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México: La inaceptable tolerancia

La inaceptable tolerancia

Manuel Gil Antón

 

A México lo atenazan hartos problemas. Desigualdad que cala, millones en pobreza, con hambre. Impunidad al parecer sin límites: en sus aguas navegan los gobiernos de todas las tallas y alcances; los partidos sin la relación eficiente y necesaria con la sociedad y sus integrantes. Llegan, puntuales, al puerto seguro de la transparente opacidad y la rendición de cuentas que no cuenta. La delincuencia organizada o caótica, muchos empresarios y no pocos sindicatos caminan por fuera de la ley en anchas avenidas. Se aprende a repetir y surge la fragilidad para aprender: suele lograrlo el que ya tiene pasaporte al saber en su casa, o le da visa una casualidad, aunque millones, atrapados en una escuela que atora el talento, sean parte de la matrícula y luzcan en los informes presidenciales. Y tantos entuertos más.

Todos son graves, pero ninguno alcanza la magnitud ni las consecuencias del que, creo, es más peligroso: la enorme tolerancia social con el estado de cosas que nos aqueja, hasta el punto que parece natural, parte de lo que así es y no cambia. Ni cambiará: es lo normal. De ese terreno de la conciencia donde se ha sembrado hace tantos años, y da frutos, la peor de las semillas: el “Sin Remedio”.

¿Dónde hemos estado, o estamos, frente al hambre de millones? Dijo el INEGI que sólo 1.2% de las familias del país no es de clase media ni pobre. Si ve usted a una persona en apuros cada mes por sacar adelante a los suyos, no se deje sorprender: es un clasemediero al que no le han avisado de su ascenso social, o un impostor que socava el progreso de la patria. Ingrato. Usted siga donando en el cajero. Gracias.

¿Dónde estuvimos, por qué no llenamos el Zócalo cuando medio centenar de pequeños que murieron en el incendio de la guardería ABC? Si semejante golpazo no nos ha movido, ¿qué nos sacará de la indiferencia? Resulta que Peña Nieto no rebasó los topes de campaña, que a Televisa le perdonaron 90% de los impuestos que no había pagado como era su obligación, que no sabemos si Cordero, u otro senador, les depositó a sus similares algo así como 240 salarios mínimos mensuales de un solo golpe, o sea: 7 mil 167 salarios mínimos diarios. Si un obrero gana dos al mes, necesitaría ahorrar todo su ingreso por más de ocho años, sin gastar un peso, para juntar ese dinero. Eran “gastos de campañas”: un delito. Como cualquier partido hace lo mismo, no hay problema. Cínicos. Poco importa que hayan reculado. El asunto es que en cualquier sitio decente la presión social los habría hecho renunciar de inmediato, como al truhán de Moreira, al gobernador que abusó de infantes o al regidor que, borracho, pide que se cuadre un policía… ¿Por qué no nos indigna y salimos a la calle por lo menos a gritar que son delincuentes a las claras?

Miserable, sin duda, Góngora Pimentel: ex ministro “progresista” de la Suprema Corte regatea parte de la pensión de sus hijos: por su condición de salud no requieren divertirse. Rufián que abusa para encarcelar a la madre de esos niños. ¿Por qué no está detenido por uso y abuso de impresentables influencias? ¿Dónde estamos, ciudadanos? ¿Hasta cuándo?

¿Necesitamos más relatos e imágenes de los migrantes a los que maltratan en La Bestia, ese tren de la esperanza por llegar al otro lado, y que significa diario vejación, robo, fracturas de huesos y sueños? Bien por las señoras que les preparan arroz y lo avientan al paso del ferrocarril, ¿y nosotros? ¿Y la autoridad? Ausentes.

Está en curso la reforma educativa. Cuando dice que la educación será de calidad, ha de incluir como rasgo central el cultivo de la capacidad de indignación, de expresar rabia por la rapacería de los políticos, la desvergüenza de empresarios rejegos a pagar lo que deben, lo crudo de decenas de miles de aulas destrozadas. Que forme en la crítica, en la intolerancia más radical frente a la desigualdad, la impunidad, la nítida impudicia de quienes cuentan con poder legal e ilegal para extorsionarnos. Que premie exigir más que donar: no avancemos más como país “propinero”. Construir ciudadanos que cumplan su deber es el rumbo, porque como van las cosas, al tolerar tanto, un día amaneceremos presos: nuestra indolencia parirá las rejas y el candado.

 

Fuente de la Información: https://www.educacionfutura.org/la-inaceptable-tolerancia-4/

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¿Cuál es el rumbo en la educación básica?

