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¿Qué hicimos mal?

¿Qué hicimos mal?

Algunas meteduras de pata en materia de Comunicación

Fernando Buen Abad Domínguez

 

La primera de todas las fuerzas es la opinión pública”. Simón Bolívar (1° de noviembre de 1817).

 

Guardadas todas las proporciones, tuvimos condiciones y oportunidades concretas para generar una Revolución Comunicacional sin precedentes. Tuvimos una insurgencia semiótica parida por los pueblos, su Historia y sus luchas. Tuvimos “viento a favor” en la lucha de clases. Tuvimos líderes probados en la lucha. Tuvimos herramientas para consolidar la organización. Tuvimos en las manos un programa de acción y sus derivados incluso tuvimos el “Informe MacBride”. Tuvimos millones de voluntades dispuestas a sumarse. Tuvimos leyes, legisladores y jurisprudencias. Tuvimos la conciencia y el consenso de los pueblos. Tuvimos la prerrogativa de la crítica y de la auto-crítica. Tuvimos los medios y los modos. Tuvimos y aún tenemos mucho. ¿Qué faltó? ¿Qué falló?

No faltaron las advertencias, los avisos, las amenazas ni los ataques de las oligarquías armadas, también, con  ejércitos mediáticos golpeando y destruyendo todo, desde los estados de ánimo hasta los estados democráticamente constituidos. No faltaron las marrullerías, la corrupción ni las extorsiones que aceleraron el proceso de monopolización mediática a pasos agigantados y demoledores. No faltaron las bases militares ni sus compañeras las bases mediáticas. No faltó el espionaje, la siembra de pruebas falsas (y de muertos) ni el linchamiento mediático. La burguesía hizo su tarea.

Pasó ante nuestros ojos el capítulo íntegro de una ofensiva mediática sin precedentes mientras soñamos con desactivarla e impulsar (al mismo tiempo) luchando por la nueva comunicación emancipada y emancipadora que la Historia nos exige. Y sin embargo, no. Muchos de los grandes pasos dados, de los logros y de los saltos cualitativos se nos quedaron cortos, breves o efímeros. Muchas de las tareas necesarias no se hicieron, muchas de las trincheras teóricas no se tocaron, muchos presupuestos y gastos no se ejercieron. Muchos productos se quedaron en bodega, en silencio o en papales. Muchos llamados a la unidad quedaron en el vacío, muchas asambleas olvidadas, muchos acuerdos congelados. Muchas soluciones creativas no se idearon, no se aplicaron, no florecieron. Nos ahoga nuestra crisis de dirección revolucionaria y estamos como atónitos. ¿Es esto un fin de ciclo? Sálvense las excepciones.

La burguesía acelera sus relojes llevada por sus ansias de usura, de odio y de venganza buitre. Resulta que las contradicciones se agudizan, que el saqueo avanza y que la explotación abofetea a los pueblos en horario “prime time” entre anuncios de “empresarios” que ocuparon los gobiernos. Resulta que la “Libertad de Expresión” de los pueblos está más amenazada que nunca, que tenemos un “solo mundo con voces hegemónicas”, que el “Nuevo Orden de la Información y la Comunicación” sigue siendo un buen deseo esclerotizado entre papeles… y, también, resulta que la Historia insiste en que demos respuestas correctas y prontas… que saquemos el diagnóstico y el pronóstico, de la etapa actual, porque resulta que no debemos ni podemos quedarnos silenciados ni resignados.

¿Y qué podemos hacer con lo que nos queda?

  1. Agendas propias capaces -desde las luchas y los frentes- de combatir todo lo que resta visibilidad a los logros a la organización y la movilización social.
  2. Apoyo económico y político a todo frente de emancipación comunicacional y comunicación emancipadora.
  3. Apoyo económico y político a todo frente científico para la emancipación epistemológica de la comunicación.
  4. Apoyo económico y político a las escuelas de cuadros en materia de comunicación.
  5. Salir de los estereotipos y de los acartonamientos; revolucionar las metodologías del relato, la ética y la estética revolucionaria.
  6. Sistematizar la auto-crítica. Reconocer nuestras zonas ciegas y nuestras debilidades teóricas y prácticas.
  7. Combatir las egolatrías, los individualismos, los reformismos y los sectarismos.
  8. Habilitar tecnológicamente a las luchas mediáticas contra-hegemónicas.
  9. Democratizar la semántica.
  10. Garantizar la experimentación de tácticas y estrategias en medios de comunicación.

