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Escolasticidio, o genocidio de la comunidad educativa, en Gaza

Por: Renán Vega Cantor

Con todo el dolor del alma este escrito está dedicado a los niños palestinos que soportan el escolasticidio y a Marisol y Lucía, mis queridas hijas.

“La educación y todo el proceso educativo, junto con todos sus componentes, instalaciones e instituciones, están en el centro del objetivo sionista israelí. Este ataque es sistemático, es un asalto calculado, según la clasificación de las organizaciones de derechos humanos”. -Kram Wadi, profesor adjunto de Currículo e Instrucción en la Universidad Al-Aqsa

 “A quienes dicen por qué no hay educación en Gaza, los bombardeamos. Oh, qué lástima, ya no seréis ingenieros”. -Un soldado de Israel

«Estás matando todos los años dedicados a la formación, que en su totalidad serían básicamente miles de años de conocimiento, porque cada una de estas cientos de personas que han sido asesinadas ha trabajado al menos 10 años para obtener un doctorado, si no más». -Abdel Razzaq Takriti, profesor Universidad Rice en Estados Unidos.

El genocidio de los palestinos que realiza de manera cobarde e impune el Estado de Israel alcanza tales cotas de inhumanidad que se han tenido que inventar nuevos términos, porque los existentes son limitados e insuficientes para describir la macabra realidad que viven de manera cotidiana los habitantes de Gaza y Cisjordania. En este caso, las palabras se quedan cortas para señalar los nuevos crímenes nazisionistas. Estos son de tal magnitud que genocidio resulta siendo un vocablo que por su carácter genérico ‒aunque terriblemente cierto‒ no da cuenta de los nuevos crímenes que ha inventado el Estado de Israel, todos inscritos por supuesto en la órbita amplia del genocidio.

Entre esos crímenes existe uno particularmente brutal, que es realizado en forma premeditada y planificado con el claro propósito de matar, herir, destruir, arrasar de manera directa a niños, jóvenes, profesores y, en sentido más amplio, a la comunidad educativa. Para dar cuenta de esa nueva criminalidad estatal y terrorista se ha inventado la palabra escolasticidio, es decir, genocidio escolar, educacidio o educidio, con el cual se quiere dar cuenta de la destrucción sistemática, bien sea total o parcial, de la vida educativa de un grupo nacional, étnico, religioso o racial y de sus formas de organización educativa y cultural, como está aconteciendo hoy con el pueblo palestino.

COMPONENTES DEL ESCOLASTICIDIO

El vocablo escolasticidio fue acuñado por la profesora palestina de la Universidad de Oxford, Karma Nabulsi, en el que se combina el prefijo latino schola, que significa escuela, con el sufijo latino cidio, que significa matar. Más allá de lo literal, matar la escuela, habría que agregar que es una matanza masiva, sistemática, planificada, con el objetivo de destruir a la escuela y a los escolares. En forma esquemática e incompleta, dada la inventiva israelí en el terreno de la muerte y la crueldad, señalemos algunos de los rasgos que caracterizan al escolasticidio, para arañar, así sea superficialmente, la magnitud del crimen en marcha. Se trata también, como enseñanza derivada, que la comunidad educativa, en los diversos países, entienda el sentido y significado del genocidio escolar, porque allí se muestra un elemento del posible futuro que nos espera a todos nosotros si es que no hacemos nada para enfrentar los crímenes del nazisionismo.

Destrucción de escuelas y universidades: Israel expulsa los cuerpos de sus sitios de residencia, mata y destruye las subjetividades de los palestinos y destruye en términos materiales el aparato escolar, para que esta no tenga condiciones físicas de seguir operando. De esta manera, puede colegirse sin mucho esfuerzo que los bombardeos contra escuelas y universidades no son ningún daño colateral, ni se atacan los centros educativos porque supuestamente allí se refugian los combatientes de Hamas. Simplemente, un objetivo central del genocidio en curso es impedir que existan lugares, espacios, construcciones educativas en las que en el futuro inmediato puedan reanudarse las actividades escolares. Al respecto, la destrucción de las escuelas y universidades es de tal magnitud que en poco tiempo ha alcanzado niveles similares a los que se produjeron durante la Segunda Guerra Mundial, incluso peores si tenemos en cuenta que Israel se concentra en forma específica en la destrucción de los centros educativos, algo que no era tan evidente y directo ni siquiera en la Alemania nazi. Ahora han sido destruidas 400 escuelas y las doce universidades existentes. Aparte de todo, las escuelas que quedan en pie han sufrido destrucción parcial y muchas de ellas están tan deterioradas que no es posible habitarlas en un futuro cercano, salvo que se reconstruyan con todas las normas arquitectónicas del caso, lo cual va a durar décadas.

Palestinos inspeccionan los escombros de una escuela bombardeada por Israel el 6 de junio de 2024 en Nuseirat.

Para dar unos pocos datos sobre la destrucción de escuelas, mencionemos que a mediados de julio fueron destruidas cuatro de ellas, que fueron sometidas a incesantes bombardeos y fueron masacrados 25 niños. Sobre esto dice Juliette Touma, directora de Comunicaciones de La Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en Oriente Medio (UNRWA): “Esto se está convirtiendo en algo habitual. Sólo en los últimos cuatro días hemos visto cuatro escuelas atacadas” y “decenas de personas pagan el precio”. “Hemos convertido a la gran mayoría de las escuelas en refugios y en algún momento tuvimos un millón de personas alojadas en ellas”[1]. El jueves 18 de julio “la escuela Al-Falah, ubicada en el barrio de Zaytoun, al sureste de la ciudad de Gaza, fue objetivo de un ataque que dejó un saldo de dos civiles asesinados y cinco más heridos”[2].

La escuela Al-Falah, ubicada en el barrio de Zaytoun, al sureste de la ciudad de Gaza, fue objetivo de un ataque aéreo israelí la tarde del jueves 18 de julio, con cinco niños asesinados y dos heridos

Demolición deliberada de escuelas y universidades: Para darse cuenta de la perversidad genocida de Israel debe resaltarse que no es que solamente se estén destruyendo las escuelas por los bombardeos indiscriminados contra estas instalaciones y las personas que allí se encuentran. Existe algo de la misma saña criminal, consistente en la demolición programada de escuelas en diversos sitios de la palestina histórica, algo que se viene realizando desde hace décadas y que no ha cesado en los últimos meses. Así tenemos que se han demolido sedes de universidades, como la Universidad de Israa, que fue destruida desde sus cimientos con explosivos el 17 de enero de 2024, o sea, fue literalmente borrada del mapa. O lo menos conocido como la demolición de 42 escuelas de beduinos en el Valle del Jordán, con el objetivo de favorecer la colonización sionista en la zona. Esta técnica, criminal y terrorista de Israel, es de vieja data e involucra la destrucción de las casas de los palestinos, para que estos no tengan donde retornar. En el caso de los centros educativos se demuelen para que no existan lugares donde se pueda volver a estudiar tras el apaciguamiento de esta fase del genocidio.

La Universidad Islámica en la Ciudad de Gaza destruida por el ataque israelí del 15 de febrero de 2024 (AFP).

Ataques a las escuelas de las Naciones Unidas: En el caso de Israel su cinismo genocida no tiene límites, porque no existe ningún caso similar por parte de ningún país reconocido por la ONU ‒e Israel sí que es hijo ilegitimo de la ONU‒ en el que un estado de manera descarada ataque directamente las instalaciones de esa entidad. Al respecto, Israel se ha encargado de liquidar todas las instalaciones de la ONU, la mayor parte de las cuales están ligadas a la Agencia para los Refugiados de Palestina en Oriente Medio (UNRWUA), la cual administra escuelas, hospitales, centros de salud, albergues, campos de refugiados, restaurantes… Entre los ataques más criminales de Israel se encuentran los bombardeos contra escuelas y hospitales administrados por la UNRWUA, cuyas instalaciones han quedado pulverizadas y en cada uno de ellos han muertos decenas o centenares de palestinos, incluyendo miembros del personal administrativo de la entidad adscrita a las Naciones Unidas. Es decir, no solamente se asesina a palestinos, la mayor parte niños y mujeres, sino que se mata impunemente a funcionarios y empleados de la ONU, profesores, administradores, lo cual no genera ningún rechazo ni repudio especial de la mal llamada “Comunidad Internacional”. Entre uno de los ejemplos que pueden mencionarse se encuentra el ataque que se realizó en junio a una escuela de la ONU, en el que fueron masacradas 35 personas. El día 7 de junio un avión militar de Israel disparó dos misiles contra las aulas del último piso de la escuela en el campo de refugiados urbano de Nuserait. En el momento en que se produjo el bombardeo 6000 personas desplazadas se refugiaban en la escuela. Uno de los sobrevivientes, Udai Abu Elias contó: «Estaba durmiendo cuando ocurrió el incidente. De repente, oímos una fuerte explosión y los cristales rotos y los escombros del edificio cayeron sobre nosotros. El humo llenaba el aire y no podía ver nada. No esperaba salir vivo. Oí que alguien llamaba a los sobrevivientes para que salieran de debajo de los escombros. Me esforcé por ver mientras tropezaba con los cuerpos de los mártires»[3].

Hasta junio de 2024 han sido atacadas 190 escuelas e instalaciones gestionadas por la Agencia de la ONU para los refugiados palestinos. Además, Israel no discrimina y bombardea sin pausa los campos de refugiados y las escuelas que allí se encuentran, en donde se albergan niños. Muchos de esos campos de refugiados existen desde hace décadas, y han sido masacrados centenares de niños.Un ejemplo palpable lo representa lo sucedido el domingo 14 de julio cuando Israel volvió a bombardear la escuela de las Naciones Unidas del campo de refugiados de Nuseirat, en el centro de Gaza, y masacró a 13 personas, la mayoría niños.

Ataques y bombardeos a hospitales: Aunque la destrucción del sistema de salud de Gaza, que incluye el ataque sistemático a hospitales, constituye un crimen de guerra con sus propias particularidades que debe ser analizado de manera específica, debe ser incluido dentro del escolasticidio porque gran parte de los muertos y heridos son niños que se recuperaban de ataques previos o se les atendía por diversas enfermedades. De igual manera, se ataca a mujeres gestantes, lo quiere decir que en forma premeditada se agrede a la población relacionada en forma activa o potencial con el sistema escolar, con la clara intención de matarla. Aparte del bombardeo de hospitales debe incluirse el ataque a ambulancias donde se llevan enfermos y heridos, el allanamiento arbitrario y la evacuación forzosa de los hospitales y el asesinato aleve de pacientes en las camas en que se encontraban convalecientes.

No es una casualidad que los cobardes bombardeos que realiza la fuerza aérea de Israel sobre hospitales dejen centenares de muertos y de heridos. Al respecto valga mencionar que solamente en los dos primeros meses de la fase actual del genocidio, a finales de 2023 se presentaron 250 ataques a hospitales, centros de salud y ambulancias por parte de los ocupantes de Israel, que dejaron centenares de muertos. Un solo caso es demostrativo, el artero ataque con un misil por parte de Israel contra el hospital Al-Ahli que el 17 de octubre mató en forma instantánea a 421 personas y dejo centenares de heridos. Una descripción es suficientemente ilustrativa de este atroz crimen del sionismo, que como hemos dicho, forma parte también del escolasticidio:

“‘En el terreno quedaron cientos de víctimas, entre heridos y fallecidos. Las imágenes mostraban una gran cantidad de personas que yacían en el suelo’.

‘Partes del hospital están en llamas’, relató el cirujano británico-palestino Ghassan Abu Sittah. ‘No sé si es el servicio de urgencias, pero seguro que el quirófano sí. Parte del techo se ha caído. Hay cristales por todas partes’.

Otro médico aseguró que el 80% del hospital estaba fuera de servicio y que cientos de personas murieron o resultaron heridas en la explosión.

Además de los pacientes y personal sanitario que había en el hospital, en el interior y al exterior del edificio había civiles -unos 1.000, según los últimos reportes- que buscaban un lugar seguro ante los bombardeos israelíes”[4].

Bombardeo hospital Gaza: qué se sabe, quién es el autor y víctimas

Destrucción de infraestructura educativa: Cuando se habla de la destrucción material no se incluye solo a instalaciones de escuelas y universidades. Se involucra allí también la destrucción de sedes gubernamentales que están relacionadas en forma directa o indirecta con el sistema educativo. Así, el 15 de noviembre de 2023 Israel demolió la sede de la Asamblea Legislativa y la sede del gobierno de Hamas en la Franja de Gaza. Israel también bombardea y destruye restaurantes y cafeterías de colegios y universidades, los laboratorios, las zonas de esparcimiento, las instalaciones deportivas y todos los lugares de sociabilidad de profesores y estudiantes, así como las zonas administrativas que dirigen y coordinan las actividades escolares. Con la misma lógica criminal se destruyen museos, murales históricos, editoriales, imprentas, centros de producción artística, iglesias, mezquitas, edificios históricos y zonas arqueológicas.

Destrucción de bibliotecas y archivos históricos: Israel pretende borrar los lugares donde se encuentran depositadas las fuentes históricas y de conocimiento para las nuevas generaciones de palestinos. Se incurre en un memoricidio consciente y sistemático, con el objetivo de hacer añicos las bibliotecas y archivos existentes en Gaza. Cabe mencionar la destrucción del Archivo Central de Gaza de 150 años de existencia, en el que se guardaban tesoros documentales y bibliográficos sobre la historia palestina desde hace cientos de años, en especial desde la época del dominio otomano. Miles de documentos fueron destruidos por los ataques de Israel, con lo que se dio un paso más en el intento de hacer desaparecer del mapa todo lo relacionado con el pueblo palestino, incluyendo las fuentes históricas que registran su presencia en la región desde hace varios siglos.

Uso de escuelas como cuarteles e instalaciones militares por Israel: Aparte de desalojar a los niños y jóvenes de sus escuelas y universidades, el ejército sionista procede a ocupar los recintos educativos en forma militar y a usarlos como centros de operaciones logísticos y desde allí atacar al resto de la población gazatíe. Después suele bombardear y destruir las instalaciones que le han servido de centro de operaciones. Un claro ejemplo de esto que mencionamos fue la ocupación de la Universidad de Israa en diciembre de 2023, usada como centro logístico y operativo por los militares de Israel que, tras un mes de ocupación, fue demolida por los mismos ocupantes, quienes incluso bailaban de regocijo y dicha al contemplar y filmar su acción escolasticida.

Ataques y asesinatos de madres gestantes y lactantes: El futuro de la educación en Gaza está en cuestión por otro hecho terrible: en la actual ofensiva genocida por Israel han sido asesinadas miles de madres con sus hijos todavía en el vientre, otras han sido heridas o han quedado lisiadas. Muchos bebes sobreviven huérfanos desde la cuna, ante la muerte de su progenitora. Y las mujeres que quedan vivas deben dar a luz a sus bebés en duras condiciones, sin agua, sin condiciones higiénicas mínimas, sin apoyo médico y sanitario. Sus niños nacen desnutridos y abatidos desde el momento en que ven la primera luz del sol por el estruendo de bombardeos y el ruido ensordecedor de los aviones que lanzan los artefactos explosivos. Un solo ejemplo es revelador: “‘No podía evitar pensar en cómo se sentía mi bebé con cada explosión’. Así se expresaba hace escasos días una mujer embarazada que permanece en el norte de la Franja de Gaza ante el asedio israelí. Ella misma describía cómo su cuerpo temblaba con cada bombardeo mientras corría para refugiarse con su familia en una escuela después de que su casa fuera destruida por los ataques. Duerme en un suelo frío y sucio, sin comida ni higiene. ‘A medida que pasan las noches y avanzan los días se preocupa más. Cada día, cada hora y cada minuto tiene miedo del mundo al que traerá a su bebé y si estará bien’”[5].

Qué futuro puede tener un sistema educativo y un país en general si sus niños no pueden llegar al mundo y si lo hacen su esperanza de vida va a ser breve, teniendo en cuenta el contexto adverso en que llegan a esta tierra, y para completar soportando bombas y explosiones. Nacimientos prematuros y abortos espontáneos se presentan cada minuto en los hospitales bombardeados, donde las madres no solo esperan a sus hijos, sino que, con terrible incertidumbre, deben asumir que, en cualquier momento, sean bombardeadas y allí se acabe todo.

No por azar, dirigentes, políticos y gente corriente en Israel sostienen que debe exterminarse a los niños de Palestina porque, argumentan criminalmente, que estos van a ser futuros terroristas. Una sola muestra es ilustrativa en este sentido: Yelet Shaked, mujer del Parlamento israelí, ha afirmado sobre las mujeres y madres palestinas que «tienen que morir y sus casas deben ser demolidas. Ellos son nuestros enemigos y nuestras manos deberían estar manchadas de su sangre. Esto también se aplica a las madres de los terroristas fallecidos». Agregó con tono hitleriano: «Detrás de cada terrorista hay decenas de hombres y mujeres sin los cuales no podría atentar. Ahora todos son combatientes enemigos, y su sangre caerá sobre sus cabezas. Incluso las madres de los mártires, que los envían al infierno con flores y besos. Nada sería más justo que siguieran sus pasos». Remató diciendo que las mujeres palestinas, «Deberían desaparecer junto a sus hogares, donde han criado a estas serpientes. De lo contrario, criarán más pequeñas serpientes»[6].

Asesinato de estudiantes: En estos momentos se está produciendo el asesinato en masa del eje vertebral de cualquier comunidad educativo, esto es, los estudiantes. Y este crimen se perpetúa en forma sádica, porque todos los días se bombardean pueblos, zonas de refugio, campamentos, sedes de la ONU, hospitales, escuelas, universidades. Gran parte de quienes mueren por las “bombas inteligentes” de Israel son niños. Aunque las cifras son imprecisas y cambian minuto a minuto, dado que los bombardeos y agresiones del ejército sionista no se detienen, hasta el momento en que escribimos estas líneas se habla de unos quince mil niños asesinados, a los que deben agregarse miles de cadáveres que se encuentran entre los escombros de los edificios que Israel arrasa con sus tanques y aviones.

Los niños que tienen la suerte (¡!) de quedar vivos contemplan las escuelas destruidas, que son un oscuro recuerdo del lugar y el tiempo que pasaban con los amigos. Uno de ellos recuerda: «‘Salíamos durante el recreo. Íbamos a las aulas y paseábamos. El director venía a las clases’, dijo Abed al-Qara, alumno de quinto año básico, que inspeccionaba los daños con su amigo Muhammed al-Fajem en Bani Suhaila, situada al este de Jan Yunis, en el sur de la Franja de Gaza. ‘Nos daba los libros. Íbamos allí y veíamos quién entraba y salía; nos quedábamos en la puerta de la escuela. Vivíamos’»[7]. De eso solo quedan los edificios en ruinas, las aulas destruidas, los libros y cuadernos pulverizados. En fin, una muestra macabra de lo que deja el genocidio educativo y los sueños rotos de quienes deben representar el futuro, pero ¡qué radiante futuro que les deja la criminalidad sionista!

Francotiradores que asesinan a niños: Otra de las grandes hazañas de las fuerzas asesinas de Israel es la de matar a mansalva a niños, por medio de francotiradores. Esta práctica terrorista, y un crimen de guerra, se ha desarrollado desde hace años, pero se ha acentuado en los últimos meses.  El primer indicio radicó en que a los hospitales empezaron a llegar niños con heridas de bala en la cabeza. Un médico voluntario, Fozia Alvi, relató a The Guardian que en una unidad de cuidados intensivos atendió directamente a niños, quienes «no podían hablar, estaban parapléjicos. […] No eran los únicos. Vi incluso a niños pequeños con heridas directas de francotirador tanto en la cabeza como en el pecho. No eran combatientes, eran niños pequeños»[8]. Lo más sádico y criminal del asunto estriba en que luego de ordenar a la población que abandoné un lugar y, mientras huye, en el camino los francotiradores de Israel disparan a mansalva contra los niños.

Esos ataques se realizan de varias maneras: por francotiradores que están resguardados a cierta distancia; por militares que accionan ametralladoras que se encuentran montadas en blindados y usan proyectiles calibre 50 y utilizando sistemas de precisión con los que prácticamente no se falla un disparo, con lo cual está garantizada la muerte o el daño del niño atacado; otro método consiste en usar drones que llevan armas, que son accionadas a control remoto con disparos certeros que se dirigen a la cabeza de los niños.

Los francotiradores actúan también en Cisjordania, donde se ha incrementado el asesinato de niños por parte de matones del ejército o de los grupos paramilitares de los colonos ocupantes.

Uno de estos crímenes aconteció el 29 de noviembre de 2023, cuando fue asesinado un pequeño de nombre Adam, aficionado al futbol, y residente en el campo de refugiados de Yenín, una ciudad del norte de Cisjordania. Él se encontraba en compañía de su hermano y otros nueve niños, cuando aparecieron en escena varios carros de combate de Israel. Los niños salieron a correr y un soldado empezó a dispararles y mató a Adam, quien fue alcanzado por una bala que le rompió la nuca[9].

La utilización de francotiradores por las tropas sionistas es otro elemento característico del escolasticidio, puesto que su objetivo radica en matar o dejar parapléjicos de por vida a los niños, con lo cual desaparecen, por sustracción de materia, los niños-estudiantes, el soporte de cualquier sistema escolar.

Una foto familiar de Adam.

Asesinato de profesores y educadores: A la par del asesinato de niños y jóvenes, Israel asesina en forma fría y premeditada a profesores y educadores a todos los niveles del espectro educativo. Junto con los miles de niños asesinados se cuentan 266 profesores asesinados y 973 heridos, un registro parcial e incompleto hasta abril de este año sobre los educadores que han muerto como resultado de los ataques de Israel. Incluso, han sido asesinados rectores de colegios y universidades, porque en ese terreno los sionistas no discriminan ni distinguen, antes bien al contrario tienen claro que al matar a directivos y profesores están liquidando la posibilidad de que las escuelas renazcan en otros espacios, incluso al aire libre. De esta manera, se está destruyendo la savia vital, los profesores, que posibilitan el funcionamiento real de cualquier escuela. “El profesor, que es la piedra angular del proceso educativo, necesita que se le proporcione el elemento de seguridad física, psicológica y ocupacional, así como la provisión de las necesidades básicas y el restablecimiento de su apoyo financiero y moral por parte de las autoridades oficiales, especialmente desde que la devastadora guerra lo ha destruido todo”[10].

Mencionemos únicamente un caso del asesinato de un profesor en Gaza, el del poeta y narrador Refaat Alareer, quien es recordado por uno de sus estudiantes en forma conmovedora:

“Es difícil creer que ya es sólo un recuerdo, difícil aceptar que nunca más volverá a aparecer en su clase, a compartir su ingenio y el humor por el que era famoso. Para quienes le conocimos a lo largo de los años, Refaat es inmortal: es una idea, y las ideas no mueren. Refaat es una palabra y una historia, Refaat es una pluma y un juego de palabras. Refaat es nuestro poeta, narrador y mentor.

Sus enseñanzas eran universales: nos presentó a Malcolm X, John Donne, Shakespeare y Edgar Allan Poe junto a obras de autores palestinos como Edward Said, Susan Abulhawa, Ibrahim Nasrallah y Mourid Bargouthi, entre otros. […]

La conexión de Refaat con sus alumnos no se limitaba al aula. A menudo nos invitaba a dar clases al aire libre o cerca de la playa, ahora ocupada por las fuerzas israelíes. Nos invitaba a tomar café y siempre estaba pendiente de nosotros y de nuestras familias. […]

Refaat creía que las historias tienen un enorme poder de trascender ideas y personas. Solía decirnos que el movimiento sionista no colonizó Palestina de una sola vez: los sionistas trabajaron durante décadas para construir una narrativa que justificara la ocupación de Palestina. […]

Refaat argumentó que para que los palestinos mantengan viva su memoria y su causa, tienen que seguir contando su versión de la historia. Si dejamos de contar historias, traicionaremos a nuestros antepasados, nos recordaba constantemente. […]

Refaat tenía sentido del humor negro y el lenguaje era su juego. Se apresuraba a hacer chistes o juegos de palabras, divirtiendo a quienes le rodeaban. […]

Refaat era una amenaza para la narrativa israelí y por eso la inteligencia israelí lo llamó y le dijo que lo atraparían y que sabían que se refugiaba en una escuela. Refaat decidió abandonar la escuela y se dirigió a casa de su hermana, donde murió por un ataque aéreo israelí a las 18:00 horas del 6 de diciembre.

Las historias de Refaat siempre nos acercaban a nuestra patria y recordamos a Refaat llevando un libro en la mano y corriendo a otra cita. [Escribió] un poema titulado «Si debo morir», en 2011:

Si debo morir,
tú debes vivir
para contar mi historia
para vender mis cosas
para comprar un trozo de tela
y unas cuerdas,
(que sea blanca y con una larga cola)
para que un niño, en algún lugar de Gaza
mientras mira al cielo a los ojos
esperando a su padre que se fue en un incendio –
y no se despidió de nadie
ni siquiera a su carne
ni siquiera de sí mismo.
ve la cometa, mi cometa que tú hiciste, volando
por encima de
y piensa por un momento que un ángel está allí
trayendo de vuelta el amor
Si debo morir
que traiga esperanza
que sea un cuento.

Refaat no murió, se multiplicó, como dice la escritora palestina Susan Abulhawa, porque Refaat es una idea y las ideas no mueren”[11].

Si se asesina a los profesores de educación básica, de idioma local, de matemáticas, de ciencias, de literatura, de artes, de educación física, de geografía, de historia… quién y qué se podrá enseñar en el futuro inmediato a los niños que queden vivos. Esa es una de las finalidades más perversas del escolasticidio, matar las voces que pueden mantener viva la cultura y la historia y de un pueblo, de ahí que se liquide en forma premeditada a los maestros de la vida.

Un hombre con una flor en la cabeza

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Refaat Alareer, poeta, narrador y profesor de Gaza, asesinado por Israel el 6 de diciembre de 2023.

Asesinato de artistas, investigadores y científicos: Cualquier sistema educativo no está aislado de la cultura general de una nación, porque se nutre de ella, de sus aportes, saberes y conocimientos, a la cual también retroalimenta con sus propios conocimientos e investigaciones. En estas circunstancias, se constituye en un complemento criminal para destruir la educación de un país el asesinato premeditado de sus literatos, intelectuales, pensadores, científicos, artistas, músicos, poetas, cantantes… Y lo que Israel está haciendo, como parte del genocidio educativo y del etnocidio al que somete a los palestinos, es matar a los componentes de la nación palestina: a sus niños y sus escuelas, a sus jóvenes y sus universidades y a todos sus vectores culturales, mediante el asesinato de sus creadores intelectuales, científicos y artísticos. Es elevada la cifra de los que han sido y están siendo asesinados y se incrementa cada día con terribles noticias de nuevos crímenes que perpetran las fuerzas sionistas. Hasta el mes de abril de este año habían sido asesinados 45 artistas y escritores y más de un centenar de científicos, académicos y profesores universitarios.

