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Educación: cuatro temas críticos

Por: Gilberto Guevara Niebla

Las diferencias de opinión no deben ser obstáculo para unirnos en apoyo al nuevo proyecto educativo nacional. Lo importante es que los nuevos esfuerzos en esta materia se nutran de la experiencia anterior, que no se repitan los errores del pasado y, que se apunte hacia metas de desarrollo más ambiciosas. En las líneas que siguen destaco algunos temas críticos de la educación mexicana actual.

1.Financiamiento. El gasto público en educación debe aumentar si se quiere hacer frente a los desafíos presentes. En la actualidad es de 5.3 % del PIB. Se gasta más por alumno en educación superior que en cualquier otro nivel. Se necesita que haya mayor eficiencia y transparencia en el uso de los recursos, así como claridad en la distribución del gasto corriente. Se necesita asimismo reforzar financieramente a las escuelas más desfavorecidas. Más del 90 % del gasto se consume en la nómina y queda poco dinero para inversión y operación en las escuelas. Las consecuencias negativas de este estado de cosas son múltiples, pero la más obvia es que las escuelas pobres, con carencias financieras crónicas, se ven obligadas a buscar recursos por su cuenta, a veces, pidiendo cuotas voluntarias a los padres de familia.

2.Gobierno del sistema. El gobierno educativo es un gran problema por el tamaño y la complejidad del sistema, es tan grande (25 millones de alumnos) y múltiple (32 entidades) que la comunicación interna representa un problema de grandes dimensiones. Por otro lado, en cada entidad federativa las escuelas son tuteladas por una estructura burocrática que ejerce su autoridad verticalmente. El centro del poder educativo no está en la escuela sino en esas estructuras burocráticas. Las escuelas carecen de poder sustantivo, de ahí la pertinencia de desarrollar nuevos esfuerzos para que la escuela tenga mayores facultades de forma que el sistema se desburocratice paulatinamente. Por otro lado, aunque se han transferido mayores facultades y recursos a los estados, en ellos se advierte una falta de equilibrio y contrapesos: no hay quien evalúe y dé seguimiento a lo que hace el poder en materia de educación y, como consecuencia, hay una notoria falta de control en la acción educativa de los estados.

3.Calidad con equidad. La búsqueda de la calidad es el principal norte de cualquier política educativa, pero la calidad, en tanto meta nacional, jamás se habrá de lograr si no se ataca, simultáneamente, la desigualdad. Si el esfuerzo político se concentra en mejorar las escuelas que tienen buen desempeño y con ello se desatiende a las que tienen mal desempeño, lo que habrá de lograrse es una mayor y más grave inequidad. Por lo mismo, la política educativa debe dirigirse a crear un piso común de calidad para todas las escuelas. No se trata de abandonar a las que mejor trabajan sino de apoyar a las menos eficaces, subirlas para que tengan un mejor desempeño. La lucha contra la desigualdad debe ser el centro de la política educativa en un país en donde el rasgo más característico de su sistema educativo es, precisamente, la desigualdad.

4.Mejorar la base del sistema educativo. Una manera de enfrentar eficazmente la meta de calidad con equidad es lanzar acciones vigorosas para reforzar la educación en la primera infancia (0-3 años) y la educación preescolar (3-6 años). El gran obstáculo para la calidad y la equidad son las deficiencias que presentan muchos niños cuando inician la escuela, deficiencias que son físicas, intelectuales, o emocionales y que generalmente se asocian al contexto social-familiar de donde proceden. Una efectiva educación inicial (crianza de los niños) y un buen preescolar pueden contribuir a cambiar radicalmente este estado de cosas y propulsar hacia arriba al sistema entero.

Fuente: http://www.educacionfutura.org/educacion-cuatro-temas-criticos/

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¿Qué significa derogar la reforma educativa?

Autor: Gilberto Guevaria Niebla

La expresión derogar la reforma educativa se utiliza, en mi opinión, con mucha ligereza. Lo que no queda claro es ¿qué se entiende por reforma educativa? ¿Se refiere con ello a todas las transformaciones habidas en educación desde 2013 a la fecha?

