Entrevista a Michael Löwy: «Anticapitalismo, Ecosocialismo y Movimientos Sociales»

Por: Marxismo Crítico. 30/12/2016

El objetivo del socialismo, explica Marx, no es producir una cantidad infinita de bienes, pero sí reducir la jornada de trabajo, dar al trabajador tiempo libre para participar de la vida política, estudiar, jugar, amar. Por lo tanto, Marx proporciona las armas para una crítica radical del productivismo y, notablemente, del productivismo capitalista”.

El franco-brasileño Michael Lowy es uno de más destacados intelectuales revolucionarios a nivel mundial. Este sociólogo y filósofo marxista es uno de los principales impulsores de la alternativa Ecososcialista. En esta entrevista exclusiva para la revista “Puño y Letra” de Chile dialoga sobre el marxismo en América Latina; sobre los movimientos sociales; el nuevo internacionalismo; sobre el MIR chileno y los desafío de las y los anticapitalistas.

Marco Álvarez (MA): Michael, en tu libro El marxismo en América Latina señalas tres periodos en la historia del marxismo en la región: un “periodo revolucionario”, desde los años 20 hasta mediados de los años 30, en el que sobresalen el aporte teórico de Mariátegui y la experiencia de insurrección en El Salvador, en 1932; un “periodo estalinista”, iniciado a mediados de los años 30 hasta 1959, marcado por la hegemonía soviética; y un tercero que denominas «nuevo periodo revolucionario», iniciado con el triunfo de la revolución cubana. Continuando con esa clasificación, ¿cómo denominarías la etapa del marxismo en América Latina de los últimos 25 años y cuáles serían sus principales características?

Michael Löwy (ML): Buena pregunta…Es difícil saber si el periodo revolucionario abierto por la Revolución Cubana sigue hasta hoy, de alguna forma, o si se acabó, luego de 1990 (derrota de los Sandinistas, Acuerdos de Paz en El Salvador). Quizás el futuro nos dará la respuesta. Otra hipótesis es considerar cerrado el capítulo iniciado en 1959 y definir los últimos 25 años como «la batalla anti-neoliberal»: es un periodo en el cual se ensaya, en varios países del continente, salidas del inferno neoliberal. Una hipótesis más optimista sería hablar de un periodo de «socialismo del siglo 21», pero este es, hasta ahora, más bien un horizonte de esperanzas que una realidad social. Lo que caracteriza este periodo es: 1) la gran dispersión de la referencia marxista, que ya no es limitada a las corrientes «clásicas» de la izquierda; 2) la victoria electoral de la izquierda en la mayoría de los países, pero con una diferenciación muy clara entre los gobiernos social-liberales (Brasil, Uruguay, Chile) y los anti-imperialistas (Venezuela, Bolivia, Ecuador), con varias situaciones intermedias.

MA: En el prefacio a la reedición del libro La teoría de la revolución en el joven Marx, te refieres a las «numerosas lagunas, limitaciones e insuficiencias de Marx y la tradición marxista» y sugieres corregirlas «por medio de un comportamiento abierto, una disposición a aprender y a enriquecerse con las crítica y aportes de otros sectores». En ese contexto, ¿cómo se expresaría este comportamiento abierto y cuáles son esos «otros sectores» claves para corregir la teoría marxista y sus aportes?

ML: En primer lugar, creo que nosotros, los marxistas, tenemos que estar dispuestos a aprender con los movimientos sociales: sean los más « clásicos », como el movimiento obrero y el campesino, o los más « heterodoxos » como el feminismo, el indigenismo, las redes de lucha en contra del racismo. Se trata, en estos últimos casos, de problemáticas -las formas no clasistas de opresión- poco desarrolladas en la tradición marxista. Vale la pena también «revisitar» las otras corrientes revolucionarias del socialismo -incluyendo las que Marx y Engels ya habían «refutado»- como los socialistas utópicos, los anarquistas y lo que yo llamaría «socialistas románticos»: William Morris, Georges Sorel, Charles Péguy. Tenemos también que estar abiertos a los aportes del pensamiento social no marxista, de Max Weber a Sigmund Freud, o de Karl Mannheim a Hannah Arendt, lo que no significa, por supuesto, aceptar todos sus planteamientos.

Pero pienso que la principal insuficiencia de la tradición marxista -aun si se encuentran algunos elementos importantes sobre esta temática en la obra de Marx y Engels- es la cuestión ecológica. Una reflexión marxista en el siglo XXI tiene que darle una importancia central a la amenaza que representa, para la humanidad, el proceso de destrucción capitalista acelerada del medioambiente y de los equilibrios ecológicos (cambio climático); esto implica una revisión de la visión tradicional del «desarrollo de las fuerzas productivas» y del mismo socialismo. El concepto de «ecosocialismo» busca traducir esta nueva visión ecológica y anti-productivista de la revolución socialista.

MA: En Chile, desde 2011, nos encontramos con un fuerte protagonismo de los movimientos sociales, como el estudiantil, los regionalistas, etc. ¿Qué valoración haces de estos movimientos sociales y cuál debe ser, a tu juicio, la relación entre estos y las organizaciones anticapitalistas?

El movimiento de la juventud estudiantil en Chile, y la lucha de los Mapuche, son algunos de los movimientos sociales más importantes de América Latina en los últimos años. Creo que los anticapitalistas deben apoyar sin reservas estas movilizaciones, tratando de impulsar su dimensión antisistémica y haciendo propuestas concretas que se enfrenten con la lógica del capitalismo neoliberal.

MA: Dos de los referentes históricos del marxismo que tú has estudiado a cabalidad son Walter Benjamín y Rosa Luxemburgo. ¿Cuáles serían, en la actualidad, los principales aportes al marxismo de estos dos referentes?

ML: Lo que tienen en común los dos es el énfasis en la lucha de clases como eje central del pensamiento y de la acción marxistas. Rosa Luxemburgo representa una de las formas más radicales de la filosofía de la praxis: es en la acción colectiva, en la lucha, que se desarrolla la consciencia de clase, y la autoorganización de los oprimidos. Por esto, la democracia, es decir, la participación efectiva de la clase explotada en las decisiones, es una condición fundamental del proceso de transformación revolucionaria de la sociedad.

Walter Benjamin se propuso entender la historia «a contrapelo» del punto de vista de los oprimidos. Desde esta perspectiva, rechaza la visión burguesa –compartida por buena parte de la izquierda- de la historia como «Progreso». Para él, la revolución no es la conclusión de una larga evolución «progresista», sino la interrupción de la cadena milenar de la dominación.

MA: Muy pronto publicaremos a través de la nueva editorial “Sylone” el libro Los Trotskismos, de Daniel Bensaïd. Tú militaste junto a este autor en las filas del trotskismo durante muchos años. ¿Cuál es, a tu parecer, el principal legado teórico de Bensaïd?

ML: Son muchos los aportes de Daniel Bensaïd, pero el que más importante me parce es su planteo –inspirado por Pascal y por los trabajos del marxista heterodoxo de Lucien Goldmann- de la revolución como «apuesta melancólica». Apuesta, porque no hay ninguna certeza del triunfo del socialismo, de la emancipación de los oprimidos; el revolucionario solo puede apostar en un futuro posible, jugándose su vida y su acción en esta esperanza, corriendo el riesgo de la derrota. Y «melancólica» porque hasta ahora los grandes revolucionarios –Rosa Luxemburgo, León Trotsky, Che Guevara, Miguel Enríquez– fueron derrotados y asesinados.

MA: También has escrito bastante sobre el Che Guevara. ¿Dónde crees tú que se encuentra la vigencia de su pensamiento?

ML: Por una parte, en su planteo estratégico: «no hay otra revolución que hacer, o revolución socialista o caricatura de revolución». Por otra parte, en su tentativa, durante su estadía en Cuba, de proponer un camino hacia el socialismo alternativo al modelo soviético, con mayor democracia y un contenido ético comunista. Es un error reducir Guevara al «guerrillero heroico»: fue uno de los pensadores marxistas más importantes de América Latina. Su humanismo marxista tiene su máxima expresión en su internacionalismo, en la convicción de que un comunista tiene que sentir como una agresión personal un golpe que atinge a un luchador en cualquier país del mundo.

