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Mundo: Aprendizajes inesperados

Aprendizajes inesperados

 

Lev M Velázquez Barriga

El coronavirus es una reacción de la naturaleza ante su mayor depredador: el ser humano. Tal aseveración pareciera un discurso de las izquierdas radicales que no comparten la visión de desarrollo del empresariado, pero no es así.

Klaus Schwab, articulador del Foro Económico Mundial de Davos, donde reúne a los líderes más influyentes del mundo pro capitalista, pone al descubierto en su libro “Covid 19: El gran reinicio” que esta pandemia y otros patógenos zoonóticos (transmisibles de un animal a un ser humano), son producto de la invasión que hemos hecho del hábitat natural de los animales; es decir, cambios de uso de grandes extensiones de tierra para la agricultura extensiva, extractivismo, deforestación, desarrollos turísticos y habitacionales, ganadería a gran escala, industrialización, contaminación ambiental, vías de comunicación y megaproyectos.

Schwab concluye que “cuanto más alteramos el medio ambiente […] mayor es el riesgo de nuevas pandemias”. No obstante, las agendas corporativas de las industrias 4.0 del Foro de Davos, mantienen estratos de las cadenas de valor en la extracción de materias primas para producir tecnologías avanzadas o su aplicación en la agroindustria, lo que sigue agudizando la crisis ambiental y, con ello, el peligro de la extinción de todo lo vivo. Además, parecen estar más preocupados por introducir un conjunto de tecnologías del siglo XXI con formas de explotación laboral del siglo XVIII, las cuales no han sido reguladas todavía por las legislaciones nacionales.

Lo que debió y debería ser en adelante, en palabras de Naomi Klein, “los años de la reparación” planetaria y de la humanidad, se han convertido en un laboratorio para instaurar la globalización del capitalismo informático, en donde la economía de plataformas y aplicaciones organiza la esclavitud digital con base en el control virtual del trabajo, de su ampliación a jornadas que superan las ocho horas, experimentando vínculos laborales sin reconocimiento; si los milenials concibieron como precarios los contratos de renovación semestral, las generaciones posmilénicas padecen la extinción de la relación contractual y la noción de trabajador, sustituidos por la prestación de servicios individuales, también llamados “socios”, en tiempos infinitesimales, minutos u horas, tal como lo hace UberRappiDiDi o empresas similares.

Naomi Klein, nos advierte que los tiempos de la reparación no se limitan a la restauración de los edificios de escuelas y hospitales, precisamente donde muchos de nosotros hemos ubicado nuestras preocupaciones; pareciera que el reacondicionamiento de infraestructura es lo único, si no, lo más importante que nos detiene para regresar a la normalidad escolar y educativa. De ser así, no habremos aprendido casi nada de la pandemia ni de aquellos primeros debates en los que juramos no volver jamás a la normalidad capitalista, porque justamente eso es lo que puso en crisis el sistema educativo.

La escuela de la pandemia y de la pos pandemia, no ha reaccionado de frente al modelo de superexplotación de la naturaleza, productor de las enfermedades que están amenazando a la humanidad en las ultimas y las posteriores décadas; a la agudización de la violencia familiar y de género; a la profundización de las desigualdades sociales históricas y de nuevas situaciones de infopobreza; al laboratorio de precariedades laborales que se experimentan en las generaciones de juventudes abandonadas a las economías digitales no reguladas por ninguna legislación de protección laboral.

Preocupa que el regreso a las clases presenciales sea también la vuelta a los aprendizajes preestablecidos en el currículo lineal. Lo que aconteció con la pandemia fue lo inesperado, la incertidumbre como principio de una realidad en constante cambio; ni los pronósticos basados en la estadística y la ciencia cuantitativa sobre el comportamiento del virus instalado en la sociedad han sido verdades inamovibles. Lo esperado, lo cotidiano, lo de siempre y las inercias de las trayectorias escolares no caben en las emergencias, son de hecho un problema para superar las situaciones de crisis. ¿Por qué entonces la necedad de resituarse en los aprendizajes esperados?

En oposición a esta manifestación del pensamiento unidireccional, coincido con otros pedagogos mexicanos que han señalado que lo urgente y más importante es reconocer, reflexionar y recuperar los “aprendizajes inesperados”; es decir, los que resultaron de la inteligencia y la creatividad humana en contextos excepcionales, justamente para comprender realidades disruptivas, para enfrentarlas sin quedarse pasmados ante el advenimiento de su complejidad abrumadora y luego resolverse como colectividades emancipadoras, críticas y propositivas en constante transformación de sí y de sus contextos.