Todo se sintetiza en no repetir los que se ha hecho mal y garantizar que se haga bien aquello que no se dejó progresar. Ahí donde abandonamos nuestra responsabilidad y nuestra lucha recuperar terreno y recuperar militancias. Ahí donde nos ganaron presentar combate nuevo. Ahí donde somos fuertes, asegurar que no se nos torne en debilidades. Ahí donde somos repetitivos, exagerados y acartonados propiciar lo creativo, la frescura, el humor y la alegría inteligentes. A estas horas debemos debatir la expropiación de las herramientas de producción y distribución, medios y modos, en comunicación, discutir organizadamente la expropiación en todas las modalidades posibles. Provechar lo bueno críticamente

Llamar a un Referéndum Continental sobre el papel de las oligarquías y sus medios, discutir leyes pertinentes para garantizar que nunca más, una actividad social estratégica y prioritaria como es la comunicación, quede en manos de capitales privados manipulados transnacionalmente. No repetir las fórmulas y los modelos burgueses, aprovechar lo mejor existente e impulsarnos desde ahí, en cantidad y calidad. Capacitarnos permanentemente, democratizar el discurso y cambiar la estética. Multiplicar los medios, formar comunicadores mejor habilitados para una praxis técnicamente, poéticamente superior y más compleja. Consolidemos un Frente Internacionalista para la Comunicación Emancipadora que cambie las relaciones de producción en comunicación. La derecha avanza, no seamos espectadores. “¿Quién dijo que todo está perdido?”

 

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Para leer el “Chavo del Ocho”

Laberinto en el valle de lágrimas televisivo

Para leer el “Chavo del Ocho”

Fernando Buen Abad Domínguez

Todo va mal con el “Chavo del Ocho”. Sobre su cabeza, literalmente, con un embudo de impunidad histórica, se descarga un baño de violencia, injusticia, abandono, atraso, miseria y alienación. Uno mira al “Chavo”, sin familia, sin casa, sin contención social… golpeado por una Historia, familiar, económica, política… de clase, que nadie parece conocer, y donde se llora, como corolario del destino, en el laberinto de las hipocresías. “Don Ramón” es un desempleado verdugo. Todo mal.

México tiene, aproximadamente, 30 millones de niños[1], según datos oficiales no poco contradictorios. Hay en el D.F. 500 mil viviendo en las calles[2] de un mundo con 6,372,240,030[3] de habitantes y donde existen 650 millones de niños en pobreza, 150 millones en situación de calle, 250 millones realizan trabajo infantil, 120 millones no van a la escuela[4]. El “Chavo” es uno, pero multi-televisado.

Roberto Gómez Bolaños, autor y actor de las “aventuras del Chavo de ocho” no es, por supuesto culpable del drama que viven los niños en y de la calle y tampoco es uno de ellos. Pero su personaje, que ocupa tantos espacios en las pantallas televisivas latinoamericanas y en los imaginarios de niños y adultos, ocupa un lugar problemático que permite ver los trasfondos ideológicos de ciertas concepciones mercantiles en los monopolios mass media. Bolaños produce, apoyado por uno de los monopolios mediáticos más cuestionables, (y viceversa) un producto de consumo comunicacional armado con estrategias escénicas, tecnológicas y publicitarias en un mercado mediocre que se regodea impunemente frente a sociedades colonizadas y devastadas por la miseria[5]. Hace aproximadamente 30 años el “Chavo” va y viene, con homenajes y todo, paseándose por toda América Latina[6]. No pocos sueñan con canonizarlo.

Eso de hacer negocio con el dolor de los desvalidos tiene tradiciones de tipos muy diversos. El recurso del “golpe bajo” tan apreciado por las estrategias publicitarias, basado en abonar el terreno de la ternura para sembrar las moralejas de la resignación, no nació con el “Chavo del ocho”. Se trata de un Caballo de Troya. Es común encontrarse con audiencias enternecidas por un niño desvalido que vive, milagrosamente, de la caridad posible en una vecindad de barrio. Ternura medida con la vara de una herencia cultural melodramática y naturalista que deja descubrir en la miseria y los miserables ciertos rasgos de hermosura humana, a pesar de los pesares.