MA: Siempre has sido internacionalista. ¿Existe un nuevo internacionalismo? ¿De qué formas se expresa hoy este nuevo internacionalismo?

ML: Me parece que el nuevo internacionalismo, tal como se presenta en movimientos como Vía Campesina, o en iniciativas como el altermundialismo, o en los levantes de los «indignados», tiene un contenido anticapitalista y/o antisistémica. Ya no plantea, como en los años 60, la «solidaridad» con las luchas del Sur, sino una alianza entre movimientos del Norte y del Sur en contra de sus enemigos comunes: el neo-liberalismo, el FMI, la Banca Mundial, las multinacionales, el imperialismo. Los herederos de las mejores tradiciones del internacionalismo del pasado –los anarquistas, los marxistas de la IV Internacional, los guevaristas– participan en las movilizaciones del nuevo internacionalismo.

MA: Tú eres uno de los grandes impulsores de la alternativa Ecosocialista, el libro ¿Qué es el Ecosocialismo?, recopila varios artículos tuyos sobre la materia. Al respecto, ¿podrías explicar brevemente qué es el Ecosocialismo y cuáles son sus principales fundamentos teóricos?

ML: El ecosocialismo se reclama de la herencia marxista, de la crítica de la economía política capitalista por Marx y del programa socialista. Al mismo tiempo, se disocia de las vertientes productivistas del marxismo –que han predominado en el curso del siglo XX– y rompe con el modelo soviético (antidemocrático y antiecológico) de pretensa «construcción del socialismo».

Muchos ecologistas critican a Marx por considerarlo un productivista. Tal crítica nos parece equivocada: al hacer la crítica del fetichismo de la mercancía, es justamente Marx quien coloca la crítica más radical a la lógica productivista del capitalismo, la idea de que la producción de más y más mercancías es el objeto fundamental de la economía y de la sociedad.

El objetivo del socialismo, explica Marx, no es producir una cantidad infinita de bienes, pero sí reducir la jornada de trabajo, dar al trabajador tiempo libre para participar de la vida política, estudiar, jugar, amar. Por lo tanto, Marx proporciona las armas para una crítica radical del productivismo y, notablemente, del productivismo capitalista. En el primer volumen del El Capital, Marx explica cómo el capitalismo agota no sólo las fuerzas del trabajador, sino también las propias fuerzas de la tierra, extinguiendo las riquezas naturales. Así, esa perspectiva, esa sensibilidad, está presente en los escritos de Marx, sin embargo, no ha sido suficientemente desarrollada.

Una reorganización del conjunto de modos de producción y de consumo es necesaria, basada en criterios exteriores al mercado capitalista: las necesidades reales de la población y la defensa del equilibrio ecológico. Esto significa una economía de transición al socialismo ecológico, en la cual la propia población –y no las «leyes de mercado» o un Buró Político autoritario– decidan, en un proceso de planificación democrática, las prioridades y las inversiones. Esta transición conduciría no sólo a un nuevo modo de producción y a una sociedad más igualitaria, más solidaria y más democrática, sino también a un modo de vida alternativo, una nueva civilización ecosocialista más allá del reino del dinero y de la producción al infinito de mercancías inútiles.

MA: ¿Cuáles serían, en tu opinión, las principales tareas de las y los militantes ecosocialistas en los países de América Latina?

ML: Participar en todas las luchas y movilizaciones socioecológicas, de los indígenas y campesinos en contra de la furia destructora del agronegocio y de las multinacionales, de la juventud y la población de la periferia por el transporte público gratuito, etc. En el seno de estas luchas contribuirá la toma de consciencia anticapitalista y presentar, a la vez, propuestas concretas y una perspectiva alternativa radical, el ecosocialismo.

MA: Para finalizar, en nombre de Puño y Letra, la revista de reflexión de la Izquierda Anticapitalista Chilena, podrías referirte a la importancia que en la actualidad adquiere la unidad de las y los anticapitalistas.

ML: Me permito citar un hermoso artículo de José Carlos Mariátegui para el Primero de Mayo del 1924: «Una variedad de tendencias y grupos bien definidos y distintos no es un mal; al contrario, es una señal de un periodo avanzado en el proceso revolucionario. Lo que importa es que esos grupos y esas tendencias sepan cómo actuar en conciliación frente a la realidad concreta del día a día. (…) Que no empleen sus armas (…) para herirse el uno al otro, pero sí para combatir el orden social, sus instituciones y sus crímenes».

Es importante constituir, en un primer momento, un Frente Único de las y los anticapitalistas, en base a tareas concretas de la lucha social y ecológica; y, en un segundo momento, tratar de crear, por la convergencia de múltiples corrientes, una Federación Anticapitalista capaz de actuar con una perspectiva de transformación revolucionaria de la sociedad.

Fuente:https://marxismocritico.com/2014/12/15/anticapitalismo-ecosocialismo-y-movimientos-sociales/

Fotografía:Marxismo crítico

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«Conocimiento y cambio»: La estratificación del trabajo bajo el Capitalismo Global.

Por: Marxismo Crítico. 23/11/2016

Zak Cope es el autor de Divided World, Divided Class: Global Political Economy and the Stratification of Labour Under Capitalism (Mundo dividido, clase dividida: Economía política global y estratificación del trabajo bajo el capitalismo), obra publicada el pasado Agosto por Kersplebedeb Presscomo parte de su reciente lanzamiento de las series Kalikot. El libro “traza la historia de la “aristocracia obrera” en el sistema capitalista mundial, desde sus raíces en el colonialismo hasta su nacimiento y finalmente maduración en una clase media de pleno derecho en la era del imperialismo. Argumenta que el chauvinismo nacional, racial y cultural en los países capitalistas centrales no es principalmente atribuible a la “falsa conciencia de la clase”, adoctrinamiento ideológico o la ignorancia tanto como la izquierda o el pensamiento liberal asume. Más bien, estas y otras formas relacionadas de fanatismo son expresiones concentradas de los principales estratos sociales del interés económico que comparten las naciones capitalistas principales en la explotación y la represión de las naciones dependientes.

Recientemente tuve la ocasión de entrevistar al Dr. Cope sobre el proyecto.

Nikolai Brown para Anti-Imperialism.com: Saludos y gracias por la entrevista.

Dr. Zak Cope: Es un placer. Gracias por vuestro interés.

NB: Lo primero que quisiera preguntarte es sobre el libro en sí. ¿Para quién lo escribes y por qué; y qué puede esperar encontrar leyendo el libro alguien que quizás solamente está descubriendo el tema?

Creo que las ideas que se discuten en el libro son accesibles y de gran interés para cualquiera que se interese por las relaciones internacionales, pobreza y desigualdad. Además de académicos y estudiantes que investigan en el campo de la economía política, estudios de desarrollo, y la historia de los movimientos obreros y socialistas, espero que el libro tenga cierto atractivo entre profesores, lectores, funcionarios públicos, trabajadores sociales, consejeros, políticos profesionales, anticapitalistas, antirracistas y activistas de liberación nacional, y cualquiera interesado en entender y cambiar el mundo extremadamente desigual e inhumano en el que vivimos. Sobre todo, espero que el libro tenga atractivo para la gente angloparlante in países en desarrollo y gente oprimida en los países desarrollados. Lo ideal es que el libro sea de interés, al menos, para las personas que trabajan en este último también.

Creo que la gente descubrirá tres cosas que no destacan frecuentemente en el libro. En primer lugar, que las depredaciones del colonialismo y esclavitud aportaron no sólo el impulso histórico para el crecimiento del capitalismo y el nacimiento de la clase obrera como tal, sino que también fue una fuente importante de alimento, oportunidades de empleo y terreno para la mano de obra metropolitana. En segundo lugar, el libro recalca un cambio histórico mediante el cual la mano de obra metropolitana depende en primer lugar de la mano de obra colonial para su existencia, después, más tarde, para su sustento cada vez mayor, y finalmente, ahora, de la mano de obra neo-colonial para todo su estilo de vida. En tercer lugar, el libro muestra que las tareas que enfrentan los trabajadores de los países desarrollados no son las mismas que enfrentan los trabajadores de países no desarrollados. Este hecho puede parecer obvio, pero el libro va más allá y muestra que hay una contradicción muy arraigada entre los objetivos e intereses de las respectivas fuerzas de trabajo, como se demuestra en los contratos laborales activos de los trabajadores metropolitanos en la política colonial y neo-colonial.

