A 90 días de rebelión social popular y ciudadana, ¿Hacia dónde va el proceso político actual?

Por: Juan Carlos Gómez. 

A tres meses de la rebelión social es un hecho concreto que el gobierno de Sebastián Piñera ha logrado no superarla, pero si instalar e imponer –con diversas dificultades- una salida política institucional a la crisis abierta, el 18-O de 2019. Para, ello ha contado con la activa, eficiente y estratégica participación de la oposición política parlamentaria. Especialmente, de aquella que se manifiesta en la Cámara de Senadores. Aunque, en la Cámara de Diputados, la oposición política, menos compacta que en el Senado, también, le ha brindado los apoyos legislativos necesarios para avanzar en las iniciativas gubernamentales, especialmente, de aquellas destinadas a frenar, obstruir o criminalizar la protesta y la movilización social. Y, sobre todo, para viabilizar la salida político institucional. A pesar de los costos políticos que ella ha tenido para la derecha, por ejemplo, el quiebre interno y conflicto entre los partidos del Chile Vamos, el cual tiene como trasfondo, el ofrecimiento de parte Renovación Nacional, Evopoli y del propio presidente Piñera de ofrendar de manera sacrificial, el bien más preciado de la derecha, especialmente, para la UDI, la Constitución Política de 1980.

La suspensión de su participación, de la UDI, en el Chile Vamos, tuvo como consecuencia en que el principal referente de RN, Andrés Allamand, se retractara de su intención inicial de apoyar el cambio constitucional de la CP80, y en compañía de senadores y diputados de RN, comunico al país que rechazaría, en el plebiscito del 27 de abril, dicha posibilidad. Más tarde la UDI, adopto la misma decisión. En otras palabras, la derecha política, defenderá la continuidad de la CP80. Aunque Evopoli, aún no ha tomado como colectividad una decisión sobre de apoyar o rechazar el cambio constitucional. No obstante, que su presidente Hernán Larraín Matte, planteo que su postura individual es por el Apruebo.

Más allá de estas escaramuzas internas en la coalición de gobierno, la estrategia elaborada para controlar o salir de la crisis política, con todo, ha sido exitosa. El apoyo opositor, ha resultado crucial, para ello. Pues, le ha dado “aire” y “vida” a un gobierno y, sobre todo, a un Presidente, que de acuerdo a la encuesta CEP N° 84, cuenta con un muy bajo nivel de apoyo ciudadano, tan solo, el 6%.

Independientemente, de ese guarismo, la cooperación política entre gobierno y oposición parlamentaria, especialmente, desde el día 15 de noviembre de 2019, ha resultado fundamental y crucial para proteger y defender el sistema en crisis. Entre ambos sectores han construido el muro de defensa que busca evitar el colapso del gobierno como del régimen político y, en última instancia, de la dominación neoliberal. Cabe señalar que el neoliberalismo está amenazado; pero, de ninguna manera, derrumbado. La estrategia del cambio constitucional tiene como objetivo, justamente, evitar la “muerte” del neoliberalismo.

Como ya se ha dicho reiteradamente, la rebelión social popular y ciudadana puso en “jaque” no solo al gobierno de Piñera sino también, a toda la clase política parlamentaria. El rechazo a los partidos políticos y al parlamento, por parte de la ciudadanía es total. Tan solo un 2% y 3% de la ciudadanía tiene confianza en dichas instituciones. Por tanto, la rebelión social estremeció a todo el edificio político institucional.

Ahora bien, la única forma para evitar tanto el colapso del sistema político: estuvo en procurar evitar la división política de las elites en el poder y del poder. Había que impulsar una activa colaboración política de apoyo mutuo. Es lo que impulso el gobierno con el llamado al acuerdo nacional por la paz y contra la violencia. Este no fue dirigido a la ciudadanía sino, justamente, a la elites políticas parlamentarias y partidarias. Especialmente, de los sectores más acordes con el sistema político, principalmente, con los partidos que conformaron la exConcertación y la exNueva Mayoría. Estos, más algunos partidos del Frente Amplio, concurrieron a dicho acuerdo. La firma del Acuerdo Por la Paz Social y la Nueva Constitución, del 15 de noviembre de 2019, puso las primeras piedras y pilares del muro de defensa.

