Cómo ayudar a crear hábitos de orden en los niños

25 de enero de 2017 / Fuente: http://blog.tiching.com/

Por: Ana del Campo Pérez

Casi todos los niños tienden a ser desordenados, pero cada niño es diferente, algunos son muy meticulosos y organizados y otros no tanto, en su manera de actuar frente a las responsabilidades de limpieza, orden y tareas escolares y personales. El niño que tiende a ser desordenado normalmente responde a un determinado rasgo de personalidad desde el punto de vista psicológico. El niño con ese determinado rasgo de personalidad es desordenado por naturaleza y es algo que no puede evitar, es algo natural en él, podemos afirmar que nace con esa tendencia. Por lo tanto, no podemos pretender que se convierta en una persona metódica y tremendamente organizada, aunque sí podemos enseñarle a mejorar ese aspecto. Desde que son muy pequeños, debemos lograr que el niño entienda que cada uno tiene que responsabilizarse de sus cosas en casa o en el colegio, saber cuidarlas y colocarlas en su sitio.

Podemos fijar unas pautas de comportamiento que han de cumplir, entre las que sugerimos las siguientes:

  • Cada cosa en su sitio.  Hay que destinar sitios y espacios para sus cosas. Todo tiene que tener un lugar concreto donde colocarlo. Para ello, nosotros podemos idear un sistema que le facilite su colocación (cada tipo de cosas y colocarlas en estantes o cajas diferentes).
  • Colocar las cosas en lugares accesibles. Tenemos que facilitarle todo lo posible la posibilidad de coger y guardar sus cosas sin nuestra ayuda. Para ello, es necesario colocarlas en lugares de fácil acceso para ellos o bien, facilitarles un taburete estable en el que pueda subirse para coger y guardar sus cosas.
  • Desde muy pequeño el niño debe adquirir la costumbre de recoger sus juguetes cuando haya terminado de jugar. Al principio, es necesario que los padres estén con él y guarden juntos los juguetes, enseñándoles cómo hacerlo y mostrándoles que recoger todo lo que han sacado forma parte del juego.
  • Evitar acumular cosas innecesarias o inservibles. Cuando sus juguetes se estropeen y ya no sirven deberá deshacerse de ellos.
  • Procurar ser claros y precisos cuando queremos que ordene y limpie. Es más positivo utilizar frases en las que se concrete lo que esperamos que haga: “guarda los juguetes en sus cajas” o “cuelga la ropa en el armario”; y ser firmes en nuestra forma de pedírselo, no dando lugar a que nos diga “luego lo hago” o “espera un poco”.
  • Incentivar el orden. La mejor manera de incentivar el orden es utilizando elogios y reforzando comportamientos positivos.

Algunas orientaciones para mejorar esta situación son:

  • Ayudarle a realizar las tareas y ordenar con él/ella. Por ejemplo tomarse tiempo para arreglar con el niño su habitación para que aprenda a hacerlo mejor y mostrarle el resultado final.
  • Supervisión frecuente por nuestra parte. No debemos indicarle que haga algo y no volver a ello más, dando por hecho que lo hará por sí mismo todos los días.
  • Ser flexibles en la realización de las tareas. Si no lo hace perfecto no importa, lo importante es que lo haga, para crear un hábito. Los hábitos llevan tiempo para instaurarse (aproximadamente un mes realizándolos a diario).

¿Cómo ayudar a un niño desordenado? A continuación se recoge un procedimiento para llevar a cabo:

  • Podemos marcarle una tarea que debe cumplir durante 1 mes, pero primero enseñarle cómo hacerla, haciéndola con él.
  • Separa ese periodo en períodos más breves (por ejemplo 3 bloques de 10 días), para que la consecución de los objetivos no sea tan a largo plazo y pueda comprobar el resultado de manera más inmediata.
  • Motívalo a hacerlo ofreciéndole algo divertido para él, un refuerzo, cada vez que termine esos 10 días (o el bloque determinado, que puede ser menor). Por ejemplo una salida al cine, al parque, llevarlo con algún amigo, etc. Algo que a él le divierta.
  • Debemos recordarle a diario la tarea a realizar a la misma hora y del mismo modo.
  • Cada día que termine refuerza su trabajo efusivamente, y si hay algo que mejorar, explícale cómo hacerlo mejor la próxima vez, pero sin criticarlo.
  • Permítele tener un rincón desordenado o dentro de algún armario, es una necesidad que tiene.