NB: ¿Cuál fue tu motivación para escribir este libro? ¿Cómo te topas con este tema y qué te llevó a investigarlo?

Tuve tres motivaciones iniciales. La primera es averiguar es por qué los trabajadores en los países ricos parecen haber abandonado el socialismo. Como muestra brillantemente Donald Sasoons en su libro “Cien años de socialismo”, la clase obrera de los países imperialistas lleva un siglo luchando por regular y socializar el capitalismo, no por sustituirlo. Si es cierto que el capitalismo es inherentemente explotador y opresivo, ¿Porqué los trabajadores de los países ricos se han contentado con él?. Es más, ¿Cómo es que los trabajadores de los países desarrollados tienen bastante más que perder, como escribió Marx, que las cadenas?

Mi segunda motivación era confrontar a aquellas ideologías en la izquierda que buscan explicar este fenómeno (éstas son por lo general conservadurismo aburguesado de la clase obrera metropolitana). Así que, para gran parte de la izquierda, es su militancia, su productividad o una combinación de ambas lo que explica la relativa influencia del laborismo metropolitano. Paradójicamente, la izquierda occidental busca explicar el conservadurismo de la clase obrera de una forma distinta. Afirman que la razón del éxito de las políticas conservadoras y ultrareaccionarias del laborismo metropolitano tienen tanto éxito debido al lavado de cerebro ejercido por el aparato ideológico del Estado (intentando justificarlo en referencia a la inseguridad laboral, la precariedad y cosas por el estilo).

En resumen, para gran parte de la izquierda, su falsa conciencia de clase ha hecho que la clase obrera occidental prefiera la socialdemocracia, el corporativismo y el nacional chovinismo (predicando una alianza con la clase capitalista y sus representantes) al socialismo.

Finalmente, y más fundamental, el libro fue motivado por un deseo de recuperar la perspectiva internacionalista tan renegada por un marxismo lleno de pernicioso eurocentrismo. En este sentido, el libro fue motivado por una gran oposición al colonialismo y al imperialismo, que son los verdaderos causantes del aburguesamiento, del reformismo y racismo.

El libro es una continuación de mi anterior investigación a la que yo llamo la economía política de la intolerancia. Mi primer libro, Dimensiones de prejuicios (Peter Lang, 2008) mostró que las creencias dogmáticas irracionales son expresiones de prejuicios estructurados socialmente. Sostuve que creencias sobre la religión, el género, la raza y la cultura no son simples productos de la ignorancia individual o de la falta de educación, pero si el resultado ideológico de varios productos relacionados (patriarcado, supremacía blanca, capitalismo). El nuevo libro añade sustancia al antiguo análisis mostrando que la división entre países ricos y países pobres la trajo el colonialismo y el imperialismo, y el imperialismo en la actualidad es la mayor relación entre diversos productos que moldean el punto de vista de la población. Ideas sobre las masas a punto de dar un salto revolucionario que sólo son detenidas por un sindicato corrupto o un liderazgo político contaminado con propaganda capitalista están constantemente siendo usadas por la izquierda occidental.

A pesar de ello la clase obrera ignora tanto el factor político e histórico del conservadurismo laborista, así como los hechos (paralelos) económicos del aburguesamiento. En resumen, ignora la desigualdad histórica creada por el colonialismo y el imperialismo.

NB: ¿Cuán importante es para los movimientos radicales, emancipatorios o socialistas actuales entender el papel histórico y el rol de la aristocracia obrera? ¿Qué tipo de errores pueden verse como consecuencia de la incapacidad para comprender esta realidad social?.

Hay serios problemas asociados con la incapacidad de entender cómo afecta el imperialismo a la estructura global de clases.

Primero, los trabajadores del Tercer Mundo deben tener cuidado cuando las organizaciones líderes políticas e ideológicas del Primer Mundo declaran ayudarles. Los trabajadores y sus representantes de los países en desarrollo han de estudiar a fondo el carácter tan arraigado que la izquierda del Primer Mundo dejó en todas y cada una de sus manifestaciones, a fin de que puedan formular o diseñar independientemente sus propias estrategias.

En segundo lugar, las escasas reivindicaciones en los países imperialistas de los intereses de los propios trabajadores ha dado históricamente como resultado el tradeunionismo reformista (sindicalismo) y un mayor descenso al nacional-chovinismo. Hasta ahora mientras los trabajadores metropolitanos exigen mayores salarios, los monopolios del trabajo y el proteccionismo industrial se sostienen a expensas de los trabajadores y campesinos del Tercer Mundo y sólo sirven para formar una subsección de la fuerza de trabajo internacional dependiente del imperialismo.

Tercero, comprender como se forma la aristocracia obrera significa entender el imperialismo, y viceversa.

No es casualidad que las organizaciones que no entienden el aburguesamiento de los obreros rebajen por completo la importancia del imperialismo. Incluso las organizaciones socialistas nominalmente enfrentadas al imperialismo fracasan en sus objetivos con frecuencia. Así pues, un grupo de organizaciones socialistas dan prioridad al pacifismo y a la oposición al militarismo, equiparando el imperialismo con el ejercicio de la fuerza bruta contra una o más naciones soberanas. Su papel puede ser una administración en particular o una política exterior. Incluso puede ser el complejo militar-industrial. O bien, el imperialismo podría oponerse a la supuesta ganancia de beneficios de un puñado de banqueros ultramillonarios e inversores extranjeros (incluso, a la máxima, un puñado de bien pagados burócratas sindicalistas y profesionales muy cualificados). En este caso, sólo un 1-5% de los más ricos de la sociedad son vistos como los defensores del capital monopolista.

En cambio, el enfoque multi-facético expuesto en mi libro es tratar el imperialismo envolviendo la transferencia de plusvalor de un país a otro y de un país imperialista como un importador neto de la plusvalía. Sólo este enfoque nos permite medir realmente el tamaño y los límites de la aristocracia obrera y , por tanto, las posibilidades concretas de la creciente oposición efectiva al capitalismo y a sus pilares militares legales, financieros y políticos.

NB: ¿Qué implicaciones y consecuencias tiene el entendimiento de la división del trabajo bajo el capitalismo en las economías centrales, semicentrales y periféricas para la praxis radical y revolucionaria?

En los países desarrollados, una comprensión exacta de la división del trabajo bajo el capitalismo debe tener un impacto en los objetivos, estrategias y tácticas de los movimientos comprometidos con un progreso social real, tanto globalmente como a nivel nacional.

Afortunadamente, el análisis del libro habla por sí solo sobre las conclusiones políticas, especialmente sobre las posibilidades de organizar la oposición al capitalismo en las naciones centrales.

No deseo sonar desanimado con respecto a los que los trabajadores en los países imperialistas han de hacer o buscan hacer, pero lo que debe evitarse es el pronóstico de auto-derrota y mandatos moralistas sin tener en cuenta las condiciones sociales. En los llamados países “en vías de desarrollo”, el principal foco de lo que llamamos “praxis radical y revolucionaria” ha sido evidente durante bastante tiempo. Lo que no ha estado ( o ha sido tan evidente) claro, yo creo, es la extensión en la cual los rivales del imperialismo han confrontado al Primer Mundo como un todo, y no sólo sus miembros más ricos y poderosos.

NB: En los últimos años, parece haber habido un resurgimiento en el discurso sobre la estratificación de la mano de obra. Dentro de este contexto, ¿Qué esperas conseguir con este libro?

Creo que tienes razón en que estos debates cobran relevancia de nuevo, gracias al esfuerzo de grupos como el tuyo.

Espero que el libro pueda ser útil para proporcionar una serie de argumentos a las personas interesadas en desafiar el primermundismo predominante en la izquierda y, por ende, una mejor praxis por su parte. Espero, también, que el libro estimule la necesaria investigación sobre la transferencia del valor en el imperialismo. Hay varias áreas importantes de investigación en el libro sobre cómo debe abordarse un análisis completo de cómo funciona el imperialismo. Por ejemplo, ¿ Cómo la transferencia del valor global descrita en el libro se relaciona con la infravaloración de las divisas del Tercer Mundo en términos de adquisición paritaria?, ¿Cómo se relaciona esto a “la guerra del petrodolar” (ya sea la denominación de la venta del petróleo en dólares de Estados Unidos obligando a los países a tener reservas de dólares, por lo tanto, creando una demanda consistente de dólares y aumentando la presión al valor del dólar, sin importar las condiciones económicas en Estados Unidos)?, ¿Cuáles han sido las consecuencias de la recesión actual en relación con el imperialismo y qué papel ha jugado el imperialismo en la precipitación de la recesión?, ¿Qué métodos y medios alternativos hay para calcular la transferencia de valor desde los países del Sur Global hasta los países imperialistas? Mi libro ha de considerarse un trabajo en progreso, en todos los aspectos.