Necesitamos pensar un currículo para la emergencia; romper las dinámicas lineales, atrevernos a cambiar lo instituido. Resulta impensable enseñar historia u otras disciplinas que no sitúen críticamente los puntos de quiebre que nos llevaron a la crisis ambiental y a las reacciones de autodefensa de la naturaleza; no podemos seguir replicando la formación de habilidades digitales distanciándose de la resolución de las necesidades humanas. Es urgente aprender ciencias que expliquen los problemas de la salud de nuestro tiempo, que diserten sobre la producción y las prácticas de consumo sustentable, orientados por los conocimientos de la seguridad alimentaria; no debemos continuar con un tipo de gestión escolar gerencial, negando la imperiosa necesidad de construir posibilidades económicas cooperativas. Todo parece indicar que la emergencia no será la excepción, sino la condición característica de nuestro tiempo.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

Fuente de la Información:  https://rebelion.org/aprendizajes-inesperados/

 

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Aprendizajes inesperados

Por: Lev M. Velázquez Barriga*

El coronavirus es una reacción de la naturaleza ante su mayor depredador: el ser humano. Tal aseveración pareciera un discurso de las izquierdas radicales que no comparten la visión de desarrollo del empresariado, pero no es así. Klaus Schwab, articulador del Foro Económico Mundial de Davos, donde reúne a los líderes más influyentes del mundo procapitalista, pone al descubierto en su libro Covid-19: el gran reinicio que esta pandemia y otros patógenos zoonóticos (transmisibles de un animal a personas) son producto de la invasión que hemos hecho del hábitat natural de los animales; es decir, cambios de uso de grandes extensiones de tierra para la agricultura extensiva, extractivismo, deforestación, desarrollos turísticos y habitacionales, ganadería a gran escala, industrialización, contaminación ambiental, vías de comunicación y megaproyectos.

Schwab concluye que “cuanto más alteramos el medio ambiente […] mayor es el riesgo de nuevas pandemias”. No obstante, las agendas corporativas de las industrias 4.0 del Foro de Davos, mantienen estratos de las cadenas de valor en la extracción de materias primas para producir tecnologías avanzadas o su aplicación en la agroindustria, lo que sigue agudizando la crisis ambiental y, con ello, el peligro de la extinción de todo lo vivo. Además, parecen estar más preocupados por introducir un conjunto de tecnologías del siglo XXI con formas de explotación laboral del siglo XVIII, las cuales no han sido reguladas por las legislaciones nacionales.

Lo que debió y debería ser en adelante, en palabras de Naomi Klein, “los años de la reparación” planetaria y de la humanidad, se han convertido en un laboratorio para instaurar la globalización del capitalismo informático, donde la economía de plataformas y aplicaciones organiza la esclavitud digital con base en el control virtual del trabajo, de su ampliación a jornadas que superan las ocho horas, experimentando vínculos laborales sin reconocimiento; si los millennials concibieron como precarios los contratos de renovación semestral, las generaciones posmilénicas padecen la extinción de la relación contractual y la noción de trabajador, sustituidos por la prestación de servicios individuales, también llamados “socios”, en tiempos infinitesimales, minutos u horas, tal como lo hace Uber, Rappi, DiDi o empresas similares.

Klein advierte que los tiempos de la reparación no se limitan a la restauración de los edificios de escuelas y hospitales, precisamente donde muchos hemos ubicado nuestras preocupaciones; pareciera que el reacondicionamiento de infraestructura es lo único, sino lo más importante que nos detiene para regresar a la normalidad escolar y educativa. De ser así, no habremos aprendido casi nada de la pandemia ni de aquellos primeros debates en los que juramos no volver jamás a la normalidad capitalista, porque justamente eso es lo que puso en crisis el sistema educativo.

La escuela de la pandemia y de la pospandemia no ha reaccionado frente al modelo de superexplotación de la naturaleza, productor de las enfermedades que están amenazando a la humanidad en las últimas y las posteriores décadas; a la agudización de la violencia familiar y de género; a la profundización de las desigualdades sociales históricas y de nuevas situaciones de infopobreza; al laboratorio de precariedades laborales que se experimentan en las generaciones de juventudes abandonadas a las economías digitales no reguladas por ninguna legislación laboral.