Éstas transformaciones son muchas. He aquí una lista incompleta: la incorporación de la educación de calidad como derecho, la creación del servicio profesional docente, la refundación del INEE como organismo autónomo, las políticas para mejorar la infraestructura escolar, la política de Escuela al Centro, la creación del Servicio de Asistencia Técnica a la Escuela, las políticas de formación continua de docentes, la estrategia de equidad e inclusión, la creación del Sistema de Información, el Nuevo Modelo Educativo, la reforma de las escuelas normales, la creación del Fondo de Aportaciones para la Nómina Educativa, etc.

La reforma educativa ha incluido acciones en todos esos campos y, desde este punto de vista, es imposible concebir que se pretenda derogarla. Eso es literalmente imposible, la reforma educativa desde esta perspectiva tiene seis años funcionando y ha cristalizado en las representaciones y prácticas de los docentes y demás actores educativos.

En realidad, cuando en el lenguaje político se habla de “derogar la reforma educativa” y, se agrega, “porque no es educativa, sino laboral” lo que se pretende es atraer la simpatía de muchos docentes que no están satisfechos con el Servicio Profesional Docente. ¿Qué es el SPD? Un sistema que regula la profesión docente y que establece que, para el ingreso al servicio, para la promoción, para el reconocimiento y para la permanencia hay que someterse a una evaluación.

Este sistema fue creado para combatir el desorden y la corrupción que privaba en la educación pública y para asegurar que las posiciones dentro del servicios se otorgaran, no arbitrariamente, sino en función del mérito de cada uno. Un sistema que trajo justicia en este campo, pero que, no obstante, no es aceptado por una parte importante del magisterio.

¿Derogar la reforma educativa significa echar abajo el SPD? Es posible, pero en ese caso —sobre todo si se quiere impedir la corrupción— se necesitaría crear un servicio profesional docente alternativo. En caso de no hacerse esto, se estaría abriendo la puerta, de nuevo, a las prácticas corruptas de burócratas y líderes sindicales. Sería, simple y llanamente, un retroceso.

Hay evidencias múltiples que demuestran que los profesores, en su mayoría, aceptan la evaluación, pero no aceptan “esta evaluación”. ¿Qué es “esta evaluación”? Parece obvio que se refieren a la “evaluación punitiva”, es decir, la evaluación que puede tener consecuencias laborales, es decir, la evaluación de desempeño que te obliga a someterte a tres exámenes y, si no los pasas, te expone a la separación del servicio.

La puesta en práctica de la evaluación de desempeño con impacto sobre la permanencia tiene una historia plagada de circunstancias excepcionales que determinaron, en gran parte, su impopularidad. Tuvieron un efecto crucial los problemas que para su implementación se presentaron en 2015, en momentos donde privaba una agitación sin precedente en el magisterio y la campaña contra la evaluación alcanzaba su apogeo.

Los errores que se cometieron ese año en la aplicación de la evaluación tuvieron consecuencias irreversibles en el estado de ánimo de los docentes. Esos errores se buscaron corregir en 2016, pero el daño ya estaba hecho. Lo que resulta incomprensible, sin embargo, es que se pretenda echar por la borda un esfuerzo de política pública concebido para apoyar a los docentes, para asegurar que en su trabajo priven reglas únicas, transparentes e imparciales que garantizan que no se incurra en injusticias o prácticas inmorales en el manejo de la profesión docente.

Fuente: http://www.educacionfutura.org/que-significa-derogar-la-reforma-educativa/

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La contrarreforma educativa

Por: Gilberto Guevara Niebla

A muchos nos preocupa el trato que recibe el tema de la educación en medio del tumulto electoral. Alarma la idea, manifestada por Andrés Manuel López Obrador, de reunir en estos días en Guelatao, Oaxaca, a un grupo de maestros para aprobar un “plan de educación” que substituya a la infamada reforma educativa y que “corresponda a los verdaderos intereses de los maestros”.

Por lo visto, el candidato de Morena quiere apresurar los tiempos, no va a esperar ser investido presidente y en plena campaña, al calor de la agitación electoral, pretende producir un proyecto educativo alternativo.  Nos preocupa que el destino de la educación nacional, que es un valor supremo de la república, sea decidido por una reunión de individuos, probablemente, los líderes de la sección 22 de Oaxaca, que hasta hoy se han caracterizado por su sectarismo, sus expresiones de odio y violencia, y en ningún caso por sus ideas pedagógicas.