Una vez hayamos instaurado el hábito, podremos observar que aunque esté acostumbrado a realizar esa tarea aún le costará continuarla, porque es algo que querrá evitar hacer a toda costa, y esto es normal. Sin embargo, si le reforzamos cada vez que lo realiza, reconocemos su esfuerzo no sólo ante él sino también ante otros miembros de la familia o amigos, lograremos que continúe realizando esa tarea con más ganas, sabrá hacerla mejor y se sentirá feliz.

Fuente artículo: http://blog.tiching.com/ayudar-crear-habitos-orden-los-ninos/

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3 pautas básicas para reducir la ansiedad infantil

09 de noviembre de 2016 / Fuente: http://blog.tiching.com/

Por: Ana del Campo Pérez

En ocasiones los niños tienden a preocuparse demasiado sobre determinados aspectos reales o imaginarios, que les llevan a generar estados de ansiedad y preocupación generalizada y excesiva. Las personas más próximas al niño tienen un papel muy importante en la prevención de problemas de ansiedad. Los padres y los educadores pueden reducir el impacto de las situaciones o acontecimientos vitales estresantes que viva el niño, pueden educarlo para potenciar sus recursos personales y pueden promover nuevas experiencias y fomentar hábitos de vida saludables. ¿Cómo?

1. Disminuir el impacto de los acontecimientos estresantes

Los niños pueden carecer de recursos para afrontar de forma adecuada situaciones o acontecimientos vitales estresantes o traumáticos. La vivencia de una separación, de la muerte de un familiar o amigo, de un desastre natural (incendio, inundación), de un robo, de un accidente, etc. pueden superar la capacidad del niño para reaccionar de forma adaptativa. En estos casos, los padres o las personas próximas al niño deberían:

  • Hablar con el niño de todo lo que le preocupa, de cómo se siente. Permitir que se desahogue y exponga todas sus preocupaciones, dudas y sentimientos. No forzar al niño a hablar de sus sentimientos, estar disponibles cuando él lo necesite.
  • Actuar como modelos de conducta y afrontamiento de los problemas: los niños aprenden a actuar y a afrontar los problemas imitando y adoptando como propios los modos de actuación de personas cercanas a ellos.
  • Comprender lo importante que para el niño es esa situación. No hay que restar importancia a acontecimientos que para un adulto pueden resultar intrascendentes: una pelea con otro compañero, un cambio de profesor, la dificultad en alguna materia escolar, etc. pueden ser lo suficientemente significativas para que el niño se muestre preocupado.
  • Hablar con el niño de todo aquello que teme. ¿Qué es lo que le inquieta? ¿Qué es lo peor que puede pasar?
  • Adoptar una actitud propicia a la resolución del conflicto o problemas: ¿qué puede hacer el niño para solucionar ese problema? ¿cómo puede hacerlo? ¿está en su mano el solucionarlo? Es importante que los padres o cuidadores no adopten un papel demasiado directivo: el niño debe aprender a solucionar sus propios problemas. Solucionárselos no enseña al niño a ser autónomo, sino a depender de los padres o cuidadores y recurrir a ellos cada vez que tenga un pequeño contratiempo.
  • Interesarse por la evolución del problema.
  • Animar al niño, reforzarlo por los avances.