Todos los personajes, que comparten con el “Chavo” sus aventuras en el reino de las desigualdades, son personajes en crisis. Trasminan inconscientemente todo lo que niegan de su realidad política para afirmarse una realidad de raiting. Son fantasía, incluso de sí mismos, iluminada con destellos de otra realidad más cruda que bien filtrada y purificada no mancha, con sus dramas de clase, la perfección de un micro mundo encerrado en sus trampas. Especie de esquizofrenia producida para salvaguardar la inocencia de los personajes y su público. Moral de patriarca.

Se trata de un mensaje de clase. En los micro-mundos felices de la miseria mediática, donde habitan muchos Chavos y compinches, el rol de los pobres es trabajar y contribuir con su resignación para una convivencia pacífica con los patrones y las autoridades. Resignación funcional que abarca a las buenas costumbres, los honores a la bandera, el culto al buen burgués, la puntualidad en la fábrica y especialmente la docilidad entre sonrisas, buen humor, voluntad inquebrantable para el trabajo y distancia… mucha distancia con el paisaje burgués. Mucha ternura pero que no se afee el panorama.

Semejante estética de la ternura da como resultado un principio de complicidad a-crítica que termina levantando silencios para esconder culpas. El chantaje hecho diversión. Cuestionar al “Chavo” no es ofender gratuitamente a las personas que lo miran. Es interrogar aquello que individual y socialmente se promueve con el espectáculo de la miseria que lleva tantos niños a vivir de y en la calle. Cuestionar al “Chavo” implica interpelar los mecanismos, (cualesquiera que fuesen) para conquistar feligreses y fans. Cuestionar al “Chavo” no implica traicionar a quienes lo disfrutan, incluidos nuestros hijos, pero implica interrogar e interrogarnos el por qué ese entretenimiento televisivo basado en la violencia contra un niño callejero, tierno y todo, divierte; por qué tanta fama, éxito y regalías, por qué tanta repetición y tanto homenaje. Qué retrata de nosotros, qué nos impone, qué no sabemos y deberíamos saber. Cuál es el negocio y cuánto nos cuesta, en todos sentidos.

Es preciso desmontar la actitud permisiva con se produce y consume la ideología estética de esa violencia gratuita e inmisericorde descargada diariamente sobre las conciencias infantiles. Discurso publicitado bajo todos los medios y modos posibles que fractura estructuras psicológicas y estados de ánimo. Discurso para el amedrentamiento rentable que se siembra para inmovilizar expresiones de desacuerdo con las calamidades colectivas o privadas. Nunca es tarde. Aunque parezca inocente.

Con el “Chavo” se crea un marco perfecto para la agresión protagonista que es aplaudida incluso por las risotadas grabadas al remate de cada chiste. Agresiones que se pagan en millones de dólares y conciencias. Marco perfecto para que parezca normal que los niños asalten, incendien casas y automóviles, golpeen maestros y compañeros, acudan armados a las escuelas. Marco perfecto dentro del marco ampliado de sociedades en crisis, desarticuladas emocionalmente, caotizadas por la anarquía económica, la corrupción impune, el saqueo de materias primas y trabajo como principios fundamentales para defender el quietismo, para que nada cambie, que el sistema no se caiga. Bonita historia.

Pero la inyección ideológica mayor tras la estética de la ternura en el “Chavo” es la violencia cultural que los niños maman frente a la tele. Tiene como objetivo principal desbordar todos los ámbitos puramente formales para entrar en planos más profundos, convertida en placer por un discurso que tiene ejes muy precisos: convencerlos de que nada es posible en contra de hegemonías, poderes y propiedades dominantes; que lo propio vale poco; que todo lo que se intente para el cambio está condenado al fracaso o a la represión; que tarde o temprano poder es sinónimo de fuerza ajena; que uno se equivoca cuando pretende cambios y que el que tiene la fuerza tiene la razón. No es poca cosa.

