La marcha del absurdo

Por: Carlos Munevar

“¡Qué tal esto! Los simios gobernando”, y luego al ser interpelada por una periodista independiente contesta con altivez “¡que educación puede tener un negro!, refiriéndose a Francia Márquez, gritaba con los ojos desorbitados, ciega de odio, una señora en la plaza de Bolívar durante la marcha uribista del día 26 de septiembre. Según la policía nacional más de 60 mil personas salieron a la calle a protestar contra muchas cosas pero a la vez contra nada, porque esas cosas en el fondo no tienen contenido y lejos de reivindicar necesidades sociales y luchar por derechos, fue una marcha sui generis pues sus motivaciones principales están basadas en mentiras repetidas durante 20 largos años y acumuladas durante siglos de colonialismo cultural que hoy son causa del odio en contra de Petro y de los sectores sociales que lo apoyaron camino a la presidencia.

Obviamente las mentiras se reencauchan y se adaptan a las necesidades del mentiroso, no lleva dos meses Petro en la presidencia y ya la oposición uribista le atribuye la responsabilidad de la profunda crisis económica que atraviesa el país. Pero además de eso se opone férreamente a las medidas económicas, sociales y políticas que se presentan para poder salir del escenario difícil que dejó la nefasta presidencia de Duque, el país está quebrado, la corrupción permea todas las instituciones, el paramilitarismo se rearma, el hambre es una realidad para las dos terceras partes de los colombianos, la canasta familiar esta por las nubes, la crisis institucional es muy grave, es decir todo un caldo de cultivo para que las fake news replicadas por cadenas de whats app y los titulares tendenciosos de periódicos y noticieros de propiedad de empresarios de tendencia uribista, manipulen el inconformismo y el odio de ese gran sector social de origen conservador, analfabeta acostumbrado a la violencia y adulador de las fuerzas militares, que cabe recordar, en Colombia no son pocos.

Salvemos a Colombia, defendamos nuestra democracia, protejamos a nuestras familias, vamos contra la dictadura, el comunismo es muerte, si nos toca armarnos lo hacemos; Son algunas de las consignas que se escuché durante la marcha y es imposible no preguntarse ¿cuál democracia defienden? ¿qué significa democracia para este sector del pueblo colombiano? ¿acaso es una democracia en donde el ciudadano con aires de superioridad se puede armar para matar a ese otro que piensa diferente? ¿de qué nos van a salvar?; luego en el noticiero de la noche en horario prime, la voz de un periodista decía algo así como: “fue una marcha pacífica”, “esta vez no hubo vandalismo”, “ fue un ejemplo”,  “ la marcha tuvo mas de 20 cuadras” , “a la gente la tienen que escuchar” es decir, parecía más una exaltación al acontecimiento, que un informe imparcial de los hechos, así simple, en pleno horario estelar en donde las familias colombianas se sientan a cenar, el noticiero legitimó la masacre de cientos de manifestantes durante el estallido social del 2021, al llamarlos “vándalos”.

Colombia esta polarizada en extremo, es cierto, sin sindicatos, movimientos populares, comités de paro ni organizaciones barriales, la derecha sacó a las calles a miles de personas, sin nada claro en la cabeza, llenos de conceptos errados, con la camándula en una mano y el fusil en sus palabras, fue una marcha “pacífica” porque el gobierno de Petro no les infiltró la movilización, ni utilizó el ESMAD, pero ¿ acaso hay algo pacífico en la amenaza de fortalecer los grupos paramilitares, la amenaza de levantarse en armas, la expresión mas primitiva de odio al diferente ejemplificada  en el racismo, la xenofobia, el odio hacia los pobres, el desprecio hacia los feminismos y la mentira repetida incansablemente?.

Yo si estoy preocupado, el gobierno debe avanzar rápidamente, pero debe tener el apoyo de esos 11 millones de colombianos que queremos el cambio; la movilización, la expresión en redes sociales, la organización popular deben ser banderas irrenunciables, las calles no las podemos ceder al oscurantismo, no podemos seguir subestimando y tratando con desdén y burla  a esos miles de colombianos que creen en el proyecto narcoparamilitar uribista, ellos no son una minoría, son una multitud diversa unida en torno al odio a Petro, la veneración a Uribe, el miedo al cambio y el culto a la violencia, tienen altavoces en el gobierno, en los medios de comunicación. Son las diversas caras del fascismo que se reacomodan y aprovechan cualquier grieta, error o descuido para recuperar el gobierno, la de ayer fue la marcha del absurdo, pero si de algo somos conscientes los colombianos es que en nuestro país cualquier cosa puede pasar por absurda que parezca.

Pedirle resultados a un presidente que ni siquiera se ha acomodado en la silla, defender lo indefendible como lo han sido los nexos de algunos sectores de las fuerzas armadas con  el paramilitarismo y el narcotráfico, arengar a favor de la familia pero hacerse el de la vista gorda con el hambre y la pobreza, defender la democracia pero exaltar la homofobia, el racismo, la xenofobia o no reconocer el triunfo de Petro en las elecciones son expresiones que denotan que las mentiras repetidas y toleradas se vuelven paradigmas contra los que se debe oponer la fuerza de la razón sin darle tregua alguna.

Fuente: El autor escribe para el Portal Otras Voces en Educación

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DICTADURAS DEL CRIMEN Y GOLPES DE ESTADO

El único país que puede estar seguro de que nunca va a tener un golpe de estado es Estados Unidos, porque no tiene embajada estadounidense.

Evo Morales

La historia de Latinoamérica ha estado marcada por la bota militar, desde Mar del Plata y los Andes Chilenos, hasta las costas del Caribe centroamericano, militares con el auspicio de la derecha y los Estados Unidos han marcado la historia de nuestra patria grande, los apellidos  de Pinochet, Stroessner, Somoza, Videla, Noriega, Duvalier, Noriega y otros tantos están en la memoria de millones, no solo por el hecho de haber llegado al poder por métodos violentos y fraudulentos sino porque sus gobiernos estuvieron marcados por la barbarie absoluta, la violación de derechos humanos y toda serie de episodios brutales que llenaron de sangre los anaqueles de la historia del siglo XX.

Aún todavía las muertes y desapariciones de esos oscuros años claman justicia y reparación, muchos de sus dolientes, en su mayoría esposas y madres esperan respuestas que tal vez nunca lleguen porque una de las cosas mas sobrecogedoras es que los perpetradores actuaron con la impunidad que les proporcionaron los medios de comunicación, un aparato estatal totalmente a su servicio y el apoyo o ¿complicidad? de parte de la sociedad que pese a todas las evidencias históricas aún creen en que las causas defendidas por estos regímenes son justas en la medida en que conservan el Statu Quo de algunos y benefician sus  intereses particulares. Habría que preguntarles a los colombianos: ¿ les suena parecido a algo?

Pero en el trasfondo de toda esta historia de horror se encuentran dos elementos fundamentales: Por un lado la herencia del fenómeno del caudillismo en América Latina, una práctica política que definió la consolidación de las nacientes repúblicas del subcontinente durante el siglo XIX, en donde un “prohombre” con un halo mesiánico y en la mayoría de ocasiones de origen  militar o características autoritarias, es reconocido por la mayoría de la sociedad como el portador de la verdad y las soluciones, lo que en esa medida le permite monopolizar el poder político, militar y establecer una dictadura por el “bien común”, una especie de “absolutismo” europeo adaptado a las subdesarrolladas naciones del otro lado del Atlántico; Sin embargo, durante el siglo XX y con la dependencia cada vez mas agudizada hacia los Estados Unidos, estas expresiones  empezaron a declinar a favor de gobiernos que actuaban cada vez  más como embajadas de los Estados Unidos en cada uno de los países latinoamericanos, el asesinato del líder populista liberal Jorge Eliecer Gaitán en Colombia, fue la prueba del sometimiento y la alianza de la oligarquía colombiana a los designios de Washington.