Por:  Manuel Gil Antón 

Alicia, en el país de las maravillas, llega a una encrucijada. Duda. Pregunta al gato Cheshire: “¿Qué camino debo tomar?” Él responde: “Eso depende mucho del lugar adonde quieras ir… Si no sabes adónde quieres ir, no importa qué camino sigas”. A pesar de su aparente obviedad, lo que Lewis Carroll escribe en ese diálogo es genial. Yo añadiría que tan necesario es saber el destino como el sitio desde el cual se va a partir: esas coordenadas de arranque son cruciales para decidir la ruta a emprender.

Concedamos que sabemos, en educación, el “lugar” al que se quiere ir: incrementar de manera sustantiva el aprendizaje. Incluso, en nuestros días, se ha estipulado que el calzado a emplear en la caminata y la vestimenta, por sintetizar la propuesta, es el de la pedagogía crítica y el trabajo por proyectos. Ya en esta segunda condición, no sabemos cuál es la proporción del magisterio que cuenta con esos zapatos, si son de su talla, ni si la ropa idónea para el trayecto que está en su haber le queda bien.

Y, además, es muy importante, sobre todo cuando se va a iniciar una nueva administración, tener claridad acerca de la ubicación en que están las y los maestros, si entendemos por ello la comprensión, más allá del vocabulario oficial a repetir, de lo que significa el empleo de esos atuendos, propuestos en este escrito como analogía de la interiorización, aceptación y capacidad para conducir esa modalidad de trabajo pedagógico.

Tanto el punto de partida como el equipo intelectual y material para hacer factible la meta, es variable dada la inmensidad de personas que conforman a los profesionales de la educación, y la diversidad de contextos, modalidades, niveles, tipos de procesos planteles educativos en los que están inmersos.

De nada sirve que quienes han enarbolado la propuesta de la Nueva Escuela Mexicana, y la pusieron en marcha casi de un día para otro, muy cerca del final del sexenio, exclamen que todo marcha bien, que ya se realizó la más grande transformación educativa del país y vamos viento en popa hacia la educación liberadora.

Tampoco es útil afirmar que quien pregunta sobre el rumbo, los aperos y las condiciones iniciales, es un traidor a la patria al que se le opondrá el torso desnudo de quienes confunden al voluntarismo y la balandronada con la responsabilidad de conducir una transformación educativa muy compleja.

Lo que se requiere, a mi entender, es generar un proceso de evaluación independiente de quienes impulsan el cambio (para que no sesgue su mirada el aprecio natural por su proyecto), que permita conocer la comprensión y la capacidad de llevar a cabo las innovaciones por parte del magisterio, sus opiniones al respecto, y si el avance en el conocimiento significativo, a dos años de haber iniciado el andar, da muestras de estar aumentando.

Imagino factible, en los primeros meses del nuevo gobierno, la puesta en marcha de esta indagación con base en muestras bien construidas (el INEGI tiene experiencia de sobra para ello) que arrojen luz sobre el momento en que estamos: anticipo que ni es el oscuro averno que pregonan unos, ni la idílica llegada el cielo (eso es a lo que refiere la excelencia) esgrimida por otros.

La vida misma, y la social sin duda, si se observan bien, muestran siempre distintos tonos de grises: el blanco o negro es signo innegable de ignorancia.

Si no sabes dónde estás, es imposible decidir el camino que te lleve a donde quieres ir, aunque vayas muy de prisa.

Profesor del Centro de Estudios Sociológicos de El Colegio de México

Fuente de la información:  https://revistaaula.com

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México: Ya mero se van

Ya mero se van

 

 

Cada año, este escribidor hace un texto frente al prodigio de las jacarandas en la Ciudad de México. Esta vez resulta tardío —suelo escribirlo a finales de febrero, o en marzo de preferencia, cerca del día 8 cuando marchan las mujeres y aprendemos tanto de su andar, su coraje y sus pañoletas cuyos colores las reflejan— pues están a punto de caer las últimas flores en su ramaje: no están ellas para saberlo, ni yo para contarlo, pero dediqué 7 textos a intentar un balance educativo del sexenio a partir de enero y hasta mediados de abril. Esto demoró la conmemoración de la esperanza que siempre su florecer significa.

A través de mi ventana en el despacho del trabajo, una de ellas tuvo la bondad de permanecer para recordar mi deuda con la tradición.