La construcción de este muro de defensa, evito, en primer lugar, la caída del gobierno y del Presidente, al estilo Fernando de la Rúa, 2001, en Argentina. En segundo lugar, dado que el sistema de gobierno predominante en Chile, el presidencialismo reforzado, es, políticamente imposible exigir o demandar la convocatoria de nuevas elecciones presidenciales y parlamentarias, por lo consiguiente, el gobierno y el parlamento continuaran en ejercicio hasta el año 2022. Tercero, logro introducir una poderosa cuña política al interior del proceso de rebelión ciudadana, al instalar el proceso constituyente. Elaborando y acordando, entre el ejecutivo y el legislativo, una cronología para esos efectos.

Esta cuña, independientemente, del curso que tome la Rebelión Social, en los meses venideros, va dividir a la ciudadanía descontenta, entre aquellos, que tomaran el camino constitucional con la esperanza que se va cambiar la CP80, a la cual se le atribuyen las principales responsabilidades de los problemas que tiene la sociedad neoliberal actual. Y, aquellos, que continuaran la lucha social directa en contra del capitalismo neoliberal. Es más, al interior de los sectores ciudadanos que tomaran la vía constitucional también se va producir una división, que ya es observable, entre los sectores democráticos liberales que aceptan la “hoja de ruta” señalada por el poder constituido y, los sectores democráticos autónomos, que buscan realizar un proceso constituyente popular de manera independiente y autónoma del poder constituido. Este es un fuerte dilema político para los sectores ciudadanos que buscan modificar lo existente.

Sin embargo, esta estrategia política del poder constituido, no fue exitosa del todo, pues, fracaso en detener y contener la Rebelión Social popular y ciudadana. El episodio más significativo de esta fue protagonizado, por las y los estudiantes secundarios: el boicot a la Prueba de Selección Universitaria, PSU, organizada, impulsada y realizada por la ACES.

Este boicot puso en alerta y en aviso a la clase política parlamentaria, al gobierno como también a la ciudadanía que la Rebelión Social esta “viva” y en acción. Así, lo demuestran, por otro lado, las diversas acciones colectivas territoriales que se realizan en distintas poblaciones de la Región Metropolitana como de otras ciudades, y los cientos de ciudadanos que se reúnen todos los días viernes en la Plaza Dignidad. Y, todos los datos e informes que señalan que se prepara para una nueva ofensiva política para el mes de marzo.

II.

Como he señalado, la opción implementada en Chile, para evitar la caída de régimen político, ha sido la reconfiguración el bloque dirigente. Pero, a diferencia de otros casos, con un adicional, el ofrecimiento de parte del poder constituido a los sectores sociales y políticos movilizados, la promesa política de cambiar la Constitución Política vigente. Es decir, ofrecer un cambio político-institucional a cambio de paz política. Este cambio tiene como objetivo, no necesariamente, dar solución a los problemas que dieron origen a la Rebelión Social, sino reconstruir el régimen político con el fin de conservar -los sectores dominantes- intacto la estructura de poder social de la sociedad chilena, en otras, palabras el capitalismo neoliberal. Aunque deban cambiar la institucionalidad política.

El cambio constitucional ha sido el “caramelo” o la “zanahoria” que el poder político ha entregado a la ciudadanía para evitar, supuestamente, la radicalidad de la rebelión social. Y, justamente, ese “caramelo” que ha endulzado la actividad política de ciertos sectores de la oposición política como de la ciudadanía, quienes, van aceptando, integrando y, por ende, legitimando el proceso constituyente activado y dirigido por el poder constituido. Mientras que otros sectores sociales y políticos ciudadanos se mantienen en lucha y buscan alterar el calendario y la legitimidad de ese proceso constituyente.

De manera que finalizada la primera quincena del mes de enero del 2020 y a 90 días de rebelión social tenemos el siguiente escenario político.

A.- Se ha establecido una alianza política, en los hechos concretos, entre el gobierno de S. Piñera y el parlamento, especialmente, con los partidos opositores, en defensa no del gobierno sino del sistema político en riesgo por la contundencia de la Rebelión Social.

B.- Establecimiento de un proceso constituyente destinado a modificar la CP80, a fin de reconstruir el régimen político, reconfigurar el bloque dirigente, evitar la división de las elites de poder y en el poder, modificar aspectos menores del proceso de acumulación neoliberal, etc.

