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Un libro del maestro sin recetas, pero ¿cuál es la “receta” de los maestros?

Por: Abelardo Carro Nava

«¿No hay una contradicción entre plantear una autonomía profesional del magisterio en el Plan de Estudio 2022 y elaborar un programa analítico siguiendo las posibles orientaciones que la misma SEP está brindando al docente para que pueda construirlo?»

Quienes conocen de cerca el terreno educativo, particularmente, quienes han tenido la oportunidad de estar dentro de un salón de clases, saben que las maestras y los maestros, a partir de las sugerencias u orientaciones contenidas en un plan de estudio y en su respectivo libro para el maestro, emplean, por ejemplo, los libros de texto gratuitos con distintos propósitos, ya sea como instrumentos que les permiten a los estudiantes recuperar algunos datos o información sobre un contenido, para leer alguna lectura sobre un tema en específico, o bien, como herramientas de trabajo en virtud de los problemas matemáticos que ahí se encuentran, los cuestionarios que se presentan para que sean respondidos después de una lectura, para el llenado de algún cuadro que implique recoger información de las familias, lugares o comunidades en las que viven, etcétera.

Luego entonces, al ser un instrumento, herramienta, recurso o material que favorece o enriquece las actividades que el docente puede diseñar y plasmar en una planeación didáctica, este libro de texto permite fortalecer el proceso de enseñanza y de aprendizaje mediante el quehacer del profesorado que ha sido formado para este propósito. En este sentido es que cobra singular relevancia, tanto la formación inicial como la continua que pudo haber recibido la maestra o el maestro, pero también, la experiencia que ha adquirido en su trayectoria profesional.

En consecuencia, se sabe que no hay recetas para que el docente realicé su labor dentro de la escuela y salón de clases; su quehacer no sigue determinadas pautas de acción plasmadas en un instructivo, aunque esas mismas acciones sí tienen un fundamento teórico-metodológico. No hay un manual que le diga o señale que, en tal momento de la clase, se tiene que tomar el libro de texto gratuito para que los alumnos realicen o aborden un contenido. De hecho, las maestras y maestros emplean dicho libro ya sea al inicio de la sesión, en el transcurso de la misma, cuando ésta está por finalizar o, bien, no lo emplean. Los motivos por lo que sucede este tipo de cuestiones tienen que ver con lo que he comentado al inicio de estas líneas: la experiencia y conocimiento del profesorado que le permiten tomar decisiones con el propósito de favorecer el aprendizaje de sus alumnos.

Ahora bien, siguiendo con el mismo ejemplo, por lo que respecta a la conformación de un libro de texto gratuito mucho puede decirse, sin embargo, más por falta de espacio que de ganas, me limitaré a señalar algunas cuestiones que, desde mi perspectiva, son relevantes pues, se sabe, que dicho libro debe estar en debida consonancia con el plan de estudio vigente del cual se desprende; obviamente que dicho Plan responde a un modelo educativo y éste a las teorías, tendencias, corrientes, ideologías o a una probable cultura dominante en un país o en el mundo entero. Desde luego, sin perder de vista, el marco normativo en el que todo lo anterior puede ubicarse como lo es la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos. Y bueno, con estos referentes, los diseñadores de estos materiales se dan a la tarea de organizar los temas, secuencias, actividades, imágenes, entre otros elementos considerando los procesos cognitivos de los niños, el grado escolar en el que se pretende emplear, el nivel de complejidad conceptual y procedimental de las lecturas, problemas o desafíos matemáticos, en fin, todo un cúmulo de aspectos que deben mirarse desde la didáctica y la pedagogía, pero también, por ejemplo, de la psicología u otras disciplinas.

Después de este proceso, considerando la revisión por parte de los responsables que los elaboraron, continua el de impresión y distribución de estos materiales. Otro gran tema en el que salta a la vista, el negocio que representa para algunas empresas a las que se les asigna esta encomienda, dada la obligación constitucional del estado, a través del Ejecutivo y la propia Secretaría de Educación Pública (SEP). Impresión y distribución que, hasta nuestros días, sobre todo esta última, no ha sido satisfactoria. ¿Cuántas escuelas y cuántos alumnos no inician un ciclo escolar sin los libros de texto gratuitos que, conforme al grado, les correspondería recibir?, ¿cuántas maestras y maestros no cuentan con el libro que les permita orientar su trabajo dentro del aula escolar? Repito, quienes han tenido la oportunidad de estar en una escuela o en un salón de clases, saben que ni todos los alumnos ni todos los maestros reciben estos materiales en tiempo y forma. En fin.

Traje a colación estas ideas debido a la polémica que, en días recientes, se generó, y por la cual di lectura a diversas notas periodísticas, entrevistas o columnas que algunos colegas de la pluma y letra dieron a conocer a través de distintos medios informativos. Pareciera que, en días recientes, se leyó el Libro para el docente denominado “Un libro sin recetas, para la maestra y el maestro”, que desde el mes de noviembre del año pasado se filtró por las redes sociales y no por los canales oficiales de la SEP. Libro que fue elaborado para el profesorado como parte del Plan de Estudio 2022 que esta Dependencia busca implementar en el ciclo escolar 2023-2024 y que, por esas mismas fechas, me permitió escribir un artículo que más adelante comparto y que titulé: “La nueva familia de libros de texto gratuitos. Algunas reflexiones”.

Como parece obvio, las reacciones en estos días fueron diversas, hubo quienes acusaron que, a través de un admirador del marxismo y de un venezolano se estaban rediseñando los libros de texto en la SEP (Infobae, 2023); otros, con conocimiento de causa, vieron en este libro para el maestro un manual atiborrado de una colección de clichés y ocurrencias filosóficas y sociológicas que tiran línea a los trabajadores de la educación (Hernández, 2023). Ambas posturas, tan válidas como necesarias, no fueron respondidas por la SEP o por la Dirección de Materiales Educativos, hecho que hace pensar que hay mucha razón en los argumentos que éstos lanzaron pues, si se analiza con detenimiento los apartados introducción o ecología de saberes en el territorio escolar, podríamos cerciorarnos de ello, pero, también, ampliar nuestro panorama y/o visión sobre ello.

Curiosamente, como alguien atinadamente señalaba hace unos días, la derecha encontró un motivo más para reiterar lo que el gobierno en turno “pretende” lograr con la ideologización de la educación – como si esa derecha no buscara imponer su ideología – misma que, según dijeron, puede observarse en el planteamiento de este libro para el maestro, asunto que de nueva cuenta deja entrever la concepción que tienen con relación al quehacer docente y del docente mismo, al no considerarlo como una persona con la suficiente inteligencia y con la capacidad necesaria para tomar las decisiones que, con base en su formación y trayectoria profesional puede tomar. Sin embargo, paradójicamente, también la SEP comparte esta misma visión, al imponer una ideología disfrazada de un eslogan que refiere que no hay recetas pero que sí las da (en este libro), y limitando al profesorado a impartir sus clases con libertad, imaginación y creatividad.

De hecho, si se revisa el texto para el docente de principio a fin (lo invito a hacerlo), se podrá observar que el apartado denominado Diseño Creativo para la Construcción del Programa Analítico, que fue trabajado durante la Semana Intensiva de Formación Continua del mes de enero del año en curso, se encuentra en este libro. ¿No hay una contradicción entre plantear una autonomía profesional del magisterio en el Plan de Estudio 2022 y elaborar un programa analítico siguiendo las posibles orientaciones que la misma SEP está brindando al docente para que pueda construirlo? Ahora bien, si uno de los ejes fundamentales que tiene el programa analítico es darle al docente esa autonomía para el trabajo por proyectos, ¿por qué los libros de texto gratuitos que pueden observarse en el enlace que abajo comparto, ya tienen proyectos integradores estructurados que marcan la pauta de actuación de los docentes?, ¿no es ésta otra gran contradicción?, ¿de qué tipo de autonomía estamos hablando entonces?, ¿dónde queda la autonomía intelectual del profesorado en todo este embrollo?