Encarcelamiento y tortura de niños: Desde que existe como Estado colonialista, Israel captura y tortura a niños, en violación flagrante de elementales derechos de los infantes. Antes de iniciar la actual fase del genocidio en las cárceles de Israel se encontraba una gran cantidad de niños y jóvenes, cuyo número se ha incrementado en la actualidad con las redadas y capturas que cotidianamente llevan a cabo las fuerzas sionistas. Cada año, Israel detiene entre 500 y 1000 niños y adolescentes de Palestina. El patrón represivo es idéntico: redadas nocturnas y por sorpresa, ojos vendados y manos atadas a la espalda, sin que los familiares de los niños sepan de su destino. Luego son sometidos a tribunales militares, algo único en el mundo.

Esto supone que una parte de la niños y de la juventud es alejada por la fuerza de sus vinculaciones y actividades escolares, lo cual se alarga y agudiza en la medida en que los mantengan durante más tiempo en la cárcel y, en gran parte de los casos, sin pruebas y sin juicio de ninguna clase, simplemente porque así lo determina Israel.

Condiciones inhumanas para  niños presos en cárceles de “Israel”

Daños físicos, mentales y emocionales: Los bombardeos indiscriminados y cotidianos, el ver morir a sus seres queridos (padres, hermanos, amigos…), el quedar huérfanos, el hambre y desnutrición forzadas, la destrucción de las fuentes de agua potable, el arrasamiento de pueblos y escuelas, la suciedad y el abandono que genera la criminalidad israelí, todo eso ocasiona traumas físicos, mentales y emocionales en toda la población gazatíe, en especial en los niños. Esos traumas marcan a estos niños y quedaron en su ser para toda su vida. Los niños experimentan ansiedad, miedo, tristeza, dolor, pesadillas, recuerdos que los perturban e insomnio y una terrible sensación de incertidumbre al saber que pueden morir en cualquier momento por una bomba de Israel. Están rodeados por la muerte las 24 horas del día, sin perspectivas ciertas de que la situación vaya a mejorar. Sintetizado esta terrible situación emocional de los niños de Gaza, Jason Lee, director de Save the Children para los Territorios Palestinos Ocupados, afirma: «En tiempos de guerra, la gente suele buscar refugio en lugares seguros, pero ahora mismo no hay lugares seguros en Gaza y no hay forma de conseguirlos. Con una sensación de seguridad, la constante presencia tranquilizadora de la familia, algún tipo de rutina y un tratamiento adecuado, los niños y niñas pueden recuperarse. Pero muchos ya han perdido a miembros de su familia, algunos lo han perdido todo, y la violencia y el desplazamiento persisten. Una y otra vez, hemos advertido de que el peaje del conflicto y el bloqueo en la salud mental de los niños es demasiado grande. Incluso antes de esta escalada, más de la mitad de los padres y madres con los que hablamos informaron de que sus hijos se autolesionaban o tenían pensamientos suicidas.  Nos estamos quedando sin palabras para alertar sobre la magnitud del sufrimiento de los niños y las niñas en Gaza”[12].

Esos niños no hablan, a veces ni siquiera saben su nombre, no tienen ningún horizonte vital, literalmente Israel les ha matado todas sus ilusiones y ha creado las condiciones para que, en el futuro inmediato, las fuerzas de resistencia se nutran con nuevos combatientes. Qué otra cosa harán muchos de esos niños, si sus soportes vitales han sido destruidos o seriamente debilitados.

Niños que quedan solos y sin familiaresUnos veinte mil niños han perdido a cualquier familiar, porque sus casas han sido arrasadas por los bombardeos de Israel, que matan familias enteras. El resultado es tan pavoroso que en Palestina se ha inventado una nueva denominación para dar cuenta del asunto: “Niño herido, familia no superviviente”. Hay casos en que Israel ha asesinado a familias enteras (abuelos, padres, hijos, primos, sobrinos…) compuesta por más de treinta miembros, y entre los escombros ha quedado vivo un niño de ocho o diez años. En muchos casos, esos niños no pueden ni siquiera hablar, quedan en estado de shock tras los bombardeos y la desaparición física de sus padres. Los niños huérfanos sufren lo que se denomina el “síndrome de Gaza”.

Qué futuro y qué vida le espera a un niño que ha soportado una infamia de esta índole: “Una niña […] estaba con su familia en casa de su tío cuando fue bombardeada en las primeras semanas de la guerra. Murieron su madre, su padre, su hermano y sus dos hermanas. Le tuvieron que amputar una pierna”[13].

Suspensión obligada e indefinida del calendario escolar: En medio de la fase más cruenta del genocidio, en marcha desde el 7 de octubre de 2023, se han paralizado, por fuerza mayor, las actividades escolares con la suspensión del calendario previsto en las zonas ocupadas. Por ello, ningún estudiante asiste a la escuela desde el 6 de noviembre, cuando el Ministerio de Educación de Gaza suspendió el año escolar 2023-2024, hasta nuevo aviso, debido a los ataques masivos e indiscriminados de Israel, entre cuyos objetivos prioritarios se encuentran los centros educativos. De esta forma, han quedado fuera de la actividad escolar ‒un sistema que funciona en condiciones relativamente normales en cualquier país del mundo, incluso en aquellos territorios que se encuentran en guerra‒ 625 mil alumnos y sin empleo 22.500 profesores.

Expulsión y desplazamiento generalizado de niños y jóvenes: Un componente central del genocidio es el de la limpieza étnica que implica el asesinato y expulsión de la población palestina, un proceso que comenzó con la Nakba de 1948. Dicha limpieza étnica se ha radicalizado en los últimos meses y se expresa en la muerte de miles de personas y en la expulsión de cerca de dos millones de habitantes de Gaza, la Cárcel a cielo abierto más grande del mundo. Esa expulsión, que Israel, sus ideólogos y falsimedia occidental se encargan de presentar como una migración voluntaria de la población local, trae aparejados los numerosos despojos y pérdidas (de tierras, casas, propiedades personales…) que genera la súbita expulsión del lugar de residencia. Como gran parte de la población está constituida por niños, ellos son el principal componente de esa migración forzada, lo que significa que ya no van a estar en las escuelas en donde estudiaban o iban a estudiar, bien porque o esas escuelas han sido destruidas o bien porque ellos se encuentran lejos de sus zonas escolares. En la expulsión se pierden además elementos indispensables para cualquier actividad educativa, tales como pupitres, cuadernos, libros, lápices, computadores, material didáctico que nunca se recuperará y cuya sustitución hacia el futuro tendrá un elevado costo económico.  Esto lo manifiesta Ahmad, un niño de seis años, el cual se refugió en una escuela con su familia, luego de la orden de Israel de abandonar su territorio de nacimiento, “No sé qué le ha pasado a mi casa, [está] probablemente destruida con todos mis libros y juguetes”[14].

Incremento del suicidio de niños: Dados los niveles de trauma que ocasiona el genocidio, miles de niños y jóvenes, y con razones más que explicables, ya no le encuentran sentido a la vida y han optado por el suicidio. El nivel de desesperanza que causa la violencia extrema de los sionistas y que esos niños experimentan en su propia piel a diario, ha incrementado los suicidios. Niños de escasos diez años ya no quieren seguir viviendo y manifiestan que prefieren morir a estar abandonados, sin familia y sin amigos. Vicente Raimundo, director de Programas Internacionales de Médicos sin Fronteras, una persona que ha estado en la zona y que ha tratado a los niños de Gaza afirma al respecto: “Cuando a un chavalín de 7, 10 o 12 años, que no tiene los mecanismos adaptativos de un adulto, tiene a su hermano muerto en brazos, sus padres bajo los escombros, sus primos fallecidos, su casa no está, el colegio tampoco, ni siquiera su barrio, se le está arrancando todo lo que le ancla con esta tierra”[15]. Por supuesto, existe una correlación directa entre esas pérdidas y el aumento de los suicidios.

Hambrear y desnutrir a la población, en especial a niños y jóvenes: Un componente central del escolasticidio, y del infanticidio que lleva a cabo Israel, radica en reducir al máximo las posibilidades de subsistencia de los palestinos, mediante una política criminal de asfixia alimenticia. Para ello, se utilizan diversos procedimientos encaminados a que cabalgue uno de los jinetes del apocalipsis: impedir el ingreso de alimentos al territorio bloqueado de Gaza, bombardear los lugares de abastecimiento, masacrar a los palestinos que hacen fila para recibir alimentos (el hecho más conocido al respecto fue la Masacre de Harina el 1 de marzo de 2024), contaminar las aguas, destruir las fuentes de suministro de agua potable, obligar a la gente a consumir aguas negras, reducir el consumo de calorías al punto de subalimentar y desnutrir a la gente… Y esto no es aislado, afecta a dos millones de gazatíes que ya no tienen un mendrugo que llevarse a la boca. Es Israel que convierte en parte de la dura realidad el fantasma del hambre, para intentar matar de inanición a todo un pueblo. Por supuesto, los efectos de esta práctica genocida en la educación son inmediatos, porque se sabe que uno de los factores que, en términos individuales, impide la participación adecuada en cualquier sistema educativo es la desnutrición. Un niño desnutrido está incapacitado física y mentalmente para aprender y esas secuelas permanecen durante toda su vida, que en general es muy breve.

La desnutrición y el hambre, por otra parte, adquiere tal dimensión que miles de niños deambulan solitarios porque han perdido a sus familiares y ya no pueden ser acogidos por otras familias palestinas que enfrentan la disyuntiva de alimentar a sus hijos o los niños abandonados. Al respecto, Laura Bill, representante de la UNICEF para Palestina, sostiene: “Estamos viendo que, como en estos momentos la inseguridad alimentaria es tan grave y tampoco hay a penas agua o medicamentos, la población palestina que en otras ofensivas era sumamente acogedora está en la tesitura de tener que quitar comida a sus hijos, que están desnutridos, para dársela a un niño desconocido”[16].

Atenazados por el hambre, los habitantes de Gaza esperan para recibir  magras raciones - SWI swissinfo.ch
Niño palestino en la fila donde se reparte comida en Gaza. Foto: Reuters.

Destrucción del sistema de salud: Un complemento del escolasticidio, que amerita en sí mismo un análisis específico por todos los elementos involucrados de saña criminal, es el de la destrucción del sistema de salud, un elemento indispensable para el adecuado funcionamiento de la educación en cualquier país. Que haya hospitales y centros de salud, higiene y atención es necesario para que los niños puedan asistir a la escuela, porque se requiere tratamiento a tiempo si los infantes se enferman o sufren accidentes o deben cuidar su salud y deben reponer sus energías físicas y espirituales. Es decir, se necesita de servicio médico que les garantice a los niños la continuidad y permanencia en sus actividades escolares. Si eso normalmente debe ser así, imaginemos por un momento lo que acontece en un lugar devastado por los bombardeos de Israel, y en el cual su sistema sanitario ha sido sistemáticamente destruido. De tal forma, que los niños ya no cuentan ni con lo más elemental para reponer su cuerpo y su mente, en muchos casos heridos y mutilados como quedan luego de los ataques sionistas.

Se da el caso que, además, por el bloqueo criminal, ni siquiera los hospitales que se mantienen funcionando cuentan con lo más elemental, ni agujas, ni alcohol, ni antisépticos, ni agua potable, ni anestesia… Y así deben funcionar esos centros y sus médicos y enfermeros. Es obvio, que en estas condiciones no funciona adecuadamente ningún sistema educativo. Y por eso, este es un elemento del escolasticidio, ya que no se puede garantizar la supervivencia de los niños y jóvenes, muchos de los cuales mueren, aunque bien podían haber sobrevivido de existir condiciones básicas de tratamiento médico, algo imposible en un medio devastado por el genocidio, y cuando Israel bombardea directamente los hospitales, con el pretexto que allí se encuentran combatientes de Hamas.

En síntesis, el ataque y destrucción de hospitales pretende evitar que los niños heridos puedan recuperarse y nunca más vayan a la escuela o queden incapacitados físicamente de por vida o mueran por falta de atención médica. Un breve relato de Nyka Alexander, responsable de comunicación de la Organización Mundial de la Salud de la ONU. es elocuente. Allí se describe a “la gente durmiendo a la intemperie o en tiendas improvisadas entre montañas de basura y retretes al aire libre. La ictericia, una inflamación del hígado, se está extendiendo entre la población, incluso entre los niños. Las moscas se posan en las heces y luego en la comida, que no puede lavarse salvo con agua sucia”. Luego se agrega de manera lacónica: “Imagínense todas las aceras cubiertas de tiendas de campaña y en estos refugios improvisados. Imagínense las calles manando agua verdosa, azulada y negra que son heces mezcladas con basura. Imagina que no hay cubos de basura, que no hay recogida de basuras. Sólo hay montones de basura. . . Las moscas también están por todas partes y son muy agresivas. Quieren meterse en los ojos, quieren meterse en la boca”[17].

El impacto de la destrucción del sistema de salud y su inmediato efecto escolasticida se comprueba con dos datos aterradores que la ONU dio a conocer en días recientes y que afectan en forma directa e inmediata a los niños: la emergencia de una epidemia de poliomielitis en Gaza, cuando el polio había sido erradicado hace años en la región, reaparición que es producto de la contaminación de las aguas, la acumulación de basuras, la mezcla de aguas de consumo con aguas residuales, todo lo cual es un resultado directo de las acciones criminales de Israel; y  se registran al menos 40 mil casos de hepatitis en la franja de Gaza en los últimos ocho meses, una cifra que adquiere sentido porque antes del 7 de octubre solo se habían diagnosticado 85 casos, mientras que ahora aparecen alrededor de mil nuevos pacientes por semana[18].

Cortes de electricidad, de agua potable, de telefonía y de cualquier servició esencial: Otro componente relacionado con el genocidio educativo está referido a la destrucción planeada de los servicios básicos para la población, entre los que sobresalen el agua potable, la electricidad, la recogida de basuras, la limpieza de las calles de las ciudades… Pues Israel está destruyendo todo eso, con bombardeos a centrales eléctricas, redes de telefonía, sistemas de aguas y alcantarillados, como resultado de lo cual durante gran parte del día no hay luz eléctrica, no funcionan los teléfonos celulares, no existe abastecimiento de agua potable y las basuras (aumentadas por las toneladas de escombros de los edificios bombardeados) se acumulan en las calles, con lo que se producen epidemias y contagios, evitables, que afectan al grueso de la población. Todo esto conspira contra el funcionamiento del sistema educativo, porque las escuelas no pueden operar sin agua y sin energía. Esos dos servicios son indispensables para mantener unas mínimas condiciones higiénicas y acceder a aspectos elementales de la escuela como la electricidad, que alimenta diversas necesidades del mundo escolar. Por ejemplo, hoy que se le rinde tanto culto a la conectividad de internet, quién puede imaginar lo que acontece con la educación en Gaza, sí incluso les han destruido los pupitres a las escuelas, derrumbado sus aulas, quemado sus libros y cuadernos, bombardeado sus laboratorios. En ese contexto, cómo podría operar allí la conectividad, que es exaltada en el mundo occidental por supuestamente ser un vehículo inigualable de enseñanza y aprendizaje.

El hacinamiento, las condiciones antihigiénicas en los refugios, la falta de agua potable están propagando enfermedades que afectan en gran medida a los niños, tales como diarrea, infecciones agudas e infecciones cutáneas. En ese sentido, Jason Lee, Director de Save Children para Palestina, detalla: “Estamos escuchando historias desgarradoras de niños que sufren enfermedades debido a la falta de acceso a agua potable, como enfermedades de la piel, diarrea y deshidratación. Los niños nunca deben sufrir así, en ningún lugar. Estas infecciones también dejan a los niños deshidratados y, por tanto, sin agua limpia, en riesgo de muerte”[19].

Destruir el juego, la diversión y el jolgorio propio de los niños en sus escuelas: Los niños, a pesar del impacto del genocidio, no dejan de ser niños, es decir, siguen jugando e intentan divertirse en medio de las penalidades y la violencia generalizada y lo hacen en los pocos espacios que le pudieran quedar en los centros escolares que aún permanecen en pie. Uno de los objetivos de Israel es que los niños ni siquiera puedan jugar en tan adversas condiciones y por eso, bombardea con sadismo aquellos lugares a donde los niños están en actividades de esparcimiento. Un ejemplo referido al bombardeo de una escuela donde unos niños jugaban futbol lo ilustra, la masacre de la escuela Al-Awda: “Israel atacó el martes las instalaciones de una escuela en Gaza. El ataque produjo la muerte de al menos a 29 personas que se refugiaban allí y dejó heridas a decenas más. El momento en que estalló la bomba fue capturado en video por una persona que filmaba un partido de fútbol juvenil que se estaba disputando en el patio de la escuela Al-Awda. La pelota de fútbol estaba en el aire cuando la bomba explotó. [Quedaron] cadáveres por todas partes y personas heridas desangrándose entre los escombros, sin recibir ninguna atención”[20].

Si como resultado de un ecocidio no se oye ni el canto de los pájaros ni el zumbido de los insectos, porque desaparecen los sonidos de la vida y quedan los de la muerte, en el caso del escolasticidio se apagan las voces, llantos, risas, gritos de los niños, que con su felicidad espontánea demuestran la alegría de vivir. Eso es lo que quiere exterminar Israel, la alegría de vivir que expresa la risa de los niños. Por eso, los bombardea y masacra durante sus momentos de juego y diversión, como ha sucedido en numerosas ocasiones y se refrendó con la masacre de la escuela del campo de futbol, que describimos en este parágrafo.

La cultura del terror: A la hora de analizar diversos genocidios se ha acuñado la categoría cultura del terror, la cual es muy aplicable a lo que sucede con los palestinos y a la práctica cotidiana de las fuerzas de ocupación de Israel que caracteriza también el comportamiento racista y legitimador del genocidio de la mayor parte de habitantes comunes y corrientes del Estado nazisionista. Por cultura del terror debe entenderse el pánico que se genera en la vida cotidiana a los residentes locales, recurriendo a los más variados métodos de intimidación, con el fin de que el miedo impida la organización, movilización y respuesta por parte de los palestinos. El sistema educativo se constituye en un espacio privilegiado para desplegar esa cultura del terror, porque se trata de ir acostumbrando a los niños a los maltratos, agresiones, crímenes y todo tipo de violencia de que hacen gala las fuerzas ocupantes. Ese terror se despliega en las casas, en las escuelas, en las bibliotecas, en los museos y en todos los espacios de sociabilidad de los niños palestinos. Los van acostumbrando a asumir como si fueran normales los bombardeos, las invasiones de tanques, los disparos indiscriminados por parte de francotiradores, la destrucción de casas y escuelas… Esa normalidad criminal la impone por la fuerza del agresor ocupante y debe ser tolerada, sin chistar nada, por parte de palestinos. Es la escuela del crimen la que implementa Israel en la vida diaria, en sustitución de la escuela de vida que han querido construir durante décadas los martirizados palestinos.

Los dirigentes sionistas no lo ocultan, antes sacan pecho como si las barbaridades que dicen fueran normales y aceptables. Por ejemplo, El ministro de Seguridad de Israel, el ultranacionalista Ben Gvir, ha dicho:  «No podemos permitir que mujeres y niños (palestinos) se acerquen a la frontera; cualquiera que lo haga debería recibir un balazo en la cabeza»[21]. Y en esto cuenta con el apoyo incondicional de sus amos de Estados Unidos, puesto que el Congresista de ese país, Tim Walberg, ha dicho estas humanitarias palabras: “No deberíamos gastar ni un centavo en ayuda humanitaria. Debería ser como con Nagasaki e Hiroshima. Deberíamos terminar con esto rápido”[22].

Decir escolasticidio es hablar de manera implícita de infanticidio y juvenicidio, porque los asuntos están imbricados en forma estrecha: la destrucción de la escuela y la universidad es un ataque directo a niños y jóvenes, a sus intereses vitales en el presente y el futuro, y, al mismo tiempo, matar a bebés, infantes y adolescentes es parte del proyecto de quitarle el agua el pez, es decir, gente al sistema educativo. Es matar a la fuente nutricia de la educación de raíz, afectando de manera a directa a una generación, que ya no tendrá acceso a la escuela, bien porque esta ha sido destruida o porque sus integrantes, incluyendo los profesores, han sido asesinados

Destruir el pasado, el presente y el futuro de un pueblo: Todo lo planteado líneas arriba puede sintetizarse de manera lacónica diciendo que con el escolasticidio Israel busca, nada más ni nada menos, que destruir el pasado, el presente y el futuro del pueblo palestino. Desde luego, eso lo viene haciendo desde hace 80 años, proceso que se ha acelerado desde el 7 de octubre de 2023. Cuando la diferencia entre la vida y la muerte es de escasos segundos, cuando una persona no sabe las horas que le quedan de vida, cuando se teme ser bombardeado en cualquier momento, cuando se obliga a la gente a irse de sus casas, escuelas y lugares cotidianos de vida y se les reúne forzosamente en “zonas seguras” de refugio que luego son bombardeadas, cuando los palestinos han sido abandonados a su propia suerte y no cuentan con el apoyo real y directo de ningún país en el mundo…; en un lugar con todas estas características, se transforma la noción que tienen los niños sobre la vida, la muerte, el presente y el inexistente, para ellos, futuro. En esta dirección trágica y terrible el psicólogo David Musardo sostiene que existe una clara regresión en el estado físico, mental y anímico de los infantes que se expresa en que “los niños ya no conciben un mañana, viven al día, tienen una idea de la muerte y del presente completamente cambiada a consecuencia de estar en contacto directo con asesinatos todos los días. Muchos saben que probablemente mueran a causa de los bombardeos israelíes o por desnutrición de manera inminente”. Continúa señalando:

“Antes veías niños corriendo, que veían a los trabajadores humanitarios y nos pedían cosas, tocaban a la ventanilla del coche o simplemente querían jugar y ahora ves chavales de 12 o 13 que parecen físicamente hombres ancianos, con la cara dura, triste y quemada, que solo gritan de desesperación, tienen pánico y todo ello sin padres o abuelos que puedan consolarles ni escucharlos o darles espacio para su dolor”[23].

En qué futuro pueden pensar los habitantes de Gaza, y en especial sus niños y jóvenes, si tenemos en cuenta que la mitad de sus habitantes, en un territorio con un total de 2.3 millones de personas, tienen menos de 18 años. Es decir, ellos nacieron después de 2006 y han vivido toda su existencia en medio de un brutal bloqueo de Israel y han soportado numerosos ataques y bombardeos, agudizados en los últimos meses.

Si su presente es así, no puede haber una idea de futuro, a lo cual debe agregarse que para completar Israel destruye las fuentes del pasado, la historia y la memoria palestina, junto con la educación, en un proyecto que no habría ni soñado ni concebido el mismísimo Adolfo Hitler.

El Síndrome de Gaza: El genocidio en curso deja una terrible secuela entre los palestinos, y especialmente entre los niños, al que se ha denominado El Síndrome de Gaza, el trauma que soportan en la vida diaria y que llevan consigo como un fardo insoportable. El psicólogo David Musardo lo precisa: “La inmensa mayoría de ellos padecen depresión, ansiedad y estrés agudo ya que lo han perdido todo, dicen, ‘estoy nervioso, no puedo dormir, siempre pienso en cuando bombardearon mi casa o en la última vez que pude ver a mi madre antes de que la mataran’”[24]. Y por supuesto, esta no es una situación aislada y excepcional, sino que afecta a todos los niños, explicable porque han vivido alguno o varios de los hechos que se han convertido en pan de cada día en el genocidio: bombardeos, ataques indiscriminados, redadas, encarcelamientos, torturas,  muerte de alguno de sus familiares y amigos, destrucción de sus escuelas, demolición de sus casas, expulsión de sus lugares de origen, hambre, destrucción del sistema eléctrico, sanitario y de agua potable… Por ello, el 95 por ciento de los niños de Gaza soportan estrés agudo. La mayor parte de los niños no pueden entender ni concebir las razones que explican la violencia extrema que soportan, ni tampoco comprender por qué caen asesinados sus padres y familiares, y todo ello los condena a la indefensión absoluta.

ALGUNAS CIFRAS DEL HORROR DEL ESCOLASTICIDIO

En este ensayo antes que dar cifras, hemos intentado presentar una descripción somera de cada asunto y un análisis sintético de tipo cualitativo. Sin embargo, los datos ayudan a visualizar la magnitud del genocidio educativo, aunque por supuesto las cifras por contundentes que sean no pueden sustituir a las personas de carne y hueso que soportan el genocidio. Además, estas cifras se van quedando cortas y anticuadas a medida que pasan los días y los crímenes de Israel se mantienen al mismo ritmo e incluso se incrementan.

A la fecha han sido atacadas 400 escuelas, han sido asesinados 40 mil palestinos y 90 mil han resultado heridos. Uno de cada tres muertos es niño, lo que equivale que a la fecha han sido masacrados unos 14 mil niños. Miles de personas, un número incierto e impreciso, de seres humanos yacen muertos debajo de los escombros. Han sido asesinadas 520 personas que se albergaban en refugios de la UNRWA y ahí mismo han sido heridas 1.600. Existen dos millones de desplazados internos, que adicionalmente han sido expulsados hasta diez veces de diversos lugares en los últimos diez meses.  Cada diez minutos es asesinado un niño en Gaza.

Se calcula que 8.500 estudiantes han sido asesinados por Israel, cifras que solo cubren hasta comienzos de julio y 14.500 estudiantes han resultado heridos. De las 320 escuelas que se convirtieron en refugio de los palestinos que Israel expulsa cotidianamente, 190 han sido atacadas por las fuerzas sionistas. Se han destruido todas las universidades existentes en la Franja de Gaza, un total de 12 instalaciones que han sido voladas y demolidas.

Israel ha lanzado 80 mil toneladas de bombas, arrasando lo que se encuentra a su paso y con miles de seres humanos y animales domésticos y silvestres que allí habitaban. Desde el 7 de octubre, han perdido la vida tres rectores, 95 decanos y 231 profesores universitarios. Una gran mayoría de los niños gazatíes y 88.000 estudiantes universitarios, se enfrentan a la privación de su educación por la guerra. 625.000 estudiantes han sido separados de la escuela y un millón de niños padecen problemas de hambre por la falta de agua potable y alimentos, y soportan carencias de salud y vivienda.

Todo lo anterior no son cifras insustanciales, se refieren a seres humanos a los que Israel asesina y destruye impunemente. Tenemos que considerar lo esencial: “Por desgarradoras que sean estas cifras, no son más que números. Pero los muertos de Gaza no son números. Eran seres humanos, la mitad de ellos niños y niñas, cuyas vidas han sido apagadas, su potencial borrado para siempre, sus seres queridos abandonados a un dolor que los consume por completo. Muchas víctimas murieron solas, con un dolor extremo, o padecieron un sufrimiento inimaginable”[25].