La apuesta del bloque dominante es producir los menores cambios posibles en la estructura económica del país, integrando algunos “derechos sociales”, sin que estos modifiquen lo sustantivo del patrón de acumulación. Sin cambiar ni modificar la forma de Estado-nación. Impensado será, por ejemplo, el establecimiento de un Estado Plurinacional, ni tampoco instalar, en vez, de la democracia liberal-representativa la democracia social participativa u otra. El proceso de cambio constitucional diseñado entre los partidos de gobierno y la oposición, posee, límites y fronteras muy altas, que impedirán un cambio político histórico y profundo de las estructuras del poder social actualmente vigente.

Aunque los partidos de la alianza Chile Vamos, han presentado ciertas fisuras como la señalada entorno a apoyar el cambio constitucional de la CP80, lo cierto, es que están preparados para enfrentar los dos escenarios posibles de concretarse: a) que gane la opción Apruebo y Convención Constitucional 100% compuesta por ciudadanos; y b) que gane la opción No Apruebo. Por cierto, de ganar esta última opción, sería un triunfo notable de la clase dominante y dirigente. La única posibilidad que se produzca es que los sectores más conservadores de la oposición, especialmente, de la Democracia Cristiana, de los sectores sociales ciudadanos, especialmente, los “no políticos” (sectores evangélicos, exmilitares y mayores de 50 años), apoyen el no apruebo. Aquí hay una apuesta, que no es posible soslayar ni considerar en los análisis. Tanto RN y la UDI, han convocado a sus bases a rechazar el cambio constitucional. Lo mismo ha realizado los grupos más de extrema derecha vinculados al Partido Republicano de J. A. Kast.

C.- La configuración de actores políticos y sociales que se preparan a participar activamente el proceso constituyente. Por un lado, la Democracia Cristiana, levanta su movimiento #YoApruebo, bajo la dirección de la mítica y simbólica figura de Carmen Frei, hija del expresidente Eduardo Frei Montalva, presentado como un tenaz opositor al CP80. Y, que supuestamente, fue asesinado por la dictadura cívico-militar por esa postura. Obviando, el hecho que más allá de la postura de Frei Montalva, fue el primer presidente de la democracia protegida, el DC, Patricio Aylwin (1990-1994) quién planteo en 1984, o sea, cuatro años más tarde de la aprobación de la CP80 y a dos años del “asesinato” de Frei Montalva, que había que dejar de discutir la “legitimidad” de esa constitución y aceptarla de hecho. Lo que permitió que dicha Constitución continuara su vida útil hasta el día de hoy. Esta opción busca representar, por cierto, a la ciudadanía moderada, pro-sistema, que rechaza la violencia social y política que se ha manifestado en la Rebelión social. La campaña apunta a las y los ciudadanos de la clase media y los sectores adultos.

Por otro lado, el 19 de enero se configuró un segundo conglomerado de partidos y organizaciones sociales el Comando Chile Digno. Cuyo fin último será participar activamente en el proceso constituyente convocando por el poder constituido, para votar Apruebo en el plebiscito del 26 de abril. Este conglomerado conformado por varios partidos y agrupaciones políticas como el PRO (Progresistas), el Partido Comunista de Chile, Federal Regionalista, Partido Igualdad, Izquierda Libertaria, Wallmapuwen y otras organizaciones sociales. Su ciudadanía objetivo serán las bases militantes de estos partidos compuestas por sectores medios estudiantiles, pobladores, trabajadores, etcétera.

Cabe señalar que también se han ido conformando y organizando algunos nuevos partidos políticos, señalados como instrumentales, con la intención de participación a los independientes en el plebiscito de 26-A; tales como, el Partido por la Dignidad; el Movimiento por una Constituyente Ciudadana, entre otros.

Estos son sectores sociales y políticos vinculados a la oposición política institucional al gobierno de S. Piñera. Pero, no necesariamente, son sectores anti-sistema. Su posición es bastante ambigua, tanto frente a la institucionalidad como a la Rebelión social.

Estos conglomerados estarían convocando entre el 68 o 70% de las y los ciudadanos que desde octubre a la fecha no han participado en las manifestaciones ni tocando una cacerola, ni asistiendo a una marcha.

D.- Por otro lado, a lo largo y ancho de la sociedad popular se ha ido configurando cada día con mayor fuerza la idea de impulsar un proceso constituyente directo que concluya en la formación de una Asamblea Plurinacional Constituyente Autoconvocada. Tal vez, la más importante de estas organizaciones ciudadanas sea la Coordinadora de Asambleas Territoriales (CAT).