Pero fue con la guerra fría y la doctrina de seguridad nacional, que desde  la potencia norteamericana empezaron a apoyarse golpes de Estado y regímenes brutales e inhumanos para “detener” y prevenir la entrada de la amenaza comunista al continente, el Plan Cóndor y la Escuela de las Américas fueron el escenario concreto en donde las frágiles democracias fueron pereciendo desde el Caribe a los Andes; En Colombia el golpe de Estado atípico del General Gustavo Rojas Pinilla en la década de los 50, contrastaba un poco con esa doctrina y selló una ruta,  estuvo marcado por el apoyo popular, la llegada al poder con ayuda de facciones del partido conservador, una serie de avances importantes en infraestructura e incluso el reconocimiento del sufragio femenino en 1954, su gobierno tuvo una doble cara, populista por un lado y represora por el otro, pero quienes estaban mas descontentos eran las mismas élites de los partidos políticos liberal y conservador que terminaron tras una larga sucesión de pactos (Sitges, San Carlos) concretando una alianza bipartidista entre liberales y conservadores llamada el Frente nacional, que terminó estableciendo una especie de “dictadura civil” en donde el bipartidismo cercenó la posibilidad de participación de otros movimientos sociales y políticos, alimentando la creación de guerrillas y ejércitos privados huérfanos de participación, reivindicaciones y derechos políticos.

De esta manera las oligarquías colombianas solo le dieron la posibilidad al pueblo colombiano de decidir entre el liberalismo y los conservadores, a eso le llamaron “la democracia mas estable de América Latina”, mientras tanto el pueblo, esos “nadies” invisibilizados sufrían al igual que hoy de una profunda exclusión. Al mismo tiempo que se desarrollaron estos hechos, llegó el negocio de la coca, llegaron los grandes carteles del narcotráfico, continuó el proceso de expropiación de tierras, apareció el M-19, una guerrilla urbana atípica, por no ser de ideología socialista y surgir como respuesta al robo de las elecciones en 1970 a manos de los conservadores, la violencia nunca se fue, la promesa del frente nacional de terminar con la violencia fue apenas un sofisma de distracción para apretar mas el lazo y asfixiar la democracia.

Mientras a ritmo de merengue dominicano, llegada de Rock en español, salsa y vallenatos,  el pueblo entraba de lleno a los locos “ochentas”, un pandemónium se apoderaba del Estado colombiano, latifundistas, empresarios, narcotraficantes, políticos y poderosos definieron el futuro, ríos de dinero producto del tráfico de drogas inundaron la institucionalidad, costearon magnicidios, le untaron la mano a mas de uno, apartaron del camino a quienes les estorbaban, degradaron la guerra, alimentaron las finanzas de guerrillas y paramilitares, fue una bonanza de la coca que dinamitó la política colombiana.

Y fue tan así que, con nueva constitución política, la de 1991, esa producto de la séptima papeleta, el país no mejoró. Peor aún, el neoliberalismo impuesto a la mala por Gaviria acabó con el agro, quebró miles de empresas, generó desempleo, destrozó los sindicatos y sus luchas ganadas, benefició a los importadores  y empezaron a aparecer cientos de centros comerciales llenos de vitrinas lujosas y escaparates, tiendas y marcas internacionales de todos los productos que dieron la idea de progreso a muchos, los adinerados y consentidos por el régimen sintieron que Miami no estaba tan lejos, los menos afortunados cayeron de rodillas al sentir por un momento que podían estar a otro nivel con el solo hecho de dar una vuelta por esas nuevas “catedrales” del siglo XXI, disfrutar de la vista, comerse un helado y endeudarse con la tarjeta de crédito.

Las luchas sociales, la violencia y la masacre era televisada y se volvió parte del paisaje, los habitantes de las ciudades empezaron a mirar el conflicto social como un tema de unos pocos, mientras la Colombia profunda se desangraba y uno que otro atentado y magnicidio en la ciudad afectaba la “tranquilidad”, el colombiano promedio de las grandes ciudades se sumergió en la cultura del consumo y de la apariencia,   se comieron entero el cuento de la “plata fácil” y el emprendimiento,  la cultura traqueta y la mujer prepago, alimentaron el sueño de miles que cayeron en el sicariato, el modelaje como fachada para la prostitución de alto nivel y la devoción  a la violencia y el lujo. La estigmatización contra los pobres, los negros, el campesino y ese enemigo inventado que es todo aquel que hable de justicia social y derechos humanos hicieron carrera en el imaginario de muchos.

Pero lo peor habría de llegar cuando las mafias lograron concretar el monopolio del poder, liberales y conservadores cedieron su dictadura al ungido del Clan Ochoa, la sociedad estaba tan descompuesta que se arrodilló ante ese “paisa frentero” que prometía el fin de la guerrilla pero que de paso etiquetó de guerrillero y terrorista a todo aquel contradictor, las torres gemelas y la lucha contra el terrorismo mundial impuesto por Bush legitimó su discurso, Uribe es  ese “caudillo” que meteóricamente producto de una alianza entre narcos y paramilitares logra monopolizar el poder y se convierte en una versión de dictadura  del siglo XXI, instaurando un régimen que profundiza el neoliberalismo, con claros rasgos neofascistas y  cifras escalofriantes que ruborizarían a los propios Videla y Pinochet juntos. Con 20 años en el poder ha colocado 2 presidentes y quiere imponer el tercero, su ejercicio es muy sagaz, el no necesita habitar en la Casa de Nariño, para ello tiene toda una red de políticos en las regiones, mayorías en el Congreso, alianzas con los partidos tradicionales y unas fuerzas armadas que se convirtieron tras dos décadas en un ejercito al servicio del partido de gobierno. Asunto bastante grave y que, sin negar el oscuro historial del aparato represivo colombiano, evidencia aún más la descomposición brutal de policía y ejército durante los últimos años.

Por eso las últimas declaraciones del comandante del ejército, el General Zapateiro, participando en política abiertamente en alusión a Gustavo Petro, violando la propia constitución nacional (art. 219) que prohíbe la intromisión y la toma de partido de los militares en política son bastante graves, incluso el militar en tono de amenaza reitera en últimas declaraciones:

 

“Jamás me iré… porque dejaré muchísimos Zapateiro en la institución”

 

más aún con el aval que el propio presidente Duque le proporcionó.

Unido a lo anterior, aparece la “equivocación” de Noticias Caracol en emisión de medio día del pasado jueves, en donde producto del testimonio en una supuesta audiencia de Hugo “pollo” Carvajal en España, sacan una noticia falsa que incrimina al mismo Petro con presuntos aportes económicos del chavismo, luego de la llamada de los abogados del candidato, denunciando la falsedad de la información, tuvo que salir el propio director de noticias del canal, Juan Roberto Vargas a rectificar:

 

Aseguramos de buena fe y basados en su información ya que ella se encontraba en el lugar de los hechos, que la diligencia se realizó. La noticia registrada nunca ocurrió. Desde Noticias Caracol ofrecemos excusas a todos los televidentes y a las personas afectadas con esta información errónea” 

 

No me extenderé al “entrampamiento” que sufre el mismo candidato con temas relacionados a la supuesta rebaja de penas a corruptos a cambio de votos, situación ya bastante clarificada por el mismo Petro y por testimonios de los implicados que niegan y dejan sin piso el intento del uribismo de dañar su imagen y acabar su campaña.