2. Educarlo para potenciar sus recursos personales

La respuesta ante una situación que genera ansiedad depende en parte de los recursos de que dispone el individuo para afrontar ese problema y de si percibe que es capaz de resolverlo. Dicho de otro modo, no basta con tener las armas para enfrentarse a un problema, hay que creer que se puede luchar contra él y superarlo. Este sentimiento de autoeficacia tiene mucho que ver con la autoestima. En la formación de la autoestima cobra especial importancia la familia y la escuela. ¿Qué se puede hacer para fomentar una buena autoestima en el niño?

  • Amor incondicional: la aceptación sin condiciones de los padres es, sin duda, la mejor estrategia para fomentar en el niño una buena autoestima. El niño debe estar seguro del amor de sus padres hacia él por sí mismo, no por lo que hace.
  • Brindarle apoyo: los padres deben demostrar a su hijo que ellos estarán allí cuando él necesite ayuda, los profesores deben expresar al niño que ellos pueden ayudarle cuando tenga dificultades en sus tareas escolares.
  • Ayudar al niño a encontrar aptitudes, intereses y actividades. Reforzar y potenciar sus capacidades: animar al niño a mejorar sus habilidades en las tareas que realiza de forma deficitaria y, sobre todo, potenciar aquellas que más le gustan y que mejor o más fácilmente hace.
  • Corregirle cuando hace algo mal. Es importante que se critique su actuación, pero no su forma de ser. Es más adecuado decir ‘no has hecho bien la cama’ que ‘eres un gandul’, mejor señalar ‘si hubieras estudiado más, habrías aprobado este examen’ que ‘eres vago y tonto’.
  • Elogiarle por sus avances, por las cosas que hace bien. No exigir perfección ni rapidez. Valorar como válidos los resultados que vaya consiguiendo, aunque no sean perfectos. A medida que haga las cosas le saldrán mejor y más deprisa.
  • No ser excesivamente sobreprotector. La sensación de podernos valer por nosotros mismos se construye día a día y depende de las actividades que realizamos y los problemas que afrontamos. Hay que dejar que el niño se enfrente por sí solo a sus problemas y que aprenda estrategias para superarlos.
  • Fomentar en el niño una actitud activa dirigida a la resolución de problemastransmitiendo ideas como: valorar un problema como un desafío en vez de como una amenaza, creer que los problemas son resolubles, confiar en la propia capacidad para resolver bien los problemas…
  • Fomentar su autonomía. Es importante que el niño desde pequeño adquiera responsabilidades en casa y en la escuela: ayudar en pequeñas tareas de casa (poner la mesa, fregar los platos, hacer su cama, etc.), recoger su pupitre, ayudar a mantener en orden el aula… Estas tareas serán tanto más complejas conforme aumente la edad.
  • No ser excesivamente exigentes. Un exceso en las demandas externas que realiza la familia puede conducir a estados de elevada ansiedad en el niño.

3. Fomentar hábitos saludables, promover nuevas experiencias. 

Es muy aconsejable que los niños tengan experiencias muy variadas. Esto les permitirá conocer a gente diferente y hacer amigos, conocerse mejor a sí mismos y saber cuáles son sus aptitudes e intereses más destacados, encontrarse con diferentes problemas y desarrollar habilidades y estrategias para resolverlos, etc. En definitiva, fomentar nuevas experiencias en el niño puede fortalecer su autoestima y sus recursos de afrontamiento y establecer una red de relaciones sociales.

El apoyo social es, sin duda, uno de los recursos más importantes para prevenir los problemas psicológicos, entre ellos los de ansiedad. Es importante fomentar las relaciones sociales del niño: dejar que realice salidas con otros niños, excursiones, dormir en casa de amigos, fijar una hora de regreso a casa que sea prudente pero no demasiado restrictiva… Cuantas más experiencias diferentes tenga el niño, más estrategias desarrollará para afrontar problemas. Cuantos más amigos tenga, mejor y más apoyado se sentirá para poder superar diferentes problemas.

Fuente artículo: http://blog.tiching.com/3-pautas-basicas-para-reducir-la-ansiedad-infantil/

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