Esa violencia que el “Chavo” protagoniza y padece, no sólo por los golpes, los insultos y los pastelazos… tiene contactos y complicidades con otras violencias que viven decontroladas por todos los rumbos de la conciencia individual y social[7]. Hay violencia en mujeres y niños golpeados permanente e impunemente. Hay violencia en niños callejeros sometidos a la prostitución, el robo y crimen consuetudinarios, en el desempleo, explotación e indolencia ante el dolor social y falta de futuro. Hay violencia en el endeudamiento usurero, en los noticieros, en la invasión imperialista a Irak, en la corrupción electoral, en la corrupción empresarial… Para el “Chavo” la violencia del entorno, latente o patente, es condición de vida. Aunque la distribución social de la violencia en cada capitulo del “Chavo” tenga desequilibrios propios de verticalismo autoritario, aunque algunas veces el “Chavo” tenga arrebatos violentos contra otros personajes, es ineludible el retorno de una violencia mayor capaz de regresar al “Chavo” al lugar justo que la tragedia televisiva le deparó en el reino de la resignación. El “Chavo” aguanta todo porque para eso está. Es su misión doctrinaria y catalizadora.

[1] Disminuye en México población infantil y juvenil: Consejo Nacional de Población. Domingo 04, Enero, de 2004

En el 2003 el número de niños y adolescentes en edades escolares (de 6 a 14 años) comenzó a disminuir en México, después de alcanzar un máximo histórico de poco más de 20 millones en 2002, informó el Consejo Nacional de Población (Conapo). En un análisis sobre la población infantil y juvenil en México, Conapo precisó que, de igual manera, la población en edad de asistir a la educación secundaria también comenzará a reducirse en los próximos años.

La dependencia de la Secretaría de Gobernación (Segob) detalló que de aquí al 2010 se reducirá en 10 por ciento la matrícula escolar de la escuela primaria, mientras que con tan sólo un incremento de alrededor de 20 por ciento en la matrícula se alcanzará la cobertura universal en la secundaria.

En cuanto a la población de entre 15 y 24 años, Conapo dijo que entre 1970 y 2003 se registró un aumento de 9.2 a 20.8 millones, y se prevé que su volumen alcanzará un máximo histórico de 21.5 millones en 2011, y a partir de entonces comenzará a disminuir gradualmente.

http://noticias.vanguardia.com.mx/showdetail.cfm/338834/Disminuye-en-M%C3%A9xico-poblaci%C3%B3n-infantil-y-juvenil:-Conapo/FUENTE: INEGI. XII Censo General de Población y Vivienda 2000. Fecha de actualización: Lunes, 16 de Junio de 2003 http://www.e-mexico.gob.mx/wb2/eMex/eMex_Poblacion_total_y_su_distribucion_porcentual_

[2] 500 mil niños y niñas viven en las calles. martes 23 de septiembre de 2003 Son tantos que ya no se ven…

Román González cimac | México, DF “Unos 250 mil niños y niñas de la calle, según cifras oficiales y 500 mil de acuerdo con Organizaciones No Gubernamentales (ONG), son víctimas de pornografía infantil, drogadicción, abuso sexual, maltrato y discriminación, lo que les origina problemas mentales, físicos y emocionales…”

[3] El 17-Feb-04 02:41:12 p.m. según: http://www.osearth.com/resources/worldometers/

[4] Según UNICEF publicado en http://www.universia.net.mx/contenidos/social/noticias/1115.jsp.

[5] Hambre: 840 millones castigados por hambre; 25 mil víctimas diarias; en las naciones donde la situación es más trágica, un pequeño tiene una expectativa de vida sana de apenas 38 años; uno de cada siete niños nacidos en los países pobres morirá antes de completar su primer lustro de existencia; más de 2 mil millones de personas sufren falta de micro nutrientes, con los infantes y las mujeres como los grupos más vulnerables. ONU y (FAO) alrededor de 30 países hacen frente en la actualidad a situaciones de emergencia alimentaria, 67 millones de personas necesitan ayuda urgente. El dato es conservador, según la propia fuente. África presenta el cuadro más crítico -las cifras más recientes revelan que aproximadamente 200 millones de personas (el 28 por ciento de la población africana) están crónicamente hambrientas. Pero, hasta dentro de los propios países industrializados, se contabilizan 11 millones de personas con déficit nutricional. …será preciso reducir cada mes 2 millones de hambrientos de las cifras mundiales, un ritmo insospechado a partir de las estrategias actuales, que necesariamente deben rebasar el principio de las ayudas internacionales.