Sin embargo, todo este recorrido histórico buscar poner en evidencia y en alerta una grave situación: si bien el régimen uribista no es una dictadura militar arquetípica, si es la acentuación de un modelo político  autoritario y excluyente que ha tenido el monopolio del poder en Colombia, lo grave de este asunto es que la decisión manifiesta y clara del comandante del ejército  de meterse de lleno en política, asunto que no había ocurrido, acompañada de la intromisión descarada del presidente Duque, el fiscal Barbosa y los grandes medios de radio y televisión,  como Caracol, RCN  y la revista SEMANA , representan la posibilidad de un posible golpe de Estado en caso de una probable presidencia de Gustavo Petro y peor aún legitimado a punta de micrófono, bota militar y ausencia de apoyo internacional.

Hábilmente el uribismo y Duque continúan en su política de dependencia de los Estados Unidos, aprovechando la guerra en Ucrania, para ponerse totalmente del lado de los intereses norteamericanos y volver a reciclar vientos de la guerra fría, Colombia no puede seguir siendo el Israel de Latinoamérica, la política uribista no solo es una tragedia para el pueblo colombiano, es una amenaza y un peligro para la soberanía de los pueblos latinoamericanos.

Fuente: El Autor escribe para el Portal Otras Voces en Educación

 

 

 

 

 

 

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La Democracia amenazada de muerte

Maldito sea el soldado que apunte sus armas contra su propio pueblo, lo dijo Bolívar, pero más execrable aquel que desde las sombras lo atiza, lo envenena porque de paso mata la democracia y la fornica sin pudor, mientras su hipocresía le proporciona el aplauso de la turba ignorante e inane que lo reelige una y otra vez en cuerpo ajeno, embrujada por tambores de guerra que llaman a la muerte a sus propios hijos.

 

No hay que ir muy lejos, ni buscar mucho para entender que pasa en Colombia. Las siguientes situaciones pueden servirle amigo lector para sacar sus conclusiones:

Número uno: Cali, ciudad epicentro del estallido social del 2021, escenario de violencia y paramilitarismo urbano que fue denunciado en múltiples videos, en uno de ellos el ciudadano Andrés Escobar, (que ha aparecido en algunos videos en reuniones con María Fernanda Cabal),  dispara en presencia de la policía  contra los manifestantes con total impunidad, hoy  está citado a audiencia  para imputación de cargos pero a su favor tiene la impunidad y falta de diligencia del aparato judicial colombiano Hace pocos días en esa misma ciudad un grupo de ciudadanos simpatizantes de la campaña del candidato Federico Gutiérrez en medio de un evento de campaña, llaman a armarse el día de elecciones ¿ contra quién? ¿para qué? ¿con el aval de quién? Ante la gravedad del hecho “Fico” el candidato uribista emitió una opinión irrelevante para evadir el tema.

Número dos: El ejército nacional asesina a 11 personas en Putumayo y ni bien se había secado la sangre, cuando el ministro de defensa Diego Molano y el presidente Ivan Duque salen a alardear de la masacre, mostrándola como un trofeo de guerra… Sin embargo, la Organización Nacional de los Pueblos Indígenas de la Amazonía Colombiana (OPIAC), le solicitó a Min. Defensa que “aclare que las personas asesinadas no eran guerrilleros sino población civil”, haciendo alusión a un nuevo caso de “falsos positivos”, eufemismo utilizado en Colombia para disfrazar los crímenes de Estado mediante los cuales se hacen pasar por “bajas guerrilleras” los asesinatos que las fuerzas armadas hacen de población civil, práctica generalizada durante el gobierno de Álvaro Uribe Vélez

El cuestionado ministro que ya a levantando polvo en el pasado a cuenta de referirse a niños bombardeados por el ejército como “máquinas de guerra” dijo que el “operativo no fue contra campesinos, sino disidencias Farc. No fue contra inocentes indígenas, sino narco – cocaleros”. Sin embargo la Defensoría del Pueblo, terminó confirmando lo que señaló la OPIAC y dio a conocer que entre las víctimas se encontrarían, el presidente de la Junta de Acción Comunal, Divier Hernández Rojas, su esposa, un adolescente de 16 años y el gobernador indígena Pablo Panduro Coquinche.

Número tres: Este fin de semana la  periodista Cecilia Orozco, columnista de El Espectador y directora de Noticias Uno (uno de los únicos medios independientes del país) fue perseguida al salir en su vehículo  de las instalaciones del medio televisivo, por un coche fúnebre, en una clara estrategia de amedrantamiento y amenaza contra su vida, la situación aún se encuentra en investigación pero es evidente la persecución en contra de los periodistas críticos y ajenos a la influencia de quienes han estado en el poder los últimos 20 años.

Número cuatro: Ayer circuló un “pasquín” firmado por las “águilas negras” grupo terrorista de derecha, en donde se amenaza de muerte a varios integrantes del Pacto histórico y otras fuerzas de izquierda, incluyendo a los candidatos Petro Y Francia Márquez, lo mas grave es que la propia lideresa afro denuncia que en menos de un mes es la tercera amenaza que recibe contra su vida.

Es decir, además de todo lo anterior, el pacto histórico debe lidiar con  el matoneo político en que se convirtieron los debates presidenciales y las entrevistas,  auspiciado por los periodistas del establecimiento, la manipulación de encuestas, los actos terroristas para infundir miedo y condicionar al elector, la intervención descarada del presidente Duque en campaña a favor del candidato de derecha, la manipulación mediática del expresidente Uribe a pesar de los enredos jurídicos en los que se encuentra, todo lo que se convierte en una muestra clara de lo que está pasando en el país de la eterna violencia.

El país y la comunidad internacional no pueden olvidar los magnicidios de Jorge Eliecer Gaitán, Álvaro Gómez Hurtado, Carlos Pizarro, Jaime Pardo Leal, Luis Carlos Galán, Bernardo Jaramillo, entre otros, además de una larga lista de masacres que no termina y del genocidio político de la UP (Unión Patriótica), sucesos que están en la total impunidad y que siempre han beneficiado a los mismos, a esos que dan la orden de hostigar, matonear, intimidar y apretar el gatillo. Son esos “señores de la larga noche” los que, amparándose en su enorme poder, vienen condenando a generaciones de colombianos y colombianas a la violencia sin fin, bárbara, lapidaria, deshumanizante, bailada a punta de vallenato, disfrazada en el grito de un gol o el pirobo de un reinado, perfumada con eufemismos y decorada de una falsa democracia que ha condenado a toda una nación al ostracismo, con la farsa de ser “la democracia mas estable de América latina”.

Frente a esto se alza la voz de los “nadies” esos que Galeano describía, esos a los que la Cabal les grita “estudien vagos”, esos que son tachados de vándalos por los noticieros, en donde esos piratas del micrófono les colgaron una lápida en el cuello, esos “nadies” que son bombardeados por que no tuvieron otra opción, la escuela no existía o no tenía profesores. Aquellos que caminan con las suelas gastadas, llevando al hombro una bandera patria, al igual que el ejército libertador de Bolívar, mientras los descendientes de esos criollos que traicionaron al héroe americano, escupen sobre su legado y se toman la foto con los reyes, los “místeres” y los “misius” entregándoles la soberanía ganada, queriendo purificar su estirpe con la sangre de sus compatriotas.

Maldito sea el soldado que apunte sus armas contra su propio pueblo, lo dijo Bolívar, pero mas execrable aquel que desde las sombras lo atiza, lo envenena porque de paso mata la democracia y la fornica sin pudor, mientras su hipocresía le proporciona el aplauso de la turba ignorante e inane que lo reelige una y otra vez en cuerpo ajeno, embrujada por tambores de guerra que llaman a la muerte a sus propios hijos.