Consideramos que esta iniciativa introduce una inflexión política al interior de la demanda por una Asamblea Constituyente que la ciudadanía nacional ha venido planteando desde hace algunos años. Y, quiebra con la idea que la noción liberal o socialdemócrata que algunos sectores han venido hegemonizando. El surgimiento de la CAT que se reconoce como “hijas de la rebelión popular”, por lo tanto, eso marca el fin de esa hegemonía. E, inicia la lucha por conducir no la rebelión social, sino el movimiento social hacia una Asamblea Constituyente Autónoma, ACA.

Por cierto, que el objetivo central de este movimiento social será impugnar el proceso constituyente estatista. Aunque, la CAT, ha dispuesto que serán las y los ciudadanos los que van dirimir el qué hacer con “el proceso propuesto por el gobierno y el parlamento, esto es: el plebiscito de abril”.

El surgimiento de esta propuesta popular es claramente anti partidos políticos tradicionales y parlamentarios. Dice relación con la división en la ciudadanía descontenta con las formas políticas de la democracia protegida, el sistema económico neoliberal, etcétera. Y, probablemente, las diversas asambleas territoriales estén compuestas por ciudadanos que en los últimos años han rechazado, a través de su abstención electoral, las diversas ofertas y programas políticos que los partidos políticos del orden han presentado.

E.- Por último, en este cuadro estaría incompleto si no contempláramos en nuestro análisis el rol de los sectores rebeldes, especialmente, de aquellos sectores que se identifican con la 1° línea y el “ejercito” de ciudadanos rebeldes que actúan en la Plaza Dignidad desde el 18 O hasta la actualidad.

Estos sectores son los antisistema y anticapitalistas. No tienen ninguna lealtad ni fidelidad con el sistema social que durante décadas los margino y los condeno a una vida sin sentido. Hoy, el estallido social del 18-O les ha dado una razón de estar y de ser. Son vistos y reconocidos. Son considerados e inclusive protegidos, etcétera. El enfrentamiento con los “pacos”, con los organismos policiales del Estado, les mantiene “en lucha”. Lucha que no están dispuestos a deponer. Aunque no tengan claro el objetivo final de ella.

Difícilmente, este actor acepte participar en el plebiscito de abril, pero, tampoco, en el proceso constituyente popular autoconvocado, pues, este último también es conformar una institucionalidad política que a la larga termina por oprimirlos y disciplinarlos. Ellos son la libertad en acto y en potencia. Por esa razón, no los veo participando en un orden institucional, como será, el proceso constituyente popular. Pero, si serán centrales en, una posible, radicalización del proceso de Rebelión Social. De no producirse esa radicalidad, este sector, ira viendo menguada su fuerza. Y, en la medida que cualesquiera de los dos procesos constituyente, se vaya institucionalizando, los rebeldes dejaran de der actores políticos estratégicos como lo han sido hasta ahora. Por cierto, que no van desaparecer, sino, como tantas veces en el pasado, las y los rebeldes pasaran a ocupar la retaguardia. Volverán a caminar detrás, de los actores institucionalizados. En conclusión, este actor social y político, abrió la coyuntura critica actual, pero, no serán los que la cierren. Salvo, que las expectativas de la ciudadanía depositadas en la solución constitucional resulten un fraude, un engaño, o una artimaña del poder constituido para mantener las estructuras de dominación neoliberal.

A 90 días del “estallido social” los actores sociales y políticos han comenzado a ordenarse en torno a la solución constitucional de la crisis abierta por la rebelión social.

El problema central que hoy evidencia la coyuntura critica es que el gobierno de Sebastián Piñera, sigue gobernando, sigue tomando decisiones que influyen directamente en la vida cotidiana de la ciudadanía. Y, lo hace, con el apoyo de la oposición parlamentaria.

Más allá del cuadro situacional que hemos delineado en este texto, el problema central que tienen los actores sociales y políticos que miran con recelo la acción gubernamental es qué hacer con Piñera y su gobierno. Exigir su renuncia, significaría incrementar la movilización social, a través de la desobediencia civil, la paralización del proceso económico por medio de una huelga general y aumentar los niveles de la violencia social y política, entre otras acciones colectivas. El punto, es que solo los grupos rebeldes estarían dispuestos a asumir esas tareas. Pues, mayoritariamente, la ciudadanía optaría por no impulsar la radicalidad de la rebelión social.