EL “ESCOLASTICIDIO” INTELIGENTE: COMPLICIDAD Y PARTICIPACIÓN DE EDUCADORES Y ACADÉMICOS DE ISRAEL

Vamos a cerrar este escrito haciendo alusión a un hecho que no puede pasar desapercibido y que está referido a la complicidad o directa participación de una parte sustancial ‒con honrosas excepciones, por supuesto‒ del mundo educativo de Israel en el escolasticidio de los Palestinos.

Esto quiere decir que unos profesores y estudiantes participan, los de Israel, consciente y obedientemente en el asesinato de otros estudiantes y profesores, los de Palestina. Esta es una clara muestra del odio, racismo, discriminación y criminalidad que se genera en un medio que se supone, por su nivel de formación educativa y de conocimiento, debería rechazar su participación en esos crímenes. Eso es soñar despierto, pues se sabe que investigadores, profesores, científicos, artistas, jóvenes estudiantes y universitarios de Israel participan complacientemente en el escolasticidio de los palestinos.

Al respecto, solo consideramos dos aspectos de manera general: el odio hacia los palestinos que se genera desde la escuela de diversas maneras, en la que resalta el tipo de historia que se enseña; y el papel de universidades y académicos en el genocidio en Palestina.

Una historia escolar que fomenta el odio hacia los palestinos

“Los libros escolares israelíes ‒desafiando a la evidencia factual‒ todavía presentan a los palestinos como los matones y a los israelíes como las víctimas y como los protectores de la tierra”. -Nurit Peled-Elhanan, Palestina en los textos escolares de Israel, Buenos Aires, Editorial Canaán, 2016, p.  321.

Por referencias de autores que han estudiado los libros de texto con los que se enseña a los niños de Israel se puede señalar que, tras analizar decenas de libros de diversas asignaturas escolares, entre ellas de manera preferente la historia, esos investigadores concluyen de manera inequívoca que, desde la escuela, con los textos y con la reproducción de los estereotipos que allí se encuentran por parte de los profesores, se enseña a odiar a los árabes en general y a los palestinos en particular[26].

En esos textos se encuentra una justificación de los crímenes de Israel y de su interminable terrorismo estatal, desde finales de la década de 1940, cuando se presentó la Nakba de los palestinos que ocupaban ancestralmente las tierras que el naciente estado de Israel y sus paramilitares les arrebataron violentamente y los expulsaron a sangre y fuego. De ahí en adelante, todas las agresiones y crímenes de Israel son presentadas como parte del proceso de recuperación de la “tierra santa” y del regreso triunfal de unos colonos, unos simples invasores, que retornan a los lugares que la Biblia y otros libros religiosos presentan como si fueran su propiedad divina.

Los procedimientos que se utilizan en los libros de texto parten de ignorar y desconocer la existencia de los palestinos y de su cultura. De esta forma, en los textos no se incluye, ni verbal ni visualmente, algún aspecto cultural digno de destacar de la vida de los palestinos. Allí no hay menciones de la literatura, poesía, historia, agricultura, arte, arquitectura, ni de las costumbres y tradiciones de los palestinos. Este desconocimiento, conscientemente concebido por el Ministerio de Educación y la autoridades encargadas de regular los libros de texto y replicado por los autores de esos manuales, se sustenta en el prejuicio sionista de que la tierra que ocuparon estaba vacía y fue llenada por un pueblo prospero, industrioso y trabajador, por supuesto los israelitas. Es el mito de una tierra sin pueblo para un pueblo sin tierra.

Ese desconocimiento se complementa con el hecho de que las pocas menciones que se efectúan de los palestinos son racistas y discriminatorias y se les suele presentar con los motes de terroristas, refugiados, y agricultores primitivos, «asesinos», «alborotadores», «sospechosos», “atrasados e improductivos. Estos estereotipos racistas son la norma en los textos escolares y eso es lo que se les repite a diario en las clases, es lo que los niños leen en los textos que tienen a la mano y es lo que les dicen en sus casas sus padres y familiares más cercanos.

Con estos supuestos, en los libros de texto se presenta una visión en la que los sionistas libran una “guerra justa” contra un enemigo que se niega a reconocer los pretendidos legítimos derechos de Israel. En estas condiciones, «los libros de texto dedicados a los más pequeños tienden a describir los actos de los árabes como hostiles, desviados, crueles, inmorales, injustos, con la intención de herir a los judíos y de aniquilar el Estado de Israel”, señala el investigador Daniel Bar-Tal de la universidad de Tel Aviv luego de haber estudiado 124 textos escolares que se han usado en la mala educación de los niños de Israel en varias épocas de la historia reciente[27].

Por supuesto, la historia que se enseña en Israel es maniquea, ya que por un lado están los malos, los árabes y palestinos, y por el otro los buenos, los judíos y los sionistas. Estos son presentados como industriosos, trabajadores, valientes, modernos, occidentales, progresistas… y eso se comprueba con la transformación del desierto en florecientes tierras de cultivo, algo que en esa lógica nunca habían hecho los árabes ni los palestinos. Tal mensaje se enfatiza con la utilización de diversos estereotipos, que repiten y complementan los arriba mencionados. Los árabes se muestran como «poco cultos, inferiores, fatalistas, improductivos y apáticos», «tribales, vengativos, exóticos, pobres, enfermos, sucios, ruidosos, de color» que «quemaban, asesinaban, destruían y se exacerbaban fácilmente»[28].

El desprecio de los palestinos se traduce en el odio cotidiano que sienten los niños que, poco después cuando se hacen jóvenes se convierten en miembros del ejército de Israel. No sorprende que la mayor parte de estudiantes salga con ganas de golpear y matar a los palestinos, a cualquiera de ellos y con el primero que se encuentren, incluyendo a los niños de los territorios ocupados. Y eso es lo que se hace a diario, si recordamos que las fuerzas militares de Israel están formadas en una gran proporción por jóvenes que matan sin compasión a los palestinos. Es decir, llevan a la práctica de manera consecuente el odio que les inculcaron pocos años atrás y que niega la existencia de los palestinos o a lo sumo los ven como incomodos obstáculos que hay que eliminar en el camino incontenible de Israel por expandirse a costa de los habitantes que ocupan las tierras que por condición divina les pertenecen a Israel, pues eso dicen las “sagradas escrituras” desde hace miles de años.

Autores que han analizado con detalle la percepción de los niños de Israel ayudan a precisar la manera en que se enquista el odio. Un estudio que analizó una muestra a estudiantes, de los grados de cuarto a sexto a partir de cinco preguntas en una escuela de Haifa, para medir la forma en que se ve a los árabes, presentó estos resultados: “El 70% de los niños describieron al ‘árabe’ como un asesino, alguien que secuestra niños, un criminal y un terrorista. El 80% dijo que veía a los árabes como sucios y con cara aterradora. El 90% de los alumnos afirmó que los palestinos no tenían derecho alguno sobre la tierra en Israel o Palestina”[29].

Y no puede ser algo diferente porque en los textos escolares eso es lo que se repite hasta la saciedad sobre los árabes y palestinos. Así, en un estudio que hizo un investigador de 1700 libros de Israel para niños, que fueron publicados después de 1967, encontró que en 520 de ellos había descripciones humillantes y negativas sobre los palestinos: “El 66% de los 520 libros se referían a los árabes como violentos; el 52% como malvados; el 37% como mentirosos; el 31% como codiciosos; el 28% como falsos; el 27% como traidores, etc.”.  El investigador Adir Cohen indica que los autores de estos libros inculcan de manera eficaz el odio hacia los árabes al despojarlos de su naturaleza humana, al bestializarlos y encuentra, a partir de 86 textos escolares, las siguientes descripciones: homicidas, serpientes, sucios, animales viciosos, sanguinarios, belicistas, asesinos, camellos con joroba…[30]

En conclusión, en Israel se enseña a los niños a odiar: a los palestinos, a los musulmanes, a los árabes en forma general y todo aquel que apoye o se solidarice con la causa palestina. A todos ellos se les descalifica olímpicamente con el mote de ser antisemitas, son los gentiles que odian eternamente a los sufridos judíos.

En la práctica cotidiana ese odio está militarizado, puesto que los niños de Israel desde sus primeros años de vida están rodeados de armas y a ellos se les inculca el respaldo a los militares que van a masacrar palestinos. Así, encontramos imágenes de diversos momentos de la historia reciente de Israel y de sus permanentes agresiones a las zonas ocupadas, preferentemente a Gaza, en que los niños despiden efusivamente a los soldados que van en los tanques que pisotean lo que encuentran a su paso o que pilotean los aviones que van a bombardear a los palestinos, incluyendo a niños. Se pueden observar imágenes detestables en que los niños dibujan en los tanques y aviones de los genocidas tiernos muñequitos y les desean mucho éxito y logros a los soldados-asesinos, muchos de los cuales son los padres o familiares de los niños que los despiden.

Y, para rematar, eminentes historiadores profesionales y académicos de Israel niegan el genocidio y los crímenes del sionismo. Al respecto, un botón de muestra es ilustrativo. En días recientes el historiador Benny Morris, investigador y profesor de la Universidad Ben-Gurión del Néguev, en una entrevista televisiva señaló sin inmutarse y con un cinismo que raya en la criminalidad que Israel no ha bombardeado hospitales en la franja de Gaza: «El único hospital que recuerdo que haya sido bombardeado fue con un cohete disparado por la Yihad Islámica por error. […] Israel ha atacado hospitales, pero con infantería, y encontró allí a gente de [el movimiento palestino] Hamás, cuarteles generales de Hamás dentro de los hospitales, debajo de los hospitales»[31].

Participación de universidades, laboratorios de investigación y académicos en el escolasticidio

[La imagen de Israel, para casi todo el mundo, se ha transformado] «de un grupo de idealistas sobrevivientes del Holocausto que querían hacer florecer el desierto, a una pandilla de fanáticos rabiosos que han convertido en ciencia las técnicas para brutalizar a niños de 12 años”. -David Graeber, citado en Stefano Portelli, La antropología frente a la limpieza étnica, diciembre 27 de 2023. Disponible en: https://observatoriconflicteurba.org/la-antropologia-frente-a-la-limpieza-etnica/ [Énfasis nuestro]

En Israel existe un vínculo directo entre el sistema universitario y el sionismo desde diversos ángulos. En primer término, en lo relacionado con la legitimación ideológica del dominio sionista, al que se le atribuyen, por notables académicos e investigadores que están ligados al mundo universitario, una pretendida superioridad moral, basada en valores religiosos, que permite justificar la limpieza étnica, el apartheid y las prácticas genocidas. Entre los elementos más vergonzosos de esa legitimación se encuentra lo que se denomina arqueología y antropología sionistas. Valga relatar lo que se dice, por ejemplo, en el prospecto del Museo Arqueológico de Tel Aviv: “Las excavaciones llevadas a cabo a lo largo y ancho de Israel por los investigadores, han desvelado una verdad inobjetable: Dios ha elegido a su pueblo para gobernar sobre Tierra Santa. […] Por lo tanto, este museo, que atesora la herencia divina de los antepasados, servirá para mantener eternamente el fervor nacionalista y el amor patrio de las futuras generaciones”. Y se agrega en un video de propaganda de ese Museo que “el pueblo judío nunca olvidó su capital eterna […]. Tres mil años después del rey David, hemos vuelto al monte donde todo empezó”[32].

Israel utiliza la arqueología, por supuesto con participación consciente de antropólogos y arqueólogos, como un arma de guerra para justificar su expansión y apropiación de los territorios ocupados de los palestinos, a los que se les cambian sus nombres históricos árabes y se les reemplaza por denominaciones bíblicas, ajustadas a los intereses geopolíticos de Israel. Se trata de hurgar en los territorios palestinos y expulsar a sus habitantes para encontrar los rastros del pretendido pasado bíblico. Lo peor radica en que allí donde supuestamente se encuentran esos rastros de la presencia judía en tiempos antiguos, hace miles de años, los arqueólogos proceden a excavar con buldóceres ‒son los únicos arqueólogos que hacen eso en el mundo‒, lo que implica tumbar las casas de los habitantes actuales, palestinos y arrasar con barrios enteros, bajo el pretexto de haber encontrado lugares santos de Israel. Con ese procedimiento se han destruido barrios musulmanes con siglos de historia real, para desenterrar quimeras bíblicas, supuestamente encontradas por los arqueólogos sionistas.

De lo que se trata para Israel y sus dirigentes sionistas, para lo cual cuentan con el respaldo de eminentes académicos e investigadores, es de borrar y reescribir la historia de la región, y para eso emplean la arqueología como un arma para borrar el pasado palestino e inventar un milenario pasado israelí de supuesta presencia en el lugar. En otros términos, es una forma de justificar una invención actual del sionismo para reclamar una pertenencia milenaria a las tierras palestinas. Esto se hace a partir de un risible, pero criminal presupuesto: “Los sionistas dependen de millones de personas en todo el mundo que han sido engañadas para creer que hay una verdad histórica en la Biblia, que piensan que el Israel de hoy es el verdadero y legítimo sucesor del Israel bíblico y que permiten a los sionistas reclamar la Biblia como su libro de historia real”[33].

En segundo lugar, algo evidente en los actuales momentos, es la directa participación de las universidades, de sus profesores y estudiantes (con un 95% de aceptación consciente) en el genocidio de Gaza, en el escolasticidio o academicidio en marcha. Investigaciones minuciosas que se han realizado en España demuestran con datos y cifras concretas el aterrador prontuario de las universidades de Israel en el asesinato de Palestinos y en la limpieza étnica en marcha. Todas las universidades de Israel han participado, sin excepción alguna, en el genocidio de manera además directa, mediante el apoyo a actividades militares, con el fomento de programas de I+D [Investigación y Desarrollo] para inventar artefactos, armas, inteligencia artificial, drones… que luego se experimentan en Palestina[34]. Como quien dice, todas las universidades de Israel como instituciones ligadas al Estado sionista ‒perdiendo cualquier viso de autonomía e independencia‒ han participado en la destrucción de todas las universidades de Gaza (doce en total que, como vimos arriba, han sido arrasadas total o parcialmente) y en la destrucción de escuelas, bibliotecas, centros culturales, museos y, por supuesto, en la masacre de estudiantes y profesores de Palestina. Se constata que profesores y estudiantes del lado israelí participan conscientemente en la muerte de profesores y estudiantes del lado palestino. ¡Una vergüenza para el saber y el conocimiento y para los profesores y estudiantes del mundo entero!

Vamos a dar un solo ejemplo, ilustrativo de lo que estamos señalando, el caso de la Universidad de Haifa. Esta universidad, una institución de punta en los vínculos criminales entre el saber académico y el estado sionista y sus necesidades bélicas, cuenta en la actualidad con unos dieciocho mil estudiantes, cinco mil de los cuales se encuentran en el campo de batalla en Gaza, donde también están decenas de profesores que son reservistas de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI). Esta participación es alentada por las autoridades de la Universidad de Haifa, que los considera y los trata como “héroes” (¡brillantes héroes que masacran bebes, niños, madres gestantes…!). Para facilitarles su inserción en la programación habitual, esa universidad les ofrece cursos virtuales, que pueden realizar en sus tiempos libres mientras prestan el servicio militar. Dicho de manera más contundente, luego de bombardear y masacrar a los palestinos, los militares inscritos en la universidad retoman sus cursos vía online, en la que se involucran en temas diversos, entre los que se pueden encontrar asuntos tan cruciales para el bien de la humanidad, tales como los de elaborar armas y técnicas militares para seguir asesinando palestinos. Un profesor de la Universidad de Haifa, y presidente de la Escuela de Ingeniería Afeka, dependiente de dicha universidad, dice al respecto en una ceremonia de graduación el 19 de junio: «Nos comprometemos firmemente a garantizar que cada estudiante complete el año académico con éxito ya tiempo, sin abandonos debido a la guerra, y estamos haciendo todo lo que está en nuestro poder para lograr este objetivo. Para aquellos que han respondido al llamado al servicio con profunda disposición, debemos brindar un apoyo inquebrantable y asistencia para ayudarlos a completar sus estudios, preocupados por su futuro y sin comprometer la calidad de su educación»[35].

Por supuesto, muchos de esos estudiantes-soldados se están especializando sobre el terreno, experimentando en el laboratorio palestino las prácticas genocidas que han aprendido desde la escuela, en lo relativo a las técnicas de guerra y opresión de los habitantes de Gaza y Cisjordania. Tal es el caso de una estudiante, llamada Nofar Shlosberg, la cual estudia ingeniería de software y trabaja directamente con el Ministerio de Defensa de Israel en un proyecto de drones para la FDI. Esta estudiante-soldado-genocida sostiene con orgullo: «Afeka realmente me preparó para el éxito y se aseguró de que me fuera bien a pesar de mis obligaciones en el ejército. También me enseñaron las habilidades que necesitaba para obtener un buen trabajo incluso antes de graduarme. Ahora, en el Ministerio de Defensa, veo a muchos graduados de Afeka que también están desarrollando tecnologías innovadoras e interesantes, y siento que somos parte de una familia. Es reconfortante verlo»[36].

La Universidad de Haifa concede a los estudiantes-soldados becas para que concluyan sus estudios apenas terminen sus labores genocidas en tierras de Palestina. Para eso, cuentan con el asesoramiento de profesores que en “forma bastante comprensiva” se comprometen a darles todo tipo de ayuda, de ellos como académicos y de la universidad como institución, para que exista un complemento adecuado y exitoso en el tránsito de las armas a la universidad y viceversa. Es decir, facilita que se pase sin interferencias de las aulas a los campos de muerte, a donde se masacra a los palestinos, con la aplicación de importantes innovaciones tecnocientíficas que se desarrollan en laboratorios de la Universidad de Haifa.

Nada esto sorprende, porque desde 2018, la Universidad de Haifa fue premiada con una licitación mediante la cual les otorga títulos académicos a oficiales de las FDI en las tres academias militares existentes: el Colegio de Comando Táctico, el Colegio de Comando y Estado Mayor, y el Colegio de Defensa Nacional. En esos estudios, “entrenan a cientos de oficiales, comandantes y figuras importantes del sector público a la institución. A nivel nacional, esto permite coherencia en las calificaciones académicas a largo plazo de los comandantes de las FDI y mejora la educación académica que adquieren en paralelo con los cursos militares”[37].

Cuando se otorgó la licitación, el presidente de la Universidad de Haifa, el profesor Ron Robin, afirmó que la universidad estaba «orgullosa de abrir nuestras puertas a los miembros de las Fuerzas de Defensa de Israel y de ser el hogar académico de las fuerzas de defensa y seguridad de Israel. Estos hombres y mujeres, que son queridos para nosotros, operan día y noche por la defensa y seguridad del Estado de Israel, y les proporcionaremos contenido educativo de la más alta calidad«. Claro, contenido educativo de altísima calidad para masacrar palestinos, utilizando sofisticados procedimientos tecnocientíficos, que se enseñan en las aulas de esta universidad de la muerte.

Los administradores de la Universidad y de la Escuela de Ingeniería Afeka no niegan que el objetivo estratégico de esas instituciones consiste en vincular estudiantes y militares a través de la alta tecnología de guerra y genocidio. Al respecto el rector, el profesor Moyal, señaló en una reciente ceremonia de graduación: «Te miro a ti y veo el futuro ‒el futuro de la industria de alta tecnología, el futuro de la economía israelí, el futuro de la sociedad, el futuro del país. Para nosotros, ustedes representan una parte significativa de la ‘imagen de la victoria’ de este país. Estoy lleno de orgullo por cada uno de ustedes»[38].

Que duda queda, después de soportar este insulto a la inteligencia humana por parte de una universidad y sus altos directivos. sobre los vínculos entre las instituciones educativas de Israel y el escolasticidio de Gaza, para que conste la manera cómo conscientemente participa un sector de educadores, ligados al proyecto sionista, en la destrucción del sistema educativo de territorios invadidos y colonizados, como lo son Gaza y Cisjordania

En última instancia, no existe ninguna separación en Israel entre los campus universitarios y los cuarteles, son las dos caras del mismo militarismo criminal del sionismo. Eso explica que las universidades tengan bases militares dentro de sus instalaciones, fomenten la militarización de la vida universitaria, permitan la presencia cotidiana de militares uniformados y con armas y más allá en Palestina respalden los asentamientos ilegales, el apartheid, la limpieza étnica, financian y apoyan a estudiantes y profesores que participan directamente en las acciones genocidas… En síntesis, respaldan al “ejercito más moral del mundo”, como reza la propaganda sionista, que traducido a nuestro humilde castellano coloquial quiere decir el “ejercito más criminal del planeta”. Esto alcanza tales cotas de cinismo que, en el anfiteatro de la Universidad de Tel Aviv, se guardan los cadáveres de los palestinos asesinados, en muchos de cuyos cuerpos se realizan experimentos y también en esa universidad se guardan documentos y materiales saqueados en los archivos y bibliotecas de Palestina.

Para concluir, no sorprende en concordancia con lo señalado que el Instituto Weizmann de Ciencias repita la propaganda del régimen de Benjamín Netanyahu que el genocidio sionista es resultado de la lucha de la “luz contra la oscuridad” (civilización de Israel contra la barbarie de los palestinos), y agregue que esa universidad representa “la voz de la ciencia [que] es poderosa y “puede resonar más allá de las paredes de los laboratorios”. En términos menos prosaicos, esto quiere decir sin eufemismos que la técnica y la ciencia no están separadas de los intereses ideológicos y políticos del sionismo, y este se encarga de demostrarlo en los territorios ocupados de Palestina, donde el escolasticidio supone que estudiantes y profesores de Israel participen en forma consciente en la masacre de otros muchos estudiantes y profesores de Palestina, eso sin pestañear y a nombre de la defensa de la civilización occidental.

OSP UC  | El pasado 18 de enero, la universidad Al Israa en Gaza fue  bombardeada por Israel perjudicando a estudiantes de pre y posgrado, así  como… | Instagram

NOTAS


[1]. https://news.un.org/es/story/2024/07/1531091

[2]. https://ciudadccs.info/publicacion/20045-estado-sionista-de-israel-destruye-escuela-en-gaza

[3]. https://www.bbc.com/mundo/articles/cn33v258nlyo

[4]. https://www.bbc.com/mundo/articles/c9re1dk7914o

[5]. https://www.eldiario.es/desalambre/dar-luz-bombas-desafio-extremo-enfrentan-gaza-150-mujeres-embarazadas-dia_1_10616212.html

[6]. [https://actualidad.rt.com/sociedad/view/134489-diputada-israel-matar-madres-palestinos].

[7].  https://es.marketscreener.com/cotizacion/divisas/EURO-ISRAELI-NEW-SHEKEL-E-60037304/noticia/Los-ni-os-de-Gaza-a-oran-sus-d-as-de-escuela-antes-del-conflicto-46470520/

[8]. https://actualidad.rt.com/actualidad/504750-francotiradores-israelies-disparan-deliberadamente-ninos

[9]. https://www.koha.net/es/jackpot/418785/vrasja-e-8-vjecarit-palestinez-qe-coi-ne-hetim-te-izraelit-per-krime-lufte

[10].https://ctxt.es/es/20240201/Politica/45669/Mahmoud-Mushtaha-cronica-educacion-estudiantes-bombardeos-gaza-palestina-israel.htm

[11]Yousef M. Aljamal, “Homenaje de un estudiante a Refaat Alareer, el querido cuentacuentos de Gaza”, diciembre 18 de 2024. Disponible en: https://themarkaz.org/es/a-students-tribute-to-refaat-alareer-gazas-beloved-storyteller/

[12]. https://www.savethechildren.es/notasprensa/la-salud-mental-de-los-ninos-de-gaza-al-limite-tras-casi-un-mes-de-asedio-y-bombardeos

[13]. https://news.un.org/es/gallery/1527642

[14]. https://www.eldiario.es/desalambre/infancia-acabado-ofensiva-israeli-ensana-ninos-gaza_1_10705805.html

[15].  Alejandra Fateo Mano, “Niño herido, familia no superviviente”: más de 17.000 menores de Gaza ya han perdido a su familia”, El Salto, julio 11 de 2024. Disponible en : https://www.elsaltodiario.com/genocidio/nino-herido-familia-no-superviviente-17000-menores-gaza-han-perdido-familia

[16]. Citado en Ibid.

[17]. Citado en Juan Cole, “Netanyahu ha herido, enfermado o condenado a la hambruna a 600.000 niños palestinos en Rafah”, Resumen Latinoamericano, mayo 8 de 2024. Disponible en: https://www.resumenlatinoamericano.org/2024/05/08/palestina-netanyahu-ha-herido-enfermado-o-condenado-a-la-hambruna-a-600-000-ninos-palestinos-en-rafah/

[18]. La Jornada, julio 30 de 2024 y La Jornada, agosto 3 de 2024. Disponibles en: https://www.jornada.com.mx/2024/07/30/mundo/023n1mun;  y https://www.jornada.com.mx/2024/08/03/mundo/018n2mun

[19]. https://www.eldiario.es/desalambre/infancia-acabado-ofensiva-israeli-ensana-ninos-gaza_1_10705805.html

[20]. https://www.democracynow.org/es/2024/7/12/jugar_al_futbol_en_gaza_el

[21]. La Sexta, abril 18 de 2024. Disponible en: https://www.lasexta.com/programas/lasexta-clave/pena-muerte-palestinos-otras-barbaridades-ministro-israeli-ben-gvir-plena-guerra_2024041866217324c18d400001868078.html

[22].https://www.democracynow.org/es/2024/4/1/titulares/rep_walberg_r_mi_calls_for_gaza_to_be_bombed_like_nagasaki_and_hiroshima

[23]. Citado en Alejandra Mateo Fano, op. cit.

[24]. Ibid.

[25]. Jonathan Cook, “El recuento oficial de muertes en Gaza es una mentira”, Rebelión, agosto 3 de 2024. Disponible en: https://rebelion.org/el-recuento-oficial-de-muertes-en-gaza-es-una-mentira/

[26]. Nos hemos basado en:

Asa Winstanley, Cómo Israel enseña a sus hijos a odiar. Disponible en: https://www.monitordeoriente.com/20190727-como-israel-ensena-a-sus-hijos-a-odiar/;  Marwan Bishara, Por qué Israel odia TANTO a los Palestinos. Disponible en: https://infoposta.com.ar/notas/12580/por-qu%C3%A9-israel-odia-tanto-a-los-palestinos/Maureen Meehan, Educación israelí en el odio, Rebelión, julio 20 de 2007. Disponible en: https://rebelion.org/educacion-israeli-en-el-odio/

[27]Maureen Meehan, “Educación israelí en el odio”, Rebelión, julio 20 de 2007. Disponible en: https://rebelion.org/educacion-israeli-en-el-odio/

[28]. Ibid.

[29]Ibid.

[30]Ibid.