Fuente: El Autor escribe para el Portal Otras Voces en Educación

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COLOMBIA: UN PUEBLO SECUESTRADO POR EL URIBISMO

Por: Carlos Munervar

Este 28 de mayo Colombia completó un mes de movilizaciones sociales que como nunca han estremecido las bases de un régimen que algunos no han dudado en catalogar como “dictadura civil”. Pero ¿Cómo entender lo que está ocurriendo? Empecemos a desenredar la madeja.

En primer lugar hay que tener en cuenta que esta movilización no es espontánea, por el contrario es producto del  cansancio, la indignación, la rabia y el descontento generalizado de gran parte de la población que se hastió de un régimen que desde hace mas de dos décadas se apoderó del Estado colombiano ofreciendo “seguridad democrática” en una cruzada contra el terrorismo y la guerrilla para así ganar “confianza inversionista” y según su modelo de país, superar la crisis económica e institucional. Toda una serie de eufemismos que ocultaban la intención manifiesta de “refundar la patria” de la mano de los paramilitares y narcotraficantes, para de esta manera pacificar a sangre y fuego el país, acabar de una vez por todas con la resistencia social y las luchas de sectores históricamente excluidos tras décadas del asesinato del caudillo Jorge Eliecer Gaitán y su proyecto político.

Las consecuencias son evidentes, el país es una fosa común. 6402 falsos positivos, miles de lideres sociales y sindicalistas asesinados, escándalo tras escándalo de corrupción, instituciones y entes de control débiles y al servicio del partido Centro Democrático y su único líder, quien a pesar de estar investigado con acusaciones serias por sus nexos con la mafia y el paramilitarismo, sigue impunemente  incendiando al país, gracias a tener el aparato estatal a su servicio, entre ellos presidente, fiscalía, mayorías en el congreso y entes de control, fuerzas armadas y medios de comunicación privados que pertenecen a sus socios,  en otras palabras el sistema de pesos y contrapesos no funciona, el país esta secuestrado por el uribismo.

En segundo lugar, la pandemia y el desgobierno de Iván Duque prepararon el camino para una mezcla explosiva. Duque se ha caracterizado por ser una marioneta de su mentor,  pasó de ser un funcionario desconocido y mediocre a ser presidente del país, en cuestión de 3 meses los medios de comunicación lo catapultaron como la “estrella política del momento”, un tipo bonachón que toca guitarra, se toma fotos con la farándula, juega con el balón de futbol y es amigo del “Ñeñe Hernández” reconocido narcotraficante que le financió parte de la campaña (Ver ñeñepolítica), sus objetivos como presidente fueron destrozar los acuerdos de paz de La Habana, proteger los intereses de la banca nacional e internacional y reencauchar el uribismo para otro posible periodo presidencial. Los resultados económicos saltan a la vista. 65% de trabajo informal, 20% de desempleo, (República, 2020) dejan al país como uno de los más desiguales del mundo, agravada esta crisis con el asesinato sistemático de líderes sindicales y sociales. La pandemia agudizó la situación y al contrario de buscar una renta básica para los mas vulnerables, el gobierno invirtió miles de millones en el aparato de represión y otro tanto en financiar al sector bancario. El ciudadano de a pie tuvo que escoger entre morir de hambre en su casa o salir a “rebuscar” el pan de cada día y contagiarse. Las cifras nuevamente no mienten, el país se encuentra entre los 4 peores en el manejo de la pandemia a nivel global, así como en el número de muertes absolutas. (Semana, 2021)

En tercer lugar, los últimos  años demuestran una reactivación de la movilización social en Colombia sin precedentes, estudiantes, paro agrario, paros de maestros, paros camioneros, minga indígena, pero desde el 21 de noviembre del 2019 existe un ingrediente especial, esas luchas gremiales y reivindicativas han empezado a encontrar confluencias, la pandemia contuvo un poco la movilización, hubo un paréntesis el 9 y 10 de septiembre de 2020 fechas en que la ciudadanía se movilizó en Bogotá contra la brutalidad policial al haberse perpetrado el asesinato del abogado Javier Ordoñez a mano de la POL NAL, esas dos noches se perpetró la “masacre de Bogotá”, entre 10 y 13 personas fueron asesinadas por el aparato represivo del Estado, sin contar la muerte de unos jóvenes en el municipio de Soacha, que fueron quemados vivos al parecer por acción criminal de agentes de la policía.

Ese descontento acumulado encontraría en el “paquetazo de Duque”, propuesta de reformas del gobierno cuyos pilares principales son cuatro  – tributaria, de la salud, laboral y pensional – la chispa del levantamiento social que se vive en el país, cada una de estos proyectos contiene iniciativas que lejos de solucionar la crisis social y económica de la población, apuntan a profundizar la pobreza, la explotación, la desigualdad, destruyendo uno a uno derechos adquiridos en décadas de lucha social, privilegiando los beneficios del sector financiero nacional y los compromisos con la banca internacional a costa de empobrecer aun más a la población, incluso gravando con impuestos los alimentos, entre otras barbaridades.

Como era de esperarse el polvorín social explotó y la respuesta del régimen uribista no podía ser otra, terrorismo de Estado crudo y puro. Militarización de las ciudades, brutalidad policial, complicidad con grupos paramilitares que, con el mayor descaro, vestidos de civil y en confabulación con agentes de la policía, disparan a la luz del día, desaparecen jóvenes, medios de comunicación criminalizan a las multitudes de manifestantes, tildándolos de vándalos, legitimando el genocidio.

Si bien los sindicatos y centrales obreras promovieron el paro en sus inicios, han sido las multitudes juveniles quienes protagonizan la movilización y la resistencia, en la barricada, en la expresión cultural, en la primera línea, día a día miles llenan las calles y han motivado a que miles más, de todas las edades y procedencia social se vinculen al levantamiento social. A pesar de los 43 homicidios presuntamente cometidos por parte de la policía y en especial del escuadrón ESMAD antidisturbios, las 47 agresiones oculares, las 22 víctimas de violencia sexual, las 1445 detenciones arbitrarias, muchas de ellas con evidencia audiovisual en redes sociales, (Temblores, 2021) Duque sigue negando que esté pasando algo, maquilla las cifras, niega la visita de la CIDH (Corte interamericana de derechos humanos) y continúa sin dar muestra de diálogo social, al contrario ante los bloqueos prolonga la crueldad  promoviendo la violencia estatal, mientras que Uribe Vélez emite las ordenes desde su Twitter.

Por el momento no se ve una salida a la situación, la presión internacional tiene al regimen como un paria, gracias al papel de las redes sociales, que sin censura han mostrado la barbarie de un modelo que agoniza, pero que está dispuesto a dejar destruido al país arrasando con el Estado social de derecho,  ya sea decretando el Estado de conmoción interior, aplazando elecciones , reencauchar  la “seguridad democrática”  con el vestido de la institucionalidad,  o programar el fracaso de un nuevo modelo de país promovido por la izquierda y el progresismo.

Al momento de terminar este artículo, Duque da la orden de militarizar la ciudad de Cali, epicentro de las manifestaciones e intensificar el pie de fuerza, otra noche de terror. Luego aparecerán los cuerpos de los jóvenes en el rio Cauca y nadie responderá.

 

Referencias

Republica, L. (2 de diciembre de 2020). Casi 60% de los trabajos a octubre son informales en las 13 principales ciudades.

Semana, R. (29 de enero de 2021). Colombia, México y Brasil, los peores países del mundo en el manejo de la pandemia.