Por esa razón, considero equivocado sostener que el gobierno de Piñera, dejó de gobernar o funcionar. La tarea principal que hoy se han trazado es sostener y defender el neoliberalismo. No están inmovilizados, ni derrotados, están atrincherados en los espacios del poder. Para vencerlos y derrotarlos, hay expulsarlos de esos espacios. Hasta ahora, solo la primera línea, estarían por impulsar y apoyar esa misión histórica y política. No hay que esperar a marzo y menos abril, para ello, hay que hacerlo, ya.

Fuente de artículo: https://www.rebelion.org/noticia.php?id=264833

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Acerca de los Paradigmas Educativos

Juan Carlos Gómez B.

Hacer un intento por indagar lo que significa la formación del profesor desde una perspectiva global, dentro del contexto social, resulta, a juicio general, una tarea de exégesis meticulosa en la cual habría que recoger, integrar y analizar diversos tópicos como lo son: lo pedagógico, lo histórico, lo académico, lo social, lo afectivo, lo cognitivo, etc., que originarían precisamente un modelo de profesor altamente competitivo en el ámbito escolar en la pedagogía actual (la llamada pedagogía por proyectos) pero, que a su vez resultaría  inmerso dentro de un paradigma educativo. Dado que las intenciones de este proyecto escrito no pretenden abarcar tanto, es menester delimitar la ya mencionada tarea y se hará desde dos perspectivas que son de  interés particular: por un lado realizar someramente una revisión sobre los paradigmas educativos trabajados por Ana Rodríguez e Irene Gutiérrez (1995) y por otro, encaminar un análisis sobre la orientación “investigación-acción” que por estos tiempos parece tener bastante resonancia.

Obligadamente habría que hacer una revisión de la línea que las autoras siguen como camino para la formación del profesor, es decir, hablar de enseñanza-aprendizaje, de modelo didáctico, de hombre como ente social, de educación y obviamente de pedagogía. Sin que una jerarquización amerite un orden establecido pero atendiendo a la relación mutua que subyace a estos procesos comenzaré exponiendo la línea desde la pedagogía.

Debe admitirse que es uno de los conceptos más trasegados, tanto es así, que la misma pedagogía hoy, ha traspasado los muros del ámbito escolar; se habla indistintamente de pedagogía política, de pedagogía moral, educativa, ética, social, etc., pero sea cual sea su perspectiva de análisis alude a una formación, hecho este que comienza en el individuo para luego proyectarse a la sociedad. La pedagogía en escala profesional estaría asociada a la conducta* del profesor frente al estudiante, aunque aveces se suele confundir lo pedagógico con lo didáctico. Lograda una distancia desde el mero camino del arte como fue concebida en tiempos tradicionales (paideia) hasta adquirir un estatuto científico, el trabajo de la pedagogía se centra en el conocimiento. “La pedagogía es la disciplina que conceptualiza, aplica y experimenta los conocimientos referentes a la enseñanza de los saberes específicos en las diferentes culturas. Se refiere tanto a los procesos de enseñanza propios de la exposición de las ciencias, como al ejercicio del conocimiento en la interioridad de una cultura”. (ZULUAGA Olga, 1988, p.10).

De cara a la educación Not dice que se trata de la “transformación (de un individuo) orientada hacia determinadas finalidades y obtenida mediante la explotación de situaciones apropiadas”. (NOT Louis, 1983, p. 9), para él la pedagogía es la metodología de la educación. Educación, pedagogía y didáctica entonces, estarán siempre en íntima relación y habría que decir que esta última se ha pensado como el discurso a través del cual el saber pedagógico ha estructurado la enseñanza para hacerla objeto central de sus elaboraciones*.

La enseñanza como exterioridad y el aprendizaje como interioridad respecto al mundo (contexto real) referencian los aspectos más importantes que encaminan la formación del hombre como ente constitutivo de la sociedad y por ende como ser  capaz de dar cuenta de su transformación y la transformación de su medio en aras de un mejoramiento continuo y efectivo.

Consecuente con los anteriores elementos que propician el desarrollo educativo se presentan diversos paradigmas cada uno de los cuales fundamenta la formación de profesores bajo políticas propias:

–          La orientación positivista: de corte cualitativo y cuyo modelo proceso-producto se basa en la Didáctica. Se ubica en esta línea los modelos mediacionales bajo la perspectiva de racionalidad  lógica.

–          Orientación Naturalista (interpretativa o hermenéutica): en esta línea se sitúan los modelos ecológicos y enfoques del pensamiento más allá de procesos exclusivamente académicos, por ejemplo, creencias, valores, actitudes, etc.