[31]. https://actualidad.rt.com/actualidad/518221-historiador-israeli-negar-bombardear-hospitales-gaza

[32]. José Steinsleger, “Arqueología sionista: con la Biblia y los buldócer”, La Jornada, mayo 23 de 2018. Disponible en: https://www.jornada.com.mx/2018/05/23/opinion/017a1pol;

[33]. Miko Peled, “Palestina. Del mito a la realidad: los arqueólogos sionistas están usando la Biblia para reescribir la historia”. Disponible en:  https://www.resumenlatinoamericano.org/2020/12/15/palestina-del-mito-a-la-realidad-los-arqueologos-sionistas-estan-usando-la-biblia-para-reescribir-la-historia

[34]Mussaab Bashir Alazaiza,  “En Israel la academia es militar, por eso hay que boicotear”, Rebelión, febrero 29 de 2024. Disponible en: En Israel la academia es militar, por eso hay que boicotear – Rebelion

[35]. Noa Amouyal, De la batalla al aula: Entre bastidores del año académico israelí en tiempos de guerra, julio 23 de 2024. Disponible en: https://www.jpost.com/spanish/noticias-de-israel/article-8115

[36]Ibid.

[37]Ibid.

[38]Ibid.

Imagen: Mujeres palestinas con sus hijos asesinados por el bombardeo israelí al Hospital Indonesio, Norte de la Franja de Gaza, noviembre 18, 2023 [Reuters/Fadi Alwhidi]

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Palestina: La educación después del genocidio de Gaza

La educación después del genocidio de Gaza

Renán Vega Cantor

A la memoria de los miles de profesores, estudiantes, poetas, artistas y científicos asesinados por el Estado genocida de Israel.

“Las historias que llegan de Gaza son dignas de pesadillas. Si no actuamos ahora, la historia nos juzgará a todos. […] Los niños son asesinados a un ritmo devastador, familias enteras son borradas del registro. Las cifras son desgarradoras y, con la violencia no solo continuando, sino expandiéndose, muchos más niños siguen en grave riesgo. Se trata de graves violaciones de proporciones épicas”. -Jason Lee, director de Save the Children para los territorios palestinos ocupados, diciembre 12 de 2023.

El Sindicato de Profesores y Empleados de la Universidad de Birzeit (Palestina ocupada), Todos y todas somos palestinos (octubre 11 de 2023) sostiene: “En estos momentos todos y todas somos Palestinos y es nuestro deber actuar sin demora contra los verdaderos criminales, gritando frente a este monstruo y su barbarie. […] Hablar de libertad, ya sea política, académica o social, caerá en oídos sordos mientras que los verdaderos criminales no sean calificados y tratados como tal. Nosotros, en Palestina ocupada y exiliados, no nos hacemos ilusiones con sueños poéticos sobre la victoria de la pluma sobre la espada. La espada, blandida por un enemigo apoyado por la comunidad internacional, ya ha penetrado muy profundamente nuestra carne en una historia imperialista en la que el enemigo, que sostiene la espada asesina, tiene también la pluma que narra su asesinato. Como intelectuales y académicos trabajando en Palestina ocupada usamos nuestra voz, sin importar cuan fútil sea en (este) momento crítico, confiando en la abnegación y resistencia de nuestro pueblo. Creemos plenamente en el triunfo de nuestra libertad y de nuestros derechos inalienables. Declaramos, en este momento histórico y urgente, que venceremos y que la justicia triunfará. No somos víctimas pasivas, aunque hayamos sido asesinados, desfigurados y expulsados por un Estado colonial animado por una ideología de odio frenético y de violencia sangrienta. Nadie nos callará. Nuestra resistencia abrirá una de las grandes alamedas de la historia por las que transitará el hombre libre. Permanecemos firmes y venceremos”.

El título de este texto parafrasea a La educación después de Auschwitz (el campo de concentración y exterminio de la Alemania nazi), el ensayo que escribió el filósofo alemán Theodor Adorno en 1966, en cuyas primeras líneas se dice: “La exigencia de que Auschwitz no se repita es la primera de todas en la educación. Hasta tal punto precede a cualquier otra que no creo deber ni poder fundamentarla. No acierto a entender que se haya dedicado tan poca atención hasta hoy. Fundamentarla tendría algo de monstruoso ante lo monstruosidad de lo sucedido. […]. Cualquier debate sobre ideales de educación es vano e indiferente en comparación con este: que Auschwitz no se repita. Fue la barbarie, contra la que se dirige toda educación”[1].

Desafortunadamente, hoy nos encontramos ante la repetición de la barbarie genocida contra el pueblo palestino por parte de Israel. Por supuesto, no es la primera vez que se repite Auschwitz. Incluso eso ya se había dado en el momento en que Adorno publicó el texto mencionado, el cual, hay que resaltarlo, tiene dos problemas de fondo: es tremendamente eurocéntrico y ahistórico. No nos referimos al conjunto de la obra del autor alemán en lo relativo a sus consideraciones sobre el nazismo y el genocidio en Alemania durante la Segunda Guerra Mundial, sino a lo que dice en el artículo reseñado, considerado acá como una unidad analítica. Adorno es eurocentrista porque en su texto no aparece ni una sola mención a la barbarie capitalista e imperialista fuera de Europa, que en los momentos en que escribe ya era evidente y sobre la cual ya existía información a la mano. Nos referimos a hechos como la guerra de Corea (1950-1953), la guerra de Vietnam, que escalaba por la incursión de los Estados Unidos durante la década de 1960, la masacre de Indonesia (1965-1966), el etnocidio en Guatemala (que comenzó en junio de 1954), de todos los cuales fue contemporáneo Adorno. Pero también su visión es eurocéntrica porque desconoce genocidios anteriores llevados a cabo por los poderes colonialistas en América, África, Asia y Oceanía, entre los cuales sobresale el de la población del Congo por parte de Bélgica y su rey Leopoldo II (entre finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX), el de los Armenios por parte de los Turcos, entre 1915 y 1918, para no hablar del genocidio de los indígenas en las Américas después de 1492. Adorno, al parecer, asumió como válido el supuesto que el genocidio de los judíos ‒porque tampoco menciona el de los gitanos, los comunistas, los homosexuales, los incapacitados‒ es un hecho especial, dotado de un significado único y excepcional.

Hay otra limitación en el texto de Adorno, su ahistoricismo, que supone no explicar las razones por las cuales entraron en juego intereses concretos e intervienen determinadas fuerzas sociales, económicas y políticas en el caso del genocidio en Alemania. Es ahistórico, además, no considerar ese mismo suceso en una perspectiva amplia, del antes y el después, que supone involucrar el colonialismo, un concepto que no es mencionado ni una sola vez en el escrito referenciado, como responsable directo de diversos genocidios en los últimos siglos. Por eso, ni siquiera se menciona el genocidio del pueblo herero en la actual Namibia, realizado por los colonialistas alemanes a comienzos del siglo XX.

En definitiva, para Adorno el llamado de alerta para que no se repita Auschwitz parece restringirse a Europa occidental, porque no se notan preocupaciones por el resto del mundo. Estas críticas no suponen desconocer los aportes que presenta el escrito aludido, algunos de los cuales nos sirven como soporte a este ensayo, entre otros su crítica a la racionalidad instrumental y mecánica que condujo al asesinato industrial de millones de seres humanos y el hecho de enfatizar que la barbarie es un derivado de la civilización moderna, de sus fuerzas productivas-destructivas, de sus productos tecnológicos y de su orden racional y burocrático. Claro, ahora ante la tragedia en curso podemos decir que nuestra lucha como seres humanos y educadores deber ser para detener el genocidio en Gaza y para que este no se repita nunca.

EL GENOCIDIO EDUCATIVO EN GAZA

Los crímenes de Israel abarcan todos los aspectos de la vida de los habitantes de Gaza y Cisjordania y, por supuesto, la educación, la ciencia, la cultura, la poesía, la literatura y las artes no se libran de esa vocación genocida, la cual debería conmover a cualquier habitante de este planeta, empezando por nosotros, los educadores.

Al respecto, las cifras del genocidio educativo son aterradoras, como lo indican datos cuantitativos y cualitativos que, desde luego, no pueden dar cuenta del drama humano, físico y sicológico que afrontan profesores y estudiantes de la Palestina histórica. Como parte del genocidio de los palestinos que realiza Israel debe resaltarse que este es, al mismo tiempo, un memoricidio, un infanticidio, un juvenicidio y un feminicidio, siendo uno de sus objetivos principales, aparte de matar a seres humanos, destruir sus valores culturales y su sistema educativo, todo con la finalidad de hacer imposible la vida en Gaza.

Para empezar, debe recordarse que, pese a los bloqueos, asesinatos sistemáticos y bombardeos continuos que soporta Gaza desde hace varias décadas, el nivel educativo de su población es sorprendente, con un bajo índice de analfabetismo (del 0 o el 2% según las fuentes). Gaza tiene uno de los niveles más altos de matrícula escolar en el mundo, que alcanza la cifra de un 95% de niños cursando la educación básica.

En medio de cierres periódicos, por el ciclo de bombardeos por parte de Israel, las escuelas, universidades y centros culturales volvían a funcionar rápidamente, con más ahincó y energía como forma de recuperar lo que pierden en cada nueva incursión del ejército de Israel, que suele ensañarse con los bienes culturales y educativos. Eso ahora va a ser más difícil y demorado, casi imposible, por la destrucción de la infraestructura educativa, sanitaria y residencial en Gaza.

Los resultados de esta nueva oleada criminal de Israel han supuesto dejar de la noche a la mañana a 625 mil estudiantes sin escuela en Gaza; 90 mil estudiantes universitarios ya no van a clase; el 60% de las escuelas han sido destruidas y el 90% de las universidades; las librerías y bibliotecas han sido arrasadas;entre el 7 de octubre y el 15 de enero de 2024, el ejército de Israel había matado a 94 profesores universitarios; también han sido asesinados en forma premeditada más de cincuenta científicos, poetas e investigadores.

Desde el inicio de la agresión directa, unas 95 escuelas e inmuebles universitarios de Gaza quedaron totalmente destruidos y en forma parcial otras 295. Han sido asesinados en los tres primeros meses del ataque criminal de Israel 4.300 estudiantes y 231 profesores y trabajadores de la educación básica. Otros 7.259 estudiantes y 619 profesores resultaron heridos. En total, en los primeros 100 días de la brutal agresión de Israel han sido destruidas 390 instituciones educativas, incluyendo escuelas y universidades. La destrucción de las escuelas es un objetivo prioritario de Israel y eso explica que ese país se haya negado a firmar (junto con los Estados Unidos) el Acuerdo Internacional sobre Escuelas Seguras, ratificado por 185 países.

En tiempo de bombardeos, las escuelas se convierten en refugios y cesan las actividades educativas. Eso ha sucedido en Gaza, con el agravante de que las escuelas también son bombardeadas con la gente que allí se refugia, pensando que eran lugares seguros.

Si en junio de 2022, Save the Children informó que el 80 por ciento de los niños de Gaza vivían en estado permanente de tristeza, depresión y sufrimiento, por la violencia y la pobreza, ahora ese porcentaje es del 100%.

Ese millón de niños que sobreviven en Gaza han estado expuestos a bombardeos durante cinco guerras de agresión por parte de Israel: 2008, 2012, 2014, 2021 y 2023-2024. Imaginémonos por un momento el brutal impacto de los bombardeos en la vida de los niños. Un solo testimonio nos ayuda a entenderlo, el de la niña Dana Shamiya, de 11 años, quien en el momento de comenzar los bombardeos escribió una conmovedora carta a su madre: “Todo es aterrador y da miedo. Ha sido mi cumpleaños y no he soplado las velas. No recibí regalos ni nada. Echo de menos a mi padre y a mis hermanos. Me siento como si estuviera ardiendo. Casi me vuelvo loca”[2].

Este es solo un caso de los miles de niños que sufren traumas psicológicos, como producto directo de la guerra que llevan y viven en sus frágiles cuerpos y en sus tiernas mentes, tales como depresión, ansiedad, miedo, trastornos psicológicos, soledad, impotencia y, hacia el futuro, un ferviente deseo de venganza.

Y esto último no sorprende, porque el arrasamiento de la infraestructura educativa ha formado parte sustancial de los efectos de la campaña bélica, pero también la destrucción del tejido educativo, cultural y científico. Y eso se hace con el asesinato de poetas, artistas, investigadores, escritores, médicos, abogados, científicos connotados en diversos campos del saber… Todo ello tiene fines claros y no es resultado de “daños colaterales”: se busca eliminar lo que pueda significar un resquicio de pensamiento y de resistencia, hundiendo a la población de Gaza en la ignorancia absoluta y de esa forma negarles cualquier posibilidad de un futuro digno.

En una de las escenas más pavorosas en materia educativa, que debe quedar registrada en la historia universal del genocidio cultural, el 17 de enero de 2024 las fuerzas armadas de Israel destruyeron con explosivos el edificio principal de la Universidad Al-Israa de la ciudad de Gaza. Esa atroz destrucción quedó registrada en video y fotografía, como una instantánea del triunfo de la barbarie y de apoteosis del grito fascista de “muerte a la inteligencia”. Israel también hizo estallar el edificio donde se encontraba el único hospital universitario de Gaza.

Para salir de los datos estadísticos, muy fríos y poco vitales, digamos que entre los estudiantes asesinados se encuentra Al-Shaima Akram Saidam, la alumna con mejor puntaje en los exámenes de secundaria en Palestina en 2023, quien fue triturada, junto con su familia, por una “bomba inteligente” del ejército invasor de Israel lanzado sobre un campo de refugiados el 16 de octubre de 2023. En el mes de julio, cuando ella se había enterado de su alto puntaje hubo una fiesta, en que sus familiares celebraban con cantos y tambores su alegría por su logro académico. En esa ocasión ella misma había dicho que «incluso durante las agresiones [israelíes] nunca dejé de estudiar», mientras acariciaba las flores que le habían regalado. Entre sus planes estaba convertirse en traductora de inglés y estudiar en la universidad Islámica de Gaza, cuyo edificio fue destruido por las tropas de Israel[3].

Al-Shaima Akram Saidam, asesinada por Israel

El genocidio cultural de Israel lo expresa una joven graduada, Eman Alhaj de 22 años, quien nunca ha estado fuera de Gaza, siempre ha vivido en esta gran prisión. Cuenta su historia: “Terminé la carrera hace algunos meses, quería hacer un posgrado, pero mi universidad ha sido bombardeada. Israel ha convertido mis proyectos en cenizas. Todo se ha esfumado […] Mi universidad, mi campus, mis recuerdos. Yo creo que Israel hace todo esto conscientemente: quiere atacar nuestro derecho a ir a clase, que es en definitiva nuestro derecho a creer en el futuro. Me desespera estar viviendo todo esto. Estoy aterrada. Los tanques nos rodean, de norte a sur y ningún lugar es seguro. Puedo morir ahora mismo, mientras hablamos”[4].

Israel pretende destruir, de una vez por todas, dos cosas, vitales para cualquier sociedad y grupo humano: su historia y memoria [y aquí se realiza un memoricidio], con la destrucción de museos, bibliotecas, universidades, centros culturales, archivos históricos; y el futuro, porque al arrasar con todo el entramado material y espiritual que hace posible el funcionamiento de cualquier sistema educativo está intentando dejar sin presente y sin futuro a los palestinos.

Para muchos palestinos de Gaza estudiar era la única ventana abierta al mundo y esa ventana ha sido destruida. Lo que les queda es, si pueden, irse de su territorio, y es lo que pretende Israel, o unirse a la resistencia contra los ocupantes, que es lo que va a hacer la mayoría de ellos, tras la destrucción de lo poco que les quedaba en la cárcel en que viven de manera cotidiana. Y que otra cosa pueden hacer, si en las ofensivas anteriores de Israel, los estudiantes y profesores pudieron regresar a clases pocas semanas después, ahora eso es imposible por la destrucción de la infraestructura educativa y civil en general.

En esas condiciones, “es muy problemático plantear la posibilidad de construir paz en la región mediante la destrucción de escuelas y centros de cultura, y el asesinato de estudiantes, docentes y familias. Resulta muy difícil pensar que una sociedad en armonía puede ser forjada a raíz de la cotidianidad de la infancia palestina, víctima de un sinnúmero de injusticias como currículo oculto que experimenta a diario por fuera de las escuelas”[5].

EL IMPACTO EDUCATIVO DEL GENOCIDIO DEL PUEBLO PALESTINO

Los educadores del mundo tenemos que actualizar la preocupación de Theodor Adorno, diciendo que el genocidio de la segunda Guerra Mundial ‒que no es sinónimo de Holocausto, porque fue más amplio que la persecución de los judíos‒, simbolizado con Auschwitz o el Gueto de Varsovia se ha repetido en varios momentos después de 1945 y ahora está ante nosotros. Sí, estamos soportando en vivo y en directo un nuevo genocidio, trasmitido por los propios seres humanos que lo sufren y soportan. En este sentido, hay una diferencia con lo acontecido hace 80 años y es que los nazis alemanes nunca quisieron mostrar el genocidio ni hablaban de él, por el contrario, lo escondían y lo negaban. Solamente fue posible establecer la magnitud de los crímenes cometidos cuando estaba terminando la guerra y se encontraron los campos de concentración y miles de famélicos sobrevivientes. Esto podía convertirse en un pretexto o una justificación para que los habitantes de la época, de Estados Unidos y otros lugares del mundo, dijeran que ellos no sabían nada de lo que estaba sucediendo.

Ahora, las cosas son completamente distintas, puesto que hasta el último rincón del planeta se han visto imágenes del exterminio del pueblo palestino. Y los ideólogos criminales del estado nazi-sionista de Israel ya no lo ocultan; por el contrario, se regocijan de la muerte y sufrimiento de los palestinos. Alardean, con toda impunidad, de sus concepciones racistas y despreciativas de palestinos y árabes para tratar de justificar sus crímenes. Y el genocidio no ha terminado ni es reciente, sino que se viene realizando desde hace décadas, solamente que en los últimos tres meses se ha acentuado. Incluso, ni siquiera las hordas hitlerianas se atrevieron a bombardear el gueto de Varsovia, a diferencia de lo que hoy hacen las nazi-sionistas de Israel que bombardean sin miramientos a los habitantes del gueto de Gaza, la cárcel a cielo abierto más grande del planeta. Y, a diferencia de Auschwitz, estamos ante un hecho en marcha, que puede y debería ser detenido.

Los educadores del mundo no podemos mantenernos indiferentes ni permanecer en silencio con respecto al genocidio en marcha, puesto que lo que sucede en Palestina nos interpela directamente sobre nuestro papel en la sociedad, por supuesto si decimos que hablamos de maestros críticos, reflexivos, y sujetos políticos activos que encaran los grandes problemas de nuestro tiempo, y el principal en estos momentos, por su magnitud y carácter de urgencia, es el genocidio en Palestina. En esa perspectiva, hacemos nuestra esta sugerencia: “La pedagogía puede abordarse como un discurso político y moral que permite que los estudiantes relacionen el aprendizaje con el cambio social, la erudición y el compromiso con el saber adquirido en el aula con la vida pública. Esta tarea supone que los educadores no callen la verdad ante el poder, que den muestras de coraje cívico y que asuman los riesgos de su papel como intelectuales públicos”[6].

Por ello, debemos involucrar en nuestras actividades cotidianas y en nuestras prácticas educativas asuntos cruciales sobre el pasado, el presente y posibles futuros, como los que se desenvuelven en Palestina, y que son una clara expresión de las injusticias y desigualdades del capitalismo realmente existente. En esa dirección, algunas cuestiones adquieren una urgencia para la reflexión educativa y pedagógica.

¿Cómo y por qué razones nos negamos a afrontar y enfrentar el genocidio de los palestinos? ¿Por qué el asesinato sistemático de niños y jóvenes, por parte de Israel es legitimado a nombre de su supuesto derecho a la autodefensa? ¿Por qué la vida de los palestinos no vale nada y se les puede masacrar a diario? ¿Qué pensar y sentir al contemplar las imágenes de niños y mujeres de Palestina aplastados por “bombas inteligentes” Made in USA o Alemania? ¿Cómo permanecer indiferentes ante las muestras de deshumanización extrema a que ha llegado Israel, tales como desplazar a dos millones de personas de sus propios territorios y bombardearlos a medida que los expulsa, sin que estos tengan la más mínima posibilidad de defenderse? ¿A dónde ha ido a parar la pretendida sensibilidad europea con respecto al genocidio nazi, que ahora se replica por los nuevos nazis de Israel, al cual apoyan en el terreno militar, financiero, culturar y diplomático? ¿Cómo explicar que el Estado de Israel y gran parte de su sociedad, que se autoproclama heredera del Holocausto judío en la Segunda Guerra Mundial, esté llevando a cabo el holocausto del pueblo palestino con una impresionante impunidad? ¿Qué intereses se encuentran detrás del apoyo incondicional del occidente imperialista a la masacre de miles de seres humanos en Gaza y Cisjordania? ¿Por qué un pequeño enclave imperialista en el occidente de Asia, el estado sionista de Israel, que solo cuenta con nueve millones de habitantes, puede matar, destruir, aplastar a los palestinos cuando se le venga en gana? ¿Cómo ha sido posible que a ese país artificial que es Israel se le haya permitido armarse con bombas atómicas y poner en peligro a toda la humanidad? ¿Qué nos dicen los actuales acontecimientos de Palestina sobre la historia del colonialismo y del imperialismo de Europa y de los Estados Unidos? ¿Por qué en varios países europeos (Inglaterra, Francia, Alemania entre ellos) han sido declarados delitos el apoyo a los palestinos y la denuncia del genocidio del Estado de Israel y se ha llegado hasta el extremo de penalizar el uso de banderas o símbolos que aluden a Palestina? ¿Qué le da derecho a Israel para llevar la barbarie a niveles que hacen retroceder a la humanidad a los peores momentos de la criminalidad nazi? ¿Por qué el doble rasero del occidente imperialista con respecto a Rusia e Israel, al primero de los cuales se bloquea y sanciona, mientras que al segundo se respalda incondicionalmente? ¿Qué sentido tiene seguir educando en derechos humanos si la impunidad criminal reina en Palestina, con la participación directa de países que a sí mismos se califican de “democráticos” y faros de la libertad en el mundo, como los Estados Unidos o los de la UE?  ¿Cómo explicarle a los niños y jóvenes de hoy que los valores de inhumanidad de que hace gala Israel (terrorismo de Estado, limpieza étnica, masacre de población indefensa, destrucción de hospitales y escuelas, torturas, aplastamiento de niños, provocar hambruna, contaminar las aguas de uso cotidiano…) que son exaltados como grandes logros de la “única democracia de oriente próximo” no deberían ser normalizados ni olvidados? ¿Cómo dejar de considerar que lo que acontece en Palestina, con los niveles inusitados de muerte y destrucción, es un anticipo de lo que nos espera a gran parte de los habitantes del planeta, si no hacemos nada para impedirlo? ¿Por qué ese culto a la tecnología al servicio de la muerte y el dolor con las alabanzas a la inteligencia artificial, a los aviones supersónicos que lanzan a diario centenares de “bombas inteligentes” de una tonelada sobre zonas urbanas? ¿Por qué se niega el derecho a la resistencia del pueblo palestino y a sus combatientes que luchan por su liberación nacional se les califica de terroristas? ¿De qué sirve la existencia de la ONU o la Corte Internacional de Justicia [CIJ], aparte de ser vehículos del genocidio y la criminalidad de los Estados Unidos, Israel y la Unión Europea?

Estas y muchas otras preguntas deberían nutrir nuestras actividades pedagógicas si es que todavía creemos que la educación debe desempeñar algún papel para enfrentar los problemas de nuestro tiempo y de nuestro mundo y si pensamos que los maestros al ser sujetos políticos deberíamos convertirnos en la conciencia crítica de nuestro tiempo y máxime en momentos en que, como lo ha dicho Angela Davis, “la cuestión palestina se ha convertido en un test moral para el mundo”.

Solamente habría que decir que es claro que la existencia de dos pesos y dos medidas desnuda la hipocresía criminal de Israel y el Occidente imperialista, en que unos genocidios son importantes y otros no, y en que unos muertos valen más que otros. Hay una respuesta magistral, la del poeta de Martinica Aimé Césaire, cuando aludiendo al racismo propio del colonialismo afirmó: “En el fondo lo que no le perdona a Hitler no es el crimen en síel crimen contra el hombre, no es la humillación del hombre en sí, sino el crimen contra el hombre blanco, es la humillación del hombre blanco, y haber aplicado en Europa procedimientos colonialistas que hasta ahora sólo concernían a los árabes en Argelia, a los coolies de la India y a los negros de África”[7].

EL TRASFONDO EDUCATIVO DEL GENOCIDIO

Adorno al hablar de la educación después de Auschwitz incluye dos aspectos: “en primer lugar, educación en la infancia, sobre todo en la primera; luego, ilustración general que establezca un clima espiritual, cultural y social que no admita la repetición de Auschwitz; un clima, por tanto, en el que los motivos que condujeron al terror hayan llegado, en cierta medida, a hacerse conscientes”[8].

A partir de estos presupuestos podemos examinar el impacto educativo del genocidio de Palestina, que es una repetición casi al pie de la letra de Auschwitz, teniendo en cuenta desde luego los diferentes contextos históricos en que cada uno de ellos se produce.

En cuanto a la primera infancia debemos decir que la educación que se imparte a los niños de Israel está encaminada a prepararlos mental, ideológica, cultural, psicológica y políticamente para el genocidio de los palestinos. Y, sin entrar en mayor medida en materia sobre las características de esa educación, algunos hechos que se difunden desde Israel, con carácter aprobatorio cuando deberían producir vergüenza, son altamente reveladores. Hablemos solamente de dos.

De una parte, contemplar con desazón a niños de menos de diez años entonando un himno bélico en el que se glorifica a las FDI (Fuerzas de Defensa de Israel) y se pide el exterminio de los palestinos, la expulsión de sus tierras y la colonización y apropiación por parte de los invasores sionistas. Su letra, como prueba del terrible sentimiento de inhumanidad a que han llegado los asesinos del Estado de Israel, dice entre otras “gratificantes cosas”, lo siguiente:

Somos los hijos
de la generación de la victoria
Cae la noche de otoño
en la playa de Gaza
Destrucción de
aviones de bombardeo
Aquí, Tsahal
cruza la frontera […]
Dentro de un año
Acabaremos con todos
Y luego volveremos
A arar nuestros campos

Y cuidaremos
de todos ellos. […]
El amor se santifica
en la sangre […]
Hoy nuestra alma
También es guerrera
Un pueblo
Un pueblo eterno
para siempre 
[…]
Mostraremos al
mundo
cómo destruimos
a nuestros enemigos hoy
 […]
El amor se santifica
en la sangre[9].