Temblores, O. (28 de mayo de 2021). Informe violencia en el Paro Nacional. Obtenido de https://twitter.com/TembloresOng/status/1398441029595013124

Fuente: El Autor escribe para el Portal Otras Voces en Educación

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Necropolitica Uribista para maestros Uribistas

Por: Carlos Alberto Munévar

Si quiere usted ser blanco de todo tipo de ataques e insultos  en redes sociales, solo haga el ejercicio de publicar algo en contra del investigado expresidente, exsenador y hoy expresidiario Álvaro Uribe Vélez, de seguro en poco tiempo recibirá toda una andanada de improperios, amenazas, mensajes personales a su Messenger, cuestionamientos a su moral, lo tacharán de guerrillero, vándalo, apátrida e incluso de “delincuiente hijueputa”, así decía el último de tantos mensajes privados  que me llegan;  cuando miré el perfil del agresor, era un extrabajador de la Fiscalía general de la nación, ahora “vigilante”.

Esto lo escribo, para enfatizar en lo que describiré como “necropolítica uribista”, utilizando para ello el concepto del filósofo camerunés Achille Mbembe, quien acuñó el término necropolítica (Mbembe, 2006), para explicar el fenómeno por el cual los gobiernos aprovechando el estado de excepción ocasionado por el debilitamiento del aparato estatal desarrollan una política de administración de la muerte, adelantando una política del terror, eliminación física, desplazamientos masivos de población, destrucción sistemática de ecosistemas milenarios, todo con el objetivo de que unas cuantas corporaciones, multinacionales, terratenientes y grupos al margen de la ley puedan acceder a recursos mineros y tierras expropiando extensas zonas por medios violentos y fuera de la ley.

Así, amparándose en preceptos neoliberales de progreso, explotación de los recursos naturales, confianza inversionista y  practicando un anticomunismo  arraigado como política de Estado en Colombia, se ha estigmatizado a miles de campesinos, líderes sociales, estudiantes, maestros, sindicalistas, tachándolos de  “castrochavistas” o “enemigos de la democracia”, trazando una especie de contrainsurgencia social,  convirtiendo al país en una enorme fosa común en donde ejércitos privados, guerrillas, bandas criminales y hasta el mismo ejército nacional compiten en nivel de sevicia y crueldad contra la población civil.

Ni hablar del incesante ataque del uribismo y sus áulicos contra los maestros colombianos, el ataque se viene dando desde lo constitucional, la reforma al SGP hecha por Pastrana y fortalecida por Uribe desfinanció hasta tal punto el sistema educativo que hoy apenas alcanza para pagar nómina, incluso algunas veces se deben extraer dineros del FONPET (Fondo de pensiones de las entidades territoriales) para poder completar salarios, esta es la razón de la pésima infraestructura en la mayoría de instituciones educativas, la brecha digital manifestada durante la pandemia de Covid19, la brecha rural, la ausencia de dineros para proyectos escolares y por esa misma vía la falta de “calidad” educativa para utilizar conceptos de la lógica neoliberal.

Pero la arremetida también es contra la vida, honra y el buen nombre de los maestros, al no existir históricamente en Colombia una valoración social de la profesión docente, el uribismo diestro en manejar el “estado de opinión” ha utilizado habilidosamente las redes sociales y otros medios de comunicación para difamar de todas las formas posibles a los maestros y a su sindicato FECODE imponiendo en la agenda una guerra mediática en contra de los ya subvalorados maestros y maestras, atribuyéndoles la culpa de los malos resultados académicos de los estudiantes y la baja “calidad”, olvidando referenciar de adrede el problema de desfinanciación estructural de la educación del que el mismo uribismo junto con otros partidos tradicionales es responsable, además de no vincular al debate  las profundas desigualdades sociales, las violencias de todo género que agobian a las comunidades, la desnutrición de miles de niños y niñas producto de un sistema económico semifeudal que tiene postrados a sus padres y madres. Seguramente niños mejor alimentados, con apoyo desde su casa, con ambientes familiares no violentos tendrían mejores resultados académicos… “es que llegar a estudiar sin siquiera un aguapanela con tostada en el estómago es muy difícil profe”, me decía un estudiante hace unos pocos años.

De esta manera se ha formado un imaginario en amplios sectores sociales de que los maestros son vagos, perezosos, acomodados etc. y que FECODE es un sindicato lleno de guerrilleros infiltrados,  comunistas, mamertos, buenos para nada, estigmatizando ya de por si, opiniones contrarias al ideario uribista de país, coartando la libertad de pensamiento, atentando contra el derecho de todo trabajador a asociarse en sindicatos, en palabras del mismo Uribe en su nueva propuesta de referendo, FECODE “monopoliza la educación pública” por lo cual hay que entregarla a los empresarios para volverla “competitiva”, es decir, por un lado descaradamente miente, pues de manera astuta presenta al sindicato como el administrador de la educación pública y por otro le atribuye la acción de adoctrinamiento, es decir la imposición de una forma de ver el mundo y el control de las opiniones y decisiones de los estudiantes, argumentos anteriores sin fundamento, pues ignora los aportes de la organización sindical al movimiento pedagógico que incluso tienen calado internacional, enmarcados en la libertad de cátedra, el pensamiento crítico, la necesidad de desarrollo de la ciencia y la tecnología, temas desarrollados en el polo opuesto del “adoctrinamiento” del que Uribe acusa al magisterio; Además evidenciando un desconocimiento de la pluralidad política e ideológica de los maestros colombianos, pero lo clave es que el exsenador necesita acabar con el sindicato, su visión política y económica nunca ha reivindicado la democracia, el desarrollo cultural y científico de la nación, su perspectiva siempre ha sido contraria a los valores democráticos e incluso liberales,    utiliza los mismos argumentos con los cuales desde 1990 vienen destrozando las empresas del Estado como el ISS (seguro social) entre muchas otras para entregarlas a las leyes del mercado favoreciendo a socios cercanos, empresarios y multinacionales que luego devuelven el favor financiándoles las campañas electorales, ahora quiere completar el póker acabando con quizá el último gran sindicato de trabajadores,  volviendo un derecho fundamental como la educación pública defendida por FECODE como un patrimonio del pueblo colombiano, un escenario de negocios, para que los mercaderes de la educación se lucren e impongan un currículo que  entierre el pensamiento crítico, el pensamiento social y borren la memoria pedagógica de los colombianos.

Lo mas peligroso de este asunto  y aquí vuelvo al comienzo de mi relato, es que esos señalamientos en redes sociales contra los maestros  por sus posiciones políticas, que la gran mayoría de veces apenas evidencian la exigencia del respeto por la vida, la democracia, su buen nombre y recursos económicos para las instituciones escolares, es decir ni siquiera se habla de la toma del poder o de la organización de un partido político, se convierten muchas veces en amenazas, de muerte, sufragios, boleteos, seguimientos y asesinatos. Es decir, el sindicato apenas exige lo que la constitución le encarga al gobierno y por eso es señalado con adjetivos de alto calibre desde un Twitter, que luego desemboca en asesinatos de maestros a lo largo del territorio nacional.

La necropolítica uribista ataca directamente a la escuela pública, condena a los estudiantes a la pobreza, a la falta de oportunidades, a una vida que en muchos casos es indigna y miserable, condena a sus padres a la pobreza, a la informalidad laboral, al rebusque diario, a la explotación por parte de los empresarios, condena a la muerte moral y física a los maestros que osan denunciar las injusticias de un régimen que cada vez desarrolla más características fascistas.

Pero léase bien, lo más preocupante es que un sector no despreciable de maestros es uribista, es decir asume que el uribismo como forma política tiene la razón, extrañamente y a pesar de las evidencias  irrefutables, plasmadas en una larga lista de escándalos judiciales, mediáticos, testimonios de víctimas, material fotográfico, audios, videos que nos llevan a la conclusión de que Uribe y su legado ha sido nefasto para la construcción de una sociedad en democracia, para la educación como derecho fundamental, para el respeto a la vida, para lograr la paz, estos compañeros se han tragado el cuento de la “seguridad democrática”, despotrican del sindicato, miran por encima del hombro a sus colegas, pero si disfrutan de los logros producto de la lucha sindical en las calles.

