La importancia de la neurociencia en el aprendizaje

Por.  EL HUFFPOST STUDIO

Asistimos a un momento en el que tomamos conciencia de la trascendencia que tiene el cerebro en el proceso de aprendizaje.

Durante las últimas décadas hemos asistido a un notable incremento de los estudios sobre la Educación. Tanta actividad investigadora ha contribuido a que en los últimos años estemos asistiendo a un boom científico, que intenta comprender cuál es el grado de importancia que ocupa la Neurociencia en el ámbito del aprendizaje.

Se ha abierto un campo de estudio fascinante acerca de la Neurociencia y cómo aplicarla a las técnicas de enseñanza y aprendizaje. Los actores que intervienen en estos procesos agradecen el material que les puede proporcionar un Curso de Neurociencia Educativa. Lo cierto es que este interés resulta comprensible ya que, según los expertos, nos encontramos ante la revolucionaria pedagogía del futuro.

Los profesionales de la docencia se aplican cada vez más en la “búsqueda de la dopamina en el aprendizaje”, según palabras de un artículo publicado en International Journal of New Education. Los educadores manifiestan su deseo de estar al día para poder proporcionar una solución educativa ajustada a las necesidades de sus estudiantes.

Neurociencia y Educación

Asistimos a un momento en el que tomamos conciencia de la trascendencia que tiene el cerebro en el proceso de aprendizaje. Ha llegado la hora de aprender a utilizar este órgano para mejorar la forma en que ofrecemos una respuesta educativa al alumnado.

QUÉ ES NEUROCIENCIA

Desde 1995 la UNESCO mantiene que “la neurociencia es una disciplina que involucra tanto a la biología del sistema nervioso, como a las ciencias Humanas, Sociales y Exactas, que en conjunto representan la posibilidad de contribuir al Bienestar Humano por medio de mejoras en la calidad de vida durante todo el ciclo vital”.

Con el paso de los años el concepto no ha variado. La neurociencia del aprendizaje se ha constituido en un plano del conocimiento en el que interaccionan sectores tan diversos como la neurobiología, la psicología, la educación o la sociología.

El International Montessori Institute mantiene que el objetivo principal de la educación es modificar o influir en la conducta de los niños y niñas para favorecer su bienestar, desarrollo y adaptación a su entorno. Por ello, “conocer las bases biológicas de los procesos mentales ofrece herramientas prácticas para saber cómo diseñar metodologías pedagógicas que favorezcan los procesos de plasticidad cerebral y respeten el funcionamiento del cerebro”.

La combinación de distintas disciplinas, destinadas a indagar sobre el cerebro, ha permitido ahondar en cuestiones muy diversas. Entre otras muchas parcelas, el estudio puede aportar información tanto a nivel molecular como químico, patológico, cognitivo o conductual.

Cómo incide la neurociencia en el aprendizaje

Los nuevos descubrimientos en Neurociencia y Educación incitan al desafío. Los implicados tienen ante sí la posibilidad de transformar la manera de abordar la enseñanza y el aprendizaje.

Es posible advertir cierta emoción en el sector educativo. La oportunidad de usar la exploración fundamentada en el cerebro para mejorar la praxis en las aulas resulta apasionante.

Los maestros advierten los avances que se producen a la hora de comprender las necesidades individuales de sus alumnos. Estas revelaciones les permiten conectar a cada educando con el método más eficaz. Pero ¿qué está aportando la neurociencia al proceso de aprendizaje?

COMPRENDER EL DESARROLLO INFANTIL

Una incorporación más profunda de los estudios de desarrollo infantil para maestros de preescolar y primaria puede tener un gran impacto en el éxito posterior. Todavía son muchos los educadores que tienen ideas erróneas sobre la educación de la primera infancia.

Comprender qué impulsa a los niños a aprender y cómo superar mejor las desventajas tempranas puede tener un gran impacto en el éxito del aprendizaje a lo largo de los años. Abrazar la información proporcionada por la neurociencia puede cerrar esa brecha en la comprensión.

LA ADAPTACIÓN DE LAS AULAS

Las escuelas no deben estar compuestas por espacios encorsetados. La educación tradicional ha extendido el concepto de un aula destinada a mantener al niño quieto, sentado, en silencio. Lejos de favorecer la concentración y el gusto por la actividad, el alumno se ve más predispuesto a las distracciones y al desinterés.

APRENDIZAJE ESPACIADO

La Neurociencia aboga por permitir a los estudiantes elegir entre una guía de estudios variada. Además, afirma que espaciar las lecciones proporciona una absorción óptima. Aprender las ideas complicadas con el tiempo, en lugar de todo a la vez, mejora la comprensión.