Suficientemente ilustrativa la letra de este himno guerrero y macabro, y más impactante aún si tenemos en cuenta que se difunde masivamente en el mismo momento en que las “heroicas” tropas de Israel bombardean en forma inmisericorde a los palestinos, entre ellos a niños de brazos recién nacidos. Una educación genocida de este tipo explica que los niños adiestrados en Israel, luego cuando sean adultos se conviertan en asesinos de los palestinos, empezando por niños de Gaza.

Y el segundo ejemplo es el de los niños de Israel firmando “con amor” las bombas que el ejército va a lanzar sobre gentes inermes. Esta imagen es de 2006, cuando se presentó la agresión de Israel al Líbano. Y recientemente en un programa de televisión en Israel, exclusivamente dirigido a los niños para adoctrinarlos sobre la guerra de agresión que libran contra Gaza, se exalta su apoyo y se exhibe un tanque con dibujos infantiles, con el fin de mostrar la manera en que los niños apoyan al ejército sionista. Es claro que, con esta lógica asesina difundida entre los niños, poco puede esperarse para suponer que los ciudadanos de Israel puedan ser pacíficos y bondadosos con los palestinos.

Y no estamos especulando sobre lo que podría suceder, sino que tenemos evidencias concretas, terribles por lo demás, de la violencia ejercida por niños de Israel contra palestinos, niños y adultos. En 2003, en Hebrón sucedió este hecho, como lo relato un soldado de Israel: “Un niño encantador que visitaba con regularidad nuestro puesto decidió que no le gustaba que los palestinos pasaran por debajo de sus ventanas, así que cogió un ladrillo y se lo tiró a la cabeza a la niña. Los niños allí hacen lo que se les viene en gana. Nadie hace nada por evitarlo. A nadie le importa. Más tarde, sus padres simplemente lo celebraron. Los padres alientan a sus hijos a portarse así. Hubo muchos casos como ese. Chicos judíos de once, doce años que les dan palizas a palestinos y sus padres acuden a ayudarlos, azuzan los perros para que los ataquen”[10].

Y, por otro lado, en el caso de los niños palestinos, que sufren directamente los rigores de los bombardeos de Israel, que soportan la destrucción de sus casas, que escuchan de día y de noche el trepidar de los aviones y las bombas atronadoras que rompen todo lo que encuentran y matan a sus padres, hermanos y amigos y, a menudo, mata infantes, y a muchos de los que sobreviven los deja inválidos porque esos artefactos les arrebata alguna parte de su cuerpo… Qué futuro espera a los niños que quedan vivos, a veces huérfanos y sin ningún familiar que los acompañe, porque Israel arrasa con familias completas de varias generaciones (frecuentemente en los bombardeos mueren 40 personas de la misma familia). Es obvio que una gran parte de ellos se integraran en la resistencia armada que enfrenta valientemente a los ocupantes. Qué futuro pueden tener los niños de Gaza, tras soportar la violencia física y mental, que deja secuelas de por vida, aparte de dirigir su dolor contra los colonialistas de Israel.

Fotograma del documental Nacidos en Gaza.

Y a los niños del resto del mundo, sobre todo a los de nuestro Sur Global, los educadores les deberían mostrar el impacto de la guerra genocida, con las duras imágenes de los niños masacrados, pero también sus imágenes de resistencia y esperanza, que plasman a veces en sus dibujos. Estos niños, nacidos en la antesala del infierno, aparecen registrados en la película-documental Nacidos en Gaza, del periodista Hernán Zin. Esta película se debería mostrar ahora mismo en todas las escuelas del mundo, incluyendo a las de Israel ‒aunque el régimen sionista no lo permita. Es el testimonio de los niños sufrientes y héroes de Gaza que soportan y sobreviven a los bombardeos, a partir de los ataques de Israel de 2014, cuando fueron asesinados 500 palestinos.

Como comenta el periodista mexicano de La Jornada Hermann Bellinghausen: “En Gaza, donde el mar, el desierto y los túneles no llevan a ningún lado, la población está atrapada en el centro concentracionario más grande del mundo, y quizá de la historia. Los niños que hablan para la cámara de Zin, heridos del cuerpo y la mente, abrasados por sentimientos demoledores, perdieron amigos, hermanos, tíos o son huérfanos, y cuentan sus historias peripatéticamente, pues en Gaza no parece haber dónde sentarse o yacer que no sean ruinas. […] Aquí jugábamos. Aquí dormíamos. Aquí comíamos. Aquí estudiábamos. Aquí nos curaban. Aquí hacíamos pan. El recorrido de Hernán Zin, director y fotógrafo, avanza sobre bloques de concreto, ladrillos rotos, columnas, techos caídos, grandes boquetes en los muros, cráteres en el suelo, eriales incesantes, varillas retorcidas, calles destrozadas, polvo. Ruinas que delatan el fin de un mundo”[11].

En cuanto al segundo aspecto mencionado por Adorno, el referido al clima general de conciencia para que no se repita Auschwitz, podemos decir que, en Israel, Estados Unidos y la Unión Europea sí que se crean las condiciones para esa repetición, y es lo que hoy estamos viendo con el genocidio de Gaza, explicable si se tiene en cuenta que se sustenta en aspectos que se reiteran hasta la saciedad. Entre esos asuntos vale mencionar algunos de los más importantes: Israel encarna la civilización, la luz, el progreso, mientras que los árabes y los palestinos son la barbarie, la oscuridad, el salvajismo y esto hace que los primeros sean superiores y eso les de la prerrogativa de eliminar a los otros; esos otros, en la lógica colonial que viene de Europa y Estados Unidos, son animales, bestias, que deben borrarse de la faz de la tierra para que no afeen el bello jardín de orden y prosperidad que representa Israel en tierras palestinas; en lugar de llevar educación, salud, cultura a los pueblos del Sur del mundo, Israel y las potencias imperialistas traen armas, guerra, muerte para sostener la injusticia y desigualdad planetaria; el orden mundial al estilo estadounidense exalta la guerra y la destrucción de los “países canallas” (paisitos de mierda los llaman ciertos politólogos en Estados Unidos) que se niegan a plegarse al orden imperialista, como se ha visto en las últimas décadas en Irak, Afganistán, Libia, Siria y en Palestina3.

Dos casos bastan para ilustrar por qué razones se reproduce a diario Auschwitz en Israel y esa es la base ideológica del genocidio de Gaza. El primer ejemplo es el de un ministro del gobierno de Israel, Bezalel Smotrich, que calificó a los palestinos de mosquitos, diciendo que eso significaba lo siguiente, en términos de la lógica genocida del Auschwitz de ayer y el de hoy en Gaza: “Ese es el problema de los mosquitos. Si aplastas mosquitos y golpeas quizás 99, será el número 100, que no aplastaste, el que te matará. La auténtica solución es secar el pantano” y “cuando se le preguntó si eso podría significar erradicar familias enteras con mujeres y niños, Smotrich respondió: ‘La guerra es la guerra’”[12].

Y el segundo es el del periodista israelí Simón Riklin, quien sin inmutarse afirmó que está “a favor de los crímenes de guerra” en la Franja de Gaza y en un programa televisivo sostuvo en forma cínica que “no puedo dormir si no veo casas destruidas en Gaza”. Añadió que quiere que el Ejército de Israel destruya todas las casas y edificios de Gaza para que los habitantes no puedan regresar[13].

Con este tipo de apología del genocidio y la limpieza étnica por parte de voceros e ideólogos del Estado de Israel lo que queda en evidencia es que el espíritu genocida de Auschwitz que tanto preocupaba a Theodor Adorno, ha germinado nuevamente en Israel, donde se justifica el exterminio industrial de seres humanos, los palestinos, tal y como se hizo en la Alemania hitleriana.

LA TECNOLOGÍA CONVERTIDA EN UN INSTRUMENTO DEL GENOCIDIO

Un aspecto central a la hora de analizar el genocidio pasa por considerar el papel que desempeña la tecnología, a partir de la razón instrumental y la frialdad burocrática, para la cual matar seres humanos termina siendo un trabajo rentable que debe desempeñarse con la máxima precisión y sin parpadear. Y este asunto es crucial, para pensar el impacto de las nuevas tecnologías en la educación, donde soportamos, acentuada tras la pandemia, la dictadura de lo digital y de la Inteligencia Artificial, para recordar la manera en que esas tecnologías son un instrumento de guerra y de muerte, algo que se suele olvidar.

Adorno contribuye a desnudar el papel de la tecnología en la instrumentalización del genocidio. Al respecto sostiene: “En la relación actual con la tecnología hay algo excesivo, irracional, patógeno. Ese algo está vinculado con el velo tecnológico. Los hombres tienden a tomar la técnica por la cosa misma, a considerarla un fin autónomo, una fuerza con ser propio, y, por eso, a olvidar que ella es la prolongación del brazo humano. Los medios ‒y la técnica es un conjunto de medios para la autoconservación de la especie humana‒ son fetichizados porque los fines ‒una vida humana digna‒ han sido velados y expulsados de la conciencia de los hombres. […] No sabemos con precisión como el fetichismo de la técnica se apodera de la psicología de los individuos, dónde está el umbral entre una relación racional con la técnica y aquella sobrevaloración que lleva, en definitiva, a que quien proyecta un sistema de trenes para conducir sin tropiezos y con la mayor rapidez posible las victimas a Auschwitz, olvide cuál es la suerte que aguarda a estas allí[14].

El autor solamente menciona, a manera de ejemplo, el sistema de trenes que conducen rápido a los prisioneros al matadero, pero desde luego que allí intervinieron otros aspectos técnicos, tales como los alusivos a la misma organización administrativa de los campos de concentración, la división interna del trabajo, la experimentación biológica con los prisioneros, la utilización de instrumentos de tortura y muerte (como las cámaras de gas), la organización de equipos que dirigían los mejores científicos y técnicos en investigaciones encaminadas a destruir seres humanos… Pues bien, hoy tenemos todo eso mismo, multiplicado exponencialmente por los notables desarrollos tecnológicos que se han producido en los últimos sesenta años, cuando Adorno escribió el texto que comentamos.

Así, la Alemania nazi era lo más adelantado de su tiempo en términos tecnológicos ‒y por esa razón es que no pueden separarse el genocidio de la modernidad técnica‒ y hoy Israel presume de ser un baluarte de los desarrollos tecnológicos no solo en el mundo árabe sino en el planeta entero. Sus propagandistas se esfuerzan por convencernos de sus importantes contribuciones tecnológicas. Así, por ejemplo, en un curso de propaganda del Estado sionista dirigido a sus estudiantes que viajen al extranjero se dice:

“Si no fuera por Israel, tú nunca podrías levantarte por la mañana, porque el chip en tu teléfono celular que funciona como alarma se produce en Israel. No podrías encontrar la manera de llegar a tu trabajo, porque la aplicación WAZE es un producto israelí, y entonces te perderías en el camino. Y si lo hicieras (llegar al trabajo), no tendrías una computadora porque Intel produce sus partes en Israel, y luego tu cuenta sería pirateada porque la seguridad cibernética está hecha en Israel. Incluso, ni siquiera podrías comer pepinos, porque Israel inventó los sistemas de riego que hacen posible cultivarlos”[15].

Parafraseando esta verborrea propagandista que rinde un culto fetichista a la tecnología podemos mencionar otras cosas, que se cuida de nombrar la propaganda sionista, y que ponen de presente la utilización de las modernas tecnologías al servicio de la muerte y la destrucción: si no fuera por Israel y Estados Unidos los aviones F-15 y F-16 no volarían en el aire de Gaza para lanzar bombas de hasta dos mil kilos que destruyen todo lo que encuentran a su paso; si no fuera por Israel los habitantes de Gaza y Cisjordania no tuvieran en su territorio un infernal muro, dotado de sofisticados sistemas de control, vigilancia y represión; si no fuera por Israel, con sus bombas “inteligentes”, dotadas de sensores y chips, no hubieran sido asesinados hasta el momento, en esta última ofensiva genocida, 26 mil personas; si no fuera por Israel y el despliegue militar de la Inteligencia Artificial no se hubieran bombardeado y destruido el 90% de las viviendas de Gaza, que son atacadas a partir de los “objetivos militares” que dictan los logaritmos, los cuales “ordenan” bombardear todo lugar donde haya un habitante de Hamas; si no fuera por Israel y sus drones asesinos, teledirigidos desde pulcros laboratorios altamente tecnologizados, no se mataría a diario a los que Israel considera sus enemigos, y sobre los cuales lanza misiles que arrasan con viviendas y sus habitantes; si no fuera por Israel y sus aplicaciones tecnológicas no se le robaría el agua a los palestinos, para irrigar la agricultura de los colonos ocupantes; si no fuera por Israel y el uso de fosforo blanco en sus proyectiles, guiados “inteligentemente”  no perecerían quemados niños, mujeres y hombres de Palestina, ni se destruirían sus tierras, aguas y cultivos; si no fuera por Israel, sus retroexcavadoras de último modelo no derribarían las casas de los palestinos para que esos terrenos sean robados por los colonos sionistas; si no fuera por Israel no se hubieran asesinado con precisión milimétrica a los cien periodistas en Gaza en estos últimos cuatro meses, muertos o por bombas o por la acción de francotiradores que accionan armas sofisticadas de última tecnología…

En cuanto a lo que dice Theodor Adorno de los conductores de los trenes de la muerte, eso mismo puede señalarse con respecto a los miembros de las Fuerzas de Defensa de Israel [FDI] (llamadas Tsahal, un acrónimo en hebreo). Los gobernantes del estado de Israel y sus militares presumen del profesionalismo y preparación de los miembros de ese ejército, con estudios universitarios e incluso con maestrías y doctorados. Esos hombres y mujeres ‒ya que Israel alardea de tener el ejército más feminista del mundo‒ con títulos universitarios, con estudios en el exterior, que hablan varios idiomas, que no saben nada de los palestinos (a los que han aprendido a considerar animales, cucarachas, mosquitos, alimañas y otros calificativos de tan alto nivel humano) son los que pilotean los aviones desde los cuales se lanza en forma impune bombas de 1000 kilos que matan a los palestinos por miles. Esos mismos soldados-asesinos son los que conducen los tanques con los que se arrasan las casas y cultivos de Gaza y aplastan sin misericordia a los palestinos, incluyendo niños. Esos mismos soldados-asesinos son los que colocan los explosivos que vuelan escuelas, hospitales y universidades. En Israel la industria de la muerte y la racionalización burocrática se ha sofisticado a un nivel que nunca logró la Alemania Nazi.

Entre paréntesis, hay que decir que estos asesinos cuentan con respaldo en el mundo académico de Israel. Por ejemplo, un científico social y profesor universitario, geógrafo para más señas, de nombre Arnon Soffer, realizó una abierta apología del asesinato de los palestinos, en la que recalcaba la importancia de asegurarse una generación joven y de relevo de los asesinos sionistas: “[…] si queremos seguir vivos, tendremos que matar y matar y matar. Todos los días, cada día […] Si no matamos, dejaremos de existir. Lo único que me preocupa es asegurar que los chicos y hombres que tendrán que llevar a cabo todas esas muertes podrán volver a casa con sus familias como seres humanos normales[16].

Pues, esos chicos y chicas que vuelven normalmente con sus familias, y viven una vida “normal y confortable” en sus hogares, son los mismos que asesinan y masacran a los palestinos e incluso muchos de ellos alardean con sus crímenes y muestran las mortíferas tecnologías que emplean, para confirmar que el anuncio del geógrafo genocida antes citado se ha confirmado. Por supuesto, estos asesinos ‒igual que los diseñadores del sistema de trenes que menciona Adorno‒ no tienen ningún nivel de conciencia, con unas cuantas y honrosas excepciones. Claro, hay que decir que estos son los asesinos “manuales”, los ejecutores, pero los verdaderos criminales y genocidas son los de tipo “intelectual” que programan los asesinatos desde sus confortables sillas y escritorios de burócratas civiles y militares del Estado sionista de Israel.

De otro lado, Adorno no menciona un elemento, que no puede pasar desapercibido por la actualidad que tiene en Israel, y es el relativo a los límites de la tecnología. A pesar de su sofisticado aparato tecnológico de guerra, Israel no pudo evitar los ataques de Hamas el 7 de octubre de 2023, cuando el movimiento palestino recurrió a tecnologías elementales para dejar en ridículo a la FDI. Durante meses los combatientes prepararon la operación, nunca usaron ningún celular ni computador o algún medio digital que pudieran dejar huella virtual, que pudiera se rastreada por el sistema de comunicación de Israel. Pacientemente, de boca en boca se daban los mensajes y las órdenes y hasta el día del asalto, un sábado, se usaron bicicletas, y parapentes para adentrarse en territorio de Israel (o mejor, robado por este) y atacar una fortín militar de Israel, en el que murieron centenares de militares y colonos (que son paramilitares) y otros fueron tomados como rehenes. Eso demuestra que la tecnología bélica, con su culto a la muerte y a la destrucción, no es ni mucho menos omnipotente ni puede detener el deseo de lucha, independencia y liberación nacional de los palestinos.

EL DERECHO A LA RESISTENCIA DE LOS PALESTINOS

El derecho a la resistencia existe para los palestinos y para todos los seres humanos que enfrentan al capitalismo y al imperialismo. Para los palestinos por una razón principal, son un pueblo sometido a la dominación colonial e incluso las normas básicas del derecho internacional establecen como legítimo el derecho a la resistencia contra los ocupantes coloniales, en este caso contra Israel. Esta es una premisa básica para entender el fondo del asunto de la lucha de los palestinos, porque ellos son los agredidos y no los agresores. Esa es la imagen que Israel ha vendido desde siempre, basándose en ficciones bíblicas, y ratifica después del 7 de octubre, cuando dice que fue atacada alevemente por terroristas y violada su soberanía territorial por parte de los comandos de Hamas. Es como si ese día hubiera empezado la historia y no existiera una continuada agresión sionista contra los palestinos que se prolonga durante más de un siglo.

No, las cosas son claras. Israel es un ocupante colonial, que oprime, persigue, masacra, discrimina, bestializa a los palestinos y estos tienen todo el derecho a resistir a los ocupantes sionistas, y resistir de todas las formas posibles, incluyendo la lucha armada. Ese es un derecho que no se lo puede quitar nadie y eso es lo que ha hecho Hamas en su extraordinaria acción del 7 de octubre. La importancia estratégica de lo acontecido ese día radica en que volvió a poner en la palestra mundial la existencia de Palestina y los palestinos, para recordarnos que lo que allí se presenta es un problema colonial, como el que soportaron pueblos de África, Asia y América y dieron pie a importantes luchas de liberación nacional.

Ante la complicidad de Estados Unidos y de la Unión Europea, como baluartes del colonialismo blanco de ocupación de los últimos siglos, Israel se ha erigido como el último bastión de la dominación colonialista occidental, con sus mismos métodos racistas de pretendida superioridad moral y civilizacional.

En ese orden de idas, son los colonialistas de Israel y sus patrocinadores de Europa y Estados Unidos los que califican de terroristas a los palestinos y a quienes los apoyan y, a nombre de la supuesta democracia, libertad y derechos humanos, respaldan el terrorismo de Estado de Israel y sus prácticas genocidas. En últimas, así lo que se pretende es legitimar a los ocupantes sionistas y desconocer la justeza histórica y política de los palestinos a la autodeterminación. Finalmente, la proclamada guerra contra el terrorismo es la justificación de la dominación imperialista, siendo Israel uno de sus soportes principales.

Esto indica para nosotros los educadores entender la importancia del lenguaje y de la historia para no caer en las trampas y sofismas de la propaganda de falsimedia occidental, vocera de Israel y de sus crímenes. No es terrorismo la lucha legitima de los palestinos por su liberación nacional, como si es terrorismo lo que hacen Israel, Estados Unidos, la Unión Europea al atacar, por ejemplo, a los hutíes de Yemen, los únicos que están realizando acciones prácticas para tocar a Israel y al mundo occidental donde más les duele, en su comercio y flujo de mercancías.

En ese contexto, no estamos ante una guerra entre Israel y Hamas, como se repite de manera poco crítica, sino de una brutal agresión genocida por parte de Israel y esto no es producto de ningún conflicto entre el Estado de Israel y el mundo árabe en general, sino una típica acción colonial en la que los ocupantes suelen masacrar a los pueblos colonizados, como lo han hecho los Europeos en todos los rincones del globo en los últimos cinco siglos.

En estas condiciones, es un sofisma aquello de que Israel tiene derecho a existir y a la autodefensa, que les sirve para presentarse como pobres victimas que soportan las agresiones de sus enemigos del mundo árabe en general y de los palestinos en particular. No, lo que hace Israel no es autodefensa, es una brutal agresión genocida, y quienes si tienen derecho a la defensa son los palestinos. Bien lo dice Norman Finkelstein: “Israel no puede pretender un derecho a una defensa propia si el ejercicio de este derecho se remonta a una ocupación injusta o ilegal o la negación de un derecho de autodeterminación”[17].

También se debe cuestionar la idea etérea de una paz nebulosa como la que busca Israel, Estados Unidos y la Unión Europea que supone la entrega incondicional de los palestinos, como lo que hoy representa vergonzosamente la Autoridad Nacional Palestina en Cisjordania, puesto que tal paz no es sino la sumisión abyecta al poder colonial de Israel, muy al estilo de los lacayos que Europa siempre tuvo en los territorios colonizados. Y esto es importante resaltarlo en el ámbito educativo porque pone de presente la relación que existe entre paz y justicia, una relación fundamental en cualquier proyecto educativo emancipador. En ese sentido, adquieren gran valor las palabras de Paulo Freire:

“De la gente anónima, de la gente sufrida, de la gente explotada aprendí que la paz es fundamental, indispensable. Pero la paz requiere luchar por ella. La paz crece y se fortalece en y por la superación de realidades sociales perversas. La paz se construye en la incesante construcción de la justicia social. Por eso no creo en ningún esfuerzo, por mucho que se autodenomine ‘educación por la paz’, que en lugar de revelar las injusticias del mundo, las devuelva opacas e intente miopizar a sus víctimas”[18].

La resistencia de los palestinos es bienvenida y debe ser tomada por los educadores críticos y pensantes del mundo como un antídoto contra el conformismo, la pasividad y la resignación, que tanto imperan en nuestro tiempo. Si la población gazatíe se enfrenta heroica y solitariamente a Israel es “para proclamar, en primer lugar a ellos mismos y después al mundo entero, que, por muy alto que fuera el precio por pagar, por infinito que fuera el sacrificio, el pueblo de Palestina vivía aún. ¡Fuimos, somos y seremos!”[19].

Esto nos recuerda la importancia de la dignidad, un valor central de cualquier educación crítica y emancipadora. La dignidad de los palestinos debe ser exaltada, porque “en un mundo cruel, lleno de atrocidades y actos egoístas, es posible encontrar hombres y mujeres que piensen y actúen en forma honorable, personas que creen en la capacidad humana de construir un mundo mejor y más justo. Estos hombres y mujeres se disponen a desmantelar los conceptos establecidos, destruyendo los prejuicios criminales y elitistas de la supremacía blanca […]”[20].

LOS EDUCADORES DEBEMOS EXPRESAR NUESTRA INDIGNACIÓN MORAL

En el aula de clase y en todos los espacios donde nos encontremos, los profesores debemos expresar nuestra indignación moral ante el genocidio llevado a cabo por Israel, ante el cual no podemos permanecer callados, y frente a la desinformación y las mentiras propaladas por falsimedia mundial, al servicio de los sionistas. Debemos elevar nuestra voz, proporcionado elementos de reflexión filosófica, ética, histórica y política que permita a niños y jóvenes ayudar a entender la magnitud de los crímenes que se comente en Palestina, para que ellos se formen como sujetos libres y conscientes y no se muestren indiferentes ante el dolor y el sufrimiento de millones de seres humanos, que son aplastados por una poderosa máquina de guerra hecha en occidente y usada para mantener el dominio del imperialismo en una zona rica en hidrocarburos y estratégica para el comercio mundial.

En tal dirección, es necesario presentarle a nuestros estudiantes, familiares y amigos el panorama conceptual que permite entender lo que acontece en Gaza, como forma de acercarse a la comprensión de la criminalidad de Israel. Debemos, en consecuencia, precisar el sentido y alcance de los términos genocidio, limpieza étnica, sionismo, terrorismo de Estado, colonialismo, imperialismo, entre los más importantes. No se trata de desplegar un sofisticado análisis teórico, sino en suministrar herramientas básicas de comprensión del proceso histórico que pueda contribuir a discernir los intereses que están en juego en la masacre de los palestinos y las razones que explican el apoyo irrestricto del occidente imperial a Israel, representado por Estados Unidos y la Unión Europea.

Una pedagogía crítica debe comprometerse con desnudar los múltiples mecanismos que mantienen y reproducen la injusticia, la opresión, el racismo y la desigualdad en el mundo, de lo cual es un micro laboratorio Gaza. Una pedagogía crítica debe enfrentar la pedagogía del miedo y de la muerte que personifica el estado de Israel y gran parte de sus ciudadanos y que expresan a viva voz sus ideólogos, dentro y fuera de Israel. En efecto, si las fuerzas armadas de Israel y sus colonos disparan contra la población civil, asesinan y torturan a combatientes de Hamas o Hezbolá, destruyen las casas de la gente común y corriente, matan los animales domésticos de los gazatíes, contaminan los suelos y aguas de la zona…. es porque eso tiene una misión “educativa”: aterrorizar a la población para que se someta y acepte el dominio colonial de Israel. Así lo justifica el columnista del New York times, el pro sionista Tomas Friedman, quien dice que Israel actúa a partir de un criterio pedagógico sólido: “Intentar ‘educar’ a Hamas, provocando un elevado número de muertos entre sus militantes y gran dolor entre la población de Gaza”[21].

LO QUE PODEMOS Y DEBEMOS HACER LOS EDUCADORES CRÍTICOS

Ante el terrible panorama descrito puede suponerse que no podemos hacer nada y debemos dejar que los palestinos sigan siendo masacrados y expulsados de los pocos territorios que les quedan. Nada de eso, nosotros tenemos mucho qué hacer, en medio de todas las limitaciones que enfrentamos a diario.

En primer lugar, está la labor de denuncia y concienciación sobre el genocidio en Gaza y sobre sus responsables directos: Israel, Estados Unidos, la Unión Europea, así como los cómplices del sufrimiento del pueblo palestino, encarnado en todas las monarquías y gobiernos corruptos del mundo árabe (entre ellos Arabia Saudita, Egipto, Jordania, Catar…). Ante el genocidio no podemos permanecer callados, y nuestro grito de denuncia no debe apagarse, porque una pedagogía crítica no teme llamar a las cosas por su nombre, hablar de genocidio y señalar a los genocidas. Como parte de la denuncia se debe desenmascarar a los medios de desinformación que operan abiertamente al servicio de Israel, para lavarle la cara genocida y justificar sus crímenes. En Colombia, los medios tradicionales tienen esa característica, más acentuada y descarada en un medio que es propiedad de capital judío-sionista, que responde al nombre de la Revista Semana.