Se le acusa al magisterio de “adoctrinador”, ojalá se pudiera si quiera hacerles entender a algunos  de estos compañeros docentes y  a otros sectores de la sociedad, que gracias a FECODE y a sus luchas adelantadas  durante décadas, los maestros tienen estabilidad laboral, primas, vacaciones pagas, un salario medianamente decente, en comparación con el resto de colombianos, lo cual no es un privilegio sino un derecho al que todo trabajador colombiano debería poder acceder,  ojalá entendieran que los errores de unos cuantos no pueden servir para descalificar a una organización sindical que se la ha jugado por la educación pública del pueblo colombiano, me atrevo incluso a decir que sin la existencia del sindicato no existiría educación pública en Colombia y/o sus condiciones serían peores; Algunos incluso por redes sociales se deslindan un poco y apenas expresan “no polaricemos”, tenemos que responder que ya estamos polarizados, tomamos posición  o el uribismo con todo lo que esa palabra siniestra representa, arrasará con los derechos que aún nos quedan como trabajadores y como pueblo colombiano, ya en el referendo propuesto por Uribe, plantea el congelamiento de la nómina oficial por seis años ¿por qué sus socios financieros no congelan los intereses de los créditos bancarios? ¿Dónde están los miles de millones  de pesos que funcionarios de los gobiernos uribistas han obtenido de manera fraudulenta y corrupta del Estado?- el uribismo impondrá definitivamente la necropolítica, ya no existirá la “escuela como territorio de paz” sino la “escuela como territorio de negocios” y veremos filas inmensas de maestros mendigando su pensión y otros, los más jóvenes vendiendo su conciencia y su cátedra al mejor postor, el uribato solo dirá: “solo fue cuestión de negocios, no lo tome personal”.

Carlos Alberto Munévar

Referencias

Mbembe, A. (2006). Necropolitica. Melusina.

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Colombia es un cementerio, en donde se sepulta a la juventud

Por: Carlos Alberto Munevar 

La pasada semana, las redes sociales han dejado al descubierto como nunca antes, la guerra abierta y brutal que las fuerzas policiales colombianas tienen contra la juventud, utilización de armas de fuego a discreción, golpes, asesinatos, detenciones arbitrarias, violencia desmesurada, muestra no de autoridad sino de un odio irracional y un cinismo absurdo. El detonante de esta ultima oleada de protestas que terminaron con una masacre los días 9 y 10 de septiembre, fue el asesinato de Javier Ordoñez un abogado de 45 años que fue destrozado a golpes dentro del CAI (Centro de Atención Inmediata)  de Villa Luz a manos de alrededor de 9 policías luego de ser detenido brutalmente  por dos agentes que lo inmovilizaron con descargas eléctricas que duraron más de 2 minutos.

Pero no voy a profundizar en el problema de la reestructuración  de la Policía que desde muchos sectores se pide a gritos y que en mi opinión es una asignatura pendiente  a nivel histórico, teniendo en cuenta que la Policía colombiana tiene más el carácter de un ejército, más aún cuando  no depende del Ministerio del interior sino del Ministerio de defensa y así las faltas cometidas por sus integrantes son procesadas por la justicia penal militar y no la ordinaria, lo que en la práctica tiene serios problemas de transparencia en los procesos disciplinarios e investigativos; mi reflexión va mas hacia la decisión manifiesta que tomaron  el gobierno nacional, el uribismo, la cúpula de la policía nacional, el periodismo uribista – con esto dejando claro que ciertos periodistas ya se desligaron de la imparcialidad que se supone  deberían tener-  y amplios sectores de la sociedad civil, de criminalizar a la juventud colombiana y volverla el enemigo interno a quien además de negarle un futuro, hay que estigmatizar, masacrar, criminalizar, rotular como parte de la guerrilla o rebajarla a su mas mínima expresión con el alias de “vándalos”.

Habría que aclarar que los vándalos fueron una tribu bárbara que llegaron en el siglo V a la península ibérica dominada en ese entonces por el imperio romano y allí se asentaron durante algunos años fundando un reino que luego se extendió a algunas zonas del norte de África. Quizá ese vocablo se empezó a utilizar en aquellas épocas por los romanos  para  de manera peyorativa  hacer referencia a esos que eran tachados de  invasores salvajes, analfabetos e irracionales y de esa manera, como costumbre muy eurocéntrica  diferenciar a los “otros”, a los “diferentes”, que se supone no poseen cultura o esta es inferior y por tal motivo deben ser vencidos, eliminados, asesinados, derrotados y olvidados de  la historia porque no tienen “nada” que decir o por el “bien” de la civilización. Luego con el tiempo el vocablo debió llegar a nuestro país durante la conquista y hoy en día se generalizó su uso para describir a las y los jóvenes colombianos.

Pero adentrémonos en el tema, históricamente el gobierno colombiano no ha tenido una política clara en beneficio de la niñez y la juventud colombiana, más allá de estar esbozada en la constitución nacional y en algunas otras leyes, entre ellas, como el código del menor y la ley de la juventud, la desprotección hacia la niñez y la juventud es total. Los recursos para cultura, arte y tiempo libre son ínfimos y muchos se quedan por el camino, pero más grave aún es el descuido y estigmatización que la escuela pública ha sufrido a través de décadas. Pero ¿Cuál es la relación que este tema tiene con la estigmatización y persecución que sufre la juventud actualmente?, En Colombia esa “vandalización” de la juventud es la expresión de un imaginario cultural de la sociedad creado a su vez por un modus operandi que los gobernantes de turno han institucionalizado para “mantener el orden” establecido, es decir, cercenar de raíz la posibilidad para que nuevas generaciones de colombianos década tras década. puedan incidir en cambios estructurales que el país necesita con grave urgencia.

El olvido y abandono que la escuela pública ha sufrido a través de la desfinanciación estatal de carácter estructural, como también su transformación en un escenario de negocios para entregar jugosos contratos a “empresas educativas” con el pretexto de elevar la “calidad” educativa, la ha condenado a una profunda crisis en donde muchos niños y niñas terminan desertando al no encontrar un ambiente escolar humanizante. Articulado a esto el empobrecimiento de las comunidades, la destrucción de las familias, los fenómenos de desplazamiento producto de décadas de conflicto interno, la incidencia de actores armados de distinta índole y el microtráfico desbordan la capacidad del sistema educativo público para responder a las necesidades de miles de estudiantes.

Si esto pasa en las grandes ciudades, en el campo las condiciones son peores, las escuelas son pocas y con muchas carencias, en muchas zonas no existe ni siquiera un cine o una cancha de microfutbol, las oportunidades de acceder a la educación superior son ínfimas y tras años de conflicto armado a los jóvenes les queda solo participar en uno de los bandos o morir.

En el caso bogotano, la universidad pública cada vez es mas inaccesible para la juventud de los barrios populares, tras años de contrarreformas educativas de carácter neoliberal, la escuela pública cada vez  la tiene más difícil para que quienes se puedan graduar (usualmente en muchos colegios públicos inician la básica secundaria  más estudiantes en  grado sexto que los que  inician  el grado once) puedan ingresar a la universidad pública, lo que deja a una  gran cantidad de jóvenes sin acceso a una carrera profesional lo que se evidencia en el aumento del desempleo, la informalidad o simplemente la desocupación de miles de jóvenes que pululan  en los parques de los barrios o en las zonas de rumba de las localidades, a merced de la drogadicción o el alcoholismo, muchas veces terminan viviendo en el mejor de los casos con sus padres y madres, muchos parte de esa generación ochentera muy diferente en sus referentes de autoridad a generaciones anteriores.

