Por: Abelardo Carro Nava
Considero que los libros de texto gratuitos de la Nueva Escuela Mexicana han sido los más revisados de la historia
En esta primera semana de actividades del ciclo escolar 2023-2024, tuve la oportunidad de visitar diversas escuelas primarias para dialogar con directivos y maestros sobre algunos temas relacionados con la formación inicial de estudiantes de las escuelas normales; el diálogo, tan rico como lo es con quienes viven a diario las bondades y vicisitudes de nuestro intricado Sistema Educativo, favorece el intercambio de puntos de vista sobre los diversos acontecimientos, en este caso, de la educación básica. Destaco tres momentos que me parecieron importantes, a propósito de los tan comentados, revisados y analizados Libros de Texto Gratuitos (LTG) de la Nueva Escuela Mexicana (NEM).
En primer lugar, retomo algunas ideas de la conversación sostenida con una maestra a la que, en este ciclo escolar, le asignaron tercer grado; desde luego, el intercambio de miradas me permitió comprender el tránsito que paulatinamente se irá dando pues, de un libro de texto totalmente prescriptivo que les era entregado a los profesores, la posibilidad de generar otras propuestas me sigue pareciendo bastante, pero bastante pertinente.
Recuerdo con claridad que la profesora hablaba de una lectura contenida en el Libro Múltiples Lenguajes titulada “El ki de Zamná”. Hago un breve paréntesis para señalar que este texto se encuentra en la página 28, su autor es Omar Alfredo Nieto Arroyo y, entre otras cosas, narra lo que sucedió cuando la niña Yolanda ve a un compañerito suyo, Zamná, en el mercado de artesanías de Mérida, Yucatán, pues los papás de este último eran artesanos y se dedicaban a la venta de tapetes, bolsas, zapatos, hamacas y sombreros de fibra de henequén. Con este referente, esta maestra describía la forma o manera en que desarrollaría un proyecto con sus alumnos pues, como ella misma lo reconoció, había cosas que desconocía, por ejemplo, cómo es que se producía el sisal y cómo es que éste terminaba en un accesorio que a veces usamos; también, que en Yucatán el henequén es conocido como ki porque así se dice en maya, y que éste también puede producir combustible para los autos; aunado a que también desconocía que había una historia de un dios llamado Zamná que fue herido con una espina de henequén. En fin, el que no conociera a profundidad sobre tales cuestiones la había llevado a indagar más sobre el tema, por ejemplo, en qué región de Yucatán se trabaja el henequén y cuál era su ubicación geográfica, si éste era originario de ahí o en qué otros países se producían sombreros, bolsas u otros accesorios a partir del ki, si éstos eran exportados y cuál era su costo, y si la historia del dios Zamná tenía otras aristas o diversas interpretaciones entre los lugareños, etcétera, etcétera, etcétera. Y bueno, como decía, el proyecto ya lo tenía en mente, solo faltaba trabajarlo para que en su momento lo pudiera desarrollar con sus alumnos.
Otro momento, un tanto similar al anterior, lo recogí de un diálogo muy interesante que se estaba dando en un colectivo docente sobre un tema y dos proyectos contenidos en los Libros Proyectos de Aula y Comunitarios de primer grado. La conversación giraba en torno al vínculo que se podía o no establecer entre dos proyectos, uno denominado Nombrario de grupo (Proyectos de aula) y el otro Nuestras manos hablan (Proyectos comunitarios). Hago un paréntesis para señalar que, el primer proyecto tiene como finalidad que los alumnos conozcan más sobre la escritura de su nombre, su significado y las letras que lo componen; mientras que en el segundo se plantea que los estudiantes elaboren un fichero de frases en lengua de señas mexicana, que podrían ser compartidos con la comunidad. Y bueno, retomando la conversación, recuerdo que los profesores brindaban sus puntos de vista sobre los Contenidos y Procesos de Desarrollo de Aprendizaje del Campo Formativo de Lenguajes y, como parece el obvio, sobre el vínculo que podría realizarse con los LTG; sin embargo, lo que me pareció más interesante fue la intención de vincular los proyectos contenidos entre estos dos libros de texto, cuyas actividades podrían ser ajustadas para que, por un lado, los niños trabajaran la escritura de su nombre, pero también, el conocimiento del abecedario en lengua de señas mexicana y la enorme posibilidad de comenzar a identificar las letras de su nombre a través de las manos a partir de la escritura de las letras que lo componen para, finalmente, exponerlo a los padres de familia y/o colocarlos en algún lugar en la entrada de la escuela para que cualquier persona de la comunidad que caminara por ella se detuviera a observar el material elaborado por los pequeños.
Un momento más que, desde luego me pareció interesante, fue el diálogo que observé y escuché entre el colectivo docente de otra escuela primaria; la conversación versaba sobre la incertidumbre de trabajar siempre por proyectos en las aulas, sin considerar otras alternativas desde las cuales, a decir de los profesores, se podría hacer énfasis en una disciplina y no en el proyecto como tal. Obviamente yo esperaba que el director, en ese momento, señalaría que en lo sucesivo se trabajaría por proyecto, porque así lo mandataba la NEM, el Plan de Estudios o LTG, pero craso error de mi parte, sucedió lo contrario, y no solo eso, recomendó varios materiales u otras alternativas para reforzar algunas áreas del conocimiento que era necesario profundizar para atender lo que el mismo diagnóstico iría arrojando durante la primera y segunda semana. Esta apertura desde luego que me pareció bastante pertinente porque, precisamente, un elemento fundamental para el desarrollo del trabajo docente parte de los resultados del diagnóstico y no de la imposición a rajatabla de una propuesta educativa que, por ejemplo, puede ser extraordinaria, pero que no lo podría ser tanto si es que no se parte del conocimiento de los alumnos, su contexto, etcétera. En consecuencia, el emplear o no los LTG dependería de las actividades que diseñaría o planearía el maestro para sus alumnos.
Sí, considero que los LTG de la NEM han sido los más revisados de la historia, al menos, de la historia de mis poco más de 25 años de servicio; en consecuencia, pienso que la revisión más importante es la que he descrito en párrafos anteriores, donde cada uno de estos agentes educativos que tienen la enorme responsabilidad de coordinar el proceso de enseñanza y aprendizaje, como parece obvio, tienen la última palabra; desde luego que esto no significa que lo narrado sea una generalidad que ocurre en todo México, lo que estoy diciendo es que estos actores son quienes toman decisiones previa valoración de ciertos factores que intervienen en dicho proceso. Entonces, ¿por qué no confiar en las maestras y los maestros?, ¿por qué denostar y menospreciar el trabajo que han hecho en los LTG?
Sí, considero que los LTG de la NEM han sido los más revisados de la historia, al menos, cada semana leo, veo y escucho una cantidad importante de conversatorios, foros, notas o artículos en las redes sociales, lo cual me parece extraordinario, porque en unas semanas subió el promedio de lectura nunca antes visto en nuestro país, y eso que desde la derecha se quejan que no se lee mucho en México. Vaya, hasta ellos han conocido un libro de texto gratuito, lo cual me parece doblemente extraordinario porque, sin duda, podrán arengar su quema o no distribución en las escuelas, pero de que los han leído los han leído; bueno, eso espero.
Sí, considero que los LTG de la NEM han sido los más revisados de la historia, y qué bueno… qué bueno.
Fuente de la información e imagen: https://profelandia.com