La preocupación crece cuando se constata que López Obrador sigue encabezando las preferencias electorales y que, debido a los desaguisados recurrentes de sus opositores, muy probablemente será el electo presidente. Lo que no se observa, sin embargo, es que la estatura de estadista del candidato esté creciendo y que asuntos tan cruciales como el educativo los pretenda dejar en manos de un grupo que no representa al magisterio y menos a la sociedad en general.

La otra facción magisterial aliada a López Obrador, la que encabeza Elba Esther Gordillo, es igualmente impresentable y a éstos los mueve más un ánimo de revancha política que un interés auténtico, sincero, por apoyar la educación nacional. Se ignora qué protagonismo tendrán en la definición de la nueva reforma o, si se quiere, contrarreforma educativa, pero es obvio que no querrán permanecer al margen.

La estrategia de AMLO es transparente: él quiere atraer votos para su causa por cualquier medio, sin reparar en valores morales —aunque presume de ser el líder de un renacimiento moral del país—. ¿Cuál es la moralidad –nos preguntamos– de la CNTE-Oaxaca? ¿Qué respeto guardan por el derecho a la educación de los niños de su estado? La sección 22 es una agrupación oscurantista que razona poco y, en cambio, utiliza mucho la violencia, la usa como método sistemático de lucha. Persigue a quienes discrepan de ella y los maestros que se atreven a participar en las evaluaciones son objeto de acoso y persecución: los persiguen, los rapan, los estigmatizan y los agreden físicamente.

¿Y que representa en términos de moral, su otra fuerza aliada, la profesora Elba Esther Gordillo? No, esta forma de política no se guía por criterios morales, es una política pragmática que busca ganar el voto de los profesores explotando el malestar que priva entre ellos por el procedimiento más rápido y eficaz: ¿qué mejor forma de hacerlo que echando abajo, al menos simbólicamente, la reforma educativa por anticipado?

Pero, en medio de todo esto, hay datos confusos: se nos informa que el congreso nacional de la CNTE acordó explícitamente no apoyar a ninguno de los candidatos a la Presidencia “porque todos ellos —incluso López Obrador—, son candidatos de la oligarquía (sic)” (Milenio 18-03-18). Los congresistas van a seguir, por su lado, la lucha para derogar la reforma educativa llevando a cabo “una protesta nunca vista” y que incluye una serie de paros nacionales en las escuelas. ¿Obligan estos acuerdos a que la sección 22 rompa su alianza con AMLO? No lo sabemos.

La educación es interés de toda la nación, de todos los ciudadanos, y es una aberración que sean grupos facciosos quienes decidan su futuro: es un interés compartido de maestros, padres de familia, trabajadores, empresarios, organizaciones de la sociedad civil, fundaciones, colegios profesionales, profesores universitarios, comunicadores, intelectuales, artistas, etc., etc. Creo que, por lo mismo, vale la pena luchar por impedir que en esta materia priven criterios estrechos que, a la postre, acarrearán daños irreparables para México.

Fuente: http://www.educacionfutura.org/la-contrarreforma-educativa/

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Para 2018, un pacto educativo

Por: Gilberto Guevara Niebla. 

En esta primera fase del debate político-electoral hacia 2018 es perceptible la pobreza de ideas y la superficialidad con que se abordan los problemas nacionales. Cuando se abordan. En educación no hay nada nuevo: se recurre a lugares comunes que a veces incluyen algunas propuestas absurdas, desconectadas de la realidad.

La educación es quizá el principal problema de México. Si asumimos que estamos viviendo una grave degradación en nuestra convivencia y que sus síntomas inocultables son la violencia, la ilegalidad, la impunidad, la corrupción y la irritación social, etc. no cabe duda que la educación es el principal factor para combatir, de fondo, estos males cuya presencia desmoraliza a todos.

Si, por otro lado, admitimos que son la pobreza y la desigualdad el sustrato estructural de los males que antes mencioné, no hay duda que la educación es la adecuada respuesta que se debe dar. Si elevar la productividad será el disparador de nuestra economía, ¿quién lo duda?, la clave la tiene la educación.
Pero, por otra parte, la educación es una maquinaria gigantesca, burocrática, ineficiente, que rinde resultados muy pobres. En su estado actual, no tiene capacidad para cumplir sus grandes tareas —hecho dramático que debería alarmarnos a todos.

Pues todos sabemos que, de alguna manera, nuestro destino colectivo está atado a la educación. Lo que la educación reclama es una acción de Estado decisiva, de largo plazo y de gran calado que convoque a todos los mexicanos a realizar un esfuerzo extraordinario para apoyarla.