–          Orientación crítica o reconstruccionista: también de orientación cualitativa con componente ideológicos. Se ubica en ella la orientación de la investigación-acción (conocido como paradigma emergente).

Zeichner (1983) propone un análisis de cuatro categorías las cuales son estudiadas por las autoras del texto y que se presentan como tendencias que subyacen a la formación del profesorado:

– Concepción tradicional-oficio: tendencia que sigue vigente y que palabras más, palabras menos, hace referencia a la enseñanza transmitida de la misma forma como nos fue enseñada en los diversos niveles de la academia primaria, secundaria y universitaria. Su característica primordial es la mala calidad ya que se privilegia el enseñar como el hecho único de dominar los contenidos, obviamente la enseñanza hoy se dirige más allá: tener en cuenta aspectos afectivos, volitivos, cognitivos, problemas de aprendizaje, productivos,  etc. La propuesta para ir desmontando esta “tradición académica” (en palabras de Zeichner) es la creación  de “escuelas de desarrollo profesional” en las que se combina la indagación, el oficio junto con la disciplina científica para una formación más activa y real frente as un contexto determinado.

– Concepción personalista: centra la formación en la persona del profesor como futura eficacia. Se vincula a la psicología perceptiva donde lo más importante es la percepción (autopercepción) del ser mismo. El ser se construye dentro de una cultura a través de experiencias propias y en constante interacción con los otros. Esta concepción va de la mano con la corriente humanista que concibe la educación como “proceso de construcción de sí mismo. Toda persona tiene capacidad de autodesarrollo, de autorealización. El papel del educador es procurar los medios y condiciones adecuadas para que ese potencial se desenvuelva” (RODRÍGUEZ, M. Ana, 1995 p.23).

Concepción tecnológica: Pone acento en el desarrollo de habilidades y competencias y asume al maestro como técnico. La actividad de éste será de carácter instrumental. Surgen cuatro modelos a saber:

Ø  Modelos basados en las técnicas de microenseñanza: fundamentada en el conductismo, enseñanza descompuesta en microprocesos (exponer, motivar, evaluar, etc.).

Ø  Modelos basados en el análisis de la interacción: centrados en el entrenamiento del  profesor para el manejo de la interacción en el aula, su fundamento es unidireccional luego lo importante es la repercusión del maestro sobre el alumno.

Ø  Modelos basados en la supervisión clínica: de origen conductista , su meta es formar al profesor en la propia realidad escolar.

Ø  Modelos basados en la adquisición de competencias: se trata de una prolongación de la microenseñanza y basan su trabajo en las capacidades del profesor para producir resultados en los alumnos.

Concepción de profesor orientado a la indagación: se basa en le paradigma investigación-acción donde lo importante o mejor, lo más destacado es la concepción de hombre como ser que se  encausa hacia metas reales, donde el ámbito educativo adquiere un estatuto más riguroso en tanto que se problematiza  el medio para una posterior construcción social. Se perfila un maestro no agotado en el diagnóstico por cuanto es capaz de pasar al plano de lo propositivo, de indagar en el ámbito teórico-práctico para generar principios metodológicos capaces de dar cuenta de una problemática real de contexto y su consecuente solución en términos operativos. Se definen políticas de una permanente construcción académica y personal en donde en últimas no sólo se beneficia el profesor sino que a la par el alumno alcanza a formar parte de ese proceso de educación altamente competitivo para los retos que la nueva sociedad exige. La praxis de la mano con la teoría  generan un campo de acción en donde se evidencia una conexión mutua de relación causal entre lo aprendido, el problema investigado, la aprehensión de técnicas metodológicas prácticas y por supuesto respuestas efectivas y proyectivas.

La formación de cara a la investigación origina un pensamiento más práctico en el sentido de no sólo la utilización de teorías ya elaboradas sino como mecanismo para generar nuevas propuestas teóricas, en otras palabras se construyen corpus teóricos a partir de la(s) reflexión acerca de una situación o fenómeno problemático.

Habría que aclarar que los cambios paradigmáticos obedecen o responden a la demanda  de cambio exigida por las variaciones en la estructura social, a las múltiples críticas frente a la llamada “formación del docente” que abarcan desde una concepción eminentemente tradicional hasta una de corte conductista. La capacitación asumida desde modelos y métodos instrumentales supuestos para “enseñar” bien, es decir, enseñar a los maestros a enseñar, es un tipo de capacitación ya agotada, es necesario asumir la educación y la formación desde perspectivas tanto teóricas como prácticas que evidencien el momento coyuntural por el cual atraviesa la sociedad y esta coyuntura obedece precisamente a la indagación y resolución de problemas sociales.