¿Qué significaron este año las jacarandas? ¿Cuál fue su relación con la espera de un mundo y país mejor que en mala hora perderíamos, a no ser por su porfiar en florecer a pesar de estar todo en contra para el milagro de regresar?

Cada quien tiene el derecho a poner en relación a las jacarandas con su espera de parabienes futuros: anoto algunas, son cuatro de tantas posibles, que quizá podamos compartir. Van sin orden. Las redacto con prisa al ver que las flores caen cada vez más pronto, como arena en un reloj casi acabando.

1. La cantidad de aspirantes a estudiar la Educación Media fue enorme. Este dato no es menor, pues el camino de la progresión escolar tiene inventivos decrecientes en cuanto a su intercambio por mejores condiciones laborales que antaño. Al parecer, la escuela sigue teniendo una valoración positiva intrínseca, como valor de uso, aunque su valor de cambio no sea comparable al de hace tres décadas. Las sociedades son más estables no tanto en la medida en que las expectativas se cumplan en todos los casos y en las cantidades esperadas, sino en cuanto sigan teniendo capacidad de guiar las decisiones de los individuos y sus familias. Por eso, son jacarandas sociales el reguero de madres y padres de familia en los camellones, aledaños a las escuelas donde se realizaba el examen para ingresar a este nivel de estudios. ¿Cómo te fue, Marí? ¿Qué tal estuvo la parte de matemáticas, José?

2. Las mujeres salieron otra vez y gritaron fuerte: basta de discursos, queremos hechos. A mi juicio, el movimiento que llevan a cabo es el más importante de nuestros tiempos, y no cesa: crece jacarandoso, sí, y al mismo tiempo encabritado. Con toda la razón.

3. Hace unos días, millones de compatriotas en la decencia, oriundos de Argentina, salieron a decirle a Milei que habrá resistencia frente el desprecio reflejado en el recorte brutal, en términos reales, del presupuesto para las universidades. Salir a la calle, en todas las ciudades, fue alentador. Y ejemplar.

4. En los Estados Unidos se desencadena un movimiento estudiantil en contra del aumento de presupuesto para la industria militar, y en protesta por el intento de destrucción del pueblo Palestino. La policía americana detiene a decenas de las personas que protestan. Las autoridades no entienden que no entienden lo que la movilización de los estudiantes en varias universidades, y el encarcelamiento sin motivo mayor que no conservar la indiferencia, significan.

Las flores de las jacarandas son luz atrapada que se asoma entre los pétales que intentan contenerlas. La construcción social de la esperanza es luz contenida entre los barrotes de la normalización del desastre. En considerarlo irremediable.No es así. Enhorabuena y perdón por la demora.

*Profesor del Centro de Estudios Sociológicos de El Colegio de México mgil@colmex.mx

@ManuelGilAnton

 

Fuente de la Información: https://www.educacionfutura.org/ya-mero-se-van/

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¿Todo iba a cambiar en la escuela?

Por:  

Se dijo que después de la pandemia sería distinta la educación. Que una vez terminado el prolongado confinamiento y como resultado de las estrategias, diversas en sus modalidades y eficacia, para intentar sostener vínculos con la escuela cerrada, no volveríamos a lo mismo. ¿Ha sido así?

Por lo que sabemos hasta hoy, el cambio y la permanencia se han combinado —como es normal que acontezca en los procesos sociales— y ha sucedido de maneras diferentes, aunque probablemente ha habido un elemento que no ha variado, o lo ha hecho muy poco.

Por supuesto, no ha ocurrido lo mismo en los distintos niveles escolares ni en todas las condiciones que la desigualdad socialy educativa produce en nuestro sistema escolar, pero se pueden expresar algunas tendencias que se advierten, sobre todo, en los niveles en que los y las estudiantes tienen mayores grados de libertad.

Desde el punto de vista de quienes van a estudiar, ocurren al menos cuatro actitudes: ir a los planteles o preferir modalidades a distancia, a las que se suman asistir sin entrar a clases o hacerlo por un rato y retirarse, o un retorno a los establecimientos y las aulas de manera “normal”.

Las experiencias derivadas de la temporada no presencial, a mi juicio, generan estas modalidades. Para una proporción de estudiantes, regresar ha sido muy valorado porque, afirman, no hay como las relaciones cara a cara, pero para otra cantidad —no menor— la vivencia de la escolarización remota, además de reducir los costos de todo tipo que implica el desplazamiento, les parece equivalente, e incluso mejor que la asistencia física.Quienes aprecian el retorno como algo positivo, lo hacen privilegiando la relación con sus amistades en un entorno distinto al de sus hogares e inmediaciones, por ser más ancho, agradable, libre y seguro, y el subgrupo que ha vuelto a la asistencia esperada: “tomar” clases como antes, a veces por un rato (encuentran imposible o muy incómodo estar una hora, o más, sentados escuchando una perorata y, a veces, trabajando aburridos en grupos) o de la forma tradicional: asiduos, puntuales y atentos durante los lapsos programados.