Un elemento importante en nuestra labor pedagógica radica en posicionar lo que sucede en Palestina como un crimen histórico, un concepto central para recalcar que lo que está haciendo Israel no es un crimen de guerra más, sino que es de otra naturaleza, es un crimen de lesa humanidad, que debe permanecer en la memoria de los seres humanos, de esta y de las próximas generaciones como un acontecimiento incomparable, inadmisible, y que se le de el mismo nivel que tiene el genocidio de los nazis o lo acontecido en Ruanda en 1994. Pensarlo como crimen histórico es indispensable para terminar, de una vez por todas, con la falsa imagen de Israel como víctima, que se arropa con el relato sionista del Holocausto. En este sentido, considerar al genocidio de Israel un crimen histórico supone visualizar al régimen sionista como una aberración social que alcanzó los peores niveles de la Alemania nazi y condenarlo y denunciarlo por siempre, para que su existencia quede registrada con el baldón del oprobio y emblema de la acción genocida del colonialismo europeo. Llegará un día en que el tenebroso historial del martirio de Gaza y de los crímenes de Gaza nos parecerá algo increíble y, como profesores, debemos contribuir que ese momento llegué lo más pronto posible.

En segundo lugar, debemos recordar el ejemplo histórico reciente de la forma cómo fue derrotado el apartheid en Sudáfrica, un régimen similar a Israel, y amparado entre otras cosas por los sionistas. Esa derrota fue posible por una campaña internacional de boicot y saboteo de todo lo relacionado con ese oprobioso sistema de apartheid. Esto mismo puede y debe hacerse contra Israel, un saboteo a sus productos y marcas, así como a las de Estados Unidos y la Unión Europea que apoyan el genocidio del pueblo palestino. Como parte del aislamiento de Israel, hay que presionar para que los gobiernos cesen los acuerdos militares, tecnológicos, educativos y culturales que tengan con Israel y rompan relaciones diplomáticas y de cualquier índole con el régimen sionista, tal y como ya lo ha hecho, en forma ejemplar y digna, Bolivia. En el caso de Colombia, debe exigirse al gobierno de Gustavo Petro rompa todos los acuerdos militares que han convertido a nuestro país en el Israel de Sudamérica. En cuanto a las universidades hay que suspender los acuerdos y contratos de índole académica que tengan con universidades de Israel y vetar la venida de académicos procedentes del estado sionista. Eso mismo debe hacerse con los artistas y deportistas de Israel, que son propagandistas del genocidio.

En tercer lugar, como educadores críticos debemos indagar sobre la historia del pueblo palestino, su lucha centenaria para preservar su existencia, e incentivar en el conocimiento de esa gesta, con el fin de promover y defender su justa lucha. Esta debería inscribirse en el contexto más amplio del colonialismo, uno de cuyos últimos representantes es Israel, para recordar las luchas de liberación anticolonial, que destruyeron a los grandes imperios europeos. Máxime que eso ocurre en un momento histórico en que está declinando irremediablemente el dominio europeo del mundo, que comenzó el 12 de octubre de 1492.

En tercer lugar, hay que enfatizar que la condena de Israel no es un asunto diplomático, jurídico y ni siquiera político, es una cuestión moral, que pone de presente la imperiosa urgencia de defender a la humanidad. Hoy, oponerse, denunciar y condenar al Estado de Israel es una cuestión de responsabilidad moral para no ser cómplices o coparticipes del genocidio de los palestinos. No puede ser que nosotros como profesores caigamos en la resignación sumisa ante Israel y nos carcoma aquello que denunció el recientemente fallecido periodista y cineasta australiano John Pilger: “La población de Gaza se hunde en el genocidio y los que se sientan a mirar se hunden en el silencio”[22].

Y, por último, debemos enarbolar, pese a todo, la esperanza que nos transmiten los palestinos que heroicamente resisten y luchan. Esa esperanza está afincada en la justeza histórica de su lucha, y dicha esperanza también alienta nuestra existencia como profesores críticos que sienten con dolor y angustia la masacre de miles de seres humanos, entre ellos los niños de Gaza, muchos de los cuales son asesinados el mismo día en que nacen por los genocidas de Israel.  Contra esa lógica asesina, reivindicamos la pedagogía de la vida y de la lucha, como lo dice un poeta palestino Yasser Jamil Fayad, con breves pero elocuentes palabras: “Correr/ Bailar/ Llorar/ Abrazar/ Amar/ Sufrir/ Ayudar/ Gritar/ En la vida caben muchos y muchos verbos./ Yo Soy Simplemente palestino/  ¡Mi verbo es luchar!”

El maestro palestino Tareq al Enabi dice que su escuela fue destruida en los bombardeos y que algunos de sus estudiantes murieron.

NOTAS:

[1].  Theodor Adorno, “La educación después de Auschwitz”, en Consignas, Amorrortu Editores, Buenos Aires, 1973, p. 80.

[2]. Disponible en: https://brecha.com.uy/ya-no-quiero-dormir-no-soporto-mas-pesadillas/

[3] Guerra entre Israel y Palestina: el principal estudiante de Palestina muere en ataques aéreos israelíes | Ojo de Oriente Medio (middleeasteye.net)

[4]. https://elpais.com/planeta-futuro/2023-12-10/las-bombas-israelies-pulverizan-el-sistema-educativo-de-gaza-y-el-futuro-de-una-sociedad-donde-no-habia-analfabetismo.html

[5]. Mauro Jarquín Ramírez, “Gaza: con escuelas en ruinas, jamás habrá paz”, en La Jornada, enero 19 de 2024. Disponible en: https://www.jornada.com.mx/2024/01/19/opinion/015a2pol

[6]. Henry Giroux, La guerra del neoliberalismo contra la educación superior, Herder, Madrid, 2019, p. 93.

[7]. Aimé Césaire, Discurso sobre el colonialismo, Editorial Akal, 2006, p. 15. [Énfasis en el original].

[8]. T. Adorno, op. cit., p. 83.

[9] https://piensachile.com/2023

[10]. Breaking the Sience, El libro negro de la ocupación. Testimonios de soldados israelíes en los territorios ocupados 2000-2010, El Viejo Topo, Barcelona, 2015, pp. 324-325. [Énfasis nuestro].

[11]. Hermann Bellinghausen, “Nacidos en la antesala del infierno”, La Jornada, octubre 20 de 2023. Disponible en: https://www.jornada.com.mx/2023/10/20/opinion/a04a1cul

[12]. Citado en Henry Giroux, “Guerra en Gaza: matar niños y la carga de conciencia”, en Znet, diciembre 10 de 2023. Disponible en: https://znetwork.org/es/znetarticle/war-on-gaza-killing-children-and-the-burdens-of-conscience

[13]. Disponible en: https://www.aa.com.tr/es/mundo/periodista-israel%C3%AD-estoy-a-favor-de-los-cr%C3%ADmenes-de-guerra-/3086015

[14]. T. Adorno, op. cit. p. 91. [Énfasis nuestro].

[15]. https://www.elciudadano.com/mundo/israel-adoctrina-a-menores-para-mentir-sobre-genocidio-palestino-por-el-mundo-entero/07/11/

[16]. Citado en Virginia Tilley, Palestina/Israel: un país, un Estado. Una iniciativa audaz para la paz, Editorial Akal, Madrid, 2007, pp. 206-207. [Énfasis nuestro].

[17]. Norman Finkelstein, Gaza. Una investigación sobre su martirio, Siglo XXI Editores, Madrid, 2019, p. 304.

[18] Citado en Cécile Barbeito y Georgina Casas, “Abordar el conflicto Israel-Palestina en las aulas”, en El Diario de la Educación, enero 7 de 2024. Disponible en: https://eldiariodelaeducacion.com/2024/01/07/abordar-el-conflicto-israel-palestina-en-las-aulas/

[19]. N. Finkelstein, op. cit., p. 303.

[20]. Alipio Casali y Ana María Araujo Freyre, “Peter McLaren, el disenso creativo”, en Luis Huerta-Charles y Marc Pruyn, De la pedagogía crítica a la pedagogía de la Revolución. Ensayos para comprender a Peter McLaren, Siglo XXI Editores, México, 2007, p. 73.

[21]. Citado en Noam Chomsky e Ilan Pappe, Gaza en crisis, Editorial Taurus, Madrid, 2011, p. 116.

[22]. Citado en N. Chomsky e I. Pappe, op. cit., p. 262.

 

Fuente de la Información: https://rebelion.org/la-educacion-despues-del-genocidio-de-gaza/

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Prohíben el uso de celulares y pantallas en las escuelas de Suecia, ¡ya era hora!

“Las pantallas afectan a todo lo que nos hace humanos: al lenguaje, a la capacidad de pensar, de razonar, de memorizar…”.
Michel Desmurget, director de investigación en el Instituto Nacional de Salud y la Investigación Médica en Francia

En diversos lugares del mundo estudios e investigaciones independientes vienen alertando sobre los efectos negativos que tiene la digitalización educativa. Esos estudios indican que el uso obsesivo de las pantallas se ha convertido en un problema de salud pública, dado que genera desordenes cognitivos, mentales, físicos, anímicos, psicológicos…. Alertan que la exposición permanente a las pantallas ha dado origen a los cretinos digitales, que se caracterizan por la pérdida de nexos sociales, el individualismo extremo, el culto al consumo, la incapacidad para comunicarse con los demás, en suma, la desconexión con el mundo real a cambio de una panacea tecnológica que se presenta como la tabla de salvación de todos los asuntos de la vida cotidiana.

Para colonizar digitalmente a los niños primero se ha colonizado a los padres, una gran mayoría de los cuales aceptan sin ninguna perspectiva crítica la propaganda mediática de los emporios informáticos que dice que el acceso a las pantallas, especialmente del celular, es benéfico para los niños y les abriría extraordinarias ventanas al mundo y al conocimiento. Que si los niños tienen su propia pantalla y la usan a cualquier hora del día se volverán sabios de manera automática y sin ningún esfuerzo. Esa campaña ha llegado al extremo de asegurar que es mejor leer en pantalla que en papel y de allí se ha desprendido la no utilización de los libros desde los primeros niveles educativos, el cierre de bibliotecas públicas y escolares, la reducción de la lectura, y el desprecio al saber acumulado y transmitido a través del patrimonio documental escrito.

Un discurso seudopedagógico que se ha impuesto, en aras de la novedad, sostiene que es mejor para los niños tener contacto con artefactos microelectrónicos que con seres humanos y eso supone que, en términos de aprendizaje y conocimiento, sobran las bibliotecas, los libros y los profesores. Como resultado hay una pérdida de la capacidad de lectura a nivel mundial, más acentuada en unos países que en otros, siendo la introducción de pantallas en las escuelas la variable fundamental que explica ese retroceso cognitivo: entre más pantallas más disminuye la capacidad lectora, el nivel de comprensión, la actitud crítica, el razonamiento propio e independiente, y se generaliza la incapacidad de concentrarse en alguna actividad especifica.

Los principios elementales de la precaución y la prudencia no operan cuando se habla de la digitalización educativa, porque esos supuestos se oponen a los intereses corporativos de los productores de cachivaches tecnológicos, cuyo interés estriba en venderlos rápido para aumentar su rentabilidad, sin importarles las consecuencias destructivas que eso tiene sobre los seres humanos y el medio ambiente.

De la noche a la mañana se nos anuncia que el aprendizaje puede ser mágico, que no necesita de ningún esfuerzo y que con prender el botón de un computador y tener una pantalla podemos acceder a todo el conocimiento del mundo. Semejante estupidez se dice con toda la impunidad del caso, apoyándose en el culto tecnológico, cuando el aprendizaje mágico y acelerado no existe, no es posible. Contra esa mentira hay que resaltar que el aprendizaje es lento, exige concentración y esfuerzo y sus resultados se ven al cabo de cierto tiempo.

En este mundo digitalizado quienes más oportunidades de aprendizaje tienen son aquellos que más han restringido el acceso a las pantallas y demoran la introducción de tecnologías fuertemente adictivas, empezando por el celular. La prueba está en que los gurúes de Silicon Valley, que tanto promueven sus negocios tecnológicos para obtener extraordinarias ganancias, son los primeros en oponerse a que en sus casas sus hijos tengan smartphone e imparten una educación a través de los libros. En California, por ejemplo, las élites, ligadas a los negocios microelectrónicos, matriculan a sus hijos en aquellos colegios en los cuales está restringido el acceso a esas tecnologías y predomina la utilización de lápiz y papel, no existen conexiones Wi Fi y el espacio educativo está libre de pantallas.

Esto demuestra que la educación es un asunto humano y no tecnológico, como si esta fuera una variable que pudiera entenderse al margen de la sociedad. Y en el mismo sentido, la novedad es una cuestión mercantil y no puede considerarse como un concepto educativo.

Esas novedades digitales en la educación han cobrado más fuerza a raíz de la pandemia de la Covid-19, un momento de pánico mundial que ha sido bien aprovechado por los negociantes del mundo informático. Sus efectos negativos se han visto en poco tiempo, debido, entre otras cosas, a que los Ministerios de Educación Nacional facilitan y propician esos negocios en aras de la novedad tecnológica y por cazarse con las pretendidas innovaciones de la tecnología inteligente y de la “sociedad del conocimiento”.

Ante esos efectos negativos empiezan a darse las primeras respuestas, como ya sucede en algunos países asiáticos (China y Taiwán) y en europeos (Francia, Italia, algunas regiones de Alemania y ahora Suecia), que apuntan a la restricción de las pantallas en el mundo escolar.

El caso de Suecia es llamativo porque fue uno de los primeros en plegarse hace algunos años en forma incondicional a la digitalización de la educación desde los primeros niveles. Pues ahora, analizando los resultados negativos, ha decidido detener esa digitalización y ha proclamado el regreso a la enseñanza a través de cuadernos y libros. Al respecto, la Ministra de Educación de Suecia ha anunciado que por la disminución de la capacidad lectora de sus estudiantes el país corre el peligro de contar con una “generación de alfabetos funcionales”, ante lo cual es necesario que “las escuelas suecas vuelvan a lo básico”, con un enfoque en se deben fomentar las habilidades básicas de “leer, escribir y contar”. Para posibilitar el retorno a los libros se destina un importante presupuesto estatal para dotar a las bibliotecas escolares con suficiente material impreso, de tal manera que esas escuelas estén libres de dispositivos microelectrónicos y se estimule el uso de los textos escolares. La ministra Lotta Edholm en forma rotunda cuestionó la “actitud acrítica que considera la digitalización como algo positivo, cualquiera sea su contenido”, y en aras del solucionismo tecnológico envió a los libros de texto “a las estanterías”, cuando estos tienen “beneficios que ninguna Tablet puede reemplazar”.

Esta decisión no ha sido aislada, porque en Italia un informe especializado del Senado concluye que el uso de artefactos digitales, especialmente el smartphone, está creando una generación de “jóvenes esclavos, drogados y descerebrados”, porque el uso de los cachivaches microelectrónicos «no es nada diferente de la cocaína, con las mismas e idénticas implicaciones químicas, neurológicas, biológicas y psicológicas”.

De lo anterior se desprenden dos preguntas básicas y actuales para nuestro país: ¿cuándo se va a reflexionar crítica y seriamente sobre los efectos destructivos que la pandemia digital genera entre los niños y jóvenes colombianos? y ¿cuándo se van a implementar medidas que le intenten poner freno a la epidemia de cretinos digitales que afecta a gran parte del territorio urbano de Colombia?

Fuente: https://rebelion.org/prohiben-el-uso-de-celulares-y-pantallas-en-las-escuelas-de-suecia-ya-era-hora/

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Víctimas de su propio invento

Por Renán Vega Cantor
Se denomina fentanilo, es un medicamento que fue inventado en Estados Unidos en 1960 y es el responsable de gran parte de las muertes que por sobredosis de consumo de estupefacientes se están produciendo en ese país. En el 2022, murieron 108 mil estadounidenses por sobredosis de droga, un promedio de 30 por día, uno cada cinco minutos, el 70% ocasionado por fentanilo. Ya se consume en 48 de los 50 estados de la Unión Americana, destacándose California, Florida, New York, Pensilvania, Ohio. La sobredosis se ha convertido en la principal causa de mortalidad de personas entre 18 y 45 años. El atractivo del fentanilo radica en que es 100 veces más potente que la morfina y cincuenta que la heroína.

En Estados Unidos, cuyos habitantes son excelsos consumidores de sustancias tóxicas -y no incluimos la Coca-Cola ni las hamburguesas McDonald’s- existe un nicho de mercado en continua expansión. Hacia ese país se dirige el comercio de drogas de origen vegetal [marihuana, cocaína, morfina, heroína] y ahora uno en renovada expansión, el de los opiáceos artificiales, producidos en laboratorio, entre los cuales se destaca el fentanilo. En contraposición al presupuesto económico [Ley de Say] que dice que toda oferta crea su propia demanda, en Estados Unidos y en su infinito mundo de las drogas, sucede lo contrario: es la demanda la que garantiza la oferta.

El consumo de opioides sintéticos fue impulsado por las multinacionales farmacéuticas de los Estados Unidos con la finalidad de generar un nuevo sector de mercado, sustentado en el creciente número de pacientes afectados por enfermedades crónicas que requerían de poderosos anestésicos y analgésicos. Esa necesidad fue explotada al máximo para que los médicos formularan opiáceos, en especial el fentanilo, y se empezó a consumir esa droga a partir de las prescripciones legales, permitidas y asumidas como normales. Ese consumo fue alentado en forma irresponsable por esas farmacéuticas. Con receta médica, el fentanilo se puede consumir en pastillas, parches cutáneos o a través de inyecciones.

De ahí se dio el salto a un uso más allá de esas necesidades terapéuticas y se creó una nueva demanda, un próspero negocio ilegal. La creciente demanda empezó a ser surtida con precursores químicos procedente de diversos lugares del mundo, especialmente de China y la India, donde se envía por el correo normal o camuflado en bienes de consumo (muñecos, juguetes, alimentos…). Con esos insumos, en Estados Unidos o Canadá, principalmente, se confecciona el fentanilo que causa furor entre los consumidores estadounidenses. Se consume con inyecciones o inhalándolo. El comprador pulveriza una pastilla, pone la dosis sobre una cuchara, la diluyen y la introducen en una jeringa. No es necesario calentar la jeringa como se requiere con la heroína. Se puede inyectar o inhalar. El fentanilo se vende ilegalmente en polvo, vertido en gotas sobre papel secante, en envases de gotas para los ojos, en rociadores nasales o en pastillas con el mismo aspecto de otros opioides recetados. Se vende al detal a personas de todas las edades presentado con llamativas etiquetas y colores.

El consumo de fentanilo produce felicidad extrema y pasajera, aletargamiento, náuseas, estreñimiento, sedación, problemas respiratorios y perdida del conocimiento. Debido a su potencia como narcótico un miligramo adicional puede ser mortal. Además, el fentanilo se emplea en el comercio de estupefacientes como mezcla, con cocaína, heroína, o en la producción de pastillas.

En ese mercado potencial de millones de consumidores se producen extraordinarios márgenes de ganancia, de miles de millones de dólares, gran parte de los cuales se quedan dentro de los Estados Unidos. El negocio es tan lucrativo que un kilo, que cuesta 30 mil dólares, puede generar ganancias de hasta 32 millones de dólares. Eso es posible porque con un kilo de fentanilo se puede producir hasta un millón de píldoras falsificadas que tengan un miligramo de fentanilo.

Ante semejante problema de salud pública, con más de cien mil muertos en el último año, el gobierno de Estados Unidos en lugar de afrontarlo de manera clara y resuelta como un asunto interno hace lo que siempre hace y lo único que parece que puede hacer: buscar culpables y los encuentra fácilmente en el exterior, como ha hecho desde hace medio siglo con ese invento suyo que ha denominado la Guerra Mundial contra las Drogas. El argumento es simple: los narcotraficantes malvados y de procedencia extranjera están envenenando a la indefensa población de los Estados Unidos y por eso hay que enfrentarlos y si es el caso invadir países en donde se asegura que se origina la producción de los narcóticos que intoxican a los inocentes estadounidenses. Esa misma narrativa tradicional, ahora se repite con el fentanilo, como si no hubiera sido inventado en Estados Unidos y allí se hubiera generalizado su uso hasta convertirse en una mortal adicción.

Para desmentir esa falacia, valga decir que la mayor cantidad de precursores químicos para procesar el fentanilo ingresa a Estados Unidos desde Canadá, siendo contrabandeado por estadounidenses en forma directa, como lo atestigua el hecho de que en 2021 el 86% de los detenidos por tráfico de esa sustancia eran de los Estados Unidos. Según un mapa de la DEA, las cinco rutas principales de fentanilo son, en su orden de importancia: China-Alaska-resto de Estados Unidos; China-Canadá-EEUU; China-EEUU; China-México-Estados Unidos; y La India-México-EEUU. En estas condiciones, ¿por qué nadie habla de carteles estadounidenses? ¿Por qué no se criminaliza a Canadá, como se hace con México, Colombia o ahora China? [Ver mapa debajo]

Sencillamente, el dinámico mercado de la adicción se diversificó y pasó de la cocaína a los opioides sintéticos y a la metanfetamina, y ese negocio lucra directamente a maleantes de Canadá y los Estados Unidos. Como son “civilizados del Primer Mundo” los nuevos narcotraficantes de opioides sintéticos y las ganancias se quedan en casa, nada mejor que mirar para otro lado, echarles la culpa a malvados extranjeros y dejar que el consumo interno avance, enfermando y matando a la población más pobre con esa otra letal arma de destrucción masiva, Made in USA, llamada fentanilo.

Imagen de portada: Llamativas pastillas de Fentanilo, la muerte viene en colores. FUENTE: https://www.elfinanciero.com.mx/salud/2022/10/16/fentanilo-por-que-es-tan-peligroso-consumir-este-opioide-100-veces-mas-potente-que-la-morfina/

Publicado en papel en El Colectivo (Medellín), abril de 2023.

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Aprenden primero a disparar y después a leer

Por: Renan Vega Cantor

“‘Acaba de vaciar el segundo cargador y dice que quiere seguir disparando. Hace muchos progresos. Estoy muy orgulloso de ella’, cuenta un padre que está enseñando a manejar una escopeta a su hija de cinco años”.

Ciertos hechos de la vida cotidiana rebelan las características fundamentales sobre una determinada sociedad, mucho más que sofisticados análisis académicos. Hechos aparentemente puntuales y anecdóticos ‒o así es como lo muestra falsimedia mundial‒ tienen un profundo contenido para comprender la violencia que carcome a los Estados Unidos y que los está destruyendo desde dentro, desde las propias entrañas del monstruo, para retomar la famosa frase de José Martí.
La violencia con armas de fuego, los tiroteos, las masacres indiscriminadas en escuelas, centros comerciales, iglesias son el pan de cada día en los Estados Unidos. Eso no es novedad, es tan reiterativo que es casi una banalidad registrar semana tras semana una nueva masacre con armas de fuego en el “país de la libertad” [libertad de matar, incluida].

Esta normalización de la violencia no ayuda a desnudar la militarización consustancial a la vida estadounidense, como lo evidencia lo acontecido el 6 de enero de 2023 en una escuela pública de una pequeña ciudad de los Estados Unidos. Ese día en la Escuela de Primaria Richneck en la ciudad de Newport News, Estado de Virginia, fue abaleada una joven profesora de primaria por uno de sus alumnos, léase bien y frotémonos los ojos de espanto, cuya edad es de seis [6] años. Esto es lo novedoso de la noticia, como cuando un hombre muerde a un perro.

El hecho puntual fue el siguiente: a las 13:35 de la tarde un niño, cuyo nombre no se ha revelado, del primer grado, desenfundó un arma de fuego y disparó directamente a la profesora Abby Zwerner, de 25 años que resultó gravemente herida, hasta el punto de que se encuentra en peligro de muerte. La maestra, tras recibir el disparo, «les gritó a los alumnos que salieran corriendo», suponiendo que su agresor iba a seguir disparando. En el resto de los salones de la escuela, sus 550 estudiantes se escondieron asustados debajo de sus pupitres. Al cabo de unos diez minutos llegó la policía y detuvo a un “sospechoso” que “ha sido identificado como un estudiante varón de seis años de edad en la Escuela Primaria Richneck”.
Lo que siguió es lo de siempre: ruido mediático instantáneo y desechable, las autoridades civiles y policiales declaran que el hecho es inaudito, que no puede volver a pasar, que no se explican cómo sucedió. Se cerró la escuela durante una semana, supuestamente para que la comunidad se recupere del trauma creado por la agresión armada, textualmente para que los niños y sus familias tuvieran “tiempo para sanar”.

Otros datos sorprenden: el niño hizo un solo disparo que fue certero, lo cual indica o que es un tirador adiestrado o estaba muy cerca de la profesora; y el disparo se produjo, según la información del jefe de Policía local, luego de un “altercado” entre la maestra y el estudiante.
Hasta acá la información somera y superficial que se ha dado sobre este acontecimiento. Vale la pena profundizar en la cuestión, por sus implicaciones pedagógicas, sociales y culturales.

Varias preguntas de fondo se derivan del asunto: ¿Por qué razones un niño de escasos seis años lleva un arma de fuego, de verdad y no de juguete, consigo a clase? ¿Quién le suministró el arma o cómo la consiguió? ¿Qué tipo de controles se ejercen en las escuelas de los Estados Unidos con respecto al ingreso de armas? ¿Qué lleva a que un niño, que apenas está aprendiendo a leer y a escribir ‒que, de pronto, ni garrapatear su nombre puede‒ le dispare intencionalmente a su profesora en plena clase y en presencia de todos los alumnos de su curso? ¿Por qué un niño tiene el deseo de matar a su profesora? ¿Quién o quiénes y cómo le inculcan ese odio asesino a una mente infantil, cuyos intereses deberían estar centrados en el juego, el aprendizaje y el goce de la vida? ¿Qué puede considerarse como un “altercado” entre una profesora y un niño pequeño? ¿Una simple reconvención, un regaño, una orden pueden concebirse como un “altercado” que lleva a una de las “partes” (un estudiante) a dispararle a la otra (a la profesora)?

Aunque no se cuente con información exacta para responder con detalle y precisión a estas preguntas si se pueden realizar inferencias a partir de algunos elementos que cuando se difunden este tipo de noticias nunca se mencionan y atañen al conjunto de la sociedad estadounidense, y a la situación particular de la localidad a donde se llevó a cabo el criminal atentado. Empecemos por esto último.