En resumidas cuentas, está visto, que la lucha por el control de la educación está más que viva que nunca en nuestro país. Como se ha observado, la SEP vive profundas y grandes contradicciones que poco abonan al proyecto educativo del gobierno en turno. Y bueno, para las maestras y maestros, esa lucha y esas contradicciones, aunque no les son ajenas, los deja en medio de terreno que no atiende sus demandas y necesidades profesionales y laborales y, mucho menos, las de sus alumnos en sus aprendizajes.

Referencias:

Carro, A. (2022). La nueva familia de los libros de texto gratuitos. Algunas reflexiones. Profelandia.com. https://profelandia.com/la-nueva-familia-de-libros-de-texto-gratuitos-algunas-reflexiones/
Hernández, L. (2023). El misal y la feligresía. La Jornada. https://www.jornada.com.mx/notas/2023/02/07/politica/el-misal-y-la-feligresia/
La redacción, Infobae. (2023). Cómo un admirador del marxismo y un venezolano chavista rediseñan los libros gratuitos de texto de la Sep.
https://www.infobae.com/mexico/2023/02/01/como-un-admirador-del-marxismo-y-un-venezolano-chavista-redisenan-los-libros-gratuitos-de-texto-de-la-sep/
Enlace para consultar la nueva familia de textos de 1er. Grado. https://drive.google.com/drive/folders/16z3jV1CymYUmdycbu1pdEmnJE5oiqy8h?fbclid=IwAR3UcV2HIwJJoiXr4zElkv3mI8nKryo0ay7m9weaE4sg4oXV46aPTiQWR3s

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¿Por qué el programa analítico no es una planeación didáctica?

Por: Abelardo Carro Nava

 

«Con la construcción del programa analítico por parte de los docentes, ¿la SEP considerará la posibilidad de revisar y valorar la pertinencia del Programa Escolar de Mejora Continua en las escuelas de educación básica?»

De entrada, advierto, que las siguientes líneas no pretenden establecer una verdad absoluta en torno a un tema que, desde luego, tiene varias aristas de análisis; tampoco sugieren que, desde este espacio, se le esté haciendo el trabajo a la Secretaría de Educación Pública (SEP) en razón del mismo tema que me ocupó a escribirlas; lo que sí pretende generar, es un momento de reflexión sobre lo que en los últimos días se ha hablado mucho en el sector educativo y que ha generado una serie de interpretaciones al interior de los colectivos docentes derivado del Taller Intensivo de Formación Continua que se desarrolló, del 2 al 6 de enero, en la mayoría de los estados de la República Mexicana, me refiero al programa analítico y la planeación didáctica. Aspectos que, como se sabe, fueron confundidos, en principio, por la Secretaria de Educación, Leticia Ramírez y, posteriormente, en los Consejos Técnicos Escolares (CTE), en virtud de la desorganización que prevalece en la SEP en cuanto a los tiempos en los que emite las orientaciones para que sean trabajados en estos espacios por las maestras y maestros.

Dicho lo anterior, pretendí recuperar de diversas fuentes consultadas, algunos referentes que permitieran vislumbrar por qué el programa analítico no es una planeación didáctica, aunque se ésta última se derive de éste. Veamos.

Si partimos de la búsqueda de un par de definiciones básicas o generales que no necesariamente estén vinculadas con el ámbito educativo, dado que las fuentes que las ofrecen, solo abordan algunos principios genéricos de lo que se entiende por programa, encontraríamos que éste, por un lado, hace referencia a un plan o proyecto organizado de las actividades que se irán a realizar (Significados, 2022), mientras que el otro, con una mirada un poco más específica, alude a un sistema y distribución de las materias de un curso o asignatura, que forman y publican los profesores encargados de realizarlas (RAE, 2023). Consecuentemente, organización y planeación, parecen ser dos conceptos que, de manera inmediata, podrían llamar nuestra atención; ambas definiciones, desde luego, con miras a desarrollarse en un futuro que puede ser inmediato, a mediano o largo plazo, dependiendo de lo que la institución o docente organice y planee. No obstante, si nos detenemos a analizar un poco más la segunda, podremos identificar tres cuestiones: materias, curso o asignatura, y la figura del profesor encargado de diseñar lo que en el medio educativo se conoce como programa de estudios. Un tema que es por demás interesante considerar, sobre todo en el ámbito universitario, donde muchos profesores se encargan de conformar dicho programa, pero, para el caso que nos ocupa, el de la educación básica, por mandato constitucional y/o reglamentario, esta cuestión no la realiza (o realizaba) el docente porque, como sabemos, le corresponde al estado determinar los planes y programas de estudio (Artículo 3º constitucional). Entonces, con la idea propuesta en el Plan de Estudios 2022 denominada codiseño, ¿la SEP estaría incumpliendo el mandato constitucional dado que los profesores tendrían que elaborar un programa analítico con algunos contenidos que se deriven de situaciones locales, institucionales o de su grupo para incorporarlas como parte de su ejercicio docente? No necesariamente; pero de ello escribo unas líneas más adelante.

Dicho lo anterior, qué podríamos entender por programa de estudio. De acuerdo con Díaz Barriga (2009) por programa podemos entender, el documento oficial de carácter nacional en el que se indica el conjunto de contenidos a desarrollar en determinado nivel, mientras que (si) hablamos de programación (podríamos) referirnos al apoyo educativo-didáctico específico desarrollado por los profesores para un grupo de alumnos en concreto. Programa y programación son planteamientos no excluyentes. Entonces, en el ámbito educativo podría decirse, que es un documento en el cual contiene el proceso pedagógico que los docentes deben cumplir durante el año escolar dado que, dicho programa, establece los contenidos, actividades y los objetivos que deben cumplir los docentes con respecto a sus alumnos.

De esta forma, resulta claro que el programa de estudios, es un documento que posibilita el proceso pedagógico que se pondrá en marcha durante un tiempo determinado, cuyo vínculo con el proceso didáctico es, por así decirlo, indisoluble. Qué se enseña (pedagogía) y cómo se enseña (didáctica), es un tema del cual hablaré en los siguientes párrafos, sobre todo cuando aborde lo relacionado al programa sintético y analítico.

Ahora bien, una de las principales funciones que se pueden identificar de un programa de estudios, sería posibilitar la visión global del plan del que forman parte, (de ahí que) acceder a todos los programas nos puede informar del proyecto educativo que adopta la institución (en este caso la SEP) a través de la carga académica semestral o anual, del conjunto de disciplinas o problemas que se propone abordar y de origen global (Díaz-Barriga, 2009), aspectos que resultan sumamente interesantes considerar, en razón de la comprensión de que los programas, como tales, se desprenden de lo que en nuestro caso conocemos como Plan de Estudio que, dicho sea de paso, en la últimos años se ha venido cambiando, prácticamente cada sexenio, aunque en los hechos, sigan operándose en las escuelas de educación básica: 2011, 2017 y, en próximas fechas (esperemos) el 2022.

Vistas las ideas hasta aquí expuestas, encuentra sentido lo que en nuestros días conocemos con el nombre de programa sintético (que bien podría ser equiparado a un programa de estudios de carácter nacional) y programa analítico (que podría ser definido como un programa de estudios local, institucional o grupal elaborado por el docente); el primero, como se sabe, se concibe como aquel que organiza los contenidos que los estudiantes deben aprender, pero que es necesario contextualizar para atender a la diversidad intercultural y social en su acción pedagógica… Plantea que las maestras y los maestros decidan QUÉ ENSEÑAR y CÓMO ENSEÑAR tomando en consideración a la comunidad y sus saberes, a sus estudiantes y conocimientos y (por tanto) el programa de estudios define los contenidos nacionales comunes (SEP, 2022); mientras que, el segundo, es decir, el programa analítico puede entenderse, como una ESTRATEGIA para la contextualización que los maestros, como colectivo escolar, llevan a cabo a partir de los programas sintéticos, de acuerdo con las condiciones de su situación comunitaria, escolar y, en particular, de su grupo escolar… el programa analítico NO ES UN FORMATO que se llene con ALGUNA RECETA, implica organizar de manera específica varias de las acciones QUE YA SE LLEVAN A CABO EN LA ESCUELA, incorporar nuevas o reorientar el sentido de otras para atender las FINALIDADES que el Plan de Estudios 2022 señala… (por tanto) es un DOCUMENTO de trabajo SENCILLO que se elabora, analiza y evalúa durante el ciclo escolar en las sesiones del CTE o en las academias de secundaria, además de los espacios de formación docente… Se configura a partir de tres planos: 1. Análisis del contexto socioeducativo de la escuela; 2. Contextualización; 3. Codiseño. El primero refiere al ejercicio de lectura de la realidad educativa de la escuela, el segundo explica los procesos de integración curricular y contextualización y, el tercero, incorpora especificidades locales (SEP, 2022).