[6] (http://www.chavodel8.com/index.html)

[7] “CONTRASTE ENTRE CREACION Y GUERRA I N T E R N A C I O N A L. 12 de noviembre del 2003 El Insituto de Investigaciones de Paz (SIPRI) revela el aumento del gasto militar mundial solidaridad.net El año pasado aumentó en un 6% en términos reales, hasta los actuales 794.000 millones de dólares. Los países que más gastan -Estados Unidos, Japón, Reino Unido, Francia y China- suman el 62% del gasto total mundial. Casi tres cuartos del incremento del 2002 vinieron de Estados Unidos, que aumentó el gasto militar en un 10% en respuesta a los atentados del 11 de septiembre del 2001. Los Estados Unidos contabilizan ahora el 43% del gasto militar mundial. En agosto, el Instituto de Investigaciones Internacionales de Paz de Estocolmo (SIPRI), publicaba su libro anual sobre armamento y seguridad internacional. El estudio revelaba que el gasto militar mundial, ya en aumento desde 1998, se aceleró de manera pronunciada en el 2002. El año pasado aumentó en un 6% en términos reales, hasta los actuales 794.000 millones de dólares. Esta cantidad equivale al 2,5% del producto interior bruto mundial. Los actuales niveles de gastos militares en el mundo están ahora un 14% en términos reales por encima de la cifra más baja de 1998 tras la guerra fría. Pero todavía están un 16% por debajo del techo alcanzado en 1988. Casi tres cuartos del incremento del 2002 vinieron de Estados Unidos, que aumentó el gasto militar en un 10% en respuesta a los atentados del 11 de septiembre del 2001. Los Estados Unidos contabilizan ahora el 43% del gasto militar mundial. Otro país que ha aumentado notablemente su gasto ha sido China. Aumento el gasto militar en un 18% en el 2002. Rusia también intensificó sus gastos, con un 12% de aumento. Los cinco países que más gastan -Estados Unidos, Japón, Reino Unido, Francia y China- suman el 62% del gasto total mundial. Los 15 que más gastan el 82%. Detrás de las cifras totales de gasto militar existen notables disparidades regionales. En el 2001, el año más reciente del que se tienen datos disponibles, el gasto militar de Oriente Medio se estimaba en un 6,3% de su producto interior bruto, mientras que América Latina gastó sólo el 1,3%. Algunos datos del informe del SIPRI vierten un jarro de agua fría sobre la afirmación de que la guerra contra el terror ha agravado la proliferación de armas y los conflictos. En el 2002, hay 21 conflictos armados importantes en 19 lugares del mundo. Tanto el número de conflictos como el de localizaciones fue menor que en el 2001, cuando había 24 conflictos armados importantes en 22 lugares. De hecho, el número de conflictos armados importantes en el 2002 ha sido el más bajo desde 1998. Además, a pesar de que se han elevado los gastos militares, las grandes transferencias para armas convencionales en el periodo 1998-2002 permanecieron en las cifras bajas de la etapa posterior a la guerra fría, informaba el SIPRI. A pesar del aumento en el periodo 2000-2002, la media móvil de cinco años hasta el 2002 ha sido la más baja hasta ahora. Estados Unidos ha sido el mayor suministrador de armas en 1998-2002, con el 41% de las entregas totales. Rusia, en segundo lugar, sumó el 22% de las transferencias totales de armas. Por segundo año consecutivo, Rusia ha sido en el 2002 el mayor suministrador, con el 36% de las entregas totales. El SIPRI observaba que entre los mayores receptores de armas estaban países implicados en la guerra contra el terrorismo. Con todo, indicaba que los datos «no apoyan la hipótesis de que los niveles de más importantes transferencias de armas serían más altos a causa de las entregas por el antiterrorismo en el 2002». De hecho, el SIPRI observaba que muchas de las transferencias de armas convencionales durante el 2002 fueron resultado de decisiones tomadas antes de septiembre de 2001. Según el informe, es demasiado pronto para decir en qué medida las importantes actividades antiterroristas incidirán en la futura tendencia de transferencias de armas. El informe ponía de relieve los problemas de controlar las ventas de armas, especialmente al implementarse los embargos de armas de Naciones Unidas. Precisaba la necesidad de un mayor desarrollo de instrumentos de control del comercio de armas, tanto cerrando los agujeros como coordinando el control de transferencias de armas desde el punto de salida hasta el de llegada al destino final autorizado. http://www.rebelion.org/internacional/031112sipri.htm

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¿Qué hay de nuevo doc?