Preocupa que el regreso a las clases presenciales sea también la vuelta a los aprendizajes prestablecidos en el currículo lineal. Lo que aconteció con la pandemia fue lo inesperado, la incertidumbre como principio de una realidad en constante cambio; ni los pronósticos basados en la estadística y la ciencia cuantitativa sobre el comportamiento del virus instalado en la sociedad han sido verdades inamovibles. Lo esperado, lo cotidiano, lo de siempre y las inercias de las trayectorias escolares no caben en las emergencias, son de hecho un problema para superar las situaciones de crisis. ¿Por qué, entonces, la necedad de resituarse en los aprendizajes esperados?

En oposición a esta manifestación del pensamiento unidireccional, coincido con otros pedagogos mexicanos que han señalado que lo urgente y más importante es reconocer, reflexionar y recuperar los “aprendizajes inesperados”; es decir, los que resultaron de la inteligencia y la creatividad humana en contextos excepcionales, justamente para comprender realidades disruptivas, para enfrentarlas sin quedarse pasmados ante el advenimiento de su complejidad abrumadora y luego resolverse como colectividades emancipadoras, críticas y propositivas en constante transformación de sí y de sus contextos.

Necesitamos pensar un currículo para la emergencia; romper las dinámicas lineales, atrevernos a cambiar lo instituido. Resulta impensable enseñar historia u otras disciplinas que no sitúen críticamente los puntos de quiebre que nos llevaron a la crisis ambiental y a las reacciones de autodefensa de la naturaleza; no podemos seguir replicando la formación de habilidades digitales distanciándose de la resolución de las necesidades humanas. Es urgente aprender ciencias que expliquen los problemas de la salud de nuestro tiempo, que diserten sobre la producción y las prácticas de consumo sustentable, orientados por los conocimientos de la seguridad alimentaria; no debemos continuar con un tipo de gestión escolar gerencial, negando la imperiosa necesidad de construir posibilidades económicas cooperativas. Todo parece indicar que la emergencia no será la excepción, sino la condición característica de nuestro tiempo.

Fuente de la información: https://www.jornada.com.mx

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Aprendizajes inesperados

Por Lev M. Velázquez Barriga

El coronavirus es una reacción de la naturaleza ante su mayor depredador: el ser humano. Tal aseveración pareciera un discurso de las izquierdas radicales que no comparten la visión de desarrollo del empresariado, pero no es así.

Klaus Schwab, articulador del Foro Económico Mundial de Davos, donde reúne a los líderes más influyentes del mundo pro capitalista, pone al descubierto en su libro “Covid 19: El gran reinicio” que esta pandemia y otros patógenos zoonóticos (transmisibles de un animal a un ser humano), son producto de la invasión que hemos hecho del hábitat natural de los animales; es decir, cambios de uso de grandes extensiones de tierra para la agricultura extensiva, extractivismo, deforestación, desarrollos turísticos y habitacionales, ganadería a gran escala, industrialización, contaminación ambiental, vías de comunicación y megaproyectos.

Schwab concluye que “cuanto más alteramos el medio ambiente […] mayor es el riesgo de nuevas pandemias”. No obstante, las agendas corporativas de las industrias 4.0 del Foro de Davos, mantienen estratos de las cadenas de valor en la extracción de materias primas para producir tecnologías avanzadas o su aplicación en la agroindustria, lo que sigue agudizando la crisis ambiental y, con ello, el peligro de la extinción de todo lo vivo. Además, parecen estar más preocupados por introducir un conjunto de tecnologías del siglo XXI con formas de explotación laboral del siglo XVIII, las cuales no han sido reguladas todavía por las legislaciones nacionales.

Lo que debió y debería ser en adelante, en palabras de Naomi Klein, “los años de la reparación” planetaria y de la humanidad, se han convertido en un laboratorio para instaurar la globalización del capitalismo informático, en donde la economía de plataformas y aplicaciones organiza la esclavitud digital con base en el control virtual del trabajo, de su ampliación a jornadas que superan las ocho horas, experimentando vínculos laborales sin reconocimiento; si los milenialsconcibieron como precarios los contratos de renovación semestral, las generaciones posmilénicaspadecen la extinción de la relación contractual y la noción de trabajador, sustituidos por la prestación de servicios individuales, también llamados “socios”, en tiempos infinitesimales, minutos u horas, tal como lo hace Uber, Rappi, DiDi o empresas similares.

Naomi Klein, nos advierte que los tiempos de la reparación no se limitan a la restauración de los edificios de escuelas y hospitales, precisamente donde muchos de nosotros hemos ubicado nuestras preocupaciones; pareciera que el reacondicionamiento de infraestructura es lo único, si no, lo más importante que nos detiene para regresar a la normalidad escolar y educativa. De ser así, no habremos aprendido casi nada de la pandemia ni de aquellos primeros debates en los que juramos no volver jamás a la normalidad capitalista, porque justamente eso es lo que puso en crisis el sistema educativo.