Resulta claro que, mientras el programa sintético define los contenidos nacionales que habrán de trabajar las maestras y maestros durante el ciclo escolar, el programa analítico, los toma como referente para que, mediante un proceso de contextualización que considera la situación comunitaria, la situación de la escuela o del grupo escolar, diseñe o construya el propio; por tanto, el tema que surge en estos momentos, sería el del codiseño, situación que también ha generado diversas reacciones, más por las ambigüedades y confusiones que, como al inicio comentaba, se desprenden de lo que cada actor está entendiendo por este concepto derivado de la desorganización que hasta el momento permea en la SEP, que por el concepto mismo.

Por codiseño se entiende, según la SEP, aquel proceso que: 1. Incorpora problemáticas, temas y asuntos comunitarios locales y regionales como contenidos necesarios para enriquecer la propuesta curricular; 2. Considera que el colectivo docente de cada escuela delibere en torno a los contenidos que se integrarán a los programas analíticos; 3. Reconoce los procesos de decisión curricular que las maestras y maestros llevan a cabo; 4. No elude la observancia obligatoria de los programas de estudio (programa sintético); 5. Implica una visión contextualizada, flexible y realista para la toma de decisiones de los maestros respecto a cómo se enseña (didáctica) en la escuela; 6. Lo nacional tiene que reposicionarse como el espacio de lo común desde la diversidad que nos caracteriza como país (SEP, 2022).

Entonces, este es un proceso de codiseño que, bien podría decirse, de alguna manera la maestra o maestro realiza, en mayor o menor medida, en su quehacer cotidiano, en su grupo y en su escuela. Cierto, tal vez sin la sistematicidad o siguiendo una metodología previamente establecida (dada la escasa formación en diseño curricular que se le pudo haber brindado en su formación inicial), pero sí con algunos elementos que, pienso, son parte de ésta o éstas.

¿No habría la imperiosa necesidad de propiciar que los maestros identifiquen aquellos momentos en los que incorporan temáticas o contenidos locales, institucionales o hasta grupales en su quehacer docente?, ¿no habría la imperiosa necesidad de propiciar un aprendizaje para la identificación y/o construcción de contenidos y su incorporación al programa analítico tomando en cuenta que, tal ejercicio, puede ser sencillo para algunos y complicado para otros?, ¿no habría la imperiosa necesidad de que existiera una formación continua más sólida sobre diseño curricular para que el profesorado mexicano se adentrara en estos temas? En fin. Algunas cuestiones que, desde luego, desearía que pudiera contestar la SEP en otros CTE y como parte de ese proceso “formativo” que está llevando en este ciclo escolar.

Como se ha visto, Plan de Estudios y Programa Sintético (qué se enseña), responden a una serie de documentos que los profesores tienen que tomar en cuenta para construir en colectivo, o tal vez, de manera individual, lo que se ha denominado Programa Analítico (qué se enseña). Documentos que, si bien consideran el tema de la planeación y organización, su lógica es diferente en cuanto a la que sigue una planeación didáctica (cómo se enseña). Entonces, ¿a qué nos referimos con este último término?

La planificación didáctica se puede concebir como un proceso amplio, flexible y mental que no se limita al registro de información en un formato; sino que empieza con la revisión de materiales (programas de estudio, libros de apoyo, recursos didácticos, bibliografía, entre otros), y que termina y se regenera en cada momento que se evalúan los resultados y se toman decisiones… considera diversos aspectos como el conocimiento de los alumnos, del contexto, del contenido que se aborda, de la teoría pedagógica en la que sustenta su práctica, y el conocimiento de enseñanza presentes en los programas de estudio (SEP, 2012).

Entonces, si el programa sintético y analítico definen QUÉ SE ENSEÑA (derivado de un proceso de contextualización y demás elementos referidos), la planeación didáctica alude al CÓMO PODRÍA ENSEÑARSE aquello que se pretende enseñar, por tanto, planear la situación y el trabajo en el aula y en los espacios escolares, implica prever la organización y la secuencia del modelo educativo, así como los métodos, las estrategias, las actividades, las tareas, las interacciones entre los participantes (el lenguaje, el diálogo, la reflexión, los valores que se anticipan cómo podría operar el grupo), los tiempos disponibles y los espacios para la evaluación formativa… (por ello) habrá de anticipar, en lo posible, los procedimientos que ayudarán al estudiante a construir el aprendizaje, es decir, las estrategias didácticas que usará el profesor… (por tanto) la planeación didáctica anticipa la organización, la estructura y la secuencia de los procesos de enseñanza y de aprendizaje; es el momento para seleccionar actividades, la organización del espacio y tiempo de las actividades; la ocasión para anticipar los medios, recursos, apoyos, instrumentos o materiales didácticos (Monry, s/f).

Y para que todo este proceso ocurra, no habría que perder de vista que, en éste, el profesor pone en juego sus capacidades, conocimientos, experiencia, formación, entre otras cuestiones para construir situaciones de aprendizaje que le permitirían eso, generar aprendizajes en sus alumnos, y bueno, planear lo que haya que planear, puede realizarse siguiendo una determinada secuencialidad dado el desarrollo de los aprendizajes planeados, pero también, del desarrollo cognitivo de los alumnos; para el caso que me ocupa, sabemos que una secuencia didáctica es fundamental en este ejercicio porque, como tal , se encuentra en el marco de una planeación dinámica, donde todos los factores de la planeación se afectan entre sí. Su punto de partida es la selección de un contenido (en el marco que tiene el programa de estudios en su conjunto) y con la determinación de una intención de aprendizaje de ese contenido, sea expresada en términos de objetivos, finalidades o propósitos de acuerdo a la visión pedagógica y didáctica de cada docente (Díaz-Barriga, 2013); por tanto, el inicio, desarrollo y cierre, resultan fundamentales para la generación del proceso que conocemos con el nombre de enseñanza y de aprendizaje.

Ahora bien, desafortunadamente, pienso que un ejercicio tan importante como lo es la construcción de una planeación didáctica por parte del profesor, en las dos últimas décadas (aunque no signifique que con anterioridad no se daba), cuando la tan afamada y mal lograda calidad educativa entró de lleno al terreno educativo, perdió su esencia puesto que, además de dar paso a eso que yo llamó “formatitis”, se le exigió al docente, incluir una serie de indicadores aunque éstos no tuvieran relevancia ni trascendencia para el proceso que el profesor estaba diseñando en esos momentos. Y, lo que es peor, fue la imposición de innumerables formatos para que los profesores “reportaran” dicha planeación a sus autoridades educativas inmediatas y éstas a sus superiores, etcétera, sin que se supiera el destino final de éstas y, mucho menos, se retroalimentara a los profesores. ¿Acaso esta acción no generó un “burocratismo” innecesario que llevó al docente a cumplir solo por cumplir cuando en los hechos, muchas veces, elaboraba otra planeación que, siendo flexible como lo es, suele modificarse una vez que comienza el trabajo con el grupo de alumnos?

De hecho, sobre este tema, en los últimos días, me ha llamado la atención la existencia de muchas páginas que circulan en las redes sociales, que ofrecen a las maestras y maestros formatos algunos programas analíticos construidos a partir del diseño, precisamente, de un formato. Pienso, que todo puede ser de utilidad, siempre y cuando se profundice en los elementos conceptuales, teóricos y metodológicos que fundamente una propuesta curricular puesto que, de lo contrario, caeríamos, una y otra vez, en esa “formatitis” que poco abona al proceso de enseñanza y de aprendizaje; por tanto, considero que es necesario que los docentes construyan un documento orientador en el que, tanto los contenidos, como los procesos de aprendizaje, sean la base para la generación del mismo, y no un formato que solo se tenga que entregar porque se tiene que entregar ante la exigencia de una autoridad que, muchas veces, se encuentra un tanto alejada de lo que verdaderamente ocurre en el aula.