Contexto de militarización institucional

En la pequeña ciudad de Newport News y en sus inmediaciones se encuentra la sede de empresas militares o ligadas a las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos. Entre ellas están la Vertex Aerospace Flight International Aviation, una entidad que opera vuelos chárter para el Departamento de Defensa desde hace más de 35 años.  Allí se encuentra la base de Fort Eustis, fundada desde la Primera Guerra Mundial, que alberga el Comando de Entrenamiento y Doctrina del Ejército de los Estados Unidos. En localidades adyacentes se encuentran otras instalaciones militares: la Base de la Fuerza Aérea de Langley , la Estación de Armas Navales de Yorktown , Camp Peary, el Centro de Entrenamiento de la USCG Yorktown.  En sus inmediaciones se encuentra la Estación Naval de Norfolk, el cuartel general y el puerto de base del Comando de Fuerzas de la Flota de la Armada de Estados Unidos. Esta es la estación naval más grande de Estados Unidos y del mundo, donde se concentra la mayor cantidad de fuerzas de la Marina, con 75 barcos, 14 muelles. 134 aviones y 11 hangares de aviones.
Como es obvio por estos datos, gran parte de los habitantes de esta pequeña ciudad trabajan directa o indirectamente con empresas militares o que abastecen a las fuerzas armadas o laboran en la Newport News Shipbuiding, una instalación conjunta de la Fuerza Aérea y el Ejército de los Estados Unidos. Allí se construyen los portaaviones y submarinos con los que Estados Unidos amenaza y agrede al resto del mundo.

La Newport News Shipbuilding reabastece de combustibles y supervisa la revisión de los portaaviones de la llamada clase Nimitz [portaaviones de propulsión nuclear]. También se ubica en la región el Camp Peary, centro de Entrenamiento Experimental de las Fuerzas Armadas, directamente dependiente del Departamento de Defensa (sic) y donde se alberga una instalación encubierta de la CIA, conocida como La Granja. En este lugar se entrena a los oficiales de la Dirección de Operaciones de la CIA y a los del Servicio Clandestino de defensa de la DIA. [Agencia de Inteligencia de la Defensa]
Todos estos datos nos indican que la pequeña ciudad de Newport News es un lugar profundamente militarizado porque se encuentra, literalmente, rodeado de instalaciones y bases militares. De ahí se deriva que gran parte de sus habitantes deben transpirar “disciplina militar” hasta por el último poro de su cuerpo.

Contexto de inseguridad y criminalidad

En esta dirección, y este es un segundo tipo de datos para tener en cuenta, en esta pequeña ciudad se muestren indicadores de violencia que superan con creces la media nacional de los Estados Unidos. En efecto, un cuadro de hace quince años es indicativo al respecto:

Una simple mirada nos indica que con respecto a Estados Unidos ‒un país profundamente violento‒ esta pequeña ciudad de 185 mil habitantes es mucho más violenta. Y por supuesto, esa criminalidad debe estar ligada a la militarización institucional de la vida cotidiana de Newport News. No debe ser raro que esos delitos sean efectuados por miembros activos o en retiro de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos que habitan en la región o por personas con algún tipo de vínculo con esas instancias. Esta no es ninguna especulación, porque como está bien establecido muchos de los tiroteos y actos delictivos en los Estados Unidos son protagonizados por veteranos de guerra.
Al respecto, sería bueno saber si el niño de seis años que le disparó a sangre fría a su profesora es hijo o familiar de militares o de personas que han trabajado en algunas de las empresas bélicas de la zona. No sabemos con precisión si el arma que uso el niño-agresor pertenecía a un militar, o si es un arma privada, que se adquiere fácilmente en el mercado bélico de ese país, es decir, en un centro comercial de la esquina.

Militarización mental

El asunto no se reduce a la militarización fáctica de la vida en una pequeña ciudad como la de Newport News. A eso debe agregársele la militarización mental, es decir, la construcción de un imaginario en el cual las armas y la violencia forman parte esencial del American Way of Life [en verdad, American Way of Death]. Como parte de ese imaginario bélico y asesino se genera una cultura de guerra, de violencia y de muerte. No es raro que, desde la más tierna edad, los niños convivan con las armas de fuego, que sus padres o familiares cercanos manipulan a diario y exhiben en forma cotidiana a sus hijos. Tampoco sorprende que, como parte de esa cultura de la muerte, se inculque a los niños a usar las armas y se les adiestre en ese propósito. De ahí que jóvenes, adolescentes y, más recientemente, niños sean responsables de la muerte de numerosas personas, en algunas casos de sus propios progenitores que les suministran las armas o las dejan al descubierto en algún lugar de la casa. Al respecto, vale recordar lo sucedido en Orlando (Florida) el 26 de mayo de 2022, cuando un niño de dos años mató a su progenitor con una pistola de 9 mm, que encontró en casa abandonada.

Pero además se está consolidando la pedagogía de la muerte, porque los padres enseñan conscientemente a sus hijos cómo usar las armas, cargarlas y disparar. En un video puede observarse a un niño de cuatro años manejar con propiedad un rifle, cargar y descargar el cartucho, siendo felicitado por una mujer. E incluso en redes sociales una mujer llamada Kendal sostuvo que “Este video es increíble”, muestra lo que es “una buena educación”. Muchos padres en los Estados Unidos les profesan un culto abierto a las armas y sostienen que no ven ningún problema en enseñarles a matar a sus hijos, porque tienen derecho a defenderse.
En el fondo, en los Estados Unidos es más importante aprender a disparar que a leer y eso se lo inculcan una gran parte de los padres a los hijos. En lugar de libros en las casas se tienen verdaderos arsenales de guerra. Esto no es raro en un país con elevadas tasas de analfabetismo funcional y a donde a sus niños y jóvenes se les forma en la cultura de la muerte, algo que se aprende en casa y se práctica adentro [en las escuelas, por ejemplo] y afuera, como lo evidencian las miles de agresiones que ha sufrido el mundo por parte de los Estados Unidos en los últimos doscientos años.

La corrección política en la escuela

Un último hecho que no puede pasar desapercibido, por sus implicaciones pedagógicas, es el del lenguaje políticamente correcto que se usa para referirse a este caso de violencia con armas de fuego en una escuela de los Estados Unidos. Resulta revelador que se diga que un “altercado” entre la profesora y el niño fue el que produjo el ataque a bala contra la maestra. ¿De cuando acá se puede considerar como una disputa, pelea, discusión, riña, choque, discordia, reyerta, trifulca, para usar algunos de los sinónimos de altercado, la relación entre una profesora y un niño de seis años? ¿En qué habrá radicado el tal altercado? ¿Es que acaso la profesora le dijo al niño que hiciera silencio, que no molestara, que se sentara? ¿Le solicitó alguna tarea o le pidió que respondiera a una pregunta? O el altercado radicó, como sucede en un video célebre sobre la corrección política en la educación de los Estados Unidos, en que la maestra enseñó que 2+2=4 y el niño y sus padres sostienen que 2+2=22, porque como no hay verdades ni conocimientos universales, cualquier opinión es válida y debe ser admitida por los profesores, so pena de ser calificados de intolerantes y querer imponer verdades cuando la verdad no existe y cualquier opinión es válida y debe ser aceptada. A la profesora del video se le acusó de querer implantar su verdad matemática, esto es que 2+2=4, algo que, para el relativismo posmoderno es solo una opinión entre muchas y todas son igualmente validas, como la de decir que 2+2=22. Y la profesora del video fue matoneada por alumnos, padres de familia, rectores de escuelas y jueces, hasta expulsarla de la escuela en la que trabajaba. En la vida real, la profesora de Escuela de Primaria Richneck, fue abaleada por uno de sus pequeños alumnos.

Vale preguntarse, y la cuestión es totalmente válida y legitima en las actuales circunstancias de la dictadura de lo políticamente correcto en la educación, sí se atacó a una profesora, ya no discursivamente sino a punta de plomo, porque el pequeño estudiante-monstruo, de pronto azuzado por sus padres, supuso que la profesora no tenía el menor derecho a corregirlo ni hacerle ningún tipo de sugerencia. Es posible, entonces, suponer que solo porque la maestra procedió a hacerle una reconvención o le dijo algo el niño armado decidió dispararle. Puede ser, también es posible, que en días o en clases anteriores el niño se haya molestado por alguna sugerencia o recomendación de la profesora y haya decidido “vengarse” mediante el uso de una arma de fuego. A tal nivel de intolerancia se ha llegado en la educación de diversos lugares del mundo y esto, además, se trata de justificar en la lógica de lo políticamente correcto, presentando un brutal ataque como producto de un supuesto “altercado”. Como la corrección política ha llegado a las escuelas de los Estados Unidos no sorprende el lenguaje que se utiliza para tratar de explicar una agresión con un arma de fuego por parte de un pequeño niño: fue resultado de un altercado. Así las cosas, con la corrección política de índole pedagógica se pueden justificar hasta los asesinatos de profesores por parte de sus alumnos. Y andando el tiempo entonces llegaremos a admitir que está bien que a los profesores les peguen un tiro y los maten simplemente porque no pueden tener altercados con sus estudiantes al decirles que están equivocados, que hagan caso, que hagan las tareas y cosas elementales como esas, que son propias de la educación en esta y en cualquier época, pero que ahora se pretende cobijar diciendo que los profesores no pueden generar una “angustia emocional” en los niños cuando los corrigen o les hacen alguna observación.

A ese paso, en los Estados Unidos la suma de violencia homicida y corrección política puede llevar a que en un momento determinado se justifique que los profesores se armen, no de valor, sino de artefactos de fuego, para protegerse y responde a ataques con armas de fuego. Así, en Estados Unidos la educación deviene en una especie de Lejano Oeste [Far West] en la que se proclama el sálvese quien pueda y cómo pueda. Si se aplica en esta lógica aquello de ojo por ojo, entonces en Estados Unidos las escuelas van a ser un nido universal de ciegos y tuertos, frente a la cual el Ensayo sobre la Ceguera de José Saramago termina siendo un juego inocente de niños, por supuesto no propio de los niños-gánsteres que se están formando en el país que debería llamarse Esclavos Unidos por el odio y la muerte.
Fuente: https://contrahegemoniaweb.com.ar

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Pedagogía de la infamia y de las mentiras

A la memoria de mi estudiante Fabián Alonso Ramírez [1997-2020], cuya joven vida se apagó en forma absurda por el odio y sed de venganza de la neoinquisición fundamentalista.

“[…] Luchar sin cansancio. Luchar por el derecho que tengo de ser respetado y por el deber que tengo de reaccionar cuando me maltratan. Luchar por el derecho que tú, que me lees, profesora o alumna, tienes de ser tú misma y nunca, jamás, luchar por esa cosa imposible, grisácea e insulsa que es la neutralidad. ¿Qué otra cosa es mi neutralidad sino una manera tal vez cómoda, pero hipócrita, de esconder mi opción o mi miedo de denunciar la injusticia?” «Lavarse las manos» frente a la opresión es reforzar el poder del opresor, es optar por él. ¿Cómo puedo ser neutral frente a una situación, no importa cuál sea, en que el cuerpo de las mujeres y de los hombres se vuelve puro objeto de expoliación y de ultraje?” (Paulo Freire, Pedagogía de la autonomía, Siglo XXI Editores, Buenos Aires, 209, p. 107.)

En estos momentos estoy siendo sometido a una nueva persecución que se une a las que he soportado durante años en la UPN. La de ahora se basa en la mentira, la calumnia, el anonimato y la amenaza, y en eso se parece a la que se emprendió contra mí en 2012. Lo “novedoso” del caso actual radica en que, mientras un vil panfleto anónimo de 2012, surgido en el seno de la UPN, se burlaba de mi actitudes “afeminadas”, por haber llorado por mis tres estudiantes muertos, ahora se ha emprendido un linchamiento moral contra mí porque supuestamente soy homófobo y tránsfobo. La fabricación de esta infamia no es accidental, responde, por el contrario, a una campaña orquestada de destruir mi imagen de profesor crítico, de enlodar mi honra personal y de desacreditar mi labor de 34 años en la UPN como una persona que se ha entregado con pasión a la noble profesión de educar y de denunciar y confrontar las injusticias del mundo.

Ahora me someten, con la finalidad de callar mi voz y mi pluma, a un linchamiento moral, propio de la nueva inquisición que se está tomando las universidades colombianas, y la UPN en particular. Para esa neoinquisición la libertad de cátedra es un inconveniente que debe eliminarse, y con ello el derecho a opinar, pensar con cabeza propia, disentir, cuestionar y criticar. Se pretende imponer una nueva y peligrosa censura, con la intención de homogenizar el pensamiento. Se descalifica pura y simplemente, recurriendo al pasquín anónimo y cobarde, sin asumir con entereza la responsabilidad de las afirmaciones que se realizan, y sin ningún tipo de pruebas, argumentos o demostraciones. Se acude a la calumnia, la tergiversación y la mentira, en lugar de dialogar y debatir cara a cara en el aula de clase y en el campus de la UPN.

Es el nuevo fascismo que quiere destruir al otro, porque ese otro es distinto, porque piensa diferente, porque no se somete a los dictados de lo que es políticamente correcto, según lo dictaminan los cánones de una intolerancia que dice apoyarse en la tolerancia y en la victimización, y que es propia del capitalismo realmente existente con sus nuevos tipos de negocio y de consumo. Como bien lo analizó hace años el gran Pier Paolo Pasolini, revolucionario marxista y homosexual de Italia, y lo expresó en su libro Escritos Corsarios [1975]: “Este nuevo fascismo, esta sociedad de consumo, ha transformado profundamente a los jóvenes, les ha tocado en lo íntimo de su ser, les ha dado otros sentimientos, otros modos de pensar, de vivir, otros modelos culturales. Ya no se trata, como en la época mussoliniana, de un alistamiento superficial, escenográfico, sino de un alistamiento real que les ha robado y cambiado el alma. Lo que significa, en definitiva, que esta civilización del consumo es una civilización dictatorial. Si la palabra fascismo significa prepotencia del poder, la sociedad de consumo ha realizado cabalmente el fascismo”.

LA FABRICACION DE LA INFAMIA

“Si te muestras crítico con la opinión recibida, tendrás que documentar todas y cada una de tus frases”. (Noam Chomsky, La (des)educación, Editorial Crítica, Barcelona, 2013, p. 203.

En la última semana de agosto empezó a circular por los corredores y salones del Edificio A de la UPN, así como por medios electrónicos, un pasquín anónimo con el título “Pedagogía del terror y Renán Vega”. En este panfleto se dice una sarta de disparates sin la más mínima prueba fáctica o documental, sino que simplemente recurre al método expedito y fácil de colocar entrecomillas pretendidas cosas que yo habría dicho.

Así se puso a rodar un fake news [noticia falsa] por los pasillos de nuestro departamento de Ciencias Sociales. Como el pasquín aludido no tiene firma es bueno hacer algunas preguntas. En cuanto a su autoría, ¿lo escribió una persona o un grupo de personas?; en cuanto a la filiación institucional de su autor, autora o autores: ¿Son estudiantes de la UPN?, ¿Son “asistentes”? ¿Son marcianos o extraterrestres? ¿O son infiltrados de la policía y de los numerosos cuerpos de seguridad del Estado colombiano, decenas de los cuales se pasean como Pedro por su casa en nuestra universidad? Esta última pregunta es pertinente, si recordamos que se acaba de cerrar judicialmente el montaje [falso positivo judicial] de Lebrija, en donde por acción de un infiltrado [Cuper Diomedes Díaz Amado], quien estaba inscrito como estudiante de la Facultad de Educación en la UPN, se encarceló, persiguió, calumnió, difamó y fue arruinada la vida de varios estudiantes de esta universidad, cuatro de ellos y ellas estudiantes de Ciencias Sociales.

Y esos estudiantes, luego de todo lo que soportaron junto con sus familias, acaban de ser absueltos. De tal manera, que existen antecedentes muy cercanos a nosotros para inquirir con toda la legitimidad del caso sobre el origen de tan tenebroso pasquín e involucrarlo en las acciones de infiltración que se llevan a cabo de manera cotidiana en nuestra alma mater. Porque, además, ¡la redacción, sintaxis, coherencia interna, nivel de argumentación y profundidad del pasquín en cuestión es de tal nivel que parece haber sido escrito en un cuartel de policía! [Ver Anexo: El agente secreto Diomedes Diaz].

Una cosa deja clara este panfleto y es que quien o quienes lo concibieron dicen estudiar en el Departamento de Ciencias Sociales, debido a lo cual es necesario hacer unas breves consideraciones sobre su validez documental. Y aquí voy a remitirme a aquello que planteo en forma reiterada desde hace años en los cursos que imparto de historia, especialmente en el Taller de Historia, con respecto a las fuentes, un asunto que le recalcó a los estudiantes hasta el cansancio.

Un elemento distintivo del oficio del historiador y del profesor de historia radica en indagar sobre la validez de las fuentes. Primero hay que establecer el origen y autenticidad de una fuente, y esto remite a su crítica externa, lo cual se resume en varias preguntas: ¿Quién generó la fuente? ¿Es una fuente voluntaria (intencional) o involuntaria (no intencional)? Al respecto, la teoría historiográfica ha establecido que la fuente intencional o voluntaria es la más deleznable y la menos fiable de todas. Y, peor aún, cuando es perversamente intencional o malintencionada ‒como el panfleto aludido‒ y no lleva ninguna firma, lo cual quiere decir que se hace con el claro objetivo de hacer daño y no asumir ninguna responsabilidad. Es evidente que este pasquín no resiste una crítica externa, porque fue escrito con el fin de calumniar sin dar la cara. Segundo, en esas condiciones, la crítica interna, sobre el contenido mismo del pasquín, sobra, no es necesaria, porque eso sería darle validez a un conjunto de sandeces, que recurren al anonimato, la tergiversación y la mentira.

Dicho esto, vale decir que el panfleto tiene, además, un tono amenazante cuando utiliza al final el dibujo de una vaca y en su cuerpo aparece una cruz. Esto puede entenderse como una abierta amenaza, porque entre las múltiples metáforas que se desprenden de la utilización de la cruz, una trágica y dominante en Colombia es la de la muerte y, en forma más lapidaria, las amenazas o condenas a muerte.

Como no sabemos la identidad del autor o autores del pasquín para que aclaren qué sentido le atribuyen a la cruz pintada en el costado de la vaca, y como las intenciones del pasquín son perversas y destructivas, podemos, con toda la gravedad que genera la situación, atribuirle el sentido de que es una amenaza de muerte. Lo preocupante radica en que muchos estudiantes del Departamento de Ciencias Sociales de la UPN, profesores de nuestro programa y de otros programas y, abusivamente, el Coordinador del Departamento de Ciencias Sociales se sorprendan de la interpretación del símbolo que cierra el pasquín como una amenaza de muerte. Esa interpretación es perfectamente válida, si tenemos en cuenta que, de una parte, yo he sido amenazado antes y me he tenido que exiliar y, de otro lado, en este país matan a diario a decenas de personas y a muchas de ellas antes de acribillarlas les han enviado mensajes ataviados con terroríficas cruces [♰].

Hay más cosas referidas a la violencia explícita e implícita del panfleto de marras que se inscribe en lo políticamente correcto del repliegue identitario, una de cuyas pretensiones es eliminar a quien considera su incomodo adversario, como a quien escribe y firma este texto. Esa violencia simbólica es el linchamiento moral a que se somete a una persona ‒y ahora me toca a mi‒ atacando uno de los puntos más preciados de su humanidad, como es su honor y autoestima. Por eso se puede hablar de otro tipo de acción homicida, es el asesinato de su imagen pública. Porque, no se nos olvide, que, así como existen “asesinos de la memoria”, existen “asesinos de la moral”, porque se trata de destruir la dignidad de un ser humano y enlodarlo con calumnias, tergiversaciones y embustes. Eso puede hacerse con el manto del anonimato y con la protección de los que se autoproclaman como representantes de las “victimas”. Por todo lo anterior, ¡los miembros de la comunidad de la UPN deberían saber que Cundinamarca no es Dinamarca!

LA CIRCULACIÓN Y DIFUSIÓN DE LA INFAMIA

“Al reflexionar sobre las recientes cazas de brujas, incluida la mía, me han sorprendido especialmente las cartas de denuncia masiva, que ahora son comunes en nuestras universidades […]. Me parece que estamos entrando en el reino de la oscuridad cultural, donde el argumento racional y el respeto por el oponente están desapareciendo del discurso público, y donde, crecientemente, en cada asunto que importa, se permite solo una visión y una licencia para perseguir a todos los herejes que no se adhieran a ella”. (R. Scruton, citado en Axel Kaiser, La neoinquisición. Persecución, censura y decadencia cultural en el siglo XXI, Ariel, Bogotá, 2020, pp. 26-27).

Luego de fabricada la infamia, viene la segunda labor, la de su circulación y distribución, algo fácil en este mundo de cretinos digitales. Primero, se imprimió en papel para distribuir en el edificio A de la UPN, habiendo dejado una gran cantidad de copias del panfleto en la sede de ASPU-UPN, lo cual no es casual, sino que responde a la campaña de desprestigio a todos los niveles, que se empezó a orquestar desde la última semana de agosto. También empezó a circular por medios virtuales, para ampliar su radio de acción y difundirlo a través de las redes (anti)sociales, en donde no existe el más mínimo criterio de racionalidad.

Otro medio de difusión de los infundios, calumnias y mentiras que se están vertiendo contra mí en estos días, contra mi buen nombre y mi reputación moral (esto es lo verdaderamente crucial, porque lo académico e intelectual pasa a ser una cuestión muy secundaria) son las paredes del edificio A y de sus baños. Y se han convertido en muros de la infamia, en donde se replican las mentiras, calumnias e infundios sin fundamento, a raíz de la publicación por un grupo de estudiantes de un documento titulado “Por una universidad crítica, deliberante y en constante debate”. Este texto va firmado con nombres y apellidos y asume un punto de vida de manera franca y directa, dando la cara y no amparándose en la comodidad y cobardía propia de los anónimos. ¿Quién dijo miedo? Inmediatamente empezaron los descalificativos llamando a esos estudiantes “sapos”, “lambones” y otras lindezas por el estilo. Y han aparecido señalamientos contra mí, dando por sentado que lo que dice el pasquín original es cierto.

A partir de un anónimo al que se le da carta de credibilidad, sin la menor distancia crítica frente a lo que representa como generador de patrañas, infundios y calumnias, van ampliándose los señalamientos: ahora soy homófobo, tránsfobo, acosador, sin que exista la menor prueba real, material, que lo confirme. Como no existe el elemental derecho de la PRESUNCIÓN DE INOCENCIA, en cartas, mensajes por las redes (anti) sociales, comunicados y anticomunicados eminentes académicos y académicas dan por válidas las infames acusaciones y me señalan como responsable de los infundios que dice un papel anónimo. Ellas y ellos portan el rutilante traje de neoinquisidoras y neoinquisidores y blandiendo el fulgurante látigo de la autoproclamada “superioridad moral” echan leña al fuego de la pira excremental, donde se quema a este inquisidor porque se ha atrevido a transgredir las “buenas costumbres” de la corrección política de moda.

Para ellos no hay duda alguna, SOY CULPABLE y debo ser lapidado, como lo ordena la nueva inquisición. Sus invocaciones se basan en las sandeces de un pasquín anónimo, cuyas afirmaciones tienen el mismo grado de veracidad como decir que “Hoy está lloviendo para arriba” o “Me están visitando los marcianos”. Si esto lo afirma alguien que se autoproclama “victima” ‒terreno tan manoseado como pocos‒ y cree que la lluvia o los extraterrestres lo están atacando es porque está lloviendo para arriba y esta mañana los visitaron los habitantes de Marte y punto. Eso no se discute, hay que creerle a pie juntillas y no dudar ni un minuto, porque así lo dice una supuesta víctima. A quienes atizan la hoguera del odio y de la infamia vale preguntarles: ¿Tan pronto se les olvido el suicidio inducido de Fabián Ramírez, estudiante de Ciencias Sociales ‒mi recordado alumno‒ en uno de los baños del Edificio A de la UPN el 11 de marzo de 2020, luego de que se publicaran anónimos que lo incriminaban y deshonraban?

A partir de los chismes y el matoneo se pretende, como algo propio del fingido victimismo que se ha impuesto como norma, que pidamos perdón por ser como somos, por pensar en forma crítica e independiente, por no estar sujetos a las estupideces de la corrección política. Porque en la UPN a muchos y muchas les duele no haberme podido callar durante 34 años y que haya mantenido mi postura independiente, seria y rigurosa, sin rendirle pleitesía a nadie ni a nada, diciendo cosas que incomodan, no incurriendo en la autocensura, ni plegándome a las modas en curso. Porque mi delito es hablar claro, sin rodeos ni eufemismos, en plantear asuntos críticos, en no decir palabras convencionales. Y por eso hago mío el pensamiento del gran Oscar Wilde, escritor que fue encarcelado por su condición de homosexual: “Cada vez que la gente está de acuerdo conmigo siento que me estoy equivocando”.

Se trata, como dijo alguna vez Franz Kafka, al que algunos estudiosos de su obra y vida consideran homosexual: “Pienso que sólo debemos leer libros de los que muerden y pinchan. Si el libro que estamos leyendo no nos obliga a despertarnos como un puñetazo en la cara, ¿para qué molestarnos en leerlo? […] Lo que necesitamos son libros que nos golpeen como una desgracia dolorosa […] Un libro debe ser el hacha que rompe el mar helado dentro de nosotros”. Esto mismo debe concebirse no solamente para la palabra escrita, sino para la palabra oral, en las clases. Es decir, que aquello que digamos toque a los estudiantes de alguna forma, los cuestione, revuelva las cosas “normales” y las ponga patas arriba. Para que los estudiantes o las personas que escuchan se inquieten, por lo menos. Y si eso que se dice los aturde, los lleve a preguntar, a cuestionar, a dudar, a no tragar entero, eso ya es un gran logro educativo, que rompe con la educación bancaria, que adocena, embrutece y encasilla a los seres humanos.

Lo sano y honesto es que si ese pensamiento y esa forma de ser en el aula de clase los afecta o conmueve, lo manifiesten allí mismo ante el profesor, porque ese es un mecanismo indispensable para construir dialogo. Si no es así y se acude al chisme, a la calumnia, a la mentira, a hablar de espaldas a la gente a la que tenemos de frente pero no lo decimos nada, lo que se está generando es una red de inquisidores, de censores, de mediocres que no entienden lo que significa pensar y la libertad de expresarse en una cátedra.

Porque una cosa es evidente, la neoinquisición que se quiere implantar en las universidades públicas colombianas, entre ellas la UPN, busca es eliminar la libertad de cátedra, el derecho a opinar, expresarse, y, en últimas, el derecho a pensar. Como bien lo dijo Tomas Paine, en su obra Sentido Común: “Cuando el hombre renuncia al privilegio de pensar, se oculta en el horizonte la última sombra de libertad”.