Una acción de ese tipo no será nunca producto de la voluntad aislada de un partido político o un grupo de partidos. No, lo que se requiere es que todos los partidos políticos, sin excepción, se pongan de acuerdo para diseñar y echar a andar una estrategia ambiciosa en materia educativa.

Esa estrategia debe partir de movilizar a la sociedad en apoyo de la educación. Sería una cruzada. Empresarios, trabajadores, intelectuales, académicos, profesionales, comunicadores, organismos de la sociedad civil, asociaciones de padres de familia, sindicatos de profesores, deben ser convocados a actuar en favor de la educación.

Que todo mundo hable, se informe y discuta sobre educación; esto sería darle a la educación el lugar que le corresponde. Enseguida, sería necesaria una reforma fiscal significativa que permita al Estado dedicar un porcentaje mayor de dinero al rubro educativo pues, es bien sabido, falta mucho dinero en educación.

No se pueden negar los esfuerzos realizados en los últimos años en infraestructura escolar, pero las evaluaciones del INEE revelan que en esta área es mucho lo que todavía se necesita hacer (ECEA 2016 Y EVOE, 2017). Pero lo más importante es elevar la condición salarial de los maestros: no puede haber buena educación mientras los docentes vivan con carencias y angustias de orden material.
Se necesitará enseguida enfrentar la tarea de reconstruir la esfera de gestión del sistema educativo, dentro de la perspectiva de edificar un auténtico sistema federal, de tal forma que haya progresivamente menos centralismo y entidades federativas con mayor capacidad de decisión en educación.

Todo esto obliga a una reingeniería que tome en cuenta experiencias anteriores y que no pierda de vista la condición desigual y diversa de los sistemas educativos locales. El gobierno federal debe crear un mecanismo institucional poderoso para apoyar activamente el desarrollo de la educación en los estados más débiles. He aquí los primeros elementos para un programa de acción posible y deseable, si se piensa seriamente en el tema educativo.

Fuente del artículo: http://www.educacionfutura.org/para-2018-un-pacto-educativo/

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La escuela: Célula del sistema

Por: Gilberto Guevara Niebla

Los graves problemas de la educación nacional surgen de la escuela. La escuela es la célula del sistema educativo y hacia ella hay que volver la vista para diagnosticar al sistema en su conjunto. Hasta hace poco la escuela estaba descuidada y, por fortuna, hoy se le reconoce su importancia y se manifiesta una voluntad política por darle la centralidad que merece.

Debemos fortalecer a las escuelas, en lo material y en lo pedagógico. Es excelente que se dediquen 50 mil millones de pesos a atacar los problemas de infraestructura de los recintos escolares, pero es igualmente importante que se activen los consejos técnicos escolares y el servicio de asistencia técnica a la escuela.

Lo que es discutible, sin embargo, es que las acciones de apoyo a las escuelas pretendan ser coordinadas sólo desde el centro y que no existan mecanismos eficaces de coordinación en las entidades federativas. Detrás de esta realidad se encuentra el hecho, lamentable, de que las estructuras de gestión escolar de las entidades son débiles y tienen deficiencias técnicas notables.
Pero lo material y lo técnico son sólo una parte de la ecuación; las escuelas deben ser, además, recintos académicos, dotados de una rica cultura pedagógica. ¿Cómo construir esa cultura? En primer lugar, por el esfuerzo de auto-desarrollo que debe realizar el colectivo docente; es indispensable que en la escuela prevalezca un saludable espíritu de trabajo que anime a unos y a otros a dialogar, a compartir experiencias, a compartir resultados de investigación, a identificar las experiencias de enseñanza exitosas.

Pero una clave decisiva es que exista una oferta rica de conocimientos científicos sobre la enseñanza. No me refiero a estudios académicos de validez general, sino a conocimientos referidos a la práctica de la enseñanza tal y como se da en México. ¿Cómo crear esa oferta de conocimientos? Obvio: promoviendo la investigación, tanto a nivel federal como a nivel estatal. Dado que la educación obligatoria es una prioridad nacional indiscutible, CONACyT debería crear una rama especial para promover la investigación educativa —no en general, cosa que ya hace— sino investigación dirigida a proveer de conocimientos empíricos sobre la enseñanza en educación obligatoria.