Reformismo (también) en los lenguajes audiovisuales.

Fernando Buen Abad Domínguez

Victimado por el novedosísimo de mercado el “lenguaje audiovisual”, en todas sus presentaciones, cruza por el pantano de la repetición insana. Es una tara esclerotizada que suele disfrazarse como genialidad creativa para que siga funcionando el consumismo en los negocios de la imagen y el sonido. El último resquicio, o casi, para sorprender al “público” es contar con su ignorancia para exhibirle, envueltas en parafernalias publicitarias, viejas fórmulas re-manidas con trucos y trucajes narrativos manoseados hasta el hartazgo. Expresión grave de la crisis de sobreproducción en general y en particular.

También el reformismo fundamentalista que “cambia” todo para que nada cambie, hace de las suyas en la producción audiovisual (cine, t.v., video y todos sus derivados y conexos) ¿Y quién regula esto? Una y otra vez, van y vienen las generaciones de cinéfilos, videastas, publicistas, blogueros (o como se llamen) empeñados en ofrecer eso “nuevo” que creen haber encontrado entre los pantanales de la mediocridad con que se educan, con que filosofan al mundo y con que enuncian lo que creen que vale la pena ser enunciado. Y aspiran a que sea visto y disfrutado (u odiado) por “públicos masivos” como si fuese poca la impudicia. Honremos, por método, a las (raras) excepciones.

Ese negocio basado en producir piezas audiovisuales (en todos sus géneros desde el videoclip hasta el largometraje “Grand premier”) tiene, de suyo, la exigencia despiadada de entregar al mercado su “producción creativa”. Exigencia de obras llamativas, seductoras, interesantes o novedosas para habilitarse a ganar en un mercado donde compiten millones de productos. Sueñan con “triunfar” en una industria que no se detiene ni un minuto y que devora, sin cesar, toda chispa de creatividad en menos tiempo del que toma producirla. La línea de producción devorada por la línea de consumo.

Pero esa “creatividad” está secuestrada en los márgenes del “gusto” predominante porque de lo que se trata es de vender -a muchos- la mercancía audiovisual fabricada para millones y millones que, en todo el mundo, compran cultura industrializada sin chistar. En todo caso, esos “márgenes” del gusto son parámetros de taquilla, de “raiting” o de mercadotecnia, que aceptan audacias sólo si devienen ganancias en sus expresiones ideológicas y monetarias. Con el sentido del “gusto” prefabricado para el mercado, lo creativo se solaza en ser repetitivo, especialmente en el abuso del efectismo y los trucajes que no parecen tener más límites que las limitaciones estéticas e ideológicas de sus productores y sus receptores. La moral burguesa sigue siendo la misma. Y esas limitaciones no son otras que las del mercado burgués, su ideología chatarra y sus intereses de clase. Lo nuevo entonces es una trampa estética maquilladora de lo mismo para licenciar las taras narrativas mercantiles como baluartes de lacreatividad del establishment. Y en esos márgenes hay que moverse si se quiere ser hijo predilecto de los medios y generador eficiente de ganancia para la industria. O sea, nada nuevo.

Ni los ritmos, ni las texturas, ni los maquillajes ni las miles de canalladas inventadas sobre la mesa para atrapar la atención de los “espectadores”, ocultan la desesperación de los mercados y sus monopolios por adueñarse del territorio comercial y del territorio emocional de sus “target”. En eso, todos hacen exactamente lo mismo, diariamente y sin descanso. No importa si eso satura o sobresatura, si eso engaña o desconcierta, si defrauda o si enferma. Aunque lo vendan como “nuevo”, todos fabricarán las mismas estructuras narrativas con los mismos tiempos de pantalla, los mismos anunciantes, los mismos valores protagonistas y las mismas “moralejas” de un discurso tautológico pronunciado en el callejón sin salida del capitalismo y su ética opresora.