Por otro lado, no son pocos ni pocas las y los profesores que consideran más efectivo y cómodo continuar con las actividades a distancia, pues estiman que las posibilidades de aprendizaje son idénticas o mejores, y tampoco es un conjunto vacío quienes prefieren la relación remota pues les permite realizar otras actividades en lugar de perder el tiempo en ir a los planteles: preferirían trabajar desde “la comodidad de su hogar y hacer otras cosas que valoran más.

Hay aprendices y mentores que opinan que se pueden combinar las modalidades, dado que una asesoría personal, digamos, no requiere lo presencial, pero las actividades en un laboratorio de química o en el salón de artes plásticas sí.

Valgan, sin pretender abarcar todas las posibilidades, estos ejemplos para advertir la variabilidad de actitudes entre las personas involucradas, con distintos roles, en la escuela. Hay que atender y entender lo que significa.

Y, sobre todo, tomar en cuenta que, en general, lo que no ha variado es la modalidad escolar previa, heredera acrítica de muchas décadas: la escuela —de la primaria al posgrado— solicita que todo regrese a como era antes. ¿No es momento de hacernos cargo que, luego de lo sucedido, es menester pensar en modificar la experiencia educativa escolarizada y la actividad docente? No poco está en juego en este dilema. ¡Vaya reto imprescindible! Y urgente.

Profesor del Centro de Estudios Sociológicos de El Colegio de México. mgil@colmex.mx @ManuelGilAnton

Fuente de la información: https://revistaaula.com

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El castellano varea

 

“¡No se dice así! Lo correcto es: el castellano varía. Es una barbaridad lo que enseñarán en las escuelas. Lo voy a tuitear. ¿De veras eso está en el libro de texto de la SEP? OMG!!! Sí, me pasaron el video de Loret en el chat de la oficina, y obvi hay que denunciarlo. No te tardes, tenemos que actuar ASAP porque estos tipejos, al final del día, quieren terminar con todo. Chatéalo para que se haga viral, y ponle el jashtag #MiEspañishNoSeToca. Son tan ignorantes, sobre todo YSQ. Estaría feliz si fuera oficial decir verdadtdijistes o fuistes. Por cierto, si quieres venir esta naigt, en vez de cocinar podemos pedir por delíveri un suchito. Así vemos, en estriming, la peli que nos recomendó Máic.

“Cuando nos muéramos, Manolo, no nos vamos a llevar nada a la tumba. No sé si haiga otra vida después de que se nos acabe la de orita, pero mientras tanto hay que vivir. ¿Quieres otra tortuga cubana?  Sí, pa. ¡Ecolecual! Así me gusta.”

“Cuando sea grande, y pase de primaria a segundaria, quiero que me des permiso de ir a alfa. Eso de enseñar a alguien a leer ha de ser chidísimo, ¿edá? Claro que sí, segurolas mhija, ya no más te falta un año.”

“Voy a ser sumamente lacónico, compasMas sin en cambio no significa que no me salga esplayado lo que tengo que decir.”

“¿Qué vas a hacer el finde, amiga? Ay, no sé: ya me cansé de ir a Cuerna y si voy con mis papás a Tepoz, me aburro porque hay muchos tepoztisos que creen que con ponerse unos pinchesguaraches ya se volvieron del pueblobueno. Puro amlover. Es lo malo de tener de jechu a una antropófaga del INA, y a mi papá que nomás sueña con volver al cecehache sur. ¿Tú sí vas a ir a Aca?”

“El árbitro me amolestó no más por puro teatro que hizo la delantera. Era bien clarito ofsai güey y el jalón que le di güey fue para que no seandara haciendo tiempo güey. El partido que pasó la semana pasada güey ese mismo árbitro no hizo nada cuando le dieron leña a Rosa no manches güey, ¡esa sí que era deveritas una expulsaciónChale…”

“El Pancho tiene una su casota bien grande de tamaño. Yo no me hago pensar clarito que le ajuste con esa su paga en la albañileada. Es media cuchara y muyapenasOra que si fuera maistro de obras tampoco le acabalabapalcanzar. Oye: ¿te puedo emprestar 500 pesos? Te los pago pronto.”

