuestro; desafortunadamente, sobre esto último, es decir, sobre algunas cuestiones que sí son pertinentes en los nuevos LTG, solo he leído algunos “tuits” en los que han señalado aspectos que favorecen el quehacer en las aulas, pero nada más.

Ahora bien, para ser francos, he podido leer y/o escuchar muy pocos textos o notas periodísticas mediante las cuales se hable a favor de los multicitados LTG; es decir, como se sabe, muchos participantes en el proceso de construcción de estos materiales fueron maestras y maestros en servicio que se encuentran realizando su quehacer en alguna de las escuelas mexicanas. Pienso que escuchar su voz o leer alguno de sus textos podría ser sumamente enriquecedor en un escenario donde, como es obvio, la disputa por el control de la educación se encuentra en uno de sus máximos momentos. Ojalá podamos conocer sus impresiones, resultarían muy valiosas en estos tiempos.

Por mi parte, lo he escrito y lo seguiré escribiendo, estos LTG que han estado llegando a las entidades de nuestra República Mexicana, y que desafortunadamente hemos conocido a través de “filtraciones”, contienen una aportación que no debe demeritarse ni menospreciarse, cosa que sí han hecho algunos “especialistas” que han visto, pero no se han dado cuenta, cómo los tiempos han cambiado; hoy por hoy, el pedestal en el que muchos de ellos se encontraron por muchos años, progresivamente se ha trasladado a otro escenario en el que ocurren los fenómenos educativos: la escuela y el aula; y no en los escritorios ni en los grandes centros de investigación educativa; en fin, este sería un tema para una próxima entrega en este mismo espacio. Pienso que este aporte, el de las maestras y maestros, ha sido fundamental porque su conocimiento y experiencia, independientemente del plan de estudios que desee implementarse, permite acercar los recursos y materiales educativos al terreno educativo que conocen y conocen muy bien porque en él viven a diario infinidad de situaciones que son susceptibles de generar aprendizajes a partir del desarrollo de ciertas formas de enseñanza.

Voy a poner un ejemplo:

En el documento denominado Avance Programático del Programa Sintético Fase 3, en el apartado denominado Panorama de los contenidos de la fase 3, en el primer recuadro del campo formativo Lenguajes se puede leer el contenido: Escritura de nombres en la lengua materna. Si uno se traslada al Campo formativo Lenguajes en el mismo documento, particularmente a los Contenidos y Procesos de Desarrollo de aprendizajes (del campo formativo), se podrá leer lo siguiente:

-Contenido Escritura de nombres en la lengua materna; Procesos de desarrollo de aprendizajes (Primer grado): Escribe su nombre y lo compara con los nombres de sus compañeros, lo usa para para indicar la autoría de sus trabajos, marcar sus útiles escolares, registrar su asistencia, entre otros.

-Leído esto, bien podríamos trasladarnos a los LTG de Primer grado, particularmente en el denominado Proyectos de Aula y podríamos observar que en el Campo formativo Lenguajes se encuentra el proyecto titulado Nombrario del grupo, cuya aventura de aprendizaje invita a conocer sobre la escritura del nombre de los niños, su significado y las letras que lo componen; para ello se sugiere elaborar collage y un nombrario; porque, se dice que, con esta actividad, se podría conocer el nombre de todos los compañeros del grupo.

¿Qué actividades harían los niños a lo largo de este proyecto denominado Nombrario? Algunas de las que pude identificar son: escritura de letras, identificación y recorte de letras en periódicos o revistas, indagación en casa de los nombres de sus familiares y su significado, exposición de información indagada en los hogares, elaboración de “collages” y “nombrarios” (distintos borradores), intercambio de esquemas entre los integrantes del grupo (coevaluación), diálogo constante entre los alumnos y maestros para su mejora, socialización de los nombrarios (entregable final) con distintas personas, y un ejercicio de evaluación de los nombrarios a través de comentarios de las personas a las que se los mostraron.

Como se puede ver, lo presentado en el párrafo anterior abre un mundo de posibilidades de diversos análisis de un hecho o hechos que ocurren en el aula; quién no haya tenido la maravillosa oportunidad de estar por varios meses o años en una escuela de educación básica, en sus diferentes grados, con seguridad desconocerá el proceso de enseñanza y de aprendizaje que se desarrolla a partir de la acción docente y de los alumnos, así como del vínculo que se establece entre un contenido, procesos de desarrollo de los aprendizajes y, por ejemplo, con los LTG.