Pero el tema no se puede quedar en ese análisis, las condiciones políticas y económicas del país a treinta años de la constitución de 1991 aunque han variado en su forma y protagonistas, permanecen inamovibles en el fondo y los problemas se han profundizado. El conflicto interno y la coexistencia con grupos armados que ocupan territorialmente zonas en donde el Estado no llega ya sea por incapacidad o por simple “cuestión de negocios” continúa, la brutalidad de la guerra sigue azotando a los jóvenes y reclutándolos para la barbarie; La dependencia con respecto a Estados Unidos sigue siendo una constante, obviamente los E.U no son la sombra de esa potencia que saboreaba la caída de la URSS, pero aún conservan el poderío militar y nuclear, producto  de esto,  el modelo económico neoliberal desarrollado en este lapso de tiempo quebró a la industria y al agro nacional, hasta el punto de que hoy en día no hay soberanía alimentaria, el desempleo campea en un 20%, el restante es disfrazado con el eufemismo de ”informalidad” y al empleo formal se le cambiaron las reglas de juego, flexibilizando la legislación laboral y precarizando las condiciones laborales, prestacionales, pensionales y de protección social,  además que orientó el modelo hacia el extractivismo que solo deja ganancias para las grandes transnacionales mineras y produce así mismo graves problemas ambientales y sociales (Colombia el país con mas lideres ambientales asesinados )

 Así mismo la oligarquía nacional confabulada con sectores mafiosos, durante 30 años ha estructurado poco a poco una “dictadura disfrazada” con el velo de unas elecciones amañadas y cuestionadas por su corrupción. En ese orden de ideas, el mismo gobierno ha llevado a un camino sin salida a la juventud colombiana, desfinancia la universidad pública, no adopta transformaciones económicas que ofrezcan la posibilidad de desarrollo humano, los condena al desempleo, a la calle, a la drogadicción, a la delincuencia, al rebusque, a la desesperanza, a no contemplar una pensión. Agudizando la situación la pandemia mostró la farsa de un sistema político diseñado para que los mas poderosos se enriquezcan a costa de la sangre y el sufrimiento de millones, la juventud está en las calles porque no tiene otra opción, les quitaron todas las salidas y además los asesinan, la ultraderecha los trata como “vándalos” porque se sigue perpetuando la idea de que no tienen nada que decir, de que valen igual muertos que vivos, para eso esta la policía… para “hacer justicia y eliminar a todo ese lumpen de vagos”,  en palabras de una vecina que justificaba el asesinato de 13 personas a manos de los “héroes” de la patria que a su vez también son víctimas de un régimen que a muchos de sus miembros los ha “barbarizado”, hasta el punto de no ser un problema de unas “pocas manzanas podridas” sino de una concepción institucional de impunidad y violencia desmesurada contra la población civil.

El objetivo perseguido en contra de esos “jóvenes vándalos” es  invisibilizarlos, estigmatizarlos, desaparecerlos, “barrer la mugre debajo de la alfombra”, para esto utilizan las balas, pero también todo un ejército de mercenarios del micrófono, fratricidas de la dignidad humana, que están dispuestos a utilizar toda serie de eufemismos y manipulaciones, incluso acusándolos con titulares capciosos y denigrantes, para descalificar las reivindicaciones de millones de jóvenes colombianos que buscan respuestas de un gobierno de “viejos”  al mismo tiempo que  protegen esa realidad paralela creada tras años de gobierno impune, en donde las familias son idiotizadas a través de realities triviales , telenovelas de narcos,  un torneo de futbol mediocre, reinados, bares y zonas de rumba exóticos para gente VIP, para que evadan la cruda realidad que viven ellos y sus propios hijos.

Pareciera ser que para todos esos sectores, los jóvenes son ahora los enemigos, algunos hasta casi que celebran cada asesinato como una victoria personal, la justifican repitiendo la matriz informativa oficialista y en su tono que a veces suena más a una sentencia, quieren demostrar una autoridad moral que prueba la legalidad del asesinato, la chapa  es lo de menos: son disidencias de las FARC, son columnas urbanas del ELN, son vagos, deberían estar en sus casas, algo malo estarían haciendo, son delincuentes, son “Vándalos” es decir utilizando cualquier argumento, se legaliza de manera informal la pena de muerte. Así de mal estamos, la juventud hoy al igual que en los días de Gonzalo Bravo Páez y Uriel Gutiérrez,  asesinados por la policía el 8 de junio de 1929 y el 8 de junio de 1954 respectivamente, continúa siendo el objetivo militar, además de que el gobierno no le da salidas y posibilidades, la elimina, la masacra y la exhibe como trofeo de guerra.

De esa manera no se construye país, asesinando el futuro, condenándolo a la pobreza y los problemas sociales derivados de ella, estigmatizándolo, poniéndole la “lápida en el cuello” a cada joven que grita desde lo profundo de su vientre por justicia social, perfilándolo en las redes sociales, dejándolo sin salida y obligándolo a enlistarse en las máquinas de muerte creadas para perpetuar la barbarie y naturalizar una sociedad salvaje, enferma y decadente. Colombia es un gran cementerio juvenil, es una vergüenza mundial, la semana pasada la masacre eterna que vive nuestro país y que aún no escandaliza a la ONU ni mucho menos al gobierno estadounidense,  fue en vivo y en directo por las redes sociales y los canales privados de televisión, el saldo: más de 80 heridos de bala y 13 jóvenes fueron asesinados en las calles bogotanas, estos últimos,  no fueron encontrados con las botas al revés, ni con camuflados, no murieron en Samaniego, ni en alguna vereda antioqueña y aún así la justificación de su asesinato por parte de algunos, es la misma,  en el fondo, “eran ellos, los vándalos” los invisibles, los sin voz… ¿y si los jóvenes no son el futuro, quiénes son?.

Una de las asesinadas fue Julieth Ramírez, de 19 años, una bala perdida pero muy certera fue disparada en su tórax, su muerte fue instantánea, su historia podría ser el icono de la juventud colombiana, fue asesinada dos veces, la primera vez la mató el policía que le disparó y la segunda vez fue asesinada su memoria, cuando agentes de la misma institución pintaron de verde oliva, color del uniforme de la institución señalada – vaya ironía- un mural con su rostro que otros jóvenes pintaron en el CAI de La Gaitana. La juventud colombiana es victima y revictimizada, los gobiernos y sus agentes la persiguen, la asesinan, la estigmatizan, la masacran, no le dan opciones, y los medios de comunicación, sectores políticos y sociales afectos al regimen, la deshumanizan presentándola como “un ejército de vándalos y desadaptados”, de esta manera le dan muerte nuevamente, matan su dignidad, matan sus sueños, los vuelven invisibles.

Cualquier alternativa política que pretenda llegar al poder debe pedirle perdón a los jóvenes y a los niños de Colombia por toda una historia de abandono y muerte, el gobierno actual no lo hará nunca, es un regimen que representa el pasado e hizo de la necropolitica su “política de Estado” y eso no tiene nada que ver con los jóvenes y con la vida. La oposición deberá demostrar que infancia y juventud son los ejes de su  propuesta, si quieren gobernar sin mirar el retrovisor deberán mirar hacia el futuro y eso implica que niños, niñas y jóvenes deben ser el núcleo, en esa medida la guerra perpetua, la corrupción, el negocio con la educación y la salud no son una opción, deberán invertir en un sistema educativo público y cambiar el modelo económico de desarrollo para que la niñez y juventud de hoy puedan construir una nueva realidad en donde el conocimiento, el cuidado del medio ambiente, la solidaridad y el desarrollo sostenible permitan una nueva generación que no tenga que asistir al funeral de sus hijos y escuchar los eternos estertores de guerra emitidos por fusiles y micrófonos al servicio de los mismos “viejos” de siempre que nos están legando un país no viable.