“¡Nombre! Si no sabe manejar ni el esepeese y se hace bolas con el ecsel, ¿cómo crees que le van a aceptar el peiper si en ese yurnal la referiada es muy estricta? Esa yurnal está en escopus y en el güebofsains, y tiene niveles de cuotación muy altos. Ni que fuera Burdié. Ándale, ya se acabó el breic; sigue el conversatorio y se va a poner buena la discusión: todos son esnitres.”

“Pareja, pareja, ¿me copias? Tenemos un 458 en la esquina de Lachabela y Uruguay; hay una femenina que ya dejó de estar por un 58. Tengo ponchado el cable con la Roja, pero a mí se me afigura que másmejor le copies a la Verde o diuna a los blancos del Seméforo.”

En la escuela, con el cuidado pedagógico y la destreza didáctica necesarias (y en el nivel de estudios adecuado) es posible enseñar a escribir en procura de entendernos, y también aprender que hay formas diversas de hablar: por regiones, barrios, oficios, clases sociales e, incluso, distintas edades. Ninguna es la netaNaiden—que es reverso de Alguien— puede ponerle valladares al camino de las lenguas vivas. Inventan, adoptan y adaptan de otras. Y eso importa saberlo y disfrutarlo: nos enriquece. Aguas con encaramar el eco de nuestros decires, henchidos de prejuicios y soberbia.

Fuente de la información: https://revistaaula.com

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¿Mercaderes educativos?

Por:

“¡Lleve, lleve! Esta es una oferta, una promoción. Mil pesos le vale, mil pesos le cuesta. Le venimos ofreciendo lo que viene siendo la explicación teórica y práctica de la Epistemología del Sur y, completamente gratis, se lleva usted un ungüento infalible para descolonizar su mente: ¡Garantizado! Por otra módica cantidad, y un descuento del 20% si se inscribió en el primer curso, le enseñamos, de volada, como pasar del Programa Sintético al Programa Analítico de la Nueva Escuela Mexicana. Su completa satisfacción o la devolución de su dinero. Los cursos son virtuales: desde la comodidad de su hogar, en dos sesiones de un par de horas cada una, estará usted en la avanzada de la reforma educativa. No deje pasar esta oportunidad. Oferta limitada a 800 docentes cada semana: ya quedan pocos lugares. Instructores con doctorado en Extranjia. No acepte imitaciones”.

Cada reforma educativa genera un mercado en que el anuncio previo es semejante. En este sexenio la jerga es la propia de la (dizque) Pedagogía Crítica. En el periodo del Pacto por México, cambie usted, donde sea pertinente, la Planeación Pedagógica Argumentada, el novedoso (sic) Aprender a Aprender, des-enciclopedizar su práctica pedagógica, la pócima para ser infalible en los exámenes de confusión múltiple y ya está: súbase al carrusel del espejismo.

Los que vendían el proyecto de ayer, convencidos (es un decir) del arribo ¡por fin! de la calidad educativa a través de la magia de una evaluación más falsa que un billete de 7 pesos, y que pregonaba entusiasta el impresentable señor Mario Delgado (a la sazón senador de la república), ahora son los que comercian, sin rubor, con la llegada ¡por fin! de la excelencia: es decir, del cielo educativo crítico consagrado en la Constitución. Y, como vocero de lo que le convenga, vendido al mejor postor, el mismo señor Delgado (con chamba de diputado) gritó a todos los puntos cardinales que, de la anterior reforma, que tanto aplaudió en su momento, no quedaría ni una coma porque era neoliberal. Sin vergüenza, montado en la desmemoria y el oportunismo, cambió de parecer como si de calcetines se tratara.

Si en el siguiente sexenio, y al cuarto para las doce como es la costumbre, se modifican las cosas y la guía central fuese la Teoría del Conocimiento de Narvarte Poniente (por cierto, muy kantiana con toques ligeros de Platón y Santo Tomás de Aquino, de acuerdo con la gastronomía pedagógica basada en la mixtura de incompatibles), veríamos surgir las mismas empresas tocando la nueva partitura. Faltaba más: en un país en que en la educación no son importantes los principios, sino los finales, la venta de cuentas de vidrio como si fuesen metal teórico-pedagógico equivalente al oro, está de moda y avanza viento en popa.