Por ejemplo. Lo único nuevo, si ha de serlo, es aquello que no hemos visto, es decir, la emancipación de los seres humanos que derrotan al capitalismo, paso a paso, en todos sus frentes y definitivamente. Objetiva y subjetivamente. Lo nuevo es dejar de usar el discurso del patrón y sus relojes. Su ética y su estética.  Lo nuevo es dejar de pensar en la vida secuestrada por el salario del amo. Lo nuevo es imaginar un mundo ya sin los problemas que el capitalismo impone y debatir los problemas que nos impone desarrollarnos todos ser mejores todos en todo. Por ejemplo. Lo nuevo es la reclasificación de la realidad bajo los parámetros de una vida sin el opio de mercados religiosos, sin fundamentalismo de marcas, sin los “gustos” y sin lo “placeres” inoculados por un sistema enfermo de maldades, crímenes, humillaciones y violencia rentables. Lo nuevo es un mundo sin la propiedad privada de las herramientas para la subsistencia y sin el secuestro de nuestro tiempo vital. Eso nuevo impregnado por una ética y una estética porvenir, no es de interés comercial para la industria y sus feligresías audiovisualistas. No vende.

El capitalismo es, también, una máquina de producir cansancios. Y eso nos tiene también muy cansados. Ellos lo saben e incluso han inventado espejismos para hacernos creer que produce descansos sólo que a precio de clase. Entre otros, nos ha vendido el espejismo de la industria del “entretenimiento” y del “espectáculo” que incluye a lo audiovisual como una forma del “esparcimiento”, de la “diversión” y del “descanso”. Y entonces, nos han convencido de consumir, cuantas veces ellos lo quieran, el mismo paquete ideológico cocinado por sus “creativos” audiovisuales en todo el mundo y bajo los mimos mecanismos de exhibición que son propiedad de los mismos fabricantes audiovisuales a lo largo del siglo XX y lo que va del XXI. Si la novedad es mirar por “on demand” y en un teléfono, lo que “cambió” es la capa entérica que se comportará igual que todas, como un callejón sin salida, hacia el mismo paquete de consumo ideológico burgués. Y ellos quieren que se los agradezcamos, que se los aplaudamos a rabiar y que aceptemos que siempre han tenido la razón en vendernos sus cuentas de vidrio alienantes como la novedad histórica, como la revelación de creatividad que nos deja satisfechos, como el ingenio que sólo ellos tienen. O dicho de otro modo, nada nuevo.

Dr. Fernando Buen Abad Domínguez

Universidad de la Filosofía

@FBuenAbad

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Trompadas, Gritos y Balazos: Recetarios semióticos del espectáculo masivo.

 

Photo Editor https://www.tuxpi.com
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Fernando Buen Abad Domínguez

Universidad de la Filosofía

Se compran en el supermercado ideológico de la estética farandulizada para estereotipar gustos y consumos. Se fabrican en serie y constituyen la “fórmula magistral” del opio mediático con que se estandariza la producción masiva de valores alienados. Son ingredientes de fácil adquisición y consumo, los venden a granel envueltos en coartadas melodramáticas para crear campos emocionales muy rentables. Y “a cobrar se ha dicho”.

No hay encuestas suficientes para medir la cantidad de gritos, balazos y trompadas (sucedáneos y conexos) que ha producido la industria del espectáculo en su historia, pero no es difícil calcular la cuota de violencia que aportó como paradigma del “entretenimiento” hasta hacerloinvisible o instaurarlo como necesidad en sistema de enunciación “mass media”. Casi no hay excepciones y casi no hay escapatoria. Hemos debido resistir y, acaso sucumbir, al atropello discursivo de la creatividad paupérrima que sólo sabe resolver situaciones de tensión dramática congritoneos y violencia estereotipada. Es una plaga invisibilizada a fuerza de martillar, incesantemente, la cabeza y los corazones del “público”. Es una cantaleta efectista matizada con hedores de dramatismo premeditado para vendernos algo… de cualquier manera y a cualquier precio. Comenzando con vendernos su ética y su estética de mercado.