Con esto no quiero decir que la investigación no sea relevante ni que las teorías, con sus respectivos autores, no sean fundamentales en la acción brevemente descrita en los dos párrafos anteriores; pienso que cada uno de los diferentes actores (investigadores, académicos, maestras o maestros, etc.) tiene un rol en el ámbito social y educativo; por ello también pienso, que el rol del docente es fundamental en todo esta idea porque, si usted analiza las actividades que he señalado y que están plasmadas en los LTG que han causado tanta polémica, el profesorado las desarrolla en mayor o menor medida en sus salones de clase, sin perder de vista que éstas son susceptibles de mejora, adecuación, adaptación, en fin, de ser tomadas o no en cuenta porque dichos libros de texto no pueden ser la enseñanza misma sino parte de ella. He ahí el meollo del asunto y muy probablemente el motivo de la discordia, ¿por qué no pensar que el docente tiene la capacidad para diseñar proyectos escolares y/o comunitarios vinculando lo que el plan de estudio establece, lo que ha construido en su programa analítico y los LTG?, ¿por qué o en que se basaría el argumento de que el LTG debe generar la enseñanza y el aprendizaje? Ahora bien, ¿acaso se piensa que el profesorado es tan ingenuo para coincidir con el argumento de que los LTG propiciarían un adoctrinamiento?

Entonces, ¿los nuevos LTG no sirven y por tanto deberían ser tirados a la basura como alguien se atrevió a decir hace unos días? Mi respuesta es contundente: NO. Consecuentemente, ¿por qué no pensar que el aporte de maestras y maestros fue fundamental en este proceso más allá de las filias y fobias que se pudieran tener respecto a la ideología del régimen que predomina en estos momentos en nuestro país?

Con todo esto no niego que la SEP ha fallado rotundamente en varios rubros; la inexistencia de un programa de formación, no solo para la operación de un plan de estudio, sino para la mejora constante de su proceso formativo, ha sido prácticamente inexistente durante este sexenio. Tampoco niego que la “formación” en cascada que la misma SEP diseñó para que los Consejos Técnicos Escolares (CTE) adquirieran otra connotación ha sido poco eficiente.

Sí reconozco que en muchos CTE se propició una dinámica de trabajo diferente. Sí reconozco que las maestras y maestros, como siempre ha sido, pueden y podrán con el reto que se les ponga en frente. Y bueno, que muchos colegas, a lo largo y ancho de la República Mexicana, hayan participado en la construcción de estos LTG me lleva a afirmar y a sostener que yo sí apoyo a los nuevos Libros de Texto Gratuitos, porque en ellos: yo sí reconozco el valioso aporte que han hecho muchos docentes a favor de la educación de millones de niñas, niños y adolescentes.

Es cuanto.

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¿Por qué le dedicamos tanto tiempo al trabajo y no a la escuela?

Por: Abelardo Carro Nava

Pensemos por un momento cuál es la función de la maestra o maestro en la escuela; pensemos si en verdad vale la pena destinar tanto tiempo al …

Con la llegada del cierre del ciclo escolar, las actividades de una naturaleza poco pedagógica y didáctica aparecen a raudales en los centros escolares; pienso que alguien, en algún momento de su aburrida función pública, sentado en la comodidad de un escritorio se le ocurrió que, a mayor cantidad de “papeleo” administrativo en las escuelas se obtendrían mejores resultados; claro, lo importante era conseguir, de la forma que fuera, la mal llamada calidad educativa aunque ello significara delegar a un segundo plano el aprendizaje de las niñas, niños y adolescentes.