La escuela de la pandemia y de la pos pandemia, no ha reaccionado de frente al modelo de superexplotación de la naturaleza, productor de las enfermedades que están amenazando a la humanidad en las ultimas y las posteriores décadas; a la agudización de la violencia familiar y de género; a la profundización de las desigualdades sociales históricas y de nuevas situaciones de infopobreza; al laboratorio de precariedades laborales que se experimentan en las generaciones de juventudes abandonadas a las economías digitales no reguladas por ninguna legislación de protección laboral.

Preocupa que el regreso a las clases presenciales sea también la vuelta a los aprendizajes preestablecidos en el currículo lineal. Lo que aconteció con la pandemia fue lo inesperado, la incertidumbre como principio de una realidad en constante cambio; ni los pronósticos basados en la estadística y la ciencia cuantitativa sobre el comportamiento del virus instalado en la sociedad han sido verdades inamovibles. Lo esperado, lo cotidiano, lo de siempre y las inercias de las trayectorias escolares no caben en las emergencias, son de hecho un problema para superar las situaciones de crisis. ¿Por qué entonces la necedad de resituarse en los aprendizajes esperados?

En oposición a esta manifestación del pensamiento unidireccional, coincido con otros pedagogos mexicanos que han señalado que lo urgente y más importante es reconocer, reflexionar y recuperar los “aprendizajes inesperados”; es decir, los que resultaron de la inteligencia y la creatividad humana en contextos excepcionales, justamente para comprender realidades disruptivas, para enfrentarlas sin quedarse pasmados ante el advenimiento de su complejidad abrumadora y luego resolverse como colectividades emancipadoras, críticas y propositivas en constante transformación de sí y de sus contextos.

Necesitamos pensar un currículo para la emergencia; romper las dinámicas lineales, atrevernos a cambiar lo instituido. Resulta impensable enseñar historia u otras disciplinas que no sitúen críticamente los puntos de quiebre que nos llevaron a la crisis ambiental y a las reacciones de autodefensa de la naturaleza; no podemos seguir replicando la formación de habilidades digitales distanciándose de la resolución de las necesidades humanas. Es urgente aprender ciencias que expliquen los problemas de la salud de nuestro tiempo, que diserten sobre la producción y las prácticas de consumo sustentable, orientados por los conocimientos de la seguridad alimentaria; no debemos continuar con un tipo de gestión escolar gerencial, negando la imperiosa necesidad de construir posibilidades económicas cooperativas. Todo parece indicar que la emergencia no será la excepción, sino la condición característica de nuestro tiempo.

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La reapertura de El Mexe

Por: Lev Moujahid Velázquez Barriga

«El Mexe reinicia sus labores del primer semestre con 100 alumnos que fueron seleccionados bajo los lineamientos de la convocatoria emitida por la Secretaría de Educación Pública, pero sin instalaciones escolares y menos en modalidad internado…»

Hasta el último minuto, la disposición gubernamental para la reapertura de la Escuela Normal Rural Luis Villarreal, de El Mexe, Hidalgo, ha sido un campo de contradicciones, lleno de tropiezos y obstáculos. Apenas el 3 de septiembre, las autoridades educativas federales descongelaron la clave escolar que había sido suspendida por largos 17 años; se emitió, entonces, la convocatoria para el ingreso de nuevos estudiantes. El semestre daría inicio de manera formal el pasado domingo 8 de octubre en un acto protocolario, con el compromiso de que habría presencia de la Subsecretaría de Educación Superior y en particular de la Dirección General de Educación Superior para el Magisterio; ninguna representación oficial estuvo presente.

Sin embargo, se llevó a cabo con el cobijo de las representaciones nacionales de la CNTE –las cuales han sido los interlocutores centrales para la reapertura de la escuela–; de egresados de El Mexe que han tenido un activismo fundamental para este propósito; de la emblemática Federación de Estudiantes Campesinos Socialistas de México; pobladores y gobiernos democráticos locales que han apoyado en todo momento a los jóvenes aspirantes que durante dos años han tenido que sacar fuerza de toda la solidaridad nacional para no claudicar durante los momentos más críticos, y organizaciones populares y campesinas, como el Frente Popular en Defensa de la Tierra de la histórica lucha de San Salvador Atenco.