BIBLIOGRAFÍA

–     NOT, Louis. Las pedagogías del conocimiento. México. Fondo de Cultura

       Económica, 1983.

–          RODRÍGUEZ, Marcos Ana. Un enfoque interdisciplinar en la formación de los maestros. Ed, Narcea, Madrid, 1995, p. 17-61.

–          VASCO, Carlos Eduardo. Pedagogía Discurso y poder. Corpodic. Bogotá, 1990.

–          ZULUAGA, Olga Lucía. Pedagogía, didáctica y enseñanza. En Revista Educación y Cultura. No. 14 Bogotá, marzo 1988, p.10.

* Es decir, a la acción del maestro, no sólo en el salón de clase sino también en los demás espacios escolares: patio, sala de profesores, en las reuniones, etc.

* Al respecto de la relación existente entre pedagogía y didáctica y su constante confusión ver VASCO, Carlos E. En Pedagogía, discurso y poder. Corpodic. Bogotá, 1990.

Fuente del articulo: http://articulacionporvenir.blogspot.com/

Fuente de la imagen: https://i.vimeocdn.com/video/541329723.jpg?mw=1920&mh=1080&q=70

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La pedagogía por proyectos como escenario interdisciplinario

7 de abril de 2016, Juan Carlos Gómez

 Pedagogía por proyectos

Hablar acerca de un discurso pedagógico, desde el enfoque de las relaciones entre maestro y educando, implica analizar la jerarquización de ese discurso en el aula de clases. Por lo general, es el maestro el que mantiene un control sobre las relaciones discursivo-pedagógicas en el aula, pero ¿en qué medida los educandos son competentes en el manejo de ese mismo discurso pedagógico?

Las razones para hacer una reflexión bajo los presupuestos de la pedagogía por proyectos, por un lado, es abordar el concepto mencionado de competencia y por otro, reconocer el papel de la educación y la pedagogía como ejes centrales en la construcción social y cultural. Esto es, reconocer el papel de la pedagogía por proyectos en el marco del constructivismo.

Para comenzar, se realizará una mirada sobre el concepto de competencia como uno de los soportes claves sobre los cuales se trabaja la pedagogía por proyectos. La referencia inicial sin lugar a dudas es Noam Chomsky quien introduce el concepto de competencia lingüística dentro del ámbito del lenguaje definiéndola como “ese conocimiento, de carácter formal y abstracto con que cuenta un individuo (usuario) de su propia lengua” (Torrado, 1996). No obstante, aun cuando esta nueva categoría de “competencia” comenzó a tener eco en distintas disciplinas (lingüística, pedagogía, sociolingüística, ciencias de la comunicación, entre otras), los modelos mentecentristas no mostraron interés por comprender la importancia que tiene y qué se hace realmente con las competencias. En tal sentido se asumió la competencia como un conocimiento actuado y se desconoció la importancia que tiene en ella la integración de componentes teóricos, procedimentales y actitudinales (Díaz Barriga y Rigo, 2000). Asimismo, se desconoció la referencia que tienen las competencias hacia procesos de orden cognitivo, social o afectivo, a fin de alcanzar determinados propósitos en un contexto determinado.

Examinado este último concepto de contexto, dentro de la competencia, Vygotsky Afirmaría que “el desarrollo del niño depende del uso que hace de, por decirlo así, la caja de herramientas de la cultura para expresar sus facultades mentales en situaciones particulares (Bruner y Haste, 1990). Esa caja de herramientas, hace referencia precisamente a lo que hacen los sujetos con el conocimiento y qué tan competentes son en situaciones cotidianas. De otro lado, Dell Hymes introduce la idea de “competencia comunicativa” para reconocer la importancia del papel que tienen los elementos de la selección comunicativa en nuestra actuación lingüística. “Uso del lenguaje en actos de comunicación particulares, concretos y social o históricamente situados” (Hymes, 1972). De esta forma se configuró paulatinamente la noción de competencia que trascendería en la pedagogía por proyectos, primero como una capacidad de realización, situada en el contexto en el que se desenvuelve el sujeto, hasta “un saber-hacer complejo, un sistema interiorizado de numerosos aprendizajes que representan una realización final, concreta, situada en el tiempo y en el espacio” (Touchon, 1994, en Pinilla y Rodríguez, 2001)