Hombres, mujeres, niños, viejos… a cual más el grito, la trompada y el balazo se ofrecen como catalizadores de una mediocridad rampante en la que nada escapa si no es a fuerza de desplantes violentos y espectaculares. No importa si la escena es realista u onírica. No importa si es telenovela o gran premiere holliwoodesca. No importa la imposta porque importan per se los desplantes ampulosos. Es la estética de la vaciedad contada en clave de epopeya. No importa si es en público o en privado… todos los caminos conducen al grito, a la trompara y/o a los balazos. O a sus derivados y camuflajes.

Cuando uno encuentra una película, una serie, una puesta en escena cualquiera, en la que se prescinde de balazos, trompadas y gritos tiende a sentir que algo falta. Una sensación de quiebre o de ausencia que sólo se disfruta cuando se hace conciencia crítica sobre la saturación inclemente a que somos sometidos día tras día. Y es que nos han enseñado a ser adictos al efectismo de la simplonería conceptual que, no por simplona, se priva de armados tecnológicos o escénicos muy diversos para hacerse pasar por realistas a ultranza. Pero una vez apercibidos del truco uno debe recordar –permanentemente- que varios comerciantes de imágenes se especializan en fabricar los momentos cumbre que se rematan a balazos, a trompadas o a los gritos. Algunos se hacen llamar “guionistas”.

Algún día contaremos con dispositivos crítico-regulatorios, de índole diverso, capaces de poner freno a los abusos semióticos y estéticos de las “industrias culturales”. Algún día no estaremos tan desamparados ante el aparato mediático de la clase dominante que hace de las suyas con nuestras cabezas mientras creemos que sus “productos” son inocentes espacios para nuestro entretenimiento sano y salvaguardado. Algún día, de uno y muchos modos, tendremos a mano, método crítico de base instrumentado como auxiliar en el trabajo de enfrentarnos al discurso hegemónico disfrazado de diversión. Alguna vez no nos tocará consumir a-críticamente todo el pasojo que se exhibe impunemente en los cines, en la “tele”… en nuestras narices. Es una batalla de las ideas que deberemos librar con las herramientas de la ciencia emancipadora.

No es un problema moral, o no lo es en el sentido de la moral puritana ni de la moral cristiana. Es un problema ético, semiótico y filosófico de nuestro tiempo que debe se tratado en clave de lucha descolonizadora si mantenemos en mente quiénes son los dueños de la producción, la distribución y la exhibición de los productos audiovisuales que cooptan nuestros mercados y nuestros imaginarios. El capitalismo mismo. No es un problema de “gustos” o al menos no lo es en el sentido nihilista del “gusto”, sometido a las abstracciones a-históricas más ridículas. Y es que está en disputa un territorio y un conjunto de valores decisivos a la hora de identificar qué intereses, y con qué poderes, invierten tanto dinero y tanto tiempo en acostumbrarnos a los gritos, los balazos y las trompadas y quién, en esas soluciones explosivas, es el triunfador semiótico siempre. Porque resulta que en la balanza histórica son los pueblos -en sus bases- los que soportan gritos, trompadas y balazos provenientes de la clase dominante. ¿Es una casualidad?

Así que en la economía política de los signos del poder hegemónico, manejada por las Industrias Culturales, las trompadas, los balazos y los gritos son baluartes de un sentido de clase que a tanto repetirlo nos condena a asimilarlo como fatalidad que, además de pagarlas, ahora debemos disfrutar y aplaudir. Y no podemos “cambiar de canal” porque todas las vías están saturadas con más de lo mismo. No podemos huir porque es parte de la moral de la clase dominante y nos la impone como catecismo disciplinador de conciencias. Para eso tienen ellos sus púlpitos mediáticos, bien retacados con publicidad, que sólo interrumpen para hacernos entrar en el desfiladero de su violencia farandulizada. Nadie es inocente en este circo. Todos ponen y todos cobran por asestar el golpe, el grito o el balazo más certero a la hora de cristalizar su ética y su estética en la proverbial y amañada dinámica burguesa de la violencia rentable. Te lo harán entender a trompadas, gritos y balazos… si te descuidas.

 

 

Dr. Fernando Buen Abad Domínguez

Universidad de la Filosofía

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