NB: Pienso que no ves un gran potencial revolucionario o progresivo en las luchas de las masas en los países imperialistas. De todas maneras, realmente me pregunto qué tipo de efectos podría tener en los movimientos más amplios contra el imperialismo una discusión más extensa, sistemática y hermética sobre la economía política global dentro o en los márgenes de las economías imperialistas. ¿Qué importancia ves en las amplias discusiones que exponen estas cuestiones aunque por el momento éstas estén ocurriendo principalmente entre las personas angloparlantes en los países en vías de desarrollo y masas oprimidas en los países desarrollados?. En otras palabras, crees que si los debates acerca de cómo están construidas las clases ganasen más popularidad, incluso entre la gente que se encuentra alienada de las luchas cotidianas de la mayoría explotada, podría lograrse un entendimiento más correcto por ósmosis?. Si suficientes personas empiezan a poner encima de la mesa estos temas de manera crítica, incluso en los idiomas imperialistas (inglés, francés, español), ¿En algún momento podrán formarse grupos nominalmente revolucionarios o marxistas en el Tercer Mundo, algunos de los cuales emprendan luchas armadas contra los Estados neocoloniales?. O bien, dado el compromiso más amplio en estos temas de un sector de la izquierda inglesa ¿Alentar o impulsar a los grupos de la periferia a que tomen o adopten una posición más clara?

De lo contrario, ¿Qué piensas de la posible importancia que pueda tener la discusión de estos temas en vuestro más amplio público? Por último, ¿Cómo encaja el marxismo en vuestro análisis?, y ¿Qué opinas de su significado más amplio con respecto a las tendencias ideológicas como el anarquismo o el islam radical?

En primer lugar, vale la pena mencionar que no son estas ideas sobre la estructura global de clase, como algunos podrían suponer, tan ajenas a los revolucionarios del Tercer Mundo. Kwane Nkrumah, M.N.Roy, Sultan Galyev, Julius Nyere y el Che Guevara son solo algunos de los revolucionarios de las naciones periféricas quienes en su momento u otro han abrazado la idea de que los trabajadores de las naciones centrales estaban recibiendo una parte de la plusvalía arrancada de sus países. (Esto no significa un reconocimiento de cualquiera de las líneas políticas de estos hombres, por cierto). Hoy hay indicios de señales positivas en que los movimientos del Sur Global son cada vez más conscientes del papel que juegan los Partidos y corporaciones conservadoras en los países dominados por el Norte.

En este sentido, estoy de acuerdo en que los sólidos estudios de clases realizados en los países desarrollados pueden servir para fortalecer y espolear a los trabajadores y activistas de la periferia decididos a romper con el imperialismo, incluyendo a sus abanderados de izquierda.

De manera más general, creo que es de vital importancia el que estos temas sean discutidos con el objetivo de aclarar el potencial intrínseco a las diversas luchas sociales, donde quiera que puedan estar sucediendo. Por ejemplo, qué debemos concluir sobre la lucha por la redistribución de la riqueza en el 1% de la población estadounidense, cuando uno de cada diez del restante 99% son millonarios y el resto están en el 10-15% mundial salarial?, ¿Qué debemos decir sobre esos grupos en la izquierda que buscan organizar desde la raíz la oposición al neoliberalismo, aunque alguno de los más famosos partidos anti-neoliberales son fascistas?. Por supuesto, lo mismo vale para el movimiento antiglobalización.

La pregunta para las personas preocupadas con la desigualdad global, incluyendo la desigualdad dentro de la clase obrera es ¿Qué cantidad de la riqueza procedente del imperialismo debemos redistribuir, políticamente hablando?, ¿Qué tiene de positivo la socialización del imperialismo?. Si podemos mostrar como gran parte de la riqueza de los países del Primer Mundo depende de la sobreexplotación, conseguimos ampliar el horizonte social, político y económico de la realidad actual.

El marxismo enseña que la conciencia no determina el ser social (la vida) sino, más bien, el ser social determina la conciencia. Esto significa simplemente que las ideas acerca de lo inhumano de grandes grupos de personas, o nuestro trato con total o absoluto desprecio no caen básicamente del cielo. Son el producto de ciertas condiciones de vida, principalmente, predominan las ideas en la forma que tienen las sociedades de organizar su producción. A lo largo de cientos de años, la producción en las principales naciones se ha organizado sobre bases capitalistas, a las que el marxismo ha proporcionado la más profunda crítica científica. Hoy en día, el capitalismo se ha convertido en algo global, pero el marxismo ha fallado en estar a la altura. Desde mi punto de vista, esto se debe al fenómeno expuesto en el libro, a saber el aburguesamiento ocasionado por un imperialismo específicamente capitalista. Sin embargo, utilizando los conceptos (teoría del valor) y métodos (materialismo dialéctico) desarrollados por el marxismo podemos llegar a ver las raíces materiales, sin duda, mucho más de lo que fueron capaces las doctrinas religiosas y cuasi-religiosas como el Islam o el anarquismo.

NB: Dado lo controvertido que son estos puntos de vista, ¿Cómo han sido acogidos en la Academia y en la izquierda más amplia?

Si ideas como las del libro tienen vigencia en alguna parte, diría que es dentro de la Academia y, en algunos sectores de la izquierda. Sin embargo, en general, la Academia y la izquierda son totalmente hostiles a las ideas que se sostienen en el libro. Para un gran número de socialistas la clase obrera se ha convertido en una vaca sagrada. Y ninguna de todas las manifestaciones chovinistas de los trabajadores metropolitanos debe explicarse, inmediatamente, como culpa suya. Se admite al menos tácitamente que los trabajadores de los países desarrollados son incapaces de actuar de manera racional en sus intereses. A toda costa, nunca debe admitirse por parte de la izquierda que las luchas económicas de la clase obrera occidental en los países desarrollados sólo puedan, en última instancia, tener éxito a expensas de las naciones explotadas. Las personas y los grupos con perspectivas como las mías son criticadas por romper la conexión orgánica entre las luchas del Tercer Mundo y las de los países imperialistas. Esto es así cuando es imposible ver cualquier vínculo entre, por ejemplo, la lucha palestina por su condición de Estado y la lucha de los trabajadores del Reino Unido por salarios más altos o el monopolio de puesto de trabajo vis a vis de mano de obra extranjera.

Se muestra incluso cuando los propios trabajadores no tienen aparente simpatía e incluso indiferencia hacia las luchas de liberación nacional y extranjeras. Lamentablemente, hasta ahora no ha habido realmente un análisis suficientemente sólido y riguroso de la estratificación laboral en la economía mundial capitalista. Este hecho ha facilitado la marginación académica de análisis como el mío, pero esto no lo explica por completo.

El hecho es que, tal y como digo en mi libro, tanto si es por razones de autopreservación institucional, falso cosmopolitanismo bien intencionado o declarada predisposición conservadora, mediante la presentación de la bifurcación de la fuerza de trabajo mundial entre ricos y pobres como resultado de la natural e inevitable de las diferencias nacionales en eficiencia económica, logros educativos y normas culturales, la izquierda occidental, incluyendo a la académica, promulga efectivamente (con eficiencia) una mitigante -pero que sirve a su propio interés- ideología que oculta la estructura imperialista subyacente en la economía política internacional. Esto ha de ser confrontado.

Con todo lo dicho, estoy encantada de que el libro haya sido recogido por la prensa de Kersplebedeb Press como parte de su serie de libros Kalikot. Kersplebedeb publica y distribuye una amplia gama de trabajos de gran utilidad.

NB: ¿Hay otros proyectos o libros que estés trabajando y a los que debamos estar atentos? ¿Cuál es el siguiente?