El tercer elemento que puede enriquecer la cultura pedagógica de las escuelas son las aportaciones de maestros talentosos que han logrado desarrollar prácticas educativas innovadoras y exitosas, prácticas que deberían ser reconocidas y premiadas por las autoridades federales y estatales. Un cuarto elemento debe ser la existencia —al alcance de los maestros— de una oferta significativa de recursos pedagógico de auxilio docente: materiales escritos o digitales, libros, revistas, videos, etc.

La escuela debe ser un ámbito amable, con condiciones materiales de trabajo aceptables y donde reine un ambiente de entusiasmo, cooperación y diálogo que estimule el optimismo. De crucial importancia es que alumnos y maestros estén satisfechos y contentos, sobre todo los maestros cuyo proyecto de vida está vinculado orgánicamente a ese ambiente.

¿Cómo crear ese ambiente? Un factor de enorme importancia es que maestros y directores (y subdirectores) reciban salarios justos y estimulantes, de modo que nuestros docentes no vivan angustiados por problemas materiales. En la base de cualquier proyecto de renovación educativa debe estar la dignificación del salario docente, pero ese aumento de salarios debe estar siempre sustentado en el compromiso recíproco del docente a sujetarse a una ética de trabajo, superación y compromiso con la nación.

Fuente: http://www.educacionfutura.org/la-escuela-celula-del-sistema/

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Educación, la cadena de las carencias

México / 10 de diciembre de 2017  / Autor: Gilberto Guevara Niebla / Fuente: La Crónica de Hoy

Las deficiencias de la educación son acumulativas y se trasmiten de la familia a la escuela y, segundo, dentro de la escuela, del grado inferior al superior. Hace tiempo, un ilustre maestro se lamentaba diciendo: “la escuela primaria tiene que llenar los vacíos formativos que deja en el alumno el preescolar, la secundaria gasta gran parte de sus energías en reparar las fallas de la primaria y la preparatoria hace lo propio con las deficiencias que trae el alumno de secundaria. Hoy, concluía, la universidad parece una gran preparatoria.

Exageraba, pero no mucho. La crisis de la educación tiene que ver con la ausencia de soluciones específicas para cada esfera educativa. Comenzando con la familia. En general “existen excepciones– los padres de familia son malos, o mediocres, educadores. Examinemos, por ejemplo, los patrones de crianza de las familias mexicanas donde prevalece la sobreprotección de los pequeños, la falta de reglas, el lenguaje deformado (“infantilizado”), la arbitrariedad del reparto de premios y castigos, etc.

El preescolar ha de enseñar al niño la autonomía y la disciplina que la familia no logró darle y que son cualidades indispensables para el desarrollo del niño. Pero no siempre el preescolar cumple su cometido y en la escuela primaria los maestros tienen que enseñar al alumno, a contracorriente, los hábitos indispensables para la convivencia escolar. Las tres metas cognitivas de la primaria “leer, escribir y dominar las operaciones aritméticas” rara vez se logran.

El dominio de la escritura es un lastre que se carga, a veces, hasta la conclusión de los estudios universitarios. En la secundaria debes aprender a resolver problemas sencillos de álgebra, de estadística y de geometría analítica, además de asimilar las habilidades para el estudio y el aprendizaje autónomo, pero pocas veces se logran esas metas.

Se llega a la preparatoria con dificultades para trabajar de forma independiente, con problemas para leer con fluidez y con mala escritura. Y la historia, para desesperación de los docentes, recomienza, pero las condiciones son cada vez más adversas. La carga de materias en la media superior es excesiva y en este nivel los maestros “en su mayoría universitarios” ya no se preocupan por atender de forma personalizada las carencias de los alumnos. Cada estudiante se hace cargo de sus propias lagunas y, si no puede hacerlo, pagará las consecuencias.

No en balde la preparatoria es el nivel con más alto grado de deserción. A universidad “donde he sido maestro por cuarenta años” los alumnos muestran más autonomía, pero sus conocimientos y habilidades en general son deficientes. Por regla general, les falla la escritura y muchos de ellos no son hábiles lectores. Los alumnos universitarios explotan mucho los recursos de la tecnología digital y les fascina hacer “trabajos de investigación” que suelen ser fusiles más o menos obvios de Wikipedia.