CONCLUSIÓN SOBRE CIERTO TIPO DE “DES-EDUCADORES”

Quien o quienes escribieron ese miserable panfleto anónimo dicen pertenecer a nuestro departamento de Ciencias Sociales, lo cual supone que se está formando como profesores. Pero, ¿qué tipo de educadores pueden llegar a ser? ¿Qué nos espera con “educadores” que basan su quehacer en la mentira, la infamia, la hipocresía, la simulación? ¿Qué pensar de “educadores” sin el más mínimo carácter, personalidad y criterio para asumir una posición, defenderla y discutirla con el que consideran su antagonista, hasta el punto de que en lugar de hacerlo se basan en el escupitajo anónimo y cobarde? ¿Qué expectativas de transformación pueden fincarse en personas que quieren ser profesores o profesoras y recurren al linchamiento moral, a la calumnia, al golpe bajo y sin asumir ninguna responsabilidad, refugiándose en el complaciente anonimato? ¿No van a ser más bien prototipos de la mala educación que tan bien critica el director de cine, homosexual, Pedro Almodóvar en una extraordinaria película que lleva ese mismo título?

Por todo ello, me estremezco de angustia de solo concebir la idea de que mis dos pequeñas hijas puedan llegar a tener DES-EDUCADORES de esa calaña, de la que han mostrado en estas semanas aquellos que han hecho suya la pedagogía de la indignidad, de las mentiras, de la vileza y de la infamia. Contra esa pedagogía hemos luchado durante toda nuestra vida, sin ceder ante la misma ni un ápice, ni concederle el más mínimo respeto, como lo seguiremos haciendo dentro y fuera de la UPN, el centro educativo al que he consagrado gran parte de mi vida, y al que espera un tenebroso futuro si dejamos que quede en manos de los neoinquisidores y neoinquisidoras de la corrección política y su pretendida “superioridad moral”, a partir de la cual se creen con el derecho de juzgar y condenar a tirios y troyanos.

ANEXO

«EL AGENTE SECRETO DIOMEDES DÍAZ»
John Galán Casanova
El Espectador, septiembre 10 de 2022.

Este falso positivo judicial tiene tanto de aberrante como de insólito.

Diez años atrás, en 2012, un presunto estudiante de psicopedagogía entabla amistad con otros alumnos de la Universidad Pedagógica, participa de las marchas y los debates, asiste a las casas de los activistas. Gana su confianza al punto que, cuando los invita a una finca de recreo en Lebrija, Santander, nadie desconfía. Varios asisten, entre ellos el profesor Carlo Alexander Carrillo y las estudiantes Érika Aguirre y Xiomara Torres. Llegan a la finca Villa Karen el 25 de septiembre, para, a la madrugada siguiente, junto a estudiantes de otras partes del país, ser capturados por un comando de la Dijin, sindicados de fabricar explosivos y de integrar una red guerrillera denominada Juventudes M-19.

Los medios divulgaron el montaje oficial. Bajo el título “Capturan universitarios que planeaban disturbios en aniversario de muerte de Mono Jojoy”. El Espectador reprodujo dos días después el rugido del entonces director de la Policía, general León Riaño: “Este grupo de estudiantes se encontraba preparando material explosivo para protestas en la UIS, donde, de acuerdo con el material recaudado, pretendía cometer acciones vandálicas” [Ver]. Al profesor Carlo lo convirtieron en alias Caco, y a las estudiantes Érika y Xiomara, en alias Mónica e Indira.

El ardid empezó a derrumbarse cuando el fiscal Bohórquez Flechas presentó a su principal testigo, una “fuente no formal” que resultó ser el amistoso estudiante de psicopedagogía, que resultó ser un agente encubierto de la policía. Aunque este acusó a los imputados de ser diestros cocineros de papas explosivas, al juez no le convenció el conjunto de las pruebas presentadas. Por el contrario, recriminó a Flechas por basar el caso en el testimonio del infiltrado, quien nunca tuvo una orden de la Fiscalía o una autorización de un juez para acechar a los entrampados. En consecuencia, tras diez años de pesadilla, cuatro de los cuales estuvieron encarcelados, el Juzgado Primero Penal del Circuito Especializado de Bucaramanga decretó su inocencia a finales de julio.

Lo más insólito de esta historia –aparte del hecho de que el juez Beltrán no haya ordenado investigar el proceder del agente secreto y sus superiores– es la identidad del sujeto en cuestión, quien responde al nombre de Diomedes Díaz. Cúper Diomedes Díaz Amado, para ser más exactos, como se lee en la denuncia penal instaurada por la madre de una de las inculpadas.

Imagino a los papás de Cúper Diomedes poniéndole el nombre al muchachito. Coinciden en el Diomedes de su ídolo musical, y anteponen el Cúper, no sé si por la estrella del cine Gary Cooper, o por Cupertino Surrucuca, uno de los personajes del dúo Los Ruanetas en Sábados Felices. Así, con ese rótulo altisonante, los Díaz Amado lanzan al mundo a su vástago, destinado a ser espía.

En principio, resulta absurdo pensar que alguien con un nombre tan reconocido como el de Diomedes Díaz pueda ser agente secreto en este país. Lo mismo diríamos de alguien llamado Radamel Falcao o James Rodríguez. Cúper Diomedes lo consiguió. El boletín de alerta que lanzó el portal Universidad Pública Colombia para denunciar esta estrategia de criminalización del movimiento estudiantil muestra un Diomedes Díaz bien parecido, mejor conservado que el cantante, más jovial de civil en la universidad que en el carné de policía.

En últimas, Cúper Diomedes capitalizó lo que parecía imposible: aprovechar su nombre de ídolo entronizado en el inconsciente colectivo para engatusar a sus víctimas, a lo cual se suma el efecto subliminal de su segundo apellido. Porque, ¿a quién no le parecería simpático ser amigo de Diomedes Díaz Amado? ¿Cómo no sentirse halagado si Diomedes Díaz le gasta una empanada a uno? ¿Cómo no marchar confiado junto a Díaz Amado? ¿Cómo negarse a salir a rumbear con él o rechazarle la invitación a una finca?

“Lo consideraba casi como un hermano. Para Érika y para mí era una persona más de la familia”, señaló Xiomara Torres, la estudiante de Física que por fin logró graduarse el año pasado y obtuvo una beca de maestría en el exterior. Su amiga Érika Aguirre, estudiante de Química, creó a partir de su experiencia la campaña Objetivo Libertad, que recopila y denuncia falsos positivos judiciales. El profesor Carrillo sigue dedicado a la enseñanza y a la cuentería, y espera ser resarcido tras batallar una década por recuperar su buen nombre: “Estoy contento porque no somos lo que los medios mostraron. No es lo mismo que tú digas ‘soy inocente’, a que lo diga la justicia. Fue una tortura de diez años”.

De modo que, integrantes de ONG, líderes y lideresas barriales y estudiantiles, compañeras y compañeros activistas, mucho ojo: si las o los llega a abordar alguien llamado Diomedes Díaz, Silvestre Dangond o Jessi Uribe, tengan cuidado, desconfíen al máximo, lo más probable es que se trate de un infiltrado.

Renán Vega Cantor: Profesor Departamento de Ciencias Sociales, Universidad Pedagógica Nacional

Fuente: https://rebelion.org/pedagogia-de-la-infamia-y-de-las-mentiras/

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Limpieza étnica en las bibliotecas de Ucrania

La magnitud del bibliocidio es tal que luego de expurgar los cien millones de ejemplares de todo lo que esté escrito en ruso, el contenido de las bibliotecas quedará reducido a la mitad.

«¿Ser ruso es un problema? ¿Incluso siendo un ruso muerto? Lo que está pasando en Ucrania es horrible, y tengo ganas de llorar solo de pensarlo. Pero estas cosas aquí son ridículas»

-Paolo Nori, traductor italiano.

La limpieza étnica es una característica del fascismo y todas sus variantes de extrema derecha a nivel planetario. Se basa en el supuesto de que hay culturas superiores e inferiores y estas últimas deben desaparecer de la faz de la tierra, para que no quede ni una huella de su presencia histórica. Contra las culturas proclamadas como inferiores se utilizan todos los mecanismos de destrucción física y simbólica, como herencia duradera de la expansión de Europa por los cinco continentes.

El ejemplo más terrible de limpieza étnica fue adelantado por el nazismo en Alemania primero y luego en todos los territorios que conquistó durante la Segunda Guerra Mundial, entre ellos los de los pueblos eslavos, empezando por los ubicados en la entonces Unión Soviética. Y la limpieza étnica incluyó a los judíos, pero no solo a ellos como se ha establecido como verdad oficial por el estado sionista de Israel y los creadores de la industria del holocausto (el lobby judío en los Estados Unidos), sino a todos los pueblos que el nacionalsocialismo alemán consideró como inferiores, en los que cabe mencionar al pueblo rom (los gitanos).

Después de la experiencia nazi se pensó en forma optimista que la limpieza étnica era cosa del pasado y nunca más se volvería a presentar como política de Estado. Fuera de Europa siempre se siguió llevando a cabo en diversos lugares del mundo, y en buena medida con el apoyo de Europa y los Estados Unidos, en los cuales fueron sistemáticamente eliminados diversos grupos étnicos ‒así ha acontecido en América Latina con comunidades indígenas, en Brasil, Colombia, Ecuador…‒ o ha habido intentos fallidos de exterminar a grupos humanos y de expulsarlos de sus territorios ancestrales, como acontece con los palestinos en Israel o los kurdos en Turquía.

Pese al regreso de la limpieza étnica en Europa a finales de la década de 1980 y comienzos de la de 1990, concretamente en los Balcanes, se insinuó en forma falsa que esa situación había sido superada con los bombardeos de la OTAN y la injerencia de la Unión Europea, El Vaticano y Estados Unidos que llevó a fomentar la creación de estados étnicamente puros (como resultó siendo el caso de los nuevos países reconocidos después de 1991, entre ellos esa entidad fantasma que se llama Kosovo). De esta forma, los europeos creían que la limpieza étnica ya no formaba parte de su mentalidad colonialista e imperialista y ahora se habían civilizado plenamente, cuando lo que hicieron fue legitimar una nueva limpieza étnica, consentida por ellos, como la de los criminales que gobiernan a Kosovo que trafican con órganos humanos de sus enemigos étnicos.

Ahora, cuando la guerra está de regreso a Europa, vuelve a reivindicarse abiertamente la limpieza étnica de los rusos, como lo han hecho los europeos desde hace varios siglos y como lo intentó concretar en la práctica el nazismo. Esa limpieza étnica imperante hoy en Europa se manifiesta como rusofobia y adopta los mecanismos criminales que se exhiben con impunidad desde Ucrania, por parte de las clases dominantes de ese país y reproducida por partes significativas de su población, y emuladas por gran parte de los europeos. No extraña que desde la televisión ucraniana locutores, médicos y científicos exaltan la doctrina de la solución final nazi para aplicarla a los rusos y llamen a matar a los niños rusos y castrar a los soldados de Rusia porque son “cucarachas y no humanos” y de cancelar todo lo que tenga que ver con la cultura rusa sin importar su trascendencia para la humanidad.

Pero lo que está sucediendo en Ucrania, con la complacencia de Europa, en cuanto a la reivindicación de la limpieza étnica ‒algo que, además, se viene llevando a la práctica desde el 2014 en los territorios de población rusa de Ucrania‒ no se limita a exaltar los procedimientos tradicionales de esa “purificación étnica”, tales como el llamado abierto a matar rusos por el hecho de serlo, prohibir el idioma ruso, destruir las estatuas de la Segunda Guerra Mundial que recuerdan la lucha contra el nazismo y el sacrificio de millones de rusos, prohibir la lectura de autores clásicos de la literatura universal como Fedor Dostoievski, Alexander Pushkin y de grandes compositores de música clásica como Chaikovski, prohibir bailes tradicionales rusos como la balalaika, denigrar de las comidas rusas y obligar a que ya no se escriba en los menús que ofrecen los restaurantes “Ensalada Rusa o Tártara”, sino que se le cambie el nombre por el de “Ensaladilla Kiev”, que al cuadro del pintor francés Edgar Degas (muerto en 1917) le cambien el título de “Bailarinas rusas” por el políticamente correcto de “Bailarinas ucranianas” y mil ridiculeces por el estilo, que sonrojarían de vergüenza a los grandes pensadores y humanistas de todos los tiempos que han nacido en Europa.

Junto con todo ello, ahora en Ucrania se ha inventado una nueva forma de limpieza étnica, hasta donde sepamos sin antecedentes históricos en ningún lugar del mundo. Es una limpieza étnica de tipo bibliográfico, un bibliocidio con nuevos ingredientes. Veamos en qué consiste. Lo anunció sin eufemismos la directora del Instituto Ucraniano del Libro Aleksandra Koval quien, siguiendo las instrucciones de Ministerio de Cultura ha dado la orden de limpiar las bibliotecas de su país de todos los libros rusos que allí se encuentren. La cifra es asombrosa: se ordenó sustraer de esas bibliotecas cien millones de libros (en números, para que no quepa duda, 100.000.000) y luego destruirlos. Esta burócrata-censora, que tiene más que ver con la muerte que con los libros, ha dicho que se trata de limpiar las bibliotecas de Ucrania, porque no se puede aceptar la “propaganda rusa”, por lo cual en su pobreza mental entiende todo lo que esté escrito en ruso y eso se hace porque según su concepción bélica los libros son “un arma tanto para atacar como defender”. (La entrevista con Oleksandra Koval puede leerse en https://bit.ly/3LEnx4r).

Esta burócrata, que parece que en su vida jamás ha leído un libro, sostuvo que se trata de eliminar antes de que termine este año la literatura de propaganda, con contenido antiucraniano, que comprende todos los libros editados en rusia y escritos en rusia, incluyendo a los clásicos de la literatura universal de todos los tiempos, porque son “ideológicamente dañinos”. Nada se salva de la limpieza bibliográfica ya que en ella se incluyen los libros infantiles, novelas, cuentos y obras policiales. La limpieza bibliográfica no tiene límites cronológicos y se incluyen los libros rusos y soviéticos producidos en cualquier momento, antes y después de 1991 cuando desapareció la Unión Soviética.

En cuanto al argumento de erradicar los clásicos de la literatura rusa vale citar su “sofisticada argumentación”, porque la misma habla por sí sola de la limpieza étnica de índole bibliográfica que está en marcha. Comienza señalando que esos clásicos hacen mucho daño porque los primeros que los leen son los niños y resulta nefasto decirle que un escritor ruso, digamos alguien como Alexander Pushkin, es un autor universal:

“¿Por qué el clásico es tan inquietante? Todos leímos estos libros, en mis años escolares había un sólido clásico ruso, que se consideraba el pináculo de la escritura mundial. Debido al hecho de que conocíamos a los clásicos del mundo de manera bastante mediocre, muchos se quedaron con la convicción de que esta es realmente la literatura sin la cual es imposible desarrollar inteligencia y sensaciones estéticas, ser una persona educada. De hecho, este no es el caso. Por ejemplo, para estudiar literatura extranjera, y el ruso es solo eso, necesitas un cierto equilibrio. Ahora ya estamos convencidos de que tanto la literatura británica, francesa y alemana, la literatura estadounidense y los pueblos orientales han dado al mundo muchas más obras maestras que la literatura rusa”.

Sí, pero que todo el mundo haya dado obras maestras, como las generadas acá desde Nuestra América, no da derecho a desautorizar la de otras latitudes (Rusia en este caso), así se esté en guerra en este momento con ese país. Eliminemos entonces a los literatos rusos, que han dejado de ser clásicos, porque Rusia está en guerra con Estados Unidos y la OTAN en territorio de Ucrania. Tamaña tontería no solo refleja una redomada ignorancia, sino que es un crimen cultural, con consecuencias funestas para el futuro de Ucrania, un país que luego de que termine la guerra deberá pensar sobre su identidad y ella, gústeles o no, está ligada históricamente a Rusia. Que eso lo asuman críticamente es una cosa, pero que pretendan negarlo y hacerlo desaparecer no solo de la historia sino de la vida cotidiana es una estupidez criminal.

Más adelante, la burócrata del Instituto del Libro de Ucrania dice una sarta de tonterías que vale citar con detalle:

“En cuanto a tan queridos por nuestros bibliotecarios y algunos lectores Pushkin y Dostoievski, hay que decir que fueron estos dos autores quienes sentaron las bases del «mundo ruso» y el mesianismo. Desde la infancia, llena de estas narrativas, la gente cree que la misión del pueblo ruso no es involucrarse en sus vidas y en su país, sino «salvar» el mundo en contra de su voluntad. En realidad, es una literatura muy dañina, realmente puede influir en los puntos de vista de las personas. Por lo tanto, mi opinión personal es que estos libros también deberían eliminarse de las bibliotecas públicas y escolares. Probablemente deberían permanecer en las bibliotecas universitarias y científicas para estudiar las raíces del mal y el totalitarismo por expertos. Creo que se escribirán muchas reflexiones científicas e investigaciones sobre cómo los clásicos rusos influyeron en la mentalidad de los rusos”

De tal manera, que una burócrata de poca monta que se encuentra al frente del Instituto Ucraniano del libro viene a descubrir que los clásicos rusos son perversos, a diferencia de los alemanes, estadounidenses o de otras latitudes, y lo son solamente por su origen nacional, y en ellos están las “raíces del mal y del totalitarismo” y por eso debe prohibirse a los habitantes de Ucrania que los lean, sin importar que gran parte de los ucranianos hablen el ruso e incluso que para una porción importante de su población esta sea la lengua cotidiana y no sepan una palabra de ucraniano.

Con esta lógica tan xenófoba y chovinista en ningún lugar del mundo se deberían leer libros de autores “extranjeros”, porque en algún momento han tenido una guerra o han sufrido una agresión por parte de otros países o potencias imperialistas. Con esa lógica de pureza étnica en Argentina se debieron prohibir los libros ingleses (Shakespeare entre ellos) y expurgarlos de sus bibliotecas tras la guerra de las Malvinas de hace 40 años; en Cuba extraer de sus bibliotecas los libros de autores de la talla de Ernest Hemingway, o William Faulkner o John Steinbeck por el bloqueo y las agresiones que soporta desde hace 60 años por parte de los Estados Unidos; de África erradicar la literatura clásica escrita en francés, inglés, portugués, italiano, castellano, alemán… porque esos son las lenguas originales de las potencias colonialistas e imperialistas; en Ecuador de deberían retirar los libros de autores colombianos (como el que escribe estas líneas) tras el brutal ataque a Sucumbíos por el gobierno criminal de los uribeños el primero de marzo de 2008, y así ad nauseam.

La limpieza étnica cultural que se adelanta en Ucrania no tiene que ver con la guerra que se lleva a cabo en estos momentos con Rusia, sino con un proyecto de negar sus propias raíces, que tienen que ver directamente con la historia del pueblo ruso y su vasta cultura, en el mundo de las artes, las letras, el teatro, la poesía, la novela, el ensayo, el pensamiento político (entre el que se cuenta a Lenin, Trotsky, Bakunin, Kropotkin, Herzen, Chernishevski y un largo etcétera.)

Para darse cuenta de lo que está en juego con este nuevo tipo de limpieza étnica de índole bibliográfica esta censora agrega que fue un gran problema recibir obsequios de libros de Rusia sin examinar previamente su contenido, hasta el punto de que “los bibliotecarios estaban contentos con los nuevos libros, pero nadie pensó en su contenido”.

Sobre la literatura científica, la funcionaria apuntó que no es un tema simple, por lo que “se discutirá en mesas redondas de expertos. Si hay literatura puramente médica sin matices ideológicos, entonces no veo ninguna razón para eliminarla en primer lugar hasta que los autores ucranios o extranjeros creen algún tipo de remplazo”. Se evidencia que, como siempre, el problema es de ideología, la de los otros, los enemigos, porque la censora no tendría ideología, estaría por encima del bien europeo y del mal ruso.

La magnitud del bibliocidio es tal que luego de expurgar los cien millones de ejemplares de todo lo que esté escrito en ruso, el contenido de las bibliotecas quedará reducido a la mitad. Es decir, se liquidarán de un tajo el cincuenta por ciento del contenido de las bibliotecas. Y esos cien millones de libros han sido declarados por el Ministerio de Cultura de Ucrania como papel de desecho, lo cual da paso al bibliocausto, a la destrucción pura y simple de libros.

Los burócratas del libro de Ucrania pretenden que la cancelación de las letras de Rusia sea mundial y se vanaglorian de que el boicot a los libros de aquel país en ferias internacionales se debe a su influencia. Pero piden más: que en el resto de Europa se apliquen sus medidas de limpieza étnica bibliográfica y desaparezcan de las bibliotecas (porque ya han desaparecido de las librerías) los escritos de seguidores incondicionales de Vladimir Putin que respondan a los nombres de León Tolstoi, Antón Chejov, Leonid Andreiev, Máximo Gorki…

La burócrata del libro agrega que, aunque por desgracia no puede incidir en ello como si lo hace en Ucrania, afirma que existe “un público que puede ponerse en contacto con todas las bibliotecas locales y exigir que se retiren ciertos libros. Desafortunadamente, es muy difícil para nosotros desde aquí, desde Ucrania, averiguar qué libros rusos hay en cada biblioteca de alguna pequeña ciudad europea”. Por ello, pide a los migrantes ucranianos que donde se encuentren se vuelvan censores e inquisidores de los libros rusos para que estos desaparezcan de las bibliotecas y librerías de las ciudades europeas, porque “en cuanto a las bibliotecas extranjeras, creo que solo la persistencia de la diáspora ucraniana y nuestros movimientos sociales puede llevar al hecho de que habrá menos libros rusos allí, y más ucranianos”.

El precepto central de la caza de libros es que tengan un contenido antiucranio, algo tan vaporoso en lo que cabe todo, comenzando por el idioma ruso en que estén escritos los libros y luego de los autores, incluyendo a los nacidos en Ucrania que se atrevan a criticar a los nazis de su país y planteen la búsqueda de la paz, un acuerdo con Rusia y que su país no se convierta en una base terrestre de la OTAN.

Los lectores de esta nota podrán pensar que no hay nada de nuevo en este bibliocidio, si recordamos los momentos trágicos de destrucción de libros, entre ellos los de la Alemania Nazi, o de la última dictadura argentina o el arrasamiento de las bibliotecas de Irak y el saqueo de sus recursos bibliográficos que eran patrimonio cultural de la humanidad tras la invasión de los Estados Unidos en 2003, o la destrucción de escuelas y bibliotecas palestinas por las fuerzas genocidas del estado sionista de Israel. Pero, que yo sepa, en ninguno de esos casos, aunque se haya llegado al bibliocausto ‒quema de libros‒ se practicó la política sistemática y planificada de expurgar en cada biblioteca hasta el último rincón para eliminar todos los libros que se consideraban perniciosos, perjudiciales y enemigos de un determinado proyecto nacional. Eso es lo que se está haciendo en Ucrania de manera generalizada e impune y con el apoyo de ese círculo de delincuentes que se llaman a sí mismos Comunidad Internacional y Unión Europea.

Que se esté presentando una guerra entre Rusia y Ucrania en lugar de llevar al paroxismo del odio nacional y de la xenofobia, debería conducir a reflexionar sobre la importancia de la cultura, y en especial para el caso que tratamos, de los libros. Porque si algo contribuye a fomentar aún más el odio es la ignorancia, la destrucción de libros y el ocultarles a los habitantes de un país, en este caso de Ucrania, las múltiples influencias culturales que han tenido a lo largo de la historia y la manera como las nuevas generaciones deberían repensar su propia identidad, sin despreciar ni ignorar a una cultura, en especial a la extraordinaria cultura rusa, que es algo completamente distinto a un régimen político en particular.

En estas condiciones ahora tendremos que la riqueza bibliográfica de las escuelas y bibliotecas de Ucrania será cosa del pasado al fomentar el plan que propone la burócrata mencionada en estas páginas que consiste en que “la restauración de Ucrania incluirá tanto la reforma del sistema de bibliotecas como la cuestión de llenar los fondos de la biblioteca después de la incautación de literatura rusa”. Este es un paso seguro hacia la ignorancia, el odio, la sed de venganza que llenara a Ucrania y a Europa de batallones de nazis, para los cuales su máxima es la de “muera la inteligencia”. Y esta acción de perseguir libros adquiere un sentido especial, extra si se quiere, si tenemos en cuenta que vivimos en un mundo donde cada vez se lee menos por la dictadura digital y en tal sentido casi que cualquier libro en la actualidad (con independencia de su contenido) debe considerarse como un artefacto inofensivo para un público amplio, en la medida en que el círculo de lectores cada vez es más reducido. En esas condiciones, si que se nota a las claras el verdadero sentido de limpiar las bibliotecas de Ucrania de literatura rusa: es un proyecto de limpieza étnica y de cancelación absoluta de una cultura multiforme y compleja.

Así, vamos a ver que en las bibliotecas de Ucrania van a desaparecer autores tan perversos y malévolos como Tolstoi, Dostoievski, Pushkin… y en su lugar los estantes se van a llenar de libros no ideológicos, clásicos de la estupidez universal como los que regala Estados Unidos, entre los que se incluyen el Ratón Mickey, Superman, Batman y revistas tan serías como Reader’s Digest y toda la basura anticomunista que se publica en las usinas universitarias y en los laboratorios del pensamiento reaccionario de los Estados Unidos.

Y en el caso de las letras y las artes, veremos como los artistas ucranianos pueden hacer abstracción del teatro de Chejov, de las novelas de Pushkin, de las reflexiones de León Tolstoi, de la crítica literaria de Vladimir Propp o del análisis textual de Mijaíl Bajtín. Una de las ilusiones más terribles es suponer que puede prescindir de esos autores, sin perder una parte de su propia humanidad, todo a nombre de la limpieza étnica de índole bibliográfica que está en marcha en Ucrania.

Paradójicamente, y eso no lo prevén los censores, la literatura rusa adquiere nuevo sentido e importancia al ser prohibida, ya que llevará en el futuro a muchos ucranianos a preguntarse por las razones que conducen a la prohibición y esa literatura seguirá siendo leída en forma clandestina en la “democrática” Ucrania. Sencillamente, una cultura no puede matarse a punta de censura y prohibiciones, por mucho que intenten justificarse a nombre de una absurda rusofobia y de la limpieza étnica de la cultura rusa que se adelanta en Ucrania y que cuenta con el respaldo de la “grande y civilizada Europa”, con sus nuevos tribunales de inquisición y de persecución de autores y libros. Esta medida tiene, además, un tono sombrío de otros tiempos en una época en que la comunidad de lectores de libros se ha reducido drásticamente y en la que predomina la seudo lectora digital, que no es lectura en sentido estricto tal y como lo han demostrado los psicólogos cognitivos. De tal manera, que en Ucrania se pretende eliminar a los pocos lectores de libros que puedan existir para que sus mentes queden en manos de la escuela nazista del Batallón Azov y compañía.

Fuente: https://rebelion.org/limpieza-etnica-en-las-bibliotecas-de-ucrania/

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