En estos instantes, estoy preparando un par de ensayos para su publicación. Con suerte, al menos uno verá la luz este año. De lo contrario, tengo material sobre la historia del movimiento obrero alemán sobre el que puedo escribir un libro. También estoy pensando en hacer un estudio más a fondo sobre las condiciones políticas y económicas actuales en Irlanda. Me gustaría animar a todos ustedes, lectores, para mantener su estudio y añadir más sustancia al análisis desarrollado en el libro.

Fuente: https://marxismocritico.com/2016/10/31/conocimiento-y-cambio/

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«Lo que todo ambientalista necesita saber sobre el Capitalismo»: Fred Magdoff y John Bellamy Foster

Por: Marxismo Crítico. 

Ha llegado el momento de que aquellos preocupados por el destino de la Tierra enfrenten los hechos: no sólo la grave realidad del cambio climático sino también la acuciante necesidad de un cambio en el sistema social. La incapacidad de arribar a un acuerdo sobre el clima global en Copenhague en diciembre de 2009 no fue únicamente una simple abdicación de liderazgo mundial, como se ha sugerido frecuentemente, sino que tuvo raíces más profundas en la inhabilidad del sistema capitalista para lidiar con la creciente amenaza a la vida en el planeta. El conocimiento de la naturaleza y los límites del capitalismo, y los medios para trascenderlo, tienen entonces importancia vital. En palabras de Fidel Castro en diciembre de 2009: “Hasta hace muy poco se discutía sobre el tipo de sociedad en que viviríamos. Hoy se discute si la sociedad humana sobrevivirá”.

I. La crisis ecológica planetaria

Existe abundante evidencia de que los humanos han causado daño ambiental durante milenios. Problemas por deforestación, erosión de suelos, y salinización de suelos irrigados se remontan a la antigüedad. Platón escribió en Critias:

“Nuestra tierra ha venido a ser, en comparación con la que fuera entonces, como el esqueleto de un cuerpo descarnado por la enfermedad. Las partes grasas y blandas de la tierra se han ido en todo el derredor, y no queda más que el espinazo desnudo de la región. Pero, en aquellos tiempos, cuando estaba aún intacta, tenía como montañas, elevadas ondulaciones de tierra; las llanuras que hoy día se llaman campos de Feleo, estaban cubiertas de glebas grasísimas; sobre las montañas había extensos bosques, de los que aún quedan actualmente huellas visibles. Pues, entre estas montañas que no pueden alimentar ya más que las abejas, las hay sobre las que se cortaban, no hace aún mucho tiempo, grandes árboles, aptos para levantar las mayores construcciones, cuyos revestimientos aún existen. Había también multitud de altos árboles cultivados, y la tierra brindaba a los rebaños unos pastos inagotables. El agua fecundante de Zeus que caía cada año sobre ella, no corría en vano, como actualmente para irse a perder en el mar desde la tierra estéril: la tierra tenía agua en sus entrañas, y recibía del cielo una cantidad que ella había hecho impermeables; y ella conducía también y desviaba por sus anfractuosidades el agua que caía de los lugares elevados. De esta manera, por todas partes se veían rielar las generosas corrientes de las fuentes y los ríos.
Respecto de todos estos hechos, los santuarios que en nuestros días aún subsisten en honor de las antiguas fuentes, son un testimonio fehaciente de que esto que acabamos de contar es verídico”.

Lo que es diferente en nuestra era actual es que existen muchos más de nosotros habitando la Tierra, que tenemos tecnologías que pueden ocasionar daños mucho peores y hacerlos más rápido, y que tenemos un sistema económico que no conoce límites. El daño que se está haciendo se encuentra tan extendido que éste no sólo degrada ecologías locales y regionales, sino que también afecta el medio ambiente planetario.

Existen muchas sólidas razones para que, junto a muchas otras personas, nos preocupemos sobre la vigente y rápida degradación del medio ambiente de la Tierra.

El calentamiento global, ocasionado por el aumento inducido de gases de efecto invernadero (CO2, metano, N2O, etc.), se encuentra en proceso de desestabilizar el clima mundial –con horrendos efectos para la mayoría de las especies en el planeta y la humanidad misma con cada vez más seguridad. Cada década es más cálida que la anterior, con 2009 alcanzando el nivel del segundo año más cálido (2005 se encuentra primero) en los 130 años de registros instrumentales de la temperatura a nivel mundial.[3] El cambio climático no ocurre de forma gradual, linear, sino que es nolinear, con todo tipo de retroalimentaciones que lo amplifican y puntos de no retorno.

Existen claros indicios de los problemas que nos deparará el futuro. Éstos incluyen:

– Derretimiento del hielo del Océano Ártico durante el verano, que reduce el reflejo de la luz solar al reemplazar el hielo blanco por el océano oscuro, y por lo tanto, aumentando el calentamiento global. Satélites muestran que el remanente del hielo ártico durante el verano se redujo en un 40 por ciento en 2007 respecto de fines de la década de 1970, cuando comenzaron las mediciones precisas.

– La eventual desintegración de las capas de hielo de Groenlandia y la Antártida, ocasionada por el calentamiento global, ocasiona aumentos en los niveles de los océanos. Inclusive un aumento del nivel del mar de entre 1-2 metros podría ser desastroso para cientos de millones de personas habitando países que se encuentran a nivel del mar como Bangladesh y Vietnam, y varios estados insulares. Un aumento del nivel del mar a una tasa de unos pocos metros por centuria no es inusual en el registro paleoclimático, y por lo tanto debe considerarse posible, dadas las actuales tendencias de calentamiento global. Actualmente, más de 400 millones de personas viven dentro de los cinco metros sobre el nivel el mar, y más de mil millones dentro de los veinticinco metros.

– La veloz disminución de los glaciares de montaña a nivel mundial, muchos de los cuales –de continuar las actuales emisiones de gases de efecto invernadero- podrían encontrarse prácticamente (o totalmente) desaparecidos en la presente centuria. Estudios han demostrado que un 90 por ciento de los glaciares de montaña a nivel mundial ya se encuentran en franco repliegue debido al calentamiento global. Los glaciares del Himalaya proveen de agua a países con miles de millones de habitantes en Asia durante la temporada seca. Su reducción ocasionará inundaciones y agudizará la escasez de agua. El derretimiento de los glaciares de los Andes está contribuyendo a inundaciones en esa región. Pero el problema más inmediato, vigente y de largo plazo, asociado con la desaparición de los glaciares –visible hoy en día en Bolivia y Perú- es el de la falta de agua.

– Devastadoras sequías, expandiéndose posiblemente a un 70 por ciento de las tierras dentro de las próximas décadas de continuar la situación actual; ya se ha tornado evidente en el norte de India, noreste de África y Australia.

– Mayores niveles de CO2 en la atmósfera pueden incrementar la producción de algunos tipos de cultivos, pero éstos podrían verse dañados en años futuros por una desestabilización que ocasione condiciones climáticas secas o muy húmedas. Ya se han constatado pérdidas en campos de arroz en el Sureste Asiático, atribuidos a mayores temperaturas durante la noche que ocasionan disminuciones en el incremento de la respiración nocturna de la planta. Esto implica una mayor pérdida de lo producido
por fotosíntesis durante el día.

– Cambios rápidos en el clima de ciertas regiones ocasionan la extinción de especies que no pueden migrar o adaptarse, conduciendo a un colapso de todo el ecosistema que depende de las mismas, y la muerte de más especies. (Ver debajo para más detalles de la extinción de especies).

– Relacionado al calentamiento global, la acidificación del océano producto de un aumento en la absorción de carbono amenaza con el colapso de ecosistemas marinos. Recientes indicios sugieren que una acidificación del océano puede, eventualmente, reducir la eficiencia del océano en la absorción de carbono. Esto significa una potencial y más veloz acumulación de dióxido de carbono en la atmósfera, y una aceleración del calentamiento global.

Fuente: https://marxismocritico.com/2012/08/06/lo-que-todo-ambientalista-necesita-saber-sobre-capitalismo-f/

Fotografía: chiledesarrollosustentable

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“LO QUE TODO AMBIENTALISTA NECESITA SABER SOBRE CAPITALISMO”: FRED MAGDOFF Y JOHN BELLAMY FOSTER.

Por: Marxismo Crítico.