Un sector del magisterio, principal pero no únicamente adscrito al sector privado, en procura de entender “las recetas de las no recetas”, o cuando conservar el empleo y conseguir prestigio era la meta, destinan dinero propio para tratar de hacer las cosas como dice el nuevo dogma, o hacer de cuenta que así se harán aunque se lleve a cabo, sin remedio, lo mismo (lo que se sabe hacer), pero revestido con un lenguaje hueco, como solicitan los nuevos profetas y los formatos que arrebatan el poco tiempo que tienen para su trabajo.

Los anuncios abundan hoy, y no fueron menos cuando el pedagogo Nuño afirmó que cualquiera podía enseñar. El dinero es el dinero, y el tema lo de menos.

¿Mercaderes educativos? No, qué va: son, a secas, mercenarios.

Profesor del Centro de Estudios Sociológicos de

El Colegio de México

mgil@colmex.mx

@ManuelGilAnton

Fuente e Imagen: https://www.educacionfutura.org/mercaderes-educativos/

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La evaluación: ¿Objetos o sujetos?

Por: Manuel Gil Antón

 

No es lo mismo ser un objeto que se medirá en comparación con un parámetro, que ser un sujeto activo en el proceso de detectar —mientras se lleva a cabo el proceso educativo— los aciertos, defectos o problemas a resolver con el fin de tomar medidas que permitan mejorar, o corregir a tiempo, el rumbo y lograr los fines programados. Este cambio no es menor. Al contrario, es crucial para concebir a la evaluación como un medio al servicio de la tarea pedagógica, y no como un fin. Tampoco, por estar bien ubicada en el proceso de aprendizaje, su realización es fácil: todo lo contrario, es un reto intelectual muy grande.

¿Cuáles han sido los usos inadecuados de la evaluación educativa durante varias décadas? A mi entender, varios: uno de ellos, pernicioso incluso en su expresión, fue la llamada “evaluación con dientes”, pues conduce a entenderla como una acción agresiva, cuyas consecuencias son tales que se complace en generar miedo y una actitud defensiva por parte de quienes la padecen: no hay que hacer bien las cosas, sino “pasar” la prueba. Otro, también equivocado, consistió en su empleo como mecanismo de control laboral: en lugar de que la autoridad ejerciera sus atribuciones en la supervisión del cumplimiento del trabajo docente, se propuso como instrumento para conservarlo.

Se ha utilizado como sinónimo de acreditación, o asignación de una nota, que deriva en aprobar o reprobar. También se ha llevado a cabo como mecanismo para estratificar al magisterio —tanto en la obtención de monedas adicionales, como en la atribución de prestigios diferenciados— pues de sus resultados derivaban ingresos extras y adjetivos: “insatisfactorio, satisfactorio, bueno o excelente”. Por último, sin que esta lista sea exhaustiva, otro modo de (mal)tratarla ha sido para ubicar a planteles, estados o naciones en una prelación numérica (los famosos rankings) en que lo importante era saber qué lugar en “la tabla” se conseguía: como en el futbol. ¡Le ganamos a Chile por un punto! exclamó un presidente; “México es el último lugar entre los países de la OCDE”, rezaban las ocho columnas de los periódicos.

La Comisión Nacional para la Mejora Continua de la Educación (MEJOREDU), presentó hace unos días el “Modelo de evaluación diagnóstica, formativa e integral” cuyo eje central es modificar el sitio de la evaluación en la generación de ambientes de aprendizaje: pasar de ser un fin en sí misma, a ser un medio para revisar, paulatinamente (mientras se está llevando a cabo) la propuesta educativa con sus diversos elementos, así como definir a las comunidades escolares como el sujeto que la realiza para que mejore, ya sea incrementando su pertinencia o corrigiendo sus errores: ligarla al proceder pedagógico.

Se le entiende como un recurso para orientar las acciones educativas, y propone que sea llevada a cabo por quienes están participando —así, en gerundio— en la generación de los más adecuados ambientes para interiorizar el conocimiento.

Todo esto implica trabajo, inteligencia y sensibilidad; dedicar horas para hacerla bien, cuando el tiempo es el recurso más escaso en nuestras escuelas. Si se busca llevarla a cabo así, será preciso modificar las condiciones de trabajo para que no consuma el tiempo que hay que destinar a la enseñanza. No basta tener claro el rumbo y el propósito: se requieren condiciones de las que ahora se carece. ¿Las autoridades educativas, y hacendarias, estarán dispuestas a invertir lo que es indispensable para lograrlo? Ya veremos, pero más nos vale.

Profesor del Centro de Estudios Sociológicos de

El Colegio de México

Fuente de la información: https://revistaaula.com

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