APRENDIZAJES GRATIFICANTES

Los estudiantes necesitan repetición y enfoques variados para aprovechar al máximo el aprendizaje. Esto significa que los juegos, las actividades grupales, las lecciones físicas y el aprendizaje inconsciente pueden tener un lugar en el aula.

LA SOCIALIZACIÓN

Los humanos somos seres sociales. La incorporación y el enfoque de actividades sociales y la asignación de conexiones en el aula fomentan el aprendizaje. Este es un pequeño cambio que los maestros pueden emplear en clase para ayudar a los estudiantes a alcanzar su potencial.

Estas son algunas de las influencias que la Neurociencia puede ejercer en las aulas. La investigación sugiere que esta es una conexión positiva que puede beneficiar al sistema educativo y a la sociedad en general. Los investigadores están convencidos de que estas implementaciones serán las que irán modificando el campo del aprendizaje durante la próxima década.

Fuente: https://www.huffingtonpost.es/entry/la-importancia-de-la-neurociencia-en-el-aprendizaje_es_5eb17a9dc5b6a15b6f46745e

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¿Redes antisociales?

Por:  Carlos Mayora Re

Es frecuente hablar de “generaciones” a la hora de tratar de comprender cómo piensan y actúan los demás. Se escribe sobre las características y modos de hacer de los “Babyboomers”, Generación X, Millennials… sin embargo, esta última categoría con el paso del tiempo está dando lugar a lo que se ha dado en llamar la iGen o “Internet Generation”.
El término iGen ha sido introducido por Jean Twenge, una psicóloga norteamericana que lleva más de veinticinco años estudiando las diferencias generacionales.
Pertenecerían a la iGen (conocidos también como “Centennials”, “Postmillenials” o Generación Z) todos aquellos nacidos a partir de 1995. Aunque, más que los años de su nacimiento, lo que en verdad tienen en común estos jóvenes es que han estado utilizando la Internet y los teléfonos inteligentes prácticamente desde que tuvieron uso de razón.
Los iGens también comparten, de acuerdo con numerosos estudios, ser propensos a padecer una tasa mayor ansiedad, depresión y estrés. Por eso, ante los números de salud pública y los datos que arrojan los departamentos de bienestar estudiantil de muchas universidades, muchos se han preguntado qué tienen de diferente que los deja más expuestos que sus antecesores a padecer dichos trastornos.
Una de las posibles respuestas parece tener que ver con el tiempo que dedican a las pantallas en general y a las redes sociales en particular.
De hecho, Twenge encuentra una correlación entre la depresión, ser dueño o no de un teléfono inteligente, las horas diarias que los chicos y chicas permanecen en línea, o pasan en actividades que implican contactos personales. En un famoso estudio, la psicóloga hace intervenir otros factores como el desempleo de los padres, y no encuentra que haya correspondencia con el aumento de estas enfermedades, así como también introduce variables como la pertenencia a equipos deportivos, participar en actividades sociales, acudir a la iglesia, leer y pasar tiempo con la familia, que sí que parecen tener una importancia significativa en la reducción de la tasa de jóvenes que padecen ansiedad y depresión.
Entonces, parece válido preguntarse: ¿cómo puede influir el uso de las redes sociales en la condición descrita? Los estudios muestran cuatro factores: la contemplación del bien del otro y la constatación de la propia necesidad: apariencia, modos de diversión, popularidad… produce tristeza (envidia); las desigualdades de popularidad: likes, retuits, comentarios, exasperan a los jóvenes: mientras unos tienen demasiados… otros tienen muy pocos (avaricia); lo que los psicólogos llaman FOMO (“fear of missing out”) o miedo a perderse algo: un evento, oportunidad, información, pertenecer a un grupo, etc., produce inseguridad y ansiedad; y, por último, el acoso cibernético que los jóvenes pueden padecer en las redes en temas sociales, raciales, sexuales… que no es de los factores menos importantes.
Las buenas noticias son que los peligros de la vida “on line” puede ser balanceados con una sana vida “off line”. La respuesta no es la abstinencia, sino aprender a utilizar las redes. Se trata de sobreponerse a la paradoja por la cual las redes sociales nos hacen muy “cercanos” a los que están lejos, al mismo tiempo que nos alejan de los que están cerca: familia, amigos, colegas. El éxito está, así, en superar la contradicción de que las redes sociales incorrectamente utilizadas pueden simplemente aislarnos.

Fuente: https://www.elsalvador.com/opinion/editoriales/redes-sociales/684520/2020/#link

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