Ha llegado el momento de que aquellos preocupados por el destino de la Tierra enfrenten los hechos: no sólo la grave realidad del cambio climático sino también la acuciante necesidad de un cambio en el sistema social. La incapacidad de arribar a un acuerdo sobre el clima global en Copenhague en diciembre de 2009 no fue únicamente una simple abdicación de liderazgo mundial, como se ha sugerido frecuentemente, sino que tuvo raíces más profundas en la inhabilidad del sistema capitalista para lidiar con la creciente amenaza a la vida en el planeta. El conocimiento de la naturaleza y los límites del capitalismo, y los medios para trascenderlo, tienen entonces importancia vital. En palabras de Fidel Castro en diciembre de 2009: “Hasta hace muy poco se discutía sobre el tipo de sociedad en que viviríamos. Hoy se discute si la sociedad humana sobrevivirá”.

I. La crisis ecológica planetaria

Existe abundante evidencia de que los humanos han causado daño ambiental durante milenios. Problemas por deforestación, erosión de suelos, y salinización de suelos irrigados se remontan a la antigüedad. Platón escribió en Critias:

“Nuestra tierra ha venido a ser, en comparación con la que fuera entonces, como el esqueleto de un cuerpo descarnado por la enfermedad. Las partes grasas y blandas de la tierra se han ido en todo el derredor, y no queda más que el espinazo desnudo de la región. Pero, en aquellos tiempos, cuando estaba aún intacta, tenía como montañas, elevadas ondulaciones de tierra; las llanuras que hoy día se llaman campos de Feleo, estaban cubiertas de glebas grasísimas; sobre las montañas había extensos bosques, de los que aún quedan actualmente huellas visibles. Pues, entre estas montañas que no pueden alimentar ya más que las abejas, las hay sobre las que se cortaban, no hace aún mucho tiempo, grandes árboles, aptos para levantar las mayores construcciones, cuyos revestimientos aún existen. Había también multitud de altos árboles cultivados, y la tierra brindaba a los rebaños unos pastos inagotables. El agua fecundante de Zeus que caía cada año sobre ella, no corría en vano, como actualmente para irse a perder en el mar desde la tierra estéril: la tierra tenía agua en sus entrañas, y recibía del cielo una cantidad que ella había hecho impermeables; y ella conducía también y desviaba por sus anfractuosidades el agua que caía de los lugares elevados. De esta manera, por todas partes se veían rielar las generosas corrientes de las fuentes y los ríos.
Respecto de todos estos hechos, los santuarios que en nuestros días aún subsisten en honor de las antiguas fuentes, son un testimonio fehaciente de que esto que acabamos de contar es verídico”.

Lo que es diferente en nuestra era actual es que existen muchos más de nosotros habitando la Tierra, que tenemos tecnologías que pueden ocasionar daños mucho peores y hacerlos más rápido, y que tenemos un sistema económico que no conoce límites. El daño que se está haciendo se encuentra tan extendido que éste no sólo degrada ecologías locales y regionales, sino que también afecta el medio ambiente planetario.

Existen muchas sólidas razones para que, junto a muchas otras personas, nos preocupemos sobre la vigente y rápida degradación del medio ambiente de la Tierra.

El calentamiento global, ocasionado por el aumento inducido de gases de efecto invernadero (CO2, metano, N2O, etc.), se encuentra en proceso de desestabilizar el clima mundial –con horrendos efectos para la mayoría de las especies en el planeta y la humanidad misma con cada vez más seguridad. Cada década es más cálida que la anterior, con 2009 alcanzando el nivel del segundo año más cálido (2005 se encuentra primero) en los 130 años de registros instrumentales de la temperatura a nivel mundial.[3] El cambio climático no ocurre de forma gradual, linear, sino que es nolinear, con todo tipo de retroalimentaciones que lo amplifican y puntos de no retorno.

Existen claros indicios de los problemas que nos deparará el futuro. Éstos incluyen:

– Derretimiento del hielo del Océano Ártico durante el verano, que reduce el reflejo de la luz solar al reemplazar el hielo blanco por el océano oscuro, y por lo tanto, aumentando el calentamiento global. Satélites muestran que el remanente del hielo ártico durante el verano se redujo en un 40 por ciento en 2007 respecto de fines de la década de 1970, cuando comenzaron las mediciones precisas.

– La eventual desintegración de las capas de hielo de Groenlandia y la Antártida, ocasionada por el calentamiento global, ocasiona aumentos en los niveles de los océanos. Inclusive un aumento del nivel del mar de entre 1-2 metros podría ser desastroso para cientos de millones de personas habitando países que se encuentran a nivel del mar como Bangladesh y Vietnam, y varios estados insulares. Un aumento del nivel del mar a una tasa de unos pocos metros por centuria no es inusual en el registro paleoclimático, y por lo tanto debe considerarse posible, dadas las actuales tendencias de calentamiento global. Actualmente, más de 400 millones de personas viven dentro de los cinco metros sobre el nivel el mar, y más de mil millones dentro de los veinticinco metros.

– La veloz disminución de los glaciares de montaña a nivel mundial, muchos de los cuales –de continuar las actuales emisiones de gases de efecto invernadero- podrían encontrarse prácticamente (o totalmente) desaparecidos en la presente centuria. Estudios han demostrado que un 90 por ciento de los glaciares de montaña a nivel mundial ya se encuentran en franco repliegue debido al calentamiento global. Los glaciares del Himalaya proveen de agua a países con miles de millones de habitantes en Asia durante la temporada seca. Su reducción ocasionará inundaciones y agudizará la escasez de agua. El derretimiento de los glaciares de los Andes está contribuyendo a inundaciones en esa región. Pero el problema más inmediato, vigente y de largo plazo, asociado con la desaparición de los glaciares –visible hoy en día en Bolivia y Perú- es el de la falta de agua.

– Devastadoras sequías, expandiéndose posiblemente a un 70 por ciento de las tierras dentro de las próximas décadas de continuar la situación actual; ya se ha tornado evidente en el norte de India, noreste de África y Australia.

– Mayores niveles de CO2 en la atmósfera pueden incrementar la producción de algunos tipos de cultivos, pero éstos podrían verse dañados en años futuros por una desestabilización que ocasione condiciones climáticas secas o muy húmedas. Ya se han constatado pérdidas en campos de arroz en el Sureste Asiático, atribuidos a mayores temperaturas durante la noche que ocasionan disminuciones en el incremento de la respiración nocturna de la planta. Esto implica una mayor pérdida de lo producido
por fotosíntesis durante el día.

– Cambios rápidos en el clima de ciertas regiones ocasionan la extinción de especies que no pueden migrar o adaptarse, conduciendo a un colapso de todo el ecosistema que depende de las mismas, y la muerte de más especies. (Ver debajo para más detalles de la extinción de especies).

– Relacionado al calentamiento global, la acidificación del océano producto de un aumento en la absorción de carbono amenaza con el colapso de ecosistemas marinos. Recientes indicios sugieren que una acidificación del océano puede, eventualmente, reducir la eficiencia del océano en la absorción de carbono. Esto significa una potencial y más veloz acumulación de dióxido de carbono en la atmósfera, y una aceleración del calentamiento global.

Fuente: http://insurgenciamagisterial.com/lo-que-todo-ambientalista-necesita-saber-sobre-capitalismo-fred-magdoff-y-john-bellamy-foster/

Imagen: http://insurgenciamagisterial.com/wp-content/uploads/2016/11/chiledesarrollosustentable.jpg

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“El poder mágico del consumismo sólo se puede desarrollar sobre un desierto emotivo, un desierto social”: Entrevista a Silvia Federici

Entrevista realizada a Silvia Federici por  Beatriz Plaza y Erika González , investigadoras del Observatorio de Multinacionales en América Latina (OMAL) – Paz con Dignidad.

Escritora, activista y profesora de la Universidad de Hofstra de Nueva York, Silvia Federici es una referente en la economía feminista. Hablamos con ella durante el V Congreso Estatal de Economía Feminista [1] sobre cuestiones como el sistema capitalista, las alternativas soñadas y en marcha, la lucha salarial, el trabajo doméstico, la quema de brujas y el imaginario popular.

– ¿De qué hablamos cuando nos referimos a la economía feminista?