1. Evaluaciones finales (con todo lo que ello implica: baterías por materia y/o grado, aplicación de exámenes, calificación de exámenes, concentrado de calificaciones, revisión de otros instrumentos de evaluación empleados en otras actividades para obtener calificaciones finales, registro de evaluaciones en listas específicas, etcétera), 2. Calificaciones finales, 3. “Subida” de evaluaciones/calificaciones a plataforma, 4. Fichas descriptivas y/u observaciones por alumno, 5. Expedientes de los alumnos en condición de rezago o sin rezago, 6. Planeación de actividades de reforzamiento para alumnos, y para alumnos en condición de rezago, 7. Elaboración de material didáctico para este plan de reforzamiento, 8. Planeación de actividades para reuniones con padres de familia, 9. Reunión para entrega de calificaciones/boletas a padres de familia, 10. Actividades del Programa denominado Escuela para Padres, 11. Cooperativa escolar, 12. Revisión de cuentas y entrega de cooperativa escolar, 13. Revisión de cuentas con Comités de Padres de Familia; 14. Revisión de cuentas con Contraloría, 15. Levantamiento o revisión de inventarios, 16. Elaboración de estadística y entrega de la misma, 17. Entrega de resguardos (TIC, libros, material o recursos didácticos diversos, etc.), 18. Actas de acuerdos de reuniones de vinculación realizadas durante el ciclo escolar, 19. Informes de avances de las actividades permanentes del Programa Escolar de Mejora Continua (PEMC) con evidencias del trabajo desarrollado en el aula, 20. Informes de comisiones (acción social, puntualidad e higiene, etcétera), 21. Revisión y entrega de bitácoras por grupo, 22. Entrega de portafolios con evidencias de aprendizaje del ciclo escolar, 23. Captura de evaluación diagnóstica de MEJOREDU, 24. Análisis y comparación de la primera aplicación de la evaluación diagnóstica de MEJOREDU con la captura de resultados de la segunda aplicación, 25. Gráficas de aprovechamiento por asignatura y grado, 26. Aplicación de exámenes de admisión en diferentes niveles educativos, 27. Informe(s) del Consejo de Participación Social, 28. Portafolio FONE, 29. Entrega del Programa La Escuela es Nuestra (LEEN), 30. Estrategia Estatal de Alfabetización con características propias del estado en que se aplique, 31. Implementación de la Estrategia Curricular en Igualdad de Género (ECIG), 32. Resultados de la aplicación de la Estrategia de Igualdad de Género, 33. Actualización y capacitación sobre la Nueva Escuela Mexicana, Plan de estudios 2022, Programa Sintético, Programa Analítico y Metodologías Activas, 34. Talleres de formación para directivos sobre la NEM con la finalidad de que sean reproducidos con sus colectivos docentes, 35. Cursos sobre Protección Civil y/o Seguridad Escolar, 36. Cursos sobre Convivencia Escolar y Pacífica, 37. Talleres sobre Educación Socioemocional y/o Emociones, 38. Preparación de materiales para los Consejos Técnicos Escolares (CTE), 39. Construcción del Programa Analítico, 40. Organización del siguiente ciclo escolar (grados, grupos y comisiones), 41. Reunión con autoridades (jefes de sector, supervisores o directores), 42. Ensayos para clausuras y/o graduaciones, 43. Ensayos para concursos de Himno Nacional y/o de Escoltas, 44. Demostraciones de aprendizajes o de diversas actividades que promuevan compartir experiencias, 45. Acantonamientos o campamentos pedagógicos, 46. Talleres para padres de familia e hijos, 47. Atención a la parcela escolar (de manera continua y permanente), 48. Faenas con alumnos, padres de familia y personas de la comunidad, 49. Ceremonias de clausura y/o graduación, 51 Preparación para el taller y formación continua programado para mediados de julio, 52. Entrega y/o cumplimiento de todo lo anterior para recibir hoja de liberación y, con ello, “disfrutar” de un receso escolar que es eso, un receso y no vacaciones.

Lo anterior, solo es un breve listado de esas actividades que llegan a raudales a las escuelas, prácticamente, a principios del mes de junio. ¿Cuál es su sentido pedagógico, didáctico o formativo? Como se ha visto, muchas de ellas obedecen al plano de la gestión escolar, otras están vinculadas a la formación continua, una tantas más refieren a un proceso de demostración del trabajo realizado, etcétera, sin embargo, unas cuantas más no tienen un sentido formativo más que aquel que la misma autoridad educativa suele determinar en sus territorios.

¿Y si dejáramos de pensar que la escuela son infinidad de documentos, informes, reportes, fichas, etcétera, etcétera, etcétera que los docentes tienen que entregar para que puedan ser “liberados” y nos enfocáramos en lo que realmente es importante como el proceso de enseñanza y aprendizaje? No niego que, en ese proceso, por ejemplo, la planeación didáctica sea importante, pero dicha planeación, ¿tiene que hacerse en el formato que la autoridad educativa determine para que pueda ser entregado o subido a una plataforma que, mayoritariamente, nadie revisa y, mucho menos, brinda sugerencias? En verdad ¿es necesario la entrega de tantos informes que, prácticamente, nadie revisa y mucho menos retroalimenta?