Finalmente, pienso que estamos en la antesala de un proceso que, por años, buena parte del magisterio mexicano de educación básica venía solicitando, me refiero a la posibilidad de tener esa libertad para construir un programa a partir de sus propias necesidades, problemáticas y formas de ver y entender la docencia. La idea del codiseño, con mucha seguridad para algunos docentes universitarios no sea del todo desconocida, dado que muchos de ellos construyen el programa de estudios de la materia, asignatura o curso que imparten; en básica, con esta propuesta curricular, comienza a generarse esta idea pues, como se sabe, habrá contenidos nacionales plasmados en el programa sintético, sin embargo, el docente podría incorporar otros en su programa analítico, dependiendo de sus necesidades (diagnóstico) y los demás elementos que ya he señalado; el probable problema que yo veo es que, de alguna forma, el sistema, por la misma normatividad establecida y por la misma cultura que ha permeado por más de tres décadas en el mismo, impide transitar hacia una forma diferente de concebir el quehacer educativo y docente, pero además, si no se cuenta con una formación continua sólida para las maestras y los maestros, todo proyecto, que podría ser extraordinario, quedaría en los anales de la historia como un buen intento.

 

Al tiempo.

Con negritas:

Con la construcción del programa analítico por parte de los docentes, ¿la SEP considerará la posibilidad de revisar y valorar la pertinencia del Programa Escolar de Mejora Continua en las escuelas de educación básica? Una pregunta que, espero, abordar en otras entregas.

Referencias:

SEP. (2022). Avance del contenido para el libro del docente. el diseño creativo. http://gestion.cte.sep.gob.mx/insumos/php/docs/sesion3/El%20dise%C3%B1o%20creativo.%20Avance%20del%20contenido%20del%20Libro%20del%20docente.%20Primer%20grado.pdf

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El balance del taller intensivo: el programa analítico no es una planeación didáctica

Por: Abelardo Carro Nava

«La aplicación del Plan de Estudios 2022 sigue en suspenso e incertidumbre, pues no se sabe qué es lo que ha pasado con los amparos promovidos que detuvieron el tan anunciado pilotaje…»

Culminó el Taller Intensivo de Formación Continua, que la Secretaría de Educación Pública (SEP), de conformidad con el calendario escolar y las acciones contempladas en éste para la “formación” sobre el Plan de Estudios 2022, se dirigió a supervisores, directores, maestras y maestros de educación básica de la República Mexicana. El balance puede tener varias aristas, algunas a favor y, como es natural, otras no tanto, dependiendo del cristal con el que se mire y las experiencias que se hayan adquirido al interior de los colectivos docentes; sin embargo, desde mi perspectiva, pienso en algunos puntos que no fueron muy favorables:

• La evidente desorganización que prevalece al interior de la SEP, por ejemplo, al subir a la plataforma los programas sintéticos el viernes 30 de diciembre de 2022, cuando el taller comenzaría el 2 de enero de 2023. Asunto que no es nada nuevo porque, desde que se conoció el Marco Curricular del nuevo Plan de Estudios en enero de 2022, a la fecha, se han observado cambios importantes y significativos en los documentos; imagino, tanto los especialistas como los responsables del diseño curricular, han tenido varios desencuentros que han generado, por ejemplo, la desaparición de eso que enero de 2022 se conoció con el nombre de diálogos y progresiones de aprendizaje, sin que se haya explicado la razón o el motivo por el cual no aparecen en los programas sintéticos dados a conocer en diciembre de 2022.

• La construcción de una noción de “formación” por parte de la SEP que no es formación, sino una capacitación de naturaleza técnica-instrumental para operar un plan de estudios, aunque en el proceso “formativo” que viene construyendo esta Dependencia, se incluyan momentos reflexivos.

• La escasa visión para generar espacios de formación dirigidos a las autoridades educativas (supervisores y directores), con la finalidad de que éstos, no se limiten solamente a las cuestiones organizativas de un taller, sino que, por la relevancia de su papel, tal acción debería ir más allá de la organización propiamente dicha. Ello podría explicar por qué, la SEP, consideró un solo día para la “formación” de estas figuras educativas para el desarrollo del Taller.

• La organización exprés que realizaron los supervisores y directores con el propósito de propiciar ese proceso “formativo” que la SEP, desde el escritorio, diseñó para ser trabajado durante 3 o 4 días con las maestras y maestros. Organización que, independientemente de las complejidades que ello representó, en muchos casos, sí se logró, lo cual demuestra la capacidad que tienen estas figuras para orientar lo que de botepronto les llaga a las manos, sin embargo, hay que decirlo, en muchos casos esto no sucedió así. Es más, se dio paso a construir completamente un programa analítico cuando, de acuerdo la propuesta de agenda de la SEP, solo se tenía que elaborar un esbozo (un trazo, un bosquejo, etc.) de éste.

• La generación de varios materiales (exposiciones, diapositivas, documentos colocados en Drive, transmisiones en vivo por las redes sociales u otras plataformas, etc.) por diversos actores que no necesariamente se encuentran prestando sus servicios en el Sistema Educativo o que, si lo hacen, los construyeron siguiendo sus propios referentes y recursos. Materiales que, principalmente, fueron compartidos por las redes sociales, prácticamente desde el lunes 2 hasta el 6 de enero de 2023, siguiendo la propuesta de agenda que estableció la SEP. Sin embargo, llamó la atención que, hoy día, exista una cantidad importante de formatos para la construcción del programa analítico que, en algunos casos, poco abonan a eliminar la evidente confusión existente en este tema; por ejemplo, en algunos de los que circulan por las redes sociales, se siguen considerando los diálogos y progresiones de aprendizaje cuando, en los programas sintéticos proporcionados en diciembre del año pasado, ya no aparecen. Entonces, ¿para qué generar un contenido que no apoyara a las maestras y maestros?

• La falta de un glosario de términos en cada una de las sesiones, porque si bien es cierto que los colectivos docentes podrían construir sus propios glosarios a partir de sus conocimientos, trayectorias o experiencias profesionales, también es cierto, que la SEP podría brindar algunos referentes conceptuales con la intención de observar la mirada de la cual están partiendo para abordar los temas, mismos que podría complementarse con el de los colectivos docentes.

• Derivado de lo anterior, es necesario que la misma autoridad educativa se apropie del documento que propone a las maestras y maestros, porque, como se pudo observar, la forma de comunicar aspectos tan importantes como lo es un programa analítico o una planeación didáctica, juega un papel fundamental para evitar confusiones al momento de realizar el trabajo en los CTE. Por tanto, el papel de la Secretaria de Educación en este rubro, tendría que ser relevante para que pueda comunicar con asertividad, hecho que demostraría que no solo el maestro o maestra debe prepararse para los cambios, sino que las mismas autoridades educativas también se encuentran en este proceso. Es claro que un programa analítico no es una planeación didáctica y, por tanto, generar confusiones no abona en este proceso.

• En consecuencia, dicho proceso de transformación, implicaría tomar las decisiones que podrían tomarse para que, por ejemplo, los programas analíticos no terminen construyéndose porque se tiene que construir, dado el requerimiento de la autoridad inmediata; si éste es un elemento fundamental para transformar las prácticas docentes y, en consecuencia, mejorar los aprendizajes a través del análisis del contexto socioeducativo, la contextualización y el codiseño, tendrían que darse los ajustes correspondientes para que los docentes tuvieran menor carga administrativa y una carga horaria laboral que permita el trabajo colectivo, tal es el caso de lo que sucede en secundaria, donde se sabe que las maestras y maestros atienden a varios grupos (numerosos en muchos casos), tienen una carga académica que corresponde a su contratación laboral (por horas, medio tiempo, ¾ de tiempo o tiempos completos) y, muchas veces, por estas mismas cuestiones, laboran en varias escuelas.

Ahora bien, algunos puntos que puedo rescatar como favorables, serían:

• El diálogo entre las maestras y maestros, conjuntamente con las autoridades educativas y otros actores o especialistas. Ello, desde luego, propicia el intercambio de conocimientos y saberes obtenidos a través de sus formaciones iniciales, trayectorias profesionales y experiencias a lo largo de su ejercicio docente.