– La economía feminista es un proyecto con mucho coraje que se ha propuesto cambiar de manera significativa una disciplina que ha estado más comprometida con la economía capitalista que con ninguna otra. Creo que ha tenido muchos efectos importantes: el primero, someter la economía oficial a una crítica radical de su metodología, de su forma de medir, de su aplicación del método cuantitativo, del análisis de la realidad social que no se puede reducir a una fórmula matemática y de sus valores estructurales; el segundo, poner en el centro de esta deconstrucción de la economía la importancia de toda un área de actividades que definimos como reproductivas, muy importante para el movimiento feminista pero sistemáticamente desconocida y desvalorizada por la economía oficial. El cuidado, el trabajo del hogar, las relaciones familiares, sexuales o procreativas, el cuidado de los niños, el de las personas enfermas, el de los mayores… Para la economía feminista esto es fundamental, no solamente para la reproducción de nuestra vida, sino también para la producción del sistema capitalista, porque la sociedad ha sido sometida a esta producción.

Las economistas feministas hemos visto la importancia de todo este conocimiento e iniciado una investigación sobre las consecuencias y los efectos de la invisibilización. En concreto, hemos empezado un trabajo de democratización del lenguaje que ha permitido crear un espacio donde las mujeres que no son economistas expertas pueden empezar a comprender cuál es la lógica de este sistema en el que vivimos, una lógica realmente perversa.

Por ejemplo, estudios como el de Madeleine Fairbairn (sobre la medida de los estándares del PIB y sobre cómo las organizaciones internacionales y los gobiernos cuentan y excluyen el trabajo de reproducción de sus cuentas) nos han permitido comprender que el crecimiento de niños y niñas no es considerado productivo, pero fabricar las armas que los matan sí que lo es.

Gracias a estos estudios podemos entender la lógica que calificaba de perversa, porque la economía como disciplina ha creado un nudo que nos impide ver la verdad de las relaciones capitalistas. Es una red de categorías, conceptos, asuntos y asunciones que son como un muro que la gente común no puede comprender, que nos ofusca la visión. Por este motivo ha sido importante comenzar a explicar qué significan estas categorías y empezar a construir, a pensar y a imaginar la posibilidad de una alternativa.

– En este contexto, advierte sobre el peligro de que la economía feminista se convierta en una rama más de la economía. ¿Cómo cree que se podría evitar esto?

– Creo que se puede evitar si las economistas feministas trabajan en la economía como espías en un territorio hostil. No se trata de educar a las y los economistas, sino de comprender y transmitir la conciencia que pueden adquirir trabajando dentro la economía. Una vez adquirida, se podría empezar un trabajo de educación importante, porque, en mi opinión, el riesgo es dejar de pensar.

Por este motivo, creo que es importante que la economista feminista tenga su punto de referencia en los movimientos, sea como inspiración por la economía alternativa (lo que es necesario hacer a partir de la lucha o de la expresión, ya que la lucha exprime necesidades, dificultades y posibilidades), sea como guía para no olvidar por quien se escribe y por quien se hace este trabajo. El riesgo es pensar que nuestros referentes son los economistas de los institutos académicos.

Se habla de las mujeres y de la igualdad, pero después se aprueban leyes que destruyen la condición de igualdad. El reto por tanto es enseñar al sistema a ser contundente, porque muchas feministas han participado en conferencias de las instituciones y la gente identifica el feminismo como el que ha sido construido por Naciones Unidas. Es importante que las economistas feministas no repitan esto.

– ¿Qué opina sobre las potencialidades de la economía feminista?

– La economía feminista debería tener dos objetivos principales: por un lado, revalorizar el trabajo de reproducción y, por otro, demostrar la centralidad, no solamente del trabajo de cuidado. Tengo un poco de resistencia a este concepto porque durante muchos años en el movimiento feminista en el que milité nunca se habló de cuidado. El término “cuidado” es completamente nuevo, de los años 90. En los documentos feministas de los años 70 y 80 se habla de trabajo doméstico o trabajo de reproducción, pero nunca de trabajo de cuidados. ¿Por qué? ¿Cuál es para mí el problema? El problema es que se va a construir una nueva jerarquía entre las mujeres que hacen el trabajo material (limpiar la ropa o las calles) y el trabajo que se ve como más emotivo, intelectual, educativo, relacional… Por eso yo uso estos términos pero con mucha cautela, porque no me gusta separar el trabajo material del inmaterial. Para mí es muy importante demostrar la centralidad.

El trabajo de cuidados es un ejemplo paradigmático, no se puede olvidar que lo material e inmaterial es indisoluble en el trabajo que reproduce la vida de una persona. Piensa en la educación de las niñas o en la cura de los enfermos. Si sabes cómo se cura un enfermo, qué significa trabajar con una persona que no es autosuficiente, es que sabes que no se puede separar una cosa de la otra. La gran tragedia hoy es exactamente esto, la separación. Lavar, limpiar o amamantar a un niño o niña, ¿es material o inmaterial? Si piensas en el trabajo de reproducción te das cuenta de cuánta estupidez hay en esta tendencia a la separación. No me gustaría que las mujeres reprodujeran de manera indirecta esta dinámica que sitúa a los conceptos en niveles más altos o bajos según el tipo de trabajo. Conservar la naturaleza, cocinar, el trabajo sexual, hacer el amor… ¿qué es, material o inmaterial? ¿Cómo se puede separar? No, no vamos a reproducir esta visión que separa y que hemos criticado tanto en los hombres, en los intelectuales.

– Señala a los movimientos sociales como fuente de inspiración. ¿Qué fortalezas podrían aportar al sistema para hacerlo más sostenible, justo y equitativo?

– Cuando hablo de movimiento social lo hago entendiéndolo como un concepto amplio y diverso, porque hay muchos tipos de movimientos sociales y de algunos no soy muy entusiasta. Me gusta mucho lo que tantos compañeros y compañeras en América Latina dicen: “no es importante hablar de movimiento social sino de sociedades en movimiento”. Hablo de movimientos sociales muy arraigados en la sociedad, que cooperan y que miran lo que está cambiando a nivel de base. Movimientos sociales no como organizaciones separadas, sino como clave en la reflexión que está ocurriendo en varias partes del mundo y que nacen de la conciencia de que esta sociedad capitalista no nos puede garantizar nada, que no puede ofrecer prosperidad o seguridad de vida sino sólo a grupos limitados, en períodos concretos y en condiciones particulares, como ocurrió después de la II Guerra Mundial, de los años 40-50 hasta los 60-70.

Fue una época asombrosa en la que se consiguió desestabilizar el sistema gracias a los grandes movimientos sociales contra el capitalismo: la descolonización, la lucha anticolonial, las revueltas en las fábricas de los obreros industriales, el alzamiento contra la guerra del Vietnam, el movimiento feminista o el surgimiento del indigenista. Fue un período increíblemente importante que puso en crisis de manera estructural la capacidad de la sociedad capitalista de producir y reproducirse. El proceso de globalización, la intención de cambiar el mundo de las bases durante los años 80-90, fue la respuesta del sistema.

Hay una gran conciencia sobre el hecho de que el capitalismo puede conceder la prosperidad o el nivel adecuado de vida solamente en condiciones particulares. En este contexto, es importante comprender y analizar lo que es el consumismo, producto directo de un gran empobrecimiento social. Si tienes una vida rica desde el punto de vista emocional, con buenas relaciones sociales, no te pierdes por una camiseta. El poder mágico de las cosas, es un poder que se puede desarrollar sólo sobre un desierto emotivo, un desierto social.

Un gran número de poblaciones ya se sienten excluidas porque han sido expulsadas de sus tierras, de sus trabajos, de sus salarios…. Por eso están intentando crear formas diferentes de vida, organizándose de formas diversas. Los movimientos sociales que tienen sus raíces y sus cimientos en estas poblaciones son los más importantes.

Los movimientos feministas populares de América Latina son los movimientos que el capitalismo reprime. Me refiero a los que tienen como punto de referencia las grandes luchas de las mujeres campesinas por defender los campos, la agricultura de subsistencia y la soberanía alimentaria, o las luchas contra el extractivismo, contra la minería, contra las cárceles y contra todas las formas de represión militar. El zapatismo, en México, o el Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra, en Brasil, son sólo dos de los muchos ejemplos que existen.