Y bueno, ojalá que toda la información solicitada se empleara para que los colectivos docentes, tanto al final del ciclo escolar o al inicio de éste recibieran esa retroalimentación tan requerida, por ejemplo, de las actividades que de la noche a la mañana son impuestas desde las Secretaría de Educación Pública federal o estatales, pero no, desafortunadamente no sucede así, porque los informes, los reportes, los documentos, entre otros, generalmente terminan en un archivero que, años más tarde, se convierten en archivo muerto.

Pensemos por un momento cuál es la función de la maestra o maestro en la escuela; pensemos si en verdad vale la pena destinar tanto tiempo al “papeleo” administrativo en lugar del pedagógico y didáctico; pensemos si en verdad vale la pena destinar tanto tiempo a un trabajo infructuoso en lugar de aquel que puede destinársele a la escuela donde la prioridad didáctico-pedagógica, siempre y en todo momento, tendría que ser el motor que encendiera el aprendizaje de las niñas y los niños.

Pensemos por un instante, en qué momento dejamos de dedicarle más tiempo a la escuela para destinárselo al trabajo. Sí, pensémoslo por un instante…

Fuente de la información:  https://profelandia.com

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¿Y el calendario escolar 2023-2024?

Por: Abelardo Carro Nava

El magisterio, como ha sido una costumbre, esperará pacientemente la llegada del calendario escolar 2023-2024.

¿Y el calendario escolar 2023-2024? Ha sido una de las preguntas que recurrentemente se han formulado en los últimos días en las escuelas de, prácticamente, todos los niveles educativos. Pregunta que para alguien ajeno al medio escolar probablemente no tenga mucho sentido o relevancia, sin embargo, para quienes se encuentran dentro del Sistema Educativo Nacional (SEN) su valor es enorme, en virtud que dicho calendario permite, por un lado, la organización pedagógica, didáctica y administrativa en cada uno de los planteles escolares, así como el conocimiento de la política educativa del gobierno en turno para el 2023-2024. No obstante, lo anterior, hasta el momento en que cierro estas líneas el calendario escolar para el siguiente ciclo sigue siendo un misterio.

Se entiende que, quien se encuentra detrás de un escritorio, y que muy probablemente no haya pisado un salón de clases, no tenga ni la más remota idea de lo que en el párrafo anterior he expuesto, pero también, de lo que significa organizar los tiempos y las diversas actividades de fin de ciclo y del que está por iniciar. Imagino, que por su mente se ha de construir una fotografía donde se observa a un director sentado con sus maestros y éstos con los padres de familia de sus alumnos, dándoles a conocer las fechas y acciones que se van a realizar en un momento dado, y listo, con eso ya puede operarse un calendario en las escuelas. Esto sería un absurdo por donde quiera que se mire porque, como se sabe, independientemente de ese diálogo que sí se realiza en los planteles escolares, movilizar todos y cada uno de los actores en los diferentes procesos, así como los materiales, recursos, infraestructura, etcétera, implica un reto mayúsculo.

Entonces, si tal es la importancia de este documento ¿por qué la Secretaría de Educación Pública (SEP) no lo ha dado conocer si, en años anteriores, a finales del mes de mayo o en los primeros días del mes de junio ya lo había hecho? Las ideas derivadas de los diversos acontecimientos que en los últimos meses se han observado en el medio educativo se vienen a la mente a raudales, sin embargo, la más fuerte que ha retumbado en diversos espacios o redes sociales en estos días, tiene que ver con las dificultades y/o problemáticas que se están haciendo visibles para la implementación del Plan de Estudios 2022 en las escuelas de educación básica (preescolar, primaria y secundaria) en el siguiente ciclo escolar.