El acto simbólico de reapertura, que tuvo lugar en el edificio original de la escuela, estuvo precedido de la suspensión de salarios, con amenaza de cese laboral a dos integrantes de la CNTE Hidalgo, Roberto Azpeitia y Eusebio Quintanar, quienes han encabezado durante años la defensa jurídica y política de la normal; actualmente, ambos son perseguidos por la fiscalía, acusados de robo y allanamiento, después de que los profesores usaron las aulas del edificio histórico de la normal Luis Villarreal, todavía en posesión de la Universidad Politécnica Franciso I. Madero, para dar atención a los jóvenes aspirantes a través de un curso propedéutico; no obstante que, de manera previa, habían demandado la coexistencia del complejo educativo que se instaló con otras instituciones universitarias en un predio de más de 72 hectáreas propiedad de El Mexe, donde la normal rural es la única excluida.

Junto al arranque oficial de las clases virtuales, debió presentarse la plantilla de administrativos, directivos y docentes que serían responsables de la dirección escolar y las actividades académicas, al menos una propuesta de integración provisional hasta que se emita la convocatoria formal; pero no fue así, los únicos que estuvieron fueron académicos y directivos sin ninguna remuneración económica, que han llevado a cabo las tareas educativas de manera solidaria durante un semestre y en el curso propedéutico, frente a la negativa constante de la oficialidad para darle vida pedagógica y cultural a la normal. Detrás de esta actitud dilatoria está la intención de entregar la normal a los grupos del sindicalismo patronal de la sección 15 del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, para que acaben con toda secuela de un proyecto educativo para las clases populares.

Estos incumplimientos generan incertidumbre sobre el compromiso de las autoridades educativas federales para el reconocimiento del primer semestre, de 24 alumnos provenientes de varias entidades de la República, que durante dos años se han mantenido en actitud inquebrantable y unificados, ante los constantes intentos del grupo para desarticular la lucha por la reapertura del internado integrado al sistema nacional de normales y no a las universidades Benito Juárez. Los jóvenes del comité de lucha por la reapertura de la normal, a pesar de su indudable origen humilde, se han negado a la propuesta del gobierno federal para la asignación de becas personales, porque en la vía de los hechos eso significa ceder a la disolución del sistema de internado y de un proyecto histórico de educación popular.

El Mexe reinicia sus labores del primer semestre con 100 alumnos que fueron seleccionados bajo los lineamientos de la convocatoria emitida por la Secretaría de Educación Pública, pero sin instalaciones escolares y menos en modalidad internado para albergar a los estudiantes; con docentes que estarán ahí de manera solidaria; además, sin ningún presupuesto financiero que la sostenga. Faltan a la verdad quienes aluden al mérito y la buena voluntad del gobierno de la República; la normal reabre en medio de sus trabas e incumplimientos, que hasta el último momento impiden el fortalecimiento de las escuelas formadoras de docentes. Es apenas el primer triunfo de una batalla que ha sido producto de la solidaridad del magisterio, del pueblo y las organizaciones populares que reivindican la educación pública y gratuita, cuya lucha no habrá de culminar hasta que la Escuela Normal Rural Luis Villarreal regrese a su territorio y se abran las puertas de su internado a los hijos más pobres de la patria.

Fuente de la información: https://profelandia.com

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La sicología positiva del docente precario

Por: Lev M. Velázquez Barriga*

La reforma educativa, laboral y administrativa de Enrique Peña Nieto, de Aurelio Nuño y de los sectores empresariales partió de una lógica transitoria entre el capitalismo del siglo XX y el XXI, entre la sociedad disciplinaria y la de la aparente libertad y/o autonomía, entre la organización fabril y la organización gerencial de la escuela, entre la sicología negativa y la sicología positiva para imponer una mentalidad neoliberal, entre la política del biopoder y el sicopoder.

Fue una reforma contra los maestros, el régimen punitivo provocó su reacción negativa y por ello el sistema recurrió a la violencia externa, a los grupos policiacos y militares para la represión física, al control y la vigilancia de los cuerpos de los docentes en cuarteles, hoteles y otros espacios de encierro donde aplicaron los instrumentos de la evaluación estandarizada.

Por encima del convencimiento, del sentido positivo del régimen laboral excepcional y de la evaluación, estuvo la criminalización magisterial, la obligatoriedad para obedecer la ley y el castigo si no se hacía. Las y los profesores reaccionaron con miedo al despido o a la represión, con extrañeza e incertidumbre; algunos con disciplina; otros lo hicieron con indignación y rabia, al grado de poner el cuerpo para rechazar un sistema docente extraño al ámbito pedagógico y ajeno al derecho humano al trabajo.