Muchos son movimientos creados sobre una base territorial que están empezando una forma de producción diferente teniendo presente el autogobierno. En mi opinión, esto es lo que se está ocurriendo por primera vez en el mundo: lo nuevo surge cuando hay una percepción de que el viejo sistema, el capitalismo, es muerte, y esta idea ya se está difundiendo, sobre todo en América Latina.

– Dice que allí donde se siente la necesidad del cambio se generan prácticas para la construcción de alternativas. Muchos movimientos populares han visto en el Estado un instrumento que les puede ayudar a promover cambios para salir de la explotación o de la amenaza que supone el capital. ¿Hasta qué punto la toma de las instituciones puede servir para el cambio?

– Sí, ahí hay un gran debate. El ejemplo más claro es el que viene de América Latina, cuando los zapatistas rechazaron participar en las campañas electorales. Muchas personas de los sectores de izquierda criticaron esta actitud intensamente, pero yo creo que ahí los zapatistas tenían razón, porque el Partido de la Revolución Democrática (PRD) no ha sido una alternativa. Hemos visto que en países donde los partidos progresistas asumieron el poder, como en Bolivia, con Evo Morales o en Ecuador, con Rafael Correa, ya hay un conflicto entre Estados y movimientos de base.

En el caso de Bolivia, el presidente ha seguido desde el inicio una política extractivista. Aunque ha intentado reducirlo con algunas medidas, como las bolsas solidarias, son acciones tan simbólicas que no cambian nada y no ponen en el centro el fundamento de las relaciones sociales ni un nuevo modo de producción. En Ecuador, Rafael Correa había prometido una postura determinada frente al petróleo, y ahora se choca con el Yasuní. En Brasil, muchas compañeras y compañeros están demostrando que, con el tiempo, Lula da Silva ha instaurado un imperialismo que sólo se diferencia de los otros en el esfuerzo por expulsar a las empresas americanas.

Es necesario reflexionar sobre esto. Si no nos enfrentamos, si pensamos que se puede mejorar el capitalismo y continuamos con la misma lógica, solamente podremos reducir los efectos negativos. Si creemos que el progresismo significa reducir y humanizar un poco la explotación, entonces el resultado será aún peor, porque esto crea mucha pasividad, nos hacen creer que van a mejorar nuestras condiciones, que no debemos activarnos porque ellos lo harán por nosotras.

– Una de las cuestiones clave que identifica como reforma estructural es la reivindicación que desde el movimiento feminista se ha realizado en torno a la lucha salarial, uno de los elementos que más desigualdad genera. ¿Podría profundizar un poco en cómo la brecha salarial reproduce la desigualdad?

– Desde el Colectivo Feminista Internacional lanzamos la campaña Salario para el Trabajo Doméstico porque entendíamos el sueldo como una máquina que provoca desigualdades. En primer lugar, la diferencia de salarios ha permitido invisibilizar el trabajo doméstico, lo que ha provocado una serie de explotación laboral. En segundo lugar, lo ha naturalizado porque lo ha mitificado y ha creado jerarquías entre lo “asalariado” y lo “no salariado”. A través de estas jerarquías se ha ocasionado un sistema de control indirecto de las personas “sin salario”. Aquí las y los asalariados se convierten en patrones, controladores y supervisores del trabajo no salariado. La jerarquía nunca es neutra, es el principio de la explotación. Debemos tener cuidado cuando hacemos cualquier lucha salarial y asegurarnos de que ésta no va a ser a costa del bienestar de otras personas, cerciorarnos de que aquello que ganamos en el terreno del salario no reproduzca de nuevo jerarquías que generen desigualdades.

– Habla de construir formas más cooperativas para la reproducción social…

– En realidad es un sueño, aunque también una práctica. Dolores Hayden, una feminista que ha hecho mucha labor urbanística en Estados Unidos, ha estudiado la historia centrándose en el esfuerzo de las mujeres para superar el aislamiento del trabajo doméstico.

En muchos países la forma más cooperativa ha surgido a partir de una necesidad provocada por la depresión y la austeridad, como en Chile, Perú y Argentina, donde las mujeres trajeron las olas de los piquetes, los comedores populares y los huertos urbanos. Es importante ver qué ha traído de nuevo a la lucha social. Elementos que no estaban en las luchas de los años 60-70 y que nacen de una necesidad de crear formas de control sobre nuestras vidas, de autoproducción y autoaprovisionamiento.

Me parece haber reconocido la línea que necesitamos seguir. Es claro que en algunos países el camino está más avanzado porque el desastre económico los ha obligado a hacerlo. Y también que en muchos lugares como en América Latina es un poco más fácil porque existe una tradición de relaciones comunitarias que el capitalismo no ha podido destruir y que hoy es una fuerza. El camino que nos muestra América Latina, el camino que se debe recorrer también en Europa y en los EEUU, ya se ha iniciado. En Grecia, por ejemplo, millones de personas se han encontrado con la realidad de un empobrecimiento brutal. Es evidente que van a tener que empezar a crear formas alternativas de vida, y las opciones son aceptar la derrota continua o juntarse, juntar sus recursos, juntar su energía y crear. Mi pareja ahora está en Heraclio, Creta, donde han organizado un gran festival para celebrar las nuevas clínicas sociales. Todas estas cosas se van a ampliar necesariamente.

– Vamos a cambiar de tema y abordar otra de las cuestiones fundamentales de tu obra. En su libro Calibán y la Bruja. Mujeres, cuerpo y acumulación originaria[2], retomas la matanza de brujas como fundante de un sistema capitalista que expropia el cuerpo, los saberes y la reproducción de las mujeres sin remuneración alguna. ¿Qué opinas de la quema de brujas?

– La reflexión sobre las brujas es muy seria, y abro para mí lo que es como una herida abierta, porque en los últimos cuatro o cinco años me he dado cuenta de que el legado de los inquisidores permanece en el imaginario popular, de que han dejado una herencia de desvalorización de la bruja que se plasma en canciones o en prácticas como quemar a las brujas, y que esto pasa a nivel europeo.

Hay quema de brujas en Escandinavia, aunque han hecho un pequeño esfuerzo por reconocerlo construyendo un monumento en Noruega. También en San Juan se celebra la quema de las brujas, incluso hay canciones sobre ello. Cuando fui a Copenhague las mujeres me mostraron algunas representaciones horrendas de brujas. Me gustaría viajar y luchar contra esto junto a un grupo de mujeres.

El año pasado en el País Vasco vimos cosas que nos entristecieron mucho. La imagen de la bruja se ha convertido en una mercancía que se usa para atraer a turistas en lugares como Zugarramurdi, donde hay un Museo de las Brujas y puedes encontrar imágenes horribles. Les pregunté a las mujeres de las tiendas que por qué razón vendían esas cosas y me dijeron que, aunque no les gustaba, lo ordenaba el patrón. Debemos hacer algo para que no se vendan más.

Una puede pensar que tal y como está el mundo, lleno de problemas, nadie va a pensar en las brujas, pero creo que hay que hacer algo, que sería muy importante. En realidad, hoy también se queman brujas: en África se calcula que se han quemado, enterrado vivas o acuchillado más de 30.000 mujeres, sobre todo mayores; en 2013 se han enterrado vivas 700 mujeres en Tanzania; y en Papúa Nueva Guinea también han quemado a muchas. ¿Dónde están las feministas? ¿Dónde hay un surgimiento de feministas?

En India estoy en contacto con mujeres feministas que se están ocupando de esto, porque allí es una matanza. Todas me dicen que está conectado con el cercamiento y la propiedad de las tierras, con el nuevo papel de las mujeres y con la expulsión de las mayores, que son consideradas como no productivas pero que tienen acceso a la tierra. La manipulación de las compañías, que usan las acusaciones de brujería para conseguir sus objetivos es constante. Es importante organizar un grupo de mujeres en cada país para hacer algo. ¿Por qué no en España también?


*Beatriz Plaza y Erika González son investigadoras del Observatorio de Multinacionales en América Latina (OMAL) – Paz con Dignidad.

Fuente: http://www.revistapueblos.org


NOTAS:

[1] Vic (Catalunya), julio de 2015.

[2] Federici, Silvia (2010): ‘Calibán y la Bruja. Mujeres, cuerpo y acumulación originaria’, Editorial Traficantes de Sueños, Madrid.

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