Hay que decirlo, se observan problemáticas externas, dado los amparos que ciertas organizaciones conservadoras y poco interesadas en la educación de los niños, niñas y adolescentes (NNA), como la Unión Nacional de Padres de Familia (UNPF), interpusieron con la finalidad de detener un proceso formativo trascendental en la vida de los seres humanos como lo es el educativo/formativo que ocurre en cada una de las escuelas, pero también, problemáticas internas, es decir, lo que tras bambalinas sucede dada la lucha férrea de poderes que se vive al interior de una SEP que, tal y como lo he dicho en otros textos, pareciera ser un archipiélago donde cada isla tiene su propio virrey, motivo por el cual se hace evidente una desarticulación entre esas diversas fuerzas que la componen.

No hay duda, hoy por hoy se vive una lucha desmedida y podría decir que hasta despiadada por el control de la educación en nuestro país. Aquí lo preocupante es lo que está en medio de esas fuerzas: los NNA y los diferentes actores que integran las escuelas.

Para nadie es desconocido que en estos días las temperaturas en nuestro país han alcanzado niveles nunca antes vistos, por ejemplo, el gobernador de Nayarit hace unos días declaró que estaba considerando adelantar el cierre de ciclo escolar; Sinaloa y Tamaulipas han hecho lo propio, es decir, el próximo 30 de junio estarían cerrando el ciclo escolar por la ola de calor referida; San Luis Potosí y otras entidades de la República Mexicana, como Durango, han hecho ajustes en sus horarios de entrada y de salida, pero también, en la realización de actividades escolares, tanto al aire libre como en los salones de clase. Y si esto no fuera suficiente, el consumo de alimentos en esta temporada, así como el beber una buena cantidad de líquidos, se ha vuelto un tema en las escuelas que no es menor, por el contrario, reviste de una singular importancia.

Pero, ¿y qué tiene que ver la ola de calor con el calendario escolar? Todo, porque con las decisiones tomadas por las autoridades gubernamentales y educativas, los colectivos docentes y directivos realizan todos los ajustes necesarios para abordar los contenidos, materiales, recursos, etcétera.

Ahora bien, se sabe que al término del presente ciclo escolar en las escuelas, los colectivos docentes estarían trabajando en eso que la SEP denominó formación continua para la implementación del Plan de Estudios 2022; estas acciones, derivadas del actual calendario (con los ajustes de la SEP recién hechos y conocidos) son de conocimiento del magisterio y, muy probablemente de los padres de familia, pero ¿antes de iniciar el siguiente ciclo escolar también se tendrá contemplado otra “formación” para las maestras y maestros sobre el mismo Plan de Estudios 2022 que fue analizado, dialogado y discutido en las diferentes sesiones de los Consejos Técnicos Escolares en el ciclo que aún no termina? Si se hará efectiva esa “formación” ¿será para todo el profesorado puesto que, hasta donde se sabe, el Plan de Estudios 2022 solo entraría vigor en el primer grado y no en todos porque aún estaría operando el Plan 2017? O caso contrario, ¿esa formación sí será para todos los maestros y grados porque sí se implementará en todos esos grados, pero, para ello, se haría necesario la modificación del acuerdo 14/08/2022 por el que se establece dicho plan en preescolar, primaria y secundaria dado a conocer hace unos meses?

Muchas preguntas, pocas respuestas y muchas suposiciones. En fin.

Independientemente de lo expuesto hasta aquí, yo estaría pensando en la imperiosa necesidad de contar con calendarios escolares regionalizados; curiosamente, estamos ante la implementación de un Plan de Estudios que habla de las comunidades y de los territorios desde la diversidad, pero… ¿con un calendario unificado? Insisto, hoy por hoy, el cambio climático evidencia las afectaciones al medio ambiente producto de la emisión de gases contaminantes (solo por citar un ejemplo), ¿no habría la imperiosa necesidad de que cada región o estado formule sus propias propuestas a partir de un marco general común?

No imagino a un funcionario de la SEP, de esos cuyo salario es superior a los 90 o 100 mil pesos mensuales, en un salón de clases, con techado de lámina, con una temperatura superior a los 22 grados a las 8 de la mañana llegando a los 35 al medio día, y con una sensación térmica de 40 o superior, atendiendo a un grupo de 35 a 40 niños; no, no lo imagino.

El magisterio, como ha sido una costumbre, esperará pacientemente la llegada del calendario escolar 2023-2024; el misterio quedará resuelto, y a marchas forzadas las maestras y maestros organizarán lo que tengan que organizar, aunque la SEP no los conciba como unos profesionales de la educación, éstos, una vez más, demostrarán que pueden con cualquier reto.