• El compartir las experiencias docentes en cuanto, por ejemplo, al aprendizaje basado en proyectos; en virtud de que la maestra o maestro, que tal vez no tenía muchos referentes sobre esta metodología activa, pudiera conocerla o bien, reconocer que, en algún momento, la ha desarrollado con sus alumnos.

• Una oportunidad para diseñar los programas analíticos con un amplio sentido pedagógico (qué se enseña) y didáctico (cómo se enseña), lo cual implica profundizar en el análisis de los contenidos propuestos en los programas sintéticos, la organización curricular propiamente dicha del Plan de Estudios, etcétera y, de ahí, construir propuestas sin que medie el cumplir con un formato que la misma autoridad proponga para que los colectivos docentes lo llenen nada más por llenarlo.

• La reflexión del propio ejercicio docente, en razón de la construcción que se ha dado a través del tiempo de ese quehacer, particularmente, lo que muy probablemente llegó a sedimentarse en las maestras y maestros, debido a los requerimientos de los planes de estudios basados en competencias (2011) o el competencial (2017) que, indistintamente, obligó al docente a ejercer su labor de cierta forma porque así lo mandataba el plan de estudios y la autoridad educativa, y no a través de propuestas alternativas que pudieran favorecer la construcción de escenarios diferentes para mejorar los aprendizajes.

• Finalmente, pienso que la interpretación que cada colectivo docente generó en torno a las actividades desarrolladas durante la jornada de “formación” puede ser favorable, sin embargo, podría generar el efecto que, en otras publicaciones he señalado, sobre el surgimiento de un teléfono descompuesto, porque los referentes teóricos, conceptuales y metodológicos que fundamentan el Plan de Estudios 2022 no han sido del todo claros o, porque este proceso formativo, que no ha sido tal, han surgido diversos documentos sin que se haya explicado las razones de dichos cambios.

Habría que ver cuál sería el balance que, en las oficinas de República de Argentina se hace al respecto. Por lo mientras, la aplicación del Plan de Estudios 2022 sigue en suspenso e incertidumbre, pues no se sabe qué es lo que ha pasado con los amparos promovidos que detuvieron el tan anunciado pilotaje; motivo por el cual, en los meses subsecuentes, se seguirá operando el Plan de Estudios 2011 y el 2017, aunque alguien pudiera decir lo contrario.

Al tiempo.

Fuente: https://profelandia.com/el-balance-del-taller-intensivo-el-programa-analitico-no-es-una-planeacion-didactica/

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¿Sin pies ni cabeza el Taller Intensivo de Formación Continua?

Por: Abelardo Carro Nava

«Las instituciones educativas se han venido organizando con la finalidad de reajustar los tiempos para el desarrollo de este Taller “formativo”…»

El 3 de junio de 2022, la Secretaría de Educación Pública (SEP), mediante Boletín No. 129, dio a conocer el calendario escolar 2022-2023 de educación básica y normal; desde ese entonces, llamó mi atención la propuesta de celebrar Talleres intensivos de Formación Continua para Docentes, Nuevos Planes y Programas de Estudio, uno de ellos, programado del 2 al 6 de enero de 2023 y, otro más, del 5 al 9 de junio de este mismo año; ambos, sin la presencia de estudiantes. Sin embargo, como bien se sabe, también, en ese mismo calendario escolar, se contempló otro Taller intensivo de Formación Continua, pero con la presencia de alumnos, mismo que estaría desarrollándose del 3 al 14 de julio de 2023.

Dicho lo anterior, no está por demás mencionar que, por esas mismas fechas, publiqué en este y otros espacios, dos artículos que más adelante comparto si es que de nueva cuenta desean consultarse: “El calendario escolar 2022-2023, entre la administración y lo vivido” “El calendario escolar 2022-2023: mucho ruido y pocas nueces”, en virtud de que, como tales, plantean un análisis sobre lo que la SEP consideró relevante organizar durante el ciclo escolar en comento. De esta manera, en esos artículos y sobre los talleres de formación continua, palabras más palabras menos, referí que a diferencia de lo que había ocurrido en otros calendarios escolares, la incorporación de lo “formativo” parecía ser un simple cambio de nombre a las “capacitaciones” que, regularmente, estaban contempladas hace unos años sobre un determinado plan de estudios. De hecho, señalé, con bastante énfasis, que durante el peñanietismo ocurrió algo similar pues, para las maestras y maestros, se contempló una capacitación sobre aquello que recibió el nombre de Nuevo Modelo Educativo y Aprendizajes Clave para la Educación Integral, además de que, la diversidad de instancias formadoras del profesorado mexicano, en su mayoría, capitalizaron sus esfuerzos para ofrecer programas de “capacitación” para los procesos de admisión y promoción del magisterio.

Entonces, hoy día, tenemos por un lado, los periodos que la SEP contempló para desarrollar esos Talleres de Formación Continua durante este ciclo escolar y, por el otro, una “formación” que, como se verá más adelante, está lejos de serlo, por más que la misma Secretaria de Educación, Leticia Ramírez, se esfuerce en señalar que se está formando a las maestras y maestros porque, desde mi perspectiva, se está repitiendo la misma fórmula de hace unos años, es decir, se está “capacitando” para la operación de un plan de estudios. Veamos.

Por lo que respecta a la primera cuestión, ya es sabido que una vez que se conoció el calendario escolar 2022-2023, varios estados, haciendo uso de sus facultades y soberanías, modificaron algunas fechas, por ejemplo, las relacionadas con el Taller de Formación Continua a desarrollarse en los primeros días del mes de enero del siguiente año puesto que, aunque la federación determinó que dicho taller se realizaría del 2 al 6 de enero, estados como Tamaulipas, consideraron iniciar con los preparativos el 19 y 20 de diciembre de 2022, y los docentes estarían trabajando con los que los jefes de sector, supervisores y directivos hayan organizado, del 4 al 6 de enero.

Desde luego que está cuestión, choca con lo establecido en el documento que la semana pasada pudimos conocer a través de la página de la Subsecretaría de Educación Básica titulado Taller intensivo de Formación Continua, tanto para Supervisores, como para Docentes, debido a que, como se podrá observar en éste, se tiene contemplado llevar a cabos dos talleres, el primero dirigido a las autoridades educativas (jefes de sector, supervisores y directores) con duración de un día, es decir, el lunes 2 de enero y, el otro, para docentes, a desarrollarse del 3 al 6 de enero.

En este sentido es importante señalar, que en los últimos días se ha podido conocer que, independientemente de las disposiciones oficiales que se han establecido desde la federación, y aún en los estados, las instituciones educativas se han venido organizando con la finalidad de reajustar los tiempos para el desarrollo de este Taller “formativo”; es decir, que aunque la SEP y la SEP estatales hayan hecho los “ajustes” que consideraron pertinentes – y que ya he señalado –, las escuelas han tomado decisiones sobre los días en los que estarían trabajando los colectivos docentes. Un proceso que, hay que decirlo, era previsible que sucediera, porque aun cuando las autoridades educativas suelen tomar decisiones relacionadas con ciertas disposiciones oficiales, los colectivos generan un frente común que los lleva a tomar otras como las de iniciar el 4 de enero el taller y no el 3 como se tenía previsto. ¿Acaso, cuando los diseñadores de calendarios escolares de la SEP, se sentaron en su escritorio, no contemplaron que el día 2 de enero estaba próximo al 1 de ese mes y, por tanto, cientos de maestras y maestros, por ejemplo, habrían viajado para estar con sus familiares y, por ello, no podrían estar presentes el 2 o el 3 de enero como lo pensaron dado que se encontrarían de regreso a los lugares donde prestan sus servicios? Desde mi perspectiva, ello evidenció el desconocimiento de dichos diseñadores sobre lo que ocurre en los cientos de escuelas a lo largo y ancho de la República Mexicana. Ojo, no estoy diciendo que los docentes no estén sujetos a una normatividad que los lleve a disfrutar de sus respectivos periodos vacacionales, pero también a cumplir con sus días laborables, lo que estoy diciendo es que el diseño estuvo mal diseñado, valga la redundancia.