La reforma educativa y también laboral de la Cuarta Transformación no deja de ser lesiva para los maestros, pero se impone con un nuevo sentido: el de la positividad. El exceso de positividad es característico de las sociedades neoliberales del siglo XXI, dicen Eva Illouz y Edgar Cabanas en su libro titulado Happycracia. La medición de los niveles de conformismo y de aceptación (a lo que por cierto el actual gobierno recurre de forma desmedida) se ha convertido en sustituto de análisis serios sobre el impacto de las políticas sociales; por ejemplo, con los datos felices sobre el éxito de Aprende en casa, queda la impresión de estar mejor que cuando las escuelas estaban abiertas, señala Rogelio Alonso (Como anillo al dedo: la SEP y la pandemia, en Educación Futura, 2/3/21).

Los ideólogos de las reformas educativas neoliberales contemporáneas comprendieron que la conciencia crítica del magisterio se anula si a los sistemas de carrera magisterial no se les presenta en su sentido negativo, ligado al castigo y al despido y, por el contrario, se plantean en sentido positivo, es decir, vinculados al mérito y al reconocimiento de los docentes. Los cuestionarios sobre el capital emocional en esta reforma educativa son parte de una propuesta hecha por los teóricos de la sicología positiva para diagnosticar el nivel de conformidad y de adaptabilidad de los trabajadores a la precariedad laboral: entre más felices más productivos.

La obediencia, el disciplinamiento y la obligatoriedad son sustituidos por la idea de iniciativa; tal es la ilusión que persigue la creación de la plataforma digital conocida como Proyecto Venus o Ventanilla Única de Servicios para el Sistema de Carrera de las Maestras y Maestros, en la que el docente decide elegir su proyecto de crecimiento personal y de autorrealización profesional, sin la mediación corruptible del sindicato y a través de una herramienta que tiene como falsa premisa la igualdad de oportunidades y la transparencia.

Por el Proyecto Venus transita lo que en realidad se esperaba: el flujo despersonalizado de la gestión del derecho a través de la digitalización de procedimientos excesivamente burocráticos y autoritarios; éstos, junto a los topes presupuestales para ampliar el universo de la promoción horizontal, por ejemplo, hacen de un primer filtro antes de poder escalar en la discriminación selectiva del mérito, que en tiempos de mercancías conceptuales del éxito se entiende como un autoproyecto de inversión económica a largo plazo al que se le debe financiar y cultivar con el patrimonio salarial propio en cursos particulares que no prometen formación pedagógica, sino capital humano para la rentabilidad de la profesión.

El problema de la crítica es que no cuestiona lo que yace de fondo en la Tiranía del mérito, dice Michael J. Sandel en su libro del mismo nombre, en este caso: que los maestros de los diferentes niveles de la educación básica y de asignaturas en secundaria son los profesionales peor pagados del país; son los únicos trabajadores sindicalizados que no tienen derecho a decidir sobre sus condiciones generales del trabajo ni a un contrato colectivo que sea velado por una representación sindical democrática; la precariedad y no los aprendizajes, igual que en la reforma de 2013, siguen siendo la ruta para la excelencia del sistema educativo.

De ahí que el resultado de la instrumentación desaseada de los nuevos procesos de carrera docente operados por la Usicamm sean la desesperación individual, la frustración en redes sociales de muchos profesores, pero no por rechazo, más bien por no poder completarlos positivamente, lo que impide que se desborde en las calles la necesidad organizada de aumento salarial y estabilidad laboral para todos. Hay por supuesto formas de organización colectiva en puerta, desde dentro y a la vez en contra, también las hay de quienes plantean tirar la reforma a la ley del sistema de carrera docente y recuperar la estabilidad laboral; en esa tónica se dio la Caravana del Sur, organizada por la CNTE.

* Doctor en pedagogía crítica

Fuente: https://www.jornada.com.mx/

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Neoliberalismo, transparencia y educación

ara el neoliberalismo, el mejor sindicato es el que no existe, y por décadas han intentado contener la organización de los trabajadores. Sin un referente como la Coordinadora Nacional de los Trabajadores de la Educación (CNTE), luchando ininterrumpidamente durante 41 años de existencia, el giro neoliberal habría devastado el sistema educativo público, tal cual sucedió en países como es el caso de Chile, donde la educación privada impera sobre la escuela gratuita.