Al tiempo.

Fuente de la información e imagen: https://profelandia.com

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La evaluación en la NEM: entre la calificación y la formación

Por: Abelardo Carro Nava

 

Vivimos en un país sui géneris, donde el Sistema Educativo solicita a sus maestras y maestros, registren las evaluaciones/calificaciones de sus estudiantes en una plataforma justo un mes antes de que concluya el ciclo escolar. Un proceso que, por donde quiera que se mire, tiene varias aristas de análisis, sin embargo, me limitaré a señalar algunas de ellas porque, como parece obvio, el tema que me ocupa tiene que ver con un aspecto fundamental dentro de lo que hemos llegado a conocer con el nombre de Nueva Escuela Mexicana y por lo que, en próximas fechas, se estará trabajando en los Consejos Técnicos Escolares (CTE) en todo el territorio mexicano.

Desde hace ya varias décadas, como bien lo han señalado investigadores, académicos o especialistas en la materia, en nuestro Sistema Educativo Nacional (SEN) se ha confundido dos conceptos que, aunque se pudieran ubicar en un mismo plano, la realidad es que difieren en cuanto a sus propiedades, me refiero lo que se conoce con el nombre de calificación y evaluación. El primero, como pareciera obvio, en los últimos años ha eclipsado el de la evaluación propiamente dicha porque, imagino, a algún sabio detrás de un escritorio se le ocurrió decir que todo aprendizaje debía ser medido y, en consecuencia, cuantificado, delegando a un segundo plano un proceso que, desde mi perspectiva es más profundo, rico en posibilidades y análisis sobre el proceso formativo de los principales protagonistas en las escuelas: los alumnos y sus profesores.

Indudablemente el acto de calificar, es decir, asignar un número, está directamente vinculado con lo administrativo que desde hace tiempo se implementó en cada una de las escuelas mexicanas. Se califica un examen, se califica una tarea, se califica un trabajo hecho clase, se califica el número de trabajos entregados durante una unidad de aprendizaje, se califica el comportamiento, etcétera, etcétera, etcétera; es decir, a todo se le va asignando un número con la finalidad de que se obtenga una calificación numérica final y, como parece obvio, al final se tendría en las escuelas a alumnas y alumnos de diez, nueve, ocho, siete, etcétera, etcétera, etcétera, esto dependiendo del número que se la haya asignado. ¿Este proceso de asignación numérica refleja la adquisición de un aprendizaje? En fin. Sigamos.

Si consideramos que el proceso descrito en el párrafo anterior se desarrolla en buena parte del SEN, entonces debemos incluir dos elementos que me parecen fundamentales: los maestros y los estudiantes. Los primeros porque, a juicio o criterio fundado en su experiencia, conocimiento, diseño y elaboración de instrumentos de evaluación – la famosa y conocida “instrumentitis” –, entre otros, asignan ese valor numérico, ya sea en primaria o secundaria (por mencionar solo dos subsistemas) para que al final del o los trimestres registren y entreguen un número – con ciertas observaciones –, mismas que serán incorporadas a la boleta de calificaciones; calificaciones que, hay que decirlo, se han convertido el eje de trabajo docente y educativo en cada una de las instituciones escolares. ¿Este proceso de asignación numérica refleja la adquisición y valoración de un proceso de enseñanza y de aprendizaje? Sigamos.

Por otra parte, pienso que los estudiantes que ingresaron a este SEN hace unas décadas, bajo esta modalidad y/o cultura evaluativa que han conocido, prácticamente desde que han ingresado a la escuela, es muy probable que hayan comprendido que lo importante no es aprender bajo un proceso crítico y/o reflexivo fundado en el diálogo con uno mismo, con sus compañeros o con el docente, sino mediante la obtención de un número que les da un “valor numérico” al interior del aula y escuela, pues ello refleja dicho aprendizaje. En consecuencia, pareciera ser que lo importante es obtener “buenos” números, aunque no se reflexione la forma o manera en que se obtiene ese número por más “bueno” que sea. Entonces, podría decirse, que el cumplir con una tarea, resolver un ejercicio en clase, entregar un número determinado de trabajos a lo largo de la unidad o el estudiar de un día para otro para responder un examen, etcétera, etcétera, etcétera, se ha convertido en el mecanismo bajo el cual, desde mi perspectiva, ha girado el SEN.