De aquí en adelante surgen diversas competencias trabajadas en el ámbito de la escuela de las cuales hay que dar cuenta y prioridad según sea el caso del educando. Competencias argumentativas, propositivas, textuales, poéticas, enciclopédicas, cognitivas, pasando por las métricas y las simbólicas, hasta la de producción narrativa, la de gestión de emociones, de diseño de conversaciones, declarativa o aún la inferencial. ¿De dónde salen tantas competencias? Si bien se podría profundizar en explicaciones respecto de cada una de ellas, lo cierto es que toda concepción pedagógica sólo puede justificar su gestión de competencias sí y sólo sí acepta que ser competente en la escuela más que poseer conocimientos bancarios, es saber utilizarlos adecuada y flexiblemente en diversas situaciones.

Es así, como el término competencia se convierte en un eje articulador para los procesos interdisciplinarios por cuanto el sujeto tiene la capacidad de hacer acopio de saberes no vistos desde una perspectiva única sino desde la convergencia de múltiples miradas disciplinares en un contexto específico. Para ello, la acción mediada y dialógica de la lengua dentro de la comunicación, posibilita la unidad intrasubjetiva e intersubjetiva de sujetos que ponen en interacción todas sus experiencias: cognitivas, motrices, emociones y sociales hacia el entendimiento, comprensión y crítica de la vida. Se entrelazan así, las competencias, la comunicación y el contexto ya que “la construcción de la significación a través de los múltiples códigos y formas de significar (…) se da en procesos complejos históricos, sociales y culturales en los cuales se constituyen los sujetos en y desde el lenguaje (MEN, 1998; 48).

Teniendo en cuenta el papel fundamental de la comunicación en el escenario escolar y el trabajo educativo en el marco de las competencias, se construye un puente hacia la pedagogía por proyectos asumiéndola como un campo interdisciplinario en el que diversas disciplinas convergen hacia la comprensión del fenómeno de la educación y aún de la vida misma. Según Vassileff (1999), “la pedagogía por proyectos busca transformar toda realización de formación personal en aprendizaje social”. Para ello, se construye conocimiento desde donde no se ha construido: desde la realidad misma de los educandos, de los seres humanos partícipes del proceso educativo. Se articula así, el lenguaje en el aprendizaje significativo del educando y de esta forma se privilegia hoy en el aula de clase la actuación en situaciones comunicativas concretas y la acción misma de los saberes. Esta mirada de la pedagogía por proyectos busca eliminar la fragmentación de saberes propuestos en los currículos escolares para darle paso a la integración de conocimientos en relación con un aspecto de interés para los (as) estudiantes.

Finalmente habría que decir que el papel de los currículos integrados previstos por la UNESCO (D’Hainaul, 1986) son de suma importancia para que los docentes promuevan la integración del conocimiento y, por el contrario, derriben la dispersión disciplinar que en suma no ayuda a que los (as) estudiantes construyan los saberes y las competencias necesarias para afrontar los retos del siglo XXI en el marco de su complejidad.

 

Referencias

– Brunner J. (1983). “Realidad mental y mundos posibles”, Barcelona; Gedisa .

– ________ y Haste H. (1990) La elaboración de sentido. La construcción del mundo por el niño. Barcelona: Paidós.

– Chomsky, Noam, (1979), Reflexiones sobre el Lenguaje, Barcelona, Ariel.

– Díaz Barriga, F. y Rigo, M. (2000). «Formación docente y educación basada en competencias», en M. A. Valle Formación en competencias y certificación profesional (pp. 76–104). México: Universidad Nacional Autónoma de México.

– D’Hainault, L. (1986). Interdisciplinarity in General Education. Paris: UNESCO

– Hymes, Dell, (1996), «Acerca de la competencia comunicativa», Forma y Función, Bogotá, No. 9, Departamento de Lingüística, Universidad Nacional

– Pinilla, R. y Rodríguez; M. E. (s. f.). La pedagogía de proyectos. Fundamentos y perspectivas.Colombia: Universidad Distrital.

– Torrado, M. (1996). El desarrollo de las competencias. Una propuesta para la educación colombiana. En Taller de evaluación de competencias básicas. Colombia: Universidad Nacional.

Fuente artículo: http://oei.es/divulgacioncientifica/?La-pedagogia-por-proyectos-como-escenario-interdisciplinario

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