Muchos planes de estudio universitarios pecan de deficientes y no ofrecen, como fundamento, la preparación rigurosa y exigente del estudiante en las disciplinas básicas de la carrera (como se hace, por ejemplo, en medicina e ingeniería) sino que ofertan de entrada un abanico incoherente de asignaturas, incluyendo muchas optativas. El resultado, en los aspectos formativos del estudiante, es deplorable.

Esta cadena de carencias formativas nunca se va a resolver si no se actúa, con energía, en cada uno de los eslabones empezando con la familia. Esta esfera tiene crucial importancia, pero no ha merecido la atención que merece, en gran parte por razones políticas que no deberían influir en las políticas públicas. Los niveles escolares críticos son preescolar y primaria: su reforzamiento daría al sistema educativo nacional un fundamento que no tiene.

Fuente del Artículo:

http://www.cronica.com.mx/notas/2017/1055422.html

Fuente de la Imagen:

Triquis: carencia en educación y salud

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Los maestros al centro

Gilberto Guevara Niebla

En un diálogo que sostuve recientemente con maestros supervisores, les hacía ver que México debería imitar a países como Finlandia donde el grupo magisterial es objeto de distinción y privilegios. Nuestros maestros, también deberían ser objeto de un trato similar, la sociedad entera debería inclinarse ante ellos, pagarles mejores salarios y darles todos los medios para su superación profesional.

Pero ¿por qué no ha ocurrido eso? No se debe a que los maestros no se esfuercen en su trabajo; al contrario, todos los días realizan verdaderos milagros educando a nuestros hijos en condiciones adversas y, muchas veces, imposibles. Ese esfuerzo les ha ganado el respeto y la gratitud de sus comunidades.

Hay otros factores que mantienen al magisterio en una condición de opacidad. En primer lugar, observemos la educación como actividad nunca adquirió el valor social que tiene en Finlandia. Es verdad que en nuestro país la educación nunca ha dejado se ser (de 1921 a la fecha) una empresa enorme, en la que la nación invierte una gran cantidad de dinero, pero nunca ha adquirido la fuerza social y cultural que tiene en los países avanzados, entre otras cosas porque creció dentro de un molde burocrático que la convirtió en una actividad gris y mediocre.

Nuestra educación ha evolucionado en una condición de subordinación frente al Estado. Ha crecido bajo el cobijo de burócratas. Separada de los centros donde se produce el conocimiento, organizada en torno a una herencia pedagógica pobre, ubicada en un entorno cultural raquítico, dirigida por autoridades que han sido ajenas a la educación, atada a un sindicato corporativo y burocrático –más interesado en la política que en la educación–, la educación mexicana sigue postrada con un estatuto de segunda clase.

El segundo factor es la condición del magisterio. El prestigio social que los maestros adquirieron en la escuela rural de los años posrevolucionarios, se perdió gradualmente con la urbanización del país y con la expansión del sistema educativo en la segunda mitad del siglo XX (1950: 3 millones de alumnos; 2000: 30 millones de alumnos). La masificación desdibujó la personalidad del docente y lo colocó en una realidad donde rige el anonimato; el maestro se metamorfoseó en un número dentro de los registros del ISSTE.

Un factor determinante en la actual posición social del magisterio fue el estancamiento de las escuelas normales durante los años de la expansión. Estos centros de estudio nunca recibieron la atención académica que necesitaban y cayeron en la postración por la influencia política de burócratas y líderes sindicales. Aisladas académicamente, con pocos recursos, las normales fueron víctimas de la endogamia, de las prácticas de autoconsumo, de la ideologización y de la repetición estéril de lecturas anacrónicas.

Es triste decirlo, pero el magisterio mexicano no brilla con luz propia. Su imagen social se ha construido con los pálidos reflejos que proyecta su representación oficial, el sindicato, una organización ajena a la modernidad y a la democracia, una entidad obsoleta, una pieza orgánicamente articulada al partido oficial de mediados del siglo XX. No podía ser de otra manera. El sindicato no es una entidad de naturaleza académica o profesional y sus líderes son seleccionados no por atributos intelectuales sino por sus habilidades políticas.

Para que el magisterio mexicano conquiste el lugar social que se merece, necesita romper con los antiguos moldes de la cultura revolucionaria y renunciar a las estructuras que impiden su crecimiento.

Fuente: http://www.cronica.com.mx/notas/2017/1052442.html

Imagen tomada del archivo OVE

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