Si este fenómeno, el de los ajustes y más ajustes que se han venido dando y conociendo en estos días, y que son parte de la dinámica escolar, ¿se imagina lo que sucede en cada una de las escuelas cuando se propone una serie de orientaciones, como parte de un proceso “formativo”, cuya base no es sólida, puesto que solo se está “formando” para un plan de estudios sin un debido proceso formativo que le anteceda?

Y es que, cuando hablamos de formación, a diferencia de la capacitación, tenemos que entender que ésta refiere a un proceso social y cultural que obedece al carácter de la integralidad del desarrollo de la capacidad transformadora humana que se da en la dinámica de las relaciones entre sujetos en la sociedad, en constante y sistemática relación, capaz de potenciar y transformar sus componentes en el saber, hacer, ser y convivir. Al respecto, subrayo integralidad humana. Mientras que la capacitación, como se sabe, alude a un proceso de enseñanza-aprendizaje donde se adquieren conocimientos y se desarrollan destrezas (Delgado, 2019). En consecuencia, cuando hablamos de formación aludimos a un concepto más amplio, que refiere precisamente la integralidad y no la operatividad de algo, tal y como lo pudiera plantear la capacitación propiamente dicha. Entonces, si revisamos los documentos de trabajo que publicó hace unos días la Subsecretaría de Educación Básica, cabría preguntarse si en verdad estamos atravesando por un proceso formativo o de capacitación; es decir, desde mi perspectiva, seguimos en un esquema técnico mediante el cual, la formación se observa como algo que se administra y sobre lo cual se toman decisiones de naturaleza técnico-instrumental, que tienden a alinear a los sujetos a esquemas de operación con el que se espera que se cumplan los objetivos de eso que se ha llamado Nueva Escuela Mexicana; en consecuencia, ¿no se supondría que, en dicha Nueva Escuela Mexicana, ya no se reproducirían ideologías, relaciones o culturas hegemónicas dominantes, configuradas por dispositivos de control y autoridad que solo buscan legitimar el status quo y las asimetrías sociales?, ¿dónde quedaría un esquema disruptivo o emancipador que pretende liberar a los individuos y a sus colectividades?, ¿acaso lo disruptivo puede comprenderse a partir de la problematización sugerida para este Taller de Formación Continua? Vaya, ¿dicha problematización cobra sentido cuando se parte de programas sintéticos en proceso de construcción y de libros de texto en proceso de edición que sugieren determinados contenidos y proyectos integradores? En suma, ¿el aprendizaje para la construcción de un programa analítico, y su desarrollo con los programas sintéticos y libros de texto, permitirá o favorecerá una revisión a fondo de los objetivos de aprendizaje, las estrategias a emplear, los programas que se están empleando y las acciones concretas a realizar?

En fin, sigo pensando que, partir de los saberes y experiencias de los colectivos docentes, pero también, de la reflexión y el diálogo de los mismos, es un ejercicio sumamente enriquecedor en cualquier proceso formativo, pero cuando se carece de un ambicioso programa de formación para el profesorado mexicano, cuando solo se le asignan poco más de 80 pesos para este propósito en el presupuesto de egresos de la federación, cuando las áreas de la SEP se muestran desarticuladas, cuando solo los talleres abordan el plan de estudios y su operación, cuando ese sistema no funciona como tal, nos limitamos a “formar”, precisamente, para un plan de estudios y no para el ejercicio integral del quehacer docente.

Al tiempo.

Referencias:

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Semana de taller intensivo de formación continua: ¿la desorganización?

Por: Abelardo Carro Nava

Hace unos días – yo lo encontré en Facebook el 7 de diciembre –, a través de las redes sociales, se conoció un documento firmado por la Subsecretaria de Educación Básica, Martha Velda Hernández Moreno, mediante el cual informaba que, con base en el Acuerdo número 9/06/22 por el que se establecen los calendarios escolares para el ciclo lectivo 2022-2023, aplicables en toda la República Mexicana para la educación preescolar, primaria, secundaria, normal y demás para la formación de maestras y maestros de educación básica, publicado en el Diario Oficial de la Federación el 3 de junio de 2022, del lunes 2 al 6 de enero de 2023, tendría lugar el “Taller intensivo de formación continua para docentes: plan y programas de estudio de la educación básica 2022”.

Para ello, a decir de este documento, el día 2 de enero de 2023 trabajarían los supervisores y directivos con la finalidad de conocer lo que abordarían con los colectivos docentes en lo sucesivo, y del 3 al 6 de ese mismo mes, lo harían las maestras y maestros de educación básica, acompañados de los primeros, motivo por el cual, de acuerdo a lo programado al inicio del ciclo escolar, esta jornada se realizaría sin la presencia de estudiantes en las escuelas y, días más tarde (no se especifica en el cuerpo del documento la fecha) se harían llegar los materiales a través de los responsables de los Consejos Técnicos Escolares, Formación Continua y Enlace Educativo de cada entidad federativa.

Un poco más adelante, para ser preciso, en el cuarto párrafo de dicho documento, se señalaba de manera enfática, que se “solicitaba que se difundiera esta información a la comunidad educativa, a fin de que directivos y directivas, maestros y maestras estén en sus centros escolares durante la primera semana del próximo mes de enero para dar continuidad con las acciones de formación continua”.

Como era de esperarse, los comentarios que podían leerse en las páginas que compartieron ese documento, fueron diversos; algunos de ellos referían la falta de planeación para el desarrollo de estas actividades por parte de la Secretaría de Educación Pública (SEP), otros, se preguntaban cómo era posible que todo lo que se abordaría en cuatro días, se iba a dar a conocer en un solo día a directivos y supervisores, y unos cuantos más, señalaban los escasos días de descanso que tendrían los colectivos docentes en esta temporada decembrina para que, en dichos días, se les dieran a conocer las orientaciones que marcarían la ruta de trabajo y, en consecuencia, preparan los productos o actividades que tendrían que realizarse en esa semana de formación.

Desde mi perspectiva, es preocupante la simplicidad con la que la SEP está viendo proceso formativo de tal envergadura que, obliga a pensar, que en lugar de atender la formación del profesorado mexicano con relación al plan y programas de estudio 2022, se intente cumplir, burocráticamente, con los tiempos y acciones que estipula el calendario escolar, aprobado por la misma SEP. Me explico.

Para quienes hayan sido formados en alguna institución formadora de docentes, y aun cuando no hayan cursado sus estudios en éstas, saben que la planeación es un ejercicio fundamental para el logro de los propósitos, en este caso, educativos. De hecho, por ejemplo, si se revisan los planes de estudio de las escuelas normales, se podría observar que en varios de éstos se incluye alguna, o varias asignaturas relacionadas con la planeación de la enseñanza, gestión escolar, etcétera. Desde luego que, en sus contenidos, se abordan algunos temas vinculados con la organización de los aprendizajes o del proceso administrativo donde la planeación, organización, ejecución, control y evaluación, son elementos esenciales para el desarrollo de las planeaciones didácticas, o bien, para la conformación de lo que se conoce como Programa Escolar de Mejora Continua (PEMC). En ambos casos, ya sea para la planeación de los aprendizajes o para la construcción del PEMC, el tiempo es fundamental, porque permite establecer las estrategias didácticas o acciones de gestión a desarrollar, pero también, los recursos y materiales a emplear, los objetivos de aprendizaje o las metas y acciones a lograr, en fin, un cúmulo de cuestiones que forman parte de un proceso que, visto así, puede ser sencillo de escribir, pero que, ponerlo en marcha implica un cierto grado de complejidad importante, dada la cantidad de factores que inciden o influyen en éstos; supongo que esto lo saben, o al menos lo deberían saber, en las oficinas de la SEP.

Por ello es que resulta “extraño” que, a unos días de salir de lo que se conoce como vacaciones decembrinas, la misma SEP “informe” sobre el desarrollo de un proceso formativo como el que ya he señalado. ¿Incapacidad o ignorancia? Podría ser alguna de estas cuestiones, sobre todo si es que se desconoce lo que ocurre en los centros escolares durante la semana previa al periodo vacacional de los estudiantes y trabajadores de la educación. ¿Acaso la maestra o el maestro no tendría que disfrutar de un derecho que está contemplado en ese mismo calendario escolar como lo es el referido en diciembre?, ¿acaso no ha sido suficiente toda la carga administrativa que se les ha asignado en lo que va del ciclo escolar como para que no se les permita estar con su familia o seres queridos en estas fechas que, como se sabe, traen un cúmulo de emociones, encuentros y sentimientos?, ¿acaso la revalorización docente no contempla los espacios que puede tener cualquier trabajador de la educación con los suyos?