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Colombia: Pandemia o Pandemonium

Pandemia o Pandemonium

Por Carlos Munévar

Decidí ponerme a escribir en medio de esta situación extraña, dicen que hacerlo libera el alma, es más… por ahí leí que era como meterse el dedo en la garganta y vomitar párrafos cuando sentimos la vida nauseabunda.

Empecemos el camino.

La Pandemia de COVID19 sigue su aumento exponencial, al SARS-Cov-2 no le importa si Duque, el gobierno nacional y miles de colombianos sin sentido común lo ignoran, no le importa que aún algunos crean que es una ficción creada por una teoría conspirativa, ni que se diga que es una estrategia mediática de guerra de cuarta generación, si algo es contundente son las cifras, cuando empecé a escribir este texto eran 4.420.743 las personas que habían dado positivo por coronavirus en el mundo de ellas y 301.370 habían muerto, hoy 10 días después son 5.335.868 los contagiados y 342.694 los fallecidos (University, Dashboard by the Center for Systems Science and Engineering (CSSE) at Johns Hopkins)

En Bogotá el patógeno se transporta cómodamente en Transmilenio, en el transporte público, está en la ropa, en las manos y en la saliva de los portadores, no necesita presentarse en televisión todos los días a las 6:00 p.m. ni alardear de sus “logros” y aunque hay unas cifras oficiales, que de seguro son poco confiables dada la limitada capacidad de Colombia de hacer pruebas diagnósticas, lo cierto es que las alertas naranja en distintas localidades del suroccidente de la ciudad de Bogotá, dan cuenta de que el coronavirus campea por el territorio nacional a sus anchas, aprovechando la estrategia de selección natural artificial, llamada eufemísticamente por Iván Duque “aislamiento inteligente” instaurada por el Uribismo y sus aliados financieros.

Según esta estrategia paralelamente se debe “cuidar la vida y la economía al tiempo”, es decir pone en un mismo plano la vida humana y las ganancia de los grandes banqueros y empresarios, los muestra como una especie de benefactores, de “padres protectores generadores de empleo” a los cuales se les debe servir y respetar por el bien de la “patria”, diría la recalcitrante ultraderecha colombiana. De esta manera son varios los elementos que se deben tener en cuenta a la hora de organizar la lucha y la resistencia social frente a un gobierno como el del Centro Democrático que ha mostrado su cara más feroz y corrupta en medio de una pandemia.

En primer lugar la estrategia mediática del gobierno nacional es una burla, Duque organizó todos los días una especie de reallity televisivo a las 6:00 p.m. en donde con invitados V.I.P y cifras en mano hace las veces de un comandante en medio de una batalla contra el enemigo invisible, parece ser que dentro del contrato de 3.500 millones de pesos para posicionar su imagen, una de las recomendaciones fue volverse “omnipresente” en la vida de los colombianos, mientras los canales privados hacen las veces de caja de resonancia o antenas repetidoras difundiendo la perversa idea de “optimismo a la colombiana” en donde se hace creer que en medio de la más cruda miseria, hambruna y falta de acceso a sistemas de salud y educación digna, salta la resiliencia de un pueblo que en medio de su sufrimiento
saca lo mejor de sí, recrean con imágenes de niños frente a computadores destartalados, aplausos a trabajadores de salud, imágenes de una falsa solidaridad etc., todo un monumento a la “lastima y la caridad”.

En segundo lugar aprovechando el confinamiento, se adelanta una
arremetida brutal a nivel laboral, pensional y tributario, las
aberrantes reformas que el gobierno Uribista venía proponiendo
desde el 2019 y que fueron causa del movimiento de protesta social
iniciado el 21 de noviembre del año anterior, son ahora aplicadas
soterradamente aprovechando el estado de emergencia social y la
imposibilidad de la movilización social. Aproximadamente 160
decretos en un mes son testimonio del proceder vil y apátrida de Iván
Duque, beneficiando a los patrocinadores de campaña y patronos. De
estos ni un solo decreto – ni uno solo – beneficia al pueblo colombiano,
no pasan de ser “pañitos” de agua tibia que solo buscan crear una
cortina de humo frente al desastre humanitario de un país humillado, explotado e insultado, en donde la vicepresidenta Martha Lucía Ramírez se llena la boca llamando “atenidos” a los miles de colombianos
que deambulan hambrientos sin trabajo, sin mercado, desplazados y/o desalojados a punta de bolillo y gases por el ESMAD en medio del confinamiento.

En tercer lugar tendremos que decir que la pandemia confinó a los seres humanos pero no a la corrupción, es escandaloso y repugnante el manejo que Duque le ha dado a los recursos económicos del país, nadie con algo de sentido común podrá olvidar que en el año 2020, en medio de la hambruna,
la peste, la falta de recursos para la salud y la educación, se utilizaron 3500 millones de pesos para posicionar al Presidente en redes sociales, 7.900 millones en tanquetas para el ESMAD, 9.500 millones en munición para el ESMAD y 9.741 millones en camionetas blindadas y hubo una falta de voluntad total para aprobar una renta básica para la población más vulnerable.

Mientras que este pandemónium nacional se desarrolla, los sectores de la salud y la educación permanecen en el olvido, las perversas reformas neoliberales adelantadas durante 30 años modelaron unos sistemas públicos raquíticos, desfinanciados, la tragedia de los hospitales, del personal médico y
sanitario se refleja en las protestas de los funcionarios en las puertas de los hospitales y en el abandono de los pacientes a sus suerte, (Duque olímpicamente frente a las cámaras de televisión, dice que el 80%
de los enfermos están en sus casas). En materia educativa el panorama no es más alentador, mientras algunos miles de niños están en modalidad virtual, otra gran mayoría no tiene acceso a internet y padece la difícil situación económica de sus familias. Así mismo, maestros y maestras asumen la
modalidad de trabajo en casa, ampliando sus horarios laborales y alternándolos con el cuidado de sus hijos y las tareas domésticas, pagando de su bolsillo el internet y la energía eléctrica.

Es así como esta Pandemia o más bien Pandemónium se terminó volviendo el pretexto para que hombres como el “honorable” Ministro de Hacienda y “expropiación” pública Alberto Carrasquilla, proponga el no pago de la prima a los trabajadores, como medida entre otras, de una larga cadena de
“micos” colgados del árbol de la ignominia presidencial, y digo que es un “pandemónium” porque es una desorden lleno de gritos, confusiones, muerte, abusos, un absoluto aquelarre de corrupción, depravación, perversión, envilecimiento, deshonestidad y putrefacción de un sistema que escupe
todos los días a la cara de un país patriarcal, que cual mujer maltratada por años, normalizó la barbarie y naturalizó la muerte dentro de una sociedad que se encuentra en manos del matarife y su triste y patético bufón.

Algo más… Ver la serie Matarife es como un fresco aire por la ventana, sabemos que no estamos solos y aislados en esta lucha.

Twitter @Charly Munevar
Facebook: Charly Munevar

 

Referencias
University, Dashboard by the Center for Systems Science and Engineering (CSSE) at Johns Hopkins.
(s.f.). mapa del coronavirus. Obtenido de
https://gisanddata.maps.arcgis.com/apps/opsdashboard/index.html#/bda7594740fd4029
9423467b48e9ecf6

Autor: Carlos Munevar

Fuente: OVE

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