Pero las formas de privatización educativa directa son cada vez menos recurridas por los estados, lo mismo que la disolución violenta, legal o administrativa de los sindicatos o los ataques frontales contra ellos y sus liderazgos. El periodo de persecución, encarcelamientos, asesinatos, desapariciones forzadas o represión policiaca contra los maestros de la disidencia magisterial en México ha dejado de ser la política central de contención del sistema.

Para conseguir el mismo objetivo; es decir, la abrogación del sindicato y el derecho a la defensa colectiva y organizada del trabajador, el neoliberalismo se reinventa constantemente, modernizando su lenguaje, sus formas de control y el despojo laboral. A través de nociones como transparencia, meritocracia o derecho humano, se impone sin necesidad de utilizar métodos coercitivos; la introyección de la mentalidad neoliberal ha tenido mejores resultados y menos resistencias que las medidas abiertas y frontales.

Del mismo modo que las oligarquías multinacionales impusieron la noción de que el libre mercado era la mano invisible que regula y ordena toda relación social para construir el supuesto interés común; ahora lo hacen con la idea de transparencia. El mito de que la nueva diosa del capitalismo informático habita el olimpo de la virtualidad, translúcida, pura e incorruptible, sirve de narrativa para instalar un sistema de control y de sometimiento impersonal, en donde la burocracia del Estado como representación de los intereses de las clases gobernantes está siendo sustituida por la tramitología individual.

La transparencia puede ser visible en su morfología de información y datos, pero es un dogma intangible que no se presenta como hechura de la imperfección humana. La subjetividad neoliberal se oculta en el diseño, metodología, captura y manejo de los datos y no admite reclamo organizado colectivamente para hacer efectivo el derecho social al trabajo con dignidad; todo el proceso de tramitología digitalizado está pensado para la individualización o fragmentación de la organización sindical, sin otra posibilidad de interacción que no sea la soledad de la plataforma virtual.

La virtualización de la tramitología del derecho laboral evoca al mérito como empoderamiento personal; sin embargo, lo que se materializa como producto de la subjetividad neoliberal es un régimen de precariedad en el que la relación de trabajo es individual y se sujeta a las reglas patronales, unilateralmente y sin la mediación del contrato colectivo ni la defensa sindical de unas reglas de común acuerdo.

La actual reforma educativa de la cuarta transformación adoptó la morfología constitucional de estas nociones renovadas del neoliberalismo; los mecanismos de ingreso a la docencia, promoción y reconocimiento establecidos en la Ley General del Sistema de Carrera para las Maestras y los Maestros, así como los cambios de adscripción, están atravesados por dispositivos reglamentarios y plataformas de gestión individualizada para fraguar la obsolescencia del sindicalismo, de ahí que la CNTE no encuentre un punto de partida para aterrizar la gestión democrática del magisterio.

Paradójicamente, en la sociedad del capitalismo informático, la libertad no se combate con censura, sino con más libertad que se autocontrola, diversificando los medios aparentemente independientes del poder, sobre todo a través de las redes sociales; la tensión de las demandas populares, mucho antes de ser sofocadas por medios represivos, se contienen con un diálogo sistemático y dilatorio para mantener el conflicto en la esfera de la comunicación y la información pública, pero fuera del terreno callejero de la lucha de clases. Después de 18 reuniones de la CNTE con el gobierno federal, se va comprendiendo con mayor certeza que esta es la estrategia del Estado.

Sin la abrogación de la actual reforma educativa de la Cuarta Transformación, sin la Nueva Escuela Mexicana recuperando los proyectos educativos de la CNTE y sin un terreno firme y parejo para la democratización del SNTE; el reconocimiento político a la bilateralidad de las estructuras sindicales nacionales y seccionales del movimiento magisterial que naciera en el invierno de 1979 y que tendrá lugar en Palacio Nacional el próximo 21 de diciembre, podría ser otro episodio del Estado para continuar con la estrategia de disolución del sindicalismo y de aterrizaje de las nuevas formas de precariedad laboral; esto lo saben los militantes de la Coordinadora que han mantenido viva la resistencia, cuya paciencia se agota cada vez que los compromisos establecidos en las mesas con el Presidente de la República no encuentran eco en los gobiernos estatales ni concreción en los funcionarios del gabinete federal.