No tengo la menor duda de que la educación de los individuos es un tema trascendental para el desarrollo de los pueblos, sociedades y naciones. Es un tema incuestionable. Sin embargo, pienso, que también las maestras y maestros, directivos y supervisores son seres humanos. Supongo que la empatía no cobra mucho sentido cuando se trata de cumplir con tiempos y actividades, sin que éstas estén debidamente planeadas para ser desarrolladas.

En suma: ¿cuándo la SEP podría ser empática con los docentes?, ¿acaso alguna vez esta dependencia, que hoy día la encabeza una profesora, le habrá preguntado a una maestra o a un maestro cómo se siente en estos momentos?, ¿hasta cuándo dejará de ser visto al profesional de la educación como mero sujeto ejecutor de las políticas educativas, aunque no estén planeadas como debiera?, ¿acaso no se le podría exigir y/o demandar una mayor y mejor organización a esta Secretaría?

Al tiempo.

Con negritas:

Cierro estas líneas revisando el portal de la Subsecretaría de Educación Básica y, aún no se encuentran disponibles, los materiales que habrán de orientar los trabajos de esa semana de formación continua.  ¿Desorganización entonces?

Fuente de la información e imagen:  https://profelandia.com

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De cuentas individuales a décimo transitorio: espejos por oro

Por: Abelardo Carro Nava

 

«Justicia social sería, precisamente, darles a todos los Trabajadores al Servicio del Estado una jubilación digna, eliminando la cuantía por UMA, seguido del esquema de cuentas individuales y, ponderar los salarios mínimos como base de medida.»

En días pasados, por algunos medios de comunicación se dio a conocer, que la Comisión de Seguridad Social de la Cámara de Diputados, en su 14ª Reunión Ordinaria efectuada el 16 de noviembre del año en curso, había aprobado un dictamen relativo a la jubilación de los Trabajadores al Servicio del Estado. Dicho dictamen, reformaría los artículos 4º y 7º transitorios de la Ley del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (LISSSTE), publicada en el Diario Oficial de la Federación (DOF) el 31 de marzo de 2007.

Un tema que, a decir de las Diputadas y Diputados que fueron participes en este proyecto, podría ser catalogado como un acto de justicia social para quienes desean jubilarse y que no lo han hecho por su tasa de remplazo, el cual no supera el 30 por ciento de lo que actualmente perciben de salario (Cámara de Diputados, 2022); sin embargo, visto desde esta perspectiva, habría que preguntarse si en realidad puede ser definido de esta manera, es decir, como un acto de justicia social cuando, en realidad, los Trabajadores al Servicio del Estado han sido menospreciados por distintos gobiernos y legisladores, incluyendo el actual y actuales, porque esta iniciativa no va al fondo de lo aprobado y publicado en 2007 y 2016, relativo a la jubilación bajo el esquema de cuentas individuales, pero también, a la desindexación del salario mínimo y la creación de la Unidad de Medida y Actualización (UMA) que se emplea como índice de referencia, medida o base económica en pesos, que determina la cuantía de pago de obligaciones, créditos, multas, impuestos y deducciones personales, entre las que se encuentran las jubilaciones de los Trabajadores al Servicio del Estado, mismos que incluyen los del sector educativo. Me explico.

En febrero de 2021, varios periódicos digitales publicaron un artículo que escribí y titulé: El SNTE y las pensiones para jubilados y activos: el atraco, que de nueva cuenta comparto dado el tema que estoy abordando en estos momentos (ver referencias).

En tal escrito señalé que, en 2007, se gestó uno de los golpes más sentidos que ha sufrido el magisterio mexicano cuando, el ex presidente Felipe Calderón, atendiendo las políticas sobre la seguridad social, que el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo mandataban en esos tiempos, logró imponer una reforma al sistema público de salud y de pensiones que vulneró los derechos laborales de los Trabajadores al Servicio del Estado. Tal acción, se vio cristalizada en la referida LISSSTE publicada en el DOF el 31 de marzo de ese mismo año y, cuyo objetivo (entre otros), fue la conversión gradual de los planes contributivos obligatorios en sistemas privados de capitalización individual como columna vertebral para el Sistema de Nacional de Pensiones. Es decir, en un esquema de pensiones a través de cuentas individuales y, del cual, como parece obvio, se desprende la “elección” que, en su momento, tuvo que realizar el trabajador o trabajadora, ya sea para mantenerse en lo que se conoce como Décimo Transitorio o cambiar al esquema de Cuentas Individuales. La precariedad laboral, la seguridad social y las pensiones de dichos trabajadores, insisto, recibieron el primer golpe. Años más tarde, específicamente en 2014, el peñanietismo asestaría el segundo pues, luego de presentar la iniciativa de desindexación del salario mínimo, ésta fue aprobada y publicada en el DOF el 7 de enero de 2016.

Palabras más palabras menos, en el texto que escribí sobre este tema señalaba, que la reforma de 2016 propició la creación de la UMA, como índice de referencia, medida o base económica en pesos que determinaría la cuantía del pago de obligaciones, créditos, multas, impuestos y deducciones personales y, por ello, se creó la Ley UMA, misma que le confirió la responsabilidad al Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), para calcular y actualizar el valor de dicha UMA, en virtud de que el salario mínimo, ya no sería el índice que determinaría la cuantía del pago de obligaciones sino la UMA. Es decir, si se revisa lo estipulado en el Reglamento para el otorgamiento de pensiones de los trabajadores sujetos al régimen del artículo Décimo Transitorio del Decreto por el que se expidió la LISSSTE, artículo 8, se señala, que la cuantía de las pensiones aumentaría anualmente conforme al incremento que en el año calendario anterior hubiese tenido el Índice Nacional de Precios al Consumidor (IPC), con efecto a partir de enero de cada año; en caso de que en año anterior el incremento del IPC al consumidor resultara inferior a los aumentos otorgados de manera general a los tabuladores que contienen los sueldos básicos de los trabajadores en activo, las cuantías de las pensiones se incrementarían en la misma proporción de estos últimos. Esto significa que, la actualización de la pensión es por el IPC y, por tanto, la cuantía es determinada por el comportamiento de la UMA. Por ello puede comprenderse que, por ejemplo, en nuestros días, aunque el salario mínimo ha tenido un incremento importante, dadas las políticas que en esta materia ha impulsado el gobierno federal, para el caso que nos ocupa, no tienen mayor repercusión, puesto que las jubilaciones de los Trabajadores al Servicio del Estado no se cuantifican en salarios mínimos sino, en lo que ya he dicho, en UMA que, como se sabe, está por debajo del salario mínimo que anualmente ha venido incrementando, repito, desde que inició este gobierno.

En consecuencia, pienso que la propuesta que presentó la diputada Angélica Cisneros Lujan, del grupo parlamentario MORENA, aplaudida y respaldada por diputadas y diputados de diferentes bancadas en la Cámara de Diputados, más allá de ser un acto de justicia social, es un acto que mantiene el esquema establecido desde el 2007 y apuntalado en 2016 con las reformas mencionadas. Cierto, habrá quien diga que, con esta acción, los dos grupos de trabajadores que podrían ser beneficiados mejorarían en cuanto a la cuantía de su jubilación, pero desafortunada y lamentablemente, no es ni será así, porque si usted analiza el fondo de esta iniciativa, solo atiende la “elección y ubicación automática” de quienes optaron por cuentas individuales y que no tuvieron la suficiente información para tomar la decisión que tomaron en su momento pudiendo valorar su permanencia en cuentas individuales o cambiarse al décimo transitorio; o bien, quienes teniendo antigüedad y derechos adquiridos hasta el 1 de abril de 2007 (fecha en que entró en vigor la LISSSTE), pero que en ese momento no estaban vigentes por lo que automáticamente se incorporaron al esquema de cuentas individuales, pudiesen tener la oportunidad de elegir la opción por la que desean jubilarse, dada la antigüedad con la que contaban y que siguió acumulándose una vez que regresaron sus respectivas funciones. Como puede observarse, esta iniciativa solo aplicaría a quienes comenzaron a cotizar antes del 1 de abril de 2007, ¿y los que ingresaron después no podrían tener la oportunidad de que, llegado el momento en que decidan jubilarse, ¿tengan una jubilación digna?