Y bueno, si esto no fuera suficiente, hace varios años hicieron acto de presencia en nuestro país, los exámenes estandarizados provenientes del Programa Internacional para la Evaluación de Estudiantes (PISA), la Evaluación Nacional de Logros Académicos en Centros Escolares (ENLACE), Plan Nacional para la Evaluación de los Aprendizajes (PLANEA) y, recientemente, los de Evaluación Diagnóstica para las Alumnas y Alumnos de Educación Básica (MEJOREDU), todos con la peculiaridad importante: medir el aprendizaje bajo ciertos estándares, parámetros o criterios; aunque, por ejemplo, en el último señalado se refiera que no se busca calificar, clasificar, juzgar o etiquetar a los estudiantes, cuando en realidad los docentes tienen que descargar los instrumentos de evaluación que no son otra cosa más que exámenes, imprimirlos (con sus propios recursos), aplicarlos y calificarlos porque ello… ¿indicaría un aprendizaje?. Otra vez, ¿esto refleja la adquisición y valoración de un proceso de enseñanza y de aprendizaje o, para acabar pronto, simplemente refleja una forma de evaluación en extremo burocratizada que necesariamente tiene que superarse?

¿Qué pasaría si a dicho proceso evaluativo se le quitara ese carácter administrativo y burocrático que termina en la asignación de una calificación?, ¿qué pasaría si dejaran de aplicarse esas evaluaciones estandarizadas que poco o nada han aportado a los procesos educativos y de aprendizaje en los planteles escolares?, ¿qué pasaría si a la maestra o maestro se le quitará toda esa carga administrativa y burocrática que deja poco espacio para la realización de formas de evaluación relacionadas, por ejemplo, con la observación y registro de los procesos de aprendizaje de sus estudiantes?, ¿qué pasaría si se hiciera efectiva la autonomía profesional de las maestras y los maestros para que diseñen sus propios procesos de evaluación, debidamente contextualizados y, mediante los cuales, se pudiera establecer una análisis y reflexión sobre la trayectoria de sus alumnos?, ¿qué pasaría si se hiciera efectiva la tan nombrada evaluación formativa en cada uno de los centros escolares?

Como se sabe, en el plan de estudios 2011 se señalaba que la evaluación formativa se realizaría durante los procesos de aprendizaje que permitirían valorar los avances de los alumnos; en el plan 2017, se dijo que el enfoque formativo de la evaluación se consideraba de esta forma, porque debía realizarse con el propósito de obtener información para que cada uno de los actores tomara decisiones que condujeran al cumplimiento de los objetivos educativos; y, en el plan de estudios 2022 próximo a implementase, se considera esta evaluación formativa a partir del seguimiento que realicen los profesores del proceso de aprendizaje de los estudiantes considerando su desarrollo en diferentes contextos y experiencias de su vida cotidiana y, para ello, trabajar de manera conjunta entre alumnos y docentes, priorizaría la reflexión y conciencia sobre lo aprendido, delegando a un segundo plano la acreditación a partir de su calificación.

Este último es un proceso que, por donde quiera que se mire, puede ser sencillo de escribir, sin embargo, el complejo SEN y la cultura que se ha construido desde hace varias décadas podría dificultar su implementación; no obstante, y eso lo tengo clarísimo, si en verdad este gobierno y esta Secretaría de Educación consideran impulsar un cambio y transformación importante en el medio educativo, tendrían que comenzar por dejar atrás esas evaluaciones estandarizadas, darle mayor peso a la evaluación formativa establecida en el plan de estudios 2022 desburocratizando la evaluación que ocurre en el aula. Ya han sido varias décadas de esto último o… ¿me equivoco?

En sentido estricto, la Secretaría de Educación Pública está en la posibilidad de lograr la coherencia entre un plan de estudios que busca superar a los anteriores y una evaluación que posibilite una manera diferente de valorar los aprendizajes; desde luego, pienso en la incoherencia que ha sido manifiesta con este gobierno, que prometió revalorizar a las maestras y maestros, pero ha mantenido a una USICAMM que lo único que ha hecho es desvalorizar al magisterio mediante la aplicación de exámenes estandarizados.

Creo, el momento es propició para dejar un buen legado. Ya veremos que ocurre en los CTE.

Al tiempo.

Fuente de la información: https://profelandia.com

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