Fuente: https://profelandia.com/neoliberalismo-transparencia-y-educacion/

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La SEP al rescate de la Telecracia

Por: Lev Moujahid Velázquez Barriga

En cuatro décadas de neoliberalismo el monopolio de la televisión creció al amparo de la corrupción del Estado, se consolidó como un poder fáctico por encima de cualquier otro; ha sido el actor principal de la antidemocracia y del sesgo a la diversidad de voces de la ciudadanía crítica. El caso de Enrique Peña Nieto es la confirmación de la existencia de una telecracia con tal capacidad de influencia que podía sentar en la silla presidencial a quien quisiera para lucrar a costa del dinero público. Está ampliamente documentado que en 2016 la SEP les entregó 94 mil pesos cada hora para promover su reforma educativa y desacreditar a los maestros que se opusieron a ella.

El monopolio de la televisión no sólo se alió a la descomposición gubernamental, también lo hizo con el sindicalismo más corrupto y antidemocrático. En un compromiso de favores compartidos, en 2009 la lideresa del SNTE Elba Esther Gordillo Morales selló un pacto económico de 750 millones de pesos con Televisa a través de Claudio X González Guajardo, entonces presidente de Fundación Televisa y después líder moral de Mexicanos Primero. Durante dos años Marco Antonio Regil condujo el show televisivo “Todo el mundo cree que sabe” para enarbolar la figura del magisterio propatronal que había desempeñado el papel de mercenario electoral para llevar a Felipe Calderón a la presidencia de la república.

La idea no fue original, en realidad era parte de una estrategia de la derecha internacional que tuvo su primera experiencia en el show norteamericano ¿sabes más que un niño de primaria?, que se replicó por diferentes países de Latinoamérica   como plataforma ideológica del empresariado para reforzar las evaluaciones estandarizadas como sistemas de rendición de cuentas hacia los maestros y de vigilancia de los aprendizajes.

Pero, cuando que creíamos que se había echado a la telecracia del poder, nos encontramos con que se les devuelve su papel protagónico en el actual gobierno, no fue una formalidad que los representantes de TV Azteca, Televisa e Imagen TV asistieran a la reunión del presidente Andrés Manuel con Donald Trump; ahí, fueron invitados a sellar el destino de la nación negociando el T-MEC, poniendo sus intereses de clase por delante.

La estrecha relación con la telecracia en el ámbito educativo no tardó mucho tiempo en hacerse visible, se puso de manifiesto desde el momento en que Esteban Moctezuma Barragán dejó la presidencia de Fundación Azteca para que fungiera desde la SEP como el Claudio X González de la cuarta transformación; se trató de un cambio de figura política con una relación menos desgastada con el nuevo presidente de México. Siendo secretario de educación, el ex empleado del Grupo Salinas no ha perdido ninguna oportunidad para favorecer contratos de la SEP con Televisión Azteca, desde las orquestas infantiles hasta la elaboración de contenidos educativos.

Justo en el momento en que el poder del monopolio de la televisión había perdido terreno frente a la apertura de medios digitales que ofertan otras posibilidades de información con mayor credibilidad y de que estaban padeciendo una larga caída de sus ingresos económicos porque la audiencia se está mudando a las plataformas virtuales de entretenimiento por streaming, el pacto educativo articulado por Esteban Moctezuma para que sean el vehículo central de la estrategia de Aprende en Casa II para el ciclo escolar 2020-2021, le da un giro inusitado de legitimidad ante la sociedad.

La telecracia no está salvando a la nación ni a la educación, tal cual se les quiso presentar en la conferencia mañanera del tres de agosto. Es al revés, se les está rescatando a ellos de un ciclo constante de pérdidas y de falta de credibilidad, por principio recibirán 450 millones de pesos para operar canales marginales de su programación; pero, las consecuencias económicas del rescate moral se vieron reflejadas al día siguiente de haberse presentado el acuerdo educativo, en la bolsa de valores el Grupo Televisa repuntó 11.42% en sus acciones, mientras que TV Azteca lo hizo con un 10.59%.

Lo que pudo ser una decisión de Estado legítima, necesaria y emergente para hacer uso de la infraestructura de las televisoras y ponerlas al servicio de la educación pública, derivó en otro acuerdo cupular entre el gobierno y la oligarquía nacional, al margen de las y de los maestros, con mayores beneficios para el empresariado. Hay que decirlo claro y fuerte, escolarizar por medio de la televisión no es educación, es privatizar la escuela y hacer como que el sistema educativo sigue de pie. La gran tarea de educar, seguirá siendo del magisterio con un plan integral que no quedará inmóvil ante la imposición de la caja idiota.

Twitter: @levmx666

Fuente e Imagen: https://profelandia.com/la-sep-al-rescate-de-la-telecracia/

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