Entonces, ¿en verdad es un acto de justicia social? Justicia social sería, precisamente, darles a todos los Trabajadores al Servicio del Estado una jubilación digna, eliminando la cuantía por UMA, seguido del esquema de cuentas individuales y, ponderar los salarios mínimos como base de medida.

Visto está, que el mito del incremento de la inflación por el incremento de los salarios mínimos se ha derrumbado con la política económica establecida por el actual presidente de la República, ¿podríamos sentarnos a dialogar al respecto y no considerar solo unas cuantas acciones que podrían “aminorar” las políticas neoliberales agresivas que han vulnerado los derechos de los trabajadores del estado? De una vez por todas, para el caso de los trabajadores de la educación ¿no podría el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación hacer su trabajo y velar por los intereses de sus agremiados?

Al tiempo.

Referencias:

Fuente de la información: https://profelandia.com

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Las filtraciones de la SEP: poder y deseo

Por: Abelardo Carro Nava

«¿Dónde han quedado los objetivos que la SEP persigue para el desarrollo y progreso de los seres humanos plasmados en la Constitución Política de nuestro país?»

Decía, atinadamente, Rosa Ma. Zuñiga (1990), en su texto titulado La institución escolar, lugar de deseos y lucha de poderes que: “El poder, el deseo, el deseo por el poder y por su libre ejercicio, son características de lo humano, sin embargo, a pesar de que se juegan en todas las actividades humanas, son reiteradamente negados u omitidos… Esto hace que, a pesar de que la tendencia de la institución a conservarse y representarse como estática, su dinámica fundamental sea el conflicto, en la que luchan – entre otros – dos proyectos fundamentales, uno de conservación y otro de transformación… Esto provoca una situación desgastante que limita el desarrollo de los sujetos y de la propia institución, haciéndola girar en círculos cerrados que repiten un discurso monótono y vacío…”, y no se equivocaba pues, como sabemos, en las instituciones la acción humana tiende a generar una lucha constante, independientemente de las circunstancias, y claro, del tiempo en el que sucedan.

En este sentido sería ingenuo pensar que, desde que se creó la Secretaría de Educación Pública (SEP) en 1921 (y aún antes de que comenzara a operar como tal), en su interior no se vivieran una serie de deseos y pugnas por el poder de importantes consideraciones. Es, por así decirlo, un proceso “natural” en cualquier institución que puede ser observado, reflexionado, analizado y dialogado o debatido. Esta idea es clara, si consideramos que los hombres no llegan sin la construcción de una ideología ni con el sentido de pertenencia a ésta. Por tanto, la visión que, en este caso se tenga de la educación, suele marcar los conflictos y deseos personales de los hombres pues, independientemente de esa ideología (que parte de un constructo colectivo), también persigue intereses personales que nacen en la subjetividad de los individuos.

Es claro, al menos así lo considero, que a través de los años esta lucha ideológica y de intereses personales, han concurrido en una de las instituciones públicas de mayor presencia en nuestro país. Negarlo, sería ignorar los procesos sociales, políticos, económicos y culturales por los que ha atravesado el territorio mexicano y de los cuales, se desprenden distintos momentos educativos que son parte de la historia de la educación en nuestro país; por ello podemos comprender la existencia de una educación nacionalista, educación rural e indígena, educación socialista, educación técnica, de la unidad nacional, del plan de once años, la descentralización educativa, la reforma de los noventa, la reforma educativa de 2013 y la reforma educativa de 2019.

Desde luego que, hombres como José Vasconcelos, José Manuel Puig, Moisés Sáenza, Narciso Bassols, Jaime Torres Bodet, Luis Sánchez Pontón, Fernando Solana, Manuel Bartlett o el mismo Aurelio Nuño, han llegado a ocupar uno de los lugares más privilegiados del terreno educativo; no obstante, tales figuras han llegado con otros tantos personajes que, por ejemplo, recientemente han ocupado una Subsecretaría de Educación Básica, la Subsecretaría de Educación Media o la Subsecretaría de Educación Superior, y también, por ejemplo, han sido colocados en otros tantos puesto de menor rango, como recientemente ha ocurrido, otras figuras como en la Dirección de Materiales Educativos o en la Dirección de Diseño Curricular.

Tal designación o asignación de ciertas responsabilidades en la SEP, desde hace mucho tiempo, no obedece precisamente al conocimiento que tal o cual servidor público pueda tener con relación a la responsabilidad designada o asignada, sino a la cercanía con alguna otra figura que pueda tener un rango o responsabilidad mayor, ya sea en el poder ejecutivo, legislativo o judicial, pero también, por la simpatía o coincidencia con cierta ideología política o de grupo, o por el trabajo que haya hecho en los procesos electorales que haya favorecido la posibilidad de tener eso que conocemos con el nombre de “poder”.

Luego entonces, ya en el cargo, manteniendo una cierta lealtad con la forma, persona o grupo que los haya ahí colocado, asumen su ejercicio independientemente del propósito que persiga la institución en la que se encuentren. Obviamente, la lucha encarnizada por el poder en los distintos cargos o responsabilidades asumidas, se mantiene sin tregua ni descanso, pues los deseos naturales de los hombres, pueden o no, conjugarse con los de los grupos a los cuales dicen pertenecer o, al menos, sentirse identificados.

No obstante, valdría la pena preguntarse, si los deseos naturales de los individuos pueden superponerse a los objetivos de las instituciones en las que se encuentran ejerciendo el poder concedido. Pienso, desde luego, que no, porque cuando un individuo se incorpora a una institución, también incorpora parte de su libertad de acción y de decisión a la organización, por consiguiente, renuncia parcialmente a ese deseo, lo que a su vez supone que cada uno de sus miembros ya no sea libre para actuar a su albedrío y para decidir de manera autónoma cómo, dónde y cuándo deben hacerse las cosas (Antúnez, 1993). Esto último, ¿obliga a los individuos a buscar otras maneras de imponer sus naturales deseos y ambiciones por el poder para satisfacerlos?, ¿ello explica lo que, en los últimos años, sucede en el ámbito educativo desde que inició el régimen lopezobradorista?, ¿de qué manera se explica entonces, la serie de “filtraciones”, de diversos documentos, que hemos observado en los últimos meses y que, por su contenido y la relevancia de éste, podrían haberse dado a conocer por los canales oficiales de la propia Secretaría de Educación y no por las redes sociales?; es más, con dichas “filtraciones”, por ejemplo, del plan de estudios 2022 o de la nueva familia de textos gratuitos ¿se buscó “medir” las reacciones de muchos de los actores educativos y no educativos, interesados en la educación en nuestro país? Si la respuesta es afirmativa, ¿por qué no se hizo por los canales oficiales puesto que, si de transformaciones se habla, habría que considerar que “filtrar” tales o cuales documentos, es un ejercicio que poco abona a la transparencia tan necesaria en tiempos en los que se cuestiona la democracia. Entonces, tales “filtraciones”, ¿corresponden a la guía ética que dio a conocer el actual presidente de nuestro país?

Hoy, como antaño, la lucha encarnizada por el poder y por ver cristalizados los deseos de ciertos individuos es, por así decirlo, más que evidente; por ello es que me pregunto: ¿dónde han quedado los objetivos que la SEP persigue para el desarrollo y progreso de los seres humanos plasmados en la Constitución Política de nuestro país?, ¿habrá quien ponga orden en la mesa y fije un rumbo en el que, independientemente de esos deseos y de esas luchas por el poder que, repito, pueden ser considerados como “naturales”, anteponga los propósitos que persigue una institución tan noble, pero tan importante, como lo es la SEP y no los deseos personales y de grupo siendo omiso u omisa a lo que es evidente?

Si así están las cosas en estos momentos al interior de esta Secretaría, ¿qué nos espera de aquí al 2024?

Al tiempo.

Referencias:

Fuente de la información:  https://profelandia.com

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